Ficciones Autobiográficas. a Propósito De Adiós, Poeta ... De Jorge Edwards
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
FICCIONES AUTOBIOGRÁFICAS. A PROPÓSITO DE ADIÓS, POETA ... DE JORGE EDWARDS MARÍA DEL PILAR VILA Universidad Nacional del Comahue Adiós, poeta ... (1990), relato de corte memorialista, tiene como eje central a Pablo Neruda. Texto de homenaje, pero también de despedida, es un lugar privilegiado para leer la historia literaria de Jorge Edwards, por cuanto, más que la biografía del poeta, encierra su propia biografía literaria. Adiós, poeta ... (1990), a memorial story, has Pablo Neruda as central character. It is not only a homage text, but also a farewell one; and it is a privileged place to read Jorge Edwards’ literary history, as it is more his own literary biography than the poet’s biography. El peligro de la máscara es que, a semejanza de las aventuras en los bailes de carnaval, el doble puede transformarse por hipóstasis en el personaje real y yo, quiera o no, me siento afincado en una sola identidad desde que decidí asumir las falsas seguridades de ser escritor chileno. Germán Marín’ LA ENVOLTURA CARNAL DE LA LITERATURA ¿Por qué Jorge Edwards elige el formato autobiográfico/testimonial para hablar de su historia política y de su historia literaria? ¿Crea un yo que sin estos textos no existiría? ¿Intenta construir su figura de intelectual al margen de la ‘academia’? o en su defecto, ¿busca apartarse deliberadamente de todo aquello que lo lleve al encasillamiento en determinadas líneas narrativas en las que no quiere caer?, io busca combinar la retórica original o ‘adánica’ con la voluntad de matar al padre? ’ “Excusas” en Conversaciones para solitarios. Santiago: Sudamericana, 1999: 14. 147 TALLER DE LETRAS No 29 Edwards ha sido muy cuidadoso a la hora de decidir en qué andarivel colocarse. Adiós, poeta ... (1990) es un relato que con el subtítulo define su contenido: Memorias. Une, de este modo, la biografía con la memoria y confirma que la primera necesita de la segunda para darle sustancia al relato. La memoria opera como un procedimiento privilegiado para poder revisar épocas, historias personales, vínculos y alejamientos. Los epígrafes que abren el texto inscriben un yo que marca una identidad del autor con el yo narrador. El primero de los epígrafes, tomado de Samuel Taylor Coleridge de Thomas de Quincey, remite a la evocación en la que el yo está presente (It was, I think, in the month of August.. .); el segundo anticipa un episodio que el propio texto narrará: lo que le dice Neruda a Edwards en su primer encuentro. En términos de Philippe Lejeune, se afirma textualmente la identidad entre el autor, el narrador y el personaje. El lector queda atrapado en la estrategia discursiva que usa el autor: yo narrador y autor son una misma persona. Confirmando esta idea, el texto está acompañado por una serie de fotografías que, si bien en su mayoría son de Neruda, en muchas de ellas está presente Jorge Edwards. Del mismo modo que Neruda conforma su genealogía literaria cubriendo las paredes de sus casas con fotografías, Edwards las incrusta en este texto, que es presentado más como una biografía del poeta que como una de sí mismo. Sin embargo, el texto se desmiente ya que en él subyace la intención de construir su imagen de autor. En Adiós, poeta ..., incorpora de manera categórica a su padre literario: Pablo Neruda, de quien, con el correr de los años buscará apartarse. Pese a que Edwards pretende ser un escritor no apegado a las modas y no integrado a grupos, gesto que se expresa desconociendo las obras de sus coetáneos o leyéndolas a destiempo, está claro que Neruda sí fue una presencia importante para él. La identificación de su memoria con la del poeta es una muestra precisa de lo que significó el maestro: “Esta memoria personal de Pablo Neruda, que es inevitablemente mi propia memoria, la memoria, por lo menos, de las andanzas mías y de alguna gente de mi época por las residencias y los caminos nerudianos, quedaría trunca” (261). Pero también destaca su propósito de no dejar de lado recuerdos que, en el momento de ser vividos, fueron escrupu- losamente escondidos. Traerlos al presente obedece a la puesta en evidencia de su participación en lo recordado y a la decisión -política por cierto- de armar un “retrato de verdad”. El episodio relatado en el capítulo “Una firma indiscreta” alude al propósito que lo animó a Edwards en el momento de proyectar estas memorias. Es de destacar que junto con la intención de ponerse como testigo privilegiado y, de alguna manera, dueño de la verdad, explicita lo que, a mi entender, es el propósito último de Adiós, poeta ... como texto continuador de Persona 3n grata: I 148 MARIADEL PILAR VILA FICCIONESAUTOBIOGRAFICAS: A PROP6SITO DE AD/&, POETA... Sin embargo, sólo una memoria real, sin concesio- nes, y