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Nosferatu. Revista de cine (Donostia Kultura)

Título: LA CIENCIA-FICCIÓN EN ESPAÑA: EL SER QUE (CASI) NUNCA EXISTIÓ

Autor/es: Ramón Freixas, Joan Bassa

Citar como: Ramón Freixas, JB. (2001). LA CIENCIA-FICCIÓN EN ESPAÑA: EL SER QUE (CASI) NUNCA EXISTIÓ. . Revista de cine. (34). Documento descargado de: http://hdl.handle.net/10251/41204

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Entidades colaboradoras:

. . . . , El caballero del dragón a CIHDCII·... ICCIOD en s ana El ser que (cru~ nunca existió

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Ramón !remas / Joan Bassa

NOSFERATU 34-3SIB····· l. También los enanos empeza­ fermedades "incurables" como el otros géneros, del horror al poli­ ron de pequeños cáncer, países cuya infraestructu­ ciaco, sin salir, por desgracia en ra industrial, perfectamente lubri­ demasiadas (y ametrallables) oca­ cada, se transmite hasta al mundo siones, del contorno infantil (a los cinematográfico, admitan el privi­ niños se les suele considerar adul­ mpecemos por el princi­ legio de soñar con más avances, tos con coeficiente mental inferior pio. ¿Hay ciencia en Es­ más conquistas, más victorias. En al normal). ¿Especulación, antici­ paña? No se trata de re­ España, a decir verdad, vivimos pación científica? Ni lo uno ni lo futar la existencia de de prestado. Cuanto de moderno otro, como se podrá colegir del vida inteligente -no necesariamen­ nos rodea se debe a otras mentali­ (mayoritario) listado de títulos te inteligible- en la universidad, dades -y otros capitales-. ¿Cómo que alfombran este artículo. Si el pero la trascendencia del hecho podríamos plantearnos un Fran­ horror/terror español existe, pese no se difunde al resto de la socie­ kenstein apañadito con las listas a quien (le) pese, muy focalizado dad. Aquí, el que inventa, se va de espera de nuestros hospitales? en un tiempo determinado, com­ con "ellos", vende la patente y ¿Aceptaríamos -sin reír a mandí• petentemente periodizado y en sólo regresa jubilado a recibir aga­ bula batiente- la opción de un co­ unos nombres concretos, la SF sajos y a inaugurar una calle dedi­ hete lunar matriculado en la pe­ prácticamente no germina en la cada. Nuestra industria ya ni si­ nínsula ibérica? ¿Resistiríamos piel de toro. Su comparecencia es quiera copia. Se trabaja bajo licen­ indemnes la visión de un Termi­ medrosa, casi periférica su pig­ cia foránea, con máquinas extran­ nator ultragaláctico reducido por mentación, haciendo de su mesti­ jeras y divisas multinacionales. la destreza y armamento de nues­ zaje con el horror el sustento de Eso sí, la mano de obra -barata­ tras fuerzas protectoras? las ficciones. No ya sólo las pie­ aún es local (en ocasiones inmi­ zas de mayor relieve se escoran grante: harto más rebajada). Observando tal paisaje, se com­ descaradamente hacia esta varia­ ¿Cómo vamos a especular con se­ prende (y comprueba) que nues­ ble, sino que buena parte de la mejante patrimonio? Resulta co­ tra SF sea escuálida, chata, me­ exigua producción hace de esta herente que naciones con un ele­ quetréfica (ya sabemos que toda hibridación su guión de combate, vado nivel científico, satélites en generalización comporta injusti­ lidiando, por añadidura, con una el espacio, Internet hasta en el la­ cias, aquí, empero, menores que estrangulación presupuestaria que vaplatos y capacidad para enfren­ en otros ámbitos)... interpenetra­ atenaza la credibilidad y ahoga tarse con éxito (no siempre) a en- da pero no interaccionada con cualquier atisbo de imaginación (1 ). La ciencia-ficción cañí se asienta en la gran paradoja de que hay películas sin existir el género. La construcción de un paradigma fantacientífico español fluctúa en­ tre la entelequia y la quimera. De ahí que el reto de tabular/delimitar un género invisible significado por títulos aislados devenga quijotes­ co. Las causas de ta l desaiTollo (o por mejor decir, involución) son fundamentalmente de índole polí• tico-cultural. "A imagen y seme­ janza del Fantástico generado en Europa -los filmes de la Hammer con Terence Fisher como director titular en Gran Bretaña, la escue­ la de horror necrófilo comandada por Mario Bava y adláteres en Italia; en ambos casos en su de­ clive histórico durante el rugir hispano- se empezaron a pergeñar productos inspirados no tanto en el modelo de Hollywood como en el europeo y pensar que España era un país desarrollado y/o civi­ lizado. No era el caso. Los resul- El hotel eléctrico

•••e!•II NOSFERATU 34·35 ¡'

Al Hollywood madrileño tados estaban lastrados por unos condicionantes políticos y mora­ les que minaban cualquier explo­ ración más allá de los pedestres -v apolillados- valores de la re­ serva espiritual aunque, eso sí, para el exterior se recurría al sano -y saneado- e hipócrita ex­ pediente de la doble versión, de modo y manera que cualquier f ancés (o belga, o inglés, o ita­ liano ... ) miraba la misma pelícu• la que un español, pero, literal­ mente, veía más" (2).

Si hace treinta años, en El astro­ nauta (Javier Aguirre, 1970) un botij ero Tony Leblanc no atinaba a despegar ( compúlsese la epope­ ya: la nave Cibeles 1 parte de Minglanillas y aterriza en Los Mo­ negros), ya hemos logrado que Pedro Duque participara en una misión con la NASA. Mas lo úni­ co ibérico del suceso es el DNI del supracitado, porque sospecha­ mos, para patrio solaz, que ni los calzoncillos eran made in Spain (3). Por eso no nos quejamos, pues productos de género (más o menos) haberlos haylos. Y no puede negarse que este país co­ menzó a laborar tempranamente en el campo de la ciencia-ficción, aunque -genio y figura- el turolen­ se Segundo de Chomón, precur­ sor del paso de manivela, experto menos aleatorio (o fabulación fic­ confinó a la estricta confidenciali­ en trucajes y en la combinación cionera, según los pareceres en dad. Al Hollywood madrileño de imagen real con decorados y liza), en particular los dos prime­ (1927; su remontaje, fechado en maquetas (digno contrincante de ros títulos en juego. El actor y 1928, se comercializó con el títu• Georges Mélies en esta provin­ director Manuel Noriega plantea lo de Lo más español, pero no cia), se mueve profesionalmente Madrid en el año 2000 ( 1925), fue estrenado -y mal- hasta entre España (Barcelona de prefe­ combinación de ingenuidad con­ 1931 ), hogaño desaparecido, es rencia) y Francia (París ¡cómo ceptual y urbanismo delirante, una sinfonía urbana, una visiona­ no!), finalmente fue contratado en con un Madrid convertido en ciu­ ria fantasía, plástica mirada a una 1905 por los Pathé Freres y se dad portuaria y el río Manzanares metrópoli del mañana, hiperni.o­ afincó en Francia, de ahí la ma­ transformado en vía marítima, dema y pintoresca, ubicada tras el triz gala de El hotel eléctrico cuya imagen imposible revela un fin de la Gran Guerra en 1940, (L 'hótel électrique, 1908), un clá­ barco surcando el paisaje urbano levantada sobre la sátira de diver­ sico incontestable donde los haya. hasta llegar al Palacio Real. Por su sos gustos/géneros cinematográ­ No deja de ser significativo que parte, el arquitecto, vitralista, pro­ ficos ... a partir de la exposición en pleno periodo silente, cuando ductor, guionista y realizador bil­ de siete escritores de su película la representación de lo fantástico baíno Nemesio M. Sobrevila pro­ ideal, siendo el episodio cientifista se restringe a la impostación de pone dos filmes-ensayos, de elo­ el más acorde con esa urbe, Esti­ pasajes gótico/misteriosos o cuente atipicidad y personalísimo kion, símbolo de la ciencia, que apuntes siniestro/truculentos en trazo, ciertamente ajenos a los ha erradicado la enfermedad y la (i n)ciertos seriales, se tramiten avatares e intereses del cine espa­ muerte, pero amenazada por los tres largometrajes de aliño más o ñol dominante, pero cuyo fracaso bárbaros del exterior ( 4 ). En El

