Los Monjes Banqueros De Sopetran Comunicación. Jesús
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ACTAS DE LAS VIII JORNADAS DE CASTILLA LA MANCHA SOBRE INVESTIGACIÓN EN ARCHIVOS. HACIENDA Y FISCALIDAD. GUADALAJARA (27 AL 30 DE NOVIEMBRE DE 2007) LOS MONJES BANQUEROS DE SOPETRÁN Jesús Carrasco Vázquez Doctor en Historia Asesor Cultural Patronato de Cultura de Guadarrama 1. INTRODUCCIÓN En anteriores trabajos hice objeto de mi interés científico el conocimiento del pasado del monasterio benedictino de Sopetrán. En ellos siempre destaqué la capacidad de interacción que los monjes fueron capaces de lograr con su medio. Su influencia no sólo en el plano espiritual sino en otro mucho más prosaico como el económico, fue muy sentida en toda su zona de actuación, por otro lado, muy ceñida al espacio geográfico sobre el que el cenobio proyectaba su influjo y que competía con otras dos fundaciones monásticas próximas: los dominicos de Hita1 y las benedictinas de Valfermoso de las Monjas2, bien que éstas perteneciesen al obispado de Sigüenza. Las tres instituciones religiosas mantuvieron su interés sobre la zona mas se preocuparon de actuar en territorios distintos. Aunque esta afirmación habrá que contrastarla cuando se estudie toda la información conservada, puedo adelantar, por lo que llevo apreciado, que los religiosos procuraron buscar zonas de actuación diferenciadas para cada institución que les evitara competir por las mismas tierras, lo que no excluye casos señalados en los que mantuvieron propiedades próximas o bienes que se intercambiaron, caso de la venta de un molino harinero en el pago denominado Matafrailes por parte de los dominicos a los benedictinos3. Fruto de ese interés por conocer mejor la vida que llevó un colectivo monástico que estuvo activo, con distintos avatares, entre 1372‐1834 –etapa histórica que cubre la fundación y llega hasta al exclaustración‐ son los distintos trabajos que tengo publicados y a los que remito4, siendo esta comunicación una nueva aportación en la misma línea. 2. DOCUMENTACIÓN El mayor problema que se encuentra el investigador a la hora de abordar un trabajo como el presente, no es otro que el de las fuentes. La documentación de Sopetrán fue confiscada por las autoridades con motivo de su exclaustración y, tras *ABREVIATURAS: A.H.N. = Archivo Histórico Nacional, A.H.P.Gu. = Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, lg. = legajo. 1 CARRASCO VÁZQUEZ. Jesús, Breve introspectiva histórica sobre Heras de Ayuso, “Wad‐al‐Hayara”, 25, (1998), pg. 189, nota 31, donde hice una breve alusión a su establecimiento en Hita, en 1538. 2 MOLINA PIÑEDO. Ramón, Las señoras de Valfermoso, AACHE Ediciones, Guadalajara, 1996. 3 A.H.N. Nobleza, Osuna, lg. 1.670, exp. 119 G, Hita, 22 de diciembre de 1597. 4 La villa de Taragudo. Evolución histórica de una aldea de Hita. Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, 2001, passim. La fundación del monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán a la vista de un documento conservado en el Archivo Histórico Nacional: una puesta al día, “Wad‐al‐Hayara”, 24, (1997). Ibidem, El precio de la piedad. Los Mendoza y el patronazgo de Sopetrán, “Wad‐al‐Hayara”, 28, (2001). Ibidem. Un conflicto de intereses entre el clero de Hita y los monjes de Sopetrán en 1614, “Wad‐al‐ Hayara”, 30, (2003). 1 CUADERNOS DE ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS DE CASTILLA – LA MANCHA, Nº 10, GUADALAJARA, 2009 distintas peripecias, dado que en un primer momento fue utilizada para conocer el alcance de los bienes del monasterio en beneficio del Estado, terminó sus días en la Sección de Clero del Archivo Histórico Nacional. Por tanto es ahí donde se halla pero, por desgracia, incompleta. Siendo la realidad como va descrita, lo cierto es que la que ha llegado hasta nosotros, junto con otra documentación conservada en otros archivos, caso de la Sección Nobleza del Histórico Nacional, que atesora los fondos de la Casa del Infantado, patronos del monasterio desde el siglo XVII o el propio Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, nos permite bosquejar un boceto bastante aproximado a como tuvo que ser la realidad económica del monasterio en sus días de esplendor y de su capacidad de influencia en la zona, tanto espiritual que no es ahora objeto de mi atención, como la económica que, como se verá, fue notoria y relevante. Es por tanto este trabajo una primera aproximación a la realidad contable de los benedictinos de Sopetrán. 