Junta Departamental de

SERVICIO DE ACTAS Y TAQUIGRAFÍA

DEPARTAMENTO LEGISLATIVO

ACTA Nro. 1.768

Sesión extraordinaria 11 de agosto de 2015 Página 2 Acta Nº 1.768 - Sesión ordinaria - 11 de agosto de 2015

ÍNDICE

ASISTENCIA SESIÓN...... 3

ORDEN DEL DÍA ...... 4

VERSIÓN TAQUIGRÁFICA...... 5

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ASISTENCIA SESIÓN

En Montevideo, a los once días del mes de agosto de dos mil quince, siendo las dieciséis horas y siete minutos, celebró sesión extraordinaria la Junta Departamental de Montevideo, bajo la presidencia de:

Don Martín Nessi, presidente Doña María del Carmen Castro, segunda vicepresidenta

Secretaría de los señores Carlos Otero, secretario general, y Federico Silva, secretario general adjunto.

Con la asistencia de los señores ediles:

TITULARES

Rodríguez, Delia De los Santos, Walter Pastorino, Sofía Laens, Marcos Belmudes, Luis Barrutta, Fátima Valdez, Sebastián Iglesias, Alfonso Visillac, Claudio Chirico, Luis Urta, Gimena Arias, Gastón Coll, Inés Kruse Chiesa, Hermann Felártigas, Mariana Gossi, Roberto Fynn, Cristina Rodríguez Salomón, Diego Lucas, Eduardo Martínez, Daniel Tucci, Mariano Barrios Bove, Javier Aldaya, Pablo Ruffo, Cristina Arana, Mariano

SUPLENTES

Machado, Jorge Manuel Collazo, Alejandro Jakimczuk, Jorge Rubio, Gustavo Gumberg, Lucía Ordoñez, Daniel Igarzábal, Alfredo Nantes, Valeria Nin, Gustavo Daniel Prado, José Gerardo Martínez, Enrique

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ORDEN DEL DÍA

La Junta Departamental de Montevideo realizará una Sesión Extraordinaria de honores póstumos en homenaje al señor Alcides Edgardo Ghiggia el martes 11 de agosto de 2015, a las 16:00 horas, en la Sala de Sesiones del Organismo.

Exp. Nº 2015 – 0899

CARLOS OTERO Secretario General

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VERSIÓN TAQUIGRÁFICA

Sesión extraordinaria de honores póstumos en homenaje al señor Alcides Edgardo Ghiggia. (Exp. Nº2015 – 0899)

SEÑOR PRESIDENTE (Martín Nessi).- Buenas tardes señores ediles y señoras edilas. Vamos a dar inicio a la sesión extraordinaria del día de hoy, en la que este Cuerpo homenajea al señor Alcides Edgardo Ghiggia, gloria del fútbol uruguayo y de Maracaná. (Es la hora 16:07) En primer lugar, vamos a solicitar al Pleno la autorización para el ingreso del hijo del señor Alcides Edgardo Ghiggia, señor Arcadio Ghiggia, y de la señora esposa del señor Arcadio Ghiggia. Por esa razón, vamos a votar el ingreso a Sala de estos dos invitados. Los señores ediles que estén por la afirmativa, sírvanse indicarlo. (Se vota) AFIRMATIVA, UNANIMIDAD: 31 votos. Les damos la bienvenida a Sala a nuestros invitados. Agradecemos a todos los presentes en la Barra, y también a los señores ediles que han hecho la solicitud para que este Cuerpo brindara un merecido homenaje al señor Alcides Edgardo Ghiggia. Tiene la palabra el señor edil Luis Chirico.

SEÑOR CHIRICO (Luis).- Gracias, señor presidente. Quiero con estas palabras iniciar el homenaje que le hacemos hoy a Alcides Edgardo Ghiggia. Nuestra bancada les agradece a los presentes, a los familiares y a las personas encargadas del fútbol uruguayo por estar aquí. Queremos decirles que estamos tremendamente comprometidos con este. Hemos decidido que en nombre de nuestra bancada haga uso de la palabra el señor edil Daniel Ordóñez. Por lo tanto, una vez más quiero agradecer al Cuerpo toda la colaboración prestada y por estar presentes en este homenaje a nuestro querido amigo Alcides Edgardo Ghiggia. Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE (Martín Nessi).- Gracias a usted, señor edil. Tiene la palabra el señor edil Daniel Martínez.

SEÑOR MARTÍNEZ (Daniel).- Gracias, señor presidente; como verá, vine preparado para la ocasión. Quiero saludar muy especialmente a las autoridades presentes, a los familiares de don Alcides Ghiggia y a los integrantes de este Cuerpo.

