REVISTA HMiC, NÚMERO VIII, 2010 ISSN 1696-4403 http://webs2002.uab.es/hmic

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Editors: Departament d'Història Moderna i Contemporània i Universitat Autònoma de Barcelona

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Director: José Luis Martín Ramos (UAB).

Cap de redacció: Elena Fernández García (UAB).

Maqueta número VIII, 2010: Elena Fernández García. 1 ISSN: 1445-89111 Adreça electrònica: http://webs2002.uab.es/hmic

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ÍNDEX DE CONTINGUTS EQUIP REVISTA HMIC ...... 1 ÍNDEX DE CONTINGUTS ...... 2 DOSSIER,“Cultura i Història. Les dones durant la guerra antinapolèonica de 1808 a 1814 a la península Ibèrica”...... 4

Editorial ...... 5 Irene Castells (Universitat Autònoma de Barcelona)

Goya y la génesis de un nuevo modelo femenino durante la Guerra de la Independencia...... 8 María Dolores Antigüedad (UNED)

A imagem da mulher na ficção literária antinapoleónica ...... 25 Maria Emília da Câmara Stone (Universidade Nova de Lisboa)

La literatura femenina en la Guerra de la Independencia: A la ciudadanía por el patriotismo ...... 33 Marieta Cantos (Universidad de Cádiz)

Europeas y Españolas contra Napoleón. Un estudio comparado...... 49 Gloria Espigado (Universidad de Cádiz)

Heroínas de Cine ...... 64 Elena Fernández García (Universitat Autònoma de Barcelona) 2 Mis señoras las “traidoras”: las afrancesadas, una historia olvidada...... 79 Elisa Martín-Valdepeñas (UNED)

Uma Pioneira na política vintista: Joaquina Cândida Lobo e o seu “Catecismo” ...... 109 Zília Osório de Castro (Universidade Nova de Lisboa)

Las escritoras en la prensa de la Guerra de la Independencia vistas por sus colegas: ¿lucha de género o política? ...... 117 Beatriz Sánchez Hita (Université de Provence-CNRS)

O ar do tempo: moda “à francesa”...... 141 Ilda Soares de Abreu (Universidade Nova de Lisboa)

Víctimas i participantes. La mujer española en la peninsular War desde la óptica británica ...... 156 Daniel Yépez (Universitat Autònoma de Barcelona)

MISCEL·LÀNIA ...... 179

La Transición del feudalismo al capitalismo: ¿Una transición urbana o básicamente rural? ...... 179 Ramón del Río (Universitat Autònoma de Barcelona)

Comparative Efficacy of the Extermination Methods in Auschwitz and Operation Reinhard...... 199 Xavier Roca (Universitat de Barcelona)

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La implantació del Iogurt a Catalunya (1907-1927)...... 214 Jordi Viader (Universitat Ramon Llull)

DEBATS ...... 232

La Historiografia Irlandesa a través de James Connolly: Visions dominants ...... 232 Adrià Llacuna Hernando (Universitat Autònoma de Barcelona)

Visions al voltant dels fets de la setmana tràgica a la Catalunya de 1909...... 256 Francisco de Paula Fernández (Universitat Autònoma de Barcelona)

RESSENYES ...... 271

Antoni Moliner Prada (ed..), La Semana Tràgica en Cataluña, Nabla Ediciones, Barcelona, 2009, 303pp ...... 271 Per Josep Ll. Martín i Berbois

Gaziel, En las trincheras. El reportero que mejor narró la primera guerra Mundial, Editorial Diéresi, Barcelona, 2009, 382pp ...... 274 Per Antonio Marco Greco (Universitat Autònoma de Barcelona)

Montserrat Jiménez Sureda, Narcisa, Palahí editors, Girona, 2008, 180pp ...... 278 Per Anna Pascual i Vall (Universitat Pompeu Fabra)

Enzo Traverso, A Sangre y Fuego. De la guerra civil europea, 1914-1945, Prometeos Libros, Buenos Aires, 2009, 296pp ...... 282 Per Antonio Marco Greco (Universitat Autònoma de Barcelona)

PUBLICACIONS ...... 287

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DOSSIER-2010 ISSN 1696-440 Cultura i Història

DOSSIER CULTURA I HISTÒRIA. LES DONES DURANT LA GUERRA ANTINAPOLEÒNICA DE 1808 A 1814 A LA PENÍNSULA IBÈRICA

Editorial

Irene Castells Oliván (Universitat Autònoma de Barcelona)

Una de las principales innovaciones que ha conllevado el bicentenario de la invasión francesa de 1808, ha sido la de poner de manifiesto que las guerras antinapoleónicas no fueron sólo cosa de hombres, sino que las mujeres tomaron parte activa en esta lucha. Así ocurrió también en la Península Ibérica, como están demostrando los trabajos de investigación recientemente aparecidos sobre esta temática. El Seminario internacional organizado y dirigido por la doctora Elena Fernández García en el departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universitat Autònoma de Barcelona, es una aportación más, aunque de importancia cualitativa, tanto por la calidad 5 de las ponencias como por la variedad de las mismas y de sus respectivos enfoques.

En dos apretadas jornadas de trabajo, tuvieron lugar la exposición y debate de las trece conferencias que componen la presente publicación, de la que Elena Fernández es la editora. Encontramos en ella desde una necesaria mirada a la historiografía específica sobre las mujeres y la guerra, hasta temas totalmente inéditos hasta ahora, como son la cuestión de las afrancesadas (portuguesas y, sobre todo, españolas) o la del asociacionismo religioso femenino provocado por el conflicto bélico. El carácter interdisciplinario del Seminario es otra característica a destacar, puesto que las prácticas y los discursos de y sobre las mujeres de la época, se abordan desde la historia, la literatura, el arte o el cine.

El marco espacial no sólo peninsular sino europeo, en el que actuaron las mujeres durante las guerras napoleónicas, se hace patente en diversos trabajos que amplían de este modo la perspectiva de análisis.

Finalmente, el tiempo corto del período napoleónico, se enriquece con sendos estudios que desde las Herencias de la Ilustración nos lleva al trienio vintista portugués, momento en el que las mujeres en Portugal aparecieron ya claramente en el espacio público, cuando en España el hecho ya quedó de manifiesto desde 1808. El necesario diálogo entre modernistas y contemporaneistas (siglo XIX) queda de este modo cubierto en el dossier que se presenta a continuación.

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En definitiva, nos encontramos ante una serie de fructíferas investigaciones y reflexiones sobre las mujeres en las guerras antinapoleónicas, que son de obligada consulta para cuantos quieran profundizar en la casi desconocida historia de las mujeres españolas y portuguesas durante el primer tercio del siglo XIX.

Irene Castells Profesora emérita de la Universitat Autònoma de Barcelona

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Revista HMiC, número VIII, 2010 http://webs2002.uab.es/hmic DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad

Goya y la génesis de un nuevo modelo femenino durante la Guerra de la Independencia

María Dolores Antigüedad del Castillo (UNED)

Resum /Resumen /Abstract

Francisco de Goya (1746-1828) tenia seixanta-dos anys quan es va desencadenar la Guerra del Francès el 1808. Fins aquell moment havia estat pintor del Rei, Director de Pintura de l'Acadèmia de Nobles Arts de San Fernando i havia pintat a les dames més importants de la societat del seu temps. Hi havia creat en els retrats una imatge de la dona per a ser mostrada, mentre que en els "Caprichos" les dones encarnen molts dels vicis de la societat. La tragèdia de la guerra li va inspirar una imatge femenina com a representació del poble que pateix, víctima de la violència i també protagonista de la crueltat de la contesa.

Francisco de Goya (1746-1828) tenía sesenta y dos años cuando se desencadenó la Guerra de la Independencia en 1808. Hasta ese momento había sido pintor del Rey, Director de Pintura de la Academia de Nobles Artes de San Fernando y había pintado a las damas más importantes de la sociedad de su tiempo. Había creado en los retratos una imagen de la mujer para ser mostrada, mientras que en los “Caprichos” las mujeres encarnan muchos de los vicios de la sociedad. La tragedia de la guerra le inspiró una imagen femenina como representación del pueblo que sufre, víctima de la violencia y también protagonista de la crueldad de la contienda.

Francisco de Goya (1746-1828) was sixty-two years old when the Peninsular War started in 1808. Up to that moment he had been appointed King’s Painter and Director of the Royal Accademy of Fine Arts of San Fernando. He had also procured portrait commissions of the most notable ladies of his time. He created in these portraits an image of women to show, whereas women from the “Caprichos” personify many of the vices of the society. The tragedy of war inspired him to paint women as representation of the suffering people, a victim of violence and the cruelty of war. 8 Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Goya, Dones, Guerra del Francès, “Caprichos”, “Horrores de la la Guerra” Goya, Mujeres, Guerra Independencia, “Caprichos”, “Horrores de la la Guerra” Goya, Women, Peninsular War, “Caprichos”, “Horrores de la la Guerra”

Hablar sobre la Guerra de la Independencia y dirigir nuestra mirada al ámbito artístico no deja de ser una empresa encomiable. Remitir nuestros comentarios a los efectos de la Guerra en la obra de Francisco de Goya, no deja de ser una empresa casi imposible, habida cuenta de la abundante bibliografía que ha generado el tema. Todavía más si lo que queremos es acercarnos a la imagen que Goya proporcionó sobre las mujeres en aquellos años cruciales. Existe la preocupación de que nuestro trabajo esté condicionado por interpretaciones previas, históricas o literarias, olvidando que el lenguaje artístico no es una trascripción del lenguaje literario, sino que responde a la necesidad del artista de expresar sus sentimientos. Un artista como Goya, a caballo entre dos épocas, nos permite observar lo que de cesura tiene la guerra cruel de 1808 a 1814, también la ambivalencia del artista atrapado en esa dualidad.

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Autorretrato de Goya (1815) Academia de Bellas Artes de San Fernando

Cuando se produjo la entrada en España de los franceses como invasores en 1808, Francisco de Goya y Lucientes tenía sesenta y dos años. Era un pintor que hasta ese momento había mantenido una carrera brillante. Desde unos comienzos difíciles en llegó a vicedirector de Pintura de la Academia de Nobles Artes de San Fernando en 1785, pintor del rey en 1786, pintor de Cámara del rey Carlos IV en 1788, director de pintura de la Academia en 1795 para ser desde 1799, primer pintor de Cámara.

A lo largo de los años fue atendiendo a una clientela cada vez más poderosa dentro de unos cauces que podríamos calificar de tradicionales. Su estilo particular fue evolucionando con unos elementos de originalidad que aún hoy sorprenden. Edith Helman ya insistió sobre el propósito de Goya de ser original y recuerda el texto de Ceán Bermúdez de 1817 en el que profetizaba que los caracteres distintivos de Goya le harían 9 acreedor al título de “pintor original”1. El mismo artista confirma ese propósito en una carta dirigida a su amigo Bernardo de Iriarte en 1794 en la que dice lo siguiente: “He logrado hacer observaciones que regularmente no dan lugar las obras encargadas, y en que el capricho y la invención no tienen ensanches”.

Se ha escrito que si Goya hubiera muerto en 1792 cuando le sobrevino la cruel enfermedad en la casa sevillana de su amigo Juan Agustín Ceán Bermúdez, su obra nunca hubiera pasado a la historia como original o poderosamente moderna. Se le hubiera conocido como un pintor hábil y correcto que había realizado brillantes retratos y cartones para tapices del gusto propio del rococó en los que no había dejado de incorporar puntos de vista innovadores.

La terrible enfermedad que le dejó sordo para siempre, hasta el extremo de tener que aprender a hablar por señas, le convirtió en arquetipo del pintor moderno atormentado y genial. Nigel Glendinning dice que sufrió un envenenamiento por plomo, lo que explicaría las alucinaciones que en buena medida se comienzan a reflejar en su obra2. No obstante, su pintura ya no sería nunca una pura imitación de la naturaleza, el

1 HELMAN, Edith; Trasmundo de Goya, Madrid, Alianza Forma, 1983, p. 10. 2 GLENDINNING, Nigel; “Goya y Lucientes, Francisco”, Enciclopedia del Museo del Prado, Tomo IV, p. 1195. Madrid, Amigos del Museo del Prado, 2006.

Goya y la génesis http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad ideal del pintor clásico, sino que, aunque realista, será una muestra de su capacidad creadora y vendrá a colmar su necesidad interior de expresividad.

El pintor alemán David Friedrich (1774-1840), a quien podemos asociar con la imagen de pintor romántico dijo que “la única ley del artista son sus sentimientos”. Así Goya incorporó a su producción artística obras en las que razón y sin razón se entremezclaban con una peculiar manera de mirar y sentir la sociedad que le rodeaba; en sus obras aparecieron elementos que Isaiah Berlin consideró ya románticos: “es lo extraño, lo exótico, lo grotesco, lo misterioso y sobrenatural, es ruinas, claro de luna, castillos encantados, cuernos de caza, duendes, gigantes, grifos, la caída del agua, el molino viejo de Floss, la oscuridad y sus poderes, los fantasmas, los vampiros, el terror anónimo, lo irracional, lo inexpresable”3. Goya empleó algunos de estos temas en las pinturas que desde 1786 realizó para la Alameda de Osuna

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Francisco de Goya, Aquelarre (1797-1798) Museo Lázaro Galdiano

Todo ello era muy común en el ambiente artístico de esos años, cuando artistas como Flaxman, Füssli o Blake incorporaron en sus creaciones elementos oníricos o fantásticos. John Flaxman (1755-1826) hizo los dibujos para la ilustración de la Divina Comedia de Dante que se publicaron en Roma entre 1793 y 1802 y que sirvieron de inspiración a Goya en muchos de sus grabados, sin duda a través del conocimiento de las estampas que tuvieron gran difusión. Su forma de situar al espectador en ámbitos irreales alejados de las leyes de la gravitación y la perspectiva, fascinó a Goya quien se sirvió de ellos para encuadrar sus obras en escenarios fantásticos. Robert Rosemblum afirmó que el español imitó algunas de sus composiciones pero consideraba que Flaxman, en el que muchos artistas se inspiraron, anunciaba el alba de una nueva bella época artística y a la vez había sido capaz de crear un arte reducido a su expresión más simple y quintaesenciada4.

3 BERLIN, Isaiah; Las raíces del romanticismo, Madrid, Ed. Turner, 1999, p. 37. El autor enumera estos conceptos muchos de ellos perceptibles en la obra de Goya, como pruebas de la evolución desde la estética de la Ilustración al Romanticismo. 4 ROSENBLUM, Robert; Transformaciones en el arte de finales del siglo XVIII. Madrid, Ed. Taurus,

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Muchas de estas ideas estaban presentes pues a finales del siglo XVIII; Goya aislado en buena medida por su sordera, se convirtió en un observador callado que proyectaba un punto de vista agudo sobre la sociedad de su tiempo. Su lenguaje plástico se plegó a la necesidad de ganar expresividad y comunicación con la menor cantidad posible de elementos; a través de su arte exponía sus opiniones lo que provocó que tuviera algún que otro encontronazo con el Santo Oficio.

Puede decirse que entre los años 1795 y 1808 Francisco de Goya consolidó los modelos femeninos que tendrán mayor difusión entre el gran público y que podemos sintetizar en “las majas”, esas figuras femeninas del pueblo a quienes se asociaba con actitudes desenvueltas e independientes y cuyo vestuario fue imitado por las damas de la aristocracia.

El retrato de “La Marquesa de la Solana” (1795, Museo del Louvre, París) inaugura una tipología de retrato femenino que será continuado con “La duquesa de Alba con mantilla” (1797, Hispanic Society of America, Nueva York) y su réplica real “La reina María Luisa con mantilla” (1799, Palacio Real, Madrid) o el espléndido “La marquesa de Santa Cruz” (1799, Museo del Louvre, París). En todos ellos las mujeres lucen delicadas mantillas cruzadas sobre el pecho, sobre las obligadas basquiñas negras acampanadas que dejan ver los pies. En casi todos los casos el atuendo se completa con un abanico, que si hacemos caso a los comentarios de los visitantes extranjeros, eran objetos que las mujeres españolas sabían mover a voluntad5.

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Francisco de Goya, La reina María Luisa con mantilla (1799) Palacio Real de Madrid.

1986 (Ed. Inglesa, 1967), p. 151. El autor afirma que Goya imitó la composición de “El Infierno”, en una procesión de monjes, un bosquejo a la aguatinta catalogado por Barcia como de 1793 que ya posee la simplicidad de las formas y lo esencial en el colorido. 5 Sobre el atuendo de las majas y las costumbres en la indumentaria popular, mi trabajo en Tipos Madrileños. Colección de cuarenta y ocho grabados sobre costumbrismo madrileño. Dibujados por José Ribelles y Halip. Grabados por Juan Carrafa. Madrid, Ed. Guillermo Blázquez, 1999, pág.23.

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Goya se nos revela en estos retratos como un fino observador que no renuncia al detallismo en la representación de la indumentaria, auténtico alarde de preciosismo a pesar de la ligereza de la pincelada. Valeriano Bozal le ha considerado en muchas ocasiones como un verdadero “voyeur”. Todas sus mujeres aparecen retratadas sobre un fondo neutro, apenas existe un escenario detrás que nos permita situarlas en un ambiente determinado, son imágenes descontextualizadas. Este planteamiento cambiará radicalmente con los retratos del romanticismo donde frecuentemente se asocia a la mujer con el marco del hogar, una residencia, en la mayoría de los casos lujosa y bien amueblada, el ideal del burgués acomodado. En los retratos burgueses los caballeros aparecen rodeados de aquello que es propio de su trabajo intelectual, de ahí la presencia de despachos o bibliotecas o sobre el campo de batalla en el caso de los militares. Las mujeres quedan confinadas al espacio privado.

El mismo Goya, aún con resabios del neoclasicismo, retrató a su protector Melchor Gaspar de Jovellanos en 1795 sentado ante una mesa que aparece cubierta de legajos y presidida por una escultura de Minerva, la diosa de la sabiduría y de las artes (Museo del Prado, inv. 3236) o al Duque de Alba (Museo del Prado, inv. 2449) en ese mismo año 1795, quien aparece apoyado sobre un pianoforte sosteniendo en sus manos unas partituras de Hayden, músico en el que el joven duque era experto. La diferencia en el tratamiento se demuestra cuando contemplamos el cuadro compañero: “La duquesa de Alba de blanco” (Colección Casa de Alba), bello lienzo en el que la figura se recorta sobre un vago fondo de paisaje con la sola compañía de un perrito, sin embargo su atuendo está tratado hasta en los menores detalles.

Goya prescinde del marco para centrarse en la expresión y el interior de la retratada que adquiere la condición de objeto para ser mostrado. Cuando aborda la pintura de “Las Majas” (1803), un encargo de Manuel Godoy, huye de cualquier referencia temporal o espacial, para convertir a su representada, gitana o duquesa, en un puro objeto expuesto a la mirada. Este rasgo de modernidad no será superado hasta la 12 “Olimpia” de Manet; como Goya el francés nos mostrará a la mujer como un objeto.

La tipología de la maja no será algo exclusivamente utilizado en la pintura de caballete, sino que a través del grabado, Goya construye un imaginario de intencionalidad moralizante donde las mujeres son claramente criticadas en sus hábitos, como lo son muchos otros sectores de la sociedad.

En 1799 Goya puso a la venta una tirada de los Caprichos, que se ve obligado a retirar con prontitud ante la amenaza del Santo Oficio. A lo largo de 80 grabados, el aragonés había repasado los vicios de la sociedad de finales del siglo XVIII, la situación de las mujeres, la inutilidad de ese clero que explotaba a sus fieles, además de un retablo de vicios y costumbres en el que en ocasiones se recurre a los animales para escenificar las lacras de la sociedad, algo muy propio de la literatura de esos momentos como las Fábulas Morales (1781) de Félix María de Samaniego (1745-1801). En la mente de nuestro pintor está el deseo de regeneración moral de la sociedad, un anhelo que Goya compartía con sus amigos ilustrados: Leandro Fernández de Moratín, Juan Agustín Ceán Bermúdez, Juan Meléndez Valdés, Juan Antonio Melón o su protector Melchor Gaspar de Jovellanos. Pero también están presentes las obsesiones del artista en un momento histórico en el que los logros de la Ilustración han sido casi borrados por los horrores de la Revolución Francesa, el dictado del Terror y la muerte en la guillotina de Luís XVI de Francia. El grabado número 43 de los Caprichos, “El sueño de la Razón produce

Goya y la génesis http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad monstruos” que realizó en 1797, resume su pensamiento en esos momentos y lo que va a ser su obra, el hecho de que cuando la razón deja paso al sueño se liberan los monstruos del subconsciente; tras el imperio de la Razón llega el terror.

En los “Caprichos” las mujeres son tratadas como víctimas de la sociedad, sometidas al hogar, son casadas a la fuerza o casi vendidas al unirse con hombres ricos que las superan en edad. Los grabados número 9 “Tántalo”, el 14 “Qué sacrificio” o el 73 “Mejor es holgar”, abordan la cruel realidad de los matrimonios por interés, en buena medida a instancias de una madre vieja y ambiciosa, un tema bien tratado en la literatura a través de las piezas teatrales de su amigo Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) quien los abordó en obras como El viejo y la niña o El sí de las niñas y que al igual que Goya, lo enfocó con buenas dosis de paternalismo y sentimentalismo. Entre 1791 y 1792 había pintado “La boda” (Museo del Prado, inv. 799), un cartón para tapices con destino al despacho del Rey en El Escorial, hoy en el palacio de El Pardo, en el que se representa un matrimonio desigual: una joven bella y un marido viejo y grotesco, casi una caricatura.

Pero quizá lo que más destaca en la imagen de la mujer que Goya proyecta en los Caprichos sea la mordacidad de sus críticas. Quedan reducidas a los papeles de prostitutas, coquetas o brujas que también escenifican vicios o fantasías.

Las mujeres son para Goya, en muchos casos, seres caprichosos que se valen de su belleza para atraer a los hombres y conducirles a la ruina. El origen de muchos de estos motivos es a menudo literario como el grabado número 2 “El sí pronuncian y la mano alargan/ Al primero que llega”, claramente tomado de la sátira A Ernesto de Jovellanos quien lo había publicado en El Censor anónimamente entre1786 y 17876.

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Francisco de Goya, Caprichos, Número 2 “El si pronuncian y la mano alargan Al primero que llega”

6 La cita es de HELMAN, Óp. Cit, p. 120. La autora relata como la protagonista Alcinda, que ha accedido al matrimonio por interés, aparece en el grabado con un antifaz tras el que parece ocultarse un rostro de rata o de perra. La joven entrega la mano izquierda al novio, mientras oculta la derecha a su espalda. Las viejas que acompañan a la pareja son caricaturas verdaderamente fantásticas que más tienen que ver con las brujas que con personajes de respeto.

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La figura de la maja en los Caprichos se asocia habitualmente con la prostituta o la mujer coqueta, una imagen de mujer joven y bella que se deja seducir o se presta a la seducción aconsejada por una anciana o celestina. El número 7 “Ni así la distingue”, número 5 “Tal para cual”, número 15 “Bellos consejos” y número 16 “Dios la perdone: y era su madre”, insisten en la fugacidad de la belleza y la crueldad de las mujeres que tiene su culminación en los grabados número 19 y 20: “Todos caerán” y “Ya van desplumados”. En el primero la mujer que atrae a los hombres tiene figura de arpía o sirena, un monstruo mitológico que mezcla busto de mujer y cuerpo de ave rapaz. La simbología no podía ser más clara.

Francisco de Goya, Caprichos, Número 19 “Todos caerán” 14

La obsesión de Goya por la figura de la duquesa de Alba, Teresa Cayetana, tiene también su reflejo no solo en el retrato vestida de maja, un cuadro que Goya conservaría en su casa como muestra el inventario realizado a la muerte de su mujer, Josefa Bayeu, en 1812, sino que el grabado número 61 de los Caprichos, “Volaverunt”, la retrata como un ser con alas de mariposa que vuela sobre seres monstruosos o grotescos. Sin duda el artista quiso reflejar la superficialidad de la dama y sus habituales coqueteos, una vez muerto su marido. Natacha Seseña relaciona esta imagen con un aguafuerte de la Biblioteca Nacional cuyo dibujo preparatorio guarda el museo del Prado en el que una mujer bifronte y con alas de mariposa parece besar a un Goya que se coge de su brazo. “Sueño de la mentira y la inconstancia” (1800) remite a un mundo onírico y simbólico a través del que Goya quiere expresar su angustia ante la inconstancia de la duquesa que quizá no pasó de considerarle un artista a su servicio, a pesar de admirar su genio y al que aceptó en su círculo íntimo, sin valorar los sentimientos que embargaban al pintor durante su estancia en el palacio de Sanlúcar de Barrameda en 17977.

Así, pues, al inicio de la guerra Goya había construido unos modelos femeninos

7 SESEÑA, Natacha; Goya y las mujeres, Madrid, Ed. Taurus, 2004, p. 103 y ss. La autora analiza en profundidad la personalidad de Teresa Cayetana y los anhelos de posesión de un Goya ya mayor que vive pendiente de la vitalidad y alegría de la aristócrata y que tan bien supo reflejar en el “Album de Sanlúcar” verdadero diario dibujado de su estancia en el palacio de la duquesa.

Goya y la génesis http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad que reflejaban fielmente la sociedad decadente de fines del siglo XVIII, una sociedad que aún no era consciente de que la revolución francesa había supuesto la ruptura con el pasado y la llegada de un nuevo orden, aunque las viejas monarquías se negasen a aceptar esa realidad.

Goya no toma parte en la contienda, permanece casi todo el tiempo en Madrid, excepto un breve viaje en septiembre de 1808 a Zaragoza invitado por el general Palafox que le llama para que inmortalice en sus telas el heroísmo de los zaragozanos en el primer sitio que sufrió la ciudad.

El libro reciente de Gérard Dufour, Goya durante la Guerra de la Independencia ha tratado de profundizar en este tema y aporta nuevos datos para hacernos una idea de cuál fue la situación o el estado de ánimo del artista durante esos años8. La mayoría de las investigaciones se han centrado en aclarar el papel político que el pintor jugó y su fidelidad o no a la causa del Intruso. Ya en un libro de hace algunos años, hablé sobre este tema y expuse en qué había consistido la colaboración de Goya con el gobierno de José Bonaparte9. Nada aporta al conocimiento o interpretación de su obra el saber si juró acatamiento al rey José en su barrio como cabeza de familia o si no lo hizo como miembro de la Academia, algo que era obligado para todo el que deseara conservar su puesto de trabajo. Por desgracia, los datos históricos difícilmente ayudan a comprender al personaje y son sus obras las que más claramente dan cuenta de sus sentimientos.

La guerra fue para Goya, al igual que para el resto de los españoles una auténtica conmoción. Si bien estaba convencido de la decadencia del Antiguo Régimen, había tenido ocasión de conocer como pintor de Cámara a los viejos reyes y al “Deseado”. Esa guerra entreverada de conflicto dinástico, guerra civil y guerra de independencia, desató muchos de los monstruos que su razón no siempre controlaba: la envidia, el miedo, la violencia y la muerte. El ya viejo Goya, había nacido en 1746, sobrevivió al conflicto con los ojos abiertos ante lo que sucedía a su alrededor y su arte le sirvió para liberar sus 15 monstruos y le convirtió en un testigo asombrosamente lúcido de lo acontecido.

Su testimonio personal no fue nunca el que pudiera prestar un reportero o pintor de batallas, hubo muchos en la guerra que lo hicieron y no siempre en el mismo bando. Un joven Louis-François Lejeune (1775-1848), oficial ingeniero zapador, herido en el primer sitio de Zaragoza, inmortalizó las campañas napoleónicas con buenas dosis de dramatismo en una serie de cuadros de batallas que gozaron de gran fama, a la vez que sus memorias testimoniaron la contienda10. Goya redujo su carácter de cronista a la expresión “yo lo vi”, la proyección de sus sentimientos sobre la guerra y sus atrocidades, que se iban fijando en su mente como una pesadilla

Goya fue cronista de una guerra que no se parecía a otras, una guerra en la que la población civil jugó un importante papel, como víctima pero también como protagonista de muchos hechos bélicos que frecuentemente tuvieron lugar en pueblos y ciudades.

En esta contienda moderna hay un factor que también había estado ausente en

8 DUFOUR, Gérard; Goya durante la Guerra de la Independencia. Madrid, Ed. Cátedra, 2008. 9 ANTIGÜEDAD, Mª Dolores; El patrimonio artístico de Madrid durante el Gobierno Intruso (1808- 1813), Madrid, Ed. UNED, 1999, p. 199. 10 LEJEUNE, L.J.; Los sitios de Zaragoza, según la narración del oficial sitiador Barón Lejeune. Versión prólogo y notas de C. Riba, Zaragoza, 1908.

Goya y la génesis http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad otros conflictos y es la presencia de las mujeres. Jean-René Aymes dice que por primera vez en la historia moderna del país, las mujeres participan en el conflicto, rara vez como cuerpos colectivos autónomos, pero sí como protagonistas activas al lado de los varones, sin pretender sustituirles11. Sus razones para la lucha eran las mismas que las que tenían los hombres: defenderse de los invasores que ocupaban su tierra y arruinaban sus haciendas.

El hecho, por demás notorio, no pasó desapercibido para Goya que desde los primeros momentos de la vorágine comenzó a representar a las mujeres desde un punto de vista nuevo. Las madres que con sus hijos en brazos huyen del horror o las jóvenes que se enfrentan a la violencia de los soldados, nada tienen que ver con sus impecables damiselas o sus majas retrecheras. Desde un primer momento, las mujeres son las víctimas de una violencia ciega que no distingue de bandos.

La colección madrileña del Marqués de la Romana, conserva ocho pequeños cuadros atribuidos a Goya, el catalogado como pintado entre 1806 y 1808 representa a un hombre que con el brazo elevado armado con un cuchillo, apuñala con reiteración a una mujer desnuda de cuyo cuerpo escapa un reguero de sangre12. Esta imagen junto a su compañero “Bandido desnudando a una mujer” (1798-1800) nos introducen en un escenario irreal, podría ser una cueva, en el que la violencia y la economía de medios para representarla pretenden conducir la atención hacia el cuerpo desnudo de las mujeres, verdadero foco y resumen de la acción que se pretende narrar. Otro de los cuadritos de la serie: “Ataque a un campamento militar” (1808-1809) tiene como motivo y objeto de la composición a una joven que huye con su bebé en brazos ante la amenaza de un pelotón de soldados que aparecen representados por los cañones de los fusiles que ya han dejado muertos o heridos a soldados o paisanos. Las relaciones con “Los fusilamientos” son muchas. Como en la grandiosa composición de 1814, la misma técnica refleja la modernidad en el enfoque: abocetamiento en las figuras y horror en las víctimas iluminadas sólo por el incendio que se percibe al fondo; nada hay de heroico en 16 la figura femenina aterrorizada que trata de salvar a su hijo de una muerte cierta.

Francisco de Goya, “Ataque a un campamento militar” (1808-1809) Colección Marqués de la Romana.

11 AYMES, Jean-René; La Guerra de la Independencia: héroes, villanos y víctimas (1808-1814). Lleida, Ed. Milenio, 2008, p. 351. 12 “Bandido asesinando a una mujer”, Ca. 1806-1808 (oleo sobre lienzo, 41,5x31,8 cm. Madrid, colección Marqués de la Romana) en MENA, Manuela; Goya en tiempo de guerra, Madrid, Museo del Prado, 2008, p 233 y ss.

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Cuando en 1810 Goya comienza la serie de “Los Desastres de la Guerra” su cabeza está colmada de escenas terribles, que vividas, leídas o narradas por amigos y conocidos, le obligarán a tomar partido y a desahogarse con su arte. “Los Desastres” no son un encargo, ni serán conocidos hasta muchos años después cuando el pintor ya había fallecido13; la Academia de Nobles Artes de San Fernando hizo una tirada en1863, pero son la expresión de un sentimiento irrefrenable y pesimista sobre el drama de la contienda.

Goya empleó materiales muy precarios. Ante la falta de planchas de calidad, reutilizó unos cobres que había empleado con anterioridad y redujo al máximo el uso de la aguatinta, sin duda a falta de resinas, pero empleó con amplitud la aguada14. El resultado fueron unas escenas en las que las figuras se recortan sobre fondos vacíos, llenas de fuertes contrastes y apenas gradaciones tonales que sitúan la acción en escenarios intemporales, escenas sin conexión entre ellas, son una sucesión de episodios, pero que logran que el hecho que se pretende narrar sea verosímil: la escenificación de la tragedia.

Ese nuevo modelo de mujer es la madre que huye con sus hijos y con sus pertenencias ante el peligro de los combates en pueblos y ciudades. El grabado número 44 “Yo lo vi” y el número 45 “Y esto también” nos descubre a un Goya que se implica, ya desde los primeros grabados de los Desastres con el pueblo que sufre cuyo eslabón más débil son las mujeres. Se considera testigo de los hechos aunque lo que refleje sea lo que su imaginación ha construido.

La participación de las mujeres es uno de los episodios más llamativos de esta guerra. Proliferaron los nombres de mujeres de todas las edades que en ocasiones llevaron a cabo acciones de auténtico valor entre las que no se puede dejar de citar el caso de Agustina Saragossa, luego Agustina Zaragoza o de Aragón, que había contribuido a detener el avance francés sobre la ciudad del Ebro disparando el cañón que 17 había abandonado un artillero herido o muerto. Al margen del mito creado en torno a la figura de Agustina Zaragoza, mito bien construido por quien tuvo un determinado interés por difundirlo, el general Palafox15, lo cierto es que Goya recogió este tema y lo incorporó a los Desastres sin duda gracias a las informaciones que le proporcionó el mismo Palafox durante su estancia en Zaragoza. Pero la estampa número cinco de los Desastres, una de las primeras estampas que realizó y que podríamos considerar que recoge el mito, introduce una serie de novedades. La figura esbelta de la mujer que dispara el cañón está de espaldas al espectador y no muestra su rostro, como tampoco podemos ver el rostro de los muertos que se amontonan a sus pies en pirámide, es una heroína anónima que Goya destaca con la leyenda “¡Qué valor!”. Un tratamiento muy diferente al que luego recibirá Agustina por parte de Juan Gálvez que en 1810 ya la representa apoyada sobre el cañón y en una supuesta escena bélica, rodeada de cadáveres

13 Goya regaló una tirada de los Desastres a su amigo Ceán Bermúdez en 1815. Es la serie que se conserva en el British Museum de Londres. 14 VEGA, Jesusa;“Francisco de Goya en la sangrienta Guerra de España: vida, lucha y memoria” en Vivencia y memoria de la Guerra de la Independencia en la Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, Fundación Lázaro Galdiano, 2008, p. 94. 15 Sobre el nacimiento de la leyenda de Agustina de Aragón ver QUERALT DEL HIERRO, Mª Pilar; Agustina de Aragón. La mujer y el mito, Madrid, La Esfera de los Libros, 2008. Imprescindible la reflexión de FREIRE, Ana María; Historia y literatura de Agustina de Aragón. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. La autora aporta una serie de datos para completar el perfil biográfico de la heroína.

Goya y la génesis http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad pero en postura de posado16. El mismo Gálvez y Fernando Brambila representaron a Agustina, ya denominada Aragón, en la acción de disparar el cañón en la colección de estampas Ruinas de Zaragoza (1812), una escena de guerra que nada tiene que ver con la interpretación goyesca, incluso la estampa va acompañada de una minuciosa leyenda que narra los hechos protagonizados por la joven en la defensa del Portillo.

Francisco de Goya, Desastres de la Guerra, Número 7 “Qué valor”

Las acciones llevadas a cabo por las mujeres pasaron rápidamente al imaginario colectivo, así una Casta Álvarez, aparece entre los protagonistas de los hechos de Zaragoza representada por Gálvez y Brambila como una atractiva joven que apoya su mano izquierda en la cadera, mientras con la derecha sostiene un palo al que ha incorporado una bayoneta, al fondo el río y una pieza de artillería con sus artilleros17, es toda una escenografía no el aislamiento de un hecho como había hecho Goya. 18

El valor de las mujeres y su presencia en la lucha es algo que Goya reconoció, sus mujeres son protagonistas de escenas que se desarrollan en espacios imprecisos como las estampas número 4 “Las mujeres dan valor”, la número 9 “No quieren”, número 10 “Tampoco” o número 11 “Ni por esas”, en todas ellas las mujeres luchan contra los soldados para tratar de defenderse de sus ataques; el contraste de luz y sombras acentúa el dramatismo de las escenas. En la última citada el dramatismo sube de tono con la presencia del niño que llora abandonado en el suelo mientras su madre es arrastrada por un soldado hacia la obscuridad, hacia el abismo. Una vez más los vestidos de las mujeres son el único foco luminoso. Las semejanzas compositivas de la estampa goyesca con cuadros y grabados de Heinrich Füssli (1741-1825) son innegables. Su cuadro “La pesadilla” (1781) del que existen varias versiones recoge esa misma postura de la mujer que es acosada por monstruos, un caballo y un íncubo, que la arrastran a la obscuridad, hacia el horror. Valeriano Bozal escribió que muchos de estos elementos fantásticos tienen mucho que ver con la poética de la sublime, que trata de sacudir el ánimo del espectador de forma violenta18. Lo característico de Goya es que lo aborda en tiempo presente, aunque el suceso es intemporal, podría suceder en cualquier guerra.

16 La obra de Juan Gálvez, una pintura al óleo sobre lienzo de 440x335 mm. pertenece a la colección de la Fundación Lázaro Galdiano, Inv. 2325. 17 Juan Gálvez y Fernando Brambila: Retrato de Casta Álvarez en Ruinas de Zaragoza, 1812, es una estampa y pertenece a la Fundación Lázaro Galdiano (inv. 14349). 18 BOZAL, Valeriano; Goya. Entre neoclasicismo y romanticismo, Madrid, Historia del Arte, 1989, p 110.

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Francisco de Goya, Desastres de la Guerra, Número 11 “Ni por esas”

Pero la presencia de las mujeres como combatientes es algo recogido por todas las crónicas, ya sea al referirse al 2 de mayo en Madrid o a los hechos de Zaragoza, sin embargo cuando Goya lo refleja no lo hace como narración de acciones épicas, sino como parte de los desastres que puede ocasionar una guerra. Su punto de vista es absolutamente novedoso. La estampa número 5 “Y son fieras” y la número 28 “Populacho” nos acercan a una nueva consideración de la mujer. La guerra libera los monstruos que todos tenemos dormidos, también las mujeres. Acciones de extrema violencia o dramatismo causan mayor impacto cuando son mujeres las que las protagonizan. De ahí el calificativo de Goya de “fieras”, esas mujeres que con su hijo en brazos agreden con una pica a los soldados o que participan en el linchamiento del 19 enemigo o del colaborador manifiestan hasta qué límites la guerra agita las pasiones y nos deshumaniza.

Francisco de Goya, Desastres de la Guerra Francisco de Goya, Desastres de la Guerra Número 28, “Populacho” Número 5, “Y son fieras”

Hace algunos años al redactarse el catálogo de obras de Goya en la Fundación Lázaro Galdiano se mencionaban unas posibles obras del aragonés que estuvieron en la

Goya y la génesis http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad colección de D. José Lázaro. Se trataba de “Montón de Cadáveres” y “Mujeres peleando con soldados franceses” lienzos, que según las fotos que se conservan, tienen una técnica abocetada pero que en esencia reproducen la temática del grabado “Fieras”19. Aunque las obras están hoy en paradero desconocido y no tenemos la certeza de que los cuadros fueran de mano de Goya, lo cierto es que el tema de la lucha de mujeres contra soldados gozó de gran difusión. Gálvez y Brambila grabaron episodios similares en Ruinas de Zaragoza en la escena titulada “Combate de las Zaragozanas contra los Dragones”. Tomás López Enguidanos (1775-1814) grabó cuatro estampas que publicó en Madrid en 181320. En la titulada “El levantamiento ante el Palacio Real” Enguidanos representa en la parte inferior izquierda a mujeres que armadas con picas y cuchillos han atacado a soldados franceses que yacen en el suelo. Como se puede comprobar el hecho no era desconocido y estaba suficientemente difundido a través de los diarios y de las memorias de los testigos. Frente a la narración pormenorizada y el sentido épico, Goya ofrece la visión descarnada y el patetismo al convertir la escena en un flash que busca impactar al observador.

Las mujeres son para Goya las víctimas, el pueblo que paga sus deseos de libertad. El “desastre” número 50 “Madre infeliz” y el 52, “No llegan a tiempo” las convierten en víctimas de esa tragedia. La pequeña que sigue llorosa a los que conducen el cadáver de su madre, es una de las escenas más patéticas de los Desastres. Alguien la ha identificado como la escenificación de los daños colaterales de toda guerra, los huérfanos, que son víctimas intemporales.

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Francisco de Goya, Desastres de la Guerra, Número 52 “No llegan a tiempo”

La mujer que desfallece en el grabado número 52 es verdaderamente la imagen de la víctima. Goya tomó su modelo de la figura de la Virgen que cae desmallada ante el

19 GLENDINNING Nigel; “José Lázaro Galdiano y el mercado de obras de Goya” en Goya en la Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, 1999, p. 24. 20 La relación de artistas que tratan temas de la guerra en Madrid ha sido analizada por CARRETE PARRONDO Juan; ”Estampas del Dos de Mayo en Madrid de grabadores y dibujantes”, Revista de Arte, Geografía e Historia, (2007), pp.. 251-287. Tomás López Enguidanos: “Día dos de Mayo de 1808 en Madrid” (1813). Los grabados estaban realizados con la técnica de la talla dulce, con aguafuerte y buril y se pusieron a la venta el 13 de junio de 1813, según el Diario de Madrid, al precio de 80 reales el juego. En 1814 José Ribelles como dibujante y Francisco Jordán como Grabador publicaron una serie sobre el mismo tema, casi eran réplicas de las estampas de López Enguidanos, de calidad inferior, se vendieron a menor precio. En la estampa número 10 también aparecen las mujeres luchando con picas contra los soldados franceses.

Goya y la génesis http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad descendimiento del cuerpo de Cristo, su hijo muerto como redentor del género humano, la escena que Rogier Van der Weyden (1399-1465) pintó sobre tabla en 1435 y que colgaba en el monasterio de El Escorial21 antes de la Guerra. También relacionada con esta pintura flamenca podríamos considerar al Desastre 64 “Carretada al cementerio” en el que la figura desmadejada de la joven muerta que es izada al carro podría asemejarse al Cristo de Van der Weyden22. ¿Secularización de la idea religiosa?, quizá este sea el propósito. Desde nuestro punto de vista las imágenes de la guerra que Goya nos proporciona, son manifestaciones de un nuevo concepto de la pintura de historia. Escasamente académicas, las representaciones femeninas nos hablan de un nuevo punto de vista, de las mujeres del pueblo que toman las armas para defender a sus hijos y que luchan y mueren por la causa. Pero al contrario que imágenes coetáneas, sus testimonios no son reflejos de patriotismo o heroísmo, sino que es una crítica amarga sobre la lucha por la libertad, quizá la lucha de las mujeres por su propia liberación. Cuando eran útiles para la causa, eran las protagonistas de narraciones e imágenes, cuando hay una vuelta al orden, su contribución ya no interesa, incluso puede ser peligrosa23.

Una vez que Fernando VII regresó a España, a comienzos del año 1814, Goya manifiesta su deseo de “perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa”. En la base de su oferta está la necesidad de mejorar su situación económica que el período de guerra había hecho insostenible. La Regencia aceptó el encargo y aunque los patrocinadores fueron cesados con la entrada en Madrid de Fernando VII el 10 de mayo, los cuadros no se interrumpieron y fue el cuarto del Rey el que abonó los gastos al pintor24. Goya eligió dos de los hechos que representaban los acontecimientos del 2 y el 3 de mayo de 1808 que se centraban en la lucha del pueblo y la consiguiente represión por parte de los franceses, sin embargo muchos de los elementos que trató en los Desastres desaparecieron de estos dos cuadros. Permaneció la idea de pueblo valeroso, anónimo, que se enfrenta a un ejército bien pertrechado, pero algunos de sus 21 protagonistas han desaparecido: las mujeres. Las estampas que las representaban luchando contra los soldados ya no tienen cabida en “El dos de Mayo de 1808”; Goya ha convertido en varón al personaje que apuñalaba el vientre de los caballos, una acción que lo mismo en Madrid que en Zaragoza, se atribuía a las mujeres.

Existe una pintura sobre lienzo del Museo de Bellas Artes de Budapest, “Escenas de la Guerra de la Independencia” (inv. 4121) que muchos han atribuido a Goya25. La

21 “El Descendimiento” fue llevado al monasterio de El Escorial en 1574. Se colocó, según disposiciones de Felipe II en la sacristía junto a “El Calvario” de la cartuja de Scheut, donde sin duda tuvo ocasión de verlo Goya. NIETO ALCAIDE, Víctor, El Descendimiento de Van der Weyden, Madrid, Tf. Editores, 2003, p. 23. 22 MATILLA, José Manuel, Goya en tiempos de guerra, Óp. Cit, p. 331. El autor comenta esta opinión ya citada por Valeriano Bozal en 1983 como rasgo romántico en los grabados goyescos que aún se aprecian con más claridad en los dibujos preparatorios que Goya regaló a Juan Agustín Ceán Bermúdez. 23 CANTOS CASANAVE, Marieta; “La situación de la mujer al filo del ochocientos. Vida doméstica, visibilidad y espacios de opinión”. España 1808-1814. De súbditos a ciudadanos, Madrid, Junta de Castilla-La Mancha, 2008, vol. II, p. 276. La autora reflexiona sobre la postura ambivalente de la propaganda oficial respecto a las mujeres durante la guerra. La ruptura de su papel tradicional ya no interesa una vez llegada la paz. 24 MENA, Manuela y MAURER Gudrun han expuesto todos los pormenores sobre la realización de los dos cuadros en “El encargo del Dos y el Tres de mayo en Madrid” en Goya en tiempos de Guerra. Catálogo, Madrid, Museo del Prado, 2008, p. 353 y ss. 25 La obra fue adquirida por el Museo de Budapest en 1912, procedente de la subasta en Berlín de la colección Weber. Gassier y Wilson consideraron que era una copia del original conservado en el Museo de

Goya y la génesis http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 María Dolores Antigüedad composición reúne muchas de las características que hemos observado en el Goya de la Guerra: abocetamiento, espacio intemporal e impreciso y presencia de la mujer como víctima de los disparos de un grupo de individuos.

Si la mujer es el centro de la composición y su figura es semejante a la del personaje central de los “Fusilamientos”, los personajes que disparan no son soldados uniformados, pueden identificarse con bandidos o guerrilleros. Si esta es la explicación podríamos estar ante un Goya, que desilusionado por la marcha de la contienda, vuelve sus ojos hacia los que considera víctimas verdaderas: las mujeres y los niños.

Podemos entender que el regreso de El Deseado fue una forzosa vuelta al orden. Fernando VII a su llegada a Madrid mandó encarcelar a los miembros de la Regencia y a todo aquel que hubiera colaborado con el Intruso, incluso, como es sabido, abolió la Constitución de 1812 mediante un decreto de 4 de mayo de 1814. Quizá no estaba el país preparado para que colgaran en el Palacio Real escenas tan novedosas y Goya no quiso tentar a la suerte con unas pinturas que le impidieran recuperar su posición ante el monarca regresado.

Una demostración de esa vuelta al orden son los lienzos que Goya supuestamente hizo durante los últimos años de la ocupación, entre 1810 y 1812: El Tiempo (Las viejas), Majas al balcón y Maja y Celestina al balcón. Con independencia de las interpretaciones que se han hecho de estos lienzos que realmente son para todos los gustos, es claro que Goya volvió sobre temas ya planteados. La minuciosidad en la realización de los atuendos de las damas contrasta con los fondos ambiguos, bellas mujeres que son presentadas para la exhibición y supeditadas a sus maridos, proxenetas o celestinas tras las rejas de un balcón. La imagen de la vieja coqueta, ya presente en los Caprichos, retoma la idea de lo efímero de la belleza y la necesidad de las mujeres de encontrar acomodo antes de que su belleza se marchite. 22 Tampoco la imagen popular de “La Aguadora” (1808-1812, Budapest, Szépmüvészeti Múzeum) que remite al dibujo con la leyenda “Lástima es que no te ocupes en otra cosa” (ca. 1808-1814, Los Ángeles, J. Paul Getty Museum) ofrece una interpretación más alentadora. Parece como si Goya se hubiese resignado a los papeles que las mujeres tenían asignados, ya no existe la crítica de intención moralizante sólo la idea de vuelta al orden que el pintor recogió en el grabado 79 de los Desastres “Murió la verdad”

Buenos Aires (Vida y obra de Francisco de Goya, Madrid, 1974). Todos los datos en el catálogo de la muestra NYERGES, Eva; Obras maestras del Arte Español. Museo de bellas Artes de Budapest, Madrid, Banco Bilbao Vizcaya, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 1997, pp. 167-168.

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Francisco de Goya, Desastres de la Guerra, Número 79 “Murió la verdad”

Una bella mujer ha muerto y van a darle sepultura frailes, un obispo y una serie de personajes monstruosos, sólo la Justicia se tapa los ojos para no ver el entierro de la libertad. Esa quizá fue la conclusión de Francisco de Goya: el regreso de Fernando VII supuso la sepultura de las ansias de libertad de un pueblo pero también cercenó las expectativas de las mujeres.

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A imagem da mulher na ficção literária antinapoleónica

Maria Emília da Câmara Stone (Universidade Nova de Lisboa)

Resum /Resumen /Abstract

A través de relats i records de l'època, sabem de la presència femenina en las lluites van acompanyar a l’ocupación napoleònica de Portugal: algunes eren patriotes, d’altres favorables al bàndol afracesat, i moltes van pagar amb les seves vides seu heroisme. No obstant això, poques fonts historiogràfiques es refereixen a elles. Així, aquest treball intenta recuperar la imatge d'algunes d'aquestes dones registrades en les fonts literàries, mostrant com la història i la literatura són complementàries.

A través de relatos y memorias de la época, conocemos la presencia femenina en las luchas que siguieron a la ocupación napoleónica de Portugal: algunas eran patriotas, otras se acercaron a posturas afrancesadas, y muchas pagaron con sus vidas su heroísmo. Sin embargo, poco fuentes historiográficas se refieren a ellas. Así, este trabajo intenta recuperar la imagen de algunas de estas mujeres registradas en las fuentes literarias, mostrando como la historia y la literatura son complementarias.

Through narratives and memories of the time, there is known of the existence of many female presences in anti Napoleonic struggles in Portugal: some were patriots, others have become Frenchified; many paid with their lives for their heroism. But a few historiographical sources refer to them. Therefore the present work attempts to retrieve the image of some women in literary sources, known how History and Literature are complementary.

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Dones, Memòries, Història, Literatura, Invasions franceses Mujeres, Momorias, Historia, Literatura, Invasiones francesas 25 Women, Memory, History, Literature, French invasions

Legenda para as gravuras:

A imagem da mulher na ficção literária antinapoleónica: Folhas de rosto e capa das novelas históricas que foram objecto do artigo. (Cópia das obras existentes na Biblioteca Nacional de Lisboa)

Nota: As gravuras podem ser utilizadas de acordo com critério dos coordenadores da publicação podendo, portanto, ser diminuídas no tamanho, separadas, e incluídas onde parecer mais oportuno.

A escolha do tema

Ainda antes de justificar a escolha do tema, importa recordar muito brevemente o contexto histórico vivido na época.

Portugal sofreu três invasões francesas entre 1807 e 1811: a primeira, conduzida por Junot, decorreu de Novembro de 1807 a Setembro de 1808; a segunda, comandada por Soult, durou de Março de 1809 a Maio do mesmo ano; a terceira, chefiada por Massena, prolongou-se de Junho de 1810 a Março de 1811.

Se bem que a população começasse por tolerar o invasor em cumprimento da

A imagem da mulher http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 M. Emília da Câmara determinação deixada pelo Príncipe Regente D. João na hora de embarcar para o Brasil, o levantamento nacional contra o domínio napoleónico teve logo início em Junho de 1808, seguindo o exemplo espanhol de "dos de mayo" em Madrid, magistralmente romanceado por Benito Pérez Galdós, e para sempre imortalizado nas telas de . Em Portugal, do Minho e de Trás-os-Montes onde se desencadearam as primeiras sublevações, o movimento foi-se estendendo a todo o território.

E embora vários escritos da época deixem adivinhar forte presença feminina, designadamente dos meios populares, na luta contra os ocupantes, assim como em "Memórias" deixadas por militares gauleses (Beauchamp, Guingret, Illens, Naylies, entre outros) se encontrem elogios à valentia e patriotismo das mulheres portuguesas, elas ficaram ausentes do relato histórico, ocultas em turbas difusas e anónimas. Daqui, resultou impossível o verdadeiro conhecimento das suas identidades e das acções individuais que praticaram.

Questão que fica em aberto – porque é que só Malheiro Dias, já na alvorada de Novecentos, deixou registados actos de abnegação feminina, certamente inspirados em testemunhos de oficiais napleónicos que combateram na Península?... Repare-se que não deu nome nem à mulher do povo nem à fidalga, querendo assim simbolizar nelas todas as heroínas que intervieram e morreram na luta anti-francesa.

Por isso, o objectivo do presente trabalho é tentar encontrar a imagem dessas heroínas silenciadas, em obras literárias que tenham versado a Guerra Peninsular.

Como se sabe, hoje é pacificamente aceite que a História e a ficção literária podem articular-se em complementaridade. Sem esquecer que a novela histórica não é uma obra historiográfica, ela pode, contudo, estar igualmente bem documentada. Permitindo, por vezes, fazer entender melhor a sociedade, os costumes e as mentalidades de uma determinada época do que muitos manuais de História. 26

Por maioria de razão, a justaposição de fontes literárias e fontes históricas pode ser de grande utilidade à História das Mulheres, dado que até muito tarde elas ficaram excluídas do registo dos factos.

Romances e romancistas das invasões frances

As invasões napoleónicas em Portugal, nomeadamente a de Junot e a de Soult, constituíram tema de vários romances históricos. Que se conheça, terão sido uns oito ou nove, todos assinados por homens – o que significa formarem um corpus onde as personagens femininas foram imaginadas pelo olhar masculino.

No espaço desta comunicação, seria incomportável estudá-los todos. Assim, a análise recairá sobre aqueles que se afiguraram mais representativos do objecto proposto.

Seguindo a ordem cronológica de publicação, há que referir primeiro O Sargento-Mor de Vilar escrito por Arnaldo Gama (1828-1869) em 1863, conhecendo várias reedições. O autor nasceu em 1828, portanto muito próximo dos acontecimentos, o que lhe facilitou, certamente, conhecer e ouvir testemunhas presenciais dos mesmos.

A imagem da mulher http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 M. Emília da Câmara

"O Sargento-Mor é uma história dialogada, explicou o próprio Gama; o seu tema principal é a história da segunda invasão francesa ao Norte, vista por intermédio da correspondência oficial e dos escritos contemporâneos. Os pontos principais que versa são pois a descrição da anarquia em Braga e a do terrível desastre da ponte das barcas, no Porto" (cf. Baião, 1938: 3). De facto, A. Gama ficou conhecido como grande recriador de movimentações colectivas.

Em segundo lugar, mencione-se Pinheiro Chagas (1842-1895) que, em 1872, publicou Os Guerrilheiros da Morte. À época, a obra foi um memorável êxito editorial – conheceu quatro edições em menos de doze meses. A quinta acabou de sair no ano passado para comemorar o II centenário da Guerra Peninsular. O autor foi, simultaneamente, romancista e historiador, com mérito reconhecido em ambas as áreas.

Ao iniciar-se o século XX, mais precisamente em 1907, Carlos Malheiro Dias (1875-1941), ficcionista e jornalista em Portugal e no Brasil, assinou A Vencida, o primeiro texto de uma colectânea de contos que deu o título ao volume. Os literatos costumam realçar a empatia deste autor pelas personagens femininas

Em segundo lugar, mencione-se Pinheiro Chagas (1842-1895) que, em 1872, publicou Os Guerrilheiros da Morte. À época, a obra foi um memorável êxito editorial – conheceu quatro edições em menos de doze meses. A quinta acabou de sair no ano passado para comemorar o II centenário da Guerra Peninsular. O autor foi, simultaneamente, romancista e historiador, com mérito reconhecido em ambas as áreas.

Ao iniciar-se o século XX, mais precisamente em 1907, Carlos Malheiro Dias (1875-1941), ficcionista e jornalista em Portugal e no Brasil, assinou A Vencida, o primeiro texto de uma colectânea de contos que deu o título ao volume. Os literatos costumam realçar a empatia deste autor pelas personagens femininas. 27

As personagens femininas

Efectivamente, embora sendo a mesma conjuntura histórica a escolhida pelos quatro romancistas, contudo eles viveram e escreveram em datas muito diferentes. Assim, a abordagem que se afigurou mais lógica foi a de elencar as personagens centrais femininas de acordo, mais uma vez, com a cronologia dos autores e respectivas obras. Entendeu-se ser esta a melhor forma de tentar determinar se o arquétipo feminino se manteve ou se evoluiu no tempo.

Como já se disse, no título de Arnaldo Gama datado de 1863, a acção desenrola- se durante a incursão de Soult na província do Minho. A principal e quase única figura de mulher, não pela sua atitude que é completamente passiva, mas porque protagoniza o imaginário de heroína romântica, é Camila de Vilalobos, filha do Sargento-mor de Vilar, abastado, mas plebeu. Ela tem 18 anos e está enamorada de Luís Vasques, filho de Vasco Mendes, fidalgo do solar de Encourados. Ele parte incorporado no exército anglo- luso para combater os franceses. Enquanto Camila, "um anjo de doçura que inspira heroicidade ao homem" (Gama, 1885: 57), se mantém resguardada de todos os perigos e vigiada pelas criadas que entram em histerismo colectivo mal pressentem o inimigo mesmo à distância. A jovem limita-se a esperar discreta e pacientemente o regresso do noivo, porque "O casamento é para a mulher, que ama, o ponto culminante da felicidade" (Gama, 1885: 96), segundo a opinião de Arnaldo Gama.

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Durante sete anos desconhece-se o paradeiro de Luís; chega a correr a notícia da sua morte. É, pois, altura do anti-herói entrar em cena. Brás de Paiva, morgado da Barca, há muito que quer casar com Camila, chegando a ameaçá-la com a destituição do Sargento- mor. A filha está pronta a sacrificar-se pelo pai, unindo-se ao vilão. Eis senão quando, Luís regressa são e salvo! A pureza, a doçura, a bondade e, até, a abnegação da heroína que estava prestes a consumar-se, recompensam-na. Apesar da oposição inicial do fidalgo de Encourados, pai do noivo, Luís e Camila casam-se, quebrando barreiras sociais até então ainda intransponíveis.

O enredo de Os Guerrilheiros da Morte desenvolve-se durante as duas primeiras invasões e tem como cenário inicial a cidade de Évora, acabando tragicamente no desastre da ponte das barcas, no Porto, onde morreram afogadas centenas de pessoas.

Madalena, a personagem criada por Pinheiro Chagas em 1872, distancia-se do ideal feminino personificado por Camila. A filha dos condes de Vila Velha desde criança se mostrara coquette e, em adulta, continua a gostar muito de agradar ao sexo oposto. O herói masculino, Jaime Cordeiro de Altavila, filho da aia da condessa, desde menino companheiro de brincadeiras de Madalena, sonha desposá-la, apesar de ela lhe devotar um simples afecto de irmã. Aliás, numa lógica de Antigo Regime, não está destinada ao casamento, muito menos com o filho da camareira da mãe. Os senhores de Vila Velha só têm dote para casar nobremente a filha mais velha. Madalena, a mais nova, entra para o convento de Évora. Faz o noviciado e professa, mas o seu espírito insubmisso fá-la aproveitar a entrada das tropas de Napoleão na cidade para fugir com um jovem oficial francês, Eugénio de Seigneurens.

Quando as divisões de Junot saem de Portugal, em Setembro de 1808, Madalena embarca com Eugénio para França. No ano seguinte, regressam ambos com o exército de Soult. Porém, a sorte parece querer castigar Madalena pela sua rebeldia e 28 comportamento antipatriótico. Em 1809, na confusão gerada pelo desmoronamento da ponte das barcas que unia as duas margens do rio Douro, Madalena e Eugénio perdem-se um do outro. E, ironia do destino!... é Jaime, que entretanto rumara ao Norte do país à frente de uma guerrilha contra os ocupantes, quem encontra o cadáver idolatrado. Naquele momento trágico e extremo, apercebe-se que "não a amara; amara a companheira da sua infância, tímida, casta, graciosa, não aquela amazona desenvolta, enérgica, atrevida, que reivindicava como uma glória o seu pecaminoso amor" (Chagas, 2006: 198). Estas palavras colocadas por Chagas na boca do herói guerrilheiro dão bem a dimensão do que para os cânones da época eram o modelo e o antimodelo femininos. Jaime idealizara, em Madalena, o primeiro, nunca o segundo.

De todos os textos aqui referidos e de outros consultados, conhece-se apenas um único que aborda actos de abnegação feminina contra a presença estrangeira em solo nacional. Trata-se do conto A Vencida escrito por Malheiro Dias, em 1907. O drama ocorre no início da incursão de Soult. No dia 10 de Março de 1809, quando o comandante de esquadrão Saint-Chamans e os seus homens acabam de atravessar o rio Minho para entrar em Portugal, vêem uma mulher pequenina e morena que os chama enquanto vai caminhando à sua frente. Obviamente, seguem-na encantados!... De repente, à entrada de um pinhal, ela pára e acena os braços. A resposta é uma saraivada de balas, em cima do esquadrão gaulês, enviada por uma guerrilha de campónios minhotos embuçados no meio das árvores. Refeitos da surpresa, os franceses respondem e a primeira vítima é, precisamente, aquela "que nos levara intrepidamente para a morte

A imagem da mulher http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 M. Emília da Câmara atrás do seu sorriso" (Dias, 1907: 17), reconhece Saint-Chamans. E acrescenta: "Foi assim que no dia 10 de Março travei conhecimento com a mulher portuguesa" (Dias, 1907: 17).

Para além deste sacrifício extremo da mulher do povo, o comandante do esquadrão vai levar de Portugal outra recordação – a da fidalga do paço de Verim. O patriotismo manifestado por ela conta-se em poucas palavras. Saint-Chamans, para aboletar a tropa, apodera-se de uma casa solarenga pertencente a uma família da nobreza de província. Situa-se em Verim, freguesia da margem esquerda do rio Cávado, no distrito de Braga. No recontro, morrem alguns dos residentes do solar, assim como franceses. A fidalga de Verim simula, então, uma cedência face ao ocupante que lhe vai permitir uma desforra friamente calculada. De dia trata bem os invasores, fornece-lhes mantimentos, encanta-os com o seu sorriso. A soldadesca até já lhe chama la capitaine. Porém, de noite, prepara porfiadamente a vingança. Com a ajuda da população local, foi armadilhando o subterrâneo do paço de Verim com dez barricas de pólvora. Entretanto, põe a salvo o velho pai, os sobrinhos, as criadas que com ela viviam. Finalmente, os franceses surpreendem a cilada onde iriam cair e com eles a heróica morgada que, vendo-se descoberta, se suicida para não cair com vida nas mãos do inimigo.

Resta apresentar o romance escrito na actualidade por Álvaro Guerra, publicado em 1991, com o título Razões de Coração. Desta vez, o cenário é a vila de Mafra situada a pouca distância de Lisboa, durante a ocupação de Junot (1807-1808). Se, por um lado, não se encontra nenhuma mulher empenhada na luta antinapoleónica, como se viu no conto anterior; por outro, há uma extensa galeria feminina inexistente quer em Arnaldo Gama quer em Pinheiro Chagas. Ou seja, as figuras de mulheres são aqui tratadas com uma visibilidade igual à dos seus congéneres masculinos. De diferentes condições sociais, de aristocratas a mulheres do povo, passando por burguesas, cada uma é 29 identificada e com desempenho social relevante no respectivo meio.

Saliente-se, de entre elas, três exemplos representativos da conjuntura histórica e do que acaba de afirmar-se:

-Mariana Maldonado é a heroína do romance. Depois de educada, em Lisboa, por uma tia-madrinha fidalga, regressa a Mafra para residir com um irmão, lavrador abastado. Se bem que defensora da razão esclarecida, em momentos de aperto tem recaídas em velhas crenças. Chega a ir consultar uma bruxa. Casa, à revelia de todos, com o capitão de dragões Philipe de Villepin. Vai já grávida deste para o casamento. No meio tacanho de província, é considerada "a traidora" que se uniu ao "herege". Morre de parto prematuro aos sete meses, ao saber da morte de Philipe, algures entre a Roliça e o Vimeiro.

-D. Beatriz de Almeida descende em linha directa de Afonso de Albuquerque1 Tem três filhos que retratam bem a sociedade portuguesa do tempo: o mais velho é do partido francês; o do meio comanda guerrilhas entre o Douro e Trás-os-Montes; o mais novo, depois de incorporado na Legião Portuguesa ao serviço de Napoleão, deserta e junta-se ao exército anglo-luso. D. Beatriz, a fidalga do Gradil, cuja predilecção vai para

1 Afonso de Albuquerque (1462-1515) foi 2.º vice-rei da Índia desde 1509 até à morte. Sonhou com um vasto Império português no Oriente e com esse objectivo conquistou Ormuz (1507), Goa (1509), Malaca (1511). Morreu em Goa, em 1515.

A imagem da mulher http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 M. Emília da Câmara o filho guerrilheiro, não se conforma em ver o seu morgado a servir o inimigo, nem tão pouco aceita a serenidade diplomática do marido face aos invasores. Álvaro Guerra define-a como "nacionalista ardorosa" (Guerra, 1991: 293), apesar de nunca se ter manifestado fora do espaço doméstico.

-Maria Cegonha (repare-se no plebeísmo do apelido) despejava bacios no palácio de Mafra até à partida da Família Real para o Brasil. Entretanto enviuva e acaba por acompanhar um sargento galego dos Dragões de la Reina quando estes decidem abandonar os franceses e regressar a Espanha. Na caminhada de Mafra à Galiza, é considerada pelos superiores do futuro marido como a madrinha do regimento. Maria Cegonha e Jesus Maria estabelecem-se em Tuy onde se casam e continuam a vida de camponeses a que a guerra viera quebrar a rotina.

Em síntese, três personalidades femininas bem reais ou, melhor dizendo, bem humanas e não meros estereotipos: Mariana, a "jacobina", cujo coração esteve acima da razão; D. Beatriz, a patriota, mãe dividida entre três filhos de convicções políticas antagónicas; Maria Cegonha, a saloia de Mafra, que foi afinal quem melhor arrumou a sua vidinha.

Conclusão

Para terminar, apenas três ou quatro reflexões. Os romances escritos no século XIX preocuparam-se em retratar o modelo e o antimodelo femininos consagrados pela sociedade da época: Camila, a mulher exemplar, é apagada e submissa, pronta ao sacrifício de casar com o vilão por amor filial; Madalena, a transgressora, é a tal "amazona desenvolta, enérgica, atrevida" como lhe chamou o antigo apaixonado, ao descobrir que não era essa a mulher com quem sonhara. 30 Questão que fica em aberto – porque é que só Malheiro Dias, já na alvorada de Novecentos, deixou registados actos de abnegação feminina, certamente inspirados em testemunhos de oficiais napleónicos que combateram na Península?... Repare-se que não deu nome nem à mulher do povo nem à fidalga, querendo assim simbolizar nelas todas as heroínas que intervieram e morreram na luta anti-francesa.

A grande novidade trazida por Álvaro Guerra na última década do Século XX foi o igual protagonismo e a igual visibilidade dados a ambos os sexos. O que suscita, desde logo, uma última consideração. Sendo as fontes literárias de grande utilidade para o conhecimento da época em que decorre a acção, mais ainda contribuem para o entendimento da mentalidade dominante do tempo a que pertence o autor e em que escreve a sua obra.

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Bibliografia

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GAMA, Arnaldo; O Sargento-mor de Vilar (Episódios da invasão dos franceses em 1809), 2 vols., Porto, Livraria Civilização, 1885, 1.ª ed. 1863.

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La Literatura femenina en la Guerra de la Independencia: A la ciudadanía por el patriotismo1

Marieta Cantos Casenave (Universidad de Cádiz)

Resum /Resumen/ Abstract

L'article mostra com el procés polític i cultural que va acompanyar a la revolució iniciada a Espanya a partir del 1808 també va incloure a les dones. Així, el sexe femení no quedarà exclòs del procés de naixement i desenvolupament de l'opinió pública i la guerra obrirà una via de participació per a les dones. Aquestes oportunitats, encara que limites, també tindran el seu lloc a la amèrica hispana.

El artículo muestra como el proceso político y cultural que acompañó a la revolución iniciada en España a partir de 1808 también incluyó a las mujeres. Así, el sexo femenino no quedará excluido del proceso de nacimiento y desarrollo de la opinión pública y la guerra abrirá un cauce de participación para las mujeres. Estas oportunidades, aunque limitas, también tendrán su lugar en la américa hispana.

The article shows how the political and cultural process that accompanied the revolution started in Spain from 1808 also included women. Thus, the female sex is excluded from the process of birth and development of public opinion and the war opened a channel of participation for women. These opportunities, however limited, will also have its place in Hispanic America

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Organizació feminina, Discurs, Prensa, Mª Manuela López de Ulloa Organización feminina, Discursos, Prensa, Mª Manuela López de Ulloa Women’s Organization, Speeches, Press, M. Manuela López de Ulloa

Como he tenido la oportunidad de explicar en varias ocasiones, del proceso 33 político y cultural que acompaña a la revolución que se gesta en España a partir de 1808 y, sobre todo de 1810-12, no quedan excluidas las mujeres, por dos razones: En primer lugar, la guerra necesita de la ayuda de todos, y, en segundo lugar, la reunión de Cortes en San Fernando en 1810, y luego en Cádiz en 1811, propiciará el nacimiento y desarrollo de la opinión pública, y abrirá un cauce de participación, aunque muy limitado, también para las mujeres. Desde luego que esto no sucede sólo en la península ibérica, pues oportunidades similares se presentan también en la América hispana, en parte, como resultado directo del proceso que se vive en España, y en otra, como producto del fermento revolucionario que procedente de Estados Unidos recorre la Europa Atlántica y se extiende también por el resto de América, lo mismo que por el resto de Europa hasta Rusia, donde tengo noticias de la existencia de una fraternidad femenina2, como tendré ocasión de recordar más adelante.

1 Este estudio se inscribe en el marco de los siguientes proyectos: HUM2007-64853/FILO del Plan Nacional de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología cofinanciado por Feder, sobre “La literatura en la prensa española de las Cortes de Cádiz”; Proyecto de Excelencia del Plan Andaluz de Investigación de la Junta de Andalucía PAI05-Hum-00549, sobre “Las Cortes de Cádiz y el primer liberalismo en Andalucía. Elites políticas, ideologías, prensa y literatura (1808-1868)”; y Proyecto de Excelencia del Plan Andaluz de Investigación de la Junta de Andalucía P06-HUM-01398, sobre “Prensa y publicística en las Cortes de Cádiz”. 2 Marieta Cantos Casenave, “Las mujeres en la prensa entre la Ilustración y el Romanticismo”, en CANTOS CASENAVE, Marieta, DURÁN LÓPEZ, Fernando y ROMERO FERRER, Alberto (eds.) La

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Para tomar conciencia de lo que supuso el cambio, hay que partir de que no sólo el ingreso de las mujeres en las Sociedades Económicas costó más de un decenio, y tras el que sólo un decreto resolvió la controversia a favor de las mujeres de la élite, sino que para muchos hombres, como reconocía Quintana, era inadmisible que las mujeres pudieran siquiera dedicarse a escribir:

La cuestión de si las mujeres deben dedicarse o no a las letras nos ha parecido siempre, además de maliciosa, en algún modo superflua. Los ejemplos son tan raros, y tienen ellas tantas otras ocupaciones a que atender más agradables y más análogas a su naturaleza y sus costumbres, que no es de temer que el contagio cunda nunca hasta el punto de que falten a las atenciones domésticas a que se hallan destinadas, y de que los hombres tengan que partir con ellas el imperio de la reputación literaria. No se ha manifestado bien hasta ahora qué tenga de perjudicial ni de ridículo el que algunas pocas den al cultivo de su razón y de su espíritu las horas que otras muchas gastan en disipaciones frívolas; y por último, la lista numerosa de las mujeres ilustres, que se han distinguido, no sólo en las artes y las letras, sino también en las ciencias, responde victoriosamente a los que les niegan abiertamente la posibilidad de sobresalir, y les cierran el camino de la gloria.3

Como he comentado ya en otra ocasión, aun contando con que Quintana insiste en la idea de que la naturaleza no inclina a las mujeres a cultivar su intelecto y de que su destino es el de atender a las tareas domésticas, tampoco les niega la posibilidad a aquellas que quieran cultivar su espíritu en esos momentos que otras ocupan, en su opinión, de manera más perniciosa. Pero también es cierto que, en este tímido alegato de Quintana, sigue presente el discurso de las dos esferas que divide la actividad de los sexos en relación a la supuesta relevancia o no de la posesión de un «alma» racional. Del mismo modo que la alabanza excepcional que dedica Quintana a las mujeres ilustres no implica aceptar que la escritura pueda ser una ocupación común al resto de las mujeres, 34 de aquí que, al mismo tiempo, consciente o inconscientemente, admita el miedo de algunos hombres a compartir la gloria literaria, es decir a participar en la república de las letras con las damas en pie de igualdad. En este mismo sentido, insisto ––así lo he hecho en otro lugar–– el uso de la palabra imperio es significativo de que, deliberadamente o no, el motivo por el que muchos hombres se muestran reticentes a que las mujeres cultiven las letras se debe a que la literatura, el derecho a opinar, a expresarse por escrito, es un modo de ejercer el poder, pues el prestigio intelectual que se deriva de esta actividad permite a los escritores participar de la vida pública revestidos de cierta autoridad.4

En fin, lo que pretendo analizar en este trabajo es, por una parte, cómo las mujeres guerra de pluma. Estudios sobre la prensa de Cádiz en el tiempo de las Cortes (1810-1814). Tomo III. Parte quinta: Sociedad y consumo: estructuras de la opinión pública, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 2008, pp. 157-334. También, “Del cañón a la pluma. Una visión de las mujeres en la guerra de la Independencia”, en España 1808-1814. De súbditos a ciudadanos. Sociedad Don Quijote de Conmemoraciones Culturales de Castilla - La Mancha y Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, pp. 267-286; y “La guerra de pluma y la conquista femenina de la tribuna pública”, en Guerra de Ideas, Zaragoza, Institución Fernando el Católico (en prensa). 3 Citado por BORDIGA, Julia; La rosa trágica de Málaga: Vida y obra de María Rosa de Gálvez, Anejos de Dieciocho 3 (2003), pp. 160-161. 4 CANTOS, Marieta; “Las mujeres en la prensa entre la Ilustración y el Romanticismo”, en La guerra de pluma…Óp. Cit.

La literatura femenina http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Marieta Cantos tratan de hacerse visibles en esta coyuntura, cómo tratan de convertirse en sujetos activos de la nación, y, por otra, de qué modo la literatura se convierte para las mujeres en una manera de reivindicar su condición de ciudadanas considerada la ciudadanía en un sentido amplio, como el derecho de sentirse parte de la nación y de intervenir en la vida de esa comunidad, por lo tanto, además de actuar, tratarán de reivindicar ese papel con voz propia, cultivando la literatura, entendida desde luego como el cultivo de las letras en cualquiera de sus facetas, literaria ––«poética»–– o no, lo que hoy consideraríamos literatura de «no ficción» o no creadora, ensayística en sentido amplio. En este sentido la literatura va a convertirse en uno de los primeros medios para hacerse patentes en una sociedad en la que sólo era tenida en cuenta la actividad y sobre todo la opinión masculina mientras la femenina sólo era considerada, con las excepciones lógicas, para ser censurada. Me interesa, por tanto, el imaginario femenino que se teje y desteje a partir de esos textos, algunos firmados por mujeres, de las que tenemos noticias de que realmente existieron, otros por escritoras anónimas y otros por seudónimos o nombres supuestamente femeninos que no son sino una máscara tras la que se oculta la pluma de algún hombre, pero que desde luego tratan de moldear el imaginario femenino según las pautas que los hombres consideran.

Hasta la fecha había contabilizado alrededor de un centenar de textos, entre los que más de cincuenta son folletos y más de cuarenta se publican en la prensa entre 1808 y 1814. Claro que en ese momento solo había tenido la posibilidad de analizar poco más de una quincena de periódicos en profundidad, de modo que, desde que vio la luz aquel trabajo hasta ahora, he localizado algunos folletos más, así como nuevos textos publicados en periódicos. Estos nuevos hallazgos no introducen ninguna novedad en términos cualitativos, se trata, por lo general, de textos informativos, publicitarios de la actividad organizada de algunas mujeres, y, en alguna ocasión de colaboraciones de mujeres como María Manuela de Ulloa que es la escritora que con mayor asiduidad escribe en la prensa, para intervenir en el debate público, y de cuyos discursos me interesa rescatar aquellos que reconocen la importancia de la prensa como tribuna 35 pública.

No obstante, empezaré por traer aquí otros textos femeninos más sencillos que recurren a la tribuna pública como modo de invitar a la unión y colaboración en la tarea patriótica.

Nuevos indicios de organización femenina

Entre los textos que he localizado recientemente se da el caso de la demanda que hacen algunas damas a instancia de las de Cádiz a las señoras de El Puerto de Santa María, según se indica en la proclama ”A las señoras de esta ciudad. Proclama patriótica”5. Se trata de un texto firmado en El Puerto de Santa María a 30 de noviembre de 1812, por Mª Luisa Macé Ladrón de Guevara, María del Carmen Uriarte y Borja, y Josefa Luisa de Vicuña y Echave. Según se desprende del mismo, la sociedad gaditana

5 El texto completo reza como sigue: “A las señoras de esta ciudad. Proclama patriótica: El distinguido zelo de las Señoras de Cádiz, con autoridad del Supremo Consejo de Regencia, ha formado una Sociedad bajo el título de Fernando VI, cuyo instituto es procurar el vestuario de los ilustres defensores de la Patria… Esta misma sociedad y su Junta ha tenido la bondad de agregarnos así y cometernos la agencia de una suscripción o donativo, que aumente sus fondos para extender sus auxilios. A las Señoras de esta Ciudad se les presenta con este motivo la ocasión más oportuna de explayar su Patriotismo… [El Puerto de Santa María: s.n., 1812]” Existe una copia en la Biblioteca Joly: Caja 3/107.

La literatura femenina http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Marieta Cantos solicita a una serie de damas portuenses su colaboración para organizar una recolecta de fondos, y así las tres firmantes tratan de recabar mediante la citada proclama la ayuda demandada.

La pregunta que surge de inmediato es si esta fue una petición excepcional o bien se trató de una iniciativa que tuvo analogía en otras localidades y, a tenor de los documentos que conocemos, parece que en primer lugar la secretaria de la Sociedad de Señoras, Mª Loreto Figueroa Montalvo, formuló una petición similar a las señoras de Sevilla a primeros de septiembre6. Luego, tal vez casi al mismo tiempo, la haría extensiva al resto del reino, pues la Gaceta de Madrid bajo la Regencia de 26 de septiembre de 1812 (nº 19, pp. 188-189) reproducía la “Circular que ha dirigido esta sociedad a las señoras de todas las capitales del reino”, firmado por la misma Mª Loreto Figueroa, de modo que es posible que esa invitación a las españolas para colaborar con la Sociedad de Señoras de Fernando VII, con el amparo ya del Consejo de Regencia, tuviera una amplia difusión bien a través de la publicación de la circular en forma de folleto, bien mediante su inserción en la prensa. Eso explicaría que el eco de las actuaciones de las “damas gaditanas” fuera conocido también en Canarias, y no sería de extrañar que hubieran llegado a establecer conexiones con otras organizaciones femeninas más o menos formales, aunque hasta la fecha no se haya encontrado documentación que acredite esta hipótesis. No quiero dejar de mencionar aquí cómo El Conciso se hacía eco de la actuación de las damas habaneras, señalándolas como “correspondientes de las gaditanas”7 e incluso de la labor llevada a cabo por las damas de San Petersburgo8, donde según el periodista se había constituido una:

sociedad de damas patrióticas, imitación de la junta patriótica de señoras formada en Cádiz con tanto patriotismo, celo y utilidad, y que por desgracia no han imitado nuestras provincias si exceptuamos a las Señoras habaneras, que inmediatamente formaron con las de Cádiz una alianza tan francmasónica y útil a favor de los defensores de la patria. En Petersburgo es la emperatriz madre la francmasona mayor de la sociedad: 12 damas cuidan el establecimiento: se 36 recibe en él cuanto se dé; ropas, efectos, dineros, etc: el objeto es socorrer a los infelices que más han sufrido en la guerra.9

Parece, pues, que la respuesta de las señoras en otras provincias españolas había sido más bien tímida o inexistente. Sí, en cambio, he localizado otros textos posteriores en la Gaceta de la Regencia de las Españas (nº20 de 12 de febrero de 1814, pp. 153- 154.), que se hacen eco de la actividad realizada en Cádiz y del deseo expreso de las damas de continuar con esta labor en la capital. Se trata de un texto firmado en Madrid el 11 de febrero de 1814 por la Condesa de Castro-Terreño, Teresa de Gálvez, donde la condesa explica que, con motivo del regreso a la capital de la marquesa de Villafranca, “duquesa de Medina Sidonia, presidenta de la junta de Cádiz” y de otras socias, decidieron continuar su labor y abrir sus sesiones el 22 de diciembre de 1813. Como

6 Un ejemplar en la Colección documental del Fraile, nº 634. Un ejemplar en la Biblioteca nacional: [Convocatoria]: [dirigida a las señoras de Sevilla, invitandolas a formar parte de la Sociedad Patriótica de señoras establecida en Cadiz] / [firmada por María Loreto Figueroa y Montalbo, Secretaria; insertando la oracion inaugural que pronunció la Marquesa de Villafranca, presidenta. Cádiz el 19 de noviembre de 1811. R/60120. 7 El Conciso de 16 de noviembre de 1812, pp. 3-4. 8Véase también mi trabajo, “De Cádiz a San Petersburgo: Mujeres contra Napoleón en la época de las Cortes”, en prensa. 9 El Conciso, nº10, de 10 de abril de 1813, p. 7.

La literatura femenina http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Marieta Cantos secretaria añade, además, que en esa tarea han contado con el apoyo del “M.I. ayuntamiento constitucional de esta villa” que les ha cedido un local en la aduana vieja para celebrar sus sesiones, lo que expone a las damas madrileñas para animarlas a colaborar en la tarea de seguir paliando las miserias del ejército. No hay duda de que la marquesa de Villafranca, Mª Tomasa Palafox y Portocarrero, fue por su experiencia el alma mater de este movimiento asociativo femenino, ya que, además de su vinculación con la Sociedad Matritense, antes de llegar a Cádiz, Mª Tomasa había alentado a las murcianas a ofrecer fondos para pertrechar al ejército10.

Los discursos.

Como dije al principio he localizado alrededor de un centenar de textos firmados o atribuidos a mujeres, bien publicados en forma de folletos exentos, bien a través de su inserción en la prensa. Como ya he tenido ocasión de exponer en otros trabajos, las mujeres escriben sobre todo poemas y discursos periodísticos, en forma de cartas o de artículos remitidos, aunque no son muchas las que firman con su nombre propio o con sus iniciales ni, salvo excepciones, suelen cuestionar el discurso hegemónico. Como no puedo ocuparme de todo eso ahora, remito al trabajo que he publicado en el tomo III de La guerra de pluma. Y aunque no dejaré de mencionar a Frasquita Larrea11 considero más oportuno ahora centrarme en otra escritora, más prolífica si cabe.

El caso de Mª Manuela López de Ulloa12

Sin duda, de todas estas mujeres, la que escribe más asiduamente, con mayor cantidad de argumentos ideológicos, con mayores deseos de intervenir en el debate político es Mª Manuela López de Ulloa, una manchega, tal vez de Madrid o sus alrededores, que seguramente se trasladaría a Cádiz como tantos otros que hubieron de huir del acoso del ejército francés y a la que el avance del ejército español, y el traslado de las Cortes a la capital, hubo de facilitar su regreso a Madrid, donde reaparece con 37 colaboraciones periodísticas tanto en El Procurador General de la Nación y del Rey como muy especialmente en la Atalaya de la Mancha en Madrid.

Pero antes de pasar a esta etapa, me interesa detenerme en algunos de los artículos que insertó en el Diario Patriótico, donde con el seudónimo de “Una española” insertó cinco reflexiones y un texto dirigido a Wellington. En la presentación que antepone a su primer discurso, Mª Manuela asegura que el propio título del periódico invita a contribuir a la ilustración de la patria, objeto en el que ella está dispuesta a colaborar a pesar de la cortedad de sus luces y de “ser impropio de mi sexo”. Al mismo tiempo, aun cuando reconoce que su expresión puede no resultar elevada y su estilo sencillo, considera que será una ventaja para que las ideas queden expresadas con mayor claridad y por tanto puedan ser más fáciles de comprender. El primero de los discursos trata de la opinión pública, un asunto sobre el que Mª Manuela ya se había expresado

10 Sobre su personalidad y trayectoria, véase el imprescindible trabajo de ESPIGADO, Gloria; “La marquesa de Villafranca y la Junta de Fernando VII”, en CASTELLS, Irene, ESPIGADO, Gloria y ROMEO, María Cruz Romeo (Coords.); Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, Cátedra, Madrid, 2009, pp. 317-342. 11 De ella he elaborado un perfil biográfico, en “Entre la tertulia y la imprenta, la palabra encendida de una patriota andaluza, Frasquita Larrea (1775-1838)”, en Heroínas y patriotas…Óp. Cit, pp. 269-294. 12 Sobre esta escritora y periodista, puede verse los datos aportados al trabajo publicado junto con SÁNCHEZ HITA, Beatriz; “Escritoras y Periodistas ante la Constitución de 1812 (1808-1823)”, Historia Constitucional 10 (2009), pp. 137-179.

La literatura femenina http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Marieta Cantos seis meses atrás en El Procurador General. Si en aquel artículo la escritora denunciaba que los escritores liberales, “un puñado de filósofos reunidos en Cádiz”, querían imponer su opinión como si fuera la mayoritaria de la nación, en la primera de las reflexiones estampadas en el Diario Patriótico trata de aclarar el entusiasmo que ve estampado en los periódicos por palabras como naturaleza y libertad, para concluir que lo que reclaman esos liberales como sus “derechos imprescriptibles” es la liberación de sus instintos naturales, los mismos que condujeron al ser humano desde el edén al abismo (Diario Patriótico, nº8, de 18 de agosto de 1813).

Independientemente de que en las palabras de Mª Manuela puedan verse las lecturas de los filósofos más representativos del pensamiento reaccionario, lo que me interesa destacar es las máscara tras la que se oculta al presentarse a sí misma como mujer sin los conocimientos necesarios de física, metafísica y filosofía para captar el sentido oculto de las “voces, opiniones y máximas del día”, ya por su propia rudeza ya por “ser nuevas y poco usadas en el castellano del pueblo”, insinuando al mismo tiempo que son neologismos introducidos por los filósofos del día, es decir, los afectos al pensamiento revolucionario francés. Por otra parte, no deja de ser curioso que la que en principio se presenta al diarista con los ropajes de la modestia manifiesta que, aun echando de menos su falta de ciencia y estudio, tratará de expresarse con claridad suficiente, puesto que ella escribe sus ideas “para que las entienda quien no sabe más que yo”. Es decir que considera que entre sus lectores habrá un número suficiente que tenga menor preparación intelectual que ella. Si como parece evidente, la mayor parte de los lectores son masculinos, es claro que, pese a ser mujer, se considera superior a muchos de ellos.

Desde luego que, a pesar de sus protestas de falta de instrucción, a partir de la “Cuarta reflexión. Igualdad, libertad e independencia», pone en evidencia, al menos parcialmente, esa supuesta ignorancia, pues para apoyar sus opiniones cita la obra de Hervás, aunque luego vuelva a pretender que deshará los errores de los filósofos «sin 38 más filosofía que mi razón natural guiada por la religión” (Diario Patriótico, nº39, de 17 de septiembre de 1813) y, de alguna manera, puede decirse que así lo hará, al fundamentar en la Biblia, primero, lo que ella considera la verdadera libertad del hombre y, luego, la reputación de la monarquía, auxiliada por la religión, como el mejor de los sistemas de gobierno y el más acorde al carácter del ser humano (Diario Patriótico, nº54, de 2 de octubre de 1813).13

Pocos días después publica su último artículo en Cádiz, en El Procurador General de la Nación y del Rey el 19 de octubre de 1813 (nº.384), sólo días después de publicar su respuesta a la acusación de la Junta de Censura, que había tachado de subversivos su poema Afectuosos gemidos14.

Luego, ya en Madrid reiniciaría su labor en febrero de 1814, con algunos artículos en El Procurador y sobre todo, con mayor continuidad en la Atalaya de la Mancha. Posiblemente, el primero de ellos sea el que publica en El Procurador, saludando efusivamente a la capital, tras lo que ella considera una larga expatriación y en el que aclama a la capital madrileña como baluarte de la libertad:

13 Otros aspectos sobre su pensamiento y sus fuentes pueden verse en el artículo “Escritoras y Periodistas …Óp. Cit.” 14 Sobre este poema y otras obras de Mª Manuela López de Ulloa remito a mi trabajo “Las mujeres en la prensa entre la Ilustración… Óp. Cit.

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¡Madrid…! ¡fiel y leal Madrid…! Corte augusta del más amable y del más amado de los Reyes…, ya te veo… ya piso tu suelo ennoblecido con la sangre estimable de tus hijos! ¡ya registro tus calles y tus plazas que allá en mi dilatado destierro veneraba como baluartes de nuestra libertad, y murallas en cuyas ruinas se estrelló la soberbia y ambición del más pérfido tirano!... (El Procurador General de la Nación y del Rey, nº. 34, segunda época, de 18 de febrero de 1814, p. 342.)

Claro que, como no podía ser de otro modo, esa libertad que alaba es únicamente la que permitió a los españoles sacudirse la tiranía imperial de Napoleón.

Por otro lado, su regreso a Madrid va a estar marcado por los mismos propósitos y con la misma ––o si cabe mayor–– altivez con que solía dirigirse al público que fechas atrás se encontraba en la isla gaditana:

Sr. Procurador General de la Nación y del Rey. Yo soy, para que vmd. no lo ignore, aquella Española que en otro tiempo tuvo el honor de dirigirle algunos mal formados rasgos de su débil pluma, con tan infeliz suceso que tuvo la desgracia de incomodar con ella al célebre Conciso, al piadoso Redactor, al Religioso Gallardo, a la difunta Abeja (cuyo polvo espera la resurrección de la carne), y a otros muchos Zánganos de su colmena (El Procurador General de la Nación y del Rey, nº. 34, segunda época, de 18 de febrero de 1814, p. 341).

Y como antaño, María Manuela va a reclamar su derecho a participar en el debate público a pesar de su condición femenina:

Contemplo, señor Procurador, que toda esta caterva de avechuchos van a preparar sus aguijones luego que lean estos renglones, si vmd. tiene la bondad 39 de estamparlos en su apreciable periódico; mas ¿qué importa? La osadía de una mujer no se intimida de tan pequeños insectos; desprecio sus zumbidos y dirijo mi voz a los habitantes ilustres de este incomparable pueblo, cuyos dorados chapiteles saludé con las más afectuosas lágrimas desde el momento feliz que pude divisarlos.

Claro que, esta reivindicación orgullosa de su derecho a expresar sus opiniones, y a su capacidad de combatir al “enemigo doméstico”, como suele calificar a los liberales, no está exento de las tensiones lógicas de quien es consciente de que la voz femenina no se escucha en igualdad de condiciones que cualquier otra autoridad masculina. De aquí que al considerar como falso El tratado de paz y amistad entre el Rey Fernando VII y Bonaparte, que se había publicado en el Redactor General del 4 de febrero (nº. 96), asegure:

Bien conozco que el voto de una mujer no debe decidiros, pero observad vosotros mismos y reflexionad cada artículo de dicho tratado, el todo de él, su espíritu, sus circunstancias y su estilo. Napoleón no ignora los decretos de las Cortes generales y extraordinarias en que fueron declarados nulos cualesquiera tratado, paz convenio, etc. etc. que hiciese el Rey en su cautividad: yo no creo que Fernando los ignora, y sentado tal principio, ¿cómo es posible que este

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Príncipe desgraciado se haya prestado a ello voluntariamente sin hacer mención ni contar con su Reyno y Cortes? Lo más curioso no es ya que se debata entre expresar su opinión y tratar de asumir la supuesta debilidad del razonamiento femenino ––pide a cada lector que lo haga por sí mismo––, sino que, además, admite aquí la legalidad de “los decretos de las Cortes generales y extraordinarias en que fueron declarados nulos cualesquiera tratado, paz convenio, etc. etc. que hiciese el Rey en su cautividad”. Efectivamente, la misma mujer que había tratado de sacudirse la denuncia de la Junta de Censura, que había calificado de subversivo su poema Afectuosos gemidos, acusando a los liberales, particularmente a los periodistas del Semanario, la Abeja, el Redactor, y sobre todo El Tribuno y El Duende, de filósofos y conspiradores contra el monarca, y que en cuanto soplen de nuevo los vientos absolutistas no dudará en motejar la Constitución de 1812 de “Vil produccion del ilegal Congreso” y que más tarde asumiría la descalificación que el Obispo de Orense hiciera de las Cortes como “Torre de Babel” (Tiernos afectos: 14 de octubre de 1814) no tiene reparo entonces en recurrir a la legalidad de los decretos de Cortes, para justificar su tesis acerca de la falsedad de las opiniones que se vierten en torno al Rey. Es el mismo tono enconado que mantiene en sus colaboraciones madrileñas, en las que de nuevo culpa a los liberales de traicionar a Fernando –– republicanos los llama–– y a la Iglesia.