NOSFERATU 34-35 Eil····· sexto sentido (1929), acogida Astray opinando sobre la inteli­ 1961 cuando otro Franco (Jesús, con mimo por los historiadores gencia o repasamos los discursos of course) procrea un título ma­ más variopintos (5), jugando de Ramón Serrano Súñer. Ni si­ yor llamado a perdurar (con toda (burla burlando) con el casticismo quiera la recuperación económica justicia y en mayúsculas) en la español y el cosmopolitismo euro­ de los años cincuenta, que sí se historia del Fantástico español, al peo, se satisface con propiedad dejó notar en el resto de la pro­ cual otorga adulta consideración una chanza contra el "ojo extrahu­ ducción cinematográfica y alentó social. .. caiga quien caiga. Y mano", o sea, el sexto sentido, algunas aportaciones en el ejido Franco devendrá faro y mástil, esto es, el cinematógrafo y su uti­ de la fantasía, incorporó muescas arTecife y atolón del acervo fan­ lización más venal, descubierto al listado ... aunque si recordamos tástico hispano. Con Gritos en la por el galeno Kamus (así, sus que los censores de la época, se­ noche 1 L'horrible docteur Or­ propiedades terapéuticas para sa­ ráficos torquemadas, prohibieron loff no se clausura únicamente un nar el pesimismo). Amparado en a Superman porque sólo vuelan periodo de pertinaz sequía. El tra­ el paraguas de la comedia (de los ángeles, se entiende -que no bajo de Jess Franco (aún Jesús equívocos), tanto sus novedosos comprende- la penuria cuantitati­ por entonces) forzó la (com) planteamientos narrativos cuanto va de películas. Semejante trayec­ puerta de Jos mercados interna­ sus veleidosas imágenes, tanto su to de secano es aliviado por la in­ cionales -ya era una coproduc­ conspicuo entronque con determi­ surgencia de un tratamiento bon­ ción-, fomentó la floración de nados "ismos" del momento cuan­ dadosamente paródico de la figura más aportaciones (el propio direc­ to su beligerante ataque a los pos­ de , oreado en el epi­ tor se puso las botas) e incluso tulados de la vanguardia más ex­ sodio Una de monstruos de Tres marcó una senda de cócteles ge­ tremosa (6), le confieren un indu­ eran tres (Eduardo G. Maroto, néricos, combinando elementos dable sabor, un firme carácter de 1954), que adquiere el rango de de terror, ciencia-ficción, policia­ anomalía, una semilla de agitación mera efeméride (8). De igual co, melodrama y (naturalmente) que asentaron la categoría de So­ modo, (casi) convendría incluir erotismo, explotada hasta la sacie­ brevila como cineasta maldito (7). Ca1abuch (Luis García Berlanga, dad en aí'íos venideros. En este 1956), con un sabio huido de su sentido, Gritos en la noche no La breve y excepcional etapa re­ laboratorio para refugiarse en es una película (decididamente) publicana (1931 -1 939) no cuenta España y destinar su talento a de ciencia-ficción, pero ahí está, para la SF. El presente del periodo montar unos falleros fuegos miifi­ de la misma manera que no es un no tentó a nadie a la hora de espe­ ciales, pero nos parece excesi­ musical, mas -¡cómo no!- ostenta cular con la ciencia. Ningún ale­ vo ... un número de cabaret (típico en gato humanista, tampoco belicis­ tantos títulos popularmente gené­ ta. No hay obras, y la posguerra ricos de los 60 -piénsese en el imperial, de hambre y camisas 2. El nacimiento de una noción cine policiaco alemán-; y, en fin, viejas, no alojó ningún adoquín en si no recurre a una cavernosa el camino genérico. Algo natural La travesía del género en el fran­ cave, arrastrado night club cen­ si tenemos presente a José Millán quista desierto tiene su fin en troeuropeo o granuloso cabarret mediterráneo, un film de Franco resulta menos suyo). El éxito de la fórmula conminó su copia aquí y allende fronteras, y no deja de ser lógico. La historia del científi• co que necesita carne humana fresca y mollar para sanar a su hija, y actúa en consecuencia, es una mina que el propio cineasta ha continuado conjugando, contu­ maz, hasta hoy, deviniendo así especialista de la canibalización tout court de ideas y temas pro­ pios (o no) con tanta constancia como fecundidad, tanto desparpa­ jo como desahogo, ofertando re­ makes, prolongaciones, secuelas, variaciones ... sin tasa. Orloff, su creación, a veces malvado, otras no tanto, se convierte en una re-

Miss Muerte Gritos en la noche currencia que se instala en su cine al igual que otras criaturas asaz reiteradas en su torrencial, prous­ tiana (según él) filmografía (9), ya sea en un florilegio de aparicio­ nes, ya en la figura de sus hijos (y niet a, y algún otro pariente poco fide digno), ya en simple cita a él o a sus teorías. Un Orloff que, pese a amalgamar características de personajes anteriores -en este as­ pecto, es un recosido de retales y :1asta su gracia nominativa perte­ nece al Bela Lugosi de Los ojos misteriosos de Londres (Dark Eyes of London; Walter Sum­ mers, 1940); y aunque Ojos sin rostro (Les yeux sans visage; Georges Franju, 1960) sea el re­ ferente más cercano, Franco se constituye también en gozoso re­ 1973), en esa memorable escena Imbuido en el Fantástico, una de­ hén del cine norteamericano de en que acude al cementerio a visi­ dicación casi plena del Franco de los años 40 y de paso reclama las tar la tumba donde supuestamente la época, en 1965 rueda Miss luces del expresionismo alemán-, reposa su cadáver-. Sensibilidad, Muerte 1 Daos les griffes du adquiere (y se le reconoce) idio­ implicación de Franco en su de­ maniaque, otra ficción ambienta­ si ncrasia diferenciada, innovando fensa de la otredad, que hizo es­ da en Centroeuropa, ( con)centra­ y renovando de propio el prototi­ cribir con entusiasmo a Carlos da en los experimentos del profe­ po de mad doctor, resultando uno Aguilar: "Prefiero rabiosamente sor Zimmer (Antonio G. Escriba­ de los escasos mitos que nuestro cualquiera de estas secuencias a no), eminente neurólogo, reivindi­ género puede ventilar con hidal­ la mayor parte del cine español cador de los estudios del doctor guía. Tan hondo caló el personaje contemporáneo, y destacando que Orloff -el proyecto Zimmer de desde su alba, que al presentarse en la entraña de El secreto del Dr. rendir inofensivos a los criminales El secreto del Dr. Orloff (Jesús Orloff anida una reflexión que a guarda semejanza con el método Franco, 1964 ), el personaje (re­ buen seguro habría aplaudido el Ludovico esgrimido en La naran­ servado de nuevo a Howard Ver­ propio Hitchcock: en un microcos­ ja mecánica (A Clockwork Oran­ non, lo retuvo -lamentablemente­ mos de estupidez (la pareja prota­ ge; Stanley Kubrick, 1971 )-, que Marcelo Arroita-Jáuregui) se lla­ gonista, el policía graciosamente serán proseguidos por su hija ma Fisherman, pero el título de la encarnado por Serradm) y mez­ Irma (Mabel Karr) con fines de película le pone en su lugar. El quindad (el doctor Fisherman, el venganza, reprogramando cere­ film, que se presenta como una proxeneta), el único personaje ver­ bros y convirtiendo a una (otra) variación/derivación -no mimesis­ daderamente positivo, conmove­ artista de cabaret, Nadia (Estella de Gritos en la noche, batalla dor, es Andros. Es decir, el mons­ Blain), en ungulada y robotizada contra la precariedad presupues­ truo, a su pesar, es decir el otro" asesina. Una nueva y agitada mez­ taria, sortea algunos tópicos, su­ ( 10) . O en atinada expresión de cla de elementos diversos agluti­ ministra a un desalmado y opió• Jean-Pierre Bouyxou, "el monstruo nados en una intriga sabiamente mano científico, devoto cultor de al que sólo temen los que no saben llevada, gratamente fetichista, la carne Uoven) femenina, ocupa­ soñar, es el único que tiene un co­ eróticamente inguinada, de aliento do en experimentos más o menos razón lo suficientemente puro para obsesivo y magníficamente plani- viles cuyo máximo interés revela comprender a la protagonista, la . ficada, aunque la maquinita y sus la animación de carne inerme -re­ cual posee la tierna perversidad electrodos neuronales -el compo­ saltada en la noble presencia de necesaria para amar a un ser tan nente de ciencia-ficción más resta­ Andros, el robot, hermano de Fis­ diferente de los demás" (11 ) ... llante- haya envejecido respecto a herman, al que éste destina para aunque ello no le impedirá provo­ los demás atractivos de la narra­ eliminar a sus "molestas" aman­ car su destrucción. Un film singu­ ción, otra vuelta de tuerca a las tes, de estirpe frankensteiniana, y lar, cruel y sugestivo, dulce y sádi­ relaciones de poder, al dominio ab­ hasta fisheriana avant la lettre: co. Algo muy propio, ese elogio de soluto sobre otros, a la imposición cf. Frankenstein and the Mons­ la diferencia, de la démarche deJe­ de una voluntad (¿dictatorial?) so­ ter from Hell (Terence Fisher, sús Franco. bre los demás (12), y por ende un

