LOS ÚLTIMOS AÑOS DE Y SUS INTENTOS DE SUBSANAR LA QUIEBRA DEL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL (8 DE MARZO DE 1922 - 13 DE DICIEMBRE DE 1925)

Alfonso Pérez-Maura y de la Peña Fundación Antonio Maura Real Academia Mallorquina de Estudios Históricos

RESUMEN ABSTRACT El artículo estudia la vida y el pensamiento The paper studies the life and political thought of político de Antonio Maura en el periodo que Antonio Maura in the period between his departure media entre su salida del gobierno en 1922 y su from government in 1922 and his death in muerte en diciembre de 1925. Un tiempo marcado December 1925. A time marked by the final crisis por la crisis final del sistema parlamentario de la of the parliamentary system of the and Retauración y la instauración de la Dictadura de the establishment of the Dictatorship of Primo de Primo de Rivera. Rivera.

PALABRAS CLAVE: Antonio Maura, Miguel Primo KEYWORDS: Antonio Maura, Miguel Primo de de Rivera, Restauración, Dictadura. Rivera, Restoration, Dictatorship. .

A la memoria de Fernando Silió Cervera

El 14 de agosto de 1921 Antonio Maura y Montaner pasó a presidir por quinta y última vez el consejo de Ministros, al frente de un Gobierno de Concentración que se formó a raíz de los sucesos provocados por el desastre de Annual, acaecido bajo la presidencia de Manuel Allendesalazar. El nuevo gobierno, que contaba con figuras como Francisco Cambó, de la Lliga regionalista catalana, y el marqués de Cortina y José Francos Rodríguez en representación liberal, se prolongó hasta el 8 de Marzo de 1922. Durante los tres años y medio que restaban hasta la muerte de Maura el 13 de diciembre de 1925, se derrumbó la arquitectura constitucional de la Restauración basada, a raíz del Pacto de El Pardo, en el turno pacífico de partidos. En ese periodo se sucedieron tan sólo dos gobiernos: uno supuestamente continuista del conservador José Sánchez-Guerra y Martínez, que incluyó a mauristas como Cesar Silió y Cortés, y que obtuvo el logro de hacer que se disolvieran las Juntas Militares, y otro de concentración liberal dirigido por Manuel García-Prieto, que agotó el régimen constitucional. Según algunos, hasta el Rey veía posible la idea de servirse

ISSN 1885-8600 107 MRAMEGH, 26 (2016), 107-113 ALFONSO PÉREZ-MAURA Y DE LA PEÑA de la Junta de Defensa del Reino para crear un gobierno temporal de concentración militar con técnicos, pues la solución dictatorial, crecía en la mente de muchos, hasta el punto de creerla inevitable. A Maura esta solución le parecía un error descomunal, pues consideraba que no sería eficaz y sólo conseguiría desprestigiar al Rey. Para Don Antonio, ese gobierno podría dar poderes absolutos al monarca, pero supondría el final de la Monarquía.1 A su vez, desde 1922, el Maurismo, con nueve años de vida, se convirtió en bicéfalo y se dividió en dos corrientes: la tradicional de Antonio Goicochea y la tendencia más progresista encabezada por Ángel Ossorio y Gallardo, y que pronto se adhirió al Partido Social Popular, con mauristas como Blas Vives Llorca. Su supuesto inspirador, Maura, no apoyó abiertamente a ninguna de ellas y se limitó a recibir, escuchar y manifestar sus puntos de vista a las dos facciones. El 21 de diciembre de 1922 en el Centro Obrero Maurista de BuenaVista, criticó el régimen constitucional y lamentó que las disidencias internas de su último gabinete hubieran cercenado las intenciones reformistas que aquél consejo de ministros tuvo. El maurismo vivía momentos de división, como queda dicho, lo que no ayudó a conseguir una gran representación parlamentaria en las elecciones del 29 de abril de 1923, pues sólo le dieron 11 diputados. No obstante, Maura, preocupado por el momento político, analizó la crisis del parlamentarismo y la suspensión de garantías constitucionales, tal y como queda reflejado en su fondo documental.2 En el verano de 1923, el 18 de agosto, Antonio Maura se reunió en el Palacio de La Magdalena con S. M. el Rey para trasladarle su opinión sobre el instante político. Su secretario personal, Prudencio Rovira y Pita, relató en una carta que, aun estando Cabrer (su segundo secretario) y no él con Maura esos días, le constaba que al viajar Alfonso XIII de Santander a para conferenciar con Primo de Rivera, a raíz de su pronunciamiento, se avistó durante tres minutos con don Antonio, que a la sazón estaba en el balneario de Corconte, al final de la cuesta de El Escudo, al socaire de una carretera de turba cercana a la carretera general a Reinosa.3 Sería su último encuentro, ya que ni en el verano de 1924 ni en el de 1925 se vieron, por coherencia lógica del rey al ser don Antonio “disidente” del régimen establecido por con su anuencia. El 13 de septiembre de 1923 quedó establecido el Directorio Militar que, aunque no contestado en un primer momento por la ciudadanía ni por la intelectualidad, que lo admitieron, materializaba el fracaso absoluto de la Restauración, un régimen que precisamente tuvo como primordial objetivo desterrar definitivamente los pronunciamientos militares tan característicos del siglo XIX español. Al respecto Maura dice: “Lo sucedido es el total derrumbamiento, en una trágica noche, de la labor seguida por tantos años para separar el Ejército de la Política. Tanto la Restauración como la Regencia trabajaron con éxito para suprimir de nuestro léxico la palabra ‘Pronunciamiento’ que nos deshonraba ante todas las