Entreverada con estas acusaciones aflora una vez más la preocupación de quien desea que su voz se oiga como la de cualquier español, aun conociendo la inferioridad en que ––por su condición femenina–– la tienen quienes la escuchan:

Guardaos de esos inmundos republicanos escritores, que intentan haceros odiosos el trono y el altar; que llenos de los vicios más enormes procuran hacer resaltar a vuestra vista los más pequeños deslices de los sacerdotes; que engrosándose ellos y los de su partido con lo que debiera sustentarse al soldado que os defiende, ponderan con ansia y encono las rentas eclesiásticas y diezmos que ofrecéis a Dios, como justa retribución de 40 los bienes que recibís de su mano, y que sirven a su culto, y sustento de sus ministros: y si no decidme ¿qué sentido podrá darse a la lira inserta en el citado nº 96 del Redactor General, sino el más vil, osado, blasfemo y denigrativo, no sólo de la dignidad Pontifical y cardenalicia, sino de la Iglesia misma, y máximas y doctrina del Evangelio? Cree no a mis palabras (pues sería mucha arrogancia en una mujer), sino a la verdad si la halláis en ellas: creed a vuestra conciencia, a la voz interior de vuestro corazón y de vuestra alma, que si la escucháis humillada a la voz divina, ella os conducirá por el camino que a todos señala. Atended la voz de vuestros Pastores, órganos verdaderos de la Iglesia, e intérpretes de la divina palabra: seguid su doctrina, mas no os escandalicéis de sus defectos, pues su naturaleza es la misma que la vuestra, sujeta a las flaquezas humanas. Ojalá, amados madrileños, que mi débil pluma pudiera penetrar vuestros corazones con la fuerza de una saeta disparada; y ojalá pudiera haceros ver de un todo, los sentimientos que animan a quien habiéndoos desde lejos admirado es ahora vuestra. La Española en la Corte. Madrid 9 de febrero de 1814. (El Procurador General de la Nación y del Rey, nº. 34, de 18 de febrero de 1814, pp. 345-346).

Si en otro tiempo dijo hablar en nombre de las damas españolas para solicitar ayuda a Wellington15, ahora se arroga la facultad de hablar por boca de la verdad y, dos

15 El Procurador General de la Nación y del Rey nº. 384, de 19 de octubre de 1813, pp. 4233-4240. “Representación que dirigió al Sr. Duque de ciudad Rodrigo una española a nombre de las damas de su nación” firmado por M. L. De parte de esta representación envió copia a la marquesa de Villafranca, junto

La literatura femenina http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Marieta Cantos meses más tarde, parece erigirse en oráculo de la patria: “españoles, repito, nos despreciéis los avisos que os da La Española en la Corte, como débil eco de la voz de vuestra Patria” (El Procurador General de la Nación y del Rey nº. 102, de 27 de abril de 1814, pp. 937-943).

También de nuevo en Madrid, volverá a recurrir a los versos para, con la excusa de festejar a Fernando en el día de su Santo o en el de su cumpleaños, incitar al pueblo a mantener su lealtad al rey y a combatir no ya la opinión, sino casi la vida de los liberales. En todo caso, es interesante subrayar esa tensión que le genera el deseo de que su voz sea escuchada y su declaración aparentemente conformista sobre la nulidad del voto femenino: “Bien conozco que el voto de una mujer no debe decidiros”.

Sin embargo, y aunque Mª Manuela continuaría por algún tiempo su labor en solitario, es posible que, a raíz de conocer el escrito de la condesa de Castro-Terreño sobre la reanudación de la actividad de la Junta de Señoras de Fernando VII en Madrid, decidiera ponerse en contacto con la marquesa de Villafranca, para lograr con mayor eficiencia sus propósitos, pues, como ha descubierto Gloria Espigado, existe una carta dirigida a ésta el 29 de mayo de 1814, en que le propone que las señoras abran una suscripción para levantar un monumento a Wellington. A esa carta añadía su Representación a Wellington donde insistía en acusar a los traidores de tratar de empañar las relaciones entre España y Gran Bretaña, y recurre al patetismo para recordar que “tantas ilustres compañeras nuestras han sido víctimas inocentes de a brutalidad y barbarie de los feroces monstruos de nuestro siglo”, así como a los padres, esposos, hijos, hermanos o parientes que han padecido similar o peor destino. De nuevo saca a colación a los «genios del mal» que redoblaban sus esfuerzos al ver que “los estandartes de Fernando y Jorge tercero se tremolaban en las fronteras de la Francia”, y cuando nuestro ejército esperaba llegar hasta la prisión del rey cautivo. Una vez más se imponen los “decretos divinos”, de cuyo poder lord Wellington es el medio elegido para contrarrestar “los ardides de su enemigo”.16 Como siempre el brazo armado de Dios 41 elige a sus instrumentos, y Wellington personifica al aliado inglés por excelencia, al hermano salvador, freno no sólo del enemigo extranjero sino también de los “enemigos domésticos”, como califica a los liberales autores de los tan temidos “proyectos infernales”.17 Estamos claramente ante una nueva cruzada, alentada por frailes y obispos, como puso muy bien de manifiesto Javier Herrero hace ya muchos años, y como dejan entrever continuamente en sus memorias muchos franceses y afrancesados en diversos testimonios de época, desde el abate Marchena a las memorias de Lejeune. Desde luego que esta representación de la guerra anti-napoleónica como una cruzada tampoco es insólita en el resto de Europa, pues en Nápoles, Portugal, Tirol, y Rusia adoptó la misma forma18.

En ese mismo mes de mayo publicaría también unos versos “Al Pueblo de Madrid”, en la Atalaya de la Mancha en Madrid (nº. 42, de 13 de mayo de 1814, 349- a una carta que Gloria Espigado ha localizado manuscrita en el Archivo Ducal de Medinasidonia, leg. 1968. 16 Amadas compatricias…, firmado en Madrid a 20 de mayo de 1814 por “vuestra verdadera española”. Agradezco de nuevo a mi compañera y amiga Gloria Espigado que me ha facilitado este documento. 17 Remito al trabajo de GARCÍA CÁRCEL, Ricardo; El sueño de la nación indomable. Los mitos de la Guerra de la Independencia, pp. 145-158. 18 MAIERHOFER, Waltraud, ROESCH, Gertrud y BLAND, Caroline (eds.); Women against Napoleon: Historical and Fictional Responses to his Rise and Legacy, Campus Verlag, Frankfurt, 2007.

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350) y otros dedicados a Fernando en El Procurador General de la Nación y del Rey (nº. 134, de 3o de mayo de 1814, 1201-1203). Y ya en octubre los Tiernos afectos, dedicados a Blas de Ostolaza “como al gran defensor de los derechos de S. M.”, donde solicitaba el castigo de “ateístas y traidores” incluso con la hoguera. Así pues, a través de su poesía trató también de influir de alguna manera en el mantenimiento de un estado opinión pública que mediatizara la conducta del Rey, como antes había tratado de incidir en provocar una reacción contraria a las políticas liberales de las Cortes. En fin, todo un ejercicio de opinión política mantenido a lo largo de al menos tres años por medio de 6 poemas ––tres de ellos extensos, de carácter alegórico–– y más de veinte de amplios artículos publicados en El Procurador General de la Nación y del Rey, el Diario Patriótico y la Atalaya de la Mancha en Madrid.19

Otras mujeres, otros textos

El resto de colaboraciones femeninas no alcanzó tal grado y, por ello, no tuvo tanta repercusión en la prensa, pues hay que decir que Mª Manuela fue capaz de sostener una encendida polémica con los periodistas liberales, ya que recibió los ataques de El Redactor General en una docena de ocasiones y alguna que otra en el Diario mercantil, La Abeja y El Tribuno. En cambio, sólo en una ocasión se hicieron eco de los escritos de Frasquita Larrea, el único que parece fue conocido en Cádiz, y se limitaron a mencionar los nombres de Carmen Silva, o la marquesa de Astorga, aunque sí se hicieron eco de los escritos informativos de la Sociedad de Señoras de Fernando VII, y más extensamente de aquel que estas damas dedicaron a criticar la política sostenida por Jorge III, aunque luego, como resultado de la reacción de esa opinión pública, ellas hubieran de desdecirse finalmente de su autoría y atribuirla al militar Luis de Sosa, al parecer secretario de la Sociedad en aquellas fechas.

Por falta de espacio no puedo referirme por extenso a Frasquita Larrea, pero no 42 quiero dejar de mencionar que, conviene destacar su amplia formación, ya sea autodidacta o guiada parcialmente por su marido Juan Nicolás Böhl de Faber. En todo caso, algunos de los libros que leía, como la Vindicación de los derechos de la mujer de Mary Wollstonecraft, no fueron resultado de una propuesta de Böhl, quizás todo lo contrario, y que aún produjeron una no pequeña discusión hasta el punto de que, como es sabido, Böhl le pidió que quemara este libro, a lo que ella se negó. Por otra parte, Frasquita lee tanto a escritores españoles como a ingleses y otros en lengua francesa, especialmente a Mme. Stäel y llegó a escribir en varias ocasiones a Schlegel y a Blanco White, a pesar de las diferencias de credo que existían entre ellos. Tal vez una cierta relación de paisanaje, ambos tenían familiares de origen irlandés y concretamente del condado de Waterford, posibilitó un intercambio epistolar muy cordial y que incluso Blanco manifestara en varias ocasiones el aprecio que hacía de la escritora gaditana. En fin, la amplia cultura de Frasquita Larrea no es comparable a la de otras escritoras españolas de estas fechas que, salvo excepciones, apenas leían otros libros que los de carácter religioso. Es posible sí, que la tolerancia de la ciudad gaditana y el estar casada con quien en su origen había sido de religión protestante, pudiera explicar la facilidad con que esta católica pudo pedir el apoyo de un apóstata del catolicismo. Desde luego, también es probable que tanto el contexto cultural de Cádiz, como la formación protestante de su marido facilitaran su conocimiento de otros textos que no los puramente religiosos que, con excepciones, solían constituir la única lectura ––a

19 Remito nuevamente a CANTOS, Marieta y SÁNCHEZ HITA, Beatriz; “Escritoras y Periodistas ante la Constitución de 1812 (1808-1823)”…Óp. Cit.

La literatura femenina http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Marieta Cantos excepción de algunas novelas y comedias–– de la mayor parte de las españolas de la época.

Por último quiero recordar que también las españolas de América fueron lectoras y autoras de algunos discursos, bien se trate de textos de carácter colectivo bien de autoría individual. En todo caso, me parece fundamental, la comparación entre la actitud de las españolas y las americanas, pues si las segundas se implicaron en los distintos procesos de la emancipación americana no hay mucha diferencia en los modos de intervenir en estos conflictos si los comparamos con los que siguieron las españolas y europeas en la lucha contra Napoleón. En los escritos que he podido conocer se advierte el mismo deseo de participar de la vida pública de la nación, de hacerlo intentando encontrar un resquicio para hacerse visibles y ser admitidas en los distintos espacios de la opinión pública, especialmente a través de la prensa. En América unas se posicionaron a favor de España y de Fernando VII, otras a favor de la independencia respecto de la metrópolis, unas y otras coincidieron en algunos intentos de organizarse bien para recaudar fondos, bien para realizar labores de intendencia, y todas, en menor o mayor medida, se vieron salpicadas por los horrores de la guerra, aunque su patriotismo llevó a algunas a despreciar su propia vida o la de sus familiares, al ofrecerlos, incluso, a modo de sacrificio. Sin embargo, después de tales sacrificios la situación de las mujeres no cambió y como recuerda Elida Aponte en su trabajo sobre la Constitución venezolana, incluso los más revolucionaros olvidaron las luchas de las mujeres una vez que consiguieron alzarse con el poder. Así pasó en Francia, en Estados Unidos, donde las mujeres llegaron a unirse a activistas antiesclavitud, y en América Latina20.

Ejemplos de esta implicación femenina es el Memorial de las damas de Montevideo a su Comandante el Señor Bigodet, firmado por Juana Venavides y Montoya, Francisca Isabel Bedoya y Margarita Zambrana; Melchora de la Quintana, Encarnación Avilés, Hipólita Nabacenés, Petrona Díaz Abrantes y por todas firma María Inés. De él se hizo eco El Procurador General nº. 202, de 21 de abril de 1813, aunque 43 carece de mayor interés para el propósito de este trabajo por tratarse de una serie de poemas donde, como en otros muchas composiciones españolas, sólo se trata de poner de manifiesto el arrojo de unas damas que están dispuestas a entrar en la guerra para luchar por los derechos del Rey, mientras algunos refugiados en Cádiz rehúyen la vida militar, es decir, se trata puramente de excitar el valor masculino. Mayor atractivo encierra otro discurso colectivo, el manifiesto de las Barinesas, de que da noticia La Gaceta de Caracas de 5 de noviembre de 1811. En este texto, aunque también las damas se muestran dispuestas a defender la plaza incluso reemplazando a la tropa en algunas de sus tareas, es de destacar la verosimilitud con que se planteó esta oferta, pues la reacción de las autoridades fue bien distinta. Efectivamente, el Secretario del Gobierno de la Provincia rechazó tal ofrecimiento, aunque les agradeció el gesto y prometió contar con ellas en menesteres de mayor utilidad, y es que las barinesas, además de destacar la firmeza de su carácter, también se mostraban convencidas de que su supuesta flaqueza no era tal, sino producto de una valoración de la opinión, masculina se entiende21.

También la veracruzana Josefa Bauza y Campana, casada con el vizcaíno Pedro

20 Ibídem. 21 Remito a la tesis de APONTE SÁNCHEZ, Elida Rosa; Revolución Constitución, y Género, en Venezuela, leída en la Universidad de Granada en 2005 y al artículo de VALDIVIESO, Magdalena; “Las mujeres y la política a finales del siglo XVIII y principios del XIX en Venezuela”, en Otras miradas. Revista Venezolana de Estudios de Género, vol. 7 nº 1 (enero-junio de 2007), pp. 189-216.

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Telmo de Landero, firmaría junto con Mª Carmen Muñoz de Cos, Ana Josefa Zabaleta de Panes, Mª Soledad Esain de Zabaleta, Ana Mascato de Toro un llamamiento a sus conciudadanas para reunir fondos en apoyo del ejército español con una proclama en la que se mostraban a sí mismas como nuevas amazonas22. De este texto se hicieron eco las Cortes, tal como queda recogido en el Diario de sesiones de 21 de septiembre, y debió circular por la provincia pues quedan ejemplares en algunos archivos como el de la casa Ducal de Medina Sidonia (leg. 1968)23.

Entre las obras de autoría individual se conocen las de una mexicana que escribió un par de proclamas con su nombre. Se trata de Mª Francisca de Nava, autora de dos textos a favor de Fernando VII y contra Napoleón, la Proclama de Doña María Francisca de Nava, mexicana llena de entusiasmo y de amor [h]acia su Soberano el Señor Don Fernando VII (1808?) y el Sueño alegórico por la mexicana Doña María Francisca de Nava, dedicado a la Religión, objeto amable de la Antigua y Nueva España, (1809) de los que me he ocupado en otro trabajo y a él me remito, por falta de espacio24.

De cualquier modo, y volviendo al análisis de los discursos, para concluir quiero rescatar la idea que subyacía en el análisis que hacía en el trabajo del que he hecho mención con frecuencia a lo largo de estas páginas, y es que buena parte de los escritos femeninos producidos en estas fechas responden al modelo retórico del discurso, tal como lo ilustra un coetáneo Francisco Sánchez Barbero, luego reputado periodista de El Conciso. Siguiendo pues sus explicaciones, estos textos se conciben para ser dirigidos a las asambleas o juntas ciudadanas entendidas en sentido amplio, es decir, no tienen por qué tratarse de reuniones en la práctica pero sí en la mente de los que escriben, también lógicamente de estas mujeres que se dirigen al conjunto de la nación, de la ciudad o de la provincia, o a los lectores de esa tribuna pública que es el periódico. Entre estos está comprendida la mayor parte de los textos que se presentan como proclamas, pero también las impugnaciones y representaciones. 44

Además, la elocuencia de las asambleas tal como la denomina Sánchez Barbero se acomoda al género deliberativo, esto es a persuadir o disuadir de una acción ––alterar o dar nueva forma al gobierno, extender o romper los vínculos de alianza, mover a la paz o a la guerra––, aunque también admite el género demostrativo cuando de lo que se trata es de alabar o vituperar a alguien, aquí se enmarcan los panegíricos, las invectivas y las oraciones gratulatorias o fúnebres. La elocuencia del foro se emplea en la defensa o en la acusación de un particular o de sus derechos en presencia de los jueces.25

En este sentido, pues, los escritos de estas mujeres son muestra evidente de sus deseos de sentirse ciudadanas y de participar en la vida pública de la nación como sostenía al principio de mi intervención. En fin, queda realizar una antología que dé cuenta de toda la variedad de esa implicación femenina y evidencie el verdadero valor de estos escritos, trabajo que estoy preparando en la actualidad.

22 Véase LANDAVAZO ARIAS, Marco Antonio; La máscara de Fernando VII: Discurso e imaginario monárquico en una época de crisis. Nueva España 1808-1822, El Colegio de México-Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo-El Colegio de Michoacán, México, 2001, p. 129. La proclama se encuentra en el Archivo de la Nación de México, Operaciones de Guerra, vol. 230, s.n.f. 23 Véanse los trabajos de Gloria Espigado, María Román, Beatriz Sánchez y Marieta Cantos al respecto. 24 CANTOS, Marieta, “Las mujeres en la prensa entre la Ilustración y el Romanticismo”, Óp. Cit. 25 SÁNCHEZ BARBERO, Francisco, Principios de Retórica y Poética, Imprenta de Norberto Llorenci, Madrid, 1834, segunda edición, pp. 103-105.

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Europeas y Españolas contra Napoleón. Un estudio comparado

Gloria Espigado Tocino (Universidad de Cádiz)

Resum /Resumen/ Abstract

L'article posa l'accent en la necessitat de no estar exclusivament circumscrits a les disposicions pel que fa al binomi Dona/Guerra, el que ens podria portar a atorgar un significat de singularitat erroni als casos analitzats, erigint-se, en el seu aïllament, en prototips genuïns de l'expressió patriòtica nacional. Per això aquest treball tracta de posar en connexió els estudis nacionals amb els d'altres països amb la intenció de posa de relleu les diferències o les concomitàncies existents entre les vivències de les europees, incloses les espanyoles, davant les guerres napoleòniques.

El artículo hace hincapié en la necesidad de no permanecer exclusivamente circunscritos a los modelos nacionales en lo que se refiere al binomio Mujer/Guerra, lo que nos podría llevar a otorgar un significado de singularidad erróneo a los casos analizados, erigiéndolos, en su aislamiento, en prototipos genuinos de la expresión patriótica nacional. Por ello este trabajo trata de poner en conexión los estudios nacionales con los de otros paises con la intención de pone de relieve las diferencias o las concomitancias existentes entre las vivencias de las europeas, incluidas las españolas, ante las guerras napoleónicas.

The article emphasizes the need not remain exclusively confined to national patterns in regard to the binomial Women/War, which could lead us to give a wrong meaning of uniqueness to the cases studied, created, in their isolation, Prototype genuine national patriotic expression. Hence this paper tries to national studies in connection with other countries with the intention of highlighting the differences or similarities between the experiences of Europe, including the Spanish ones, before the

Paraules clau /Palabras clave /Key Words 49

Guerres napoleòniques, Guerra de la Independència nordeamericana, Mme Staël, Kubrick, Carolina de la Motte Fouqué, Mary Wollstonecraft Guerras napoleónicas, Guerra de la Independencia norteamericana, Mme Staël, Kubrick, Carolina de la Motte Fouqué, Mary Wollstonecraft Napoleonic Wars, War of American Independence, Mme Staël, Kubrick, Carolina de la Motte Fouqué, Mary Wollstonecraft

En un trabajo reciente intenté exponer el estado de la investigación en torno al binomio mujer/Guerra de la Independencia en nuestro país, presentando cuáles estaban siendo las líneas de prospección más significativas y relevantes en este tipo de investigaciones, absolutamente incipientes en nuestro panorama historiográfico, y qué factores debían ser tenidos en cuenta, en mi opinión, para avanzar con paso seguro en este campo1. Dentro de este último aspecto, hice hincapié en no permanecer exclusivamente circunscritos a los modelos nacionales, lo que nos podría llevar a otorgar un significado de singularidad erróneo a los casos analizados, erigiéndolos, en su aislamiento, en prototipos genuinos de la expresión patriótica nacional. Antes que esto, mi invitación era la de estar

1 ESPIGADO, Gloria, “Armas de Mujer. El patriotismo de las españolas en la Guerra de la Independencia”, Emilio de Diego (dir.) y José Luis Martínez Sanz (Coord.), El comienzo de la Guerra de la Independencia. Congreso Internacional del Bicentenario, 8-11 de abril de 2008, Universidad Complutense de Madrid, Actas, 2009, pp.709-749.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado expectantes y poner en conexión nuestros estudios con los de otros países, desarrollando un esfuerzo de historia comparada que, sin duda, no dejaría de dar sus frutos, al poner de relieve las diferencias o las concomitancias existentes entre las vivencias de las europeas, incluidas las españolas, ante las guerras napoleónicas. Aún más, mi sugerencia fue la de establecer un campo geográfico amplio y de cronología más abierta que abarcara los procesos de liberación nacional que fueran, por ejemplo, desde la Guerra de la Independencia Norteamericana, que atravesaran la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas desde Lisboa a Moscú, y que concluyeran, con especial significado para nosotros, los españoles, con el proceso independentista colonial de la América hispana, comprendiendo así, a mi modo de ver, un escenario con entidad adecuada para enmarcar las respuestas femeninas observadas en procesos de transición similares2.

Predicando con el ejemplo, estas páginas se encaminarán por estos derroteros, confiando en poder demostrar las virtuales potencialidades del método comparativo utilizado en este ámbito de conocimiento. Aunque señalaré algunos estudios de interés que pueden servir para contextualizar las experiencias femeninas aludidas, intentaré, fundamentalmente, poner en diálogo los contenidos de dos obras que servirán para relacionar los ejemplos referidos a europeas y españolas. Una se refiere al trabajo colectivo publicado por la editorial Campus Verlag (Frankfurt-New York) en 2007 por las historiadoras Waltraud Maierhofer, profesora de alemán en la Universidad de Iowa (EE.UU.), Gertrud Roesch, también profesora de alemán, en este caso en la Universidad de Heilderberg (Alemania) y, finalmente, Carolina Bland, lectora de estudios germánicos en la Universidad de Sheffield (Reino Unido): Women Against Napoleon. Historical and Fictional Responses to his Rise and Legacy3. La segunda, también de esfuerzo colectivo, es la editada por Cátedra (Madrid) en 2009 y que hemos coordinado tres profesoras del área de Historia Contemporánea de nuestro país, la profesora Irene Castells, de la Universidad Autónoma de Barcelona, la profesora Mª Cruz Romeo, perteneciente a la Universidad de Valencia y yo misma que trabajo en la Universidad de Cádiz: Heroínas y 50 patriotas. Mujeres de 18084. En ambas existe un elenco suficiente de mujeres biografiadas y especialmente analizadas por su conducta durante el conflicto napoleónico, para que podamos establecer ciertos paralelismos o, incluso, apreciar diferencias entre el comportamiento de unas y otras. En el primer caso, con la aportación de ejemplos extraídos de Francia, Alemania, Italia, Inglaterra, Dinamarca etc., y en el segundo, con la mirada atenta a España pero, también, a Portugal, se ofrece un conjunto de personajes femeninos que constituyen unos magníficos ejemplos para aludir a la asunción de responsabilidades, al despliegue de activismo patriótico y al pronunciamiento de opiniones

2 Es de celebrar que nuestras colegas americanas se estén preparando para la conmemoración del bicentenario de la independencia americana, profundizando en el conocimiento de la experiencia femenina en aquel conflicto, con especial cuidado de conectar con otros procesos de liberación nacional cercanos. En este sentido, el Comité que dirige la profesora de la Universidad de San Martín de Porres en Lima (Perú), Sara Beatriz Guardia, directora, a su vez, de CEMHAL (Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina), integra a profesoras de distintas universidades españolas y nos brinda una oportunidad única para poder comparar nuestras investigaciones con las que se están realizando al otro lado del Atlántico. Por nuestra parte, el XV Coloquio Internacional de AEIHM (Asociación de Estudios de Historia de las Mujeres) que se celebrará del 11 al 13 de noviembre de 2010 en Bilbao, bajo el título “Mujeres e Historia: diálogos entre España y América Latina”, contemplará una sesión, “La fundación de las naciones y la construcción de nuevas ciudadanías”, dedicada a poner en conexión los trabajos de historiadoras americanas y españolas. 3 MAIERHOFER, ROECH, BLAND (eds.); Women Against Napoleón. Historical and Fictional Responses to his Rise and Legacy, Frankfurt/New York, Campus Verlag, 2007. 4 CASTELLS, Irene, ESPIGADO, Gloria y ROMEO, Mª Cruz (coords.); Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, Madrid, Cátedra, 2009.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado políticas, muy lejos del imaginario de pasividad, resignación y victimismo, normalmente atribuido al sexo femenino en circunstancias bélicas.

Y es que una de las premisas que resulta imprescindible refutar a estas alturas, es la de considerar como cierto el imaginario cultural legado por la sociedad patriarcal que considera la guerra como asunto de hombres y la paz como única aspiración de los deseos femeninos. Los estudios sobre mujer y guerra, mujer y conflicto armado, son amplios y desmienten el imperativo de que los hombres se deben a Marte y las mujeres a Venus. Hoy sabemos que la relación de las mujeres con la guerra resulta mucho más compleja de lo que sugiere esta dicotomía, por la cual las mujeres habrían tenido un papel pasivo, siendo protagonistas tan solo como víctimas, en los conflictos armados5. Conducidos por las recreaciones literarias y artísticas, aún más en nuestros tiempos, por la imagen llevada al cine, resulta imprescindible deconstruir los iconos esencialistas formados en el imaginario colectivo6. Uno de ellos, por ejemplo, el de la típica imagen de la mujer soportando arma y bebé (recreado en un famoso grabado de la serie goyesca de los desastres de la guerra) es, como nos advierte Joshua Goldstein, una iconografía que atraviesa todas las culturas, constituyéndose en la representación más genuina de los movimientos de liberación nacional, por encima de límites temporales o geográficos7. Incluso cuando el papel adoptado es el de la heroicidad del género, la mujer que porta armas, que dispara el cañón, que viste como una miliciana etc., hemos advertido el cariz propagandista y movilizador que resulta de esta imagen, desde Agustina de Aragón, o su antecesora en la Guerra de la Independencia norteamericana, Molly Pitcher, hasta las milicianas de nuestra Guerra Civil o las partisanas de la Segunda Guerra Mundial, encumbradas como apelación a la hombría y a la conscripción e instrumentalizadas para la representación del esfuerzo colectivo nacional.

En el libro de Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, se ocupan de analizar el mito de Agustina, la guerrera, Marta García Carrión, que lo hace a través de su primera 51 recreación fílmica, realizada por el director aragonés Florián rey en 1929 y Enric Ucelay Da-Cal, que analiza el icono atendiendo a sus referentes inconscientes que hunden en el psicoanálisis algunas de sus posibilidades interpretativas8. También la mujer víctima, la mujer vejada, otra tipificación del estar en guerra para las mujeres, aparece nítidamente en el trabajo de Florencia Peyrou, en un acercamiento al mito de Manuela Malasaña, que trata de rastrear su verdad por encima de los relatos que fijaron en la memoria determinadas versiones de lo sucedido9. No obstante, habrá que reconocer que, aparte de su consagración como símbolos de la guerra, fueron mujeres de carne y hueso que asumieron un papel activo, muchas de ellas desde el anonimato, apenas trascendiendo vivencias y

5 Vid por ejemplo AGUADO, Anna (coord.); Mujeres, regulación de conflictos y cultura de la paz, Valencia, Institut Universitari d’Estudis de la Dona-Publicacions de la Universitat de Valencia, 1999 y NASH, Mary y TAVERA, Susana (eds.); Las mujeres y las guerras. El papel de las mujeres en las guerras de la Edad Antigua a la Contemporánea, Barcelona, Icaria, 2003. 6 Un estudio sobre la representación literaria de estos mitos desde el conflicto de Troya hasta la guerra árabe-israelí en COOPER, Helen, AUSLANDER MUNICH, Adrienne y SQUIER, Merill (eds.); Arms and the Woman: War, Gender, and Literary Rrepresentaion, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1989. 7 GOLDSTEIN, Joshua; War and Gender. How Gender Shapes the War System and Vice versa, Cambridge/New York, Cambridge University Press, 2001. 8 GARCÍA CARRIÓN, Marta; “¿Por qué me habéis hecho soldado, si no podía dejar de ser mujer”. El mito de Agustina de Aragón en su primera recreación cinematográfica”, Heroínas…Óp.Cit., pp.129-154 y UCELAY-DA CAL, Enric; “Agustina, la dama del cañón: el topos de la heroína fálica y el invento del patriotismo”, Ibidem., pp.193-268. 9 PEYROU, Florencia; “Manuela Malasaña. De joven costurera a mito madrileño”, Ibidem., pp.155-174.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado motivaciones de su participación. Antonio Moliner ha rescatado para la memoria algunas de estas mujeres que se unieron a la guerrilla10. En el libro Heroínas y patriotas, que estamos comentando, también existen contribuciones fundamentales que amplían el elenco de mujeres al servicio de la causa, que estuvieron muy cerca del frente de batalla o en los sitios. Citados por orden de aparición en el índice, tenemos el trabajo de Paco Acosta sobre María Bellido, aquella mujer, seguramente una aguadora más de aquel caluroso día del mes de julio de 1808 en Bailén, que permaneció imperturbable cuando una bala rompió el cántaro que ofrecía al general Reading; el de Mª Jesús Baz sobre las poco conocidas amazonas gallegas; el de Elena Fernández sobre un colectivo, las mujeres de la Compañía de Santa Bárbara de Gerona y el estudio de las actividades de espionaje de María García, “La Tinajera” en Ronda, a cargo de Marion Reder11. Ejemplos que también son comunes a otros espacios europeos. La historiadora alemana Karen Hagemann, en varios de sus trabajos que culminan en la monografía publicada en 2002, nos explica cómo se asociaron las mujeres prusianas a la imagen de las amazonas en la guerra contra Napoleón, y con qué disparidad de criterios fueron acogidas por la opinión pública alemana, señalando cómo se enaltecía el patriotismo de las que, vestidas de hombre, caían en el campo de batalla y cómo se vituperaban y ridiculizaban a las que eran descubiertas antes de batirse12. Como en el caso de las francesas de 1789, las prusianas también solicitaron portar armas en 1813 y, rechazadas, fueron derivadas hacia trabajos patrióticos más a acordes con su sexo, la recaudación de fondos, la caridad hacia los pobres, la atención a los heridos, los huérfanos y las viudas. El llamamiento de doce de las princesas de la casa de Hohenzollern, bajo el liderazgo de Mariana de Prusia, cuñada del rey Federico Guillermo III, realizado el 23 de marzo de 1813, fue fundamental para que se desarrollara un movimiento asociativo sin precedentes en, al menos, 414 poblaciones (27 en Berlín, 5 en Breslau, 4 en Bremen, 3 en Frankfurt, Hamburgo, y Leipzig, etc….), en algunas de ellas con más de 400 asociadas procedentes de todas las clases sociales13. Para Hagemann resulta evidente la relación existente entre la conscripción universal decretada 52 ese año, de marcado carácter nacionalista, el esfuerzo de guerra y la implicación femenina en este impulso patriótico de evidente trascendencia política. También en España, con una más que modesta cristalización asociativa, se realizaron ciertos trabajos asistenciales del mismo signo, permitiendo a las mujeres participar ampliamente en el proceso de construcción nacional, procurando así un espacio público a su actuación. Esta es una de las conclusiones de mi trabajo sobre la gestión de la marquesa de Villafranca al frente de

10 MOLINER, Antonio; “El fenómeno guerrillero”, en Antonio Moliner Prada (ed.), La Guerra de la Independencia en España (1808-1814), Barcelona, Nabla Ediciones, 2007, pp.128-131. También hay referencias a las amazonas de la guerra en LAWRENCE TONE, John; “Women in the Resistente to napoleón 1808-1814”, en Victoria Lorée Enders and Pamela Beth Radcliff (eds.), Constructing Spanish Womanhood. Female Identity in Modern Spain, State University of New York Press, 1999, pp.259-282. 11 ACOSTA, Paco; “Mujeres en la campaña de Andalucía: María Bellido y la Batalla de Bailén” Heroínas…Óp.Cit., pp.57-80; BAZ, Mª Jesús; “Las mujeres en la Guerra de la Independencia en Galicia. Una historia de Omisión y anonimato” Ibidem., pp.81-104; FERNÁNDEZ, Elena; “Las mujeres en los sitios de Girona: la Compañía de Santa Bárbara”, Ibidem., pp.105-128 y REDER, Marion; “Espionaje y represión en la serranía de Ronda. María García, “La tinajera”, un ejemplo de coraje ante los franceses”, Ibidem., pp.175-192. 12 HAGEMANN, Karen; Mannlicher Ruth und Teutsche Ehre: Nation, Militär und Geschlecht zur Zeit der Antinapoleonischen Kriege Preuben, Paderborn, Schöningh, 2002. 13 HAGEMANN, Karen; “Female Patriots: Women, War and Nation in Prusia during the Anti-Napoleonic Wars”, Gender and History, (2004), pp.396-424. La autora encuentra fundamental la actividad desarrollada previamente en los salones, antes de ir hacia esta nueva fórmula asociativa de carácter público. También considera importante los precedentes conocidos en la Francia postrevolucionaria y, sobre todo, en la Inglaterra enfrentada militarmente a Francia a partir de 1793.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado la Junta de Damas de Fernando VII14. No son, sin embargo, las amazonas las protagonistas del antagonismo antinapoleónico descrito por el libro colectivo de las colegas Maierhofer, Roesch y Bland. Más interesadas en el pensamiento que en la acción, al menos en la acción bélica, la investigación de las respuestas intelectuales ante Napoleón planteadas por mujeres de distintas nacionalidades será el hilo conductor de la obra. Aunque existen importantes trabajos que abordan la biografía del emperador de los franceses en relación con sus parientes femeninos15, aunque también ha sido analizada la actitud de Napoleón frente al sexo femenino que parece estar marcada por una indudable actitud misógina16, nos interesan más los trabajos que recrean la participación activa de las mujeres en las fases postrevolucionarias de su régimen17. La obra Women against Napoleón, tiene la facultad de ampliar los ejemplos más allá del círculo privado de Napoleón, y más allá, también, del protagonismo exclusivo de las francesas. Con antecedentes tan sólidos como el libro de Adriana Craciun que analiza la respuesta de las escritoras británicas frente a la Revolución francesa18 y el también clásico de Carla Hesse sobre las escritoras en Francia en la transición del Antiguo Régimen a la Edad contemporánea19, el presente volumen, incorpora, junto a voces ya conocidas, a mujeres singulares, desde el punto de vista de la modalidad de escritura que generan (autoras de cartas o diarios personales) y a escritoras de otros países: alemanas, danesas, italianas, etc., contemporáneas a los acontecimientos y también de épocas posteriores. La nota que les une será su posicionamiento en contra de la política de conquista napoleónica, mantenida desde la defensa, en cambio, de presupuestos e intereses muy variados: patriotismo nacionalista, cosmopolitismo europeo, exaltación religiosa, vindicación estética etc.

Entre ellas, sin duda la más famosa y ferviente detractora de Napoleón fue Mme de Staël (1766-1817). Anne-Louise-Germaine Necker, era hija del famoso ministro de finanzas Jacques Necker y esposa, desde 1786, del embajador de Suecia en Francia, el barón Staël-Holstein. Mujer ilustrada y bien relacionada entre los círculos intelectuales y políticos de Francia, le tocó vivir la Revolución, huyendo en sus fases de mayor 53 radicalismo. Defensora de la libertad, y sin traicionar los intereses de la clase social adinerada y propietaria a la que pertenecía, se mostrará partidaria de una monarquía constitucional limitada y, como mal menor, aplaudirá la moderación revolucionaria y la constitución del primer Directorio en Francia. Instalada de nuevo en el país hacia 1797, y

14 ESPIGADO, Gloria; “La marquesa de Villafranca y la Junta de Damas de Fernando VII”, Heroínas…Óp.Cit., pp. 317-342. 15 WILLMS, Johannes; Napoleon, München, Beck, 2005, analiza las figuras de su madre Letizia, su hermana Carolina, su primera esposa Josefina de Beauharnais, su segunda esposa Mª Luisa de Austria, sus amantes, entre las que destacaría la condesa polaca Marie Walewska. 16 Tras el clásico de MASSON, Frédéric; Napoleón et les femmes; l’amour, Paris, P. Ollendorf, 1894, la visión más actual en GLÄSER, Stefan; Frauen um Napoleón, Regensburg, Pustet, 2001. También CONNOR, Susan, P.; “The Merveilleuse and the Coquette: Women during the Directory and Firt Empire”, Proceedings of the Consortium on Revolutionary Europe, 1980, pp.49-57 y ROGERS, Rebeca; “Competing Visions of Girls Secondary Education in Post-Revolutionary France”, History of Education Quarterly, 34 (1994), pp.147-170. 17 DAVIDSON, Denise; Enacting the Social Order, Gender and Urban Public Space in Post- Revolutionary France, Cambridge, Harvard University Press, 2006. 18 CRACIUN, Adriana; British Women Writers and the French Revoluction. Citizens of the World, Hampshire, Palgrave, 2005. Vid también CRACIUN, Adriana and LOKKE, Kari E. (eds.), Rebellious Hearts: British Women Writers and the French Revolution. (SUNY Series in Feminist Criticism and Theory), Albany, State University of New York Press, 2001. 19 HESSE, Carla; The Other Enlightenment. How French Women become Modern, Princeton University Press, 2001.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado como ocurre con muchos hombres y mujeres de su posición social que comparten, empero, cierto aperturismo político, observará con expectación e, incluso, con cierto entusiasmo, el desembarco de Napoleón Bonaparte en la dirección de lo que intuye es el aburguesamiento del impulso revolucionario. No obstante, las discrepancias políticas con él mantenidas y, como se ha señalado en muchas ocasiones, un claro desencuentro personal de quien no reconoce criterio en una mujer, por un lado, y de quien desconfía, a su vez, de los orígenes sociales de un advenedizo, impidió todo entendimiento y, aún más, fomentó una clara hostilidad por ambas partes. En febrero de 1803, Mme de Staël fue expulsada de la ciudad de París, donde mantenía abierto su salón, y en octubre de ese mismo año, se vio obligada a abandonar Francia. En Coppet, la residencia paterna en Suiza, vivirá parte de su destierro, viajando también por toda Europa en los diez años que dura su extrañamiento20. Aunque en el texto que redactara para compendiar esta amarga experiencia existen calificativos suficientes como para ejemplificar su odio por el corso, atribuyéndole un egoísmo desmedido (es “el gran soltero del mundo”-dirá expresivamente-), pintándolo como calculador y ajeno a cualquier noble sentimiento, Mme de Staël no dejará pasar cualquier ocasión creativa para hacer política y manifestar su discrepancia. Publicada en Francia su segunda novela Corinne ou l’ Italie (1807), pronto se supo del desagrado con que fue recibida por Napoleón. En el texto que dedica al análisis de esta obra, la profesora Heather Beluap Jensen nos introduce en la faceta más sutil pero enérgica de su crítica21. La opinión artística expresada por Corinne, la protagonista, una mujer preparada e inteligente, en contra del gusto napoleónico se convierte tácticamente en arma política. Ejerciendo de guía a través de distintos museos por Roma, Corinne, enseña y expone a su amante Oswald, sus puntos de vista sobre el arte que se traducen en oposición velada a la estética imperial. Adversa al expolio de obras de arte ejercido por Napoleón, también se opondrá a la grandilocuencia historicista neoclásica de pintores como Jacques-Louis David y François Gérard, ambos relacionados con el régimen, David como primer pintor del emperador en 1804 y Gérard como primer pintor de la emperatriz Josefina en 1806. Centrada en cuadros salidos de sus paletas, 54 articula su desagrado ante la frialdad de las escenas imperiales romanas que se describen en ellos, cuyo paradigma puede ser el cuadro de David que muestra a un Brutus (Bonaparte) que recibe imperturbable, de manos de la autoridad, a sus hijos ajusticiados por participar en una conspiración monárquica, mientras esposa e hijas se muestran desesperadas22. Una representación, atravesada por el género, que necesariamente debe ir acompañada de una explicación histórica del suceso y que nadie, sin un cierto saber, entiende a primera vista. Corinne, alter ego de Staël y como buena defensora del romanticismo, manifestará su inclinación por el conmovedor arte religioso del renacimiento italiano, donde una madonna con niño de Rafael o Miguel Ángel es un arte universal que llega al corazón de todos los que lo contemplan, sin necesidad de estos rodeos de erudición histórica.

20 Mme de Staël, Diez años de destierro. Traducción y Prólogo de Laia Quílez y Julieta Yelin, Barcelona, Lumen, 2007. 21 BELUAP JENSEN, Heather; “Diversionary Tactis: Art Criticism as Political Weapon in Staël’s Corinne, ou l’Italie (1807)”, Women against…Óp.Cit., pp. 161-186. 22 Aunque Corinne-Satël, haga esta especial asociación de la obra de David con el Imperio napoleónico, se trata de un lienzo que el pintor ejecutó en los inicios de la Revolución francesa titulado Los lictores lleva a Bruto el cuerpo de sus hijos, que se puede ver en el Museo del Louvre. En ella se representa a Lucio Junio Bruto (Napoleón para Corinne-Satël), imperturbable ante la suerte de sus hijos, a los que había ordenado matar al conocer sus intenciones de instaurar una monarquía en Roma. Bruto, defensor de la República, permanece ajeno, en un lado del lienzo de grandes dimensiones, mientras en el otro ángulo, las mujeres de la casa, dan rienda suelta al dolor que las invade.

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Por otra parte, Corinne no sería sino un tropiezo más en el desencuentro entre el emperador y la escritora. Su obra, nacida de su periplo en el exilio, De l’Allemagne, un pionero intento de constituir culturalmente una nación que no lo es aún políticamente, también concitó la animadversión de Napoleón, que mandó quemar el manuscrito en 1810, si bien no consiguió impedir su publicación en Inglaterra tres años más tarde. En este caso, el comentario que hace de esta obra la historiadora Beatrice Guenter, no se centra en la polémica levantada en Francia en torno a ella, sino, novedosamente, en la postura que adoptaron ciertas escritoras alemanas frente a la misma, que, movidas por un sentimiento patrio, no rehusaron hacer sus comentarios críticos frente a la franco-suiza, resaltando su superficialidad, contradicciones y carencias, entre las que destacarían el desconocimiento del idioma, principal fuente de orgullo nacionalista, donde lengua y nación se articulan para dar contenido a un sentimiento de pertenencia colectiva23. Betty Gleim, Esther Gad y Carolina de la Motte Fouqué son las tres responsables de tal enmienda, en escritos con cuya elaboración contribuyeron, igualmente, a construir el paradigma nacionalista alemán desde un sentido patriotismo.

La citada Carolina de la Motte Fouqué (1775-1831) fue una prolífica y conocida escritora de la época, esposa del escritor Friedrich de la Motte, reconocidos ambos como introductores del romanticismo en Berlín. Autora de unas veinte novelas, algunas en contra de la guerra de encendido patriotismo y de veintiún ensayos sobre las mujeres en la historia y en la cultura, fue también responsable de Una llamada a las mujeres alemanas (1813), una invitación para que éstas tomaran parte en el proceso de definición nacional, desarrollando un papel significado en el conflicto como esposas y madres. También polemizó, como hemos visto, con Mme Staël por sus ideas sobre Alemania. Durante el conflicto, vio movilizados a su marido y dos hijos y presenció el pillaje francés tras la victoria sobre las tropas prusianas en Jena (1806), de ahí que ambiente en las guerras napoleónicas algunas de sus novelas, mezclando historia y ficción. Aunque en ellas son los hombres los agentes de la acción, también caracterizará a mujeres que proclaman el derecho a intervenir en el discurso político. En sus artículos periodísticos incide más en 55 esta participación femenina que relaciona con la sociabilidad del salón. En su llamamiento a las alemanas, las convertirá en guardianas y depositarias de la tradición, a través de la transmisión de la lengua y el cuidado de las costumbres, ejemplificadas en el uso de un vestido ajeno a las modas extranjerizantes de influencia francesa24. Su postura política es moderada pero no inmovilista, ya que, aun condenando la Revolución, insiste en la necesidad de ciertos cambios que la clase burguesa debe acometer dentro de la sociedad alemana25.

Las inglesas, también se someten al análisis en el capítulo a cargo de Deborah Kennedy: “Englishwomen and Napoleón Bonaparte”, donde desfilan un representado grupo de escritoras como la poetisa Helen María Willians (1861-1827), la reformista evangélica Hannah More y la escritora Frances Burney (1752- 1840), entre un elenco amplio en el que cabría citar también a Mary Berry, Jane Austen, Dorothy Wordsworth,

23 GUENTER, Beatrice; “Rewriting the National Paradigm: Staëls’s De l’Allemagne (1810) and the “German” Defense of Sociability”, Women against…Óp.Cit., pp.187-204. 24 Este también es el mensaje lanzado por la profesora en Bremen, Betty Gleim, en un texto de 1814 cuya traducción vendría a ser “¿Qué puede la Alemania renacida demandar a sus mujeres?”, y cuya respuesta es la de educar a los hijos en las costumbres germanas, cultivar la cultura, la lengua y las formas de vestir del país, al mismo tiempo que se rechaza el francés, practicado por la nobleza alemana, y la moda francesa, seguida por sus mujeres. HAGEMANN, Karen, “Female Patriots…Art. Cit., pp.406-407. 25 ARNOLD-DE SIMINE, Silke; “Mapoleon, The Museum, and Memory Politics in Carolina de la Motte Fouqué’s Geschiste der Moder (1829-30)”, Women against…Óp.Cit., pp. 205-222.

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Anna Laetitia Barbauld, etc.26 La primera, Helen María Willians, como la feminista Mary Wollstonecraft, es una ardiente defensora de la Revolución Francesa. Como ella, y llevada por el entusiasmo de conocer de primera mano los acontecimientos, viajará a ese país hacia 1791 y aún convencerá a su familia para que se traslade a Francia poco después. Relacionada con el ambiente girondino, verá como la guillotina cae sobre su amiga Mme Roland. Las críticas que expresa la llevarán a ser encarcelada y, una vez liberada, marchará a Suiza, y en el relato de su viaje (1798) hará constar que Napoleón puede ser la salida pacificadora de la turbada Francia. Hasta 1801 es admiradora de su figura, celebrando la paz firmada entre Francia e Inglaterra. Sin embargo, al no mencionar expresamente al emperador en una oda que compone en 1802, atrajo sobre sí las iras del corso que la encarcela por un día. A partir de aquí, su primigenia admiración se convierte en denuncia de sus afanes conquistadores que amenazan la invasión de su país, Inglaterra, reforzando sus adversas opiniones cuando es nombrado emperador en 1804. Apenas volverá sobre el tema hasta que, en forma de cartas escritas a un amigo, verse sobre el gobierno de los cien días. No obstante, su visión no será del todo crítica, al destacar también aspectos positivos como la promulgación del código civil, el respeto a los credos y la implantación de escuelas para niñas. Referirá que Napoléon tiene más adeptos entre el sexo masculino que el femenino, achacando esto a la terrible pérdida de los hijos que las mujeres sienten sobremanera y pedirá perdón a sus amados franceses por sentirse orgullosa del sistema de libertades garantizadas por su nación, Inglaterra. Por su parte, la reformista evangélica y defensora de los derechos de la mujer, Hannah More, es igualmente contraria a la figura del dominador de Europa, pero desde unas posiciones, en este caso, conservadoras, enaltecedoras del sistema constitucional inglés, al mejor estilo de su amigo Edmun Burke, que la llevaría a ser denominada: “Burke in petitcoat” que podríamos traducir como “Burke en enaguas”. Constituyendo, desde su punto de vista, el Consulado una triple tiranía, expondrá a Inglaterra la conducta a seguir que pasa por que los ingleses tengan “one Wife, and one King, and one God”. Finalmente, Frances Burney, casada con un militar francés emigrado, viaja a Francia cuando ya es autora de 56 tres novelas. Allí permanece hasta 1812 y sus primeras impresiones sobre Napoleón son de moderada admiración, como su compatriota Willians. No obstante, todo cambia cuando su hijo es movilizado para luchar contra Inglaterra. Entonces sale del país y escribe dos obras sobre su estancia en Francia: The Wanderer. Or female difficulty (1814) y England and France: A Comparative View. Cuando Napoleón cae, intenta reunirse en el continente con su marido, si bien le sorprende la vuelta del corso al poder. Vive desde Bruselas la batalla de Waterloo y canta la victoria de Wellington. Reunida finalmente con su marido, regresa en el otoño de 1815 a su país. Desde allí intentará minar la imagen todavía idolatrada del emperador, advirtiendo que toda opinión enaltecedora cambiaría si se hubiera vivido bajo su opresión.

Junto a estas manifestaciones de protagonismo público, existen, también, estrategias de oposición privadas, pero que son igualmente interesantes para apreciar los puntos de vista mantenidos por las mujeres europeas frente al conflicto. Denise Z. Davison es autora de un capítulo referido a la postura más doméstica de algunas francesas27. Entre estos casos, se analiza a una monárquica de la alta sociedad marsellesa, Julie Pellizzone (1768-1815), que escribe un diario entre 1811 y 1824, comenzando su relato en el año de 178728. En general, los historiadores han destacado el desafecto hacia la figura del

26 KENNEDY, Deborah; “Englishwomen and Napoleon Bonaparte”, Ibidem,. pp. 39-56. 27 DAVIDSON, Denise, Z.; “French Women Respond to Napoleon”, Ibidem., pp.95-108. 28 PELLIZZONE, Julie; Souvenirs. Transcription d’Hélène Échinard. Presentés y annotés par Pierre et Hélène Échinard et Georges Reynaud. Vol I. (1787-1815), Vol.II (1815-1824), Coéditions INDIGO et

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado emperador que es común entre los marselleses. Julie pone en boca de las clases bajas, de sus mujeres en particular, la emisión de sus propias opiniones contrarias. En concreto, señalará el mal estado en que llegan a Francia los prisioneros franceses maltratados por los españoles: “justamente indignados por la guerra atroz y cruel que les hacían”. También en esta línea estaría la matriarca de una familia burguesa dedicada al textil en Ruán, Catherine Arnaud-Tizon, que escribe trescientas cartas a su hija y su yerno entre 1805 y 1816. Sin que perteneciera a una familia con ideas políticas muy marcadas, Catherine, que escribe y comenta en sus cartas lo que lee en los periódicos (la española Frasquita Larrea también dice haber despertado a la política tras la lectura de la prensa), puede representar al grupo de franceses no alienados políticamente. Por ello, y con un lenguaje ciertamente patriótico, exalta los triunfos de las tropas francesas en los primeros tiempos y, tras el cambio de signo en 1814, cambia su entusiasmo por la manifestación de incertidumbre ante el precario futuro que se avecina. Finalmente, Adélaïde Bauche, perteneciente a una familia realista sin resquicios, escribe unas memorias en 1837, donde recuerda la visita del emperador en 1810 a su ciudad, cuando ella contaba con trece años, declarando que Napoleón se cuidó de no confraternizar con el pueblo que le esperaba expectante y sí, en cambio, entabló relación con la elite local. Como mujer, se solidariza con la desdichada suerte de la divorciada Josefina. Ni que decir tiene que el gobierno de los cien días tan solo es analizado para resaltar la reacción opositora que generó entre la sociedad francesa. En conclusión, todas ellas, Julie, Catherine y Adelaïde, son activas defensoras de estrategias familiares que relacionan interesadamente con el fin de la guerra y el término de la belicosidad francesa. Apuestan por la paz y la prosperidad. Desde su espacio doméstico, muestran interés por la marcha de los acontecimientos y emiten su opinión no utilizando estrictamente canales de edición clásicos. No obstante, tampoco podemos sustraernos a la influencia que pudieron ejercer entre familiares y círculo de amistades con sus opiniones que expresan de forma nítida y contundente.

Dentro de este capítulo, también está el estudio de las cartas escritas en 1813, y en este caso publicadas, por la berlinesa judía Rahel Levin (1771-1833), casada en 1814 y 57 convertida al catolicismo en Rahel Varnhagen29. Involucrada en una ferviente empresa de organización hospitalaria para los soldados en Berlín, Praga y Breslau, proveedora de comida, ropas y vendas para éstos, comprometerá su patrimonio personal en este empeño. Desarrolla una labor caritativa, común a la realizada por otras muchas mujeres en distintos países afectados por el conflicto, y que tiene puntual reflejo en sus cartas como un llamamiento a la liberación nacional que puede ser entendido también, y al mismo tiempo, como un proceso personal de liberación, al contradecir con su actitud los consejos familiares, reacios a admitir estos gestos de desprendimiento personal en momentos tan críticos. Su intervención arranca en marzo 1813, cuando Prusia, junto a Rusia, declara la guerra a Napoleón, que cuenta, a su vez, con el apoyo de Austria. Conoce el llamamiento coetáneo de Carolina de la Motte Fouqué a las alemanas, pero disiente de su tono y contenidos. Lo encontrará demasiado exagerado y rechazará la conexión expresa entre cristianismo, patriotismo y espíritu teutónico que, para ella, vela un larvado antisemitismo. Igualmente, frente a la pasividad y falta de concreción de tareas del llamamiento de Carolina, propugna un activismo que inicia dando ejemplo, comenzando su labor hospitalaria. Principiada en Berlín, es retomada en Breslau donde se hospeda en casa de un hermano. Es allí donde se inicia el cuestionamiento de su desprendida labor y crecen las presiones familiares para que desista de su empeño. Tendrá que poner distancia y sumar al

Côté-femmes editions et Publications de l’université de Provence, Paris, 1995 et 1998. 29 ROESCH, Gertrud Maria; “The liberation from Napoleón as Self-Liberation: the year 1813 in the letters of Rahel Varnhagen”, Women against…Óp.Cit., pp.109-136.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado objetivo de la liberación nacional, su propio proceso de liberación de la opresión de sus parientes. A Praga, ciudad donde se refugian muchos prusianos emigrados, llega con otro hermano. Allí se reencuentra con el naturalista Humboldt y su esposa y prepara su matrimonio. No olvida su virtuosa acción patriótica y caritativa y dedica el otoño de 1813 al cuidado de los soldados. Finalmente en marzo de 1814 se casa dando por concluida su misión.

La escritora germanodanesa Friederike Brun (1765-1835), hija y hermana de pastor y obispo luteranos, destaca por su profunda religiosidad30. Habla y escribe en alemán, francés, italiano y además se expresa en danés y español. Casada con un financiero, Johann Christian Constantin Brun, vivió también en Suiza y frecuentó el círculo de Coppet al ser amiga de Mme Staël. Ella misma regentaría salones en Copenhague y Roma. En esta última ciudad reside durante la ocupación francesa (1808- 1810) y relata sus experiencias en sus Letters from Rome que publicará una vez acabado el conflicto para no tener problemas de censura como su amiga Mme Staël. Identifica su labor con un proceso de reconstrucción histórica. El personaje central es, sin duda, el Papa Pio VII, cautivo en Savona. Destaca su actitud firme pero pacífica contra Napoleón, que le sirve para hacer una exaltación de la figura papal y proponer un llamamiento cosmopolita y cristiano entre los países afectados por la dominación francesa. Su postura de resistencia pasiva es exaltada como resorte civilizador frente a la agresión bárbara militar, que podemos asimilar, además, con el imaginario simbólico femenino y masculino respectivamente. La renuncia del Papa a defenderse y la elección del exilio es un ejemplo a imitar por el pueblo de Roma, al que invita, en un llamamiento a la movilización, a poner en uso pequeñas acciones colectivas de carácter disruptivo no violentas de gran poder perturbador en cambio. Esto puede materializarse, por ejemplo, según propone, en la suspensión del carnaval o en la exaltación festiva del día de la coronación papal31. El cristianismo como seña de identidad de los pueblos oprimidos de Europa sirve para contraponer el líder espiritual al líder guerrero. Ciertamente su postura incardina mejor, como expresa la autora, Kari Lokke, con un universalismo ilustrado de raigambre cristiana 58 que con el individualismo romántico que lleva a la exaltación nacionalista. Este caso sirve para plantear de una forma más compleja el uso y abuso de la religión como arma política contra Napoleón, ya que el Papa se convierte en un nuevo héroe idealizado, con connotaciones positivas frente al demonizado Napoleón, al mismo tiempo que la religión, se transforma en un arma ideológica contra los principios revolucionarios que encarna el francés.

Con estos ejemplos que he escogido, de entre otros posibles, nos podemos hacer una idea de la paleta variada de actitudes, en nada conformistas, en que se resolvieron las europeas que se enfrentaron al imperio napoleónico. Igualmente, en España y en Portugal,

30 LOKKE, Kari; “Friederike Brun’s Briefe aus Rom (1816): cosmopolitism, Nationalism, and the Politics of Geistlichkeit”, Ibidem., pp.137-160. También era conocida por la animada labor cultural que mantenía en su salón de Berlín, VON DER HEYDEN-RYNSCH, Verena, Los salones europeos. Las cimas de una cultura femenina desaparecida, Barcelona, Ediciones Península, 1998, pp.131-141. 31 Acciones de desagravio semejante a ésta, teniendo como protagonista al rey Fernando, son la apuesta de María Manuela López de Ulloa, que invita a celebrar su cumpleaños en Afectuosos gemidos que los españoles consagran este día 14 de octubre de 1813 por el feliz cumpleaños de su amado Rey y Señor D. Fernando VII, por una española, Cádiz, Oficina de D. Nicolás Gómez de Requena, impresor del Gobierno, citado por CANTOS, Marieta, “Las mujeres en la prensa entre la Ilustración y el Romanticismo”, en CANTOS, Marieta, DURÁN, Fernando y ROMERO, Alberto (eds.); La Guerra de Pluma. Estudios sobre la prensa de Cádiz en el tiempo de las Cortes (1810-1814), Vol.III. Sociedad, Consumo y Vida Cotidiana, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2009, p.284-285.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado podemos encontrar ejemplos muy semejantes y paralelos a los antedichos. Por eso, a continuación y valiéndome de los contenidos del Patriotas y heroínas, haré uso de los testimonios y vivencias de las mujeres retratadas en él para reforzar, en este caso, con ejemplos peninsulares, los modelos ya enunciados. Es obvio que con ello estoy invitando a no perder de vista el método comparativo, que nos sirve para poner en relación universos compartidos a pesar de la distancia.

El panorama español parece, a primera vista, muy modesto en relación al europeo descrito. No es cuestión de hacer mención aquí de las diferencias importantes existentes entre el nivel de formación de las españolas y sus coetáneas europeas. A resultas de esto, y en contraste con los casos europeos mencionados, en los que se puede hablar de sólidas carreras literarias ya consolidadas (caso de Mme Staël, de las escritoras inglesas o de las alemanas), que tienen, además, continuación, una vez superado el conflicto, el panorama de las españolas es radicalmente distinto. Hay que hacer una observación que no carece de interés por la que constatamos que algunas de las plumas femeninas finiseculares más reputadas han fallecido en vísperas de los acontecimientos, Margarita Hickey en 1793, María Gertrudis Hore en 1801, Rosa Gálvez e Inés Joyes Blake en 1806, Josefa Jovellanos en 1807 y que otras, como Josefa Amar de Borbón, estarán definitivamente en silencio hasta su fallecimiento en 183332. Curiosamente, además, las firmas nuevas que se incorporan a la opinión pública en este periodo, como Carmen Silva, Frasquita Larrea, Manuela López de Ulloa, Catalina Maurandi Osorio etc., no consiguen mantenerse en la palestra literaria más allá de la coyuntura favorable del conflicto. De modo que, en el estado actual de la investigación, resulta más que pertinente el planteamiento de Marieta Cantos sobre la posible continuidad generacional entre las escritoras del XVIII y las románticas de los años treinta estudiadas por Susan Kirkpatrick, en medio de las cuales estarían estas mujeres poco afortunadas para labrarse un perfil de literatas33.

El caso de Frasquita Larrea, esposa del hispanista Nicolás Bölh de Faber y madre 59 de Cecilia, “Fernán Caballero”, es paradigmático. Mujer cultivada que dominaba el inglés y el francés, bien relacionada con figuras intelectuales masculinas, dentro y fuera de nuestras fronteras, se muestra al tanto de las novedades literarias de su tiempo, incluyendo las obras debidas a escritoras como Mary Wollstonecraft, la nacionalista irlandesa Lady Morgan y, su muy admirada, Mme de Staël. En relación con ésta última, en carta escrita a su esposo, se hace eco de la publicación de su novela Corinne que lee inmediatamente en su residencia de Chiclana, manifestando su desagrado sobre la protagonista y su acomodo al estar más discreto de su antagonista Lucile, lo cual no deja de ser revelador34. Siguiendo el acercamiento de Marieta Cantos a su figura35, no podemos dejar pasar cómo Frasquita, en las contadas ocasiones en que irrumpe en el espacio de la opinión (no teniendo a buen seguro, como la profesora Cantos explica, que publicara todo lo que escribiera por estas

32 Para el estudio de la aportación femenina al mundo de las letras en el siglo XVIII, vid. TRUEBA MIRA, Virginia; El claroscuro de las Luces. Escritoras de la Ilustración española, Madrid, Montesinos, 2005; PALACIOS FERNÁNDEZ, Emilio; La mujer y las letras en la España del siglo XVIII, Madrid, Ediciones del Laberinto, 2002; LÓPEZ-CORDÓN, Mª Victoria; “La fortuna de escribir: escritoras de los siglos XVII y XVIII”, en Isabel Morant (dir.), Historia de las Mujeres en España y América Latina, Vol.II., pp. 193-234. 33 CANTOS, Marieta, Óp.Cit. KIRKPATRICK, Susan, Las Románticas. Escritoras y subjetividad en España, 1835-1850, Madrid, Cátedra, Colección Feminismos, 1991. 34 Carta escrita el 22 de abril de 1808, en OROZCO ACUAVIVA, Antonio; La gaditana Frasquita Larrea. Primera romántica española, Jerez, Gráficas del Exportador, 1977, pp.236. 35 CANTOS, Marieta; “Entre la tertulia y la imprenta, la palabra encendida de una patriota andaluza, Frasquita Larrea (1775-1838)”, Heroínas…Óp.Cit.,pp.269-294.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado fechas), lo hace bajo el escudo de seudónimos como “Laura” o “Cymodocea”, circunstancia que no le libró de la acción de la censura, y que, terminada la guerra y a pesar de seguir cultivando su pasión por la escritura, no publicará nada más de lo que escribió, sublimando posiblemente su frustración literaria con la ayuda que prestara a su hija, forzando el inicio de su carrera como escritora, al decidir por cuenta propia la publicación de uno de sus trabajos. Tampoco se nos escapa que la labor editorial de la portuguesa Carmen Silva, según ha estudiado Beatriz Sánchez Hita, que se mantuvo al frente del periódico liberal El Robespierre español mientras dura el encarcelamiento de su marido, siendo responsable de la mayor parte de los números publicados, cesa bruscamente tras la puesta en libertad de su esposo, no volviendo a participar en ninguna de las empresas periodísticas que siguió éste patrocinando durante el Trienio liberal36. De la oscura y enigmática Manuela López de Ulloa, que posiblemente fuera una emigrada en Cádiz que retorna a Madrid una vez levantado el cerco, la más prolífica en sus incursiones en la prensa, tampoco sabemos nada más allá una vez finalizado el conflicto. De manera que todo parece indicar que las especiales circunstancias del momento, que facilitan la entrada de las voces femeninas en la arena de la opinión, no tienen continuidad una vez concluye la guerra coincidiendo con la reposición en el trono de Fernando VII.37

Recientemente ha sido publicado el estudio de Marieta Cantos sobre los folletos, proclamas e incursiones de las mujeres en la prensa española durante la Guerra de la Independencia, en el volumen tercero de la colección La Guerra de Pluma. Estudios sobre la prensa de Cádiz en el tiempo de las Cortes, de la que también es editora38. Del encomiable rescate y completa catalogación de 57 folletos y proclamas y de 43 publicaciones en la prensa debidas a la autoría femenina, sin descartar que en prospecciones futuras puedan aparecer más, se desprende que algunas españolas lanzaron llamamientos para encender el patriotismo de sus congéneres, al estilo de cómo lo hiciera Carolina de la Motte Fouqué. Es el caso también de la enigmática L.M.P. que firma con estas siglas una invitación a formar una sociedad de señoras que inserta en la prensa39. 60 Como en el caso de la alemana, estos llamamientos se hacen respetando los márgenes de actuación femeninos, que tan solo recaban para sí, en calidad de madres y esposas de soldados, la asistencia al ejército, leit motiv de su intervención en la esfera pública. Al margen de esta contribución al esfuerzo de guerra solicitado, en muchos aparecen pronunciamientos políticos que pasan invariablemente por la demonización del emperador de los franceses, Napoleón, al que se asimila en ocasiones a un lobo, un monstruo opresor, un tirano que fue pronto “desvelado” de sus falsas proposiciones de amistad. Esta eliminación del velo o manto, como se representa la perfidia del engaño napoleónico en los tratados de Fontainebleau, recuerda el desenmascaramiento que la nación francesa, representada por una matrona clásica y arropada por un manto realista estampado de flor de lis, realiza sobre el rostro del general, tras el que aparece la verdadera imagen felina y animal que delata su naturaleza40. En contraposición, las españolas, como los españoles, exaltan al rey Fernando, el deseado, que es representado como un cordero, en alusión a la

36 SÁNCHEZ-HITA, Beatriz, “María del Carmen Silva, La Robespierre española: una heroína y periodista en la Guerra de la Independencia”, Ibidem., pp. 399-425. 37 Habría que esperar momentos más propicios durante el Trienio Liberal, cuando, entre otras, la viuda de Lacy, estudiada por Jordi Roca, demandara por escrito a las Cortes la posibilidad de que las mujeres pudieran entrar en el recinto cívico, cosa que prohibía expresamente el reglamento de la cámara ROCA, Jordi; “Emilia Duguermeur de Lacy, un liderazgo femenino en el liberalismo español”, Ibidem., pp.371-397. 38 Vid, referencia nota 32 de este trabajo. 39 El Redactor General, 9-VIII-1811. 40 Se trata de un grabado de Napoleón I, Le tyran démasqué, 1815, realizado por Jean B. Gauthier y que es portada del libro Women against… Óp. Cit.

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado imagen de Jesús en los evangelios, cuando no, éste se convierte en el sol, imagen del paternalismo monárquico absoluto, que tiene que ser restituido en todos sus derechos.

La patria, el rey y la religión, están en el punto de mira de casi todas las que se pronuncian a través de la imprenta gaditana. La religión, sentida como nos expresa Marieta Cantos, de la forma más servil, se convierte en estandarte nacional frente al impío Napoleón (muy lejos del sentimiento cosmopolita de Friederike Brun). Esto se consigue haciendo abstracción de la política de acercamiento a la Iglesia y tolerancia religiosa realizada por Bonaparte, que no hay que olvidar legitima su entronización frente a la figura papal y firma un nuevo concordato en 1801. Inmune a esta realidad, la defensa patriótica se instituye sobre el superior valor moral y religioso de los españoles frente a los descreídos franceses, asimilados al ateísmo jacobino. Recargando las tintas en algún caso, se amplía la crítica y se libra una lucha frente a la opción liberal, haciendo extensiva estas consideraciones negativas al grupo de diputados liberales sentados en la asamblea gaditana. Tildados de francmasones y jansenistas por la monja Sor Rosa de Jesús, desdeñada en el llamamiento que hace a la cordura, es decir, a la religión, en las misivas que enviara a los diputados, será puesta en solfa su experiencia, viéndose obligada a relatar minuciosamente su viaje a Savona para demostrar que no era producto de la inventiva su entrevista con el Papa y así lograr legitimidad para su palabra, cosa que se le niega sistemáticamente41.

Politizada hasta lo indecible el uso de la palabra, salir a la arena pública expresando ideas y pensamientos no deja de tener riesgos para todos, pero, especialmente, para las mujeres que al transgredir con su pluma la esfera que le es propia, se someten a un juicio aún más riguroso. No pocas experimentaron las negativas consecuencias al haber mantenido posturas duramente contestadas desde la opinión dominante. Deborah Kennedy, relata cómo Lady Holland era tenida como una entusiasta fan napoleónica y como tal era ridiculizada por la prensa satírica británica. Igualmente, Adriana Cracium 61 recoge como la celebrada poetisa inglesa, (1743-1825), escritora de éxito de relatos para niños, no se privó de manifestar su oposición a la guerra contra Francia en varias de sus obras como Sins of Government, Sins of the Nations (1793); Reasons for Nacional Penitence (1794) y, sobre todo, fue considerada inoportuna y antipatriótica su Eighteen Hundred and Eleven (1812), por la que fue tildada de “peligrosa y radical virago”, al tiempo que se le retiraba el reconocimiento, cesando abruptamente su carrera literaria42. Tanto los pronunciamientos inadecuados como las colaboraciones y apoyos equivocados fueron objeto de escarnio y castigo también entre las mujeres. Elisa Martín Valdpeñas nos habla de los duros ataques recibidos por Ana Rodríguez de Carasa (1763-1816), esposa del ministro josefino Gonzalo de O’Farril, tildada de “jacobina” por su afrancesamiento y obligada a vivir en el destierro tras la derrota de José Bonaparte43. Suerte parecida sufrió Juliana María Luisa Carolina Sofía de Oeyenhausen e Almeida (1784-1824), condesa de Ega por matrimonio que, según el relato de Ilda Soares de Abreu, y al contrario que su marido, jamás pudo permitirse la

41 Viage de la M. Rosa María de Jesús a ver a N.S.P. Pío Séptimo, y tratar con su santidad de la paz de la Iglesia, y libertad de la Nación Española. Lo dá para la pública satisfacción, Cádiz, D. Manuel Santiago Quintana, 1811. 16p. Ejemplar en la Biblioteca Nacional. El documento también es reproducido en la tesis de Elena Fernández, Las mujeres en los inicios de la Revolución Liberal (1808-1823), dirigida por la Dra. Irene Castells y defendida en la Universidad Autónoma de Barcelona en 2008, que será pronto publicada por la editorial Silex. 42 CRACIUM, Adriana; British Women…Óp.Cit. pp.16-18 43 MARTÍN-VALDEPEÑAS, Elisa; “Afrancesadas y patriotas: la Junta de Honor y Mérito de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País”, Heroínas…Óp.Cit. pp. 343-370

Europeas y Españolas http:/webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Gloria Espigado vuelta a su país, Portugal44.

Finalizamos aquí el recorrido emprendido por toda Europa, incluida España, para recabar, sin ánimos de exhaustividad, algunos ejemplos de las manifestaciones de las mujeres durante las guerras napoleónicas, que han tenido como hilo conductor principal la oposición hacia la opresión imperial. Una de las conclusiones más importantes con las que se cierra el libro de Maierhofer, Roesch y Bland que se cuestiona acerca de la influencia del género en la toma de postura de las mujeres, es considerar, finalmente, que las actitudes de éstas son tan variadas y asimilables a las de los hombres, de modo que el género no parece constituir un factor muy decisivo en los temas que se abordan. Es decir, frente al tono reivindicativo de la etapa revolucionaria precedente, donde personalidades como Mary Wollstonecraft, Olimpia de Gouges etc., impulsaron decisivamente la lucha de las mujeres por sus derechos, el periodo de las guerras europeas parecen no dar continuidad a esta senda feminista. No obstante, sí que es oportuno afirmar, en cambio, según la conclusión a la que llegan, que las mujeres intervienen activamente en la construcción nacionalista, espoleadas por esa oposición a Napoleón fundamentada en una variedad amplia de razones.

También en España echamos en falta el tono reivindicativo de voces previas comos las de Ines Joyes y Josefa Amar. Es como si la guerra en Europa hubiese cambiado la agenda de prioridades en el discurso de las mujeres, renunciando éstas a la defensa explícita de sus capacidades y reclamación directa de sus derechos. No obstante, el patriotismo y la identificación con la causa nacional, abriría puertas a la participación cívica y pública de las mujeres más activas, en una modalidad de roles y modos de actuación muy variados, desde la toma de la calle, la participación en el conflicto, la reproducción de modos de sociabilidad masculinas en labores asociativas y, desde luego, la libre emisión de opiniones a través del papel impreso. La historiadora inglesa Anne Mellor puso de relieve el enorme impacto que tuvieron las escritoras inglesas en la 62 formación de la opinión pública de su país en esos años45. Como también demostró, en su momento, Linda Colley, la participación activa de las británicas en el conflicto abierto contra Francia contribuyó igualmente a fraguar la imagen fundacional del nuevo patriotismo46. Creo que tenemos pruebas suficientes como para aventurar que algo parecido ocurrió en el resto de Europa y, aún si fue a menor escala, también en España en el contexto de la Guerra de la Independencia, denotando un protagonismo femenino auspiciado y potenciado precisamente por el conflicto. La necesidad de seguir profundizando y avanzando en nuestros, todavía, incipientes conocimientos resulta evidente e imprescindible si queremos obtener una visión completa del periodo y, esta tarea debe ser realizada, en diálogo con las experiencias del resto de las europeas, y también americanas, constituyendo un método idóneo para medir el nivel de compromiso y la modalidad de intervención de todas estas mujeres en el proceso de construcción nacional en el que están involucradas.

44 SOARES DE ABREU, Ilda; “Condesa de Ega, la citoyenne aristocrática”, Ibidem., pp.427-449. 45 MELLOR, Anne; Mothers of the Nation: Women's Political Writing in England, 1780-1830. Bloomington: Indiana University Press, 2000. 46 COLLEY, Linda; Britons. Forging the Nation 1707-1837, Yale University Press 1992 (manejamos la edición de Vintage, Londres, 1996).

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Heroínas de cine

Elena Fernández García (Universitat Autònoma de Barcelona)

Resum /Resumen/ Abstract

Concretament la Guerra del Francès (1808-1814) como tema argumental ha estat portada al cine en numerosas ocasions al llarg dels anys, sobre tot durant la primera mitad del franquisme, i no només en España. En el present estudi s'analitza els tipus femenins representats a la producció filmica sobre la Guerra del Francès.

Concretamente la Guerra de la independencia Española (1808-1814) como tema argumental ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones a lo largo de los años, sobre todo durante la primera mitad del franquismo, y no sólo en España. En el presente estudio se analizan los tipos femeninos representados en la producción filmica sobre la Guerra de la Independencia.

Specifically, the Peninsular War (1808-1814) as a subject of argument has been made into a film on numerous occasions over the years, especially during the first half of the Franco regime, not only in Spain. In the present study explores the feminine types represented in film production on the Peninsular War.

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Dones, Cine, Guerra del Francès Mujeres, Cine, Guerra de la Independencia Women, Film, Peninsular War

Acostumbrados a los músculos de Sylvester Stallone, el estilo rudo de Mel 64 Gibson, o al toque aventurero de Harrison Ford, los aficionados al cine de acción no podían ni imaginarse que unas mujeres de armas tomar iban a protagonizar una revolución en este campo.

Confinadas al eterno papel de la amante que espera al sufrido héroe, la industria de Hollywood y las actrices actuales han sabido explotar el tremendo filón que nacía de la unión de cuerpos esculturales embutidos en ajustados trajes, generalmente de cuero, y el toque sensible que aporta la mente femenina.

Así las pantallas de cine actuales se encuentran abarrotadas de Chicas de acción que con sus actuaciones consiguen despertar hasta el último espectador de la platea. Por supuesto cuanto más ajustados los trajes de dichas heroínas más capaces son de acabar con el villano y aumentar la taquilla.

No es mi intención entra a valorar el hecho de si hacer de “la seducción femenina el mejor arma de lucha contra el crimen” es la mejor manera de completar el camino hacia la igualdad en la industria cinematográfica. No obstante debo decir que a pesar de que aún existe una escasez notable de cintas producidas, protagonizadas y dirigidas por mujeres; se ha avanzado mucho desde los tiempos del cine mudo.

Con el avance de las teorías feministas en los años 60, se hizo cada vez más a significativa la situación real de las mujeres con respecto a la industria del cine. En

Heroínas de cine http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elena Fernández consecuencia desde algunos foros feministas se comenzó una campaña decidida a “hacer visible lo invisible”, es decir, denunciar la ausencia de mujeres en el mundillo cinematográfico y reivindicar para la Historia aquellas que habían contribuido a hacer del cine lo que hoy es.

Del mismo modo las nuevas relaciones entre la Teoría Fílmica y el Feminismo propiciaron una serie de filmes que rompieron con el modo de representación de las mujeres en el cine clásico tomando como referencia los estudios feministas en boga. Esta reinterpretación de lo que debía ser el Séptimo Arte trajo consigo producciones en las que las mujeres ya no eran únicamente objetos sexuales, ni elementos escenográficos dependientes de un personaje masculino; sino protagonistas activas, dueñas de su destino. Por ejemplo, narrativamente, estas nuevas películas no tenían porqué mostrar linealidad en el destino de sus protagonistas pues, cada vez más, se plantean finales abiertos. Dichas cintas renunciaban a un único discurso, a una sola explicación de las fuerzas constituyentes de los personajes, alejándose de concepciones reductoras de la realidad. En consecuencia se fueron abriendo vías más complejas de interpretación para las actrices, y de comprensión de la diversidad de factores que actúan en la constitución de los seres humanos para los espectadores.

En definitiva, lo que se ha venido intentando desde un importante sector de la industria del cine es encontrar la manera de denunciar las desigualdades (sexuales, raciales, sociales) sin incurrir en esencialismos y sin propiciar el peligro de caer en los mismos errores e injusticias que se venían denunciando.

Nada de eso encontraremos en las películas a las que aquí se harán referencia pues si tuviéramos que destacar una característica no sería precisamente la de subrayar la especificidad femenina, sino más bien la de mostrar a las protagonistas bajo el manto de la mirada masculina. 65 Concretamente la Guerra de la Independencia Española como tema argumental ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones a través de los años, sobre todo durante la primera mitad del franquismo, y no sólo en España. Curiosamente el cine extranjero- tanto europeo como estadounidense- también se ha servido de la temática de la guerra contra napoleón en nuestro país (entre españolas y extranjeras he contabilizado unas 30 películas, sin incluir las de carácter documental), a las que hay que añadir la más reciente -promovida por la Comunidad de Madrid para celebrar el Bicentenario del Dos de Mayo: Sangre de Mayo, dirigida por José Luis Garci. (TABLA 1)

Características

Muy influido por el cine clásico de Hollywood de las grades superproducciones, el cine español sobre la Guerra de la Independencia que se exhibe en salas comerciales, sobre todo en las primeras décadas de la dictadura, despliega una narración lineal pues el relato tiene un principio y un final fácilmente reconocibles, todo en un tiempo perfectamente delimitado (más o menos una hora). Dichos finales son cerrados, es decir, el protagonista consigue lo que quiere o fracasa. Los personajes actúan en pos de la lucha contra los franceses y las peripecias que suceden son fruto de conflictos que se provocan. De este modo la historia resulta causal, como una cadena de sucesos perfectamente definidos, y justificados.

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En cuanto a la planificación, la construcción del relato, y el montaje audiovisual. Las películas aquí tratadas utilizan diferentes tipos de planos en función del interés dramático y de lo que conviene subrayar en aras de la comprensión de la trama, todo con poca concesión al público para que rastree diversas acciones alternativas. En definitiva películas que rodadas bajo estas premisas no presenta brusquedades en el montaje y cada cuadro responde a un acontecimiento que se muestra como unívoco (no hay la posibilidad de discutir distintas interpretaciones: lo que ves es lo que hay).

Finalmente, la decoración, la caracterización, el vestuario, y la interpretación de los personajes, etc. merecerían una conferencia por sí mismas (ruralismo, trajes regionales, la baturra, la andaluza). Sólo diré que intentaban conseguir la “ilusión de realidad” necesaria para que el público se olvide, se relaje y se sumerja pasivamente en el relato. Por lo general, estas películas, no están dirigidas a un público elitista y se acercan a las mayorías. (TABLA 2)

El modelo femenino de las imágenes

Como se puede intuir por la cantidad de películas existentes, analizar los diferentes papeles asumidos por la mujer en las citas ambientas en la Guerra de la Independencia a lo largo de la Historia resulta un tema demasiado amplio.

De ahí mi decisión de acotarlo y reducirlo a un momento histórico concreto: la producción cinematográfica de las primeras décadas de la dictadura dirigidas desde el Estado por La compañía Industrial Film Española (CIFESA) -encargada de trasmitir a través de sus películas aquellos valores defendidos por el régimen-. Las razones para dicha selección son las siguientes:

En primer lugar, será el período más prolífico en cuanto a la producción de cintas 66 (nacionales e internacionales) relacionadas con la temática de la Guerra de la Independencia pues no podemos ignorar el hecho de que la Guerra de la Independencia ha sido uno de los acontecimientos históricos preferidos por el cine del primer franquismo en tanto que cumplía a la perfección el cometido de proporcionar al nuevo régimen una plataforma a partir de la cual consolidar la imagen de que Franco y su victoria sobre el bando republicano, respondía a una especie de destino histórico. Para la propagandística franquista, empeñada en justificar el levantamiento militar, tanto la guerra contra Napoleón como la victoria del bando nacional, formaban parte de una misma recreación histórica basada en la defensa de la españolidad, de la religión, la moral y el orden tradicional. Y aunque nada tenían que ver la Guerra de la Independencia con la Guerra Civil, el aparato propagandístico del régimen franquista quiso procurar que así fuera y equiparar sus héroes y sus gestas a los de su victoria sobre el bando republicano. Así, el franquismo alentó la idea de similitud entre la valiente respuesta del pueblo español ante la invasión francesa con la reacción nacional ante el desorden, el caos, y el ateísmo que para los alcistas significaba la República. Por ejemplo, promulgando un paralelismo entre el 2 de mayo y el alzamiento del 18 de julio; pues si el 2 de mayo de 1808 el pueblo español se había levantado contra el enemigo invasor, la herejía, las ideas provenientes de fuera de los pensamientos tradicionales, etc.; el 18 de julio de 1936 el franquismo se había alzado para liberar a España de las garras de la masonería, el ateísmo, el comunismo o el anarquismo, etc.

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Y en segundo lugar, aunque parezca una paradoja el cine español realizado durante la primera posguerra (1939-1951) estuvo mayoritariamente dominado por personajes femeninos.

Mujer y Nación; el caso de Agustina de Aragón

Realizando un análisis de los estereotipos femeninos que estas películas de la primera mitad de la dictadura proponen, parece que las actrices siempre protagonicen personajes débiles, románticos, sin autonomía narrativa, dispuestas a abandonar sus propios anhelos por el amor de los hombres. Así, da la impresión de que el personaje femenino que aparece en estas cintas no es más que el anzuelo, un fetiche que se ofrece al público como objeto pasivo de deseo, que sirve de conducto para introducir al espectador en la narración. Es decir, a excepción del personaje de la heroína Agustina de Aragón, las películas ambientadas en la Guerra de la Independencia muestran a varones activos, que desean y que conducen la narración, y a mujeres pasivas que, únicamente “desean ser deseadas”.1

Asumida esta característica es muy importante desvelar la causa que se encuentra detrás de este modo de representación de la feminidad. Es decir Qué o Quién permite y alimenta unos discursos que reproducen imágenes de la feminidad acordes con determinados valores y mensajes fieles a las ideas dominantes en el momento de producción de la cinta.

En el caso del franquismo, siguiendo el ejemplo de otros idearios fascistas europeos también utilizará la fuerza simbólica de la figura femenina idealizada (virgen, patria, madre) para sus propósitos de creación de una determinada conciencia nacional y de exaltación patriótica. La mujer se nos revelará como valedora de la familia, la moral, e incluso la raza convirtiéndose por un lado en la protectora de la continuidad e 67 inmutabilidad de la nación, y por el otro en la trasmisora de la conciencia nacional. De ahí la gran presencia de protagonistas femeninas en las cintas producidas durante las primeras décadas del franquismo (pues no hay otro medio mejor, ni más popular, ni más pedagógico que el cine a la hora de trasmitir unos valores y discursos concretos).

No es de extrañar entonces que nunca haya sido la mujer tan omnipresente en las pantallas de cine españolas como entonces, a pesar de que, como ya hemos visto, su protagonismo se redujera a una serie de roles y comportamientos muy definidos creados para anular cualquier posibilidad de independencia del control masculino. No obstante, y a pesar de su rigidez de movimiento, los personajes femeninos de estas películas se convierten en protagonistas indiscutibles de la acción narrativa, en elementos visibles, que llenan la pantalla con sus gestas. Sobre todo en los dramas históricos pero también en las “españoladas” en las que algunas veces el encasillamiento moral de los personajes femeninos no se contradice con ciertas actitudes transgresoras o ambigüedades de comportamiento El caso paradigmático de todo lo dicho hasta aquí es la “Agustina de Aragón” de Juan de Orduña (1950)2.

1 No debemos olvidar que estos tipos femeninos, son por encima de todo construcciones ficticias pues el cine, y en concreto el cine realizado durante el franquismo, no es siempre un fiel espejo de la realidad sino que más bien la moldea a través de la producción de imágenes y mensajes concretas. 2

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Prototipo de mujer guerrera, la mítica heroína de la Guerra de la Independencia (ya representada en la cinta de Florián Rey en 1928) se inspira paradójicamente en dos iconos femeninos del patriotismo Francés: Jeanne D’Arc, defensora de la independencia de Francia contra la invasión extranjera, y la Marianne de la Revolución Francesa, prototipo de mujer masculina, líder de hombres que lucha en las guerras de liberación nacional y está dispuesta a dar la vida por ello.

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Concretamente, en la parte central de la cinta de Orduña, después del desengaño amoroso de la protagonista, es cuando Agustina se transforma en un personaje de gran movilidad de acción. Incorporada a la resistencia es representada como una especie de mediadora entre los géneros y los estamentos sociales (hombres que luchan en el frente y las mujeres que defienden las murallas; y entre el pueblo llano y la institución militar).

Por supuesto el que la acción política esté en manos de una protagonista femenina fuerte y autónoma, frente a unos personajes masculinos secundarios se justifica por la situación de excepcional amenaza en la que se encuentra la ciudad de Zaragoza, pero al mismo tiempo nos muestra la paradoja o la contradicción entre la ideología que estas películas exponen y la acción representada en ellas. Pues los diálogos del personaje interpretado por Aurora Bautista rezuman del ideario nacional-católico del Franquismo, en contraposición de los hechos representados en la pantalla: una mujer sencilla que se convierte partícipe de la empresa militar de la defensa de Zaragoza. Sirva como ejemplo la escena que cierra la película de Agustina junto al cañón.

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Sin duda la Agustina de Aragón de Juan de Orduña tiene la virtud de mostrar la rebeldía y el heroísmo femenino aunque sean puestos al servicio de la “defensa de la Patria”. No obstante, es casi seguro que si entonces se hubiera hecho una secuela, un “contiunuará” de la vida de la protagonista la productora CIFESA nos hubieran mostrado a una Agustina doméstica y maternal, personaje secundario y sombra del destino del protagonista masculino de turno.

De lo que no cabe duda es que representaciones como estas han hecho de Agustina de Aragón un mito, un icono popular, que va más allá de retóricas acartonadas y patrioteras, y que ha resistido al paso de los tiempos.

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TABLA. 1

1911. La presa di Saragozza Nacionalidad y fecha: Italia. 1911 -Director y productor: Arturo Ambrosio

1927. El Dos de mayo Nacionalidad y fecha: España. 1927 -Director: José Buchs. -Guión: José Buchs, a partir de un argumento de Federico de Oliván. -Producción: Ediciones Forns-Buchs -Intérpretes: Amelia Muñoz (Rosario Montes), Aurora García Alonso (Laura de Montigny), José Montenegro, Fernando Díaz de Mendoza (Marqués de Montebello), Manuel Soriano (el pintor Alfonso de Alcalá), Antonio Mata (Francisco de Goya), Maximiliano Fernández Alaña (Teniente Jacinto Ruiz), Julio Rodríguez “Barón de Kardy” (Murat), José de la Fuente (Capitán Luis Daóiz), Alberto Barrera (Pedro Velarde).

1928. Goya que vuelve Nacionalidad y fecha: España. 1928 -Director: Modesto Alonso -Intérpretes: Antonio Mata (Goya), Aurea Azcárraga, Manuel Ruiz de Velasco

1930. El Guerrillero Nacionalidad y fecha: España. 1930. -Director: José Buchs -Guión: Federico de Oliván y José Buchs. -Producción: Oliván-Monis -Decorados: José María Torres. 70 -Intérpretes: Julio Rodríguez “Barón de Kardy” (Juan Martín Díaz, el Empecinado), Amelia Muñoz (Ángeles), Manuel San Germán (Capitán Legarnier).

1937. La Espía de Castilla Nacionalidad y fecha: USA. 1937. -Director: Robert Z. Leonard. -Guión: Frances Goodrich, Albert Hackett, basado en la pieza teatral de Otto A. Habach. - Música: Rudolph Friml -Producción: Metro Goldwyn Mayer -Decorados: Edwin B. Willis -Intérpretes: Jeanette MacDonald (María Azara), Allan Jones (Don Diego/Capitán François Andrés), Warren Williams (Rougemont), Douglas Dumbrille (Marqués de Molito), Tom Rutherford (Príncipe Fernando, futuro Fernando VII), George Zucco, Matthew Boulton (Duque de Wellington).

1943. El Abanderado Nacionalidad y fecha: España. 1943. -Director: Eusebio Fernández Ardavín. -Guión: Luis Fernández Ardavín y Ramón Torrado. -Asesores históricos: Luis de Sosa y Federico Carlos Sáinz de Robles -Producción: Suevia Films.

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-Decorados: Antonio Simont. -Intérpretes: Alfredo Mayo (Javier Torrealta, abanderado), Isabel de Pomés (Renata Laroche), Manuel Morán (Marchena), Carlos Muñoz, Guadalupe Muñoz San Pedro, José Nieto (Velarde), Raúl Cancio (Luis Daoiz), José María Seoane (Teniente Ruiz), Julio Rey de las Heras (Espoz y Mina).

1947. El verdugo Nacionalidad y fecha: España. 1947 -Director: Enrique Gómez Bascuas -Guión: Enrique Gómez Bascuas basado, como se indica en los títulos de crédito, en “un episodio histórico según Menéndez Pelayo, Honorato de Balzac y General Arteche”. -Asesor militar: Teniente Coronel Yagüe Laurel. -Producción: Olimpia Films. -Decorados: Enrique Alarcón. -Intérpretes: Margarita Andrey (Clara y Eugenia), Virgilio Teixeira (Víctor), Tomás Blanco (Fernando), Carlos Muñoz (Juan), Rafael Calvo (Marqués), Carlos Casaravilla (General Gaillard), Manuel Arbó (Alcalde).

1948. El tambor del Bruch Nacionalidad y fecha: España. 1947. -Director: Ignacio F. Iquino -Guión: I. F. Iquino, J. Lladó, J. Coll, S. Cerdán -Asesor militar: Teniente Coronel Jacinto Biescas.- Producción: Emisora Films. -Decorados: Juan Alberto Soler -Intérpretes: Ana Mariscal (Montserrat), José Nieto (Enrique Torelló), Juan de Landa (Tomás), Carlos Agosti (Blas), Mario Beut, Enrique Magalona (El tambor).

1950. Sangre de Castilla Nacionalidad y fecha: España. 1950 71 -Director: Benito Perojo. -Guión: B. Perojo, sobre un argumento de Fernando Alarcón. - Producción: Filmófono. -Decorados: Sigfrido Burmann -Intérpretes: Mecha Ortiz (Teresa Díaz, Marquesa de Pinorrey y Alcaldesa), Enrique Diosdado (Marcos Ruiz), Julio Peña (Teniente Pedro Garcés), Susana Canales (Acacia Maldonado).

1951. Lola La Piconera Nacionalidad y fecha: España. 1951 -Director: Luis Lucia. - Guión: L. Lucia, J. L. Colina, R. Blasco. Basado en la obra teatralde José María Pemán Cuando las Cortes de Cádiz -Producción: Cifesa. -Decorados: Sigfrido Burmann.- Intérpretes: Juanita Reina (Lola), Virgilio Teixeira (Gustavo), Félix Defauce (Acuña), Manuel Luna (Mariscal Victor), Fernando Nogueras (Rafael Otero), Fernando Fernández de Córdoba (Alburquerque)

1952. El Tirano de Toledo Nacionalidad y fecha: España-Francia-Italia. 1952 -Director: Henri Decoin

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-Guión: Claude Vermorel. Basado en Le coffre et le revenant (El cofre y el aparecido) de -Producción: Atenea Films, Chamartín, ECE -Decorados: Antonio Simont, Leon Barsacq. -Intérpretes: Alida Valli (Inés), Pedro Armendáriz (Don Blas, jefe de la policía), Marisa de Leza, Françoise Anoud, Gerard Landry.

1957. Orgullo y Pasión Nacionalidad y fecha: USA. 1957. -Director: Stanley Kramer -Guión: Edna Anhalt, Edward Anhalt, Earl Felton. Basado en la novela The Gun (El cañón) de Cecil Scott Forester. -Asesor militar: Teniente Coronel Luis Cano - Producción: United Artists -Decorados: Manuel Gil Parrondo -Intérpretes: Frank Sinatra (Miguel, guerrillero español), Cary Grant (Anthony Trumbell, oficial inglés), Sofia Loren (Juana), Theodore Bikel (General Jouvet).

1958. La Maja desnuda Nacionalidad y fecha: Italia-USA. 1957. -Director: Henry Koster -Intérpretes: Anthony Franciosa (Goya), Ava Gardner (Duquesa de Alaba), Amadeo Nazzari (Godoy), Gino Cervi (Carlos IV), lea padovani (Reina Mª Luisa).

1959. Llegaron los Franceses Nacionalidad y Fecha: España -Director: León Klimowsky -Guión: Jesús Franco -Interpretes: Elisa Montes, Luis Peña. 72

1962. Los Guerrilleros Nacionalidad y fecha: España. 1963. -Director: Pedro L. Ramírez. -Guión: Pedro L. Ramírez, M. Ruiz Castillo, A. Mas Guindal, J. Mª. de Arozamena. -Producción: Arturo González, Alfredo Fraile. -Decorados: Francisco Canet -Intérpretes: Manolo Escobar, Rocío Jurado, Paula Martel, Rafael Durán, Lina Yegrós, José Luis Pellicena, Alfredo Mayo.

1962. Promesa Rota Nacionalidad y fecha: USA. 1960. -Director: Irving Harper -Producción: Warner -Intérpretes: Carroll Baker, Roger Moore, Walter Slezak, Vittorio Gassman.

1965. El Manuscrito encontrado en Zaragoza Nacionalidad y fecha: Polonia. 1965. -Director: Wojciech J. Has. -Guión: Tadeusz Kwiatkowski. Basado en la novela de Jan Potocki. -Producción: Kamera Unit.

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-Decorados: Jerzy Skarzynski, Tadeusz Myszorek. -Intérpretes: (Capitán Alfonso van Worden).

