Pirineos

Pirineos

Un mundo a escala reducida

Agustín Ubieto Arteta EDITA Pirenarium

AUTOR Agustín Ubieto Arteta

FOTOS Jesús Carreras

DISEÑO E IMPRESIÓN Tipolínea, S.A.

DEPÓSITO LEGAL Z-????-06 ÍNDICE

Prólogo 7

Los montes Pirineos 9

Los ríos de la nieve 11

Los Pirineos unen 12

Cuna de territorios históricos 13

El papel de los monasterios 15

El país del románico 16

Huellas patrimoniales 17

Descripción de las recreaciones a escala reducida expuestas en Pirenarium 19

Monasterio de San Úrbez (Nocito) • Monasterio de San Pedro el Viejo () Monasterio de Jesús Nazareno y San Victorián de Montearagón Monasterio de Santa María de Obarra • Monasterio de San Pedro (Lasieso) Monasterio de Santa María (Alquézar) • Monasterio de Santa María de la O y San Pedro de Alaón () Monasterio de San Juan de la Peña • Basílica de Nuestra Señora del Pilar (Zaragoza) Catedral de San Pedro () • Catedral de San Pedro (Huesca) • Catedral de San Vicente (Roda de Isábena) Parroquial de Santa María (Uncastillo) • Parroquial de San Pedro (Lárrede) Parroquial de San Miguel (Linás de ) • Parroquial de San Martín (Ordovés) Retablo de la Colegiata de Santa María la Mayor (Bolea) • Santuario de Guayente (Sahún) Castillo (Sádaba) Castillo () • Castillo () • Castillo de Fantova (La Puebla de Fantova) • Castillo (Samitier) Castillo (Perarrúa) • Plaza Mayor (Aínsa) • Despoblado de Montañana Despoblado de Muro Maior (Muro de Roda) • Museo de Dibujo «Castillo de Larrés» (Larrés) Museo Etnográfico «Mas de Puybert» (Aler-) • Museo de Artes Populares de Serrablo (Sabiñánigo) Batán de Lacort (Fiscal) • Estación Internacional de Ferrocarril () Bodegas Enate (Somontano de ) • Parador Nacional (Sos del Rey Católico) Monasterio de San Pedro de Siresa (Siresa) • Paseo del Óvalo (Teruel)

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PRÓLOGO

xisten realidades que son muy difíciles de condensar en un solo vocablo. E Ante la cambiante fisionomía de las cosas y de los conceptos que los humanos provocan con su quehacer diario, en muchas ocasiones el amplísimo léxico de nuestro idioma se queda pequeño y no posee una palabra única y adecuada para definir un hecho o una circunstancia nuevos. Sólo cabe entonces dar un rodeo (generalmente una frase o perífrasis), importar o pedir prestada una palabra más o menos próxima a otro idioma, o inventar una nueva corriendo el riesgo que ello supone. En este último caso, se tienen más posibilidades de éxito si se bucea en las raíces de nuestro idioma madre, el latín, o incluso en el griego. Así nacen todavía hoy, en la época de los satélites inalcanzables y de la globaliza- ción, muchos vocablos nuevos. Pirenarium tiene un componente latino. Asimismo lo tienen otras voces que se usan con más o menos frecuencia: Omnium (Omnium ciclista, o suma de pruebas diversas; Omnium cultural, o conjunto de actividades culturales), Planetarium (instalación en la que se pueden observar por medios virtuales o no reales los planetas), Animalarium (montaje virtual para mostrar los animales pasados y presentes de un espacio concreto) o Territorium (que se puede referir tanto a un espacio geográfico concreto como a una suma de ellos). En nuestro caso, Pirenarium –a través de una gran maqueta o recreación a escala reducida– trata de mostrar no sólo los Pirineos físicos, sino también el resultado de la actuación de las gentes que han vivido o viven en ellos. Como solamente se refiere al espacio influido fundamentalmente por los aragoneses, bien podríamos denominarlo «Pirenarium Aragonensium» o «Pirenarium Aragonensis». Por lo tanto, conocer Pirenarium es descubrir los Pirineos: sus cimas, sus valles, sus rincones secretos y sus monumentos más emblemáticos. De la mano del autor y de Pyrene, la mascota de Pirenarium, irá descubriendo un espacio natural y humano irrepetible: los Pirineos.

7 Monumentos Formaciones Arquitectura Monumentos Restos Megalíticos Religiosos Naturales Popular Civiles y Arqueológicos

1 Basílica del Pilar de Zaragoza 1 Barranco de Mascún (Rodellar) 1 Aventadero de Gerbe 1 Estación de Canfranc 1 Dolmen de Ibirque 2 Catedral de Huesca 2 Cañón del Río Vero 2 Borda de Belsue 2 Museo Angel Orensanz (Sabiñánigo) 2 Dolmen de Losa Mora (Otín) 3 Catedral de Jaca 3 Congosto Monrebei (Puente de Montañana) 3 Borda de Bentué de Rasal 3 Museo de Benabarre 3 Dolmen de Santa Elena 4 Catedral de Roda de Isábena (Claustro) 4 Salto de Roldán 4 Borda de Torrelisa 4 Museo de Larres 4 Menhir de Merli 5 Colegiata de Alquezar 5 Mallo de Agüero 5 Caseta de Biscarrués 5 Parador de Sos del Rey Católico 5 Parque Cultural del Río Vero 6 Crucero de Pueyo de Fañanas 6 Mallo de Ligüerri 6 Caseta de Eripol 6 Plaza Mayor de Ainsa 6 Tumba Romana de Caspe 7 Crucero de Santa Eulalia de la Peña 7 Mallos de Riglos 7 Fuente de Santa Orosia () 7 Pueblo de Montañana 8 Cruz cubierta de Aínsa 8 Castill de Tierra (Bardenas-Navarra) 8 Borda de Denuy 8 Batán de Fiscal 9 Ermita de San Urbez de Nocito 9 Chimeneas de Bespén 9 Borda de Satué 9 Estación de Tren (Sabiñanigo) 10 Iglesia de Larrede (Sabiñánigo) 10 Chimeneas de Señoritas de Arás 10 Masada de Boltaña 10 Bodega Enate 11 Iglesia de Lasieso (Serrablo) 11 La Ciudadela (Cuca de Bellostas-Mascún) 11 Pozo de hielo de 11 Paseo del Óvalo de Teruel 12 Iglesia de Ordoves (Serrablo) 12 San Cosme (El Huevo) 12 Mojón de Lanaja 3 17 15 13 Iglesia de Uncastillo 13 Peña de Santo Domingo 13 Mojón de Otal (Pilón de Manchoa) 19 14 Iglesia de Linas de Broto 14 El Turbón 14 Mojón de Puimorcat (Boltaña) 14 15 Santuario de Guayente 15 Peña Oroel 15 Paridera de Castellazo 21 16 4 4 16 Monasterio de Alaón 16 San Juan de la Peña 16 Esconjuradero de la Cruz Blanca 7 17 Monasterio de San Juan de la Peña 17 Congosto de Ventamillo 17 Capilla de San Antonio de 1 6 8 17 22 18 Monasterio de San Pedro el Viejo 18 Congosto de 18 Esconjuradero de la Cruz Cubierta 10 6 8 6 4 19 Monasterio de Obarra 14 7 10 12 20 Pilaret de Bailo 10 3 13 3 10 3 21 Pilaret de Biascas de Obarra 4 15 5 7 14 22 Pilaret de Soperún 2 1 9 6 1 3 12 11 23 Retablo de la Colegiata de Bolea 2 9 2 1 4 2 24 Ermita de San Chinés de Vadiello 18 11 1 5 16 15 2 11 8 20 9 6 7 10 17 18 5 Obras de Castillos 4 12 3 8 13 5 7 24 16 Ingeniería 9 5 5 2 3 1 Presa de Barasona 1 Castillo de Fantoba 23 6

