Buscando una historia Autor: Cuentacuentos

Una hora, dos horas, varios documentos abiertos en el ordenador con sólo un par de párrafos escritos en cada uno de ellos, como mucho…

Cuando decidí que iba a escribir una pequeña novela todo parecía más factible.

Sobretodo para alguien al que le encanta la lectura y el cine. Una vez encontrado un argumento, pensé, todo lo demás es coser y cantar, dejarse llevar por la inspiración.

El problema es encontrar ese argumento, que sea original a la vez que interesante. Y eso resulta que no es tan sencillo. Todo parece inventado ya. O eso o es que no soy tan ingenioso como pensaba. Ser profesor de arte e historia también debería ayudar…

Hombre, en realidad esto era por diversión, tampoco es que me vaya mucho en ello, pero bueno, siempre he pensado que sería capaz de hacerlo y ahora que por fin me he tomado unas vacaciones, parecía un buen momento para intentarlo.

Vamos, vamos, piensa un poco más, no te rindas tan rápido. La idea tiene que llegar en cualquier momento. Un chaval que se da cuenta que puede hacer cosas asombrosas… muy visto. ¿Un viaje en el tiempo?.... tema agotado.

¡Bahh! ¡No se puede forzar esto de la inspiración! Quizás si me pongo a hacer otra cosa se me ocurra algo. Como cuando no te acuerdas de algo y a las horas, cuando hasta te habías olvidado de que no te acordabas, justo va y te viene a la cabeza.

Por un momento juraría que el ratón se ha movido sólo. Yo diría que no lo he tocado.

¡No te digo!, desde luego tanto hablar de nuevas tecnologías y de avances tecnológicos y luego las cosas funcionan como una patata. Me voy a beber algo fresquito a la cocina.

¿De dónde habría salido la expresión funcionar como una patata? Luego lo busco en

Google. Estas son las cosas que atraen a mis alumnos…

1 Camino de la cocina me acuerdo de que tengo que llamar a mi amigo Luis, que hablando de nuevas tecnologías y de olvidos, todavía no me ha devuelto el GPS que le presté hace cuánto ya… ¿Un mes? Dentro de dos días voy a viajar a Roma y sin él voy a estar más perdido que… ¿Qué ha sido ese ruido? Venía como de mi cuarto. Estoy un poco paranoico hoy. Ya sabía yo que no tenía que haber visto ese documental sobre testimonios de apariciones fantasmales que echaron ayer por la noche en la tele.

Siempre te convences de que no existen de verdad pero... ¿Y si esos testimonios son realmente ciertos? Se me ponen los pelos de punta.

¡Qué fresquita sale el agua! ¡Ala! vamos de nuevo al ordenador a ver si tenemos un poco más de suerte ahora que me he despejado un poco.

Al llegar me encuentro que he recibido un correo electrónico de remitente desconocido en el que se lee:

“aquel que la Luz quiera hallar,

Reyno y Camino con Orden y Temple deberá aunar,

de entre las Puertas que al llegar hallará,

que en realidad son pocas si uno se fija de Verdad,

una, por la Cruz, deberá cruzar.”

Pero, ¿Qué significa esto? Con esto de internet cada vez tiene uno menos intimidad.

¡Estoy harto de estos mensajes de publicidad que se te cuelan en tu ordenador sin que tú quieras verlos! ¿De qué será esta propaganda? A ver, veamos, parece que si uno según un orden y con calma las palabras “Reyno” y “Camino” sale el nombre de un lugar en el que hay una puerta tras la que puedo encontrar una luz. ¿Un anuncio de bombillas?

Ja, ja, ja. Demasiado complicado de adivinar. Como siempre seguro que es de un coche.

2 A veces a estos publicistas se les va un poco la cabeza… Y mira que a mí me gustan estas cosas de rompecabezas.

Bueno, empecemos a pensar en mi historia. Quizás podría escribir algo tipo histórico.

