Nosferatu. Revista de cine (Donostia Kultura)

Título: Años de aprendizaje: primeras películas de

Autor/es: Angulo, Jesús

Citar como: Angulo, J. (1995). Años de aprendizaje: primeras películas de Jean Renoir. Nosferatu. Revista de cine. (17):14-31. Documento descargado de: http://hdl.handle.net/10251/40919

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Entidades colaboradoras:

. Le Toumoi · '

,;Años de aprendizaje: primeras películas de Jean Renoir Jesús Angulo

abía una cierta predes­ no podía dejar de encauzar to­ treacto (Entr'acte). Trabajó tinación biográfica para das esas experiencias hacia la con Cavalcanti y Autant-Lara, Hque Jean Renoir se rela­ mirada. Eligió el cine, pese a se afanó en innovar, en buscar cionase, de una •u otra forma, su previa experiencia como siempre. Pero, ¿fue Renoir un con las vanguardias artísticas ceramista, fascinado por Cha­ realizador de vanguardia? La de su tiempo. El impresionis­ plin y von Strohéim, deseoso respuesta no podría ser afir­ mo francés, un movimiento es­ de dar un revolcón a un cine mativa, aunque seguramente tético que acabó yendo mucho francés demasiado académico tampoco lo contrario. No es la más allá de sus originales for­ e intentando alinearse con los única paradoja que uno puede mulaciones pictóricas, anida­ más innovadores empeños, en encontrar en su primera etapa ba en casa. Desde siempre es­ los que la herencia impresio­ como cineasta (igual se podría tuvo en contacto, de manera nista crujía en sus goznes ante decir, aunque quizás no con más o menos cercana, con al­ el empuje del poderoso expre­ tanta rotundidad, de las si­ gunos de los más grand.es ar­ sionismo alemán, y todo ·ello, guientes), por lo que si uno se tistas de principios de siglo. era aventado por la furia ico­ lanza a intentar poner orden No podía pasar nuestro perso­ noclasta de los surrealistas. en ella deberá, como medida naje de puntillas sobre tales Realizó su primera película ·el defensiva, cargarse de perple­ ascuas sin chamuscarse míni• mismo año, 1924, en que An­ jidad. mamente los pies. Y un mode­ dré Breton escupía su mani­ lo, como lo fue, de tantos re­ fiesto, que Femand Léger per­ El presente artículo pretende tratos geniales pintados por la petraba su Ballet mécani­ dar un repaso a lo que podría• ya cansada mano de su padre, que y René Clair dirigía En- mos denominar periodo de

. l • . . ~·.~'1~ . ·:· aprendizaje en la obra cinema­ obstante, que éste debería de sualidad, respira, se puede tográfica de Jean Renoir. Un ir más allá del mudo y prolon­ oler. Los exteriores en su cine aprendizaje que, como es na­ garse hasta sus primeras pelí• tienen aire y densidad, como tural, está plagado de búsque­ culas sonoras, en las que Re­ sus personajes tienen carne y das y contradicciones. Bús­ noir se enfrenta a un hecho sangre. El poso realista, las quedas que desembocan en fe­ nuevo, que hace replantearse ·. pretensiones realistas incluso, .lices encuentros o en desen­ todo a un realizador que aún están ahí, pero el realizador no cuentros desilusionantes. Con­ buscaba un puesto en la indus­ las idolatra, sino que juega há­ tradicciones producto de un tria filmando títulos quizá de­ bilmente con ellas. De hecho sinfín de dudas y titubeos, masiado apresuradamente ca­ todo el periodo (todo su cine) afirmaciones y cambios de lificados de simples trabajos está atravesado por el tantas rumbo. Renoir no puede saber de encargo, como Le Tournoi veces enunciado juego entre más que levemente lo que (1928) y Le Bled (1929). In­ la realidad y la representación. quiere y será tropezando y es­ cluimos aquí las tres primeras, Sus constantes referencias a la quivando como conseguirá bien conscientes de que la se­ representación son, paradóji• avanzar. Estará a punto de de­ gunda de ellas (La golfa, camente, una reivindicación jar el cine para convertirse en 1931) tiene ya suficiente gra­ de la realidad. Ésta, como tal, mercader de objetos de arte do de madurez, pero pensando inmaculada y sin manipular, tras el primer fracaso de públi­ que ésta no se completará has­ carecería muy a menudo de co de La Filie de l' éa u ta que con Boudu sauvé des credibilidad. Renoir utiliza esa (1924), pero volverá a él gra­ eaux (1932) se retomen algu­ manipulación como método de cias al apoyo posterior de los nos de sus presupuestos. Ésta aproximación a la realidad. bulliciosos surrealistas. Saldrá última, bien es cierto que direc­ Sin ningún afán de exhaustivi­ del segundo tropezón (el fra­ tamente enlazada con su ilustre dad podríamos citar las se­ caso económico de Nana, predecesora, podría ser el cuencias del carnaval de Niza 1926) aceptando una modesta arranque de una nueva etapa. fil Catherine (1924); las se­ película de encargo, que le va cuencias oníricas de La Filie a enseñar a navegar con soltu­ Una de las primeras. etiquetas de l'eau y La cerillerita; una L:r .. ra por las turbias aguas del que habría que relativizar, que Nana que se debate entre el cine comercial. Sobre Renoir no negar, en el cine de Renoir teatro y la prostitución, ésta se ha escrito mucho, y cada de los años veinte y primeros ejercida con una puesta en es­ vez que se plantea1 un estudio treinta, es la de su adscripción cena tan cuidada como aquél; como el que pretende este mo­ al denominado realismo, o na­ todo lo que de espectáculo nográfico, pesan como una turalismo, poético. Si es dificil musical tiene Sur un air de losa una ;serie de textos canó• considerar realizador de van­ charleston; la función teatral nicos y de afirmaciones que guardias al autor de películas en Tire au flanc (1928), que con el tiempo. se han ido con­ como (1927) o las contiene las mejores secuen­ siderando ra,sgos inevitables de citadas Le Tournoi y Le Bled, cias de esa película; el torneo su cine. Por eso hay que insis­ tampoco parece fácil hablar de que da nombre a la película tir en el carácter contradicto­ naturalismo aunque se matice del mismo título; la perfecta­ rio de esta época de su filmo­ éste con el adjetivo de "poéti­ mente escenificada caza de la grafia, como instrumento para co", en el caso de películas gacela en Le Bled; la constan­ evitar afirmaciones demasiado como La Filie de l'eau, Sur te simulación de gran parte de contundentes. No estaría de un air de charleston (1927) o los personajes de La golfa, más evitar, como método de La cerillerita (1928), en las que intervienen en un múltiple trabajo, las referencias a pos­ que lo fantástico parece volar juego de equívocos ... teriori. El "esto ya anticipa su mucho más allá de ·to que le posterior... " podría convertirse concederían las alas del realis­ Esa observación de la natura­ en una trampa. Se podría aca­ mo. Renoir observa la natura­ leza y de la realidad circun- bar justificando, analizando, leza y la realidad que le ro­ . dante como fuente de inspira­ una película realizada en los · dean como punto de partida ción le lleva al que se convier­ años veinte a partir de supues­ para sus filmes, pero no duda te en el principal rasgo técnico tos logros que le son deudores en dar las vueltas de tuerca de su cine: una preocupación en tal o cual de sus obras que sean menester para trans­ por el encuadre como eje de maestras posteriores. Las du­ gredir esa realidad, negándose todo lo demás. El encuadre es das reaparec{!n a la hora de a ser su prisionero. La natura­ la mirada y en él debe de estar acotar temporalmente este pe­ leza en Renoir es un perma­ todo. De ahí su magistral utili­ riodo d~ iniciación. Parece, no nente estallido de gozo y sen- zación de la profundidad de