2 Presa de Canelles 2 Castillo de Loarre 2 8 5 18 13 3 Presa de Escales 3 Castillo de Montearagón 12 4 Presa de Grado 4 Castillo de Sadaba 11 4 5 Presa de la Peña 5 Castillo de Samitier 1 7 6 Presa de Mediano 6 Castillo de Perarrua 6 7 Presa de Mequinenza 7 Castillo de Muro de Roda 11 8 Presa de Yesa 8 Castillo de Abizanda 1 9 Puente de Anzánigo L 10 Puente de Morillo de San Prieto P 11 Puente de Rodellar D 12 Puente de Capella

K Área Temática J A Tienda Pirenarium G B Zona Recreativa C Cine Temático E D Sala de Teatro F E Vuelos digitales por el Pirineo

F Pirexpo I G Zona juegos infantiles H Restaurante I Galería Comercial J Escenario K Albergue H L Taller de Maquetas

C

A B LOS MONTES PIRINEOS

os montes Pirineos, que no nacen ni mueren en Aragón, están formados por L varias cadenas montañosas de edades geológicas distintas y de evolución diferente, todo lo cual se refleja en el paisaje. La cadena del Alto Pirineo es la de las cumbres de más de 3.000 metros de altitud, la de las nieves casi perpetuas, la de los viejos puertos cerrados en invierno, la de las estaciones de esquí y los ibones, la de los sarrios. Aún distinguen todavía los geólogos en ella dos subunidades: el Pirineo axial y el Prepirineo Interior. El Pirineo axial, en el que despuntan Aneto* y Maladeta*, constituye la auténtica frontera de granito con Francia y se formó en la Era Primaria; el Prepirineo Interior, prácticamente pegado y confundido con el axial, tiene en Collarada*, Monte Perdido* y Tendeñera* sus techos y, si bien surgió en la Era Secundaria, se plegó y quebró en la Terciaria. Ya no es de granito, sino de rocas calizas, que van a dar origen a fantasmagóricas grutas de estalactitas y estalacmitas caprichosas. En la gran Explanada, estos Pirineos están reproducidos fielmente. Al pie de este Alto Pirineo, el viajero se encuentra con una depresión longitudinal, con una especie de pasillo alargado, sin tantas angosturas y estrecheces, de modo que admite un aeródromo en . Jaca, antigua capital del primitivo reino de Aragón, y Sabiñánigo son los centros urbanos más conocidos de esta depresión llamada Canal de Berdún en la parte occidental, mientras que Boltaña y Aínsa son los centros principales de la parte oriental. El pasillo se interrumpe hacia el Este y vuelve a aparecer en la provincia de Lérida. Para poder salir de este corredor casi plano y alcanzar la llanada del Ebro, hay que atravesar aún el Bajo Pirineo o Sierras Exteriores por puertos de montaña que, como los de Santa Bárbara, Oroel, Monrepós o El Pino, apenas los cierra la nieve invernal. Estas montañas son notablemente más bajas que las del Alto Pirineo. Son ondulaciones en las que alternan el gris blanquecino de sus calizas con el verde oscuro del pino y la carrasca; en sus laderas huronea el jabalí y mueren sus pueblos. Adosada a estas Sierras Exteriores, la erosión ejercida sobre el Pirineo más antiguo y alto fue acumulando un amasijo de cantos rodados mezclados con agua y arena –«conglomerado» se le llama– y originó mallos de caprichosas formas, de los que Agüero*, Riglos*, Vadiello o Ligüerri* son ejemplos singulares. Por fin, tierras más bajas aunque todavía onduladas, los llamados somontanos, facilitan el tránsito a los llanos en los que el Ebro es el rey. El Pirineo, pues, no es uno; son varios Pirineos y todos ellos se pueden recorrer en la recreación a escala de Pirenarium.

*Reproducido en la gran maqueta. 9 Plaza central del parque. Escenario ideal para todo tipo de actividades.

La zona de maquetas de Pirenarium recorrida por un nutrido número de visitantes. 10 LOS RÍOS DE LA NIEVE

on una orografía tan quebrada y alta como la pirenaica, no le hubiera sido fácil C al hombre pasar de una a otra comarca si la naturaleza no hubiera colaborado, pues conviene recordar que en los sesenta kilómetros de distancia media que hay de norte a sur del rectángulo irregular que forman los Pirineos puede haber un desnivel de tres mil metros de altitud. Sólo descender del pueblo de Laspaúles (1.431 m) a Barbastro (341 m) –sesenta kilómetros en línea recta– supone un desnivel de un 18% continuo, un escollo difícilmente salvable para el hombre si no existieran los ríos. En efecto, ante una disposición orográfica como la descrita, los ríos constituyen un elemento de unión y de relación. Sus caudales, casi siempre buscando al Ebro que discurre al mediodía, han abierto cañones*, han acuchillado foces*, han tajado gargantas y congostos*. Por ellos pasaron los primeros senderos, las calzadas después, las carreteras asfaltadas hoy, amén de un ferrocarril que se muere de desidia. Por tales desfiladeros atravesaron y atraviesan hombres, mercancías, modas e ideas. Tres importantes arterias sangran las cumbres nevadas del Pirineo más alto: Aragón*, Gállego* y Cinca*, con sus respectivas retículas de afluentes, sobre todo el último (Ara*, Ésera-Isábena*, Alcanadre*), mientras que el Arba de Luesia*, a poniente, y el Noguera Ribagorzana*, que sirve se límite con Cataluña, representan un papel más secundario. Por lo general son ríos largos, de pendientes fuertes, bien alimentados por la nieve de cada invierno y muy aprovechados por el hombre. Tras regular sus cauces en no pocos embalses*, los humanos los canalizan para el riego y agua de boca mediante azudes y acequias, los domestican en presas* de altos murallones de hormigón que rompen la armonía del paisaje, mientras que largas vías aéreas transportan lejos los kilovatios nacidos en las centrales hidroeléctricas*. A pesar de todo, aún sirven de asueto en horas de pesca lenta en las que la trucha es reina, o descargan la adrenalina de los más aventureros en travesías* con riesgo. En muchas de sus orillas, aún cabe el picnic del sosiego solitario o en familia. Su poder de erosión es tal que ha abierto valles inverosímiles, en alguno de los cuales se asientan poblaciones de raigambre vieja: el Veral* abrió la val de Ansó; el Aragón Subordán*, la de Echo; tajaron las aguas del Aragón el valle de Canfranc mientras cincelan las del Gállego el de Tena*; el de Pineta* se debe al Cinca, el de Broto* al Ara; el Ésera* modeló la abertura de y el Noguera Ribagorzana, la Ribagorza. Son Valles en los que leyenda e historia se entremezclan confusas; valles de los primeros condados, de los que nació Aragón. Valles, en fin, con habla propia.

