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Profetas y reyes Ellen G. White 1957 Copyright © 2012 Ellen G. White Estate, Inc. Información sobre este libro Vista General Este libro electronic es proporcionado por Ellen G. White Estate. Se incluye en el más amplio de libertadLibros online Colección en el sitio de Elena G. De White Estate Web. Sobre el Autor Ellen G. White (1827-1915) es considerada como el autor más traducido de América, sus obras han sido publicadas en más de 160 idiomas. Ella escribió más de 100.000 páginas en una amplia variedad de temas espirituales y prácticos. Guiados por el Espíritu Santo, que exaltó a Jesús y se refirió a las Escrituras como la base de la fe. Otros enlaces Una breve biografía de Elena G. de White Sobre la Elena G. White Estate Licencia de Usuario Final La visualización, impresión o la descarga de este libro le con- cede solamente una licencia limitada, no exclusiva e intransferible para el uso exclusivamente para su uso personal. Esta licencia no permite la republicación, distribución, cesión, sublicencia, venta, preparación de trabajos derivados, o cualquier otro uso. Cualquier uso no autorizado de este libro termina la licencia otorgada por la presente. Para más información Para obtener más información sobre el autor, los editores, o cómo usted puede apoyar este servicio, póngase en contacto con el Elena I G. de White en [email protected]. Estamos agradecidos por su interés y comentarios y les deseo la bendición de Dios a medida que lee. II III Prefacio La historia completa del “pueblo escogido,” de los hijos de Abrahán “según la carne,” es de un interés vasto y vital, principal- mente quizá porque revela las muchas facetas del carácter sublime de Dios: su compasión infinita, su justicia perfecta, su sabiduría ilimitada, su poder inconmensurable y su amor eterno. Pero de todo el período abarcado, ninguna parte es más intere- sante que la tratada en este tomo, a saber desde el tiempo en que Israel vivió coronado de gloria mundana hasta el de su cautiverio y restauración. No es el objeto de este libro dar una crónica detallada de esa época, ni tampoco hacer una reseña histórica sistemática. Esto ha si- do hecho en diversas ocasiones por otros autores. El fin de esta obra es más bien hacer resaltar lo más importante, señalar las grandes lecciones morales que deben aprenderse de los triunfos, las derrotas, las apostasías, el cautiverio y las reformas de Israel, presentar en forma práctica la ayuda que proporcionan a las almas estas lecciones en tiempos de prueba y demostrar la plenitud del amor y la miseri- cordia de Dios en todo su trato con un pueblo obstinado y dominado por el espíritu de contradicción. La historia presentada en este volumen principia en el momento cuando Israel era un reino unido y glorioso, dotado de un magnífico templo, centro del verdadero culto en el mundo. Sigue luego el relato de cómo ese pueblo se dividió y la historia del reino de las diez tribus, así como la de su deslealtad, que lo hundió al fin en el olvido del cautiverio. [6] Las alternativas de la carrera de Judá nos son presentadas en el desfile de sus reyes principales buenos y malos, hasta que lo encontramos también en cautiverio, con sus hijos llorando a orillas del Eufrates, mientras sus arpas cuelgan de los sauces y sus ojos se vuelven anhelantes hacia Jerusalén postrada en la desolación. Se nos habla de la estada de Israel en Babilonia, de sus santos y profetas, del mensaje de liberación que proclamó un poderoso IV monarca de la tierra, del viaje a Jerusalén, de la reedificación del templo bajo la dirección divina y del restablecimiento de Israel en su propia tierra. Abundan en el libro los estudios de grandes personajes y carac- teres: Salomón, el sabio, cuya sabiduría no bastó para evitar que su corazón naufragase en la transgresión; Jeroboam, el político cuyos manejos dieron tan malos resultados; el poderoso Elías, de abolengo desconocido, pero que no carecía de misión ni de mensaje; Eliseo, el profeta que ofrecía paz y curación; Acaz, el temeroso y perverso; Ezequías, el tímido y bueno; Daniel, el amado de Dios; Jeremías, el profeta de las lamentaciones; Ageo, Zacarías y Malaquías, profetas de la restauración. A todos ellos supera, con gloria sobrenatural, el Rey que viene, el Cordero de Dios, el Hijo unigénito, en quien todos los símbolos de los sacrificios, así como la justicia y la paz, hallan un cumplimiento eterno. El libro ilustra los planes de Dios, que no pueden ser estorba- dos. Si su Evangelio bienaventurado no puede ser proclamado al mundo con la cooperación de su pueblo, será transmitido con aun mayor amplitud a pesar de él. ¿Qué importa que esté cautivo en Babilonia? Mediante el testimonio fiel de unos