.1: J ... campo. Debe de verse todo. nes de la pantalla y jugará un formas en las que el pintor in­ Ésa es la función que hace ju­ papel dramático de primer or­ fluyó en el cineasta, hay algo gar al reencuadre. Sus pelícu• den (recuérdese una vez más más íntimo y que marca todo las están llenas de puertas, la conmovedora secuencia del su cine, que le viene directa­ ventanas, espejos que llevan la asesinato en La golfa). Como mente de él, lo que los france­ acción más allá del primer consecuencia, Renoir recurre ses llaman la joie de vivre. plano, abriendo a veces casi con frecuencia al plano-se­ Pierre Auguste Renoir fue qui­ hasta el infinito esa profundi­ cuencia, frente a las secuen­ zás el más vitalista y sensual dad de campo. Pero, en mu­ cias encerradas en sí mismas. de los maestros impresionis-: chas ocasiones, ni siquiera Un plano-secuencia que se tas. En sus cuadros los perso­ esto es suficiente. El especta­ convierte en instrumento im­ najes cobran especial relevan­ dor tiene que ver incluso lo prescindible y hace que la cá­ cia, toda su piel rebosa sen­ que rodea al encuadre. El fue­ mara se pliegue a la puesta en sualidad. Más concretamente, ra de campo ha sido pocas ve­ escena, dueña y señora del en sus últimos años, los que el ces trabajado en cine con la ri­ cine de Renoir. La cámara se joven Jean conoció directa­ queza con la que lo hizo Re­ mueve (recordemos: como el mente, rinde tributo constante noir. En sus películas mudas ojo) en todas las direcciones a la figura de la mujer. Esa hay con frecuencia personajes con una audacia sin límite. No "alegría de vivir" la llevó Jean que dirigen la vista o la "voz" pocas dificultades técnicas Renoir siempre consigo y la hacia más allá del encuadre, tuvo que vencer para ello y no transmitió a su cine. Pero no ayudándonos a ver lo que no dudó en inventar soluciones, sólo a sus películas, que tam­ está. Frecuentemente parte de de las que hablaremos más bién, sino incluso al rodaje de la cabeza o de la espalda de un adelante, que le convierten en las mismas. Renoir se enamo­ personaje ocupa en primer un continuo innovador. raba de sus personajes como plano, desdibujada, parte de la de las personas. Esto tiene su pantalla, recordándonos que En esa preocupac10n por el importancia en un periodo en no somos los únicos en con­ encuadre Jean Renoir debe el que comienza a hacer pelí• templar la acción, que algo su­ mucho a su padre. No es un culas rodeado de amigos. Son cede "más acá" de la cámara. simple juego de palabras re­ los años en los que su compa­ Con el sonoro tendrá un ins­ cordar que, gracias a él, creció ñera es trumento auxiliar. El sonido le rodeado de "cuadros". Pero, protagonista absoluta de todos ayudará a romI?er los márge- siendo muchas sin duda las sus filmes, salvo aquellos que

,,.,- ;;;.' : ~ ... /. ':- .. ..., ~·;:. ~ .!. f' ._ ..... --.. ~~ : . Sur w1 air de charles ton · t \< Nana

realiza por encargo (Mar­ de la fotografia de Catherine, giese con mano de hierro has­ q uitta, Le Tournoi y Le La Filie de l'eau, Nana, Sur ta el último de los detalles. Era Bled) y Tire au flanc, en la un air de charleston, Mar­ consciente de que, en ocasio­ que interpreta do~ pequeños quitta, La cerillerita y Tire nes, sus actores no hacían papeles. Incluso actuarán jun­ au flanc. A lo largo de su ca­ grandes interpretaciones. A ,~...... ____. tos en sus colaboraciones rrera habrá muchas más perso­ veces ni siquiera se trataba de como actor con otros realiza­ nas que, de manera semejante, actores profesionales. Esto no e= dores. Pero además serán va­ jugarán un papel esencial: le importaba demasiado por­ rios los amig

·:;:· :· Hessling una gran vedette. ~ .. Otras muchas la causa sería su admiración por el cine ameri­ cano (Chaplin y von Stroheim, siempre) frente a un cine fran­ cés aburrido y anquilosado, demasiado cargado de deudas literarias. Incluso habría co­ menzado a hacer cine por sim­ ple amor a los trucajes, sin pretensión artística alguna. La verdad es que un poco de todo ello puede verse en sus prime­ ras películas.

Su primer trabajo, en Cathe­ rine, se circunscribe teórica• mente al guión, la producción ~ :. r . . y la interpretación. Sin embar­ go hay demasiadas cosas del primer Renoir en esta película como para deducir que tuvo mucho que ver en la realiza­ ción misma. De hecho se pro­ dujo un agrio debate a propó• du carrefour (1932)-, frágiles tán siempre perfectamente de­ sito de su paternidad que que­ víctimas de un destino que pa­ limitados en su adscripción dó zanjada a favor de Albert rece casi inamovible -Catberi­ social. Siempre sabremos qué Dieudonné, quien poco des­ ne, La .Filie de l'eau, La ceri­ posición ocupan y no serán pués .se haría célebre como llerita, incluso- o, cuando me­ pocas las tensiones produci­ protagonista de Napoleón nos, estar su111-idas en fuertes das por la relación entre per­ (Abel Gance, 1927). De hecho conflictos -Le Tournoi, Le sonajes de uno u otro estra­ hay muchos paralelismos entre ·Bled · y, en tono de comedia, to social. Una cierta predes­ Catberine y el primer film ya Tire au flanc-. En una sola tinación hará que cada uno firmado por Renoir, La Filie ocasión nos encontramos con acate su condición y sólo el de l'eau. Se trata en ambos ca­ un hogar burgués que en prin­ amor aparece como factor ca­ sos de melodramas, más o me­ cipio pptlría tener algo de apa­ paz (Catberine, La Fille de nos al uso de la época, en los cible (On purge bébé), pero l'eau, La golfa, aunque aquí que una joven humilde y des­ el resultado es un auténtico in­ en el sentido contrario, y en graciada sufre las inclemen­ fierno cotidiano. Esquemas cierta forma Le Bled) de pro­ cias de su condición y es libe­ que, en la mayoría de los ca­ mover un cambio· dentro de rada finalmente de ellas por el sos, caen dentro de los límites una estructura férreamente amor. Si hasta aquí el filme no del melodrama en, como vere­ compartimentada. Renoir no ofrece mayor interés, hay al­ mos más adelante, sus más di­ oculta su simpatía por los des­ gunos detalles eh los que ya versas variantes. favorecidos, al tiempo que tam­ vemos la mano de Renoir. Las poco su desprecio por los valo­ secuencias del carnaval de Queda, antes de pasar a un res burgueses establecidos. Niza, representación dentro de análisis cronológico del perio- · la representación, se intercalan do, un tema crucial en el cine en un montaje rápido con el de Renoir. Si bien para encon­ Los primeros pasos baile de Catherine y Maurice, trar un cierto compromiso po­ que desemboca en la muerte lítico en su obra habrá que es­ Renoir parecía deleitarse ha­ de éste. La fiesta y la música perar a los años del Frente Po­ blando de los motivos que le (fuera de campo) penetran en pular, lo que sí está presente llevaron al cine, contradicién­ y son motor de la citada se­ desde el principio en su filmo­ dose continuamente. No pocas cuencia en la habitación de grafia es una clara preocupa­ veces declaró que su única Maurice. Algo que puede re­ ción social. Sus personajes es- motivación fue intentar hacer cordar la posterior secuencia