*Reproducido en la gran maqueta. 11 LOS PIRINEOS UNEN

n cierta ocasión, se dijo que África empezaba –o Europa terminaba, según se E mire– en los Pirineos, queriendo dar a entender que eran frontera infranqueable en todos los sentidos. ¿Incultura o malicia? Porque los Pirineos, desde el albor de la Humanidad hasta hoy siempre han unido. Penetraron por aquí los sentimientos mágico-religiosos de quienes pintaron los abrigos de * al estilo franco-cantábrico y la «cerámica cardial» neolítica a la vez que se difundió por la Europa actual el «vaso campaniforme» hispano. Por estos montes pasaron los hombres centroeuropeos con los que la Península entró en la Edad del Hierro, quedándonos abundantes nombres de lugares de aquellos momentos. Calzadas de las que perduran muchos restos salvaron estos Pirineos centrales para conectar Hispania y la Galia romanas. Gracias a la ayuda de los francos pudieron nacer los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, que a cambio sirvieron de parapeto al imperio carolingio frente a los musulmanes. Y merced a la colaboración de hombres de armas de Bearn, Poitou, Foix, Bigorre o Comminges pudo Alfonso I el Batallador tomar la Sarakusta musulmana y convertirla en Zaragoza, dando un paso decisivo en el proceso reconquistador hispano. Por los puertos de El Palo, Portalet, Bujaruelo, Salcorz, La Pez, Benasque o Somport, sobre todo por éste, pasaron romeros a Santiago y con ellos gentes, mercancías, cultura e ideas. A los monasterios pirenaicos, con San Juan de la Peña a la cabeza, llegaron las novedades de Europa, como el arte románico*, el rito romano actual o la letra carolina, origen de la que hoy utilizamos. También pasó a la vertiente norte para defender a sus súbditos albigenses el rey Pedro II de Aragón hasta tropezarse con la muerte en Muret. Durante la Edad Media fueron tan permeables los Pirineos que con los hombres pasaron los nombres, dejando huella secular en los apellidos de tantos aragoneses y franceses de hoy. Dando un salto enorme en el tiempo en aras de la brevedad, recordemos cuán permeable era la frontera político-administrativa, que Estado e Iglesia tuvieron que tomar drásticas medidas en el siglo XVI para que las ideas heréticas de la Reforma no calaran en los aragoneses y demás pueblos hispanos. En fin, es tan permeable el límite construido por los hombres que, por encima de los Estados, todavía siguen vigentes hoy algunas «facerías», acuerdos pactados desde hace siglos entre los ganaderos de los valles de uno y otro lado del límite político. No es de extrañar, por lo tanto, que desde 1983 funcione, aunque con paso lento es cierto, la «Comunidad de Trabajo de los Pirineos». Tampoco es de extrañar que Olorón y Jaca, Huesca y Tarbes, entre otros muchos ejemplos, sean ciudades hermanadas. Los Pirineos aragoneses, a pesar de la angostura y altitud de sus valles y puertos, nunca han separado.

*Reproducido en la gran maqueta. 12 CUNA DE TERRITORIOS HISTÓRICOS

n territorio que hasta el siglo XVIII ha tenido frontera, rey, cortes, diputación, U justicia, moneda y derecho propios necesariamente ha de ser considerado histórico, aunque por avatares políticos inexplicables no haya sido reconocido así en su actual Estatuto autonómico. De todo aquello nos quedan las fronteras, una buena parte del derecho privado y no pocos vestigios de las lenguas aragonesa y catalana. Este antiguo reino se gestó durante cerca de seiscientos años y su configuración territorial fue fruto de un doble proceso: la pugna armada contra los musulmanes y los pactos con los demás entes políticos cristianos, ya fueran reinos o condados. El resultado que nos ha legado la historia es un territorio, hoy Comunidad Autónoma, cuarto por su extensión entre las diecisiete existentes y, asimismo, mayor que muchos estados soberanos europeos como Albania, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Suiza, Malta, Chipre o Luxemburgo. Aragón se fue gestando lentamente y constituye una suma de tierras históricamente diversas: el «Viejo Aragón», el «regnum Caesaraugustanum» y la «Tierra Nueva» (conquistas desde Sancho Ramírez hasta Alfonso I), la «Extremadura aragonesa» (desde Calatayud al Bajo Aragón, aproximadamente, incluida la actual provincia de Teruel) y el «Aragón marítimo» (en torno a Vinaroz y Amposta) que se perdió en el siglo XIII. En realidad, el «Viejo Aragón» (representado totalmente en la Explanada) es el resultado de la unión en el siglo XI de tres territorios distintos e independientes en una misma persona: Sancho III el Mayor, y en sus inmediatos sucesores, los reyes de Aragón. –El Aragón primitivo se circunscribe, como mucho, al espacio geográfico que cabe en una mirada, la que se abarca desde el «Balcón del Pirineo» de San Juan de la Peña. Dentro de su perímetro se singularizó la comarca de Serrablo, incorporada en el siglo IX. –Sobrarbe, de más fácil acceso desde el llano merced a los anchos valles de los ríos Cinca y Ara, soportará durante mucho más tiempo la presencia musulmana. Las Valles, al norte, y (la «Tierra Antoniana», de donde quizás derive Tierrantona) tendrán una cierta singularidad dentro del conjunto. –Ribargorza está más defendida por la naturaleza y sus límites orientales eran más dilatados respecto a los actuales, pues abarcaban también la zona del valle de Arán. Los ríos Ésera, Isábena y Noguera actuarán de elementos singularizadores. Los tres tuvieron que esperar hasta el siglo XI para ver estabilizados sus límites meridionales en las Sierras Exteriores, gracias a la línea de castillos levantada por Sancho III el Mayor, de los que destacan Loarre*, Fantova*, Perarrúa*, entre otros. A partir de ahí se comenzará a gestar la «Tierra Nueva».

*Reproducido en la gran maqueta. 13 Vista real del pico Collarada y montes próximos.

Vista del perfil anterior en la gran maqueta de Pirenarium.

Vista real de Peña Blanca y alrededores desde Sabiñánigo.

Vista del perfil anterior en la gran maqueta de Pirenarium.

