ESTUDIOS

fcOliHE LA CONSTITUCION AIUENTINA DE 1855,

EN QUE SE RESTABLECE SU MENTE ALTERADA POR COMENTARIOS*HOSTILES,

Y SE DESIGNAN LOS ANTECEDENTES NACIONALES QUE HAN S1CO IIASES DE SC FORMACION Y DEBEN SERLO DE SU ll'MSPIlUBENCIA.

POR J. B, ALBERDI.

VALPARAISO: IMPRENTA DEL DIARIO, CALLE DE LA ADUANA, NI'HI. 40. Diciembre de 1853.

SOBRE LA CONSTITUCION ABJENTINA DE 1853.

llol de la jurisprudencia en la organización constitucional.—Del secreto de tener leyes.

Las cartas o leyes fundamentales que forman el derecho cons­ titucional de Inglaterra, tienen seis y ocho siglos de existencia muchas de ellas. Del siglo XI (1,071), es la primera carta de Guillermo el conquistador; y la magna charta o gran carta, de­

bió su sanción al rei Juan, a principios del siglo trece (19 de junio de 1215). Entre los siglos once y catorce fueron dadas las leyes, que hasta hoi son base del derecho público británico. No se crea que esas leyes han rejido inviolablemente desde su sanción. En los primeros tiempos fueron violadas a cada paso por los Royes y sus ajentes. Violadus han sido también poste­

riormente, y no han llegado a ser una verdad práctica sino con el trascurso de la edad. Pero los ingleses no remediaban las violaciones, soslituyendo unas constituciones por otras, sino confirmando las anteriormente dudas. Sin ir tan lejos, nosotros mismos tenemos leyes do derecho

público y privado, que cuentan siglos de existencia. En el siglo catorce fueron dadas las Leyes de Partidas, que lian rejido nues­ tros pueblos americanos desde su fundación; y son seculares tam­ bién nuestras Leyes de huüas y nuestras Ordenanzas de comercio y de navegación. Recordemos que, a nuestro modo, hemos tenido un derecho público antiguo..

Lejos de existir inviolables esas leves, la historia colonial se reduce casi a la de sus infracciones. Es la historia de la arbitra­

riedad. Durante la revolución hemos cambiado mil veces los go­ biernos porque las leyes no eran observadas. Pero no por eso liemos dado por insubsistentes y nulas Las siete Partidas, las Le­ yes Indias, la Ordenanza de Bilbao, etc. etc. Hemos confirmado implícitamente esas leyes pidiendo a los nuevos gobiernos, que las cumplan. No hemos obrado así con nuestras leyes políticas dadas du­

rante la revolución. Las hemos hecho espiar las faltas de sus ¡guardianes. Para remediar la violación de nn artículo, los he­ mos derogado todos. Hemos querido remediar los defectos da nuestras leyes patrias, revocándolas y dando otras en su lugar; con lo cual nos hemos quedado de ordinario sin ningunas; por­ que una lei sin antigüedad no tieno sanción, no os lei. Conservar la Constitución, es el secreto de tener Constitu­ ción. ¿Tiene defectos, es. incompleta?—No la reemplacéis por otra nueva. La novedad de la lei es una falta que no so com­ pensa por ninguna perfección; porque la novedad eseluye el res­ peto 3' la costumbre, y una \vi sin estas bases es un pedazo de pupel, un trozo literario.

La interpretación, el comentario, la jurisprudencia, es el gran medio do remediar los defectos de las leyes. Es la receta con que la Inglaterra bu salvado su libertad y la libertad dcl mundo. La lei es un dios mudo: habla siempre por la boca del majis- trado. Este la hace ser sabia o inicua. Do palabras se compone Iti lei, y de las palabras so ha dicho que no hai ninguna mala sino mal tomada. Oni soit qui mal y pense, escribid al frente do nuestras constituciones si les deseáis lonjevidad inglesa. Sin fe, no hai lei ni relijion; y no hai fé donde hai perpetuo raciocinio.

