Balenciaga Analogías y diferencias con ,

Givenchy e Yves Saint Laurent.

Virginia Medina León

Índice de contenidos

Índice de contenidos ...... 2

1. Cristóbal Balenciaga ...... 3

1.1. Introducción a Cristóbal Balenciaga ...... 3

2. Cristóbal Balenciaga: Analogías y Diferencias con Jeanne Lanvin, Hubert de e Yves Saint-Laurent...... 8

2.1. Jeanne Lanvin ...... 8

2.1.1. Analogías entre Cristóbal Balenciaga y Jeanne Lanvin ...... 9

2.1.2. Diferencias entre Cristóbal Balenciaga y Jeanne Lanvin ...... 11

2.1.3. Imágenes ...... 12

2.2. Givenchy ...... 17

2.2.1. Analogías entre Cristóbal Balenciaga y Hubert de Givenchy 18

2.2.2. Diferencias entre Cristóbal Balenciaga y Hubert de Givenchy 20

2.2.3. Imágenes ...... 21

2.3. Yves Saint-Laurent ...... 25

2.3.1. Analogías entre Cristóbal Balenciaga e Yves Saint-Laurent . 26

2.3.2. Diferencias entre Cristóbal Balenciaga e Yves Saint-Laurent 28

2.3.3. Imágenes ...... 31

3. Bibliografía ...... 36

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1. Cristóbal Balenciaga

1.1. Introducción a Cristóbal Balenciaga

Cristóbal Balenciaga, considerado uno de los más influyentes y destacados creadores de moda del siglo XX, elevó su oficio a un nivel de gran precisión, siendo calificado como “el arquitecto de la moda”. Son muchos quienes comparten esta opinión. De hecho, en casi todos los desfiles de moda de las ciudades más importantes del mundo se sigue hablando de Cristóbal Balenciaga y de sus diseños. Él fue el gran arquitecto de la alta costura, uno de los pocos que, además de diseñar sus trajes, los confeccionaba, los cosía. “Las mujeres no tienen que ser bellas ni perfectas para vestir mis diseños”, comentaba el diseñador. Sus vestidos las hacían bellas.

El modisto español introdujo una nueva silueta para la mujer a la vez que Christian cautivaba al mundo con el New Look. Mientras que Dior elaboraba un nostálgico revival de las románticas siluetas del siglo XIX, Balenciaga sorprendía con la presentación de líneas fluidas y curvadas, y volúmenes que rompían con lo establecido.

Para diseñar este nuevo contorno femenino, Balenciaga elaboró un sistema propio de proporciones estéticas. La silueta que él creó para sus clientas, y que hizo escuela, utilizaba como un elemento esencial en el diseño de las prendas, la distancia entre el cuerpo femenino y el tejido que lo envuelve, creando el límite sutil en el que reside la elegancia y el confort de sus modelos. La volumetría que lo caracterizaba era conseguida por medio de tejidos rígidos o de marcada textura, 3

Siempre destacó por el perfeccionamiento en la construcción de sus creaciones, evolucionando siempre hacia una mayor simplicidad y pureza de formas.

Muchos de sus diseños se han convertido en hitos de la moda, como la marinera de 1951, la túnica de 1955 y los vestidos saco de 1957, eliminó la cintura, realzó los hombros y el busto en la túnica, o la espalda en los vestidos saco, estilizó la figura e insinuó la cadera.

En 1947, Balenciaga presentó sus primeros abrigos de línea tonneau, y en 1951 introdujo en sus trajes el denominado estilo semiajustado, una línea que resultaba más holgada en la espalda, al tiempo que se lograba un efecto más ceñido en la parte delantera. Hacia mediados de la década el modisto introdujo variaciones en su idea inicial y las chaquetas comenzaron a ablusarse por la espalda para ajustarse por debajo de las caderas con una banda del mismo material. En Noviembre de 1957, apareció el vestido saco, había exagerado el efecto ablusado de la espalda hasta convertirse en un nuevo tipo de vestido que renunciaba a la cintura y anticipaba el vestido shift del los sesenta.

La experimentación de Balenciaga con la construcción y la silueta llegaría a su expresión máxima en la década de 1960. El vestido baby doll creado en 1957, se caracterizaba por su forma trapezoidal y exageraba las líneas fluidas del vestido saco hasta hacer desaparecer completamente cualquier referencia de la silueta de la mujer. Sin embargo, el modisto supo combinar en algunos modelos la expresión de la cintura y su negación. Realizado muchas veces en encaje se vislumbraba el cuerpo femenino cubierto por un segundo vestido ajustado que marcaba su silueta.

Las mangas de Balenciaga tenían que ser perfectas y no obstaculizar los movimientos ni la comodidad de la clienta. Los cuellos se basculaban, alejándose de la nuca y permitiendo una grácil y elegante conjunción de esta con el cuerpo. Los talles se ajustaban más o menos al cuerpo, se acortaban en los talles imperio o descendían hasta apoyarse en la cadera. Vestido y cuerpo femenino se complementaban creando una obra arquitectónica.

Constantemente influenciado por el racionalismo, empirismo y cientificismo, el costurero Balenciaga llevó a la alta costura líneas

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arquitectónicas, la asimetría T e Y, y definió como nadie las estructuras de los hombros.

Sus creaciones revelan que conocía e interpretaba muchas obras pictóricas, aunque sin por ello recurría a estridencias ni a recreaciones simplistas. Si bien carecía de una formación reglada sobre arte, estaba dotado de una extraordinaria sensibilidad, por lo que trasladó a sus creaciones aquellos elementos del arte y la moda que mejor servían a su primordial objetivo de construir prendas de acuerdo con su determinada visión del vestido.

La pintura española es indudablemente la fuente principal de la inspiración de Balenciaga: la recurrente presencia del negro en sus colecciones apuntaba a la influencia del negro de la Corte de Felipe II, muestra de ello se aprecia en diseños de una austera elegancia combinada con una extraordinaria profusión de bordados. También se impregnó de determinadas combinaciones de colores característicos de la obra de Velázquez como varios de los elementos de la indumentaria de sus cuadros (lazos y cintas de las infantas). No se dejó escapar a la influencia de algunos elementos que adornan a las mujeres de los cuadros de Goya (leves muselinas, encajes transparentes, el balanceo de las faldas que dejan al descubierto los pies y las flores que adornan el pelo). Balenciaga presentó en sus colecciones de los años 40 varios modelos en los que se puede apreciar un reinterpretación de la mantilla española.