NOSFERATU 34-35 33 q canto a la libertad de pensamiento y neo Rhésus O, asesinan a jefes de micos, pero no el único en hollar­ también sexual que, para pasmo de estado, cardenales, embajadores ... la. Y el acicate económico de las propios y extraños, no fue manci­ en una estrategia dispuesta por Sir coproducciones, al albur de los llada por la censura de la época. Percy (Fernando Rey), pirado vientos favorables inspirados por científico y hombre de sable de la las normas de desarrollo de la ci­ Oportunista y permeable a modas codiciosa y ululante Lady Cecilia nematografía española promulga­ y saraos, era de cajón que la eclo­ (Franc;:oise Brion) ... abortada por das en 1964, atizó la sobrepuja de sión del cine de espías no le deja­ la intromisión del decontracté Ha! oj erosos agentes secretos cuya ría en el paro. Eso sí, fiel a sí Pereira (Eddie Constantine), agen­ identificación con el género oscila mismo, con mordaces dosis de te de la Interpol. Igualmente, Bé­ entre lo accidental y lo incidental, parodia, humor ligero y agilidad same, monstruo 1 Küss mich, en una serie de aJo bados produc­ narrativa -la muy reivindicable Monster (1967) juega con un tos del jaez de la paliducha Ope­ Lucky, el intrépido (1967) no ejército de robots-humanos, bien ración Goldman (Anthony M. puede ni debe catalogarse de cien­ dispuestos pero torpones, hom­ Dawson, alias Antonio Margheriti, cia-ficción: sus recursos técnicos, bres-objeto sumisos y obedientes, 1966), entre otros floripondios, y en lugar de sofisticados, son que asedian -sin exagerar- a La­ que luego continuará, cruzada la (casi) decimonónicos-, alumbró la bios Rojos (las espléndidas Ros­ especie, en el boom de los super­ estimable Cartas boca arriba 1 sana Yanni y Janine Reynaud), un héroes, caso de Superargo, el Cartes sur table (1966), artera par de aventureras con un pie a gigante (Paolo Bianchini, 1968) reversión del mundillo de los cada lado de la ley (13). Un canto como estandarte (14). cero-cero-algo y de la Nouvelle al entretenimiento sin más ... apa­ Vague de propina, para alcanzar rentemente, pues, como todo en Más allá de la ligereza (o nula en­ una meta no tan distinta de la ulti­ Jesús Franco, tras las apariencias tidad) de tales piezas, la SF aportó mada en Lemmy contra Alpha­ asoma la retranca zumbona y sar­ desarrollos más provechosos, ville (Alphaville; Jean-Luc Go­ cástica, entregado ya el director a aunque no siempre el pasaporte dard, 1965), aprovechando el la vorágine de vivir para rodar sin español en tiempo de coproduc­ concurso de Eddie Constantine, descanso ni reposo. Irregular en ciones garantice la identidad últi­ aunque por otra (muy otra) sen­ calidad, Jesús Franco es un capí• ma del producto. Es el lance de da. Una serie de autómatas, con tulo aparte en la SF hispana, Terror en el espacio (Ten-ore gafas negras y de grupo sanguí- como en otros departamentos fil - nello spazio; Mario Bava, 1965),

Superargo, el gigante

'INOSFERATU 34-35 Fato Morgana

una de nuestras pocas space ope­ agradecido leit motiv. Pesarosa­ e Ingrid Pitt). En un anaquel aún ras , de nuestros pocos aliens (el mente, su semilla no fructificó en más discutible en orden a su ads­ ve nidero y serafín Miguel Bosé es el jardín de las hespérides del cine cripción genérica podemos situar otra cosa), pero con más puntos español, constituyéndose en una Fata Morgana (Vicente Aranda, de contacto con Italia: Mario obra única (15). Otra apuesta que 1966), que desde una modernidad Bava, pese a rodar aquí, nunca se sabe reciclar la necesidad en vir­ demasiado vanguardista para su nos acercó tanto como Marco tud y asume idéntico estatuto de tiempo, en un extraño punto inter­ Ferreri . Su carácter de hito histó• rareza que Terror en el espacio medio entre Lewis Carroll y rico es indiscutible. Su atractivo es El sonido de la muerte (José George Orwell (Gonzalo Suárez y visual, incontestable. Su caudal de Antonio Nieves Conde, 1965), su inclasificable narrativa tampo­ propuestas, inagotable. Pero su una producción española a ima­ co andan lejos), descubre las an­ hispanidad ... harto discutible, gen y semejanza de determinada danzas de Gim (Teresa Gimpera), pues el encanto de su entidad -no serie B norteamericana de los por una fantasmal, anónima me­ es cuestión ahora de incidir en la años 50/60 (16). Al constatar que trópoli, perseguida por un émulo gastada información de su temple el endeble presupuesto no permi­ mabusiano ciego y asesino (Anto­ precursor de Alien, el octavo tía percutentes efectos especiales, nio Ferrandis). Se asienta como pasajero (Alien; Ridley Scott, se saca de la manga (¿y por qué fábula a mitad de camino entre el 1979), o de documentar que bebe no?¡Muy bien hecho!) un bicho thriller sofisticado/hermético y la en las fuentes de It! The Terror antediluviano que al contacto con ficción de anticipación (la epide­ from Beyond Space (Edward L. el aire deviene invisible. Aunque la mia, un camión de basura como Cahn, 1958)- procede de entron­ ciencia-ficción sólo sea la anéc­ vehículo futurista ... ), ubicada car felizmente la tradición B esta­ dota que nutre de verosimilitud al "después d~ lo acontecido en dounidense (entre lo pulp y el contenido, la película esplende en Londres" y clausurada cuando cine barato) y el genuino perejil el enfrentamiento con el mons­ "sucedió lo mismo que en Lon­ del horror a la italiana. Un preg­ truo, que señala su presencia con dres". Sugerente, inquietante, au­ nante film que hace de la sugeren­ un peculiar aullido perforatímpa• daz formalmente, apuesta por la cia climática, de la supuración de nos. En síntesis, un agitado cóctel desnaturalización de las leyes de angustia, del buen (por estreme­ de monster movie, exotismo sim­ los géneros ( 17). En otro lugar cedor) uso de los estilemas y si­ pático, pálpito aventurero y sus­ -no en otro país, aunque lo parez­ tuaciones visuales del género su tantivas señoras (Soledad Miranda ca-, quien se puso severo (y tras-