Cread iR jurisprudencia, que es el atípleme!:to de la lejislacion, siempre incompleta y dejad en reposo laa leyes que do otro modo jainns ocluirán raiz. Con esta persuaeion, quo tenemos d<; tiempo ittrns, nos pareció excelente y bien encaminada la idea do un comentario de la re­ ciente Constitución Arjentimi, cuando vimos el anuncio del que toaba de publicar el señor Sarmiento. El comentario concurre a dar firmeza y estabilidad a la Constitución, facilitando por el íuisilio do sus luces y espedientes, la aplicación leal y recta de sus disposiciones, y previniendo las violaciones, que no pocas ve­

ces proceden de ignorancia» Hemos kido el libro del señor Sarmiento sin pasión, con • respeto por la ciencia cuando menos y por el objeto de que se ocupa. La división de color político, que nos separa y quo me antici­ po u revelar a fin de- que el lector haya la parte a la pasión que puede animar mi critica, habría sido un motivo de implicancia para mí. Pero la ciencia no pertenece a nadie, el interés do la organi­ zación es de todos, y la Constitución de quo se trata nos cuenta entre los servidores do su estabilidad y reinado desde antes de e.:i sanción. Dobo contribuir a sostenerla por el mismo interés patriótico con que coopere a su formación. Ho contribuido a la concepción de su testo; ayudaré a la creación do su jurispru­ dencia, porque no ha sido mi anhelo verla escrita, sino verla en ejecución; y eso anhelo es todo el motivo de este trabajo. El comentario que es un medio de afianzar la lei, auxiliando su ejecución recta y leal, puedo ser modio de comprometerla y de estravinrla, si no por mala intención por error fundamental

en el sistema de comento cuando menos.

Importa, pues, a la vida de la Constitución que el sistema de comento descanse en buenas bases. Veamos pues cual es el bien o el m:tl que ese sistema pueda recibir del libro del señor Sarmiento. El comentario no es el ataque.—Error fundamental del sistema del señor Sarmiento.—Fuentes o bases naturales de comento. Un mal sistema de comento oscurece y arruina la leí.

En el libro del señor Sarmiento hai dos cosas. Hai un comen­ tario y hai un ataque a la Constitución Arjentina de 1853. Importa señalar la existencia de esas dos cosas para depurar el comentario de lo que no es él y de lo que es opuesto a toda idea de comento. Es preciso no dejar nacer la costumbre de arruinar la lei so pretesto de explicarla. Voi'a demostrar que en el comentario hai error fundamental, y en el ataque la injusticia de la ¡rasión de partido. Comentar, es interpretar, espliear, glosar; jamas atacar. El comentario es el amigo, el ánjel guardián do la lei, quo DO ad­ mite en ella sentido alguno que rio sea bueno y sano. Como in­ térprete, participa de la imparcialidad del juez, y no debe ser nun­ ca el enemigo de su oráculo. De ahí es que la judicatura ha dado n luz los mejores comentadores. Blackston y Story, han sido jueces. Pero no hasta ser juez para ser comentador, como no basta ser honrado para ser un matemático. Esos sabios fueron comentado­ res porque conocían a fondo ¡a ciencia del derecho que comenta­ ban. José Story, muerto en 1845, fué profesor de jurisprudencia en la universidad de Harvard, en Cambridge, y autor de varias obras célebres de jurisprudencia. " . Comentar las leyes (políticas o civiles, no importa el jénero,) es materia de una ciencia, que como las derr.as, reconoce fuentes

naturales de investigación. Veamos cuales son, y si el señor Sar­ miento las ha consultado u omitido en su plan de comento. Las fuentes naturales de comento son: 1.° la historia dal país: 2. ° sus antecedentes políticos: 3. ° los motivos y discu­