Una mezcla de invención con hechos reales, con algo de acción, misterio y romances…

No sé, estilo Reverte y su Alastriste… Tendría que ser sobre algún acontecimiento que todo el mundo recuerde, para hacerlo más creíble y con enganche.

¿Por qué las palabras “Reyno”, “Camino”, “Orden” y “Temple” estarán en mayúsculas como si fueran nombres propios? Déjalo ya, no le des más vueltas. Creo que me voy a poner a hacer las maletas.

Siempre me ha gustado Roma, la Ciudad Eterna como la llaman. Para un profesor de arte e historia es como la Meca para los musulmanes. Hay que ir por lo menos una vez en la vida. Cada rincón de la ciudad es historia pura. Yo ya he estado varias veces antes, pero cada vez que me voy me queda la sensación de que algo se me escapa, de que algo se me ha quedado por descubrir. Siempre me hospedo en el mismo sitio, en un pequeño hostal cerca del Vaticano. Desde luego la religión también se masca en esta ciudad.

Puedes ver monjes y monjas de todas las órdenes religiosas católicas que existen.

Hablando de monjes…

¿Templarios? ¿Lo de “Orden y Temple” puede ser un juego de palabras que se refiera a los templarios? Monjes guerreros protectores de peregrinos, en principio. ¡Hombre! y hasta cuadraría con lo de “Camino”, entendido como peregrinación. ¿Pero camino a dónde? ¿Al “Reyno”? ¿Qué reino? Demasiado enrevesado incluso para vender un coche.

No me gusta llevar mucho equipaje en mis viajes. Soy contrario a la teoría del “por si acaso”. Como casi todos los que estamos acostumbrados a viajar en avión. Llevo todo lo que quepa en una maleta de mano que pueda subir conmigo hasta mi mismísimo

3 asiento. Para lo demás uso la tarjeta de crédito. ¡Qué invento! Así se evitan muchos dolores de cabeza y muchos enfados con las compañías aéreas. Aunque esta vez me voy en furgoneta, ya que mi compañero de viaje, a pesar de decir que toca el cielo con la poesía, tiene terror a volar. Mi compañero se llama Carlos y es profesor de literatura en la Universidad de Salamanca, al igual que yo. Allí nos conocimos hace ya 8 años y desde entonces mantenemos una buena amistad. Hace algún tiempo, y tras una mala experiencia de la que no quiere hablar, está barruntando la posibilidad de abandonarlo todo e irse misionero a algún país del tercer mundo. Por eso le acompaño a Roma.

Piensa que en esta ciudad puede aclarar su cabeza definitivamente. Espero que así sea.

No puedo, no puedo dejar de pensar en ello. A ver, si pongo en Google “Reyno y

Camino” varios de los primeros resultados hacen referencia al paso del Camino de

Santiago por el antiguo Reyno de Navarra. Navarra fue un reino independiente hasta su conquista por Castilla en el año 1512. Humm, voy a probar con “Reyno de Navarra,

Camino de Santiago y Templarios”. El resultado que parece más repetido es el de

“Santa María de Eunate”. ¡Cómo me gusta esta ermita! Siempre se la enseño a mis alumnos de Grado. Y siempre cae en mis exámenes. Voy a pinchar en este enlace que dice “El enigma de Eunate”. Aunque yo siempre he rechazado esa teoría. A pesar de tener una planta octogonal y algunas marcas en las piedras y decoraciones en capiteles típicas de los templarios. En mi opinión era la iglesia de un hospital para peregrinos de la orden de San Juan de Jerusalén, al igual que el de la villa cercana de

Puente la Reina. En fin, a ver que dice:

“A pocos kilómetros de Puente la Reina, en el valle de Ilzarbe, se encuentra uno de los monumentos más importantes del románico peninsular. Aislada en el campo se alza la ermita de Eunate. El edificio es uno de los puntos clave del Camino de Santiago, dada su proximidad a Puente la Reina, donde confluyen los distintos caminos que, desde