Las creaciones de Balenciaga también se vieron influidas por otros elementos recurrentes de la obra de Zuoloaga, labradores y clérigos castellanos ataviados con amplias capas y largas sotanas en tonos tostados, castaños, grises y negros. El modisto combinó estos mismos colores en modelos de alta costura (su gama de grises, negros, marrones….) así como su reinterpretación de dicha indumentaria. Sus colecciones del los años sesenta recuerdan a los hábitos eclesiásticos más ceremoniosos así como a las largas capas castellanas. Para lograr esos voluminosos vuelos y volantes recurrió a tejidos de mucho cuerpo.

Consideraba que la mujer no debía llamar la atención en la calle, debía estar perfecta, pero nadie debía volverse a su paso. Los vestidos de Balenciaga dibujaban límites físicos y sociales, enmarcaban a las mujeres que los llevan transformándolas en seres elegantes que escondían su

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feminidad individual bajo una armadura de buen gusto y formas refinadas. Además, siempre quiso destacar el cuello, ya que tenía un concepto de feminidad cercana al erotismo japonés, al contrario que Dior.

Las fuentes que fundamentalmente influyeron en su creatividad y los temas a los que reiteradamente recurrió en sus diseños son aquellos que conoció, experimentó y absorbió en sus años de formación y desarrollo profesional en San Sebastián.

Según Diana Vreeland “su inspiración provenía de las plazas de toros, de los bailaores de flamenco, de las holgadas blusas que visten los pescadores, del fresco de los claustros….y adoptó estos modos y colores y, adaptándolos a su propio gusto, vistió durante treinta años a las personas que se interesaban por estas cosas”.

La tendencia del japonismo inspiró al diseñador en la concepción de sus más importantes diseños de la década de los años cincuenta y sesenta, que se caracterizaban por la forma curvada de la espalda y el cuello caído bajo la nuca. Estas formas curvilíneas se asemejan a la curva que el quimono tradicional posee.

El trabajo del diseñador vasco siempre se basó en la precisión absoluta del corte de la tela, por lo que se mantuvo alejado del prêt-à-porter industrial. Para Balenciaga, la alta costura le daba la posibilidad de crear por lo que no consideraba el prêt-à-porter un arte. A finales de su carrera percibió como los cambios sociológicos propiciaban una liberación del rígido código estético de la vestimenta femenina. Se sintió ajeno a este nuevo sistema, que representaba una filosofía de vida y trabajo completamente nuevos que le resultaban extraños. En 1968, ante el declive de su clientela, cerró su casa de alta costura y se retiró, incapaz de sacrificar la calidad artesanal de sus confecciones.

Balenciaga murió el 23 de marzo de 1972 en Jávea.

La genial obra de Cristóbal Balenciaga fue producto de las experiencias e impresiones acumuladas en su mente a lo largo de su vida y que sirvieron como semillas para su creatividad.

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Esta imagen muestra algunas de las distintas colecciones o siluetas presentadas por el diseñador vasco a lo largo de su trayectoria profesional

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2. Cristóbal Balenciaga: Analogías y Diferencias con Jeanne Lanvin, Hubert de Givenchy e Yves Saint-Laurent.

2.1. Jeanne Lanvin

Jeanne Lanvin, considerada una de las diseñadoras más influyentes de las décadas de los años 20 y 30, destacó por su hábil uso en bordados, complicados adornos de cuentas, aplicaciones de colores claros y flores en sus colecciones, dichos elementos se convirtieron en el sello distintivo de la casa Lanvin.

Su hija, Marguerite Marie-Blanche fue su fuente de inspiración. En ella pensó para crear un guardarropa infantil que fue muy aceptado entre sus clientas. Hasta entonces la moda para niños, poco práctica, era un calco de la moda adulta a una escala más pequeña. Lanvin proponía unos diseños sofisticados y hechos a mano y por lo tanto muy caros. El éxito del departamento de moda infantil estaba en directa relación con el afecto que sentía por su hija. La modista creaba y fabricaba aquella ropa que le gustaría que su hija vistiera, siempre basándose en la femineidad, la juventud y la belleza.

Así, al mismo tiempo que diseñaba su primera colección infantil, ponía la primera piedra de su casa de moda. Las damas parisinas del momento pronto vieron la originalidad y sofisticación de los diseños que Jeanne Lanvin hacía para su hija Marguerite y desearon esos simpáticos conjuntos para sus hijos. Por aquel entonces una mujer bien vestida y 8

adornada reflejaba el éxito de profesional de su marido, algo similar ocurría con sus hijos, un niño bien educado y vestido era un reflejo directo de los padres, en particular de la madre.

Poco tiempo después creó una línea para chicas jóvenes y otra para mujeres, convirtiéndose en la primera diseñadora en tener en cuenta los distintos grupos de edad. Introdujo en la moda un nuevo tema: la juventud, pues con sus patrones sencillos e inocentes y sus colores vivos daba a las mujeres de cualquier edad un aspecto femenino y romántico. Sus vestidos tobilleros de tejidos vaporosos han pasado a la historia de la moda como robe de style.

2.1.1. Analogías entre Cristóbal Balenciaga y Jeanne Lanvin

Ambos modistos fueron líderes e innovadores de la moda de su tiempo. Jeanne Lanvin se desarrolló creativamente durante los locos años 20, Cristóbal Balenciaga durante las décadas de los 40, 50 y 60. Ambos, en épocas muy distintas, emplearon colores y decoraciones novedosas en sus tejidos que les aseguraron un sello distintivo en sus todas sus creaciones, trabajaron con ricos materiales y telas cuidadosamente seleccionadas.

Los diseños de Lanvin se definían y redefinían temporada tras temporada pero siempre sujetos a unos mismos cánones de femineidad, belleza y juventud. Para mantener el interés en el robe de style de una temporada a otra, Lanvin hacia cambios en el largo de las faldas y proporciones, pero siempre manteniendo la estética que lo caracterizaba. Algo similar ocurría con Balenciaga, explotaba cada línea conseguida hasta la saciedad temporada tras temporada, pero sin la obsesión de cambiar, profundizaba como nadie en aquello de "la voluntad de estilo".