1965. Cenizas Nacionalidad y fecha: Polonia. 1965. -Director: Andrzej Wajda. -Guión: Aleksander Scibor Rylski. Basado en una novela de Stefan Zeromsky -Producción: Film Polski. -Decorados: Anatol Radzinowicz. -Intérpretes: Daniel Olbrychski (Rafal Olbromski), Boguslaw Kierc (Krzysztof Cedro), Pola Raksa (Helene), Janusz Zakrzenski (Napoleón)

1970. Las Aventuras de Gerard Nacionalidad y fecha: Gran Bretaña-Italia. 1970 -Director: Jerzy Skolimovski. -Guión: H.A.L. Craig, basado en un texto de Conan Doyle -Producción: United Artists. -Intérpretes: Peter McEnnery (Ettienne Gérard), Claudia Cardinale (Teresa, condesa de Morales), Eli Wallach (Napoleón), Jack Hawkins, Marks Burns, Norman Rossington, Leopoldo Trieste, John Neville (Wellington)

1970. Goya. Historia de una Soledad Nacionalidad y fecha: España. 1970 -Director: Nino Queveddo. -Intérpretes: Francisco rabal (Goya), Irina Demick (Duquesa deAlba), Jacques perrin, Jose Mª Prada.

1972. La Guerrilla Nacionalidad y fecha: España-Francia. 1972 73 - Director: Rafael Gil - Guión: Rafael J. Salvia y Bernard Revon, basado en la obra de José Martínez Ruiz (Azorín) - Producción: Coral (España), Universal Productions France. - Decorados: F. Lamothe - Intérpretes: Francisco Rabal, Jacques Destoop, Fernando Sancho, Rafael Alonso, Lola Gaos. 1973. El fantasma de la Libertad Nacionalidad y fecha: Francia. 1973 -Director: Luis Buñuel -Intérpretes: Julián Bertheau, Adriana Asti, Michel Lonsdale, Michel Piccoli, Mónica Vitti, Adolfo Celi.

1981. La leyenda del Tambor Nacionalidad y fecha: España-Méjico. 1981. -Director: Jorge Grau. -Guión: Jorge Grau, con la colaboración de B. Alazranci y L. Murillo. -Producción: Nuevo Cine (España), Conacine (Méjico). -Decorados: Eduardo Torre de la Fuente. -Intérpretes: Andrés García, Mercedes Sampietro, Jorge Sanz, Alfredo Mayo, Diana Bracho, Vicente Parra, Roberto Camardiel.

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1982. La Guerrillera Nacionalidad y fecha: España, Italia, Portugal, Francia. 1982. -Director: Pierre Kast. -Intérpretes: Agostina Belli, Jean Pierre Cassel, Maurice Ronet, Visctoria Abril, Alexandre Stewart.

1988. La Soule Nacionalidad y fecha: Francia. 1988 -Director: Michel Sabra -Intérpretes: Richard Bohringer, Christophe Malavoy

1998. Volaverunt Nacionalidad y fecha: España. 1998 -Director: Bigas Luna -Intérpretes: Eduardo Perrugorría (Goya), Aitana Sánchez Jijón (Duquesa de Alba), Jordi Mollà (Godoy), Penélope Cruz

1999. Goya en Burdeos Nacionalidad y fecha: España, 1999. -Director: Carlos Saura -Intérpretes: Francisco Rabal (Goya de anciano). José Coronado (Goya de Joven), Maribel Verdú (Duquesa de Alba), José Mª Pou (Godoy)

2006. Los fantasmas de Goya Nacionalidad y fecha: España. 2006. -Director: Milos Forman -Guión: Milos Forman y Jean-Claude Carrière -Producción: Nuevo Cine (España), Conacine (Méjico). -Decorados: Eduardo Torre de la Fuente. 74 -Intérpretes: Javier Bardem, Natalie Portman, Stellan Karsgard (Goya), Michel Lonsdale.

2008. Sangre de Mayo Nacionalidad y fecha: España. 2008. -Director: José Luis Garci -Guión: J. L. Garci, Horacio Valcárcel; inspirado en textos de Benito Pérez Galdós -Producción: -Decorados: Gil Parrondo -Intérpretes: Quim Gutiérrez, Paula Echevarría, Manuel Tejada (Godoy).

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TABLA. 23

*Sobre el levantamiento del Dos de Mayo en Madrid

En la cinta El Abanderado (1943) se nos narran los acontecimientos del 2 de mayo en Madrid, con la muerte de Daóiz y Velarde y las actividades del Teniente Ruiz y de Espoz y Mina, a la vez que se desarrolla una trama ficticia de aventuras con componentes sentimentales. El resultado es una film pobre, hecho con escasos medios, a pesar de la colaboración prestada por el ejército y el Museo del Ejército en la reconstrucción de los escenarios.

La Guerrilla (1972), se desarrolla en las cercanías de Madrid y la trama se centra en la relación amorosa entre una aldeana y un oficial francés. Teniendo en cuenta que están ausentes los personajes y episodios reales, el interés de la cinta se limita a su ambientación en la guerra y a las alusiones sobre acontecimientos del momento.

El último filme de José L. Garci, Sangre de Mayo (2008) ambientada en los hechos del Dos y el Tres de mayo de 1808 en Madrid, es enteramente una “película de Garci”: bañada en el costumbrismo en típico del director y estructurada a partir de un laberinto de personajes. Bajo la historia de amor entre los dos protagonistas se nos recrea la época y la vida cotidiana y se dejan en un segundo plano el drama colectivo que supuso el levantamiento madrileño. 75 *Los Sitios de Zaragoza

La conocida Agustina de Aragón de Florián Rey (1928) Además de ofrecer diversos aspectos biográficos de la heroína, destaca por la presencia del personaje histórico de Palafox y por la reconstrucción de diversos acontecimientos como por ejemplo la defensa del Portillo que tienen como protagonista a Agustina. No obstante, la historia sentimental así como varios acontecimientos ficticios acaban restando verosimilitud al argumento.

3 He hecho una pequeña selección de películas, unas con carácter histórico y otras más bien ficciones inspiradas en el momento de la guerra.

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La versión de Juan de Orduña de la defensa de Zaragoza en Agustina de Aragón (1950) sin duda destaca por su meticulosidad en la reconstrucción de la Zaragoza de la época, gracias a más de 100 decorados y al rodaje de ciertas secuencias en los lugares reales. En la cita se nos ofrece en paralelo, una historia amorosa y la narración de ciertos episodios históricos:

*Otros contextos geográficos: Guerra en el Norte, Andalucía, Castilla, Cataluña

Durante los momentos inmediatamente anteriores a la guerra y después, en plena contienda, tiene lugar la historia sentimental de La Espía de Castilla (1937) entre la espía española María (encargada de seducir a militares franceses para obtener información) y un espía galo que trabaja para su país. La batalla de Vitoria de 1813, supone el momento culminante de la película. No obstante, y a pesar de ser el centro de la acción, la batalla se contempla muy fragmentariamente. Rodada íntegramente en estudio no aparece ningún plano general de los combatientes ni del escenario de la lucha abusando de los primeros planos y sin ningún plano general de los combatientes ni del escenario de la lucha.

Ambientada en la defensa de Ávila Orgullo y Pasión (1957) es una película de aventuras con triángulo amoroso incluido. Buena parte de la acción consiste en el traslado de un cañón a la ciudad de Ávila, donde ha de ser utilizado contra las tropas invasoras, momento culminante de la cinta. En definitiva se trata de una cinta con fondo histórico pero sin personajes reales. 76

Otra película de aventuras es El tirano de Toledo (1952). Ambientada en el Toledo de 1810, es poco significativa. Carente de hechos y personajes históricos, la trama se centra en los enfrentamientos entre el cruel jefe de la policía y afrancesado y una especie de guerrillero independiente. Sin embargo hay algún episodio en que se intenta poner de manifiesto la lucha del pueblo contra los franceses como por ejemplo la escena en la que aparece un pelotón francés fusilando a un grupo de patriotas que se había levantado contra el invasor, o el tumulto en la prisión.

La cinta El tambor del Bruch (1947) presenta la conocida leyenda de la resistencia del Bruch, durante la Guerra. Gracias a la colaboración del ejército y rodada en escenarios naturales, consiguió una acertada reconstrucción de la época y los ambientes.

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*“Españoladas”4

Ambientada en el Cádiz de las Cortes, la trama de Lola la Piconera (1951) presenta un triángulo amoroso entre una española, un patriota y un oficial francés. Destaca la obviedad del tema político como consecuencia de la actuación de la censura que obligó, a dar una visión de la historia conforme a la ideología oficial del momento.

Película mediocre de la que sólo destaca la actuación musical de Lola Flores La venta de Vargas (1958) rebosa de todos los tópicos de las “Españoladas”: Triángulo amoroso, escenas musicales y leves y poco exactas referencias históricas

Los Guerrilleros (1962) protagonizada por dos estrellas del firmamento musical nacional del momento (Rocío Jurado y Manolo Escobar) es un claro ejemplo del género. Ambientada en 1808 a las escenas que aluden a la guerrilla o al enfrentamiento entre los habitantes y las tropas invasoras napoleónicas, se suman abundantes canciones

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4 Con dicho epíteto me referiré a las cintas sobre la Guerra, donde se une la recreación histórica y el folklore, con una historia sentimental por medio.

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“Mis señoras traidoras”: las afrancesadas, una historia olvidada

Elisa Martín-Valdepeñas Yagüe (UNED)

Resum /Resumen /Abstract

El paper de les dones en el fenomen del afrancesament és pràcticament desconegut fins al moment. Durant els sis anys que durà la guerra, moltes dones es van veure obligades a conviure diàriament amb l’enemic en els zones ocupades i, posteriorment, van sofrir la repressió per comportaments considerats de traïció i, inclús, van haver d’exiliar-se en França. Aquesta presència femenina, no va ser quelcom estrany o testimonial. Davant el buit historiogràfic, el present treball pretén rescatar de l’oblit a algunes d’aquestes senyores, pràcticament desconegudes, però que van gaudir de certa notorietat en la Espanya de principis del segle XIX.

El papel de las mujeres en el fenómeno del afrancesamiento es prácticamente desconocido hasta el momento. Durante los seis años que duró la guerra, muchas mujeres se vieron obligadas a convivir diariamente con el enemigo en las zonas ocupadas y, posteriormente, sufrieron la represión por comportamientos considerados de traición e, incluso, tuvieron que exiliarse en Francia. Esta presencia femenina, no fue algo extraño o testimonial. Ante el vacío historiográfico, el presente trabajo pretende sacar del olvido a algunas de estas señoras, prácticamente desconocidas, pero que gozaron de cierta notoriedad en la España de principios del siglo XIX.

The role of women in the phenomenon of French influence in Spain has been little studied until recently. During the six years of the Peninsular War, many women were forced to live alongside the enemy in the occupied areas, and subsequently suffered repression for behavior considered traitorous and were even forced into exile in France. This female presence was not unusual or merely anecdotal. To counter this historiographical neglect, this paper attempts to draw from oblivion some women who although now are virtually unknown, enjoyed a certain reputation in early nineteenth-century Spain. 79

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Història de les Dones, Guerra del Francès, Josep Bonaparte Historia de las Mujeres, Guerra de la Independencia, José Bonaparte History of Women, Peninsular War, Joseph Bonaparte

Introducción

A pesar de los esfuerzos dedicados, especialmente, con motivo del Bicentenario de la Guerra de la Independencia, para dar visibilidad a las mujeres durante dicho conflicto bélico, -entre los cuales el Seminario «Cultura e Historia: las mujeres durante la guerra antinapoleónica de 1808-1814 en la península Ibérica», del que forma parte este trabajo, ha sido una de las convocatorias más interesantes, pues se dedica íntegramente a este asunto-, ha faltado abordar la cuestión de las españolas que se decantaron por el «rey intruso»1. Hasta ahora, los estudios realizados sobre el complejo fenómeno del afrancesamiento han analizado con profundidad a los seguidores de esta opción política, pero se echa en falta una visión desde la perspectiva de género. Las

1 Agradezco a la profesora Irene Castells y a la doctora Marta Ruiz Jiménez sus sugerencias para mejorar este artículo.

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas mujeres, igual que los hombres, fueron empujadas a definirse explícitamente por uno de los bandos en conflicto en una coyuntura extraordinaria y difícil como fue la guerra.

Las “afrancesadas” y colaboracionistas no han merecido mucha atención por parte de la historiografía debido, principalmente, a su doble condición de mujeres y de partidarias de José Bonaparte. Las perdedoras de la guerra han sido relegadas a breves notas que forman parte de lo que Mercader Riba (1971, p. 5) definió como “ciertas truculencias demasiado abundantes en la historiografía josefina”, que no dejan de ser una simplificación de la realidad. La escasa producción en la que aparecen las mujeres “no acierta a salirse del pintoresquismo fácil y de la anécdota burlona, rayana incluso a lo pedestre y a lo grotesco” (Mercader Riba, 1971, p. 4). Aunque los estudios más serios, en especial, los dedicados a los afrancesados, hayan huido de esta imagen frívola, por esta misma razón, no llegan a atisbar, ni siquiera brevemente, la presencia femenina, aunque diversos datos apuntan que no fue algo extraño o testimonial. La idea de rescatar del olvido a estas señoras parece, por tanto, algo necesario para poder entender la España de la Guerra de Independencia desde todos sus ángulos.

El fraile Manuel Martínez, “principal enemigo de los afrancesados” (López Tabar, 2001, p. 117), que los atacó sin piedad en sus folletos, hasta el punto que muchos de ellos salieron a la palestra para defenderse públicamente, fue quien acuñó la frase que sirve de título a este trabajo “Mis señoras, las traidoras”. Además, se encargó de propagar una imagen ultrajante sobre estas mujeres que tuvo cierto éxito:

En quanto á las mugeres casadas que se expatriaron con sus maridos, dice el decreto «que seguirán la suerte de estos». ¿No es muy conforme á las leyes de la religión, de la justicia, de la razón y de la misma naturaleza? ¿Querriais divorciaros, ó regalarnos tan preciosas alhajas, las mas de ellas verdaderas causas de vuestra perdicion por el loco prurito de engalanarse, de lucir, de 80 figurar y hacer papelon con la excelencia, la ilustrisima y el usia? ¿Podia ni debia un sabio gobierno tolerar en su seno á estas víboras emponzoñadoras? Buen escarmiento tuvimos en 812 quando se quedaron con nosotros mis señoras las traidoras; [...] Sigan vuestra suerte, ya que os siguieron en vuestra próspera fortuna, y os acompañaron en aquellos banquetes opíparos, y en aquellas orgias crapulosas con que celebrabais ¡impíos! los triunfos del enemigo de vuestra patria. Sabian los que prepararon el decreto las obligaciones de una esposa, que jamas pueden ser otras que las de Dios y el Rey, la religión y la patria exigen de todo ser racional... y hasta de las mugeres. No extrañaré que los señores renegados profesen otra moral, porque á decir verdad son únicos sobre la tierra (Martínez, 1814, pp. 12-13).

Esta visión, misógina, denigratoria y reduccionista, que mezclaba la ambición, la superficialidad, el desprecio, la insensibilidad y la obstinación, ya se había expresado en algunos periódicos, sobre todo conservadores, aunque tampoco los liberales se habían quedado cortos en la crítica insultante hacia las mujeres “afrancesadas”, término utilizado en la época para designarlas2:

Mire vd., me decia, unas madamas que con mucho desenfado, y dando mil

2 “Aun hay insensatas afrancesadas que tienen el atrevimiento de hacernos funestas profecias, insultando nuestra moderacion. No debe, nó, confundirse la inocencia con la maldad; pero todo el que sea pícaro que la pague: la impunidad dá mas ánimo a los malvados” (El Conciso, nº. 9, 9 de septiembre de 1813, p. 7).

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carcajadas atraviesan la Puerta del Sol, y se dirigen hácia el Prado. [...] son unas afrancesadas impenitentes, entre las cuales hallo mugeres de Consejeros de Estado del Intruso; otras de los Ministros de la infernal Junta criminal de Madrid y de otras partes; algunas de los Prefectos de varias provincias; de Comisarios y Agentes de Policía; de Cobachuelos, Cívicos, Militares, y espías que se marcharon con su amo. Toda la sangre se me inflamó á la vista de estas malas hembras: porque ¿que pueden hacer aquí? Es de creer que sean las encargadas de mantener la comunicacion con los ausentes. Estas serán sin duda las que celebran las soñadas victorias del invencible Napoleon con comilonas y borracheras á guisa de francmasones: éstas las que cantan con insultos contra la Patria y los patriotas, no faltando mentecatos de su secta que las acompañen y ayuden á mofarse de nuestros esfuerzos y victorias; pues como sus maridos y amigos fueron como sanguijuelas que chuparon abundantemente la sangre del buen español, y ademas hai muchos devotos de unas y otros, triunfan y gastan, holgandose á las mil maravillas; y pues nadie se mete con ellas, anda la gaita por el lugar3.

Este trabajo se limitará a dar unos avances sobre algunas cuestiones que se han planteado a la hora de acometer una investigación, que todavía se encuentra en su fase inicial, con más interrogantes que respuestas.

En primer lugar, es necesario definir y contextualizar un fenómeno que abarca un abanico lo suficientemente amplio de comportamientos, como para pretender algún tipo de clasificación, aunque sea muy provisional, en función de los casos encontrados hasta ahora. Definición que, sin olvidar las aceptadas por la historiografía para precisar afrancesamiento en su justa medida, establece las tipologías especiales que se dieron en el caso de las mujeres, puesto que ellas no encajan perfectamente en las categorías establecidas. 81

Por otra parte, una vez hecho esto, y respecto a las mujeres designadas bajo el apelativo de «afrancesadas», siguiendo la terminología al uso, es necesario señalar las personalidades más relevantes y analizar, en la medida de lo posible, sus motivaciones para decantarse por esa vía. ¿Existió un afrancesamiento ideológico, también, en las mujeres, especialmente aquellas que pertenecían a las élites, cuya educación y posición social les permitía cierta libertad para elegir su porvenir?. ¿Pudo tratarse, en cambio, en la mayoría de los casos, de una cuestión de oportunismo o aprovechamiento de las circunstancias?. Aclarar estas cuestiones puede esclarecer las razones de los comportamientos observados. Asimismo, es importante saber si la decisión de seguir ese camino estuvo determinada, en buena parte, por la posición de sus allegados o la necesidad de defender un patrimonio económico que corría el riesgo de ser embargado, con el consiguiente perjuicio para todo el núcleo familiar: la exigencia de juramentos de fidelidad al rey José, obligó a muchas viudas y huérfanas a decantarse por el bando afrancesado si querían seguir cobrando las pensiones a las que tenían derecho por ser familiares de empleados públicos o militares.

Afrancesadas y colaboracionistas: definición del concepto y tipología

Las diversas definiciones, ya clásicas, aceptadas para delimitar a los afrancesados

3 La Atalaya de la Mancha, 15 de marzo de 1814, pp. 564-565.

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas se centran, en función de los diversos matices, en el grado de adhesión al monarca José I. Para Juan López Tabar, uno de los especialistas en esta cuestión, la clasificación intentada por Claude Morange (2005) es, con toda probabilidad, la más detallada. Según el historiador francés, el fenómeno del afrancesamiento puede concretarse en josefinos, juramentados, colaboracionismo pasivo y la “masa anónima que, por permanecer en la zona ocupada por los franceses, se encontraron obligados no tanto a colaborar como, al menos, a comprometerse durante algún tiempo” (López Tabar, 2007, pp. 325-326). Esta clasificación puede aplicarse, en principio, a las mujeres, aunque ellas no figuraron en los primeros puestos de la política activa. Sin embargo, para evitar una excesiva gradación, difícil de utilizar, resulta más conveniente establecer las diferencias entre las afrancesadas, título con el que ya se las señaló en la propia época, aquellas que vivieron personalmente el afrancesamiento y las colaboracionistas, cuyo acercamiento al fenómeno se produjo de manera indirecta, debido a diferentes circunstancias y desde diversas vertientes. Categorías que no son excluyentes ni exclusivas sino complementarias, ya que las españolas que vivieron esta situación se movieron en ámbitos que chocan con la dificultad de darles una visibilidad completa.

Siguiendo esta clasificación, la condición de afrancesadas correspondería a aquellas españolas cuyo grado de acercamiento a la causa bonapartista fue algo más que la simple coincidencia de permanecer en el territorio ocupado por los enemigos. Una implicación activa, aunque no se tratase necesariamente de participación política. Esta intervención supuso para las mujeres, a pesar de la escasa visibilidad que gozaban en la época, que algunas de ellas emergieran del anonimato al que se las relegaba. Conocidas con nombres y apellidos y señaladas, en ocasiones, como «traidoras», en este aspecto la tipología responde a diferentes motivaciones.

Por una parte, existió un afrancesamiento ideológico o cultural: rango que puede reservarse a mujeres de las capas altas de la población. La influencia cultural de Francia 82 en España fue continuada y ciertamente visible durante todo el siglo XVIII. Al finalizar el siglo, los sucesos ocurridos en el país vecino, ya fueran políticos o intelectuales, eran bien conocidos por las élites españolas que, con mayor o menor grado, se habían interesado en que el reformismo se extendiese por el país. Unas pocas mujeres habían participado de ese espíritu de la Ilustración y compartían estos sentimientos a favor del progreso. Ciertos ambientes femeninos se habían mostrado especialmente permeables a las nuevas ideas y gustos, aunque no pudieran expresarlas con voz propia, salvo en ocasiones señaladas. La lectura de libros, la sociabilidad de las tertulias, el contacto con gentes extranjeras, etc. habían posibilitado el afianzamiento, en estos círculos, de toda una serie de aspectos culturales nuevos. Los discursos sobre el papel de las mujeres en la sociedad en los que se reivindicaba su talento fueron relativamente frecuentes en el último tercio del siglo XVIII, destacando, sin duda alguna, los textos sobre la «igualdad de los sexos» publicados por Josefa Amar. La constitución de la Junta de Damas de la Real Sociedad Económica Matritense, asimismo, contribuyó a su incorporación a la esfera pública, demostrando su responsabilidad e interés. No se trata aquí de consignar únicamente a aquellas que seguían las modas francesas, las «petimetras», aspecto constantemente ridiculizado en la literatura de la época, que reduce la visión a la superficialidad, aunque también favoreció que las mujeres tomasen conciencia de su papel4. En España, hubo señoras cuyo afrancesamiento obedeció a algo más que a

4 La profesora Juana Vázquez Marín en un artículo titulado “Afrancesadas o petimetras” comenta al referirse a los sucesos del Dos de Mayo (que califica de «contrarrevolución»): “hizo desaparecer la incipiente liberalización femenina, impulsada por los ilustrados y también por la llegada de los primeros

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas cuestiones de moda pues respondió a una convicción profunda, fruto de la reflexión, de que el régimen bonapartista podría traer la regeneración al país.

En segundo lugar, debe hablarse de aquellas que se vieron involucradas por el afrancesamiento de sus familiares. En esta cuestión habría que plantearse hasta donde llegó su grado de implicación para merecer el calificativo. Desde luego, Fernando VII y sus seguidores lo tuvieron meridianamente claro: las afrancesadas eran aquellas que siguieron a sus allegados a Francia, según el famoso decreto de 30 de mayo de 1814, que prescribía que las “mugeres casadas que se expatriaron con sus maridos seguirán la suerte de estos”, prohibiéndolas regresar a España. El artículo VI del mismo continuaba: “á las demas, y á las personas menores de veinte años, que siguiendo al expresado gobierno, se hubieren expatriado, usando el Rey de benignidad, les permite que vuelvan á sus casas y al seno de sus familias; pero sujetas á la inspeccion del gobierno político del pueblo donde se establezcan”5. El número de españolas que se adentraron en el país vecino debió ser, a pesar de la opacidad de las fuentes, bastante considerable. Cuando en 1815 el ministro de la Guerra francés propuso al ministro de la Policía el traslado de los individuos peligrosos a las colonias francesas de ultramar, éste último reaccionó a semejante proyecto de manera negativa por las especiales circunstancias de estos refugiados: “Los españoles que Francia ha acogido en medio de todas las revoluciones imprevistas son de todas clases y de todas las opiniones; son desdichados; muchos son mujeres y niños” (Barbastro, 1993, p. 19). No solo las exiliadas se vieron afectadas, pues el artículo “se observó rigurosamente en la práctica, en sentido extensivo” (Lasso de la Vega, 1922, p. 70). Con frecuencia, las que permanecieron en España tuvieron que someterse a procesos de purificación para poder seguir recibiendo pensiones públicas que les correspondían como viudas o huérfanas de funcionarios y militares y, en otros casos, sufrieron el embargo de sus bienes y sus medios de subsistencia, aparte de ser obligadas a vivir alejadas a cierta distancia de la capital de la monarquía. El argumento común, con vistas a recuperar algún beneficio público o disfrutar de su patrimonio, fue la negación sistemática de su posible afrancesamiento, evitando complicarse en las 83 circunstancias de sus parientes varones, recurriendo a testigos que trataron de certificar su buena conducta política.

Asimismo, hay que comentar un aspecto al que apenas se le ha dado importancia: las españolas casadas o unidas sentimentalmente a los franceses, cuya importancia y magnitud apenas puede entreverse. Los testimonios, aunque escasos, son significativos.

Borbones, que con sus costumbres afrancesadas, más abiertas y modernas que las españolas, propiciaron la participación de las féminas en la vida pública”. Más adelante, después de referirse al «nacimiento de la mujer moderna» en la época de la Ilustración, concluye en que “Esta apertura y modernidad ganadas por las féminas españolas al amparo de las costumbres parisinas, y del tímido movimiento ilustrado, las seccionaría el absolutismo del “Vivan las caenas”. También terminaría con la incipiente modernización de nuestro país y la igualdad en la educación propiciada por Campomanes, en su proyecto “utópico” de una sola escuela para los dos sexos, donde aprendieran lo mismo el hombre que la mujer”. (El País, 2 de septiembre de 2008). El afrancesamiento cultural fue para las mujeres algo más que salir del encierro doméstico, frecuentar tertulias y paseos acompañadas del cortejo y vestirse a la moda de París. Por otra parte, el derecho a la participación política y la cuestión de la adquisición de la ciudadanía, se resolvió de forma desfavorable para ellas en la Constitución de 1812, por causas bastante más complejas. Las mujeres quedaron relegadas a un papel de menores de edad, sin que pudieran llegar a ser consideradas como sujetos con plenos derechos políticos. Las polémicas en torno a la igualdad y la utilidad que tanto dieron que hablar en los círculos ilustrados españoles en las últimas décadas del siglo XVIII fueron olvidadas por los constituyentes gaditanos, apegados al discurso de la domesticidad de origen “rousseauniano”. Véase sobre esta cuestión Castells y Fernández, 2008. 5 Gaceta de Madrid, nº. 81, 4 de junio de 1814, pp. 613-614.

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No cabe duda que la presencia de un contingente masculino francés, lejos de sus familias, que inundaban los espacios públicos, que, además, frecuentemente se alojaban en casas particulares, y que acudían a tertulias y salones, dio lugar a conexiones y vínculos afectivos, más o menos duraderos, durante los seis años de guerra. Muchas de estas mujeres, al finalizar la contienda, ante el miedo de verse abandonadas entre gentes hostiles, prefirieron huir a Francia, siguiendo a sus parejas.

Por otro lado, la otra categoría, las colaboracionistas, responde a unas actuaciones desprovistas de toda significación ideológica, cultural, familiar o sentimental. Fruto de la mera necesidad de la supervivencia, no pueden tacharse de simple oportunismo, como suele hacerse, en ocasiones, al definir a “juramentados” y colaboracionistas (Artola, 1976, pp. 53-54). En este aspecto, la gama va desde el cooperación activa, hasta la simple convivencia, en mayor o menor grado, y, por último, la resistencia pasiva. Categorías que tampoco son excluyentes y responden a diferentes matices del grado de implicación. Una masa indeterminada de mujeres se relacionó con los partidarios del intruso, desde diferentes ámbitos, convencidas o no. Desde las empleadas como sirvientas en viviendas de franceses, a mujeres que se ganaban la vida con la venta de productos de la más diversa índole para las tropas, a las dedicadas al cuidado de heridos tras las batallas, en hospitales o en casas particulares; y, también, en esta categoría puede incluirse a otras colaboracionistas que se adhirieron más o menos voluntariamente a los invasores como pudieron ser espías o prostitutas que seguían a los ejércitos. Las motivaciones y los comportamientos son infinitos. La convivencia fue mucho más profunda de lo que las fuentes españolas parecen indicar y se produjo necesariamente en las zonas ocupadas. El límite de las categorías estaba tan desdibujado que cualquier mujer fácilmente podía traspasar la línea de la simple coexistencia para acabar siendo tachada de colaboracionista, traidora o afrancesada. En estos casos, el acercamiento a la causa francesa pudo ser continuado o excepcional, pero no cabe duda de que las especiales circunstancias de la guerra contribuyeron a que muchas españolas, reducidas a la miseria, se vieran obligadas a aceptar las oportunidades que les 84 proporcionaban los enemigos para sobrevivir.

También es preciso definir la resistencia pasiva. No puede olvidarse que, en septiembre de 1809, el gobierno de José Bonaparte exigió también a las viudas de los empleados públicos la adhesión individual al nuevo monarca, si querían seguir cobrando sus pensiones. Esto determinó que muchas señoras firmasen el juramento de fidelidad al rey. A este respecto el conde de Toreno comentó:

Entre los decretos, muchos y de vária naturaleza, húbolos que llevaban el sello de tiempos de division y discordia, como fueron el de confiscacion y venta de los bienes embargados á personas fugitivas y residentes en provincias levantadas, el de privacion de sueldo, retiro ó pension á todo empleado que no hubiese hecho de nuevo, para obtener su goce, solicitud formal. De estas dos resoluciones, la primera, ademas de adoptar el bárbaro principio de la confiscacion, era harto ámplia y vaga para que en la aplicacion no se acreciese su rigor; y la segunda, si bien pudiera defenderse, atendiendo á las peculiares circunstancias de un gobierno intruso, mostrábase áspera en extenderse hasta la viuda y el anciano, cuya situacion era justo y conveniente respetar, evitándoles todo compromiso en las discordias civiles (Toreno, 2008, p. 581).

Pese a verse obligadas por las circunstancias a cumplir los mandatos del

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas gobierno, sin embargo, algunas de ellas fueron capaces de mantenerse alejadas lo más posible de franceses y afrancesados, demostrando cierta independencia, sin sucumbir a los «cantos de sirena» de los partidarios de José I.

Algunos nombres propios

Cuando se habla de las afrancesadas, es inevitable fijar la vista en las únicas mujeres que han pasado a la historia: las protagonistas de la crónica frívola del reinado. Casi todos los libros en los que se habla de José Bonaparte, sean de mayor o menor calidad, pasan revista a sus aventuras galantes en la España de la Guerra de la Independencia. Las anécdotas, conocidas y repetidas, hablan especialmente de dos mujeres, Pilar Acedo y Sarria, marquesa de Montehermoso, a la que conoció en Vitoria en 1808, que aspiraba a ser la amante oficial del rey y Teresa Montalvo y O’Farrill, condesa de Jaruco, la sensual criolla6. El general Bigarré, en sus Memorias, intentó quitar importancia a estos hechos, considerando que el rey José I:

En Espagne comme à Naples, on a reproché amèrement au prince de s’être un peu trop occupé des femmes pendant qu’il a gouverné ces deux royaumes. Je conviendrai qu’il eut pour ce sexe une prédilection particulière, qu’il ne dédaignait pas des entretiens avec les dames les plus spirituelles de sa Cour, qu’il fut même très galant auprès de plusieurs d’entre elles, amis pourtant, je le répète, il n’oublia jamais ce que lui imposaient ses devoirs de souverain (Bigarré, 2002, p. 238).

María del Pilar Acedo y Sarria nació en Tolosa (Guipúzcoa) en 1785, hija de los condes de Echauz y del Vado7. Cuando conoció a José Bonaparte, estaba casada con Ortuño de Aguirre, marqués de Montehermoso, que murió en París en 1811, donde se encontraba acompañando al propio rey que había acudido al bautizo del hijo de Napoleón8. En Vitoria, donde residía la pareja, su casa fue cita obligada de viajeros que 85 disfrutaban de su amable compañía y exquisita educación9. Desde el inicio de la invasión napoleónica, los Montehermoso optaron activamente por el bando afrancesado. El marqués fue diputado en Bayona y aceptó de buen grado los puestos que le ofreció el nuevo rey en Madrid, a donde se trasladaron en 1809 (Sánchez Arreseigor, 2008, pp.

6 No vamos a reiterar, en este trabajo, todo lo que se ha escrito sobre estas dos mujeres, pero si intentaremos deshacer varios tópicos en torno a ellas. 7 La anécdota más repetida de la marquesa de Montehermoso -además de las desvergonzadas coplillas que aludían a su condición de amante regia- es la que se refiere a la manera en la que José Bonaparte inició su relación con ella en Vitoria en 1808, que contó Stanislas de Girardin, edecán del rey, en sus Memorias (Girardin, 1828, t. IV, pp. 198-203). 8 El marqués de Villa-Urrutia comentó que “andaba en la madurez de su hermosura y en el otoño de su vida” (Ramírez de Villa-Urrutia, 1911, pp. 122-124), sin embargo, un oficial alemán llamado F. F. C. Steinmenz, que también coincidió con ella hacia diciembre de 1808, se refiere a ella en otros términos, destacando su juventud, belleza y educación: “No es grande, pero es una mujer muy bella, que es muy alegre y tiene mucha inteligencia. Habla muy bien francés, inglés e italiano. Es una gran música y toca el piano tan bien como jamás he oído tocar tan perfectamente por una mujer con tanta rapidez, prontitud, expresión y buen gusto, tal que no se podría esperar más ni de un virtuoso. También sabe cantar muy bien. He sido un visitante asiduo a su casa y puede decir que he obtenido un gran placer de su compañía de esta tan bonita mujer en todo sentido”. A continuación añade que tenía unos veinticuatro años y era madre de tres hijos (Krutwig, 1986, pp. 161-162). 9 El general Thiébault, que la conoció en 1801 y, luego, volvió a verla en 1808, cuenta en sus Memorias varias anécdotas que le sucedieron con la marquesa (Thiébault, 1894, t. III, p. 259 y t. IV, pp. pp. 50, 134- 136 y 346-348).

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715-716). Lo cierto es que María del Pilar, mujer bastante inteligente, culta y refinada, aprovechó su relación con el monarca para sacar el máximo provecho. La marquesa aspiraba a convertirse en una nueva Princesa de los Ursinos –“Elle ose dire que le rôle de Madam des Ursins n’est pas impossible...” (Gotteri, 1991, p. 156)-. Según Abel Hugo, era “muy orgullosa y muy metida en su papel de amante oficial, hasta el punto de que usaba su condición de favorita regia para darles órdenes a los gobernadores locales” (Sánchez Arreseigor, 2008, p. 716).

No obstante, la marquesa de Montehermoso, cultural y políticamente afrancesada, pasó del entusiasmo por la invasión napoleónica a una cierta desilusión, tras la anexión a Francia de las provincias situadas al norte del Ebro; según se comentaba en los círculos cortesanos había pasado de militar “l’école toujours très française” del general Sebastiani, a posicionarse claramente en el partido del rey, es decir, el de aquellos que deseaban una rápida solución del conflicto bélico, que concluyese con la retirada de los soldados napoleónicos de España o, más concretamente, con la desaparición de la influencia imperial que los afrancesados consideraban perjudicial para la causa del nuevo monarca10:

Cette dame, la marquise de Monthermoso, est cependant du parti du roi. Mais ce parti n’aime guère plus ni l’Empereur ni les Français que ne les aiment les rebelles mêmes (bien entendu qu’il ne s’agit nullement ici des sentiments personnels du roi). Ce parti ne veut aucune influence impériale, et s’est même en grande majorité formé de l’espoir de la repousser au moins avec le temps (Gotteri, 1991, p. 239).

Pilar Acedo se valió de su carácter intrigante y su astucia, empleando sus dotes con el propio conde La Forest, embajador de Napoleón en Madrid, para sacarle la máxima información, de la que luego daba cuenta a José I11: 86 M. l’ambassadeur de France dont c’est aussi là le plan favori, cherche à cet égard à s’approcher d’elle, et la flatte de l’esperance de la grande maîtrise du palais. Mais elle a plus d’astuce que lui, le joue, envenime et rend ses conversations au roi (Gotteri, 1991, p. 250).

La relación amorosa de Pilar Acedo con José I se prolongó más allá de la dominación francesa de España, pues ambos continuaron viéndose en París en el año 1814. Posteriormente, ella volvió a contraer matrimonio y se retiró con su esposo a una finca en Carresse (departamento de Pirineos Atlánticos), donde murió en 1869.

10 “Madame la marquise de Monthermoso est de retour du voyage qu’elle a fait incognito à Paris. Elle y a passé seize jours sous son nom de fille. Elle a retrouvé, ici, à la Cour, l’ancienne bienveillance dont elle jouissait. Ceux qui sont dans sa confidence assurent qu’elle est revenue bien moins française, ou (comme on dit ici), bien moins impériales qu’auparavant. A l’époque de son départ, elle croyait à un grand changement en Espagne, et suivait l’école toujours très française de M. le général Sébastiani. Elle prétend avoir recueilli dans son voyage qu’en France même, on prenait un vif intérêt aux insurgés espagnols. Elle n’est pas toujours d’accord avec les ministres. Elle soutient, par example, contre eux, d’après tout ce qu’elle a vu et ouï-dire à Paris, les provinces de la rive gauche de l’Èbre ne seront rendues jamais à l’Espagne (elle est de ces provinces, celle de Vittoria). Les ministres réputent, au contraire, ce démembrement inconstitutionnel et impossible“ (Gotteri, 1991, pp. 223-224). 11 Según Villa-Urrutia, la marquesa aparece citada frecuentemente en los despachos del embajador francés (Ramírez de Villa-Urrutia, 1911, p. 122).

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Teresa Montalvo y O’Farrill, condesa de Jaruco, sobrina del general O’Farrill, el ministro de la Guerra josefino, fue una mujer de gran belleza, a tenor de los testimonios (Holland, 1910, p. 199 y Merlin, 1838, p. 189-190). Nacida en La Habana en 1771, había viajado por Europa y conocía varios idiomas. Al conocer a José Bonaparte era viuda de conde de San Juan de Jaruco, un aristócrata también de origen cubano, que había fallecido en 180712. A su salón madrileño, abierto a “cuanto representaba progreso, arte y talento”, concurrían los más conocidos intelectuales de la España de entresiglos (Figueroa, 1934, p. 43). Teresa “hallaba un atractivo particular en los hombres de letras y los llamaba á su casa: tenía placer en oir sus disensiones y aun de tomar parte en ellas” (Merlin, 1853, t. I, p. 22). Sobre esta mujer, culta e inteligente, la reina María Luisa hizo un malicioso juicio, señalándola de manera despectiva en una carta dirigida a Godoy el 21 de mayo de 1804:

Soy mujer, aborrezco a todas las que pretenden ser inteligentes, igualándose a los hombres, pues lo creo impropio de nuestro sexo, sin embargo de que las hay que han leído mucho y habiendo aprendido algunos términos del día, ya se creen superiores en talento a todos; tal es la Jaruco y otras varias, y no digo nada de las francesas (Demerson, 1975, p. 301).

La mala prensa que ya tenía la condesa de Jaruco antes de la guerra, aumentó al alinearse con el régimen de José Bonaparte, circunstancia que aprovecharon sus detractores para denostarla públicamente: “doña Teresa, disoluta, escandalosa hasta el extremo, en Madrid, y pasada a los enemigos donde se halla” (Figueroa, 1934, p. 59)13. En realidad, coartada por razones familiares, no tuvo otra opción, aunque también su afrancesamiento fuera de signo político y cultural. Su hija, la condesa de Merlin, justificó su comportamiento al huir de Madrid en agosto de 1808 en el convoy francés:

Habiendo vivido constantemente en la intimidad de su tío [el general O’Farrill], había adoptado todas sus opiniones: era cosa sabida, y ella [la condesa de 87 Jaruco] debía temer la reacción que iba a pesar sobre todas las personas afectas al nuevo gobierno. Viuda, con dos hijos jóvenes, y viviendo en la misma casa del ministro, temió mucho los insultos y las violencias. El miedo a verse incomunicada con su hijo, que estaba en París en una casa de educación, y se hallaba retenido por el emperador, con todos los demás jóvenes que allí se

12 En cuanto a la condesa de Jaruco, siempre se cita la leyenda, que relató Mesonero Romanos, en torno a su exhumación del cementerio del Norte (situado en la puerta de Fuencarral), donde primeramente había sido enterrada y su posterior inhumación en el jardín de una casa de su propiedad situada en la calle del Clavel -que le había comprado el rey José, según el mismo autor-, que también habitaron, según el mismo autor, el general Hugo y la duquesa de Abrantes aproximadamente en los mismos años. Historia que no tiene visos de ser real pues la propia hija de la condesa comenta en sus Memorias que su madre fue enterrada en el cementerio de la puerta de Toledo. Véase Mesonero, 1926, t. VII, p. 84, nota 24; Mesonero, 1881, t. II, p. 109, nota 52 y La Iberia, diario liberal, núm 7248, 27 de junio de 1880. 13 Un folleto anónimo publicado en Cádiz, se hacía eco de su conducta antipatriótica: «pero la tertulia de su prima la Condesa de Jaruco que habita en la misma casa, aunque en distinta vivienda, que, con su agasajo y el atractivo de sus hijas embelesa y seduce á los concurrentes, hace mucho mas estrago en los corazones incautos, que arengas y añagazas del supuesto y meloso General [O’Farrill]. Allî se dan de continuo funciones opíparas, cuyos brindis suelen ser, a la toma de Sevilla; a la prosperidad de Josef I; a la destruccion de los frayles, &c. En uno de estos banquetes se recibió el noticion tan anhelado de la rendicion de Zaragoza, y todos como por un resorte saltaron de la mesa; una de las ninfas se puso á tocar el piano, y las demas anduvieron enlazadas con sus galantes balzando [sic] y echando compases por la sala, en celebridad de haberse destruído en gran parte uno de los principales pueblos de su misma nacion» (Papel curioso..., p. III).

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educaban en aquella época, fue también, un motivo poderoso para decidirla (Merlin, 1853, t. I, p. 157).

Por esta causa, la Junta Central dio la orden de que se confiscaran todos sus bienes, tanto en España como en América, aunque fue compensada largamente por el monarca josefino por esta pérdida14. Fue la única mujer que aparecía en la lista de personas a las que se embargó el patrimonio por parte de las autoridades del bando patriótico15. No obstante, a partir de 1809, después de regresar a Madrid, Teresa Montalvo fue una de las asiduas a la corte de José Bonaparte, hasta su fallecimiento, ocurrido en abril de 1812.

Otra de las escasas mujeres que salió del anonimato en la España josefina fue la condesa de Merlin, Mercedes de Santa Cruz y Montalvo, hija de la anterior. Cubana de nacimiento, concretamente en 1789 en La Habana, desarrolló una amplia carrera literaria en Francia, donde se instaló tras la Guerra de la Independencia con su esposo, Cristophe Antoine Merlin, militar francés al servicio del rey José I, comandante de su Guardia Real. Su matrimonio constituyó parte de una estrategia del monarca para tratar de crear vínculos entre los militares galos y las familias españolas de la aristocracia partidarias del “intruso”16. Ella confesaba la admiración que sintió en su juventud por Francia, fruto del afrancesamiento cultural, no necesariamente político, anterior a la invasión napoleónica:

Paris era el punto al cual se dirigían ya en aquella época mis sueños y mis deseos: era tal el atractivo, que muchas veces mis sentimientos patrióticos se hallaban lastimados; y como yo en todas las cosas tenía una conciencia timorata, con frecuencia me reconvenía á mí misma sobre esta pasion á un pais que no era el mio. Cuando caía en mis manos un periódico francés, toda yo me conmovía de placer; no sabía acertar con lo que mas me interesaba, si los teatros ó la política, los nuevos descubrimientos ó la literatura; lo era aquel 88 conjunto de recursos que me llenaban toda mi imaginacion (Merlin, 1853, pp. 62-63).

Según se deduce de las cartas que dirigió a su esposo, en 1810, cuando éste se encontraba en Andalucía, se mostraba muy proclive a la causa bonapartista y se desesperaba por el rechazo que causaba en el pueblo: “¡Pobre gente, sin aspiraciones ni cultura, que sólo ven en la influencia extranjera un ultraje, y ninguna de sus muchas ventajas! ¡Extraña mentalidad!” (Figueroa, 1934, p. 100). Por esas fechas, a pesar de su falta de conocimientos políticos, como ella misma reconocía, había llegado a la conclusión de que el reinado del rey José I podría traer la regeneración al país gracias a su completo programa de reformismo que estaba llevando a cabo. A raíz de la noticia de la segregación de las provincias al norte del Ebro, era capaz de hacer un breve análisis

14 “Sa Majesté en a donné le montant sur le fonds d’indemnités à Mme de Jaruco, nièce du général. Comme elle n’rien perdu, et que la grâce qui lui est faite est motivée sur la privation des remises qu’elle attendait de la Havane, où est sa fortune, on présume que l’intention du Roi a été de favoriser le mariage désiré par le général O’Farrill d’une des filles de la comtesse avec M. le général Merlin, capitaine général de la garde” (Grandmaison, 1908, t. II, p. 422). 15 Gazeta de México, núm 103, 16 de agosto de 1809, p. 769. 16 “El rey José, como todos los individuos de la nueva dinastía francesa, deseaba estrechar los intereses de las familias, en los paises donde gobernaba, por medio de enlaces con los franceses. El había manifestado repetidas veces á mi tio, sus deseos de casarme con uno de los oficiales allegados á su persona” (Merlin, 1853, t. I, p. 261).

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas político, dándose cuenta que la causa josefina había sufrido un duro revés, pues juzgaba casi imposible que el monarca lograse avanzar en su escasa popularidad, a pesar de los esfuerzos desplegados. De esta manera, se lo hacía saber a su marido:

De tus cartas creo deducir la profunda amargura que embarga al Rey, al comprender que sus esfuerzos serán baladíes y vana su buena voluntad... Por un lado, el carácter difícil de los españoles; por otro, las dificultades que su hermano le crea de continuo. Tú sabes, amor mío, que nada entiendo de política, y sólo me importa ésta en relación a ti. Pero no en vano escuché siempre hablar en torno mío a personas despejadas y alertas. Los españoles empezaban a transigir con el Rey José por las promesas que éste les hiciera de respetar la independencia de la nación, la integridad del territorio y los principios religiosos. ¡Qué sucederá si el pueblo advierte que la autoridad de José es relativa, ficticia, que un capricho de Napoleón puede destruir en un momento la obra admirable que José viene desarrollando! En una palabra, los españoles odiarían a un Rey extranjero, enérgico y sanguinario, pero despreciarían a un Monarca vacilante y sometido a otro poder (Figueroa, 1934, pp. 106-107).

Muchos años después, sin embargo, la condesa de Merlin trataba de justificar en sus Memorias su íntima convicción por la causa española durante la invasión napoleónica:

Porque yo, muchacha arrojada por el acaso en este mundo de guerra y de pasiones, y colocada fuera de la política, juzgaba las cosas más bien con el corazón que con la cabeza; y aunque vivía en una atmósfera enteramente francesa, con la cual me unían ya afectos y hábitos, siempre me sentía atraída poderosamente por secretas simpatías hacia mis compatriotas. Estaba orgullosa con la defensa de Gerona, como lo había estado con la de Zaragoza, y me complacía en realzarlos delante de los extranjeros con toda la arrogancia 89 nacional (Merlin, 1853, t. I, p. 237).

Mercedes de Santa Cruz, por su educación, por su familia, por su matrimonio y por sus ideas se convirtió en una completa afrancesada. Su salida de España en 1813, que ella reputaba como definitiva -y así fue, puesto que se estableció en París donde murió en 1852-, le produjo una gran tristeza, como a la mayoría de los españoles partidarios de José I. Solo regresó una vez a España, en 1845, para poner en orden algunos asuntos relacionados con su patrimonio. A pesar de los años transcurridos, confesaba que, todavía, no se había olvidado su pasado: “me es preciso luchar contra antecedentes enojosos, fruto amargo de odios de partidos y de la anarquía que ha reinado largo tiempo en este país” (Figueroa, 1934, p. 241). La condesa pronto se adaptó a su vida en Francia, frecuentando los círculos parisinos más selectos, aunque tampoco olvidó a sus compatriotas refugiados, algunos de ellos en difíciles circunstancias económicas, como se esperaba de una dama de la alta sociedad, cuyo papel encarnó a la perfección.

No obstante, la mujer más interesante, desde el punto de vista del afrancesamiento ideológico fue Ana Rodríguez de Carasa, la esposa del general Gonzalo O’Farrill17. Nos encontramos ante una mujer con un pensamiento político profundo y

17 Sobre la biografía de esta mujer, véase Martín-Valdepeñas, 2008.

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas elaborado, aunque de sus reflexiones solo se conocen algunos fragmentos, aquellos que su esposo transcribió en un folleto que reivindicaba su memoria, publicado al fallecimiento de ésta. Ana Rodríguez de Carasa había sido objeto de las más duras críticas en la prensa de Cádiz, que, a la vez, que recordó sus opiniones pasadas a favor de los principios de la Revolución Francesa, no olvidó su influencia en la propia corte de José I. Tachada de ambiciosa por los sectores más reaccionarios, esta mujer demostró un interés por la situación política inusual en las españolas de la época. Nacida en Cádiz en 1763, su boda con el militar cubano le abrió posibilidades para ampliar sus horizontes intelectuales. En torno al cambio de siglo, sus opiniones a favor de la Revolución Francesa se veían con recelo en los círculos cortesanos. Ella había reconocido la emoción que le habían causado los sucesos revolucionarios:

Yo confieso [...] que fuí una de las personas mas entusiasmadas por la [revolución] que empezó en Francia en 1789. Me figuré que reunidos en la asambléa constituyente y despues en la legislativa los hombres mas ilustrados de Francia y aun de Europa, ayudados de las luces esparcidas por los escritores del siglo XVIII, iban á conducir á los hombres á la mayor felicidad. Mi intención era bien sana, y mis deséos completamente desinteresados: yo llegué á esperar que establecido ya en Francia un gobierno fundado sobre las bases de la libertad y de la igualdad de derechos, las demás naciones seguirían el mismo exemplo, y que la especie humana iba á acercarse á su perfeccion (O’Farrill, 1817, p. 36).

Sin embargo, en los años previos a la invasión de España, se mostró públicamente muy reacia a Napoleón, pues había sido testigo directo tanto de su ascenso al poder como del rastro de muerte y desolación en que había sumido a media Europa (O’Farrill, 1817, p. 37). En 1808, debido al rumbo que tomaron los acontecimientos, reconsideró su postura: no creía que los españoles tuvieran ninguna posibilidad de éxito ante el ejército imperial. Opinión que coincidía con la de su esposo, nombrado ministro de la Guerra por José I. Desengañada, viendo inútil la resistencia, aceptó la claudicación 90 ante el invasor, para evitar la completa destrucción del país:

La situación de mi espíritu era bien singular en aquella época: aborreciendo por principios la opresion de toda especie, la prepotencia y el influxo extrangero, havía visto con mas dolor que nadie prepararse la suerte que nos amenazaba. Aun estando en Florencia, quando se supo allí el resultado de la batalla de Iena, y que no quedó duda de la completa destruccion del exército Prusiano, perdí el resto de esperanza que me quedaba de no ser nosotros algun dia dominados por los Franceses [...] yo me exâltaba y me ponía de mal humor contra todos los que no preveían lo mismo: miraba como hermano al Aleman, al Sueco, al Italiano que se veían oprimidos por el capricho de un hombre solo. ¿Qué no debería sucederme quando se trataba de mi patria, de mis parientes, de mis amados conciudadanos? Pues á pesar de todo esto mi razon me guió á sentimientos mas humanos, y viendo irremediable nuestra humillacion, pero remediables muchos males de los que debían agregarse á ella, me resigné y decidí enteramente por el partido del sufrimiento que hacía á aquella menos amarga, y disminuía las conseqüencias de estos (O’Farrill, 1817, pp. 33-34).

Ana Rodríguez de Carasa y Gonzalo O’Farrill, abrazaron decididamente el bando afrancesado, que ya no abandonarían, convencidos de que podría traer la regeneración al país. Tras el derrumbe del régimen bonapartista, profundamente ligados al rey, le

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Si este último caso corresponde al de una mujer que, con ideas políticas propias, había llegado al convencimiento de que no había posibilidad de éxito en la resistencia contra Napoleón, la mayoría de testimonios de mujeres encontrados hasta ahora, están condicionados por el partido tomado por sus allegados. Incapaces de sustraerse del círculo familiar, ellas son afrancesadas porque lo son sus maridos, padres, hermanos o hijos.

No obstante, el ejemplo de María Teresa Fernández de Híjar, marquesa de Ariza, también es significativo18. Se trata de una mujer que siguió la estela de José Bonaparte, aunque su marido militó en el bando patriótico. El marqués de Ariza fue uno de los firmantes de la Constitución de Bayona, pero al llegar a Madrid hizo defección de la causa del “intruso”. Desde allí, la familia entera se dirigió a Sevilla, instalándose en el palacio que poseían, que posteriormente ocuparon los Holland (Moreno Alonso, 1997, p. 124). La marquesa de Ariza apareció en la lista de las personas cuyos bienes fueron confiscados por los franceses por el Decreto de 9 de marzo de 1809 (Mercader, 1971, p. 122, nota 138). Posteriormente el matrimonio se separó, tomando rumbos distintos. La decisión, pudo ser, en parte, meditada por ambos cónyuges, pues no las debían tener todas consigo respecto a su futuro. Había un suculento patrimonio en juego y esta mujer optó por la defensa de los bienes de su hijo -menor de edad y heredero de los títulos y patrimonio de la casa de Alba-, fruto de su matrimonio anterior con el duque de Berwick. En abril de 1809 escribió a Lady Holland, rogándole que le guardara unas joyas. La marquesa había enviado a su administrador a Cádiz, donde en esos momentos se encontraban los aristócratas ingleses, a punto de embarcarse rumbo a su país, para que les entregara sus brillantes,

de las que me hara vmd. el gusto de encargarse como si fueran suyas y si las pone como me dijo en casa de un comerciante en Londres que no se entregue a 91 nadie sin orden de vmd.; pues según lo que hablamos mi intención es tenerlas en seguro hasta que estas cosas de aquí estén tranquilas, y si puedan bien hacerlas venir otra vez para mi uso, y si la desgracia hiciese que acabase mal puedan servir para mí o el marqués si necesitásemos de su valor para mantenernos (Moreno Alonso, 1997, p. 286).

Efectivamente, sus previsiones no iban descaminadas, pues la marquesa debió necesitar posteriormente de estas joyas durante su destierro en Francia, después de la guerra.

Al conquistar las tropas napoleónicas la ciudad de Sevilla en 1810, permaneció en la ciudad, mientras su marido huía a Cádiz (Mercader, 1971, p. 144). La marquesa fue uno de los pocos personajes importantes que se dejó convencer por los afrancesados, después de la amnistía que José I publicó en Sevilla para atraerse a su causa a algunos miembros de la España resistente (Gotteri, 1991, p. 189). Persuadida por el ministro Urquijo, a pesar de que el esposo militaba en el bando patriótico, creyó que el sacrificio

18 “Mde. Ariza [...] is a daughter of the Duque de Hijar and sister of the Duque de Alliaga. She is widow of the Duque de Berwick, now married tho the Marqués de Ariza. Her son, an infant, is Duque de Berwick, and heir to a great portion of the mayorazgo of the D. of Alba. Mde. A. has been pretty, but her bad health and extreme thinness has destroyed her beauty; she sprightly, and possesses small talk of a better sort than Spanish women” (Holland, 1910, p. 102).

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas era necesario para salvar los cuantiosos bienes de su hijo: “Madame la marquise d’Arissa, pour sauver l’énorme fortune de son fils, le duc de Berwick. Encore son mari qui sert comme général parmi les rebelles, n’est ni revenu ni dispose à rentrer” (Gotteri, 1991, p. 187). Las razones de su compromiso con las nuevas autoridades estaban claras, incluso para los propios franceses.

Un certain nombre de grands noms, parmi les femmes surtout, sont restés à Séville. On cite la marquise d’Arissa, veuve en premières noces du duc de Berwick. Son nouveau mari, très peu riche, est sur la liste des confisqués, mais point elle. Le fils qu’elle a de son premier mari, est, après la maison de Médina Coeli [sic], le plus riche seigneur de l’Espagne. Le roi, à la sollicitation de M. Urquijo, a rendu tous ses biens à cette famille (Gotteri, 1991, p. 179).

Después, se instaló en Madrid y fue nombrada dama de la reina Julia, cargo que no llegó a ejercer pues la esposa de José I nunca vino a España (Ramírez de Villa- Urrutia, 1911, p. 283). Allí frecuentó la corte y, tras la guerra, se vio obligada a partir al destierro en Francia19. Murió en 1818 en Florencia sin haber podido conseguir el perdón de Fernando VII, aunque su esposo ocupaba un alto puesto en la servidumbre palatina20.

De todas maneras, si hasta ahora hemos visto algunas mujeres, cuyo afrancesamiento entremezcla el motivo familiar con un componente ideológico, cultural o económico, hubo otras, cuyas vidas estuvieron marcadas estrictamente por el bando que escogieron sus allegados, como ya hemos comentado. Así lo hicieron constar en algunos escritos en los que trataban de disculpar su conducta. No obstante, algunas de estas declaraciones hay que tomarlas con cautela, pues se hicieron por el deseo de justificarse en los procesos de purificación a los que se vieron sometidas para seguir disfrutando de las pensiones de viudedad u orfandad a las que creían que tenían derecho, para evitar la proscripción o para tratar de conseguir el permiso para volver a España, en los años posteriores a la guerra. Los testimonios, fueron cambiando al avanzar la 92 contienda. Si para la condesa de Merlin era lógico que su madre huyera con su tío, el general O’Farrill, que arrastraba tras de sí, con su adhesión a José Bonaparte en agosto de 1808, a toda su familia hacia el norte de España, sin embargo, otras mujeres, al verse aisladas, no actuaron de la misma manera respecto al compromiso de sus maridos. Ante su ausencia, se encontraron con el dilema de si debían o no empaquetar sus cosas y marcharse hacia el norte de España. Al optar por quedarse en la capital, intentaron desmarcarse de la conducta de sus parientes en aquel confuso otoño al inicio de la guerra.

María Josefa Alegría, cónyuge del ministro Azanza, se justificaba desde Madrid, donde permanecía, mientras su marido había huido junto a José Bonaparte, respecto al embargo del patrimonio que poseía en Granada decretado por la Junta Central en octubre de 1808. La esposa, a través de su apoderado en Granada -donde residía el matrimonio

19 Durante su exilio, Leandro Fernández de Moratín le dedicó un poema titulado «Cántico á nombre de unas niñas españolas de familia refugiada en Francia, con motivo de una peligros enfermedad de la marquesa de Ariza», que hace referencia al destierro que sufría: “[...] ¡Ay! No perezca la estimable vida / De la que fué nuestro comun consuelo / En la no merecida / Constante desventura / que á nuestros padres á morir condena / En peregrino suelo, / Y á nosotras con ellos, desdichadas / Ella fue nuestro amparo; ella serena / Benigna, generosa / Lágrimas tantas veces derramadas; / En su favor nuestra niñez reposa. [...]” (Fernández de Moratín, 1944, t. II, p. 608). 20 Su esposo, el marqués de Ariza había sido nombrado sumiller de corps, cargo que mantuvo desde 1808 hasta 1820, en que murió (Moral, 2005, p. 66).

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas antes de que Miguel José Azanza fuera nombrado ministro por Fernando VII-, reclamaba ante las autoridades, separada del “desgraciado [de] su marido si es que vive y no ha sido victima de los enemigos al fugarse con ellos”21. Por eso no entendía el delito que se le imputaba, alegando que no había tenido parte en los manejos de su esposo y que, además, a consecuencia de su comportamiento se veía en “la mas dura situacion despojada de su Casa, bienes, e intereses, siendo notorio que casi todo el caudal de su Casa era suyo” con lo cual creía que éste “deve ser exento de la confiscacion, o embargo por que en nada ha pecado, ni le alcanza el que su marido haya podido haber cometido”22. Por tanto, ella intentaba desmarcarse de la conducta de Azanza, en tanto que se reafirmaba en que nada había hecho para que se le confiscaran sus bienes, que además eran privativos en su mayor parte, afirmando que:

quedó en esta ciudad [Granada] con su anciana Madre y que mui posterior estando su marido en Madrid, y por las ordenes de este que devia Benerar, se puso en marcha para la Corte con su madre donde llegaron en las criticas circunstancias de levantarse en masa todas las Provincias contra la tirania y ocupacion del Gobierno Frances, cuya retardacion de movimto. del Reyno causó el castrofe tan fatal qe ha padecido dha Sra. sin haverse reunido a su marido, ni seguidolo23.

Tras la conquista de Madrid en diciembre de 1808, Josefa Alegría se reunió con su esposo y ya no tuvo dudas sobre la opción a tomar. A partir de ese momento se comportó como una verdadera afrancesada. Frecuentó la corte y se relacionó con las esposas de otros ministros. Acompañó a Azanza a París cuando éste fue designado para negociar ante Napoleón la segregación de las provincias situadas al norte del Ebro24. Tras la retirada napoleónica de España, se exilió con su marido, instalándose ambos en Burdeos.

En el mismo sentido, Francisca de Paula Benavides, duquesa de Frías trataba de 93 desmarcarse de la actitud de su esposo y demostrar su independencia en las excepcionales circunstancias del año 1808. El duque, uno de los pocos aristócratas entusiastas del nuevo rey, había huido en el séquito de José Bonaparte. La duquesa reclamó ante la Junta Central la intervención de sus bienes por orden del Consejo de Castilla:

Atribulada, Señor, de un modo inesplicable por el tropel de desgracias que la abisman, é incapaz por si misma de merecerlas, desfallece ya casi su espíritu y alienta apenas para desahogar sus quejas [...] porque son por desgracia demasiado notorias [...] Las acciones, (se decia a si misma) pueden no ser todo lo que aparecen, mas aun quando lo fueran las agenas ¿porqué al frente de las malas no han de relevarse las buenas propias y, porqué una Madre ilustre por su cuna, y mucho mas por la nobleza de los sentimientos de su alma, y unos hijos inocentes y leales has de recelar siquiera que puedan empañar su acendrado

21 ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (en adelante AHN), Estado, Leg. 53, A, Doc. 35, Junta Central Suprema Gubernativa del Reino, Sección de Gracia y Justicia. Expedientes personales formados por el Tribunal de Seguridad Pública y la Junta de Represalias y Confiscaciones, “Confiscación y venta de los bienes de Azanza”, noviembre de 1808. 22 AHN, Ibidem. 23 AHN, Ibidem. 24 “M. Assensa part le 27 pour Paris, sa femme l’accompagne; elle est âgée, ne sait pas le français” (Gotteri, 1991, p. 205).

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honor las manchas...? Tolere V. M. que suspenda la pluma su curso, subrogandose para ello en el lugar en que me constituyen mis sentimientos25.

Embargo que consideraba a todas luces injusto, porque ella y, sobre todo, sus hijos habían demostrado públicamente su adhesión la bando patriótico, tal y como justificaba en su escrito:

La Exponente ha dado en todas ocasiones las mas relevantes pruebas de su respeto á las autoridades del Reyno, y desea seguramente darlas en el dia si puede ser mas relevantes que nunca [...] sus circunstancias personales y la fidelidad y el mérito de sus hijos ofrecen toda la seguridad de que observará las reglas que se la prescriban para governar su casa como Administradora de la misma. ¿Será Señor por ventura la Exponente tan desgraciada, que se presuma, ni aun remotamente, mal contra la pureza de sus sentimientos? ¿ó lo seran tanto sus hijos que se puedan avanzar contra ellos las presunciones?26.

Después de enumerar las acciones militares de tres de sus hijos, alistados en el ejército español, continuaba:

Ni la Exponente ni sus hijos han faltado, Señor, ni pueden faltar jamas á lo que deben al suelo en que nacieron, y al honor que heredaron de una serie interminable de ascendientes muertos en el campo de la gloria, en defensa de la Religion y de sus Soberanos, y sería muy doloroso que quando estan con las armas en la mano por la redencion del mejor y mas atribulado de que han ocupado el Trono Español y quando aun imaginada la desgracia que los atribula, es ella suficiente para empeñarlos al generoso desprecio de sus vidas, se viesen ellos y su Madre en el triste estado á que puede reducirlos la Intervencion y demas actas consiguientes á ella27. 94 Pero ni el Consejo ni la Junta, aun conscientes de que la duquesa y sus hijos nada tenían que ver en “las sospechas contra el duque” podían dejar de considerar la conducta de éste, que se había comportado públicamente como uno de los más adictos a José Bonaparte y uno de “los pocos que abrazaron el mal partido”. El Consejo de Castilla ratificó la administración judicial que trataba de evitar la ocultación del patrimonio ducal, aunque se solidarizaba con la duquesa:

Conocen muy bien los Expontes. quan sensible debe ser á la Duquesa este paso sobre los muchos qe. necesarimte. tendrán compungido su Espiritu y quebrantado su Corazon, y modo de pensar diametralmente opuesto al del Duque su marido en las actuales circunstancias [...] Su conducta y clase y los servicios qe. actualmte. hacen sus hijos con honor, desaprobando del modo que pueden la conducta de su Padre, son tambien cosas muy dignas de atencion28.

La duquesa de Frías fue sometida a un proceso de depuración, tras la Guerra de la

25 AHN, Consejos, Leg. 5.521, Exp. 47, “Expediente sobre la solicitud hecha por la duquesa de Frías y de Uceda, en su nombre y en el de sus hijos menores, en la que solicita se le redima de la intervención que había acordado el Consejo y se la permita administrar sus estados”. Octubre de 1808. 26 AHN, Ibidem. 27 AHN, Ibidem. 28 AHN, Ibidem.

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Independencia, del que salió airosa, recuperando su puesto palatino en 181729. Aparentemente, llevó una vida retirada en Madrid, donde permaneció durante todo el conflicto bélico, aunque los patriotas de Cádiz la señalaron como afrancesada30. Su esposo fue uno de los más estrechos colaboradores de José I, desde la embajada de España en París, donde falleció en 1810.

Más adelante, al finalizar la guerra, al verse solas y abandonadas, comportamientos similares a los ya vistos, fueron numerosos. Muchas mujeres se desvincularon de la actitud de sus compañeros varones con la pretensión desesperada de recuperar sus bienes, distraer la ira popular y evitar que recayera una sentencia desfavorable en los procesos contra sus allegados o contra ellas. En suma, intentaron decididamente que no se las tachase públicamente de afrancesadas. Para ello, no solo había que desmarcarse de la colaboración con el gobierno de José Bonaparte, sino demostrar en lo posible una conducta política a favor del bando patriótico.

Según las informaciones suministradas por el cura de la parroquia de San Luis en Madrid, Rosario Cepeda, viuda del militar Pedro Miguel de Gorostiza, cuyos hijos se habían adherido al bando del rey José I, había demostrado una conducta política constante a favor del bando patriótico. No obstante, el sacerdote iba más allá, manifestando que se había mostrado públicamente como una verdadera absolutista. La consternación que le había causado la conducta de sus hijos la había llevado a enfermar31.

Esta feligresa, sin embargo que tiene dos hijos que se hicieron del partido francés, y se pasaron al servicio del Rey intruso; se mantuvo siempre firme por la buena causa, con su opinión de Realista, tanto que de la pesadumbre de ver a sus hijos tan mal empleados accidentó y enfermó: digo Realista y no Patriota que algunos dirigen esta voz al republicanismo32. 95 También fue el caso de María Antonia Moyúa -viuda del ministro de marina de José I, José de Mazarredo- que, tras un breve exilio en París en 1813, había vuelto a residir en Bilbao (Barbastro, 1993, p. 32). En 1818, para poder percibir la pensión a la que creía tener derecho como viuda de un teniente general de la Armada, tuvo que someterse al inevitable proceso de purificación. En su solicitud, María Antonia afirmaba:

sin embargo de que fuese la tuvo por conveniente su difunto marido y que la propia exponente jamás tuvo la menor parte en sus sentimientos y operaciones, tanto por no ser peculiares á su sexo y estado, quanto por no haberse mezclado

29 ARCHIVO GENERAL DE PALACIO, Sección Personal, Caja 16.929, Exp. 26, “Expediente de la duquesa viuda de Frías, dama de la reina”. 30 “Madrid, 14 de marzo: Todos los franceses y afrancesados estan aquí muy cabizbajos; venden quanto tienen, y con los comboyes numerosos (que salen con freqüencia) marchan muchos sugetos y sugetas; lo han verificado ya las damas favoritas de Pepillo: van con ellas la de Ariza, Frias, Xaruco, y muchas modistas, &c.” (El Conciso, nº. 27, 27 de abril de 1812, p. 5). 31 Sus tres hijos tuvieron que emigrar a Francia por su implicación con el gobierno de José Bonaparte. Pedro Angel Gorostiza, asistente del Consejo de Estado, Francisco Javier, coronel de infantería y Manuel Eduardo -conocido escritor y, después, político en México donde emigró después del Trienio Liberal-, capitán de infantería y ayudante de campo del general Hugo (López Tabar, 2001, pp. 80 y 83). 32 ARCHIVO HISTÓRICO DE LA VILLA DE MADRID, Corregimiento, Exp. 1-64-43, “Informe del párroco de San Luis sobre la conducta política de Rosario Cepeda”, 22 de abril de 1814.

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nunca en semejantes materias, antes por el contrario en todas ocasiones, aunque conciliando sus deberes con las disposiciones del citado su esposo, mantuvo una adhesion y respeto decidido á favor de su legitimo Soberano33.

En las informaciones de los testigos, se demostraba el intachable comportamiento que la viuda había demostrado:

la conducta mas apreciable y sentimientos llenos de religion y pureza de costumbres, manifestando a cuantos, como el testigo la trataban, su natural y sincero candor; sin que jamás la huviere visto ni oydo el que declara accion ni palabra que desdijese de su carácter pundoroso, ni menos concerniente a materias ni opiniones estatisticas [sic], deviendo asegurar en obsequio a la verdad que nunca la vio mezclarse en conversaciones del gobierno, ni en los asuntos peculiares a su difunto marido, sino siempre la vio dedicada a cumplir los deveres de su sexo y estado34.

Otro de los testigos, asimismo, declaraba que respecto a «los asuntos particulares opinion y gestiones politicas del difunto Exmo. Sor.», su esposa

nunca tuvo parte ni se mezcló; antes si con la mayor paciencia sostuvo su inalterable conformidad con lo que aquel Sor disponia en orden a su establecimiento en la sociedad; tratando solo en las materias propias de su sexo y estado, anelando siempre por lo mejór a sus buenos sentimientos35.

En los años posteriores a la Guerra de la Independencia, las depuraciones estuvieron a la orden del día y entre ellas aparecen solicitudes de esposas, madres, hijas y hermanas que debieron justificar su conducta política. Estas mujeres negaron sistemáticamente, como es lógico, su vinculación con los afrancesados y argumentaron la necesidad de seguir a sus familiares. Cuando no había ocurrido así, eran la 96 enfermedad, la paciencia y la resignación cristianas, las razones que les habían hecho sobrellevar una conducta contra la que les resultaba muy difícil sublevarse por su condición de mujeres. La guerra condicionó muchas actitudes y la represión fernandina obligó a justificar lo que, en definitiva, en muchos casos únicamente se trató de una cuestión de mera supervivencia ante una situación extraordinaria de crisis de toda la sociedad española.

Unas notas finales

Este trabajo se ha limitado a dar visibilidad a algunas mujeres que se mostraron partidarias del «intruso». Sin embargo, los datos apuntan que el fenómeno no fue, ni mucho menos, un asunto que concerniera únicamente a las élites. En este aspecto hay que considerar varias cuestiones que se expondrán brevemente a continuación.

Un primer punto a considerar es la voz femenina ante el fenómeno del afrancesamiento. Las afrancesadas, al contrario que las patriotas, salieron pocas veces en

33 ARCHIVO DEL MUSEO NAVAL DE MADRID (en adelante AMN), Colección Mazarredo, Ms. 2.354, “Información practicada á instancia de la Excma. Sra. viuda del General de la Rl. Armada Dn. José de Mazarredo, para justificar su conducta en tiempo del Gobierno intruso”, fols. 192-192v. 34 AMN, Ibidem, fols. 195-195v. 35 AMN, Ibidem, fol. 194v.

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas defensa de sus posturas y cuando lo hicieron fue, en parte, para contrarrestar las acusaciones de que fueron objeto. Cuando esto ocurrió, utilizaron muy escasamente la tribuna pública. En la Gazeta de Madrid de 2 de junio de 1812, una señora daba la réplica al artículo, atribuido a José Marchena, de 21 de febrero de 1810, sobre la participación de las mujeres en la insurrección. Prudencia Paz, seudónimo sin duda, de la ¿autora? del texto, trataba de exculpar a las mujeres de la acusación de ser las que se habían puesto al frente de la insurrección. Lo esencial del escrito, además de ser un alegato a la educación femenina -preocupación típicamente ilustrada que recogieron los afrancesados-, es que la articulista consideraba que los motivos por los que las españolas se mostraban como defensoras tan decididas de la causa patriótica obedecían a razones culturales y sociales: las mujeres estaban encerradas en el espacio doméstico, carentes de educación y mediatizadas por las consignas del clero, por lo que no estaban en condiciones de poder comprender las ventajas que ofrecía el gobierno de José Bonaparte, que buscaba la felicidad de todos los españoles. No obstante, ella y otras como ella, habían rectificado en sus juicios:

Nosotras conocemos ya, y ellos [los hombres] no lo conocen todavía, que el mal que hacemos es contra nosotros mismos, y que si el valor aconseja la resistencia, la prudencia lo gradúa de temerario arrojo quando no se sabe obedecer á la lei de la necesidad. Mientras creimos las patrañas que forjaron los hombres para perdernos y perderse, pensamos como ellos, y acaloramos sus pasiones; pero luego que hemos visto por nuestros ojos que lo que ellos nos pintaban como insoportable tiranía es verdadera felicidad, y que los males que nos anunciaban no son otros que los que ellos nos causan con su obstinacion, hemos depuesto nuestro encono, y solo deseamos que los hombres nos den la tranquilidad á que naturalmente aspira nuestro sexô36.

En el ámbito estrictamente privado también aparecen algunos ejemplos. Hubo mujeres que creyeron que la solución que ofrecía el gobierno de José Bonaparte podía 97 ser una alternativa viable. El general Lejeune en sus Memorias, cuenta una anécdota que le sucedió en Cáceres, cuando era prisionero de unos guerrilleros que le creían sobrino de José I y que le custodiaban para entregarlo a los ingleses. Una mujer llamada Mariquita, en cuya casa se alojaba, le ofreció la oportunidad de escapar: “cette bonne femme conçut en secret le désir de me reconduire auprès du roi Pepe, dont elle exaltait la bonté, la générosité” (Lejeune, 1895, p. 117). Parece sumamente extraño que una mujer en Extremadura, en la zona resistente, alabase de esa manera al monarca y estuviera dispuesta a arriesgarse para liberar a un supuesto pariente. Fuera anómalo o no este comportamiento, que puede atribuirse, sin duda, a rasgo de humanidad con un prisionero francés, lo cierto es que las fuentes francesas están plagadas de anécdotas en las que se muestra como las españolas miraban con simpatía a los jóvenes militares napoleónicos o, por lo menos, eso es lo que comentan ellos. El oficial de farmacia Sebastien de Blaze, por ejemplo, durante su periplo como prisionero desde Madrid hasta los pontones de Cádiz, comenta en sus Memorias que al verles en tal situación, enfermos, desdichados y medio desnudos, las mujeres exclamaban: “Jesús, que lástima, y qué guapos son”, lo que halagaba su vanidad (Blaze de Bury, 2008, p. 74).

Un segundo aspecto a considerar es la cuestión de la convivencia. Durante los seis años de la guerra una parte importante del territorio peninsular estuvo ocupado por

36 Gazeta de Madrid, nº. 154, 2 de junio de 1812, p. 624.

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas el ejército francés. En estas zonas, sobre todo, en las ciudades sometidas, la población civil se acostumbró a su presencia en las calles donde, frecuentemente, veían desfilar a los soldados a golpe de tambores y cornetas. Además, lugares públicos como paseos, teatros, fiestas, tiendas, cafés y tabernas se inundaron de militares que disfrutaban del tiempo libre entre batalla y batalla. También los ámbitos privados, como tertulias y salones en los que se reunían las capas altas y medias de la población, fueron frecuentados por oficiales franceses que acudían a divertirse y a relacionarse con la sociedad española, tratando de evadirse de la soledad de permanecer en un país extranjero, donde eran conscientes de que no habían sido bien recibidos. Alcalá Galiano en sus Memorias, al mismo tiempo que se refería al peligro que suponía para las mujeres que las tachasen de afrancesadas, hablaba de la sociabilidad entre las españolas y los militares franceses en las zonas ocupadas.

Pero mis primas tenían algo más en su abono que su presencia, pues eran finas cuanto cabe serlo en señoras criadas en provincia y de no poca lectura. Sucedía también que, habiendo estado en Medina Sidonia por espacio de más de dos años y medio tropas francesas del ejército que bloqueaba a Cádiz, mis parientas habían tenido mucho trato con los oficiales, por lo cual pasaban por afrancesadas, acusación en aquellos días no poco peligrosa, en particular para las del sexo femenino. La verdad era que estaban prendadísimas de los franceses, a punto de mirar con disgusto a sus paisanos; pero yo hube de agradarles en extremo, pues aún siendo nada galán, circunstancia que importa poco en quien no se les presentaba como amante o pretendiente a tal título, aparecía a sus ojos vivo, bien criado, instruido, hablador, poseyendo bien el idioma francés; en suma, según me decían, con más cosas semejantes a los extranjeros, a quienes echaban de menos, que a lo común de los españoles (Alcalá Galiano, 1955, t. I, cap. XXII).

Igualmente otros espacios se vieron determinados por esta presencia. El 98 alojamiento de los ejércitos obligó a los habitantes de las ciudades y pueblos conquistados, en muchas más ocasiones de las que ellos quisieron, a abrir sus viviendas a los militares del ejército invasor. Esta estancia de franceses en casas particulares, obligó a redefinir muchas relaciones sociales y, en este caso, especialmente las señoras, sobre las que recaía el cuidado del ámbito doméstico, debieron adaptarse a la aparición del enemigo en sus propias casas. En tales ocasiones, el colaboracionismo fue una cuestión de supervivencia pero también produjo una necesaria convivencia. Muchas mujeres, cuya vida cambió radicalmente por la guerra, debieron acomodarse, con mayor o menor agrado, a esta nueva situación. En este aspecto, los testimonios de esta convivencia son numerosos y variopintos, a pesar de que son olvidados sistemáticamente a favor de los casos de saqueo y violencia de franceses contra españoles. La condesa de Merlin relata como su tía, Manuela Cárdenas, esposa del general Mendinueta, que estaba preso en Francia por haberse negado a jurar a José I, tenía sentimientos encontrados ante esta situación:

mi tia, como en general los españoles, al paso que odiaba el ejército francés, su gobierno y su agresión, se aficionaba á los militares aislados que la suerte enviaba bajo su techo; y era cosa curioso observar á mi tia cuando queria darse un aire de rencor hablando de su huésped, su natural bondad se veía aparecer, á pesar suyo, y casi descubrir á cada momento su afecto hácia él (Merlin, 1853, t. I, p. 216).

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La señora Mendinueta cuyo “odio a los franceses era entonces mas ardiente”, a la vez que amonestaba a sus sobrinas “sobre los peligros á que nos esponía nuestro contacto con aquella nación de réprobos”, se exaltaba al oírles hablar de política y de que adquiriesen las nuevas ideas (Merlin, 1853, t. I, p. 215). A pesar de tener en su casa alojado a un oficial francés al que había tomado cariño, sin embargo, evitaba la confraternización con ellos37. Sus palabras ratificaban su conducta: “yo me guardaré muy bien de ir á meterme entre esa nube de regeneradores” (Merlin, 1853, t. I, p. 216).

Pero quizá una de los temas sobre el que menos se ha hablado de la convivencia entre franceses y españolas y que, en estos momentos, resulta imposible de cuantificar es la existencia de matrimonios mixtos. En la novela Sor Inés del religioso valenciano Vicente Martínez Colomer, publicada en 1815, aparece una de las muestras más patentes de la relación entre los militares galos y las españolas38. Aquí el caso es más curioso todavía, pues la unión conyugal aparece como una solución de cara al futuro para las monjas recién salidas de los conventos después de las exclaustraciones masivas promovidas por los franceses.

También yo en otro tiempo, dijo una de aquellas damas sentándose a mi lado, me llamaba Sor Juana de la transfiguración, y ahora me hallo esposa de un capitán de caballería. Aquella que ve vmd. arrimada al bufete estaba en el mismo convento que yo; aquellas dos que están hablando a solas eran de otra religión: y todas se ven casadas ya con otros tantos oficiales. Ya no hay velos, señorita, ya no hay tocas, ya no hay rejas: poder amar y ser libres, estos son los beneficios inestimables que debemos a la Ilustración de nuestros tiempos. Disfrutémolos, bella señorita, aplique vmd. esos graciosos labios a la copa de placer, gústelo vmd. una vez, y verá qué diferencia de vida a vida. Si cuando estábamos encaprichadas en los rancios principios de una educación mezquina; si cuando no había para nosotras más mundo que el breve recinto del claustro; si cuando nos creíamos obligadas a la observancia religiosa de los votos, hubiéramos 99 tenido un pensamiento no mas que empañara la pureza de nuestro corazón, habríamos cometido un enorme sacrilegio: mas libres ya de carga tan enojosa, ¿qué estado podemos abrazar con más gusto que el del matrimonio? Y mayormente vmd., a quien se le presenta un enlace tan ventajoso como un coronel joven y gallardo, de una casa distinguida, muy estimado del emperador, y en proporción de hacer la más brillante fortuna, cual es la que corresponde a la alteza de los méritos de vmd. (Martínez Colomer, 1815, pp. 78-79).

La protagonista de sor Inés, novela de contenido moralizante, resistió valientemente a las propuestas de matrimonio del coronel francés Alexio Perier, a pesar de que solo si accedía, sus padres serían liberados de la prisión en la que se encontraban. Estos hechos reflejados por el padre Martínez Colomer, pudieron darse ocasionalmente

37 El artículo de la Gazeta de Madrid antes citado se refería a como las mujeres habían acogido a los franceses en sus casas, a los que trataban cortésmente y les tomaban cariño: “nosotras sabemos cumplir con los sagrados deberes de la hospitalidad; y aun aquellas mismas que los hombres han prevenido contra los franceses, tratan con humanidad á sus huespedes, disculpando su noble inconsecuencia con decir que aquel es el único bueno” (Gazeta de Madrid, nº. 154, 2 de junio de 1812, p. 624). 38 Esta novela es un “buen ejemplo de alegato religioso, de apología pasional de la vida conventual y de respuesta aguerrida a la exhibición racionalista y laica de los tiempos modernos, la defensa a ultranza de un modelo de país católico, de Estado basado en los principios de la religión y de la conciencia configurada a medida de las instituciones piadosas” (Rodrigo, 2008, p. 344). Agradezco al profesor Ricardo Rodrigo Mancho de la Universidad de Valencia que me haya proporcionado la novela.

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas en la Valencia ocupada por el general Suchet. La condesa de Merlin, con su romanticismo característico, también se hace eco de estos casamientos, lo cual indica que quizás fueran más frecuentes de lo que, en principio, pudiera suponerse:

En cuanto había un intermedio de dos batallas, los proyectos de matrimonio se despertaban nuevamente en el corazon de los militares franceses. No habia muchacha bonita ó bien nacida, que no fuese un objeto de deseo, de amor ó de esperanza para ellos. Era muy curioso, y aun podría decir interesante, observar aquel instinto que los guiaba en busca de los placeres del matrimonio, en medio de los campamentos, y cómo formaban para lo venidero planes de felicidad doméstica en vísperas de morir, y todo esto con un regocijo, un abandono y un desinterés sin igual (Merlin, 1853, t. I, p. 234).

Tampoco se puede olvidar el grado de violencia que se produjo contra las señoras que optaron, por las circunstancias que fueran, por el bando afrancesado, tanto durante los años de la guerra como después de finalizada la contienda. Hay testimonios que reflejan que los dos bandos enemigos no dudaron en utilizar a las mujeres como rehenes para el canje de prisioneros. Los secuestros, aunque apenas hay datos sobre ellos, debieron ser más comunes de los que las fuentes traslucen. A este respecto nos vamos a referir a dos ejemplos que tuvieron cierta notoriedad en la época. El primero de ellos es la historia de Carlota de Aranza, uno de los más conocidos, que inspiró, incluso, un cuadro del pintor Louis François Lejeune y que aparece en fuentes importantes como la Historia del conde de Toreno o las Memorias de Espoz y Mina39. También la condesa de Merlin, se basó en este caso para insertar en sus Memorias un breve cuento novelando el hecho40. Carlota -hija del consejero de Estado, Blas de Aranza-, había contraído matrimonio con un francés, el secretario particular de José Bonaparte, Jean Deslandes. Cuando se dirigía a Francia con su marido en un convoy francés, éste fue atacado por la guerrilla de Espoz y Mina. Deslandes trató de defender a su esposa pero fue apuñalado por los guerrilleros y ella quedó retenida por éstos. Tras el suceso, se entablaron 100 negociaciones entre ambos contendientes, que finalizaron con el resultado de la liberación de la madre de Mina, que estaba en poder de los franceses. El conde Toreno relató la historia destacando la humanidad de los guerrilleros:

Era el convoy muy considerable; escoltábanle 2.000 hombres, llevaba muchos prisioneros españoles, y caminaba con él á Francia M. Deslandes, secretario de gabinete del rey intruso, y portador de correspondencia importante. Al descubrir el convoy y tras la primera descarga, cerraron los españoles bayoneta calada con la columna enemiga, y punzáronla ántes de que volviese de la primera sorpresa. Duró el combate sólo una hora, destrozados los enemigos y acosados de todos lados: 600 de ellos quedaron tendidos en el campo, 150 prisioneros, y se cogió rico botín y dos banderas. Parte de la retaguardia pudo ciar precipitadamente, protegida por los fuegos del castillo de Araban; M.

39 El cuadro se titula “Attaque du grand convoi ramenant les dames de la cour du roi Joseph en France par les guerilleros du général Mina dans le défilé de Salinas en Biscaye conduisant au col d’Arlabon, pendant la marche de Vittoria à Bayonne, le 25 mai 1812“, obra de Louis François Lejeune (1775-1848), depositado en el Châteaux de Versailles et de Trianon. 40 La condesa de Merlin atribuyó el viaje a la decisión del marido de alejar a Carlota de Madrid, debido a un problema de infidelidad por parte de ella y que, además, estaba embarazada (Merlin, 1853, t. II, pp. 5- 35). Otras fuentes, más rigurosas, se refieren a que Deslandes partió con la misión de entregar varias cartas de José I dirigidas a Napoleón, en las que amenazaba con la abdicación si, finalmente, se producía la desmembración de España que proyectaba el emperador. (Mercader, 1971, pp. 290-293).

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Deslandes, al querer salvarse saliendo de su coche, cayó muerto de un sablazo que le dio el subteniente don Leon Mayo. Su esposa doña Carlota Aranza fué respetada, con otras damas que allí iban. Cinco niños, de quienes se ignoraban los padres, enviólos Mina á Vitoria, diciendo en su parte al Gobierno: «Estos angelitos, víctimas inocentes en los primeros pasos de su vida, han merecido de mi division todos los sentimientos de compasion y cariño que dictan la religion, la humanidad, edad tan tierna y suerte tan desventurada... Los niños, por su candor tienen sobre mi alma el mayor ascendiente, y son la única fuerza que imprime y amolda el corazon guerrero de Cruchaga» Expresiones que no pintan á los partidarios españoles tan hoscos y fieros como algunos han querido delinearlos (Toreno, 2008, p. 1.095).

No todos los guerrilleros se comportaban como pretendía el conde de Toreno, al disculpar la conducta de Espoz y Mina. Las atrocidades y crueldades contra las mujeres durante el conflicto bélico, tanto a manos de franceses como de españoles, llegaron a límites tan extraordinarios que asombraban a todos, aun cuando la misma barbarie había terminado por insensibilizar las mentes de los que diariamente escuchaban este tipo de relatos. El comisario Lagarde, en sus misivas al emperador, daba cuenta de un hecho ocurrido cerca de Mondragón, donde unas mujeres fueron masacradas por los guerrilleros por el expeditivo medio de atarles unos cartuchos de pólvora al pecho que hicieron explotar41.

El otro episodio, el secuestro de la marquesa de Guardia Real, también constituyó un caso notorio que apareció reflejado en los periódicos de Cádiz. El relato más completo lo proporcionó Luis Bassecourt, uno de los protagonistas. La historia es la siguiente: la esposa de éste último y hermana del poeta Arriaza, María de las Nieves Arriaza y Superviela, había permanecido en Madrid -con una hija pequeña a su cargo, fruto de un matrimonio anterior pues su excesiva obesidad le había imposibilitado la huida-, aun cuando su marido, de origen francés, capitán del regimiento de Guardias 101 Walonas, se había incorporado al ejército español, pese a que “intentaron los satélites de Bonaparte ganarme con sus armas seductoras” (Bassecourt, 1811, p. 3). Recluida en un convento en mayo de 1810, como otras muchas mujeres, cuyos familiares se habían adherido a la causa patriótica, fue inducida a que escribiera a su cónyuge para que desertase y se uniese a las banderas de José Bonaparte, propuesta que él había vuelto a rechazar. La partida de Francisco Abad en La Mancha, ofreció a Bassecourt, que mandaba con el grado de general unas tropas en Valencia, la oportunidad de liberarla. La marquesa de Guardia Real, María Dolores Navarrete, embarazada, viajaba con su hijo pequeño rumbo a Andalucía para reunirse con su familia (Bassecourt, 1811, p. 6). Su marido, el marqués, se había adscrito a la causa francesa y era uno de los jefes de la Milicia cívica madrileña. Interceptada camino de Córdoba, fue retenida por los guerrilleros que, enseguida, informaron al militar del hecho y la pusieron a su disposición. Al conocer las circunstancias no pudo más que opinar que “me parece justo usar con la Marquesa el derecho de represalia” (Bassecourt, 1811, p. 14). Al mismo tiempo, al conocerse en Madrid, la noticia del cautiverio de María Dolores Navarrete, los afrancesados difundieron que “había dicho á su marido [el marqués de Guardia Real], el Rey intruso, que la suerte que ella [María de las Nieves] experimentase, experimentaría

41 “Les brigands ont exercé sur ce qui est tombé dans leurs mains des atrocités inouïes, même en Espagne. Outre beaucoup de blessés, cinquante au moins des nôtres ont été trouvés massacrés sur le chemin, entre autres quatre à cinq femmes françaises sur le sein desquelles on avait fait sauter des paquets de cartouches. On avait coupé la tête à un enfant de deux ans et demi à côté de sa mère” (Gotteri, 1991, p. 374).

“Mis señoras las traidoras” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Elisa Martín-Vadepeñas la marquesa”. En esta situación, María Dolores -sobre la que los guerrilleros opinaban que era “una Señora jóven y afligida, inculpable, tal vez, en la conducta y porte de su marido, que dexó en Madrid” (Bassecourt, 1811, p. 12)-, escribió al general renegando de los franceses:

mi delito será la desgracia de la esposa del Señor General Bassecourt, esto es, yo seré criminal porque esta Señora ha sido infeliz primero; los franceses emplean todos los medios, aunque sean los mas rateros y viles; los españoles no conocen sino los que conoce el derecho de la guerra, y aprueba el honor, y este creo que no aprueba que se haga mérito de las mugeres. La generosa humildad de V. E. es demasiado grande, para que dexe esperar el consuelo de una muger afligida, sola, sin conocimientos ni socorros, agobiada por el tropel de malos ratos que ha sufrido, embarazada, y con un niño en su compañía de año y medio, y sin quien la asista y la consuele quando llegue el parto. Tal vez, Señor, se hace mérito para la guerra del sexô debil, podria mi libertad preparar la de la esposa de V. E.; pero yo, Señor Excmo., no quiero deber mi libertad sino á su piadosa generosidad; en esta fundo toda mi confianza (Bassecourt, 1811, p. 13).

Tras entablarse las conversaciones -en medio de una rocambolesca historia en la que el negociador del ejército español, se pasó al bando francés, llevándose el dinero del regimiento-, se llegó a un acuerdo por escrito con las condiciones del canje de las prisioneras, que suponía un alto el fuego por ambas partes durante tres días. La liberación de las señoras se produjo en las inmediaciones de Tarancón, provincia de Cuenca (Bassecourt, 1811, p. 7).

Por otra parte, el decreto de 30 de mayo de 1814, como se ha visto, proscribía también a las esposas de los afrancesados. La violencia fue, en mayor medida, contra las que quedaron en España. La persecución contra María de Therán, esposa del consejero de Estado, Francisco Amorós, conminada a abandonar Madrid, donde residía, fue uno de 102 los motivos para que el marido publicase en Francia un folleto en su defensa, rápidamente replicado por el fraile Manuel Martínez, donde la señora en cuestión y, por extensión, el resto de mujeres afrancesadas aparecían cargadas de insultos:

Pero “¿qué motivos le autorizaban para tanta fiereza», pregunta su digno esposo?... ¿El que sea muger de D. Francisco Amorós? Ni mas ni menos, y no nos metamos en mas honduras. En buena política, y en una crísis de facciones qual nos la figura el Señor Consejero, sobrado motivo era este para mandar salir á mi señora la Consejera. Porque conviene saber que nuestras famosas damas y esposas de los famosos no eran por cierto unas mugeres meramente encerradas en sus harenes, y que no tomaran parte en los negocios publicos, no. Eran tambien predicantas; hacian un papel brillantisimo: y asi, pues, no vimos los milagros de que se santificaran los varones infieles por la muger fiel; y sí antes bien muchos buenazos Adanes se perdieron seducidos por las ambiciosas insinuaciones de sus Evas pervertidoras. No eran nuestras filósofas unas mamelucas de puro pasto, ó unas árabes pasivas; y sí bulliciosas, parleras, politiqueantes (Martínez, 1815, pp. 19-20).

Otro ejemplo fue el de la marquesa de Arneva, que sufrió directamente la represión por la conducta de su esposo durante la guerra, pues había sido gentilhombre de Cámara del rey José I. Francisca Bernaldo de Quirós, hija de los marqueses de

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Santiago, decidió en Vitoria, ante los rumores de la batalla inminente, partir hacia Francia junto a su marido, el marqués de Arneva. Ambos se refugiaron en París en 1813. Tras varios años en el país vecino -desde donde solicitaron una y otra vez, su perdón al rey y su repatriación, con resultado negativo-, a mediados de 1818, la marquesa decidió volver sola a España, a pesar de los riesgos a los que se podía enfrentar. Creía que de esta manera podría evitar la incautación de los bienes que le correspondían de la herencia de su madre. Viajó hasta Madrid, de incógnito, pero fue descubierta. Las autoridades la obligaron, en principio, a retirarse a Valladolid. Desde allí, enferma, reiteró su petición de permanecer en España, pero de nada sirvieron sus súplicas, ni tampoco las de algunos de sus familiares, bien relacionados en la corte. El ministro de Gracia y Justicia ordenó su retorno a Francia, emprendiendo el camino en agosto de 1819. Poco tiempo después de su llegada a la capital gala falleció. Paradójicamente, un año más tarde, en 1820, el marqués de Arneva fue declarado inocente de la acusación de infidencia y pudo regresar a España (Lasso de la Vega, 1922, pp. 84-87).