4 Somport y Roncesvalles, llegan a la localidad navarra para transformarse en uno solo que discurre hasta Santiago de Galicia. El templo, románico del siglo XII, encierra todavía el misterio indescifrado de su origen. Frente a su catalogación como capilla funeraria, se alzan las voces de los que pretenden para Eunate una génesis templaria, dando a su arquitectura una simbología esotérica. Eunate, las "Cien Puertas", pertenece, tal vez, a uno de esos lugares iniciáticos que centran las especulaciones de todo tipo de investigadores. Arte, Historia y Simbología se dan cita en esta capilla arropando el misterio de lo desconocido.”

¡Fíjate lo que dice! ¡Eunate en euskera significa cien puertas! No había caído en eso. Se le llama así por la arcada que rodea la iglesia, que cuenta con 33 arcos. ¿Cómo decía el rompecabezas?

“de entre las Puertas que al llegar hallará,

que en realidad son pocas si uno se fija de Verdad,

una, por la Cruz, deberá cruzar.”

¿Una puerta secreta? ¿Se refiere a que hay una puerta secreta? Desde luego 33 arcos más dos puertas de entrada no suman cien exactamente. ¿Y qué es lo que hay detrás de la puerta? ¿A qué se refiere con la Luz? Esto empieza a asustarme un poco. Más que lo de los fantasmas. ¿Y quién diablos me ha mandado este mensaje?

Después de una noche entera casi sin dormir y de darle muchas vueltas al maldito acertijo llamo a Carlos para decirle que va a ver un pequeño desvío en nuestra ruta a

Italia. Vamos a pasar por Navarra.

5 De camino Carlos me vuelve a pedir que le explique porqué nos desviamos para visitar una pequeña iglesia de Navarra. La explicación telefónica casi al amanecer parece que no le quedó muy clara…

Le paso una copia imprimida del acertijo que saco del bolsillo de mi chaqueta.

- “¿Y tú crees que esa iglesia o ermita tiene que ver con este acertijo?” Dice Carlos mirándome de manera escéptica tras leer detenidamente el papel.

- No lo sé. Pero todas las piezas encajan. Aunque lo más seguro es que todo sea una pura coincidencia. Pero no puedo dejar de pensar en ello. ¿Y si realmente los templarios construyeron esa ermita y ocultaron algo en ella?

- Lo qué, ¿Un tesoro? ¿Como en aquella película de Nicolas Cage que me llevaste a ver hace algún tiempo? Cómo se llamaba…

- “La búsqueda”, se llamaba la “La búsqueda”, pero no me refiero a eso. La historia de la orden de los templarios siempre ha estado rodeada de misterio, de conflictos, de enigmas. Quizás encontremos algún documento que pueda aclarar algo sobre su origen, su labor, su final… Creo que a eso se refiere el acertijo al hablar de “Luz”. Un archivo.

El archivo de los templarios. ¡Imagínate! ¡Sería un descubrimiento histórico!

- ¿Encontremos? ¿Nosotros? ¿Y cómo piensas hacerlo? ¿Crees que vas a llegar y a encontrar un cartel que diga: “Atención, esto es una puerta secreta nunca descubierta, pase por favor”? Pero si ni siquiera sabes el origen del acertijo. O si es un acertijo. Y ni siquiera su rima es muy buena…

- No lo sé, no lo sé, me haces demasiadas preguntas. Lo veremos al llegar. Y te prometo que si no encontramos nada nos iremos enseguida.

6 Son las tres de la tarde y la iglesia de Santa María de Eunate todavía no esta abierta al público, así que decidimos dar una vuelta por el exterior. Una primera inspección de la iglesia. Para ir entrando en tema. La disposición de su arcada, la de sus dos puertas de acceso al interior, la del pequeño ábside, la de su torre...