.1º.0 ;::.. .i., de la muerte de Lulú a manos de Legrand en La golfa. Hay igualmente una panorámica vertical que recorre la fachada del hotel en el que Catherine · ha sido secuestrada por el chulo Adolphe. Dicha panorá­ mica, que tiene claras referen­ cias renoirianas, no tiene otro objeto que mostrarnos a la protagonista ¡reencuadrada en una ventana!, desolada. Tam­ bién dentro del gusto del pri­ mer Renoir por el montaje rá­ pido (que con el tiempo aca­ baría rechazando, en defensa de un montaje que pase desa­ percibido) y por el cine norte­ l'eau, nuevo melodrama lacri­ escenario para las irreales americano de aquellos años, moso. Renoir se desentiende imágenes de los sueños de se puede inscribir la perse­ de la historia para refugiarse Virginia, claro antecedente de cución del protagonista a en el idílico retrato de los sua­ los de la cerillerita Karen, para una Catherine a punto de des­ ves paisajes al borde del río y los que Renoir despliega todo peñarse a bordo de un tren en la recreación de la magia su artificio (2). Sería precisa­ "desenfrenado", resuelta con del bosque de Fontainebleau. mente la secuencia de los sue­ una salvación en el último mi­ Para lo primero se apoya en ños la que relanzaría, gracias nuto que parece un homenaje una estética de claras raíces al encendido apoyo del públi­ a Griffith. Estos hallazgos ais­ impresionistas, llevando al de­ co seguidor del cine de van­ ' lados no fueron suficientes talle el retrato de los persona­ guardias de la época, una pelí• para salvar la película, que ni jes y convirtiendo el río -siem­ cula que comenzó su exhibi­ siquiera encontró distribuidor. pre el agua en Renoir- en fac­ ción con un rotundo fracaso. Sólo tras el éxito en Napoleón tor narrativo. Será el río el

de Dieudonné, éste 1 pudo es­ que, tragándose a su padre, Desde el rodaje de La Filie de trenarla con el título de U ne sea el origen de las desdichas l'eau, en el verano de 1924, vie saos joie. de Virginia y el que, a su vez, hasta que, a finales de 1925, aleje para siempre el peligro comenzó el de Nana, Renoir Protagonista absoluta de la an­ personificado en su tío Jef. En se debatió entre el abandono

terior, · Catherine Hessling cuanto al bosque de F ontaine­ del cine y la concepción de di­ ... vuelve a serfo de La Filie de bleau, se convierte en perfecto versos proyectos que no llega­ ~¡~¡:_.~:¡~: rían a ver la luz. Con su ami­ go Pierre Lestringuez trabajó en, al menos, tres guiones. El primero, una adaptación de los cuentos de Perrault. El segun­ do, "La belote", debía de diri­ girlo con su hermano Pierre, que a su vez sería protagonista junto a la omnipresente Cathe­ rine Hessling y el propio Les­ tringuez, que en su faceta de ·actor adoptaba el seudónimo de Pierre Philippe. "Le plus mauvaise film", el tercero, se­ ría distribuido por la propia Catherine Hessling. Se sabe además, que trabajó en un pro­ yecto titulado "Alice", así como en una versión de Ma­ lle de /'eau nan Lescaut. El relativo éxito

~·. 1º' . . ¡ de la segunda etapa de distri­ La crítica, y el propio Renoir Bordenave, aparece como una bución de La Filie de l'eau le en su día, considera Nana su cruel parodia de la propia in­ llevó a embarcarse en· un am­ mejor película de la etapa terpretación de la Hessling en bicioso proyecto, una versión muda, algo que no está tan la película. Al igual que Nana re Nana de Emile Zola. El claro vista hoy. Tan cuidada hace fracasar la obra con su guión de Lestringuez partía de puesta en escena es ejemplar a afectación, Catherine Hessling la adaptación del propio Re­ muchos niveles. La historia de hurta a la película con su arti­ noir y en su realización dilapi­ la mujer galante que seduce y ficiosidad la carnalidad que la dó buena parte de su fortuna. humilla a tres hombres hasta historia pide a gritos. Las es­ Algunos de los lienzos que llevarles al suicidio (George casas secuencias en las que aún conservaba de su padre Hugon), el deshonor y la auto­ Nana no aparece como prota­ fueron a parar a esta ambicio­ inmolación (V andeuvres) y la gonista absoluta son, de he­ sa producción que finalmente humillación (Muffat) contiene cho, las que mejor funcionan. resultaría ruinosa. Claude Au­ sobrados atractivos. Renoir Las escenas de la hípica acier­ tant-Lara se encargó de dise­ decide con estos ingredientes tan a recrear un mundo deca­ ñar unos decorados y un ves­ ir más allá del naturalismo de dente. En el extremo opuesto tuario barrocos, que recuerdan la obra de Zola. Consigue el se sitúan las que protagonizan el cine de von Stroheim. La distanciamiento deseado, me­ los criados. A este respecto es cámara se mueve entre ellos diante la combinación cons­ significativa la secuencia en la con profusión de travellings, tante de realismo y estiliza­ que Muffat descubre a los para los que Renoir utilizó el ción. Y es ahí donde fallan sus criados de Nana en pleno fes­ chasis de un viejo Ford. Hizo planteamientos, sobre todo en tín, aprovechando la ausencia construir reflectores especia­ el tratamiento del personaje de de su ama, excelente contra­ les que debían llevar la luz Nana. Lejos de recrear a esa punto de las fiestas galantes a más allá de las limitaciones "mosca de oro que envenena las que el espectador ha asisti­ del blanco y negro y recrear todo lo que toca", como la do hasta ese momento. un ambiente suntuoso y de­ describe el personaje de Van­ cadente. Contrató a Werner deuvres, Catherine Hessling Hay en Nana tres muertes na­ Krauss, al que consideraba parece prisionera de una más­ rradas con una concisión admi­ uno de los mejores actores eu­ cara de hieratismo. La secuen­ rable. Cuando George Hugon, ropeos. Todo estaba preparado cia en la que Nana disputa el que ha asistido al otro lado de para lograr un1 éxito que no se papel de protagonista a Rose una puerta a la humillación de produjo. Mignon en la nueva obra de Muffat, obligado a ladrar como Sur 1111 air de clzarleston