Por último, hay que referirse brevemente a la imagen de las afrancesadas en la prensa y la literatura. Una construcción, surgida anteriormente a los años de la Guerra de la Independencia, que tiene mucho que ver con el afrancesamiento cultural de la Ilustración española. La crítica a las prácticas y usos de origen galo, a los que eran especialmente sensibles las mujeres, cuyos gustos y modas se adaptaban con mayor facilidad a estas novedades, ya había ocupado a los moralistas españoles especialmente a partir de la Revolución Francesa, temerosos de que este contagio pervirtiese las costumbres. Así pues, estas reconvenciones se pusieron al servicio de algunos sectores, especialmente influyentes, del bando patriótico para denigrar a las mujeres, contribuyendo a crear o ahondar una imagen femenina llena de tópicos:

los trages y modas francesas están igualmente en su mayor auge, especialmente en las mugeres, ocasionando con ellas la ruina de sus casas y familias, y siendo al mismo tiempo el escándalo de los buenos por la indecencia con que se 103 visten42.

Pero más allá de la modernidad de las costumbres, mucho más difícil de erradicar de lo que creían los sectores más conservadores, la imagen literaria de las afrancesadas se basó en el ataque a la ambición de estas señoras. En algunos textos, se culpabilizaba su comportamiento, haciéndolas responsables de la desacertada decisión de sus compañeros masculinos. En la obra de teatro patriótico El gran chasco de los afrancesados, de Francisco de Paula Martí -estrenada en Madrid en 1814, cuyo papel principal corría a cargo del famoso actor Isidoro Maiquez-, la criada patriota o “empecinada” -como se la denomina en varios pasajes del texto-, de una de las protagonistas, Doña Pepita, una afrancesada, se burla del ascenso social de su ama, gracias a que el marido había conseguido un empleo siguiendo las banderas del “intruso”.

¿De qué les sirve á estos malditos ser del partido? ¡Si comieran siquiera, vaya! Oh! pero para eso el amo lleva venera, y el ama velo de tul, y zapato de seda todos los dias, y es doña Pepita la muger del señor Don Cornelio, caballero de la orden de España. ¡Quién se lo habia de haber dicho, quando era peluquero de los lacayos del Duque de Almodovar!... ¡Y á ella quando era moza de recados, y

42 El Procurador General del Rey y de la Nación, núm. 77, 16 de agosto de 1814.

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nada menos que hija del señor Santiago el segundo galopin de cocina del embajador de Alemania! Ja, ja, ja. (Martí, 1814, pp. 82-83).

Este personaje femenino, Doña Pepita, manifiesta los rasgos más tópicos del afrancesamiento femenino y se comporta de manera antipatriótica, manifestando su desdén hacia todo lo español, y admirando, en cambio, a los franceses. Incluso llega a exclamar: “eso es lo unico que me pesa; el haber nacido en esta maldita tierra” (Martí, 1814, p. 8). En la misma obra, en la que aparecen varias mujeres, se repiten algunos de los lugares comunes sobre la imagen de las afrancesadas, a los que ya se han aludido. Una de ellas, Juanita, prefiere a los militares galos, porque “gastan su dinero alegremente”, frente a los soldados ingleses a los que tacha de tacaños, “no gastan con nosotras mas moneda que ¡Viva siñorra! ¡Oh! ¡viva, viva! [...] con esa plata, ni se come, ni se pueden comprar zapatos, y las demas zarandajas que una necesita” (Martí, 1814, p. 42). A otro de los personajes, Clarisa, cuando le preguntan si va a huir de Madrid, pues la acción se desarrolla en el día previo a la salida del último contingente francés el 27 de mayo de 1813, responde “aunque sea con un tambor frances” (Martí, 1814, p. 131).

Junto a esta imagen literaria satírica, también coexistió otra, de contenido moralizante y ejemplarizante, mucho más trágica, difundida por medio de romances de ciego, que fácilmente llegaban al pueblo: la traidora sobre la que caía todo el peso de la ley, pues arrebatada por la pasión hacia un oficial francés, cruzaba la línea que la convertía en asesina y, como tal, moría ajusticiada (Cantos, 2008, p. 280).

Según fue transcurriendo el siglo XIX, esta visión que mezclaba la ambición con la perfidia y la traición, producto, en gran parte, de las heridas abiertas por la guerra y, tal vez, de la misoginia, fue superada. Posiblemente, gracias al romanticismo se dulcificó. Las afrancesadas pasaron a ser víctimas, en este caso, del amor. Las obras en las que aparecían estas mujeres concluían felizmente, pues arrepentidas de sus acciones, 104 siempre vencía el patriotismo (Freire, 2008, p. 297).

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Uma Pionerira na Política Vintista: Joaquina Cândida Lobo e o seu “Catecismo”

Zília Osório de Castro (Universidade Nova de Lisboa)

Resum /Resumen /Abstract

Joaquina Cândida ao escrever o seu Catecismo tinha no horizonte promover a instrução política tanto dos homens como das mulheres. É certo que aparentemente se lhes dirige exclusivamente, já que ao longo das páginas usa apenas o masculino. Mas da análise do conteúdo da sua mensagem ressalta que elas não podiam ser deixadas à margem de um processo que as envolvia e no qual não podiam deixar de participar de forma consciente, quando esclarecidas. Neste sentido, a orientação que pretendia transmitir ao escrever o Catecismo, no nosso entender, não se dirigia abstractamente aos cidadãos portugueses, mas às cidadãs e aos cidadãos. Para ela, aquelas tinham um lugar próprio na sociedade liberal e deviam contribuir para a sua edificação. Ao publicar o seu pequeno opúsculo pretendeu apelar ás mulheres e aos homens para que se unissem na construção da sociedade do futuro.

Joaquina Candida to write his Catechism was on the horizon to promote political education of both men and women. It is true that apparently geared exclusively to them, as throughout the pages uses only the male. But at the content of your message points out that they could not be sidelined in a process that involved and which could not fail to participate in an informed way, when cleared. In this sense, the guidance was intended to convey in writing the Catechism, in our view, was not addressed in the abstract to Portuguese citizens, but to citizens and citizens. For her, they had a place in liberal society and should contribute to the building. By posting your little booklet intended to appeal to women and men to unite in building the society of the future

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Joaquina Cândida, Catedismo, Primeira constituição liberal portuguesa 109 Joaquina Cândida, Cates, First Portuguese liberal constitution

Com a data de 1822 – ano da aprovação da primeira constituição liberal portuguesa – foi publicado em Coimbra, pela Imprensa da Universidade, um opúsculo intitulado Catecismo religioso, moral e político para instrução dos cidadãos portugueses. Em si mesmo este facto teria uma relevância moderada, já que ao tempo a publicação de catecismos não constituía novidade. Na verdade, os primeiros liberais, nomeadamente os vintistas, reconheciam as potencialidades que lhes eram inerentes. E porquê? Porque por catecismo se entendia, formalmente, uma pequena brochura, escrita em linguagem simples e acessível, não raras vezes utilizando o diálogo entre mestre e discípulo. Destinava-se a instruir, transmitindo noções elementares de uma ciência ou área de saber. De início, ou seja, a partir do século XVI, haviam sido utilizados no mundo ocidental pelos membros da Igreja Católica como meio de ensinar a sua doutrina. Pequenos, simples e acessíveis haviam tido uma larga aceitação por atingirem o fim pretendido. Face a tal sucesso, que foram sendo adoptados por outras áreas de saber, sobretudo a partir do século XVIII.

Surgiram, assim, os catecismos políticos, económicos, constitucionais, militares, do cidadão, etc., seguindo para os fins específicos de cada um dos saberes, o caminho traçado e experimentado pelos prosélitos do catolicismo. Na sequência da Revolução

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Francesa, devido às mutações então ocorridas também em termos de valores, os catecismos políticos inundaram a Europa e encontraram eco em Portugal não por via de imposição, mas pela sua função operativa. Aqui, o interesse por este género de obras despontou nos finais deste mesmo século, e viria a ter acentuado significado no seguinte. Através de originais ou de traduções, Portugal viu-se confrontado com um tipo de publicações de forma tradicional e de conteúdo contemporâneo. E aderiu ao desafio que a Europa lhe fazia, de modo particular, neste âmbito. Este mesmo desafio, ouvido entre 1808 e 1820, conheceu a partir daí crescente divulgação por razões que são fáceis de detectar.

Data de 1812 a circulação em território português de catecismos espanhóis em que a constituição era explicada. E a vitória do vintismo em 1820 daria um outro alento a estas publicações. Nesse mesmo ano sairia a Explicação da lei natural ou catecismo do cidadão de Volney, considerado a primeira iniciativa vintista deste género de literatura. Seguiu-se-lhe o Catecismo patriótico para uso de todos os cidadãos portugueses, de M. de la Croix. Os primeiros originais portugueses datam de 1821 e foram o Catecismo religioso-político-agrónomo, o Catecismo político e o Catecismo constitucional. Outros se lhe seguiram com maior ou menor aceitação, sendo certo que alguns mereceram segunda edição. Saliente-se, porém, que não foram apenas os adeptos do vintismo que reconheceram as potencialidades dos catecismos enquanto veículo de instrução política. Um exemplo encontra-se no Catecismo de Faustino José da Madre de Deus. Publicado nos anos vinte, revela acentuado pendor conservador, o que mostra terem eles sido politicamente aceites por diversos ideários.

Parece mais que evidente que o aparecimento destas pequenas obras obedeceu a um objectivo comum: a instrução política da população portuguesa, tornando-a minimamente apta para compreender o significado das mutações efectuadas ou em curso na sociedade portuguesa, assim como a diversidade das propostas ou, mesmo das possíveis alternativas. Curiosamente seriam alguns membros da sociedade a 110 manifestarem-se activamente no sentido de a promover. Tornar-se-ia possível discernir neste caso concreto uma clara abertura desta última relativamente às implicações civis das mutações políticas. E daí à conjugação da instrução e da política como fundamento da cidadania pretendida para todos os portugueses. Ser cidadão implicava saber sê-lo.

A sensibilidade a esta questão e a premência de lhe dar resposta consonante com o regime recém implantado surgiu nas Cortes Constituintes de 1821-1823 pela boca de Borges Carneiro. Propôs que nas escolas ao lado do catecismo religioso se ensinasse o catecismo político e que se instituísse um prémio para galardoar quem, em quatro meses, estruturasse uma proposta de catecismo. E apresentou pessoalmente um projecto de lei para um programo do mesmo. Não se pode dizer que a intervenção do deputado tivesse grande impacto na Assembleia, embora a proposta tivesse sido enviada para a Comissão de Instrução Pública e aprovada com pequenas emendas. Também houve vários cidadãos que remeteram para a Assembleia os seus textos. Uns seriam publicados, outros não. Do prémio ninguém mais ouviu falar. O fraco interesse por questões de educação manifestado pela assembleia vintista ou a eventual subalternização da educação política poderiam ter ditado esta atitude das Cortes.

É neste contexto que se insere o catecismo acima mencionado. A sua publicação não era, em si mesma, uma novidade. Os seus objectivos também não o eram, como de imediato se induz do título e, depois, nas palavras introdutórias. Salientou-se, sim, e

Uma pioneira na política vintista http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Zília Osório de Castro nunca será demais acentuá-lo, por ter sido escrito por uma mulher, de seu nome Joaquina Cândida de Sousa Calheiros Lobo. Como tem sido frequentemente mencionado, descendia de famílias ilustres e abastadas. Ao tempo, contava quarenta e dois anos. Era casada e mãe de dois filhos. Tanto estes como o marido e o pai haviam sido licenciados pela Universidade de Coimbra, o que revela ter nascido e vivido num ambiente cultural comum a uma carta elite. Não consta que qualquer deles tivesse participado nas lutas liberais, mas a sua opção política não deixa dúvidas. Porém, onde estavam as suas raízes? Seja como for, quando em 1822 Joaquina Cândida publicou a sua primeira e única obra, não só evidenciou uma sólida formação política liberal, como demonstrou inequívoca adesão ao novo regime que pretendia ver partilhado por todos os portugueses.

Recorde-se, em primeiro lugar, ter desejado que o seu texto servisse “para a instrução do cidadão português” , como teve o cuidado de enunciar no título do Catecismo, apontando, também ela, para a necessidade da aliança entre instrução e política. Depois não se eximiu de intervir na sua concretização efectiva. Por fim, com ele quis assumir sem reservas o seu credo liberal. Foi, de facto uma pioneira, talvez a única neste período, manifestando-se com a humildade de quem não ignorava as suas limitações, e ao mesmo tempo com a ousadia de quem sentia ter um dever cívico a cumprir. Foi como cidadã convicta que escreveu estas palavras para apresentar o seu Catecismo:

Julgo do meu dever prevenir os meus leitores, fazendo-lhes saber, que eu, quando intentei esta minha pequena obra, não me propus a desenvolver com toda a amplidão as matérias, que nela se tratam; mas tão somente a dar-lhes um pequeno toque, que ficasse ao alcance de qualquer leitor, deixando a outros escritores mais hábeis o desenvolvimento, de que elas são susceptíveis, e que não podia abranger a apoucada esfera dos meus conhecimentos1. 111 Declarar pretender que o Catecismo " ficasse ao alcance de qualquer leitor" tal como afirmar no título que se destinava a instruir os cidadãos portugueses, não só demonstrava perfeito conhecimento do que se esperava de uma obra deste tipo, como a intenção de colaborar activa e individualmente no pendor cívico do sistema de governo agora criado, e já em vias de ruir devido aos males internos e externos que nele se reflectiam. Se bem que ao longo do texto nunca sejam referidos explicitamente factos concretos, eles transparecem das entrelinhas. Tal como transparecem, com a força de um aviso, das linhas que se seguem e que antecedem o início da obra:

Desejo unicamente mostrar que a religião, a moral e a política são os fundamentos mais sólidos do edifício social e que sem a prática da virtude e dos bons costumes nenhum sistema, por mais sábio que seja poderá prosperar. A virtude deve ser o leme da nau do estado, sem o qual, ou mais tarde, ou mais cedo, o naufrágio será certo no meio da tormenta das paixões humanas. Oxalá, que os meus leitores se persuadam desta importante verdade...2.

Estava-se em 1822. No ano anterior ouvira-se na assembleia o apelo de Borges Carneiro. O desencanto e a reacção começavam já a ocupar o lugar da euforia da vitória

1 JOAQUINA CÂNDIDA DE SOUSA CALHEIROS LOBO, Catecismo, religioso, moral e político para instrução do cidadão português, Coimbra, na Imprensa da Universidade, 1822, p.3. 2 Ibidem, p. 4

Uma pioneira na política vintista http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Zília Osório de Castro das forças liberais, iniciada ao pé da porta e alargada rapidamente a todo o país, inclusivamente a Lisboa. Importava relembrar os momentos áureos já vividos e o seu significado. Para isso, terminado o Catecismo, Joaquina Cândida publicou sob o título de Poesias e na sequência da paginação, fazendo um todo com ele, cinco poemas muito ao gosto da época. Intitulou-os, respectivamente, à Restauração de Portugal, Ao Senhor D. João VI quando veio a notícia de ele ter jurado as Bases da Constituição no Rio de Janeiro, Na ocasião em que se espalhou a notícia de que em Laybach se tinha decretado a escravidão da Europa, à chegada de D. João VI a Lisboa, Às nossas Cortes No aniversário da sua instalação. O conjunto revelava o júbilo pela queda do absolutismo, o entusiasmo pela adesão de D. João VI ao constitucionalismo representativo e a alegria pela sua chegada a Portugal, sem esquecer, finalmente, o que representava o primeiro aniversário da reunião das Cortes Constituintes. A autora tornava clara a sua adesão ao sistema constitucional, "mantido no trono D. João VI" e "reunidas as Cortes", ou seja, manifestava adesão ao novo regime tal como ele se configurava nas suas grandes linhas.

Foi com base nesta dualidade e, tendo como pano de fundo esta fé inabalável, que desenvolveu a sua doutrina. Em poucas páginas - cerca de cinquenta – conforme o uso, em forma de diálogo, como era devido, e apresentado em capítulos, também segundo o costume. Os deveres, as virtudes, o patriotismo, a paz interna, as riquezas – eram os temas que se viam desfilar sob os olhos. Os direitos eram esquecidos, as virtudes acentuadas, e a reflexão sobre o amor da pátria, o apagar das tensões, o valor da virtude, conjugavam-se de forma indelével com o apelo aos bons costumes, à religião e à moral. Tudo isto apontava para a dissolução do radicalismo vintista e, daí, para uma concepção de liberalismo em que pontuava a moderação derivada da aliança dos valores do ontem e do hoje. Aliás, ter falado em restauração em vez da regeneração invocada pelos vintistas, como ela fez no primeiro poema, implicava a consciência de uma certa nostalgia de um passado que se pretendia manter em parte, deixando espaço para o presente. 112 A primazia deste no dualismo mencionado decorria do racionalismo condicionado do seu pensamento. Considerava a razão "o nosso atributo mais essencial e o mais nobre", mas considerava também "que é o órgão, pelo qual Deus nos instrui dos nossos deveres" e que, como guia das nossas acções, "pode conduzir-nos à felicidade"3. Ignorando o homem individual, deteve-se no homem social e na sua racionalidade, como princípio essencial à "qualidade de homem". Isto significa que, Joaquina Cândida, deixando para trás a concepção escatológica e a condição de criatura comum ao pensamento político do Antigo Regime, definiu o ser humano em função da razão, embora não como um princípio de direitos, mas como princípio de deveres. Consequentemente, os deveres eram racionais e racionáveis e traduziam-se em leis às quais todos e cada um tinham de obedecer sob pena de "deixar de ser homem"4.

No entanto, a presença de Deus mantinha-se no seu modo de pensar, como presença viva no dia a dia do homem social. "Deus governa o universo, mantém nele a sua ordem, foi igual com todos os homens"5. E indo mais além, aplicou a esse homem simultaneamente social e racional, a noção de ser religioso e de sujeito de deveres, uma e outra decorrente da mesma ideia de Deus. Daqui que amar a Deus sobre todas as coisas e seguir uma religião fossem por ela assumidos como deveres inalienáveis de todos os

3Ibidem, p.5. 4Ibidem 5Ibidem, p. 6.

Uma pioneira na política vintista http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Zília Osório de Castro seres humanos, incontornáveis para manter a paz social6 e para ter esperança de que a virtude viria a ser premiada e o vício castigado para além da vida terrena. Se o homem social, como ser de razão, encontrava em si a sua razão de ser, o homem religioso encontrava em Deus e num estado futuro o significado da sua existência. Razão e religião, vivência e escatologia, tornavam-se predicados comuns do ser humano. "Por maior que seja o delírio das nossas paixões - dizia ela - a razão tem os seus instantes para se reconhecer e a ideia de um Deus vingador e justo espanta e perturba o culpado"7.

A dualidade razão-religião, reflectida na dualidade liberalismo- cristianismo, informava toda a doutrina do Catecismo. A própria ideia de liberdade era uma das suas expressões. Seguindo o magistério do direito natural moderno, adoptou a ideia de ser a liberdade um "atributo da humanidade" e "inseparável da razão"8 e fez a distinção entre liberdade natural e liberdade civil. Passando para o campo da ruptura revolucionária, deixou claro que a contrapunha à escravidão e à tirania. Mas respondendo ao sentimento religioso, interpretou-a simultaneamente como um valor cristão: "O espírito de liberdade é o espírito do cristianismo", "a liberdade é um mimo do Céu", "o amigo da liberdade é o amigo do céu"9 - afirmava. E encarava a própria opressão social e política "como oposta às determinações de Deus"10. Este duplo entendimento da liberdade traduz o duplo entendimento do cidadão, como homem e como cristão. Realidade insuperável porque com origem na permanência da mundividência teológica, embora reconhecendo as especificidades próprias de cada perspectiva.

Um dos aspectos mais salientes desta distinção encontra-se na concepção que apresentava da política. A política pertencia à ordem do cidadão enquanto homem, não enquanto cristão. Aquele como tal, era um ser naturalmente vocacionado para a felicidade. O fim próprio da natureza humana traduzia-se, por isso, em duas palavras - ser feliz, que se tornavam por isso, o lema de toda a acção humana. A raiz iluminista deste destino humano, reflectia-se em todos os aspectos da sua vivência, entre os quais 113 se encontrava a política. Esta constituía uma expressão particular de convivência humana, tendo por objectivo garantir nas pequenas comunidades o valor universal da felicidade, partilhado por toda a humanidade. Se o homem individual se destinava a ser feliz, o mesmo acontecia com o homem social, isto é, o homem na sua relação com os outros. A missão da política seria garantir-lhe essa realização, mediante governos sábios e leis justas. Qualificar a governação e o acto legislativo, significava, no contexto do Catecismo, aliar a política à moral. A virtude seria o guia de todos os governantes e torná-la presente em toda a sociedade, o seu objectivo fundamental. É evidente que a mundividência teológica da autora, não poderia deixar de estar presente ainda neste âmbito:

A Providência tem estabelecido uma tal união entre a moral e política, que a felicidade de um estado, é sempre unida à prática da virtude e a sua ruína principia sempre em algum vício11.

No entanto, saliente-se mais uma vez, não estava em causa a religião em si

6Ibidem, p. 7. 7Ibidem, p. 9. 8Ibidem, p. 10. 9Ibidem, pp. 11-12. 10Ibidem, p. 11. 11Ibidem, p. 41.

Uma pioneira na política vintista http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Zília Osório de Castro mesma, apenas a moral, sem dúvida com raízes no cristianismo, mas com preceitos próprios. Ou seja, nesta noção de virtude, reflectiam-se incidências sociais e políticas, e não religiosas. Nestes termos, o cidadão seria o homem de virtude, o governo justo o que a fazia praticar. Joaquina Cândida Lobo encontrava no governo representativo esta dupla imagem da virtude. Não porque fosse uma novidade, mas porque já dera os seus frutos no passado. Dizia ela: "Já gozámos esse bem em tempos mais felizes, e foi nessa brilhante época, que os portugueses arrombaram as portas do Oriente; fizeram tremer os mares com o peso das suas armadas; e colocaram as quinas portuguesas nas quatro partes do mundo"12.Recorrer à história, tal como recorrer aos costumes corresponde sempre à moderação. Moderação no pensar e no viver. E, sendo assim, Joaquina Cândida, seria uma liberal conservadora, bem longe dos ímpetos idealistas do radicalismo vintista.

Havia, porém, um aspecto em que o seu modo de pensar, em nada se manifestou moderado. Isso aconteceu quando se referiu ao abandono a que os legisladores e os homens em geral tinham deixado as mulheres. Revelou-se então uma verdadeira defensora do feminino. Sem deixar de apontar as diferenças que separavam mulheres e homens, lembrava igualmente o que lhes era comum. Dizia que, no seu entender, as mulheres, sob o ponto de vista físico, eram “naturalmente” menos robustas que os homens. Isto significava que não estavam destinadas para “grandes trabalhos e fadigas”13. O mesmo não acontecia com as faculdades da alma. Sendo assim, tal como as deles, não podiam deixar de ser cultivadas e à sociedade cabia a responsabilidade de as promover sob pena de a posteridade acusar os tempos presentes de “negligência e desleixamento”14.

Ora o que acontecia era as mulheres serem impedidas de revelar e desenvolver as suas potencialidades e, ainda por cima, as acusarem de “desassisadas, ineptas para as 15 letras e para os empregos, e lhes lancem no rosto a sua ignorância” . O significado 114 deste modo de tratar as mulheres esá bem patente nestas palavras amargas:

Os homens querem muito de propósito conservá-las ignorantes, para poderem a seu salvo exercer com elas um poder absoluto. Eles bem conhecem, que não há nada mais escravo que a ignorância, e por tanto já que elas os excedem nas graças e na beleza, procuram ao menos deprimi-las, sufocando-lhes os talentos, com que as enriqueceu a Natureza. É verdade, que nem todas seriam susceptíveis de cultura; porém a respeito dos homens sucede o mesmo16.

É certo que se esta crítica a enfileira no radicalismo denunciando os costumes da sociedade portuguesa coeva, apelar para a diferença e compaginá-la com a igualdade, revela mais uma vez o já conhecido pendor moderado. E, ao mesmo tempo, a abertura de espírito a novas ideias e a uma outra forma de pensar. O seu entendimento do liberalismo e do feminismo percorria caminhos paralelos, quiçá radicado na sua própria maneira de ser e no eco que um modo de pensar comum ao seu círculo de sociabilidade, ali encontrou expressão. Isto significa que no seu pensamento uma e outra problemática, longe de se sediarem em compartimentos estanques, pertenciam a uma mesma realidade.

12Ibidem, p. 52. 13Ibidem, p. 47. 14Ibidem 15Ibidem 16Ibidem, p. 47-48.

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A mutação política implicava a mudança nos costumes e nas sociabilidades e seriam talvez estes a ditar o grau de êxito daquela.

Em suma. Joaquina Cândida ao escrever o seu Catecismo tinha no horizonte promover a instrução política tanto dos homens como das mulheres. É certo que aparentemente se lhes dirige exclusivamente, já que ao longo das páginas usa apenas o masculino. Mas da análise do conteúdo da sua mensagem ressalta que elas não podiam ser deixadas à margem de um processo que as envolvia e no qual não podiam deixar de participar de forma consciente, quando esclarecidas. Neste sentido, a orientação que pretendia transmitir ao escrever o Catecismo, no nosso entender, não se dirigia abstractamente aos cidadãos portugueses, mas às cidadãs e aos cidadãos. Para ela, aquelas tinham um lugar próprio na sociedade liberal e deviam contribuir para a sua edificação. Ao publicar o seu pequeno opúsculo pretendeu apelar ás mulheres e aos homens para que se unissem na construção da sociedade do futuro.

E aqui, relembre-se mais uma vez que a fundamentação teórica da respublica liberal, tal como ela a entendia, se situava nos parâmetros da mundividência teológica que aliava ao ideário laico do valor da razão, do ideal de liberdade e da conquista da felicidade. Deste modo, em termos estritamente políticos e em sede da participação político-social feminina, a tradição enquadrava a revolução. O cariz do liberalismo de Joaquina Cândida implicava, pois, a intervenção individual e social das mulheres e, como tal, abria o caminho do futuro.

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Las escritoras en la prensa de la Guerra de la Independencia vistas por sus colegas: ¿lucha de género o política?1

Beatriz Sánchez Hita (Université de Provence-CNRS)

Resum /Resumen/ Abstract

La Guerra del Francès (1808-1814) suposa un context d'excepcionalitat en el qual unes poques dones s'atreviran a prendre la ploma i influir amb els seus escrits en l'opinió pública. En el present estudi s'analitza com serà rebuda aquesta participació per part dels homes en l'àmbit concret de la premsa periòdica gaditana, de manera precisa s'atén a les reaccions suscitades per els escrits de María del Carmen Silva, María Magdalena Fernández de Córdova, marquesa de Astorga, i María Manuela López de Ulloa

La Guerra de la Independencia (1808-1814) supone un contexto de excepcionalidad en el que unas pocas mujeres se atreverán a tomar la pluma e influir con sus escritos en la opinión pública. En el presente estudio se analiza cómo será recibida dicha participación por parte de los varones en el ámbito concreto de la prensa periódica gaditana; de manera precisa se atiende a las reacciones suscitadas por los escritos de María del Carmen Silva, María Magdalena Fernández de Córdoba, marquesa de Astorga, y María Manuela López de Ulloa.

The Peninsular War (1808-1814) created an exceptional context in which some women tried to have influence in the public opinion with their contributions in the press. This paper reviews how this participation in the journalism was appreciated by the men; specifically it analyzes the reaction to the articles and texts written by María del Carmen Silva, María Magdalena Fernández de Córdoba, marquess of Astorga, and María Manuela López de Ulloa.

117 Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Dona, Prensa, Guerra del Francès, Literatura Política Mujer, Prensa, Guerra de la Independencia, Literatura Política Woman, Press, Peninsular War, Politic-Literature

Para enjuiciar el papel que se adjudica a la mujer desde las cabeceras de la Guerra de la Independencia, observar qué lugar se le quería dar en la nueva sociedad constitucional, y valorar, en definitiva, en qué medida las opiniones vertidas por los hombres sobre su participación en la esfera pública responden a una actitud concreta respecto al género o se imbrican en la discusión política, es necesario sentar brevemente cuál era el punto de partida de esta incursión de la mujer en las letras y en concreto en el periodismo.

1 El presente estudio forma parte de los resultados de investigación de los proyectos: HUM2007- 64853/FILO del Plan Nacional de Investigación del Ministerio de Ciencia y Tecnología cofinanciado por FEDER: “La literatura en la prensa española de las Cortes de Cádiz”; y del Proyecto “Prensa y Publicística en las Cortes de Cádiz”, del Plan Andaluz de Investigación de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa. P06-HUM-01398. Los textos que se transcriben se dan con la ortografía y puntuación modernizadas, manteniendo el uso de las mayúsculas, por ser este uno de los pocos recursos tipográficos empleados en la prensa de la época, y que por lo general denota algún matiz ideológico.

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En el presente estudio, centrado en la producción gaditana, se comenzará dibujando la posición que se les daba en la prensa del Dieciocho y la otorgada durante la Guerra de la Independencia. Seguidamente se observará con más detalle la reacción de los varones ante las contribuciones de varias damas a la vida político-literaria en los años que van de 1808 a 1814.

El hecho de atender a lo estampado en Cádiz responde, por un lado, a la necesidad de acotar el corpus de textos, y por otro al hecho realmente relevante para lo que aquí interesa: que tanto en lo que respecta a la Ilustración como durante la lucha contra el francés, la urbe tuvo un lugar señero, que la convierte en epítome del periodismo desarrollado en ambas etapas.

De La Pensadora Gaditana (1763-1764) a El Amigo de las Damas (1813)

En los textos periodísticos del XVIII los editores se esforzaron por ganarse los afectos del público femenino, al menos en los prólogos, pues posteriormente no dudaron en censurar de manera genérica la conducta de las mujeres (su frivolidad, inconstancia, volubilidad, etc.) en un intento de reformar las costumbres.2 Uno de los más críticos fue Clavijo y Fajardo en El Pensador (1762-1767), que llegó a provocar la reacción de diversos periodistas y cabeceras, entre las que destaca La Pensadora Gaditana (14-VII- 1763/5-VII-1764) firmada por Beatriz Cienfuegos.3

Este periódico destinado a mujeres dio inicio a una línea de impresos creados para ellas en la ciudad. Entre éstos destacan los de José Lacroix, barón de la Bruère, que unas veces de manera explícita y otras de forma velada, estampó títulos destinados al público femenino. Dentro de dichos proyectos hay que destacar el Correo de Cádiz de carácter literario, que con su suplemento comercial Postillón del Correo de Cádiz, vería la luz desde el 3 de febrero de 1795 hasta la epidemia de fiebre amarilla de 1800.4 Los textos publicados en el Correo a priori no estaban destinados sólo a mujeres, pues como 118 figura en el lema que rodea al grabado de la portada su objeto era escribir de todo y para todos; sin embargo, con el tiempo, parece evidente que el público femenino fue su principal destinatario. El propio de la Bruère lo dejó claro cuando pidió licencia para publicar el Diario Mercantil de Cádiz, acompañado del suplemento el Correo de las Damas, al decir que éste era continuación del Correo de Cádiz.5

En noviembre de 1802 de la Bruère comenzó a publicar el Diario Mercantil, pero no consiguió poner en circulación el segundo hasta mayo de 1804,6 aparentemente con

2 Mónica Bolufer (1995, 1998 y 2007) aporta numerosos ejemplos de esta práctica. También resulta de interés el trabajo de Rocío de la Nogal Fernández, donde a través del contenido de diversos periódicos de la época se analiza el papel de la mujer en la esfera pública entre 1758 y 1808 (2006). 3 Sobre esta cabecera pueden verse los estudios de Cinta Canterla (1995) y Scott Dale (2005), además de otros citados en la bibliografía. 4 En relación a estos periódicos y el periodismo gaditano del Dieciocho pueden consultarse Sánchez Hita (2007 y 2009b). Sobre de la Bruère y su faceta como periodista resulta de gran interés el trabajo de Elisabel Larriba (2007). Para el Postillón del año 1797 ―único localizado hasta la fecha― puede verse Retegui y Bensusan (1950) 5 Curiosamente, y aunque ahora no se incluye a modo de lema, en el prólogo que figura en el segundo de los tomos precisa que «se procurará que haya de todo y para todos», ponderando con esto el vínculo entre ambas cabeceras. Sobre las vicisitudes sufridas por de la Bruère para poner en marcha el Diario Mercantil y el Correo de las Damas pueden verse Aguilar Piñal (1978), Ramos Santana (1987) y Sánchez Hita (2003 y 2008) entre otros. 6 Los ejemplares de la publicación no están fechados, pero en el segundo de los tomos podemos leer lo

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“Real Permiso”, aunque hasta la fecha no se ha localizado un documento en el que conste como tal la licencia.

El Correo tenía carácter bisemanal (martes y viernes), y sus cuadernos estaban formados por un pliego en 8º (16 páginas); se adquiría mediante suscripción al precio de 10 reales de vellón al mes en Cádiz.7 En 1805 se convirtió en un suplemento, y se dio gratuitamente con el Diario Mercantil, aunque se mantuvo la posibilidad de adquirirlo de forma separada al precio citado.8

Los tomos consultados de esta publicación ―que son los que van hasta el XVII con la única excepción del XVI―9 muestran que los contenidos literarios y educativos, junto con las composiciones poéticas y las novelas seriadas, constituían la base de este impreso, y por lo general estaban tomados de otras publicaciones.

No es posible calibrar hasta qué punto el Correo de las Damas contó con la aprobación de las gaditanas,10 pero lo cierto es que circuló hasta mediados de 1808. Más tarde, a finales de 1809 José Lacroix volvería a pedir permiso para publicar un nuevo impreso destinado al público femenino: el Corresponsal Político Literario del Bello Sexo Español.11 Este papel no se llegaría a editar, pero en su título deja sentir que si bien hasta el momento el entretenimiento y la instrucción habían sido los ejes básicos de muchos títulos y en especial de los destinados a la mujer, ahora la política adquiría relevancia, marcando en las publicaciones dirigidas a ellas una clara diferencia respecto del periodismo anterior desde el punto de vista de las materias susceptibles de ser tratadas.

siguiente: “Advertencia. Habiendo visto que el número de pliegos que correspondían salir en el tiempo de cuatro meses harían un Tomo demasiado abultado, se ha determinado de que se componga cada uno de los que salgan en delante de tres meses, y habiendo principiado en primero de Mayo y por consiguiente, 119 siendo ocho los meses hasta fin del año, se han dividido en tres partes iguales, para que salgan los Tomos regularmente proporcionados” 7 Esta información se recoge en el Diario Mercantil nº 82 del sábado 21 de julio de 1804; donde además se indica que quien lo desee puede adquirir el primer tomo a ese precio, y se precisa que para las provincias se establece un coste de “96 reales por seis meses, y para América 360 por año, recibiéndolos por el correo francos de porte”. 8 Todos estos cambios se recogen en el nuevo prospecto del Diario Mercantil con el que se abre el año de 1805. 9 Agradezco a Manuel Ravina Martín el que hace años me dejase ver los ejemplares que posee de este raro impreso ―del III al VII y el XVII―; posteriormente y gracias a la digitalización llevada a cabo por la Universidad de Connecticut de los tomos conservados en la colección J. Thomas Dodd en SPAN PER 16 he podido ver los que van del I al XV. Estos ejemplares se consultan en http://www.archive.org/search.php?query=correo%20de%20las%20damas. En la actualidad, junto con María Román López, preparo un estudio sobre los contenidos y aspectos formales de esta publicación. 10 En la lista de suscriptores al primer tomo, que comprende un total de 153 abonados, aparecen las siguientes mujeres, aunque probablemente llegaba a otras muchas a través de sus maridos, en Cádiz: La Excma. Marquesa de la Solana, Condesa del Carpio, doña Tomasa García de Prado, doña María Dolores Pavía, doña María de los Dolores Carmona, doña María Consolación Córdoba de la Guardia, doña María Zenoglio y del Campo, doña María Viondi, doña Antonia Velasco, doña María Antonia Vilches y Ramírez de Toro, doña Narcisa Valleras de Miller, doña María Teresa Manxon de Patrón, doña María Josefa, Gabala de Dañino, doña Juana Vidal y Tuero, doña Rosalía de María; en Madrid está suscrita: la Baronesa de la Bruère; y en Sevilla lo estaba la Marquesa de Monteflorido. 11 En este momento solicitará el cambio del título del Diario Mercantil de Cádiz, al que quiere llamar Diario Político y Mercantil de Cádiz, en un intento por adaptarlo a la nueva realidad histórica, y sacar la citada publicación para mujeres en sustitución del Correo de las Damas. Esta documentación se localiza en el AHN. en Consejos, 12006, EXP. 27. Este documento puede consultarse en red en http://pares.mcu.es.

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El Amigo de las Damas, publicado en marzo de 1813, constituye una buena prueba de este cambio,12 pues pretende instruir a las mujeres en el nuevo orden. Sin embargo, un recorrido por los artículos aparecidos en los siete números (56 páginas en 8º) de esta efímera cabecera revela que el papel que se le quería dar pasaba necesariamente, o mejor dicho casi exclusivamente, por el ámbito de lo doméstico. No en vano, en el primer cuaderno, atendiendo al género, se indica lo que sigue: “Es verdad que nos hemos reservado el ejercicio de la autoridad, pero vuestra civilización y naturaleza os atribuyen la persuasiva; a nosotros toca formar las leyes, a vosotras las costumbres; nosotros discutimos y deliberamos con solemnidad, y pompa, vosotras podéis reformar los abusos desde el silencio de vuestro retiro” (p. 3). De modo que en el nuevo contexto lo que tocaba a la mujer era formar a los futuros ciudadanos desde el hogar, pero no participar activamente en la vida pública. De hecho, el único resquicio que les da el periódico es el de financiar instituciones que contribuyan a dar lustre a la patria en el ramo de la educación y el saber, tal y como se solicita en el tercer ejemplar.

Como puede verse aunque los contenidos de las publicaciones se han modificado, no sucede lo mismo con el rol que se da al “bello sexo” que vendría a ser continuista respecto del Dieciocho, si bien ahora también los conocimientos políticos se sitúan entre aquellos que la mujer debe adquirir.

Más adelante, y ante el inminente receso que iba a experimentar la prensa política con la vuelta al trono de Fernando VII, las cabeceras cambian sus temas. En Cádiz, el experimentado de la Bruère interrumpe su Diario Mercantil el 17 de marzo de 1814 para tratar de editar unas Amenidades Literarias,13 en las que lo político no tendría cabida y que seguirían la estela del Correo de Cádiz y el Correo de las Damas, pero sin dirigirse en exclusiva a mujeres.

Las reaccio nes masculinas ante la particip ación de la mujer en la prensa y la 120 literatura política de la Guerra de la Independencia

El inicio de la guerra contra el francés, que acabó derivando en conflicto interno y en un proceso de transformación política y social, propició una coyuntura de excepcionalidad en la que la mujer ―una minoría― aprovechó para lanzarse a la palestra y ocupar espacios que hasta hacía bien poco le habían estado vedados.

Desde fecha muy temprana existiría un verdadero interés por implicar al sector femenino en el conflicto, aunque eso sí de acuerdo con lo que se consideraba propio a su sexo: elaborando ropa para el ejército, haciendo vendas y telas que serían empleadas en los hospitales, etc.; y más adelante recaudando donativos para éstos y otros fines humanitarios o de intendencia. Fue el Gobierno el que incitó a la acción en este punto a través de un edicto dado en Sevilla el 21 de junio de 1808 por la Junta Suprema, como recoge Alberto Ramos (2008, p. 56). En el Diario Mercantil de Cádiz del 1 de julio se hace referencia a la citada orden del 21, y desde ese momento será frecuente que en sus páginas y luego en otros títulos se recojan noticias sobre la colaboración de la mujer en

12 Sobre este periódico puede consultarse Sánchez Hita (2003). 13 En el referido cuaderno del Diario Mercantil figuran como Amenidades Políticas, pero este adjetivo cambiará en el resto de referencias que existen sobre el papel por el de Literarias. Esto sucede así en el prospecto, que se anuncia en el Redactor General nº 85 del viernes 25 de marzo de 1814 y en el Mercurio del Comercio nº 147 del 12 de octubre de 1814, donde se dice que el día 14 comenzará a salir, aunque no parece que finalmente fuese así. Sobre este aspecto puede consultarse Sánchez Hita (2008, p. 43-44).

Las escritoras en la prensa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Beatriz Sánchez Hita la lucha a través de la realización de labores consideradas propias del género.14

En este contexto varias féminas se decidirían a tomar la pluma, unas pocas incluso las armas, y a participar en el devenir político del país.15 En el ámbito del periodismo y la literatura política pueden rastrearse contribuciones de dichas damas, que se postularon de acuerdo con su ideología a favor o en contra de las transformaciones emprendidas.16

Pero ¿cuál fue la opinión de los varones sobre la participación de la mujer en la vida política?, ¿en qué medida cambiaron su visión respecto a la que habían mantenido unos pocos años antes?, ¿qué papel quisieron que adoptara en la nueva sociedad? Para responder a estas preguntas vamos a acercarnos al contenido de las cabeceras editadas en Cádiz durante la Guerra de la Independencia, y en concreto a la reacción que suscitaron los textos debidos a mujeres de las que se conocen nombre y apellidos.

Tres nombres propios:

Para vislumbrar cuál fue la posición de los hombres ante la irrupción de la mujer en el panorama político-literario se emplearán los casos de María del Carmen Silva, María Magdalena Fernández de Córdoba y María Manuela López de Ulloa, por ser estos tres nombres bastante significativos de cómo las cosas iban cambiando y se iba abriendo un abanico diverso de posibilidades para aquellas mujeres que se decantasen por tomar partido en la res publica, independientemente de que lo hiciesen desde la órbita liberal o desde la servil.17

María del Carmen Silva y El Robespierre Español18 121 Como sucede con buena parte de los sujetos que ejercieron como periodistas durante los siglos XVIII y XIX, se tienen pocos datos sobre esta mujer, lisboeta de 121 nacimiento y “española por elección”, según ella misma se definía, que participó activamente en el conflicto bélico, libertando a mediados de 1808 a las tropas españolas apresadas por Junot en la capital lusa. Tras la hazaña hubo de refugiarse en Extremadura, donde conoció al médico castrense Pedro Pascasio Fernández Sardinó, al que se unió y con el que tras la capitulación de Badajoz, en marzo de 1811, pasó a la Isla de León. Por estas fechas Fernández Sardinó empezó a publicar El Robespierre Español.19 En este

14 No me detendré aquí a enumerar los textos donde pueden localizarse ecos de esta colaboración, que por otro lado ha sido estudiada recientemente por Alberto Ramos y Marieta Cantos, en el tercer tomo de La Guerra de Pluma (2008). Las solicitudes realizadas en materia de intendencia en el caso gaditano derivaron en la creación de una organización concreta: la Junta de Damas de Fernando VII. Sobre ésta pueden verse los trabajos de Gloria Espigado (1999, 2003, 2006 y 2009). 15 Un recorrido por los nombres y textos más representativos al respecto puede verse en el completo y actualizado trabajo de Cantos Casenave (2008). Para trazar la semblanza de muchas de estas mujeres que tomaron las armas y la pluma puede verse en Castells, I.; Espigado, G. y Romeo, Mª C. (2009) entre otros. 16 Un listado de lo que se publicó puede verse en Cantos Casenave (2008, p. 218-225). 17 Los posicionamientos concretos de unas y otras sobre determinados aspectos de la Constitución puede consultarse en Cantos Casenave y Sánchez Hita (2009). 18 No es el objeto de este trabajo ofrecer una información minuciosa sobre la biografía de las mujeres que aquí se citan, por ello sólo se ofrecen reducidos a esbozo los datos que se relacionan directamente con su participación en el mundo de las letras. Para profundizar sobre la trayectoria de Carmen Silva (Lisboa, mediados de 1700-¿Londres? después de 1829) puede consultarse Sánchez Hita (2009a) y Cantos Casenave y Sánchez Hita (2009), entre otros. 19 El Robespierre Español, Amigo de las Leyes (nº 1 – nº 10, 21 marzo – 20 junio 1811, Isla de León; nº 11

Las escritoras en la prensa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Beatriz Sánchez Hita medio, entre otras cuestiones, atacó por su inoperancia a los militares que se vieron implicados en la toma de Badajoz, así como a aquellos que, como Carrafa en quien centraliza la crítica, facilitaron el apresamiento de las citadas tropas por parte de Junot. De resultas de lo publicado en el sexto y séptimo cuaderno contra el general Carrafa, a lo que luego se suma el contenido del décimo, El Robespierre fue denunciado, y Fernández Sardinó condenado. Esta nueva situación provocó que Carmen Silva decidiera situarse al frente del periódico,20 como advertiría ella misma en el texto que con fecha de 27 de septiembre abre el nº XI de El Robespierre. Desde este momento, y hasta el nº XXX, se convertía en editora, y a pesar de que publicaba algunos textos del escritor preso, consigue imprimirle un nuevo tono, y el papel abandona el carácter ensayístico adoptando una disposición mucho más moderna, que probablemente contribuyó a que siguiese contando con una nada desdeñable demanda.

La incursión de la portuguesa en el panorama periodístico fue recibida con relativa normalidad por parte de sus compañeros de profesión, y así en El Redactor General nº 123 (15-X-1811) en el breve resumen del cuaderno XI se dice que “su esposa (que ya ha dado a España muestras del amor que le profesa)” (p. 478) empieza a publicar desde ese número la Cartilla del ciudadano español. Los siguientes extractos del periódico poco varían de los realizados cuando Fernández Sardinó estaba al frente, aceptándose sin más la continuación del impreso bajo la tutela de María del Carmen Silva como un hecho lógico derivado del cautiverio de su compañero.

En esta nueva época los lectores del periódico envían escritos a la portuguesa congraciándose con ella por el duro momento que estaba pasando. Con frecuencia veremos iniciar las cartas remitiéndolas a la “Señora editora del Robespierre Español”. En ocasiones, además, sus adeptos no dudarán en defenderla; tal y como sucede en el texto que firma J. M. Díez (p. 209-217) en el nº XIV del Robespierre, en el que se venga a Silva de los ataques propinados desde El Censor nº 17 en una carta comunicada por M. 122 R., donde se la llamaba mentirosa por decir que la Cartilla política, obra de Sardinó, se encontraba en su casa, cuando el editor decía en ella que la componía desde la cárcel.21 En el citado alegato, que queda sin argumentar del todo, J. M. Díez se dirige a la lisboeta diciendo lo que sigue:

– nº 29, 27 de septiembre – abril de 1812, Cádiz; nº 30 – nº 34, julio – agosto 1812, Cádiz). Sobre este periódico puede verse Sánchez Hita (2008, p. 259-265), y González Hermoso (1991) además de los estudios tradicionales dedicados a la historia del periodismo y específicamente a la producción de la Guerra de la Independencia que se citan en la bibliografía. 20 Ella misma muestra su determinación en este punto en un texto que dirige al Consejo de Castilla, fechado en 9 de septiembre de 1811 se expresa de este modo: “Y yo, sólo por contrarrestar la iniquidad francesa voy a publicar a mi nombre la continuación del Robespierre y verán esos perversos vándalos que si han conseguido su intento, derribando a mi patriota esposo, aún existe quien sepa perseguirlos hasta la muerte” AHN, Consejos 11991, Exp. 21. (Consultable en la web. en http://pares.mcu.es Fot. 863). Cit. en Cantos Casenave y Sánchez Hita (2009, p. 149). 21 En concreto el contenido de El Censor sobre esta cuestión es el siguiente: «Señores editores: Deseosos de que vmds. acierten bien a censurar el nº II del Robespierre español me tomo la licencia de hacer algunos apuntes para abrir a vmds. el camino; en primer lugar noten vmds. la mentira en que incurre la esposa o el esposo; o ambos de común acuerdo. Ella en su advertencia dice, que publica unas obras del Robespierre español que por estar guardadas en su casa y no en el hospital se salvaron de la nocturna agresión (así llama la prisión hecha por juez legítimo y con orden de la superioridad) del siete de Agosto. Y su marido en la epístola dedicatoria dice que presenta estas tablas de derechos nuestros, y que la empresa ardua por sí, es más ardua, dice, si se considera que me hallo solo, enfermo, preso, sin libros…» (p. 271-272); seguidamente critica el contenido de la obra, lo que hace el desde El Censor acaben por dar este texto como la censura al número once de El Robespierre (p. 275).

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[…] y usted Señora Editora, convide a todo el bello sexo de la Isla y Cádiz para que cada una de ustedes, con su correspondiente abanico, a un tiempo y porfía den aire a unos cerebros tan acalorados, advirtiendo que sea quedito, porque padecen cataratas en los sentidos externos, de donde resulta el desarreglo de los internos. (p. 272).

El mismo tono de elogio hacia la autora posee el escrito presente en el nº XVII, donde quien firma como V. C. D. C. (p. 257-259) inicia un artículo en el que trata sobre los señoríos de este modo:

Muy señora mía: soy uno de los mayores apasionados de su esposo, por sus virtudes patrióticas, y de usted por sus hazañas heroicas ejecutadas en Lisboa, de que he sido testigo ocular y admirador. […] (p. 257).

En otros casos se percibe la aceptación de que el periódico goza tras responsabilizarse de él la portuguesa. Esto sucede con el escrito rubricado por un tal Nicolás Marinho que en el número XIX solicita a la editora que lo informe de cómo puede suscribirse desde Lisboa “por tres o seis meses o como sea de su agrado” (p. 289). También se aprecia esto en el “artículo comunicado” que lleva por título La España vindicada en todas sus clases por el público que asiste a las sesiones de Cortes que abre el nº XXIII, donde varios sujetos, que firman con iniciales, se dirigen a la editora del Robespierre para restablecer su honor, que según dicen había sido ultrajado en el impreso Mi sueño o la concordia, donde se calificaba a los asistentes a las Cortes de un “cúmulo de vagos, que sólo nos empleamos en recorrer los cafés, la calle ancha y otros parajes, para enfurecernos y concertarnos en el modo de deslucir a los que no piensan como nosotros en el Congreso” (p. 353-354). Este último escrito deja patente la capacidad del papel, que todos sienten como responsabilidad de Silva, para llevar al 123 público opiniones y en este caso concreto desagraviar a los interesados.

Pese al favor con el que contaba Silva, cuando Fernández Sardinó vuelve a tomar el mando, una vez recobrada la libertad gracias al empleo que ella hizo de El Robespierre como portavoz de las injusticias y atropellos sufridos por su marido durante el proceso, ella quedará relegada de la tirada del periódico, algo que será visto como natural por los lectores.22

Sin embargo, no todos valoraron en igual medida la actuación de esta mujer al frente de El Robespierre. Así, aunque sea un caso aislado, habrá quien hará mofa de la actitud de Carmen Silva cuando se lamenta de la situación deplorable en la que se encuentra su marido. Esta crítica la encontramos en El Censor General nº 29 (28-IX- 1811) donde se califica de “sermón de honras” el escrito de El Robespierre Español nº XVI que lleva por título “Contestación de la esposa del editor del Robespierre Español a una carta escrita contra éste por D. D. de A. y C. y publicada en Valencia” (p. 241-255), donde contra los ataques de los detractores de Fernández Sardinó esgrimía que éste era un intachable patriota. De igual modo El Censor ironiza con que el título debería cambiar por el de “Mademoiselle Robespierre” (p. 80), dejando patente, pese a la burla,

22 La puesta en libertad del extremeño se anuncia en el nº XXV, pero no volverá a tomar las riendas del periódico hasta el nº XXXI, en el que significativamente se anuncia que daba principio la segunda época, que realmente era la tercera, algo que queda claro cuando en el nº XXXIV, que será el último, donde se lee: SEGUNDA ÉPOCA=4º.

Las escritoras en la prensa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Beatriz Sánchez Hita el influjo ejercido por la dama en la cabecera.

En otros opúsculos como el Vapulamiento al Robespierr23 Carmen Silva sería duramente criticada por los supuestos robos que con la complicidad de Pedro Pascasio hizo en el Hospital de San Carlos en beneficio de la tertulia que tenía en su casa; y por su peculiar situación legal, ya que no estaba casada en un principio con Fernández Sardinó,24 llegándose a insinuar que su conducta había sido hasta la fecha un tanto licenciosa y que acaso lo sería también en el futuro. Uno de los pasajes más significativos al respecto es éste, donde tras calificarla como “supuesta mujer” se expone lo que sigue:

Dije supuesta mujer (las cosas se han de explicar cómo son para no dar margen a dudas maliciosas en materias de tamaña importancia) porque no está claro si lo es o no legítima; lo que es constar, consta, sí de cierto que no lo era, sin embargo de que los dos vivían matrimonialmente en buen amor y compañía, cuando ella se presentó a las Cortes y a la Regencia con solicitudes encabezadas y firmadas por la misma, titulándose y en el concepto de mujer legítima de la penita de su alma, del (…)25Pancracio. Digan lo que quieran los espantadizos y aspavienteros sobre si será o no será un insulto de marca mayor, y de horrible desacato cometido contra el catolicismo de la nación, de su diputación soberana y de su supremo gobierno ofrecerse a consideración representaciones de una manceba con el falso y supuesto título de esposa; que yo, prescindiendo de estas parvedades, sólo diré que la tal Robespierra (no tengo la suerte de conocerla) es guapota según esta nuestra, sin aprensión por nada de este mundo tanto como su Pancracio, marcialísima en fin, pues ha militado, como con él, con oficial, con boticario, con soldado, y por fin y postre con el remate del miserere, con médico que es, como si dijéramos la última palabra del credo, esto es (no se entienda 26 maliciosamente) que su vida perdurable en carne moral acabará con médico, 124 si éste no muriese antes que ella, en haz y paz de nuestra santa madre la iglesia. (Vapulamiento, 1812, p. 15-16).

Como se observa, las críticas hechas a María del Carmen Silva tienen que ver con el hecho de que pertenezca al sector liberal más avanzado, y los descalificativos se centran especialmente en su conducta, sin que se le haga ningún reproche por el cultivo de las letras, aceptándose el que en una circunstancia peculiar, como lo era el que su esposo estuviese preso, ejerciese como periodista. Hay que resaltar aquí, además, que en lo que atañe a la prensa, no era raro que algunas mujeres (reales o no) figurasen como editoras en el Dieciocho, como sucede con La Pensadora Gaditana de Beatriz

23 Vapulamiento al Robespierre Español, Amigo de las Leyes por mal nombre, en carta que escribía Zutano a Mengano, Imprenta de la Viuda de Comes, 1812, 17 p. en 4º. Este escrito se extracta en El Redactor General nº 499 del 25 de octubre de 1812. Agradezco el envío de este raro folleto a José Cosials de la Real Biblioteca de Madrid. 24 Como se recoge más arriba Silva se unió a Sardinó en Extremadura, pero no contrajeron matrimonio aunque vivían como marido y mujer y se referían mutuamente de ese modo. Cuando él fue encarcelado saltó el escándalo y las sospechas, pues se rumoreaba que no estaban casados, siendo por lo tanto imposible que ella lo visitara, por lo que ayudados por amigos, y gracias probablemente a falsificaciones documentales, acabarán desposándose por palabras el 5 de septiembre de 1811, durante el arresto. Sobre este asunto y la documentación relativa al mismo puede verse Sánchez Hita (2009a, p. 399). Los originales pueden consultarse en AHN, Consejos 11991, Exp. 21. Fot. 1258-1280 25 Una palabra ilegible en el original 26 Debe tratarse de una errata en el original, pues cabría esperar mortal por el contexto.

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Cienfuegos y La Pensatriz Salmantina de doña Escolástica Hurtado, Girón, y Silva de Pico;27 y ya en plena Guerra de la Independencia con doña Eulalia Ferrer que auspició la labor editorial de su marido Antonio Brusi, y puntualmente debió hacerse cargo de la tirada del Diario de Palma (6 de septiembre de 1811-1813).28 En el caso de Carmen Silva ésta contaba también con una carta a su favor, que probablemente hacía más que aceptable que se situase en un momento concreto al frente de un periódico, y es que, a nadie se le escapaba que la lisboeta era una heroína.

a) María Ma gdalena Fernández de Córdoba, Marquesa de Astorga y traductora de Mably.

Otra participación femenina que mereció la atención de los periodistas fue la de la Marquesa de Astorga,29 a la que en el Diario Mercantil nº 80 del 19 de septiembre de 1812 se identifica como la traductora y prologuista de una de las más controvertidas obras de Gabriel Bonnot de Mably: Derechos y deberes del ciudadano. En el texto presente en el citado periódico y que aparece firmado con la inicial N, se elogia a la que aquí se presenta como modesta mujer, por haber optado por ocultar su nombre, y como un ejemplo a imitar. De manera concreta se dice:

[…] Traducción y prólogo es trabajo de la Excma. Sra. Doña María Magdalena Fernández de Córdoba, marquesa de Astorga, condesa de Altamira. Su modestia no le ha permitido publicarla con su nombre, mas es muy justo y aun muy conveniente el que se sepa tan singular circunstancia. La nación verá que en la

27 Sobre la identidad de La Pensadora Salmantina, tras la que realmente parece esconderse el padre cisterciense Garralón, véase Inmaculada Urzainqui (2004). 28 Roig Castellanos (1977) dirá que Eulalia Ferrer emprendió en 1809, por indicación de su marido, la edición del Diario de Palma, pero aquí deben haber un error, pues el citado periódico no empieza hasta 1811, después del traslado del matrimonio procedente de Barcelona. 125 Eulalia Ferrer pertenecía a una familia de libreros e impresores catalanes que ejercían al menos desde el siglo XVII. Contrajo matrimonio el 7 de junio de 1799 con el también librero e impresor Antonio Brusi, que en 1798 poseía ya una librería a la que en 1799 se sumaría, de lo que quedó constancia a través de la fusión de sus apellidos, evidenciando el importante papel que esta mujer tendría desde ese momento en los negocios de la familia. La Guerra de la Independencia será el detonante para la consolidación de la carrera de Brusi, pues se le concederá la edición del Diario de Barcelona (lo que solicita él mismo según consta en AHN, Estado 22D) cuando la ciudad sea recobrada al enemigo, por ser el anterior responsable francés ―Real Orden del 28 de octubre de 1809, conservada en el Archivo Histórico de Barcelona, cit. en Comas i Güell (2008, p. 89)―; además desde ese momento pasa a trabajar para la Junta Superior de Cataluña. Tras la caída de Tarragona en manos francesas, en mayo de 1811, se preparan para partir hacia Mallorca, adonde embarcan en julio. En septiembre inicia su andadura el Diario de Palma, del que se encargaría con un empleado Eulalia, por tener Brusi que responder a sus obligaciones en la Península. Con posterioridad al conflicto bélico, Brusi consigue el privilegio de edición del Diario de Barcelona así como de otros papeles periódicos. Tras su muerte, acaecida el 27 de octubre de 1821, su viuda seguirá con el negocio familiar. En 1822 el negocio, como apunta Solà (2009b, p. 104), era el más fructífero de los que existían en la ciudad y había incorporado ya la técnica de la litografía. Esta mujer falleció en 1841 dejando como heredero a su hijo Antonio, con la condición de que tuviese descendencia, en caso contrario el taller pasaría a su hija Antonia, casada con el impresor Pau Soler, pero en ese caso debería adoptar el apellido Brusi, para asegurar de este modo la continuidad de uno de los apellidos más consolidados en la empresa editorial barcelonesa. Sobre la actividad de Antonio Brusi e indirectamente de la de Eulalia Ferrer pueden consultarse Guillamet (2005) y Comas i Güell (2008). Una breve biografía de Eulalia Ferrer puede verse en Solà Parera (2006) y el análisis de diversas facetas de su labor como empresaria en la misma autora (2009b). 29 Sobre la biografía de María Magdalena Fernández de Córdoba (Córdoba 15 de enero de 1780-Madrid 26 de julio de 1830) puede consultarse Martín Valdepeñas-Yagüe, E., Sánchez Hita, B., Castells Oliván, I. y Fernández García, E. (2009).

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clase de la Grandeza hay almas verdaderamente elevadas y filosóficas, que saben anteponer el bien general a la ridícula vanidad de distinciones infructíferas, odiosas y perjudiciales. ¡Qué ejemplo, Sr. Diarista, para aquellos entes nulos que regulan su poder por la humillación de los demás conciudadanos, y que por hallarse desnudos de virtudes personales pretenden que el verdadero mérito sea debido a la casualidad de la cuna, o del empleo en que los ha colocado la intriga o el favor! La Sra. Condesa de Altamira al paso que ha dado una prueba evidente de que es concedido al bello sexo cultivar las ciencias con igual éxito que el hombre de mayor talento, la ha dado igualmente de su probidad e interés por el bien del público y por las reformas que la nación necesita. Todo esto la constituye acreedora al amor y respeto de sus conciudadanos, al mismo tiempo que contribuirá a la satisfacción de su esposo, conde de Altamira […] (p. 323-324).

Esta misma línea será la que sigan otras cabeceras coetáneas a la hora de calificar la obra y ponderar las virtudes de la traductora, que se convertía en un modelo a seguir, sobre todo para la nobleza. En El Redactor General nº. 464 del domingo 20 de septiembre, en la nota al pie que acompaña al extracto del escrito se lee:

La Excma. Sra. marquesa de Astorga, cuya modestia en ocultar su nombre es un nuevo mérito que realza el de su traducción, ha dado publicando esta obra muestra, no sólo de su afición a las letras, sino también de su adhesión a los principios sanos de libertad, y de su odio al despotismo, que siempre ha pesado más directamente sobre las personas de alta jerarquía. Aunque sea ofendiendo la delicada modestia de esta Sra. no hemos querido privar al público de una noticia, que hace honor a su sexo y a su clase; y que promete a nuestra Constitución una estabilidad, que no pensaban ni quieren algunos malintencionados; los cuales verán ahora con inútil rabia que el deseo de moderada libertad no sólo anima a las clases inferiores de la sociedad, sino que 126 también ha cundido, como en Inglaterra, a las primeras del Estado. ¡Feliz la España si este ejemplo que acaba de dar la Excma. Sra. marquesa de Astorga tiene muchos imitadores; y si nuestra grandeza, a imitación suya, llega a cifrar su principal gloria en sostener con su ilustración e influencia los preciosos derechos del ciudadano contra los repetidos golpes de la tiranía ministerial! (1832). En la Abeja Española nº. 10 del día 21 de septiembre se reiteran estas opiniones y se destaca su amor a la Constitución:

Todo español digno de este glorioso nombre, leerá con gusto y agradecimiento el hermoso preliminar y la versión castellana de los deberes y derechos del ciudadano, que la voz general y no desmentida atribuye al conocido talento y patriotismo de la excelentísima señora marquesa de Astorga, aunque lo haya ocultado su circunspecta moderación. ¡Qué mérito este en una mujer, y mujer de su clase! ¡Qué ejemplo tan honroso y persuasivo para las demás señoras! ¡Qué vergüenza para algunos que se llaman hombres, y tal vez hombres grandes! (p. 78).

En un opúsculo de la época debido a la pluma de Ricardo Meade y titulado: Prisión de don Ricardo Meade, ejecutada por la Regencia de las Españas, tirado en 1812 desde la imprenta Tormentaria, el interesado destaca que a diferencia de lo que

Las escritoras en la prensa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Beatriz Sánchez Hita sucede con otros opúsculos y prólogos, la obra Derechos y deberes del ciudadano no había sido denunciada, y pretende que su escrito de defensa tenga analogía con ésta. Dicho esto elogia la labor de la traductora, cuyo preliminar dice que la inmortalizará (p. 3-4). Como puede observarse en estos escritos se ensalza el que una mujer y precisamente de la más alta nobleza haya propiciado la circulación de una creación de marcado talante liberal y que contribuiría al asentamiento del régimen Constitucional, y en base a esto incluso llega a manifestarse que la traducción es prueba de la igualdad de talentos como se hace en el artículo del Diario Mercantil.

Sin embargo, no todos recibieron con aplauso la labor de María Magdalena; en El Procurador General de la Nación y del Rey nº 3 del 3 de octubre de 1812 figura un artículo en el que se atribuye a la buena fe de la marquesa la imprudencia de haber traducido a un autor y una obra que se había incluido en el índice expurgatorio de 1789.30

En definitiva, unos textos y otros, muestran que la valoración de las letras debidas a una mujer dependía de factores más complejos que la mera aprobación o rechazo por cuestión de género. El posicionamiento de los varones en este caso resulta especialmente significativo pues parece que el hecho de pertenecer a una escala social alta, relacionada con los círculos de poder, hizo que en el bando afín, el liberal, se elogiase su trabajo y se empleara como ejemplo; mientras que desde el lado servil apenas si se emiten críticas directas. No en vano las palabras del Procurador, como se ha visto, están destinadas a reprochar el que traduzca esa obra y a jugar con la posibilidad de que haya sido engañada, presentando a esta dama como víctima, pero sin desaprobar nunca el que tome la pluma.

b) María Manuela López de Ulloa, La Española31 127 Dentro de la órbita servil un nombre propio suscita muy variadas opiniones entre sus colegas varones. Se trata de María Manuela López de Ulloa, una constante articulista que asiduamente remite textos a varias cabeceras conservadoras como indica Cantos Casenave (2008, p. 266). En Cádiz se localizan varios artículos suyos en El Procurador General de la Nación y del Rey y en el Diario Patriótico de Cádiz donde firma como M. L. y a veces también como «una literata» o como «La española»;32 a los que hay que

30 Posteriormente sería esta traducción la que se incluya en el Índice de libros prohibidos, donde figura del siguiente modo: «Derechos y deberes del ciudadano: obra trad. del francés al castellano, impr. en Cádiz en la imp. Tormentaria, año 1812.―Proh. por el Cardenal Arzobispo de Sevilla en 9 de marzo de 1825» (Carbonero y Sol, 1873 [2001], p. 217). 31 A diferencia de lo que sucede con las anteriores de esta mujer apenas si se tienen más datos que los que proceden de lo que ella misma publicó. A partir de éstos apunta Marieta Cantos Casenave (2008, p. 300- 301) que probablemente es de origen castellano, quizás manchega pues se declara paisana de don Quijote y que estuvo estrechamente vinculada al bando servil, llevando a cabo una continuada participación en los periódicos: El Procurador General de la Nación y del Rey (1 de octubre de 1812-31 de diciembre de 1813, pasó luego a Madrid 16 de enero de 1814-27 de abril de 1815), Diario Patriótico de Cádiz (11 de agosto de 1813-al menos hasta el 24 de mayo de 1814) y la Atalaya de la Mancha en Madrid (13 de julio de 1813-abril de 1815). La participación concreta puede verse en Cantos Casenave (2008, p. 220-224) y en Cantos Casenave y Sánchez Hita (2009), se analiza el vínculo de sus escritos con la Constitución. Los pocos datos que se tiene sobre su biografía se consultan en Cantos Casenave (2008, p. 300-301). 32 De manera concreta los textos de la etapa gaditana estarían en El Procurador General de la Nación y del Rey nº 70 (9-XII- 1812), nº 85 (24-XII- 1812), nº 130 (7-II- 1813), nº 135 (12-II 1813), nº 146 (23-II- 1813), nº 205 (23-IV-1813), nº 326 (22-VIII-1813), nº 327(23-VIII-1813), nº 338 (3-X-1813), nº 384 (19-

Las escritoras en la prensa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Beatriz Sánchez Hita sumar el elogio a Wellington Fiddelida: poema en cuatro cantos que dedica una Española al inmortal Lord Wellington33 y el controvertido folleto Afectuosos gemidos que los españoles consagran en este día 14 de octubre de 1813, por el feliz cumpleaños de su amado Rey y Señor Don Fernando VII, por una Española, impreso por Nicolás Gómez de Requena que acabó siendo denunciado a la Junta Censoria como sedicioso y subversivo.34 La autora se defendió con destreza y no pudieron condenarla, con posterioridad dio a conocer los pormenores de lo ocurrido en el escrito Respuesta de la Española, autora del papel titulado: Afectuosos gemidos que los españoles consagran a su amado Rey y Señor Fernando VII. Publicado en 14 de octubre de 1813; y detenido por subversivo con arreglo a la primera censura de la Junta Provincial de Cádiz, impreso por Gómez Requena.35

Los liberales no vieron con buenos ojos la participación de esta mujer en la prensa, y la desaprobaron con dureza. La primera de las críticas se halla en El Redactor General nº 545 (10-XII-1812) donde al extractar el contenido de El Procurador nº 70 (9-XII-1812), en el que María Manuela atacaba, a su vez, a El Redactor nº 538 (3-XII- 1812),36 pueden leerse las siguientes expresiones:

[…] Siguen unas coplas al Redactor 538, por una marisabidilla o marisabijonda (según sea más o menos pandorga), la cual cotorrea contra el hereje y francmasón, dejando a un lado la labor y la almohadilla por los braseros inquisitoriales, a que se muestran un tanto cuando aficionada esta culti-latini- parla. ¡Pobre señora! ¿Quién la habrá metido a teóloga? ¿Si será su director espiritual el Procurador? […] (p. 2179).

Estas palabras dan lugar a un duro intercambio, principiado por la dama que decide intervenir con un texto publicado en El Procurador nº 85 (24-XII-1812). Allí, le reprocha al Redactor que se pronuncie de ese modo y le recuerda que no hizo lo mismo cuando la que tomó la pluma fue la traductora de los Derechos y deberes del ciudadano. 128 Dado el interés de este texto se ofrece íntegro aquí:

Muy señor mío, En El Redactor General número 538, ley una quintilla cuyo sentido me inquietó sumamente (como me sucede con la mayor parte de los artículos de este periódico) y a fin de tranquilizar mi espíritu y desahogar los sentimientos de mi corazón, tomé la pluma, y con una ligera variación que la di repentinamente, aunque con ánimo de glosarla más despacio, trunqué su sentido y la remití a usted por si tenía la bondad de insertarla en el suyo. Yo estaba muy ajena de pensar, que los mal formados rasgos de una

X- 1813); y en el Diario Patriótico de Cádiz números 8 (18-VIII-1813), 13 (23-VIII-1813), 37 (15-IX- 1813), 39 (17-IX-1813), 46 (24-IX-1813) y 54 (2-X-1813). 33 Se tiró desde el taller de Nicolás Gómez de Requena en 1813. Lo reproduce Bravo Liñán (2005, p. 433- 437. 34 Precisamente este juicio sirvió para deshacer las hipótesis que corrían en la ciudad sobre la posibilidad de que realmente fuese un hombre. Sobre el proceso y las alegaciones de María Manuela puede verse Cantos Casenave (2008, p. 263-266). 35 Véase al respecto Gómez Imaz (1910[2008], p. 240-241. 36 De manera concreta María Manuela inserta en el nº 70 una décima en la que ataca al Redactor:«No extrañe el Procurador / De la Nación y del Rey / Que, sin caridad ni ley, / Le calumnie el Redactor: / La ciencia de este hablador, / Y de toda su hermandad / Es la de la iniquidad; / Es la de la irreligión; Y es la de hacer la Nación / Sierva de su libertad». No obstante conviene advertir que los versos originales a los que María Manuela da la vuelta se hallaban en el Diario Mercantil del día 2 de diciembre, y fueron extractados en El Redactor nº 538 (3-XII-1812).

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mujer sirviesen de asunto a las bufonadas, sarcasmos y ridículas ironías del Redactor General, pues siempre ha sido respetado nuestro sexo, entre personas de buena crianza y aun de las más rústicas; pero quedé admirada cuando en el número 545 del citado periódico, leí las zumbas y satíricos refranes con que intenta zaherirme. El estilo chocarrero que usa, las groseras y chabacanas expresiones, más propias de un mesón o taberna, que de un papel de ilustración, me dan la más clara idea de la obscuridad de sus autores. ¡Qué política! ¡qué moderación! ¡qué urbanidad y cortesía! vaya, sobre que no puede negarse que son caballeros… y caballeros a la moderna, no de aquellos de pergaminos amarillos de puro rancios, de colgajos no escudos que nada valen ni aprovecho. ¿No es verdad señor Procurador? Antiguamente teníamos por caballeros, los hombres circunspectos y moderados, aquellos que disputaban con razones y defendían su opinión con palabras sólidas y verdaderas; las acreditan los hechos; y por último aquellos en quienes se reunía la urbanidad con el decoro, la gravedad con dulzura, y la jocosidad con la modestia. Las burlas y bufonadas sólo se oían entre rapaces y truhanes a quienes se miraba con desprecio; mas ahora todo está trocado; los caballeros son de nuevo cuño, esto es, vaciados en un molde a la francesa. La moderación y cordura, son antiguallas y vejeces; las razones no convencen, la verdad no tiene fuerza; las opiniones son particulares, se defienden a toda costa como públicas, todo se asegura, nada se prueba; y en hallando contradicciones, aunque sean apoyadas con la mayor solidez… ¡Qué tempestad! ¡Qué tormenta! A todo se atreven Nada se respeta, Divino y humano Todo se atropella. Confieso a V. con ingenuidad, que el decoroso lenguaje con que me honra el Redactor, excitó en mí tanto la risa, que tuve que hacer los mayores esfuerzos para contenerla, porque no se enterasen del asunto, los que se 129 hallaban presentes. Esto no me acobarda, dije a un sujeto que me lo hizo ver con disimulo. Yo no debo ser más privilegiada que los señores obispos y otras personas de virtud y carácter a quienes no han perdonado sus malignas plumas; y lejos de sentirlo me sirve de la mayor satisfacción, el ver estos ponzoñosos reptiles, como se han encrespado furiosos contra mí, apenas les he tocado ligeramente con la pluma. ¿Qué tal si les hubiera posado la cola? ¡Cuánto veneno derramarán! Gracias a Dios, nada temo, y aunque conozco, granjearía sus elogios si me hubiera dedicado a traducir alguna obra prohibida; por ejemplo, los derechos y deberes del ciudadano, quiero mucho más sus vituperios, que sus alabanzas, pues aquellos me honran y éstas me sirvieran de vilipendio. Mis ocupaciones domésticas no me han permitido hasta ahora formar la glosa que sigue; tenga usted la bondad de insertarla en su apreciable periódico, y mandar cuanto guste a su mayor servidora Q. S. M. B. = M. L.

Ante estas palabras los de El Redactor vuelven a la carga contra María Manuela en el nº 560 (25-XII-1812), haciendo mofa de su edad y de su afición a rodearse de la gente de capilla:

Procurador General de la Nación y del Rey, núm. 85.― M. L. (la Señora de feliz memoria que abandona la aguja por ser poetisa) se muestra muy picadita con el Redactor, porque la dio el buen consejo de que se aplicase a la labor, y no a

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versificar; para lo cual no le da el naipe a nuestra Sra. Dª Mencia. Erre que erre en montar el Pegaso, y colocarse entre las nueve doncellas hermanas, no hace caso de los respingos de aquel y de los desdenes de éstas; y hace una glosa o glosario de una quintilla del R. 538, que la inquietó mucho a la pobrecita, según costumbre. El Redactor (aunque no es caballero al gusto de esta licurga, que muestra aficioncilla a los tontillos y anchurosos atavíos de los tiempos de antaño, y que se da por satisfecha de andar a la par de los obispos) sentiría que esta quintilla hubiese indispuesto mucho a tan melindrosa y mojigata dama, y que se siguiese algún fatal accidente; y más, si por casualidad estaba en cinta… ¡oh Dios Santo! ¡qué dolor, si la quintilla hiciese abortar algún Papa, o Rey, o…! (p. 2240).

Trascurrido un tiempo, el 7 de febrero de 1813, en El Procurador nº 130 (p. 1061-1063) ve la luz un escrito de López de Ulloa donde se defendería de estas palabras, indicando en primer lugar que esperaba la cólera mostrada por la publicación liberal, y apuntando que no tenía pretensiones de subir al Parnaso, y que para escribir en nombre de la Religión no dudaba en dejar a un lado sus labores. Dicho esto proseguía su respuesta con un cuento sobre una señora que se veía criticada por sus vecinos, quienes la acusaban de “liviandad y desenfreno!”por su aspecto y acciones; la señora cansada acudió al juez, que le indicó que debía cambiar su conducta, ante lo que ella respondió que otras muchas “Señoras más principales del Pueblo” actuaban de un modo similar sin recibir críticas. Es difícil saber si nuevamente atacaba aquí a la marquesa de Astorga, laureada por los liberales, y que salvando las fuertes diferencias ideológicas, no había hecho algo muy distinto a lo que hacía ella: salir a la palestra e influir con sus escritos en la opinión pública. Expuesto el cuentecillo finalizaba su texto del siguiente modo:

Los Periodistas liberales han roto los diques de la moderación, y desatado su lengua para producir blasfemias y herejías. Todas las personas que tienen fondo de religión los conocen y detestan; los sabios y celosos católicos advierten el 130 peligro a la gente sencilla. Los liberales temen su ruina viéndose descubiertos, se alarman, se alborotan, improperan a sus contrarios, los baldonan; ¿mas prueban de algún modo que es falso lo que de ellos dicen? Nada de eso, pero a bien que se disculpan con asegurar que sus máximas son las mismas que animan al Soberano Congreso de la Nación. ¿No es ésta. Sr. Procurador, una salida insulsa que hace poquísimo honor a nuestras Cortes? ¿No es esto decir que las Cortes siguen las máximas de la impiedad, pues no vemos otras en algunos papeles? Reflexiónenlo bien las Cortes, B. L. M. de V. su mayor Servidora M. L. Cádiz 4 de enero. (p. 1062-1063).

El Redactor General no iba a permanecer callado, y en el nº 605 (8-II-1813) zahiere nuevamente a la dama, a la que llama “culteranista de marras” (p. 2424), y le indica que no lo ofende con sus reproches y que además el cuento que insertó no se entiende, recomendándole que deje las letras y tome la aguja al decir: “trae, pero no a cuento, una anécdota de que hace aplicación a los liberales, como el P. director la da a entender, porque la menguadilla harto hará en saber echar soletas a un par de medias” (p. 2424).

María Manuela no responde a la crítica, y en su siguiente intervención en El Procurador nº 135 (12-II-1813) censura el contenido del artículo “Leer con tiento” de El Conciso del 13 de diciembre de 1812. Este texto tampoco pasará inadvertido para El

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Redactor que en el nº 610 (13-II-1813) arremete nuevamente contra ella, dándole “el consejo de más aguja y menos meterse en trinidades que no son para las hembras” (p. 2450).

La dama no hará caso de estos avisos y continuará remitiendo escritos en los que valora el contenido de las publicaciones liberales, aunque eso sí, sin hacer demasiado aprecio de los vituperios lanzados contra ella desde El Redactor. En El Procurador General nº 146 (23-II-1813) da comienzo su crítica a El Conciso del 14 de enero congratulándose del hecho de que en las páginas de la publicación servil haya sitio para una mujer: “Sr. Procurador general. Si las observaciones de una mujer (que desprecia sin temor las ridículas befas y sarcasmos de los periodistas) tienen lugar en su apreciable periódico, he de deber a V. que tenga la bondad de estampar las siguientes” (p. 1196). Acto seguido arremete contra lo expuesto por Mejía Lequerica sobre la Inquisición en El Conciso, empleando para ello referencias históricas y autoridades para desmontar sus argumentos. En El Redactor nº 620 (24-II-1813) se ridiculiza precisamente el modo en el que quiere pasar por culta remitiendo a autores cristianos y manifiesta que sin dudas el “Sr. Mejía se reirá bien de esta bachillera” (p. 2493).

Después de esta fecha transcurrirían dos meses hasta que María Manuela volviera a hacer uso de las páginas de El Procurador. En el nº 205 del 23 de abril se localiza un artículo suyo en el que obviando la disputa con El Redactor retoma el ataque a El Conciso del 13 de diciembre de 1812, enjuiciando además las herejías que según ella contienen otros ejemplares del periódico en los que se trata sobre cuestiones y términos religiosos. Como había sucedido en otras ocasiones El Redactor vuelve a la carga. En el cuaderno 679 del 24 de abril de 1813 comienza haciendo mofa de que M. L. haya pasado tanto tiempo callada y una vez más ridiculiza el valor de sus palabras indicando que poco daño harán a El Conciso, y las atribuye a la influencia frailuna.

En agosto, en los números 326 y 327 del Procurador, correspondientes a los días 131 22 y 23 de agosto, firmando como “una literata, pero Española”, María Manuela censura a la Abeja nº 309 (17-VII-1813), ocupada íntegramente por un artículo rotulado “Elogio de Napoleón” (133-140), en el que en tono irónico se reconoce a Napoleón el haber dado inicio al proceso de transformación social en que se halla el país. Este hecho será más que suficiente para que desde el bando servil se ataque con vehemencia; y así, como explica con detalle Cantos Casenave (2008, p. 270-276), María Manuela comienza estableciendo una equivalencia entre el título del periódico y el venenoso animal, para luego recurrir a la demonización de Bonaparte a partir de una lectura superficial del contenido de la Abeja Española. El artículo queda ahora inconcluso, y cuando vuelve sobre el tema ―en El Procurador nº 353 (18-VIII-1813), p. 3936-3938― la publicación liberal ya habrá puesto fin a su vida.

En el resumen diario de El Redactor el contenido de los dos primeros escritos vuelve a ser origen de un ataque contra La Española en los números 800 y 801 de 23 y 24 de agosto, que se cierra significativamente en el último de los cuadernos así:

[…] La literata de marras acaba de desahogar su sensibilidad con la Abeja española, núm. 309, cuya graciosa tarea comenzó ayer esta Marisabidilla, que mejor la estuviera cuidar de su casa, hacer calceta, y componer el peluquín a su anciano papá. (p. 3259).

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Posteriormente, y en relación con lo expuesto en la entrega final de la censura a la Abeja, desde El Redactor nº 827 (19-IX-1813) se le critica escuetamente que no respete ni a los muertos (p. 3379).

Un poco antes de la conclusión de la revisión de la Abeja Española se publica un artículo de María Manuela en El Procurador nº 338 (3-X-1813), donde tildaba de sansculottes a los editores de El Redactor por el trato que habían dado a algunos diputados por Sevilla y Aragón. Los de El Redactor en el nº 812 (4-X-1813) dirán de este asalto lo siguiente: “disfrazada con las letras M. L.; y como tordo metido en cántaro, repite las necedades y paparruchas con que el Procuratore y los demás candongos de su laya han insultado al Redactor, y a los demás que no siguen sus vespertinas ideas” (p. 3311).

El 19 de octubre López de Ulloa inserta su último escrito en El Procurador General en su época gaditana: una representación dirigida a Lord Wellington (nº 384, p. 4233-4240), que nuevamente será censurada por El Redactor, que en el nº 858 (20-X- 1813) la llamará marisabidilla, y le reprochará que se erija en portavoz de las damas españolas (p. 3510).

Según se observa desde El Redactor se mira con lupa lo que la dama publica en El Procurador, pero cuando el medio que emplee sea el Diario Patriótico de Cádiz pasará inadvertida. En este sentido, sorprende que incluso cuando en el nº 824 (26-IX- 1813) se resume el contenido del Diario Patriótico nº 46 (24-IX-1813), en el que se elogiaba al Duque de Ciudad Rodrigo en los mismos términos que en El Procurador General y criticando expresamente la perfidia de los periodistas liberales para con Lord Wellington, no se le haga ningún reproche y se copien sin más algunos versos. Es difícil atribuir este diferente trato cuando de una publicación servil y otra se trata, cabría aquí la posibilidad de que los extractos los realizase una persona diferente, que acaso el Diario Patriótico resultase un papel mucho menos peligroso por tener menos demanda, o bien 132 que lo plúmbeos que resultaban los textos que abrían sus números (como sucede con la “historia de la persecución, muerte y destierro del clero de Francia” que empieza a publicarse en la quinta entrega) provocase que el resto de contenidos pasase casi inadvertido.

A modo de conclusión

Como puede apreciarse la participación de la mujer en el panorama político- literario en un contexto de excepcionalidad como el que marcaba la Guerra de la Independencia no será valorada de un modo negativo por los hombres desde una perspectiva de género, salvo cuando chocan ideológicamente.

En estos años no fueron muchas las mujeres que se decidieron a tomar la pluma para influir en la res publica, y menos aún las que lo hicieron a cara descubierta. Cuando se atacó a estas últimas se hizo en atención al color político, y a su estatus social. Esto explica que en el caso de Carmen Silva sea en El Censor y en el folleto Vapulamiento al Robespierre donde mayores críticas se concentren hacia su persona, y éstas probablemente hubiesen sido más duras de no tratarse de una heroína reconocida socialmente. En ellos no se le reprochará el que opte por convertirse en editora siendo mujer, más aún cuando ella misma presenta su acción como fruto de una contingencia particular: el arresto de Pedro Pascasio Fernández Sardinó, sino que se le reprobará

Las escritoras en la prensa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Beatriz Sánchez Hita cierta conducta licenciosa o la vehemencia que utiliza para defender al arrestado. Probablemente el hecho de que Silva tuviese más que demostrado su patriotismo y el que existiesen antecedentes en el campo del periodismo de señoras que tomaron las riendas de distintas cabeceras pudo propiciar que ella no se viese tildada de literata. De igual modo hay que matizar que en el momento en el que Carmen Silva se sitúa al frente de El Robespierre Español no eran demasiadas las cabeceras serviles que se tiraban en la urbe gaditana,37 por lo que acaso se vio menos atacada, ya que desde las páginas de las liberales difícilmente se vería vilipendiada una mujer afín en ideología.

Con la marquesa de Astorga la actitud es bien distinta y no se la ataca abiertamente en ningún caso; es más, se llega a establecer que con su actuación denota que “es concedido al bello sexo cultivar las ciencias con igual éxito que el hombre de mayor talento” (Diario Mercantil nº 80 del 19 de septiembre de 1812, p. 323), para luego convertirla en ejemplo de patriotismo. Como puede verse, no sólo no será calificada de bachillera, sino que con ella los argumentos a favor de la igualdad de géneros serán una baza para estimular a la nobleza a que se posicionase a favor de las reformas. La reacción será unánime en los títulos liberales, y como se ha visto desde los serviles sólo se le reprocharía el que se hubiese erigido en traductora de una obra prohibida.

Todo lo contario que con la marquesa sucede con la servil María Manuela López de Ulloa, con la que se ensañan los editores de El Redactor General, recurriendo incluso a descalificativos concernientes al género para rebatir cuestiones que tenían que ver con la política, ya que como se observa, y como advertía la propia afectada, cuando la dama era liberal ―como sucedía con la marquesa― la actitud era otra. Con ella sí que se emplearon las tópicas censuras de bachillera, literata…, además, misóginamente se le aconseja incluso que abandone la tribuna pública y tome la aguja. Las diferencias ideológicas fueron el detonante de este ataque realizado desde la perspectiva de género, en el que prima la ridiculización de la afectada de acuerdo con toda una serie de tópicos 133 sobre la mujer, que sólo se utilizarán en este caso, quizás por lo fácil y efectivo que resultaba el criticarla conforme a toda una tradición.

Cuando se observan los descalificativos proferidos contra estas tres mujeres se hace evidente que fueron más duros en los casos de Carmen Silva y Manuela López, sobre todo en el de la última, lo que evidencia que el estatus social, además de la ideología, influirá en las censuras que se les hagan. De modo que el que tuviesen una sólida instrucción o perteneciesen a un nivel social alto, pudo motivar que incluso se viesen elogiadas por su contribución al establecimiento del nuevo orden social.

Esto mismo se desprende de los escritos creados por hombres y dirigidos específicamente a la mujer, y que en líneas generales adoptan un tono instructivo, pues se pretende educarlas para que desde la órbita de lo doméstico influyan en la sociedad, llevando en el proceso ellos la voz cantante. Aunque eso sí, aquellas señoras ilustradas, esto es, la minoría que había recibido una educación y gozaba de una holgada situación económica, podían auspiciar el establecimiento de instituciones y ayudar con sus

37 En aquellos momentos se tiraban El Zelador Patriótico (Octubre de 1810-noviembre de 1811) de escasa influencia por los problemas de imprenta que atravesó durante toda su andadura; El Censor General (24 de agosto de 1811 hasta enero de 1813 en diferentes etapas) y el Diario de la Tarde (24 de agosto de 1811-enero de 1815 con interrupciones), que por entonces poseía un carácter eminentemente noticiero, pues de la crítica de lo que se tiraba en Cádiz ya se encargaba el anterior.

Las escritoras en la prensa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Beatriz Sánchez Hita creaciones a la difusión de las luces, entrando en este punto dentro del sistema de parabienes y críticas acordes a la tendencia política desde la que se dan. Pasada la Guerra de la Independencia, unas y otras acallarían sus voces y el panorama político- literario volvería a ser cosa de hombres; no obstante, dejaban ya abonado el terreno para que en otras etapas de libertad otras voces femeninas pudiesen ocuparlo.38

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38 Sobre este aspecto puede consultarse el trabajo de Elena Fernández García (2009).

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O ar do tempo: a moda “à francesa”

Ilda Soares de Abreu (Universidade Nova de Lisboa)

Resum /Resumen/ Abstract

Els aires francesos amb les seves noves idees i costums bufaven amb força per sobre de Portugal amenaçant les estructures de l'Antic Règim i per tant havien de ser extirpades. Des de l'Església, l'Estat i els discursos morals les modes franceses van ser vistes com a element de transgressió i van estar en el punt de mira. En conseqüència, de que les dones portugueses rebutgessin aquestes noves modes francesa depenia l'equilibri social i la família.

Los aires franceses con sus nuevas ideas y costumbres soplaban con fuerza por encima de Portugal amenazando las estructuras del Antiguo Régimen y por tanto debían ser extirpadas. Desde la Iglesia, el Estado y los discursos morales las modas francesas fueron vistas como elemento de trasgresión y estuvieron en el punto de mira. En consecuencia de que las mujeres portuguesas rechazaran estas nuevas modas francesa dependía el equilibrio social y la familia.

The time air was French and blew over Portugal new ideas, tastes and customs that threatened the structures of the Ancient Regime and therefore should be excised. One of the targets of attentions was the fashion in the French view, seen as transgressing the established order, and if female generating behaviors, that the state, the church and moralists believed to compromise the social and family balance grounded on the submission of women.

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Dones, Moda, França, Política, Submissió, Llibertat Mujeres, Moda, Francia, Política, Sumisión, Libertad Women, Fashion, France, Politics, Submission, Freedom 141

A moda 'à francesa''Sécia', 'peralta', 'casquilho' e 'casquilhas' Cópia de gravuras de Alberto de Sousa para a obra O amor em Portugal no século XVIII (Júlio Dantas, 1917)

No século XVIII e até tarde, no século XIX, o 'ar do tempo' era francês e soprava sobre a Europa. A língua francesa era a língua internacional e, através dela, chegavam a todos os países, as novas ideias, acontecimentos, gostos e costumes que potenciavam tendências à mudança nas estruturas do Antigo Regime.

Com o Iluminismo, doutrinas e livros dos enciclopedistas franceses, circulavam na camada culta da sociedade portuguesa, apesar dos entraves da censura exercida pelo Tribunal do Santo Ofício, pela Real Mesa Censória e pela Intendência Geral da Polícia do Reino. A moda 'à francesa' no vestuário e nos comportamentos não escapou à vigilância dessas instituições.

É da moda 'à francesa' não como descrição exaustiva dos modelos franceses no trajar nacional, mas sim como o fenómeno que teve interacção nas supraestruturas do tempo, que nos propomos tratar. De salientar que, apesar das críticas e perseguições pontuais a todos os portadores da moda 'à francesa', foram as mulheres o público alvo preferencial

O ar do tempo: a moda “à francesa” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Ilda Soares de Abreu dos moralistas, e não foi por acaso que os autores dos libelos contra elas eram homens empenhados em manter a situação de subalternidade em que as mulheres se encontravam.

A moda das modas

O Traje entre nós foi sempre usado Pelos trajes de todas as nações (Costa, 1819, p. 22)

As modas estrangeiras sempre tiveram larga influência nas modas portuguesas. As rainhas e a corte de aias que as acompanhava, os diplomatas e os comerciantes que frequentavam as principais cidades da Europa, introduziam novas formas de vestir e costumes, em geral só acessíveis às aristocracias e alta burguesia comercial. Copiadas pelos estratos sociais citadinos, essas novidades não se difundiam entre os camponeses que, devido ao isolamento geográfico e natural conservadorismo, mantiveram os usos e costumes tradicionais até tarde.

A influência francesa na política, nas modas, na linguagem, e nos costumes teve maior incidência nos meados do século XVII, depois que, em 1666, Maria Francisca Isabel de Sabóia-Nemours, familiar do rei Luís XIV, se tornou rainha de Portugal pelo casamento. Condições favoráveis no sistema económico do país facilitaram o gosto desenfreado da moda e do luxo e as Leis Pragmáticas apelando à contenção, não surtiram resultados.

Apesar da aproximação à coroa austríaca pelo 2.º casamento de D. Pedro II, em 1687, dos casamentos dos reis seguintes com princesas da Casa de Áustria e dos incidentes políticos com a França, no século XVIII, o figurino continuava a ser francês e 142 a circulação de bonecas da moda (percursoras dos manequins), concorriam para a unificação da moda divulgada a partir da rua de Saint- Honoré, em Paris.

Esses modelos importados foram constituindo tipos de elegância «frança» ou «francelha», que ficaram conhecidos por alcunhas: a 'bandarra' (mandriona) característica da transição da moda espanhola dos fatos à vasquinha (ou basquiña), largos e flutuantes e do verdugadin (ou verdugado), para a moda francesa dos paniers (bambolins), armados em barbas de baleia e forrados a tafetá, dos decotes avantajados, sinais no rosto e penteados altos e riçados que, por volta de 1780, evoluiu para a 'sécia' (janota) que era reparada por arregaçar a saia e deixar ver a perna e os pés em sapatos de saltos altos encarnados, cabelos postiços e por fumar. O estilo mais durável foi o da 'casquilha' (excêntrica) cópia mais ou menos fiel da merveilleuse de vestidos transparentes em cambraia ou musselina, profusamente bordados, que apareceu em França durante o Directório e que reinou entre nós a partir de 1800, ao tempo da rainha D. Maria I e ainda pontuava em 1814.

As modas 'extravagantes' também tiveram êxito no sexo masculino: Ao 'francelho' e 'peralta' de 1780, de faces pintadas de cor de rosa e sinais de tafetá preto, sucedeu o 'casquilho' desde 1803 ridicularizado pelo penteado à 'orelhas de cão de água', calção, meias vermelhas, luvas e brincos. O exército de Napoleão, em 1807, ainda pode reconhecer nos cafés e nas ruas essas imitações dos incroyables, e inconcevables parisienses.