Compartieron su gusto por el arte y una manera muy similar de interpretarlo, haciendo meras referencias a obras pictóricas en sus diseños, simplemente reinterpretándolas. Lanvin extraía elementos de sus inspiraciones y los incorporaba en sus diseños siendo estos viables, modernos y funcionales. Un claro ejemplo de esto lo podemos apreciar en su “azul lanvin” inspirado en las pinturas de Fra Angelico, y el “verde Velázquez”. La modista francesa, coleccionaba obras de arte de pintores

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como Renoir, Degas, Fragonard, etc, estando sujeta directamente a la influencia del Impresionismo y a su uso del color y la luz. También recopiló obras del simbolista Redon e impregnó ese interés por el misterio del color y la búsqueda del no-negro. Algunos de sus diseños infantiles estuvieron inspirados en la estética y composición de obras de Velázquez, aquellas relativas a infantes e infantas. El pintor español también repercutió en Balenciaga que presentó en Agosto del 1939 su colección de vestidos Infanta, un tema histórico que conocía bien. Su éxito y repercusión fueron inmediatos por la capacidad del modisto de interpretar la indumentaria española del siglo XVII con la severidad y riqueza que le caracterizaban. Los dos modistos supieron combinar con éxito el romanticismo e historicismo de la forma más moderna

Otro influjo clave en ambos fue la fascinación por el japonismo. Esta influencia fue clave en los diseños de Lanvin, la cual adoptó las formas y estampados simples del kimono a las necesidades de la mujer moderna, eliminando toda su complejidad técnica. Balenciaga a nivel formal, se limitó a coger parte del kimono, las mangas, para desarrollar sus diseños. Coincidieron en que las prendas debían dar la sensación de flotar alrededor del cuerpo.

Existe una pequeña pero importante diferencia entre “sentirse inspirado por” y “utilizar” motivos como fuentes de inspiración. “Sentirse inspirado por” permite a un diseñador dibujar a partir de la esencia de un objeto, color o imagen para crear un original. Sin embargo “utilizar” motivos como fuentes de inspiración implica una traslación literal en el proceso creativo, no existen pensamientos o una creatividad, simplemente es una copia. Los dos diseñadores no hicieron copias exactas de todas las obras que les estimulaban para crear, solo aportaron sutiles pinceladas a sus colecciones, “se sintieron inspirados por”. Dotados de una extraordinaria sensibilidad, trasladaron a sus creaciones aquellos elementos del arte y la moda que mejor servían a su primordial objetivo de construir prendas de acuerdo con su determinada visión del vestido.

Jeanne Lanvin evitaba la fama mediática, mantuvo las relaciones mínimas y necesarias con sus clientas, prefería relacionarse en pequeños círculos sociales, entre artistas, músicos, diseñadores y escritores. Ocasionalmente acudía a las carreras de caballos con el objetivo de observar a las damas más del momento y clientas potenciales. Consideraba estas salidas como una forma de investigación y era capaz

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de predecir lo que las damas pronto desearían añadir a sus guardarropas. Poseía un don especial para saber lo que las clientas necesitarían antes de que ellas mismas lo supieran. Balenciaga actuaba de igual manera, no le hacía demasiadas carantoñas a la fama, sólo las necesarias que le exigía su propio trabajo. Su relación con la prensa era escasa y rara vez trataba personalmente con sus clientas, relegando esta labor a las vendedoras de su casa.

Lanvin creó la línea robe de style: vestidos tobilleros de tejidos vaporosos, con el talle a la cintura y falda ancha. Balenciaga, hacia 1951 también fundamentó su estilo en la cintura caída, que alcanzó su plena aceptación con el vestido saco.

Lanvin introdujo en el mundo de la moda un nuevo tema, la juventud, con patrones sencillos e inocentes y sus colores vivos en mujeres de cualquier edad, con aspecto muy femenino y romántico. Coincide en este punto con Balenciaga cuando lanzó sus vestidos baby doll, regresando a la dulce edad de la inocencia, una ternura solo aparente, puesto que en su interior, reside, un alma femenina con mucho carácter.

2.1.2. Diferencias entre Cristóbal Balenciaga y Jeanne Lanvin

Jeanne Lanvin fue la primera en trabajar la moda según los distintos grupos de edades. Ofrecía un amplio abanico de diseños que satisfacían a clientas de diferentes edades y necesidades. Balenciaga solo trabaja para una tipología de mujer muy concreta, la mujer adulta.

Mientras que el modisto español no tenía musas, Lanvin pensó en su hija Marguerite Marie-Blanche como su fuente de inspiración.

Lanvin ajustaba la estética e imagen de sus diseños siempre en función de las necesidades de su clientela y de la moda. Balenciaga desarrolló su propio estilo, se mantuvo al margen de las modas imperantes. Nunca renunció a la ornamentación de sus prendas pero siempre con un carácter muy minimalista, la creadora francesa se identificaba por su habilidad en el uso de adornos con cuentas y bordados y en el uso de estampados florales, de inspiraciones etnográficas.

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Lanvin diversificó las creaciones de su firma, fundando su propio imperio, abriendo tiendas de decoración para la casa, de ropa de hombre, pieles y lencería. Pero, su mayor expansión se dio cuando creó Lanvin Parfums e introdujo al mercado europeo la fragancia Arpège. Promocionó la idea de la industria de la moda como un total, un conjunto global. El diseñador español discernía de este concepto, se limitó a su oficio como modisto.

La creación de los diseños de Lanvin siempre estaban supeditaos a un halo romántico incluso renunciando a la comodidad de estos, en cambio Balenciaga enfocaba sus creaciones al movimiento dentro de formas geométricas, creando una coraza que dialoga con el cuerpo desde la distancia. Dejando un hueco de misterio entre la piel femenina y la estructura que la cubre.

2.1.3. Imágenes

En estas imágenes se aprecia el influjo del japonismo en ambos diseñadores pero con distintas interpretaciones. En la imagen de la izquierda, Balenciaga no diseña una plasmación exacta del kimono, simplemente aprovecha sus características formales para profundizar más en la manga y la nuca creando así la colección de abrigos tonneau de la colección de 1947, con una curvatura más acentuada sobre la espalda.

