Áreas Naturales Protegidas Del Perú: El Comienzo
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ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS DEL PERÚ: EL COMIENZO MARC J. DOUROJEANNI 2018 Citar como: Dourojeanni, Marc J. 2018. Áreas Naturales Protegidas del Perú: El Comienzo. 1ª ed. Universidad Nacional Guzmán y Valle. Editora Grijley, Lima. 330p. 1 Contenido Presentación 2 Introducción 3 PRIMERA PARTE: El Contexto 6 Hasta 1961 6 Diseño del Sistema Nacional de Áreas Protegidas 13 Legislación de áreas protegidas 24 Gestión del Sistema 29 Los guardaparques 38 Formación profesional en áreas protegidas 43 Investigacion científica y áreas protegidas 45 Otras iniciativas de los años 1960 a 1980 48 La prensa y los periodistas 55 Contexto internacional y organizaciones no gubernamentales 56 SEGUNDA PARTE: 68 Parque Nacional Cutervo (1961) 68 Parque Nacional Tingo María (1965) 71 Reserva Nacional Pampa Galeras (1967) 75 Reserva Nacional Pacaya-Samiria (1968) 93 Parque Nacional Manu (1973) 97 Reserva Nacional Junín, Santuario Nacional Huayllay y Santuario Histórico de Chacamarca (1974) 111 Parque Nacional Huascarán (1975) 117 Reserva Nacional Paracas (1975) 124 Parque Nacional Cerros de Amotape (1975) 131 Coto de Caza El Angolo (1975) 133 Reserva Nacional Lachay (1977) 137 Coto de Caza Sunchubamba (1977) 141 Reserva Nacional Titicaca (1978) 144 Reserva Nacional de Salinas-Aguada Blanca (1979) 147 Santuario Histórico Pampa de Ayacucho (1980) 149 Santuario Nacional Calipuy y Reserva Nacional Calipuy (1981) 151 Santuario Histórico Machu Picchu (1981) 153 Santuario Nacional Lagunas de Mejía (1981) 157 Parque Nacional Río Abiseo (1983) 158 Santuario Nacional Pampas del Heath o Parque Nacional Bahuaja-Sonene (1983) 162 Parque Nacional Yanachaga-Chemillen (1986) 164 Santuario Nacional Ampay (1987) 166 Santuario Nacional Manglares de Tumbes (1988) 168 Santuario Nacional Tabaconas-Namballe(1988) 169 TERCERA PARTE: Análisis y Síntesis 172 Los gobiernos peruanos y las áreas protegidas 172 Algunas conclusiones y un balance 175 Tarea que nunca termina 180 REFERENCIAS 182 2 Presentación Esta es una versión corregida, revisada y ampliada del libro “Áreas Naturales Protegidas del Perú: El Comienzo” que fue publicado en mayo de 2018 por la Editora Grijley con apoyo del Fondo Editorial de la Universidad Nacional de Educación Guzmán y Valle. La necesidad de esta nueva versión se debe a que la primera edición presenta algunos errores, que afectan el entendimiento de la obra. Entre otros, dos son importantes. En numerosas partes del texto se ha cambiado la frecuentemente usada expresión “en los años 1960, 1970 o 1980” por la expresión “en el año 1960, 1970, 1980”. Es decir, lo que quería expresar un hecho o algún tipo de hechos ocurridos en uno o más momentos de la década tal o cuál, se transformó en algo ocurrido en el año citado, creando una distorsión en alunos casos importante. Asimismo, en esa primera edición se ha juntado la sección de referencias a la tercera parte del libro cuándo, en realidad, esa bibliografía corresponde al libro como un todo. Además, dichas referencias, fueron simplificadas por la edición, haciéndolas de difícil entendimiento por quien desee estudiarlas. De otra parte, se ha aprovechado de la oportunidad para hacer algunas precisiones y ampliaciones que parecieron necesárias. Se ha introducido dos secciones nuevas, una sobre investigación científica y otra sobre el periodismo en relación con las áreas protegidas. Algunos temas fueron ampliados y, asimismo, se han incluido más fotografías. 3 Introducción Ya transcurrieron 56 años desde que fue establecido el primer modesto parque nacional peruano, el Parque Nacional Cutervo. En el momento en que se escribe el Perú tiene 76 áreas protegidas que abarcan casi 20 millones de hectáreas, o sea más del 17% de su territorio. En 1960 el Perú era posiblemente el país más atrasado del continente en el cumplimiento de su obligación de preservar muestras de sus paisajes y de su extraordinaria diversidad biológica. En la actualidad es, sin duda, uno de los países avanzados. El tiempo pasa tan rápido que la inmensa mayoría de los que hicieron posible esa historia no existen más. Sus nombres se olvidan o no se sabe qué y cómo hicieron y, en la bruma del olvido, se inventan explicaciones o se atribuyen injustamente tanto méritos como deméritos. Pocos se dan el trabajo de explorar la verdad que no está en la memoria electrónica pero que en muchos casos aún existe en archivos amarillentos que durarán muy poco más. Las generaciones que en los años 1960 y 1970 tiraron al Perú de su prolongado letargo ambiental y en especial, las que hicieron el esfuerzo precursor en los años 1940 a 1960, fallecieron o no pueden más testimoniar. Vílchez, Showing, Bazán, Barreda, Tosi, Koepcke, Piazza, Cueto, Hofmann, Ponce, Rössl, Grimwood, Tovar, Slaymaker, Monteza, Rourke, Olcese, Drewes, Budowski, Miller, Brack, D’Achille, Ferreyra, Aguilar, García, Cardich, entre tantos otros personajes que tuvieron roles importantes a favor de la inmensa tarea de conservar muestras