14 EL PAPEL DE LOS MONASTERIOS

os condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, primero, y del reino de Aragón, L inmediatamente después, carecieron inicialmente de la más mínima estructura político-administrativa, de modo que los monasterios asentados en los principales valles se convirtieron en ordenadores de la vida económica y social de sus tierras. La floración monacal pirenaica hasta el siglo XII –cuando la reconquista de las tierras llanas del Ebro abría nuevos horizontes y el «Viejo Aragón» quedó sobrepasado– presenta dos etapas claramente diferenciadas: –En un primer momento, siglo VIII y primera mitad del IX, subsisten algunos cenobios de origen visigodo que, poco a poco, se reconvierten o se ven eclipsados por otros de origen carolingio. Pero desde mediados del siglo IX, la crisis carolingia originó un cambio de mentalidad en el que lo autóctono, es decir, lo hispanovisigodo va a salir triunfante, lo que se concreta externamente en la liturgia mozárabe. La atomización era enorme destacando, entre varias decenas de ellos, los cenobios de San Pedro de Siresa*, San Juan de Ruesta, San Martín de Cillas, San Pedro de Taberna, San Andrés de , Santa María de Obarra*, Alaón* o San Úrbez de Nocito*, entre otros, notándose un gran vacío monástico en la zona sobrarbense, sin duda por la mayor presencia musulmana. –A partir del siglo XI, asistimos a las reformas benedictina y cluniacense, o a la regular de San Agustín, acometidas inicialmente por Sancho III el Mayor y continuadas por Ramiro I y Sancho Ramírez, aunque muchos monasterios, en general los de propiedad particular, no se vieron afectados por el cambio. Pero los reformados (fundamentalmente San Juan de Ruesta y San Andrés de Fanlo) y los nuevos (San Juan de la Peña*, San Victorián* y Montearagón*, en especial) van a ir absorbiendo poco a poco a aquéllos, convirtiendo la inicial atomización en concentraciones más amplias. De la importancia cultural de estos centros tenemos el testimonio directo del cordobés san Eulogio, quien –tras visitar los de Cillas, Leire, Siresa, Igal y Urdaspal– nos narrará en una carta (851) cómo en la biblioteca de Siresa encontró, y se llevó a tierras andaluzas, las obras de Avieno, Virgilio, Juvenal, Horacio, Porfirio o San Agustín, entre otras, cuando en el resto del occidente europeo se habían olvidado. Cultural, religiosa y socialmente estos monasterios hicieron un gran servicio a la comunidad y buena parte de sus «señoríos» llegaron hasta la desamortización del siglo XIX. Entre todos estos monasterios, el de San Juan de la Peña, al ser elegido como panteón real, se va a convertir en el centro espiritual de Aragón. Con el desplazamiento del centro de gravedad del Reino a partir del siglo XII, nuevos monasterios, cistercienses y hospitalarios fundamentalmente, restaron protagonismo a los cenobios del «Viejo Aragón». *Reproducido en la gran maqueta. 15 EL PAÍS DEL ROMÁNICO

aturalmente que en los territorios del «Viejo Aragón» existen ejemplos de estilos N artísticos diversos posteriores al románico, sobre todo en la pintura y la escultura, pero los Pirineos son ante todo románicos, lo cual no es de extrañar dado que este estilo artístico coincide con el nacimiento y asentamiento de Aragón como reino. El marco geográfico del románico aragonés se limita fundamentalmente al norte de la línea que, de este a oeste, va desde La Litera a las Cinco Villas, línea que cabalga a caballo de las «Sierras Exteriores» y del «Somontano», aunque no faltan ejemplos aislados al sur de la misma. La repoblación de los anchos llanos ibéricos originó una mentalidad nueva que choca con aquella que en el arte adopta el románico para expresarse. Es precisamente en este espacio distinto sureño donde proliferará el mudéjar. –El románico arquitectónico aragonés presenta etapas diferenciadas, atendiendo sobre todo al material de construcción y a la decoración. El «primer románico» aragonés, el llamado lombardo, de origen italiano, penetra desde Cataluña. Los monasterios de Alaón*, Obarra*, Pano, la iglesia de San Caprasio (Santa Cruz de la Serós), la de San Martín de Buil y la entonces catedral de Roda de Isábena* son sus ejemplos más singulares. Según opiniones autorizadas, a este grupo pertenecerían, aunque con peculiaridades locales, las iglesias de Serrablo (Lárrede*, Lasieso*, Ordovés*, Oliván, etc.) que para otros son mozárabes. El primer «románico nórdico» poscarolingio, de escasa vigencia en los Pirineos aragoneses tendría en San Pedro de Siresa* su mejor ejemplo. El «románico de transición», propio de la obra de Sancho III el Mayor, tiene en parte del castillo de Loarre* su exponente más claro. El «románico puro», de sillares perfectos y escultura decorativa, halla en la catedral de Jaca* su más sobresaliente muestra, desde donde irradiará dentro y fuera del Reino: San Juan de la Peña*, Santa Cruz de la Serós o San Adrián de Sasave, entre otros. Finalmente, durante los siglos XII y XIII, los monumentos románicos se multiplicaron, siendo de destacar su ruralización y su amaneramiento, como puede verse en Sos, Uncastillo*, Agüero, Murillo de Gállego, etc. –De la escultura (carente en el primer románico), destacan el conjunto jaqués, la cripta de Sos, el claustro de Alquézar*, San Juan de la Peña*, San Pedro el Viejo de Huesca* o Santiago de Agüero, entre otros muchos, siendo los sepulcros de Doña Sancha (siglo XI, Jaca) y de San Ramón (1170, Roda de Isábena) ejemplos sobresalientes junto con las abundantes tallas dedicadas a la Virgen. –En torno a la pintura, sobre todo la mural, pueden verse magníficos ejemplos en Roda de Isábena y en algunas iglesias aisladas, pero el conjunto más sobresaliente se halla recogido en el Museo Diocesano de Jaca.

*Reproducido en la gran maqueta. 16 HUELLAS PATRIMONIALES

l quehacer y los afanes de los antepasados de estas gentes norteñas han dejado E tantas y tan abundantes evidencias en el territorio que se hace difícil sintetizarlas. Por una parte, la actividad agropecuaria ha sido durante siglos fundamental en la economía pirenaica. No es de extrañar, por lo tanto, la abundancia de bordas*, parideras*, molinos* y batanes*. Los sobrantes, aunque exiguos, iban al mercado semanal de cada plaza Mayor, destacando la de Aínsa*. Aunque la actividad minera no ha sido destacable, sí fue importante la producción de sal, fruto del mar desecado existente en el subsuelo pirenaico, destacando todavía hoy las salinas* de Naval o Peralta. Una sal que fue monopolio señorial o estatal hasta la segunda mitad del siglo XIX. En la actualidad, los Pirineos son exportadores de energía, como lo delatan las muchas centrales hidroeléctricas*. Pero el patrimonio cultural más importante se basa en el fruto de creencias y costumbres vitales. Dólmenes* y menhires, así como las pinturas parietales de estilos levantino y francocantábrico son testimonios de sus creencias prehistóricas. Pero será el cristianismo el que deje huellas más visibles, desde los simples cruceros* hasta un sinfín de ermitas* y santuarios* dedicados a advocaciones diversas, entre las que destacan las de san Martín, que nos ayudan a precisar las distintas rutas jacobeas pirenaicas. Ambos, junto con los mercados y ferias, ayudaron con sus romerías a evitar la endogamia. Aparte de las iglesias parroquiales*, la vida religiosa en común se dio tanto en los monasterios* ya citados como en diversas colegiatas* y catedrales*. En menos espacio no caben más. Estando en manos musulmanas las tradicionales sedes episcopales de Caesaraugusta, Osca y Turiaso, los cristianos independientes del norte constituyeron seo momentánea en San Adrián de Sasave e inmediatamente en Jaca*; en Roda de Isábena* se alzó, asimismo, catedral hasta ser traslada a Barbastro, primero, y Lérida, después, una vez liberadas, mientras Huesca* recuperaba su rango una vez reconquistada en 1096. Todo un récord. De raigambre medieval, en la mayoría de los casos, perduran tradiciones como la «Victoria o Primer viernes de mayo» (Jaca), la «Mojiganga» (), la «Morisma» (Aínsa), o la «Romería de Santa Orosia» (Yebra de Basa). Una buena parte de ese ancestral patrimonio cultural se halla recogido en numerosos museos, la mayor parte especializados y algunos de ellos de interés general, como el «Museo Etnológico de Serrablo» (Sabiñánigo)* o el Museo Diocesano de Jaca, rico en pinturas románicas. Por último, es imposible silenciar el fruto amargo de una constante multisecular: el despoblamiento. Los Pirineos están plagados de despoblados, ya sea de las tradicionales «pardinas» aisladas, ya de núcleos más o menos grandes, de los que Montañana* sirve de ejemplo.