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Señor presidente: celebro el gesto institucional de este Cuerpo al decidir que hoy se le brinde un merecido homenaje al señor Alcides Edgardo Ghiggia Pereyra, el último héroe de Maracaná, quien se nos ha ido hace muy pocos días. Nació un 22 de diciembre y vivió de forma sencilla a pesar de soportar sobre sus hombros el peso de la fama, lo cual hoy día parece poner mal a las personas. Muy por el contrario, Ghiggia convivió con la leyenda de forma natural y hasta con una actitud docente. Es probable que nunca haya sido consciente de la magnitud de la hazaña lograda por él y sus compañeros. Él simplemente decía que había “corrido en diagonal y que cuando pudo le pegó fuerte y la metió abajo contra un palo”. Dicho así parece una pavadita y no el relato de lo que tal vez haya sido la mayor gesta en la historia del fútbol mundial y, sin duda alguna, la hazaña más gloriosa e imborrable que ha vivido nuestro mayor deporte. Pero antes de Maracaná Ghiggia ya había formado parte de la máquina de Peñarol del 49. Estaba marcado para formar parte de hechos cargados de gloria. Este hombre más bien pequeño, de no más de 1,60 metros de estatura y 62 kg de peso, tenía fuego en su corazón y viento en sus piernas. Hoy corresponde hacerle llegar a sus familiares y amigos nuestros sinceros saludos y nuestro reconocimiento a todos ellos porque con seguridad mucho tuvieron que ver para que Ghiggia haya estado 88 años entre nosotros, recibiendo durante todo ese tiempo el cariño y el reconocimiento de todos los amantes del fútbol, tanto de nuestro país como de fuera de fronteras. Siento, señor presidente, que todos estamos enfrentados al enorme dilema que supone despedir y homenajear a alguien que físicamente ha dejado de estar vivo, que ya no está entre nosotros como simple mortal, ya que todos estamos convencidos de que Ghiggia está vivo, y no solamente porque así lo está en el corazón de todos los uruguayos, sino porque además, y por decisión propia, hace precisamente 65 años, la tarde del 16 de julio de 1950, Ghiggia se convertía en inmortal. Dicen que cuando el Cotorra Míguez le recriminó por qué no le había pasado la pelota que venía solo por el medio, don Alcides le respondió: “Cotorra, dejala ahí que ahí está bien”. Señor presidente: a Alcides Ghiggia dejémoslo ahí que ahí está bien, en el vestuario celestial, formando parte de la selección de los hombres que nacen para no morir jamás. Le agradezco mucho, señor presidente, y solicito que la versión taquigráfica de mis palabras sea enviada a su familia y a la Asociación Uruguaya de Fútbol. Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE (Martín Nessi).- Gracias a usted, señor edil. Tiene la palabra el señor edil Daniel Ordóñez.

SEÑOR ORDÓÑEZ (Daniel).- Muchas gracias, señor presidente. Voy a reiterar el agradecimiento a toda la Junta, que recogió la iniciativa de nuestra bancada, como lo hizo el edil titular Luis Chirico. También quiero agradecer a Arcadio y a su señora, que nos acompañan en la tarde de hoy, y también al director del Museo del Fútbol, el señor Mario Romano, para quien voy a hacer un anuncio en esta Sala de la Junta Departamental de Montevideo que me parece que va a ser muy importante para el propio Museo del Fútbol. En realidad, para mí es un honor que me permitan decir algunas palabras para homenajear a mi excompañero municipal, porque con Alcides y con otro campeón del mundo, Juan Carlos González, ingresamos a los casinos municipales en el año 1972. Él tuvo que trabajar,