un perro a los pies de Nana, de­ rues" y "Reflet", que tampoco africano, mezquita incluida, cide suicidarse clavándose llegaron a realizarse. Ese oto­ del que parte la nave; el vuelo unas tijeras, este acto se nos ño, con los restos de celuloide de ésta sobre una Europa des­ presenta rápido y descamado. sobrantes de Nana, se enfras­ gajada por los hielos; el aterri­ Víctima de la vergüenza y los có en una experiencia insólita: zaje en una columna publicita­ celos, Hugon muere fuera de Sur un air de charleston. De ria en la que vive la bailarina; campo. Tampoco vepios a Van­ nuevo le asaltaba la idea de la aparición de un teléfono y deuvres en el mismo acto de dejar el cine y decidió utilizar la consiguiente conferencia beber el veneno. La cámara se aquellos metros para hacer un con un coro de ángeles; la sa­ ~ sitúa a su ·espalda ocultando el cortometraje sin concesiones. lida de la alcantarilla de un e ·_¡'! . Muffat tambjén nos es escamo­ del charlestón y el jazz de los bailarina ... No falta tampoco el .. ;~~~:·¡~~ teada. En el preciso momento años veinte. Un científico ne­ homenaje a Charlot en la se­ la cámara abandona el lecho gro aterriza en un París deso­ cuencia del lío que el sabio se para mostrar una serie de obje­ lado a bordo de una bola me­ hace para desembarazarse de tos de la habitación en una sua­ tálica procedente de África. la escala por la que desciende ve panorámica y volver a Nana Allí se encontrará con una bai­ al suelo. Al parecer existía una ya cadáver. En La Fille de larina, la última habitante de banda sonora admirable que l'eau ya había recurrido a una la ciudad junto con su orangu­ hoy se echa de menos. Contra­ elipsis para narrar la muerte tán, que le seducirá con un riamente a lo que se ha escrito del padre de Virginia. Años charlestón que muestra a una generalmente, Renoir interpre­ después, en La golfa, esta con­ Catherine Hessling más turba­ ta aquí su primer papel en una cisión reaparecerá con rotundi­ dora que nunca. De hecho su película dirigida por él mismo, dad. alarde de sensualidad escanda­ -formando parte del coro de lizó al público de la época. El ángeles. El cortometraje no se El fracaso económico de Nana claqué de Johnny Higgins se pudo terminar porque Higgins (Renoir hablaba de un millón añadirá desenfadadamente al lo abandonó a los tres días de de francos) sume al realizador charlestón y los dos bailarines rodaje. El resultado es, sin em­ en una nueva crisis. El verano decidirán partir juntos en la bargo, divertidísimo y lleno de de 1926 trabajó con Lestrin­ nave-bola. Los homenajes a frescura. Algo que seguramen­ guez en .dos nuevos guiones, Mélies se suceden a base de te necesitaba Renoir tras la ex­ "Le prince et la chanteuse des trucos ingenuos: el paisaje periencia de Nana. La salida de la dificil situación lar al que más tarde crearía Rien que les heures ( 1926), su en que se encontraba Renoir a para La cerillerita y que exi­ primera película como realiza­ finales de 1926 vendría de la gía a los actores respetar las dor, y que, antes, inició su re­ mano de su cuñada Marie­ rígidas marcas dibujadas en el lación con el cine como deco­ Louise Iribe, actriz y casada plató. Creó un nuevo sistema rador de Marcel L'Herbier y con su hermano Pierre. La ac­ de travelling que sustituía las Louis Delluc. La experiencia triz había fundado una produc­ ruedas por almohadillas y se era parecida a la de Sur un air tora para financiar un melo­ deslizaba sobre planchas de de charleston. Si en ésta se drama con guión de Lestrin­ contrachapado en vez de sobre trataba de aprovechar unos ro- guez del que ella misma debe­ los habituales rieles. Un siste­ 11 os de película sobrante, en ría de ser protagonista. Por ma que proporcionaba a la cá­ La p 'tite Lili la excusa era la primera vez Catherine Hess­ mara una movilidad infinita. cesión de unos decorados ex­ ling quedaba fuera de un film En todo caso, la película tuvo teriores que habían quedado de Renoir. También era la pri­ una buena crítica y cubrió los inservibles. Nadie cobró por mera vez que éste se enfrenta­ gastos. El final de su rodaje su trabajo, el presupuesto fue ba a un encargo, precisamente quedaría grabado para siempre ínfimo y el problema de la luz, tras su experiencia más libre y en la memoria de Renoir, pues producido por una pertinaz justo antes de otros trabajos Pierre Champagne se estrelló nubosidad, quedó resuelto con más o menos adscribibles a la con su Bugatti cuando "vola­ ingenio. Toda la película se vanguardia como La p'tite ba" precisamente con él como filmó a través de una tela de Lili y La cerillerita. Mar­ acompañante. Las heridas de saco, que producía un grano quitta es hoy la única película Renoir fueron leves, pero especial en la imagen y daba perdida de Jean Renoir. Con­ Champagne murió en el acci­ un cierto aire de ensoñación a secuencia de ello son las dife­ dente. la historia. Se trataba de poner rentes sinopsis argumentales en escena una canción popular que se han ido publicando a lo En el verano de 1927 Jean Re­ de principios de siglo que, largo de los años (3). Segura­ noir y Catherine Hessling in­ ¡una vez más!, habla de una mente poco interesado en la tervienen como actores en el jovencita desamparada y ex­ historia, _Renoir se refugió en cuarto film del cineasta brasi­ plotada que muere finalmente sus habituales audacias técni­ leño Alberto Cavalcanti, que a manos de su chulo. Contra­ cas. Utilizó una maqueta de ya había encandilado a las riamente a lo que se ha afirma­ decorado con U\1 sistema simi- vanguardias de la época con do en alguna ocasión, Renoir

