Política Real Y Control Municipal En Vizcaya Durante El Reinado De Los
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POLITICA REAL Y CONTROL MUNICIPAL EN VIZCAYA DURANTE EL REINADO DE LOS REYES CATOLICOS (1476-1516) JAVIER Y JOSE C ARLOS E NRIQUEZ F ERNANDEZ E NRIQUETA S ESMERO C UTANDA Vers la fin du XVe siècle, Isabelle de Castille et son époux Ferdinand affrontèrent trois ques- tions primordiales, dont les voies de résolution allaient conditionner l’essor postérieur de leurs territoires: la stabilisation intérieure, la création d’un Etat aux formes modernes et une politi- que d’expansion. La Biscaye offrait aux intérêt des Rois Catholiques sa stratégique localisation géopolitique, una puissance commerciale reconnue à travers l’Europe, et de considérables ressources nava- les etfinancières. En plus, une favorable conjoncture économique et un avancement social des «hidalgos» (des parentèles rurales et urbaines de gentilshommes), qui ressemblaient la situation à Castille. Les Rois combinèrent donc pour la Seigneurie biscaïenne l’attraction et la forte. Tout d’abord, ils lui assuraient le maintien des «Fueros» et priviléges; ensuite, ils lui accordèrent, des avantages économiques. Mais, grate aux «Corregidores» qu’ils y envoyèrent, leur contrô- le de la gestion locale devint une réalité. Nos pages analyseront trois étapes dans la politique des délegués des Rois, toujours inserée au contexte de la liquidation des luttes nobiliaires etdes démarches aux conseils municipaux des «hidalgos». Ceux-ci s’y imposèrent enfin; bientôt leurs méthodes éléctorales allaient restrein- dre l’accès au pouvoir local. Rois et gentilshommes venaient de trouver les bases d’une entente durable. EL MARCO REFERENCIAL El reinado de los Reyes Católicos supuso para todos sus reinos y señoríos un punto evidente de cambio y desarrollo del Estado, que la historiografía tradicio- nal se ha encargado de remarcar (1). Suele olvidarse, no obstante, que ellos no son más que el resultado último de un largo proceso gestado desde el reinado de Alfonso XI y continuado bajo los Trastámaras, proceso al que aportaron su per- sonalidad y su concepción totalizadora de la gestión pública. En efecto, su éxi- to se basó sobre todo en su pragmatismo, su clara visión de los acontecimientos y su inagotable actividad política. Con ellos no sólo se produjo una completa reorientación de los objetivos de su dinastía (fortaleza y prestigio), sino un in- tento de controlar la sociedad que les tocó vivir de una forma globalizadora. No es menos cierto, por otra parte, que su reinado coincidió en el tiempo con una mejora de la economía y la cristalización y concienciación de un grupo so- cial en auge, el de los hidalgos. Ello facilitó el que pudieran alcanzar gran parte de sus fines. Siguiendo el trabajo de Joseph Pérez, podemos englobar éstos en tres gran- des áreas: — Cuestión dinástica y pacificación del país. — Fortalecimiento del Estado: control de la sociedad y de las instituciones exis- tentes, formación de nuevos cuadros técnicos, refuerzo de la Hacienda real y del ejército. (1) Pueden verse, a este respecto y entre otras muchas, las obras de Joseph Pérez: «La España de los Re- yes Católicos», San Lorenzo del Escorial, 1986; José Cepeda Adán: «En tomo al concepto del Esta- do en los Reyes Católicos», Madrid, 1956; J.H. Elliott: «La España Imperial. 1469-1716», Barcelo- na, 1965. 29 JAVIER Y JOSE CARLOS ENRIQUEZ FDEZ. ENRIQUETA SESMERO CUTANDA — Política expansionista: anexiones de Granada y Navarra, descubrimiento de América, estrategia matrimonial, etc. Vizcaya no iba a constituir una excepción en todos estos planteamientos. Por el contrario, pasó a ser una pieza clave de la monarquía católica por su situación geográfica (retaguardia de las fronteras de Francia y Navarra), su importancia económica (camino comercial de Castilla hacia Europa), y su potencial hacen- dístico, industrial y naval. No obstante, la Vizcaya que heredaron de Enrique IV distaba de ser un todo homogéneo. De entrada, aparecía dividida en cuatro gran- des conjuntos bien diferenciados entre sí: Tierra Llana, Encartaciones, Duran- guesado y villas. Incluso éstas se encontraban en estados de desarrollo muy diversos: existían varias con una estructura social e institucional compleja (Bil- bao, Portugalete, Durango, Bermeo, Valmaseda y Lequeitio); algunas seguían bajo el tutelaje de los parientes mayores (Munguía, Marquina, Plencia, etc.); otras, en fin, apenas lograban diferenciarse de las aldeas circundantes (Larrabe- zúa, Lanestosa, Rigoitia, etc.). Por otro lado, la situación económico-social del Señorío era paralela a la cas- tellana: guerras internobiliarias (en el caso vizcaíno, de bandos) y promoción so- cial de una nueva capa social urbana y rural. En las villas y Tierra Llana, la favorable coyuntura económica, intensificada desde mediados del siglo XV, po- tenció el ascenso social de las parentelas banderizas, es decir, los