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él necesitaba trabajar, porque había venido de Italia sin la fortuna con la que hoy los futbolistas viven y gozan, felizmente para ellos. Eran otras épocas y tuvo que trabajar. Yo quiero destacar la humildad de aquel hombre que fue a hacer la academia de funcionarios administrativos de sala como si fuera uno más. No pidió nunca un beneficio ni un tratamiento especial, y era el jugador que había hecho tal vez -y sin tal vez, pero para ser discreto- el gol más importante en la historia de los mundiales, para nosotros y para el resto del mundo también. Fue, hizo la academia, participó, entró a trabajar y fue uno más entre nosotros. A mí me costaba -lo confieso- hablarle de igual a igual. He estado toda mi vida en el deporte pero, además, he sido un estudioso de la historia del fútbol, y son pocos los capítulos que tienen la enormidad de aquella gesta de Maracaná y, particularmente, de aquel partido, que me adelanto a decir que fue una hazaña por el entorno que tenía, pero no fue una hazaña por dos aspectos que voy a señalar en breves instantes. Alcides hizo con nosotros la academia. Es más: iba a jugar al fútbol con nosotros. Permítanme que cuente una pequeña anécdota. Estábamos jugando en la cancha de Misiones -hoy Miramar Misiones- entre funcionarios municipales. Entre otros, jugaba quien después sería intendente, el doctor Elizalde, a quien le gustaba jugar de arquero a pesar de su volumen físico. Y había un compañero que marcaba a Ghiggia como si estuviera en la final de Maracaná. El árbitro del partido, que era un árbitro profesional ya retirado, paró el partido, llamó a nuestro compañero, lo abrazó, y caminaba y caminaba… Yo después le pregunté: “¿Qué te dijo?” “Me dijo: „No lo pudieron matar en Maracaná, y lo querés matar vos acá, en la cancha de Misiones…‟”. Lo cambió de punta, porque quería marcar. Y Alcides no decía nada, no se quejaba, no protestaba. Recuerdo un partido en el Estadio, allá por el año 66; creo que él jugaba en Danubio. Un marcador lateral de un equipo grande lo tuvo que sacar de la cancha de un golpe porque estaba incontrolable. Esto fue 16 años después de Maracaná. Bueno, ese era Ghiggia. Era un hombre que tenía rebeldía, era un hombre que tenía su carácter, pero de una gran humildad. Un día llegó a una fiesta del fútbol por allá por el Prado. Habían puesto las carpas. Yo estaba fuera mirando para entrar y buscar un lugar -siempre me gusta un perfil más bien bajo- y él llegó con otro campeón del mundo; creo que era Julio Pérez. Como se quedaron fuera, me animé a decirles de entrar, ya que éramos compañeros de trabajo. Me contestó: “No, dejá que entren todos; dejá que se acomoden y después vemos adónde vamos”. Y era un campeón del mundo, había hecho el gol más importante. El colega mencionó la anécdota de “Dejala ahí, Oscar, que está bien”. Es un hecho que sucedió en la cancha, según cuentan sus protagonistas. Eso eran los futbolistas uruguayos y los deportistas de aquellos tiempos; eran eso, eran gente que luchaba con humildad y que peleaba más bien por la camiseta y por la gloria, y no tanto por el lucro que hoy da. Yo no estoy contra eso, porque los tiempos son los tiempos y van cambiando; simplemente digo que aquellos se llenaron de gloria pero no se llenaron de dinero, y casi todos murieron en la humildad. Entonces, lo de Alcides pasa por un reconocimiento a lo que fue él como futbolista, y también como persona. De eso se habla mucho, hay muchos libros; próximamente, va a salir otro libro sobre su vida. Pero hay muchos acontecimientos que, según entiendo, deben ser entrelazados con otros de carácter social o sociopolítico, de la vida de las naciones. El otro día escuché al presidente Mujica -ahora expresidente; para mí, siempre presidente- decir en un programa de televisión algo que también era un poco el leitmotiv de las palabras que señalaba hoy: que lo de Maracaná -incluido Ghiggia, obviamente, porque hablaba de él- era, en realidad, la coronación -las palabras de Mujica son otras, pero no las voy a transcribir; no tengo autoridad para ello- de un período que el Uruguay vivió, del que cabe destacar el año 54 en el fútbol, el año 56 con las dos medallas de bronce del básquetbol

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uruguayo en los Juegos Olímpicos, y la presencia de personajes inconmensurables en materia de deporte. El fútbol era un reflejo de la sociedad. Yo soy batllista, y no voy a hacer cuestión de en qué país se vivía, porque ese país lo formaron todos. Lo formaron los batllistas quizá, promoviendo cosas, pero también los socialistas, los comunistas, los anarquistas, los sindicalistas -por quienes Batlle tenía tanto respeto y admiración-, los nacionalistas, los progresistas. Era un país en el que la discusión generaba el crecimiento de la sociedad, de las instituciones y, por consecuencia, también del deporte. Vinimos a hablar de deporte pero no podía sacarlo del contexto de lo que era el país, de las cosas magníficas que vivía desde el punto de vista social. Dentro de poco plantearemos un reconocimiento y un homenaje -que por lo que tengo entendido fue rechazado- al que para mí fue el deportista más grande de la historia del país: Óscar Moglia. En otro momento y en la comisión que corresponda diremos por qué. Eso generaba el Uruguay: los Ghiggia, los Schiaffino, los Míguez, los Scarone, los Nasazzi. ¡Ver la prestancia de Nasazzi! Hay pocos documentos gráficos de cine -por supuesto no había televisión-, pero alcanza con verlo hablar tres minutos -como me tocó verlo en televisión- para darse cuenta de la talla de los deportistas que teníamos. El colega Martínez dijo que lo de Maracaná fue una hazaña, y lo fue por los 200 mil brasileños, porque la copa estaba para ellos, porque el prefecto los anunció como campeones del mundo antes de empezar el partido. Pero, en realidad, el favorito futbolístico era Uruguay, porque Ghiggia era más que el puntero brasileño, Schiaffino era el mejor del mundo y era un patriarca en ese centro de campo. Uruguay era favorito porque Brasil tenía tres títulos internacionales ganados y Uruguay tenía, al menos, once: ocho sudamericanos y tres mundiales. Esos jugadores que vistieron la camiseta de Uruguay en Maracaná -con Ghiggia entre otros y a la cabeza- no tenían la perspectiva que nosotros tuvimos después de que éramos menos que los brasileños. Éramos más que los brasileños jugando al fútbol; ellos eran más que los brasileños jugando al fútbol y lo demostraron donde lo tenían que demostrar. En realidad, la hazaña fue ganarle a la incredulidad de los uruguayos y a las 200 mil personas que estaban en el Estadio Maracaná. Alcides no era de hablar, jamás lo vi hacer alharaca -tampoco convivía con él, fuimos compañeros de trabajo y nos vimos muchas veces en algunos programas-; no hacía alharaca de nada ni decía yo hice tal cosa, yo hice otra. Ellos tenían como patrimonio, y casi como leitmotiv de su vida, la humildad y el cariño por lo que estaban haciendo. Algunas frases, como esa que dijo el colega, revelan lo que eran ellos. Antes de salir, el capitán les dijo a los compañeros: “Cumplidos solo si somos campeones”. Porque para los dirigentes ya estaba; Uruguay iba a la fiesta de Brasil, que con el empate se clasificaba. “Cumplidos solo si somos campeones”, les dijo Obdulio Varela a los otros leones. Otra frase que Obdulio dijo -que algunos adjudican a Gambetta- cuando van por el túnel para salir fue “Los de afuera son de palo”. Y para aquellos uruguayos los de afuera eran de palo; tenían una fortaleza espiritual tan grande, tan impresionante, inconmensurable. Eran capaces de enfrentar todo eso. Uruguay fue invicto hasta el año 54, cuando pierde el partido con Hungría. Los invito a que vean ese partido con Hungría, que está en Internet; para muchos, el partido del siglo. No estaba Ghiggia, no estaba Walter Gómez, no jugó Obdulio, no jugó Míguez. Jugaron más que de igual a igual; mereció ganar. Una pelota quedó en el barro, dos pegaron en el palo. Eso eran los uruguayos. Volviendo a Alcides, era una expresión de una parte del fútbol uruguayo, y, como dije antes, de la sociedad uruguaya: querendón, encarador. Yo me sentaba en el Parque Palermo a ver a Central -que es uno de mis equipos- en el medio de Juan López y Hugo Bagnulo. Cuando murió Juan la señora me regaló tres o cuatro