Marquitta · no interpreta aquí el papel de La cerillerita chulo, sino el de un golfillo, tan simpático como inofe nsi­ vo, que holgazanea mientras ve pasar a diario a la tierna Lili, papel reservado a Cathe­ rine Hessling. Las interpreta­ ciones recuerdan una pantomi­ ( ma para guiñol, lo que evita I que el argumento se deslice hacia un melodrama ramplón. Especialmente conseguida en ) este aspecto es la secuencia en la que el chulo apuñala por la espalda a Lili, que parece in­ cluso ralentizar el paso a la es­ perfección en los pétalos de ren, más allá de la ventana, pera de su verdugo, como un rosa que caen sobre la pequeña como los juguetes inalcanza­ relevista lanzado a la carrera Karen para convertirse en los bles más allá del escaparate de que temiese salirse de su mar­ copos de nieve que van a helar la juguetería. El sueño al dimi­ ca a la espera del testigo. Con para siempre su frágil rostro nuto calor de las cerillas hará esta pequeña joya Renoir de porcelana. Realismo poéti­ que se rompa el cuadro y Ka­ vuelve a la interpretación, ta­ co, sí, pero afectado por toda ren penetre en un mundo de rea que, durante este periodo, una parafernalia -exquisita- de gasas, transparencias, muñe­ no frecuentará más que en rea­ innovaciones ténicas y bús­ cos que cobran vida (los sol­ lizaciones ajenas (la primera quedas formales. Se sabe que dados de plomo que Renoir fue en Catherine, finalmente Renoir construyó unos escena­ niño adoraba) y una lucha en­ atribuida a Dieudonné), ex­ rios en miniatura siguiendo la tre su joven ahora alcanzado y cepción hecha del ya citado experiencia de Marquitta. el húsar de la muerte. Karen breve papel de ángel en Sur Utilizó la película pancromáti­ huye a caballo con su amante un air de charleston, y siem­ ca (hasta entonces reservada a de un sueño, como Virginia en pre en películas cortas. La cin­ exteriores) que daba una luz La Filie de l' eau. Dos sueños ta debía de tener 1 una banda más brillante que la habitual que guardan un claro parale­ sonora espléndida que unos ortocromática. Iluminó todo lismo. La película tuvo la mala historiadores atribuyen a Max con reflectores que él mismo, suerte de coincidir con el so­ de la Ca.siniere, aunque or­ con su equipo, había fabrica­ noro y su vida comercial fue questada por Darius Milhaud, do, utilizando lámparas con fi ­ corta y azarosa. Otra vez el y otros, al propio Milhaud. lamento sobrevolteadas, en lu­ desafecto del público empuja . ~. . gar de los tubos de mercurio al a Renoir a un nuevo vaivén. Un tren eléctrico de juguete uso. El resultado es una foto­ avanza por una maqueta bajo grafía de raíces expresionis­ la nieve. ¿Realidad o fantasía? tas, brillante e irreal a la vez. Glorias y miserias del cine André Bazin escribió: "La ce­ Un conmovedor poem·a que comercial rillerita es una incursión del esta vez Catherine Hessling realismo de Renoir en los te­ hace más creíble. Desde el Tras la fascinante experiencia mas y las técnicas del ván­ rostro aterido por el frío de de La cerillerita Renoir reali­ guardismo" (4). Es una defini­ unas calles progresivamente za consecutivamente tres en­ ción posible. Como también lo desiertas, bascula hasta hacer cargos, que le ocupan desde el sería si se le diese la vuelta: nacer una pequeña luz de es­ verano de 1928 hasta el del una película vanguardista que peranza en el fondo de dos año siguiente. Se trata de tres se aprovecha de un tema y un ojos apagados, cuando sus títulos generalmente relegados ropaje realistas. En este film · manos se abren paso entre la a un segundo plano de su fil­ se dan cita, como en ninguno escarcha que oculta una fiesta mografia, cuando no denosta­ de los de la primera época de más allá de una ventana. Allí dos, a los que hoy habría que Renoir, esos dos polos entre está el joven del que se ha hacer justicia dirigiendo hacia los que bascula su cine duran­ enamorado al instante, tan ellos una mirada más deteni­ te estos años.· La dialéctica na­ sólo porque le ha dirigido una da: Tire au flanc, Le Tournoi turalismo/vanguardismo, rea­ mirada compasiva. Renoir y Le Bled. Aunque en una en­ lidad/fantasía se simboliza a la "reencuadra" el sueño de Ka- trevista años después (5) afir- mará no recordar si Tire au de las veces que aparece, el rioso papel si recordamos que flanc le fue propuesta o se tra- genial Mi ch el S imon, un actor fue Catalina la que ordenó la tó de una iniciativa propia, pa- que merecería un apartado por matanza de hugonotes, cono- rece que tendríamos que incli- sí solo dentro de la obra de cida como la noche de San namos por el primer supuesto. Renoir. Por lo demás Tire au Bartolomé, el veinticuatro de Eso no impide que aparezca flanc contiene gran parte de agosto de 1572. Contando con fuera de toda duda que se en- las constantes renoirianas que todos los medios técnicos y tregó a esta nueva experiencia estamos viendo en este perio- materiales precisos, con cien- con entusiasmo. Si se exceptúa do: la movilidad citada de la tos de figurantes a su disposi- la "locura" de Sur un air de cámara, la obsesión por el en- ción, Renoir supeditó el argu- charleston, Renoir no había cuadre, la profundidad de mento a sus teorías de la pues- realizado nunca una película campo y el fuera de campo, la ta en escena. Le Tournoi en su en la que el humor fuese pro- representación enfrentada a la conjunto es una apoteosis de tagonista. Un realizador como realidad (7). la representación. Las secuen- él, deseoso de explorar los te- cías de interiores parten de rrenos más diversos, no podía Sus dos siguientes largometra- una composición de los en- dejar pasar la ocasión. La obra j es son sendos encargos de la cuadres que recuerda los gran- teatral en la que se inspira era Société des Films Historiques. des lienzos históricos del siglo una especie de vodevil cuarte- El primero de ellos, Le Tour- XVII. En ellos vemos a Pous- lera muy popular en Francia. noi, va más allá de la excusa sin, pero también a Velázquez. Esto le podía suponer, como histórica para convertirse en La genial atmósfera del pintor de hecho ocurrió, un éxito de una de las películas más signi- barroco español está en el por- público, algo de lo que su cine ficativas del cine mudo de Re- tentoso uso que Renoir hace no estaba precisamente sobra- noir. Se trataba, en principio, de la profundidad de campo. do. Renoir trasciende la come- de conmemorar el bimilenario Su luz se focaliza igualmente, dia cuartelera homenajeando a de la fundación de la ciudad puntuando, sin importar que _.- su admirado Charlot (más que de Carcassone. El argumento se descubra su artificiosidad, --.it --.it a Mack Sennet, como afirmaba se centra en las argucias di- básicamente a los personajes Bazin), lanzándose a una enlo- plomáticas de la reina re gente de los que irradia una lumino- ...... ::::> --4 quecida orgía de movimientos Catalina de Médicis para unir sidad que nace del contunden- de cámara ( 6) y disfrutando de a la nobleza católica, simboli- te uso de la película panero- :3--.it la dirección d~ actores. Entre zada por Isabelle Ginori, con mática que Renoir descubriese ...... estos . destaca, apoderándose la protestante, representada para sus interiores en La ceri- --4...... de la pantalla todas y cada una por Fran9ois de Baynes. Cu- llerita y que aquí vuelve a uti- ~ ~