1 CABRERA Y CALVO-SOTELO, Mercedes, “El testamento político de Antonio Maura”, Estudios de Historia Social, 32-33 (1985), pp. 163-190. 2 Leg nº 399/43 de su fondo documental. 3 Carta de Prudencio Rovira y Pita a de 18-01-1960. F.A.M., Caja nº 38/5. Fondo Gabriel Maura. MRAMEGH, 26 (2016), 107-113 108 ISSN 1885-8600 Los últimos años de Antonio Maura y sus intentos de subsanar la quiebra del régimen constitucional... naciones civilizadas. Se ha dado un maldecido paso atrás, y Dios haga sea este el último crujido de algo que jamás debió romperse, resquebrajarse”.4 A iniciativa del marqués de la Mina, Manuel Falcó y Osorio (ya duque de Fernán Núñez, tras heredar el título de su madre), el 17 de diciembre de 1923 se reunieron (en el Nuevo Club de Madrid, según unos, o en su casa, según otros) don Antonio Maura y el general Miguel Primo de Rivera.5 Tras un tiempo de conversación quedaron expuestas las posturas políticas de ambos, ciertamente divergentes. Parece que Primo de Rivera quería contar con el apoyo del político conservador, como representante señalado del partido conservador dinástico, para avalar su recién instaurado régimen. Según cuenta el maurista Cesar Silió y Cortés en sus memorias inéditas: “Primo de Rivera pensó, tal vez, urgirle como sucesor suyo al llegar el momento de restablecer la normalidad constitucional”.6 La negativa de don Antonio constituiría el germen de la inevitable desavenencia entre las dos personalidades. Lo que sí le transmitió Maura fue que él no apoyaría a la dictadura recién establecida, pero que tampoco le estorbaría. Establecida esta postura y preocupado por lo sucedido, Maura se preguntaba si se hubiera evitado el pronunciamiento de Primo habiendo dado márgenes amplios a la Juntas Militares para que actuasen integradas en el régimen constitucional, de tal forma que hubieran “desahogado sus anhelos” evitando la ruptura del régimen. Para Maura la dictadura constituía una circunstancia “anormal y transitoria”, de consecuencias irreversibles para el desarrollo de los acontecimientos históricos España. El pronunciamiento de Primo de Rivera dinamitó las expectativas de futuro de la Monarquía Constitucional española. Una institución esencial para Maura, monárquico convencido, que el 10 de enero de 1925 escribió: “Estimo que la monarquía está indefectiblemente unida a la existencia de la Patria”. En estas circunstancias Maura se debatía entre su monarquismo militante y su desacuerdo con el régimen de Primo de Rivera ya que a su juicio no aportaba nada positivo a la gobernabilidad de la nación: “La dictadura es la rampa que nos lleva derechamente a la Casa del Pueblo. A la caída de la Dictadura, la Monarquía intentará salvarse al fin para ser sustituida por una república de apariencia democrática en su nacimiento, que evolucionará rápidamente a una república de tipo comunista salvo que Dios, en sus altos designios, tenga decretada la salvación de