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de sus medallas. Él me decía padrino; yo le decía padrino a él. Y Juan López me contó que cuando van al entretiempo Julio Pérez y Ghiggia -a través de Obdulio, porque se hablaban por el capitán- dijeron que había que hacer un juego de ala -cortita y al pie- para superar al lateral. Y lo hicieron, porque también la estrategia, la táctica tenía que ver con el temperamento y con la técnica de nuestros futbolistas. Manrique, en Coplas por la muerte de su padre, dice varias cosas que a mí siempre me conmueven, porque me parece que tienen una gran riqueza. Dice que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir. También dice que a esa mar vamos todos: los ricos, los que trabajan con sus manos, los príncipes, todo el mundo. Yo creo que Manrique, en realidad, tal vez cometió un error, porque si el mar es el morir a donde vamos todos, estoy seguro de que hay una laguna cuyos contornos están delimitados, que es la laguna de la gloria y la inmortalidad, a donde van los tipos como Ghiggia. Esos no van al mar, porque su memoria no se pierde jamás. Esos van a un lugar donde los nombres se apilan, porque son los tocados, los elegidos, y, entre otros, está Alcides Ghiggia. Por equis razones hay tres huellas del pie de Ghiggia: una está en el Estadio Maracaná; después hay otra, de oro, hecha por la FIFA, que se la regalaron a Alcides y que la compró el Museo del Fútbol; y la otra está en el monumento a los Campeones del Mundo. Hace un tiempo, la Junta anterior nos hizo un homenaje a los que integramos la comisión por el monumento del fútbol, y aquí estuvimos. Allí también está la huella de Alcides. Pero hay otra, que la tiene una empresa que tuvo una vinculación comercial con Alcides, que no fue puesta en el Museo del Fútbol. Yo les he pedido a la empresa y también al Museo -lo hablamos con el presidente de CAFO, Baldrich, y recién lo hicimos con Mario Romano, que está presente aquí- que esa huella, que todavía está pendiente, sea colocada a la entrada del Museo del Fútbol. Porque si el nombre de Ghiggia será inmortal, queremos que la huella esté en el lugar donde todos los visitantes la puedan ver. El día que se colocó la huella en el Museo del Fútbol -y con esto termino, para no aburrirlos- era un día de lluvia, feo, frío, muchísimo peor que hoy. Cuando se terminó de colocar, un ómnibus de turismo paró al costado del monumento a los Campeones del Mundo, que está casi a la entrada del Estadio Centenario. Es un homenaje a todos los países campeones, no solo al Uruguay. Ese ómnibus era de brasileños. Cuando se bajaron, a mí se me ocurrió contarles de qué se trataba el acontecimiento, y les dije: “¿Saben quién está ahí? Está Ghiggia”. No lo podían creer: lloraban, se sacaban fotos con él. Porque el nombre de Ghiggia marcó a fuego también a los brasileños; obviamente que los marcó. Me parece que este homenaje es muy justo. Yo creo que todos nosotros somos, si me permiten el término, animales políticos, por algo estamos acá. Creo que la política y los organismos como este -como también dijo alguien- deben tener este tipo de reconocimientos y homenajes a aquellos que representan expresiones de la vida del país, como los grandes políticos que hemos tenido, los grandes intelectuales, etcétera, y también los deportistas. Está bueno que nosotros nos hagamos cargo de eso y cumplamos con la historia cumpliendo con ellos. Por eso me siento feliz de haber podido hablar acá. Me disculpo si fui extenso. Agradezco a mis compañeros, que me permitieron ocupar esta banca transitoriamente. Seguramente todos nos veremos en el Museo el día en que se coloque la huella de Alcides Edgardo Ghiggia -a la entrada o donde corresponda-, para poder también volver a tributar un aplauso al fenomenal puntero que en Maracaná enmudeció a 200 mil personas -y a millones en todo Brasil-, que hizo que se pusieran roncos todos los uruguayos y que, con el paso del tiempo, sintieran el orgullo de decir que, aún hoy, tantos años después, seguimos siendo los que tenemos más títulos en todo el mundo. Veintidós títulos de primer nivel del fútbol mayor, en un país que hoy tiene algo más de tres millones de habitantes. Muchas gracias por la atención.