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A moda e os moralistas

A velhice procura mundo velho, Sagaz Espreitador indaga novo, Ambos absortos ficam; porque encontram Outro trato, outros usos outro Povo (Costa, 1802, p. 33).

Desde sempre, as modas suscitaram as críticas dos moralistas mas foi entre meados do século XVIII e até cerca de 1832, que se desenvolveu, em Portugal, um género de sátira às normas estéticas das modas 'à francesa', em geral sob a forma de poesia, ou de versos rimados, de comédias e de pequenas farsas denominadas de 'entremezes', que eram representadas nas feiras e nos teatros populares do Bairro Alto e Salitre.

Além das sátiras dos poetas Nicolau Tolentino (1741- 1811) e Filinto Elísio (1734-1819) dirigidas a um público culto e das comédias de Manuel de Figueiredo (1725-1801), tanto os versos como os textos dos entremezes concebidos para as camadas populares circulavam em folhetos soltos expostos à venda pendurados num cordel, circunstância que deu a este género satírico a denominação de 'literatura de cordel' e 'teatro de cordel'. Mal impressas e em mau papel, essas produções vendiam-se nas esquinas das ruas pelos cegos conhecidos por 'cegos das folhinhas'. Os folhetos de José Daniel Rodrigues da Costa1, um dos autores mais profícuos no género, eram vendidos, também, em livrarias, lojas e capelistas.

Esta forma de divulgação tinha a sua pertinência numa época de forte taxa de analfabetismo e os consumidores, pouco letrados ou iletrados, liam-nos ou ouviam-nos ler, em voz alta, nas tabernas, nas ruas e ao serão em família. Tanto os folhetos como os entremezes, deviam a sua popularidade ao tom jocoso, que fazia rir, e da concordância 143 de algumas facções populares acerca do ridículo e dos exageros dos novos costumes copiados dos franceses e da apologia que faziam “daquela gravidade / das sérias Portuguesas d'outra idade” (Costa, 1819, p.40).

A análise dos temas e conteúdo dos folhetos e das peças de teatro evidencia o eco da resistência a eventuais mudanças que pudessem pôr em causa a diferenciação dos grupos e classes coexistentes na sociedade do tempo. Subjacente, estava o princípio pedagógico do poder instituído: cada um deve permanecer no seu estado e cada estado vestir-se em conformidade com a sua situação social. Um papel volante de autor anónimo, constatava “(...) e vem a ser a triste e vã mania / De querer qualquer pingão2 ter fidalguia” (A mulher da moda, II, 1803, p. 5).

Os arautos destes receios, muitos deles escrevendo sob anonimato, eram, em geral, versejadores de pouco talento que viviam sob a protecção de personalidades ligadas à política e à Igreja. De salientar que, embora a maioria desta literatura corresse clandestina, a representação dos entremezes e farsas e a publicação dos folhetos de

1 José Daniel Rodrigues da Costa (1757-1832), usou o epíteto árcade de Josino Leiriense, era protegido do desembargador António Joaquim de Pina Manique, irmão do intendente Pina Manique. As críticas sociais dos seus folhetos volantes sublinhavam as ideias políticas do seu protector. A venda dos panfletos era a sua forma de subsistência e, por isso, foi-se adaptando às mudanças políticas, liberais ou absolutistas. 2 'pingão': plebeísmo de 'pelintra', 'desmazelado'.

O ar do tempo: a moda “à francesa” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Ilda Soares de Abreu cordel dependiam da aprovação da Real Mesa Censória e do Tribunal do Santo Ofício que verificavam a sua “utilidade social e decência”, isto é, se nada continham contra os Costumes, a Religião e o Estado.

Os folhetos e farsas que se dirigiam, expressamente, às mulheres, denunciavam os comportamentos femininos como comprometedores do equilíbrio familiar alicerçado status quo social e no domínio do marido sobre a esposa e as filhas.

A moda 'à francesa' nas convivialidades dos espaços privado e público

As novas formas de sociabilidade que, no espaço privado dos salões das élites sociais, políticas e económicas, reflectiam a cultura francesa, fizeram sentir necessidade de dar esse 'ar do tempo' aos interiores de suas casas, atravancando-as de pinturas nas paredes e de peças de mobiliário tais como coiffeuses, toilettes, étagères e, também, chaise-longues (Brito, 1940, p. 44), onde senhoras se estendiam languidamente “recitando francesias enjoativas” (Dantas, 1909, p. 253), já contagiadas pelo mal de vivre que, desde 1802, angustiava as parisienses.

Para brilhar em reuniões selectas ou festas quando, nos intervalos das contra– danças francesas, se tornava importante mostrar erudição, era “de absoluta necessidade ler o Lycée de La Harpe” porque “a sua opinião em Belas Artes pode ser seguida quase à risca (...) para uma mulher que necessite ter uma escolha tão segura como a dele”, como recomendava a condessa da Ega3, em 1805, a sua irmã Luísa de Oeynhausen (cit. por Pereira, 1953: 212).

Se nestas élites todas as modas eram admitidas e incontestadas, a estandartização da moda 'à francesa', no vestuário, nos costumes e na linguagem a outros estratos sociais entrava em ruptura com o meio envolvente: o homem era ridicularizado: 144 Falar francês, dançar, repetir motes, Tomar rapé, ser muito caloteiro, É a regra dos fingidos fidalgotes (Desengano do Mundo, 1791) e a mulher:

(...) afecta de Francesa, Que lera, e traduzira, Que tem livros de escolha, mas dispersos: E por ópio4 inculca que faz versos (Costa, 1802, p. 23).

Elas já não estavam confinadas à casa e procuravam reuniões ou o espaço público para dançar o minuete, a contra-dança, o cotilhão, o 'jinot' (corruptela intencional do nome Junot) uma dança sensual do tempo das invasões (cf. Costa, 1962: 116), e namorar “por nova ideia”, “com amor”, isto é, 'à francesa'. Entrava em desuso o “amor de acenos”, com lencinhos que deram lugar aos 'leques namoradeiros', cujos

3 D. Juliana de Oeynhausen e Almeida, 2.ª condessa da Ega pelo casamento. Era filha da poetisa D. Leonor de Almeida Portugal, condessa de Oeynhausen e marquesa de Alorna, título herdado de seu irmão, D. Pedro de Almeida Portugal, que faleceu sem deixar descendência. A carta foi enviada de Aranjuez, quando o conde da Ega era embaixador na corte espanhola. 4 'ópio': passatempo.

O ar do tempo: a moda “à francesa” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Ilda Soares de Abreu sinais constituíam um vocabulário próprio, usados por todos os apaixonados, desde os que frequentavam o Teatro de S. Carlos até aos que namoravam janela-abaixo: “e delícia para ambos era conversavam em silêncio, entenderem-se sem palavras” (Dantas, 1917, p. 42 e p. 336). Segundo os moralistas, era o tempo em que:

Uma mulher recatada Deve dos homens fugir; Que se os chega a ouvir, É perdida, e desgraçada. (Costa, 1802, p. 16).

Este “namorar por nova ideia”, ainda que não fosse motivo de perdição, parecia fazer perigar o costume dos pais escolherem os maridos para as filhas: num entremez, o autor põe na boca de um pai exemplar “Não há dúvida, eu mando e é quanto basta, minha filha há-de casar com quem eu quiser!” (A cozinheira amorosa, 1792).

As mulheres casadas apareciam como desmazeladas e péssimas donas de casa, única ocupação decente que lhes era reconhecida:

Ah! Quantas casa vejo por Lisboa Sem ordem, nem amanho! Não se dá ponto, nem se pega em meias É um milagre haver jantar, e ceia. (Costa, 1802, p. 30).

Mas as aspirações e as condutas femininas estavam a mudar. A insubmissão das mulheres era notória:

(...) Ela tira, ela põe, grita, defende Ela nega, ele prova, e nada entende. (Costa, 1802, p. 22). 145 Nalguns casos a situação tornou-se séria e, nos Livros da Intendência Geral da Polícia, de 1804, encontram-se pedidos de homens para que as esposas ou filhas fossem internadas em Recolhimentos em represália de desobediência.

A liberalização do espaço público, e consequente convivialidade social, teve o seu momento nos banhos no rio Tejo, versão portuguesa dos “banhos chineses” que, desde 1871, povoavam o rio Sena, junto à ponte de Tournelle. Seguindo o modelo francês, banheiras furadas dentro de um barco amarrado no rio e suspensas a certa profundidade deixavam circular as águas pelo balneário privado onde ficava o/a banhista. Estas banheiras eram denominadas de “barcas dos banhos” e havia-as em Pedrouços, no Cais das Colunas, no Terreiro do Paço (hoje Praça do Comércio) e Santa Apolónia.

Os banhos eram frequentados por homens e mulheres ao mesmo tempo, embora ficando em lados opostos da barca: “Senhoras de todas as idades, e condições, umas desgrenhadas outras bem vestidas, chegam a pé ou de sege, sós ou acompanhadas” (A mulher da moda, 1803). Em 1800, Ruders referia que, para os banhos, “os homens usam apenas ceroulas; as mulheres, essas, trazem um vestido de banho, dum tecido muito suave, mas não transparente, atado ao pescoço e caído até aos calcanhares” (Ruders, 1981, p. 121).

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Ficámos a saber que os marqueses de Fronteira alugaram uma casa em Pedrouços porque “Todos os médicos aconselhavam sempre os banhos do mar como um remédio eficaz para a nossa família” (Barreto, 2003, p. 150), deixando-nos, no entanto, na ignorância dos males de que sofriam, pois os banhos eram recomendados para variadas situações 'clínicas': “dilatar a vida durante trinta anos, fazer alargar a pele, adelgaçar a birra, derreter a cólera, engordar os tísicos, abrir os meados do entendimento, expelir os flatos hemorroidais, desopilar, endireitar os vesgos, aplainar os corcundas, promover o riso” (cf. Um Mezinheiro, I, 1811, p. 7) entre outros benefícios para “doentes imaginários ou inteiramente perdidos” (cf. Um Mezinheiro, I, 1811, p. 10).

A crença nas propriedades curativas dos banhos e/ou os momentos de lazer que proporcionava levava a que aqueles que não tinham carruagem:

Por ordem do médico Vão meia légua a pé (Os banhos de mar, 1805, p. 9).

Junto aos Cais, em esplanadas, as senhoras reuniam-se para conversar e comer bolinhos e as raparigas “umas para ter pretexto para a malandrice, para falarem ao seu namorado, outras para saírem da aperração a que estão metidas e todas por moda” (Um Mezinheiro, II, 1811, p. 5).

De qualquer modo, era um espaço de divertimento “apanha-se cada borrifada de riso (...). Senhora vizinha, a liberdade não tem preço” (Os banhos de mar, 1805, p. 9).

Em 1819, estes banhos ainda estavam em moda, segundo uma folha volante: Vai ao banho do mar a Dama bela Porque deles precisa ou por cautela.(Costa, 1819, p. 15). 146 A Moda e o Poder

'Diz-me como vestes e dir-te-ei o que pensas'

Ao longo do século XVIII a inquietação provocada pelas novas ideias dos Enciclopedistas e a Revolução americana projectavam nas instituições e no governo o receio de mudanças na ordem estabelecida e tinham conduzido à necessidade de optar por acções drásticas no sentido de impedir ou extirpar a propaganda revolucionária. Nesse sentido, foi criada a Intendência Geral da Polícia da Corte e do Reino, em 1780, e o lugar de intendente geral entregue a Diogo Inácio de Pina Manique (1733-1805) que cumpriu ordens da rainha D. Maria I, e depois do Príncipe Regente, futuro D. João VI, para limpar Lisboa de 'libertinos', denominação genérica a todos quantos o intendente considerava suspeitos de francofilia. Os alvos eram todos aqueles “que não usassem a cabeleira polvilhada, a casaca de seda negra e os sapatos de fivela de prata dos jarretas5 de 1770 (...) Um laço vermelho, uma meia vermelha, um colete vermelho, podiam ser liquidação de um homem”.(Dantas, 1909, p. 248).

Contratado pela polícia, um exército de espiões conhecidos pelos 'moscas', recolhiam indícios de francesismo e de maçonaria em livros, panfletos, estampas

5 'jarretas': velhos.

O ar do tempo: a moda “à francesa” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Ilda Soares de Abreu conversas em cafés, no Passeio Público, nas peças de teatro, nas praças e mercados, nos bilhares e teatros e no que se cantava, vestia e calçava. O óculo do Intendente também assentou nos militares, uns porque se comportavam como 'casquilhos':

Desfilam os militares Que da táctica zombando Cuidam só em ter penacho E as espadas arrastando; E usam nas orelhas brincos Para que as línguas malvadas Digam que têm as cabeças Com as orelhas, furadas (cf. Dantas, 1909, p. 254) outros porque usavam “o cocard dos franceses, que puseram em divisa a liberdade (...) e nas guarnições das espadas o conde de Assumar6 mandou fundir para os oficiais do seu regimento (...) um cocard a que chama o povo o Barrete da Liberdade”7

Numa rusga, D. Leonor de Portugal (1750-1839), condessa de Oeynhausen e futura marquesa de Alorna, foi surpreendida numa reunião da Sociedade da Rosa, que, se outro motivo não houvesse, bastava ser frequentada pelo poeta árcade Bocage, assumido 'pedreiro - livre' (maçon). Por essa imprudência a condessa foi considerada 'jacobina' pela polícia do intendente e condenada ao exílio entre 1803 e 1814.

Outras mulheres, ainda que alheias à cultura e à política, eram visadas pela polícia tendo em conta a forma como seguiam as modas. Nos relatórios para a Intendência de 1794 e 1795, denunciavam-se “pessoas de um e outro sexo de todas as hierarquias com luvas e cocard (...)” e as mulheres falavam em “cocard da liberdade”8, donde seriam, inequivocamente, aderentes das ideias jacobinas. Segundo Ruders, viam- se muitas pessoas de cocard tricolar depois da chegada do embaixador Lannes a 147 Portugal, em 25 de Março de 1802 (Ruders, 1981, p. 268).

Já em 1801, o intendente recomendava aos pais de família que não deixassem sair as filhas em trajes indecentes (quer dizer, pela moda francesa) e, em 1804, ordenava aos corregedores dos bairros de Lisboa para proibirem as modistas de confeccionarem vestidos de “modas escandalosas e indecentes” e a “circulação de bonequinhas, figuras e pinturas espalhadas por Lisboa a apregoar os trajes da elegância parisiense” (Sequeira, 1906, pp. 582-592). A transgressão a esta ordem dava lugar a prisão no Castelo de S. Jorge.

Pina Manique referia-se ao estilo de vestidos de linha à antiga, depois denominado de linha império, de silhueta longilínea, em tecidos finos e transparentes, decotados, presos aos ombros apenas por fitas, cintura abaixo do peito, de mangas curtas ou sem mangas e penteados altos, moda que fazia furor em França e que conquistou,

6 Referia-se a D. Pedro de Almeida Portugal (1754-1813), 3º marquês de Alorna e 5.º conde de Assumar (1802), e tenente general do exército. Em 1807, durante a 1.ª invasão francesa, foi integrado na Legião Portuguesa e faleceu, em 1813, ao serviço de Napoleão, na campanha da Rússia. 7 IAN/TT, Intendência Geral de Polícia: Contas para as Secretarias, Liv. IV, 5 de Novembro de 1794, fl. 212 v. 8 IAN/TT, Contas para as Secretarias , livro V, 4 de Junho de 1794, fs. 144 v., e 4 de Dezembro de 1795, fs. 21 v.

O ar do tempo: a moda “à francesa” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Ilda Soares de Abreu desde logo, as elegantes portuguesas. Os papéis volantes satirizavam:

Agora é um vestido, quase nada, com um dedo de umbreira; Dos ombros magros ossos aparecem, Os braços, andam nus, nunca arrefecem. (Costa, 1802, p 29).

Completamente dominado pela fúria contra a moda 'à francesa', o intendente fez sair do camarote do teatro de S. Carlos a condessa da Ega por usar um vestido com um decote 'não oficial'.

As medidas revelaram-se impotentes para suster os apelos das modas 'à francesa' e o intendente já deposto do cargo, desde 1803, faleceu em 1805, sem lhes ver o fim.

Nesse mesmo ano, Junot apresentava credenciais de embaixador ao Príncipe Regente que, deslumbrado com o “uniforme de coronel dos hussards, todo reluzente de ouro” logo lho pediu “para modelo de outros dois, destinados a ele e a seu filho Pedro (...) feitos por Pierre Duprat, alfaiate de Sua alteza Real” (Carvalho, 1909: 499-500). Num retrato de família, datado desse mesmo ano, o 3º marquês de Alorna e 5.º conde de Assumar, tenente general do exército, e os filhos aparecem com penachos, uniformes e botas à hussard, e a esposa, D. Henriqueta, vestida pela moda 'Império'.

Em 1806, um anónimo publicava num folheto de cordel:

Por moda se há-de falar, À moda se há-de comer; Por moda se há-de trajar, À moda se há-de viver (2.ª Parte em resposta às modas escusadas, 1806, p. 148). 148 No ano seguinte, era publicado, em língua portuguesa, o Correio das Modas, figurino destinado à publicação do traje de senhoras e homens (1807, p. 1). segundo a última moda da alta costura parisiense.

Durante a ocupação francesa (entre 30 de Novembro de 1807 e Agosto de 1808) e durante as direcções de Luís Seabra da Silva e de Pierre Denis Lagarde na Intendência, não foram publicados panfletos criticando as modas. Desde a Convenção (1793) que, em França, se tinha decretado a liberdade de cada um vestir como lhe aprouvesse e durante o Império o luxo atingira o auge. Em Lisboa, a moda actualizava-se pelo menos para as fracções privilegiadas e endinheiradas da cidade. Actrizes estrangeiras que vinham actuar no Teatro de S. Carlos e as esposas dos generais e oficiais, que ocupavam o país, eram os principais modelos parisienses da sociedade portuguesa. Nas festas sumptuosas oferecidas por Junot ou pelas aristocracias apoiantes do general, as senhoras portuguesas deslumbravam em vestidos e adornos pelo figurino francês sem constrangimentos patrióticos.

A moda 'à francesa' era, aos olhos do invasor, para além de bom gosto, imagem identificatória de adesão à causa napoleónica e, em território neutro ou inimigo, um exército silencioso da propaganda imperial. A moda continuava instrumento da política.

Quanto às ideias, escutemos o panfletista:

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Não vejo um Afrancesado, PQue não seja um libertino: Lendo um Voltaire, um Rousseau Um Luthero, ou um Calvino. (Carvalho, 1808).

A moda e a religião

Anos há, que sobre as Modas Têm declamado os Autores, E até servido de assunto Nos púlpitos aos Prégadores (2.ª Parte em resposta, 1806, p. 156).

Em sintonia com a censura política, a Igreja socorria-se de exemplos de santos, remotos concílios e memórias de castigos do Céu para fundamentar a repulsa pelas ideias e modas vindas de França. No entanto, há notícia de que todas as hierarquias do clero foram, mais ou menos, contagiadas pelo apelo dessas modas. Nos finais do século XVIII, os padres: “Punham meias de seda, fivelas de pedras nos sapatos de salto vermelho, rosetas nos calções, rendas nas gravatas” (Sequeira, 1940, p. 51) e foram ridicularizados pela pena de Nocolau Tolentino:

L' Abbé, que encurta batinas, Por mostrar bordadas meias, E presidindo em matinas, Via depois às assembleias, Cantar modas co'as meninas (Tolentino, 1969, p. 57).

Também as religiosas pareciam desprezar os castigos que se profetizavam: “As freiras nos conventos de luxo – como as Mónicas, Rosa, Odivelas, Calvário, etc., em 149 Lisboa, alguns no Porto, em Coimbra e Évora – usavam espartilho, sapatinhos de laço, meias de seda e até se pintavam e mosqueavam de sinais” (Sequeira, 1940, p. 51), apesar das sucessivas reprimendas das respectivas Ordens.

Quanto às paroquianas, a quem eram dirigidos os sermões, os castigos divinos também não as assustavam. Em 1802, na folheto volante A mulher da moda, o autor constatava os diferentes comportamentos das mulheres:

Não entravam na Igreja sem manto, E com toda a seriedade. Hoje vão ouvir Missa, ouvir sermão, Como quem vai dançar um cotilhão. (Costa, 1802, p. 4).

O tempo da ocupação não foi propício a exaltados sermões sobre as modas.

A retirada dos franceses (1808) e as invasões de 1809 e 1810 coincidiram com o auge da resistência de Pio VII e da Igreja Católica ao Império. Em Maio de 1909, o papa tinha excomungado Napoleão e quantos participaram na ocupação dos Estados Pontifícios em Fevereiro de 1808.

O clero português voltou a usar o púlpito para impor a revisão completa dos

O ar do tempo: a moda “à francesa” http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Ilda Soares de Abreu valores e restabelecer a autoridade sobre as consciências. Padres e monges pregavam o ódio aos franceses e, nos mesmos sermões, apelavam à harmonia entre a moral, a religião e a estética condenando, assim, as indecências da moda 'à francesa'. Falavam, especialmente, para as mulheres acusando-as de pecadoras e instrumentos diabólicos da própria perdição e da perdição dos homens. Tomemos como exemplo um sermão proferido na Igreja de S. Paulo, em Lisboa, em 1811: o Pregador escolheu a moda feminina para moralizar os costumes, afirmando ser “pecado grave que o traje [à francesa] em que velhas e novas, senhoras e criadas, virtuosas e mundanas (...) inúmeras mulheres em razão da moda praticam há muitos anos, já andando quase nuas, já entrando com a cabeça descoberta nos Sagrados Templos já fazendo-se mais formosas artificialmente, isto é, 'caiando-se'” ou “aproximando-se da comunhão com vestidos muito curtos e cabelos feitos em anéis”. E acrescentava: “e quem senão as prostitutas se atreveria a trajar assim antes da moda se introduzir?” (Carneiro, 1811, p.8 e ss).

Moda: Liberdade, Parecer e Sedução

A moda resistiu aos sermões, às perseguições políticas e ao sarcasmo público porque 'liberdade', 'parecer' e 'sedução' tinham conquistado lugar em todas as camadas da sociedade portuguesa.

Os diferentes apelos aos costumes tradicionais não tinham entusiasmado aqueles e aquelas que procuravam estatuto na parecença com os seus contemporâneos imediatamente acima da escala hierárquica a que pertenciam. A pequena nobreza e outros titulares emergentes da burguesia negociante de 'grosso trato' (entre 1791 e 1811 foram atribuídos 34 títulos) e as burguesias citadinas procuravam exibir o seu estatuto e as mulheres da família eram a montra ideal para o fazer, através do luxo 'à francesa': “Que traje português é grifaria”9 (Costa, 1802: 24). 150 Para as menos abastadas a moda chegava tardia, era preciso esperar que as adelas10 colocassem na montra os vestidos e adornos já usados para os comprarem em 2.ª ou 3.ª mão. Alguns já tão velhos que pareciam trapos.

Outras mulheres, de estratos sociais de cariz popular, eram confrontadas com os conceitos de 'liberdade' e 'igualdade' que abundavam nas conversas, em espaços privados e públicos, e procuravam, nas modas, nivelamento social:

Querendo com a mais louca presunção Uns e outros mostrar o que não são (...) (Costa, 1819, p. 35).

A moda era, também, uma forma de sedução. Vários artifícios permitiam reconstruir a aparência, valorizar atributos e dissimular defeitos que aproximavam as mulheres do ideal de beleza que lhes era contemporâneo. Cabeleiras, sapatos de tacão alto, espartilhos, almofadas, armaduras, pomadas, pós para a cara e carmim para os lábios não eram mais do que truques para esse fim.

Simulação e dissimulação já não era extravagância da mocidade:

9 'grifaria': costumes antigos e de mau gosto. 10 'adela' era a denominação dada à revendedora de roupa usada. Centralizavam-se em pontos fixos, como a Praça da Alegria e Calçada da Glória onde, às terças-feiras, acorria muita gente para se abastecer.

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Sendo já esqueleto seco, e enorme Do mundo desengano Quer a velha ser moça a todo o custo, Enfeita a cara, e o feminino busto. (Costa, 1802, p. 21).

Os artifícios tolerados nos jogos de sedução das jovens deviam ser banidos depois do casamento, como se expõe no diálogo entre as personagens “Denguice” e “Bacelo”, do entremez O casamento por nova ideia ou namorar à francesa, diz-lhe ele: 'Você tenha cuidado no que lhe vou expor, não me seja bandalha11 da moda, logo que casar comigo há-de viver honesta, essa marrafa, essas belezas logo tudo fora, o cabelo raso (...) se agora se enfeita, e estuda artes para namorar por nova ideia, de então em diante há-de ser sisuda, modesta, e grave, tem percebido? Ao depois não quero histórias'. Responde a Denguice: “Pois queres que deixe as modas? Para o mundo dizer que vivo aborrecida no mundo?” (Novo e divertido entremez, 1792).

Transversal às críticas, adivinha-se uma surda e incómoda murmuração contra aquelas e aqueles que não seguiam as modas, como se lê na resposta de Denguice, atrás referida, e num diálogo que autor anónimo põe na boca de outra mulher:

Se qualquer de nós o estilo Dos nossos sempre afecta, É para que o vulgo não diga Aquele, aquela é jarreta. (2.ª Parte em resposta..., 1806, p. 3)

De salientar que a moda à francesa não chegava ao interior do país onde vivência e convivência em tudo divergiam da cidade, como se manifesta num papel volante, em que um camponês se admira com as pinturas de uma 'sécia': “Se Nosso Senhor nos deu a cara limpa, para que se há-de encher de umas coisas negras, que parecem borrões de tinta?” (Relação curiosa, s/d.). 151

Com o volte-face político, depois de 1813, a ocupação inglesa e a pressão religiosa, algumas saias foram descendo e os ombros escondendo. Mas, nas vésperas da Revolução Liberal de 1820, os folhetos volantes demonstravam que a moda à francesa não tinha desaparecido:

E vejo muita coisa vir de França, Enfeites que de os ver a vista cansa. (Costa, 1819, p. 34).

A literatura de cordel do século anterior voltava a circular, em reedições sucessivas, acusando as modas 'à francesa'.

11 'bandalha': mulher pretenciosa e ridícula.

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Papéis volantes

A cozinheira amorosa, novo entremez, Lisboa, Na Oficina de António Gomes, 1792.

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CARVALHO, António Joaquim de; O Defensor dos Franceses. Diálogo jocoso, e irónico entre Pai, e Filho, Lisboa, Tipografia Lacerdina, 1808.

COSTA, José Daniel Rodrigues da; Opiada, dividida em seis partes, e repartida pelos doze folhetos de que esta obra há-de constar, Lisboa. Na Oficina de Simão Thadeo Ferreira, 1802. –– COSTA, José Daniel Rodrigues da; Ópios que dão os homens, e as senhoras na cidade de Lisboa uns aos outros, tirados da experiência do autor, Lisboa, Na Oficina de Simão Thaddeo Ferreira, 1786. 153 –– COSTA, José Daniel Rodrigues da; Portugal enfermo por vícios e abusos de ambos os sexos dedicado ao senhor José Luís Guerner, cônsul de S. M. Siciliana, Parte I, Lisboa. Na Imprensa de João Nunes Esteves, 1819.

Defesa das Madamas em favor das suas modas, em que deixam convencida a peraltice dos homens, Lisboa. Na Oficina de António Gomes, 1792.

Desengano do Mundo para os peraltas esbandalhados, Lisboa, Oficina de António Gomes, 1791.

Entremez intitulado A casa de dança ou teatro da mocidade ociosa, Lisboa, Oficina Domingos Gonsalves, 1783.

F. M. G. S. M., Sátira em louvor das modas, ou escudo da peraltice: obra útil a Velhos, Velhas, Meninos e meninas, composta e oferecida aos Senhores Peraltas e Casquilhos de Lisboa, Lisboa. Na Oficina de António Gomes, 1783.

Novo, e divertido entremez intitulado casamento por nova ideia ou namorar à francesa, Lisboa, Na Oficia de Francisco Borges de Sousa, ano de 1792. Os banhos de mar na Junqueira, e sítio de Santa Apolónia, vistos da terra pelo Óculo Crítico de ver as coisas como são. Lisboa, [1786], Tipografia Lacerdina, 1805.

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2.ª Parte em resposta às modas escusadas, e aos costumes repreensíveis, composta por uma filosófica beleza dedicada à Assembleia de ambos os sexos, Lisboa, Impressão Régia, 1806.

Relação curiosa de uma célebre disputa, que tem um saloio com uma Sécia da Corte, sobre excessos da Francesia. Discurso Moral, em que se argüe a demência do luxo, Lisboa, s/d.

Um Mezinheiro, A barca dos banhos, Primeira Carta de Prevenção e Notícia a um amigo, que pedia a outro lhe desse uma ideia da tão celebrada barca os banhos, Lisboa, Impressão Régia, 1811.

Um Mezinheiro, A barca dos banhos, Segunda Carta sobre a palestra que vai por causa da mesma barca, Lisboa, Impressão Régia, 1811.

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Víctimas y participantes. Las mujeres españolas en la Peninsular War desde la óptica británica

Daniel Yépez Piedra (Universitat Autònoma de Barcelona)

Resum /Resumen/ Abstract

Els britànics que van estar pel territori espanyol durant la Guerra de la Independència van poder construir la seva imatge pròpia d'Espanya i dels seus habitants. La figura de la dona també va despertar l'interès d'aquests observadors i comentaristes britànics, que van transmetre les seves impressions oralment o per escrit. Aquestes paraules reflectien unes dones que van participar activament en els camps de batalla, en els setges, a la rereguarda o a l'assistència als presoners. No obstant això, altres dones només van intentar mantenir l'equilibri entre la seva vida quotidiana amb el moment extraordinari que vivia el país i això els va permetre dibuixar algunes escenes de les pràctiques diàries de les dones espanyoles. Finalment, la convergència de les dues perspectives facilitar el canvi posterior de la imatge d'Espanya i, també, de la dona espanyola a la Gran Bretanya

Aquellos británicos que estuvieron por el territorio español durante la Guerra de la Independencia pudieron construir su imagen propia de España y de sus habitantes. La figura de la mujer también despertó el interés de esos observadores y comentaristas británicos, que transmitieron sus impresiones oralmente o por escrito. Esas palabras reflejaban unas mujeres que participaron activamente en los campos de batalla, en los sitios, en la retaguardia o en la asistencia a los prisioneros. Sin embargo, otras mujeres sólo intentaron mantener el equilibrio entre su vida cotidiana con el momento extraordinario que vivía el país y eso les permitió dibujar algunas escenas de las prácticas diarias de las mujeres españolas. Finalmente, la convergencia de ambas perspectivas facilitó el cambio posterior de la imagen de España y, también, de la mujer española en Gran Bretaña

Those British people who were through the Spanish territory during the Peninsular War were able to build their own image of Spain and of their inhabitants. The figure of women also aroused the 156 interest of those British observers and commentators who gave their views orally or in writing. Those words reflected some women who took an active role in the battlefields, in the sieges, in the rearguard or in the assistance of the prisoners. However, other women just tried to keep their balance between their everyday life with the extraordinary moments, which Spain was living, and this situation allowed them to draw some scenes from the daily practices of the Spanish women. Finally, the convergence of both views made easier the later change of the image of Spain and of Spanish women in Great Britain as well.

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Guerra del Francès, Dones, Militars Britànics, Rereguarda, Vida Quotidiana Guerra de la Independencia, Mujeres, Militares Británicos, Retaguardia, Vida cotidiana Peninsular War, Women, British Soldiers, Rearguard, Daily Life

En el estudio de la evolución de la imagen de España en la sociedad británica tiene un papel fundamental la Guerra de la Independencia, o en su terminología británica, Peninsular War, porque aquellos británicos que transitaron sus caminos o lucharon en sus campos de batalla y sitios tuvieron un conocimiento directo de España. Aportaron una serie de informaciones que una vez asumidas y estructuradas permitieron la construcción de una nueva imagen positiva de España: la imagen romántica. La imagen de la mujer española ante los ojos británicos sigue un proceso similar y paralelo ya que reflejó tanto el interés que la sociedad británica tuvo hacia los asuntos españoles como los altibajos que sufrió ese interés. Así, la experiencia bélica facilitó la

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez construcción de la nueva imagen de la mujer española en gran bretaña y que cultivó el movimiento romántico.

Este texto comienza, sin embargo, su recorrido con unas anotaciones iniciales sobre el recibimiento de la insurrección española en España y la reacción de las mujeres británicas ante el ejemplo de las españolas. A continuación, se describirá las múltiples facetas de las mujeres españolas que encontraron sus maridos y familiares en España, unas mujeres que vivía la guerra, que intentaba que sus prácticas cotidianas no se viesen demasiado alteradas, o que se comprometía en la lucha contra el invasor napoleónico de muchas formas.

Las mujeres británicas ante la causa española

Nuestro punto de partida nos lleva a finales del mes de mayo de 1808, cuando llegaron las primeras noticias de la insurrección española a Gran Bretaña. En aquellos momentos la población británica estaba soportando una larga guerra que duraba ya varios años, y no parecía que pudiesen ganar. Siempre estaba presente el temor, infundado o no, de una próxima invasión francesa que su gobierno no conseguiría parar. El cansancio y el agotamiento predominaban en los ánimos de la gente. La guerra drenaba sus recursos económicos y humanos, sin conseguir resultados aparentes. Nadie esperaba que se produjese un cambio repentino en la guerra, que rompiese el control francés sobre el continente. Todavía menos se esperaba que este cambio se produjese en la Península Ibérica.

Aquellas noticias causaron un enorme impacto en la opinión pública británica. Hubo muestras evidentes de alegría y de apoyo entusiasta que se hicieron públicos en las más diversas reuniones y en la prensa. La opinión pública se empezó a interesar por ese país y comenzó a devorar cuantas publicaciones hacían referencia a él aparecidas al calor de esos acontecimientos. Muchos comenzaron a pensar que la Península Ibérica 157 ofrecía una oportunidad que se tenía que aprovechar. Era un escenario privilegiado en una zona estratégica en el sur del continente que se podía convertir en un nuevo frente en la lucha contra los franceses. La prensa empezó a publicar artículos en los que describían el alcance de la insurrección y urgían al gobierno británico a conceder la ayuda pedida por los españoles tras señalar la llegada de representantes de diferentes partes de España que llegaron a Londres en busca de esa ayuda. .1

Justo en esos días se gestaba una idea que hizo fortuna entre aquellos británicos que sintieron interés por los hechos de España y por su lucha. Me estoy refiriendo a lo que podemos denominar como “causa española”, o Spanish cause, en su terminología inglesa.

Las mujeres británicas, por supuesto, se vieron afectadas por ese ambiente favorable a los españoles y compartieron estas mismas sensaciones que había en la sociedad hacia la causa española. Participaron del entusiasmo inicial, asistiendo a los banquetes y todo tipo de reuniones sociales en favor de los españoles, con la presencia o

1 LASPRA RODRÍGUEZ, Alicia; “Las Relaciones entre la Junta General del Principado de Asturias y el Reino Unido en la Guerra de Independencia Repertorio Documental”, Oviedo, Junta General del Principado de Asturias, 1999, nºs 13 y 16, pp. 36-38 y 40-41 respectivamente. Corresponden a los editoriales publicados en The Times el 9 de junio y 10 de junio de 1808. Coinciden con la llegada de los emisarios de la Junta de Asturias a Londres en busca de auxilio para su resistencia contra los franceses.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez no como invitados de honor algunos de los representantes que algunas Juntas enviaron a Londres en busca de una alianza y de apoyo material y militar. En algunas ocasiones como el 16 de agosto una mujer, en este caso Elizabeth Vassall Holland, Lady Holland, realizó una de sus famosas cenas en su mansión, la Holland House, en honor a esos representantes. 2

Este personaje, junto a su marido, Lord Henry Richard Vassall Fox, lord Holland, materializaban así su apoyo a los españoles y que se convirtiesen en sus principales defensores y valedores durante los seis años siguientes. Este compromiso, sin embargo, no evitó que criticasen muchas de las actuaciones de los españoles. Políticamente, se mostró más comprometido su esposo, porque los españoles estaban siguiendo una senda muy alejada del ideal británico que defendía. Su esposa realizaba menos comentarios políticos, pero queda lo suficientemente claro, que defendía el modelo británico, y se sentía incómoda tanto con los parecidos franceses que se podían hallar o con la exclusión de la aristocracia del juego político. 3

Durante todas esas semanas se sucedieron las declaraciones y proclamas favorables a los españoles y se publicaron artículos en la prensa que instaban al gabinete británico a actuar en aquel país. Algunas de estas proclamas iban dirigidas directamente a las mujeres británicas, recordando los sacrificios de las mujeres españolas por un bien común, un ejemplo a seguir por ellas. Un ejemplo es ésta aparecida en The Times:

Realize, my dear Countrywomen, the scene in Spain, and bring it home to your own families. Contemplate how deeply you are indebted to the Spaniards, who have thrown off the inglorious yoke, and are braving the immense power of the tyrant, and by degrees reducing at once his strength and his reputation! Think how the Spanish wife and mother must have suffered deprivation and dreadful agony; yet how gloriously she has risen above her feelings, to urge the husband of her heart, and the son of her declining years, to take the field in defence of 158 their existence and independence, and of the honour of herself and her virgin daughters!4

Estas manifestaciones de apoyo aparecidas en la prensa diaria también aparecieron en las publicaciones de periodicidad semanal, mensual o semestral y se sumaron de forma clara a este apoyo. Ocurrió en el Gentleman Magazine, y cómo nos recuerda Diego Saglia, también en la Lady’s Magazine. En esta revista dirigida a un público femenino aparecieron noticias sobre la llegada de los representantes asturianos y cómo su presencia se convirtió en un espectáculo. 5

Junto a estos artículos, el otro papel concedido a las mujeres británicos relacionado con la causa española fue el de participar en los comités de ayuda mediante subscripciones que aún fueron activos hasta justo antes de llegar las primeras noticias de las condiciones en que se produjo la retirada de la campaña de La Coruña.6 Desde la

2 ILCHESTER, Earl of (ed.); The Journal of Elizabeth Lady Holland, Londres, Longmans, Green, and Co, 1908, Vol. II, pp. 245 – 246. 3 Ibidem, pp. 270 – 271. 4 The Times, nº 7568, January 13, 1809. 5 SAGLIA, Diego; “El gran teatro de España: la Guerra de la Independencia como espectáculo en la cultura romántica española”, El Basilisco, Segunda Época, nº38 (2006), pp. 55–56. 6 Véase The Times, Nº 7561, January 5, 1809, donde apareció un llamamiento a las mujeres británicas a

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez prensa se alentaba a las mujeres a participar económicamente en estas subscripciones públicas y se congratulaban cuando alguna mujer, normalmente de condición acomodada o elevada, hacía una contribución generosa.

Ellas también vivieron los momentos de decepción que siguieron al conocerse las primeras noticias de las condiciones en que se produjo la retirada de La Coruña y los problemas habidos con la población local durante esa primera campaña en suelo español. A esos momentos de decepción les siguió una pérdida de interés acerca de España, centrándose de nuevo en sus asuntos cotidianos y un enfriamiento en el apoyo a esa causa, que sólo era abiertamente defendida por alguna excepción, como el ya mencionado matrimonio Holland. Estas pocas excepciones fueron importantes para mantener vivo el interés por los asuntos españoles, aunque fuese en instancias muy reducidas y sin la audiencia que habían tenido en 1808.

En esa primera campaña también habían aparecido unos sentimientos de preocupación por la marcha de los hechos bélicos, que no les abandonaría hasta el final de la guerra. Eran unos sentimientos comprensibles, pues, en aquel frente continental, estaban luchando sus respectivos maridos, hijos, otros familiares, amigos y prometidos. Estas mujeres se convirtieron en las destinatarias de sus cartas que enviaban sus seres queridos desde la Península, tanto los militares como los diplomáticos como algunos viajeros civiles que decidieron acercarse a España para conocer de primera mano la realidad de ese país y los hechos que allí estaban sucediendo.

Otras mujeres, sin embargo, vivieron la guerra como parte de los regimientos británicos. Eran esas mujeres que acompañaban a sus maridos y se encargaban de cocinar, lavar y otras tareas vinculadas a la vida cotidiana. Sabemos que las regulaciones de los ejércitos británicos permitían a seis mujeres de cada compañía viajar y acompañar a sus maridos. Se encargaban de lavar, de cocinar y de otras tareas subalternas, pero también padecían las mismas penurias que los soldados, tal como se 159 comprobó en esa primera campaña en suelo español, cunado muchas de ellas murieron de frío y de cansancio al atravesar las montañas que separaban León de Galicia en pleno invierno. Muchas de esas mujeres, cuando se enviudaban, se volvían a casar rápidamente, porque si no, no sólo su situación quedaba aún más precaria si cabía, si no que se les obligaba a regresar a casa. 7

Las mujeres españolas y la guerra

Anteriormente aludíamos a la llegada de las primeras noticias de la insurrección española y cómo se extendió esa idea que era un movimiento generalizado, que unía a todas las capas sociales, a las mujeres incluidas, porque todo el mundo tenía un papel asignado en esta lucha. Sabemos ahora que se trataba de un mito movilizador ya creado por los propios patriotas españoles, y que muchas personas, hombres y mujeres, no se movilizaron, ni se alistaron, ni participaron en estas luchas, y que sólo vieron interrumpidos sus ritmos diarios cuando la guerra se aproximaba a sus vidas. Pero justamente en esos momentos se veían atrapadas por la guerra y se convertían en protagonistas de la misma, en víctimas y participantes, en sufridoras de las consecuencias de las batallas, sitios y saqueos pero también en participantes activas o colaborar con una nueva suscripción favorable a la causa española. 7 BRETT-JAMES, Anthony, Life in Wellington’s Army, Londres, George Allen and Unwin, 1972, pp. 271–280.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez resistentes pasivas en cualquier de los bandos generales que se estaban enfrentando en esa guerra.

En la difusión de ese mito tuvo un papel esencial el caso del sitio de Zaragoza, la resistencia heroica de su población al sitio de las tropas napoleónicas, y que impactó su ejemplo en la sociedad británica. Respecto a las mujeres, pudieron encontrar ejemplos del compartimiento patriótico de una serie de mujeres cuyo caso fue alabado, glorificado y admirado. Eran unas mujeres que sin abandonar sus patrones habían ayudado a los hombres en su lucha, aunque fuera desde los márgenes y en tareas subalternas.

Pero otras mujeres mostraron un compromiso activo, implicándose en la lucha y su ejemplo llegó a la sociedad británica gracias a las observaciones de sus compatriotas que estuvieron. Estos casos ayudaron a perfilar el tópico de una mujer pasional, de una belleza fiera pero dispuesta a superar los límites de su condición y a sacrificarse por una causa justa. En resumen, ayudó a asentar las bases definitivas de la imagen romántica de la mujer española. El ejemplo más conocido es el de Agustina de Aragón, es decir, Agustina Zaragoza Domènech, la gran heroína del sitio de Zaragoza, que se convirtió en el arquetipo femenino de la resistencia española porque su historia se popularizó en la sociedad británica y entró en su imaginario colectivo.

El interés que suscitó esta figura permite seguir su trayectoria desde la perspectiva británica, ya que las fuentes recogen su actuación en distintos lugares y momentos. Charles Richard Vaughan, secretario de la legación británica ante la Junta Central y que estuvo en Zaragoza semanas después de la finalización del primer sitio de Zaragoza, fue uno de los primeros en comentar esa figura. Durante esos días anotó en su diario las explicaciones que conseguía tener del sito de Zaragoza, resaltando el papel activo de la mujer. Aunque los diarios originales del secretario Vaughan se traspapelaron, Charles Oman publicó en su momento parte de ese diario. Publicó la 160 parte relativa a Zaragoza en el congreso relativo al primer centenario de esos sitios, donde recordaba así la actuación de las zaragozanas:

Nothing could be more interesting than the conduct of the women, at one time acting as heroines, and then, when the season of peril was past, again appearing in their natural characters. Many females who, with a bayonet lashed upon a pole, had charged into the place of greatest danger during the siege, had so completely resumed their natural manners that, but for the shield of honour embroidered upon their gowns, ore some scar that disfigured their persons, no one could have dreamed that they had taken part in such dreadful scenes.8

Esas anotaciones en su diario sirvieron a Vaughan para escribir en 1809 su folleto Narrative of the Siege of Saragossa, divulgando así la intervención de Agustina de Aragón en el primer sitio de la capital aragonesa. Allí nos describió su actuación como artillera en la puerta del Portillo, convirtiéndola en un ejemplo de valentía e intrepidez para sus conciudadanos y para el resto de españoles y británicos.9 El caso

8 OMAN, Charles, “Diary of Charles Vaughan in Spain, 1808, Extract from the second Volume of the MSS, now in the Library of All Souls College”, Oxford, en V.V. A. A, Publicaciones del Congreso Histórico nacional de la Guerra de la Independencia y su época (1807 -1815), Zaragoza, Tipografía de Mariano Salas, Zaragoza, 1909, Vol. I, p. 254. 9 Este panfleto aparece traducido al español en las páginas finales de M. RODRÍGUEZ ALONSO, M.,

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez zaragozano fue rápidamente conocido en Gran Bretaña. El panfleto popularizó la figura de Agustina y generó curiosidad por esa mujer, que era a su vez exponente del interés suscitado por los defensores de esa ciudad. Participó en el segundo sitio de Zaragoza y fue hecha prisionera por los franceses cuando éstos capturaron la ciudad en febrero de 1809. Conducida en un convoy a Francia, pudo escapar en un paso navarro y refugiarse en Andalucía. Allí la encontraron muchos de los viajeros que glosaron su figura. En Cádiz el agente Doyle se la presentó a sir John Carr, y se sorprendió de su sencillez, que no quería perder a pesar del carácter ejemplar de su gesta. 10

En estos momentos se había convertido ya en un símbolo de la lucha española. En agosto de 1809 el médico de la embajada de Richard Wellesley, William Knighton, la conoció en Sevilla y le impresionó gratamente su serenidad y su apariencia militar.11 Por esas mismas fechas, sabemos que también la conoció en Sevilla y recogió su ejemplo en su poema Childe Harold.12 Un par de años después, en agosto de 1811, John Mills la conoció en territorio portugués y quedó prendado de su belleza pero sin olvidar que se trataba, tal como nos explicaba él, de la “Heroine of Saragossa.”13 Otro militar británico, el oficial del comisariado John Edgecombe Daniel también la conoció por esas fechas en la ciudad portuguesa de Castello Branco. Este militar recordó su tragedia, su comportamiento ejemplar posterior y su apariencia militar de aquellos momentos.14

Este caso particular nos remite al caso general zaragozano, a la intervención directa de las mujeres en la defensa de la ciudad durante el sitio. Otras mujeres como Casta Álvarez también í se significaron en la defensa de la ciudad, de una batería clave, pero que nunca gozó ni de la popularidad no del reconocimiento social o internacional del que tuvo Agustina de Aragón. Esa multitud más anónima, sin embargo no fue totalmente descuidada por los británicos. Su actuación la explicó Charles W. Doyle, un agente británico al servicio español, a su interlocutor en el War Office: 161 The ladies had enrolled themselves, and hundred of women of lower class, had formed companies in order to supply the different batteries with provisions

(ed.), VAUGHAN, CH.R.; Viaje por España 1808, Cantoblanco, Madrid, Col de Bolsillo, Nº5, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1987, pp. 215 – 225. La cita de este personaje aparece en la página 220. El autor reconoce que escribe el panfleto como primer paso para abrir una suscripción pública a favor de esos habitantes en vista a un segundo sitio, tal como se lo había pedido su amigo Charles W. Doyle. 10 CARR, Sir John, Descriptive travels in the Southern and Eastern Parts of Spain and the Balearic Isles in the Year 1809, Londres, Sherwood, Neely and Sons, 1811, pp. 31–32. 11 “From W. Knighton to D. Knighton, Seville, August 23rd 1809”, en KNIGHTON, Lady Dorothea (ed.), Memoirs of Sir William Knighton, Bart. G. H. C., keeper of the privy purse during the reign of his majesty King George the Fourth, including the correspondence with many distinguished personages, in two volumes, Londres, Richard Bentley, 1838, Vol. I, p. 115. 12 TONE, John L, “Spanish women in the resistance to Napoleon”, en ENDERS, Victoria L., y RADCLIFF, Victoria B. (eds.); Constructing Spanish Womanhood. Female identity in Modern Spain, State University Press of New York, 1999, p. 263. 13 “From John Mills to his mother, Penamacor, August 27th, 1811,” en FLETCHER, Ian (ed.); For King and Country. The Letters and Diaries of John Mills, Coldstream Guards, 1811 – 1814, Staplehurst, The Spellmount Library of Military History, 1995, p. 62. 14 DANIEL, John E.; Journal of an Officer in the Commissariat Department of the Army; comprising a narrative of the campaigning under his grace The Duke of Wellington in Portugal, Spain, France and the Netherlands, in the years 1811, 1812, 1813, 1814 and 1815, and a short account of the army of occupation in France, Londres, Porter and King, 1820, p. 61.

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during the siege…15

Los observadores británicos quedaron sorprendidos por esas compañías de mujeres que se habían formado y repartido por los distintos barrios de la ciudad. No importó que se les asignasen tareas subalternas, tales como llevar víveres y municiones, asistir a los heridos, hacer cartuchos. Lo que importaba realmente era ese compromiso con la lucha que su país estaba desarrollando. Al frente de esas mujeres se puso Maria Consolación Azlor y Villavencio, o mejor conocida por su título, la condesa Bureta, que fue visto como un buen ejemplo de la vocación patriótica demostrada por sus habitantes, y en especial, por sus mujeres. Su papel también fue descrito por Vaughan en su diario:

The Countess Bureta still continued to exert herself in relieving the suffering of her fellow-citizens, and we often accompanied this amiable lady on her visits to several brave men of the rank of tradesmen, who had not yet completely recovered from their wounds. 16

Este ejemplo fue menos conocido por los británicos, aunque aquellos que lo conocieron lo dieron como igualmente válido. Años después, el caso de la condesa Bureta era recordado por el poeta y secretario del comandante de la flota del mediterráneo, sir edward Codrington, Edward Hawke Locker a su paso por Zaragoza en su periplo de verano de 1813. Explicaba que “la encantadora condesa Bureta se puso a la cabeza de una asociación de mujeres que expusieron temerariamente sus vidas en ayuda de los heridos y de los muertos”17.

Cuando llegaron las noticias de la caída de la ciudad tras ese segundo sitio en febrero de 1809, muchos británicos se encontraban en Sevilla. Allí lamentaron esa noticia y se preguntaron por la suerte de esas valerosas mujeres. Uno de esos británicos fue Sir John Carr, que al conocer la noticia de la rendición de Zaragoza, sintió en la necesidad de referirse a la actuación de las defensoras de Zaragoza. La conmoción que le 162 causó la caída de Zaragoza le llevó a recordar el papel de las mujeres durante el sitio:

Numerous were the instants of female heroism, Women, many of them of the highest orders of life, and of elegant habits, without respect to rank, formed themselves into corps, to carry provisions, to bear away the wounded to the hospitals, and to fight in the streets, in which they were frequently accompanied by children, who with the pleasure displayed in their amusements, rashly and exultingly into danger, and could not be prevailed upon to stay in those places which the firing of the enemy had then spared. Amongst other females who distinguished themselves in this illustrious siege, was one named Benita, who headed one of these corps. This lady after rendering many important services and encountering many perils, rapidly died of a broken heart, upon hearing that her daughter had been shot.18

15 The National Archives, Kew, War Office 1/227, 1808, Doyle 1808. Doyle to Cook, Lerida, 30th November, 1808 16 OMAN, Charles, Óp. Cit, p. 255. 17 FREIXA LOBERA, Consol (ed.); Edward Hawke Locker, Paisajes de España. Entre lo pintoresco y lo sublime, Barcelona, Libros de buen Andar, nº46, Ediciones del Serbal, 1998, p. 65. Locker llegaba a una ciudad en la cual las huellas de lo sitios eran aún perceptibles. 18 CARR, Sir John, Óp. Cit, pp. 155–156.

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Junto al ejemplo zaragozano, hubo una multitud de mujeres anónimas que participaron de diversas formas en la lucha. Algunas colaboraron en los preparativos para defender otras ciudades como Tortosa, otras mujeres compartieron el odio hacia los franceses y muy pronto dieron muestras de ello, reflejando el carácter popular de la guerra y sorprendiendo a los propios británicos. Samuel Ford Whittingham nos proporcionó un ejemplo primerizo en sus Recollections. Tras la batalla de Bailén, acompañó al general Castaños de Sevilla a Madrid. Mientras pasaban por una aldea de La Mancha, pudieron conocer la actuación de una mujer contra algunos soldados franceses que habían entrado en su propiedad:

On our passage through La Mancha to Madrid, I was taken to the house of a woman, who had obtained great celebrity by the murder of a number of French soldiers. In the court-yard of her dwelling there was a well of very good water, but the rope for drowning it up was very short, and you were obliged to stoop forward in order to be able to drink out of the bucket wherever an incautious soldier came to the wall, and bent over to drink, she came behind him, and, seizing him by the legs, tumbled him into the well. She had, I understand, put eight men to death in this manner.19

Estos ejemplos servían a las autoridades patriotas para demostrar que todo el país, incluidas las mujeres, luchaba contra de los franceses. Se produjo un proceso de mitificación, en especial el caso ya referido de Agustina de Aragón, escondiendo sus datos vitales, como que se trataba de una mujer de las clases medias que estaba en Zaragoza visitando a su marido, miembro de la guarnición local. Y, como nos ha recordado John L. Tone, la guerra permitió a las mujeres mostrar abiertamente su patriotismo pero también superar las barreras que su género les imponía.20

La guerra, no obstante, afectó directamente a las mujeres de otras muchas formas, porque se pudo presentar a las puertas de sus casas o de sus localidades, 163 teniendo que reaccionar ellas. Podía haber una cruenta batalla a las afueras de su ciudad, y tras ella, las autoridades británicas encontrarse la colaboración inesperada de la población civil. Así ocurrió tras la batalla de Salamanca (1812). Tras esa batalla, la población local preparó un rápido envío de provisiones, agua y leña seca, las mujeres prepararon vendas y algunas chicas ayudaron a aquellos heridos que podían caminar. Otros habitantes se encargaron de transportar el equipaje, mientras que los doctores españoles ayudaron a tratar a los heridos. Toda la población colaboraba en ayudar a los soldados aliados y era su forma de verse implicada en la guerra.21

Otras mujeres padecieron otras de las consecuencias directas de la guerra. Estas mujeres vieron peligrar su integridad personal en muchos casos y muchas de ellas murieron o fueron heridas. Los británicos resaltaron aquellas acciones protagonizadas por las tropas imperiales en las cuales las principales víctimas fueron mujeres y niños, como sucedió en 1813 en castro Urdiales o tras la captura de Tarragona en 1812.

19 WHITTINGHAM, F. (ed.); A Memoir of the Service of Lieutenant-General Sir Samuel Ford Whittingham K.C. B, K. C. H, G. C. F, Colonel of the 71st Highland Light Infantr, Londres, Green and Co, 1868, pp. 39–40. 20 TONE, John L, “A Dangerous Amazon: Agustina Zaragoza and the Spanish Revolutionary War, 1808– 1814”, en European History Quarterly, Vol. 37, 2007, p. 559. 21 HOWARD, Martin, Wellington’s Doctors. The British Army medical Services in the Napoleonic Wars, Staplehurst, The Spellmount Library of Military History, 2002, p. 63. Reproducía las palabras del alférez John Aitchison.

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Sufrieron además las consecuencias de los saqueos, los pillajes y las contribuciones ordinarias y extraordinarias de todos los ejércitos contendientes, incluyendo los españoles y las fuerzas irregulares.

La campaña de 1812 se significó por dos importantes sitios protagonizados por las tropas británicas, los de Ciudad Rodrigo y Badajoz, que fueron seguidos por el saqueo de sus habitantes por parte de esos soldados Se cometieron una serie de excesos que no fueron acallados en las memorias de los militares británicos, pero sí fueron algunas veces disculpados, intentados ser explicados o atacando las acciones de sus compatriotas.

La población local usó los recursos que tuvo a su alcance para evitar unas mayores consecuencias de estos saqueos. Entonces intervinieron las mujeres. Al menos durante el sitio de Ciudad Rodrigo, entre el 19 y 20 de enero de 1812, han quedado registrados como oficiales británicos se encontraron a mujeres, normalmente de condición acomodada, que habían salido a la calle en busca de protección. Algunas de ellas encontraron a algunos oficiales británicos, que fueron recibidos en esas casas como salvadores al convertirse en sus protectores y fueron tratados con gran cortesía. Uno de esos militares que las mujeres encontraron cuando buscaban protección fue el miembro del regimiento de los Connaught Rangers, W. Grattan:

Some houses were altogether saved from plunder by the interference of the officers, for in several instances the women ran out the streets, and seizing hold of three or four of us, would force us away to their houses, and by this stroke of political hospitality saved their property. A good supper was then provided, and while all outside was noise and pillage, affairs went on agreeably enough. These instances were, however, but few.22

Grattan presentaba a una población resignada, que había preferido abrir las 164 puertas de sus casas a los oficiales que pensaban que les iban a asegurar su protección que aventurarse a que su puerta fuese derribada por algunos de los soldados cegados por el botín. Estas familias no escondieron su posterior agradecimiento a pesar de las circunstancias.

Esa resignación era el producto más visible de las consecuencias previsibles pero casi inevitables de la guerra. Sentimientos similares se podían sentir en otros momentos, cuando en una población eran reclutados los nuevos soldados rasos y debían abandonar a sus respectivas familias. Robert Blakeney era un joven soldado raso que participó en distintas campañas peninsulares, entre ellas formó parte de los regimientos que el teniente general sir Thomas Graham comandaba en Cádiz. A parte de la propia defensa de la ciudad durante el sitio, una de las acciones más destacadas en las cuales participó fue la defensa de la fortaleza estratégica de Tarifa en 1811.

En aquella plaza Blakeney asistió a la formación de un cuerpo de voluntarios en un momento en que los franceses se estaban acercando a esa plaza. Era un momento de tensión, y era la respuesta española para reforzar la defensa de esa plaza. Tras reunir a los hombres, se producían las despedidas. La guerra se presentaba ahora de otra forma

22 GRATTAN, William, Adventures with the Connaught Rangers, 1809–1814, Londres, Greenhill Books, 2003, p. 161.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez para esas mujeres:

To hurry them up a gun was fired, when an extraordinary scene was presented. Suddenly all the doors in the town flew open, and out rushed a fiercer and more warlike body by far. The streets were instantly crowded with women, one seizing a husband, another a son, a third a brother; some clinging to their dearly beloved, all endeavouring to snatch them by force from out their warlike ranks, loudly and bitterly exclaiming against the British, who, they cried or rather screamed, being fond of bloodshed themselves, would force others into fight whether willing or otherwise. At length, urged by some British officers and breaking away from their wives, mothers, sisters and lovers, in whose hands remained many cloaks, coats, hats and even torn locks of hair, the poor nuts arrived half shelled upon the ramparts. Dawn soon after breaking, all the guns were fired off, but surpassed by the louder screaming inside the town.23

Blakeney había asistido a una escena trágica, de la despedida de las mujeres que veían a sus hombres que habían sido reclutados, supuestamente de forma voluntaria, para ir contra un enemigo superior, en una lucha de la cual no tenían ninguna certeza que aseguraba el retorno de sus seres queridos. En esos momentos las emociones afloraron y las reacciones se dirigieron contra los propios británicos, que en un principio estaban ahí para ayudarlos, a los que se acusó de obligar a esas tropas a ser reclutadas y a luchar. En esas acusaciones las mujeres obviaban el momento bélico, pero para nuestra investigación refleja el rechazo popular a la integración en cuerpos de ejército, tanto de forma voluntaria como evidentemente, de forma forzada.

Aquellas mujeres que quedaron en territorio ocupado quedaron en una posición difícil, aunque algunas de ellas encontraron una posibilidad para demostrar su compromiso con los patriotas: la ayuda a los prisioneros de guerra. 165 Las memorias británicas valoraron especialmente la actuación de las mujeres en la retaguardia francesa por su decidida preocupación por los prisioneros británicos. Cuando llegó a Madrid, el prisionero lord Andrew Thomas Blayney sabía que no iba a disfrutar de la libertad que tuvo en Granada y supo que las condiciones de encarcelamiento iban a ser duras. Pero este lord, preocupado por la situación de sus compañeros, logró del mariscal Bélliard que las condiciones se relajasen. Consiguió mejorar las raciones y que algunos prisioneros fuesen instalados en casas particulares, permitiéndose al resto recibir las visitas de mujeres madrileñas que llevaban ropa y provisiones a los prisioneros. 24

Una variante de este tema es el hospedaje de prisioneros de un convoy de paso por una ciudad en dirección a Francia. Como hemos visto ya, Blayney formó parte de uno de esos convoyes. El 8 de enero de 1811 su grupo llegaba a Burgos y fue hospedado en casa de un eclesiástico que vivía con su hermana y su criada. Al principio se le recibió con hostilidad pero al aclararse que era inglés la actitud de las mujeres cambió y fue tratado con una inesperada hospitalidad.25 Era un comportamiento demostrativo del

23 BLAKENEY, Robert, A Boy in the Peninsular War, Londres, Napoleonic Library, nº13, Greenhill Books, Novato, California, EEUU, Presidio Press, 1989, p. 145. 24 MUÑOZ PÉREZ, Antonio (ed.), España en 1810. Memorias de un prisionero de guerra inglés, París Colección Ilustrada, 1960, pp. 127 – 128. 25 Ibidem, pp. 171–172.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez rechazo a los extraños, especialmente franceses o alemanes, y de la solidaridad con un soldado amigo.

Charles Boothby, un militar hecho prisionero tras la batalla de Talavera, fue testigo de otra de estas escenas. Cuando, en enero de 1810, el convoy se detuvo en un lugar para pasar la primera noche, hospedados en una casa miserable, unas mujeres se les acercaron para llorar por ellos y abrazarlos. Esa reacción dejó atónitos a los prisioneros por ser inesperada:

We are sent to a miserable house, but some Spanish women follow us out of the Commandant’s house, and when we come to a place where no one can observe us, they stop us, burst into tears and lamentations, and, with all the vehemence of long-smothered enthusiasm, clasp us in their arms and imprint our faces with kisses of agony and tenderness. Then, sobbing and wringing their hands with a poignancy of grief themselves to despair. Had the motive of this rare burst of virtuous sentiment been less sacred, the scene less impressive, or events we had witnessed less fresh upon our minds, perhaps this adventure has excited us to mirth. Far different are our feelings. Every tendency to compassion is moved within us. Affected beyond measure, and struck with the highest admiration, far from forgiving any thought of levity, I should be angry with that man who, dry- eyed, could have beheld the surprising conduct of those patriotic women.26

Los relatos británicos reflejan otro tipo de actuación de las mujeres comprometidas en la retaguardia en la lucha contra los franceses: la seducción y posterior asesinato de militares napoleónicos. Lord Blayney lo pudo presenciar en Segovia. Le preocupaba que sus compañeros y él fueran víctimas por error de esta violencia. Durante la última noche que estuvo en la ciudad oyó que cuatro soldados franceses habían sido asesinados de esta forma. Lamentaba, sin embargo, la actuación de estas mujeres, porque eran mucho más encarnizadas que los hombres y “porque 166 habiendo renunciado a todas las virtudes de su sexo, roban y saquean con gran sangre fría.”27

La generalización de Blayney es excesiva y no tiene en cuenta que esas mujeres también eran víctimas del maltrato de las tropas imperiales. Este maltrato, sobre todo el ejercido sobre las mujeres, es un factor de movilización nada desdeñable. Las palabras de Blayney popularizó en Gran Bretaña esa imagen de una mujer española dispuesta a utilizar sus armas de mujer para contribuir a la lucha por el objetivo común. Su obra publicada en dos volúmenes en 1814 fue un éxito editorial, y esa imagen quedó fijada en el imaginario colectivo británico. Mientras tanto, en Francia esa imagen era cultivada en las memorias francesas de las guerras napoleónicas en España. Servían, además, para matizar la visión de la mujer enclaustrada en el hogar, una mujer cuya contribución en la lucha contra el invasor tenía unos antecedentes claros en su participación en las Guerras de la Convención.28 El siguiente paso fue la popularización y adopción de esta imagen

26 BOOTHBY, Charles; A Prisoner of France. The memoirs, Diary, and Correspondence of Charles Boothby, captain Royal Engineers, during his last campaign, Londres, Adam and Charles Black, 1898, p.207. 27 MUÑOZ PÉREZ, Antonio (ed.); Óp. Cit, p. 162. 28 AYMES, Jéan–Réné;“La ‘Guerra Gran’ (1793–1795) como prefiguración de la ‘Guerra del Francés` (1808–1814),” en Jéan–Réné Aymes (ed.), España y la Revolución Francesa, Barcelona, Serie General, Temas Hispánicos, Editorial Crítica, 1989, pp. 332 – 333.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez por los románticos, pero eso ya es otra historia.

Saqueos, alzamientos de regimientos, sitios, apoyo a los prisioneros, etc. eran la cara más visible de la guerra. Todos ellos eran protagonizados por los soldados, pero sus consecuencias también eran sufridas por esas mujeres, unas cuantas de las cuales decidieron intervenir directamente en la lucha de formas muy variadas. Con esta realidad se encontraron nuestros observadores británicos.

Su vida cotidiana a pesar de ese momento extraordinario

Pero los testimonios británicos no sólo se preocuparon por la actuación directa de las mujeres en la guerra, sino que se preocuparon de su actuación cotidiana a pesar de la guerra. Es decir, trataron de la forma como esas mujeres, por ejemplo, en la retaguardia patriota, pudieron sobrellevar un equilibrio casi imposible entre una voluntad de mantener su vida diaria inalterada y los momentos extraordinarios en los cuales vivían. Así, muchos de estos comentaristas, se fijaron en su vida diaria y repitieron ideas y descripciones hechas con anterioridad.

Uno de los temas repetidos de forma constante en las cartas, memorias y otros escritos de los británicos que intervinieron en la guerra o estuvieron en España durante ese periodo, fue el de las mujeres. Resultó habitual comentar su belleza, sus vestidos, su generosidad o su carácter afable, ya que en muchas ocasiones fueron ellas las que les proporcionaron un contacto continuado con la sociedad española.

Tal como explica, Anthony Brett-James, en Life in Wellington’s Army, hubo relaciones entre las dos partes, con sus consecuentes flirteos y amistades.29 Estos contactos se produjeron a menudo durante los cuarteles de invierno, tiempo aprovechado por los militares británicos para estrechar lazos con la población local. Unas de las dinámicas que se establecieron fueron unos bailes semanales en los que invitaban a las 167 mujeres jóvenes del lugar. 30

Pero en muchos de esos bailes esas jóvenes eran vigiladas estrictamente por miembros del clero. El militar John Leach, junto con sus compañeros, sufrió esa vigilancia. En diciembre de 1811 recorrieron la Sierra de Gata y fueron hospedados en casa de uno de los miembros de la nobleza local, que les agasajó con varias veladas de música y bailes. En una de ellas el ambiente se tensó por la presencia de unos jóvenes clérigos que controlaban a las muchachas. Tras escoltar a las jóvenes a sus casas, se vieron vigilados por un grupo de clérigos. Entonces, cuando se dirigían ya a sus respectivos alojamientos, empezaron a lanzarles bolas de nieve mientras los clérigos les maldecían y acusaban de herejes. 31

Pero esta relación también se producía durante la campaña, en las celebraciones, bailes y todo tipo de reuniones con las que eran agasajadas los militares británicos al

29 BRETT-JAMES, Anthony; Óp. Cit, pp. 56–57. Más adelante, señala que estas relaciones personales en paseos y bailes fue uno de los métodos más populares de esos militares para mejorar su dominio del español y el portugués. 30 “From G. Simmons to his parents, Alameda 5th May 1813,” en VERNER, Lieutenant-Colonel Willoughby (ed.); Major George Simmons; A British Rifle Man. Journal and Correspondence during the Peninsular and the Campaign of Wellington. (Waterloo), Londres, Greenhill Books, 1986, p. 279. 31 LEACH, J.; Rough Sketches of the Life of an old Soldier, Londres, Rees, Orme, Brown, and Green, 1831, pp. 243–244.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez entrar en alguna población. John Kincaid, fue otro de esos militares que señaló la presencia de estas mujeres en los bailes que organizaban, como los que se organizaron en el área de Rueda cuyas mujeres y vinos los consideraba a ambos como excelentes y superiores a lo encontrado hasta esos momentos. 32

Kincaid llega a enamorarse de una mujer que conoce en una de las casas de Rueda, aunque ese enamoramiento no tiene más consecuencias. No fue el único porque otros se llegaron a casar con sus amadas españolas. Si bien no hemos encontrado mujeres españolas que acompañasen a soldados españoles reclutados en los regimientos británicos, las memorias de los militares británicos proporcionan ejemplos de españolas casadas o unidas a soldados británicos. Sabemos, gracias al relato de Edward Costello, la reacción desesperada de una mujer al conocer que su marido había muerto en la batalla de Nivelle, ya en suelo francés, en noviembre de 1813. Quiso ver su cadáver, pero fue protegida por un soldado español llamado Blanco, siempre descrito por los soldados británicos por poseer un odio exacerbado hacia los franceses.33

Un segundo ejemplo es el de Josefa Siego, citada por el oficial de inteligencia Edward Cocks en sus diarios y cartas, que contrajo matrimonio con el oficial alemán Augustus Schaumann, vinculado a los cuarteles generales de Wellington, aunque su padre hubiese preferido que se casase con el líder guerrillero Julián Sánchez. Se trataba de una joven de Fuentes de Oñoro, de la que Cocks se enamoró tras conocerla en los bailes que se celebraron en la localidad.34

Tantos estos casos se caracterizaron porque estas mujeres abandonaron a sus familias y acompañaron a sus maridos en la guerra. Sufrieron así como sus maridos, incluso más, las penalidades de la guerra pero también disfrutaron de las alegrías que tenían las tropas en determinadas ocasiones.

El caso, quizás con más renombre, fue el de Juana Smith, o que es lo mismo, 168 Juana Maria de los Dolores de León, la joven esposa de sir Harry Smith, a quien conoció tras el sitio de Badajoz. Sabemos su historia personal. Ella pertenecía a una familia de la hidalguía de esa ciudad extremeña, que había sufrido las consecuencias del saqueo británico. Junto a una joven amiga, se le ocurrido encaminarse al campamento británico

32 FLETCHER, Ian (ed.); Adventures in the Rifle Brigade in the Peninsula, France and the Netherlands from 1809-1815 by Captain John Kincaid, Staplehurst, The Spellmount Library of Military History, 1998, p.152. 33HATHAWAY, Eileen (ed.), Costello. The True Story of a Peninsular War rifleman, Swanage, Shinglepicker, 1997. pp. 250 – 251. Este soldado es un ejemplo de tropas españolas que fueron reclutadas e integradas en el seno de las tropas británicas debido a las necesidades militares que causó la campaña de 1812. Es un tema poco tratado por la historiografía y sensiblemente incómodo para los propios británicos al tener que reconocer, en primer lugar, que tuvieron que contar con esas tropas antes incluso que Wellington fuese nombrado y aceptase el cargo de comandante en jefe de las tropas españolas y, en segundo lugar, que su comportamiento fue honroso, más allá de todas las críticas contrarias vertidas contra esas tropas españolas. Un acercamiento en español en mi tesis inédita: YÉPEZ, Daniel, La imagen de España a través de las narraciones británicas de la Guerra Peninsular (1808 – 1814), Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2009, pp. 229–231. 34 PAGE, Julia V. (ed.); Intelligence Officer in the Peninsula. Letters and Diaries of Major the Hon. Edward Charles Cocks, 1786-1812, Tunbridge, y Nueva York Spellmount y Hippocrene Books, 1986, pp. 139–146. Sobre ese soldado hannoveriano y esa mujer, me remito a sus memorias en CORMWELL, Bernard (ed.); Augustus Ludolf Friederich Schaummann, On the Road with Wellington, The Diary of a War Commissary, Londres, Napoleonic Library, Greenhill Books, Londres; Mechanicsburg, Stackpole Books, 1999, pp. 300–306.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez en busca de la protección de algún oficial. Allí conoció a Sir harry Smith, un joven capitán de un regimiento de la división ligera, que se enamoró de ella perdidamente. Los dos enamorados se casaron rápidamente y acompañó a su marido a casi todos los destinos militares que tuvo.35 La familia de ella aceptó el matrimonio, pero la desheredó en 1830 al convertirse al Anglicanismo mientras estaba en la colonia del Cabo, donde su marido ejercía de gobernador de la colonia.

Un último ejemplo lo representa Whittingham. Este oficial británico al servicio español se casó con una española, con Magdalena de Creus y Jiménez, hija del intendente Pedro de Creus, aunque ésta no le acompañó en sus acciones bélicas.

Estos casos fueron excepcionales, pero necesariamente reseñables. Este conocimiento de la realidad española, y por supuesto, de las características de sus mujeres, sin embargo, sí les permitió señalar que las mujeres sí compartían los aspectos principales que se adscribían al carácter español. Ellas, como los hombres, eran vistas como ociosas, extremadamente religiosas y supersticiosas, pasionales, pero también muy ingenuas y poco educadas como características propias. Creían además que las mujeres españolas se habían visto atrapadas por la guerra, ya que su contacto con los franceses puso a prueba tanto sus sentimientos patrióticos como los religiosos frente a sus sentimientos personales, que no se vieran superados por las circunstancias extraordinarias de la guerra. Valga como ejemplo la siguiente descripción del marino George Laval Chesterton

Their women are lovely and amiable; spoiled, indeed, by a defective, nay, indolent education, but yet invariably proving innocently seductive by their graces and sweet deportment. Strangers to Spaniards talk, unthinkingly, of their revengeful tempers, and of the free use of their stilettos under trifling provocation. I can only say I mixed largely amongst all classes, and I never saw aught to justify this too common charge. On the contrary, to me they always 169 appeared mild and forbearing.36

Quizás la única característica de las españolas que este marino no citó fue su religiosidad, vista en algunas ocasiones como simple superstición e intento de control del clero de la vida de las personas. Pero, estos soldados británicos adoptaron una actitud más compasiva respecto a las monjas. Crearon la imagen romántica (o idealizada) de mujeres jóvenes que tenían que esconder su belleza y tomar los hábitos en contra de su voluntad debido a los malos consejos de padres y clérigos.

Nunca tenían en cuenta su vocación religiosa, ya que a través de sus ojos protestantes, llenos de prejuicios hacia los temas religiosos españoles, eran vistas como prisioneras que tiene que ser liberadas de una arbitrariedad. Pero en muchas ocasiones su actitud hacia las hermanas, y en general hacia los temas religiosos españoles, reflejaba la situación de jóvenes alejados de sus casas, de esos soldados británicos propensos a ignorar las regulaciones y a cometer excesos.

35 Esta historia la podemos reseguir en MOORE, G.C. (ed.); Henry G. W. Smith, The Autobiography of Lieutenant-General Sir Harry Smith, 2Vols., Londres, 1902. Esta mujer acompañó a su marido en todas sus campañas y destinos posteriores. 36 CHESTERTON, G. L.; Peace, War and Adventure: an Autobiographical Memoir of George Laval Chesterton, in two volumes, Londres, Longman, Brown, Green and Longmans, 1853, p. 97.

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Un ejemplo nos lo da George Bell, un general que luchó al inicio de su carrera militar en la Península. Tras el sitio de Badajoz y la batalla de Albuera, su regimiento vuelve a Trujillo. Allí esos soldados británicos se emborrachan para celebrar esas victorias, y pretenden liberar a las hermanas de un convento considerándolas cautivas que ansiaban su libertad y prisioneras de los sacerdotes:

The wines were overlooked, and, fearful of another foray, our doctor, who had been left behind unwell, got up a ration dinner with a few other friends, took the chair, represented the whole corps, drank to the success of the war, the memory of the brave who fell at Albuera, a safe return to the regiment, and other toasts, until he got so merry he bolted off to a convent to release the nuns like a gallant knight! Many of the fair señoritas he knew were there pinning for liberty; but the watchful and wily priests came to the rescue. There was a shindy of course, a few officers of the baggage-guard, who had shared in the toasts, collected their forces and joined the medico. They assailed the convent again, and had nearly forced an entrance, when the second in command received a wound on the head and tumbled down the stairs. The doctor called off his troops to after the wounded, and dressing the cabeza of the only one, made an awkward incision on his corona. The sangre began to flow, and the holy priests made their escape, satisfied in preserving the dark-eyed maidens from the hands of such heretics, and keeping perdu lest they might get into a scrape for wounding one of H. M.’s officers in uniform. After this quixotic deed the dinner-party retired to their siesta, and I believe all got up sober 37

Otras de las características que estos observadores británicos más resaltaron era la autonomía de movimientos y de actuación de la mujer en la sociedad. Muchos británicos se sentían incómodos con esta actuación, y llevaban a hablar de la superioridad de la mujer británica sobre la española en sus quehaceres diarios, tal como pensaba el cirujano militar Charles Boutflower, tras asistir a varias tertulias en Badajoz y 170 comprobar la forma de relacionarse que las mujeres establecían allí:

My frequent visits, which have afforded men an opportunity of becoming acquainted with many of the ladies of this place, have confirmed me in the superiority I have always attached to my own fair Countrywomen over all others. From habit and bad example the women here even of the first rank have contracted an indelicacy in their ideas and conversation which would shock the most abandoned in England.38

Esta superioridad era explicada porque esa mayor autonomía era acompañada por comportamientos impropios de la condición femenina. La excepción la constituían las mujeres aristocráticas, que se movían en círculos muy similares en ambos lugares, pues los ambientes que, por ejemplo, Lady Holland frecuentaba no diferían demasiado estuviese en Sevilla o en Londres, aunque ella siempre había sido muy crítica con muchas de las representantes de las clases aristocráticas españolas. Quizás la excepción podía ser la duquesa de Osuna, con quien había entablado una amistad en su viaje anterior, y que le contó su huida de Madrid poco antes de la llegada de las tropas

37 STUART, Brian (ed.); Soldier’s Glory being ‘Rough Notes of an old soldier’ by Major–General Sir George Bell, Londres, G. Bell and Sons, 1956, pp. 33–34. 38 BOUTFLOWER, Charles, The Journal of an Army Surgeon during the Peninsular War, Staplehurst, the Spellmount Library of Military History, 1997, p.18.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez francesas, con sus hijas y nietos.

Esta independencia de actuación la reflejaron en sus relatos y cartas los viajeros civiles y militares. William Jacob se percató de la presencia femenina en los paseos y las iglesias, si bien le preocupaba que descuidasen el hogar y su propia educación, especialmente las mujeres acomodadas instaladas en la ociosidad y la indolencia y sin actividades moralmente productivas. Incluso, sentenció que en España la mujer tenía la libertad que Mary Wollstonecraft había deseado.39

Estos testimonios también reflejaron su incomodidad ante esta cierta autonomía de las mujeres, con presencia en espacios públicos como la calle o la iglesia. Muchas voces, además, constataron que el papel de la mujer en esa sociedad daba un argumento más a aquellos que defendían por un cambio radical de los modos y hábitos españoles, añadiendo sin pudor la superioridad en todos los sentidos de la mujer inglesa. 40 Otros testimonios fueron más benevolentes con los modos sociales de las mujeres españolas, que se mantuvieron a pesar de la guerra, al considerar que en ellos residía parte de su encanto, que las hacía superiores a las mujeres británicas. Al menos, así lo aseguraba Bridgeman en una de sus últimas cartas desde España, tras la experiencia de una continuada relación con estas mujeres.41

El comportamiento privado o íntimo de las mujeres, por lo tanto, proporcionó argumentos para sustentar estas críticas. Los británicos comprobaron cómo eran aún muy comunes las tertulias, esas reuniones sociales amplias, en las cuales una familia reunía a una serie de invitados a conversas, jugar a cartas o a asistir a algunos bailes o pequeñas representaciones. Podían equipararse a algunas reuniones similares que algunas familias británicas protagonizaban en sus casas, pero también éstas eran criticadas por aquellos grupos que comenzaban a predicar los valores familiares de recogimiento y de felicidad doméstica, que se acabaron imponiendo en la época victoriana. 171

William Jacob y los otros viajeros británicos asistieron a varias de esas tertulias, muchas de ellas tenían a mujeres como organizadoras de las mismas, teniendo en ellas un papel principal. Este diputado conservador asistió a varias de ellas en la Sevilla de 1809. Asistió, por ejemplo, a la que organizaba la esposa de Garay, donde se encontraban muchos fugitivos de Madrid con sus respectivas esposas. También asistió a la que patrocinaba la condesa de Villamanrique, que conseguía reunir ayillo a muchos de los británicos que pasaban durante esos meses por Sevilla, mientras que el general Virués, al que conoció en el navío que lo transportó desde Gran Bretaña a Cádiz, le introdujo en la tertulia de la Marquesa de Calzado. En esta tertulia encontró una compañía más selecta, pero le siguieron incomodando algunos de los usos españoles, y que las tertulias se convirtiesen en una interminable sucesión de juegos de azar y cartas. Al menos, en algunos momentos pudo conversar con destacadas personalidades españolas como el futuro Conde de Toreno, o asistir a la única tertulia literaria patrocinada por el Padre Gil, que había en la Sevilla de 1809.

39 JACOB, William; Travels in the South of Spain, in Letters Written A.D. 1809 and 1810, Londres, J. Johnson, 1811, pp. 17–19. 40 GRATTAN, W.; Óp. Cit, p. 273. 41 “From G. A. F. Bridgeman to his mother, Mahon, October 11th, 1813”, en BRIDGEMAN, G.A.F.; Letters from Portugal, Spain, , and , in 1812, 1813 and 1814, Londres, privately printed at the Chiswick Press, 1875, p. 145.

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W. Jacob frecuentó otros círculos familiares, por ejemplo la familia de Saavedra. Le llamó la atención que la casa esté dispuesta muy parecida como lo estaban en Inglaterra, y sus hijas estaban bien educadas, lo que le parecía extraordinario en España, cuando había conocido muchos ejemplos de ociosidad entre las mujeres y chicas de las clases acomodadas españolas.42

Un último ejemplo nos lo proporciona George A. F. H. Bridgeman, cuyo periplo de más de un año por tierras españolas, le permitió tener un conocimiento amplio de su realidad. Aunque este personaje no se encontró especialmente a disgusto en las reuniones sociales que participó y le fue ofensivo el trato que tuvo con las mujeres que allí encontró, su única valoración positiva de la actuación familiar de unas mujeres se retrasa hasta el otoño de 1813, cuando estaba en la isla de Menorca esperando a un navío que les transportase a Palermo. Allí se relacionó con la familia de un marino francés al servicio español, que residía en esa isla. La mujer era catalana, bien educada y de trato agradable. Bridgeman valoraba la dedicación a su familia y el cuidado hacia sus hijos, ya que les daba una educación muy superior a la de otras familias españolas.43

Esa notable excepción le llevó a hablar del carácter de las mujeres españolas, al tener una experiencia sobrada para hablar del tema. Describió unas mujeres siempre atentas con el extranjero, con un carácter amistoso. Pero tantos hombres como mujeres pecaban de haber recibido una educación pobre, lo que hacía pensar lo necesario que era una educación generalizada para ilustrar literalmente al conjunto del país:

There are many amiable points in the female Spanish character – they are affable to strangers, and very good-humoured, and you can hardly expect conversation or good conduct from poor girls who literally cannot be said to know how to read and write; the men are chiefly to blame here, and I hope the day will come a general education throughout the country will render all more enlightened, and that the female part will be enabled to profit of those talents 172 which they possess to a high degree; they are infinitely superior in this country to our sex.44

La mayor autonomía y libertad de actuación que hemos mencionado también tuvo, según estos comentaristas, influencia en su actuación en la guerra. Como el resto de la sociedad, las mujeres se vieron atrapadas por las circunstancias excepcionales del conflicto, aunque también se adaptaron a ellas. Sus reacciones se movieron entre el compromiso personal de algunas y la indiferencia de otras, o el intento por sobrevivir o vivir el día a día sin apenas cambios. El compromiso con la lucha patriótica expresado de maneras diferentes no pasó desapercibido para los comentaristas británicos, que lo reflejaron en sus escritos. En general se reconocía el valor de las mujeres españolas, su disponibilidad a luchar y a resistir, a no ceder un paso ante la presión de las tropas imperiales. Su proyección pública se reflejaba en la presencia en los preparativos militares o en las celebraciones que siguieron a la entrada de las tropas aliadas en determinadas ciudades.

Generalmente, se alababa que fueran críticas con las tropas españolas, y más

42 JACOB, William, Óp. Cit, p. 65. 43 “From G. A. F. Bridgeman to his mother, Mahon, October 11th, 1813,” en BRIDGEMAN, G.A.F.; Óp. Cit, p. 144 44 Ibidem, p. 145.

Víctimas y participantes http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DOSSIER-2010 ISSN 1696-4403 Daniel Yépez cuando esa crítica iba acompañada de una alabanza a la actuación de las tropas británicas. En otras ocasiones, los generales españoles fueron el flanco de sus airadas críticas relativas a la guerra y cuando éstas eran conocidas por los militares británicos, no dudaban en anotarlas. El almirante sir Edward Codrington nos ha legado uno de estos casos. En junio de 1812 conoce a Doña Candia, que se había distinguido por su participación en la defensa de Tortosa. El almirante británico había transportado una serie de hombres entre Arenys de Mar y Mataró. Al desembarcar en esa segunda ciudad, vio a la que llamaba la ‘heroína de Tortosa’, considerada loca por algunos españoles, cuando lo que la distinguía era su ardor patriótico. El almirante se fijó en sus formas y modos masculinos, en su inclinación por lo militar y también en sus opiniones sobre los generales catalanes, siendo especialmente sarcástica con Lacy:

She seems to me to know well the leading characters among her countrymen, and to speak her sentiments to them very freely. To Lacy she says ‘Well, General, and so we must become French after all, eh?’ ‘No, no, never.’ ‘Oh, but I see they are gaining ground every day, and you have not the power to interrupt them!’ Lacy must have discernment enough to understand this sarcasm, although he has not the spirit or the honesty to remove the cause for it. [...] But she likes Milans because he fights and hates the French; and this is the general feeling of the people. She lost her whole property at Tortosa, her native place, which she says was basely given up the enemy.45

Esta última cita nos explicita que había mujeres interesadas en la evolución de los hechos políticos y militares, aunque eran una minoría. No eran esas mujeres que pudieron asistir a Cádiz a alguna de las sesiones de las Cortes, sino eran mujeres que tenían opiniones sobre las medidas que se tomaban o sobre como hacía esta mujer, sobre los diferentes generales que actuaban en la lucha contra las tropas napoleónicas. Un tema que queda abierto, al menos desde la óptica británica. 173 Conclusiones

A lo largo de esta explicación, hemos intentado construir una primera imagen de las mujeres españoles en la guerra desde una óptica británica. Sabemos, gracias a numerosas aportaciones, que tuvieron un papel en algunos momentos, aunque actuasen en sus márgenes, asistiendo a heridos o ayudando a los prisioneros en las zonas ocupadas, o a través de métodos indirectos. La guerra supuso también un cambio de su cotidianeidad y de la percepción de lo femenino respecto a la sociedad.

Esa sociedad se vio atrapada por la guerra, ya que el contacto con los franceses puso a prueba tanto sus sentimientos patrióticos como los religiosos de todos, como lo evidenciaba la actuación de la mujer, porque hubo mujeres que se comprometieron en la lucha, otras que adoptaron posiciones más pasivas, otras más acomodaticias, y otras que fueron claramente afrancesadas. Hubo mujeres que participaron en los sitios, sorprendiendo a los espectadores británicos, cuyas mujeres también vieron alteradas sus pautas diarias con la guerra. Esto demuestra el carácter total de esa guerra, que afectó incluso a aquellas mujeres más alejadas del frente.

45 BOURCHIER, Lady (ed.), Memoir of the life of Admiral Sir Edward Codrington: With selections from his public and private correspondence, Londres, Longmans and Green, 1875, p. 277

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Y todas estas reacciones fueron observadas y comentadas por los observadores británicos, civiles o militares, destacando el caso de los prisioneros, que veían su actuación en la tierra ocupada de la retaguardia. Aportaban así otros argumentos a la creación de la nueva imagen de la mujer española en el imaginario colectivo español.

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MISCEL·LÀNIA

La Transición del feudalismo al capitalismo: ¿Una transición urbana o básicamente rural?

Ramón del Río (Universitat Autònoma de Barcelona)

Resum /Resumen/ Abstract

L'article analitza les diferents visions historiogràfiques sobre la transició del feudalisme al capitalisme i els debats de la segona meitat del XX. El treball constata que en els primers plantejaments teòrics (Smith i Marx) i en les anàlisis, sense recerca d'arxiu, de les historiografies liberal i marxista el desenvolupament i creixement de l'economia urbana (comerç i manufactures) va ser clau en la transició. Però demostra també que a partir de les investigacions sobre el món rural dels historiadors marxistes renovadors Lefebvre i Hilton la visió comença a canviar, i avui la tesi majoritària és que les claus fonamentals van ser el desenvolupament econòmic agrari, l'enriquiment d'una part dels pagesos i les lluites de classes antisenyorial dins del món rural.

El artículo analiza las diferentes visiones historiográficas sobre la transición del feudalismo al capitalismo y los debates de la segunda mitad del XX. El trabajo constata que en los primeros 179 planteamientos teóricos (Smith y Marx) y en los análisis, sin investigación de archivo, de las historiografías liberal y marxista el desarrollo y crecimiento de la economía urbana (comercio y manufacturas) fue clave en la transición. Pero demuestra también que a partir de las investigaciones sobre el mundo rural de los historiadores marxistas renovadores Lefebvre y Hilton la visión comienza a cambiar, y hoy la tesis mayoritaria es que las claves fundamentales fueron el desarrollo económico agrario, el enriquecimiento de una parte los campesinos y las luchas de clases antiseñoriales dentro del mundo rural.

The article analyzes the different visions of the historiographies on the transition from the Feudalism to the Capitalism and the debates of the second half of the XXth. The work shows that in the first theoretical thesis (Smith and Marx) and in the historical analyses, without research of archives, of the Liberal and Marxist historiographies the development and growth of the urban economy (trade and manufactures) was the key in the transition. But it proves too that from the research about the rural world of the innovator Marxist historians Lefebvre and Hilton the vision changes, and today the majority thesis is that the fundamental keys were the economic agrarian development, the enrichment of a part of the peasants and the anti-lordly class struggles inside the rural world.

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Debats historiogràfics, Transició, Feudalisme, Capitalisme, Economia urbana, Desenvolupament econòmic agrari, Lluites de classes antisenyorial Debates historiográficos, Transición, Feudalismo, Capitalismo, Economía urbana, Desarrollo económico agrario, Luchas de clases antiseñoriales Historiographic debates, Transition, Feudalism, Capitalism, Urban economy, Economic agrarian development, Anti-lordly class struggles

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Los debates Dobb-Sweezy y Brenner sobre la transición del feudalismo al capitalismo realizados entre los años 1950-1980 —centrados más en la Europa occidental que en la oriental— y los estudios empíricos hechos por historiadores sobre el feudalismo y los procesos revolucionarios liberales —en el caso francés ya desde el primer tercio del XX— desmontaron la visión teórica urbana de la transición del feudalismo al capitalismo —es decir, la suposición de que la transición se habría debido a la expansión del comercio y la industria, sectores ajenos al entramado señorial- feudal—, visión heredada de Adam Smith y Marx. Las investigaciones fueron reflejando que, bajo el marco jurídico-político-social feudal, se dio en algunas zonas de Europa un crecimiento económico agrario que conllevó el desarrollo progresivo de una agricultura comercializada, lo que generó la formación de clases sociales diferenciadas dentro del sector denominado campesino. El lento y largo proceso habría comenzado ya en el inicio de la edad media feudal —aunque con intervalos de largas décadas de retroceso— y culminó en el XVIII, el siglo fundamental en la transición del feudalismo al capitalismo de la Europa continental y, especialmente, occidental. Lógicamente, este proceso fue desvirtuando el régimen feudal original y anunciando el sistema capitalista —fin de la servidumbre en la Europa occidental, expansión del trabajo a jornal o, ya en el XVIII, existencia de vasallos que podían ser más ricos que sus propios señores—, pero —frente a las visiones seculares braudelianas planteadas en la segunda mitad del XX— el estudio empírico actual —a ras de suelo— refleja la persistencia de un marco jurídico- político-social señorial-feudal que ahogaba ese anuncio. Finalmente, algunos de estos estudios empíricos demostraron también cómo a partir del XVIII los diversos sectores de campesinos enriquecidos —que algunos denominan burguesía rural— tuvieron un papel fundamental en la lucha de clases que llevaría a la revolución liberal francesa. En definitiva, la transición habría sido impulsada por el desarrollo económico agrario y el enriquecimiento de una parte de los vasallos, que habrían ido erosionando progresivamente el régimen señorial-feudal. En otras palabras, una visión básicamente rural de la transición. 180 Claro, esta renovación en la historia de la transición no impidió que teóricos del marxismo —sociólogos y economistas, entre otros— y algunos historiadores — generalmente no investigadores del feudalismo o las revoluciones liberales—, incombustibles a la crisis de la historiografía marxista de finales de 1970, siguieran manteniendo las viejas visiones teóricas urbanas ignorando las aportaciones y renovación que significaron esos debates, por mucho que no parasen de citarlos como grandes entendidos en la materia. Lo peor es, sin embargo, que algunos manuales de historia contemporánea de nivel universitario o de bachiller —no hechos habitualmente por investigadores del feudalismo o las revoluciones liberales— continúen afirmando cosas acerca del desarrollo agrario bajo el feudalismo en la Europa occidental o de los sectores campesinos del periodo inmediatamente anterior a la revolución francesa que no suscribirían la mayoría de los especialistas, ni corresponden a la renovación heredada de la investigación histórica y de esos debates.

Por ejemplo, Asa Briggs y Patricia Clavin, en su manual de Historia contemporánea de Europa de 1997, dedican diez páginas a los antecedentes de la revolución francesa —la mitad para analizar a qué cosas se había denominado revolución (incluyendo el «recorrido orbital de las estrellas»)—, en las que nos hablan de que la nobleza incrementó el consumo de objetos de «lujo» y de «pura ostentación» —siguiendo literalmente a Smith—, de las «revoluciones comerciales» y de que «en Francia, a diferencia de Gran Bretaña, no se produjo una “revolución agrícola”». Y, en la

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río obra de la etapa moderna de 1987 de la misma colección, Helli Koenigsberger divide la sociedad en nobles y «una gran masa de campesinos productores de alimentos», señala que «el motor decisivo para el crecimiento fue, como ya observó Adam Smith en el siglo XVIII, una mayor división del trabajo» y, en relación al crecimiento de los precios agrarios a mediados del XVIII, asegura que «sólo se beneficiaron de esa situación para vender el excedente en el mercado las explotaciones relativamente grandes o que no estuvieran excesivamente gravadas con rentas, impuestos y pagos feudales»1. O sea, entre otras cosas, ni idea de las exportaciones a mercados coloniales de vinos y aguardientes de incluso pequeños propietarios y arrendatarios por ejemplo en Cataluña2. Igualmente, en el manual de bachillerato de 1999 Història del món contemporani de la editorial Teide se señala que en el siglo XVIII predominaba «una agricultura de subsistència», incapaz de producir «excedents» para el mercado3.

