Gran Conspiración Contra Rusia
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LA GRAN CONSPIRACIÓN CONTRA RUSIA por MICHAEL SAYERS y ALBERT E. KAHN Con un Prólogo Especial de CLAUDE PEPPER, Sena- dor de EE.UU. EDITORIAL “PÁGINAS” Copyright 1946, by Editorial Páginas La Habana. Cuba CONTENIDO Libro Primero: Revolución y Contrarrevolución I. EL NACIMIENTO DEL PODER SOVIÉTICO 1 I. Misión a Petrogrado. — 2. Contrarrevolución. — 3. Revolución. — 4. No reconocimiento. — 5. Diplomacia Secreta. II. CONTRAPUNTO 22 1. Agente Británico. — 2. La hora cero. — 3. Fin de una Misión. III. EL ESPÍA NÚMERO UNO 35 1. El señor Massino entra en escena. — 2. Sidney Reilly. — 3. Dinero y Asesinato. — 4. La Conspiración de los Letones. — 5. Sale de Escena. IV. AVENTURA SIBERIANA 54 1. Aide Memoire. — 2. Intriga en Vladivostok. — 3. Terror en Oriente. V. PAZ Y GUERRA 67 1. Paz en Occidente: — 2. En la Conferencia de la Paz. — 3. La Misión de Golovin. VI. LA GUERRA DE INTERVENCIÓN 85 1. Preludio. — 2. Campaña Septentrional. — 3. La Campaña en el Noroeste. — 4. La Campaña Meridional. 5. Campaña Oriental. — 6. Los Polacos y Wrangel. — 7 El último superviviente. VII. UN BALANCE 109 LIBRO SEGUNDO: Secretos del Cordón Sanitario VIII. LA CRUZADA BLANCA 119 1. Los resultados fermentan. — 2. El éxodo de Rusos Blancos. — 3. Un Caballero de Reval. — 4. El plan Hoffman. IX. LA EXTRAÑA CARRERA DE UN TERRORISTA 133 1. La reaparición de Sidney Reilly. — 2. “¡Un oficio como otro cualquiera!" — 3. Domingo en Chequers. — 4. El juicio de Moscú, en 1924. X. LA FRONTERA FINLANDESA 153 1. Antibolchevismo en Broadway. — 2. El Agente B-I. — 3. Los "Centurias Negras" en. Detroit. — 4. El fin de Sidney Reilly. XI. OBERTURA CON TAMBORES DE GUERRA 167 XII. MILLONARIOS Y SABOTEADORES 172 I. Una reunión en París. — 2. El Plan de Ataque. — 3. Una mirada entre bambalinas. 4. El fin de un Mundo. XIII. TRES JUICIOS 184 1. El Juicio del Partido Industrial. — 2. El Juicio de los Mencheviques. XIV. MUERTE DE UNA ERA 194 LIBRO TERCERO: La Quinta Columna en Rusia XV. EL CAMINO HACIA LA TRAICIÓN 198 1. Un rebelde entre los revolucionarios. — 2. La oposición de izquierda. — 3. El camino hacia la traición. — 4. La lucha por el Poder. — 5. Alma Ata. XVI. ORIGEN DE UNA QUINTA COLUMNA 229 1. Trotsky en Elba. — 2. Cita en Berlín. — 3. Las tres capas. XVII. TRAICIÓN Y TERROR 255 1. La Diplomacia de la Traición. — 2. La Diplomacia del Terror. XVIII. ASESINATO EN EL KREMLIN 277 1. Yagoda. — 2. El asesinato de Menzhinsky. — 3. Asesinato con garantía. — 4. Necesidad histórica. XIX. DÍAS DE DECISIÓN 294 1. La guerra llega a Occidente. — 2. Carta de Trotsky. — 3. Vuelo a Oslo. — 4. La hora cero. XX. EL FINAL DEL CAMINO 318 l. Tukhachevsky. — 2. El Juicio del Centro Paralelo Trotskista. — 3. Acción en mayo. — 4. Final. XXI. ASESINATO EN MÉXICO 342 LIBRO CUARTO: De Múnich a San Francisco XXII. LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 353 1. Múnich. — 2. Segunda Guerra Mundial. XXIII. ANTI-COMINTERN AMERICANO 375 1. La herencia de los cien negros. — 2. "Salvando a América del Comunismo." — 3. Un caso histórico: Paul Scheffer. — 4. El Comité Dies. — 5. El Águila Solitaria. XXIV. EL CASO DE LOS DIEZ Y SEIS 420 XXV. LAS NACIONES UNIDAS 433 NOTAS BIBLIOGRÁFICAS 441 PROLOGO No sé de una mayor contribución a la paz universal mediante el mejor entendimiento internacional de Rusia, de su presente tal y como ha sido influenciado por su pasado, que la realizada por Albert E. Kahn y Michael Sayers con su notable libro "La Gran Conspira- ción”. Si pudiera lograrse una verdadera comprensión entre Rusia de una parte y Gran Bretaña y Estados Unidos de la otra, llegaríamos a una paz duradera y cierta. Nosotros los occidentales conocemos nuestro propio pasado, y lo vemos naturalmente bajo el punto de vista de nuestra propia experiencia. Pero muy pocos sabemos cuál ha sido la experiencia de Rusia, y por lo mismo no podemos darnos cuenta de los motivos que tienen sus hombres para tener sus actua- les opiniones. Los autores de este libro han tomado el período que comienza con la Revolución Rusa y nos han dejado conocer el mundo a través de una pequeña parte de la experiencia rusa. En suma, nos han otorgado el raro don por el que suspiraba el poeta Burns al permi- tirnos vernos a nosotros mismos como nos ven los rusos, es decir, a través de su experiencia. La continuación de la desastrosa política de intriga antisoviética descrita de una forma tan vivida en esta obra, culminaría inevita- blemente en una tercera guerra mundial. Ese es el motivo por el que debieran leer y estudiar “La Gran Conspiración” todos aquellos que están ansiosos de ver la paz firmemente establecida en el mundo. Este libro es lectura obligada para todos los hombres de estado en Norteamérica y en Inglaterra, y por lo mismo lectura obligada para cada ciudadano de ambos países. Abrigamos la seguridad de que si las principales naciones y pueblos de la tierra logran sentir