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En la imagen que le acompaña, de 1935, Lanvin adapta el kimono a su estilo, realizado en seda, consta de un vestido de satén y una chaqueta de seda con amplias mangas.

Las referencias religiosas fueron constantes en sus creaciones, Balenciaga a la izquierda, con un traje de novia de 1968, inspirado en los hábitos religiosos que Zurbarán plasmaba en sus cuadros. Con un solo paño, consigue un volumen geométrico de gran amplitud que aúna vestido y capa en un único efecto visual. Además, recurre a la naturaleza para representar la forma de una flor, una cala invertida. Remata la composición con un atrevido tocado que ensalza los contornos del vestido. Lanvin a su derecha, se asemeja con esta prenda a las vestimentas de los miembros del coro de una iglesia. Realizado en crepe de seda, el vestido de largas mangas consta de un collar negro que cae sobre los hombros, de la colección de 1935.

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Partiendo del concepto de juventud y cintura caída, ambos diseñadores crean dos diseños míticos: el baby doll de Balenciaga y el robe de style de Lanvin, desarrollándolos en direcciones diferentes, despegando el tejido de la piel haciéndolo liviano y favoreciendo el movimiento. En la imagen de la izquierda, de Balenciaga, con una cintura desvanecida, es un vestido corto, de noche, de encaje negro, holgado, es el baby doll, con un triple nivel de volantes en la falda. El vestido tiene un escote barco y tirantes de cinta de raso negro acabado en arcos, perteneciente a la colección de otoño / invierno 1965-1966. A su derecha Lanvin, bajando el talle a la cintura, crea este vestido tafetán de seda en color marfil, compuesto por una falda seductora y juvenil, confeccionada en tul de seda y rematada a la altura de la cadera con una flor de perlas, plata, canutillos y pedrería, Dicha prenda pertenece a la colección de invierno 1926-1927.

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Coincidieron en su gusto por una ornamentación cuidadosamente seleccionada, la imagen de la izquierda corresponde vestidos a un vestido túnica de lentejuelas azul eléctrico de 1957 de Balenciaga, el cual manifestó predilección por los tejidos con peso que se enriquecían con bordados a mano, lentejuelas y pedrería. A continuación, una muestra que pertenece a un vestido de 1925 de Lanvin, realizado con el método de tambor y confeccionado con canutillos color plata y cuentas azules.

Se trata de vestidos de noche, sencillos, de formas escultóricas diferentes pero sujetos al uso de colores fuertes, con carácter. Ambos

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modistos investigaron en los cortes de las telas, en la combinación de texturas para crear distintos efectos sobre sus diseños

El vestido de noche es de Balenciaga, de 1959: rosa gazar realizado en seda con plumas de color rosa a juego. Construido con un corte voladizo y curvilíneo, se levanta en la parte delantera y levemente en su parte posterior, lo que permite un movimiento muy animado, ondulante, casi balanceándose en el espacio. Le sigue a su derecha, Jeanne Lanvin y este conjunto de invierno de 1935 que consta de un vestido y una capa, que mediante el uso de un color saturado como es el púrpura real, junto con el corte al bies y el contraste de texturas entre el terciopelo y el raso liso, dan lugar a que el conjunto posea distintas áreas de luz y superficies vibrantes y de ricas texturas.

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2.2. Givenchy

Hubert de Givenchy es uno de los grandes del mundo de la moda, dotado de un talento incomparable, se ha convertido en un icono que permanece inalterable con el paso del tiempo.

A los 17 años Givenchy fue para París, llevando una carpeta llena de dibujos. Trabajó en las casas de Jacques Fath, Robert Piguet, Lucien Lelong y .

En el año 1952 el joven modisto inauguró la Maison Givenchy de la mano del diseñador español Cristóbal Balenciaga del cual aprendió su estilo y del que actualmente se le considera su indiscutible sucesor.

Gracias a su maestro Balenciaga, este aristócrata francés, se convirtió en uno de los modistos más importantes del mundo, desfilando en las mejores pasarelas y vistiendo a las celebridades del momento. Como por ejemplo Jacqueline Kennedy, Grace Kelly, Wallis Simpson, entre otras. Sus vestidos eran elegantes, refinados y perfectamente elaborados. Considerado un hombre inmensamente cultivado, un experto en arte, interiorismo, muebles, arquitectura, incluso del diseño de jardines.

Lleva más de 50 años siendo todo un referente de la alta costura, a pesar de que en 1995 abandonara las pasarelas definitivamente. Desde entonces, mira desde la barrera las colecciones de su firma, y es el presidente de la Fundación Balenciaga, creada al morir su gran amigo en 1972 para recordar su legado. Antes de establecer las primeras similitudes y diferencias, habría que relatar brevemente la estrecha relación de amistad que mantuvieron Cristóbal Balenciaga y Hubert de 17

Givenchy, una relación que influyó directamente en la trayectoria artística del modisto francés. Muchos califican a Hubert de Givenchy como el sucesor de Cristóbal Balenciaga. Ambos diseñadores se encontraron por casualidad en 1953 y desarrollaron una relación que fue tal vez única en los anales de la alta costura. Balenciaga y Givenchy compartían sus dibujos, sus accesorios y las ideas de sus futuras colecciones. A partir de 1959, Givenchy se trasladó a la avenida George V, casi en frente de Balenciaga. Su amistad fue tan estrecha que cuando Balenciaga cerró su salón de costura, recomendó a sus clientes más valiosos que acudieran a la casa Givenchy. Su trato con la Casa Balenciaga estuvo basada en la confianza, tanto fue así que le estaba permitido ver las últimas colecciones antes de que fueran vistas en público, un privilegio único en la historia de la moda.

2.2.1. Analogías entre Cristóbal Balenciaga y Hubert de Givenchy

Las primeras similitudes que se observan entre ambos diseñadores se aprecian en el evidente gusto que mantuvieron por la estructura minimalista en sus diseños, haciendo siempre un mayor énfasis en la línea en lugar del ornamento. De este modo propiciaban que sus prendas fueran fáciles de adaptar. Buscaban el movimiento, la pureza y perfección de líneas y volúmenes exentos de adornos innecesarios.

Givenchy compartía con Balenciaga el ideal de crear un vestido perfecto, sencillo, de una sola línea, a ambos les caracterizaba la perfección en el corte como la base de su éxito.

