Flores De Galilea
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Israel Adán SHAMIR Flores de Galilea Colección de artículos 2001- Mayo de 2004 AAARGH Internet 2004 Israel SHAMIR Flores de Galilea AAARGH <http://aaargh-international.org/espa/solavaya> <[email protected]> Mayo 2004 OTROS LIVROS DE SHAMIR En español: La lluvia verde di Yasuf Ediciones Ojeda Barcelona, 2004 — 2 — Israel SHAMIR Flores de Galilea PREFACIO por Israel Shamir Los artículos reunidos aquí han sido escritos en 2001-2002, en la antigua ciudad portuaria de Jaifa sobre la costa oriental del Mediterráneo, durante la segunda Intifada, “Intifada Al- Aqsa”, pero no se limitan a interpretar los acontecimientos de Palestina. La guerra en Tierra santa es presentada como la pieza central de la lucha de ideas a escala mundial, en el contexto moderno decisivo que definen la creciente influencia de los judíos norteamericanos, la declinación de la izquierda, el auge de la globalización liberal, los primeros pasos del movimiento anti-globalización, y la tercera guerra mundial de los Estados Unidos contra el Tercer mundo. Es un intento audaz de vincular varios hilos conductores, en los ámbitos político, teológico, militar y social, y para forjar conceptos innovadores, que provean de nuevas herramientas de análisis y de acción. Al mismo tiempo que apunta a la liberación de Palestina, el autor espera contribuir también a una liberación más ambiciosa, la del discurso público. Estos artículos intentan probar que existe un vínculo intrínseco entre los dos movimientos de liberación. El de Palestina podrá realizarse con la victoria del resplandeciente mosaico que es el mundo sobre la grisácea globalización complaciente, por la victoria del espíritu sobre Mammón, mediante la democratización del discurso global, con la eliminación de la disparidad de las riquezas, y mediante la unidad dialéctica de la izquierda y de la derecha. Pero esto podría producirse de otra manera: a partir del momento en que Palestina sea libre, el discurso quedará liberado en la multitud, la globalización resultará abatida y los ingresos serán repartidos más equitativamente. En estos artículos, Palestina es percibida como un modelo reducido del mundo. Hay fuerzas en juego que apuntan a la eliminación de la población autóctona, la destrucción de iglesias y mezquitas, la devastación de su naturaleza. Pero hay igualmente fuerzas, materiales y espirituales, nuevas y antiguas, que se oponen a esto y hacen converger a los mejores hombres y mujeres hacia la batalla por Palestina. Es también una historia de amor. Estoy (dejemos de lado al hipotético “autor” neutro) profundamente enamorado de la Tierra prometida, de sus delgados cursos de agua, de sus olivares y de su pueblo, los palestinos nativos y adoptivos. Esta tierra siempre es capaz de unir al hombre y el espíritu mediante la virtud de sus sepulcros antiguos y de su naturaleza única. La caída de la Tierra santa crearía un punto de no retorno para la humanidad, significaría el sometimiento total del hombre por las fuerzas de dominación. Nuestra victoria liberará al mundo. Israel Adán Shamir, Jaffa — 3 — Israel SHAMIR Flores de Galilea POR QUÉ DEFIENDO EL DERECHO AL REGRESO DE LOS PALESTINOS Palestina no es algo muerto, es un país viviente. Los palestinos son su alma. Palestina es lo que los palestinos están recreando en tiempo real, del mismo modo que Francia es lo que los franceses crean y recrean cada día. Es una grave confusión imaginar que se puede querer a Francia y odiar a los franceses. ¿Qué tipo de Francia podría existir sin el alma francesa? Solamente algunos turistas necios provenientes de países ricos, acosados por los mendigos, prefieren quedarse encerrados en hoteles elegantes de donde pueden admirar el país sin encontrarse con los autóctonos. Es como si se amara a una bella dama odiando su alma. Querer a un país y anhelar la desaparición de sus habitantes proviene de un sentimiento necrofílico. El pensador ruso Lev Gumilev considera que la realidad de un país consiste en una simbiosis de sus habitantes y del paisaje. Palestina y los palestinos son inseparables, los paisanos y sus olivares, las fuentes y las cúpulas de las tumbas ancestrales en la cima de las colinas necesitan una de la otra y es para completarse que se han reunido así. Los palestinos no son un pueblo oscuro. Han creado la Estrella de Ghassul, redactado la Biblia, edificado los templos de Jerusalén y de Grizim, los palacios de Jerico y de Samaria, las iglesias del Santo Sepulcro y de la Natividad, las mezquitas de Haram al Sharif, los puertos de Cesárea y de Akka, los castillos de Monfort y de Belvoir. Han caminado con Jesús, vencido a Napoleón y combatido valientemente a Karameh. En sus venas se ha mezclado la sangre de los guerreros egeos, de Bene Israel, de los héroes de David, de los primeros apóstoles de Cristo y de los