NOSFERATU 34-35 cendente) no fue Dante, sino el chapuceramente cuanto se les po­ quisque, incluido su progenitor. (anti)ciclónico Mariano Ozores, nía a tiro. Naturalmente -no podía La mujer, en su cine, además de que haciendo gala de su impericia ser de otra manera-, Jesús Franco activa, es dominante, si bien el habitual y estropeado humanismo, puso la directa y (manu)facturó otro vértice de la función, el nigro­ pergeñó (más bien farfulló) un una apreciable colección de suje­ mante Cagliostro (Howard Ver­ drama postnuclear donde la plega­ tos adscritos a tal oficio. Y, cómo non), de hecho un Orloff vestido ria es la "herramienta" salvadora no, empezó por el más conocido, con túnicas de fantasía, sueña con de los fieles que, amenazados por el doctor Frankenstein, aunque el féminas sumisas y devotas como un proyectil atómico, se cobijan director se deja llevar más por la perfectas E vas ( 18). En breve, "un en una iglesia -recuérdese: en la imagen del creador y su criatura díptico rompedor de ideas recibi­ tecno-primitivista (pero efectiva) desarrollada en los cócteles de das y fustigador de lugares comu­ La guerra de los mundos (War monstruos de la (postrera) Uni­ nes, de poderoso aliento esotérico, of the Worlds; Byron Haskin, versal y los colores del pop-art que del anacronismo hace feliz en­ 1953 ), un milagro aniquila a los (entre Ro y Lichtenstein y Manuel cuentro, recreación del mito, diur­ invasores; en puridad es un acha­ Vázquez) que por la canónica no y gótico, personaje diletante en coso remake de La hora final Hammer o la aún más canonizada la primera, demiurgo sadiano en ( On the Beach; Stanley Kramer, contribución de James Whale. De la segunda" (19). 1959)-. El evento llevó por título tamaña mezcla, con voluntad La hora incógnita ( 1963) y tan provocadora y ambición de El enjabelgado y exitoso prototipo estrepitoso fue su fiasco que el divertir(se), emergió Drácula del doctor Orloff (20), enseñorea­ realizador se apuntó con espíritu contra Frankenstein 1 do con tesón por Jesús Franco a estajanovista y ánimo chusco/ prisonnier de Frankenstein lo largo de su sinuosa filmografía chusquero al lustre de la comedia (1972), irreverente pastiche don­ (21) en varia das décadas y no carpetovetónica más pulgosa. de todo se pone a caldo, desde el sólo en filmes españoles, reapare­ inicio sin diálogos (¿cómo van a ce en 1973 con Los ojos del doc­ hablar si Morpho es mudo?) hasta tor Orloff (de cirujano pasa a 3. La invasión de los hacedores la violencia transgresora, las des­ psiquiatra, e incorpora el rostro de cuerpos cargas eléctricas (electrizantes) de William Berger), ni remake ni suministradas por el doctor a su secuela, sino todo lo contrario (el Cuando en el resto del planeta la purpurada criatura, sin olvidar la núcleo duro de la intriga es un facturación de cine Fantástico (y memorable comparecencia de proceso de enloquecimiento y pri­ con él la SF) empezaba su decli­ Drácula (¡esa faz harinosa salpi­ vación de fortuna de la melíflua ve, en los EE.UU 2001: Una odi­ cada por chafarrinones de san­ Melissa, Montserrat Prous), sua­ sea del espacio (2001: A Space gre!), la influencia de la flor del vemente onírica, de controlado Odyssey; Stanley Kubrick, 1968) acónito o la (espídica: literalmente extravío y atildada mancheta ho­ marcaba una frontera hoy todavía sólo cruza el encuadre de punta a rrorífica, y en El siniestro Dr. insuperable y referente inexcusa­ punta de la pantalla) aparición del Orloff (1982), ésta sí remake de ble de la producción venidera, en hombre lobo. Un iconoclasta ajus­ Gritos en la noche, autorrefe­ la Gran Bretaña la compañía te de cuentas que, sin empañar su rencial a tope, pródiga en Hammer Films trenzaba sus pos­ cariño por los personajes, da pie a (auto )homenajes y que pone en treras exploraciones de los gran­ una revisión de su condición de vereda a Alfred (Antonio Ma­ des mitos y en Japón el fondón mitos y de propina, propina una yans), obcecado vástago del cre­ Godzilla, acompañado de parien­ ejemplar paliza a Mary Francis, puscular científico, (pre )ocupado tes y colegas a su anchura, no futura Paca Gabaldón. Un poco en devolver la vida a su amantísi• dejaba ni una maqueta indemne, más templado -al fin y al cabo, ma madre (22). Jesús Franco en España (¿será por casualidad? Drácula contra Frankenstein aparte, se sustanció una invasión ¿será por el marqués de Villaver­ fue su reacción visceral, liberado­ de mad doctors cortados por el de?) aposentaron sus reales una ra, al cartesianismo y literalidad patrón de lo rupestre pinturero, cohorte de científicos especializa­ con que adaptó El conde Drácula zumbados y berzotas, esperpénti­ dos en la cirugía con serrucho, (Nachts, wenn Dracula erwacht, cos en sus ansias de medro social más cerca de lo chacinero que de 1969)-, aunque igualmente tirale­ e imposición de su voluntad urbi la arquitectura biológica, librepen­ vitas, Franco vuelve a la carga et orbe para padecimiento (y ven­ sadores aislados/marginados, de­ con La maldición de Frankens­ ganza) de sus cobayas (criaturas, cididos al despiece y remontaje tein 1 Les experiencies eróti• monstruos, zombies .. . en quienes, humano, a medio trote entre el ques de Frankenstein (1972), en general, no anidan los más ínti• ansia prometéica de dar vida a las que cede protagonismo a la hija mos anhelos de Jos seres huma­ carnes yertas y el complejo de del doctor, aficionada a la prácti­ nos, carecen de la prosapia enri­ Eróstrato, por aquello de destruir ca de descargas eléctricas a todo quecedora que les lleva a la an-

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1 gustiosa búsqueda por conocer la materia de que están confecciona­ dos, a aprehender el tiempo y por su paradójica necesidad de con­ quistar la muerte, esencial en toda cond ición humana). Con mayor o menor fotiuna en sus aventuras, con más o menos ciencia puesta en sus andanzas, en la leva(dura) de fi cciones que hacen acopio de sabios más o menos tronados, cuyos experimentos les abocarán a la perdición (moral y física), so­ bresa len el enloquecido Cameron Mitc hell, creador de un árbol car­ nívoro, en la simpática La isla de la muerte (Ernst Von Theumer, 1966), el envejecido, decadente Bori s Karloff que da vida a un es­ cultor ciego modelador de esque­ letos fe meninos, de la atrotinada El coleccionista de cadáveres (Santos Alcocer, 1967), el botara­ te cirujano (Ricardo Palmerola) que rehace la testa a un gángster (Pa ul Naschy) en la estropajosa, espeluznante -en el peor sentido del término- Las ratas no duer­ men de noche (Juan Fortuny, 1973 ), el trastabilleante émulo de franke nstei n (e l ceniciento Oliver Mathot), auxiliado por un enano delincuente y bajo los efluvios de una médium , que compone un :ombie desfigurado para apropiar­ se de una herencia, en el atentado fílmico La perversa caricia de Satán (Jorge Gigó, 1971 ) ... A su consabido bricolador que resucita do destino en el ácido desintegra­ vez, tanto Odio mi cuerpo (León a los muertos del cementerio del dar con su criatura/engendro, un Klimovsky, 1974), a partir de las pueblo (¡qué fijación!) al edificar pringante humanoide espinaca (o tensiones originadas en un inge­ un heteróclito conglomerado, a primordial lovecraftiano, ej em, niero cuyo cerebro es trasplanta­ ratos mórbido, a ratos siniestro, ejem), empujado por la mano ami­ do a una mujer, cuya dilapidación pero sabrosonamente delirante. ga de su jiboso criado Gotho de sugestivas ideas se neutraliza Nada que ver con el pordiosero (), mamporrero y por la prestancia de Narciso Ibá­ bodrio, de patibularia ideología y asesino, al que auxilia con el com­ ii.ez Menta como el profesor Ber­ supino recochineo, estampillado promiso de resucitar a su amada ger y por la presencia de una ruti­ por Mikael Skaife (tapadera de Ilse (María Elena Arpón), aunque, lante Alexandra Bastedo, como Miguel Madrid) en Necrophagus haciendo horas extras, también se Trasplante de un cerebro (Juan ( 1971 ), con Bill Curran, un cientí• prendará de la maciza Elke (Ros­ Lagar, 1970), con un mad scien­ fico que, cobaya de sus propios sana Yanni), y es que, deforme o tist que injerta la masa encefálica manejos, deviene una "masa ni no, Paul Naschy siempre se pega de un asesino a un juez, dan animal, ni vegetal, ni mineral" a las bellezas que le circunvalan. cuenta de los sinsabores, recha­ (sino todo lo contrario, podríamos Eso sí, más allá de su viscosa lu­ zos y problemas de identidad que añadir). La pieza non plus ultra es bricidad, tiene un punto de ponzo­ generan tales operaciones. Por su El jorobado de la Morgue (Javier ñosa necrofilia harto suliveyante. patie, La orgía de los muertos Aguirre, 1972), que vehicula a un (José Luis Merino, 1972) se so­ subterráneo mad doctor (Alberto Un periodo álgido, cuantitativa­ brepone al disparate de rigor del Dalbes), que acabará compartien- mente generoso, donde tuvieron

