N'el Mezzo Del Cammin Di Nostra Vita Carlos Pellicer: 1937
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N'el mezzo del cammin di nostra vita Carlos Pellicer: 1937 SAMUEL GORDON y FERNANDO RODRÍGUEZ Introducción Al establecer algún fragmento de una historia escritural, no pode- mos prescindir de aquellos papeles que, incluso al margen de la literatura, arrojan cierta luz decisiva sobre la vida y la obra de un autor. Así, pues, creemos que los siguientes cuarenta textos y do- cumentos del año 37, o referentes al mismo, sirven de andamiaje para la reconstrucción de un año crucial en la vida del poeta ta- basqueño Carlos Pellicer Cámara. Escogidos de cinco vertientes distintas —cartas y postales, poemas, crónicas, artículos y entrevistas, y documentos varios—, los pre-textos, textos y para-textos confluyen para iluminar aspec- tos muy diversos de la trayectoria biográfica del poeta. De este corpus de cuarenta documentos, dieciocho vieron la luz con anterioridad aunque, en la mayoría de los casos, en publi- caciones casi desconocidas —gran parte de las cuales son prácti- camente inasequibles hoy día, como el periódico Commune de Pa- rís e incluso los antiguos boletines Carta Blanca—; uno ha sido dado a conocer de manera parcial y fragmentaria y, por último, veintiuno —que aquí ordenamos cronológicamente y numeramos como: 9, 10, 11, 12, 14, 15, 16, 18, 21, 23, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 35, 37 y 39— han permanecido totalmente inéditos hasta la fecha y contribuyen a contextualizar, anotar e interrelacionar de mejor manera los diversos acontecimientos del año 1937, dotán- dolos de un mayor sentido historiográfico, biográfico y literario. 8 SAMUEL GORDON Y FERNANDO RODRÍGUEZ N'el mezzo del cammin di nostra vita / mi ritrovai per una selva oscura. Estos endecasílabos geniales con los que Dante ini- cia su Divina comedia, sintetizan de manera adecuada la vida del poeta tabasqueño en el año de 1937. Puesto que Pellicer cita —aunque erróneamente a pesar de su buen italiano— el verso inicial de la Divina comedia en su crónica neoyorquina que in- cluimos como anexo 13, hemos decidido escogerlo para titular el presente trabajo. Recuérdese que el terceto que inicia el primer libro que publicó Pellicer en 1921, Colores en el mar y otros poe- mas, reza: "En medio de la dicha de mi vida / deténgome a decir que el mundo es bueno / por la divina sangre de la herida". Una presentación y un inicio sin duda dantescos. Sin embargo, ha sido Dante una de las influencias capitales menos reconocidas, tanto por el autor como por la crítica que se ha ocupado de su obra. En una carta de Pellicer fechada en Padua el 31 de julio de 1927, dirigida a Arturo Pañi —entonces cónsul de México en París, a quien escribió varias misivas extraordinarias, recogidas en Cartas de Italia— imagina un encuentro con Dante y confiesa: "Yo nun- ca he sentido más emoción que junto a este hombre de talento divino. ¡Nunca! Luego entramos a San Fermo y mientras él oraba, la cara entre las manos, yo besé arrodillado la orilla de sus vesti- dos y me salí, maravillado y un poco triste". En otra carta a Pañi —del 25 de septiembre del mismo año— se duele al imaginar que asistió a los últimos días del gran poeta florentino: "Llegué aquí procedente de Ravena adonde una dolorosa coincidencia me hizo presenciar la muerte del más divino de mis maestros. Mi última conversación con él, su muerte, sus funerales, me han eclipsado casi totalmente y así, en tan altas tinieblas, he comenzado a ver con claridad el que deba ser/ra poco tempo el legítimo camino de mi vida". Pellicer imagina asimismo que, unas horas antes de su muerte, le dice Dante: "Ten presente que has llegado a una edad en que la juventud tiene, por unos cuantos días, un sabor de eter- nidad. Es la ocasión mejor para rehacer tu voluntad que has perdi- do casi completamente". Y luego, en el mismo contexto imagina- rio, añade Pellicer: "Con la Muerte [sic] del maestro se me cerra- ron todas las puertas de la Poesía. En cambio la vida, se me ha abierto de par en par". Aún más, el amor de Dante por Beatriz CARLOS PELLICER: 1937 9 sirvió de modelo a su amor platónico por una novia, Esperanza Nieto, la única que se le conoció. Confirmando este paralelismo, Pellicer escribió en 1921, en la portadilla de un ejemplar de la Vida nueva, un poema muy breve "A Esperanza", en el que re- cuerda los amores de Dante con Beatriz. Nacido el 16 de enero de 1897, el poeta cumple, en el año que nos ocupa, cuarenta años y, como morirá a los ochenta años y un mes, está, casi exactamente, en medio del camino de su vida. Además, a poco de iniciarse su año número cuarenta, regresan los funestos recuerdos de su prisión en el Cuartel de San Diego de Tacubaya en 1930, y se replantean los