Villa Miseria Y Subjetividad En La Literatura Argentina Del Siglo XX Y XXI Maria Forcadell Washington University in St
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Washington University in St. Louis Washington University Open Scholarship All Theses and Dissertations (ETDs) 1-1-2009 Representaciones e imaginarios sobre la pobreza: Villa miseria y subjetividad en la literatura argentina del siglo XX y XXI Maria Forcadell Washington University in St. Louis Follow this and additional works at: https://openscholarship.wustl.edu/etd Part of the Latin American Languages and Societies Commons Recommended Citation Forcadell, Maria, "Representaciones e imaginarios sobre la pobreza: Villa miseria y subjetividad en la literatura argentina del siglo XX y XXI" (2009). All Theses and Dissertations (ETDs). 113. https://openscholarship.wustl.edu/etd/113 This Dissertation is brought to you for free and open access by Washington University Open Scholarship. It has been accepted for inclusion in All Theses and Dissertations (ETDs) by an authorized administrator of Washington University Open Scholarship. For more information, please contact [email protected]. WASHINGTON UNIVERSITY IN ST. LOUIS Department of Romance Languages and Literatures Dissertation Examination Committee: J. Andrew Brown, Chair Elzbieta Sklodowska, Co-Chair Akiko Tsuchiya William Acree Richard Walter Bret Gustafson REPRESENTACIONES E IMAGINARIOS SOBRE LA POBREZA: VILLA MISERIA Y SUBJETIVIDAD EN LA LITERATURA ARGENTINA DEL SIGLO XX Y XXI by María Soledad Forcadell A dissertation presented to the Graduate School of Arts and Sciences of Washington University in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy December 2009 Saint Louis, Missouri Agradecimientos Quiero agradecer el gran aporte que recibí de mis profesores en el transcurso de la escritura de esta tesis. Mi más sincero agradecimiento a J. Andrew Brown, Elzbieta Sklodowska, Akiko Tsuchiya y María Fernanda Lander. Sus atentas lecturas y valiosas sugerencias fueron fundamentales para concluir este proyecto. ii Dedicatoria A John Boyd, por su paciencia, confianza y cariño. A mis padres, hermanas y amigos, porque me alentaron en este largo proceso. A Sandro Barros, quien generosamente dedicó tiempo a la lectura de estas páginas. iii Índice Agradecimientos………………………………………………………………………..p. ii Dedicatoria……………………………………………………………………………..p. iii Introducción....…………………………………………………………………………p. 2 Primer capítulo: Narrativas sobre el espacio y el sujeto pobre: Décadas del 30 al 50...………………..p. 26 Segundo capítulo: ¿Leones, santos o ratas?: Niños y adolescentes de la villa (1960-2000)………..…… p. 65 Tercer capítulo: La pobreza en su laberinto en “Yo no quiero que a mi hijo le digan que es piquetero” y El cantor de tango...…….…………………………………………………...…….. p. 93 Cuarto capítulo: ¿Villero u okupa?: Representación y crisis en Puerto Apache………………………... p. 138 Quinto Capítulo: Miopías sociales y representaciones delirantes: El cartonero de la villa en una novela de César Aira................................................................................................................p. 185 Conclusiones ...................…………………………………………..………………..p. 210 Bibliografía.....…………………………………………………………………….... p. 217 1 Introducción Eric Hobsbawn manifiesta que “la pobreza se define siempre de acuerdo con las convenciones de la sociedad donde se presenta” (“Poverty” 398). En esta investigación, teniendo en cuenta a la sociedad argentina, estudiaré las manifestaciones literarias que tratan la pobreza de los asentamientos ilegales o villa miseria. En diferentes momentos históricos, el relato de la pobreza, revela algo que es preciso “des” cubrir. El intelectual, desde un posicionamiento ideológico determinado, asume el rol de vaso comunicante con el resto de la sociedad y desde allí refuerza o desafía el imaginario social. Esta tesis es precisamente sobre el refuerzo y/o socavamiento de los estereotipos sobre el sujeto pobre y el espacio que habita. Las políticas neoliberales de fines de siglo XX producen lo que se llama “la nueva pobreza” y aceleran la extinción de la cultura del trabajo. La crisis acaecida en Diciembre de 2001, es la manifestación visible del colapso económico, político y social de Argentina. El imaginario de un país cuyo bastión es la clase media se derrumba estrepitosamente.1 Esta disertación se concentra, principalmente, en los relatos de la postcrisis. Sin embargo, comienzo el recorrido del tratamiento literario de la pobreza con La marcha del hambre (1934) de Elías Castelnuovo, Villa miseria también es América (1957) de Bernardo Verbitsky y “Como un león” (1967) de Haroldo Conti. En estas obras estudio las manifestaciones literarias de la pobreza moderna. 