NOSFERATU 34-35 EEI·····- entrada (casi) todas las posibilida­ originalidad de la historia que entre dañina tecnología y vulnera­ des y tenedurías de los mitos del cuenta -el hálito de Terror en el da naturaleza), puntuada por unos género (23) en exploraciones más espacio no está tan lejos-, sino persuasivos efectos especiales virtuales que rituales y del que no por el acertado despliegue de la que no orillan lo truculento ni lo se descuenta ni El hombre in­ narración en un espacio cerrado, gore (25). visible (Anthony M. Dawson, sin embargo en movimiento. No 1970), tontuela comedia de enre­ tuvo continuidad, of cow-se. Dicho queda, y sobradamente ra­ do con dinero de la Disney que tificado al socaire de lo expuesto: refuerza los gags (in)visuales con El cine de género que en Europa nuestra SF, enfeudada en desma­ la explosión de huevos nitroglice­ se mueve por oleadas, conjugador dejado batiburrillo (o "batiburra­ rinados. De esa vitalidad da pábu­ de componentes emulativos y mi­ zo") con otros (sub )géneros, ha lo uno de los títulos más alabados radas miméticas de la luz norte­ ostentado pocas oportunidades y -con justicia- de la producción: americana que (des )tiñe su im­ aún menos títulos para brillar Pánico en el Transiberiano (Eu­ pronta nacional, a veces sale bien como materia dominante, como genio Martín, 1972), de grata ati­ librado en su condición de satéli­ germinación de algo más que un picidad por su compacta factura, te, de inspiración de usos forá­ verosímil fílmico de andar por el ágil conjunción del toque Hammer neos, consustanciales, por lo de­ ministerio y facilitar etiquetas no (no sólo por contar con Christo­ más, a todo momento de vaivén por veraces menos engañosas. pher Lee y Peter Cushing en el industrial (24). Uno de sus más Pero cuando, tras la muerte del reparto) y ojo de buen cubero al respetables exploits es No profa­ general Franco el destape (y ulte­ género norteamericano -de prefe­ nar el sueño de los muertos riormente el cine S o pornografía rencia, El enigma de otro mun­ (Jorge Grau, 1974), bajo la férula de baja intensidad) se posiciona do (The Thing; Christian Nyby y de La noche de los muertos vi­ en las celtibéricas pantallas, la tó• Howard Hawks, 1951)-, de bue­ vientes (Night of the Living nica mayoritaria es la celebración nas maneras narrativas (siempre Dead; George A. Romero, 1968); del sexo en libertad, sin proble­ ayuda un cierto desahogo pecu­ aquí es una máquina pesticida la mas de conciencia ni frustracio­ niario) que viste la odisea de un que levanta de su tumba a los in­ nes, con carne plenamente exhibi­ grupo de pasajeros encerrados en quilinos del cementerio, singulari­ da, sin necesidad de trocearla ni un tren, preceptivamente diezma­ zado por la eficaz, elegante puesta mancharla de sangre. Sólo Igna­ dos, a merced de la depredadora e en escena de Grau (ya saboreable cio F. Iquino mantuvo enhiesto inteligente bestia del espacio des­ en la distinguida Ceremonia san­ (que no erecto) el pendón de la enterrada por un arrogante ar­ grienta, 1972), la recurrencia a moral y su morralla, pero lejos del queólogo (estamos en 1906) que un humor esquinado, una brizna pestiño sanguinolento de Aborto se posesiona de los cuerpos y de ecología, un sesgo antitotalita­ criminal (1973) o de la caída sin sorbe las almas de sus víctimas. rio (unido, empero, a cierto con­ paracaídas por el patio interior Un caso aislado no tanto por la fusionismo en la confrontación ( ¡ catacroc!) de una zagala en Chicas de alquiler (1974), dos chamuscados melodramas por excesivamente rustidos, permi­ tiéndose mostrar el pecado sin in­ terrupciones de última hora. ¿A quién podrían interesar los mons­ truos? ¿Para qué desempolvar nuevos mad doctors? Se decidió no profanar el sueño de los muer­ tos y la ciencia-ficción se sumió en una letargia de la que hoy en día sigue sin salir. Francisco Ma­ cián -que ya había colaborado en ¡Dame un poco de amooor. .. ! (José María Forqué, 1968), don­ de, a mayor gloria de Los Bravos, un gayumbo artificiero ultimaba su máquina destructora... con las cajas de los populares "millones" de bar-, en Memoria (1974) per­ geñó una indigesta empanada (sospechamos que el montaje fi-

____.tl':'l.w• .. ·----- ...... , ... ..,~ Pánico en el Transiberiano

na ! no le perteneció, al menos co mpletamente), entre cambios de mente, improbables físicos nu­ cleares (Fernando Sancho brut nature ), bestias que no se miran al espejo, sexos dispara(ta)dos, castigo a los homosexuales (aso­ mados en barco por el horizonte) y martilleo vil al amor adúltero. La "cosa" no daba -no podía dar­ pa ra mucho más, aunque Jess Franco opinara lo contrario, y en El sexo está loco ( 1979), una de sus comedias eróticas, haga des­ ce nder de un vistoso platillo una reata de extraterrestres que a los ¡s iete ! segundos del coito ya han dado a luz una sanísima descen­ dencia. Una película sin (apenas) f actotums y protagonistas de la eu­ vino temerario y/o suicida. Sólo argumento que supone una revisi­ nuca Horror story (Manuel Este­ alguien con vocación de supervi­ tac ión de las convenciones narra­ ba, 1972) y de la calamitosa El ete viente podía atreverse a romper el tivas con ánimo gamberro y espí• y el oto (Manuel Esteba, 1983), cerco y mantenerse en tan preca­ ri tu deliciosamente marrano. Y sublimes modelos del cero absolu­ rio estado. Y ese alguien existe y bien sola se quedó. El baile de to en la escala Kelvin a todos los habita entre nosotros. Es el valen­ cuerpos desnudos, sin solución niveles de escritura, decibles, inde­ ciano Juan Piquer. Un director de continuidad, es el gustoso pea­ cibles ... una abominación, una pe­ que desde su repaso a Jules Verne je de · que se sirve Franco para nitencia que acecha en el fangal, en Viaje al centro de la Tierra vulnerar repetidamente las sacro­ una (perdón, dos) pesadilla(s). Un (1977) se distinguió por intentar santas leyes de la estipulación ge­ tándem que adquiere valor de puro la elaboración de dignas series B nérica. O sea, la mentira de la fic­ laxante (26). con determinación y acendrado ción es su verdad, pensamiento poso artesanal. Consiguió que se suscrito por Mario Vargas Llosa, hablara de él (aunque fuera mal. .. revisado según la escolástica 4. Tiempos de penitencia y con razón) gracias a Superso­ franquiana. nic Man (1979). Continuó expo­ Poco faltaba ya para que las me­ liando a Verne en Misterio en la La ciencia-ficción será hollada, a didas de protección a la produc­ isla de los monstruos ( 1981) y partir de ahora, por chatarreros en ción cinematográfica contenidas Los diablos del mar (1981). Y busca de material subastado, de en el decreto-ley 3304, de diciem­ no se arredró. Con visicitudes de derribo, para públicos poco exi­ bre de 1983, conocido como "Ley producción (casi) insalvables y de gentes. A la audiencia infantil está Miró", en aras a lavar la cara del distribución (casi) irresolubles (en destinada Buenas noches, señor cine español y fomentar la calidad España; la exportación es otro monstruo (Antonio Mercero, de las películas (y las películas de cantar) ha seguido adelante dando 1982), obsoleta promoción de Re­ qualité, como luego se compro­ el callo, aunque, teniendo en galiz, un grupo musical de tonto­ baría), barrieran de un plumazo cuenta su situación, tampoco po­ lescentes, a la cual no salvan ni todo el entramado de filmes eco­ damos pedirle peras al olmo. Con Luis Escobar como oxidado vam­ nómicos que, numantinos, toda­ todos los reparos que se les quie­ piro ni Jacinto Malina, más cerca vía resistían. La fisura deviene ra (y puede) encontrar, ahí están del pastor alemán que del hombre fractura y el cortocircuito agujero Los nuevos extraterrestres lobo, incapaces -ya lo intentan, negro respecto al cine de género. (1983), un retro-cutre homenaje a pero tamaño tómbola no daba para No es la ocasión de polemizar la estela de Steven Spielberg, más- de parodiarse, con el previsi­ acerca de si el infierno está alica­ Slugs, muerte viscosa ( 1987), ble resultado de que Paul Naschy tado con buenas intenciones, pero La grieta (1989) o La mansión no parece enfermo de licantropía, lo cierto es que la política de Pilar de Cthulhu (1991 ). Y afirma que sino de antropolicía (cortesía ter­ Miró dejó un erial donde se gesta­ todavía no se ha rendido. minológica de Boris Vian). Y al ban películas de mayor empeño adulto con la mente en hibernación industrial, no necesariamente me­ Escasos son los pertinaces culto­ y el cerebro con telarañas van di­ jores. Si rodar filmes de SF siem­ res del departamento SF. Juan Pi­ rectos los hermanos Calatrava, pre fue un acto heroico, ahora de- quer es un caso aparte, y con