Tanto Givenchy como Balenciaga lanzaban colecciones innovadoras, con colores frescos y llamativos que daban nuevos aires al mundo de la alta costura, diseños de un porte tal que destellaban el arte y la creatividad indiscutible de sus creadores.

Ambos genios comenzaban sus creaciones a partir de la tela, la elección recaía en los tejidos más lujosos y de una amplia gama de colores. A partir de estos creaban exquisitos modelos de alta costura que complementaban los estilos de vida de una clientela muy selecta y de alto nivel social. Fueron conocidos por sus vestidos de día simples, trajes muy bien adaptados, abrigos de líneas y volúmenes perfectos, suntuosos

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vestidos de coctel o maravillosos vestidos de noche que revelan su sentido de la fantasía.

Uno de los logros de Givenchy fue exagerar la forma ‘saco’, inventada por Balenciaga, y la desarrolló dando lugar a la línea ‘globo’ y ‘trapecio’, una colección que constaba de vestidos de noche ajustados en el pecho y sueltos por debajo combinados con faldas o pantalones

Otro punto en común, es la clara alusión e influencia del arte en sus colecciones, Givenchy por un lado hace alusión en sus originales tejidos estampados a las obras de Miró, Matisse y Christian Berard, y por otra parte Balenciaga, bebe de las fuentes de la pintura española, Velázquez, Goya, Zuloaga, Zurbarán…

Balenciaga ejerció de maestro, permitiendo que Givenchy viera sus colecciones antes de ser presentadas. "Él me enseñó que no es necesario poner un botón donde no hace falta, o añadir una flor para hacer un vestido más hermoso. Debe ser hermoso por sí mismo". dijo Givenchy. Le transmitió dos valores muy importantes que Givenchy desarrolló a lo largo de su carrera: "Nunca hagas trampas" y "Nunca trabajes en contra de la tela, tiene vida por sí misma”. "Con uno o diez metros de tela, se puede vestir a una persona, y la pieza de tela cobra vida por sí sola. La tela debe seguir el movimiento del cuerpo de la mujer y no al revés". Le aconsejaba el diseñador a su discípulo.

A medida que el estilo de Givenchy maduraba se unió en sintonía con Balenciaga, cada vez más simple y más escultórico.

Compartieron distintas percepciones sobre la moda: combinaciones sin riesgos, sin transgresiones en contra de la naturaleza. Lo que cuenta es la estructura, el marco o la armadura de un vestido, la relación entre las formas y los colores debían ser siempre respetados.

Todas las creaciones del aristócrata francés eran lujosas y con estilo nítidamente influenciado por el estilista Balenciaga. Givenchy jamás negó que el trabajo de Balenciaga lo inspiraba.

Disgustados por las copias de sus diseños, Balenciaga y Givenchy, anunciaron que sólo mostrarían a la prensa sus colecciones el día antes de la fecha de entrega a los clientes y compradores. Tradicionalmente, la prensa podría ver la colección cuatro semanas antes de la fecha de

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entrega. Tal decisión se mantuvo hasta el año 1967. Ambos se beneficiaron de esta estrategia ya que recibieron mucha publicidad.

Son muchos los diseñadores que certificaron que Balenciaga marcó un punto de inflexión en el mundo de la moda. «Es el arquitecto de la alta costura, las creaciones de Balenciaga son las cosas más extraordinarias que existen, Balenciaga sigue siendo mi dios», declaró Givenchy.

2.2.2. Diferencias entre Cristóbal Balenciaga y Hubert de Givenchy

Tal vez Givenchy no fue uno de los grandes innovadores de París como si lo fue Balenciaga, no obstante creó una vestimenta delicada, elaborada a la medida del cuerpo convirtiéndose en un estilo para todas aquellas mujeres que buscaban el "lady-look". A diferencia de otros modistos que trabajan en este momento, el francés, se dedicó a la mujer moderna, trabajadora, de vida multifacética, para lo que diseñó fáciles vestidos y abrigos que eran adorados por las mujeres de este tiempo.

Al margen del ámbito de la Alta Costura y del prêt-à-porter, el diseñador francés sí desarrolló más la perfumería.

Al contrario que su homólogo, Givenchy desarrolló una camisería diferente en sus colecciones, un claro ejemplo lo podemos observar en la blusa Bettina, una de sus creaciones de mayor éxito, confeccionada con tela de camisa masculina, con cuello abierto y mangas adornadas con bordado inglés.

También fue el primer diseñador de alta costura en presentar una línea de prêt-à-porter en 1954, llamada Givenchy Université. Balenciaga, se sintió ajeno a este nuevo sistema ya que representaba una filosofía de vida y trabajo completamente extraños a él. Para él, la alta costura le ofrecía la posibilidad de crear, por lo que no consideraba el prêt-à- porter un arte. Givenchy acercó su ropa a un mercado mucho más amplio, el diseño de ropa deportiva junior, así diversificó la dirección comercial de sus diseños, la marca Givenchy estaba dirigida a la mujer joven, elegante, que busca una puesta de largo como un look casual para la ciudad. Como reflejo de esta nueva mujer lanzó una colección de vestidos de noche concebidos como una serie de piezas intercambiables.

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El trato con las clientas era bien diferente en ambos casos; Balenciaga rara vez trataba personalmente a sus clientas, eran las primeras vendedoras y las jefas de taller las que establecían con las clientas una relación basada en la confianza. En cambio, Givenchy establecía una estrecha relación personal y laboral, como son el caso de Audrey Hepburn y Jackie Kennedy, ellas influyeron en su inspiración por la belleza, la sofisticación y la sensualidad que emanaban elevando al modisto al puesto más alto. Las prendas diseñadas para su amiga Hepburn propiciaron que fuera proclamado el modisto con la relación más estrecha con el cine, ejerciendo en incontable ocasiones como creador de su vestuario, y proyectando una gran influencia en la moda de los años 50 y 60.

Cabe recalcar que Hubert de Givenchy supo aprovechar los diferentes matices de su maestro Balenciaga adquiriendo sus propios ideales y un conglomerado de estilos que da vida a sus sublimes diseños.