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(Aplausos) (Se exhibe video)

SEÑOR PRESIDENTE (Martín Nessi).- Tiene la palabra el señor edil Claudio Visillac.

SEÑOR VISILLAC (Claudio).- Muchas gracias, señor presidente. La verdad es que después de la exposición del periodista y edil Daniel Ordóñez resulta bastante complicado hacer uso de la palabra. Escucharlo me hizo recordar las clases de periodismo que teníamos con Delbono, con Gianuzzi, con Etchandy; por nuestra juventud no pudimos vivir esa época tan rica, pero los tuvimos a ellos como profesores para que nos transmitieran esa historia. En primer lugar, quiero felicitar al edil Luis Chirico por la iniciativa de este homenaje, que para quienes ubicamos al fútbol entre nuestras mayores preferencias es un homenaje significativo, que nos genera un momento de recuerdo y emoción, no solo por lo estrictamente deportivo, sino por la construcción de esta leyenda que es Alcides Ghiggia, no solo acá, ya que trasciende el territorio: viaja a Italia, y es en Argentina, en Brasil, en América Latina y en todo el mundo. Es leyenda porque pasaron 65 años, y precisamente el día en que se cumplía ese aniversario de aquel maracanazo Alcides decide abandonarnos, aunque solo físicamente. Eso es algo que solamente los grandes pueden hacer. Esa selección uruguaya del 50 y Alcides desafiaron la lógica, la probabilidad, no solamente silenciando a más de 200 mil brasileños, sino ridiculizando y dejando en offside -para aprovechar un poco la temática- a los dirigentes que se volvieron a Uruguay el día anterior, para no exponerse a lo que pensaban iba a ser una goleada a nuestro equipo. Hoy estamos homenajeando a una persona cuya figura es patrimonio inmaterial de todos los uruguayos -particularmente de los montevideanos- y que, como expresamos anteriormente, trasciende las fronteras. En el 2010 esta Junta Departamental colocó en el Paseo de los Soles, en la Peatonal Sarandí -donde son recordadas varias figuras, no solo uruguayas sino también de nivel internacional- un sol en homenaje a Alcides, que tiene su lugarcito en la Ciudad Vieja, para que su presencia permanente esté en la consideración y en el corazón de los montevideanos. Para finalizar, vuelvo al comienzo: felicito la iniciativa del edil Chirico. También felicito al edil Daniel Martínez, quien repasó con algunos conceptos y anécdotas lo que fue esa gesta; y, evidentemente, al edil Ordóñez por todo ese racconto, ese relato meticuloso y profundo que nos hizo recordar las etapas más lindas del Uruguay de las vacas gordas, el Uruguay feliz que supimos vivir y que estamos tratando de reconstruir entre todos, como bien decía el edil. Queremos volver a esas épocas que también vinculan lo social y lo deportivo y que, evidentemente, nos traen tan buenos recuerdos. Muchas gracias, señor presidente.

SEÑOR PRESIDENTE (Martín Nessi).- Muchas gracias, señor edil. Tiene la palabra la señora edila Cristina Ruffo.

SEÑORA RUFFO (Cristina).- Muchas gracias, señor presidente. Saludamos a quienes nos están acompañando en este día, y, sobre todo, a la familia de don Alcides.

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Realmente, escuchar a mis compañeros -sobre todo al edil Ordóñez- nos retrotrae un poco -a quienes hemos pasado los 30- a lo que nos contaban nuestros mayores cada año recordando la hazaña de Maracaná. Mucho se ha dicho y se dirá de don Alcides Ghiggia. No queríamos dejar de decir hoy unas palabras sobre este hombre que pintó sonrisas e hizo que todo el pueblo uruguayo se uniera a los compatriotas que estaban en Maracaná al unísono grito de gol. Aquellos que lo conocen dicen que era un hombre sencillo, de hablar pausado y de carácter reservado. Era hijo de padre tucumano y de madre floridense, de los pagos de Nico Pérez, coterráneos de don Wilson Ferreira Aldunate. Realmente, fue el artífice de una gesta que, como bien decían mis compañeros, no solo acalló a las más de 200 mil almas reunidas en Maracaná, sino que además fue capaz de concentrar en un estadio a más de 44 mil personas -cosa que pocos saben- demostrando, de esa manera, su esencia humana y haciendo honor a sus orígenes humildes. Digo esto porque en el año 55 nuestro país se vio sacudido por una grave epidemia de una terrible enfermedad como es la poliomielitis, que atacó a la población infantil y dejó serias secuelas. Años después -concretamente en el año 63-, se organiza en el país una cruzada para tratar de paliar esa situación. Esta cruzada fue organizada por el doctor Caritat, pero tuvo una amplia participación don Alcides Ghiggia. Como corolario de esa cruzada se realizó en el Estadio Centenario un partido, que contó con la asistencia de esas 44 mil personas y se recaudaron 180 mil dólares de la época, entre las mismas selecciones de 1950, con los mismos planteles de Uruguay y de Brasil. (Ocupa la Presidencia la señora edila María del Carmen Castro) De esa manera y con esos dineros se pudo formar el Centro de Recuperación de Niños Lisiados y Ortopedia. Se construyeron tres pisos para internación y dos blocs quirúrgicos; se los equipó y, además, se contrató personal. Creo que con todo esto estamos viendo un lado distinto de don Alcides. Queríamos hablar desde el otro lado, quizá no tan conocido. Estamos convencidos de que en su multiforme gracia Dios eligió para la partida, para la ascensión a la gloria de don Alcides Ghiggia -porque todos tenemos un día para venir, para nacer, y otro día para morir- el mismo día en que en aquel año de 1950 él entregara la gloria a toda nuestra nación. Muchas gracias, señora presidenta.