- “Pues es una iglesia bastante sencilla y sobria”, me dice Carlos, “pero la verdad es que sí que tiene algo de especial, no sabría que decirte qué es, la propia sencillez de la construcción, su planta octogonal, el entorno…, pero se respira espiritualidad por todos lados.”

- Así es. Tú también lo sientes, eh? La verdad es que la planta octogonal es bastante original. Hay muy pocas iglesias que la tengan y casi todas ellas fueron construidas por los templarios, a imagen de la Iglesia de la Cúpula de la Roca en Jerusalén. Por eso fundamentalmente algunos piensan que es de origen templario. Pero no es sólo su planta, como dices, es todo el conjunto lo que la hace única.

Vuelvo a leer de nuevo el acertijo.

- Entiendo que hay que encontrar una cruz que indique la puerta correcta. Empecemos por la arcada. Sólo hay 14 arcos que conserven decoraciones, los que están alrededor de la portada principal. Comenzaremos por ellos. Esperemos que haya suerte.

No podía ser tan fácil. Tras revisar todos y cada uno de los arcos, no encontramos ninguna cruz en sus decoraciones, únicamente máscaras, hojas, frutos, tallos, figuras humanas y animales. Así que continuamos por las dos portadas. Tampoco hay pistas. El tiempo se nos pasa volando. Son las cinco de la tarde cuando aparece el guía que abre la iglesia al público por la tarde.

- “Podríamos hacer una visita guiada, igual nos da una idea”, dice Carlos.

7 - Bien pensado.

Hacemos una visita junto con unos peregrinos que yo diría que son alemanes. Nos unimos a ellos cuando se introducen en el interior de la ermita. El guía, un joven que parece que tiene la mente en otros asuntos, nos cuenta un poco la historia de la iglesia.

Construida hacia el año 1170 como infraestructura del Camino de Santiago, en auge en dichas fechas, considerándose una capilla funeraria anexa a un hospital y a un cementerio para peregrinos que existirían en la época.

Habla de su planta octogonal y de que siempre ha estado dedicado a la Virgen, cuya imagen preside la iglesia. No quedan retablos ni más decoración en el interior. Ninguna cruz.

- “¿Nunca ha habido una cruz?” Pregunto un poco desilusionado.

- “No que se tenga constancia”, responde el guía sin más explicaciones.

La visita continúa por el exterior pero yo ya no hago mucho al discurso del guía. ¿Pero qué esperaba? ¿Llegar, dar un par de vueltas y hacer un descubrimiento histórico, de repercusión… mundial? Qué inocente soy. Creo que me he dejado llevar por mi imaginación y se me ha ido un poco la cabeza. Como decía Carlos, ¡Cómo he podido hacer caso a un acertijo que ni siquiera sé de donde ha salido! Creo que he visto demasiadas películas de Indiana Jones. En cuanto termine la visita nos vamos para

Roma. Ya hemos perdido demasiado tiempo.

Nos dirigimos hacia el coche mientras Carlos intenta animarme. De repente, oímos una voz que nos llama por detrás. Es el guía.

8 - Perdonen señores. Si me permiten una pregunta, si no es indiscreción. Me he quedado intrigado por la cuestión que me ha planteado en la ermita. ¿Por qué quería saber si ha existido alguna vez una cruz en la iglesia?

Por un momento dudo de si contarle la verdad, pero para que no tener que dar muchas explicaciones y que me tome por loco le contesto que simplemente me parecía curioso que no hubiese una cruz en una iglesia. Una respuesta convincente creo yo.

- “Ya, entiendo”, me responde ¿No será usted por casualidad profesor de arte e historia?

- “Si…, lo soy”, respondo sorprendido por la pregunta.

En ese momento una pequeña sonrisa burlona se dibuja en su cara.

- “¿Por qué lo preguntas? ¿Se me nota?”, añado intrigado intentando hacerme un poco el simpático. Yo creo que no es un antiguo alumno mío…

Tras unos segundos en silencio el guía recita el acertijo ante nuestra atónita mirada.

