Guia Turistica Granada.Pdf
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Granada no es solo una provincia hermosa, es una provincia inolvidable, con la Alhambra como uno de los monumentos que más embrujo y fascinación suscitan en el viajero. Aunque habitada desde tiempos remotos, Granada no adquiere gran importancia hasta la llegada de los árabes (713), si bien su máximo esplendor se inicia tras la conquista cristiana de Córdoba (1236), muchos de cuyos habitantes musulmanes se refugiaron aquí. Al magnífico reino nazarí fundado por Muhammad in Nasr en 1238 y liquidado por Boabdil al entregar las llaves de Granada a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492, tras seis meses de asedio, se debe la construcción de la Alhambra, uno de los monumentos más bellos concebidos nunca por el hombre. El conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984. Granada cuenta con un emplazamiento excepcional, que se extiende desde su fértil vega a tres colinas –Albayzín, Sacromonte y Alhambra–, ofreciendo un vivo contraste entre la tranquilidad de sus viejos barrios altos, el Albayzín, llenos de jardines, y el bullicio de la ciudad moderna y cristiana que rodea el barrio de la catedral –peatonal, comercial y de gran interés monumental–, donde se concentra la mayoría de sus habitantes. Como telón de fondo de esta hermosa ciudad, se alza la crestería azulada y blanca de Sierra Nevada, techo de la Península Ibérica, concurrida estación de esquí y parque nacional desde 1999. En su accidentadísima ladera sur se escalonan los pueblecitos de las Alpujarras, comarca famosa por su aislamiento, sus aguas, su arquitectura popular y su pasado morisco; y más al sur, protegida de las borrascas por esta formidable barrera montañosa, se explaya la soleada y turística Costa Tropical, cuyos principales núcleos son Almuñécar, Salobreña y Motril. Otros lugares de sumo interés, en el interior de la provincia, son la histórica ciudad de Guadix y el precioso pueblo de Alhama de Granada. La Alhambra La Calat Alhambra, o castillo rojo, es el más perfecto logro del período nazarí, último del arte hispano-árabe, y el monumento más visitado de España con 2.200.000 visitantes al año, por lo que conviene reservar plaza con antelación para efectuar una visita que, a grandes rasgos, recorre estos espacios inolvidables: – Palacios nazaríes: construidos en el siglo XIV, la riqueza, variedad y originalidad decorativa de sus bóvedas de mocárabes, cúpulas, estucos y patios hacen de ellos una maravilla no igualada, en la que se consiguió incorporar el agua y la luz como elementos arquitectónicos. En su interior destacan el patio de Mexuar y la sala de la Barca, que da sobre el salón de Embajadores –antiguo salón del trono con decoraciones en el artesonado y los muros de belleza impresionante– y el patio de los Arrayanes, en cuyo estanque, bordeado de mirtos, se refleja la maciza torre almenada de Comares. Desde este se accede al celebérrimo patio de los Leones, una de las más altas expresiones del arte árabe. Junto a él se abre la sala de las Dos Hermanas, que quizá fue residencia de los sultanes y, sin duda, es el espacio más armonioso del conjunto. A un costado se hallan los Baños y, al otro, la sala de los Ajimeces, que da sobre el jardín de Daraxá, los departamentos de Carlos V, la Galería y el mirador de la Sultana. – Jardines y torres de la Alhambra: al este de los Palacios se extienden los Jardines del Partal, que descienden en terrazas hasta la torre de las Damas, precedida por un magnífico pórtico con artesonado. A la derecha se alzan la torre del Mirhab y la antigua mezquita nazarí. Y, a continuación, se encuentran la torre de la Cautiva y la torre de las Infantas. Alberga el Museo de Bellas Artes y el Museo de la Alhambra. – Palacio de Carlos V: en 1526, el rey encargó a Pedro Machuca la construcción de este palacio, exponente del más depurado clasicismo, cuyo gran patio circular con doble galería, dórica la inferior y jónica la superior, es una de las más serenas realizaciones del Renacimiento español. – Alcazaba: esta sobria fortaleza es la parte más antigua de la Alhambra (siglo XIII) y desde su torre de la Vela se divisa un panorama incomparable de los palacios, el Generalife, el Sacromonte, Granada y Sierra Nevada. A más de un kilómetro se erige el Generalife, residencia veraniega construida por los sultanes granadinos a principios del siglo XIV, que está rodeada de espléndidos jardines aterrazados, con surtidores y fuentecillas. En su bosque se encuentra el maravilloso Museo Fundación Rodríguez Acosta (siglo XIX) Barrio de la Catedral El segundo centro monumental de la ciudad, después de la Alhambra, lo forman la Catedral y su entorno. Iniciada en 1523 en el más puro gótico, posteriormente cobró un nítido aire renacentista, acentuado más si cabe por la