oscuros pormenores en tor- no a la masacre de Topilejo, selva oscura que habrá de espesarse aún más en su acercamiento a la guerra civil española a la que asistirá como testigo. Año en fin que nos propusimos analizar y reconstruir porque, como algunos otros, resulta arquetípico en la vida del poeta tabas- queño y, por las circunstancias que aquí se relatan, único en mu- chos aspectos. Declaraciones y aclaraciones judiciales, notas so- bre artes plásticas, cartas con preocupaciones personales y fami- liares, comentarios artísticos, musicales, literarios, políticos y reli- giosos, problemas económicos y, sobre todo, sus poemas de ese año, van bordando el tejido biográfico de 1937, que no necesita de ficción alguna, porque Pellicer siempre se las arreglaba para salpimentar su vida. Encabezamos nuestro corpas con la nota que publicó Pellicer sobre un cuadro de Guido Reni —anexo 1— en el número de febrero del Boletín Mensual Carta Blanca que, desde 1934, venía publicando la Cervecería Cuauhtémoc, dirigido por los pintores Carlos Mérida y Carlos Orozco Romero, el primer año, y los cua- tro posteriores sólo por Carlos Orozco. La obra de Reni, en el pasado, no parecía ser del total agrado del tabasqueño; cabe re- cordar que en 1927, en una carta enviada al cónsul Pañi en París, escribió después de contemplar las obras de Carracci y Reni: "¿Qué culpa tiene la madre [el Renacimiento] de que las hijas le salgan putas?" Y añadió: "Y como hay que verlo todo, vi con respetuosa repugnancia las obras destos [s/c] y otros señores". Una década después, en la nota que nos ocupa, puesto que el cua- 10 SAMUEL GORDON Y FERNANDO RODRÍGUEZ dro de Reni pertenecía a la colección de su amigo Genaro Estrada (a quien Pellicer había dedicado Recinto y otras imágenes con afectuosas palabras: "Gratitud sin término", en testimonio de la generosa y vital intervención de éste para salvarlo en 1930 de la cárcel y de un eventual fusilamiento injustos), hay un aparente cambio de parecer sobre la obra de Reni, la "respetuosa repug- nancia" desapareció y las "cortesanas" se convirtieron en "una teatralidad melódica" de "Prima Donnas, con música de Donizzet- ti". En aras de agradar al amigo, el juicio se ha atemperado, sin dejar de ser negativo. Pellicer, considerado desde su temprana estancia en Colombia en 1919, uno de los bolivaríanos más importantes de América, había recibido el encargo por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México de efectuar una selección representativa del ideario del Libertador. A principios de marzo, se terminó de im- primir su compilación —cinco discursos y una carta— de Simón Bolívar, volumen que inauguró la serie Pensadores de América. Al parecer este libro empezó a circular en julio, cuando el poeta se encontraba ya en Europa. En respuesta a la convocatoria publicada en marzo para los Juegos Florales de Monterrey, Pellicer envió su "Romance de Ti- lantongo" —anexo 2. Se ofrecían tres premios: $1,500.00 y "flor natural" (de oro) para la mejor poesía lírica de tema libre; $500.00 y medalla de oro para una composición de asunto mexi- cano, escrita en romance y en lenguaje no popular; y otro premio, también de $500.00 para una novela corta (diez páginas tamaño carta a renglón seguido). El jurado, no precisamente literario, es- taba compuesto por Federico Gómez, Eduardo Martínez Célis y Héctor González y otorgó, como único premio el 4 de mayo, la "flor natural" a Pedro Caffarrel Peralta por su obra Los retablos del tiempo, consistente en ocho sonetos publicados, por cierto, en Actividad, "Revista para hombres de negocios" [.S'fc]. La malicio- sa y burlona reacción del medio literario no se hizo esperar: la revista Letras de México sostuvo al respecto: "Sería inútil comen- tar estos versos. Bastará la transcripción de dos o tres, tomados al azar, para darnos una idea de este egregio vate que venció a Car- los Pellicer y a Miguel N[icolás], Lira, entre otros: Con su mesna- CARLOS PELLICER: 1937 11 da procer pasa el Viejo Urdiñola / que viene del desierto con duro ceño estoico... / La Tradición cabalga con magestad de cha- rro...". El mantenedor de los juegos fue Alfonso Teja Zabre. En su aparente descargo, el número del 15 de junio de ese año de Letras de México, anunció que la revista Fábula publicaría su dis- curso pronunciado en ocasión de los Juegos Florales. El 16 de julio se anunció que ya se estaba imprimiendo el discurso acom- pañado del poema de Miguel N. Lira y del romance de Carlos Pellicer, con la aclaración de que se trataba de los textos "que desahució el jurado para premiar al honrado señor que ya con- quistó la inmortalidad con su ya también clásica 'magestad de charro' ". Finalmente, el folleto fue publicado por la Imprenta Universitaria, dirigida entonces por Miguel N.