- “¿Cómo conoces ese acertijo?” le pregunto casi con miedo a su respuesta.

- Yo se lo envié.

Por un momento dudo entre montarme en el coche y salir a toda velocidad sin mirar atrás. Pero, por otro lado, es la respuesta que puede llevarme a resolver todo este asunto.

Y la que demuestra que no era todo fruto de mi imaginación. De que hay algo detrás de todo esto.

- “Dejad que os explique”, dice el guía viendo que no somos capaces de reaccionar ante su afirmación.

9 - Me llamo Javier. Pertenezco al Departamento de Geografía e Historia de la

Universidad Pública de Navarra... Estaba trabajando en la creación de una base de datos descriptiva de los fondos documentales del Archivo General de Navarra, por un acuerdo que suscribimos con el Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra, cuando, por casualidad, entre unos documentos que manejaba lo descubrí. Al principio no le di importancia pero tampoco conseguí quitármelo de la cabeza. Me puse a darle vueltas y llegué a la misma conclusión que vosotros, que se refería a Santa María de

Eunate. Pero ahí me quede. Buscando una cruz. Entendí que necesitaba la ayuda de un experto. Entonces me acordé de usted. Le estuve escuchando en unas jornadas que hubo en mi universidad sobre el Camino de Santiago. Nunca olvidé la vehemencia con la que habló sobre esta iglesia en un pequeño inciso que hizo en su charla. No fue difícil dar con su correo electrónico. No se lo que esperaba conseguir con ello, pero no se me ocurrió otra cosa. Por otro lado, como soy de un pueblo cercano, me enteré de que buscaban guías voluntarios que enseñasen la ermita en verano. Así que aquí estoy, gastando mis vacaciones intentado encontrar una pista, al igual que vosotros. Al final parece que mi idea no fue tan mala, ¿no?

- No, desde luego. Pero en menudo embolado nos has metido. Ja, ja, ja. Perdona, este es

Carlos, profesor de literatura y compañero mío en la universidad.

- Hola Javier. Encantado. Bueno, ¿Y qué hacemos ahora?

- Hola Carlos, la verdad es que esperaba que vosotros tuvieseis alguna idea…

- “Hay algún detalle que se nos escapa”, digo volviendo a sacar el papel con el acertijo.

Hay algo que estamos pasando por alto o algo que quizás estemos interpretando erróneamente.

10 - “¿Y si lo de la cruz no es una cruz ornamental en una pared o columna?” dice Carlos.

Quiero decir, ¿y si se refiere a una cruz que marque un punto como la de los mapas de los piratas?

- “Podría ser”, dice Javier. Hasta ahora sólo nos hemos centrado todos en las paredes y puertas de la iglesia. Nadie ha mirado al suelo. Podría ser una puerta que lleve a una especie de cripta. Pero, ¿Por dónde empezamos?

- “No perdemos nada por intentarlo. Empecemos por el interior de la iglesia. Todavía nos queda un rato de luz”, añado yo.

Buscamos durante un largo rato alguna piedra que tenga una marca parecida a una cruz pero de nuevo sin resultado. Llegamos de nuevo a un callejón . Apoyo mi espalda en la pared de uno de los ocho lados de la iglesia mientras suspiro con fuerza.

Un lado, ocho lados… un momento… no puede ser…

- “Necesito un bolígrafo”, digo nervioso. Creo que he encontrado una cruz.

Carlos saca rápidamente su pluma del bolsillo de su chaqueta y me la da. Me pongo a dibujar un octógono en el reverso del papel donde está escrito el acertijo.

- “¿Qué tienes?” pregunta Javier al que he contagiado mi nerviosismo.

- Mirad esto. ¿Qué se obtiene si dibujamos todas las diagonales posibles de un octógono?