Tire au flanc Le Tournoi

lizar. Hay una secuencia que irrumpe de lleno en ella. Du­ Franc;ois y luego a la reina, los resume, con su estructura rica rante toda esa secuencia la luz dos triunfadores de la acción, y compleja, todo lo que inten­ parece provenir del propio pero se enfrenta a los derrota­ tamos decir. Catalina ha lla­ rostro de los personajes. Impa­ dos. A Henri en un mutuo y mado a una audiencia privada sible e intrigante el de la reina. violento acercamiento, cámara a Franc;ois de Bayn~s. Un pa­ Audaz y seductor el de Fran­ y personaje, cuando éste in­ sillo de damas y caballeros c;ois. Angustiado y expectante tenta lanzarse contra quien conduce hasta la estancia real el de Isabelle. La profundidad pretende arrebatarle a su ama­ que, al fondo, aparece enmar­ de campo nos muestra enfoca­ da. A Isabelle, alejándose irre­ cada por dos gruesas cortinas. dos tanto a los dos primeros mediablemente de ella, que :;:::::{;i: Las entrada~_ y -salidas de la es­ disponiendo los términos de extiende los brazos impotente. v· 'i.:··~- tancia serán ~: acompañadas por su acuerdo, que no es otro que Todas y cada una de las se­ 1> diversos travellings. Cuando otorgar la mano de Isabelle a cuencias de Le Tournoi impli­ Franc;ois comparece ante la Franc;ois, como a la joven en­ can, como la citada, una cui­ reina, Isabelle ya se encuentra tregada en contra de su volun­ dadísima puesta en escena. allí con sus damas de compa­ tad. Todos son gestos y movi­ Los reencuadres multiplican el ñía. La cámara toma de lejos la mientos calculados. Cuando efecto dramático en cada una zona de la estancia en la que, las cortinas se abren de nuevo de ellas. En la secuencia del simétricamente encuadrados el lienzo habrá variado su dis­ banquete en el palacio de por los cortinones, la reina posición. Isabelle, de pie, deja Franc;ois (famosa por el insóli• sentada recibe la reverencia caer una mano indolente en la · · to travelling que recorre en un del joven. Esto coloca a ambos que se posan los labios de suave picado a los comensa­ a una misma altura, al tiempo Franc;ois, rodilla en tierra. Esta les), no sólo las puertas se que una de sus damas se sitúa vez es la propia reina la que -abren o cierran para dar paso un poco más allá de los dos - juega el papel de testigo. Hen­ o salida a los distintos perso­ convirtiéndose en eje vertical ri de Rogier, el prometido de naj es, sino que incluso una de equidistante de las dos corti­ Isabelle, contempla la escena las ventanas enmarca la entra­ nas que serán corridas por un con horror mezclado con el da, enfurecido, del ultrajado criado. La secuencia, la repre­ resto de los cortesanos. La cá­ Henri. Pero ese uso de las sentación _pictórica, queda mara irrumpe con cuatro tra­ puertas para multiplicar el en­ clausurada para la corte que vellings de significados bien cuadre se toma magistral en la e_spera fuera, pero la cámara distintos. Acompaña primero a secuencia de la huida de Isa- belle de un Fran~ois ebrio y ción y la luz se pliega a su pa­ nos remite a la expedición del agresivo. La madre escucha el pel de elemento dramático (8). general Bougeau que, con cien alboroto y abre la puerta de su mil hombres, acabó con su habitación. Más allá de la am­ Pese a tratarse de una historia avance hacia el desierto con la plia estancia en penumbra a la cortesana Renoir no olvida re­ resistencia de Abd-el-Kader. que da esa puerta, otra más se crearse en el retrato de una se­ De esta forma, diecisiete años abre al fondo. Por ésta, dejada rie de personajes que son el después de la toma de Argel abierta igualmente para que contrapunto social a los no­ por parte del cuerpo expedi­ más tarde entre por ella el per­ bles protagonistas. Grupos de cionario de Carlos X, se com­ seguidor, Isabelle penetra ves­ criados holgazaneando o ju­ pletaba la ocupación. Por otra tida de un blanco brillante. gando a los dados; las donce­ parte, hace referencia a la in­ ¡Qué belleza la del plano fijo llas jugueteando con el bufón cursión hacia el Sur, casi un de la madre con la joven supli­ de Fran9ois de Baynes; los tra­ siglo después, de los persona­ cándole a los pies! El dolor de bajos del herrero en la plaza jes de la película. Es en ese la una y el miedo de la otra se de la catedral; los mendigos viaje al Sur donde la película funden en un único sentimien­ ejerciendo su oficio en esa gana en interés. Tenemos la to. La representación es previa misma plaza; los músicos to­ impresión, y él mismo lo ha y la cámara no hace sino jugar cando para la fiesta de insinuado en alguna ocasión, un papel dependiente de ella, Fran9ois; el pueblo arremoli­ de que Renoir quiso aprove­ no es sino la mirada hacia algo nado en torno al espectáculo char un encargo que quizás no que le precede. Igual ocurrirá del torneo ... son contrapuntos le motivaba demasiado, para con la secuencia final del tor­ que nos recuerdan que la vida realizar una película de aven­ neo, donde se limita a filmar existe, lúdica y miserable, más turas. Se trataría de un nuevo un espectáculo coreográfico allá del esplendor de la Corte . homenaje al cine norteameri­ . perfectamente planificado. ¿Será mucha osadía afirmar cano, en este caso a las pelícu• Otro tanto se podría decir de que Le Tournoi es la película las en las que Douglas Fair­ la luz, que en ningún momento más sugerente, con La cerille­ banks era dueño y señor abso­ pretende justificar un origen rita, del Renoir anterior a La luto. Esto explicaría la cierta realista. Cuando Frani;ois acu­ golfa? desgana con la que se enfrenta de a la habitación de su madre a la primera parte de Le Bled y para comunicarle que se ha El dípüco histórico de Renoir la pasión con la que se entrega prometido, rypentinamente el se completa con Le Bled, otra a la segunda. Hay en la prime­ rostro del hijo se ilumina con película despachada general­ ra, no obstante, algunos deta­ violencia al dar a su madre la mente con menos atención de lles que merecerían cuando noticia tan deseada por ésta. la que merece. La excusa es de menos ser reseñados. La se­ El siguiente plano a esa ilumi­ nuevo una conmemoración, en cuencia de la cena en la casa nación .contra natura será el este caso el centenario de la de Hoffer está planificada casi de la'"1legada de un criado con presencia francesa en Argelia. exactamente igual que la de la una vela en la mano. Evidente­ El término bled no es gratuito. cena en casa de Fran9ois de mente tan modesto foco de luz En el francés hablado en el Baynes en Le Tournoi. Como no puede justificar el anterior norte de África hace referen­ en ésta, una larga mesa ocupa derroche. No importa. Es una cia al interior del país y, como el centro de la estancia. A la convención. Recordemos que título de la película, adquiere izquierda se sitúa, igualmente, estamos ante una representa- un doble sentido. Por un lado la puerta que abre el campo de acción. El travelling que reco­ rre los rostros, entre sorpren­ didos y divertidos, de los co­ mensales cuando ven aparecer a Pierre de etiqueta, recuerda al de Le Tournoi. En todo caso la secuencia nos muestra a unos personajes arraigados en esta "nueva tierra", muy le­ jos de los Duvemet, cuya es­ pléndida villa parece conver­ tirse en torre de marfil frente a la influencia del exterior. Le Bled Renoir retrata con concisión, en dos secuencias consecuti­ Le Toumoi vas, la diferente actitud que los colonos franceses han to­ mado durante el siglo transcu­ rrido. Menos sutil frente a la colonización se muestra en la famosa secuencia en la que Hoffer rememora con su sobri­ no el desembarco francés en las costas argelinas. Un mon­ taje, claro homenaje al Eisens­ tein de Lo viejo y lo nuevo (Staroe i Novoe, 1929), que convierte los cañones en ara­ dos en un canto a los laborio­ sos colonos. Ni la cierta ironía que se trasluce más allá de la marcialidad de las tropas fran­ cesas, alcanza a contrapuntear el mensaje patriótico. Todo esto pese al alarde que supu­ sieron una serie de travellings encadenados para los que tuvo que construir un camino de planchas de madera a través

de los viñedos. ;:,-.' ·

~ ~ · .\ ~ : ~: . e Pero la película levanta el vuelo cuando comienza el via­ suceden, no siempre perfecta­ por primera vez del montaje je al Sur, donde la acción se mente dominados es cierto, en de una de sus películas, aun­ desencadena y Renoir se en­ la frenética persecución de las que antes había coincidido .· ·:' trega a la aventura. 1Se ha ha­ gacelas. Un montaje paralelo como montadora con Renoir, blado mucho del "contrasenti­ da entrada al suspense que en la colaboración de éste en do técnico;' (9) que supone proseguirá ya hasta el final: La p'tite Lili de Cavalcanti. una planificación en función mientras Diane confiesa sus de la profundidad de campo y planes cuando se siente herida el empleo, sin ymbargo, de ob­ de muerte, su hermano Manuel La llegada del sonoro jetivos lumihosOs que, inevita­ comienza a llevarlos a cabo blemente, difuminan el fondo. apoderándose de Claudie. El Mientras Renoir dirigía sus úl­ No creo que Renoir cayese, desenlace es la conocida per­ timas películas, el sonoro ha­ sin más, en un error de tan secución en la que Manuel bía irrumpido definitivamente grueso calibre. Más bien da la huye con Claudie a lomos de en el cine. Tardaría dos afíos, impresión de que buscaba un dromedario. Hay que seña­ desde la finalización de Le conscientemente un equilibrio lar que en esta película se pro­ Bled, en poder dirigir su pri­ entre la rutilante luz del de­ ducen las primeras colabora­ mera película hablada. En este sierto, la percepción de unos ciones con Renoir de dos de tiempo se refugió de nuevo en paisajes abiertos al infinito y los personajes que más ade­ la colaboración con sus ami­ ese vaporoso halo que des­ lante se convertirán en dos de gos de la vanguardia, lo que prenden las tierras en exceso sus más fieles colaboradores: supone un nuevo bandazo secas y ardientes. Me atrevería Jacques Becker y Marguerite ·desde el cine comercial al más incluso a decir que el resulta­ Houllé. El primero, que apren­ drásticamente experimental. do no es tan drásticamente fa­ dió el oficio a su lado y que ya De nuevo con Catherine Hess­ llido. En ocasiones, muy al seguía sus pasos desde que le ling, que había permanecido contrario. Esto aparte, el viaje fuera presentado en casa de ausente en sus tres últimas pe­ al Sur cambia el tono de la pe­ Cezanne en 1924, interpreta lículas, si se exceptúan sus lícula. Asistimos a partir de aquí un papel secundario. dos pequeños papeles en Tire ese momento a una trepidante Marguerite Houllé, futura au flanc, interviene como ac­ aventura. Los travellings se Marguerite Renoir, se encarga tor en dos filmes de Alberto