simpatía y genuino entendimiento recíprocos, podremos esperar una paz durable, como no ha conocido jamás la humanidad. Todos estamos en deuda con el señor Kahn y el señor Sayers por habernos ofrecido un relato tan lleno de pathos y de tragedia. CLAUDE PEPPER, Senador de los EE.UU. por el estado de Florida. Junio de 1946. LIBRO PRIMERO Revolución y Contrarrevolución CAPITULO I El Nacimiento del Poder Soviético 1. MISIÓN A PETROGRADO. A mediados del verano de aquel año tan señalado por el destino que fue 1917, cuando hervía y rugía el volcán de la revolución rusa, un americano llamado el comandante Ray- mond Robins llegó a Petrogrado(1) en misión secreta de la mayor importancia. Oficialmente viajaba como Segundo Jefe de la División Americana de la Cruz Roja. Extraoficialmente, se hallaba al servicio de la División de Inteligencia del Ejérci- to de los Estados Unidos. Su misión secreta consistía en pro- curar mantener a Rusia en guerra contra Alemania. En el frente oriental la situación era desesperada. El ejérci- to ruso, mal dirigido y pésimamente equipado, había sido destrozado por los alemanes. Estremecido por el impacto de la guerra y podrido por dentro, el régimen feudal zarista hab- ía vacilado y caído a tierra. En marzo, el zar Nicolás II había sido obligado a abdicar y se había establecido un gobierno provisional. El grito revolucionario "¡Paz, Pan y Tierra!” re- tumbaba por todos los campos sin fin, como síntesis de los anhelos inmediatos y las aspiraciones antiquísimas de millo- nes de rusos famélicos, misérrimos, cansados de la guerra. Los aliados de Rusia —Inglaterra, Francia y los Estados Unidos—, temían que el colapso del ejército ruso estuviese muy próximo. En cualquier momento un millón de hombres del ejército alemán podrían súbitamente ser retirados del frente oriental y lanzados contra las fatigadas fuerzas aliadas en Occidente. Igualmente alarmante era la perspectiva de que el trigo de Ucrania, el carbón del Donetz, el petróleo del Cáu- caso y todos los demás ilimitados recursos de la tierra rusa cayesen en las voraces fauces de la Alemania imperial. Los Aliados se esforzaban desesperadamente por mante- ner a Rusia dentro de la guerra, por lo menos hasta que llega- ran refuerzos americanos al frente occidental. El comandante Robins era uno de los numerosos diplomáticos, militares y 1 LA GRAN CONSPIRACIÓN CONTRA RUSIA funcionarios especiales del Servicio de Inteligencia que estaban siendo apresuradamente despachados a Petrogrado para hacer lo que pudiesen por lograr que Rusia siguiera combatiendo... Hombre de cuarenta y tres años, de energía sin límites, elocuencia extraordinaria y gran magnetismo personal, con pelo negro como el azabache y acusadas facciones aquilinas, Raymond Robins era figura muy distinguida en la vida pública de los Estados Unidos. Había abandonado una próspera carrera de negocios en Chicago para consagrarse a la filantropía y al trabajo social. En política era un "hombre de Roosevelt”. Había desempeñado parte muy principal en la famosa "Campaña del Toro”, en 1912, cuando su héroe, Teo- doro Roosevelt, habla tratado de entrar de nuevo en la Casa Blanca, sin el auxilio de los grandes negociantes ni de la ma- quinaria política. Robins era un liberal militante, un incansa- ble y pintoresco cruzado de todas las causas que se alzaban en desafío contra la reacción. “¿Qué? ¿Raymond Robins? ¿Ese soliviantador? ¿Ese gritón pro-Roosevelt? ¿Qué viene a hacer en esta misión?” Así exclamó el coronel William Boyce Thompson, Jefe de la Cruz Roja Americana en Rusia, al saber que Robins había si- do nombrado su primer auxiliar. El coronel Thompson era republicano y hombre de los que se oponen inflexiblemente a todo cambio de política. Tenía considerables intereses perso- nales en los asuntos rusos: en las minas rusas de cobre y de manganeso. Pero era también un buen observador de los hechos: realista e inteligente. Ya había juzgado, en su fuero interno, que no podría lograrse nada con los métodos conser- vadores que los funcionarios de la Secretaría de Estado ame- ricana estaban adoptando hacia el turbulento drama ruso. David Francis, el embajador americano en Rusia aquel año, era un viejo y terco banquero de St. Louis, ex-gobernador de Missouri, muy aficionado al poker. Resultaba un tipo raro en la agitada atmósfera de aquel Petrogrado desgarrado por la gue- rra y estremecido por la revolución, con sus cabellos de plata, sus anticuados cuellos rígidos y su eterno chaqué negro. "¡El viejo Francis —observó un diplomático inglés— no distingue entre un revolucionario social y una patata!” 2 I: EL NACIMIENTO DEL PODER SOVIÉTICO Pero lo que le faltaba al embajador Francis de conoci- miento de la política rusa, le sobraba de firmeza de convic- ciones. Estas se basaban casi por completo en las fantásticas y espeluznantes murmuraciones de los millonarios y generales zaristas que se aglomeraban en torno de la embajada ameri- cana en Petrogrado.