SEÑORA PRESIDENTA (María del Carmen Castro).- Gracias a usted, señora edila. Tiene la palabra el señor edil Martín Nessi.

SEÑOR NESSI (Martín).- Gracias, señora presidenta. En realidad, no había pensado hacer uso de la palabra, pero en virtud de la inquietud de la juventud y de la inquietud de dar debates y ubicar algunos temas, nos parecía que había algunas cosas que mencionar y aportar en este homenaje. Lo primero que siento es una sensación de alegría por estar por primera vez de este lado de este hemiciclo, ejerciendo como edil, más allá de la Presidencia en sí. Nosotros, como uruguayos, como jóvenes y como futboleros, siempre tuvimos una admiración bastante particular por lo que significó la gesta de Maracaná. Más allá del homenajeado de hoy, más allá de las personas y de los jugadores que hicieron esa historia, Maracaná significó no solo una gesta para el fútbol uruguayo, sino también un hito en la conformación de una nacionalidad uruguaya, que en esos tiempos estaba en camino de su

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propia construcción. Años antes de Maracaná -si no me equivoco; estamos improvisando un poco, porque no teníamos previsto hablar-, por ejemplo, se aprobaba en el Parlamento la ley relativa a la jura de la bandera. En ese momento, años 50, en Uruguay teníamos elecciones. Gana la presidencia el señor Andrés Martínez Trueba luego de una contienda electoral en la que se presenta con una fuerza bastante inusitada el líder del Partido Nacional, el líder blanco, Luis Alberto de Herrera, quien tenía una visión nacionalista, también. Maracaná contribuyó -fue como un hito- no solo en la historia del Uruguay sino también en la de Brasil y en la de América Latina. Brasil venía con un problema de nacionalismo bastante fuerte; estaban en búsqueda de su nacionalidad como brasileños. Venían de salir de épocas de revoluciones en los años 20, 30, con las revoluciones tenientistas; habían pasado la Presidencia bastante compleja del señor Bernardes. Era un Brasil que incluso desde el punto de vista político estaba dividido en regiones. No existían los partidos políticos que existen hoy; los partidos se identificaban con ciertas regiones. Era el Brasil que venía de la política del café con leche, que es la unión de la oligarquía cafetalera de San Pablo con la oligarquía -en ese entonces ya un poco venida a menos- del metal de Minas Gerais. Eso tenía una implicancia en la conformación de esa identidad brasileña que no fue muy fácil y que no lo es hasta el día de hoy, por las magnitudes que ese país tiene. Como decíamos, existía por ejemplo el Partido Democrático de Minas Gerais, el Partido Republicano de San Pablo, el Partido Riograndense. Quiere decir que hasta la misma conformación de sus partidos estaba dividida en regiones. Eso da una pauta de lo que estaba pasando en ese momento en Brasil, de lo que estaba pasando en cierta región de América Latina y en nuestra región, en el sur de América Latina, con respecto a las nacionalidades. Este debate ha sido bastante importante y ha contribuido en la construcción histórica de América Latina, de sus pueblos, de sus estados y de sus Gobiernos. Y en medio de todo eso aparece un campeonato del mundo organizado en Brasil que marca después por la vía de los hechos parte de la historia de los dos países. Desconocer el papel que ha jugado el deporte, pero en particular el fútbol, en la identidad uruguaya es simplemente desconocer la historia del Uruguay. Es innegable el papel que el fútbol ha jugado respecto a la identidad y lo que nos ha generado incluso hasta como nación, como identidad nacional, con sus cosas positivas y con sus cosas no tan positivas. Entonces, se da ese campeonato mundial. En definitiva, todos conocemos la historia: Uruguay resulta triunfador con ese gol de Ghiggia, pero también con los goles de Míguez, con la victoria ante España y con un juego colectivo del equipo uruguayo, marcado -y eso lo reconocen todos los jugadores- por su capitán, Obdulio Varela. Pero esta selección funcionó como lo que era, como un colectivo. Incluso funcionó como colectivo a pesar de problemas anteriores que tenía esa propia selección uruguaya y que tenía ya en ese entonces la Asociación Uruguaya de Fútbol. Todo ese tema de que los dirigentes se retiran un día antes, en realidad, viene con toda una historia que se estaba gestando o que fue gestada antes del campeonato mundial. La mayoría de los jugadores que participaron en la selección del 50 meses antes participaron en una huelga que hubo en el fútbol uruguayo. Creo que uno solo -uno de los carrileros- no participó en esa huelga. Sin embargo, el equipo, más allá de que lo miraban un poquito de costado a ese jugador que no había participado en esa huelga en la que la gran mayoría lo había hecho, entendió que lo necesitaban para los fines deportivos y lo incluyeron, y el equipo funcionó como tal. Quería destacar esto porque, más allá del aporte indudable del señor Ghiggia a esta victoria uruguaya que nos marcó la identidad, hubo un colectivo que funcionó. Y había una situación política y social en América Latina que influyó. Y había un peso en los jugadores brasileños -que hemos visto todos- de parte de los políticos que en ese momento estaban al frente del Gobierno de por qué tenían que ganar. Todo eso tiene que ver con la construcción de la nacionalidad brasileña, con que venían de algunos períodos bastante complejos en cuanto a