de la naturaleza del Perú, fallecieron o están incapacitados. La memoria de decenas de actos y hechos importantes se perdió para siempre. La mayoría de esos actores, demasiado ocupados en cumplir la inmensa tarea que les faltaba, o quizá demasiado modestos, no usaron parte de su tiempo para registrar qué, porqué y cómo hicieron lo que lograron. Y, como es de esperar, algunos de los que actuaron en contra de esa misión tejieron una telaraña de mentiras y medias verdades. El autor escuchó alguna vez que quien crea los parques nacionales no son sus promotores o gestores. Que son los gobiernos o los presidentes del país. Es verdad indiscutible que sin la venia de éstos los parques no existirían. Es más, quien en teoría otorga la protección a esos lugares es la nación o el pueblo. Pero la verdad está lejos de ser tan simple. De una parte, crear un área protegida no depende apenas de una idea. Proponer o sugerir es apenas un paso, que requiere imaginación y buen propósito, pero que además de fácil es, raramente exclusivo. Casi siempre hay alguien que tuvo la misma idea antes. Las áreas protegidas suelen ser la obra de muchas mentes. No existen promotores únicos. De otra parte, la inmensa mayoría de las áreas naturales protegidas se construye mediante largos y sufridos procesos, con muchísimos participantes e inúmeras intervenciones a favor y contra, y son fruto de muchas circunstancias y, a veces, de coincidencias. Sus historias no son lineares, siempre hay avances, retrocesos y revira vueltas. Y raramente generan unanimidad. Las áreas naturales protegidas casi siempre se crean a pesar de la indiferencia de los gobernantes y, con frecuencia, contra su voluntad. Y si el mandatario no está personalmente en contra, no faltará opinión contraria de alguno de los ministros y ministerios que conforman su gobierno. La población suele permanecer ajena a las luchas para establecer nuevas áreas protegidas y no podría ser de otro modo ya que en su inmensa mayoría ni siquiera sabe lo que son o para qué sirven. El pueblo directamente afectado está casi siempre en contra, pues no 4 entiende lo que pueden aportarles y, asimismo, porque muchas veces es manipulado por intereses económicos particulares. Dicho en otras palabras, conseguir el establecimiento de un área protegida es un largo vía crucis. Es sólo pasando el tiempo, a veces mucho tiempo, que la gente percibe que eso valía la pena y es, asimismo, andando el tiempo que los gobernantes, inclusive los que dificultaron la creación pero que a regañadientes la aprobaron, pasan a clamar honras por haberlo hecho. Y, el trabajo más difícil viene después de crear las áreas protegidas y de las congratulaciones de praxis. La lucha más dura es para mantenerlas o manejarlas de modo a que cumplan su finalidad. Es entonces que se necesitan acciones verdaderamente heroicas que muchas veces dependen de personajes humildes y poco reconocidos que están en el terreno, es decir los guardaparques, los profesionales de campo y los demás trabajadores que hacen realidad el sueño de los pensadores. La batalla tediosamente reiterada año tras año para obtener un presupuesto suficiente para cumplir las ambiciones expresadas en los planes de manejo es frustrante y desgastante. Y a cada año concluye en derrotas que implican redoblar esfuerzos para cumplir la misión en condiciones a veces dramáticamente precarias. Este libro tiene el propósito de contar la historia de las primeras áreas naturales protegidas del Perú hasta fines de los años 1980. Se trata también de recordar quienes fueron los que dieron las batallas cruciales y cómo las ganaron o perdieron. Y, como en toda batalla, también están los que obstaculizaron ese esfuerzo, por ignorancia o por ganancia. Y, asimismo, hubo traidores. Esos que en apariencia lucharon por la causa de la conservación pero que en realidad apenas la usaron para satisfacer vanidades. Es obvio que la historia no se detuvo al asomar 1990. Pero el autor sólo se atreve a dar su versión de los hechos de los que fue testigo y a veces actor. Quiere hacerlo antes de que su memoria y la de otros que participaron de ese periodo se desvanezca o que sus archivos sigan el camino sin retorno de tantos otros que existen solo en papel. Este libro, como expresado, es un relato de cómo, porqué, por quienes y contra quienes fueron establecidas las áreas naturales protegidas establecidas en el Perú hasta fines de los años 1980. Cuando cabe se explica brevemente el uso humano previo de los espacios que fueron incluidos en ellas. Excepto en un capítulo final, sobre los gobiernos y las áreas protegidas, no se hace ninguna mención a los hechos ocurridos a partir de 1990, inclusive. Las citas bibliográficas son todas referidas a antes de ese año, excepto cuándo referencias posteriores son útiles para explicar hechos ocurridos previamente. Es decir que las citas bibliográficas, aunque muy abundantes, no son ni pretenden ser completas para cada área. En este libro el lector no encontrará ninguna descripción sobre las áreas naturales protegidas cuya historia inicial se discute.