*Reproducido en la gran maqueta. 17

Descripción de las recreaciones a escala reducida expuestas en Pirenarium 1 MONASTERIO DE SAN ÚRBEZ (Nocito)

De origen visigodo, en el profesó san Úrbez (muerto en 802), uno de los santos aragoneses más emblemáticos, valedor de menesterosos y romeros, fundador de múltiples cenobios en los Pirineos. Amparado por la nueva monarquía aragonesa del siglo XI, fue cenobio rector y organizador de la comarca enclavada a ambas vertientes de la Sierra de Guara, al sur del valle del Guarga y entre las cabeceras de los ríos Guatizalema y Alcanadre, zona en aquella época de gran importancia estratégica, puesto que permitía el paso de los ejércitos cristianos sin impedimento hacia el sur. Conquistada Huesca, comenzó su declive, primero como priorato de San Pedro el Viejo, y luego dejando de existir la comunidad en 1535.

2 MONASTERIO DE SAN PEDRO EL VIEJO (Huesca)

Conquistada Huesca (1096), el rey levantó un monasterio cluniacense románico sobre la capilla de los mozárabes oscenses, que pronto se denominó «el Viejo» para distinguirlo de la catedral también dedicada a san Pedro. Por avatares meramente políticos, pasó a depender del monasterio francés de San Ponce de Tomeras, ambos tan ligados a Ramiro II el Monje. En pugna con la catedral y con el monasterio de Montearagón, subsistió gracias al amparo de la monarquía, dos de cuyos reyes fueron enterrados en su claustro: Ramiro II y Alfonso I. Sin embargo, Fernando el Católico terminó con el priorato benedictino al secularizar el cenobio, siendo enterrado en el convento 20 su último abad, fallecido en 1494. MONASTERIO DE JESÚS NAZARENO 3 Y SAN VICTORIÁN DE MONTEARAGÓN

Montearagón nació como castillo para hostigar Huesca, pero al igual que Loarre, pronto fue también monasterio que dependió directamente de la Santa Sede. Allí hubo, pues, abades y «tenentes». Amparado sistemáticamente por la monarquía, muchos de cuyos abades pertenecieron a la familia real, en rivalidad permanente con la sede oscense, logró constituir un amplio señorío y su abad mitrado era miembro nato de las Cortes aragonesas. Cuando Felipe II, para luchar contra hugonotes y protestantes, reorganizó las diócesis aragonesas, de la de Huesca se desgajaron las de Jaca y Barbastro y para dotarlas los bienes de Montearagón fueron desmembrados (1571).

MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE OBARRA 4

Aparte del liderazgo espiritual, fue el cenobio organizador y repoblador del territorio norteño del Isábena durante los siglos IX y X; supo salir adelante tras su arrasamiento por Abd-el-Malik, hijo de Almanzor, a comienzos del XI, y se rehizo con el abad Galindo (1003-1025), al que se debe la construcción de la iglesia románica lombarda que hoy podemos admirar. Luego, convertido en priorato dependiente de San Victorián, el patrimonio obarrés alcanzó su techo en el siglo XIII, de manera que sus villas de señorío se extendían entre la orilla derecha del río Isábena y la izquierda del arroyo Villacarli. Tras avatares diversos, dilató su vida hasta la desamortización del siglo XIX, quedando entonces despoblado. 21 5 MONASTERIO DE SAN PEDRO (Lasieso)

Testimonios arqueológicos y escritos certifican la existencia de Lasieso en el siglo X, pero el monasterio de San Pedro de canónigos regulares agustinianos allí establecido se debe a la voluntad del conde Sancho Ramírez, hermano del rey del mismo nombre y apellido, y, por lo tanto, se levantó en el siglo XI. La iglesia actual restaurada, hoy parroquial, perteneciente al grupo mozárabe serrablés, constituye el único vestigio conservado del cenobio, que se extinguió a mediados del siglo XIII. En realidad se trata de dos iglesias yuxtapuestas, aunque sobre la menor se levantó la torre- campanario, tan atrayente por sus baquetones y ventanas ajimezadas.

6 MONASTERIO DE SANTA MARÍA (Alquézar)

Sancho Ramírez, como hiciera con los castillos de Loarre y Montearagón, dispuso que el de Alquézar tuviera una comunidad de canónigos regulares agustinianos junto a la guarnición militar. El nuevo monasterio, cuya iglesia románica se levantaba en torno a 1083, sería el rector y regulador de la cabecera del río Vero. La pugna monarquía–pontificado por la estructuración diocesana en el siglo XII motivó que Santa María dependiera durante casi un siglo del obispo de Tortosa, hasta que se adscribió al obispado de Huesca (1242). Para entonces el centro de gravedad del Reino se había desplazado hacia el sur, y el cenobio transitó sin pena ni gloria hasta la desamortización del XIX. 22 MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE LA O 7 Y SAN PEDRO DE ALAÓN (Sopeira)

De origen visigodo, durante los siglos IX y X entró en la esfera de los monasterios benedictinos ultrapirenaicos y fue el rector y dinamizador del «pagus ripacurciense» bañado por el Noguera Ribagorzana, como el cercano y actualmente sumergido monasterio de Labaix. Afirmó su hegemonía en Ribagorza con la reforma cluniacense propiciada por Sancho III el Mayor y colaboró estrechamente en la repoblación posterior de la monarquía aragonesa incluso en tierras bastante sureñas, llegando a formar un no despreciable señorío. Es lógico que lo poco que queda de él, su iglesia tan sólo, sea un magnífico exponente del arte románico.

MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA 8

Levantado sobre otro mozárabe, el viejo monasterio (porque existe otro nuevo terminado en 1714) debe su ser a Sancho III el Mayor (c. 1028) y pronto –amparado tanto por la monarquía aragonesa que lo convirtió en su primer panteón real como por la fantasía popular– se erigirá en símbolo del aragonesismo y en centro espiritual y cultural del Reino, incluso cuando el centro de gravedad de éste se desplazó hacia el sur en el siglo XII. De sus más de setenta villas de señorío, aún conservaba una veintena en vísperas de la Revolución francesa. Si de su «scriptorium» surgieron las primeras historias de Aragón, la riqueza y variedad de sus reliquias, incluido el Santo Grial, lo convirtieron en importante lugar de peregrinación. 23 9 BASÍLICA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR (Zaragoza)

Desde la pequeña iglesia mozárabe de Santa María la Mayor, de la que tenemos noticias del siglo IX, hasta la enorme basílica actual de 127 x 65,5 m, finalizada en el siglo XX, se pasó por un templo románico y otro gótico, ambos con claustro adjunto en el que emergió poco a poco la imagen de una de sus capillas: Santa María del Pilar. El aumento de la devoción pilarista motivó que se planteara un magno templo que incluyera la Santa Capilla en el que intervinieron Francisco de Herrera el Mozo (siglo XVII) y Ventura Rodríguez (siglo XVIII), entre otros arquitectos. En 1961, se finalizaba la última de las cuatro grandes torres de uno de los mayores templos marianos del mundo.

10 CATEDRAL DE SAN PEDRO (Jaca)

Ocupada todavía Huesca por los musulmanes, Jaca, la primera capital cristiana aragonesa, se convirtió también en sede episcopal, viendo nacer su catedral en la segunda mitad del siglo XI según los cánones del más puro estilo románico europeo, referencia arquitectónica y escultural obligada para la construcción y decoración de muchas iglesias del Camino jacobeo, en el cual era hito importante. Las adiciones posteriores, obligadas por incendios o por imperativo de la moda, no le restaron protagonismo al románico original, aunque sí sufriera la mutilación del claustro (siglo XVIII), carencia paliada con la apertura en parte de sus dependencias del Museo Diocesano de Arte Románico, uno de los más importantes de España. 24 CATEDRAL DE SAN PEDRO 11 (Huesca)

Reconquistada Huesca en 1096, Pedro I habilitó como catedral la mezquita mayor, a la que se añadieron, a mediados del siglo XII, una pequeña iglesia románica dedicada a Santa María y las dependencias para la vida canonical, y a comienzos del XIII el palacio episcopal. Como Jaime I, en el siglo XIII, no vio con buenos ojos que el culto tuviera lugar en la antigua mezquita, comenzó las obras de un nuevo templo gótico pero los trabajos se paralizaron por varios motivos, entre otros por la Peste Negra (1348), de modo que el conjunto catedralicio no se finalizó hasta el año 1515, aunque hubo obras menores en siglos posteriores, así como retoques ornamentales, como el magnífico retablo de alabastro de Damián Forment.

CATEDRAL DE SAN VICENTE 12 (Roda de Isábena)

La que en 1077 fuera ciudad y hoy simple pero típica y atractiva aldea, vio consagrar su primitiva catedral en 957, entonces ya independiente eclesiásticamente de Urgell y Pallars, para convertirse en sede ribagorzana, donde san Ramón fue obispo, al menos hasta que se reconquistaran Barbastro, primero, y Lérida, después. Arrasado el primitivo edificio, se rehizo el actual desde mediados del siglo XI al XIII. Hoy, rehabilitada en parte gracias al tesón y trabajos del cura Lemiñana, conserva la iglesia, la cripta, el claustro y algunas dependencias, amén de importantes tesoros escultóricos y pictóricos románicos, destacando dentro de este estilo el sencillo, recoleto y evocador claustro del siglo XII. 25 13 PARROQUIAL DE SANTA MARÍA (Uncastillo)

Dejando aparte la importancia de esta población como enclave estratégico y militar, Uncastillo –una de las cinco villas tradicionales– podría ser considerada como la quinta esencia del arte románico en sus variantes arquitectónica, escultórica y pictórica. No una sino seis iglesias, todas con su encanto y rasgos diferenciados, se distribuyen entre su sugestivo caserío y, si hubiéramos de destacar una, elegiríamos la de Santa María, un edificio no muy grande, de nave única, compendio de toda la gama de ornamentación escultórica románica en el tímpano, capiteles, arquivoltas, canecillos, etc., en los que con paciencia y tiempo se pueden descubrir mil historias y personajes reales y fantásticos.

14 PARROQUIAL DE SAN PEDRO (Lárrede)

Dentro del importante y original conjunto de iglesias mozárabes serrablesas, ésta es, sin duda alguna, la más sobresaliente, aunque nos haya llegado remodelada respecto a su diseño inicial, pasando de su primitiva planta basilical o rectangular a la de cruz latina actual. Los vanos, algunos de ellos ajimezados, se abren con arcos de medio punto y de herradura. El ábside, de sencilla belleza, aparece decorado con un friso de baquetones y siete arcos ciegos al estilo lombardo. Pero lo que llama más la atención es la esbeltez cargada de sobriedad de su torre-campanario. El conjunto, realzado por el silencio ambiente, nos transporta a los tiempos medievales de su origen. 26 PARROQUIAL DE SAN MIGUEL 15 (Linás de Broto)

A los pies del Mondicieto (2.296 m), a más de mil doscientos metros de altitud, la antigua villa de realengo de Linás de Broto desparrama sus tres diferenciados y antiguos barrios por la ladera de A Serreta. La acomodación al terreno empinado y el tipismo de su añejo caserío de piedra (con chimeneas, ventanas y balconadas tradicionales) hacen que ruar por sus calles y plazuelas se convierta en placer. Para la cura de almas, le nació al poblado una iglesia románica de una nave, como tantas otras de la zona, y, aunque con su retoque posterior perdió parte de sus raíces, los tonos negruzcos de sus piedras y la magnífica torre ornada con matacanes y arquillos lombardos complementan el tipismo del conjunto.

PARROQUIAL DE SAN MARTÍN 16 (Ordovés)

En plena ruta jacobea que seguía el trazado del río Guarga, afluente del Gállego, en la que fuera antaño importante zona cañamera y hoy territorio de vacíos solemnes y de despoblados como el propio Ordovés, la parroquial de San Martín constituye el ejemplo más meridional de iglesia serrablesa, restaurada, como no, por «Amigos de Serrablo». Es, sin duda, la más sencilla y elemental del conjunto: se limita a una estancia rectangular, con ábside ultrasemicircular en uno de sus extremos, y una maciza torre de época distinta del resto del edificio. La sobriedad decorativa dominante se rompe con unos elementales baquetones debajo del tejaroz del ábside.

27 17 RETABLO DE LA COLEGIATA DE SANTA MARÍA LA MAYOR (Bolea)

Cuando la Bolea mora, vigilada desde el cercano castillo de Loarre, pasó a manos cristianas, se levantó una iglesia románica de la que sólo quedan restos, pues sobre sus cimientos se edificó en el siglo XVI un nuevo templo. Su altar mayor atesora una de las más importantes obras de arte de Aragón, su retablo mayor, pintado entre 1490 y 1503 y compuesto por 20 pinturas al temple sobre tabla que narran la vida de Jesús, en las que se mezclan la moda flamenca e italiana, y 57 esculturas en madera policromada dentro de un enmarque gótico. Si el pintor es anónimo (el Maestro de Bolea) las esculturas se deben a un flamenco radicado en Huesca, Gil de Brabante.