- “Ocho triángulos”, responden Carlos y Javier a la vez.

- “Y si coloreamos los triángulos de manera alternativa ¿Qué obtenemos? Pues una cruz paté que se llama, típica por cierto de los templarios”, respondo yo mismo sin dar tiempo a contestar a mis compañeros.

11 - “De hecho son dos, con el mismo centro”, añade Carlos.

- “La hemos tenido todo el rato en nuestras narices, o más bien a nuestros pies y no la hemos visto”, se lamenta Javier.

-“Vamos al centro de la cruz”, digo decidido.

Nos acercamos con cautela, como si ahora que hemos descubierto la cruz fuese a ocurrir algo si pisásemos una piedra que no debiéramos. Calculamos el que parece ser el centro y nos fijamos en la losa que coincide con el mismo. De hecho, fijándose un poco en los bordes parece como si alguna vez hubiese sido removida.

- “Antes de hacer nada, creo que deberíamos esperar a cerrar la iglesia al público, para estar más tranquilos”, apunta Javier.

Carlos y yo asentimos considerando que es la opción más sensata. De todas maneras ya solo queda media hora para las ocho de la tarde. Salimos fuera y nos dedicamos a dar un paseo relajante, dentro de lo posible, contemplando los hermosos parajes que rodean la ermita. También vemos un numeroso grupo de cicloturistas de azul que avanzan a buen ritmo por la carretera cercana a la misma, ajenos a nuestro descubrimiento. ¡Qué afición esta del ciclismo, con lo que tiene que cansar ir pedaleando todo el rato cuesta arriba y cuesta abajo!

Ya es la hora. Voy al coche a buscar una linterna, que siempre guardo para casos de emergencia, mientras Javier y Carlos se dedican a buscar algo con que hacer palanca para poder levantar la losa. Una vez dentro atrancamos la puerta para que nadie, ni turistas ni peregrinos rezagados nos descubran. Conseguimos introducir un cinturón, en realidad dos unidos, por debajo de la misma de modo que nos permita levantarla lo justo para introducir la palanca. Al final nos resulta más fácil de lo esperado. Quitada la losa

12 se ve una escalinata que se pierde en la oscuridad. Enciendo la linterna y me dispongo a bajar seguido de cerca por Javier y Carlos. Bajamos por la estrecha escalinata que resulta ser en forma de caracol. Vamos encontrando teas sujetas a la pared que vamos encendiendo en nuestro descenso. Nunca hubiese sospechado que me alegraría nunca de que Carlos fumase. Tengo que acordarme a partir de ahora de llevar siempre un mechero conmigo. Cuento unas treinta escaleras antes de llegar a lo que parece el centro de una sala. Las escaleras continúan hacia abajo, como si hubiese un tercer piso por debajo. Decidimos explorar la sala. Al encender las teas descubrimos que es bastante grande y octogonal como la iglesia. Y puertas, muchas puertas que la rodean. Contamos treinta y tres. Están numeradas en números romanos, empezando en el XXXVI y hasta el LXVIII, es decir desde el 36 al 68.

- “Si no me oriento mal y por el diámetro de ésta sala las puertas coinciden justo debajo de la arcada que rodea la iglesia”, dice Javier. “Si las escaleras para abajo conducen a otra sala como ésta, acabamos de descubrir la razón del nombre de Eunate. Aunque si sumas las dos portadas salen ciento uno en realidad”.

- “Salgamos de dudas”, afirmo entusiasmado por el descubrimiento.

Efectivamente las escaleras conducen a una segunda sala igual que la anterior. También están numeradas en números romanos, desde el LXIX hasta el CI, lógicamente siguiendo la secuencia, desde el 69 al 101. Como decía Javier, sobra una.

- “¿Y qué hacemos ahora?” pregunta Carlos.

- Pues la “Luz”, sea lo que sea, se encuentra detrás de alguna de estas puertas. Habrá que abrir todas. Tú y Javier abrid las de este piso y yo subiré a abrir las de arriba. Tened mucho cuidado.