siones del lejislador: 4. ° los trabajos preparatorios de los publi­

cistas: 5. ° las doctrinas aplicadas de la ciencia pública: R, c la lejislacion comparadu o la autoridad de los testos cstranjeros y sus comentadores. Estas son las fuentes en que la lei toma orijen, v en que sus disposiciones encuentran la luz supletoria de su testo brevísimo. Abrid los buenos comentadores de todos los códigos; no hallareis uno quo no se provea do esas fuentes. Toda población que no se ha formado la víspera de darse la lei y que cuenta algunos siglos do existencia, poseo necesariamente una constitución normal segun la cual ha sido gobernada, bien o mal; segun la cual se ha administrado justicia, se han establecido sus rentas, se ha ejercido la acción del poder público. Esos ante ceden tes forman una de las bases de su constitución bajo cualquier

rejimen, y acompañan durante toda su vida al Estado, como el jénio y la figura acompañan al hombre hasta su fin. Esta compa­ ración no es mia; es de M. Tocqueville, que la aplica justamente a los Estados Unidos al tiempo do esplicar los oríjenes de su actual Constitución por el modo de ser primitivo de los puehlos de .Norte América. Es lo que el llama el punto do arranque o punto de partida en la organización política. Desde la formación de nuestras colonias nos ha rejido un dere­ cho público español, compuesto do leyes peninsulares y de có­ digos y ordenanzas hechas para nosotros. Somos la obra de esa Jejislacion; y aunque debamos cambiar de fines, Jos medios han de ser por largo tiempo aquellos con quo nos hemos educado.

Por cuarenta años, durante la revolución, hemos ensayado nuevas leyes fundamentales. No se puede decir que hayan pasado sin dejarnos algo, cuando menos usos y prácticas, creencias y propensiones.

Todo esa es fuente de nuestro derecho público, y baso natural de sus disposiciones si han de ser nacionales y estables. Los motivos do las leyes, contenidos en las discusiones tenidas por el lejislador para su sanción; los trabajos preparatorios do los publicistas, que han ausiliado al lejislador, son el medio mas jenuino y puro de comento. Asi vemos que ningún comentador sabio del dia deja de tomarlos en cuenta.—Esos trabajos son los verdaderos documentos justificativos de las leyes; los que contie­ nen su historia y revelan toda su mente. Los restos esti un juros o bien sea In lejislacion comparad;!, es un múdlO (lo comento en política como en derecho privado. Pero la lei ust rafia debe ser interrogada siempre, después de la UA propia; y nunca una sola, con esrlusion de otras. No hai doctri­ na, hai l>l».jio, cuando no hai jeneraüdad en los testos consul­ tados. Muchas constituciones estranjeras esplican la nuestra, con nins razón (jun la de Estados-Unidos, apegar de ser federal en parte; pero ninguna la esplica tanto, como la misma consti­ tución normal anterior, en cuya dirección habia encaminado al pais, el programa de su revolución fundamental. Tenemos una serie de testos constitucionales, proclamados durante la revolución, que forman como nuestra tradición cons­ titucional, y que sin duda alguna ha entrado por mucho en la confección de la moderna constitución y debe naturalmente servir a su comento.

III.

Oríjen del federalismo doctrinario arjenlino. Es tan antiguo como la revolución. El que ha adoptado es suyo.

El federalismo no ha sido estraíío a nuestra revolución desde 1810; y no debió su inspiración a la República de Norte Amé­ rica esclusivamento. La Holanda y la Suiza nos asistían con su ejemplo. Rousseau, Necker, Dumont, trajeron a la revolución francesa el liberalismo de la Confederación Helvética. Moreno y Passo, repetidores arjentinos de la revolución de Francia, se ins­ piraban de Rousseau, lo traducían, lo enseñaban y eran fedéra­ los como él. Pocos años después, Dorrcgo, Gómez y otros publicistas arjen­ tinos traian do Estados Unidos el anhelo de aplicar literalmente u la Repúblicu Arjentina el gobierno federal de Norte América. En la tentativa de organización de 1826, acabó por triunfar esa doctrina; pero los hechos por sí solos no le hubiesen dado ¡a san­ ción sincera, que hoi tiene entre los hombres rectos, a no sor pol­ los trabajos de Toequeville, Chevalier y Aquilts Mimtt, que de*~ pues de 1833 vinieron a ilustrar y decidir a la juventud del Rio de la Plata, en el sentido de esa forma de gobierno, que los he­ chos, por otra parte hacían necesaria e inevitable. Por fui, en 1845, vino el comentario da Story-, a completar la conversión que habían preparado ya los publicistas franceses, que vulgari­ zaron la doctrina federal después de 1833. El Dr. Pico había traducido a Aquilea Murat; y la permanencia de nuestros uni­ tarios en el Brasil, perseguidos por el gobierno de Oribe en 1837, había contribuido tamMen a darles la intelijencia del siste­ ma federa!, que en gran parte es el del gobierno brasilero, y enfriado mucho su antigua devoción a la unidad indivisible lleva­ da a la exajeracion por la Convención y el Imperio francés.

