Archivo Y Coleccion Andres La
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PRESIDENTE DE LA NACION DR. CARLOS SAUL MENEM MINISTRO DEL INTERIOR DR. CARLOS CORACH SUBSECRETARIO DE ADMINISTRACION DR. JOSE MARCOS POLLACH INTERVENTOR DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACION SR. MIGUEL UNAMUNO 2 ARCHIVO GENERAL DE LA NACION DEPARTAMENTO DOCUMENTOS ESCRITOS ARCHIVO Y COLECCION ANDRES LAMAS (1549-1894) INVENTARIO ANALITICO E INDICES por Graciela Swiderski y Alfredo López Rita 1997 2° edición 3 4 El Archivo General de la Nación ha resuelto en esta oportunidad proceder a la reedición del fondo documental Andrés Lamas, destacado participante de la his- toria y de la cultura rioplatenses. En virtud de haberse agotado la primera edición de tirada reducida, que apareció como resultado de un trabajo conjunto con el Archivo General de la Na- ción de Uruguay, esta dirección visto la gran demanda de la obra, creyó convenien- te emprender una segunda edición. Agradezco en este caso, la generosa intervención de la librería Alberto Ca- sares, que permitió la concreción de este libro. MIGUEL UNAMUNO Interventor del Archivo General de la Nación 5 6 PALABRAS PRELIMINARES “No es posible hablar o escribir de política, de historia, de filosofía, de lite- ratura, o de cualquier manifestación social, intelectual o moral que se refiera al Río de la Plata y a los principales acontecimientos del siglo pasado, sin que nos salga al encuentro un hecho, una tesis, un concepto, un juicio, una idea, o un co- mentario de Lamas”, es la acertada conclusión a la que arribó Raúl Montero Bustamante en su ensayo sobre Andrés Lamas. Destacado humanista, Lamas impuso su presencia en ambas márgenes del Río de la Plata, simbolizando admirablemente la íntima vinculación de uruguayos y argentinos en una historia y en una cultura comunes, que él sin duda contribuyó a imbricar en forma permanente. Nacido en Montevideo en 1817 y muerto en Buenos Aires en 1891, fue una figura precursora de los procesos integracionistas del cono sur, que actualmente cobran renovada vigencia. Tanto su espacio de actuación cultural y académica, que excedió los límites territoriales, como su azarosa vida política, lo transformaron de hecho, casi en un ciudadano de dos naciones. Al igual que su personalidad y su obra, el inmenso archivo que reunió cubre acontecimientos del Uruguay y de la Argentina, aportando datos esclarecedores para la investigación sobre los orígenes de ambos países. Miembro activo de la Generación del 37 junto con Alberdi, Gutiérrez, Echeverría, Sarmiento y Vicente Fidel López, sus ideas de emancipación integral, lo condujeron a escribir como programa ideológico: “Hay que conquistar la inde- pendencia inteligente de la Nación; su independencia civil, literaria, artística, in- dustrial, porque las leyes, la sociedad, la literatura, las artes, la industria, deben llevar como nuestra bandera, los colores nacionales; y como ella, ser el testimonio de nuestra independencia y nacionalidad”. Su meta política fue entonces, primero, la independencia de su país, y alcanzada ésta, la integración rioplatense. Lamas concibió la emancipación política de América como rompimiento abrupto con la tradición colonial, en la cual no veía más que factores negativos de civilización. Profundizando este razonamiento, llegaba a una exaltación profunda del sentimiento nacional como única fuerza capaz de consolidar el progreso social y político. La proyección hacia el futuro debía sustentarse en el pasado y en las particu- laridades regionales. Abordar el estudio de la historia y de la geografía de nuestros pueblos era una tarea urgente, habida cuenta que en virtud de un sustrato de carac- terísticas comunes, que todavía esperaban ser analizadas, la revolución concluída en Ayacucho, dejaba como secuela una cruenta guerra social, que a continuación, estalló en guerra civil. A fin de desterrar estas perturbaciones, que amenazaban la existencia misma de los nuevos países, vislumbraba una única salida. Visto que la sociedad en su proceso de construcción, reclamaba la creación de instituciones que 7 reemplazaran a las coloniales, la base sobre la que éstas deberían necesariamente asentarse era el gobierno democrático, o según sus propias palabras, el gobierno de los principios populares. En consecuencia, su oposición tan tenaz a Rosas, se explica en la identificación del Gobernador de Buenos Aires con el régimen colo- nial. La permanencia de Rosas en el poder se contradecía con el ideario de la Revo- lución y con el de sus continuadores, que a juicio de Lamas constituían la reserva de los fundamentos republicanos y democráticos de la gesta de Mayo. Estos princi- pios podían plasmarse sólo a través de la organización constitucional del proceso de la independencia. A diferencia de muchos de los emigrados, que en su romanticismo idealista, confiaban en el tiempo y cultivaban la esperanza de encauzar a Rosas por la vía de las garantías legales, la herramienta de Lamas fue siempre la acción. De modo que se transformó en periodista de combate desde las páginas de El Sastre, El Nacional, el Diario de la Tarde, Otro