1 Para Minujin y Kessler, existen tres categorías de pobres que deben considerarse a partir del empobrecimiento generalizado en la década del 90: los pobres estructurales que siempre fueron pobres, los empobrecidos de la clase media que sin haber entrado de lleno en la pobreza pierden acceso a bienes y servicios que antes les eran fácilmente disponibles y los nuevos pobres que pertenecen a la clase media y han pasado a la condición innegable de pobreza. Todos estos actores son los perdedores y la naturaleza de la tragedia es solo una cuestión de grado (41). 2 Cuando me muera quiero que me toquen cumbia (2003) de Cristián Alarcón, “Yo no quiero que a mi hijo le digan que es piquetero” (2002) de Susana Silvestre, El cantor de tango (2004) de Tomás Eloy Martínez, Puerto Apache (2002) de Juan Carlos Martini y La Villa (2001) de César Aira son obras que reflejan preocupaciones similares. Los relatos de la miseria en la literatura del nuevo milenio están estrechamente vinculados con la globalización económica, tecnológica y mas-mediática. La crónica, el cuento y las novelas publicadas a partir de los 90, si bien poseen diferencias estructurales y estilísticas, incorporan la ruina de la economía argentina, la desocupación, el progresivo deterioro de la clase media y las nuevas formas de violencia urbana. Además, en la ficción afloran sujetos populares nuevos y/o rescatados del pasado, como piqueteros, okupas y cartoneros. Coincido con Dianna Niebylski en que las obras post crisis se alejan de la representación realista tradicional (“La globalización”). Se puede decir que el mismo hecho de referir deviene en una búsqueda de categorías semánticas y lingüísticas para narrar la pobreza. La insuficiencia del lenguaje genera que, mediante el acto de la escritura, se ponga en tela de juicio la representación misma del pobre. Los textos del nuevo milenio se enmarcan en lo que Josefina Ludmer define como “literaturas postautónomas”, cuyo postulado sostiene que lo cultural y lo ficcional, en el tiempo de la post autonomía, están en sincronía y en fusión con la realidad económico política. ¿A qué y a quiénes nos referimos cuando hablamos de pobres y pobreza? La carencia está en todas partes y existe desde tiempos remotos. Quizás, un terreno que ofrece mejores condiciones para explorar un discurso crítico sobre la pobreza sea el de las prácticas artísticas, particularmente el de la literatura. No creo que sean necesariamente los/las escritoras quienes mejor entiendan la carencia. Considero que los textos tienen un 3 inmenso potencial dialógico para “desenmascarar, confundir y neutralizar los discursos ideológicos” y sugerir la enorme complejidad y riqueza del sujeto pobre y su espacio (Lienhard 38). Daniel Noemí en Leer la pobreza en América Latina: literatura y velocidad abre un camino, casi inexplorado, para el estudio del tratamiento de la pobreza latinoamericana contemporánea. Coincido con este crítico en que al intentar una definición de la pobreza, desde la producción literaria, resulta contradictorio establecer un parámetro exclusivamente económico. Situaré el concepto no como algo meramente exterior a la literatura, sino como producto de una red con conexiones múltiples entre lo literario, lo cultural, lo económico, lo social y lo político (24). La pobreza presenta una lógica rizomática, no es posible saber dónde comienza ni hasta dónde llega. No obstante, eso no implica que no se pueda estudiar. De esta manera, sin caer en el relativismo, parto de la premisa de que la pobreza se define por su carácter relacional y mutable. Los discursos y lenguajes de la pobreza conforman un panorama ampliamente heterogéneo. Godfried Engbersen distingue cinco: el lenguaje burocrático, cuyo interés radica en la definición de la línea de pobreza, los pobres son aquellos que reciben ingresos inferiores a una cifra determinada; en segunda medida se encuentra el lenguaje moralizador, mediante el cual se juzga el comportamiento de los pobres mediante la meritocracia, el paternalismo o la conmiseración. Existe también el lenguaje dramático, cuyo fin es sensibilizar al receptor, porque se refiere a los problemas cotidianos que enfrentan los indigentes. El lenguaje académico se parece al burocrático, pero no es tan reduccionista, porque busca describir, medir y conceptualizar el fenómeno de la pobreza y sus causas. Por último, está el lenguaje de los pobres, mediante el cual los involucrados expresan su situación. A menudo, estas preocupaciones son llevadas a la esfera pública 4 por intermediarios que, muchas veces, deforman, voluntariamente o no, los relatos de los implicados (Engbersen 6). Uno de los problemas que advierte Loic Wacquant es la falta de palabras adecuadas para hablar de los sujetos pobres; él los llama “parias urbanos”, sin embargo, lo hace consciente del estigma que conlleva esta denominación. Por ejemplo, en Argentina y sobre todo en el ámbito urbano se utiliza la palabra “villero” con fuertes connotaciones negativas,