NOSFERATU 34-3siJ¡JI····· Jess Franco a su bola (montado ambición y pocas nueces, parco ro, 1977)- y niña de otro planeta en el dólar -cuando se lo dan-), heroic y aún menos fantasy, en la compartiendo días felices de cole­ tan sólo las aportaciones aisladas, historia de Ix (beatísimo Miguel gio.. . y hasta otra, mariposa; y en muchas ocasiones también Bosé), extraterrestre en misión Hermano del espacio (Roy Ga­ despistadas, no permiten finiquitar científica que opta por arriar velas rrett, alias Mario Gariazzo, 1986), con la agonía y certificar la de­ y establecerse en la más oscura zurcido salmigondis que ondula la fu nción del género, prolongando Edad Media.. . por amor a una lacrimógena amistad entre un ex­ su vida ... a cambio de bien poco. princesita, Alba (María Lamor), traterrestre en busca de amparo y Con aceptable financiación en la que huele a lavanda. Los efluvios una jovencita con poderes extra­ mayoría de supuestos, son flores expansivos de E. T. (E. T.; Steven sensoriales que no contribuye de un día que -para variar- utilizan Spielberg, 1982) contaminan dos precisamente a mejorar nuestra la ciencia-ficción más como hori­ filmes: Las fantasías de Cuny poca estima por el cineasta. Cos­ zonte que como referente real. (Joaquín Romero Marchent, mos mortal (Deran Sarafian, 1984 ), cabezona comedia musical 1986) es una exótica y roma El caballero del dragón (Fernan­ infantil (?) con querubín soñador coproducción hispano-portorrique­ do Colomo, 1985) refrenda am­ -el retorno del Lolo García de La ña que socmTima sky lab destroza­ pliamente lo escrito, con mucha guerra de papá (Antonio Merce- do, virus, contaminación y enfer­ mos que son campo de cultivo de al ienígenas que surgen de sus en­ trañas con la pretensión de domi­ nar la tierra ... y acaban chamusca­ dos por lanzall amas. Y, en fin , Nexus 2431 (José María Forqué, 1993 ), que no hemos podido visio­ nar, pero si nos fia mos (y Jo hace­ mos) de Carl os Aguilar, resulta ser un "demencial despropósito de ciencia-ficción barata" (27).

El año olímpico de 1992 aportó ¡dos! piezas al puzzle, aunque, a fuer de ser sinceros, Supernova, de Juan Mifíón, atorrante comedia seudofuturista de orden zarrapas­ troso, es un agujero negro para vilipendio de Marta Sánchez, a mayor derroche con doble papel: ella y su réplica, un robot vicioso. Pero, ¿qué habrá sucedido para que una id ea así funcione en Me­ trópolis (Metropolis, 1926) y no en sus imi tadoras? Sea Jo que fu e­ re, la protagonista tiene demasia­ do que (no) ver en este ejemplo de papanatismo cinematográfico maquillado de ch ufl etera desmiti­ ficación. En cambio, Acción mu­ tante (A iex de la Iglesia, 1992) , practicando el consejo de Grou­ cho Marx, acumula disparates sin respiro, y alguno hace reír, en la historia de un comando de mutan­ tes, masacradores de pijos, que a falta de una existencia digna deci­ den raptar a la hija de un millona­ rio. Todo superponiendo la estéti­ ca futurista de Runner (B/ade Runner; Ridley Scott,

la lengua asesina Acción mutante

1982) y Desafío total (Total Re­ pañola (29)-. Desde luego, no hun­ un meteorito, novtcia inflamada cal!; Paul Verhoeven, 1990) con dió un género inexistente, pero de energía sexual, principito gay o las canciones de Karina, escorzos tampoco lo rescató de la fosa sép­ caniches convertidos en drag batasunos en tercer grado (28), tica de títulos donde yace. queens ... ) que de hecho es la policías poco dialogantes, Naran­ abrupta (re)versión postnuclear jito y Coby. ¡País! Y encima creó Atolladero (Óscar Aibar, 1995) de las lentejas/lentejuelas de la co­ (falsas) expectativas de revitaliza­ procuró romper el molde aplican­ media almodovariana. La propues­ ción -lo mismo sucedió con el pa­ do la vieja fórmula de considerar ta más inspirada de estos últimos ripé de El día de la Bestia (Alex revolucionarias las obras blindada­ tiempos recae en La mujer más de la Iglesia, 1995), en lo concer­ mente genéricas. Sin negarle vo­ fea del mundo (Miguel Bardem, niente al thriller de horror a la es- luntad -ni el mérito de reconstruir 1999), anisero contubernio de en España el desierto de un Texas thriller cañí, sarnosa comedia y postatómico: la acción transcurre plausible anticipación que se afir­ en el año 2048-, el atropello de ma como fábula futurista (año situaciones, la sobreactuación con 2011, Madrid, capital federal de la malos-malos y malos que no lo III República), donde lo fantásti­ son tanto, el tema de la caza del co se difumina paulatinamente de­ hombre, el jovencito destinado a cantándose por la comedia (sin sobrevivir ... todo contribuye a ser circunstancial, su inscripción que, pese a la intención, el trope­ en el ámbito de la ciencia-ficción zón sea sonado, en un producto es más una cuestión de goznes donde falta ironía para ser una que de nódulos). Conviene valorar (buena) parodia, y sobra violencia del film no ya su satírica confron­ para tomarlo en serio. Lo mismo tación entre la belleza del cuerpo cabe decir, pero agravado, de La y la abyección del alma (o a la lengua asesina (Alberto Sciam­ inversa), sino la recia constata­ ma, 1996), (a)tronante (y extra­ ción de que en pleno dominio-or­ viada) aleación de tebeo [anta­ gasmo de la tecnología punta per­ científico y comedia gore, de co­ duran, más allá de lacas y maqui­ lores chillones y personajes sui llajes desorientadores, el grumo, generis (mujer mutante al ingerir la sebon·ea, la caspa nacional.