un retrato de verdad, con todas las luces y las sombras que eso exige, tienen algún sentido a estas alturas y pueden contribuir, a lo mejor, a una com- prensión más cabal de la vida literaria y política de nuestro tiempo, ese “siglo permanente” de que habló Neruda, ese siglo que nunca terminaba de hundirse en el pozo de la historia, con toda su cohorte de errores y de horrores (276). Es, pues, observador de un siglo, se considera compañero de ruta de uno de los poetas latinoamericanos más destacados. se construve como narrador de una verdad que sólo un participante privilegiado puede tener y c(lmo poseedor de la decisión de darla o no a conocer. Por cierto no son pocas c(xas y en el trazado que realiza de su propia..e.. nisrona saDe, en que momento pre- sentarla: el maestro ha puesto en evidencia sus contradicciones ideológicas, el proyecto político allendista está tambaleando y Edwards se reafirma como un solitario observador que, gracias a su decisión de mantenerse al margen de los partidos políticos, conserva un ba rniz de intelectual de iizquierda. Aunque esto no le alcance para ser reconociclo como integrante cle1 círculo de los militantes ni lograr una rehabilitación ante.. ia comuniaaa.. académica. HOMENAJE Y DESPEDIDA El momento más grave de mi vida es el haber sorprendido de perfil a mi padre. César Vallejo El título -Adiós, poeta ...- admite una doble lectura: es su homenaje y su despedida al poeta muerto, pero también es su separación, su alejamiento de esa figura literaria y política que condicionó muchos de sus movimientos. Para realizar este doble movimiento, retrotrae el primer contacto con Neruda a sus años de estudiante del colegio del San Ignacio y, debido a que el conocimiento de su poesía no le llegó de la mano de sus profesores, esta relación se tiñe de misterio, al igual que la vinculación con la figura familiar de Joaquín Edwards Bello: Fue una recitación exaltada, mágica, altamente eró- tica. Mi recuerdo sitúa la palabra “Neruda”, tomada de un narrador checo de fines del siglo pasado, en TALLER DE LETRAS NO 29 los patios del fondo de ese colegio, junto a columrilas de madera pintada de color marrón, y entre el rumor de los gritos y los pelotazos de los alumnos que se dedicaban al fútbol, deporte que las autoridades ignacianas fomentaban con singular entusiasmo (12). Escribe en Adiós, poeta ... su historia literaria, operación casi equiva- lente a la que realiza en Persona non grata con su historia política. Es interesante observar el modo que realiza la construcción de su propia historia. Por un lado procura desdibujar, e incluso apartarse, de aquellos referentes que aludan a su capital social: resta importancia a su vinculación con la familia Edwards en su “rama rica” a la que ve como “una sombra entre áurea y problemática”. Sin embargo, reafirma su vínculo familiar con Edwards Bello ya que es allí donde le interesa colocarse, de modo que no vacila en afirmar enfáticamente que él “sí pertenece a mi rama”. Establece con él una relación constante que trasciende el campo de la ficción y que reaparece cuando tiene la posibilidad de hacerlo2. En torno a Neruda hay, además, un espacio vinculado con la bohemia, ese lugar que Edwards tan trabajosamente intentó construir en sus años de juventud y al que buscó pertenecer. El espacio simbólico encuentra su corres- pondencia geográfica, por una parte, con el coquet0 balneario de Zapallar, a donde regresa cada vez que puede, y por otra, con ambientes que abandonan los hábitos burgueses enmarcados en las casas de sus primeros relatos. Aparece otra casa, esta vez identificada con un apartamiento de lo que fue constante en su vida: Esa casa fue la primera donde encontré, entre mu- chas otras cosas, y en lugar de los bibelots franceses o de las piedras duras y los biombos japoneses de las mansiones de la burguesía santiaguina, dos o tres dibujos de Pablo Picasso, un Óleo, encima de la chimenea, de Salvador Dalí, una edición del Ulysses, de James Joyce, ilustrada por Henri Matisse, y otra del Finnegans Wake, y los discos de unos compo- sitores que se llamaban Alban Berg, Bela Bartok, Arnold Schoenberg... y donde había, encima del negro lustroso del piano, un cuadro de Roberto Matta Cada vez que es entrevistado o en notas de su autorfa, reaparece la alusión a Joaquín ‘el inútil’. Pareciera que necesita de esa figura para legitimar su condición de escritor y para confirmar su pertenencia a la literatura chilena. MARIADEL PILAR VILA FICCIONES AUTOBIOGRÁFICAS: A PROPdSlTO DE AD/&. POETA ... de colores oscuros -explosiones rojas, verdes, amarillas, en un túnel cósmico (14). Lecturas, música y pintura aluden a los cambios, señalan el abandono de la tradición ya de modo más categórico y, a la distancia, contribuyen a terminar de dibujar esa figura que buscaba diferenciarse de los escritores leídos en su época.