18 SANTUARIO DE GUAYENTE (Sahún)

« A medio quarto de legua» de Sahún, la devoción popular a la Virgen levantó entre impresionantes riscos un santuario mecido entre leyendas que lo remontan al siglo XI, mientras que otras posteriores justifican su ampliación en el XIII, aunque lo que nos ha llegado (iglesia de planta rectangular y casa prioral) es fruto de una remodelación del siglo XVII. El amparo de Nuestra Señora a sus fieles lugareños llegó hasta Lepanto, ayudando a uno de los hijos del valle a capturar una galera turca de modo que la enseña enemiga vino a estas tierras para engalanar los muros de la iglesia. No es extraño, pues, que las gentes del valle de Benasque acudan en romería cada nuevo septiembre. 28 CASTILLO 19 (Sádaba)

Aparte de la belleza de su conjunto, hoy rehabilitado, su historia también lo hace atractivo pues comenzó en el siglo XII como fortaleza románica construida por Alfonso I el Batallador y «tenencia» real y acabó no siendo ninguna de las dos cosas, pasando incluso a depender en el siglo XIII del cercano Reino navarro hasta que los propios vecinos solicitaron su reincorporación a Aragón (1261). Tampoco su emplazamiento actual es el originario. Las crisis económicas de la monarquía aragonesa del siglo XIV hicieron de este castillo moneda de cambio, por lo que fue enajenado varias veces hasta convertirse en un típico castillo gótico señorial que, según Labaña, estaba deshabitado en 1610.

CASTILLO 20 (Abizanda)

El pasillo abierto por el río Cinca y su afluente el Ara hizo que el corazón de Sobrarbe estuviera constantemente expuesto a la presencia musulmana hasta comienzos del siglo XI, controlando castillos como el de Ibn Salam (hoy Abizanda). Para cortar ese paso, Sancho III el Mayor tomó la fortaleza mora y sobre ella construyó un nuevo castillo del que queda parte del recinto fortificado y la torre, dedicada hoy a «Museo de la religiosidad y creencias populares». Desde su reconquista, Abizanda tuvo «tenentes» hasta fines del siglo XII, aunque su estrella comenzó a declinar por entonces con el desplazamiento del centro de gravedad del Reino hacia la parte central del valle del Ebro. 29 21 CASTILLO (Loarre)

Cuando los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza pasaron a depender de Sancho III el Mayor apenas habían llegado por el sur a las Sierras Exteriores. Para defenderlos y poder progresar luego hacia el llano ibérico, el monarca pamplonés construyó todo un sistema defensivo de más de veinte fortalezas, destacando de todo el conjunto el castillo-abadía de Loarre, levantado frente a las fortalezas musulmanas de y Bolea, siendo completado por sus inmediatos sucesores, ya reyes de Aragón. Dado su valor estratégico, fue utilizado hasta las guerras de Sucesión, Independencia y Carlistas. Hoy, libre del pueblo que se desplazó al llano, constituye el más importante castillo románico peninsular y uno de los mejores de Europa.

22 CASTILLO DE FANTOVA (La Puebla de Fantova)

La «extremadura» (o zona donde se estabilizó la frontera) del condado de Ribagorza en el siglo X precisó ser afianzada para vigilar los castillos musulmanes de , Laguarres y , que serían conquistados en el siglo XI por Sancho III el Mayor. Para ello se levantó esta fortaleza, convertida en «tenencia», a cuyos pies estaba asentado el caserío diseminado de la población, luego trasladada con la paz más cerca del río, a La Puebla de Fantova. Del complejo castrense queda un fragmento de muralla y, en cada extremo del montículo, como solía ser habitual, la iglesia (aquí dedicada a Santa Cilia) y la esbelta torre del castillo, ambos románicos.

30 CASTILLO 23 (Samitier)

En una cresta casi inaccesible, cortada a pico por uno de sus lados, el castillo de San Emeterio formó parte de la red de fortalezas levantadas en el siglo XI por Sancho III el Mayor y continuadas por su hijo Ramiro I para asegurar la «extremadura» sobrarbense frente a los moros. Se trata, como en otros muchos casos, de un conjunto de fortaleza, muralla e iglesia, puesto que el poblado se trasladó a tierras más llanas con la paz. La torre, de planta hexagonal, de grandes proporciones, apenas ha podido resistir el paso del tiempo; la iglesia, también románica de tres naves con cripta y hace poco rehabilitada, debió formar parte de un conjunto monástico del que apenas sabemos nada. Con el tiempo, el castillo pasó a manos de la nobleza laica.

CASTILLO 24 (Perarrúa)

Sin duda alguna, la primera fortificación del escarpado promontorio sobre el que se asienta fue musulmana, luego aprovechada y remodelada por Sancho III el Mayor en el siglo XI para hacer del castillo el centro de una «tenencia» que taponara la vía de penetración del río Ésera hacia el corazón de Ribagorza, tenencia que estuvo vigente hasta comienzos del siglo XIII. De aquel complejo militar, civil y religioso quedan tan sólo algunos fragmentos de la muralla y parte de una torre defensiva ovalada y semiderruida, amén de la inseparable iglesia, cuya torre servía asimismo de vigía en el extremo del espolón. La reconquista de las tierras bajas del Ebro hizo innecesario el castillo y comenzó su declive y deterioro. 31 25 PLAZA MAYOR (Aínsa)

El casco antiguo de la que fuera villa de realengo posee un gran atractivo y aún se puede ver entre su caserío parte de sus viejas murallas, evidencias del castillo medieval, la iglesia románica de la Asunción y su plaza mayor. Esta última, totalmente porticada, es de origen románico y constituye uno de los más bellos y vetustos ejemplos hispanos con sus casas bajas y estrechas, con balcón sobre el soportal y pequeño alero de madera. En este espacio se celebraban las importantes ferias de octubre inauguradas en 1296 y las de agosto en 1404; en esta plaza predicó san Vicente Ferrer ante diez mil personas tratando de convertir a los judíos e hizo prodigios inexplicables, sanando endemoniados y haciendo callar a un jumento alborotador.

26 DESPOBLADO DE MONTAÑANA

En los últimos ciento veinte años se han producido en Aragón, fundamentalmente en los Pirineos, ocho despoblados de media por año. Uno de ellos es la villa de realengo de Montañana, «castro» citado desde 987-995. Como villa de realengo formó parte del «condado de Ribagorza» en la Baja Edad Media. Recorrer su caserío rehabilitado, agarrado milagrosamente a un espolón rocoso que circundan los arroyos San Juan y San Miguel, es como entrar en el túnel del tiempo desde el mismo puente medieval por el que se accede a las rúas empedradas hasta la parroquial románica de fines del siglo XII, que, dedicada a Nuestra Señora de Baldos, rasga el cielo con su torre inalcanzable.

32 DESPOBLADO DE MURO MAIOR 27 (Muro de Roda)

El municipio de Muro de Roda, antaño Muro Maior, estuvo compuesto por nueve aldeas diseminadas por la sierra, que tenían su cabecera en el hoy despoblado, donde estaban ubicados la iglesia parroquial (San Bartolomé, hoy ermita, del siglo XI), el ayuntamiento y el cementerio comunes. Todo ello encerrado en un recinto murado del siglo XI, conservado en su integridad, muralla que trató de defender en momentos de verdadero peligro a todos los habitantes de las aldeas de los moros vecinos de Graus y . Acceder con cierta dificultad al recinto supone tanto adentrarse en la Edad Media cuanto poder admirar un panorama único del hermoso valle de La Fueva, por un lado, y del Cinca, por otro.