4 SANTIAGO Y AGUIRREBENGOA, Luis de, Memorias (inéditas). Citado por de CEBALLOS-ESCALERA, Alfonso de y BORREGUERO, David, “Don Antonio Maura: El político en sus últimos días según el general Santiago ( y II), Cuadernos de Ayala, 6 (Abril-Junio 2001), pp. 11-17. Todas las transcripciones de citas de Antonio Maura, excepto de la consignada en las memorias de Silió, están extractadas de ese texto. 5 La amistad del marqués de la Mina con Antonio Maura provenía, al menos, de 1902 cuando, siendo Ministro de la Gobernación, Antonio Maura le permitió organizar una carrera de automóviles entre Paris y Madrid. Desde el 1 de febrero de 1910 Maura caza en La Flamenca, propiedad del marqués. Allí queda retratado paseando con don Alfonso XIII en un encuentro de dos horas que, para algunos, precipitó días después la salida del gobierno de , sustituido por el liberal José Canalejas. 6 SILIÓ CORTÉS, Cesar, Recuerdos de mi tiempo y de mi vida. Memorias inéditas. El manuscrito forma parte de los fondos de la Fundación Antonio Maura por generosa donación de su bisnieto Fernando Silió y Cervera. ISSN 1885-8600 109 MRAMEGH, 26 (2016), 107-113 ALFONSO PÉREZ-MAURA Y DE LA PEÑA

España”.7 Por ese motivo su posición respecto al nuevo régimen sería la de: “Cooperar jamás, pero estorbar nunca”. Ello le llevó a tener clara la imposibilidad de volver a ostentar el poder civil en España como presidente del Consejo de ministros: “Yo no he de ser poder /ya/ nunca, porque tengo la convicción, rayana en la Fe, de que no podría hacer nada, de que sin cooperación ciudadana no se puede hacer nada. Presidente, ¿yo?, ¿de nuevo?, Jamás, nunca”– escribió el 12 de junio de 1924. En 1924, preocupado por la fragilidad institucional establecida por el régimen de Primo de Rivera, a partir de la lectura de unos artículos sobre el fascismo italiano publicados en la prensa por Francisco Cambó tras una visita a ese país,8 piensa y escribe en unos folios cómo articularía un régimen constitucional parlamentario – “Parlamentario de toda mi vida, yo no habría de faltar al Parlamento, ni a los juramentos prestados”– basándose en las reformas que el parlamentarismo español, anterior al golpe de Primo, hubiera requerido. Es por ello un texto donde plasma una estructura constitucional utópica, por inmaterializable. Es lo que la historiografía ha llamado “Testamento Político de Maura”, aunque no es más que su pensamiento político en un momento determinado, que le lleva a analizar cómo se hubiera podido evitar la quiebra del régimen constitucional en septiembre de 1923. Bautizado así por Javier Tusell y Mercedes Cabrera,9 en él Maura pretende dar unas ideas para corregir los errores que detectaba en el parlamentarismo español durante la última etapa de la Crisis de la Restauración. La Monarquía sería presidencialista y debería velar por la pureza de los procesos electorales, disolviendo las Cortes, y podría anular elecciones si advirtiera en ellas síntomas de fraude. Maura pretendía que el monarca no interviniera en la política cotidiana, la política menuda. El presidente del Consejo de Ministros sería elegido por votación popular directa, de forma que el ejecutivo no quedase sometido a los vaivenes del parlamentarismo. Su principal preocupación era salvaguardar el papel vigorizante que al sistema daban las Cámaras, siendo su idea bicameral, transfiriendo al Congreso de los Diputados más poder legislativo, fiscal y económico, y siendo el Senado, en el que estarían representados los institutos armados y la Iglesia, la cámara donde se debatiría la política exterior, y al que reportaría sus actuaciones el Tribunal Constitucional. Pero este presidencialismo, combinado con la ampliación de facultades al Rey, podría generar muchos enfrentamientos entre ambas instancias. La fórmula era complicada, pero quería que ambos poderes contrarrestaran sus influencias. Hay que reconocer que era de una difícil viabilidad. Durante el primer semestre de ese año 1924, una vez constituida la Unión Patriótica, el partido que encarnaba los intereses del militar gobernante, parece que se