13 Demasiado fácil. Todas atrancadas. Todas las puertas están cerradas y no tienen manilla ni otro mecanismo visible que las abra. Vuelta a un callejón sin salida.

- “Leamos el acertijo, ahí tiene que estar la pista que nos falta”, propongo.

Leemos y releemos el rompecabezas sin que a ninguno de los tres se nos ocurra nada.

- “Hagámoslo de otra manera”, sugiero. Recapitulemos todo lo que sabemos hasta ahora. Tenemos ciento una puertas de las que nos sobra una. Todas están cerradas y no tienen ningún sistema de apertura. Lo único que tenemos es su ordenación en números romanos desde el 36 al 101, por lo que hay que suponer que suma los 33 arcos del exterior más las dos portadas. La clave tiene que estar en los números romanos.

Estudiemos puerta a puerta.

Carlos y yo nos ponemos a revisar la del segundo piso y Javier baja al tercero. Vamos revisando las puertas y sus números esperando encontrar algo que no cuadre. Estábamos a punto de llegar a la última puerta cuando oímos la voz de Javier que nos llama. Quizás haya encontrado algo. Bajamos la escalera todo lo rápido que podemos.

- “¿Has encontrado algo?”, le preguntamos casi al mismo tiempo.

- “Puede ser”, contesta Javier. Al principio no había caído en la cuenta pero fijaros en la numeración de la puerta noventa y nueve. Está escrito como “IC” pero la escritura correcta es “XCIX”. Yo creo que esta puerta no es realidad una puerta, sino la llave de la puerta que estamos buscando. Esta es la que sobra, la puerta falsa.

- “Muy bien Javier, creo que tienes razón. Ahora sólo falta hacer girar esta llave…” afirmo entusiasmado. Supongo que “IC” tendrá algún significado que deberemos hallar.

Los tres nos quedamos fijos mirando la inscripción durante un largo rato.

14 - ¿Y si “IC” no es número? ¿Y si en realidad son letras?” sugiere Carlos de repente.

- “¿En qué estás pensando Carlos?” le pregunto intrigado.

- A ver que os parece esto. Desde que leí por primera vez el acertijo le estoy dando vueltas a la primera frase del mismo. ¿A qué se refiere con la “Luz”? ¿Qué es lo que estamos buscando en realidad? Últimamente leo mucho los Evangelios. En Juan (8:12)

Jesús dijo: “Yo soy la Luz del mundo”. Obviamente no pensé como posibilidad que se refiriese a Jesús. Aunque que esté en mayúsculas yo creo que por algo será. Pero, ahora, con lo que recuerdo de latín de cuando estudiaba, “IC” podrían ser las iniciales de Iesus

Christus, ¿no os parece mucha coincidencia?

Javier y yo nos quedamos atónitos observándole sin saber bien que contestar.

- “¿Y cómo podría ser que estuviese Jesús aquí?”, pregunto finalmente pensando en voz alta.

- “Obviamente el cuerpo de Jesús no puede ser” me responde Carlos sin ni siquiera mirarme, sumido en sus propios pensamientos. Pero, ¿Y si me he equivocado? ¿Y si la

“C” no es de “Christus” si no de “Calix”?

- “El Cáliz de Jesús, el…….Grial” contesto con voz entrecortada.

- “Siento interrumpir vuestra emoción”, dice Javier devolviéndonos a la realidad, sea lo que sea lo que podamos encontrar no lo sabremos si no averiguamos primero cuál es la puerta correcta y cómo se abre.

- “Nuevamente tienes razón Javier”, afirmo tratando de serenarme y pensar con claridad. A Carlos le ha llamado la atención que “Luz” esté en mayúsculas. Lo mismo me pasó a mí con “Reyno”, “Camino”, “Orden” y “Temple” lo que me llevó a dar con

15 Eunate. O “Puertas”. Creo que el resto de las palabras que empiezan por mayúscula tienen que ser también claves para resolver este rompecabezas. Por ejemplo “Verdad”.