3. INTERÉS DE LA INVESTIGACIÓN El asentamiento de una comunidad monacal en la zona que denominamos Sopetrán está sujeta, todavía hoy, a la confusión y al mito. Algún autor de nuestros días se basó en el libro del que fuera abad del monasterio en dos ocasiones, 1657‐1661 y 1661‐1665, fray Antonio de Heredia5, para extender la idea de una fundación mozárabe del cenobio. Más tarde, otros siguieron sus pasos y desde sus tribunas quisieron propalar la idea de la antigüedad del monasterio, quizá animados de buena fe. La realidad es terca y podemos afirmar que los documentos que conservamos aluden como fecha más antigua, a 13586, año en que el rey Pedro I concedió al monasterio de Sopetrán la celebración de una feria anual7, lo que confirma la existencia del cenobio para la citada fecha y cuyos orígenes hay que buscarlos en la fundación atribuida al rey Alfonso VI, al poco de reconquistar estas tierras, en un más que lógico intento por atraer repobladores y en el que la milagrosa aparición de la virgen al hijo del rey moro de Toledo, no sería sino un buen reclamo para allegar vecinos interesados en convivir en un espacio otrora musulmán y, todavía en ese momento, con un incierto futuro. Fue Gómez Manrique, en 1372, el encargado de consolidar el proyecto monacal, para lo cual trajo monjes benedictinos de San Millán de la Cogolla a los que capitalizó convenientemente para lograr su propósito. El tiempo demostraría lo acertado de su propósito y si no hubiera sido por la exclaustración del XIX, es muy probable que Sopetrán siguiera vivo entre nosotros. Manrique se preocupó de dotar 5 ZARAGOZA PASCUAL, Ernesto, Catálogo de los monjes profesos de Sopetrán (1759‐1830), “Wad‐al‐ Hayara”, nº 20 (1993, pg. 234, para conocer las fechas del ejercicio del cargo por fray Antonio de Heredia. 6 Las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo en el monasterio, de momento, tampoco están dejando entrever otra posibilidad, VELA COSSÍO. Fernando, Monasterio de Sopetrán (Hita, Guadalajara). Arqueología y construcción histórica, “Actas de las I Jornadas de Congreso de Arqueología de Castilla La Mancha”, Cuenca, 2007, pp. 681‐703. Agradezco al autor la cortesía del artículo y de la referencia. 7 DÍAZ MARTÍN. Luis V. Itinerario de Pedro I de Castilla. Universidad de Valladolid, Valladolid, 1975, nº 725, citado por LADERO QUESADA. Miguel Ángel, Las ferias de Castilla. Siglos XII a XV, Comité Español de Ciencias Históricas, 1994, pg. 52. ACTAS DE LAS VIII JORNADAS DE CASTILLA LA MANCHA SOBRE INVESTIGACIÓN EN ARCHIVOS. HACIENDA Y FISCALIDAD. GUADALAJARA (27 AL 30 DE NOVIEMBRE DE 2007) convenientemente a los monjes que vinieron de San Millán articulando un programa que contempló dos tipos de actuaciones, la institucional, al apoyar con su compromiso personal la llegada de los monjes riojanos y la económica, tan necesaria para consolidar su idea de revitalización del cenobio existente. Gómez Manrique concedió una generosa donación de bienes materiales, entre ellos la cesión de la finca de Medianedo, cercana a Yunquera de Henares, así como ganado lanar y vacuno, incluidos ocho pares de bueyes de labranza y una no menos importante cantidad de numerario cuantificada en cien mil maravedíes con lo que comprar tierras8. Esta es la primera referencia que tenemos de la capacidad económica de Sopetrán y de la generosidad del fundador9. Durante la primera mitad del siglo XV el monasterio sufrió, como toda la comarca y como el resto de Castilla, los avatares de la inestabilidad política y a punto estuvo de malograrse el proyecto del prelado toledano. Calmados los ánimos guerreros y consolidado el modelo político, la zona conoció de una etapa de tranquilidad, sobre todo desde 1451, momento en el cual, don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, expulsó a los navarros de Torija e impulsó un programa de lustre para su casa nobiliar que le llevó a capitalizar la adhesión de Sopetrán a la reforma monástica abanderada por San Benito el Real de Valladolid. A partir de ese momento y con el apoyo del Cardenal Mendoza, el proceso vital de la institución no conocería más sobresaltos y la vida monacal se pudo desarrollar sin interrupción hasta la exclaustración decimonónica. 4. ACTIVIDADES FINANCIERAS Cómo va visto, los monjes fueron capitalizados generosamente por parte de arzobispo Gómez Manrique y desde ese momento supieron aplicar con tino una política inversora que les llevó a convertirse en uno de los núcleos de actividad económica de la zona. Los otros dos fueron el monasterio de monjas benedictinas de Valfermoso10 y el convento dominico de la villa de Hita11. En el ámbito civil la actividad económica principal era desarrollada por la Casa del Infantado que tenía en su palacio de Heras el núcleo sobre el que pivotaba toda la producción y diseminadas por las villas comarcanas diferentes mayordomías que estaban bajo la responsabilidad directa de personas de confianza del Duque y se ocupaban del diario discurrir. Por lo que se refiere al control de la zona, el elenco de servidores ducales se coronaba con los corregidores. Eran los alcaldes mayores que la casa nobiliar tenía destacados en las villas de su señorío y que se encargaban de representar al noble y sus intereses y que 8 HEREDIA. Fray Antonio de, Historia del Illustrissimo Monasterio de N. S. de Sopetran, Imprenta de Bernardo de Hervada, Madrid, 1676, pg. 104 y sgtes. 9 A.H.N. Clero, libro nº 4.335, sólo hay que consultar este documento para darse cuenta de qué forma los monjes, casi quinientos años después, conscientes de su importancia, veneraban la memoria del fundador con 148 misas cantadas (41,32% del total) y 142 rezadas, (31,20% del total), sin olvidar una cantada con vigilia y responso.