Asturias Siglo Xxi
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ASTURIAS SIGLO XXI BIMENES Próxima aparición. Fermín RODRÍGUEZ Rafael MENÉNDEZ Bimenes es concejo pequeño, si consideramos su superficie en el mapa, pero no tanto si estimamos la complejidad de su orografía, el volumen de su población y la importancia de su posición, la que le hace compartir varios de los mundos que conforman la identidad geográfica de Asturias y que históricamente lo cualifican como lugar de paso, por lo que aspiraba a la protección de la Virgen del Camino honrada en Martimporra. Un mundo pequeño, complejo y cuidado, en el borde de la cuenca minera, en la que no se decidió a entrar del todo, aunque vivió de ella durante más de un siglo. A pesar de su tamaño y de no tener una capital urbana cuenta con casi dos mil habitantes, que le dan una dimensión apreciable en el mapa concejil asturiano. Este volumen de población sólo se explica por la presencia de la actividad minera, a la que se dedicaron buena parte de sus habitantes durante muchas décadas y que permitieron el mantenimiento de un volumen demográfico alto y un poblamiento característico del borde de las comarcas mineras, sobreimpuesto al rural en múltiples núcleos de población de pequeño tamaño. La población se agrupa en tres parroquias: Santa María de Suares, San Julián y Santu Medero. Son exiguas de tamaño, tienen casi cien aldeas, una decena ya abandonadas. ¿Cómo es posible que haya tantas?. La explicación reside en la dispersión del hábitat ganadero, lo intrincado del relieve y el recrecimiento de estas aldeas en las épocas de mayor actividad minera, a primeros y a mediados del siglo XX . El concejo lo centra la vega que abre el río Pra después de recibir las aguas del torrente Suaria, y lo limitan los cordales de la cuenca hullera y la imponente presencia de Peña Mayor y sus 1.115 metros. De su pasado minero queda poco más que un numeroso grupo de jubilados de la actividad y los restos de dos minas: “El Malatu” y “El Pinganón”. Hoy Bimenes mira hacia el Este, hacia la villa de Nava y el valle de Fuensanta, integrándose en la comarca de la Sidra. Acabado el ciclo minero, los yerbatos siguen cuidando su resistente ganadería, que ha ido perdiendo la vocación lechera y centrándose en la cárnica, abriéndose hacia las nuevas actividades hoy propias del mundo rural asturiano. Destaca la pujanza de su oferta turística, tanto de alojamientos, una veintena de establecimientos, como de restauración. Pero Bimenes fue muy minero. Un concejo que aunque a mediados del XX tuvo minas, éstas no fueron las que le hicieron minero, sino su pertenencia a lo que el geógrafo Ramón Pérez denominó “zona de drenaje intensivo de empleo de la cuencas hulleras”. Ventajas de ser vecino de Laviana y San Martín, Langreo y Siero. Tan minero que en 1970 tenía más de 300 activos en el sector, los cuales, además, mantenían la actividad ganadera tradicional, los mineros-ganaderos, tan abundantes en las laderas de la Cuenca. Entonces Bimenes miraba hacia el valle del Nalón. Hoy, la ganadería ya sólo sostiene 50 empleos y está en descenso de actividad y de cabaña. La producción lechera está en mínimos. La industria aporta 30 empleos, 50 la construcción y 170 el sector terciario, ya dominante, como ocurre en la mayor parte de los concejos asturianos. Diariamente hay un fuerte movimiento hacia centros de trabajo de los municipios metropolitanos más o menos próximos. Como sucede en la mayor parte de Asturias, Bimenes está cerca pero si quisiera cerrarse se pone lejos de casi todo. Poca actividad y mucho movimiento intermunicipal. El concejo pierde población y apenas aporta nacimientos. Todos los pueblos y aldeas decrecen, y son muchos. El de mayor tamaño, bien situado en el cruce carretero principal, es San Julián, de unos 300 habitantes, algo más que un pueblo pero no una villa. Sobre el eje de la carretera y muy próxima está la pequeña capital, Martimporra, de sólo 18 habitantes. De las más de 90 aldeas restantes sólo Rozaes y Suares rebasan el centenar de habitantes. Superan la cincuentena Melendreros, Piñera, Taballes, Santa Gadía, El Montiquín y La Fontanina. Para lo que el concejo no tiene, la referencia es la villa de Nava y la cercanía de Siero, Oviedo, Gijón y el conjunto de Ciudad Astur, esa ciudad que ahora ya reconocen los organismos estadísticos europeos. El escondido Bimenes conserva aletargada una gran potencialidad, la derivada de su posición central, hasta ahora oscurecida. La carretera de acceso desde Nava es hoy una vía urbana tragada por el crecimiento de la villa naveta. Las otras salidas realmente son bellas y tortuosas carreteras de parque. La nueva vía de comunicación con el valle del Nalón y Lieres, en el momento en el que se concluya hará que Bimenes se visualice más nítidamente y se perciba de otra manera. Será casi un fogonazo instantáneo, por el que se creará un periférico metropolitano. Para el inmediato futuro Bimenes cuenta con el hecho ventajoso de que la minería le ha permitido llegar al siglo XXI con un volumen demográfico importante, aunque con notables signos de envejecimiento y de baja actividad; pero con posibilidades para abrir nuevos caminos, como el aprovechamiento de su atractivo paisaje y poblamiento para nuevas actividades, ya visibles en la notable oferta turística. Como hemos visto en el Alto Nalón no hay condenas eternas ni escobios insalvables. Cada uno tiene que encontrar su vía, sabiendo que compite con otros, en unas condiciones demográficas de escasa vitalidad que lo está fiando todo a la inmigración. Bimenes está en el camino, ha formado su territorio de cooperación, ha desarrollado proyectos, ha apoyado nuevas iniciativas y ha modernizado sus equipamientos y servicios. Las comunicaciones modernas evidenciarán su posición central, lo vincularán a la ciudad y a la red de autovías y, es muy probable, que los yerbatos, que tanto han visto pasar, acierten a reconstruir la cualidad ciudadana del nuevo Bimenes a su modo, contribuyendo así a singularizar la ciudad de la que hoy es margen y mañana elemento integrado. .