7 El texto proviene de una carta de mayo de 1924 dirigida a su íntimo amigo Ramón Bergé y Guardamino, el activista del maurismo en Bilbao. La reproduce por vez primera el general Luis de Santiago Aguirre Bengoa, en sus Memorias citadas en nota 4. La carta no se ha podido localizar. En 1948 la requirió sin éxito Gabriel Maura y Gamazo a Ramón Bergé y Salcedo, hijo del destinatario, para incorporarla a su conocida obra Porqué cayó Alfonso XIII. 8 Recogidos en CAMBÓ, Francisco, En torno al Fascismo italiano, : Editorial Catalana, 1925. 9 TUSELL Y GÓMEZ, Xavier, Antonio Maura: Una biografía política, Madrid: Alianza Editorial, 1994, pp. 266-270; CABRERA Y CALVO-SOTELO, Mercedes, “El testamento político de Antonio Maura”, cit.; “La democracia conservadora de Antonio Maura”, Homenaje a José Antonio Maravall, Madrid, 1985, I, pp. 343-358. MRAMEGH, 26 (2016), 107-113 110 ISSN 1885-8600 Los últimos años de Antonio Maura y sus intentos de subsanar la quiebra del régimen constitucional... le ofreció formar gobierno, por lo que escribió un documento donde razonó las circunstancias que lo hacían imposible de todo punto. Por su parte, los mauristas redactaron un escrito donde manifestaron su postura ante el nuevo partido. Dieron trasladado de ese texto a Maura para que emitiese su opinión, pues parte del maurismo pensaba adherirse a esa organización. La censura interceptó la correspondencia de Maura con sus correligionarios en la que les dejaba libertad para adherirse al nuevo partido, aunque él no compartía “sus optimismos en él”. Esto llevó a Primo de Rivera a escribirle una dura carta el 30 de Julio en la que aseguraba que el Directorio no era servidor de las Juntas (ya extintas). A esta misiva contestó Maura con otra el 3 de Agosto recordándole sus puntos de vista sobre su régimen tal y como se los había expuesto en el encuentro que tuvieron en diciembre de 1923 auspiciado por Fernán Núñez. Cesar Silió en sus memorias inéditas lo relata en palabras de don Antonio: “A los amigos que se mostraban propensos a ponerse al servicio de Ustedes no intenté disuadirles, aunque les enteré que no compartía sus optimismos. Lo que ahora Usted me dice denota que ha olvidado la conversación que tuvimos en casa de Fernán Núñez, cuando me dispensó Usted el honor de querer conocer mis pensamientos y se lo expuse con la claridad y lealtad debidas “. Este cruce de cartas llevó a Miguel Primo de Rivera a proponer al Consejo de su Directorio Militar, el 7 de agosto, la posibilidad de “encarcelar” a Maura. Esta intención no llegó a materializarse, como es sabido, aunque no merece disculpa que, a partir de una frustrada concordia entre ambas personalidades, se violase la correspondencia de don Antonio Maura, para incluirle en la lista de sospechosos conspiradores, actuantes o potenciales. Sus últimos anhelos quedaron plasmados en una carta abierta dirigida a S. M. el Rey el 11 de Febrero de 1925, de la que no tuvo contestación. Sería la primera que redactaba a su propia instancia, y su último escrito público.10 En ella volvió a manifestar su adhesión resuelta y fervorosa al civilismo, ya que como dijo en otra ocasión: “No hay salud para el Estado mientras falte espíritu cívico en el cuerpo de la Nación. Despertar y avivar a la ciudadanía comparándose sus brotes contra las agostadoras prácticas inveteradas, es el objeto inmediato que se puede y se debe perseguir“. En ese escrito trasladó al monarca la idea de promover una consulta con las organizaciones cívicas nacionales para que determinasen, con su voto, la conveniencia de que la dictadura persistiera o no. Es su último documento político escrito, que se convertirá en su despedida de la vida pública En esos años compatibilizó sus reflexiones políticas con el tiempo dedicado a las corporaciones a las que atendía. Él lo cuenta así:” Cumplo o procuro cumplir con mis deberes de ciudadano, no me retiro de lo que me incumbe como español, como director o vocal de corporaciones que me honran teniéndome a su lado, sigo el movimiento social, trabajo todo lo que puedo tanto en la parte de mi profesión que considero lícito, después de haber presidido situaciones, me preocupo de los míos como jefe de familia, […] Pero nada de política menuda al uso...”. Así centró sus energías en presidir la sección de derechos forales de la Comisión de Codificación del