Hé ahí el oríjen doctrinal de nuestro federalismo arjentino; por cuva razón fuera conveniente no buscar luz a nuestro testo en el ejemplo esclusivo de los Estados Unidos, sino también en «1 de otros paises rejidos poi ese sistema. Nos consta que la moderna Constitución Arjentina debe mucha parte de su doctrina política a los trabajos luminosos de Rossi, sobre la organización helvética, y a los trabajos do revisión em­ prendidos en Alemania y Suiza después de la revolución francesa •de 1848.—Quien esté al corriente de ellos no podrá desconocerlo a la primera inspección del testo arjentino. ¿Existían trabajos preparatorios de publicistas para servir a la

Constitución Arjentina de 1853? En honor del pais y en obsequio de la jurisprudencia, es menester reconocer que si, han existido. La República Arjentina no ha copiado literalmente, como Mé­ jico, su Constitución a Estudos Unidos. Se ha dado un derecho

propio, asimilundo a él una parto del derecho norte-americano. De las discusiones del congreso consta el papel que han hecho los trabajos ausiliares de los publicistas arjentinos en la elabora­ ción del testo. Mus que por honor del pais, es preciso no oscure­

cerlos a fin de que la Constitución tenga abundantes comentarios do su mente propia y jenuina. Vulgarizados por repetidas ediciones en toda forma; conocidos «n toda la América, mencionados en Europa y recomendados on sito por el mismo señor Sarmiento ¿a qué fin ponerlos ahora a un == 10 =

Indo para esplícar sin ellos la Constitución que en parte es hija de ellos? Pues bien, el señor Sarmiento desconoce o prescinde de esas fuentes en su sistema de comento. Ni la historia colonial, ni ¡o» trabajos constitucionales del nuevo réjimen; ni los escritos prepa­ ratorios de los publicistas, ni las discusiones y motivos del lejis- lador arjentiuo, encuentran cabida en su sistema de jurisprudencia constitucional, que se reduce a la autoridad estricta, seca y pura de los Estados Unidos de Norte America. Basando así la jurisprudencia política arjentina en un princi­ pio incompleto y bastardo, la priva de sus luces naturales, pre­ cipita la política en un falso camino, preparando aplicaciones inadmisibles y oscureciendo el testo en vez de alumbrarlo, todo por no reconocer los antecedentes nacionales y arjentinos de la Constitución de 1853.

IV.

Sistema de Story en su comentario, El señor Sarmiento no lo sigue. Comenta las instituciones arjentinas por la historia legal de Norte América.—Confunde Constituciones diferentes por que se parecen los preámbulos. <

MUí distanto ha estado el señor Sarmiento de imitar en esta parte a su sabio modelo, el comentador de Estados Unidos. Story divido su comentario en tres grande» estudios, que se ausilian y completan mutuamente.—Destina el primer libro a lo. historia constitucional y de la jurisprudencia de las colonias, an­ terior a la revolución; de ahí pasa, el segundo, a la historia de cada Estado durante la revolución, del oríjen, progreso y caida de lu confederación primera; y por fin consagra el último li­ bro a la historia, oríjen y esposicion de la Constitución actual, tornando para ello sus datos, como él dice, en las fuentes auténti­ cas, es decir en los trabajos y discusiones del lejislador nacional, no estranjero. Ese plan es sabio, porque es completo. Abraza la cadena entera de la vida política del pnis, y espliea el presentí por el pasudo, Tocquevillo sigue poco tWM a menos el mismo plan, *¡n su estudio y esposieion de la democracia de Norte-América. Poro el señor Sarmiento, pone ix un lado la vida anterior do la República Arjentina; se apodera del testo desnudo y seco de su constitución reciente; lo sacude, digámoslo asi, lo limpia bien de sus antecodentes urjentinos, y emprende su comentario sin mas susilo que el comentario de la Constitución de Estados Luidos, pudiendo definirse su obra:—:;L» Constitución Arjentina comen­ tada por el señor Sarmiento con los comentarios de la Constitu­ ción de Norte América, por José Story.'? El autor no disimula su sistema. Lo establece clara y decidida­ mente en estos términos sustanciales:—La Constitución Federal