Lo que pretendo en este artículo es partir de las viejas visiones urbanas de Smith y Marx y hacer un breve resumen de las aportaciones y renovación que significaron las investigaciones y debates del siglo XX, esperando que pueda tener alguna utilidad para estudiantes o historiadores especialistas en otros periodos históricos, contrarrestando la falta de puesta al día de algunos manuales.

La transición en Smith y Marx

La visión liberal de la historia de Smith significó, sin duda, un gran avance para el conocimiento histórico, al desmontar la visión cristiana de que todo era obra del designio divino y defender que la historia era un proceso evolutivo a través de cuatro etapas, debido exclusivamente a causas humanas. En relación al paso de la etapa feudal (Agricultura) a la capitalista (Comercio) señalaba que el orden natural del crecimiento económico era el desarrollo paralelo y equilibrado de campo-ciudad —la agricultura iba creciendo estimulada por las compras de alimentos de la ciudad vecina, mientras que las manufacturas lo hacían por la demanda rural—: «Según el curso natural de las cosas, la 181 mayor parte del capital en toda sociedad que crece se dirige primero a la agricultura, después a la industria y por último al comercio exterior. Este orden es algo tan natural que se ha cumplido en cierto grado en todas las sociedades que han poseído algún territorio. Se debió cultivar una parte de sus tierras antes de que se pudieran establecer ciudades de alguna importancia, y se debió poner en marcha alguna clase de industria manufacturera rudimentaria antes de que pudieran empezar a pensar en dedicarse al comercio exterior». Sin embargo, este orden natural «ha sido en muchos aspectos radicalmente invertido en los modernos Estados de Europa. El comercio exterior de algunas de sus ciudades ha introducido todas sus manufacturas más refinadas, o que podían ser vendidas en lugares lejanos». Este desarrollo más acelerado del comercio — buscando mercados alejados— tenía el problema de dejar atrás una agricultura menos desarrollada, pero la ventaja de adelantar el paso de la etapa feudal a la capitalista:

1 Lógicamente, también mencionan la Ilustración: A. Briggs y P. Clavin, Historia contemporánea de Europa, 1789-1989, Crítica, Barcelona, 1997 (1ª inglesa también de 1997), pp. 11-21, citas de pp. 12 y 15- 16; y H.G. Koenigsberger, El mundo moderno, 1500-1789, Crítica, Barcelona, 1991 (1ª 1987), citas de pp. XII y 253. 2 Ver por ejemplo J. Torras, «Aguardiente y crisis rural. Sobre la coyuntura vitícola, 1793-1832» (1976), en A. García Sanz y R. Garrabou (eds.), Historia agraria de la España contemporánea 1. Cambio social y nuevas formas de propiedad (1800-1850), Crítica, Barcelona, 1985, pp. 151-173; y A. Segarra, Aiguardent i mercat a la Catalunya del segle XVIII, Eumo, Barcelona, 1994. 3 A. Alcoberro (coord.), Història del món contemporani, Teide, Barcelona, 1999, p. 13.

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Lo que la violencia de las instituciones feudales jamás habría podido lograr lo consiguió gradualmente la acción silenciosa e imperceptible del comercio exterior y las manufacturas. Ellos proveyeron paulatinamente a los grandes propietarios con algo por lo que podían intercambiar todo el producto excedente de sus tierras, y que podían consumir ellos mismos sin compartirlo con arrendatarios ni sirvientes. La máxima vil de los poderosos parece haber sido siempre: todo para nosotros, nada para los demás. Así, tan pronto como descubrieron un método para consumir el valor total de sus rentas ellos mismos, no se mostraron dispuestos a compartirlo con otras personas. Por un par de hebillas de diamantes, o por otra cosa tan frívola e inútil, eran capaces de intercambiar la manutención, o lo que es lo mismo: el precio de la manutención de mil hombres durante un año, y con ello todo el poder y autoridad que así podrían haber conseguido (…). Al incrementarse paulatinamente de esta manera los gastos personales de los grandes propietarios, era inevitable que el número de sus sirvientes disminuyera hasta que finalmente desaparecieron por completo4.

Por tanto, la visión de Smith del paso del feudalismo al capitalismo no sólo era economicista —la nobleza habría renunciado alegremente a todo su poder señorial- feudal por satisfacer sus deseos consumistas—, sino que presuponía el estancamiento del desarrollo económico agrario frente al avance más rápido en la economía urbana, que es la que impulsó mecánicamente el cambio. La historiografía liberal revolucionaria francesa fue consciente desde luego de que a la nobleza hubo que atizarle para que renunciara al feudalismo y, por ello, introdujo el concepto de lucha de clases a la hora de explicar el paso del feudalismo al capitalismo corrigiendo la visión economicista de Smith, pero mantuvo en general la visión urbana del cambio. Así, el liberal moderado Barnave, antes de ser ejecutado por los jacobinos, señaló por escrito que «una nueva distribución de la riqueza prepara una nueva distribución del poder. Al igual que la posesión de las tierras ha elevado a la aristocracia, la propiedad industrial eleva el poder 182 del pueblo; adquiere su libertad, se multiplica y comienza a influir en los negocios públicos»5. E incluso podríamos decir que dieron una visión prácticamente parisina, si tenemos en cuenta los relatos históricos ideologizados y partidistas —en favor del 91 o del 93— que hicieron liberales moderados como Thiers o republicanos como Blanc o Michelet en el XIX. La notable excepción fue Tocqueville:

Una cosa sorprende a primera vista: la Revolución, cuyo objeto propio consistía en abolir en todas partes los remanentes de las instituciones medievales, no estalló en los países en donde éstas, mejor conservadas, hacían sentir al pueblo con más fuerza y molestia su rigor, sino por el contrario en aquellos en que eran menos rigurosas; de tal suerte que su yugo parecía más insoportable donde en realidad era menos pesado (...). ¿Por qué, entonces, los mismos derechos feudales despertaron en el corazón del pueblo francés un odio tan grande que sobrevivió a su propio objeto y por ello se antoja inextinguible? (…) La causa de este fenómeno es que el campesino francés se había constituido en propietario territorial (...). No siempre sobreviene una revolución cuando se va de mal en peor. La mayoría de las veces ocurre que un pueblo que había soportado sin quejarse, y como si no las sintiera, las leyes más abrumadoras, las repudia con violencia cuando se aligera su carga (...). El feudalismo en su pleno apogeo no

4 A. Smith, La riqueza de las naciones, Alianza Editorial, Madrid, 2003 (1ª 1776), pp. 488-489 y 525-527. 5 Cita en J. Fontana, Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1982, p. 107.

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había inspirado a los franceses tanto odio como en el momento en que iba a desaparecer. Las más leves arbitrariedades de Luis XVI parecían más difíciles de soportar que todo el despotismo de Luis XIV6.

Es decir, diferenciación social entre campesinos —hablaba de campesinos propietarios—, unos campesinos que impulsaron la lucha y resistencia en contra del feudalismo porque eran más ricos y más libres —y por ello más sensibles a la explotación— que los de gran parte de la Europa central y oriental.

Por lo que respecta a Marx —formalmente, Marx y Engels—, en La ideología alemana —escrita en 1845-1846, aunque publicada en 1932—, no sólo mantenía idénticas las cuatro etapas de Smith —sin quitar la prehistoria y añadir la socialista, a diferencia del Manifiesto Comunista—, sino que también centraba la transición del feudalismo al capitalismo en el mundo urbano, analizando el cambio social y económico que supuso el paso del sistema gremial al industrial7. Su aportación más notable en relación a la transición está sin duda en el Manifiesto Comunista, al desarrollar ampliamente en cuatro pasos el concepto de lucha de clases heredado de la historiografía liberal revolucionaria: desarrollo de las fuerzas productivas —crecimiento del comercio y las manufacturas y enriquecimiento de la burguesía urbana—, contradicción entre ese desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción feudales, lucha de clases y revolución. Con todo —en parte ya lo hemos visto—, en el tema que nos ocupa Marx tenía de nuevo una visión urbana de la transición: señalaba que el modo de producción feudal imposibilitaba un desarrollo económico agrario importante, consideraba este sistema casi inmutable —lo denominaba indistintamente feudal o de la servidumbre— y hablaba de un colectivo nebuloso de campesinos, sin diferenciar clases sociales dentro de ellos y sin atribuirles ninguna actividad revolucionaria, ya que la conciencia de clase sólo la tendrían cuando se convirtieran en proletarios industriales al marchar a la ciudad: 183 El régimen feudal o gremial de producción que seguía imperando no bastaba ya para cubrir las necesidades que abrían los nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. Los maestros de los gremios viéronse desplazados por la clase media industrial, y la división del trabajo entre las diversas corporaciones fue suplantada por la división del trabajo dentro de cada taller. Pero los mercados seguían dilatándose, las necesidades seguían creciendo. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El invento del vapor y la maquinaria vinieron a revolucionar el régimen industrial de producción (…). La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario. Dondequiera que se instauró echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas. Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó en pié más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas (…). La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita (...) [y] lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes (...). La burguesía somete el campo al imperio de la ciudad. Crea ciudades enormes,

6 A. de Tocqueville, El Antiguo Régimen y la Revolución, Fondo de Cultura Económica, México, 1996 (1ª 1856), pp. 109, 116 y 256-257. 7 C. Marx y F. Engels, La ideología alemana. Crítica de la novísima filosofía alemana en las personas de sus representantes Feuerbach, B. Bauer y Stirner y del socialismo alemán en las de sus diferentes profetas, Grijalbo, Barcelona, 1972 (1ª 1932).

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intensifica la población urbana en una fuerte proporción respecto a la campesina y arranca a una parte considerable de la gente del campo al cretinismo de la vida rural. Y del mismo modo que somete el campo a la ciudad, somete los pueblos bárbaros y semibárbaros a las naciones civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente8.

La renovación del XX y los debates de la segunda mitad

Con el siglo XX llegó al análisis económico-social y jurídico más a fondo y serio del feudalismo de la Edad Media de la mano de los historiadores liberales Pirenne y Bloch9. Incluso Bloch señaló —como recordaría en 1973 el historiador medievalista británico Rodney Hilton— que «los levantamientos campesinos fueron (…) tan “connaturales al régimen señorial como las huelgas lo son al capitalismo en gran escala”. La observación de Bloch se encuentra al final de un párrafo en que se subraya la “larga y trágica cadena” de levantamientos campesinos que va desde el siglo IX al verano de 1789»10. Pero el análisis más específico de la transición lo hicieron los historiadores marxistas franceses, especialistas en la revolución francesa, Ernest Labrousse y Georges Lefebvre. En su tesis doctoral de 1933, basada en datos cuantitativos, Labrousse demostraba sobradamente el espectacular crecimiento económico agrario en la Francia del XVIII y la expansión de una agricultura comercializada, reflejaba la existencia de diferentes clases sociales dentro del colectivo campesino —jornaleros, propietarios y arrendatarios grandes, medios y pequeños— y señalaba —frente a lo que hemos visto diría en 1987 Koenigsberger— que la coyuntura alcista de 1730-1740 a 1780 había sido beneficiosa para todos, incluidos los jornaleros, ya que tenían abundante trabajo. Eso sí, analizaba también que el ciclo expansivo de larga duración escondía otros ciclos cortos de años de malas cosechas de cereales por sequías o lluvias torrenciales, que eran negativos para jornaleros —poco trabajo y precio caro del pan— y pequeños propietarios y arrendatarios —podían perder la propiedad o el arrendamiento—, aunque 184 igualmente beneficiosos para grandes y medios propietarios y arrendatarios —en su caso, la menor cosecha se compensaba por el precio más caro del cereal—. Ahora bien, en la década de 1780 el ciclo de larga duración cambió de signo, comenzando una crisis de sobreproducción en el sector vitícola —reflejo nuevamente de ese espectacular desarrollo de una agricultura comercializada—, que hizo caer los precios del vino y terminó arrastrando a otros sectores económicos. Y la pérdida de beneficios llevó a propietarios y arrendatarios rurales a dejar de pagar diezmos y derechos señoriales y a participar de forma activa en la revolución francesa. Por su parte, Lefebvre, en su tesis doctoral de 1924 sobre Los campesinos del norte durante la Revolución —presentada a los 50 años después de recorrer, como profesor de instituto, los pueblos de media Francia vaciando archivos—, analizó los distintos conflictos que enfrentaban entre sí a sectores campesinos —pequeños arrendatarios frente a grandes, jornaleros frente a propietarios y arrendatarios, etc.—, mientras que en su obra cumbre sobre El Gran Miedo estudió cómo una parte de los campesinos ricos —pequeños y medianos

8 K. Marx y F. Engels, El Manifiesto Comunista, Ayuso, Madrid, 1975 (1ª 1848), pp. 73-77. 9 Ver por ejemplo H. Pirenne, Historia económica y social de la edad media, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1975 (1ª 1933); M. Bloch, La historia rural francesa: caracteres originales, Crítica, Barcelona, 1978 (1ª 1931; ampliada 1952); e Id., La sociedad feudal. La formación de los vínculos de dependencia, Unión Tipográfica Editorial Hispano-Americana, México, 1979 (1ª 1939-1940). 10 R. Hilton, Siervos liberados. Los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés de 1381, Siglo XXI, Madrid, 1978 (1ª 1973), pp. 10-11.

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río propietarios y arrendatarios—, temiendo que la nobleza tratara de sofocar la revolución, en la segunda mitad de julio de 1789 asaltó castillos señoriales y destruyó la documentación feudal de los archivos de los señores, forzando a la Asamblea nacional a abolir el feudalismo el 4 de agosto11.

Sin embargo, a pesar de la indudable renovación que significaban estos estudios empíricos en relación a la visión urbana de la transición heredada de Smith y Marx, el rechazo teórico de esta visión urbana no se dio hasta el debate Dobb-Swezzy de la primera mitad de la década de 195012, debate cuyos artículos serían editados en forma de libro posteriormente13. Todo empezó cuando el marxista británico Maurice Dobb, profesor de economía de Cambrigde y estudioso del siglo XX, publicó en 1946 Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. Partiendo de las primeras investigaciones de Hilton, Dobb señalaba que en la edad media feudal británica se había producido el desarrollo de una agricultura destinada al mercado que estimuló la diferenciación social entre campesinos ricos y pobres, y que los ricos habían encabezado las revueltas contra los señores, revueltas que culminarían con la abolición de la servidumbre:

Esta mejora en la situación de los productores y la ampliación de la producción simple de mercancías [es] lo que iba a acelerar, en estos siglos, ese proceso de diferenciación social dentro del modo de producción a base de pequeñas explotaciones, que iba a preparar el terreno del cual habían de surgir más tarde las relaciones de producción burguesas (…). Fueron precisamente estos campesinos fuertes (que serían probablemente productores de mercancías para el mercado y tendrían ambiciones de expansión) los que dirigieron las revueltas contra la opresión feudal (...). En la medida en la cual la desintegración del antiguo orden continuó, y el modo de producción en pequeña escala se vio libre de las servidumbres feudales, (…) el proceso de diferenciación dentro de dicho modo de producción se aceleró; y fue (…) este proceso de diferenciación social (con su doble tendencia a formar una clase kulak de campesinos ricos por un lado, y una clase de 185 “braceros” pobres o sin tierra por otra) el que dio lugar al nacimiento de las relaciones burguesas de producción. Pero tanto el proceso de desintegración como el de diferenciación necesitaron tiempo: y por esta razón el nuevo modo de producción no nació totalmente desarrollado del anterior, sino que sólo pudo desarrollarse cuando la decadencia del antiguo había alcanzado una etapa bastante avanzada14.

Es obvio que Dobb no tenía ni idea del feudalismo y de la transición y ni siquiera era historiador, por lo que no estaba acostumbrado a moverse en las complejas realidades

11 E. Labrouse, Fluctuaciones económicas e historia social, Tecnos, Madrid, 1980 (1ª 1962); y G. Lefebvre, El Gran Pánico de 1789. La Revolución Francesa y los campesinos, Paidós, Barcelona, 1986 (1ª 1932). La información sobre la tesis doctoral de Lefebvre en G. Rudé, La Revolución Francesa, Vergara, Buenos Aires, 1989 (1ª 1988), pp.39-40. Un análisis más detallado de los dos autores en R. del Río, «Historias de la Revolución Francesa: avances científicos y visiones ideológicas en los siglos XIX y XX», Revista HMiC d’Història Moderna y contemporània, nº 7, 2009, pp. 95-114. 12 Datos formales sobre el debate, aunque más en la línea de teórico del marxismo que de historiador especialista, en H. J. Kaye, Los historiadores marxistas británicos. Un análisis introductorio, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1989 (1ª 1984), pp. 41-58. 13 P. Sweezy y otros, La transición del feudalismo al capitalismo, Prisma-Ayuso, México, 1980 (1ª 1967); y, la que utilizaremos, R. Hilton (ed.), La transición del feudalismo al capitalismo, Crítica, Barcelona, 1980 (1ª 1976). 14 M. Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Siglo XXI, Madrid, 1976 (1ª 1946), pp. 473- 475. Cursiva en el original.

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río políticas, económicas, sociales y jurídicas del pasado feudal, lo que se reflejaba en algunas imprecisiones e incluso contradicciones al trasladar a su obra la lectura del historiador medievalista Hilton. Con todo, una cosa quedaba clara: Dobb mantenía el esbozo de Marx, sólo que ubicándolo en el mundo rural: desarrollo de las fuerzas productivas y enriquecimiento burgués pero en el mundo rural —desarrollo de una agricultura comercializada y enriquecimiento de un sector de los campesinos—, contradicción entre ese desarrollo de las fuerzas productivas en el mundo rural y las relaciones sociales feudales y lucha de clases entre campesinos ricos y sus señores15. La respuesta en línea urbana y de pura ortodoxia marxista la dio en un artículo de 1950 el marxista Paul Sweezy, doctor en economía por Harvard:

La guerra feudal agita, empobrece y agota a la sociedad, pero no muestra tendencia alguna a transformarla. El crecimiento demográfico constituye un segundo elemento inestabilizador. La estructura del feudo es tal que impone límites al número de productores que puede emplear y al número de consumidores que puede mantener, mientras que el conservadurismo inherente al sistema refrena toda expansión global. Desde luego esto no significa que sea imposible el crecimiento, sino que éste tiende a situarse por debajo del crecimiento demográfico (...). Así pues, podemos concluir que, pese a su inestabilidad e inseguridad crónicas, el feudalismo europeo occidental era un sistema con una orientación muy marcada en favor del mantenimiento de determinados métodos y relaciones de producción (...). El comercio a larga distancia pudo actuar a modo de fuerza engendradora de un sistema de producción para el intercambio al lado del viejo sistema feudal de producción para el uso. Una vez yuxtapuestos, estos dos sistemas comenzaron a influirse uno a otro de forma natural (...). Al verse contrastada con un sistema de especialización y división del trabajo más racional, se ponía de manifiesto con toda claridad la ineficacia de la organización feudal de la producción (...). Comprar bienes manufacturados podía resultar mucho más barato que hacérselos uno 16 mismo» . 186

Teniendo en cuenta no sólo que ni Dobb ni Sweezy eran historiadores y menos especialistas en feudalismo, sino que además se podía participar en el debate con el bajo nivel de conocimiento histórico del tema demostrado por Sweezy, ya se puede uno suponer que, más que un debate histórico, el debate Dobb-Sweezy fue una especie de concurso para ver quién era más ortodoxo y sabía más citas de Marx. No es broma. De las 50 citas que ponía Sweezy en esta réplica, dejando 23 que son de Dobb o de él, 17 eran de Marx de El Capital o de cartas a Engels. Claro que de las 12 citas que ponía Dobb en la contrarréplica, 6 eran de él o Sweezy y 6 de Marx17. Y en el concurso participó Kohachiro Takahashi, que sí era historiador del feudalismo, aunque del japonés. Takahashi avisaba acertadamente que el debate se estaba centrando sólo en

15 Es algo sorprendente que, en sus por otra parte brillantes y meticulosos estudios sobre tendencias historiográficas, J. Fontana suponga sin embargo que Dobb se limitaba a dar más peso a la lucha de clases, que es lo que en realidad diría años más tarde Brenner: «Se pasaba, así, de una concepción fundada en el crecimiento de las fuerzas productivas a otra que ponía el acento en la lucha de clases y consideraba que el motor fundamental había sido la pugna de los campesinos contra la explotación feudal, que había acabado haciendo inviable el sistema»: Historia, p. 239; e Id., La història dels homes, Crítica, Barcelona, 2000, pp. 238-239. 16 P. Sweezy, «Crítica» (1950), en R. Hilton (ed.), La transición, pp. 44-77, citas de pp. 47-48 y 57-58. Cursiva en el original. 17 P. Sweezy, «Crítica» (1950); y M. Dobb, «Respuesta» (1950), en R. Hilton (ed.), La transición, pp. 78- 92.

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río países donde la transición se dio por vía revolucionaria —Europa occidental—, olvidando aquellos otros, como Prusia o Japón, en los que habría faltado el cuarto paso señalado por Marx —la revolución política—, de forma que la transición se hizo desde arriba. Sin embargo, luego daba una visión pintoresca de la revolución francesa: «La revolución fue una lucha enérgica para obtener el poder estatal entre un grupo de la clase media (los Independents en la revolución inglesa, los Montagnards en la francesa) y otro de la haute bourgeoisie, con orígenes en la aristocracia terrateniente feudal y en los monopolistas mercantiles y financieros (en la revolución inglesa, primero los monárquicos y después los presbiterianos; en la revolución francesa, los monárquicos, más tarde los feuillants y, finalmente, los girondinos). Tanto en una como en otra revolución, la primera de las clases citadas derrotó a la segunda»18. Es decir, hacía desaparecer la principal lucha entre burguesía y nobleza feudal, metía en el mismo saco a monárquicos ilustrados, liberales moderados fayettistas y liberales radicales girondinos y, lo mejor, suponía que la lucha la ganaron los jacobinos de la Montaña. O sea, que las campanas que había oído Takahashi de la revolución francesa no cubrían Termidor. Es comprensible la brusquedad con que el especialista en la transición francesa Lefebvre intervino en 1956, acabando de hecho con el debate. El historiador francés señalaba que era lícito que sociólogos y economistas teorizaran sin documentación histórica sobre la transición, pero sólo para hacer hipótesis —no tesis—, por lo que le parecía «fútil, e incluso peligroso, continuar el debate sobre términos abstractos (...). El historiador deberá formular un plan de investigación y formular un cuestionario que indique en qué fuentes debe iniciarse la primera fase de la búsqueda. Dobb y Sweezy nos han prestado el servicio de formular los problemas. ¡Ahora corresponde a los historiadores resolverlos!»19.

Ahora bien, el debate dio también la posibilidad a Hilton de dar a conocer sus primeras investigaciones: en la Baja Edad media de Inglaterra se produjo el desarrollo de una agricultura comercializada —antes incluso del auge del comercio de sedas y especias—, que enriqueció a un sector de los campesinos. Estos campesinos ricos 187 comenzaron a comprar las tierras de los campesinos empobrecidos —que se convirtieron en jornaleros—, produciendo una fuerte erosión del viejo sistema feudal —en origen todos los campesinos siervos disponían de una parcela y trabajaban gratis las tierras del señor—, e impulsaron una lucha de clases contra los señores, lucha que culminaría con el fin de la servidumbre. Y el desarrollo económico agrario, la diferenciación social entre campesinos y la lucha de clases se incrementarían en la Edad moderna:

El progreso económico, inseparable de las primeras luchas por la renta y de la estabilización del feudalismo, vino caracterizado por un aumento del excedente social total de producción por encima de las necesidades de subsistencia. Ésta, y no el denominado resurgimiento del comercio en sedas y especies, fue la base para el desarrollo de la producción de mercancías (...). La expansión de los centros mercantiles y ciudades medievales a partir de los siglos X y XI se basó fundamentalmente en la expansión de la producción de mercancías. El espectacular desarrollo del comercio internacional (...), el crecimiento de grandes centros comerciales (...), son otros tantos hechos cronológicamente posteriores al desarrollo de las fuerzas productivas en la agricultura,

18 H. K. Takahashi, «Contribución al debate» (1952), en R. Hilton (ed.), La transición, pp. 93-136, cita de p. 133. Cursivas en el original. 19 G. Lefebvre, «Algunas consideraciones» (1956), en R. Hilton (ed.), La transición, pp. 172-179, cita de pp. 178-179.

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estimuladas por el proceso de lucha alrededor de la renta feudal. La interacción entre estos diferentes factores —todos ellos internos a la Europa feudal— ocasionó profundos cambios en la situación. El desarrollo de la producción para el mercado agudizó y diversificó la estratificación por entonces vigente entre los productores agrícolas. Los campesinos ricos aumentaron sus riquezas, mientras que los pobres se hicieron más pobres todavía. Pero a partir del siglo XIII se convirtieron en un tipo distinto de ricos y en un tipo distinto de pobres. La familia acomodada de épocas precedentes era rica en bienes producidos para su propio consumo, pero con la evolución del mercado los campesinos ricos destinaban una parte cada vez mayor de su excedente a la venta. Sus parcelas aumentan constantemente de extensión, cada vez emplean a más trabajadores asalariados (...). Además cada vez plantean más objeciones a que se les prive de su renta excedente, y su antagonismo con los señores se ve reforzado por la desesperación de los demás sectores del campesinado (...). La lucha alrededor de la renta se agudiza de forma constante, y en el siglo XIV alcanza la fase extrema de revuelta general (...). Los productores más eficientes de cara al mercado, los menos entrampados con gastos administrativos generales, con normas tradicionales de gastos suntuarios, los que tienen menos parásitos improductivos a su alrededor, son, naturalmente, los campesinos ricos y los miembros de la pequeña nobleza que desdeñaron imitar el estilo de sus superiores. El éxito competitivo de estos elementos se basó en formas de explotación que anticipan la agricultura capitalista (...). Pese a las desesperadas tentativas (como las que llevaron a cabo los monarcas absolutos) de utilizar el control del estado para mantener el núcleo esencial del poder feudal, la base económica de quienes seguían ocupando los puestos de mando en el entramado social estaba minada20.

Por tanto, en primer lugar, Hilton partía del esbozo de Marx, sólo que ubicándolo en el mundo rural: desarrollo de las fuerzas productivas y enriquecimiento burgués pero 188 en el mundo rural —desarrollo de una agricultura comercializada y enriquecimiento de un sector de los campesinos—, contradicción entre ese desarrollo de las fuerzas productivas en el mundo rural y las relaciones sociales feudales y lucha de clases entre campesinos ricos —un clase social con conciencia de clase— y sus señores. Y, en segundo lugar, la investigación le hacía rechazar parte de los supuestos presentes en la reflexión de Marx sobre el feudalismo de mediados del XIX, que gran parte de los marxistas —lo hemos visto en Sweezy— seguía repitiendo a modo de catecismo. Así, Hilton defendía la posibilidad de desarrollo agrario bajo el modo de producción feudal, consideraba que el sistema feudal no era inmutable sino que se fue modificando —por ejemplo, frente a lo que creía Marx y repetían los marxistas de catecismo, la servidumbre se abolió en la Europa occidental al final de la Edad Media— y sostenía que ese desarrollo económico generó la diferenciación de clases sociales dentro de los campesinos y la lucha de clases de los campesinos ricos contra los señores, proceso que acabaría en la revolución liberal, como ya habían investigado Labrousse o Lefebvre para la revolución francesa. Y Hilton no estuvo solo del todo, porque en su participación en el debate el historiador marxista británico de la revolución inglesa Christopher Hill hizo hincapié justamente en el hecho de la abolición de la servidumbre ridiculizando las visiones ortodoxas —«si el feudalismo queda abolido junto a la servidumbre [y ahora sabemos que la servidumbre se abolió a finales de la Edad Media en la Europa

20 R. Hilton, «Comentario» (1953), en Id. (ed.), La transición, pp. 153-165, citas de pp. 163-165. Cursiva en el original.

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río occidental], entonces Francia no era un estado feudal en 1788 ni nunca se ha producido una revolución burguesa en el sentido de revolución que derrocase el estado feudal»—, mientras que en sus estudios de los años 60 señalaría la participación «de los labradores acomodados» en la revolución inglesa21.

Tras el debate Dobb-Sweezy de 1950-1956, el debate Brenner de 1974-1985 —más famoso en los años 80 y 90 que el Dobb-Sweezy, por mucho que fuera menos novedoso— reflejó el cambio de coyuntura historiográfica: frente a unos años 50 con cierto peso de historiadores marxistas en Europa, los años 70 comenzaban a anunciar la crisis de la historiografía marxista de finales de la década, como se reflejó en la pseudo- historia con que abordaron las mentalidades en Francia Le Roy Ladurie, Le Goff o Duby22 y, a partir de los 80, en el alejamiento de los parámetros científicos de la historia de gran parte de las llamadas Ultimas Tendencias, aunque afortunadamente también en el surgimiento de una nueva historia social que sin catecismos analiza bastantes más temas que los aspectos económicos y sociales y las clases bajas y, además, desde una perspectiva global y comparada. Este cambio de coyuntura historiográfica se manifestó en tres características del debate Brenner distintas al Dobb-Sweezy: 1ª. Algunos historiadores no participaban de hecho en el debate teórico, sino que se limitaban a aprovecharlo, caso del checo Klíma, para dar a conocer sus investigaciones sobre el feudalismo23. 2ª. Gran parte de los participantes asumía sin problemas la posibilidad de desarrollo agrario dentro del feudalismo y la existencia de clases campesinas ricas, caso del propio Brenner —«Las raíces agrarias del capitalismo europeo»— o Klíma — «Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la Bohemia preindustrial»—24. Y 3ª. En lugar de un debate (Dobb-Sweezy) exclusivamente entre marxistas de catecismo o renovadores, más variedad ideológica y de visiones de la historia, hasta el punto que participaba Le Roy Ladurie25. Ahora bien, igual que en el debate Dobb- Sweezy la aportación teórica más renovadora correspondió a Hilton: advertía de lo poco que había escrito Marx sobre la superestructura —criticando las elucubraciones de filósofos estructuralistas auto-proclamados marxistas—, recordaba que el modo de 189 producción feudal «se inicia» con «la relación entre campesinos y señores», pero que después «el proceso histórico genera otras clases y otras relaciones», y criticaba la tesis —en realidad, hipótesis— del norteamericano —historiador económico del comercio del XVII— Robert Brenner, que daba preponderancia a la simple lucha de clases en el desarrollo histórico, frente a la visión de Marx que iniciaba ese proceso con el desarrollo de las fuerzas productivas:

Brenner se inclina claramente por la primacía de la lucha de clases. Pero quienes le critican desde una óptica marxista creen que el mismo Marx, igual que buena parte

21 C. Hill, «Comentario» (1953), en R. Hilton (ed.), La transición, pp. 166-171, cita de p. 171; e Id., La revolución inglesa 1640, Anagrama, Barcelona, 1977 (1ª 1968), p. 11. 22 No confundir con los estudios serios sobre las mentalidades de Michel Vovelle. 23 A. Klíma, «Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la Bohemia preindustrial», en T. H. Aston y C. H. E. Philpin (eds.), El debate Brenner. Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la Europa preindustrial, Crítica, Barcelona, 1988 (1ª 1985), pp. 230-253. También R. Hilton lo subraya: «Introducción», en Ibid., pp. 9-19, especialmente pp. 10-11. 24 R. Brenner, «Las raíces agrarias del capitalismo europeo»; Id., «Estructura de clases agrarias y desarrollo económico en la Europa preindustrial»; P. Croot y D. Parker, «Estructura de clases agraria y el desarrollo del capitalismo: comparación de Francia e Inglaterra»; o J. P. Cooper, «En busca del capitalismo agrario»: Ver todos ellos en T. H. Aston y C. H. E. Philpin (eds.), El debate Brenner. 25 E. Le Roy Ladurie, «Una réplica al profesor Brenner», en T. H. Aston y C. H. E. Philpin (eds.), El debate Brenner, pp. 125-130.

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de sus seguidores, considera más adecuado dar primacía al conflicto que se plantea entre el desarrollo de las fuerzas productivas —nuevas tecnologías, nuevas formas de organización laboral, consolidación económica de nuevos grupos sociales— y las relaciones de producción existentes, así como con la superestructura legal, política e ideológica. Frente a esta doble interpretación, ¿qué partido hay que tomar?, ¿a cuál de los elementos que constituyen el modo de producción hay que darle primacía como causa del cambio de una formación social a otra? Acentuar el desarrollo de la técnica tal vez sería lo más adecuado (...). Brenner (...) considera que la lucha de clases, en mayor medida que la evolución de las fuerzas productivas, es la causa determinante de los cambios en las diferentes formas de desarrollo histórico que se dieron en varios países europeos durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna. Lo que genera, entre otras cosas, la conclusión de que un éxito en la lucha de los campesinos para proteger la integridad de la posesión de sus tenencias produjera una cierta regresión histórica, ya que una producción a pequeña escala, por su propia naturaleza, es incapaz de cualquier tipo de innovación en la técnica; la innovación únicamente se podrá llevar a cabo por parte de pequeños propietarios acomodados (yeomen) o de propietarios protocapitalistas, quienes sentarán las bases de una auténtica agricultura capitalista26.

Es decir, Hilton, frente a la primacía de la lucha de clases planteada por Brenner, consideraba que en el paso del feudalismo al capitalismo había un proceso complejo que se iniciaba con el desarrollo de las fuerzas productivas, continuaba con la contradicción que se producía entre ese desarrollo y las relaciones sociales feudales y concluía con la lucha de clases y posteriormente, en el caso de la Europa occidental, con la revolución liberal, tal y como había dicho Marx, pero no porque lo dijera Marx, sino porque la investigación así lo reflejaba. En este sentido, ya lo hemos visto, ubicaba sin embargo el proceso básicamente en el mundo rural —contradiciendo lo que dijo Marx—, justamente porque la investigación así lo reflejaba. 190 Y siguiendo la renovación en 1976 el historiador francés Guy Bois publicó Crise du féodalisme. Economie rurale et démographie en Normandie Orientale du début du 14e siècle au milieu du 16e siècle27. Diez años después, en unas conferencias que dio en Barcelona —publicadas dos años más tarde—, recordaba las conclusiones de su investigación sobre Normandía en relación a que a la altura de 1460 se había superado la crisis del XIV:

Constatem que el teixit de les explotacions camperoles s’ha enfortit de nou, que les petites explotacions miserables que abans existien, en general, han desaparegut i que ara són conreades les millors terres del terrer (…). Els nostres pagesos tornen a anar endavant: arranquen la brossa que havia crescut, poden pagar els censos que els corresponen sense massa dificultats, paguen també els impostos, tenen molts fills i la població augmenta (…). L’alça considerable de la productivitat del treball (…), gràcies a la concentració de l’explotació camperola sobre les millors terres, es tradueix en una alça de la producció per cap (…). A mesura que el pagès consolidava la seva possibilitat d’accés al mercat, enfront del senyor, anava modificant a favor seu la relació de les forces socials, la qual cosa li permetia

26 R. Hilton, «Introducción», citas de pp. 15-17. Cursivas en el original. 27 G. Bois, Crise du féodalisme. Economie rurale et démographie en Normandie Orientale du début du 14e siècle au milieu du 16e siècle, Editions de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales, París, 1976.

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d’anar encara més lluny. Al capdavall el pagès, partint de la seva relació amb el mercat, aconseguirà d’acumular prou diners per a adquirir més coses. Heus aquí una altra espiral a l’alça, la de la inserció del pagès en la producció comercial que farà acréixer ràpidament el volum de producció comercial (…). [Y], a força de tractar-se amb el mercat, adquirirà nous reflexos, reaccionarà davant els moviments dels preus, i això, a la llarga, erosionarà el reflex d’autosubsistència. Aquesta, però, és una altra història28.

Por tanto, desarrollo económico agrario y agricultura comercializada bajo el feudalismo, diferenciación social dentro de los campesinos —obviamente unos son los que concentran las mejores tierras y otros los que pierden «les petites explotacions miserables»— y reforzamiento de su posición social frente al señor de los campesinos ricos. Un proceso no muy distinto del que había descrito Hilton para Inglaterra o, ya más desarrollado, Labrousse para el XVIII francés. Pero centrémonos en su aportación teórica. Bois criticaba a la historiografía que desde un empirismo vacío describía la sociedad feudal sin analizar el feudalismo —citaba la Escuela de Cambrigde y Le Roy Ladurie— y criticaba igual «la posición marxista tradicional», combatida «abans que jo mateix» por otros historiadores, entre los que citaba a «Rodney Hilton a Anglaterra»:

Per a molts marxistes el concepte de feudalisme no és un objecte de recerca, és quelcom de què es parla sense tenir la necessitat de definir-lo, perquè és un postulat llegat per Marx i Engels, la crítica del qual seria sospitosa. Jo no puc pas estar d’acord amb ells perquè Marx només va fer un esbós del concepte de feudalisme, només va definir-ne l’especificitat, la qual cosa ja és força important però no ho és tot. L’especificitat de l’explotació feudal és la combinació d’un cert tipus de repartició de drets sobre la terra entre el senyor i el pagès de tinença amb l’exercici d’un poder de coerció del senyor sobre el pagès que li permet d’obtenir una sostracció en forma de treball, espècies o diners. Aquest 191 punt de partida és essencial i jo no tan sols no el rebutjo, sinó que hi estic totalment d’acord: des d’aquest punt de vista les coses són molt clares. Ara bé, Marx no va anar més lluny en aquesta aproximació d’allò que jo anomenaria relacions de producció, i per això la seva aproximació és indirecta, parcial i està subordinada a la seva reflexió sobre la gènesi del capitalisme; no va produir mai, ni ho va voler fer, una teoria del sistema feudal anàloga a la que va formular per al capitalisme, ni tampoc no li va donar una dinàmica, una lògica del funcionament del sistema anàloga a la que va donar al capitalisme. Hem d’ésser conscients, doncs, dels límits d’aquesta aportació, la qual cosa no vol dir rebutjar el pensament de Marx ni la seva herència, sinó simplement prendre consciència dels seus límits29.

Renovación sin renunciar a la herencia de Marx. En este sentido, Bois seguía defendiendo una visión «materialista» de la historia y, por ello, consideraba —como Hilton— que el paso previo de la transición del feudalismo al capitalismo había sido el

28 G. Bois, La crisi del feudalisme a Europa a la fi de l’Edat Mitjana, L’Avenç-Societat Catalana d’Estudis Històrics, Barcelona, 1988, citas de pp. 58-59 y 70. 29 G. Bois, La crisi del feudalisme a Europa, citas de pp. 10 y 13-14. Claro que también citaba como crítico de la visión marxista tradicional a Kula (ver más adelante).

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río desarrollo de las fuerzas productivas, y no sólo la lucha de clases que decía Brenner, por mucho que era «conscient que el 1986» esta defensa de una visión materialista de la historia «pot semblar arcaica —conec bé el desenvolupament de la historiografia—», dado que «altres, sobretot referint-se a les societats feudals, subratllen la primacia de les mentalitats o dels aspectes religiosos». Pero un estudio del desarrollo de las fuerzas productivas y de la economía feudal no «a partir d’una espècie de reflexió teòrica lliure de les contingències històriques o constituïda només per materials ja reunits pels historiadors», sino a partir «d’una investigació cada vegada més precisa de l’economia medieval, cada vegada més acurada»30.

En definitiva, una investigación sobre el feudalismo y la transición que nos podrá descubrir diferencias notables entre unos siglos y otros, entre unas zonas de Europa y otras, entre un país y otro y entre diversas regiones de un mismo país. Ahora bien, una investigación que, desde Hilton —y Bloch, Bois, Labrousse o Lefebvre—, tiene un esbozo, un punto de partida, una hipótesis —a confirmar, matizar o rechazar en función de la investigación— más ajustada a la realidad que la urbana heredada de Marx. Hipótesis que nos habla de la posibilidad de que, bajo el sistema feudal, se produjera un crecimiento económico agrario y el desarrollo de una agricultura comercializada que generó diferencias de clases por enriquecimiento de un sector del campesinado (rico o burguesía rural) —es decir, si queremos decirlo en el viejo argot marxista, desarrollo de las fuerzas productivas, pero en mundo rural—, desarrollo que obviamente no encajaba en el viejo sistema de relaciones jurídico-político-sociales feudales —contradicción con las relaciones sociales feudales, pero en el mundo rural— y que provocó resistencias a pagar derechos feudales y diezmos —lucha de clases, pero en el mundo rural— y, finalmente, una revolución política liberal en Europa occidental, pero con amplia participación del mundo rural. Lo cual es lógico, porque, como señaló con lucidez Miguel Artola en 1978, todas las revoluciones liberales se hicieron desde y para la sociedad agraria: 192 La revolución liberal burguesa, tanto en Inglaterra como en el continente, precede cronológicamente a la revolución industrial y no puede, por consiguiente, admitirse ningún tipo de influencia de ésta en el desencadenamiento de aquélla. La revolución se produce, sin excepción conocida, en el seno de sociedades que mantienen una economía agraria tradicional y tiene como meta cambiar estas relaciones sociales, sin que quepa imaginar que lo que trataban de hacer era implantar un sistema económico [el capitalismo industrial] que por entonces ni siquiera apuntaba en el horizonte (…). La revolución liberal corresponde a una etapa agraria de la historia económica y que su pretensión de crear una sociedad más justa conoció indudables éxitos (…). El liberalismo concibe y trata de realizar una sociedad en que los propietarios que no puedan asumir eficazmente la explotación de sus bienes se verían despojados de ellos, bien fuese por el precepto de la ley — desamortización— bien por el juego de la economía de mercado, que, al liberar los bienes vinculados, conduciría, más tarde o más temprano, a la transformación de los propietarios en empresarios agrícolas o a su sustitución por labradores enriquecidos. De la exactitud del planteamiento da idea el hecho de que junto a la pervivencia de importantes patrimonios nobiliarios, siempre recordados, se pueda señalar la dispersión de otros, no menos grandes, de

30 G. Bois, La crisi del feudalisme a Europa, citas de pp. 17-18.

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resultas del juego del mercado y de la herencia31.

Persitencias de catecismos y continuidad de la renovación

Podría pensarse que desde el debate Dobb-Sweezy —o al menos desde su publicación— y sobre todo a partir de las investigaciones más acabadas de Hilton de los años 70 —en las que continuaba profundizando en su visión marxista renovadora del feudalismo y la transición32—, el tema de la transición se habría ido clarificando en sentido renovador para todos. Sin embargo, algunos historiadores marxistas no especialistas en feudalismo —que en aquellos años eran considerados marxistas renovadores— siguieron empeñados en analizar la transición con orejeras ortodoxas a partir de las reflexiones de Marx de mediados del XIX o de lo que habían dicho teóricos del marxismo en la primera mitad XX, despreciando las investigaciones empíricas hechas por historiadores marxistas del XX. Por ejemplo, en 1971 el historiador marxista británico Eric Hobsbawm defendía que la conciencia de clase sólo la desarrolló el proletariado industrial y no antes de que Marx —diríamos en forma de paloma— les iluminase, criticando sin nombrarlo lo que había señalado en 1963 el también historiador marxista británico Thompson sobre la conciencia de clase de los trabajadores ingleses cartistas33, mientras que en relación a los campesinos —sin nombrar a Hilton— Hobsbawm negaba que se les pudiera definir como clase social y rechazaba por tanto que tuvieran conciencia de clase:

La clase y el problema de la conciencia de clase son inseparables. La clase en todo el sentido del término no nace hasta el momento histórico en que las clases empiezan a adquirir conciencia de sí mismas como tales (...). Por ejemplo, es importante señalar —como, dicho sea de paso, hicieron Lukács y Marx— que la conciencia de clase de los campesinos suele ser del todo ineficaz, excepto cuando los organizan y dirigen personas que no pertenecen al campesinado y cuyas ideas tampoco son campesinas (...). Aunque puede decirse que las clases, 193 en el sentido objetivo del término, existen desde la ruptura de una sociedad basada esencialmente en el parentesco, la conciencia de clase es un fenómeno de la moderna era industrial»34.

Otros se escandalizaron con la afirmación de Hilton de que lo que caracterizaba al feudalismo era la coacción política extraeconómica que permitía extraer excedentes a los campesinos, ya que, a su juicio, eso equivaldría a afirmar que en el capitalismo no había coacción política y que los contratos entre obrero y patrón eran contratos entre iguales, cosa que no había dicho Marx, ya que «lo que caracteriza el sistema feudal, para Marx, no es la existencia de coacción, inseparable de la existencia de explotación, sino

31 M. Artola, Antiguo Régimen y revolución liberal, Ariel, Barcelona, 1978, p. 158. 32 Ver entre otros R. Hilton, Siervos liberados (1973), citado antes; Id., «Revueltas campesinas y desintegración del feudalismo», en H. A. Landsberger (ed.), Rebelión campesina y cambio social, Crítica, Barcelona, 1978 (1ª 1974), pp. 97-131; e Id., Conflicto de clases y crisis del feudalismo, Crítica, Barcelona, 1988 (1ª 1985). 33 E. P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona, 1989 (1ª 1963), 2 vols., II, pp. 313-452, y también el «Post scriptum» de la edición de 1968 (pp. 453-480, en concreto pp. 479-480). 34 E. J. Hobsbawm, «Notas sobre la conciencia de clase» (1971), en Id., El mundo del trabajo. Estudios históricos sobre la formación y evolución de la clase obrera, Crítica, Barcelona, 1987 (1ª 1984), pp. 29- 50, citas de pp. 30-32.

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río la forma directa y clara en que aparece»35. Obviamente, Hilton no pretendía decir que en el capitalismo no hubiera coacción política. Lo que Hilton pretendía decir era que no es mismo un contrato a jornal en el feudalismo o en el capitalismo que las extracciones extraeconómicas típicas del régimen feudal, es decir, las rentas señoriales y feudales que el señor exigía por su condición de señor o los diezmos que obtenía la Iglesia porque Dios lo dijo.

Con todo, lo más habitual fue que teóricos del marxismo siguieran analizando la transición a partir de las reflexiones de Marx, ignorando —sin criticarlas ni nombrarlas— las investigaciones empíricas hechas por historiadores marxistas del XX especialistas en el tema. Este es el caso del británico Perry Anderson —sociólogo marxista seguidor de Gramsci, luego de Althusser, más tarde trotskista, etc.36—, que en 1974 escribió Linajes del Estado absolutista sin una sola cita de Hilton y con afirmaciones que demuestran su total ignorancia de aspectos fundamentales de la transición: después de señalar más o menos correctamente que la vinculación de las propiedades de los nobles ligaba estas propiedades al título nobiliario impidiendo su venta o embargo, aseguraba que «la transformación de una forma de propiedad privada —condicional— en otra forma de propiedad privada —absoluta— dentro de la nobleza terrateniente fue la preparación indispensable de la llegada del capitalismo y marcó el momento en que Europa dejó atrás a todos los demás sistemas agrarios»37. Es decir, a su juicio, la desvinculación fue previa al sistema capitalista, cuando en realidad es consecuencia del triunfo de la revolución liberal y de la imposición del sistema liberal- capitalista en Francia, España, Portugal o Italia, y además justamente en Gran Bretaña las propiedades de los nobles no se desvincularon hasta comienzos del XX, lo que implicaría —de acuerdo con la afirmación de Anderson— que hasta entonces no había capitalismo en Gran Bretaña. En una línea parecida, en 1981 Hans Medick, historiador económico estudioso de la industrialización, publicó un artículo titulado «La transición del feudalismo al capitalismo: renovación del debate». Sin embargo, de renovación ninguna. Prescindiendo de las aportaciones de Hilton, se limitaba a relatar la 194 confrontación entre Dobb —la versión tosca de Hilton— y Sweezy y a suponer que la renovación en el debate fueron el planteamiento ya visto de Brenner y los trabajos sobre el subdesarrollo del XX del sociólogo norteamericano Immanuel Wallerstein38. Wallerstein, Brenner, Anderson, Weber, Chaiànov, entre otros conocidos historiadores del feudalismo y la transición, eran los autores analizados en el monográfico sobre La transición del feudalismo al capitalismo que, con motivo del bicentenario de la revolución francesa, publicó en 1989 la revista Áreas39. En definitiva, teóricos del

35 J. Fontana, Historia, p. 257 y nota. 36 Ver J. Fontana, La historia de los hombres: el siglo XX, Crítica, Barcelona, 2002, pp. 83-84; y H. J. Kaye, Los historiadores marxistas británicos, pp. 54-55. 37 Una relación bibliográfica insuficiente para analizar el absolutismo y el feudalismo de Europa y Japón —y encima poco citada en notas— y numerosas vaguedades de catecismo —«el modo de producción feudal fue, en Europa, el resultado de una fusión de elementos liberados por el choque y la disolución de dos modos antagónicos de producción anteriores a él: el modo de producción esclavista de la Antigüedad clásica y los modos de producción primitivo-comunales de las poblaciones tribales de su periferia»— y alguna vaguedad más renovadora, sin explicarla ni dar ningún dato: «la agricultura del feudalismo europeo experimentó también una evolución que no tuvo paralelo en ninguna otra parte»: P. Anderson, El Estado absolutista (título en castellano), Siglo XXI, Madrid, 1979 (1ª 1974), citas de pp. 428 y 435-437. Ver también Id., Transiciones de la Antigüedad al feudalismo, Siglo XXI, Madrid, 1979 (1ª 1974), obra en la que citaba alguna vez a Bloch, Pirenne o Hilton, pero sobre todo a Braudel y Weber. 38 H. Medick, «La transición del feudalismo al capitalismo: renovación del debate», en R. Samuel (ed.), Historia popular y teoría marxista, Crítica, Barcelona, 1984 (1ª 1981), pp. 177-190. 39 La transición del feudalismo al capitalismo en el II Centenario de la revolución Francesa, Áreas, nº 11,

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río marxismo con ensaladas variadas que no tienen nada que ver con la investigación histórica del feudalismo y la transición.

Distinto y algo anterior es el caso de determinados historiadores económicos de la Europa del Este —especialmente polacos— que en los años 60 y 70 escribieron sobre el feudalismo y la transición. Y es distinto porque, a pesar de que algunos los consideraron marxistas renovadores críticos con el marxismo ortodoxo —el propio Bois—, en realidad no eran historiadores marxistas sino seguidores de una tradición positivista, aunque lanzaran de vez en cuando soflamas marxistas para garantizarse el sueldo de funcionario40. Así, Witold Kula, en su Teoría económica del sistema feudal de 1962, era capaz de hacer una introducción alabando sin cesar a Marx y Engels y después analizar el feudalismo haciendo referencia a diferentes visiones —incluida la de Smith— sin reflejar la de Marx, titular un capítulo «Cálculo económico de la empresa feudal» y dedicar sólo veinte páginas al análisis de los aspectos sociales del feudalismo, centradas además en el tema de cuánto ganaba un campesino, para llegar a la conclusión tópica — eso sí, avalada con muchos cuadros y gráficos— de que ganaba lo «mínimo necesario para la subsistencia»41. Y Jerzy Topolski, en su Metodología de la investigación historia de 1973, nos daba una relación interminable de leyes y clasificaciones históricas en las que Marx quedaba diluido y señalaba —contradiciendo a Marx, a los investigadores del feudalismo que hemos ido viendo y a cualquiera que haya leído un manual de bachiller— que «fue precisamente el aumento de la actividad económica de la nobleza (observada en Europa desde fines de la Edad Media) la que constituyó el impulso que dio inicio a los procesos de acumulación originaria y, en consecuencia, al nacimiento del capitalismo»42.

Pero, dejando a un lado teóricos del marxismo y sobrevalorados historiadores positivistas pseudo-marxistas, lo que han hecho la mayoría de los historiadores especialistas desde finales de los años 70 es, más que participar en el debate teórico 43 sobre la transición, investigar . Investigar partiendo, conscientemente o no —como en 195 el caso de España—, del esbozo-hipótesis de Hilton, ya que justamente analizan el desarrollo de una economía agraria comercializada bajo el feudalismo del XVIII, con exportaciones agrarias a algunas zonas de Europa y al mercado colonial —con tanto o más peso que las industriales (textiles, papel, hierro, etc.)— de vinos (fuertes y finos), aguardientes, harinas y lanas, entre otros productos44. Y demuestran que esa economía

1989. Ni una cita de Hilton o Lefebvre. También predominaron las reflexiones en la mesa redonda sobre la transición dentro un congreso celebrado con motivo del centenario de la muerte de Marx, aunque con excepciones notables como la de P. Ruiz Torres, que hacía un análisis diferenciado (Inglaterra, Francia, el mediterráneo occidental o el centro-este de Europa) en relación a «La propiedad de la tierra en la transición»: R. Reyes (ed.), Cien años después de Marx, Akal, Madrid, 1986, debate pp. 403-442 e intervención de Ruiz Torres pp. 426-434. 40 Recojo a grandes rasgos y comparto el análisis que hizo J. Fontana, Historia, pp. 225-226. 41 W. Kula, Teoría económica del sistema feudal, Siglo XXI, Buenos Aires, 1976 (1ª 1962), análisis social pp. 70-89, citas de pp. 25 y 75. La cursiva es mía. 42 Cita e información en J. Fontana, Historia, p. 226. La cursiva es mía. 43 Por ejemplo el monográfico sobre La transició del feudalisme al capitalisme: Noves reflexions per a un debat necessari de 1987 de Manuscrits (nº 4-5 ) es una recopilación de estudios empíricos sobre el XVIII español (y Cerdeña), algunos sin relación con el tema (fiscalidad de los Borbones, aspectos culturales de Barcelona) y otros sí, como el de P. Ruiz Torres sobre «La nobleza en el País Valenciano durante la transición del feudalismo al capitalismo» (pp. 91-109). 44 Sin ser ni mucho menos exhaustivo, ver por ejemplo J. Torras, «Aguardiente y crisis rural»; A. Segarra, Aiguardent i mercat; J. Fontana, La fi de l’antic règim i la industrialització, 1787-1868, Edicions 62, Barcelona, 1988, especialmente pp. 82-91; y VV. AA., El comercio libre entre España y América latina,

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río agraria comercializada enriqueció a diferentes tipos de vasallos rurales de amplias zonas de España —grandes arrendatarios en lugares donde predominaba el señorío territorial (por ejemplo en Andalucía occidental o Castilla la Nueva) o propietarios (del dominio útil) y arrendatarios especialmente medianos y pequeños (entre otros sitios, en la zona costera mediterránea y en parte del Norte)—45 y produjo diferentes modalidades de conflictos sociales —consecuencia de esa diversidad social dentro de los campesinos— y, además, luchas antiseñoriales resistiéndose al pago de derechos feudales y diezmos46, luchas que se incrementaron a partir de 180847. Y el proceso culminó con una amplia participación del mundo rural en la revolución política, en el Trienio combatiendo heroicamente en Navarra los levantamientos contrarrevolucionarios con planteamientos de terror jacobino48 o asesinando en Cataluña a más de 50 eclesiásticos contrarrevolucionarios —incluido el obispo de Vic, Strauch—49, y en el verano de 1835 asaltando señoríos monacales y conventos50. Y, por supuesto, una parte importante de ese mundo rural participó igualmente en los movimientos revolucionarios urbanos, no sólo por el hecho de que propietarios y arrendatarios agrarios grandes y medianos vivían generalmente en las capitales regionales, sino también porque en la primera mitad del XIX la mayoría de los personajes que pueden aparecer en la documentación como comerciantes, y que ejercen como tales, son a la vez miembros de familias de propietarios o arrendatarios rurales.

En definitiva, si en lugar de repetir como un catecismo las reflexiones que hicieron sobre la transición del feudalismo al capitalismo Smith —en la segunda mitad del XVIII— y Marx —a mediados del XIX— nos atenemos a las investigaciones que

1765-1824, Fundación Banco Exterior, Madrid, 1987. 45 Ver obras y referencias de P. Ruiz Torres: Señores y propietarios. Cambio social en el sur del País Valenciano, 1650-1850, Institució «Alfons el Magnànim», Valencia, 1981; Id., «Señorío, propiedad agraria y burguesía en la revolución liberal española», en M. Halpern Pereira, Mª de F. Sá e Melo Ferreira y J. B. Serra (coords.), O Liberalismo na Península Ibérica na primeira metade do século XIX, Sá da Costa Editora, Lisboa 1982, 2 vols, II, pp. 87-113; Id., «Algunos aspectos de la revolución burguesa en 196 España», en J. Fontana y otros, El jacobinisme. Reacció i revolució a Catalunya i a Espanya, 1789-1837, Departament d'Història Moderna i Contemporània (UAB), Barcelona, 1990, pp. 9-39; Id., «Del Antiguo al Nuevo Régimen: carácter de la transformación», en A.M. Bernal y otros, Antiguo Régimen y liberalismo. Homenaje a Miguel Artola. 1. Visiones generales, Alianza Editorial, Madrid, 1994, 159-192; e Id., «Reforma agraria y revolución liberal en España», en A. García Sanz y J. Sanz Fernández (coords.), Reformas y políticas agrarias en la historia de España, Ministerio de Agricultura, Madrid, 1996, pp. 201- 245. 46 M. Ortega, Conflicto y continuidad en la sociedad rural española del siglo XVIII, Síntesis, Madrid, 1993. 47 J. de la Torre, Lucha antifeudal y conflictos de clases en Navarra, 1808-1820, Universidad del País Vasco, Bilbao, 1992; R. Arnabat, La revolució de 1820 i el Trienni Liberal a Catalunya, Eumo, Barcelona, 2001, especialmente pp. 183-194; F. Hernández Montalbán, «Radicalismo social y resistencia antiseñorial en 1813-1814», Hispania, nº 188, septiembre-diciembre 1994, pp. 955-992; e Id., «Absolutismo y crisis del régimen señorial, 1814-1833», en E. Sarasa y E. Serrano (eds.), Señorío y feudalismo en la Península Ibérica, Institución «Fernando el Católico», Zaragoza, 1994, 4 vols., II, pp. 533-566. También hubo luchas antiseñoriales en la Confederación Germánica, pese a que la revolución fracasaría: A. Klíma, «La revolución burguesa de 1848-1849 en la Europa Central», en R. Porter y M. Teich (eds.), La revolución en la historia, Crítica, Barcelona, 1990 (1ª 1986), pp. 103-135; y C. Dipper, «La societat camperola alemanya davant la modernització (1770-1859)», en J. Fradera, J. Millán y R. Garrabou (eds.), Carlisme i moviments absolutistes, Eumo, Barcelona, 1990, pp. 91-113. 48 R. del Río, «Revolucionarios y contrarrevolucionarios en la Navarra del Trienio liberal», Trienio. Ilustración y liberalismo, nº 11, mayo 1988, pp. 151-205. 49 Ver los datos de M. Revuelta, Política religiosa de los liberales en el siglo XIX: Trienio Constitucional, C.S.I.C., Madrid, 1973, pp. 364-367. 50 Ver el análisis para Cataluña de M. Santirso, «De repente, el verano de 1835», Historia Social, nº 34, 1999, pp. 3-26.

La transición del feudalismo http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Ramón del Río han hecho los historiadores a lo largo del siglo XX hasta hoy, la transición habría seguido una vía básicamente rural. Es decir, habría sido impulsada más por la erosión progresiva del régimen señorial-feudal debida al desarrollo económico agrario y al enriquecimiento de una parte de los vasallos, que por la expansión de los sectores económicos —ajenos al entramado señorial-feudal— del comercio y la industria.

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Comparative Efficacy of the Extermination Methods in Auschwitz and Operation Reinhard

Xavier Roca (Universitat de Barcelona)

Resum /Resumen/ Abstract

Un anàlisis de les estimacions sobre el número de víctimes en Auschwitz, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor i Treblinka refuta la suposada major eficàcia de mètodes d’extermini amb Zyklon-B.

Un análisis de las estimaciones sobre el número de víctimas en Auschwitz, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor y Treblinka refuta la spuesta mayor eficacia de métodos de exterminio con Zyklon-B.

An analysis of the estimates on the number of victims at Auschwitz, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor and Treblinka refutes the purportedly higher efficacy of extermination methods using Zyklon-B

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Auschwitz, Treblinka, Víctimes, Zyklon-B Auschwitz, Treblinka, Víctimas, Zyklon-B Auschwitz, Treblinka, Victims, Zyklon-B

Abbreviations

ARC Aktion Reinhard Camps (http://www.deathcamps.org/).

Avalon The Avalon Project. Documents in Law, History and Diplomacy, Yale Law School 199 (http://avalon.law.yale.edu/).

HEART Holocaust Education & Archive Research Team (http://www.holocaustresearchproject.org/).

JVL Jewish Virtual Library (http://www.jewishvirtuallibrary.org/).

USHMM United States Holocaust Memorial Museum (http://www.ushmm.org/).

Yad Vashem Yad Vashem, The Holocaust Martyrs’ and Heroes’ Remembrance Authority (http://www.yadvashem.org/).

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Operation Reinhard, Chelmno and Majdanek

This article shall examine the efficacy of the extermination methods used in the Vernichtungslager1. The Operation Reinhard2 camps (Belzec, Sobibor and Treblinka) shall be considered along with Chelmno3 and Majdanek4. The mass killings in these camps were carried out by gassing using carbon monoxide produced by diesel engines, in both permanent facilities (chambers) and mobile facilities (vans) and mass shooting. The killing capacity in the most murderous camps (Belzec and Treblinka) was far superior to the capacity for disposing of the corpses, which were buried in mass graves. At Belzec, such mass graves were subsequently dug up to burn the corpses, while at Treblinka tens of thousands of corpses burnt in pits and buried underwent a second cremation in pyres5, carried out by an expert6. Nevertheless, the figures prove that Belzec and Treblinka were more effective than the Zyklon-B techniques used in Auschwitz.

TABLE 1. Estimates on the number of victims in Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor and Treblinka.

Camp Estimate Source

Belzec 2,500,000 Rudolf Reder7

Belzec 600,000 Yitzhak Arad8

Belzec 550,000 Raul Hilberg9 JVL10

11 Belzec 434,000 Peter Witte and Stephen Tyas 200

1 Extermination camps. 2 Operation Reinhard was code-named after Reinhard Heydrich (1904-1942), an SS-Obergruppenführer and head of the RSHA (Reichssicherheitshauptamt, Reich Security Main Office), which coordinated the Gestapo, the Kripo and the SD (Sicherheitsdienst). Heydrich was killed by Czech partisans on June 4, 1942 in Praga. There seems to be some confusion about the correct spelling of Heydrich’s first name. It seems that Heydrich himself spelt the name with a final “t”, which is not the usual form for a first name. Furthermore, the operation is sometimes referred to in documents as Einsatz and sometimes as Aktion, so that up to four different variations can be found. It is referred to as Operation Reinhard in this paper. 3 Chelmno nad Neren (Polish) or Kulmhof an der Nehr (German), in the Warthegau or Reichsgau Wartheland, former Polish territory annexed by Germany. 4 Officially, KL Lublin. Majdanek was the informal name given to the facility by the local population because it was close to the Majdan Tatarski quarter in the city of Lublin. 5 Testimony of SS-Oberscharführer Heinrich Matthes about Treblinka, JVL, retrieved 22/IX/2008. 6 Herbert Floss, ARC, retrieved 19/IX/2008. More details in Steiner, Jean-François, Treblinka, Paris, Arthème Fayard, 1966. 7 Reder, Rudolf, “Belzec, with an introduction by M. M. Rubel”, Polin: Studies in Polish Jewry, vol. 13, 2000. 8 Arad, Yitzhak, Belzec, Sobibor, Treblinka - The Operation Reinhard Camps, Bloomington, Indiana University Press, 1987. 9 Hilberg, Raul, The Destruction of the European Jews, Chicago, Quadrangle Books, 1961. 10 JVL, retrieved 2/XI/2008. 11 Witte, Peter and Tyas, Stephen, “A New Document on the Deportation and Murder of the Jews during the Einsatz Reinhard 1942”, Holocaust and Genocide Studies, Vol. 15, No. 3, 2001.

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Belzec 434,000 USHMM12

Belzec 434,000 ARC13

Chelmno 150,000 Raul Hilberg14

Chelmno 152,000 ARC15

Chelmno 210,000 HEART16

Chelmno 152,000 USHMM17

Chelmno 180,000 (Jews) HEART18

Chelmno 175,000 Richard Rubenstein and John K. Roth19 235,000

Chelmno 320,000 Holocaust Memorial Committee20

Majdanek 1,700,000 Tribunal Especial21

Majdanek 1,500,000 Polish-Soviet Commission22 JVL23

Majdanek 360,000 Yad Vashem24 201

12 USHMM, retrieved 2/XI/2008. 13 ARC, retrieved 2/XI/2008. Sources: Rozett, Robert and Spector, Shmuel (eds.), Encyclopaedia of the Holocaust, Facts on File, 2000; Arad, Yitzhak, Belzec... op. cit.; Reder, Rudolf, Belzec. 14 Hilberg, Raul, The Destruction... op. cit. 15 ARC, retrieved 2/XI/2008. 16 HEART, retrieved 2/XI/2008. 17 USHMM, retrieved 2/XI/2008. 18 HEART, 2007, retrieved 4/XI/2008. The figure is taken from the memorial monument at the camp site. 19 Rubenstein, Richard L. and Roth, John K., Approaches to Auschwitz. The Holocaust and Its Legacy, Revised Edition, Westminster John Knox Press, 2003. 20 Holocaust Memorial Committee (http://www.thmc.org/), retrieved 4/XI/2008. 21 Lublin Special Court, December 1944. 22 Polish-Soviet Extraordinary Commission for the Investigation of the crimes committed by the Germans in Lublin, report of August 23, 1944. 23 JVL, retrieved 2/XI/2008. 24 Yad Vashem, retrieved 3/XI/2008. Sources: Rozett, Robert and Spector, Shmuel (eds.), Encyclopaedia of the Holocaust, New York, Facts on File, 2000.

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Majdanek 95,000 USHMM25 130,000

Majdanek 120,000 ARC26

Majdanek 78,000 Tomasz Kranz27

Majdanek 50,000 Raul Hilberg28

Sobibor 250,000 Yad Vashem29

Sobibor 200,000 Raul Hilberg30

Treblinka 700,000 900,000 Robin O’Neil31

Treblinka 870,000 Yad Vashem32

Treblinka 780,000 Jacek Andrezej Mlynarczyk33

Treblinka 750,000 Raul Hilberg34

Treblinka 700,000 Helmut Krausnick35

Belzec 202

The figure of 2,500,000 deaths put forth by Reder (who had previously mentioned the figure of three million when testifying before the Historical Jewish Commission of Krakow in 1945) seems impossible in view of more recent

25 USHMM, retrieved 2/XI/2008. Between 80,000 and 110,000 victims in the main camp. From the total (considering the sub-camps), between 89,000 and 110,000 were Jews. Sources: Schwindt, Barbara, Das Konzentrations- und Vernichungslager Majdanek: Funktionswandel im Kontext der Endlösung, Würzburg, Koenighausen & Neumann, 2005; Kranz, Tomasz, “Exterminacja Zydow na Majdanka i rola obozu w realizacji Akcji Reinhard”, Zeszyty Majdanka, Vol. XXII, 2003; Rajca, Czeslaw, “Problem liczby ofiar obozie na Madanku”, Zeszyty Majdanka, Vol. XIV, 1992. 26 ARC, 2005, retrieved 2/XI/2008. Total death toll for Jews: 78,000. 27 Kranz, Tomasz, “Ewidencja zgonow i smiertelnosc wiezniow KL Lublin”, Zeszyty Majdanka, Vol. XXIII, 2005. 28 Hilberg, Raul, The Destruction... op. cit. 29 Yad Vashem, retrieved 3/XI/2008. 30 Hilberg, Raul, The Destruction... op. cit. 31 O’Neil, Robin, Belzec: Stepping Stone to Genocide; Hitler’s answer to the Jewish Question, JewishGen (http://www.jewishgen.org/), retrieved 4/XI/2008. 32 Yad Vashem, retrieved 3/XI/2008. 33 Mlynarczyk, Jacek Andrezej, “Treblinka - ein Todeslager der “Aktion Reinhard”, in Musial, Bogdan (ed.), Aktion Reinhard” - Die Vernichtung der Juden im Generalgouvernement, Osnabrück, 2004. 34 Hilberg, Raul, The Destruction... op. cit. 35 Testimony of Dr. Helmut Krausnick at the first Treblinka trial.

Comparative Efficacy http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Xavier Roca documentation (the Höfle telegram36) that tallies the total number of persons deported until the end of 1942 at 434,000.

In 1961, Hilberg estimated the number of victims to be 550,000, and Yitzhak Arad set a figure of no fewer than 600,000. Other sources talk about up to more than one million.

The gassings were halted in December 1942, although the camp was not dismantled until the spring of 1943. There was a hiatus in operations between April and May 1942.

Period of operation: from 17 March 1942 to December 1942. Months: 10. Estimate: 434,000.

Chelmno

Rubenstein and Roth seem to be at the midpoint in the estimates. The crematoria were dismantled in September 1944.

Period of operation: from December 1941 to September 1944. Months: 34. Estimate: 200,000.

Majdanek

This camp shows the widest range of figures, from the 50,000 cited by Hilberg to the 1,700,000 cited by the special tribunal in 1944. The figures from the latter and from the Extraordinary Commission seem to be the original source of the estimates near these 203 amounts, which are still occasionally published (JVL, although it does not cite the source). However, the 1944 investigators can be accused of disproportionate extrapolations compared to the physical proof available at that time. The most recent study is the one by Kranz, which drastically reduces the figures published hitherto. The numbers from the Holocaust Education & Archive Research Team are based on Polish publications specialising in this field, and they include material from Kranz himself from 2003. The Höfle telegram calculates the number of persons deported until late 1942 at 24,000.

The camp was officially an internment centre for the SS’s prisoners of war until April 1943.

The mass deportations of Jews began in April 1942, and the crematoria started operating in October 1942.

Period of operation: from October 1942 to July 1944. Months: 34. Estimate: 100,000.

36 Document declassified in 2000, Public Record Office, Kew, Great Britain.

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Sobibor

The estimates of between 150,000 and 250,000 deaths provided by ARC and the Holocaust Education & Archive Research Team come from Yitzhak Arad. Hilberg had estimated the figure at 200,000.

The Höfle telegram states that 101,000 persons had been deported up to the end of 1942.

Sobibor ceased operating as an extermination camp after the uprising on 15 October 1943, although it was used as a labour camp by the Baudienst (Construction Service) until July 1944.

Period of operation: from April 1942 to October 1943. Months: 19. Estimate: 200,000.

Treblinka

The estimates usually range from between 700,000 and 900,000 deaths as calculated at the Treblinka trials. Figures higher than one million tend to be based on testimony from the survivors, who were sometimes the witnesses and guests at the party held to celebrate the arrival of the one millionth prisoner, which was supposedly held far before the operations were shut down37. The Höfle telegram states that 713,000 prisoners had arrived by the end of 1942. A vast number of victims, especially during the period when Irmfried Eberl was the camp commander, were shot immediately upon arrival.38

There were around 20-50 German SS staff and 80-90 Ukrainian guards, for a 39 total of between 100 and 140 men . The proportion of guards to victims would have 204 been between 1/7,800 and 1/5,570.

Treblinka stopped working as an extermination camp after the August 1943 uprising.

Period of operation: from July 1942 until August 1943. Months: 14. Estimate: 780,000.

If we organise these estimates on a table, we get the following:

37 Donat, Alexander (ed.), The Death Camp Treblinka: A Documentary, New York, Schoken Books, 1979. 38 “Testimony from the Memoirs of the Survivor Edi Weinstein on Arriving at Treblinka Railway Station”, Yad Vashem, retrieved 12/V/2008. Also, in Arad, Yitzhak, Belzec, Sobibor, Treblinka - The Operation Reinhard Camps, Indiana University Press, 1987. A more detailed comparison of the operations in Auschwitz and Treblinka can be found in Roca Domingo, Xavier, “La lógica de la Solución Final. Una guerra moral”, Hispania Nova, 8, 2008, pp. 107-142 (http://hispanianova.rediris.es/). 39 ARC, retrieved 19/IX/2008. Kurt Franz, who had been the commandant of the Ukrainian guards in Belzec before he held the same post in Treblinka, stated that the staffing in both camps was the same; between 60 and 80 men.

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TABLE 2

Camp Estimate Months Monthly average

Belzec 434,000 10 43,400

Chelmno 200,000 34 5,882

Majdanek 100,000 24 4,166

Sobibor 200,000 19 10,526

Treblinka 780,000 14 55,714

Auschwitz

The estimates on the number of deaths in the Auschwitz complex fluctuate considerably, ranging from several million initially to one million more recently. There is a trend among Eastern European researchers to posit higher figures than Western European sources. Table 3 reflects the estimated figures put forth by the most prominent researchers since 1956.

TABLE 3. Millions of deaths in the Auschwitz complex. Eighty-eight percent of the victims are believed to have been Jews.

Source Estimate 205 L. Poliakov40 2.3

R. Hilberg41 1

G. Reitlinger42 0.8-0.9

J. Billig43 2

L. Dawidowicz44 1.1

D. Czech45 2.5-4

40 Poliakov, Leon, Harvest of Hate, Syracuse, Syracuse University Press, 1956. 41 Hilberg, Raul, The Destruction… op. cit. 42 Reitlinger, Gerald, The Final Solution: The Attempt to Exterminate the Jews of Europe, 1939-1945, London, Vallentine, Mitchell & Co. Ltd, 1968. 43 Billig, Joseph, Les camps de concentration dans l’economie du Reich hitlerien, Paris, Presses universitaires de France, 1973. 44 Dawidowicz, Lucy, The War Against the Jews, New York, Bantam Books, 1979. 45 Czech, Danuta, “Konzentrationslager Auschwitz Abriss der Geschichte”, in Auschwitz: Geschichte und Wirklichheit des Konzentrationslagers, Reinbeck, Rowohlt Verlag, 1980.

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K. Dunin-Wasowicz46 2.5-4

G. Wellers47 1.6

A. Weiss48 1.5-3.5

F. Piper49 1.1

J. van Pelt and D. Dwork50 1 – 1.1

W. Sofsky51 1.1

W. Dlugoborski52 1.1 – 1.5

We should deduct the number of deaths from means other than Zyklon-B from the totals listed on Table 1; this includes Monowitz victims, those executed by the Katowice Gestapo53, deaths from illness54, victims of medical experiments and others. There is a tendency to argue that because these deaths (although unrelated to the Zyklon- B operations) did actually take place in Auschwitz, they should be counted as successful productivity. However, to count them as successful, the crematoria should have sufficed to eliminate the corpses. Killing without disposing of the bodies meant repeating the mistakes made in Treblinka, where murder itself had never been a problem, while cremations were the real bottleneck in the process. However, we know that outdoor graves were used to cremate the corpses in Auschwitz55. Sometimes the victims were murdered and burned at the same time, dragging women and children to the burning pits while still alive56. Clearly this kind of practice, even more horrible than the massive shootings in Treblinka, cannot be counted as proof of the superior efficacy of the system. The most elementary logic indicates that the ideal operation of the Zyklon-B system 206 would entail incinerating as many corpses as people gassed, or killing as many people as

46 Dunin-Wasowicz, Krzystof, Resistance in the Nazi Concentration Camps, 1933-1945, , PWN, 1982. 47 Wellers, Georges, “Essai de determination du nombre de morts au camp d’Auschwitz”, Le Monde Juif, October-December 1983. 48 Weiss, Aharon, “Categories of Camps, Their Character and Role in the Execution of the Final Solution of the Jewish Question”, in The Nazi Concentration Camps, Jerusalem, Yad Vashem, 1984. 49 Piper, Franciszek, “The Number of Victims”, in Anatomy of the Auschwitz Death Camp, US Holocaust Memorial Museum and Indiana University Press, 1994. 50 Pelt, Robert Jan van and Dwork, Debórah, Auschwitz 1270 to the Present, New York, W. W. Norton, 1996. Estimate for the period March 1942-November 1944. 51 Sofsky, Wolfgang, The Order of Terror: The Concentration Camps, Princeton, Princeton University Press, 1997. 52 Dlugoborski, Waclaw and Piper, Franciszek (eds.), Auschwitz 1940-45. Central Issues in the History of the Camp, Oswiecim, The Auschwitz-Birkenau State Museum, 2000. 53 Höss, Rudolf, “Testimony”, Nuremberg Trial Proceedings, Vol. 11, Avalon, retrieved 16/XI/2008. 54 About 500,000 deaths, according to Höss. “Rudolf Höss”, in Gellately, Robert (ed.), The Nuremberg Interviews, New York, Knopf, 2004, p. 305. 55 Ibídem, p. 304. Also, “The Testimony of Mrs. Sidonia Mandel”, in Holocaust Testimonies (http://www.zchor.org/), retrieved 5/I/2009, and 16 testimonies (K. E. et al., Munkács) in Protocol 254, DEGOB, retrieved 6/I/2009. 56 I. M. and I. M. (Oroszvég), Protocol 468; K. D. (Budapest), Protocol 701 and H. E. and H. I. (Ungvár), Protocol 2534, DEGOB, retrieved 22/XII/2008, all, and Piper, Franciszek, Die Zahl... op. cit., p. 77. Also, in the testimony of Sidonia Mandel (previous note).

Comparative Efficacy http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Xavier Roca corpses can be cremated. If the cremation capacity is inferior to the killing capacity, the system collapses, in a repetition of the problem in Treblinka (killing is easy but disposing of the corpses is not). There is evidence that the different activities at Auschwitz, as a multipurpose camp (labour, extermination, agricultural experimentation57, site of organised executions not related to the camp, etc.), hindered each other. Quite accurately, Rudolf Höss complained that the extermination activities prevented the camp from operating effectively as a war industry. Equally accurately, we can deduce that the industrial activities hindered its success as an extermination camp. Because it fulfilled several functions at the same time, Auschwitz never reached full efficacy despite its high figures.

Nor can the deaths of prisoners being transferred from Auschwitz to other camps in the 1945 death marches be counted as victims of Zyklon-B. One famous case is Anne Frank, who is usually cited as having died in Auschwitz, although in reality she survived the march to Belsen and died there58. Indeed, all the deaths that took place after November 1944 were caused by means other than Zyklon-B, as by then the death chambers and crematoria had been destroyed. Furthermore, the crematoria in the main camp were often out of order as they were inadequate for the large-scale use they were given and instead pyres had to be used in Birkenau, near Bunker 159.

If we move from the estimates of between 0.8 and 1.1 million victims cited by Western European sources (Hilberg, Reitlinger, Dawidowicz, Piper, Van Pelt and Dwork, Sofsky and Dlugoborski) to the figures of up to 4 million cited by Eastern European sources (Czech and Dunin-Wasowicz), we would have to pinpoint the number of deaths caused by gassing since assuming that 4 million people were gassed might be at odds with the lethal capacity of the amount of Zyklon-B available at the camp. Calculating the use of Zyklon-B in Auschwitz is extraordinarily complex. Some of the thorny issues include the fact that at least two different variations of this compound were supplied (with and without irritating agents), that the amount needed to kill 1,000 people 207 is not clear (according to Pery Broad, 1 kg; according to Höss, 4 kg, and even more in humid weather (Affidavit NI-034), and that large amounts were actually used to deparasite the inmates. Focusing just on 1943, Robert Jan van Pelt concludes that most of the Zyklon-B supplied to Auschwitz was used for deparasiting, but that nonetheless the remaining amount would have been enough to kill between 750,000 and 1,500,000 people in 1943 alone.60 Robert Jan van Pelt’s calculations have been disputed by other authors,61 but Van Pelt himself estimates the total number of victims at no more than 1.1 million, as the mere availability of enough gas (even if the calculations were accurate) does not necessarily demonstrate that it was used in gassings.

57 Auschwitz had a department of agriculture that ran experimental farms under the supervision of SS- Obersturmführer Werner Jothann. 58 Anne Frank Museum (http://www.annefrank.org/), retrieved 9/XI/2008. 59 Several testimonies, for instance, in Greif, Gideon, We Wept Without Tears. Testimonies of the Jewish Sonderkommando from Auschwitz, New Haven, Yale University Press, 2005. 60 Pelt, Robert Jan van, The Case for Auschwitz. Evidence from the Irving Trial, Bloomington, Indiana University Press, 2002, pp. 427-428. 61 For a study that centres on chemistry and forensic analyses, see Green, Richard J., “The Chemistry of Auschwitz”, version 1.8, last updated 1998, HHP (this article also accepts 1.1-1.5 million as total death toll); Markiewicz, Jan et al., “A Study of the Cyanide Compounds Content In The Walls Of The Gas Chambers in the Former Auschwitz and Birkenau Concentration Camps”, last updated 2000, in HHP, retrieved 9/XI/2008, both, and Green, Richard J. and McCarthy, Jamie, “Chemistry is Not the Science: Rudolf, Rhetoric, and Reduction”, HHP, retrieved 16/XI/2008.

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The period in which the gas chambers were in operation ranges, in theory and at most, from July 1940 (construction of the first gas chamber with its corresponding ovens) to November 1944 (when Himmler ordered the crematoria destroyed).

The most detailed studies on the garrison of the camp are the ones by Aleksander Lasik, who counted around 7,000 guards during the entire lifetime of the camp. At any given time, this figure ranged from between 700 men and women in 1941 to around 4,500 in 1945 (from 7 to 45 times the average staff in Treblinka)62 .According to Höss, in December 1943 there were 3,500 guards and 500 administrative workers at Auschwitz63.

Period of operation: from July 1940 to November 1944 (maximum). *Months: 53: from when the first gas chamber was built in July 1940 to November 1944. 40: from the beginning of mass killings in September 1941 to November 194464. 35: from January 1942 to November 1944 (if we consider the previous killings to be “experimental”).

Estimate: Between 1.1 and 1.5 million (1.5 is the maximum cited by most modern Western sources and the minimum cited by Weiss).

If we list the scenarios derived from these estimates in order, we get the following:

TABLE 4

Monthly Camp Estimate Months average 208 Auschwitz 1,500,000 35 42,857

Auschwitz 1,100,000 35 31,428

Auschwitz 1,500,000 40 37,500

Auschwitz 1,100,000 40 27,500

Auschwitz 1,500,000 53 28,301

Auschwitz 1,100,000 53 20,754

Conclusions

If we accept the already-high figure of 1.5 million for the total number of deaths

62 Lasik, Aleksander, “Historical-Sociological Profile of the Auschwitz SS”, in Gutman, Israel and Berembaum, Michael (eds.), Anatomy of the Auschwitz Death Camp, Bloomington, Indiana University Press, 1998. 63 “Rudolf Höss”, in Gellately, Robert (ed.), The Nuremberg Interviews... op. cit., p. 305. 64 According to Höss, mass killings using gas began in the summer of 1941. Höss, Rudolf, “Testimony”, Nuremberg Trial Proceedings, Vol. 11, 15/IV/1946, Avalon, retrieved 21/XI/2008.

Comparative Efficacy http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Xavier Roca at Auschwitz over the course of 53 months (starting from the construction of the first gas chamber), the monthly average would be 28,301 deaths, compared to almost twice that at Treblinka and more than 43,000 at Belzec. Consequently, even assuming that all the deaths in Auschwitz were due to gassing and that all the victims there underwent the entire deportation-selection-gassing-cremation process, which would have been impossible, the Zyklon-B system does not appear to be more effective than the systems used before it in the Operation Reinhard camps.

If we consider the period between the first mass gassings in September 1941 and the end of operations in November 1944, it is reduced to 40 months and the monthly average would be 37,500, still far below the moderate estimate for Treblinka of 55,714 and the estimate for Belzec. In fact, even if we take January 1942 as the starting date of the process, as the previous deaths using gas can be regarded as experimental, the period would be 35 months and the monthly average would be 42,857 victims, once again lower than the averages at Treblinka and Belzec. Consequently, even assuming that all the deaths in Auschwitz were due to gassing, that all the victims underwent the entire deportation-selection-gassing-cremation process and that all the victims were killed in the respective periods of 35 or 40 months, all of which would have been impossible, the Zyklon-B system does not appear to be more effective than the systems used before it in the Operation Reinhard camps.

Naturally, if we start with the figure of 1,100,000 deaths, the monthly averages are even lower, as can be seen in the table below:

TABLE 5

Treblinka 780,000 14 55,714 209 Belzec 434,000 10 43,400

Auschwitz 1,500,000 35 42,857

Auschwitz 1,500,000 40 37,500

Auschwitz 1,100,000 35 31,428

Auschwitz 1,500,000 53 28,301

Auschwitz 1,100,000 40 27,500

Auschwitz 1,100,000 53 20,754

In order to consider Zyklon-B more effective than the systems used in Treblinka, Auschwitz would have to be assigned 2,957,000 deaths solely from gassings in 53 months, 2,232,000 in 40 months or 1,953,000 in 35 months. This would entail raising the total death toll, that is, including the deaths in other periods and the ones attributed to causes other than gas, to numbers that cannot be found in modern Western sources. This means that the justification for the system at Auschwitz, and in particular for the use of Zyklon-B technology by the masterminds of the Final Solution, cannot be sought in

Comparative Efficacy http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Xavier Roca more effective killings.

If we consider the staff needed and the proportion of staff to victims, which we established above at between 1/7,800 and 1/5,570 for Treblinka (impossible for Auschwitz regardless of how the figures are manipulated), we reach the conclusion that Auschwitz was neither more effective nor more efficient than Treblinka or Belzec.

It would also be necessary to consider the proportion of Jews among the victims. There are no reasons for assuming that this proportion was higher in Auschwitz than in Treblinka or Belzec, rather the contrary, meaning that Auschwitz’s efficacy as a centre for exterminating Jews could be even lower.

Even if we assume that 1.5 million people were killed in Auschwitz and that all of them were treated according to plan, Auschwitz did not kill more or faster than Treblinka or Belzec. In reality, Zyklon-B technology was not more effective, rather it was perhaps simply more abstract, impersonal, aseptic and psychologically bearable by the perpetrators.

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La Implantació del Iogurt a Catalunya (1907-1927)1

Jordi Viader (Universitat Ramon Llull)

Resum /Resumen/ /Abstract

El treball explica el procés d'implantació del iogurt a Catalunya, des de la seva introducció per Raimon Colomer el 1907 fins a la primera popularització que el nou producte va aconseguir mitjan els anys vint. S'ha seguit el rastre de les primeres empreses elaboradores de iogurt, Lleteria Colomer, Granja Soldevila i Unión de Granjas Catalanas a través de les inscripcions a la Oficina Española de Patentes y Marcas i de les seves insercions publicitàries en diaris i revistes. Així com la influència posterior d'empreses especialitzades com Danone, o de productes làctics en general com S.A. Letona i Productos Marinette.

El trabajo explica el proceso de implantación del yogur en Cataluña desde su introducción por Raimon Colomer en 1907 hasta la primera popularización que el nuevo producto consiguió a mediados de los años veinte. Se ha seguido el rastro de las primeras empresas elaboradoras de yogur Lleteria Colomer, Granja Soldevila y Unión de Granjas Catalanas a través de les inscripcions en la Oficina Española de Patentes y Marcas y de sus inserciones publicitàries en diarios y revistas. Así como la influència posterior de empreses especializadas como Danone, o de productos lácteos en general com S.A. Letona y Productos Marinette.

The article explains the implementation process of the yogurt in Catalonia since its introduction in 1907 by Raimon Colomer to first popularize the new product in the mid-twenties. It has followed the trail of the first companies producing yoghurt Lleteria Colomer, Granja Soldevila and Union de Granjas Catalanas through they inscripcions in the Spanish Office of Patents and Trademarks and its advertising in newspapers and magazines. And the subsequent influence of specialized companies such as Danone, or dairy products in general like S.A. Letona and Productos Marinette.

Paraules clau /Palabras clave /Key Words 214

Iogurt, Catalunya, Productes Làctics, Empreses, Publicidad Iogurt, Cataluña, Productos Lactios, Empresas, Publicidad Yogurt, Catalonia, Dairy Products, Companies, Advertising

Les llets fermentades per l'acció d'un bacteri, -iogurt2-, i les que ho són per l'acció simultània d'un bacteri i un llevat, -kèfir3- són conegudes des de l'antiguitat en una àmplia zona que va des de Mongòlia als Balcans. Curiosament, però, la seva introducció a l'Europa Occidental és molt recent.

A Catalunya els iogurts van començar a ser elaborats i consumits a partir de 1908 de la mà de l'empresari Raimon Colomer Ribas. Ell va ser qui el 6 de desembre de 1907

1 Aquest treball s'enmarca en el projecte sobre "Niveles de vida, salud y alimentación: España, en perspectiva histórica" que financia el Ministerio de Educación y Ciencia (SEJ2007-60845), i és una síntesi d'un dels capítols de la tesi doctoral, en curs de realització, “Cent anys d'indústria làctia a Catalunya. 1879- 1979) Els Viader, industrials lleters”, dirigida pel Dr. Francesc Bonamusa. 2 Habitualment i per tal d'aconseguir una fermentació més completa, el cultiu per obtenir el iogur conté un mínim de dos bacteris diferents, principalment Streptococcus thermophilus salivarius i Lactobacillus delbrueckii bulgaricus. 3 El bacteri i el llevat més habituals per a l'obtenció del kèfir són Lactobacillus acidophilus i Saccharomyces kefir.

La implantació del Iogurt http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Jordi Viader va sol·licitar la primera patent d'introducció d'aquest producte a Espanya, definida com "procedimiento para la fabricación del producto alimenticio denominado Yogurt"4. Dos anys més tard va patentar un "Un procedimiento para la fabricación del producto alimenticio denominado "Yoghourt" empleando como fermento la Maya Búlgara"5.

215 Façana de la Lleteria Colomer del Passeig de Gràcia

Segons sembla Colomer va ser iniciat en els secrets de l'elaboració del iougurt per un representant rus que li va oferir l'exclusiva dels ferments. Pel que fa al kèfir, que Colomer també va elaborar de molt aviat en el seu establiment del Passeig de Gràcia de Barcelona, la patent d'introducció a Espanya és de León Wurhaft, que la va sol·licitar el 18 d'abril de 1903.

Sabem que Wurhaft residia al núm. 104 del carrer Major d'Horta i que el març de 1906 va demanar permís a l'ajuntament per instal·lar-hi un motor a gas, justament uns mesos abans de la data de la posada en pràctica de la seva patent. Però també sabem que 1 de gener de 1908, just l'any que Colomer va començar a elaborar el kèfir, la patent de Wurhaft va caducar per falta de pagament.

4AH OEPM, Dossier P 42.145. 5 AH OEPM, Dossier P 46.651.

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Ampolla de Kèfir Colomer, gravada a l'àcid, de començaments del Segle XX 6.

El mateix 1908 Colomer va registrar la marca: Yohourt (1908) "para distinguir leches fermentadas"7. El 1913 va registrar com a marques les imatges dels dos personatges que tant es van popularitzar a l'aparador del seu establiment: "un árabe ó habitante de las vertientes del El bruz y del Kasbek", i un "turco de 117 años".

216

Dissenys de les marques de kèfir i iogurt de Raimon Colomer8

El 1915 va registrar les marques Kefir Colomer, Yoghourt Colomer i Suero láctico-búlgaro Colomer.9 I finalment el 1916 va registrar, conjuntament amb Lucas de Torres y Canal, la marca Maybúl "para distinguir la leche fementada conocida hoy por Yoghourt y los comprimidos del mismo Yoghourt", i "una marca de envase para 10 distinguir y contener Yogourt Colomer, el Meybúl i otras leches fermentadas" .

6 Col·lecció Jordi Viader Riera, ampolla 1025. 7 AH OEPM, Dossier M 14.471. 8 Publicades al BOPI 1913, pp. 812-813. 9 AH OEPM, Dossiers M 26.504, M 26.505 i M26.902. 10 AH OEPM, Dossiers M 29.526 i M 29.681.

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Envàs disenyat per als productes de Raimon Colomer11

L'anunci més antic que he trobat del seus productes és de 7 de desembre de 1910, i presenta els dos personatges a què ens hem referit anteriorment amb un text explicatiu dels avantatges terapèutics del kèfir i el iogurt.

217

Anuncis de kèfir i iogurt de la Raimon Colomer12

En el primer cas el text proclama: "Leche fermentada del Cáucaso para los que sufren del estómago e intestinos. Reconstituyente de primer orden, recomendado por los mejores médicos del mundo."

Pel que fa al segon, podem llegir "Leche cuajada búlgara. Alimento vigoroso. Desinfectante intestinal. Recomendado para los enfermos del estómago. Las propiedades del Yoghourt se resumen en salud, belleza, juventud y larga vida."

11 Publicat al BOPI, 1916 p. 1613. 12 Publicats a La Vanguardia, el 7 de desembre de 1910.

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Anunci de kèfir i iogurt de la Raimon Colomer13

En anuncis posterios, insisteix en els mateixos aspectes, "Yoghourt Colomer, leche cuajada Búlgara, anti-tífica, anti-colérica y desinfectante intestinal. Alimento insustituible para los convalescientes y delicados del estómago e intestinos. Los efectos del yoghourt Colomer se resumen en salud - belleza - longevidad (o larga vida)".

218

Anunci de kèfir i iogurt de la Raimon Colomer14

Colomer, doncs, basava la publicitat dels seus productes exclusivament en les seves qualitats terapèutiques. Kèfir i iogurt s'oferien com a reconstituents i desinfectants, capaços de millorar la salut i allargar la vida, i en cap moment no es feia referència a les seves qualitats gastronòmiques o organolèptiques

A diferència de la llet condensada, que requeria d'un equipament tècnic sofisticat, el iogurt i el kèfir es podien elaborar de manera artesanal, aquest fet va permetre l'existència d'un nombrós grup de petits fabricants fins a ben entrada la dècada dels anys 50.

13 Publicat a Maravillas de España (1914?). 14 Publicat a Barcelona Atracción (1915).

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Per tal de satisfer les necessitats d'aquests elaboradors semiartesanals i també les dels particulars que volien fer-se el iogurt a casa, l'empresa d'aparells elèctrics Cocción fabricava diversos models de iogurteres, des de les més petites que permetien fabricar només dos iogurts a la vegada, fins les que en feien un centenar.

Publicitat de iogurteres Coccion15

També existien iogurteres domèstiques no elèctriques, d'aspecte similar al d'una nevera, amb l'exterior de fusta i l'interior forat de zinc que funcionaven com si fossin un termo. L'aparell de la fotografia següent va ser patentat per Josep Coca el 1925. Tancava hermèticament i mantenia el calor que s'havia generat en colocar aigua bollint en la base16.

219

Iogurtera d'aigua calenta17

15 AJVR. Fons Jordi Viader Riera, Document 0456. 16 AH OEPM, Dossier P 94478. Entre 1927 i 1929 Coca va patentar també altres aparells similars i procediments per a l'elaboració domèstica de iogurt. (AH OEPM, Dossiers, p. 101.620; p 101978, i p. 6869). 17 Col·lecció Jordi Viader Riera, iogurtera 1753.