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la construcción de su nacionalidad y también de algunos Gobiernos corruptos. Esto es algo que dice la historia, no nosotros. Me parece que ver el fenómeno de Maracaná, lo que sucedió con Maracaná y lo que marcó la historia posterior de Maracaná, tanto para Uruguay como para Brasil, sin entender esos hechos es no ver una parte esencial de la historia de este Maracaná, que tiene mucho que ver con nuestra historia actual y con la identidad que como uruguayos hemos generado. Quería hacer estas referencias porque me parece bueno dar un marco de referencia histórico en los ámbitos legislativos como los que estamos. Porque Maracaná no fue solo una victoria deportiva que empezó y terminó en Río de Janeiro, en ese estadio. Maracaná fue una historia que siguió a lo largo del tiempo, que nos definió a nosotros y también los definió a ellos como país, como nación. Vale la pena que veamos este tipo de situaciones en ese marco histórico. ¿Por qué? Porque en realidad estamos justamente para aprender, para enriquecernos, y no sería lo mismo entender a Maracaná o definir a Maracaná simplemente diciendo que Uruguay ganó 2 a 1, con 200 mil personas en la cancha, con un equipo que no era favorito -aunque en lo deportivo, como señalaba el señor edil Ordóñez, tal vez sí lo era-, que entenderlo en el marco histórico en el que se dio, tanto para Uruguay como para Brasil. Quiero destacar nuevamente el espíritu deportivo colectivo del deporte, en particular del fútbol. Como apasionado de esta gesta deportiva, debo decir que soy uno de los tantos uruguayos que vieron la película “Maracaná”, un muy buen trabajo documental, el primer trabajo que vi en Uruguay que explica Maracaná más allá de lo que pasó en la cancha. Nos parecía necesario hacer estas referencias y dar este marco político, histórico y social que Maracaná tuvo, porque sin ese marco no habría sido lo que fue y lo que terminó siendo para los dos pueblos. Gracias, señora presidenta.

SEÑORA PRESIDENTA (María del Carmen Castro).- Gracias a usted, señor edil. Tiene la palabra el señor edil Jorge Jakimczuk. (Ocupa la presidencia el señor edil Martín Nessi)

SEÑOR JAKIMCZUK (Jorge).- Gracias. Dice Almafuerte: “No te des por vencido ni aun vencido”. Y esto, que podría ser simplemente la frase más de un poema, o que podría ser un consejo inaplicable, se ve refrendado justamente en aquel equipo del 50, que aplicó exactamente ese consejo. Vale recordar que ese equipo, en aquella final maravillosa, comenzó perdiendo y se repuso; ni aun vencido se dio por vencido. Esa es exactamente una señal de identidad de los uruguayos, que refleja el espíritu y la mítica del pueblo uruguayo. Dentro de ese equipo ha quedado como un ícono imborrable aquel gol, que significó la mayor hazaña deportiva de todos los tiempos, y por supuesto Alcides Edgardo Ghiggia como gestor y emblema de esa hazaña. Con la tranquilidad de que, afortunadamente, se le pudieron hacer varios homenajes en vida que pudo recibir con todo el calor y el cariño del pueblo uruguayo, felicitamos al señor edil Chirico por la iniciativa, y agradecemos la presencia de todos aquellos que nos acompañan en este homenaje. Muchas gracias.

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SEÑOR PRESIDENTE (Martín Nessi).- Gracias a usted, señor edil. Antes de continuar, vamos a entregar de parte de esta Junta Departamental un pequeño presente al señor Arcadio Ghiggia y, en él, a toda la familia. (Así se efectúa) (Aplausos) Vamos a solicitar al señor Arcadio Ghiggia que haga uso de la palabra.