...... ¡11 ·... :·"" .. Cavalcanti. Le Petit chaperon Braunberger, un papel de figu­ therine Hessling, que interpre­ rouge ( 1929) era una versión rante en una secuencia rodada ta uno de los personajes, inter­ burlesca del célebre cuento de en un club nocturno en Tres viene por última vez junto Perrault, en la que interpretaba páginas de un diario (Tage­ a Renoir. Tal plantel de cola­ el papel del lobo que perse­ buch einer Verlorenen), de boradores (incluso Bertolt guía a una Caperuci ta inter­ Pabst, según cuenta en una Brecht estuvo a punto de ha­ pretada por Catherine Hess­ carta dirigida a Claude Beylie cerse cargo de un pequeño pa­ ling. Jacques Rivette ve en (12). En 1930 interviene por pel) no impidió su fracaso co­ este film la mano de Renoir, primera vez en una película mercial. Sincronizada median­ productor y autor del guión sonora, si bien tan sólo como te un disco, según un procedi­ con Cavalcanti, hasta el punto actor. Se trata de Die j adg miento innovador, la película de atribuirle en parte su pater­ nach dem Glück, dirigida por se da hoy por perdida. El argu­ nidad (1 O). Vous verrez la se­ Rochus Oliese, decorador en­ mento "describía las aventu­ maine prochaine (1929) dura tre otras muchas películas de ras de un exhibidor de cine tan sólo unos minutos y fue El Golem (Der Golem, H. Ga­ ambulante que, a pesar de las realizada con restos de celu­ leen y P. Wegener, 1914) y muchas dificultades, intenta loide de la anterior. Según Ro­ Amanecer (Sunrise, F. W. presentar un film de anima­ ger Viry-Babel (11 ): "En un Mumau, 1927). Con fotografia ción fantástica" (13). decorado de templo druida, de Fritz Amo Wagner, uno de Catherine Hessling representa los grandes del Expresionismo Renoir concibió On purge a una vedette rodeada de Alemán, colaborador de Fritz bébé como un ejercicio. Con druidas, interpretados por ni­ Lang, Murnau y Pabst entre su primera película sonora de­ ños barbudos cuyo jefe no es otros, estaba producida por bía demostrar varias cosas a la otro que su hijo Alain. Parece Carl Koch y Lotte Reiniger, vez: que, lejos de los abulta­ que el propio Renoir interpre­ animadora del Teatro de Som­ dos presupuestos de sus dos taba un papel". También en bras, que a su vez fue autora últimas realizaciones, podía 1929, interpreta, junto a Pierre de los efectos especiales. Ca- hacerse cargo de una película barata; que podía rodarla en poco tiempo, frente a la idea que se tenía de su modo de trabajar; y, finalmente que po­ día hacer frente a los retos téc­ nicos que el sonoro traía con­ sigo. Para demostrar todo esto eligió una comedia "intrascen­ dente" de Feydeau. Rodó la película en unos pocos días, con un coste de doscientos mil francos, recaudó en taquilla más de un millón y sorprendió al público con su uso del soni­ do. Renoir escribiría más tar­ de: "Creo en el 'diálogo', pero no es más que una parte del 'sonido'. Para mí, un suspiro, el chirrido de una puerta, unos pasos en la calle pueden ser tan elocuentes como un diálogo" (14). Esta reflexión está. presente en sus primeros trabajos sonoros, con los que concluye este estudio. De he­ cho lo que hizo célebre a esta comedia fue un sonido muy concreto, el de una cisterna de váter tomado en directo. No es el único: recordemos, si no, la rotura de los orinales contra el ~ La golfa