hidalgos, sus- tentadas en actividades agrícolas (2), mineras (3), de transformación del hierro (4), molineras (5), textiles (6), navales (7), por supuesto comerciales (8), etc., asentándose con fuerza en los concejos municipales urbanos y muy probable- mente también en los de las anteiglesias (9). No es de extrañar, pues, que los nuevos monarcas se interesasen pronto por el Señorío. Su política con respecto a él fue inequívoca en este sentido, aunque hubieron de adaptarla para complacer los intereses de los grupos en litigio: pa- rientes mayores, parentelas y pueblo llano. A grandes rasgos el reinado presen- ta tres etapas: entre 1474 y 1483 se concreta un período de tanteos y posicionamientos iniciales, seguido entre 1483 y 1488 por la decisiva actuación (2) Hay que hacer notar aquí la introducción y diversificación de nuevos cultivos, muy en especial el tri- go. Prueba de ello son las permutas de tributos que se hacen en la Colegiata de Cenarruza o el movi- miento generalizado de creación de caserías y roturación de nuevas tierras. Véase Enríquez Fernán- dez, J. y Sarriegui, Mª José: «La Colegiata de Stª Mª de Cenarruza, 1353-1515» San Sebastián, 1986; A.H.P.V. Plencia, L-8, fols 137 y SS; A.M. Marquina, Reg. IV, nº 9, docs. 1 y 2, etc. (31 Hidalgo de Cisneros et altri, «Señorío», docs. 21, 25 a 30, 32 a 34... (4) Labayru, E.J.: «Historia General de Vizcaya», Bilbao, 1969, tomo III, lib. III, caps IV y XVIII. Tam- bién en Hidalgo de Cisneros et altri, «Portugalete», docs. 32 y 35; Marquina, Reg. 45, nº 12, doc. 3 y Reg 50, nº 6, doc. 1º. (5) Hidalgo de Cisneros et altri. «Señorío», docº 60; A.M. Ondárroa, 4C, Caia 6ª, doc. 18. (6) Labayru, op. cit. tomo III, apéndice 39, segundo. (7) Plencia, L-8, fol. 168; Ondárroa, 4C, Caja 6ª, doc 3º; Labayru, op. cit. tomo III, cap XIII. (8) Baste recordar el nacimiento del Consulado de Bilbao con los Reyes Católicos. (9) Se ha especulado mucho acerca del enfrentamiento entre villas y Señorío. Sin negarlo del todo, pen- samos que han de matizarse muchas de las afirmaciones que se han hecho. 30 POLITICA REAL Y CONTROL EN VIZCAYA. (1476-1516) del pesquisidor Chinchilla con el que se abre, ya en la década de los 90, lo que en la modernidad se denominó «política de Corregidores», que perdurará hasta finales del siglo XVIII. LOS TANTEOS INICIALES Una primera impresión da la idea, falsa por supuesto, de encontrarnos ante un período contradictorio, carente de planteamientos precisos. En él, sin embargo, los reyes iniciaron la praxis política que mantuvieron durante todo su reinado. Se basaba en el viejo principio del «palo y la zanahoria», aunque temporalmen- te ésta se situará antes que el primero. En efecto, la primera necesidad era ganarse al Señorío para su causa. Los re- sortes que pusieron en marcha tenían una misma tónica: promesa de manteni- miento de la foralidad propia de Vizcaya (10), concesión de diversos títulos honoríficos (11), visitas personales de los reyes para jurar los fueros y privile- gios de la Tierra Llana y villas (12), y sobre todo protección y adjudicación de privilegios de tipo económico (13). Todo ello se combinó con medidas de gran dureza tendentes a controlar administrativa y militarmente el Señorío: amplios poderes a los Corregidores, que quedaron facultados para elegir a los alcaldes de las villas (14), y reforma de la Hermandad fundada por Enrique IV (15). LOS CAPITULADOS DE CHINCHILLA De hecho, la segunda etapa se abrió a iniciativa de Bilbao, sin duda la más de- sarrollada en lo político, económico y social. Podemos situarla entre 1483 y 1487, fechas de la permanencia del licenciado García López de Chinchilla en Vizcaya. Chinchilla pertenecía al Consejo de Estado y ya tenía experiencia co- mo pacificador por haber intervenido en Galicia con éxito. Había sido comisio- nado por los reyes con el cargo de pesquisidor, es decir, con poderes más amplios que los del Corregidor que a la sazón era. Su venida a Vizcaya fue por voluntad de los monarcas, ya que en la petición de la villa de Bilbao no consta que se requiriese un delegado regio: (10) Hidalgo de Cisneros et altri, «Señorío», docs. 11, 15, 19. También mencionados por Labayru, op. cit. tomo III y T. Guiard, «Historia de la noble villa de Bilbao», Bilbao, 1971, tomo I. (11) Hidalgo de Cisneros et altri, «Señorío», docs. 12 y SS. (12) Ibidem, doc. 24. Igualmente en Hidalgo de Cisneros et altri, «Portugalete», doc. 6; A. M. Durango, Armº 2, leg. 4(1), nº 1; Labayru, op. cit. tomo III, caps. XI y XVI; Guiard, op. cit. a partir de la pági- na 138. (13) Hidalgo de Cisneros et altri, «Portugalete», docs. 4, 10. (14) Todo ello no sin resistencias; cfr. Labayru, op. cit. tomo III, caps. X y XII. (15) Labayru, op. cit. tomo III, cap. XIII. Es más completa en Hidalgo de Cisneros et altri, «Señorío», doc. 2. 31 JAVIER Y JOSE CARLOS ENRIQUEZ FDEZ. ENRIQUETA SESMERO CUTANDA «...por parte del concejo, justicia, regidores ... de la villa de Vilvao, ...