- “En Juan 14:6 Jesús dice que es el Camino, la Verdad y la vida” recuerda Carlos haciendo uso de sus conocimientos evangélicos.

- “Si te fijas de Verdad” lee en voz alta Javier. ¿Hay que encontrar la “Verdad”?

Jesús es la Luz y la Verdad va repitiendo Javier mientras observa minuciosamente la tea que hay al lado de la puerta noventa y nueve. Luego se dirige hacia las que hay junto a otras puertas. De nuevo se nos acerca con su risa burlona.

- “¿Qué tienes Javier?, suéltalo ya por favor”, le insisto desesperado.

Javier vuelve al lado de la tea de la puerta noventa y nueve y tira de ella. La tea se mueve lentamente mientras se oye un ruido como si algún mecanismo se hubiera activado en alguna parte.

- “Es la única tea que tiene una “V” grabada en su mango” nos confiesa orgulloso de su descubrimiento. Ahora sólo nos falta saber qué puerta se ha abierto.

- “Ya sé cuál es” espeto sin preámbulos. Seguidme.

Conduzco a Javier y a Carlos al segundo piso. Hasta la puerta L. Hasta la “Lux”. La

“Luz”. Algo me acuerdo yo de latín también. Allí nos plantamos los tres delante de la puerta. A primera vista parece que nada ha cambiado desde que intentamos abrirla la primera vez. Si mi intuición no ha fallado ahora debería ser distinto. “La L de Lux,” les digo. Ellos asienten comprendiendo lo que estoy pensando. Finalmente soy yo el que me acerco. Respiro profundamente y empujo la puerta. No sin dificultades, debido al paso del tiempo, esta se mueve. Se abre. Mi corazón está a punto de explotar. Después

16 de tantos y tantos devaneos lo hemos conseguido. La hemos encontrado. La puerta secreta. Sonrío de satisfacción. Miro a mis compañeros. Por su expresión deduzco que ellos están igual que yo.

- “Es hora de entrar compañeros”, afirmo tratando de parecer sereno y seguro de mi mismo.

Cogemos unas teas de las puertas cercanas y entramos. Es una habitación no muy grande, de unos 15 m2. Hay una especie de candiles. Los encendemos para tener luz y las manos libres a la vez. No está amueblada. Ni mesas, ni sillas, ni estanterías. Se esfuma la idea del archivo de los templarios. De todas formas, no sé si de haber existido el papel hubiese resistido el paso del tiempo. Huele a humedad. Al fondo descubrimos un altar sobre el que reposa un arcón de madera, no muy grande, como una caja de zapatos. Nos acercamos. Parece bastante deteriorado. No parece que esté cerrado con ninguna especie de candado. Miro a mis compañeros. De nuevo parece que voy a tener que ser yo el que tenga que abrirlo. Me viene a la cabeza lo que ha dicho Carlos sobre el

Cáliz. Las manos me tiemblan. Ya está. Está abierto. Miro en el interior. No tengo palabras. Carlos y Javier se acercan ante mi falta de reacción. Vacío. Está vacío.

Salimos de la ermita tras intentar no dejar rastro de nuestra presencia. Lo hacemos cabizbajos y casi sin hablar. Sin pistas sobre el nuevo destino de lo que hubiese dentro del arcón. Fuese lo que fuese. Partimos para Roma tras despedirnos de Javier, prometiéndonos seguir en contacto. También nos ha prometido que en caso de que encuentre otro acertijo nos lo hará saber. En el fondo ha sido una experiencia inolvidable. Lo peor, que me voy con la duda de que puede que hubiese algo dentro de esa habitación que no hemos sabido encontrar. Nunca lo sabremos. O tal vez sí.

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