LAS VOCES Y EL SILENCIO

OLIVERIO Por GALVARINO PLAZA GIRONDO N qué sitio de la litera­ contrario, la fe parece experimen­ sin descubrir. Durante su vida, tura, y más exactamente tar en él una ruptura, una rup­ que no es corta —nació y murió Ede la poesía, podríamos inscribirtura que se va haciendo cada vez en : 1891-1967)—no la obra de Oliverio Girondo? Su más una espiral hacia su concien­ experimentó un verdadero reco­ incansable búsqueda por una au­ cia interior. Girondo es el símbolo nocimiento, en torno a su figura, tonomía de la imagen poética sí más diáfano del poeta que es no se agruparon jóvenes poetas puede emparentarle a otros escri­ absolutamente consciente de que en la , como se produ­ tores argentinos y sudamericanos la poesía es una forma de revela­ jeron en torno a Huidobro en que fueron sus contemporáneos: ción que se consume y consuma Chile con el grupo «Mandrágora». , González La- como una experiencia individual Tampoco se le puede vincular de nuza, Marechal y , una manera precisa a los movi­ surgidos y unidos por el rechazo mientos europeos; sí se podría común al modernismo: los van­ decir que entre estos movimien­ guardistas de los años veinte. tos y Girondo hubo una serie de Pero, ¿dónde y cómo encuadrar coherencias, más o menos seme­ su actitud poética, la del perfecto jantes, debidas más que a una suicida? Esa parece haber sido la profesión de fe a un acontecer actitud asumida por Oliverio Gi­ histórico. De lo que no cabe duda rondo, desde un principio, desde es que debió conocer perfecta­ que comenzó a frecuentar tertu­ mente los corrillos europeos, y de lias y relaciones poéticas. Lo que hecho los frecuentó: «su condi­ sus compañeros de generación ción de hijo de familia patricia consideraban parte del «juego» explica sus estudios en Inglaterra dadaista, no era en Girondo otro y Francia y su título de abogado hecho que la búsqueda de la des­ por la Universidad de Buenos trucción de su vida y su obra. Aires que no ejerció nunca, ocu­ Una lúcida destrucción de la cual pado siempre en viajar» (1). tal vez esperaba ver surgir una La obra de Oliverio Girondo expresión poética verdaderamen­ está dominada por un filo cor­ te nueva, sin el más mínimo re­ y cuya repercusión hacia el exte­ tante, por la fuerza de un nihi­ cuerdo de la que él consideraba rior es un hecho secundario, en lismo que le hace ser el autor de totalmente superada. el cual el azar juega sus cartas, una poesía en que el humor es Si tuviésemos que encontrarle cartas de una baraja manejada en mordaz y corrosivo, implacable. a Girondo otro poeta que con él la mayoría de las ocasiones por Su poesía se anticipa muchos mostrase alguna semejanza, este intereses extrapoéticos; es decir, años en forma y fondo a lo que se otro podría ser Huidobro, chileno que muchas veces las cartas sue­ ha venido últimamente a llamar fundador del Creacionismo, más len estar marcadas. «Antipoesía». Sólo el desconoci­ que con cualesquiera de sus com­ Las influencias que emanan de miento de la obra de Oliverio patriotas. Pero Girondo experi­ la obra y la actitud de Girondo es Girondo, por no decir que la menta una diferencia esencial con un hecho que se produce en sor­ ignorancia, ha permitido que exis­ Vicente Huidobro, aunque se ha­ dina; a pesar de él mismo y de tan poetas que hoy se signifiquen llen unidos por logros que les son haberse percatado de ello habría como creadores de una antipoe­ comunes. sido el primero en sorprenderse. sía. O tal vez tengan razón: Gi­ Cuando hablamos de esa dife­ Se ha dicho que la aparición de rondo supo construir una poesía rencia entre Huidobro y Oliverio Julio Cortázar habría sido poco dentro de la misma poesía. Girondo no estamos refiriéndonos menos que imposible sin la exis­ Hablando ahora de Girondo no a un sistema de valores poéticos tencia de Oliverio Girondo. Y puedo menos que pensar en lo in­ sino a las formas de encarar la esto viene a ser aún más esclare- suficientemente valorada que ha poesía como acto creador y con cedor con respecto a su actitud sido su obra y su actitud de ella la vida. Esa diferencia entre y la de sus contemporáneos: ha poeta, asumida hasta sus últimas los dos más auténticos buscado­ sido necesario que pasara el tiem­ consecuencias. Es más, pienso res de la imagen capaz de ser de­ po y que entraran otros jugadores cómo sus propios contemporá­ finida como una recreación del con una nueva baraja. En su neos, los que aún viven, con tal universo expresivo, radica en que tiempo Girondo fue —y en una de mantener el olvido en torno a Huidobro es el creyente con plena gran medida lo continúa siendo— Oliverio Girondo, prefieren bus­ conciencia de su herejía; su cues­ un creador escamoteado a la rea­ car sus relaciones literarias y sus tionar la fe en unos valores en los lidad literaria de los movimientos preferencias en los sitios más ale­ que ya no cree. Para su nueva fe poéticos que en la Argentina han jados, en las literaturas más des­ Huidobro busca la audiencia, re­ sido. Girondo no encaja en la lite­ conocidas, más desconocidas aún clama un proselitismo por parte ratura argentina sino como lo que que la poesía de Girondo.— ■ de la juventud y de sus contem­ es y fue; un islote hinchado de arborescencia y flora en la que poráneos. Prueba de ello son los (1) José Alberto Santiago, Antolo­ manifiestos que se preocupa por vivía una fauna de hermosos pero gía de la Poesía Argentina, Editora Na­ difundir. En Girondo, por el extraños animales, un islote aún cional, Madrid, 1973.

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