2.2.3. Imágenes

Las dos prendas, vestidos de noche, muestran diferencias, el primero de Balenciaga de estilo Imperio tiene una línea de cintura alta debajo del busto. Pertenece a la colección “Ánfora” de otoño-invierno de 1965. Le acompaña el mítico vestido de Givenchy en satén negro confeccionado para Audrey Hepburn para la película “Desayuno con diamantes“. Sin volumen, exento de formas y siguiendo una línea recta. 21

Compartieron esta tipología de prenda y su inspiración hindú, a la izquierda, un vestido sari de Balenciaga, rosa con bordeado dorado, una auténtica obra de arte pues está confeccionado con una sola costura. A la izquierda, Audrey Hepburn luce un sari confeccionado en seda de Parma de Givenchy.

El vestido-túnica de color amarillo pertenece a Balenciaga, está compuesto de una capa de plumas; le acompaña a su izquierda una creación de Givenchy muy similar en cuanto a su composición, se aprecia la influencia que recibe del modisto español, la utilización de la fantasía, sencilla y elegante en vestidos de alta costura. En ambos casos no hay

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ningún elemento sujeto al azar, son resultado de una construcción minuciosa.

Ambas imágenes, siluetas nocturnas en palabra de honor, guardan muchas similitudes, la primera de Balenciaga es un vestido de noche de invierno, construido con telas de peso y varias capas. El segundo, de Givenchy también guarda la pureza y la perfección de líneas, está realizado en organdí de seda bordada con lentejuelas.

Balenciaga presentaba en 1951 sus trajes semiajustados, que resultaba más holgados en la espalda al tiempo que se ceñían al talle en la parte

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delantera. Dichas características se aprecian en la imagen contigua, de Givenchy, con muchas similitudes en un vestido hecho de crepé de lana negro con cuello de armiño blanco de la colección otoño-invierno 1958- 59.

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2.3. Yves Saint-Laurent

Yves Saint Laurent, además de ser un gran genio creador, es una leyenda de la moda por derecho propio, autor del traje pantalón, el esmoquin femenino, la sahariana, el ‘jumpsuit’ (mono), los shorts...

Fue amante de la moda desde muy joven, acudió a la capital francesa con sus dibujos bajo el brazo, donde conoció a , con quien comenzó a trabajar bajo sus órdenes en 1954. Se convirtió en su mano derecha, hasta la muerte del diseñador francés en 1957, momento que lo nombran heredero del diseñador. Es llamado a cumplir sus obligaciones en el servicio militar y debe dejar forzosamente su trabajo. Al regresar descubre que ha sido sustituido por el diseñador Marc Bohan, provocando esto su enfado. Entonces decide demandar a la firma por daño moral, y con el dinero ganado en la demanda decide crear su propia casa de modas en sociedad con su amigo Pierre Bergè y el empresario estadounidense Mark Robinson. El resto de la historia ya es conocida por todos, se convirtió en un diseñador exitoso y de fama mundial, creando un imperio no solo de ropa de alta costura sino además de accesorios de lujo, maquillaje, perfumes, bolsos y calzado.

Fue un vanguardista, aunque contradictoriamente al final no logró evolucionar y adaptarse a las tendencias actuales que apuestan más por una moda relajada y poco elaborada. Pero no por ello hay que demeritar su trabajo, por el contrario Saint-Laurent, por su talento y genialidad tendrá siempre un lugar muy importante en la historia de la moda.

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2.3.1. Analogías entre Cristóbal Balenciaga e Yves Saint-Laurent

Tanto Yves Saint Laurent como Balenciaga mantenían una obsesión por la perfección, la limpieza de las líneas, la coherencia y la elegancia.

Yves Saint Laurent se refirió al modisto español: “Balenciaga no termina de sorprender ni de revelar sus secretos.”

Coincidieron en que querían proporcionar acceso a la mujer a un guardarropa moderno y simple, aunque sus prendas fueran el resultado de un diseño meticuloso y una fabricación perfecta. Temporada tras temporada, variaban sus diseños pero siempre fieles a sus prototipos básicos para que la mujer no necesitara cambiar constantemente su guardarropa.

Ambos exploraron todas las posibilidades de su estilo, concebido como eterno, huyendo de los diseños limitados y encorsetados y siempre reinventado sus propios códigos. Este particular estilo nacía del movimiento, de los gestos, de la actitud de la mujer en contra de la actitud estática e icónica de los diseños de Dior.

Uno y otro llegaron a arbitrar soluciones técnicamente perfectas para equilibrar cualquier defecto corporal, liberándose de las leyes de la gravedad y de la anatomía.

Compartieron la importancia de la comodidad y movimiento en sus prendas. Para Balenciaga las mangas tenían que ser perfectas y no obstaculizar los movimientos de la clienta. Los cuellos se basculaban, alejándose de la nuca y permitiendo una grácil y elegante conjunción de esta con el cuerpo. Yves Saint Laurent exploró territorios que ya habían sido analizados por su predecesor, pero con un nuevo ángulo de visión. El centro de gravedad de sus creaciones se encontraba en los hombros, a partir de ahí se desenrollaba la tela, manteniendo la cabeza y el cuello en libertad. Los hombros debían estar siempre en movimiento y para ello recurrió al concepto de Balenciaga, creando mangas muy específicas, suaves y flexibles que acompañaban la oscilación del brazo.

Saint Laurent partió de la idea del vestido saco de Balenciaga, lo desarrolló y modificó dándose cuenta de que la planaridad del vestido era un campo ideal para los bloques de color. Al conocer los lienzos de

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Mondrian de la década de 1960, Saint Laurent atendió a la sensibilidad artística de su tiempo. También demostró su destreza en el corte y la confección de este vestido, ajustando cada bloque de color en la prenda, y juntando las piezas para crear la apariencia y el orden pictórico de Mondrian ocultando las costuras de la cuadrícula.

En la carrera del diseñador francés destacaron las colecciones dedicadas a los pintores Henri Matisse, Piet Mondrian, Pablo Picassso, Tom Wesselman, Vincent Van Gogh, Jean Cocteau y Georges Braque. La pintura también fue una fuente de inspiración para Balenciaga que hizo alusión en incontables ocasiones a Goya, Velázquez, Zuloaga y Zurbarán en muchas de sus colecciones.

A pesar de la especial predilección de Yves Saint Laurent por el negro también compartía con Balenciaga el gusto por colores llamativos y chillones en sus colecciones: cereza, lima, castaño rojizo, azul marino intenso, púrpuras, amarillos, etc.