pocos, el mayor rey de Babilonia será inducido a proclamar al mundo, por decreto real, su reconocimiento del Dios verdadero. Al terminar el cautiverio, el mensaje de libertad es proclamado por Ciro el Grande, de Persia. Si Dios lo quiere así, su pueblo dispone de la riqueza y el poder de los imperios. En el plan de Dios, somos llevados hacia adelante, de las figuras [7] a la realidad; de los gobernantes que perecen, al Rey eterno; de las glorias que se desvanecen, a las sempiternas e inmarcesibles; del pueblo mortal, que peca y perece, al pueblo que es justo en su fe en Dios e inmortal para siempre. Que este tomo, escrito por una autora cuya partida lamentamos profundamente, pues falleció cuando se estaban preparando los últi- mos capítulos, resulte, como los otros tomos que nos dejó la misma pluma, en un medio de inducir a muchas preciosas almas a adorar al Dios único y verdadero, es la oración de Los Editores. [8] Índice VI Índice general Información sobre este libro . I Prefacio . IV Índice . VI Introducción—La viña del señor . IX Capítulo 1—Salomón . 14 Capítulo 2—El templo y su dedicación. 21 Capítulo 3—El orgullo de la prosperidad . 31 Capítulo 4—Resultados de la transgresión . 38 Capítulo 5—El arrepentimiento de Salomón . 48 Capítulo 6—La división del reino . 56 Capítulo 7—Jeroboam . 64 Capítulo 8—La apostasía nacional . 70 Capítulo 9—Elías el tisbita . 76 Capítulo 10—Una severa reprensión . 82 Capítulo 11—Sobre el Monte Carmelo . 92 Capítulo 12—De Jezreel a Horeb . 99 Capítulo 13—“¿Qué haces aquí?” . 107 Capítulo 14—“En el espíritu y poder de Elías” . 114 Capítulo 15—Josafat . 123 Capítulo 16—Caída de la casa de Acab . 132 Capítulo 17—El llamamiento de Eliseo . 141 Capítulo 18—La purificación de las aguas . 149 Capítulo 19—Un profeta de paz . 153 Capítulo 20—Naamán . 159 Capítulo 21—Termina el ministerio de Eliseo . 165 Capítulo 22—Nínive, ciudad sobremanera grande . 172 Capítulo 23—El cautiverio asirio . 182 Capítulo 24—“Destruído por falta de conocimiento” . 190 Capítulo 25—El llamamiento de Isaías . 195 Capítulo 26—“He ahí a vuestro Dios” . 201 Capítulo 27—Acaz . 208 Capítulo 28—Ezequías . 214 Capítulo 29—Los embajadores de Babilonia . 220 Capítulo 30—Librados de Asiria . 226 VII VIII Profetas y Reyes Capítulo 31—Esperanza para los paganos . 238 Capítulo 32—Manasés y Josías . 246 Capítulo 33—El libro de la ley . 254 Capítulo 34—Jeremías . 263 Capítulo 35—La condenación inminente . 273 Capítulo 36—El último rey de Judá . 285 Capítulo 37—Llevados cautivos a Babilonia . 293 Capítulo 38—Luz a través de las tinieblas . 301 Capítulo 39—En la corte de Babilonia . 309 Capítulo 40—El sueño de Nabucodonosor . 318 Capítulo 41—El horno de fuego . 325 Capítulo 42—La verdadera grandeza . 332 Capítulo 43—El vigía invisible . 338 Capítulo 44—En el foso de los leones . 349 Capítulo 45—El retorno de los desterrados . 356 Capítulo 46—“Los profetas de Dios que les ayudaban” . 366 Capítulo 47—Josué y el ángel . 377 Capítulo 48—“No con ejército, ni con fuerza” . 385 Capítulo 49—En tiempos de la reina Ester . 389 Capítulo 50—Esdras, sacerdote y escriba . 394 Capítulo 51—Un despertamiento espiritual . 401 Capítulo 52—Un hombre oportuno . 409 Capítulo 53—Los edificadores de la muralla . 414 Capítulo 54—Reproches contra la extorsión . 421 Capítulo 55—Maquinaciones paganas . 426 Capítulo 56—Instruídos en la ley de Dios . 432 Capítulo 57—Una reforma . 436 Capítulo 58—La venida del libertador . 443 Capítulo 59—“La casa de Israel” . 459 Capítulo 60—Visiones de la gloria futura. 471 Introducción—La viña del señor Cuando Dios llamó a Abrahán para que saliese de entre su pa- rentela idólatra, y le invitó a que morase en la tierra de Canaán, lo hizo con el fin de otorgar los más ricos dones del Cielo a todos los pueblos de la tierra. “Haré de ti—le dijo—una nación grande, y ben- decirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.”. Génesis 12:2. Abrahán recibió la alta distinción de ser padre del pueblo que durante siglos habría de custodiar y conservar la verdad de Dios para el mundo, el pueblo por medio del cual todas las naciones iban a ser bendecidas en el advenimiento del Mesías prometido. Casi habían perdido los hombres el conocimiento del Dios verda- dero. Sus intelectos estaban entenebrecidos por la idolatría. En lugar de los estatutos divinos, cada uno de los cuales es “santo, y justo, y bueno” (Romanos 7:12), procuraban substituir leyes en armonía con los designios de sus propios corazones crueles y egoístas. Sin embargo, en su misericordia, Dios no los raía de la existencia. Se proponía darles la oportunidad de conocerle mediante su iglesia. Quería que los principios revelados por su pueblo fuesen el medio de restaurar la imagen moral de Dios en el hombre.