fachada de Alonso Cano. En el interior, de cinco naves, destaca la capilla mayor, de planta circular. La Capilla Real atesora los sepulcros de los Reyes Católicos y los de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, así como una de las colecciones de pintura flamenca más importantes de Europa. En la sacristía-museo se puede ver la escultura más famosa del barroco español: la Inmaculada de Alonso Cano. Alrededor del templo, junto a calles de nombres tan sugerentes como la de los Paños, la del Tinte o la de Fundidores, se encuentran la plaza de Bib-Rambla, donde antaño se celebraban justas y corridas de toros; la Alcaicería, antiguo zoco en el que se vendían las apreciadas sedas granadinas, hoy devuelto a su función original de mercado con tiendas de recuerdos y locales de artesanía granadina; y la Madraza, primera universidad coránica de occidente, del siglo XIII. Tampoco debe dejar de visitarse el Corral del Carbón (s. XIII), que antes de almacén fue aposento de mercaderes y escenario de representaciones teatrales. Barrio del Albayzín Es imprescindible un paseo por el Albayzín, el barrio de más sabor de la ciudad, con sus callejuelas de aire moruno y sus cármenes – antiguas casas señoriales de origen árabe, con patio y huerto–, visitando el Bañuelo (s. XI), la Casa de Zafra (s. XV), y la Casa del Chapiz, hasta llegar al mirador de San Nicolás, desde donde se contempla una de las vistas más majestuosas de la Alhambra. La turística plaza muestra todo el esplendor del patrimonio y la amplia extensión urbana de la capital nazarí. La panorámica fue popularizada por el expresidente estadounidense Bill Clinton, quien dijo, en una visita a la ciudad, que desde el mirador se contemplaba “la puesta de sol más bella del mundo”. La visita no puede olvidar el Palacio de Dar Alhorra ‒último palacio de Boabdil‒, ni la iglesia de San José (siglos VII-X), que conserva el único alminar anterior a la invasión de los almorávides. Más arriba del Albayzín se halla el conjunto troglodita del Sacromonte y su Abadía. En su Garnata al yajud (la Granada judía) está la Casa de los Tiros, edificio mudéjar cuya fachada está exornada con estatuas mitológicas griegas y latinas, poseedor de una estupenda biblioteca y actual sede del Museo Casa de los Tiros de Granada. El Parque de las Ciencias, el primer museo interactivo de ciencia de Andalucía, completa el recorrido por la capital granadina. Sierra Nevada A espaldas de la capital y a solo 80 kilómetros de la costa, se alza por encima de los 3.000 metros de altura esta cadena de nieves casi perpetuas que alberga una de las mejores estaciones de esquí de España, con el mayor desnivel esquiable del país (1.200 metros) y la cota más elevada a la que puede llegar un esquiador en España, la cima del Veleta a casi 3.300 metros. La carretera que hasta no hace mucho permitía acceder a las zonas más altas de la sierra, ha sufrido sucesivas limitaciones y, desde la declaración del macizo como Parque Nacional (1999) solo se permite la circulación de vehículos privados hasta el cruce de Borreguiles, en la ladera norte, y hasta la hoya del Portillo, en la sur. Era una medida necesaria para proteger este singular oasis alpino del sur de Europa, con casi una veintena de cumbres de más de 3.000 metros y un extenso catálogo de especies vegetales ya desaparecidas del resto del planeta, aisladas aquí desde épocas remotas. Las excursiones a pie más clásicas y hermosas son la de la vereda de la Estrella, que sigue desde las inmediaciones de Güéjar-Sierra el trazado de un antiguo ferrocarril minero a través del bosque caducifolio que tapiza la cabecera del río Genil (siete horas, ida y vuelta; dificultad media-baja) y los cahorros de Monachil. Otras marchas interesantes son las ascensiones a la laguna de las Yeguas y a los picos Veleta (3.394 metros) y Mulhacén (3.482 metros, máxima altura peninsular), dominadores de un vasto panorama que abarca desde las cordilleras Béticas, por el norte, hasta el mar Mediterráneo, por el sur. Las Alpujarras Lanjarón, población célebre por sus aguas minero-medicinales y su balneario, conserva un castillo del siglo XVI desde el que se goza de una espléndida vista de la entrada del valle del río Guadalfeo. Este valle constituye la Alpujarra Alta, comarca en la que se ha conservado la vieja arquitectura popular de casas blancas cubiertas con terrazas, que se utilizan como secaderos, y dispuestas de forma escalonada en la cara sur de Sierra Nevada. Es una tierra excepcionalmente abrupta y difícil de trabajar, en la que los moriscos supieron medrar y vivir en paz hasta que en 1568, ante las constantes presiones de la corona española para que abandonasen su fe, su lengua y sus usos, protagonizaron la famosa rebelión de las Alpujarras, insurrección que Felipe II tardó tres años en sofocar, y no por completo.