No sólo se sintieron influidos por el arte, sino por otras culturas más lejanas y el folklore de otros pueblos. En 1976, Yves Saint Laurent lanzó la colección “La Ópera y el Ballet Ruso”, inspirada en el ballet de Sergei Diaghilev y en la obra pictórica de Veermer, La joven de la perla. No le atrajo el clasicismo de la composición sino su vestimenta exótica, el turbante que portaba. Después de haber diseñado blazers, trajes pantalón, etc., sintió la necesidad de crear colecciones con un ápice de fantasía. Supo transformar a la mujer en una princesa china, en una campesina eslava….la impronta de la teatralidad en estas colecciones era mucho más palpable que en las de Balenciaga que aunque se inspirara en muchos artistas pictóricos aportaba simples matices de color y forma a sus prendas, meramente insinuando la fuente de su inspiración. Saint Laurent hizo viajes imaginarios: recurrió a los trajes típicos austríacos para crear sus zapatos negros con hebilla de metal, pensó en Turquía, Marruecos, Checoslovaquia, India y el Norte de África para sus abrigos y caftanes, en China para sus botas estilo cosaco. El modisto español se remitía a sus experiencias vividas: extraía parte de su inspiración de los pescadores vascos, el modo en que llevaban sus gorros, los colores del paisaje. Introdujo colores nunca vistos con anterioridad que venían de su Getaria natal, rosas muy fuertes, verdes cenizas…

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Las referencias al mundo del toreo y la indumentaria que formaba parte de la fiesta en su versión más andaluza, desde la chaquetilla de los toreros hasta los vestidos con volantes y los mantones de Manila fueron reflejadas en distintas creaciones de ambos diseñadores pero siempre sometiendo estos elementos a una progresiva estilización y depuración. Saint Laurent transformó su smoking en un bolero que recuerda a la indumentaria de los toreros, lo mismo hizo Balenciaga en chaquetillas, vestidos y complementos. Balenciaga presentó en sus colecciones de los años 40 varios modelos en los que se puede apreciar un reinterpretación de la mantilla española.

Yves Saint-Laurent y Balenciaga entendieron desde el principio que era imposible crear su estilo como modistos sin inventar su propio lenguaje.

2.3.2. Diferencias entre Cristóbal Balenciaga e Yves Saint-Laurent

Diseñaron siluetas de mujer bien distintas: Balenciaga diseñó una nueva silueta femenina a partir de un sistema propio de proporciones estéticas. La silueta que él creó para sus clientas, y que hizo escuela, utiliza, como un elemento esencial en el diseño de las prendas, la distancia entre el cuerpo femenino y el tejido que lo envuelve, creando el límite sutil en el que reside la elegancia y el confort de sus modelos. Saint Laurent partió de esta premisa pero la desarrolló en otra dirección, no concedió protagonismo ni a la adaptación, ni a las técnicas de corte, ni a la confección, simplemente llevó a cabo una simbiosis entre ambas partes, mediante la supresión de la rigidez y la adaptación de las técnicas, propiciando que las prendas fluyeran libremente.

A la hora de comenzar con el proceso creativo sus puntos de partida era bien distintos:

Balenciaga prefería no comenzar el proceso creativo en el dibujo, consideraba que esto limitaba la espontaneidad. Para él, lo primordial era encontrar la materia, la tela. Una vez elegidas las telas trabaja los patrones con una perfección geométrica.

En cambio Saint Laurent, partía del dibujo, entendía que de esa forma el proceso creativo se materializaba de manera libre y natural. Daba rienda suelta a su imaginación, sin ningún tipo de prejuicios o de planificación,

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un sueño que aún no se destruía por la lógica de los tejidos que con posterioridad iba a emplear. Estos bocetos elegidos poseían todas las indicaciones que los talleres necesitaban para el corte y el montaje. Su objetivo era mantener la inspiración en su estado puro durante todo el desarrollo creativo.

Balenciaga veía en la mujer un objeto al que vestir, una obra arquitectónica trasladada al cuerpo femenino que muchas veces ha sido considerado como frío estilo geométrico. En cambio Saint Laurent concebía la moda como un juego dónde poder enseñar y ocultar la sensualidad de la mujer a través de sus prendas. Se trataba de una mujer, que acompañada de sus prendas, podía reivindicar sus derechos y su posición en la sociedad contemporánea. Es por ello, que desde sus inicios se percibe una clara intención de sacar lo mejor o lo más práctico del vestuario masculino y adaptarlo con gran talento a las formas femeninas. Sus diseños iban dirigidos a una mujer adulta, sensual, trabajadora, dinámica, independiente, que condujera su propio coche. Estaba totalmente en contra de la alta burguesía, de aquellas mujeres cuya única actividad era la de ir a la peluquería. Discrepaba con el modisto español en este punto, lo consideraba un gran diseñador pero que solo producía diseños para la alta sociedad, para Saint Laurent la moda era muy aburrida si sólo estaba dirigida a mujeres ricas.

Es por ello que con el modisto francés se estableció el conflicto entre la alta costura y la moda de la calle. En 1966 inauguró su primer local que comercializaba prêt-à-porter, lo implantó como una línea comercial completa; de hecho fue el primer creador de alta costura que presentó una línea de esta nueva categoría de moda. Se convierte en el pionero de una moda más democrática, rápida y asequible pensada para las nuevas generaciones.

Balenciaga a finales de su carrera percibió como los cambios sociológicos propiciaban una liberación del rígido código estético de la vestimenta femenina. Se sintió ajeno a este nuevo sistema y asistió al nacimiento del prêt-à-porter, que representaba una filosofía de vida y trabajo completamente nuevos que le resultaban extraños. A raíz de esta nueva situación, tomó la decisión de cerrar su casa de costura. Para Balenciaga la alta costura le daba la posibilidad de crear por lo que no consideraba el prêt-à-porter, un arte. La única incursión de Balenciaga

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en la producción en masa fue en el año 1968 cuando aceptó el encargo de Air France para diseñar el uniforme de las azafatas.