suelo ante la incredulidad de Cuando Braunberger confia a su despotismo hacia sus dos M. Follavoine. Además de ese Renoir la novela de La maridos se vuelve contra ella. uso realista de los sonidos, Fouchardiere que dará origen En definitiva, un argumento Renoir se lanza sin complejos a La golfa, el realizador se con demasiados atractivos al cine hablado, adaptando muestra entusiasmado. De como para que Renoir no pu­ unos diálogos ch,speantes que nuevo se encuentra con la fi­ siese todo su empeño para lle­ se suceden atropelladamente, gura de una mujer débil, varlo a la pantalla, con la idea sin descanso. Diálogos vana- aplastada por el destino, que clara desde el principio de que les que subrayan la caustici- recuerda a sus primeras heroí• su protagonista no podía ser dad con la que esta deliciosa nas (Catherine, La Filie de otro que su admirado Michel comedia pone en solfa la vida l'eau, Nana, La cerillerita). Simon. Sin embargo para el cotidiana ~de una ejemplar fa- Los personajes son, todos, papel de Lulu el coproductor milia burguesa. La puesta en perdedores marcados por la Roger Richebé impuso a Janie escena es sobria, con reminis- fatalidad, inmersos en contra­ Mareze, lo que aceleró el final cencias teatrales. Renoir dejó dictorios juegos de equívocos. de las relaciones entre Renoir de lado sus habituales alardes Legrand se nos presenta como y Catherine Hessling, ya de ténicos en aras de la economía un honesto empleado, que aca­ por sí deterioradas. de tiempo, pero se apoyó sa- bará convirtiéndose no sólo en biamente en la interpretación · ·· · ladrón, sino también en asesi­ Renoir se enfrentaba a su se­ de un reparto espléndido. Mi- no. Oficinista gris que desem­ gunda película sonora. El éxi­ chel Simon vuelve a estar per- bocará en clochard, sus cua­ to de On purge bébé le deci­ fecto en su papel y el resto del dros alcanzarán una elevada dió a rodar toda la película en reparto, básicamente gente de cotización. Lulu será verdugo sonido directo. Esto suponía teatro, no le está a la zaga. y víctima de Legrand, fuerte algunas servidumbres que, por Femandel hará en esta pelícu~ con éste y dominada por otro lado, se adaptaban a la la su debut cinematográfico. Dédé. Éste es un hampón de perfección con su estilo. El El ejercicio se convirtió en un tres al cuarto, que será guillo­ hecho de que en aquellos años éxito y Renoir obtuvo el pre- tinado por el único delito del no existiese la posibilidad de mio que perseguía desde el que es inocente. La arpía llevar a cabo mezclas de soni­ principio, que le fuera produ- Mme. Legrand (que recuerda do obligaba en ocasiones a te­ cido un proyecto al que daba claramente a Mme. Follavoine ner que rodar con varias cá­ vueltas hacía tiempo. de On purge bébé) verá cómo maras para no tener que real i- zar ningún tipo de montaje dura, no carente sin embargo Winna Winfried, Renoir se en­ con la banda sonora. Esto de un fino humor negro que la carga directamente de la pro­ aconsejaba hacer el menor atraviesa de principio a fin. ducción y embarca en la aven­ montaje de imagen posible, Los decorados son igualmente tura, como en los primeros con lo que se favorecía la uti­ de un realismo absoluto. No años, a todos sus amigos. Jac­ lización del plano-secuencia, sólo los exteriores, rodados ques Becker fue director de del que era ferviente partida­ directamente en la calle, sino producción y ayudante de rea­ rio, lo que a su vez vuelve a también la minuciosa recrea­ lización; su so brino Claude propiciar el uso de la mayor ción de los interiores, carga­ Renoir, ayudante de fotogra­ profundidad de campo posi­ dos de los más variados obje­ fia; Marguerite Houllé, enton­ ble, con esa marca de fábrica tos cotidianos. ces ya Marguerite Renoir, tan renoiriana que son los montadora; Mimí Champagne, continuos reencuadres. Asisti­ Durante el rodaje de La golfa la script; Jean Mitry, ayudante mos al primero de ellos ya en se produjo una cierta identifi­ no acreditado de realización e la primera secuencia de la pe­ cación de la ficción con la rea­ intérprete secundario. Final­ lícula, la de la comida de la lidad. Michel Simon se ena­ mente , su her­ empresa de Legrand. La se­ moró apasionadamente de Ja­ mano, interpretó magistral­ cuencia comienza, y se clau­ nie Mareze, quien, a su vez, mente al comisario Maigret. sura, con la cámara filmando cayó en las redes del seductor Renoir alquiló una casa desha­ desde el pequeño ascensor uti­ Georges Flamant, que en la bitada en el cruce en el que se lizado para llevar los platos al película interpreta al chulo desarrolla la acción y todo el comedor. El marco del ascen­ Dédé. Éste la dominaba com­ equipo se trasladó a ella. Gran sor reencuadra a los comensa­ pletamente y, al término de la parte del equipo no cobró por les. En los apartamentos de película, ambos tuvieron un su trabajo y todos dormían, Legrand y Lulu, puertas y ven­ accidente con el flamante au­ comían y bebían juntos, dis­ tanas mostrarán el exterior o tomóvil de Flamant que pro­ puestos a rodar a las horas más nos servirán para entrar desde vocó la muerte de J anie y un intempestivas y con un plan de él. Cuando Legrand pinta en profundo dolor en Michel Si­ rodaje totalmente abierto. La su casa, dentro del encuadre mon. Richebé, asustado ante el película hubo de ser terminada general podemos llegar a ver cariz dramático que había to­ precipitadamente por falta de hasta cinco encuadres comple­ mado la película, intentó que dinero y, para colmo, Mitry mentarios: la I?uerta de acceso se hiciese un montaje ajeno a perdió un par de rollos que al resto de la vivienda, el es­ Renoir para dar a la historia nunca fueron localizados. Sin pejo de un armario, la ventana un cierto toque de comedia. duda esta pérdida debe de abierta del balcón, la ventana Afortunadamente Renoir con­ afectar al seguimiento de la igualmente abierta de la veci­ siguió recuperar las riendas de trama, pero, por otro lado, re­ na de enfrente y' finalmente, la mesa de montaje, que reali­ fuerza la atmósfera misteriosa el cuadro-en ejecución. Si Le­ zó con Marguerite Houllé. que envuelve la película. El grand se afeita en el mismo es­ Tras un primer estreno en cruce de carreteras en el que cenario, habrá que sustituir el N an~y que parecía augurar un se desarrolla la acción, en el cuadro por el pequeño espejo absoluto fracaso, La golfa fue campo y a cincuenta kilóme• frente al que se rasura. Todas estrenada en Biarritz con un tros de París, está casi perma­ estas características adquieren insólito reclamo publicitario: nentemente envuelto por la su más perfecta ejecución en "No venga a ver este horrible lluvia y la niebla. La historia dos secuencias inolvidables, film". El resultado, esta vez, está pel)etrada por una natura­ las del descubrimiento de la fue un éxito. leza hostil que envuelve a los infidelidad de Lulu por parte personajes y acentúa un argu­ de Legrand y la del asesinato Tras varios proyectos que fue­ mento lleno de sugerencias. (15). En cuanto a la utilización ron descartados por las razo­ La fotografía de Marcel Lu­ del sonido directo, éste llega a nes más variadas, y que sería cien juega hábilmente con los niveles desconocidos en· la demasiado prolijo enumerar contrastes, con las luces y las época. Sin arredrarse en nin­ aquí, a principios de 1932 Re­ sombras. En ocasiones la utili­ gún momento Renoir no duda noir comienza a rodar La N uit zación de los proyectores du­ en dejar que el ruido de un du carrefour, basada en la no­ rante un día nublado consi­ taxi o el discurrir de un arroyo vela de Simenon, que trabajó guió dar una perfecta sensa­ casi ahoguen los diálogos, lo con él en la adaptación. Con la ción de noche cerrada. La ban­ que -subraya el realismo pedi­ financiación del amante de la da sonora concede un papel do a gritos por una historia que debía ser protagonista, esencial a los ruidos: los co-

1fiJU ,... .', LaNuit · · ·· ~ du carrefour ~ ·~ ..J · 1¡_; J ¡' ::­ ;'::

1.• f 1. ~ . ¡- ¡¡ ! ~ 1 í

ches pasando a toda veloci­ mentario dedicado a la película en zin: Op. cit. Página 213. dad, frenando, arrancando; este mismo número. puertas y verjas que chirrían; 7. Ver más detalles acerca de es­ 3. Ver el comentario de Carlos J. tos aspectos en el comentario de la lluvia y el viento; la música Plaza a la película en este mismo Tire au flanc en este mismo nú­ de un bandoneón o una caja número. mero. de música; los cascos de unas mulas; una escoba que barre o 4. André Bazin: Jean Renoir. Edi­ 8. Con Le Tournoi comienza la la lima de un ipecánico que torial Artiach (Madrid). 1973. Pá­ colaboración con Renoir de Mar­ araña una pieza metálica; unos ginas 18-19. ce! Lucien, que será también res­ ponsable de la fotografía de Le pasos ... Ruidos que tapan con­ 5. Jacques Rivette y Frarn;ois Truf­ Bled y La N uit du carrefour. versaciones telefónicas y pa­ faut: "Nouvel entretien avec Jean san a ocupar un primer plano, Renoir". Cahiers du Cinéma, núme­ 9. André Bazin: Op. cit. Páginas adquiriendo un insólito papel ro 78. Navidad, 1957. Página 18. 20-21 . dramático. Y, de pronto, la se­ cuencia de una persecución en 6. Merece la pena repetir aquí, a l O. Ibídem. Página 219. pesar de su extensión, y por lo automóvil por carreteras se­ ajustado de su descripción, el co­ 11. Roger Viry-Babel: Jean Re­ cundarias y las escabrosas ca­ mentario de Franyois Truffaut a noir. Le jeu et la regle. Editions llejuelas de un pueblo cerca­ propósito de la secuenciá de la re­ Denoel (París). 1986. Página 175. no, arrancando con los faros presentación teatral: "Los movi­ destellos de luz a una oscuri­ mientos de cámara son alucinan­ 12. Ibídem. Página 176. dad hasta ese momento impe­ tes en Tire au flanc por su heroís• mo. Por encima de la falta de me­ netrable. Godard la calificaría 13 . André Martin: "Contributi on a dios, la cámara se mueve, hace un Reno ir general". Cahiers du como "la única gran película panoramicas, da vueltas rápidas Cinéma, número 80. Febrero, policíaca francesa, más aún, y se detiene de pronto, compo­ 1958. Páginas 42-43. el más grande film francés de niendo planos generales para sa­ aventuras" (16). car de ellos p rimeros planos, 14. Jean Renoir: Op cit. Página como sea; los planos no terminan 102. hasta que los compañeros agota­ dos caen al suelo, faltos ya de 15 . Sobre ambas secuencias, así NOTAS toda inspiración y hasta que Po­ como sobre otros aspectos de La m ies se desploma bailando. Un golfa, ver el comentario corres­ 1. Jean Renoir: Mi vida y mi cine. subtítulo oportuno provoca de pondiente en el apartado dedicado Ediciones Akal (Madrid). 1993. nuevo la risa y empieza un nuevo a las películas. Página 63. sketch, que Renoir, en cuatro o cinco planos, conducirá rápida­ 16 André Bazin: Op. cit. Página 2. Para más detalles, ver el co- mente al paroxismo". André Ba- 225.