MUSEO DE DIBUJO «CASTILLO DE LARRÉS» 28 (Larrés)

Desde las referencias más antiguas de Larrés (1035) y de la «torre de La Res» (1299) hasta 1986, fecha en que se convirtió en Museo de Dibujo, este castillo-palacio estuvo en manos de importantes familias aragonesas (los Luna, los Urríes, marqués de Ayerbe, etc.), para comenzar su decadencia y ruina a partir de la desamortización. La donación altruista de los hermanos Castejón Royo, el empeño encomiable de «Amigos de Serrablo» y la ayuda institucional lo han convertido, sin duda alguna, en el primer y mejor museo hispano de la especialidad, en el que exponen obras los más prestigiosos dibujantes en sus múltiples variantes: artístico, cómic, ilustración, humor, publicidad, animación o diseño. 33 29 MUSEO ETNOGRÁFICO «MAS DE PUYBERT» (Aler-Benabarre)

Las tierras quebradas de los Pirineos y del Sistema Ibérico están salpicadas de edificaciones aisladas, centro de auténticos micromundos autosuficientes (algo de cereal, , bosque, horno, pastos, ganado, etc.) que reciben nombres diversos según las zonas: masadas, mases, pardinas… Muchas veces son el último reducto de un poblado mayor agostado. El «Mas de Puybert» constituye un ejemplo vivo de cómo era la vida rural en siglos pasados, teniendo en cuenta el diario que, encontrado en la falsa de la casa, narra todo lo que aconteció en él desde 1550 hasta 1811. Una iglesia de origen románico, una ermita rupestre de la Virgen y una tejería del siglo XVII completan el conjunto.

30 MUSEO DE ARTES POPULARES DE SERRABLO (Sabiñánigo)

Aparte de lograr salvar de la ruina las iglesias serrablesas y de crear de la nada el Museo de Dibujo de Larrés, la encomiable tarea de la Asociación «Amigos de Serrablo», con su entonces presidente Julio Gavín a la cabeza, consiguió abrir en 1979 las puertas de este gran espacio, ampliado y reinaugurado en 1998. Se trata, sin duda alguna, de uno de los museos etnológicos más importantes de España, en el que se pueden detectar, incluso de manera interactiva, las seculares señas de identidad y raíces de los pueblos montañeses preindustriales, e incluso de nosotros mismos, de la mejor manera posible, propiciando la dialéctica pasado-presente, que es como nace el conocimiento histórico. 34 BATÁN DE LACORT 31 (Fiscal)

Entre los ríos aragoneses, las aguas del Ara, que hacen grande al Cinca en Aínsa, han servido de nexo de unión a multitud de pequeños núcleos rurales enraizados en las laderas de su hermoso valle. Fiscal, uno de los más señeros, no sólo atesora un interesante conjunto de casas tradicionales sino también al último batán pirenaico vivo hasta 1974. Hoy, salvado de la ruina y rehabilitado, el batán de Lacort, una auténtica joya etnográfica, es capaz de mostrarnos todavía cómo funcionan sus dos enormes mazos de madera que, movidos por el agua de una acequia que una noria eleva, sirven para suavizar las piezas de lana tejidas al amor del brasero en las tardes largas de invierno para ser luego prenda de abrigo.

ESTACIÓN INTERNACIONAL DE FERROCARRIL 32 (Canfranc)

Desde que en 1853 se defendiera en Aragón la necesidad de un ferrocarril para comunicar Francia y España por los Pirineos centrales hasta que se inauguró la totalidad de la línea en 1928 pasaron setenta y cinco años; luego, guerras y desentendimientos abrieron y cerraron el paso alternativamente hasta que en 1970 Francia paró definitivamente sus trenes. A la estación proyectada en Los Arañones en 1909 sólo llegan desde entonces, con ímprobo esfuerzo, los españoles. Un edificio singular de 241 m, y tres plantas, a cuyos andenes francés y español abren respectivamente 75 puertas, 75 ventanas y 75 buhardillas, se ha convertido en símbolo del desentendimiento político. 35 33 BODEGAS ENATE (Somontano de Barbastro)

Los documentos medievales de la zona abundan en noticias sobre el cultivo de la vid, pero en pocos casos como en éste se ha producido una adaptación a la modernidad tan lograda sin romper la armonía serena del paisaje y conseguir «una aséptica y funcional residencia para el vino», como dicen sus dueños. Ni siquiera las sucesivas ampliaciones de su arquitecto, Jesús Manzanares, entre 1991 y 2001, han roto ese equilibrio. Esa modernidad se ha afianzado todavía más convocando a pintores de la talla de Saura, Chillida o Vitoria, entre otros muchos, para destacar el etiquetado, convertido en expresión del arte.

34 PARADOR NACIONAL (Sos del Rey Católico)

Sos (del Rey Católico, porque allí nació el monarca aragonés Fernando II en 1452) es una de las cinco villas que dieron nombre a esta comarca zaragozana y una de las poblaciones más sugestivas, bellas y monumentales de Aragón. Recorrer sus calles empinadas supone internarse en un abrir y cerrar de ojos en la Edad Media. Su indudable interés artístico, cultural y patrimonial se ha visto complementado con el Parador de Turismo construido en 1974 dentro de las murallas. A las órdenes de Sainz de Vicuña, su arquitecto, una pléyade de herreros, canteros, ebanistas, ceramistas y carpinteros han logrado que la modernidad de la instalación armonice perfectamente con un casco urbano tan espectacular. 36 MONASTERIO DE SAN PEDRO DE SIRESA 35 (Siresa)

Hoy iglesia parroquial, nacía como monasterio a comienzos del siglo IX, al pie de la importante calzada romana que unía Caesaraugusta y Benearnum (Bearn), luego camino jacobeo, que atravesaba el Pirineo por el puerto de Palo. Surgió según el modelo de los monasterios carolingios europeos y en su tiempo constituyó toda una innovación. Aunque importante culturalmente en los siglos IX y X, fue arruinado por Almanzor (999), y quedó poco a poco desplazado del centro del poder, sobre todo al abrirse el paso del Somport. Aunque los monarcas aragoneses trataron de revitalizarlo en el siglo XI, de ahí su iglesia románica, en el XIII estaba totalmente eclipsado.

37 36 PASEO DEL ÓVALO (Teruel)

Escalinata (Teruel). Fue tan importante la impronta de los alarifes moros en la arquitectura hispana que sus obras han merecido en Aragón el calificativo de «Patrimonio de la Humanidad». La ciudad de Teruel, en el sur aragonés, no sólo atesora singulares ejemplos medievales de este arte mudéjar sino que, tres siglos después de haber sido expulsados los moriscos, el arquitecto turolense José Torán (1921) fue capaz de construir, en el más puro estilo neomudéjar, la espectacular escalinata que salva el enorme desnivel que separa la estación del ferrocarril de la capital del paseo del Óvalo, recientemente remodelado, en cuya planicie emerge la sede de la Diputación General en Teruel, tras rehabilitar el edificio que sucesivamente fuera convento y cuartel.

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