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Tot i que és possible obtenir els ferments làctics a partir d'un iogurt, resulta més eficaç fer-ho a partir de bacteris originals conservats en sec. Per això i malgrat la suposada exclusivitat que el representant rus li va oferir al Raimon Colomer, ben aviat hi va haver qui comercialitzava també els ferments per a us domèstic.

220 Anunci de kèfir, iogurt i ferments de la marca Kefirogeno18

Per contra la comercialització del iogurt en grans quantitats, exigia l'us d'instal·lacions industrials, i a partir de l'experiència pionera de Colomer, les incipients indústries làcties de Catalunya van començar a afegir iogurt i kèfir a les seves cadenes de producció.

L'escassa documentació que es conserva de la Granja Soldevila a l'Arxiu de Santa Perpetua de Mogoda permet seguir les xifres de fabricació de iogurts i kèfirs entre 1924 i 1928. En aquells anys l'empresa elaborava entre 300 i 400 iogurts i entre 100 i 125 kèfirs diaris, la qual cosa venia a significar una mitjana de 125.000 iogurts i 40.000 kèfis l'any.

Tot sembla indicar, però, que s'hi van començar fabricar molt abans: ja que el març de 1910 Lluis Soldevila Casas va demanar i obtenir una altra patent per a la fabricació de iogurt i el 1911 va registrar la marca Yoghourt o leche cuajada. La patent consta com a posada en pràctica el gener de 191619.

18 Programa general del Coliseo Pompeya, [ND] [Arxiu Jordi Pablo]. 19 AH OEPM, Dossier, p.18.767.

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Fulletons publicitaris de kèfir20 i iogurt21 de a Granja Soldevila

La Unión de Granjas Catalanas va ser una altra de les empreses pioneres en l'elaboració de kèfir i yoghourt. El 1918 ja anunciava aquests productes a La Vanguardia22.

221

Anunci del kèfir i el iogur de la Unión de Granjas Catalanas23

El 1922 l'empresa va sol·licitar el registre de la marca Suero láctico búlgaro per distingir "leche, sueros y otros derivados de la leche".24

El 1919 Isaac Carasso va començar a elaborar en un local del carrer dels Àngels de Barcelona, el iogurt Danone.25 La marca "para distinguir leche cuajada, fermentada

20 Col·lecció Valldeperas. 21 Col·lecció Cisco Farràs. 22 No s'ha de confondre la Unión de Granjas Catalanas, empresa fundada el 1913 amb Granja Catalana, establiment amb nom registrat des de 1908 que es transformaria posteriorment en Granja La Catalana (1930) i en Granjas la Catalana (1942). 23 Publicat a La Vanguardia, 29 d'Agost de 1915. 24 AH OEPM, Dossiers, M 44.800. 25 Existeix una certa confusió sobre el número exacte del carrer. Tal com consta a l OEPM, Carasso residia al núm 1 i aquest és també el número que donen per bo Torres i Labasse (2003). El 1921, però, tal com apareix publicat en alguns anuncis de l'època, la seu de l'empresa estava al núm. 4 d'aquest mateix carrer. En canvi l'Ajuntament de Barcelona va col·locar una placa reivindicant la creació de Danone al núm 16, a

La implantació del Iogurt http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Jordi Viader búlgara, llamada comunmente yoghourt" va ser sol·licitada el 16 d'abril de 1921 i concedida l'1 de novembre d'aquell mateix any26.

Disseny de la marca Yoghourt Natural Danone27

Posteriorment, el 16 de juny de 1921 va sol·licitar el registre de la marca Yoghourt Natural Danone amb la mateixa descripció i un gràfic distintiu "consistente en un dibujo que representa una odalisca sentada sobre almohadones que tiene en la mano izquierda una bandeja con una taza. Al lado derecho del dibujo hay un cortinón recogido dejando ver un edificio de estilo oriental." que li va ser concedida el 16 de juny de 1922. 222 Por tanto, desarrollo económico agrario y agricultura comercializada bajo el feudalismo, diferenciación social dentro de los campesinos —obviamente unos son los que concentran las mejores tierras y otros los que pierden «les petites explotacions miserables»— y reforzamiento de su posición social frente al señor de los campesinos ricos. Un proceso no muy distinto del que había descrito Hilton para Inglaterra o, ya más desarrollado, Labrousse para el XVIII francés. Pero centrémonos en su aportación teórica. Bois criticaba a la historiografía que desde un empirismo vacío describía la sociedad feudal sin analizar el feudalismo —citaba la Escuela de Cambrigde y Le Roy Ladurie— y criticaba igual «la posición marxista tradicional», combatida «abans que jo mateix» por otros historiadores, entre los que citaba a «Rodney Hilton a Anglaterra»:

Segons recorda Daniel Carasso, fill d'Isaac, la producció dels primers iogurts l'any 1919 era molt artesanal:

On utilisait de grandes cuves de cuivre étemé pour chauffer le lait que l'on remuait à la main a l'aide de pelles de bois. Onobtenait ainsi une évaporation importante tout en soumettant le lait à une haute pasteurisation. Le lait, presque on l'empresa es va traslladar a mitjan dels anys 20. 26 AH OEPM, Dossier 41.247. 27 Publicat al BOPI, 1921, p. 976.

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bouillant, était versé avec des broc dans les pots. On attendait que la température s'abaisse à environ 45º C pour pouvoir introduire à l'aide d'une pipette, pot par pot, les ferments dont le souche venait de l'Institut Pasteur de París. Les pots étaient ensuite placés dans des caissons en bois recouverts par plusieurs couvertures en laine pour maintenir la température.28

L'1 de març de 1923 Carasso registra una marca per a l'envàs del seu producte, que en un principi no portava gravat el nom de la marca si bé posteriorment va ser modificat.

Disseny original29 i modificat30 del primer envàs de Danone

Fins a finals dels anys 40 el iogurt Danone es venia en terrines de porcelana, primer amb una tapa del mateix material i després amb un paper de celofana subjectat amb un goma31.

Aquests pots van començar a fabricar-se en una empresa de Montgat32. El model més antic tenia el nom de la marca gravat en relleu i el més modern i conegut el portava imprès. 223

Tarrines de iogurt Danone dels anys 30 i 4033

28 TORRES, F. & LABASSE, 2003 pp. 47-48. 29 Publicat al BOPI, 1923 p. 487. 30 AH OEPM, Dossier, M. 48.587. 31 És per aquest motiu que durant anys les gomes elàstiques eren conegudes popularment com a "gomes de iogurt" 32 Mario Botton, encarregat de la fabricació, explica que a pesar que calia deixar un dipòsit per cada envàs, el creixement continuat de la demanda feia que mai n'hi haguessin suficients. (Citat a TORRES, F. & LABASSE, P., 2003 p. 50). 33 Col·lecció Jordi Viader Riera, tarrina 1114 i 1115

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El 1925 Isaac Carasso va registrar també Danone com a nom comercial "para distinguir su establecimeinto destinado a café-bar, chocolatería, lechería, venta de productos de leche y sus derivados; pastelería, dulcería y productos alimenticios, situado en Barcelona, calle de Angeles, número 1."34

El 1926, en col·laboració amb l'Instituto Ferran, va registrar les Pastillas Danone destinades a combatre les intoxicacions i alteracions intestinals, "enteritis, diarrea, las dermatosis e impurezas de la sangre"35.

Paper assecant publicitari de les Pastillas Danone36

La col·laboració entre Carasso i el Dr. Jaume Ferran i Clua s'havia iniciat en ocasió d'una visita que el primer va oferir al representants de la classe mèdica catalana, per donar-los a conèixer les aplicacions terapèutiques i nutricionals del seu producte:

Los doctores siempre celosos de los adelantos modernos de la ciencia, 224 demuestran en todas ocasiones deseos de presenciar la elaboración de uno de los productos más importantes de utilidad pública, que sirven de alimentación y de curación al mismo tiempo. A este efecto, la casa DANONE declaró ser honradísima con la visita de algunas eminencias médicas de esta ciudad a su laboratorio. (...) Los asistentes se declararon satisfechísimos al ver los medios puestos en práctica por la casa DANONE para obtener una preparación admirable del yoghourt y kéfir. Maquinaria de últimos adelantos de perfeccionamiento; después de ver el funcionamiento escrupulosidad en la composición de dichos preparados. Todos los médicos y farmacéuticos hicieron elogios felicitando al propietario de la casa DANONE con frases elocuentes por su cariño al trabajo, sacrificios de todas clases con que ha sabido en pocos años llevar sus productos a gran altura.37

Des dels inicis Carasso va donar molta importància a la política de comunicació. Com hem vist va fer campanyes entre la classe mèdica i farmacèutica, però també entre la població en general, oferint degustacions gratuïtes, participant en concursos, etc.

34 AH OEPM, Dossier N 8.116.. 35 AH OEPM, Dossier M 63.272. 36 AJVR, Fons Jordi Viader Riera, Document 0627. 37 Publicat a La Vanguardia, 5 de gener de 1924.

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Dos anuncis de degustacions gratuites dels productes Danone38.

I una campanya continuada de publicitat directa amb anuncis a moltes tipus de publicacions. 225

Un dels nombrosos anuncis publicats per Danone durant l'etapa inicial.39

38 Publicats a La Vanguardia, el 20 i el 23 de novembre de 1927.

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I també cartells, fulletons i displays per a punts de venda.

Fulletó publicitari de Danone dels anys 3040

Després de consolidar les estrategies de fabricació i de comunicació per al seus productes, Isaac Carasso va voler assegurar-ne la distribució. Va tenir una idea brillant: utilitzar els serveis dels carters que podien viatjar gratuitament al tramvia i portar-hi paquets. D'aquesta manera cada matí, abans de començar el repartiment del correu, ho feien amb els iogurts. Cada carter portava dues caixes de 24 unitats i en tres hores es feia la distribució completa pels diversos punts de venda. 226 En un principi Danone es venia només a les farmàcies, però a mesura que anava trespasant la barrera purament medicinal i es convertia en un aliment indicat per als esmorzars i les postres, es va començar a distribuir també a lleteries, granges i botigues de comestibles en general.

Etiqueta del Yoghourt Letona41

39 Publicat a La Vanguardia, el 31 d'agost de 1924. 40 AJVR, Fons Jordi Viader Riera, Document 0441. 41 AJVR Fons Joan Viader Roger, Document 0342.

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A finals dels anys 20 iogurt i kèfir van començar a ser elaborats també per altres empreses làcties de recent creació, com S.A. Letona o Productos Marinette. que buscaven productes amb què diversificar la seva oferta.

Una diapositiva publicitària del Yoghourt Letona per a l'exhibició en sales de cinema.42

227

Fulletó publicitari del Yoghourt Dulce Marinette43

Amb el temps, però, l'imparable predomini de Danone va acabar imposant-se i l'elaboració de llets fermentades va esdevinir poc més que anecdòtica per a la majoria

42 Col·lecció Jordi Viader Riera, Diapositiva 1754. 43 AJVR Fons Jordi Viader Riera, Document 0532.

La implantació del Iogurt http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 MISCEL·LÀNIA-2010 ISSN 1696-4403 Jordi Viader d'empreses làcties que van centrar els seus esforços en l'elaboració de llet pasteuritzada, esterilitzada, condensada i batuts de cacau44.

Fulletó publicitari del Yoghourt Dulce Marinette45

228

44 Al desembre de 1963, la producció de iogur sencer a Letona era de només 4.222 unitats i la de iogur descremat de 2.852 unitats. (Font: AJVR. Fons Joan Viader Roger. Document 0606). 45 AJVR Fons Joan Viader Roger, Document 0591.

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Fonts consultades

I Arxius i col·leccions

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Arxiu Joan Anguera [AJA]

Arxiu Jordi Pablo [AJP]

Arxiu Jordi Viader Riera [AJVR] - Fons Joan Viader Roger. - Fons Jordi Viader Riera.

Arxiu Municipal de Santa Perpètua de Mogoda [AMSPM] - Fons Granja Soldevila

Col·lecció Sisco Farràs [CSF]

Col·lecció Andreu Valldeperes [CAV]

Col·lecció Jordi Viader Riera [CJVR]

Registre Mercantil de Barcelona [RMB]

II Publicacions periódiques Boletin Oficial de Patentes y Marcas (1886-1927) 229 La Vanguardia (1881-1927)

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DEBATS

La Historiografia Irlandesa a través de James Connolly: visions dominants

Adrià Llacuna (Universitat Autònoma de Barcelona)

Resum /Resumen/ Abstract

La particular dinàmica política irlandesa als primers decennis del segle vint ha estat un dels fenòmens més convulsos de l’Europa Occidental en el període d’entreguerres. A més, durant els anys posteriors a la creació de la República del Eire s’ha anat desenvolupant un panorama historiogràfic, tant vívid com poc conegut en els nostres cercles més propers, que queda exemplificat en un dels personatges més controvertits del socialisme internacional del període intersecular: James Connolly. En base a la seva figura, el nacionalisme, el revisionisme, i el marxisme han desenvolupat diverses línies interpretatives interessants d’analitzar i discutir.

La particular dinámica política irlandesa en los primeros decenios del siglo veinte fue uno de los fenómenos más convulsos de la Europa Occidental en el período de entreguerras. Así mismo, durante los años posteriores a la creación de la República del Eire se ha ido desarrollando un panorama 232 historiográfico, tan vívido como poco conocido en nuestros círculos más próximos, que queda ejemplificado en uno de los personajes más controvertidos del socialismo internacional del período intersecular: James Connolly. En base a su figura, el nacionalismo, el revisionismo y el marxismo han desarrollado líneas interpretativas interesantes de analizar i discutir

The particular dynamics of Irish politics during the first decades of the twentieth century has been one of the most upheaval episodes of the interwar period in Western Europe. Furthermore, during the years after the creation of the Republic of Eire, a particular historiography has been developed –as vivid as unknown in our context- which is exemplified with one of the most controversial characters of the international socialist movement at the end of the ninetieth century: James Connolly. In reference to his figure, Nationalism, Revisionism and Marxism have developed different interpretations, interesting to analyze and discuss them.

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Historiografia. Irlanda. Connolly. Nacionalisme. Revisionisme. Marxisme Historiografía. Irlanda. Connolly. Nacionalismo. Revisionismo. Marxismo Historiography. Ireland. Connolly. Nationalism. Revisionism. Marxism

1. Introducció

Una breu referència a James Connolly (1868-1916) com a dirigent polític i sindical irlandès ubica al personatge en un context i àmbit geogràfic escassament

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna explorat des dels cercles acadèmics que ens resulten més propers. Per tant, pretendre tractar una figura del moviment obrer irlandès com la què aquí es comenta, suposa un abordatge total a les produccions bibliogràfiques realitzades des de l’àmbit irlandès i anglosaxó, i en el millor dels casos, alguna producció més propera. Això requereix a més certa noció del desenvolupament polític i ideològic dels propis cercles acadèmics que amb el pas de les dècades han anat configurant unes determinades corrents historiogràfiques sobre el personatge.

El que es pretén és realitzar un estat de la qüestió, el més acurat possible, als diversos enfocaments i anàlisis del pensament polític i social de James Connolly desenvolupades pels seus historiadors durant el transcurs del segle XX. No obstant, la centralitat del personatge no ha de menystenir tot un conjunt de temàtiques que es desenvolupen de forma circumdant al mateix, és a dir, explicar Connolly ajuda a explicar també: la situació i organització del socialisme britànic i les seves relacions amb Irlanda; el paper del personatge dins el model organitzatiu del moviment obrer irlandès; els punts de contacte amb el sindicalisme nord-americà de principis de segle XX; o el creixement de la conflictivitat política i social de l’illa que desembocà a la Insurrecció de Pasqua (Easter Rising) el 1916, en la que Connolly participà, fou processat i executat per les autoritats britàniques.

Aquest últim aspecte –aixecament nacional i execució- revesteixen a aquest líder socialista d’una pàtina de martirologi patriòtic, la qual a imbuït bona part de les successives interpretacions històriques sobre el període més vinculades als cercles nacionalistes. Per tant, la ‘qüestió Connolly’ es converteix en una qüestió de memòria històrica, ja que diverses corrents ideològiques de la Irlanda independent han parlat en nom del personatge, declarant-se’n hereves, mentre el seu ideari romania ben lluny del llegat del socialista irlandès. D’altra banda, molts altres autors han projectat la imatge de Connolly cap a un futur, aprofitant també el dinamisme de la seva figura, on es culminés la revolució social truncada per una consolidada revolució nacional que subsumí al país 233 en una República de caràcter marcadament conservador1.

2. Uns apunts biogràfics per a un balanç historiogràfic

James Connolly, fill d’immigrants irlandesos, nasqué a Cowgate, als ravals d’Edimburg l’any 18682. Davant les dures condicions de vida que hagué de suportar la família Connolly, el jove James s’enfrontà al clàssic dilema dels infants de la classe treballadora de l’època: “take the shilling or starve”3. Així doncs, Connolly deixà els estudis i començà a treballar a l’edat d’onze anys com a ajudant al Edimburg Evening News, juntament amb el seu germà John, i posteriorment entrà a treballar a un forn de pa fins als 14. En aquest moment, falsificà la seva partida de naixement i ingressà a l’Exèrcit Britànic per fugir de la misèria i assegurar-se la subsistència. Aquesta fou la

1 MARCET, Joan, “Irlanda: Un sistema bipolar”, Working Paper, 52, 1992, pp.1-11. 2 Cal destacar la polèmica sobre el naixement de Connolly entre els seus biògrafs. Donald Nevin, James Connolly. ‘A full life’, Dublin, Gill & Macmillan, 2006, p.3, dóna una detallada explicació sobre la suposició de molts contemporanis a Connolly que nasqué a Co. Monaghan (Irlanda), establert pel seu biògraf primigeni Desmond Ryan el 1924. Aquesta polèmica fou conclosa pel seu biògraf clàssic C. Desmond Greaves el 1961, i que molts altres en la seva línia, com Samuel Levenson o el propi Nevin, tracten de remarcar. LEVENSON, Samuel: A biography of James Connolly. Socialist, Patriot and Martyr, Londres, Quartet Books, 1973. 3 GREAVES, C. Desmond, ‘Childhood’ dins The Life and Times of James Connolly, Londres, Lawrence & Wishart Ltd, 1972, pp.11-25.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna primera vegada que trepitjà Irlanda.

L’any 1891, Connolly desertà de l’exèrcit i retornà a Escòcia, on va establir els seus primers llaços amb el moviment socialista escocès a través d’un oncle seu que provenia de la tradició dels fenians, juntament amb John Leslie. D’aquesta manera Connolly entrà en contacte tant amb el marxisme com amb la qüestió nacional irlandesa, a partir de la seva formació autodidacta4. Un any després es convertí en el secretari de la Scottish Socialist Federation (secció de la SDF de Hyndman) però, sense èxit a les eleccions d’octubre de 1894, es traslladà a Dublin a treballar com a organitzador, convidat pel Dublin Socialist Club per un sou d’una lliura setmanal (davant les reiterades dificultats econòmiques que seguia patint).

Aquests primers anys formatius del pensament de Connolly tenen un escàs pes en les seves biografies, en les d’anàlisis del seu pensament polític o en obres d’història del moviment obrer irlandès5. Es contempla el personatge en la mesura que es relaciona amb la història ‘autòctona’ irlandesa i es menysté el paper que jugà el socialisme britànic (i la seva estructura particular) en l’articulació de la seves concepcions polítiques i socials, sobretot en els anys de joventut.

Primerament, cal tenir en compte l’existència dels fluxos migratoris irlandesos cap a la Gran Bretanya (també als Estats Units i Canadà) i la concentració de la nova classe treballadora industrial a ciutats com Edimburg6. Per alguns autors, aquest factor present en l’experiència vital de Connolly explica el caràcter internacionalista del seu pensament socialista (on hi havia obrers a altres països hi veia l’obrer irlandès)7. D’altra banda cal destacar l’estranya dinàmica que suposa el moviment obrer britànic finisecular dins el context europeu, on el socialisme semblava pràcticament extingit8, on el moviment obrer tendia a una entesa amb el liberalisme (aliança Lib-Lab).

No és fins a la dècada de 1880 que comencen a sorgir nous debats intel·lectuals 234 que s’introdueixen el fabianisme, el marxisme i l’anarquisme. En el terreny polític es comença a plantejar la idea de la creació d’un partit de la classe obrera crític amb l’aliança amb els liberals (que inicialment prendrà forma amb l’ILP de Keir Hardie). Paral·lelament apareixé un nou sindicalisme més combatiu estès a noves capes de la classe treballadora i amb uns objectius que van més enllà de la defensa dels drets corporatius. Aquesta triple confluència portarà a l’anomenat “despertar del socialisme britànic”9.

La situació del socialisme irlandès coincidint amb l’arribada de Connolly el 1895 també es caracteritzà de forma particular. Des de la Primera Internacional, amb seu a Londres, els irlandesos havien participat de l’organització (James Stephens, John Devoy etc.) i, des del manifest de la secció irlandesa l’any 1871, havia estès les seves branques

4 O’RIORDAN, Thomas. James Connolly. Cork University Project. Citat 22 gener 2010. Disponible en http://multitext.ucc.ie/d/James_Connolly 5 Tal i com es tracta a l’epígraf següent 6 GREAVES, C. Desmond, The life and Times of James Connolly, Londres: Lawrence & Wishart Ltd, 1972, pp.13-15 7 MORRIS, Catherine, ‘A contested life: James Connolly in the Twenty-first Century’ Interventions, 10: 1, 2008, pp.102-115. 8 BÉDARIDA, François, “El Socialismo en la Gran Bretaña de 1875 a 1914” dins DROZ, Jaques (dir.), Historia del Pensamiento Socialista (vol. 2 “De 1875 a 1918”), Barcelona, Destino, 1985, p.471 9 Idem, p.471-472

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna organitzatives a l’illa. Però davant la ruptura de la mateixa, els grups socialistes de Dublin i Cork van vincular-se encara més a les organitzacions britàniques10. Procés que començà a canviar el 1894 amb la creació del Congrés de Sindicats Irlandès (ITUC) i l’arribada del seu màxim exponent teòric James Connolly11.

En poc temps, Connolly creà l’Irish Socialist Republican Party (ISRP) de marcada tradició socialdemòcrata però que tingué una lleugera transcendència12. Poc després començà a posar en pràctica les seves formes d’acció política, d’ocupació de l’espai públic de la ciutat, com la protesta de 1897 contra la visita de la reina Victòria, en la què va ser detingut. La seva producció literària i política comença amb les seves publicacions al magazine mensual Shan Van Vocht, o el setmanari que aconseguí finançar amb les contribucions del moviment obrer britànic (com el ILP de Keir Hardie) Worker’s Republic del què s’han editat la totalitat dels seus articles13.

La cristal·lització del pensament de Connolly es produeix a partir de la seva emigració als Estats Units el 1903. Al seu concepte de necessària emancipació nacional per a una emancipació social, Connolly es veié influït pel sindicalisme revolucionari americà entorn als Industrial Workers of the World (wobblies) i la figura de Daniel de Leon, que propugnaven una praxis sindical d’arrel més proudhoniana que no pas marxista14. Es tractava d’aconseguir formar un sindicat de tots els treballadors (no sindicats d’ofici) –la One Big Union-, sindicats industrials que portessin a l’administració obrera de la societat, la “república industrial”15.

Connolly retornà d’Estats Units a Irlanda el 1910 on romangué fins la seva mort el 1916. Allí s’uní al sindicat Industrial Transport and General Workers Union (ITGWU) fundat per James Larkin el 1908, com a dirigent a Belfast. D’altra banda, vinculà el sindicat al partit que recollí l’herència del ISRP, el Socialist Party of Ireland fundat per William O’Brien el 1909, el qual oferí a Connolly la direcció nacional. Durant aquests anys de creixent tensió sociopolítica el sindicat protagonitzà un dels conflictes de classe 235 més coneguts per la historiografia del moviment obrer irlandès: el lock-out de 1913, contra la patronal organitzada per William Martin Murphy, que es saldà amb la creació d’una milícia obrera, la Irish Citizen Army (ICA), i la detenció i exili de Larkin, fet que provocà que la direcció del sindicat restés en mans de Connolly.

Davant l’esclat de la Gran Guerra, Connolly s’hi posicionà en contra (com a guerra de potències imperialistes, en què el moviment obrer s’hi veu arrossegat a participar). D’altra banda, aprofitant l’esforç bèl·lic de Gran Bretanya al continent, Connolly (i la ICA) juntament amb membres dels cercles nacionalistes més revolucionaris de la Irish Republican Brotherhood (IRB), organitzaren un aixecament per la independència d’Irlanda, la Pàsqua de 1916 (Easter Rising) que, sense èxit, provocà l’afusellament dels seus dirigents, entre ells el mateix James Connolly. Tal

10 FENNELL, Desmond, ‘Irish Socialist Thought’ dins Heresy. The Battle of Ideas in Modern Ireland, Belfast, Blackstaff Press, 1993, pp.25-26. 11 BOYD, Andrew, The Rise of Irish Trade Unions, Dublín, Anvil Books, 1985 (1ªed.1972), pp.67-73. 12 BERRESFORD ELLIS, Peter: “The Rise of organised Labour” dins A History of the Irish Working Class, Londres, Pluto, 1985, pp.167-183; i O’CONNOR, Emmet: A Labour History of Ireland 1824-1960, Dublín, Gill and Macmillan, 1992, p.63. 13 CONNOLLY, James. The Workers’ Republic. Projecte CELT de la Universitat de Cork. Citat 21 gener 2010. Disponible en http://www.ucc.ie/celt/published/E900002-005/index.html 14 DROZ, Jacques, Historia del Pensamiento Socialista… Óp. Cit. 1985, p.667-668. 15 FENNELL, Desmond, Óp. Cit. 1993, p.30.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna participació en l’aixecament es un dels aspectes que més controvèrsia ha causat en la historiografia16, i en les files del moviment obrer d’altres països en aquell moment.

3. Principals interpretacions: una breu consideració

L’estudi de qualsevol aspecte temàtic de la història irlandesa es sotmet a uns condicionants historiogràfics determinats que s’han de contemplar abans d’iniciar l’anàlisi. Aquesta afirmació podria pecar d’absurda, ja que es pressuposa que tals condicionants existeixen en qualsevol marc historiogràfic concret. Altrament, el que es pretén destacar, és la particularitat del mateix.

La creació d’un Estat-nació al Sud de l’illa d’Irlanda ha produït una visió històrica dominant en clau nacionalista, marcadament conservadora, que ha pretès recollir en el seu si una pluralitat de personatges i esdeveniments, assimilant-los com a propis de la seva cultura política. Evidentment, un d’aquests casos ha estat el de James Connolly17.

D’altra banda, la història oficial -llegeixis dominant- de la classe obrera i els seus personatges més destacats ha estat, paradoxalment, la del marxisme ortodox britànic o irlandès, políticament marginal a l’illa18. Aquest també s’ha vist condicionat pel seu rol històric en el si de la Irlanda independent, la seva exclusió dels projectes polítics dominants ha provocat la reivindicació de figures històriques, carregades de simbolisme, com Connolly per impulsar el seu projecte polític frustrat o truncat pels esdeveniments, a fi d’obtenir més projecció social i política.

Davant aquesta situació, a partir dels anys setanta va sorgir una corrent historiogràfica, particularment intensa, anomenada revisionisme. La seva valoració s’ha de fer de forma equilibrada per no cometre errors esbiaixats que no farien més que distorsionar la nostra anàlisi. 236

El revisionisme sorgeix com una reacció a la història dominant a fi d’obtenir, en principi, una visió més acurada dels processos històrics de l’illa (sobre tot de l’època contemporània). Per tant, el primer objectiu de la mateixa era relativitzar o ubicar de manera més precisa el rol britànic a l’illa (considerat 'mal de mals' per la historiografia nacionalista clàssica, una antítesi idònia per a la forja d’un cohesionat sentiment nacional antibritànic). No obstant, segons ens indica Desmond Fennell s’ha creat una distorsió del revisionisme a nivell popular19:

A retelling of Irish history which seeks to show that British rule of Ireland was not, as we have believed a bad thing (...); and that Irish resistence to it was not as we have believed, a good thing, but a mixture of wrong-headed idealism and unnecessary, often cruel violence.

16 NEWSINGER, John, “Connolly and his biographers”, Irish Political Studies, num.5, 1990, pp.1-9 17 GAYLE BACKUS, Margot, “More useful washed and dead: James Connolly, W.B.Yeats, and the sexual politics of ‘Easter, 1916’ ”, Interventions, 10:1, 2008, pp.67-85. 18 O’CONNOR, Emmet, “Presentations 2: Labour History in other Lands. Ireland”, Labour/Le Travail nº50, 2002, pp.243-248. 19 FENNELL. Desmond, “Against Revisionism” dins BRADY C. (ed.), Interpreting Irish History. The Debate on Historical Revisionism 1938-1994, Dublin, Irish Academic Press, 1994, pp.184-185.

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El revisionisme però, ni és la percepció que comenta Fennell ni tampoc és una corrent innòcua al servei d’un coneixement professional de la història. Altrament, també existeix un projecte polític darrera seu. El problema és determinar quin (o quins).

L’obra The Making of Irish History20, que explica el revisionisme de la mà dels propis revisionistes, defensa que és difícil assenyalar quins autors s’identifiquen amb aquesta manera de fer història, per tant, mantenen l’estat de confusió vers el fenomen. Així com també declaren que no és identificable amb una ideologia concreta com podria ser el revisionisme alemany, associat al ressorgiment de l’extrema dreta21, i s’escuden darrera la idea de la inevitable projecció social de l’historiador, ésser que no viu aïllat en la seva torre d’ivori.

La visió parcialment certa dels revisionistes rau en què molts historiadors de diverses tendències han realitzat aportacions històriques estrictament renovadores i que provenen d’ideologies diverses (com el propi Fennell, que renova la visió nacionalista clàssica des d’una perspectiva republicana). Per tant, etimològicament s’hauria de distingir 'renovació' de 'revisió'. Aquest últim concepte sí que representa –en el cas irlandès- una determinada ideologia que darrera una metodologia científica de la història i amb el pretext de reubicar l’extremadament distorsionat domini britànic per la historiografia nacionalista clàssica (que l’acusen com a dérrapage de l’anàlsi històrica) tracten de reduir-lo i en alguns casos minimitzar-lo a unes proporcions igualment ideologitzades.

Tal i com ha reconegut el marxista renovador irlandès Fintan Lane, el revisionisme s’ha ocupat de restablir les relacions anglo-irlandeses i ha obviat la clau explicativa del procés històric basat en la lluita de classes22. No obstant, també en aquest camp, com s’observa a continuació, ha sorgit un marxisme revisionista que s’ocupa d’aquestes relacions de classe des de la mateixa perspectiva dels revisionistes de la història política: amb la idea de desmitificar les icones absorbides pel nacionalisme i 237 reivindicades pel marxisme ortodox com James Connolly.

La problemàtica és la mateixa que la del cas anterior. En alguns aspectes renoven científicament aspectes que les altres historiografies havien errat o omès. Però d’altra banda, aprofiten aquesta aurèola cientifista, professionalitzada i renovadora metodològicament -com també ho feu en el seu moment l’historicisme del segle XIX i tanta confusió ha creat posteriorment23- per desautoritzar i criticar políticament les concepcions dels socialistes aproximades al republicanisme (herència de Connolly).

Així doncs, s’aprofita per reivindicar un projecte polític unitari (en clau presentista) de la classe obrera a les dues bandes de la frontera de l’Ulster (i dins de l’Ulster), ‘eliminant’ la qüestió nacional (irlandesa) però introduint la seva lluita en el marc estatal britànic, defensant una pretesa desnacionalització en pro d’una modernització (modernització representada per Gran Bretanya, més progressista ideològicament que els governs de Dublín). Aquest és el cas dels maoistes de la B&ICO

20 BOYCE, George i O’DAY, Alan, The Making of Modern Irish History: Revisionism, and the revisionist controversy, Londres, Routledge, 1997. 21 Ídem, p.4 22 LANE, Fintan, The roots of Modern Irish Socialism 1881-1896, Cork, Cork University Press, 1997, p.4. 23 FONTANA, Josep, Historia: Análisis del pasado y proyecto social, Barcelona, Crítica, 1982, pp.153- 159.

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(British and Irish Communist Organisation)24 o part dels historiadors vinculats a la Queen's University of Belfast –nucli revisionista més professionalitzat que el cas anterior-.

Per aquests autors doncs, es tracta d’una interpretació històrica que es projecta vers el passat per aportar la seva solució política del present. No es pot obviar la influència dels esdeveniments polítics d’Irlanda del Nord, sobre tot a partir dels anys setanta (campanya pro drets civils catòlics al 1968, reacció unionista, campanya militar de l'IRA, enviament de tropes britàniques al Ulster i dissolució del Parlament de Stormont el 1972), i la projecció social de l’historiador en la reconstrucció de la memòria col·lectiva. Però aquesta no és la tasca principal que ens ocupa davant la investigació històrica.

Sobre l’impacte del revisionisme, alguns autors han comentat que és quantitativament minso25 però s’ha de reconèixer que qualitativament tenen molta difusió tant en publicacions acadèmiques com en mitjans de comunicació fora dels cercles acadèmics per l’impacte polític que provoquen (en definitiva, un dels seus objectius). Totes aquestes observacions, són condicionants que inevitablement s’han de tenir en compte per abordar les visions que s’han realitzat d’un personatge tant controvertit com James Connolly.

Per tant, davant la delimitada divisió que configuren les corrents del revisionisme i el nacionalisme, el marxisme irlandès –centrat principalment en l’estudi de la classe obrera- s’inclou com a corrent que interacciona amb una o altre interpretació segons si segueix la interpretació més ortodoxa (vinculada a les simpaties del socialisme amb la causa nacional irlandesa del republicanisme, propi de les seccions comunistes prosoviètiques d’Irlanda i Gran Bretanya, o altres grups trotskistes) o si tracta d’una contestació a la mateixa (sovint vinculat a grups marxistes políticament ‘heterodoxos’ probritànics, com els maoistes, o autors simpatitzants amb l’unionisme). 238

4. Els estudis d’àmbit irlandès sobre la classe obrera i el paper de Connolly

Aquestes particularitats historiogràfiques queden molt ben exemplificades en les publicacions d’Emmet O’Connor, un dels autors del moviment obrer irlandès que més ha versat sobre l’estat de la qüestió dels estudis de la classe obrera irlandesa. Aquest, és un dels màxims exponents de la Irish Labour History Society, un dels grups de recerca més potents de la Irlanda actual sobre la classe obrera fundat el 1973, a més d’ésser editor de la revista vinculada a la institució, Saothar.

Principalment, des del moment de la independència d’Irlanda fins als anys setanta, ha existit l’assumpció que el país havia tingut una petita minsa història del moviment obrer sense pràcticament rellevància: “most people under stood ‘history’ to mean political history; and politically, the left in Ireland was marginal”26. Així doncs, molts acadèmics es van formar en l’ortodòxia nacionalista en què el moviment obrer només era vindicat com a fites de la història nacional com el Lock-Out de 1913 o la

24 Tal i com expressa Alvin Jackson: “BICO activist were, by definition, political crusaders first and historians second", en JACKSON, Alvin, ‘Irish Unionism’ dins BOYCE, George i O’DAY, Alan , Óp. cit., 1997, p.132. 25 ALLEN, Kieran, James Connolly: Revolutionary Socialist, Dublín, Bookmarx, 2006, p.32. 26 O’CONNOR, Emmet, “Presentations 2: Labour History…”, Óp.cit., tardor 2002, p. 243

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Insurrecció de Pasqua de 1916.

A nivell historiogràfic, els primers en ocupar-se en realitzar una història del moviment obrer són els autor que O’Connor encabeix dins la “Connolly School”27. Es tracta d’obres que fins als anys setanta realitzaren autors en la línea ideològica republicana-socialista de James Connolly, inaugurada amb la seva obra Labour in Irish History (1910). Per l’autor, aquestes aportacions no són més que una producció pamfletària i hagiogràfica del paper de Connolly, i una interpretació radical de la Història, a fi de projectar en el present el seu projecte polític28.

Malgrat des de la ILHS s’hagi pretès superar els errors ideològics del marxisme més hagiogràfic, en base a un treball metodològicament més complert en què s’incloguin qüestions sobre la cultura política obrera, la situació al món rural, els conflictes de gènere (entre d’altres), els estudis publicats per aquesta organització i els seus membres no han ultrapassat més enllà de l’estudi estrictament organitzatiu (sindical i polític de la classe obrera29), qüestions que el marxisme renovador britànic en aquests mateixos anys tractava d’ampliar30.

L’obra d’Emmet O’Connor A Labour History of Ireland, 1824-1960 (1992)31 representa el limitat intent renovador que explica, poc temps després en els seus articles, que s’ha de realitzar sobre historiografia del moviment obrer. L’obra que aquí s’analitza resulta metodològicament més complerta que la dels seus predecessor dels anys setanta. No obstant, aquest exemplar de la historiografia revisionista –que es dedica tant a desautoritzar les tesis nacionalistes com al pes del marxisme en els estudis del moviment obrer- repeteix en bona mesura el discurs d’autors com Boyd, entenent aquesta Labour History com una narració de les diferents tendències organitzatives i la seva evolució en el si del sindicalisme irlandès. A partir d’aquesta concepció, el moviment obrer estarà mediatitzat en els anys que aquí s’estudien per la figura paral·lela a Connolly que tingué preeminència en l’organització sindical: James Larkin. Per tant, segueix caient en el 239 mateix error que els historiadors marxistes dogmàtics sobre l’anàlisi del moviment obrer de caràcter urbà exclusivament, ja que la centralitat del seu discurs gira entorn l’activitat d’aquest ‘New Unionism’ larkinita a Belfast i Dublín.

El poc anàlisi que dedica a Connolly (que segons la concepció de l’obra queda apartat del panorama organitzatiu del moviment obrer de base) és pràcticament furibund al parlar de la seva arribada a Irlanda i del ISRP. L’autor fa ressò especial al fracàs organitzatiu del mateix partit i el seu fracàs econòmic32. No obstant, amb el retorn de Connolly dels Estats Units i l’anàlisi de diferents episodis del personatge en l’organització del moviment obrer –en la seva transició cap a un sindicalisme revolucionari- prenen un altre matís i rellevància. D’entre aquests destaca la coneguda ‘Connolly-Walker Controversy’ entre James Connolly, delegat de la ITGWU a Belfast i

27 Ídem. p.244 28 O’CONNOR, Emmet, “A historiography of Irish Labour”, Labour History Review, vol.60, nº1, 2005, pp.21-30. 29 L’obra d’O’Connor, per exemple, difereix en poc a altres obres de la història del moviment obrer més clàssiques, basades en l’enumeració i la crónica de l’organització obrera a l’illa en forma de congressos sindicals, militancia i conflictes amb la patronal –nombre de vaguistes, per exemple- com el cas de BOYD, Andrew, The Rise of Irish… Óp.cit., 1985 (1ª ed. 1972). 30 FONTANA, Josep, Historia. Anàlisis...Óp.cit., 1982, p.243. 31 O’CONNOR, Emmet, A Labour History of Ireland, 1824-1960, Dublin: Gill & Macmillan, 1992. 32 Ídem. p.63-65.

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William Walker, socialista unionista (la pretensió del primer era agrupar als obrers en un sindicat que superés els conflictes ideològics entre treballadors catòlics i protestants notablement segregats organitzativament, una marcada feblesa del moviment obrer a Belfast alhora de coordinar una protesta massiva). D’altra banda, aquesta transició cap al sindicalisme revolucionari s’explica amb l’impuls que donà Connolly a la creació del ITUC&LP (Irish Trade Unions Congres and Labour Party) que no pretenia ésser un partit polític sinó el ressò, l’altaveu, de l’organització sindical.

El cas d’estudi d’Emmet O’Connor centrat en el moviment sindical dibuixa una interpretació de Connolly interessant en relació a la seva concepció del nacionalisme, però que malauradament no és suficientment estesa ni estudiada, ja que es necessitaria una profunda investigació sobre les actituds polítiques de la base a la qual es dirigia: “Connolly and Larkin, and arguably William O’Brien too, had seen that nationalism could bee an enabling ideology, but never an end in itself”33. Tal afirmació discutiria les concepcions revisionistes més conservadores sobre la indiscutible assimilació del nacionalisme per Connolly i s’aproximaria més a les de marxisme més renovador.

Al marge de les produccions clàssiques i els esforços revisionistes, no es pot obviar la rellevància que prenen autors marxistes que han dedicat la major part de la seva investigació al moviment obrer i a la figura de Connolly, com és el cas -per sobre de qualsevol altre- d’Austen Morgan. Amb això no es vol obviar però, les diverses aportacions que s’han anat realitzant amb el pas del temps sobre la temàtica del moviment obrer, però que per una qüestió d’espai –i dedicació expressa al personatge- s’escapen d’estudi34.

Aquest historiador és un representant del què des d’Irlanda s’anomena Marxist Revisionist Theory35. Aquesta corrent historiogràfica marxista difereix clarament de la corrent marxista tradicional a Irlanda ‘anti-imperialista’ (llegeixis Connolly School), que 240 amb l’adjectiu revisionista tendeix a desenvolupar-se entorn el mateix objectiu que els revisionistes de la historiografia liberal: revisar les tesis d’aquesta Connolly School – mantenint però, una perspectiva d’anàlisi marxista- i revisant també les simpaties pel nacionalisme i la qüestió nacional irlandesa, essent un‘revisionisme anti-nacionalista’. Quedarien políticament representats pel British and Irish Comunist Organisation (B&ICO), a diferència del marxisme clàssic irlandès del Comunist Party of Ireland (CPI). Dins d’aquest grup però existeixen certes diferències entre els autors com Gibbon i Morgan respecte Paul Bew, Henry Patterson i Ellen Hazelkorn –aquests últims- valorats per Robert Perry com36:

It looks at their attempt to produce a Marxist theoretical justification for an end to the use of political violence by Irish republicans and for a justification of partition and Ulster unionism. It argues that this was an identifiable revisionist school with a political agenda. It further argues that the maintenance of the union with Britain is both explicitly and implicitly at the centre of these scholars’

33 O’CONNOR, Emmet, ‘Conclusion’ dins A Labour History... Óp.cit., 1992, p.204. 34 D’aquestes en són representatives, MITCHELL, Arthur, Labour in Irish Polítics 1890-1930, Dublín, 1974; BOYLE, John W, The Irish Labor Movement in the Nineteenth Century, Washington DC, 1988; o també LANE, Fintan i Ó DRISCEOIL, Donal (eds.): Politics and the Irish Working Class, 1830-1945, Palgrave Macmillan, 2005. 35 PERRY, Robert, “Marxist Revisionist Theory in Ireland”, Critique. Journal of Socialist Theory, vol.36, nº1,2008, p.121-139 36 Ídem, p.121

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agenda. It is the ideology of unionism expressed in leftist vocabulary.

Morgan és significatiu en la mesura que s’ha ocupat tant de realitzar estudis sobre la classe obrera, en el context de Belfast37 i de figures rellevants del mateix, així com una biografia política de James Connolly38. A més, destaca com a editor d’un seminari de la universitat de Warwick el 1978 on diversos representants de la historiografia marxista (revisionista sobretot) aborden una investigació sobre conceptes com ‘socialisme’, ‘nacionalisme’, ‘unionisme’, ‘republicanisme’ i el seu rol històric sobre la classe treballadora irlandesa39.

L’obra de Morgan de 1991 centrada en les actituds polítiques de la classe obrera de Belfast busca explicar les arrels històriques del conflicte a Irlanda del Nord i el paper que va jugar la classe obrera en el moment de l’amenaça de partició de l’illa, el què Connolly anomenà el 1914, com recull l’autor: ‘a carnival of reaction both North and South, would set back the wheels of progress, would destroy the oncoming unitiy of Irish Labour Movement and paralyse all advanced movements while it endured’40.

En aquesta obra l’unionisme, el sectarisme i el socialisme queden entrelligats en la diversitat d’actituds que es desenvolupen entre la classe obrera en aquest context cronològic en el què James Connolly juga un paper important entre 1910 i 1914, al seu retorn d’Estats Units41.

Des de la seva arribada a Belfast, Connolly va tractar de traçar ponts entre els sectors catòlics i protestants de la classe obrera a través del ITGWU i la conversió del partit SPI en el Independent Labour Party of Ireland (ILP[I]), que va integrar quatre de les cinc branques existents del ILP de Belfast, però no aconseguí l’atracció de tots els socialistes de la regió. Altrament, el conflicte amb William Walker no només fou ideològic sinó que també tingué un rerefons polític important, ja que per aquest la 241 creació del ILP[I] fou percebut com un intent d’usurpar el seu lideratge a la regió.

Al marge dels detallats conflictes sindicals narrats per l’autor en la més pura línia de la història del moviment obrer desenvolupada des dels setanta, centrada en processos vaguístics i disputes sindicals, és interessant la tesis que desenvolupa sobre el viratge ideològic de Connolly. En primer lloc, ens trobem davant un personatge, forçat per les circumstàncies, a entrar de ple en l’organització sindical –àmbit del què havia tingut una breu experiència prèvia als Estats Units, però amb un pes molt més teòric-. En segon lloc, el context específic de Belfast on la qüestió religiosa jugava un paper important en les diferències entre la classe obrera, Connolly es va posicionant –tot i que no obertament- contra els sectors protestants (segons l’autor aquí es manifesta el rerefons catòlic de Connolly), ja que per ell l’unionisme, tenia una corretja de transmissió des de la burgesia de l’Ulster, i era canalitzada cap a la classe obrera. Per Connolly la condició específica per a la col·laboració entre diferents sectors de la classe obrera era

37 MORGAN, Austen, Labour and Partition. The Belfast Working Class, 1905-1923, Londres, Pluto Press, 1991. 38 MORGAN, Austen, James Connolly. A political biography, Manchester, Manchester University Press, 1988. 39 MORGAN, Austen i PURDIE, Bob (eds.), Ireland. Divided Nation, divided class, Londres: Ink Links, 1980. 40 Ídem. p. XVII 41 MORGAN, Austen, “James Connolly, Socialism and Nationalism, 1910-1914” dins MORGAN, Austen: Labour and Partition...Óp. cit., 1991, p.145-178.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna l’acceptació d’una autogovern per l’illa i a partir d’aquí superar concepcions sectàries que eren alienes a la classe obrera.

En aquest sentit, tal idea de Connolly ve contextualitzada per l’intent d’aprovació de la tercera Home Rule Bill. Es tenia la creença que el govern britànic coaccionaria als unionistes del Ulster a acceptar-la, i Connolly preparava el terreny per a una unitat de classe versus el seu antagonista i avançar cap a la revolució social. No obstant, i aquí és on l’autor aporta una nova interpretació, l’amenaça del govern britànic a una partició el 1914 i l’experiència viscuda a Belfast provoquen el reforçament del nacionalisme de Connolly que el portà vers al Easter Rising el 1916. Però a més, el reforçament d’aquest nacionalisme en clau revolucionària va acompanyat d’un debilitament del seu socialisme, segons Morgan, pel fracàs dels obrers en el lock-out de 1913-1914 seguit del col·lapse de l’internacionalisme de la classe obrera amb la Gran Guerra42.

5. Historiografia europea: classe obrera i pensament socialista internacional

Malgrat l’aparent ‘hermetisme’ historiogràfic que sembla s’estigui dibuixant, la dedicació al moviment socialista irlandès ha tingut cert ressò en el context britànic i en certes obres europees.

En primer lloc, l’obra del britànic Peter Berresford Ellis, A History of the Irish Working Class (1972)43, resulta molt més complerta, ja que posa la dinàmica de la classe obrera en context amb la situació política britànica del moment. Aquest autor analitza el programa del ISRP dins del panorama socialista irlandès (notis que, en aquells primers anys, els obrers de Belfast que dominaven la ITUC eren majoritàriament unionistes) y el panorama polític general. La seva obra dóna a entendre molt millor les diferents disputes entre els sectors nacionalistes irlandesos i James Connolly (i les associacions que dirigia), deixant a entreveure que la seva condició de nacionalista anava estrictament lligada a un projecte social determinat i que tenia limitadíssimes connivències amb altres 242 membres nacionalistes plens.

Valgui d’exemple dues situacions que apareixen en l’obra de Berresford. Per una banda, no es podria explicar com William Martin Murphy, el dirigent de la patronal que protagonitzà el lock-out de 1913, demanés l’execució de Connolly a les autoritats britàniques després del Easter Rising sinó s’explica (com fa l’autor) que aquest personatge militava en el partit possibilista homeruler Irish Nationalist Party, partit de la gran burgesia industrial i agrària irlandesa44. L’altre exemple comentat per l’autor, es el pluralisme ideològic dins les files del Sinn Féin, en què una part d’ells donava suport a la causa del ITGWU mentre que altres personalitats, com Arthur Griffith –el seu fundador- fossin tant hostils amb la mateixa organització. Això no s’arriba a comprendre plenament sinó es detalla la composició ideològica del partit que reunia una esquerra radical democràtica (i nacionalista) –descrita per Trotsky com la intelligenzia irlandesa

42 L’autor parteix de la interpretació revisionista de la transició del socialisme cap al nacionalisme de Connolly, no obstant, n’addueix els seus arguments, i assenyala principalment el conflicte del Ulster com un viratge important en la seva estratègia política. 43 BERRESFORD ELLIS, P., A History of the Irish Working Class, Londres: Pluto, 1985 44 Qüestió que també queda reflectida en la coferència realitzada a l’Institut Maurice Thorez l’any 1974 que porta per títol ‘Nationalisme et Socialisme: l’exemple irlandais’ que s’edità en GOLDRING, Maurice: ‘Luttes pour la liberté et guerre de classes’ dins Irlande: Ideologie d’une revolution nationale, Paris: Editions Sociales, 1975, pp.101-121.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna de 1916, els ‘nacionalistes avançats’- i una majoria que tenia el suport de la petita i mitjana burgesia creixent a Irlanda.

Val a dir que Berresford Ellis ha estat considerat des de la historiografia irlandesa com un marxista britànic pamfletari al servei de la Connolly School, una tendència que ha sofert tots els esforços de la historiografia revisionista (de la més intransigent als autors revisionistes clarament renovadors) per ésser ensorrada. La voluntat divulgativa de l’autor sobre el protagonisme de Connolly no rau només en aquesta obra sinó també en una de les edicions més conegudes de l’obra quasi íntegra de James Connolly45 també denunciada pels revisionistes: “[Ellis] unfortunately marred his volume with an embarassingly hagiographic introduction”46.

Si s’ha de reconèixer però, quelcom als crítics d’Ellis és aquesta voluntat reivindicativa del personatge i del seu programa polític en certa mesura sobredimensionats. També és cert, que el plantejament de l’obra sobre la historia de la classe obrera des del comunisme cèltic són una clara reminiscència al Labour in Irish History (1910) de Connolly. No obstant, l’estudi sobre la classe obrera del període finisecular i de les primeres dècades del segle vint47 suposa tota una aportació metodològica a l’estudi del moviment obrer irlandès que en gran mesura supera les carències d’aquesta disciplina assenyalades pel propi Emmet O’Connor (en els seus articles de 2002 i 2005) a través del: gran ús de bibliografia i fonts documentals primàries, articles de premsa, una voluntat de connectar les actituds i dinàmiques de la classe obrera amb la política britànica del moment, a més dels debats en el si del moviment socialista internacional. En definitiva, no tractar el cas irlandès, a diferència de molts altres autors, com una realitat aïllada, sinó connectada a dinàmiques més generals. Es per això que les obres que versen sobre el pensament socialista internacional com les de G.D.H. Cole o l’obra col·lectiva dirigida per Jacques Droz ajuden a integrar millor a Connolly en el seu context48. 243 El que resulta més necessari, i en part és sorprenent que no es contempli en les obres que analitzen a Connolly de forma més detallada, és incorporar els estudis realitzats entorn als debats sobre la qüestió nacional49 i el marxisme en el si de la II Internacional.

L’exemple de Pierre Souyri, El marxismo después de Marx50 és un recurs sintètic i útil per a l’estudi de les estratègies polítiques que es disputaven en el si d’aquest moviment internacional, així com les postures enfrontades entre els diversos sectors vers temes com l’imperialisme o l’esmentada qüestió nacional. D’aquestes en podem extreure

45 BERRESFORD ELLIS, Peter (ed), James Connolly Selected Writings. Bucks: Hazell Watson & Viney Lts, 1981. 46 NEWSINGER, John, “Connolly and his biographers”, Óp. Cit., 1990, p.6. 47 Com per exemple, BERRESFORD ELLIS, Peter, “The rise of organised labour” dins A History of the Irish Working Class, Londres, Pluto, 1985, pp.167-183. 48 COLE, G.D.H., “La Gran Bretaña: El socialismo antes del Partido Laborista” i “El Partido Laborista y el Gran Malestar” cap.3 i 4, dins Historia del pensamiento socialista, vol.III ‘La Segunda Internacional, 1889-1914’, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1959, pp.108-239; BÉDARIDA, François, “El socialismo en Gran Bretaña de 1875 a 1914’ dins DROZ (dir.), Historia General del Socialismo (vol. 2 “De 1875 a 1918”), Barcelona, Destino, 1985. 49 HAUPT, George; LÖWY, Michael; WEILL, Claudie, Los marxistas y la cuestión nacional. La historia del problema y el problema de la historia, Barcelona, Fontamara, 1982. 50 SOUYRI, Pierre, “Ortodoxos, Revisionistas y Radicales en la Segunda Internacional (1895-1918)” dins El marxismo después de Marx, Barcelona, Peninsula, 1971, pp.13-39.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna elements extrapolables a les estratègies i actituds que emprengué Connolly en el context irlandès, ja que ha destacat com a personatge eclèctic i particular entre la historiografia, i és interessant establir una connexió a un substrat ideològic més general que no pas atribuir-ho a una casuística quasi arbitrària del personatge.

Souyri exposa les divisions sorgides de la revisió bernsteiniana respecte la visió marxista dominant (kautskista). En aquest context finisecular, 1895 en endavant, (moment en què el debat revisionista pren forma) Connolly entra en política amb una autonomia més marcada (al front del ISRP). Assumint la postura canviant de Connolly, també amb la influència important de la tradició sindicalista nordamericana51, destaca la concepció bernsteiniana de la progressiva evolució electoral –tot i que trenca la tradició de ‘l’esquerra anòmala’ britànica al adjectivar obertament al seu partit de Socialista, amb la impopularitat que podia suscitar52-, en la seva primera fase a Irlanda; la seva concepció ortodoxa kautskista de progressiva organització de la classe obrera, preparada per a la crisi definitiva del capitalisme amb la conversió de la ITUC en un moviment polític (ITUC and Labour Party) com a ressò de les demandes de la classe obrera; i la seva evolució cap a concepcions revolucionàries de l’esquerra luxemburguista vers l’enfronament amb l’imperialisme.

Així doncs, Connolly traslladà aquesta lluita per l’emancipació nacional cap a un terreny anti-imperialista, a partir del qual –en la societat post-colonial- es podria produir la lluita per l’emancipació social53. La paradoxa visió de Connolly de l’imperialisme com a obstacle al progrés –a derrocar-, però com a incentiu per al mateix, no fa més que estar en el context de les mateixes sensacions compartides i, alhora, contradictòries de la major part del moviment socialista internacional vers el fenomen imperialista. Així com també era una sensació compartida per Connolly i la resta, l’escalada de les ambicions polítiques i l’amenaça d’una contesa bèl·lica que empenyeria a la classe obrera a una guerra fratricida. Connolly, com tots els altres, articulà una determinada resposta – revolucionària com la bolxevic- mentre altres, com el SPD, claudicaren aprovant els 244 pressupostos de guerra de l’Alemanya del kàiser Guillem II.

Altrament, aquesta qüestió s’encavalca amb un altre llast de problemes teòrics dels socialistes durant la Segona Internacional: la qüestió nacional. Per aquest tema resulten imprescindibles les obres col·lectives de Haupt, Löwy o Gallissot54. En primer lloc, el cas de Haupt55 serveix per realitzar una aproximació a les consideracions de Marx i Engels sobre la qüestió nacional i sobre les valoracions del cas irlandès. És més,

51 De l’anàlisi biogràfic de Connolly als Estats Units s’han ocupat principalment, O’RIORDAN, Manus (1971): James Connolly in America, Belfast: Irish Communist Organisation, juntament amb REEVE, A.B. i REEVE, C. (1978): James Connolly and the United States- the road to the 1916 Irish Rebellion, Nova Jersey: Humanities Press. 52 SASSOON, Donald (2001): Cien años de socialismo, Barcelona: Edhasa, p.40 53 DOBBINS, Gregory (2000): ‘Whenever Green is Red: James Connolly and Postcolonial Theory’, Nepantla, Views from the South, 1.3, Duke University Press, pp. 605-607. 54 HAUPT, Geogre et al.: Los marxistas y la cuestión nacional… Op. Cit.1982; GALLISSOT, René: ‘Nación y nacionalidad en los debates del movimiento obrero’ dins HOBSBAWM, Eric; HAUPT, George et alii (dirs.), Historia del Marxismo (‘El marxismo en la época de la Segunda Internacional’ vol.4), Barcelona, Bruguera 1981, pp.133-243. 55 HAUPT, George, ‘Los marxistas frente a la cuestión nacional, la historia del problema’, dins Los marxistas y la cuestión… Óp. Cit,. 1982, pp.11-82.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna a partir dels anys seixanta del segle XIX, en el si de la AIT, el cas irlandès és el que constitueix un ‘carreró sense sortida’ per al moviment obrer i que dóna més sentit al principi establert abans de 1848: “un pueblo que oprime a otro no puede liberarse a si mismo”56. Per tant, el cas de Gran Bretanya i Irlanda és l’exemple de la dialèctica entre nacions opressores i oprimides –per més que alhora també es consideressin com a nacions modernes i industrials versus nacions endarrerides respectivament-. La qüestió irlandesa com a exemple del domini colonial, constitueix per a Marx i Engels un llast per la pròpia nació dominant, ni més ni menys que la ‘workshop of the world’, i per a la seva classe obrera –marcadament menys revolucionària-. D’altra banda, la classe obrera de la nació dominada centrarà el seus esforços vers la lluita nacional, emmascarant els conflictes de classe i no podrà avançar cap a l’emancipació social.

Aquestes idees sobre el socialisme i la qüestió nacional queden ben reflectides les reflexions de Connolly tant en els seus primers anys com en el període del seu ‘viratge revolucionari’ final. No obstant, aquesta visió clàssica de Marx i Engels parcialment formulada i contínuament renovada per les circumstàncies es veié condicionada, com explica Haupt, pel caràcter fragmentari del coneixement dels textos del autors i les publicacions existents en el període intersecular. Fet que provocà una revisió del marxisme, no només vers la qüestió nacional, alhora que la qüestió irlandesa quedà pràcticament arraconada57.

És en aquest moment, que apareixen dues principals corrents envers la qüestió nacional, curiosament encapçalades per dues de les nacions que centraren més l’atenció de Marx i Engels: Irlanda i Polònia, representades per James Connolly i Rosa Luxemburg. Es tractà de dues posicions d’entitat diametralment oposades en el si del moviment obrer internacional, i de diferenciada consideració en detriment del cas irlandès.

René Gallissót és un dels autors que millor recull aquesta polèmica58. Rosa 245 Luxemburg, al capdavant del SDKP, proposa un abandonament de les suposicions marxistes de la AIT sobre la desitjada independència polonesa. Per ella la lluita de la classe obrera s’ha de realitzar en el si del marc polític establert pels estats existents, ja que, per ella, el nacionalisme és una ideologia de classe aliena al moviment obrer. És llavors, en el si de l’emancipació social, el moment d’establir una autonomía (expressada en termes laxes i entorn a la qüestió cultural) per al cas polonès dins la república democràtica del virtual ex Imperi Tsarista.

Connolly, en canvi, representa l’opció més oposada al cas de Luxemburg. Per al socialista irlandès, l’alliberament social és pràcticament consubstancial a l’alliberament nacional. Queda expressat pels textos que recull l’autor que el seu nacionalisme va intrínsecament lligat a la qüestió social, que no es tracta d’un nacionalisme vacu en clau estrictament política.

Altrament Connolly elabora en aquests primers anys la seva estratègia política i evidencia la voluntat de contacte amb aquests nuclis nacionalistes d’esquerra. Es tracta de la petita burgesia irlandesa, els intel·lectuals i cercles literaris, en els què Connolly

56 Ídem, p.22 57 Ídem, p.13 58 GALLISSOT, René, ‘Nacionalismo y liberación nacional: de Rosa Luxemburg a James Connolly’ dins HOBSBAWM, Eric; HAUPT, George et alii (dirs.), Historia del Marxismo…Óp.cit., 1981, pp.178-188.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna veu un projecte modernitzador diferenciat de la gran burgesia possibilista irlandesa. Malgrat això, aquests ‘nacionalistes avançats’ els manca un caràcter revolucionari que Connolly observa en la classe obrera irlandesa –fruit també de la influència wobblie i l’experiència americana amb De Leon-.

Per últim, Gallissot exposa la particular idea del populisme en Connolly, més enllà de l’estricte obrerisme. Aquesta idea deriva de la contextualització del socialista irlandès en la línia dels postulats de Marx i Engels de la Primera Internacional sobre la qüestió nacional redimensionats en el si de la lluita anticolonial i de les idees socialistes dels moviments d’alliberament nacional en els processos descolonitzadors del segle vint. És per això que si bé a la llum dels nous esdeveniments polítics de la segona meitat del segle vint, l’obra de Connolly es fa susceptiblement més comprensible, no fou el cas en els moments de Connolly en vida, on la seva posició fou interpretada erròniament i conseqüentment aïllada pel moviment socialista internacional, més ocupats de les disputes centreeuropees, com el cas polonès.

6. James Connolly i el gènere biogràfic: el mirall de la historiografia irlandesa

L’impacte de Connolly dins el moviment socialista a partir de la controvèrsia de la seva participació en l’Easter Rising, així com les convulsions polítiques que visqué l’illa els anys immediatament posteriors (guerra anglo-irlandesa, partició i guerra civil) provocaren una ‘transformació post-mortem’ del personatge a partir del qual es pretenia reivindicar la seva figura i projecte polític (incomplet, pel devenir de les circumstàncies: s’havia aconseguit una independència política -escapçada per la qüestió del Ulster- però no una transformació social en paràmetres socialistes59).

Així doncs, Connolly es convertí en pocs anys en un ‘founding father of the Republic of Ireland, and the patron saint of Irish trade unionism’60. Fins i tot alguns autors han destacat que la canonització de Connolly en un dels herois i màrtirs per la 246 causa irlandesa, sacrificat en l’altar de l’opressió britànica, fou iniciat per Walter B. Yeats, el mateix any 1916 amb la publicació Easter, 1916. A partir d’aquest moment en endavant, Connolly és assimilat pel nacionalisme conservador de l’estat-nació irlandès, al què es rendeix homenatge separant la seva figura dels seus escrits i activitats polítiques prèvies a la Insurrecció de 1916, posat al servei de l’enaltiment dels valors de la burgesia irlandesa61.

La primera biografia realitzada per W.P. Ryan i Desmond Ryan, pare i fill – iniciada pel primer i finalitzada i publicada pel segon, el 1924- fou la inauguració del què els revisionistes han denominat la visió ortodoxa del personatge62. Aquesta

59 Moment en què les paraules de Connolly prengueren més projecció que mai: “If you remove the English army tomorrow and hoist the green flag over the Dublin Castle, unless you set about the organisation of the Socialist Republic your efforts would be in vain. (…) Nationalism without Socialism – without a reorganisation of society on the basis of a broader and more developed form of that common property which underlay the social stucture of Ancient Erin –is only national recreancy” (Shan Van Vocht, gener de 1897) dins RYAN, Desmond (ed), James Connolly. Collected Works, Dublín, New Books Publications, 1987 p.307. 60 LEVENSON, Samuel. A biography of James Connolly. Socialist, Patriot and Martyr, Londres, Quartet Books, 1977, p.17 61 GAYLE BACKUS, Margot, “More useful washed and dead: James Connolly, W. B. Yeats, and the sexual politics of ‘Easter, 1916’ ”, Interventions, 10:1, 2008, pp.67-85. 62 NEWSINGER, John, “Connolly and his biographers”,Óp. Cit. 1990, p.3.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna consisteix en analitzar, linealment la vida de Connolly en tant què Marxista, és a dir, que les accions protagonitzades pel socialista irlandès posseeixen una sòlida coherencia de les seves idees en la línia marxista, des de 1896 amb el ISRP fins a la seva mort el 1916, on les seves idees primerenques es posen en acció. No obstant, malgrat Ryan tingué una participació activa en el Easter Rising, i podia haver estat molt més condicionat pels esdeveniments (a més de no tenir accés a totes les fonts històriques de Connolly), és considerat una biografia més que útil encara (sobre tot pels no-ortodoxos), ja que l’autor es fa ressò d’una de les qüestions més explotades pels crítics posteriors: el canvi de Connolly en els últims anys de la seva vida per l’impacte de la Gran Guerra a l’illa, en què es sacrificaren moltes vides per l’aventura imperialista britànica. Això obre el gran interrogant: per què (Connolly participà en la insurrecció)?.

A partir d’aquest moment, sorgiren noves biografies –paral·lelament a altres publicacions: opuscles i pamflets de diverses organitzacions- però no fou fins 1961 que aparegué la biografia de Connolly, considerada la gran aportació històrica a la seva figura, amb una metodologia renovada als temps dels Ryan. Aquesta fou la de Desmond C. Greaves: The life and Times of James Connolly. Malgrat les seves interpretacions han estat renovades, la publicació d’aquest autor marxista britànic ha estat considerada la base per a ulteriors estudis.

Entre 1924 i 1961 aparegueren, en el si del gènere biogràfic, les publicacions de Nora Connolly O’Brien, Portrait of a Rebel Father (1935) o la de R.M. Fox, James Connolly. The forerunner (1946). La primera de les quals destaca per ser un relat biogràfic sense pretensions històriques, ja que es tracta del recull dels afers personals de Connolly i una espècie de retrat psicobiogràfic, sobre les seves emocions –no sobre la seva vida pública, cas que aquí ens ocupa-. La importància de l’obra de Greaves radica en l’esforç de recopilació de fonts sobre Connolly, així com realitzar un relat històric contextualitzat, fent honor al títol de l’obra (no només es tracta de la vida del personatge, sinó també del seu temps). Així doncs Greaves explica la trajectòria històrica 247 d’Edimburg –que explica l’elevada presència d’Irlandesos i la seva concentració en les capes socials més baixes de la ciutat-, com les diferents tendències dins els moviment obrer britànic –de la secció escocesa de la SDF (la SSF), el ILP o la Lliga Socialista de William Morris- sobre tot al voltant de la qüestió nacional. Com s’ha afirmat anteriorment, la perspectiva de Greaves representa la culminació de la visió ortodoxa del marxisme sobre James Connolly. No obstant, l’autor relaciona encertadament la concepció política de Connolly amb les postures tradicionals de Marx de la AIT sobre la qüestió nacional en la línia que s’ha explicat anteriorment en aquest text. Així doncs el Rising representa la culminació del seu pensament marxista. Les crítiques revisionistes a Greaves es centren en aquest aspecte, ja que si l’autor relaciona a Connolly amb les idees leninistes –un dels pocs que interpretà el Rising com a pas necessari per a la revolució proletària63-, els altres ho interpreten més en la línia de la teoria de les etapes estalinistes64.

63 La vindicació de Connolly es retardà fins al derrocament del tsarisme i el posterior triomf de la revolució d’octubre. En paraules de Lenin: “To imagine that a social revolution is conceivable without revolts of small nations in the Colonies and in Europe (…) is tantamount to repudiating social revolution (…) The misfortune of the Irish is that they rose prematurely, when the European revolt of the proletariat had not yet matured” dins JACKSON, T.A., Ireland Her Own: An outline History of the Irish Struggle for National Freedom and Independence, Londres, Lawrence and Wishart, 1976, pp.401-402. 64 NEWSINGER, John, “Connolly and his biographers”,Óp. Cit. 1990, p.5

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Segons Greaves, Connolly diferencià en la seva època tres tipus de socialisme –i això recordarà immediatament a la metàfora cromàtica que estableix Morgan per parlar del socialisme i la classe obrera irlandesa65-. El primer, el republicanisme socialista (green). El segon, el socialisme que rebutjava la qüestió nacional centrat a Belfast (orange). I el tercer, el socialisme dublinès que separava la qüestió nacional i el socialisme, que considerava que cada terme corresponia a una classe i a una etapa revolucionària, la primera a realitzar prèviament per la burgesia i la segona per la classe obrera (red). Aquest últim cas, és el que recorda més a l’actual marxisme revisionista, estrictament ortodox i més fidel a aquesta ‘teoria de les etapes’ que el propi Connolly66.

Posteriorment a Greaves, la temàtica biogràfica de Connolly va eclosionar en nombroses publicacions, que convertiren a Connolly en el personatge més biografiat de la història irlandesa, darrera de O’Connell, Parnell i De Valera67. La primera d’elles, la de Samuel Levenson, A Biography of James Connolly, Socialist, Patriot and Martyr (1973). L’aparició d’aquesta obra no és casual, ja que com assenyala W.K. Anderson, la mort de William O’Brien el 1968 –company de files de Connolly en diverses organitzacions- obrí un gran fons documental sobre el personatge fins llavors molt difícil de consultar pels recels d’ O’Brien a compartir tal documentació68. Les pretensions de Levenson a realitzar una síntesi de l’obra de Greaves, juntament amb l’oportunitat d’una renovació documental, culminen amb un seguiment estructural de l’obra de Greaves escapçant la contextualització històrica de l’obra d’aquest últim, sense suposar una renovació destacable. Abans de continuar però, cal fer esment a una precaució en l’obra d’aquest dos autors.

A falta de coneixement de totes les edicions sobre llur obra (pel seu difícil accés), les edicions comentades manquen d’un sistema de notació específic. Sense ànim de posar en entredit la professionalitat dels autors, això suposa un obstacle per a un ulterior redreçament a les fonts i establir relacions comparatives amb altres publicacions. Més enllà, el cas específic de Levenson constitueix un dubte raonable de desídia 248 metodològica. En la seva obra, a part de no posseir notes, la bibliografia comentada, és la bibliografia sobre Connolly –referint-se a l’existent- (els textos de Connolly, les quatre –literals- biografies comentades anteriorment, els papers llegats per O’Brein a la National Library of Ireland, i les cinc principals publicacions en forma d’article dels anys 1970-1973). L’única relació que proposa és dels títols més rellevants que versen sobre diverses personalitats que intervingueren en el Easter Rising o que versen sobre la rebel·lió en si69.

65 MORGAN, Austen, “Socialism in Ireland- Red, Green and Orange” dins MORGAN, Austen i PURDIE, Bob (eds.), Ireland divided nation, divided class, Óp. cit. 1980, pp.172-225. 66 Aquí es dóna la benvinguda al progrés britànic, motor d’una industrialització i generació d’una classe obrera industrial i una proletarització del camperolat en clau revolucionaria, que inaugurarà la tant desitjada revolució social. Ídem. pp.172-225. 67 NEWSINGER, John, “Connolly and his biographers”,Óp. Cit. 1990, p.1. 68 En un dels manuscrits d’Obrien apareix que Greaves estava “writing a book on Connolly and appealed to me for assistence twice but I have ignored him”, ANDERSON, W.K, James Connolly and Iirish Left, Dublin, Irish Academic Press, 1994, p.161. Fins i tot el propi Greaves en fa ressò en el prefaci de la seva obra: “efforts have in most cases proved helpful in extreme. The bulk of Connolly’s correspondence has not been available, but it is unlikely that its ultimate publication will materialy alter the conclusions drawn” (cursiva afegida) dins GREAVES, C.Desmond: The life and times…Óp.Cit. 1972, p.9. 69 “In the procss of discussing almost every issue and every important figure connected with the Easter Rising, the author, F.X.Martin, OSA, lists and analyses almost all relevant material published up to that time. The availability of this exhaustive study was one of the reasons which convinced me that only a brief bibliography was required, and that it should be contain only the most serious, relevant or recent works”

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Dins aquesta cronologia, també destaquen certes publicacions biogràfiques que es centraren en períodes concrets de la vida de Connolly. Com és el cas de Manus O’Riordan, Connolly in America (1971), Carl i Ann Barton Reeve, James Connolly and the United States (1978), Séan Cronin, Young Connolly (1978). Altrament els germans Owen i Ruth Dudley Edwards han explorat respectivament aspectes ideològics i biogràfics de l’autor en les obres James Connolly- The mind of an activist (1971) i James Connolly (1981). Tots ells, excepte O’Riordan, representants d’aquesta mateixa línia ortodoxa en la interpretació del socialista irlandès.

A partir d’aquesta relativa saturació de publicacions, aparegueren tres biografíes més, d’un relleu considerable i destacables en la mesura que representaven un allunyament i una renovació respecte la tradició anterior. En primer lloc, el marixsta revisionista Auster Morgan publicà, James Connolly: A political biography (1988). Aquesta ha estat la biografia que ha recopilat bona part d’aquesta interpretació de la vida de Connolly sota una perspectiva anti-Greavesiana. Per Morgan, en la línia de les seves publicacions posteriors, el socialisme i el nacionalisme foren dues ideologies independents que convisqueren amb Connolly amb una clara entitat. Mentre la primera dominà bona part de la seva vida, fou la segona que acabà tenint preeminència a partir de la desfeta de la classe obrera dublinesa amb el lock-out de 1913, i l’esclat de la Guerra70.

Altrament, l’obra recull les interpretacions de diversos autors que han revisat l’ortodòxia; com el marcat suport a Alemanya durant la Gran Guerra, superats els primers moments de neutralitat; o la participació en el Rising amb ple coneixement de la causa nacionalista, abraçant un republicanisme explícit i marginant la ideología socialista que havia dominat anteriorment en el seu projecte71. No obstant, no considera la Insurrecció de Pasqua de la mateixa manera que la visió revisionista dominant (‘un sacrifici de sang’), sinó que a través de les fonts, l’autor observa la confiança dels seus líders –almenys de Connolly, en els seus escrits- en un eventual triomf. 249

En un altre sentit, l’obra de Kieran Allen The Politics of James Connolly (1990) és un estudi particular que també s’allunya de part de les interpretacions ortodoxes però no en la línia revisionista clàssica, sinó que aquest professor de Sociologia de la University College of Dublin, analitza la carrera política de Connolly lligada a la seva vessant teòrica i producció literària. La tesi principal de l’autor, actiu membre del trotskista Socialist Workers Party (of Ireland), és la d’un Connolly definit com a socialista revolucionari que va prenent matisos a partir de la seva experiència vital a Irlanda, Estats Units o amb la Primera Guerra Mundial.

Val a dir que Allen reivindica la vessant internacionalista i anti-imperialista de l’autor, però reconeix certes simpaties que tingué Connolly vers Alemanya (que altres autors com Morgan han exagerat). Malgrat la seva visió pugui recordar a l’ortodòxia clàssica l’autor es fa ressò de les recents publicacions que han revisat la figura del personatge. Per una banda fa notar el to cada cop més nacionalista dels seus escrits en la seva etapa final i el carácter cada cop menys públic i de masses vers la classe obrera que militava en les seves organitzacions, sinó que va acabar adoptant el secretisme de la

(cursives afegides) dins LEVENSON, Óp. cit. 1977, p.338. 70 NEWSINGER, John, “Connolly and his biographers”, Óp. Cit. 1990, pp.7-8. 71 BOYCE, George i O’DAY, Alan, The Making of Modern Irish History: Revisionism, and the revisionist controversy. Londres, Routledge, 1997, p.169.

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IRB. D’altra banda, aquest viratge no queda explicat en forma de deliri excèntric sinó que es posa en context de la desfeta (i divisió) del moviment obrer en els anys previs i en l’oportunitat d’assestar un dur cop a l’imeprialisme britànic.

Per l’autor, l’estratègia de voluntat d’acció però sense la recerca de suports socials, explica parcialment la pèrdua del llegat polític de Connolly que ha tingut sobre la classe obrera en la Irlanda independent. Fet que facilità la posterior assumpció de Connolly com a símbol del nacionalisme conservador72. Anys més tard però, l’autor ha reconegut que el to entusiasta i polèmic de la seva biografia: “reflected the dark period of the 80’s”73.

Finalment, l’any 2005 aparegué l’obra biogràfica més voluminosa i ben documentada sobre James Connolly de la mà de Donal Nevin, James Connolly: ‘A full life’ (2005), secretari general del ITUC fins 1989. Es tracta d’una ingent recerca tant bibliogràfica com de consulta de fonts primàries de múltiples arxius (anglesos, escocesos, irlandesos, nord-americans, nord-irlandesos i francesos). L’intent de Nevin es el de realitzar una biografia integral del personatge fins a l’últim detall conegut possible. Això, si bé ens pot ajudar a revestir el relat històric d’una vessant psicològica i humanitzada, trenca –parcialment- amb la dinàmica interpretativa que pot oferir una publicació tant ben documentada.

Sorprenentment però, Nevin exposa la metodologia de la seva obra basada principalment en tres pilars documentals: la correspondència de Connolly, l’estudi del seu conjunt d’articles (dels què han sortit destacables edicions) i la biografia de C. Desmond Greaves de l’any 1961. Tal i com reconeix l’autor, la seva correspondència ajuda a dibuixar de forma més rica la seva personalitat i temperament, així com les seves relacions amb els seus companys de files.

Malgrat ésser una obra patrocinada pel Services Industrial Professional and 250 Technical Union (SIPTU) –continuador orgànic del ITGWU- i es pretengui canonitzar (definitivament?) a Connolly com una de les figures més remarcables de la història del segle vint irlandesa, el mèrit de Nevin rau en l’esforç sintetitzar les diverses interpretacions que ha suscitat l’autor entre les files ortodoxes i revisionistes –facilitat pel seu esforç de compilació bibliogràfica-. Tal i com assenyala Des Geraghty, General President del SIPTU, referint-se a un dels llasts més importants de la historiografía irlandesa: “[Connolly’s] views cannot be readily transposed into today’s world or used as an underring guide to modern struggles but his vision and his values remain remarkably relevant to our society”74.

Així doncs, Connolly apareix com a teòric socialista, escriptor prolífic, centrat en el progrés de la classe obrera, dins una lectura humanista75, així com un personatge pragmàtic (adaptat a les circumstàncies, majoritàriament insulars) allunyat dels

72 Aquest aspecte queda ampliat en la seva següent obra: ALLEN, Kieran, Fiana Fail and Irish Labour, Londres, Pluto Press, 1997. 73 La síntesi de les idees de Allen foren publicades en un pamflet del Socialist Worker’s Party l’any 2006 escrit per ell mateix l’any 2001. ALLEN, Kieran, James Connolly: Revolutionary Socialist, Dublín, Bookmarx, 2006. 74 GERAGHTY, Des: “Preface” dins NEVIN, Donal, James Connolly: ‘A full life’, Dublín, Gill & Macmillan, 2006, p.XVII. 75 Tal i com també recull FENNELL, Desmond, “The Humanism of James Connolly and George Russell” dins Heresy: the Battle of ideas in Modern Ireland, Belfast, Blackstaff Press, 1993, pp.52.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna dogmatismes i canviant (igual de canviant que el món en què visqué culminat per l’impacte de la Gran Guerra). Per tant, Nevin acepta sense traumes el què diversos autors revisionistes han assenyalat a mode de denuncia (l’excentricitat del personatge i les seves tendències proto-feixistes o bé, com a traïdor al socialisme veritable, segons la seva posició dins l’espectre polític al què pertanyen). Connolly esdevé: socialdemòcrata, revolucionari, sindicalista, sindicalista revolucionari i insurreccionalista, tenint com a rerefons el seu projecte progressista de la humanitat.

Com s’ha pogut observar, la succinta anàlisi de les biografies publicades sobre Connolly ofereix una dinàmica homòloga a les grans tendències historiogràfiques a Irlanda, tant a nivell general com en el marc de l’estudi del moviment obrer. Malauradament, en aquest espai no s’ha pogut donar cabuda a altres obres d’interès en la matèria, però seria injust obviar les publicacions de dos autors que han acabat realitzant una renovació més significativa de les tesis marxistes ortodoxes amb una metodologia rigorosa, acceptant part de les crítiques revisionistes i esbossant un Connolly complex i heterodox en la seva evolució.

Bernard Randsom és un dels autors que més s’ha dedicat a la configuració del pensament polític de Connolly en els seus anys formatius76. Per l’autor, la clau explicativa de Connolly rau en la seva teorització particular del marxisme denominada ‘Hibernicisation of Marxism’, una concessió terminològica adaptada de la noció maoista ‘Signification of Marxism’ –adaptació del marxisme a les realitats nacionals i culturals respectivament-.

La seva conceptualització inicial fou contínuament renovada amb les experiències del sindicalisme americà i posteriorment amb la crisi de 1914: la proposta de la Irish Home Rule pel govern Asquith –que proposava la partició de l’illa en termes etnico-religiosos-, la desfeta del sindicalisme irlandès després del lock-out i el corol·lari de l’esclat de la Gran Guerra. Això provoca l’evolució de Connolly cap a l’assumpció de 251 la força física com a única estratègia política viable.

La consideració de la filosofia marxista de Connolly com altament heterodoxa, admesa per l’autor, és posada en context de la problemàtica de l’ortodòixa marxista en tant què sistema en crisi. El canvi d’estratègia de Connolly el portaren cap a la Insurrecció de Pasqua, l’últim acte polític de Connolly concebut per Randsom en la línia leninista. Connolly llegí 1916 com l’intent més idoni per a l’esclat revolucionari – ja sigui com a mesura desesperada o com a decisió presa sota gran pressió-, el qual posseïa l’ideal socialista en el seu rerefons.

Per tant, la concepció de Connolly per Randsom no és el de la ‘teoria dels estadis’ soviètica, sinó la del lideratge revolucionari de la classe obrera a través de d’un partit reformista (ISRP), com a braç polític del sindicalisme revolucionari i finalment com a braç militar: és a dir, una concepció fàcilment comparable amb la noció bolxevic desenvolupava per Parvus i Trotski de la ‘Revolució Permanent’.

La segona i última obra de referència, correspon al professor de la universitat de Melbourne, d'origen escocès, W.K. Anderson. El seu llibre James Connolly and the Irish Left (1994) és una de les últimes i més rellevants publicacions sobre aquesta figura –al

76 RANDSOM, Bernard, James Connolly and the Scottish Left, Tèsi Doctoral, Edimburgh University, 1975.

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna marge de la recent biografia de Nevin de 2005-. Aquest exemplar però no pretén ésser una anàlisi biogràfica, sinó que es tracta d’un estudi ideològic del personatge en diverses temàtiques (el moviment sufragista femení, la religió, el sindicalisme, el socialismo i el nacionalisme, el partit revolucionari, la violència política, o el concepte de revolució), la seva posició al llarg de la seva carrera política (1896-1916), així com la influència en l’esquerra irlandesa en el període post-insurreccional.

Malgrat que les reflexions que realitza Anderson sobre el socialisme i el nacionalisme no són noves, sí que ho són diversos aspectes com l’anàlisi monogràfica de la qüestió religiosa (catòlica) en Connolly, o la consideració del personatge, en primer terme, com un revolucionari.

Així doncs, la participació de Connolly en l'aixecament de 1916 s'explica en termes d’absoluta coherència amb el seu programa socialista. No obstant, la interpretació que dóna l’autor sobre el fet és més que interessant en la mesura que no ho considera ni un sacrifici de sang ni una insurrecció militar amb possibilitats de triomf.

Per Anderson, el 1916 irlandès fou una rebel·lió quasi en termes poètics ('A terrible beauty', en paraules de W.B.Yeats). Un acte melodramàtic, militarment absurd en si mateix, però d’una entitat més enllà de la temporalitat. El Rising pren tota la seva rellevància temps després amb la càrrega ideològica que se li implanta des de diferents corrents polítiques.

Val a dir que Anderson qualifica de passada el Rising com una 'Workingman's Revolution' -pel nombrós component obrerista de la base dels rebels de 1916, no dels dirigents (l’anomenada revolució dels poetes)-. Però en aquest acte es destaca la voluntat de Connolly de no fer participar cap altra de les organitzacions que dirigia o amb què hi tenia relació. Aquest fet, juntament amb la fragmentària obra de l'autor i l’escassa reivindicació i visibilitat del projecte independent de l’obrera Irish Citizen Army 252 respecte els Irish Volunteers durant la Easter Week, provocaren una confusió i poca claredat en la direcció a prendre per la classe obrera irlandesa en el futur.

7. Valoracions finals i noves perspectives

A mode de balanç, s’ha pogut observar que, des de les diverses perspectives del debat revisionista-nacionalista, les qüestions més estudiades pels autors que han investigat a Connolly han estat; el seu projecte polític de socialisme i lluita per l’emancipació nacional; i l’argumentació sobre la seva participació en el Easter Rising.

Els primers en estudiar el seu projecte polític tampoc ho feren de forma innòcua, ja que s'emprà en gran mesura per reivindicar la tradició inacabada del pope del marxisme a Irlanda. La resposta revisionista anà encaminada a destacar els errors, les contradiccions i fins i tot l’excentricitat personal de Connolly. Si bé es cert que alguns aspectes menys 'agradables' per als marxistes ortodoxos s’obviaren per fer encaixar millor la seva anàlisi, els revisionistes oferiren en la seva investigació, al marge d’algun aspecte renovador, diverses mostres de rebuig personal cap al projecte del socialista irlandès. A més, es cometé repetidament l’error dels seus antitètics predecessors: la voluntat de ressaltar aspectes que encaixaven en la seva interpretació desmitificadora i obviar altres qüestions de rellevància del pensament de l’autor, és a dir, fer-lo encaixar

La historiografia irlandesa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS-2010 ISSN 1696-4403 Adrià Llacuna com a “fals” socialista –amb la presunció de concebre un socialisme veritable-77.

D’altra banda, un dels punts preferits per tots aquests autors és la Insurrecció de Pasqua de 1916: l’espurna de la revolució socialista per uns, i la gènesi de la violencia política del país inaugurada per un putschisme proto-feixista78, pels altres. Afortunadament, existeixen tot un conjunt de matisos i interpretacions acurades des d’ambdues bandes del debat que han acabat ubicant a Connolly en un context interpretatiu més clarificador: l’impacte de la Gran Guerra i la desfeta de la Segona Internacional jugaren un paper important per què Connolly s’aproximés estratègicament als grups nacionalistes de la petita burgesia revolucionària, executant aquesta rebel·lió en el moment que es cregué tenir més oportunitats de triomf -malgrat el seu fracàs real-.

Al marge d’un error estratègic o no, els postulats de Connolly no es contradiuen amb la seva decisió (ell no parla mai d’una revolució socialista per separat de la revolució nacional) ni tampoc es pot caure en la trampa del què els autors més crítics amb la seva figura han destacat: l’abandonament del socialisme vers la causa nacional, pura i simple. No es pot introduir el component històrica-ficció sense fer-hi esment, ja que tals afirmacions requeririen una verificació històrica posterior, és a dir: què feu Connolly al triomfar l’aixecament per afirmar que abandona el socialisme, o quina República sorgí el 1916?79. Com es tracta d’una suposició virtual a la vista dels fets no té sentit preguntar-s’ho, ja que la Història s’ocupa de l’anàlisi dels fets que succeïren al passat, no dels què podrien haver succeït.

Davant aquesta situació, no es pretén caure en el pessimisme. La historiografia irlandesa ha evolucionat de la mateixa manera que la d’altres països al llarg del segle vint, fomentant l’esperit crític i el qüestionament metodològic de les primeres obres produïdes sobre el tema, fent valer el principi de les Ciències Socials de considerar el saber acumulatiu i l’establiment de veritats provisionals sotmeses a crítica i constant revisió. És per això que s’han anat produint obres que posen èmfasi en aspectes concrets 253 de la temàtica, molt útils per a l’investigador alhora que es contemplen noves perspectives d’estudi, com per exemple el concepte internacionalisme en Connolly –una idea no tant feble com s’ha arribat a considerar80-.

77 Malgrat no s’hagi fet explícit esment, les publicacions marxistes revisionistes de la ja desapareguda B&ICO han continuat realtzant-se a mode de fulletons a través de l’Aubane History Society o l’editorial del partit Athol Books, amb figures com Brendan Clifford (fundador del partit) o les col·laboracions d’investigadors com Manus O’Riordan. CLIFFORD, Brendan, Ireland in the Great War. The Irish Insurrection of 1916 set in its context of the World War, Belfast, Athol Books, 1992; CLIFFORD, Brendan, Connolly and German Socialism, Belfast, Athol Books, 2004; O’RIORDAN, Manus, James Connolly Re-assessed: The Irish and European Context, Cork, Aubane History Society, 2006. 78 LLOYD, David, “Rethinking national marxism”, Interventions 5:3, 2003, p.349. 79 L’argument revisionista rau en comparar la república sorgida de la revolta política del 1918 i la constitució del Parlament Irlandès, amb el domini del Sinn Féin. Els membres del Dáil Eireann (Assamblea d’Irlanda), es declararen continuadors de la tasca inaugurada el 1916. Però els que triomfaren a partir de 1918 eren personalitats d’un substrat ideològic diferenciats dels de la proclama de 1916. Recordis la diversitat ideològica del Sinn Féin i la conflictivitat d’alguns dels seus membres amb la classe obrera. Tal com assenyalen: BERRESFORD ELLIS, P., A History of the Irish Working Class, Londres, Pluto, 1985, p.167-183; i GOLDRING, Maurice, “Luttes pour la liberté et guerre de classes” dins Irlande: Ideologie d’une revolution nationale, Paris, Editions Sociales, 1975, pp.101-121. 80 LLOYD, David, “Why read Connolly?”, Interventions, 10:1, 2008, p.118-123. El qüestionament sobre el seu internacionalisme queda posat en entredit des del primers dies després del Easter Rising pel propi moviment socialista europeu. Però tal com recull T.A. Jackson: “It was no mistery to the small group of militant Marxsists whom Connolly had helped to train. They had accepted Connolly’s doctrine that Internationalism is no the negation of Nationalism; and at least of all when the Nationalism is that of a

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Aquest s’ha d’entendre en el sentit etimològic de la paraula (entre-nacions). Molts autors han confós aquest terme amb altres com universalisme o cosmopolitisme vinculats a altres corrents de pensament. La idea rau en plantejar que el concepte internacionalista de Connolly és l’organització de la futura societat socialista a partir d’una base nacional, la lliure cooperació de nacions lliures. Sense negar l’evident lectura socialista del projecte de Connolly, es poden establir fàcils paral·lelismes amb el concepte federal de nacions de Rovira i Virgili –però en clau liberal democrática-, que poden derivar del mateix tronc comú del concepte federal d’inspiració mazziniana81.

Finalment, els estudis tradicionals de Connolly han estat recentment complementats per altres qüestions centrades, més enllà de la seva figura, en l’impacte socio-cultural de la seva ideologia i pensament polític, com el cas de Fintan Lane (dedicat a la ruptura del llenguatge polític que representa el ISRP i la difusió de les velles idees republicanes en clau socialista). Una línia que ha estat continuada per un conjunt de noves aportacions com les recents de la revista Interventions -que destaquen a 82 Connolly com a prototeòric de la lluita anti-colonial- o treballs universitaris com el de Nora Sholevin (2005) en el seu estudi monogràfic sobre el magazine mensual Shan Van Vocht, on escrigué habitualment Connolly83, un treball des de l’òptica de les ciències de la comunicació -especialitzat en comunicació política- que obre les portes a la possibilitat de realitzar els tant predicats i tant poc realitzats estudis interdisciplinars.

Aquesta breu aproximació a James Connolly pretén ser útil en la mesura que ajudi a comprendre la transmissió que s’ha fet, des d’aquesta ‘gran desconeguda’ illa del Nord d’Europa, d’una de les figures més complexes del panorama socialista europeu del període intersecular, i que tant poca entitat ha tingut en l’àmbit peninsular. Des d’aquí només destaquen; l’edició de l’obra Labour in Irish History en castellà o la petita obra amb pròleg d’Imma Tubella que consisteix en una recopilació d’articles que versen sobre Socialisme i Nacionalisme84; així com la recent obra de Joan Carles Ferrer i Pont sobre l’impacte de l’Easter Rising en els partits catalanistes i el moviment obrer85, 254 interessat en articular teòricament la qüestió de l’emancipació social juntament amb la nacional, instant en què –des d’aquí- James Connolly fou mirall homòleg (ni que sigui instrumental) per un determinat sector social.

subject people” dins JACKSON, T.A., Ireland Her Own: An outline History of the Irish Struggle for National Freedom and Independence, Londres, Lawrence and Wishart, 1976, p.401. 81 GUIDA, F., “Idea di nazione e questione della nazionalità nel pensiero di ”, Cuadernos de Historia Contemporania, nº 23, 2001, p.161-175; i MOLAS, Isidro, “Antoni Rovira i Virgili: nacionalisme català i federalisme” dins BALCELLS, A. (ed), El Pensament Polític Català. Del Segle XVIII a Mitjan Segle XX Edicions 62, Barcelona, 1988, pp. 283-295. 82 LLOYD, David: op. cit. 2003, p.345-370; o MORRIS, Catherine i THOMPSON, Spurgeon, “Postcolonial Connolly”, Interventions 10:1, 2008, pp.1-6. 83 SHOLEVIN, Nora, “Political Comunication in the Shan Van Vocht magazine, 1896-1899: An example of print culture, a media Project with action-value”, MA thesis, Dublín City University, 2005. 84 CONNOLLY, James, Socialisme i Nacionalisme, Barcelona, La Magrana, 1979; Ídem.: Las clases trabajadoras en la historia de Irlanda, Madrid, Alberto Corazón, 1974. 85 FERRER i PONT, Joan Carles, Nosaltres Sols. La revolta irlandesa a Catalunya, Barcelona, Abadia de Montserrat, 2007.

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Visions al voltant dels fets de la Setmana Tràgica a la Catalunya de 1909

Francisco de Paula (Universitat Autònoma de Barcelona)

Resum /Resumen /Abstract

Article que analitza breument diferents antecedents dels segle XIX i començament del segle XX que puguin explicar les arrels de la Setmana Tràgica, així com les diferents aportacions historiogràfiques clàssiques i més actuals al voltant d'aquest fet que l'any 1909 va celebrar el seu centenari. A més a més s'indica, a partir de l'anàlisi historiogràfic, certs aspectes que poden ser la base de futures investigacions.

Artículo que analiza brevemente diferentes antecedentes del siglo XIX y comienzos del siglo XX que puedan explicar las raíces de la Semana Trágica, así como las diferentes aportaciones historiográficas clásicas y más actuales en torno a este hecho que en 1909 celebró su centenario. Además se indica, a partir del análisis historiográfico, ciertos aspectos que pueden ser la base de futuras investigaciones.

The article analyses briefly the different previous situations of the XIX and begining of the XX centuries that could explain the origins of the Tragic Week. It deals with the different classical and contemporany historiografical contributions around those events which have celebrated their centenary. This contributions start from the historiografical analysis certain aspects that can be the base for future research.