Diario, El Iniciador y la Nueva Era; en miembro de sociedades secretas; en diplomático y en protagonista de la guerra. Luego de la derrota naval de los orientales en Arroyo Grande, en 1843 Oribe sitió Montevideo. Inmediatamente Lamas se sumó a la milicia, siendo miem- bro del Estado Mayor de Fructuoso Rivera, y fue designado Jefe Político, es decir una suerte de gobernador civil de la ciudad, tomando a su cargo las legiones de voluntarios extranjeros, entre ellas la Legión de Emigrados Argentinos, y trabajan- do en coordinación con el ministro de guerra Melchor Pacheco y Obes. Ocho años más tarde combatió a Rosas desde la diplomacia. En 1851, acreditado ante el Im- perio del Brasil, concluyó el tratado de alianza que permitió deponer al Gobernador de Buenos Aires. Sin embargo, en su lucha contra el caudillismo, terminó alejándose también de Rivera porque “Para salir de proyecto se necesitan todas las virtudes, todos los hábitos de la paz...El motín suele matar caudillos pero crea caudillos”. Más allá de blancos y de colorados, aspiró a fundar un gran partido nacional. La Unión Liberal que propició en 1855, partiendo de la idea de la política de fusión, terminó fraca- sando y Lamas consideró oportuno retirarse temporariamente de la política. Pero la misma fe en las leyes y en las instituciones como freno al personalis- mo y al espíritu de facción, lo llevaron a retornar, esta vez para tratar los proble- mas económicos uruguayos. Así ocupó el Ministerio de Hacienda, donde ya había trabajado en la emisión de la primera moneda oriental en medio de la conmoción del Sitio de Montevideo. En 1875 se abocó a la promoción de las industrias, a la implementación de un sistema bancario sólido y estable y al fomento del comercio exterior. Pese a su activismo político, Lamas fue ante todo un hombre de la cultura. Durante la organización de la defensa de Montevideo, fundó el Instituto Histórico y Geográfico Nacional del Uruguay, destinado a preparar los materiales para escri- bir la historia nacional. El Instituto estaba integrado por Teodoro Vilardebó, Cán- dido Juanicó, Manuel Herrera y Obes, Florencio Varela, Fermín Ferreira, Melchor 8 Pacheco y Obes, José Rivera Indarte, Francisco Araucho, Julián Alvarez, Bartolomé Mitre, Santiago Vázquez y Bernardino Rivadavia. El objetivo fundacional fue el de “Promover el gusto por estos estudios; conocer y valorar las condiciones geográfi- cas de nuestro país, los destinos a los que ellas lo llaman; organizar su estadística sin cuyo pleno conocimiento es imposible establecer sobre bases sólidas ningún sistema de administración y de renta; formar un depósito de manuscritos, libros, mapas pertenecientes a la historia antigua y moderna de estas regiones, es otro de sus encargos... Si el establecimiento hecha raíces, podrá más adelante abrir alguna cátedra, donde la historia y los principios de la administración, puedan ser aplica- dos sobre bases y datos nacionales”. Establecido en la Argentina, fue el primer decano de la Facultad de Huma- nidades y redactó un proyecto para la creación de un museo histórico nacional con sede en el Cabildo de Buenos Aires, que no alcanzó a prosperar. También incursionó en la disciplina archivística. Sus “Instrucciones para la adquisición de archivos europeos que puedan ilustrar la historia del Río de la Plata”, constituyen según Rómulo Carbia “la primera tentativa orgánica de revisión e integración con datos fehacientes de nuestra historiografía del período hispánico”. En 1874 junto a Ma- nuel Trelles y Juan María Gutiérrez participó en la elaboración de un proyecto de ley orgánica para el Archivo General de la Provincia de Buenos Aires, y en 1884 actuó en la comisión que implementó su nacionalización, dando origen a nuestro actual Archivo General de la Nación. Consciente de la importancia del patrimonio cultural, se transformó en bi- bliófilo, coleccionista, museólogo, archivista y experto en numismática, cartogra- fía e iconografía, dedicándose constantemente a ampliar sus colecciones de papeles históricos, con el objeto de editarlos. La falta de sistematización de las fuentes en su época, lo hizo renunciar por motivos científicos a la redacción de una obra de síntesis, circunscribiéndose a la monografía, los prólogos y las selecciones docu- mentadas. Eximio conocedor de las técnicas de la historia, privilegió la crítica y el análisis heurístico, como paso previo antes de abordar el estudio del pasado, otor- gando asimismo jerarquía a los fenómenos económicos y sociales. Las acabadas y prolijas citas bibliográficas de Lamas dieron andamiaje erudito a la primera historiografía. En Buenos Aires, su casa de la calle Piedad ( hoy Bartolomé Mitre ), sirvió de sede a importantes tertulias literarias protagonizadas por los grandes historia- dores y coleccionistas del siglo XIX, y fue el marco donde atesoró el archivo, la biblioteca, un museo y una vasta colección de arte y numismática. Desgraciada- mente a la muerte del propietario, estas importantes colecciones pasaron por el doloroso fraccionamiento de los remates, y su inmenso archivo terminó nutriendo los repositorios de ambas orillas del Río de la Plata.