10 Vid. la transcripción íntegra de la carta a S. M. el Rey en TERREROS CEBALLOS, Gonzalo, Las Guerras de Marruecos: La política de Maura, Barcelona: Erasmus, 2014. ISSN 1885-8600 111 MRAMEGH, 26 (2016), 107-113 ALFONSO PÉREZ-MAURA Y DE LA PEÑA derecho civil español, así como a su labor como director de la Real Academia Española: “como cámara de desinfección espiritual he tomado la casona de Felipe IV y me he metido en empresas que apenas llegaré a ver iniciadas en estas paredes, por larga que sea mi misión. /…/. Con la asiduidad que estas iniciativas me exigen, tengo interpoladas ráfagas de aire sano y perfumado en el ambiente infecto que de ordinario nos rodea” le dijo a su compañero de estudios Joan Alcover Maspons.11 Ello le permitió descubrir su vocación literaria que nunca pudo desarrollar, pendiente de obligaciones siempre perentorias. Allí trabajó con ahínco para la edición del diccionario de la lengua española que se publicó el año de su muerte, en 1925.12 Fue ese mismo año cuando prologó la obra poética “Sembrad” de Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, priora de las Jerónimas, con cuyo padre el duque del Infantado compartía responsabilidades en el consejo de Administración de Hidráulica Santillana, la sociedad que trajo el agua a la capital de España. También en ese año de 1925 se hizo cargo de los nietos de su hija María Maura, viuda de José de la Torre y Tejerina, fallecido en accidente de circulación en Murcia, en la primavera. Continuó vinculado a organismos asistenciales como el Reformatorio de Santa Rita, fundado por el padre Luis Amigó Ferrer,13 donde ingresó en 1906 tras sufragar durante dos años la estancia del alumno que respondía a las iniciales H. M, y estaba matriculado como Hilario Marcos. Y a la Real Hermandad de El Refugio, de la que era miembro desde 1896 y vicepresidente desde 1901. De allí fue reelegido para ese cargo días antes de morir, como atestigua su carta de agradecimiento del 10 de diciembre de 1925. Desde Febrero de 1922, al ser albacea en la testamentaría de su ministro de Hacienda, Guillermo J. de Osma, se convirtió asimismo en Presidente de la Junta de Patronos del Instituto Valencia de Don Juan, creado en 1918. En cambio, aunque desde su fundación en 1901 fue presidente de la Liga Marítima, en cuyos afanes invirtió tiempo, en su archivo no consta documentación desde 1916, por lo que parece que en sus últimos años no empleó energías en ello. Sus veranos los pasó en “La Quintana” en Solórzano, pero para la reposición de la salud de su mujer doña Constancia Gamazo, aquejada de nefritis, frecuentó asimismo los balnearios de Alzola, en 1922, en Guipúzcoa; casi desde su creación en Corconte, en Burgos y en el de Solares en Cantabria, donde expiró su hija Estefanía, casada con Luis Redonet, en Octubre de 1918. Concluyó Maura sus días con la convicción de haber realizado su “Por mí no quedará”. Así dice: “No espero ya vivir mucho/s/ /años/, dos tres, seis, siete, sólo Dios sabe y crea Usted, mi general, me iré del mundo con la conciencia tranquila y sin temor ni pena. Estoy a ello preparado y si, en este momento me dijeran que esta noche había de morir, continuaría hablando con Usted, tan tranquilo, fiado de la Misericordia Divina“ y con gran optimismo por el futuro de España a medio plazo. A este respecto dice: “Tengo un optimismo grande, estupendo, inconcebible para