Paraules clau /Palabras clave /Key Words

Setmana Tràgica, 1909, Anarquisme, Republicanisme, Revolta social, Ferrer i Guàrdia, Catalunya Semana Trágica, 1909, Anarquismo, Republicanismo, Revuelta social, Ferrer i Guàrdia, Cataluña Tragic Week, 1909, anarquism, republicanism, social revolt, Ferrer i Guàrdia, Catalonia 256

Antecedents Setmana Tràgica

Per entendre els motius que poden explicar, durant l'estiu de 1909, els diferents fets ocorreguts a Catalunya i coneguts, entre altres noms, com la Setmana Tràgica, hem de tenir presents certs antecedents i fets anteriors que poden explicar l'esclat social a Barcelona i gran part de Catalunya.

Per exemple podem veure antecedents en fets com la Revolta de l'estiu de 1835. Catalunya estava aleshores en un context d'enfrontaments entre carlistes i liberals. Els ambients més liberals i populars relacionaven, amb raó, l'Església amb el Carlisme, és a dir, amb l'Antic Règim. Ciutats com Barcelona o Reus des dels inicis del segle XIX havien sigut centres liberals actius, i en aquest context, a Reus, diferents milicians van ser assassinats per carlistes aquell estiu. Un dies després, en un acte en commemoració de l'aniversari d'Isabel II, a Barcelona (25 de juliol), durant una cursa de braus a “El Torín”, una plaça de llambordes i fusta al barri de la Barceloneta, amb capacitat per a 12.000 persones, construïda l'any 1834, va esclatar una revolta popular. Els braus eren una tradició molt estesa arreu de les zones de cultura llatina i, Barcelona, era una de les ciutats amb més seguiment social d'aquest espectacle. Sembla ser que la cursa no va ser gaire ben rebuda per part del públic, que, per altra banda, semblava que, a partir de les notícies de Reus, estava ja “calent”. D'aquest manera va iniciar-se un esclat social de

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández manera espontània, o això, almenys, es pot despendre a partir de l'antiga cançó popular que rememorava els fets, la coneguda com el “Dia de Sant Jaume”: Dia de Sant Jaume de l'any trenta-cinc, van fer una gran festa dintre del turín: van sortir un toros, van ser dolents i aquesta és la causa de cremar els convents1.

Els amotinats van fer destrosses a la mateixa plaça i voltants, després des de la Barceloneta van dirigir-se a les Rambles, en direcció del mar vers a la muntanya, cridant “El bou gros”, en referència al General Llauder, Capità General de Catalunya aleshores, i de “Visca la Llibertat!, Morin els frares!”. Durant aquell dia i posteriors a Barcelona i altres poblacions catalanes es van atacar i cremar convents i esglésies, uns símbols que socialment s'assimilaven a la reacció i l'obscurantisme.

El 5 d'agost de 1835 entrà el general Bassa a Barcelona, delegat d'en Llauder, amb l'objectiu d'eliminar la revolta social existent. L'Ajuntament, la Diputació, els prohoms de la ciutat i la Milícia Urbana van recolzar els objectius del general. Però l'entrada a Barcelona d'en Bassa encara va encendre més els ànims populars. Un grup de revoltats, en aquest context d'anomia, aconseguí arribar al despatx del general Bassa, sent ajusticiat a trets i passejat pels carrers com si fos un brau, a més a més de destrossar l'arxiu del despatx i fer servir part del paperam com a combustible per tal de cremar el seu cos. Aquella nit, el 6 d'agost, es cremà també la fàbrica Bonaplata, al carrer Tallers de la ciutat, coneguda popularment com “El Vapor” per ser la primera que feia ús d'aquesta tecnologia per moure les filadores. L'incipient moviment obrer, especialment al sector tèxtil, assimilava les noves tecnologies com a sinònim d'atur i misèria. La crema de la Bonaplata s'explica normalment com una mostra de ludisme autòcton. El 7 d'agost, però, el General Pastor entrà a Barcelona i ocupà la ciutat i reprimí la revolta social existent. El balanç per tal d'assegurar l'ordre va ser molt dur i finalitzà amb diversos afusellats.

La conflictivitat social, en tot cas, durant el segle XIX va ser sempre present, tant 257 a Barcelona com a la resta de nuclis urbans de Catalunya. Episodis com la crema de burots de 1842, o la revolta de La Jamancia de 1843, o els juliols de 1854-1855-1856, serien exemples d'episodis violents, bullangues i revoltes populars motivades per diferents fets i problemes estructurals, tals com l'encariment de la vida, exemplificat en la destrucció dels burots, el nom dels establiments on es cobraren els impopulars impostos de consums, o en el rebuig a les selfactines de la indústria tèxtil, que provocaven l'increment de l'atur i la misèria social entre la classe treballadora, i tot un seguit d'elements que configuraven una conflictivitat social molt elevada i amb esclats puntuals molt virulents coneguts com a bullangues.

En aquest sentit, durant el Sexenni Democràtic (1868-1874), la conflictivitat social, malgrat la democratització del Sistema, va continuar sent molt forta, especialment al voltant dels sectors republicans federals, del moviment obrer i dels internacionalistes que ja començaven a ser una força important a Catalunya. Per exemple destacaria la insurrecció fallida dels federalistes a les zones estatals d'influència tradicional d'aquest moviment, entre el setembre i l'octubre de 1869, en un context on el govern de Sagasta volia desarmar les milícies nacionals i es continuava incomplint les promeses de supressió dels consums o les quintes. L'Estat era dèbil, amb les arques sota mínims i amb guerres a Cuba i Puerto Rico, a més a més d'una conflictivitat endèmica sota els

1 DD.AA, La Barcelona Rebelde, Barcelona, Octaedro, 2004, p. 12.

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández paràmetres del carlisme que aleshores també optava per la via insurreccional. Per tant, era fins a cert punt lògic que els governs incomplissin les promeses d'eliminar els odiats impostos sobre els consums, que encarien els productes més bàsics, o les injustes quintes, que no eren altra cosa que un sistema de lleves per l'exèrcit, basat en sorteigs que mitjançant un taxa donava la possibilitat de no anar a files. Evidentment, aquesta taxa només estava a l'abast de les butxaques dels sectors socials benestants, fent a la pràctica que la gent més pobre fos qui realment anés a files. Després de la insurrecció fallida federal, a finals de març i inicis d'abril de 1870, a Catalunya i altres indrets es produí la coneguda com a Revolta contra les Quintes: a Vic, Sant Celoni, Sant Feliu de Llobregat, Gràcia, Sabadell, Martorell, Sants, Barcelona, Sant Andreu, Sant Martí de Provençals, entre un llarg nombre de poblacions, la revolta social contra les quintes va ser un fet. Aquesta revolta quedà plasmada en ocupacions d'Ajuntaments, crema de bombos dels sorteigs, de les llistes de les quintes i en diversos llocs es van fer repicar campanes en senyal de revolta. En aquest sentit, en l'imaginari col·lectiu popular, els fets de Gràcia seran els més recordats, sorgint així el mite de “La Campana de Gràcia”: unes 300 dones van ocupar l'Ajuntament i a la plaça fan fer una foguera on es cremaren mobles i registres, a més a més dels bombos i llistes de les quintes. La revolta es va estendre per la població durant dies alhora que resistia a les tropes de l'exèrcit. El mite afirma que la campana de la plaça de l'Ajuntament gracienc, actualment coneguda com a Rius i Taulet, tots els dies dels fets va estar sonant en senyal de revolta. Va ser un moviment amb una arrel espontània però durant la bullanga a Gràcia es va crear fins i tot una Junta Revolucionària. Sembla evident, per tant, que aquesta presa del carrer amb una forta virulència era un dels mitjans utilitzats per diferents sectors socials per tal de mostrar la seva disconformitat i enuig vers els poders establerts, creant-se, segurament, una consciència col·lectiva, amb matisos, de revolució republicana, compartida per sectors federals radicalitzats, internacionalistes i gran part del moviment obrer, i que era capaç de transformar un moviment espontani en quelcom més que una simple bullanga.

Tot plegat es veu que al segle XIX i inics del XX van existir tota una sèrie de fets 258 que, d'una manera o una altra, van anant configurant una realitat social conflictiva, la qual explicaria la virulència que van adquirir els fets a tot Catalunya durant l'estiu de 1909. L'odi a l'Església, com a símbol de la reacció, era un aspecte arrelat a la cultura progressista catalana, com també ho era la desafecció política i a l'Estat. Altres fets reforçarien aquesta interpretació, com serien els referents a l'anomenat terrorisme anarquista: des de mitjans dels anys 80 del segle XIX i fins mesos abans dels esdeveniment de la Setmana Tràgica, les bombes van ser el pa de cada dia de la realitat barcelonina, unes vegades de la mà de l'anarquisme més bel·ligerant, altres cops, segurament, de la mà estatal, com, per exemple, anys abans de l'esclat de 1909 amb el conegut com a cas Rull, directament connectat als cossos policials. Sobre el terrorisme anarquista un estudi recent destaca que aunque se imputó a la anarquía cada ruido en la ciudad, los agravios justamente esclarecidos o claramente reivindicados fueron escasos, acaso media docena, y no dudamos de que fueron muchos más los inspirados por la anarquía, pero estamos convencidos de que tres de cada cuatro páginas de la presente antología hablan de un chungón, un chivato o un policía2. En tot cas la repressió estatal derivada del terrorisme anarquista va ser molt dura i no només atacà als sectors més radicalitzats de l'ambient anàrquic, de fet es reprimí a tota persona polititzada, i no sempre, en els ambients del que avui dia es podria considerar com les esquerres. La repressió iniciada, per exemple, contra tot l'ambient progressista al voltant de la més que

2 DD.AA, La Barcelona de la dinamita, el plomo y el petróleo. 1884-1909, Barcelona, Grupo de Afinidad Quico Rivas, 2009, p.84.

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández sospitosa bomba del carrer de Canvis Nous el 1896, que desembocà en els coneguts processos de Montjuïc, seria un exemple clar d'un Estat que utilitzà el muntatge policial i la tortura com a eines d'actuació política. Tot plegat, més enllà de reactivar lluites socials al voltant, per exemple, de la campanya de revisió dels processos, deixà un pòsit social d'animadversió a les estructures estatals, i, per tant, la visió que el poble ras tenia del suposat terrorisme segurament no era la que habitualment personatges com Gil Maestre, Comín Colomer o Romero Maura, tots ells policies o amics de policies, o admiradors del govern Maura, han transmès i que, en certa manera, encara continuen tenint ressò en els ambients historiogràfics. Només cal pensar en estudis més o menys recents que segueixen en la mateixa línia, veient fins i tot alguns d'ells en l'anarquisme més dinamiter els antecedents de l'actual Al-Qaeda3.

En qualsevol cas, ja durant uns anys abans de l'esclat de 1909, la Vaga General del 17 de febrer de 1902, amb una forta participació d'anarquistes, tals com Anselmo Lorenzo, Teresa Claramunt o Lucrècia Domènech, ha de ser considerada com un dels antecedents més directes de la Setmana Tràgica. En tots aquest conflictes esmentats com a referents trobem formes d'actuació que també es trobaran als fets de 1909, des d'atacs a burots, conflictivitat obrera, anticlericalisme, passió pel foc o una important participació femenina. De fet el 1902 la participació femenina va ser força determinant en l'evolució dels fets que, com venia sent habitual, i això que predominaren les tàctiques no violentes, van ser reprimits brutalment: unes 500 persones detingudes, unes 300 ferides i unes 100 persones mortes. Desarticulant, de fet, el malmès moviment llibertari i obrer que tot just es recuperava dels estralls derivats dels processos de Montjuïc. Resumint, la Setmana Tràgica de Catalunya recollirà l'herència d'aquests fets anteriors, però la magnitud geogràfica o el sabotatge a gran escala de les vies de comunicació i telegràfiques donaven mostres de nous elements, més moderns, que es sumaven a tot el llegat de la cultura insurreccional del s.XIX.

El debat historiogràfic i possibles recerques futures 259

El passat 2009 va ser el centenari de la Setmana Tràgica i de l'afusellament de 5 persones, entre aquestes Francesc Ferrer i Guàrdia. Després de certs temps que no es feien estudis sobre la matèria, amb motiu del centenari, gran nombre de reedicions o de noves investigacions, tant en revistes o en llibres van aparèixer, fent que l'interès historiogràfic sobre la qüestió tornés a estar a l'ordre del dia.

Dins d'aquest context, als estudis històrics, amb motiu del centenari, noves tesis han aparegut. Una de les més interessants és la referida a la no centralitat del fenomen a la ciutat de Barcelona. Exemples clars serien l'edició del llibre dirigit per Antoni Moliner, La Setmana Tràgica de Catalunya4, on diferents articles, tals com el realitzat per la historiadora Gemma Rubí, destaquen que el fenomen va anar més enllà de Barcelona ciutat, i que tant a la resta de la província de Barcelona, en localitats com Sabadell o Manresa, van adquirir un fort grau de radicalitat, així com en la província de Girona i la resta de Catalunya. Altres estudis més locals segueixen la mateixa línia, tals com els de l'historiador Eduard Masjuan i Bracons sobre Sabadell5.

3 AVILÉS, Juan i HERRERÍN, Ángel, El nacimiento del terrorismo en occidente, Madrid, Siglo XXI, 2008. 4 MOLINER, Antoni (ed.), La Semana Trágica de Cataluña, Alella, Nabla ediciones, 2009. 5 MASJUAN, Eduard, “En el centenari de la Setmana Tràgica a Sabadell”, L'Avenç, nº extra 134 (juliol- agost 2009), pp. 8-10; o MASJUAN, Eduard, Medis obrers i innovació social a Sabadell (1900-1909),

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Aquests estudis posen de relleu que els esquemes historiogràfics fins fa poc només es centraven a Barcelona, possiblement per ser hereus de les primeres anàlisis immediatament posteriors als fets, tals com les de Leopoldo Bonafulla6, José Camposada7, Rodolfo Fierro Torres8 i un llarg etcètera que, en certa manera, van ser la base de interpretacions futures. Durant els anys posteriors ens trobaríem també veus que analitzaven el fenomen a partir de les seves memòries, tals com les d'en Pere Coromines, Cambó, o de militants de les files republicanes, obreristes o anarcosindicalistes, continuant, però, la tradició d'assimilar el fenomen com a eminentment barceloní i fins a cert punt com un esclat de rauxa sense cap direcció.

Durant l'època franquista les aportacions sobre la Setmana Tràgica van ser minoritàries i, normalment, tots els estudis es centraven, a l'igual que els primers, en Barcelona, assumint que la resta de fets a Catalunya eren anecdòtics. En aquest sentit el policia, periodista i historiador franquista, Eduardo Comín Colomer, fins i tot va fer la seva anàlisi dels fets9. No cal aventurar-se gaire en els seus fonaments, ja que darrera de tota la seva obra historiogràfica les seves bases són les de la permanent conspiració “judeo-roja-masónica” que perverteix a les classes productores i gent de bé. Més interessants durant l'època franquista destacaria, a mitjans dels '60, l'obra clàssica d'en Josep Benet10 que tractava el posicionament del poeta Joan Maragall, redactor aleshores en La Veu de Catalunya, al voltant dels fets de la Setmana Tràgica. També és força interessant i aguanta força bé els pas dels anys moltes de les aportacions de la Joan Conelly Ullman11 que, malgrat el rigor metodològic i les interessants aportacions, centrà el fenomen, igualment, a la ciutat de Barcelona. Després del treball de la Joan Conelly, l'interès historiogràfic va baixar, si exceptuem alguns estudis continuistes o que tracten el fets de la Setmana Tràgica com a part d'una obra més ampla, exemples d'això podrien ser les aportacions de Joan Bautista Culla12 o José Álvarez-Junco13.

De fet, la major part de les noves aportacions, moltes sorgides al voltant del centenari dels fets, exceptuant l'obra d'Antoni Moliner, les aportacions de l'Eduard 260 Masjuan, o les de Gemma Rubí, encara centren la major part dels fets a Barcelona. En aquest sentit aportacions des de la Història no academicista, tals com les memòries de l'anarcosindicalista i fundador de les FIJL de Manresa, Pedro Flores14 en referència a Manresa i la Catalunya central ja mostraven que els fets no només s'havien d'inscriure's a Barcelona. El futur de les investigacions han de tenir en compte que la Setmana Tràgica va ser un fenomen generalitzat arreu de Catalunya, que a poblacions com Sabadell, Granollers, Premià de Mar o Mataró es va proclamar fins i tot la República, amb un caire

Cerdanyola del Vallès, Universitat Autònoma de Barcelona. Servei de publicacions, 2006. 6 BONAFULLA, Leopoldo, La Revolución de Julio, Barcelona, Taberner, 1910. 7 COMAPOSADA, José, La Revolución de Barcelona, Barcelona, Eduardo Albacar, Biblioteca Acción, 1909. 8 FIERRO TORRES, Rodolfo, Nuestra Semana Negra: los salesianos en la última semana de Julio de 1909, Barcelona, Libreria Salesiana de Sarrià, 1909. 9 COMÍN COLOMER, Eduardo, La Semana Trágica de Barcelona, Madrid, Publicaciones Españolas, 1953. 10 BENET, Josep, Maragall i la setmana tràgica, Barcelona, Edicions 62, 2009. 11 ULLMAN, Joan Conelly, La Semana Trágica, estudio sobre las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España : 1898-1912, Barcelona, Ariel, 1972. 12 CULLA, Joan B., El republicanisme lerrouxista a Catalunya: 1901-1923, Barcelona, Curial, 1986. 13 ÁLVAREZ-JUNCO, José, El emperador del Paralelo. Lerroux y la demagogia populista, Madrid, Alianza Editorial, 1990 o també ÁLVAREZ-JUNCO, José, La ideología política del anarquismo español (1868-1910), Madrid, Siglo XXI, 1991. 14 FLORES, Pedro, Tipos Manresanos, Manresa, n.c., 1994.

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández plenament cantonal. A d'altres indrets, tals com Manresa, van existir enfrontaments i sabotatges a les vies de comunicació, a més a més de diferents edificis religiosos cremats, fets que d'una manera més o menys marcada es reproduïren en un nombre important de poblacions catalanes. En definitiva, sembla ser que Barcelona no va ser l'únic indret on la Setmana Tràgica va deixar el seu rastre.

Amb motiu del centenari, en Josep Termes afirmà en una entrevista a la revista Sàpiens que aquest tipus de fets només es dóna en zones urbanes industrials. Aquells fets no passen als pobles15. Si tenim en compte que normalment es pensava, en l'àmbit historiogràfic, que era un moviment bàsicament barceloní i ara veiem que no tant, segurament cal deixar de banda concepcions dogmàtiques i obrir una via d'investigació en poblacions urbanes petites i zones rurals. Aportacions com les de Pedro Flores indicarien que a la Catalunya central els incidents no només van ser presents a Manresa, també a poblacions com Fígols o Sant Vicenç de Castellet, entre altres poblacions de la zona. A més a més la historiadora Gemma Rubí constata que també en pobles petits, tals com Vallbona de l'Anoia, d'uns 800 habitants, els incidents de la Setmana Tràgica es van produir. Per tant, més de 100 anys després dels fets no sabem exactament l'abast real d'aquesta revolta social a la Catalunya de l'estiu de 1909.

Un altre debat historiogràfic gira entorn a si durant els fets de l'estiu de 1909 només es va atacar a l'Església o realment es va anar més enllà. En aquest sentit moltes vegades, a l'igual que sobre la centralitat de Barcelona, les interpretacions han tendit a afirmar que només es van atacar edificis religiosos. Però realment sembla ser que no només va ser això. Hem de pensar que darrera l'esclat, més enllà de la ràbia social acumulada per la situació de l'embarcament de tropes, existia un comitè de vaga que els dies previs va fer gires per diverses poblacions catalanes i fins i tot en la convocatòria de la mateixa vaga tenia previst l'ocupació de fàbriques, però la patronal va fer un lock- out16. En tot cas sembla entreveure's en els fets la barreja de components espontanis amb d'altres components més meditats. Va faltar, això sí, una direcció clara del moviment, 261 compensada en part per l'imaginari col·lectiu existent de revolució republicana, tal i com apuntaria en Pere Gabriel i Sirvent17. Cal tenir en compte, per altra banda, que gran part dels anarquistes eren partidaris de l'espontaneïtat de les lluites, el mateix Anselmo Lorenzo, l'històric internacionalista, afirmà sobre la Setmana Tràgica que estoy contento porque he visto al pueblo distanciado de sus directores y aun abandonado cobardemente por ellos, y sin embargo ha obrado con orientación revolucionaria18. L'anarquisme, en un sentit ampli, normalment creia en l'espontaneïtat del poble explotat, així que, per tant, hem de tenir presents que un dels principals actors, els i les anarquistes, com a mínim diferents sectors d'ells, creien en un moviment no dirigit, i per l'altra hem de pensar que aquest moviment va ultrapassar les expectatives dels seus teòrics dirigents. En aquest aspecte, segurament, els republicans van tenir por a un moviment amb tendència insurreccional i amb una possible deriva revolucionària que anava més enllà del seus esquemes de revolució estrictament republicana o federal, malgrat que en la major part dels indrets, la Revolució de caire republicà era la que es reivindicava. En aquest sentit també són interessants les reflexions de Gemma Rubí, destacant que el sentiment generalitzat a la societat catalana anterior als fets era de

15 TERMES, Josep, “Parla l'expert”, a Sàpiens, 79 (maig 2009), p. 28. 16 DD.AA, La Barcelona Rebelde, Barcelona, Octaedro, 2004, p. 24. 17 GABRIEL, Pere, “La Setmana Tràgica: una revolta política”, a L'Avenç, 348 (juliol/agost 2009), pp. 32- 41. 18 LORENZO, Anselmo, El Proletariado Militante, Madrid, Alianza editorial, 1974, p.20

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández desafecció a l'Estat, amb episodis com l'assalt del Cu-Cut! o la llei de jurisdiccions, i amb manifestacions organitzatives com Solidaritat Catalana, una coalició de nacionalistes, regionalistes, republicans i fins i tot carlistes, o Solidaritat Obrera, que recollia l'herència sindicalista de caire català, anarquista o sindicalista revolucionària. Tot plegat una societat que, de manera transversal, sentia una profunda desafecció a un Estat que, de fet, es manifestava per fets negatius, tals com els impostos de consums, reclutaments per a la guerra, repressió vers el obrers i tot un llarg etcètera. Per contra, l'Estat tampoc oferia gaires beneficis a la població.

Sobre els atacs a les esglésies i convents aquests caldria minimitzar-los, ja que es van atacar altres tipus d'edificis com comissaries, o es van sabotejar línies ferroviàries i telegràfiques, per tant, els objectius eclesiàstics no van ser els únics atacats i en l'estricte àmbit religiós es van atacar bàsicament convents i les pèrdues humanes físiques van ser molt minoritàries. En tot cas, hem de tenir en compte que el sentiment anticlerical estava molt enraigat en la cultura popular catalana dels ambients més progressistes (liberals radicals, federals, catalanistes federals, anarquistes, socialistes...), malgrat que de vegades s'afirma que el paper del lerrouxisme va ser clau. En aquest sentit Dolors Marín19 afirmaria que Lerroux enganyava a la massa popular amb els seus discursos incendiaris, però potser caldria distingir entre Lerroux i les seves bases, per una banda, i tenir present que si una cosa feia Lerroux en aquest sentit era demagògia: dir allò que el poble volia escoltar. El sentiment anticlerical ja existia abans de Lerroux, malgrat el paper fonamental que certs estudis han fet al voltant de la seva figura. No cal oblidar que a partir dels estudis de Joan B. Culla20 o d'aportacions com les de Joan-Lluís Marfany21, es pot despendre que el lerrouxisme, més enllà de la demagògia del seu líder Lerroux, tenia una base social que recollia gran part de la base i tradició del republicanisme del s.XIX. Reivindicaven la figura d'Anselm Clavé, utilitzaven sovint el català en la seva propaganda, el laïcisme i l'anticlericalisme eren pilars fonamentals del seu ideari, i un llarg etcètera que fa necessari veure el lerrouxisme amb un prisma més ampli. Per tant, les bases lerrouxistes s'haurien de diferenciar de la cúpula dirigent del partit. A la 262 bullanga de l'estiu de 1835 es van cremar també edificis religiosos, l'odi social vers a l'Església era molt fort durant tot el segle XIX, i no existia cap Lerroux fins a finals de segle, el que sí que podem afirmar és que aquell pòsit cultural anticlerical el va fer servir Lerroux per tal de fer demagògia barata per les seves ànsies de protagonisme i que, segurament, va atiar encara més l'anticlericalisme en un context, igualment, força propens a aquest tipus de propaganda. Però tampoc s'ha d'oblidar, tal i com remarca Gemma Rubí, que el sentiment de fons era de rebuig a l'Estat i que la institució eclesiàstica en la qual aquell (l'Estat) es recolzava en les funcions assistencials, educatives i benefactores22. Per tant, l'atac a l'Església també es podria entendre com un atac indirecte a l'Estat.

Altra debat historiogràfic gira al voltant de la importància del fets, si va ser una revolució avortada o bé un mer esclat similar a les bullangues del segle XIX. Hem de pensar que poc temps després ja existia una gran documentació primària, per part de periòdics, arxius judicials i policials, com per part de d'anàlisis, memòries i dietaris

19 MARÍN, Dolors, La Semana Trágica, Barcelona, La esfera de los libros, 2009 20 CULLA, JOAN B., El republicanisme lerrouxista a Catalunya: 1901-1923, Barcelona, Curial, 1986. 21 MARFANY, Joan-Lluis, “Catalanistes i lerrouxistes”, a Recerques: història / economia / cultura, 29 (1994), pp. 41-60 22 RUBÍ, Gemma, La Setmana Tràgica: revolta popular o revolta política contra l'Estat, Apunts conferència, 2009, p.6

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández sobre els fets. Ja des dels inicis es pot apreciar que era un tema que creava interpretacions molt diverses lligades a la ideologia dels autors. En aquest sentit s'ha estudiat molt bé el discurs heterodox de Joan Maragall dins de la publicació “La Veu de Catalunya”, la qual va fer una campanya molt dura en contra dels incriminats23. També existeixen altres fonts primàries, en aquest cas fotogràfiques, com les que es poden veure a la secció fotogràfica de l'Arxiu Històric de Barcelona, però cal tenir en compte que les fotos del moment normalment van ser fetes per part de la burgesia i sectors benestants, per tant s'han d'interpretar amb els condicionants de rebuig o paternalisme clàssic dels sectors benestants, i segurament la visió de destrucció sense sentit va ser la predominant a partir d'aquestes fonts, minimitzant, en certa manera, la importància dels fets. En aquests sentit els i les historiadores hem de pensar que les mateixes fonts, tant de primàries com les investigacions històriques posteriors, tenen un fort component ideològic, i que aquest component farà veure els fets com una revolució o com un mer esclat sense sentit. La deformació ideològica és un factor a tenir en compte en totes les investigacions. Als anys 60 i 70, tal i com he comentat anteriorment, destacaren les obres d'autors com Josep Benet sobre Maragall i la Setmana Tràgica, o la genèrica de Joan Connelly Ullman, una gran obra de referència, però centrada bàsicament a Barcelona i que entre les seves tesis afirmaria que l'incendiarisme va impedir que la revolta pogués ser una Revolució. Posteriorment aparegueren aportacions més revisionistes per part de Joan B. Culla, que afirmarà que va ser una revolta provocada per la desafecció vers a una Església que justificava l'ordre establert molt jerarquitzat, o d'en José Álvarez Junco, el qual en els seus estudis sobre el lerrouxisme afirmaria que l'anticlericalisme va ser la clau per entendre el fenomen, malgrat que sustenta la tesi que bàsicament es van atacar edificis religiosos. Amb motiu del centenari dels fets diversos estudis s'han tornat a editar, han sorgit de nous i un gran nombre de novel·les han aparegut al mercat. En aquest sentit és interessant les aportacions de Dolors Marín24, on analitza des d'una perspectiva molt esquerrana i fins i tot filo-llibertària els incidents. Analitza la Setmana Tràgica com una revolta popular que es desenvolupà a Barcelona i en d'altres indrets de Catalunya, malgrat que finalment es centra bàsicament a Barcelona. 263 A més a més situa un escenari d'enfrontament entre elits socials i sectors obrers i de classes mitjanes progressistes. Aquesta interpretació ha sigut criticada pel seu caràcter reduccionista, en el sentit de presentar-ho com un episodi de “lluita de classes”25. Personalment penso que tant l'atac a l'Església, com a estructures i infraestructures estatals, o la mateixa consciència de voler realitzar una revolució republicana, ja fos com a finalitat, en una part del moviment, o com el primer pas per a una Revolució Social, per part dels sectors més radicals i de perfil més llibertari, ens mostra que darrera de la Setmana Tràgica existia quelcom més que una bullanga amb la voluntat d'incidir en la política des del carrer, existia un ideal revolucionari, potser ambigu i poc definit, però revolucionari al cap i a la fi. En aquest sentit el que no es pot fer és traslladar el pensament de pau i diàleg social de l'actual postmodernitat i afirmar que no va ser una lluita social o de classe, possiblement, pel senzill fet que avui dia és un tema que no està de moda. Aleshores la cultura política era molt diferent a l'actual en molts aspectes, i un d'aquests era que gran part dels ambients polititzats sentien que estaven immersos en una lluita de classes. La Setmana Tràgica així ho va ser. Com ho demostraria, fins i tot, la posterior campanya espanyolista i colonialista per part d'unes classes dirigents catalanes

23 QUINTANA, Lluís, “L'amor de la ciutat nova. Joan Maragall i la Setmana Tràgica a La Veu de Catalunya”, a L'Avenç, 348 (juliol/agost 2009), pp. 42-45. 24 MARÍN, Dolors, La Semana Trágica, Barcelona, La Esfera de los Libros, 2009. 25 BARNOSELL, Genís, “La Setmana Tràgica: a la recerca de culpables”, a L'Avenç, 348 (juliol/agost 2009), pp. 54-56.

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández que van veure amb por els sentiments antimilitaristes que conduïen a la societat catalana vers, tal com remarcaria Gemma Rubí en els seus estudis, a plantejaments antiestatistes o antisistemes.

Altra aspecte d'interès historiogràfic al voltant dels fets ha sigut el grau de participació femenina, si aquesta va ser alta o baixa. Les interpretacions més clàssiques afirmarien que els primers dies de la revolta el paper de les dones en els incidents va ser força important, per després donar major protagonisme als homes, bàsicament joves. En aquest sentit hem de pensar que en els estudis històrics el paper de les dones, en un context, encara avui dia, de cultura patriarcal dominant, ha sigut menystingut o, en tot cas, relacionat sota els paràmetres de dones com a símbol de maternitat, pau, concòrdia, i tot un llarg llistat d'essencialismes. Estudis com els de Gemma Rubí o el de Dolors Marín, així com articles i reflexions des d'ambients més militants de l'anarquisme actual26, remarquen que el paper de les dones va ser molt important i que, de fet, en nombrosos conflictes van ser un del motors principals de gran part dels esdeveniments, tals com la construcció de barricades, manifestacions, presa d'edificis, i un llarg etcètera que, de fet, en altres conflictes anteriors, també va tenir un fort protagonisme femení, tals com la vaga de 1902 o la Revolta contra les Quintes de 1870. En tot cas en l'àmbit historiogràfic manquen encara estudis més detallats, amb dades qualitatives i quantitatives per tal d'esbrinar el paper real de les dones, en un sentit estricte, i la composició real de la gent que participà en els fets. Ara mateix sembla que les dones i els joves van ser els principals actors dels fets, però encara és un aspecte que cal incidir més.

Seguint el fil dels debats historiogràfics, un dels més habituals seria el que intenta esbrinar si va ser un moviment irracional sense direcció o no. Segons la opinió d'en Josep Termes seria una explosió de follia col·lectiva i d'anticlericalisme que només es dóna en zones urbanes (...) un brot d'odi sense cap línia política i sense cap direcció27. Aquests tipus de plantejaments trencarien amb els esquemes aportats per 264 historiadors com Pere Gabriel que veu, en aquest sentit, un dels últims episodis, o potser l'últim, de l'imaginari col·lectiu d'una revolució de caire republicà, compartit tant per anarquistes, com republicans o gran part del moviment obrer. Per tant, la manca de direcció aparentment política del moviment no significaria en cap cas un moviment sense direcció clara. També cal pensar que des de posicionaments anarquistes, tal i com he comentat anteriorment, es creia en l'espontaneïtat dels processos revolucionaris. A més a més la teoria anàrquica i fins i tot la tradició republicana popular creia que en aquest tipus de situacions, el paper agitador dels grups i individualitats podien ser eficaços per tal de transformar un moviment insurreccional en revolucionari. A més a més estudis no tan centralistes en referència a Barcelona indiquen que tant a Sabadell com en d'altres poblacions, tals com Granollers, es va proclamar la República, aspectes que reforçarien, per una banda, un cert caràcter espontani del moviment, però que alhora era capaç, gràcies a la cultura política existent, de fer possible una revolució de caire republicà radical semblant, per posar un exemple, a la revolució cantonal de 1873. En tot cas, sí que caldria destacar la feblesa del diferents sectors republicans o les diferències existents dins de l'anarquisme d'aleshores, per tal d'explicar que fos un moviment sense una direcció clara, però això no vol dir que fos una follia col·lectiva, ja que darrera d'aquestes afirmacions sembla que s'amaguin més aviat prejudicis morals i ideològics

26 ANÒNIM, “La Setmana Tràgica, les dones i més enllà”, a Antisistema, periòdic anàrquic, 27 (agost- setembre 2009), p.12-13. 27 TERMES, Josep, “Parla l'expert”, a Sàpiens, 79 (maig 2009), p. 28.

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández que no pas anàlisis històriques amb un mínim de metodologia. En tot cas, possiblement, cal pensar que el procés revolucionari no va tenir èxit, segurament, davant l'aïllament del moviment dins del territori català. Hem de recordar que des dels mitjans propagandístics espanyols dominants d'aleshores, seguint els criteris del govern, es va descriure la Setmana Tràgica com un moviment separatista, aspecte que en certa manera va aïllar-ho de la resta de l'Estat. Sobre aquest sentit, igualment, considero important veure realment quin va ser el grau de solidaritat en el marc estatal espanyol, ja que seguint alguns paràmetres del llibre El Hilo Negro Vasco28, centrat en l'estudi de l'anarquisme de finals del s.XIX i inicis del XX al País Basc, afirma que durant els fets a Catalunya es van produir diferents incidents, vagues i accions solidàries en aquella zona. En tot cas seria també destacat analitzar el paper del PSOE i la UGT durant aquests fets, ja que van promoure una vaga estatal per a inicis d'agost i a Catalunya, malgrat formar part de la comissió de vaga, no van destacar gaire tampoc en el recolzament del moviment. La pregunta seria si l'aïllament només va derivar per les manifestacions governamentals recollides per la premsa o bé també va ser important el paper de diferents forces polítiques estatals que a Catalunya no tenien gaire pes davant el creixement de sectors republicans nacionalistes, anarquistes i, especialment, dels vinculats a Solidaritat Obrera (fundada el 1907).

Finalment un debat molt important i que, de fet, seria potser un tema fins i tot amb un perfil més propi, giraria al voltant de la figura de Francesc Ferrer i Guàrdia, i si va ser culpable o innocent dels fets pels quals va ser condemnat a mort. La major part dels estudis remarquen que Ferrer i Guàrdia va ser un cap de turc de tot el moviment, especialment pel seu suport a les escoles de caràcter racionalista front a l'ensenyament religiós. També es remarca la seva vinculació en conspiracions antimonàrquiques o en l'atemptat de Mateu Morral contra el rei. En aquest sentit, de fet, les visions sobre Ferrer i el seu grau d'innocència o culpabilitat, normalment varien segons els paràmetres ideològics de la persona que realitza la investigació, fent de Ferrer un màrtir o el culpable de tot plegat. Ramon Corts, clergue i director de la catòlica Biblioteca Balmes 265 de Barcelona29, afirmaria que, en certa manera, Ferrer i Guàrdia, segons els papers de l'Arxiu Secret del Vaticà, sí que va estar directament relacionat en els fets. A més a més es comenta que l'Església va demanar l'indult per a Ferrer i Guàrdia, com a mostra de que no era pas una institució completament malvada, tal i com certs anàlisis en podien fer. En tot cas, també remarca que aquest indult es va demanar quan ell ja va ser executat. A més a més s'insereix la idea de que els fets van servir per virar el discurs eclesiàstic i mostrar-se més sensible a les desigualtats socials. De nou el condicionament ideològic està al darrera dels posicionaments sobre la Setmana Tràgica. En aquest sentit no deixa de ser simptomàtic el perfil de l'investigador i que l'editorial sigui “Publicacions de l'Abadia de Montserrat”, o que l'arxiu no sigui consultable per tothom i que l'obra, més enllà de l'interès real sobre el posicionament de l'Església, cerqui treure culpabilitat a l'Església en la repressió posterior dels fets, intentant maquillar el fet real de l'integrisme reaccionari de gran part de l'Església i els seus seguidors, amb figures a Catalunya com Sardà i Salvany a Sabadell, autor del famós llibre “El liberalismo es pecado”, reivindicat no només per sectors integristes, també per part del catalanisme més conservador, seguint en aquest cas les tesis d'en Santi Vila i Vicente30. En tot cas no

28 VELASCO NÚÑEZ, Alfredo, El Hilo Negro Vasco, anarquismo y anarcosindicalismo en el País Basco (1870-1936), Bilbao, Gatazka-DDT, 2009. 29 CORTS, Ramón, La Setmana Tràgica (1909) i l'Arxiu Secret Vaticà, Barcelona, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 2009. 30 VILA I VICENTE, SANTI, “De Torras i Bages a Pujol, o la deconstrucción de un sustrato integrista

Visions al voltant dels fets http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 DEBATS 2010 ISSN 1696-4403 Francisco de Paula Fernández cal oblidar la propaganda d'extrema dreta que des de l'Església es realitzava abans, durant i després de la Setmana Tràgica, una propaganda integrista que a Catalunya i arreu de l'Estat era força comuna des dels ambients catòlics, sobre l'any 1900, per exemple, el bisbe de Palencia al Senat afirmà que nosotros no queremos que se concedan derechos iguales a la verdad y al error, a la virtud y al vicio, porque, siguiendo este camino, la sociedad y los pueblos se precipitarán por la pendiente del libertinaje31, o el bisbe de Vic, sobre l'any 1900, igualment afirmà que el ideal sublime de la Iglesia que hasta el fin de los días marcará el ápice de la perfección social y encerrará la clave para solucionar los conflictos que ocurren, creemos que debe de formularse en los siguientes términos: toda superioridad o excelencia que en la sociedad obtengan unos hombres sobre otros, les es otorgado por Dios primariamente para que aproveche a los inferior32.

En tot cas, sobre Ferrer i Guàrdia, encara no està tot completament resolt, malgrat que la major part del estudis coincideixen en afirmar que va ser un cap de turc. En aquest sentit trobo interessant reflexions com les d'en Francisco Madrid33, quan afirma que Ferrer i Guàrdia, més enllà del seu posicionament potenciador de les escoles racionalistes, també era un objectiu clar pel seu recolzament a projectes revolucionaris que s'estaven implantant al territori com tots aquells vinculats a les idees de la Vaga General Revolucionària (sindicalisme revolucionari i anarcosindicalisme) i en expressions pràctiques com Solidaritat Obrera que, finalment, esdevindrà en la futura CNT, la qual aquest 2010 celebra el seu centenari.

Finalment, sobre la repressió, a partir de les anàlisis de Gemma Rubí, veiem que més enllà de la repressió vers a Ferrer i Guàrdia, la repressió va ser generalitzada vers el moviment obrer i el republicanisme, especialment el de caire nacionalista34.

Sobre els condemnats a mort, un va ser Josep Miquel Baró, conserge de l'Ajuntament de Sant Andreu de Palomar, era militant del Centre Nacionalista 266 Republicà. Si Ferrer i Guàrdia era el cap de turc del moviment anarquista i obrer, pel seu suport a Solidaritat Obrera, Baró fou el cap de turc d'aquest ambient polític nacionalista i republicà. Un altre va ser un deficient mental, carboner de professió, potser, fins i tot, un personatge insignificant per a ser reprimit, però tot un símbol contra els atacs anticlericals, ja que va ser acusat de ballar amb rauxa i alegria amb els cadàvers de les monges de les Jerònimes. Altre va ser Antoni Malet, carreter de Sant Adrià, acusat de passar oli sense pagar l''impost de consums. Una persona qualsevol i sense filiació política coneguda, amb un sumari de pandereta de poc més de 5 fulls, i que va ser el símbol de tot aquell poble adepte al foc. Finalment, altre va ser Eugenio del Hoyo, un guàrdia de seguretat que va confraternitzar amb els fets. Una víctima símbol per a totes aquelles forces de l'ordre que per passivitat o per simpaties, van arribar fins i tot a confraternitzar amb la causa insurrecta.

común en Catalunya”, a Historia y Política, 14 (2005), p. 85-118 31 DD.AA, La Barcelona de la dinamita, el plomo y el petróleo. 1884-1909, Barcelona, Grupo de Afinidad Quico Rivas, 2009, p.134. 32 DD.AA, La Barcelona de la dinamita, el plomo y el petróleo. 1884-1909, Barcelona, Grupo de Afinidad Quico Rivas, 2009, p.138. 33 MADRID, Francisco, “La cultura anarquista en los albores del siglo XX”, a Germinal, nº2 (octubre 2006), pp. 3-13. 34 RUBÍ, Gemma, “Catalunya, juliol de 1909. La Història d'una desafecció”, a: Revista de Catalunya, 253 (setembre 2009).

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RESSENYES

Moliner Prada, Antoni (ed.), La Semana Trágica de Cataluña. Nabla Ediciones, Barcelona, 2009, 303pp.

Per Josep Lluís Martin i Berbois (Universitat Autònoma de Barcelona)

Fa quasi tres anys que el professor d’Història Contemporània de la Universitat Autònoma de Barcelona Antoni Moliner edità, en aquesta mateixa editorial, un llibre conjunt sobre el període prou conegut per a ell: de la guerra del francès o de la independència. En aquesta ocasió, però, Moliner ha comptat amb un conjunt de professors de la Universidad de Cantabria i de la mencionada UAB, així com amb investigadors, per analitzar les causes, els esdeveniments i les conseqüències de la Setmana Tràgica a Catalunya.

Aprofitant el centenari dels tràgics successos, aquest llibre tracta diferents aspectes d’un dels fets més rellevants de la història de Catalunya. Entre el 26 de juliol i l’1 d’agost de 1909 s’inicià una important revolta popular per protestar, entre d’altres aspectes, contra l’embarcament de tropes militars cap a Melilla al port de la ciutat 271 comtal a causa del conflicte bèl·lic que s’havia iniciat a la mencionada ciutat. El tema de les causes militars i la política colonial, on destaquen les evidents desavinences entre els polítics i els militars des d’abans de l’inici del conflicte, és tractat de manera detallada en el capítol realitzat per Joan Serrallonga.

El dissentiment entre la gent s’anà generalitzant amb el pas de les hores fins que arribà a unes dimensions exacerbades, com entre d’altres, la crema de diverses esglésies, convents, col·legis religiosos i centres benèfics. Respecte a aquest anticlericalisme l’article de Manuel Suárez realitza un repàs general d’aquesta actitud a l’Espanya de la darreria del segle XIX i inicis del XX.

El conflicte polític i bèl·lic no només es concentrà a Barcelona, sinó que s’estengué a d’altres ciutats i poblacions catalanes com Badalona, Sabadell, Vilanova, Manresa, Igualada, Mataró, Arenys de Mar, Palamós, Sant Feliu de Guíxols, Calonge, Cassà de la Selva, Granollers, Vic, Sant Feliu del Llobregat, Sant Adrià del Besòs, Anglès, Sant Vicenç de Castellet o Vilafranca del Penedès. L’arribada de les notícies del que estava succeint a la ciutat comtal a d’altres poblacions comportà reaccions iguals o desiguals del que estava passant a Barcelona. Aquesta diversitat d’actituds, depenent de diferents factors, és tractada en el llibre per Gemma Rubí.

Després d’una setmana d’enfrontaments armats on moriren quasi un centenar de

La Semana Trágica de Cataluña http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 RESSENYES-2010 ISSN 1696-4403 Josep Ll Martin i Berbois persones i un nombre similar de ferits s’inicià la recerca dels culpables del que acabava de transcórrer. La repressió feu acte de presència ràpidament de forma desmesurada. Tal i com esmenta Jordi Pomés, des d’un inici es culpabilitzà als membres del Partit Republicà Radical i a la gent provinent de poblacions espanyoles com a principals responsables del terrible desgavell popular. Els “lerrouxistes” tenien una gran importància electoral des de les eleccions municipals del 1903, tot i que el 1910 també aconseguiren uns bons resultats.

Un dels sectors que va demanar que es castiguessin als autors dels fets fou el de les classes benestants. És conegut l’article que havia de publicar el poeta i escriptor Joan Maragall a La Veu de Catalunya i que fou censurat pel líder de la Lliga Regionalista Enric Prat de la Riba. No obstant, Soledad Bengoechea ens mostra l’actitud de la patronal dia per dia, l’activitat del sometent i la repressió. Segons les dades oficials, es detingueren 2.000 persones i s’obriren 739 causes per la jurisdicció de guerra amb 1.725 processos. Respecte a aquests darrers, es produïren cinc penes de mort (una d’elles Francesc Ferrer i Guàrdia).

Pere Solà analitza el paper i la responsabilitat de Ferrer i Guàrdia en els fets. Aquest coneixia perfectament el que estava succeint a Barcelona i en algunes poblacions i fins el 28 de juliol era partidari de participar pel triomf de la revolta. Malgrat que Francesc Ferrer no participà dels esdeveniments, la premsa conservadora inicià una aferrissada acusació per tal d’implicar-lo en aquests. La pressió exercida des de diferents sectors de la societat provocà que Ferrer Guàrdia fos condemnat, en un procés ple d’irregularitats, a la pena de mort. Tot i la demanda de perdó per part d’una part de la societat i la premsa, la suplica no fou concedida.

El volum finalitza amb dos interessants articles sobre temes que no acostumen a ser tractats en volums especialitzats. Francesc Espinet i Ramon Alquezar tracten els mencionats fets des de la perspectiva del cinema (sobretot amb el film La ciutat 272 cremada) i de la premsa gràfica (fotografies, publicacions humorístiques, dibuixos, reportatges fotogràfics, les cròniques de l’època, memòries de personatges rellevants i la literatura de creació amb notables escriptors, entre molts d’altres, com Pla, Carner o Rusiñol).

El llibre compleix amb escreix la finalitat d’apropar al lector a aquest aspecte tan rellevant a la història de Catalunya i que durant força anys ha quedat una mica oblidat. Tanmateix aporta noves dades i enceta noves hipòtesis i propostes per a properes recerques en un futur no tan llunyà.

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Gaziel, En las trincheras . El reportero que mejor narró la primera Guerra Mundial. Editorial Diéresi, Barcelona, 2009, 382pp

Per Antonio Marco Greco (Universitat Autònoma de Barcelona)

La literatura absoluta no existe, los textos son siempre una aproximación. La capacidad de acercarse nunca es satisfactoria y la escala de esta aproximación es la escala del talento. La selección de las cosas depende exclusivamente de la intuición, el talento y de los principios éticos. En ese sentido, la literatura es sin duda rica de escenas y descripciones que parecen acercarse a una idea inaccesible. Pero cualquiera que haya hecho la guerra, o la haya vivido, sabe en realidad que no se puede describir. Gaziel1, el autor de estos reportajes y crónicas seleccionadas2, no se aparta de esa clara conciencia. Los fotogramas textuales que él ha decidido custodiar en su obra son solo un débil latido de la realidad guerrera de la Gran Guerra. Gaziel admite que los reporteros son nada más que simples y regocijados turistas, los únicos dignos y capaces de transmitir una imagen de la guerra son los soldados. Ciertas admisiones pueden desalentar a algunos lectores exigentes que esperan encontrar el delirio de los combates. Nosotros aseguramos que a lo largo de la lectura no nos hemos desanimado, en ciertos tiempos duros y difíciles escribir no debe resultar fácil, relajante y satisfactorio para nadie. Estas son las crónicas de un reportero que relata sobre la vida cotidiana en tiempos de guerra, tiene que hacer elecciones dramáticas, adaptarse a dolorosas limitaciones que le obligan a comprimir una realidad pluridimensional en una partícula simplificada. ¿Quién sabe describir los miles de elementos que constituyen la esencia de la batalla de la Marne o de Verdun con pocas palabras en la edición de la mañana? Sondear a lo largo de tres años con sacrificio, compromiso y poco dinero la atmosfera característica de las avanzadas, intentar 274 imaginar sin cinismo lo que sienten las almas y las conciencias de los combatientes nos parece un óptimo certificado de presencia y sobretodo de garantía. Los frentes europeos de la Primera Guerra Mundial son un mundo desmenuzado, diezmado, lleno de contradicciones y movimientos. El tono épico es imposible y la única forma para describir esa plataforma guerrera en continua evolución es una poética del fragmento acompañada por un estilo que procede del argumento tratado.

Es como si Gaziel quisiera pasar por una puerta de servicio y, a partir de la suerte de una persona o de un lugar, contrabandear verdades más generales. Él permanece poco tiempo sumido en la penumbra respirando la humedad de la trinchera, confundido en una

1Véase Manuel Llanas, Gaziel: Vida, Periodisme y Literatura, Barcelona, Publicacions de l’ Abadia de Montserrat, 1998. Este libro constituye el primer estudio de conjunto sobre la vida profesional y literaria de Gaziel (seudónimo del catalán Agustí Calvet). Al lector que quiera leer sus primicias como reportero aconsejamos: Gaziel, Paris, 1914. Diari d’ un estudiant. Barcelona, Editorial Aedos, 1965. El escritor hasta la guerra civil será director de La Vanguardia y uno de los periodistas mas leídos de Catalunya. A partir de 1940 vive en exilio interior a Madrid donde escribe en silencio una extensa obra que se dará a conocer a principio de los sesenta. A ese propósito véase: Gaziel, Historia de “La Vanguardia” (1881- 1936) i nou articles sobre periodisme, Barcelona, Editorial Empuries, 1994. 2 Las crónicas han sido seleccionadas por Manuel Llanas, biógrafo de Gaziel, y Placido García-Planas, corresponsal de La Vanguardia .Proceden de libros del mismo Gaziel, pero muchas de ellas nunca se han publicado en libro.

En las trincheras. El reportero http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 RESSENYES 2010 ISSN 1696-4403 Antonio Marco quietud funesta entre anónimos soldados y oficiales menores; sin embargo comprende como la extinción del pensamiento es uno de los aspectos más frecuentes y más desconocidos. Aquí el guerrero lo ignora todo excepto su deber de morir en cualquier momento.

Egon Erwin Kischl3, un verdadero clásico del reportaje, decía que a veces la descripción de las dificultades halladas para llegar al lugar del evento bélico son mucho más interesantes que los acontecimientos en sí. Gaziel, trasladándose con un salvoconducto a las líneas de fuego de la batalla del Marne, se concentra en la descripción de ese espacio. Una ruina es algo que deja adivinar bajo su estado actual de decadencia, un tiempo pretérito de esplendor4. No eran ruinas eran simplemente la nada. Se describen las batallas sin mencionar la maestría de Joffre o de Gallieni, la impetuosidad de Foch, la voluntad de Serrail o la discordia entre Von Kluck y Bulow. A Gaziel no le importa saber de quién fue la indiscutible victoria o valorar el patriotismo ardiente de los ejércitos. De las casas de los pueblos no quedaba ni forma, no habían sido aniquiladas por la metralla, sino quemadas con activismo y violencia, rociando los muros con petróleo y pegando fuego5. Hemos recibido la imagen de una insólita tierra viscosa, en actitud inmóvil, imponente como un ídolo, sin el más pequeño rastro de vida o agitación guerrera. La Gran Guerra de Gaziel no parece una trágica y fotogénica apocalipsis de masa. La plasticidad del galopar de escuadrones y el colorido de los estandartes habían desaparecido, la guerra industrial se estaba burlando sin piedad de la caballería y de su visualidad. Con el fragor del bombardeo, el tronar de las baterías y los huracanes de metralla, el oído se había convertido en el sentido más apto para percibir la guerra moderna. Casi no existe en sus crónicas la descripción de soldados que agitan muñones para obtener cuidados antes de morir. No nos hemos extraviado en la piedad con demasiada frecuencia. La catástrofe no se hace palpable en el momento de producirse en el frente de combate, sino siempre el día siguiente. En los hospitales de campo comienza la verdadera agonía de los soldados que descubren el cuerpo desmantelado. Ya no hay horror en la muerte, el drama se transforma en una especie de 275 balanceo de conciencia, alternativamente vaciada y vuelta a llenar por la memoria de todos los bienes que servían para engalanar, nutrir, festejar una carne que ahora parece semiextranjera. Esos pobres heridos morirán casi todos. ¿Por qué no murieron ya? ¿Su estancia en el hospital de que le sirve, si no es de tormento? La patria, la victoria, el retorno imposible al hogar, la faz amante de los suyos, sus proyectos y ensueños fallidos para siempre jamás: en las conciencias febriles de esos moribundos6.

¿Es realmente posible hablar de genios del reportaje, un oficio donde cuentan el trabajo, la cultura, la fortuna y la benevolencia hacia el prójimo? Gaziel en Octubre de 1915 presencia en Monastir, una ciudad serbia mosaico de razas balcánicas, al “sálvese quien pueda” de una turba miserable de fugitivos que anda huyendo febrilmente de su patria moribunda perseguidos por los búlgaros. Estas crónicas balcánicas nos recuerdan que el reportaje es un trabajo colectivo, el resultado de voces y experiencias ajenas. El reportero describe una situación creada por otros. En ese sentido es un género literario colectivo. Además es un oficio lleno de fracasos y de ocasiones perdidas. Se pierde una enorme cantidad de tiempo. Pueden pasar horas o días esperando un medio de fortuna

3 Egon Erwin Kisch (1885-1948), escribe como reportero de guerra en Viena en los mismo anos de Gaziel 4 Gaziel, En las trincheras. El reportero que mejor narró la Primera Guerra Mundial, Editorial Diéresis, Barcelona, 2009, pág. 55. 5 Ibídem. pág. 89. 6 Ibídem. pág. 252.

En las trincheras. El reportero http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 RESSENYES 2010 ISSN 1696-4403 Antonio Marco que no llega preguntándose: “¿Llegará o no llegará?”. Gaziel manifiesta empatía extrema hacia los inocentes de la guerra y una particular humildad, duerme donde duermen sus “personajes”, come y bebe lo que comen y beben ellos. La literatura a pié parece ser el único modo para describir algo decente. En el pasado y en otras obras los mitos de valor han brotado sin medida de estas tierras heroicas. La Gran Guerra ha sido fuente de inspiración, tal vez el mejor taller literario que conocemos. Este observador pacifico de batallas modernas no aborda leyendas guerreras, lo cual no significa que los mitos marciales dejen de ser reales, él simplemente describe la guerra por lo que es: un juego peligroso y pueril entre chiquillos traviesos que tienen la estatura y la fuerza de hombre.

Tenemos la sensación de que el hombre al lado de grandes desgracias sea terco, opaco, inmune al mundo. Más que un hombre que ocupa un espacio, parece un bloque de espacio impenetrable en forma de hombre. El mundo lo golpea de rebote, choca contra él, a veces se le adhiere, pero no le atraviesa casi nunca. Quizás es solamente acidia, un letargo emotivo que le impide asumir cada día una posición. Gaziel no posee en absoluto una mente cansada o distraída, conserva conscientemente una zona de reactividad animal pura con la cual transmite al cuerpo y a su pluma la idea de donde se encuentra o de lo que está pasando. La razón por la cual le queremos agradecer a ese intelectual es la de no haberse jamás acostumbrado a la guerra. “La costumbre” dice un personaje de Samuel Beckett “es un potente aislante”. ¿Y si la mente no sabe reaccionar a la evidencia material de una guerra, como actuará en frente a una evidencia emotiva?.

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Jiménez Sureda, Montserrat, Narcisa. Palahí Editors, Girona, 2008, 180pp

Per Anna Pascual i Vall (Universitat Pompeu Fabra)

Narcisa, publicada l’any 2008, és l’obra que la professora d’Història Moderna de la Universitat Autònoma de Barcelona, Montserrat Jiménez Sureda, ofereix a un públic sense restriccions, tot intentant, d’aquesta manera, superar el sempre reduït cercle de lectors-historiadors. És des d’aquest objectiu que l’autora opta per la novel·la, gènere literari que, a diferència del mer assaig històric, fa emergir uns vincles emocionals, empàtics, entre lector i personatge. Són aquests lligams els que Jiménez Sureda utilitza com un ham llaminer perquè el qui llegeix acabi absolutament amarat de la convulsa Girona de finals del segle XVIII –temàtica de la qual l’autora és especialista-, combinant així a parts iguals literatura i rigor històric.

Narcisa endinsa al lector a la vida d’una comunitat religiosa de la ciutat del Ter, tenint com a teló de fons la Guerra Gran (1793-1795). L’acció s’inicia amb l’arribada d’una expòsita al convent, a qui s’acorda anomenar Narcisa en honor al patró de la ciutat. La narració s’esdevé sempre en primera persona però, contràriament al que hom podria esperar, no és la nena qui parla, sinó Raimunda, una monja jove que se’n fa càrrec. Aquest punt dota d’especial interès la novel·la, ja que de seguida planteja una pregunta al lector: per què? La resposta va desgranant-se a cada nova pàgina devorada: Narcisa no és més que un mirall del passat de Raimunda, arribada a la comunitat en les mateixes condicions; una és la ingenuïtat i la vitalitat pròpies de la infantesa; l’altra, la desil·lusió del qui ja crescut en el context estamental i coneix el seu destí, no sense somiar, secretament, un altre futur. És aquesta combinació de realitat i anhel la que 278 acompanya al lector al llarg dels diferents capítols de la vida d’ambdós personatges, episodis que tenen la seva equivalència formal amb la divisió de l’obra en tres grans parts: “El convent”, “La ciutat” i “El món”.

A “El convent”, hom es submergeix a la vida quotidiana ocorreguda intramurs, una vida que supera, amb escreix, l’àmbit de les pregàries; així doncs, el pes de les tasques recauen en les feines més mundanes, com ara la cura de l’hort o les labors domèstiques. Enmig d’aquesta rutina aparentment tranquil·la i sense gaires sobresalts, però, el lector té l’oportunitat de mirar més enllà i veure com en cada gest, en cada actitud o disputa entre les monges, s’hi troba l’enorme pes de l’estructura socioeconòmica, arrossegat durant segles i que, malgrat estar a les acaballes d’una centúria que comença a qüestionar-la, encara fa acte de presència. Així doncs, el lector és testimoni de les diferències que s’estableixen dins la pròpia comunitat en funció del llinatge de les seves integrants, de com esdevé un recurs educatiu i de prestigi per a les famílies benestants – el personatge d’Inés- i l’única opció per als éssers més desemparats –la pròpia Raimunda-: la fe és, doncs, quelcom secundari. Aquesta qüestió encara es fa més present a “La ciutat”, moment en què Narcisa és afillada pels corregidors i a Raimunda se li encomana de facilitar-li el pas cap a la nova vida. És aquí on augmenta la petitesa de la narradora, instal·lada entre unes comoditats que no li pertanyen. I és que, més enllà del seu paper com a mentora de Narcisa, no és ningú; és l’ésser que tot ho veu però a qui tot li és negat, fins i tot l’amor. És a “La ciutat” on Raimunda constata com les simples enveges a les que estava acostumada al convent són quelcom inherent a

Narcisa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 RESSENYES 2010 ISSN 1696-4403 Anna Pascual qualsevol estament social, amb la diferència que en aquestes esferes tals passions són molt més perilloses, ja que poden tenir grans conseqüències en tant que derivades d’individus amb poder. Així doncs, és aquest mateix sentiment –l’enveja de la dona del corregidor per les atencions que el seu marit dedica a la nena- la que expulsa Narcisa d’una vida confortable i les relega de nou a la vida religiosa. No obstant això, l’escenari canvia: la comunitat emprèn el viatge anual per visitar la decania, a Bàscara. Si bé és cert que la Guerra Gran ha estat present al llarg de tota la novel·la –essent alhora un gran recurs per plasmar el pas del temps, tot insertant l’esment d’alguns dels seus episodis enmig de diàlegs i temors-, és a “El món” quan aquesta té una influència directa sobre les vides de les protagonistes. Des de la necessitat d’escolta militar fins al deure d’assistir els ferits; el contacte amb les misèries de la guerra –brutícia, mort, desesperació- és ineludible i, malgrat el rebuig visceral que genera, obliga les monges a mantenir les tasques que el seu hàbit imposa. En aquest marc bèl·lic la tradicional francofòbia hi és ben present, si bé tampoc no queden a resguard de les crítiques els soldats propis, que causen disturbis i grans maldecaps als pagesos que han d’acollir-los. La por i la malfiança respecte de tot i de tothom es reforça quan, enmig del desordre produït per l’avenç francès, Raimunda i Narcisa perden de vista les seves companyes, que emprenen el camí de retorn al convent. És, enmig de trifulga i trifulga, que Raimunda i Narcisa viuen a les seves pròpies carns la cruesa de la realitat de finals del set-cents, trobant-se completament exposades als perills mundans sense la protecció de la comunitat religiosa; és llavors quan arriben a la plenitud dos aspectes que han tingut una presència creixent al llarg de l’obra: l’absoluta desprotecció de la dona a nivell social –“la mujer y el vidrio, siempre están en peligro”1- i la baixesa moral a la qual pot arribar l’ésser humà, que contínuament retorna al fang i oblida la seva excel·lència. Malgrat les males experiències viscudes, però, la llibertat de la què han gaudit durant l’aventura -desconeguda fins llavors- deixa un regust amarg a la boca de Raimunda, que ha de reprimir el seu esperit d’aventura un cop retorna al convent.

Aquesta és una novel·la històrica en tots els sentits. De fet –i malgrat que això 279 pugui semblar una contradicció- és precisament això el que l’allunya de moltes de les obres associades a aquest subgènere. Així doncs, l’autora és, per sobre de tot, historiadora, i el seu absolut domini del període es deixa veure en cadascun dels detalls de la novel·la, creant d’aquesta manera l’atmosfera idònia per submergir el lector dins la dinàmica de l’època. Per a tal fi, el llenguatge esdevé una peça fonamental: Narcisa està curosament escrita en un culte castellà, amarada de les paraules que tota persona del moment hagués utilitzat. És aquest fet el que dota de realisme la història, plena d’un vocabulari ric i fins i tot especialitzat –sobretot als ulls urbans d’avui, desconeixedors del món del camp-, a més d’oferir un sense fi de frases fetes i refranys que aproximen al lector a la cultura popular del XVIII. La referència a les malalties i a les pràctiques mèdiques utilitzades, el detall en la gastronomia o en les activitats d’oci són altres elements que contribueixen a formar una visió ajustada de l’època, sempre hàbilment col·locats per tal que apareguin de manera natural, no forçada, als ulls del lector.

Narcisa no parla d’intrigues de palau, ni de bandolers justiciers, ni de dames d’espectacular bellesa i eloqüència. Narcisa parla de l’individu anònim, d’aquell que ni la societat ni la naturalesa ha dotat de característiques fora del comú, d’aquell que la història no recordarà malgrat formar, juntament amb d’altres com ell, la massa social que esdevé objecte d’estudi. Narcisa parla de l’origen com a llosa, de la impossibilitat

1 Jiménez Sureda, Montserrat; Narcisa. X, 2008, p.146.

Narcisa http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 RESSENYES 2010 ISSN 1696-4403 Anna Pascual d’esdevenir allò que es vol ser en una societat regida pel privilegi i l’exclusió, una societat en què la dona sempre és en funció de l’home. A Narcisa, doncs, ningú no rescata Raimunda del seu destí; el lector, inevitablement, ho desitja, però alhora sap que si així fos la novel·la perdria la credibilitat que tan destrament ha aconseguit pàgina rere pàgina: és el retrat d’una societat en la qual poques vegades es produeix el miracle i en la què moltes els anhels moren, de manera inexorable, amb el seu propietari.

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Traverso, Enzo, A Sangre y Fuego: De la Guerra Civil europea, 1914-1945. Prometeos Libros, Buenos Aires, 2009, 296pp

Per Antonio Marco Greco (Universitat Autònoma de Barcelona)

La Guerra civil europea ha sido una expresión de éxito, dotada de fuerza evocadora, capaz de sincronizar sintéticamente la violencia de la insólita aglomeración de conflictos que conviven en Europa durante la primera mitad del siglo XX. En A sangre y fuego1, el historiador Enzo Traverso, que vive en Francia y trabaja en la Universidad de Picardia, quiere explorar la era de los extremos recolocando y reconceptualizando esta borrosa idea surgida de la pluma del pintor alemán Franz Marc, en una carta del frente, poco antes de morir en Verdun.

Hasta la fecha la idea de guerra civil europea se asocia al historiador Ernst Nolte, el iniciador de la Historikerstreit (querella de los historiadores), que de ella hizo el titulo de una de sus obras mas conocidas2. Mas que el estudio morfológico de los acontecimientos, el estudio presente intenta exponer la sintaxis de una larga guerra civil europea, divisa líneas interpretativas interesantes y no se limita a observar la lucha entre titanes prefigurada en el plano filosófico por Nietzsche y Marx.

El trabajo de Traverso parece asimilar bien el estructuralismo de Braudel y la guerra civil europea es un óptimo ejemplo de ciclo intermedio situado entre la historia subyacente de larga duración y la superficie de los acontecimientos del tiempo corto, el tiempo de nuestras vidas y de los hombres importantes que dirigen el juego o creen dirigirlo3. Este giro histórico, que ha transformado de arriba abajo el cuerpo vivo del 282 Antiguo Régimen, no se ha improvisado de la noche a la mañana, los prólogos se acumularon en el tiempo largo del siglo anterior.

Los temas suscitados por Traverso son numerosos4. Con la guerra civil europea surge la añoranza de un pasado heroico regido por valores que han perdido vigencia, el recelo ante un futuro dominado por un automatismo ubicuo capaz de invadir todos los aspectos de la existencia humana. La guerra civil europea es un descenso al Maelstrom,

1 A sangre y fuego (1884), junto con El diluvio(1886) y Un héroe polaco(1888), constituyen la trilogía polaca de Henryk Sienkiewicz (1846-1916) hoy en dia recordado sobre todo como el autor de Quo Vadis?(1896), novela llevada al cine en repetidas ocasiones. Desde el punto de vista de la critica literaria polaca, se suele considerare la trilogía de Sienkiewicz la epopeya nacional polaca. Pero desde la perspectiva de un lector occidental quizás podría hablarse de una epopeya de la Europa del Este en transición hacia la época moderna, una intriga compleja llena de duelos a muerte y de actos de sacrificio. Para los aficionados a la historia, una gran cantidad de datos sobre uno de los momentos decisivos del proceso de configuración política de los principales actores de esa zona, como Rusia, Polonia, Ucraina. 2 Véase NOLTE, Ernst, La Guerre civile europeenne 1917-1945. Nacional-socialisme et bolchevisme, Paris, Syrtes, 2000. El subtitulo del libro aclara su interpretacion del nacionalsocialismo que viene visto como una reaccion exagerada con respecto del barbarismo asiatico de los bolcheviques, portadores de la trascendencia moderna y del genocidio de clase. 3 BRAUDEL, Fernand, Ecrits su l’ histoire, Paris, Flammarion, 1969. 4 Este libro de Traverso es una ampliacion madura de algunas tesis ya palnteadas en otro libro: TRAVERSO, Enzo, La violence nazi. Une généalogie européenne, Paris, La Fabrique-Editions, 2006.

A Sangre y Fuego http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 RESSENYES 2010 ISSN 1696-4403 Antonio Marco la conjunción de una corriente ancestral caliente y de una moderna fría. La fuerza será el verdadero héroe, el verdadero tema de esa Ilíada europea. Fuerza practicada por hombres, fuerza que somete hombres, fuerza delante de la cual la carne humana se contrae, fuerza que irrumpe y que deja una marca antropológica en el espíritu del sujeto histórico mas dinámico de la guerra civil europea: la joven generación del frente, bautizada la generación del fuego.

Acertada es la analogía entre el rebelde de la guerra civil europea y el indígena insurrecto de la guerra colonial El autor utiliza como punto de partida el corolario implícito contenido en el jus publicum europeaum, es decir la visión del mundo no europeo como un espacio no perteneciente a nadie-hic sunt leones se escribía en los mapas de la época-donde los ejércitos no se enfrentaban a otros ejércitos regulares con los cuales compartir el respecto de códigos y ritos (jus in bellum), sino a hordas de salvajes sin estatus definido5.

El manejo de la guerra se convierte de entrada en una violencia que no circunscribe la acción de los beligerantes al debilitamiento de las fuerzas militares enemigas. Los cargos van más allá de la violación de la neutralidad de Bélgica. Los bombardeos, resultado de una tentación higiénica y catastral, no apuntan al cuerpo del enemigo sino a la destrucción de la condición ecológica del hombre moderno: la ciudad. Ninguna paz justa fue negociada y la única salida será la rendición incondicional del enemigo.

La fiesta es la imagen que Traverso utiliza para acercarse a esta efervescencia colectiva y vengativa de las dictaduras y de los partisanos. Leyes santas y actos sacrílegos, jerarquía y lesa majestad, los ingredientes de la fiesta están todos presentes. Sin embargo seria falso interpretar esa festiva suspensión del orden como una regresión a un estadio prepolitico de caos, como un bellum omnium contra omnes anomico. El choque entre dos beligerantes que no poseen leyes comunes no impide que cada uno de 283 ellos tenga sus propias reglas. El combate no esta legitimado, y mucho menos regulado, por la legalidad del derecho legal, sino por la legitimidad del derecho natural o bien por una ética de la convicción que hace falta defender hasta el fin, que aplasta a menudo la ética de la responsabilidad y conduce a infringir las prohibiciones y a rebasar la medida. El autor nota que cada parte coloca la otra en el no-derecho. Se suprime el derecho del adversario en nombre del derecho siguiendo la relación con el derecho. Las tropas irregulares, motivadas por un intenso compromiso político, se consideraran al final tan rituales y santas como las prohibiciones que infringen.

En la obra se subraya la simbiosis entre las pulsiones dionisiacas de estos guerreros míticos y la masacre pasteurizada del Holocausto. Ese último no se

5 El corolario implícito del jus publicum europeaum era la visión del mundo no europeo como res nullius, como un espacio colonizable. El pensamiento europeo del siglo XVII, entre ellos Hugo Grocio, rescata esa visión y reivindica el derecho a ocupar y explotar las tierras que no están puesta en producción. MEIKSINS WOOD, Ellen, El Imperio del Capital, Barcelona, El Viejo Topo, 2003, pp.92-93. Traverso también se remite a la obra de Carl Schmitt, que afirma que los conquistadores en las guerras de conquistas no hacian ninguna diferencia entre guerreros y civiles, era suficiente invocar la teoria del derecho natural o la teoria victoriana del comercio libre para enfrentarse a un enemigo legitimo. Este concepto, forjado en Estados Unidos durante la guerra Secesión y procedente a su vez del derecho mercantil, indica una cesión de propiedad del estado vencido hacia el estado vencedor. SCHMITT, Carl, Le Nomos de la terre dans le droit des gens du jus publicum europeaum, Paris, Presses Universitarie de France, 2001.

A Sangre y Fuego http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 RESSENYES 2010 ISSN 1696-4403 Antonio Marco configura como un tumor canceroso o una demencia momentánea en el cuerpo de la sociedad civilizada que interrumpe el normal fluir de la historia, o bien como una recaída en el salvajismo. Civilización e instancias emancipadoras por un lado y barbarie e dominación destructiva por el otro no son términos antinómicos, sino potencialidades indisociables de la misma dinámica dialéctica de la historia. El genocidio de los stateless people o apátridas se inscribe en el principio mismo de una civilización de naciones incapaz de mantener un compromiso con las obligaciones morales mas elementares y que exalta por encima de todo la racionalidad productiva y administrativa, la división del trabajo y la distancia entre ejecutores y victimas que hace desaparecer el pavor del asesinado y volver al criminal indiferentes.

En el verano de 1914 la fiebre chauvinista había ganado la adhesión de muchos espíritus eruditos pero en general el imaginario europeo se mostró incapaz de prever la envergadura de la catástrofe. Incluso las ciencias sociales, que con los darwinistas y eugenistas festejaban la invención de armas químicas como la posibilidad de seleccionar los más aptos, representan la imagen de esta ceguera. Los presagios de la catástrofe no provienen del optimismo de Comte y de Spencer sino de la literatura y de las artes, son estos los ámbitos donde se percibe primero la fragmentación, la locura y la vergüenza. Novelas como La guerra de los mundos de H.G. Wells o La Bestia Humana di Emile Zola anticipan un futuro sombrío de decadencia. Ese verano las declaraciones de guerra suscitan en Europa entusiasmo colectivo. Las personalidades que alcanzan escapar a la oleada chauvinista son muy pocas: Bertrand Russel en Londres, Henri Barbuse y Romain Rolland en Paris, Gramsci en Turín, Karl Kraus en Viena. Los sentimientos de entusiasmo desenfrenado cambian bruscamente entre 1914 y 1918. La masacre tecnológica quita todo idealismo a la muerte. Un cuerpo acribillado por una ráfaga de balas de una ametralladora con dificultad puede ser devuelto a la narración. Los héroes homéricos se esconden junto a su gloria y la Gran Guerra estrenada como un mito épico termina con las angustias personales intrasmisibles o con las conmemoraciones del soldado anónimo. Después de la Gran Guerra la cultura europea será un campo 284 magnético cruzado por dos corrientes de alta tensión: revolución y contrarrevolución. Los intelectuales no podrán encerrarse dentro de un universo de valores estéticos como lo hacían por ejemplo Flaubert o Joyce. Existen dilemas poderosos de orden ético. El artista tiene que estar comprometido.

Al final de la guerra al odio de los verdugos responde el de las victimas. Las brutales apuraciones espontaneas, posibles gracias al vacio de poder institucional, no se pueden evitar. Por necesidad y conveniencia la fuerza se trasforma en una justicia política que sacraliza en el plano moral los vencedores y desactiva el potencial explosivo de la venganza civil sobre los perdedores. Los tribunales militares no se establecen para juzgar los crímenes de guerra de los aliados y el bombardeo masivo sobre las ciudades alemanas fue aludido en Núremberg solo para reconocer la conformidad con las reglas del derecho consuetudinario. La lógica del castigo del enemigo no era una práctica nueva, lo era en cambio una jurisdicción improvisada generada ex post factum que eliminaba por completo la noción de culpabilidad colectiva, condición para restablecer un nuevo estado alemán. Mientras venían pronunciadas las sentencias, en Hiroshima y Nagasaki caían las atómicas, y un veredicto prudente en un proceso ejemplar juzgó un número limitado de criminales nazis. Europa, con o sin amnistía, puso en libertad la casi totalidad de los responsables de la colaboración. La prohibición política del recuerdo surgida como acto de clemencia reintegró las viejas cumbres del estado, del ejército, del partido fascista y los pequeños torturadores del squadrismo de provincia en la

A Sangre y Fuego http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 RESSENYES 2010 ISSN 1696-4403 Antonio Marco administración. La amnistía fue la primera etapa de un proceso de restauración, una revancha del fascismo vencido, el primer signo de debilidad de esas jóvenes democracias. En otras palabras las naciones nacen del esfuerzo voluntario de olvidar la violencia y las masacres que han caracterizado la guerra civil europea. Sin embargo no hay que equiparar la amnistía con el perdono y recordar las huellas del crimen y de la injusticia dentro de una memoria calmada, libre de tentaciones de venganza.

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PUBLICACIONS

Una esperança desfeta. Sabadell 1931-1945 , Sabadell, Ajuntament de Sabadell-Museus Municipals, 2010

Aquesta publicació és l'acurat catàleg resultant de l'exposició homònima presentada als Museus Municipals de Sabadell des del 17 de desembre de 2009 fins al 28 de març de 2010. Comissariada pel Centre d'Estudis sobre les Èpoques Franquista i Democràtica (CEFID-UAB) i amb textos d'alguns membres del mateix centre o del Departament d’Història Moderna i Contemporània de la UAB com ara Maria Campillo, Xavier Domènech, Martí Marín, Aram Monfort, Francisco Morente i Pere Ysàs –entre d'altres autors de diverses institucions de recerca-, l'exposició i el catàleg versen sobre una etapa històrica tan crucial com la que va de la proclamació de la Segona República, passant per la guerra civil i la victòria feixista, als anys d'implantació i consolidació del franquisme a la ciutat vallesana.

Lluís Roura, Manuel Chust (eds.) La ilusión heroica. 287 Colonialismo, revolución e independencias en la obra de Manfred Kosso k, Publicaciones de la Universitat Jaume I, Castellón, 2010.

Esta obra es un buen reflejo de la complejidad cultural, política e ideológica de aquel período histórico, todavía reciente. Pero al hacerlo hay que huir de los tópicos y prejuicios que continúan coleando en la historiografía del siglo XXI. Desde el Instituto de Historia Universal de la Universidad de Leïpzig, Manfred Kossok llevó a cabo una de las más fecundas obras, tanto en torno al estudio y la investigación de los procesos de transición, como en relación con su interés por la metodología de las revoluciones modernas comparadas. Al publicar la presente selección de escritos de Manfred Kossok, creemos, pues, que contribuimos al conocimientos y reconocimiento de una parte importante de la historiografía del siglo XX. Una obra que se caracteriza por su amplitud y diversidad, y que surge de la capacidad de su autor de plantearse las grandes cuestiones de la historia. Una obra intelectual que, en Manfred Kossok, era a su vez una obra vital. Una auténtica “ilusión heroica”. Su preocupación intelectual por comprender cómo cambiaba el mundo fue siempre estrechamente acompañada de su inquietud por cómo podíamos ser capaces de cambiarlo. Antología Kossokniana que presentamos, y que se divide en tres

Novetats Editorials http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 PUBLICACIONS-2010 ISSN 1696-4403 Novetats Editorial significativas partes: la cuestión colonial, la revolución y las revoluciones en el mundo moderno, y las independencias de Iberoamérica.

Borja de Riquer, La dictadura d e Franco, Col. Historia de España, Crítica/Marcial Pons, Barcelona, 2010.

Este noveno volumen de los doce de que consta la Historia de España dirigida por los profesores Fontana y Villares y editada por Marcial Pons y Editorial Crítica analiza la dictadura del general Franco, el más duradero de los regímenes que gobernaron España en el siglo XX. Es de este hecho del que surge la necesidad de ir más allá de los debates sobre sus orígenes y naturaleza para considerar en toda su complejidad las realidades de una larga época de represión y resistencia, de miseria inicial y desarrollo económico, de inmovilismo político y desgaste progresivo del sistema, de una cultura estrechamente controlada que consiguió con el tiempo hacer oír sus voces críticas.

Elena Fernández, Mujeres en la Guerra de la Independencia , Sílex, Madrid, 2010

Son muchos los testigos y documentos los testigos y documentos que informan de la participación femenina durante la Guerra de la Independencia. De acuerdo con estas fuentes, como consecuencia del carácter popular y espontáneo de levantamiento antinapoleónico de 1808, las mujeres se unieron a los hombres en la salvaguardia de sus hogares y familias, y en contra de la intromisión extranjera. En este sentido, debido a las necesidades del conflicto y ante la gravedad de la situación, se hicieron 288 accesibles a las mujeres prácticas tradicionalmente masculinas como la lucha armada en defensa de la patria o la colaboración logística y estratégica en el combate. Así encontramos mujeres participando activamente en la resistencia de las ciudades asediadas, abasteciendo a las tropas, colaborando con las partidas guerrilleras o ejerciendo de espías. Como la crisis abierta en 1808 inició un doble proceso de guerra y revolución, la normalidad social se vio alterada y, del mismo modo que sucede en todos los procesos revolucionarios, las mujeres salieron a la luz, ocupando el espacio público convirtiéndose en sujetos de su propia historia y en protagonistas del cambio político y social. En un momento de grave amenaza de la nación no sólo se apeló a la demostración cívica del sexo masculino, sino que también se requirió el patriotismo de las mujeres reclamando su sacrificio y resistencia tanto en el frente de batalla como apoyando a la causa patriótica desde sus hogares, constituyendo sociedades de apoyo o contribuyendo de cualquier forma a la causa antifrancesa.

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Manuel Bueno y Sergio Gálvez (eds.), Nosotros los comunistas. Memoria, iden tidad e historia social , Fundación de Investigaciones Marxistas, 2009.

-Xavier Domènech, “Cenizas que ardían todavía: la identidad comunista en el ta rdofranquismo y la transición” , pp. 93-138. -Carme Molinero, “Una gran apuesta: la oposición política a través de la movilización social”, pp. 255-284.

La Sección de Historia de la Fundación de Investigaciones Marxistas ha coeditado con Atrapasueños el libro «Nosotros los comunistas». Memoria, identidad e historia social, en edición a cargo de Manuel Bueno Lluch y Sergio Gálvez Biesca. Según sus responsables, se trata de "un libro que habla de la otra cara de la historia del comunismo. A saber: la protagonizada por sus militantes. Si el PCE ha sido denominado como el “partido del antifranquismo” se debe, principalmente, a su capital humano. Ahora bien, a pesar de su protagonismo en los resultados finales de la transición, el papel de la militancia comunista ha sido relegado de los relatos institucionales y académicos. Esta obra, por el contrario, se interna en las vivencias, ilusiones y fracasos de las mujeres y hombres comunistas que encabezaron la resistencia y oposición antifranquista. Presenta, por tanto, una historia desde abajo y con “los de abajo”. Este volumen colectivo recoge las ponencias del II Congreso de Historia del PCE organizado por la Fundación de Investigaciones Marxistas. Según los editores, en aquel encuentro se abordó, por vez primera, de forma rigurosa la “historia social del comunismo”. Sus resultados ahora ven la luz y lo hacen de la mano de sus mejores conocedores. A través de sus respectivos epígrafes se exploran las que hasta el momento habían sido las facetas menos conocidas de esta singular historia: Culturas militantes; Imagen, memoria e imaginario colectivo; Los comunistas en los movimientos sociales; 289 El proyecto cultural comunista y los intelectuales; Las mujeres y el PCE, a lo que se suman las reflexiones personales de los profesores Josep Fontana y Francisco Fernández Buey.

Francisco Veiga, El des equilibrio c omo orden. Una histor ia de la posguerra Fría (1990-2008) , Alianza Editorial, Madrid, 2009.

El periodo estudiado en este libro ya es historia, con la peculiaridad de que todos y cada uno de los años que lo integran todavía están presentes en la memoria del lector adulto. La descomposición de la Unión Soviética en 1991 supuso la puerta de entrada real al siglo XXI abriendo el mundo a profundas transformaciones que se han producido en un periodo de menos de veinte años. Ésta es la crónica de esos cambios a todos los niveles: estratégicos, económicos, tecnológicos, sociales, incluso morales. Pero para diciembre de 2008 había quedado claro que ese ciclo había concluido, con el fracaso en los intentos por imponer un nuevo orden geoestratégico mundial y una globalización basada en el neoliberalismo. El autor apunta claves del pasado inmediato, útiles para entender el futuro cercano: la política de bloques del siglo XX ya no es concebible, la implosión es generalizada y a todos los

Novetats Editorials http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 PUBLICACIONS-2010 ISSN 1696-4403 Novetats Editorial niveles y, por tanto, la crisis no es sólo económica y necesitará reconversiones estructurales para ser superada.

Col·lectiu Desafectos (edit), La Ciutat i la me mòria democràtica. Espais de lluita, repressió i resis tència a Barcelona, Editorial Ecos, Barcelona, 2009.

-Xavier Domènech, “Les traces de la memòria. Els espais de memòria dels bombardeigs de Barcelona”, pp. 29-42.

En la darrera dècada, s’ha parlat, i molt, sobre la memòria històrica. Aquesta insistència a parlar-ne probablement ha estat inversament proporcional al silenci que ha regnat durant molts anys sota el franquisme, la transició i la monarquia parlamentària. Tanmateix, els forts interessos urbanístics han dificultat i dificulten la recuperació d’espais emblemàtics de la Nostra història en entorns urbans. Aquest llibre és el resultat de les jornades “La ciutat i la memòria democràtica” que es van celebrar a Barcelona el 20 i el 21 de novembre de 2008 amb l’objectiu de promoure un dels debats pendents en el desplegament de les lleis de memòria: la gestió pública dels espais de memòria democràtica a la ciutat. Barcelona ofereix un marc acotat pera bastir el debat des de realitats concretes que ja han trobat un ressò públic –com la recuperació de refugis antiaeris o la reconversió de les instal·lacions de la presó Model-, però també per recuperar experiències properes amb menys transcendència mediàtica o proposar noves vies d’actuació. Centrar el debat entorn dels espais de memòria a la Ciutat permet salvar la temptació de caure en reflexions massa abstractes o generalistes, però sense perdre una certa vocació d’interpretació global que permeti extrapolar les propostes a les actuacions sobre espais de memòria en altres àmbits urbans. 290 Antoni Moliner (ed.), La Semana Trágica de Cataluña , Nabla- Ediciones, Barcelona, 2009

Este libro proporciona al lector las claves interpretativas de la Semana Trágica de Barcelona y la repercusión que tuvo la revuelta en las distintas localidades catalanas, aspecto insuficientemente tratado en la mayoría de los estudios anteriores. Analiza las diferentes modalidades de protesta utilizadas en las ciudades, no solo ataques a las iglesias y conventos sino a ayuntamientos, juzgados y cuarteles de la Guardia Civil, resortes de la autoridad del Estado y de la Iglesia. El desafío del Estado se manifestó en el intento de anular las comunicaciones, interceptando trenes o cortando los cables telegráficos y telefónicos. El libro también plantea cuestiones candentes, como el caso de Ferrer i Guàrdia, la reacción internacional que se produjo ante su ejecución o la posición que tuvo la Patronal ante los acontecimientos de 1909 y reconstruye la imagen de la Semana Trágica que ha llegado hasta nosotros a través de la prensa gráfica y el cine.

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Gemma Rubí (ed.), De la revolta a la destruc ció: Manresa i la Catalunya central a la Guerra del Francès, Miscel·lània d’Estudis Bagencs, Manresa, 2009

La celebració del bicentenari de la Guerra del Francès ha despertat un interès ciutadà i mediàtic molt notable, i ha generat un allau de producció historiogràfica ben encomiable. La demanda social és i continua essent molt gran perquè estem davant d’uns esdeveniments que constitueixen l’albada de la nostra història contemporània, i malgrat aquest importància, no em tenim encara una visió completa. Aquest llibre vol respondre a aquesta demanda fent-ho des de la perspectiva de la vivència de la gent del Bages i de la Catalunya central en un temps de guerra i de revolució, i de la memòria que en restà més enllà d’aquell conflicte.

Antoni Moliner (ed.), La expulsión de los Moriscos , Nabla- Ediciones, Barcelona, 2009

Este año se cumple el cuarto centenario de la expulsión de los moriscos ordenada en 1609 por el duque de Lerma, valido del Rey Felipe III. El centenario es una buena ocasión para conocer mejor el grado de asimilación que tenían las diversas comunidades moriscas, muy diferenciadas entre sí, analizar el fracaso de la política asimilista y las motivaciones de su expulsión, que tuvo sin duda un carácter profiláctico. Ésta no fue inevitable, ni fue una exigencia de la sociedad cristiana mayoritaria, ni el final de un proceso anunciado, sino impuesta desde arriba y aceptada sin entusiasmo y en ocasiones con resistencia pasiva. Se convirtió simplemente en “una Razón de Estado”. 291 Este libro de Nabla- Ediciones ofrece al lector la comprensión del problema morisco desde el conocimiento de sus comunidades y cultura. Explica las claves de su expulsión y contempla la cuestión morisca dentro de la Historia de la España Moderna de los siglos XVI y XVII, sin olvidar su supervivencia en el Norte de África tras su expulsión. En el libro colaboran once prestigiosos expertos en moriscología de diversas universidades y centros de investigación.

Santiago Izquierdo i Gemma Rubí (coords.), Els orígens del republicanisme nacionalista. El Centre Nacionalista Republicà a Catalunya (1906-1910) , Centre D’Història de Catalunya, Barcelona, 2009

El Llibre que teniu a les mans és el resultat del treball d’un equip de recerca coordinat pels professors Santiago Izquierdo (UPF) i Gemma Rubí (UAB) desplegat per tot Catalunya. El principal objectiu perseguit ha estat esbrinar els orígens històrics del republicanisme nacionalista o del nacionalisme republicà a partir de la formació del Centre Nacionalista Republicà (CNR), del qual sabíem que existia a Barcelona, però n’ignoràvem la presència a la resta de Catalunya. Amb la seva lectura, el lector es farà bona idea el per què el catalanisme i el republicanisme acabaren confluint en les sigles d’Esquerra Republicana

Novetats Editorials http://webs2002.uab.es/hmic Revista HMiC, número VIII, 2010 PUBLICACIONS-2010 ISSN 1696-4403 Novetats Editorial de Catalunya, el partit hegemònic a Catalunya durant la Segona República. A més, acabarà entenent el per què el catalanisme polític és plural i per què des de principi del segle XX adoptà una vena republicana indiscutible.

Antoni Simon i Tarrés (dir.), Tendències de la his toriografia catalana, Universitat de València, 2009

El llibre que fem a mans al lector, fruit d'un treball col·lectiu dirigit per Antoni Simon, vol ser fonamentalment una eina per a la docència i per a la recerca històrica. El volum presenta, a través d'una cinquantena d'entrades, una visió global de l'evolució de la historiografia catalana, una panoràmica que abasta des de les cròniques medievals fins als debats generats per la producció històrica més recent i que dóna compte de les interrelacions entre la recerca històrica i les aportacions d'altres disciplines. Es tracta, doncs d'una obra que proporciona un coneixement sintètic de les distintes tendències historiogràfiques derivades de la creixent especialització i internacionalització de la historiografia catalana.

Irene Castells, Gloria Espigado y Mª Cruz Romeo (coord), Heroínas y Patriotas. Mujeres de 1808, Càtedra, Madrid, 2009

La guerra que afectó a España y a Portugal a principios del siglo XIX se inserta en un ciclo de grandes transformaciones para el mundo occidental, pergeñadas en la Europa enciclopedista y reveladas políticamente en la Revolución francesa de 1789 a la que sucede el orden napoleónico. Siendo un periodo de atención preferente por parte de la disciplina histórica, se ha relegado sistemáticamente, empero, la experiencia femenina como 292 escasamente significativa para la explicación de este proceso. Sin exaltaciones, el presente libro constituye una indagación sobre algunas mujeres implicadas en la guerra que asoló la Península ibérica en 1807-1808, sobre sus modalidades de participación y sobre los significados y leyendas que en torno a ellas se fueron elaborando ya entonces. La materia de este libro es también la trama de representaciones del pasado que a lo largo de doscientos años han ensalzado interesadamente ciertos comportamientos femeninos, al tiempo que silenciaban otros, y han creado verdaderos iconos míticos, trasunto de la nación española.

VVAA, La configuració de la democràcia a Espanya, Eumo editorial, Universitat de Vic, 2009

Aquest llibre s’ocupa d’un procés essencial de la història contemporània espanyola i ho fa a través dels treballs de nou reconeguts especialistes que, de diverses perspectives disciplinàries, analitzem el paper que van tenir els principals actors polítics i socials en la configuració de la democràcia a Espanya.

A l’obra s’estudien les eleccions generals de juny de 1977 i el sistema de partits sorgit d’aquests comicis. S’hi analitzen els condicionants del procés d’elaboració de la Constitució de 1978, les similituds amb la de

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1931, i l’ambigüitat en la redacció del model d’organització territorial de l’Estat. S’hi explica el paper que van jugar les organitzacions sindicals, disposades a subordinar els seus objectius més específics en benefici de la consecució i consolidació de la democràcia, i les patronals, ben allunyades d’aquesta actitud. S’hi tracta el paper dels mitjans de comunicació i l’absència dels intel·lectuals en les estratègies de la transició. El llibre es clou amb dos articles que analitzen el paper –ben diferent, fins i tot contradictori- de dues institucions amb una influència essencial en la societat espanyola: l’Església Catòlica i les Forces Armades.

VVAA, La historia d e las Mujeres: perspectivas actu ales, Icaria, AEIHM, Barcelona, 2009

-Carme Molinero y Carme Sarasúa, “Trabajo y niveles de vida en el franquismo. Una perspectiva de Género”, pp. 309-355.

La historia de las mujeres: perspectivas actuales hace balance del desarrollo más reciente de la investigación en distintas áreas, coma la ciudadanía, los movimientos sociales, el matrimonio, la salud, el trabajo, las economías familiares, el franquismo, las economías monásticas y la formación de las identidades. A lo largo de nueve capítulos, destacadas historiadoras como Pilar Pérez Cantó, Ángela Muñoz, Mª Dolores ramos, Isabel Morant, Mónica Bolufer, Montserrat Cabré, Teresa Ortiz, Ofelia Rey, Àngels Solà, Cristina Borderías, Pilar Pérez-Fuentes, Carmen Sarasúa, Carme Molinero y Miren Llona, exploran los itinerarios teóricos recorridos y los resultados más destacados en cada uno de los ámbitos, así como las transformaciones que la introducción de la perspectiva de género ha producido en las últimas décadas. Una obra, pues, de imprescindible puesta al día, a la vez que de reflexión teórica y metodológica. Una obra que en cada uno de sus capítulos abre, además, nuevas perspectivas y líneas de investigación para el nuevo milenio. 293

Antonio Espino, Don Juan Bayarte Calasanz y Ávalos (1622- 1689) Un governador de la Ribagorça a la Mediterràn ia de Carles II, Editorial Ripacurtia monografies, Centre d’estudis Ribagorçans, 2009

Don Juan Bayarte Calasanz y Ávalos, nascut a Benavarri el 1622 i mort a Eivissa el 1689, on ocupà els càrrecs de governador i capità general de l’illa des de 1684, després d’exercir-los a Menorca dues vegades (1664-1671 i 1681-1684), és un il·lustre desconegut. Els seus primers càrrecs polítics i militars se situen a la Ribagorça, terra natal, però l’ambició política i militar, a més de les seves dificultats econòmiques, van impulsar el personatge a reclamar un destí de governs en altres latituds. Va ser així con Juan Bayarte es va transformar en un dels principals governadors de Menorca i Eivissa en la segona meitat dels segle XVII. Juan Bayarte no només es preocupà de la situació defensiva d’ambdues illes, en constant perill de caure en mans dels enemics de la monarquia hispànica, sinó que també ho va fer respecte del benestar econòmic dels eivissencs, procurant explotar millor la principal riquesa de l’illa: les seves salines.

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