compañeros del Profeta, de los caballeros árabes, de los cruzados normandos y de los jefes turcos. Su llama no está apagada; la poesía de Mahmud Darwich, la lucidez de Edward Saíd, el aceite de oliva perfecto, el fervor de aquellos que rezan y la formidable valentía de la Intifada lo prueban. Sin los palestinos, Palestina muere. El agua de sus ríos queda envenenada, las fuentes se desecan, las colinas y los valles quedan desfigurados, sus campos son trabajados por chinos importados, y sus hijos son apresados en guetos. La idea de un Estado judío diferenciado se ha derrumbado. A lo largo de los últimos diez años, la política aberrante del gobierno israelí ha provocado la afluencia de más de un millón de rumanos, rusos y ucranianos, de trabajadores tailandeses y africanos. Algunos de entre ellos pretenden tener ascendencias judías; tribus peruanas, indios de Asam y una ola interminable de refugiados de la Unión soviética han aparecido. Ahora la Agencia judía proyecta importar una tribu lambda de África del Sur, afín de reforzar el carácter judío del Estado. Paradojalmente, los que cultivan todavía algunas tradiciones judías están aislados en el estado judío, como fue el caso de Yeshayahu Leibovich, o han sido encarcelados como el marroquí judío rabi Ari Der'i. El sueño de reunir a los judíos se ha quebrado contra lo real. Tenemos que terminar con nuestra ilusiones. Dejar a los hijos y las hijas de Palestina regresar a sus hogares y reconstruir Suba y Kakun, Haifa y Akka. En lugar de sancionar la Línea verde, derribémosla y vivamos juntos, hijos de Palestina, o de los colonos de la primera hora, o de marroquíes y de rusos. Deberíamos vivir en un sólo país, y no solamente debido al fracaso evidente de Oslo. Es la idea misma de partición la que es equivocada. Podríamos seguir el ejemplo de Nueva Zelandia, donde los inmigrantes europeos viven con los maoríes nativos o el ejemplo de la África del Sur de Nelson Mandela, y el del Caribe, donde los hijos de colonos españoles, de los esclavos africanos y de los indígenas amerindios se han fusionado para dar lugar a una espléndida raza nueva. Rompamos nuestras declaraciones de falsa independencia para escribir una nueva, una declaración de dependencia y de amor. — 4 — Israel SHAMIR Flores de Galilea EL ESTADO DE ESPÍRITU 14 de diciembre de 2001 Las elevaciones escarpadas de Wadi Keziv, en el oeste de Galilea, están cubiertas por pequeños robles macizos de la región y de arbustos espinosos. Los laureles rosas y los cipreses están hundidos en pequeños estanques alimentados por fuentes. Me gusta este cañón separado de todo. Durante los cálidos días del verano, uno puede ocultarse allí en grutas profundas y alambicadas y estirarse en aguas límpidas y frescas, acechando al antílope que llegará a beber allí o soñando con alguna ninfa. Se puede aprovechar un día más fresco para escalar la saliente rocosa que sube desde las profundidades de la cañada. Se llama Qurain, “el cuerno” en árabe, de allí el nombre del valle, Wadi Qurain. Como a caballo sobre “el cuerno”, está el castillo de Monfort, que data de las cruzadas y contempla al Mediterráneo, que se adivina en la lejanía. Este sitio conserva múltiples memorias. Los caballeros teutónicos, esos sionistas (antes de hora) del siglo XII, habían comprado este fuerte y lo habían llamado Starkenberg , el Monte de la Fuerza. Pero ni el nombre, ni el sitio aislado les permitieron resistir. Fueron derrotados por Baibars, ese dechado árabe de coraje y de compasión, que les cedió la libertad. Salvaron su vida y pudieron regresar a San- Juan de Acre con sus armas, equipajes y honores. Sobre este camino que lleva a una fuente es donde se habían encontrado, y luego separado, los adorables personajes de Arabesques, una exquisita novela del escritor palestino Antoine Shammas, oriundo de un pueblo cercano a Fassuta, sin duda el único no-judío del mundo en escribir sus libros y sus poemas en hebreo moderno. Más al oeste, el pequeño curso de agua de Keziv llega hasta el mar, después de haber atravesado las ruinas de Ahziv, un poblado cristiano destruído, por judíos, en 1948. En este pueblo, hace ahora muchos años –era en los años veinte- una joven palestina recibió la visita de otra palestina de la región, la Virgen María. En otros términos, es un lugar típico de esta tierra sorprendente de Palestina. En nuestros días, se puede explorar el lugar sin temor a ser molestado; no hay nadie. El pueblo demolido está desierto, así como el campo que lo rodea. La tierra de Palestina está doliente, como nunca lo estuvo desde las negras noches de 1948. Ya nadie se aventura por aquí, el valle está abandonado a jabalíes escuálidos. Bajando por la cañada vi a algunos de estos animales graciosos, tan diferentes a sus primos domesticados. Recién por fuera del desfiladero, sobre la llanura de San- Juan de Acre, encontré una presencia humana.