11 Carta de Antonio Maura a Joan Alcover de 30-01-1916. Archivo del Reino de . Palma. Mallorca. 12 En estos años interviene contestando Oraciones Necrológicas de algún compañero académico de la Real Academia Española, fallecido. Así lo hace con José Ortega y Munilla (padre de Ortega y Gasset) en 1922, y con Jacinto Octavio Picón y Bouchet el mismo año. 13 Su biografía se debe a ALARCÓN Y CAPILLA, Antonio, La Santidad Escondida, Madrid, 1957. Con Carta Prólogo del duque de Maura. Luis Amigó Ferrer está en proceso de beatificación. MRAMEGH, 26 (2016), 107-113 112 ISSN 1885-8600 Los últimos años de Antonio Maura y sus intentos de subsanar la quiebra del régimen constitucional... muchos. España vivirá. España renacerá pero después de un gran cataclismo y de un periodo horrendo que no sé si alcanzaré a ver. Pido a Dios me libre de tal visión y como ese cataclismo, ese periodo horrendo de transición yo no lo puedo evitar, no está en mis manos evitarlo, porque no hay poder humano que lo evite, por eso yo no puedo, ni quiero volver al poder “. Dejó Maura este mundo, pocos meses después, practicando su ocio favorito, el día de Santa Lucía de 1925, tras acuarelear “el natural”, el paisaje, en El Canto del Pico en Torrelodones, la extensión del conde de Las Almenas donde desplegaba su innata vocación a la pintura en la que tanto destacaron otros hermanos suyos. Su cadáver fue trasladado a su casa madrileña de la calle Lealtad nº 18, donde fue velado por S. M. El Rey Alfonso XIII, por Miguel Primo de Rivera, que –cuentan– ante el comentario de Cambon, embajador de la República Francesa de “Qué persona excepcional hemos perdido“ dijo: “¿Usted cree ?“, y por muchos de sus correligionarios. En su capilla ardiente pudo pedir por su alma en una eucaristía el padre Rafael Sanz de Diego. Comenzó –para algunos– el mito. Días antes de su muerte pudo comprobar, con una mínima satisfacción, la reconversión del Directorio Militar en Directorio Civil, con el nombramiento de ministros como el antiguo maurista José Calvo-Sotelo en la cartera de Hacienda y el ingeniero conde de Guadalhorce, en la técnica responsabilidad de Fomento. Este mínimo intento de apertura llevaría a la creación en septiembre de 1927 de la Asamblea Nacional Consultiva con el objetivo de presentar a la nación en el plazo de tres años una legislación general completa, una intención que fue estéril. Con su muerte dejó un vacío una persona de una autodisciplina extrema, de puntualidad irreprochable, con ímpetu, impaciente hasta el enojo, pero no nervioso. Como escribió su primogénito: “Era sobrio, casi abstemio, gran bebedor de agua fría, vegetariano frugívoro y algo carnívoro. Nada goloso, indiferente a los primores culinarios, atento a dedicar al ejercicio físico el mayor número de horas semanales y sin otro refinamiento sibarítico que fumar, cada día, dos o tres cigarrillos puros”.14

14 Escrito inédito para una entrevista en La Vanguardia, publicada el 21-04-1953. F.A.M., Caja nº 83/09 del fondo documental de Gabriel Maura Gamazo. ISSN 1885-8600 113 MRAMEGH, 26 (2016), 107-113