Tanto Yves Saint Laurent como Balenciaga tenían en común su carácter innovador y su pasión por la moda pero les distinguía su mentalidad y su visión de la mujer. Aunque fueron coetáneos, Balenciaga se desarrolló plenamente en una etapa muy diferente a la de Saint Laurent que comenzó su carrera creativa en una época de cambios y alteraciones sociales donde cobró un fuerte impulso la liberación femenina. Las mujeres sexys se volvieron en otra dirección: en la de Saint Laurent, cuyos vestidos cortos negros y sus austeros tailleurs le debían mucho a Balenciaga, pero que iban en contra del sentido burgués del decoro de este último: era el efecto Belle de Jour.

Balenciaga consideraba que la mujer no debía llamar la atención en la calle, debía estar perfecta, pero nadie debía volverse a su paso. Los vestidos de Balenciaga dibujan límites físicos y sociales, enmarcan a las mujeres que los llevan transformándolas en seres elegantes que esconden su feminidad individual bajo una armadura de buen gusto y formas refinadas.

Si bien Saint Laurent adaptó la idea del vestido saco de Balenciaga desarrollándolo en un vestido recto y corto como es el de Mondrian, el concepto sociológico del que partió el modisto francés es muy diferente al concepto original de Balenciaga, puesto que se trata de un “vestido de cambio” que representa una actitud juvenil, libre y revolucionaria propia de la década de los 60, una nueva generación que consideraban mediocre y aburrido el mundo burgués.

Las presentaciones de las colecciones de Balenciaga se realizaban en silencio, las maniquíes desempeñaban un papel mudo, presentando los modelos en silencio con el pelo recogido en un austero moño y con un simple cartel con el número del modelo en la mano. Contrariamente, Saint Laurent concedía un papel vital a la modelo en sus exhibiciones incorporando mujeres de raza negra como modelos en sus desfiles ya que consideraba que tenían un movimiento especial y diferente al andar.

Saint Laurent lanza el traje pantalón, el esmoquin femenino, la sahariana, el ‘jumpsuit’ (mono), los shorts., la blusa transparente… que contribuye a la revolución sexual, prendas icónicas que revolucionaron el mundo de la moda reflejando la feminización de la moda masculina. Estas creaciones

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nada tienen que ver con el halo romántico de las prendas de Balenciaga con su mítico vestido baby doll o la recurrente utilización de encajes, madroños, flecos, mantillas…

2.3.3. Imágenes

La primera imagen muestra una prenda emblemática de Balenciaga, una capa de seda rosa de 1954-55, impregnada de evocaciones orientalistas: la caída del cuello sobre la nuca posterior de un quimono, al tiempo que los grandes pliegues que caen en cascada sobre la espalda evocan reminiscencias de la amplia bata francesa del siglo XVIII. La figura de la derecha es una de las piezas más espectaculares de Yves Saint Laurent de la colección invierno de 1983-84: una capa de seda pesada que combina el romanticismo de Christian Dior y el drama escultórico de Cristóbal Balenciaga.

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Rupturista e innovadores, Balenciaga, a la izquierda, dedicado a la Alta Costura. Yves Saint Laurent creando el prêt-à-porter a la derecha. Dos percepciones del mundo diferente, dos colores opuestos, dos lazos. Vestidos de cocktail, ambos con lazos delanteros acentuando la elevación de la cintura.

El primero, de Balenciaga, de lana, con mangas de kimono y silueta cuadrada. El segundo, abrigo de Saint Laurent, confeccionado con lentejuelas y print animal, más transgresor, ambos con mangas de tres cuartos de longitud. Saint Laurent continuó con la herencia del español, separando la ropa del cuerpo, como si la prenda estuviera flotando.

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En la imagen de la izquierda se observa cómo Balenciaga crea la primera versión del vestido de la línea “saco”, un diseño minimalista y que prefigura la geometría simple que caracterizó la moda de 1960: el vestido cuenta con estructuras independientes suspendido desde los hombros. Este es un ejemplo de vestido saco de 1957. A partir de ahí Saint Laurent lo desarrolló y modificó dándose cuenta de que la planaridad del vestido era un campo ideal para los bloques de color A su derecha, el “Vestido Mondrian”, de Saint Laurent, prenda que salió para la colección de otoño en 1965. Usó la tela como una especie de lienzo e ilustró figuras cuadrangulares en blanco, rojo, negro, azul y amarillo. Los dos modistos fueron altamente sensibles al arte y supieron incorporarlo una y otra vez a sus propias creaciones. Demostraron que era posible encontrar y hacer arte hasta con un detalle tan cotidiano como lo es el vestido; que la moda y el arte son fenómenos sociales que sirven como espejo del pensar que caracteriza a una época determinada. El cuerpo se convierte en un espacio individual, una galería que expone la propia creatividad y un gancho del que pueden colgar ideas exquisitas.

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Estas imágenes son reflejo de los distintos conceptos de mujer que desarrollaron. La imagen de la izquierda, de Balenciaga, denota su estilo, de una sensualidad mucho más contenida, simplemente asomando el cuello, la mujer queda envuelta en las prendas, está dentro de su obra, parece quedar atrapada en el volumen. En cambio, la imagen de la derecha, del modista francés, con un conjunto de smoking y blusa transparente y lazada al cuello, muestra una mujer que acompañada por la liberación femenina, puede reivindicar su posición en la sociedad. Saint Laurent al contrario que su homólogo concebía la moda como un juego dónde poder enseñar y ocultar la sensualidad de la mujer a través de sus prendas.

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Algo similar ocurre en este caso, dos percepciones bien distintas, el primero vestido globo de Balenciaga donde impone su volumen, holgado que se estrecha hasta debajo de la rodilla; el segundo de Saint-Laurent, una túnica y estola en crepe, visualmente más ligera, los conceptos de movimiento son diferentes.

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3. Bibliografía

 Arzalluz Miren, Cristóbal Balenciaga, La forja del Maestro (1895- 1936), Donostia-San Sebastián, Editorial Nerea, 2010.  Foundation Pierre Bergé-Yves Saint Laurent, Yves Saint Laurent, Paris, Editorial La Martinière Group, 2010.  Foundation Pierre Bergé-Yves Saint Laurent, Yves Saint Laurent Style, New York, Editorial La Martinière Group, 2008.  Merceron Dean L, Lanvin, New York, Editorial Rizzoli, 2007.  Mohrt Francoise, The Givenchy Style, Paris, Editions Assouline, 1998.

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