NOSFERATU 34-35 Ell·····* 5. Moraleja 4. Para una detallada descripción del caña­ bió en 1945 un cortometraje (en blanco mazo argumental del film, recomendamos y negro, mudo y de 18'30" de duración) Lo decíamos al encabezar las pre­ consultar el comentario de Luis Gasea hasta ahora olvidado, descubierto por la propuesto en la sección "La película olvi­ investigadora Ma Encarnació Soler i sentes líneas. Tenemos lo que te­ dada". Terror Fantastic, número 7. Bar­ Aloma, una versión en clave de desen­ nemos, y así nos ha ido. No he­ celona, abril de 1972. Páginas 54-55. vuelta parodia de la novela de Mary W. mos perdido la esperanza de (vol­ Shelley. "Lo mejor de Una de miedo ver a) disfrutar buenas películas 5. En palabras de Julio Pérez PeruclÍa, reside en el vigor demostrado por Font de ciencia-ficción, pero dudamos "suscita un debate utili::.ando medios Maree/ para narrar visualmente una que sean españolas. No pretende­ estrictamente filmicos sobre la jimción producción tan modesta como ésta" del cinema; reivindica por pasiva la in­ (Antonio José Navarro y Tomás Fer­ mos quejarnos de nada, mas la tervención del cineasta como edificador nández Valentí. Frankenstein. El mito falta de ideas -y de talento- aplica­ de un sentido que debe ser minuciosa­ de la vida artificial. Nuer Ediciones. das al género se agranda por el mente controlado por el realizador; uti­ Madrid, 2000). simple hecho de trabajar aquí, lizando tan sabia como astutamente la con nuestras infraestructuras re­ puerta trasera del costumbrismo, toma 9. En lo concerniente a la lu enga, a la chinantes y el constante recurso a posiciones -desde un por entonces mo­ par que sucinta enumerac ión nominati­ derno liberalismo- en cuestiones ideoló­ va (¡con Jesús Franco la exhaustividad la improvisac10n chapucera. gicas que atañen a la moral y a la vida de otros es su propia contención') de Como bien dice Vicente Aranda, cotidiana". En "Narración de un aciago seres, arquetipos, personajes ... junto a no se hace más que sufrir en el destino (1896- 1930)", incluido en His­ un repaso al trabajo del director dentro rodaje, "no se acaban de resolver toria del cine español, de Román Gu­ del Fantástico, remitimos a nuestro artí­ jamás las cosas para bien y todo bern, José Enrique Monterde, Julio Pé­ culo "Jesús Franco, genio y figura", pu­ va solventándose como por mila­ rez Perucha, Esteve Riambau y Casimi­ blicado en el libro citado en nota 2. ro Torreiro. Ediciones Cátedra. Madrid, gro" (30). Un milagro mezquino y 1995. Página 119. 1O. Carlos Aguilar, reseña de El secreto alicaído que no redime un género del Dr. Orloff. Dezine, número 4. San condenado y torturado de su esta­ 6. Sin ir más lejos, en dicha postura se Sebastián, noviembre de 1991 . Página 69. do de postración, triste, solitario, alinea en su pertinente befa y escarnio de terminal. la figura de Kamus. Como indica Julio 11. Jean-Pierre Bouyxou: La science fic­ Pérez Perucha (o p. cit. nota 5, pág. 120), tion au cinéma. Union Générale "propone un juguetón y aséptico catálo­ d'Editions. París, 1971. go (..) de procedimientos y retóricas NOTAS vanguardistas que van desde el cine 12. Las investigaciones del Dr. Zimmer, abstracto al cine puro, pasando por las que aspiran a domeñar la voluntad hu­ l. Una discusión bizantina. Está plena­ sinfonías visuales urbanas, mofándose mana mediante la intervención con elec­ mente demostrada la subsidiariedad de de las actitudes papanatas sobre el par­ trodos en los centros nerviosos, inciden los FIX si el desarrollo fílmico compen­ ticular". En este sentido, dos filmes (en en uno de los temas mayores (y más sa su debilidad con la plenitud y poten­ particular, El sexto sentido) enrocados, reiterados) en la obra de Franco, sea cia de los demás recursos (¿armas?) en de modo convergente y di vergente a la mediante el bisturí, la mesmerización, el manos del director. Item más, tenemos vez, en una corriente expresiva que nu­ hipnotismo, la fascinación (y subyuga­ siempre a mano al irreductible Jess trió obras pioneras (e inmarcesibles) de ción) sexual... a cargo del demiurgo titu­ Franco, capaz de lograr maravillas con la SF europea, como la dadaísta La in­ lar. Véase, Orloff, Drácula, Cagliostro, cuatro duros (y desastres con presu­ humana (L 'inhumaine; Maree! L'Her­ Fu-Manchú, el Dr. Wong, las hijas de puestos más holgados: no le perdona­ bier, 1924), la constructivista y honrada­ doctores .. . Aparte de los filmes citados, mos el cocodrilo de Sadomanía, 1980), mente revolucionaria Aelita (A elita; Ja­ reténganse Macumba sexual (1981) o e incluso con aún menos dinero, a partir cob Protazanov, 1924), el icono visual Mil sexos tiene la noche (1982). de asignaciones insuficientes por irriso­ del siglo XX que es Metrópolis o la so­ rias para cualquier otro ... En sus últi­ berbia La mujer en la Luna (Frau im 13 . Aunque para robot vistoso, lustro­ mas películas no desdei'ía los efectos in­ Mond; Fritz Lang, 1928). so, charretera y chatarrero -además do­ fográficos ni el tratamiento digital de la tado de tubo de escape/chimenea- es un imagen. Y encima disfruta de lo lindo 7. De órbita desplazada y bien descata­ deber reseñar al Arturo que circula por con su juguete nuevo. logada, no podemos omitir El misterio El rayo desintegrador (Pascual Cerve­ de la Puerta del Sol (Francisco Elías, ra, 1965), cuyo diseño remite ¡en todo 2. Ramon Freixas 1 Joan Bassa, artículo 1929), nuestra primera película parlan­ un alarde de anticipación! a los hojalate­ "Fantástico y sexo: de merienda por el te, que interrelaciona realidad y fi cción, ros mamporreros de los seri ales USA amor y la muerte", incluido en Cine fan­ sueño y despertar. Pero la duda nos co­ de la década de los 30, pero en bona­ tástico y de terror español 1900-1983. rroe: ¿sali ó así o las coristas que (a)co­ chón y ri sueño. Sin olvidar el "rayo" AA.VV. Semana de Cine Fantástico y meten una danza procaz son fel ices pre­ que justifica Óscar, Kina y el láser de Terror. San Sebastián, 1999. Páginas cursoras, atrevidas avanzadas de futu­ (José María Blanco, 1977). En definiti­ 451-452. ros aliens, zombies o freaks de siniestro va, engendros destinados al público in­ cuño? fantil que, insistimos, no merece tama­ 3. Todo conviene matizarse: Pedro Du­ ños tratamientos de choque. que vo ló con uno de nuestros curados 8. Curiosamente, y con igual título que embutidos de porcino ib érico -para la aportación de Eduardo G. Maroto fe­ 14. Colindante territorio examinado (y zampárselo- , insigne aportación al mun­ chada en 1934, U na de miedo, Pedro exterminado) con le vedad de espacio y do y a su evolución del ingenio de tan Font Marcet, empresario textil catalán premura -l a cera que arde es escasa- en curtido so laz. y (premiado) cineasta amateur, suscri- nuestro artículo "Ciudadano Gadget.

·····~· f~IINOSFERATU 34-35 Los monstruos del terror

Azaroso muestrario de cachivaches, ar­ donia de engendros -por ahí pasean Drá­ rareza ni su (descarado) expolio de fil­ tilugios y tecnología de punta roma", cula, el hombre lobo, la momia y el mes asaz notable -entre otros, La noche que el lector podrá consultar en este monstruo de Franksatán (sic), despabila­ de los muertos vivientes, The Day of mismo número. dos por Michael Rennie con la intención the Triffids (Steve Sekely, 1963), La de conquistar el planeta-, pura achicoria gran evasión (The Great Escape; John 15. Tal falta de constancia se refleja en filmica. Sturges, 1963) y Saló o los 120 días de el ligero equipaje de space operas (o fil­ Sodoma (Salo o le 120 giornate de mes con extraterrestres) que abrevan en 16. A propósito de su génesis y finan­ Sodoma; Pier Paolo Pasolini, 1975)-, con el departamento. En primera instancia, ciación, ligada a personajes e intereses su lote de personajes (furcias de alto co­ rememorar Los invasores del espacio norteamericanos, véase la información pete y hampones y políticos de igual (Guillermo Ziener, 1967), de índole aportada por Carlos AguiJar en la voz rango) encerrados bajo la amenaza ra­ mantecosa y destino infantil, poco de del film en Antología crítica del cine es­ diactiva. De las tensiones y dramas aus­ espacio y más de ópera (bufa), con pañol, 1906-1995. Julio Pérez Perucha piciados por mor de un sulfatazo atómi• unos alienígenas que (de )muestran tener (editor). Ediciones Cátedra/Filmoteca co, entre supervivientes encerrados en nula vida interior. Mientras Llegaron Española. Madrid, 1997. Página 605. un refugio o triscando por calcinados los marcianos (G. Pipolo y Franco paisajes, se hacen eco respectivamente la Castellano, 1964) compulsa la rijosa 17. Vicente Aranda siempre ha manifes­ mostrenca serie Z Espectro (Manuel Es­ parodia con agónicos resultados, de Ór• tado una inclinación no sólo por el fan­ teba, 1977) y el presuntuoso calco de bita mortal (Primo Zeglio, 1968), con tástico (La novia ensangrentada, Último deseo representado por El re­ un cruce de naves terrícolas y descono­ 1972, da fe y cartas de nobleza a su fugio del miedo (José Ulloa, 1974). cidas allende el espacio, carecemos de autor), sino también por la SF. datos. No así de SOS invasión (Silvio Independientemente de que en La mi­ 18. Jesús Franco, que atravesaba una de F. Balbuena, 1969), un dislate con vis­ rada del otro ( 1998) el pretexto (o, en sus fases de fiebre productiva, se aven­ tas portuguesas, popero y turístico, puridad, el portador del texto) sea una turó asimismo por los vericuetos de la con extraterrestres ansiosos de coloni­ cámaralgadget que ofrece motivos para saga del pérfido Fu-Manchú, sedoso vi­ zar, señoras robóticas de buen ver, y censarla entre los títulos del género, el llano oriental que combina planes pere­ Jack Taylor y Mara Cruz más perdidos director trabajó con Joaquín Jordá en el grinos de dominio con torturas a la vieja que el famoso pulpo del garaje. Un bo­ guión de "Planeta ciego", una historia usanza, a decir de sus detractores para drio sin eximentes. La piltrafilla honoris postnuclear de la que terminó perdien­ apuntillarlo definitivamente (a semejan­ causa del lote está cotizada por la legu­ do la propiedad y se transformó, por za de su contribución al mito de Mabu­ minosa y sinérgica monster mash Los obra y (des)gracia de León Klimovsky, se, que supüso el cierre de la serie). Y si monstruos del terror 1 Dracula jagt en Último deseo ( 1975), donde compa­ es notorio que despidió el ciclo de pelí• Frankenstein (Hugo Fregonese y Tu­ rece como "argumentista", a la cual no culas más o menos fieles a Sax Rohmer lio Demichelli, 1969), suerte de mace- redime del bochorno ni su estatuto de (o al menos que pagaban los derechos