SEÑOR GHIGGIA (Arcadio).- Antes que nada, quería agradecerles en nombre de papá, que en algún lugar de su concentración con sus compañeros debe estar agradecido por este homenaje. Él siempre me decía que los homenajes hay que hacerlos en vida; es importante para saber valorar a la persona a la cual se le hace el homenaje. ¿Qué decir? Yo tuve la suerte de tener a un campeón del 50 y un papá. Un hombre muy estricto, tanto con mi hermana como conmigo, pero muy dulce, que ha sabido trasmitir los valores de la época de los años 50, muy fundamentales, que hoy en día lamentablemente hemos perdido. Fue un hombre que nunca me habló del Maracaná. Yo del Maracaná me vengo a enterar cuando vuelvo de Italia y mis compañeros de escuela me empiezan a hablar del 50, lo que les había sido transmitido por sus padres y por sus abuelos. Un día le pregunto: “Papá, ¿qué es eso del 50?” Y me dijo en forma muy escueta: “Es un campeonato que se jugó; se hicieron unos goles y yo hice un gol”. Y nada más; de ahí no se habló más nada. Era una persona muy parca en ese sentido. Después, de a poquito, fui investigando más. Era muy difícil sacarle las cosas, porque era un hombre que se traía todo para sí, y a medida que iba pasando el tiempo, más, porque los compañeros no estaban; entonces, él se hacía cargo de todos aquellos compañeros que ya no estaban. Voy a contar algo que, de repente, no lo sabe la gente. Se dijo que papá fue suspendido durante un año en un clásico de Peñarol y Nacional cuyo juez era Latorre. El juez Latorre recibe un golpe, una patada, y cuando se da vuelta encuentra a mi padre y lo suspende durante un año. Después de enterarme de todo eso, un día le pregunto a mi padre: “Papá, ¿cómo fue que le pegaste tú al juez? ¿Por qué le pegaste?” Y me dijo: “Yo nunca le pegué a una autoridad”. Pregunté: “Pero, ¿cómo, entonces?” Y respondió: “No; yo sé quién le pegó, pero jamás lo dije”. Yo la dejé por ahí; no quise insistirle. Pasado el tiempo vuelvo a decirle -insistente como muchacho joven-: “Pero, escuchame, papá, si tú no le pegaste, si le pegó un compañero y a ti te suspendieron durante todo un año...”. Si no fuera porque la Roma pide a la Asociación Uruguaya de Fútbol que levante la sanción para poder adquirirlo, papá seguía ese año sin poder jugar. Él me mira de vuelta y me dice: “No, no. Yo no te voy a decir; ya dije que no y eso es conmigo.” Pasa el tiempo, pero hete aquí que yo no me quedo conforme y le vuelvo a preguntar. Entonces, él ya me miró con una cara como para sacarme fuera de la línea del óbol y me dijo: “Mirá, te voy a decir una cosa, te lo digo esta vez y no me preguntes nunca más. Yo sé quién le pegó y no lo voy a decir, por los valores que tengo y por el compañerismo. Eso me lo voy a llevar a la tumba”. Y fue así: se lo llevó con él a la tumba. Jamás lo sabré, jamás lo sabremos; únicamente él y el compañero que le pegó al juez. Ese tipo de persona era y es Alcides Edgardo Ghiggia: un hombre muy tranquilo, un hombre que sabía el valor de la vida. Fue un hombre que disfrutó de su vida. Mucha gente me pregunta: “¿Pero qué pasó? ¿La fortuna o algo…?” Él vivió su fortuna. Vivió en Italia en la época de la dolce vita -como la película-; se vivía así, de esa forma. A veces el jugador de fútbol era considerado mucho más que una estrella. Yo me acuerdo, cuando íbamos por la calle o íbamos a algún restorán donde de repente estaban Alberto Sordi o Vittorio De Sica, de que todo el mundo se acercaba a papá a pedirle un autógrafo. Su personalidad era muy grande en Italia. Cuando

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volví a Italia a estudiar -nunca me olvido-, viene un señor y me presenta a un matrimonio de personas ancianas. La señora me dice: “Mire, vengo con usted porque quiero agradecerle y pedirle que cuando vea a su padre, le mande mi saludo. Con mi esposo íbamos al estadio a ver a su padre porque él era la única persona que con una pelota de fútbol hacía crochet en el campo de juego”. Eso me dejó muy impactado, porque no pensaba que llegara a tanto. Viví una vida con un hombre que me dio mucho, que me enriqueció mucho con valores y también deportivamente, pero sobre todo me hizo sentir el significado de la vida. Me enseñó a ir siempre por la vida de forma humilde y a creer en lo que uno realmente quiere hacer, siempre por el camino recto. Por eso, en nombre de papá y de la familia Ghiggia, quiero agradecerle al presidente de la Junta Departamental y al Cuerpo en su totalidad por este humilde y gran homenaje, que en mi persona es muy pequeño, pero creo que en la persona de papá es lo justo. Muchas gracias. (Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Martín Nessi).- Gracias a usted, señor Ghiggia. Agradecemos una vez más a los señores ediles y a todos los presentes en Sala y en la Barra. Se levanta la sesión. (Es la hora 16:58)

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