NOSFERATU 34-35 1:9······ de autor), también lo es que su lectura, can sus devaneos con el Dr. Wong (que bargo, cualquier parecido con el origi­ entre cómplice y descreída, propone además interpreta in person), héroe cre­ nal, aparte de que la SF no rasca abso­ una imagen del chino no coincidente con puscular de un par de títulos -La som­ lutamente nada en esta historia, es la esperada por la mayoría de especta­ bra del judoka contra el doctor Wong pura coincidencia. dores (y hasta críticos), pues -no nos (1983) y Dr. Wong's Virtual Hell llevemos a engaño- aposentar su guari­ ( 1999)-, vehículos para el socarrón hu­ 19. Ramon Freixas, artículo "Terror a la da en el Park Güell barcelonés -en El mor y hasta la reflexión sobre la -asumi­ española". Dirigido por... , número 291. castillo de Fu-Manchú (Die Folter­ da- marginación. Impagable, en la segun­ Barcelona, junio de 2000. Página 88. kammer des Dr. Fu Manchu, 1968)-, da, su oración ante el ídolo (¿a quién más que un prurito iconoclasta rezuma recuerda?) y su frustrado hara kiri, 20. El propio Franco, correoso film­ un delirio genial, digno del Gran Maes­ impedido por ... Lina Romay, su ¿hija? maker, le extrajo aún más pellejo al es­ tre de la secta de Panthos ... por llamarla (eres tan puta como tu madre). Se ad­ queleto narrativo de Gritos en la no­ de algún modo, si bien el resultado final miten dobles y hasta triples lecturas, che, que a fuerza de succiones más se­ flojee en más de un punto (esa dichosa todas evidentes para quien sepa escu­ mejaba la carcasa de los templarios de manía de ir con prisas). Fu-Manchú y char (y ver) en una pieza que demues­ Amando de Ossorio, en La venganza el beso de la muerte (Der Todeskuss tra la excelente memoria del director. del doctor Mabuse 1 Dr. M Schlagt des Dr. Fu Mancln1, 1968) es otra vuel­ En La maldición de Frankenstein, zu (1970), con un Farkas/Mabuse (Jack ta de manivela al personaje, algo más Howard Vernon/Cagliostro jura que Taylor), orate demiurgo que pugna por encorsetada pero con una hija, Lin Tang volverá. Y 27 años después (reinar apoderarse del globo terráqueo, muñi­ (Tsai Chin), de venenosa belleza, más después de morir) cumple con su pala­ dor de robots (Andros de nuevo en refinadamente cruel que su egregio pro­ bra. Por lo demás, anotar un curioso plantilla), cuyo rayo incisor achicharra genitor, que disfruta como una enana producto de 1946, El otro Fu-Man­ neuronas a tutiplén y definitivamente aplicando las mañas del papá a sus pri­ Chú, de Ramón Barreiro, cruce de co­ más próximo a Orloff, no por tipología, sioneros. Que Franco le ha cogido el media castiza y exotismo garbancero, pues Wanda Orloff (Ewa Stromberg), tranquillo al perverso asiático lo certifi- idóneo para echarse unas risas. Sin em- nieta del emérito investigador, se opone a sus manejos, sino porque el film es de Jacto un revisionista y oficioso remake del título de 1961.

21. Y es que un mito, es un mito, y hay que sangrarlo. Además, si el Fantástico espafíol existe como tal , se debe al es­ fuerzo y contumacia (independiente­ mente de los resultados) de abnegados cineastas que se empeñan (también eco­ nómicamente) en seguir la trocha, desde Jacinto Molina/Paul Naschy y su lican­ trópica devoción hasta Amando de Os­ sorio y su tetralogía de ultraterrenos (y ultramontanos) templarios (en todo sa­ cerdote anida una animadversión hacia la hembra) que en su combinación de (par­ ca) exhibición epidérmica de las pecado­ ras (y sanción correspondiente, con más carnaza), deviene algo así como el lado oscuro del (contemporáneo) landismo.

22. No podía ser de otro modo: la po­ pularidad del personaje aventó dos in­ debidos latrocinios, dos herrumbrosos exploits que fagoc itan el mito (que no la mitología) y ya forman (¡por desgra­ cia!) parte de la dinastía, merced a la presencia de Howard Vernon como pro­ tagonista: Santos Alcocer estrujó temas, rapiñó tono y copió moldes en El enig­ ma del ataúd ( 1966), y Pi erre Cheva­ lier pergei'íó un indigente desatino entre chancroso y choricero en Orloff y el hombre invisible (La vie amoreuse de l 'homme invisible, 1971 ).

23. Incluso las que se sitúan en sus bru­ mosos límites, verbigracia ¿Quién puede matar a un niño? (Narciso lbá­ ñez Serrador, 1976) , que si deja en el aire la razón científica (o no) de los su­ cesos evocados, malbarata una idea

·····~·NOSFERATU 34-35 atractiva (la inocencia infantil converti­ vivientes (Jess Franco, 1981) y sus re­ turno que la eleve a los altares de film da en asesina de adultos) por mor de secos a la par que atontolinados :::om­ de cul(t)o. No nos engañemos, su desti­ una estirada realización. bie-nazis, la purulenta El lago de los no es engrosar el sumidero galáctico. muertos vivientes (J.R. Lazer, alias ~4. No siempre con el talento y acierto Jean Rollin, 1982), también con nazis 27. Carlos AguiJar: Guía del Vídeo• reque ridos para soslayar el plagio ripio­ de mal reposar, la patizamba Apocalip­ Cine. Ediciones Cátedra. Madrid, 2000. so: cf. Una gota de sangre para morir sis caníbal (Vincent Dawn, alias Bruno Página 740. amando (Eloy de la Iglesia, 1973), an­ Mattei, 1980), Virus (Anthony M. tes pejiguera miriñaque que botafumei­ Dawson, 1979) y sus excombatientes de 28. En El complot de los anillos ro remake de La naranja mecánica. Vietnam gustosos de nuevo de su antigua (Francesc Bellmunt, 1987) hay estrábi­ Con todo, su reflexión acerca de la vio­ afición por la carne humana o, last but cos que han pescado elementos de cien­ lencia sería inviable sin el referente al not least, los masacrados despojos de La cia-ficción. Es innegable que la acción se film de Kubrick. Cie1io que propone un invasión de los zombies atómicos inscribe en el futuro, pero también respeto por la diferencia en las andan­ (Umberto Lenzi, 1980). En suma, con­ Dumbo es un elefante que vuela y no se zas de una paranoica enfermera (Sue centración de cuerpos desencuadernados, le incorpora a los anaqueles del género. Lyon), diestra en el uso del bisturí con de carne pútrida, de ideas gangrenarlas y Y un polvo frente a la Pedrera de Gaudí sus partenaires sexuales, a los cuales con la imaginación descansando en paz puede ser fantástico ... pero a SF no lle­ evita la infelicidad de aclimatarse a la -no sabemos si motivado por los efectos ga por mucho jadeo que le echen. normalidad, pero acaba constituyéndose de las radiaciones o por ... -. Y también en un barato -por petulante- exploir podríamos mencionar algunos émulos de 29. Afortunadamente, entre los frutos orwelliano ... que contiene, empero, un Mad Max o de Conan el Bárbaro. cosechados, es menester destacar dos instante de gloria: el trío de delincuentes obras de espléndida enjundia: la omino­ (presuntamente) regenerados cantando 26. En estreñida pugna con la hogaño sa y tenebrista 99.9 (Agustí Villaronga, "El pequeño tamborilero" en nochevieja. invisible El hombre perseguido por 1997) y la te lúrica y erística Memorias un OVNI (Juan Carlos Olaria, 1976), del ángel caído (Fernando Cámara y 25. El sarpullido inducido por el renaci­ genuino ejemplo de objeto fílmico no David Alonso, 1997). miento, dentro del negociado caníbal, de identificado, que ostenta el mérito de los muertos vivientes al albur de la re­ aglutinar un luengo capítulo de descali­ 30. Entrevista con Vicente Aranda. Ra­ sonancia de Zombi (Dawn ofthe Dead; ficaciones y/o insultos con inaudita mon Freixas y J oan Bassa. Dirigido George A. Romero, 1978) , da pie, siem­ unanimidad por parte del sanedrín de por... , número 172. Barcelona, setiem­ pre en coproducción, a una caterva de los críticos e historiadores más dispa­ bre de 1989. Página 62. apenas indisimuladas (foto)copias, en res. Aunque siempre saldrá algún rabio­ amistoso concubinato de terror y SF, so exégeta que (per)jurará que es una del jaez de La tumba de los muertos obra maldita o surgirá el iluminado de

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