Arjentina es repetición testual de la Constitución Federal de Norte América?—Luego el comentario, la glosa, la jurisprudencia do la Constitución de Estados Unidos son el comentario, lajurisr prudencia, la glosa.de la Constitución Federar Arjentina. Luego S'ory, que es el comentador cabal de la Constitución norte-ame­ ricana, es al mismo tiempo el comentador mas propio de la Constitución Arjentina. ¿En qué se funda el señor Sarmiento para establecer que la Constitución Arjentina es repetición iitcrul de la Constitución do Norte América?—En que el preámbulo do la una es casi una copia del preámbulo de la otra en la enumeración de los fines y objetos do la Constitución. ¿Los preámbulos son idénticos?—dice él:—lluego son idénticos los testos, porque toda la Constitución se encierra en el preámbulo, supuesto que él abruza los fines pri­ mordiales del gobierno.federal.-?

El error fundamental de esto sistema so descubro ul primer c.xánien.

El preámbulo abraza los fines, el testo contiene los medios, e.s decir, las autoridades organizadas para obtener la realización de los fines. ¿Cuáles son los fines do la Constitución de Estados Unidos?— Vemos en su preámbulo: ¿¡Formar una unión perfecta, establecer justicia, Megu- guruv la tranquilidad interior, proveer a la defensa co- mun, promover el bien jeneral, asfgurar los derechos, pre- rogativas do la libertad para hoi y para maRana.;? Poro notad que estos no son fines peculiares del Gobierno de Norto América. Son los fines esonciules y únicos de todo Go­ bierno racional posible, sen cual fuere su forma y el pais de su aplicación.

¿Tenéis noticia de que exista Gobierno alguno racional, que n» tenga por objetos, la unión, la justicia, la paz, el orden, la de­ fensa, el bien jenerul y la libertad? Creéis que el Gobierno in- . glés, que el Gobierno suizo, que el mismo Gobierno imperial francés tengan otro» fines que esos?—No, ciertamente.

Pero sí e3 verdad que todas las Constituciones tienen un fin idéntico y común; también lo es que todas diñaren y deben dife­ rir esencialmente en la composición de sus autoridades que son

los medios de obtener la realización del fin.

Estos medios, es decir el Gobierno propiamente dicho, las au­ toridades dependen en su organización y mecanismo de las con­ diciones y antecedentes peculiares de cada pais; pues cada pola es. peculiar en algún modo y diferente de los demás. Se sigue, pues, que no por que sean idénticos los fines de la

Constitución Arjentina a los de la Constitución de Norte Amé­ rica son idénticos los dos gobiernos en la organización de sus poderes. No porque se parezcan los preámlmlos, se parecen los

testos. Y si los testos son diferentes, si los poderes varían en su or­ ganización, en sus medios de obrar, en la ostensión do sus facul­

tades, el comentario do Norto América os podrá servir para co­ mentar el preámbulo de su Constitución Arjentina, como os servirá para comentar los fines del gobierno inglés, del gobierno

chileno y dfi todo-gobierno racional posible; pero do ningún au­ xilio sará por eso para esplicur la Constitución Arjentina en la parte que organiza los poderes que son el medio de obtener tales

fines, es decir casi en su totalidad. Dar a una Constitución un comentario que no le pertenece, es.

oscurecerla en vez de trlosarla. = 13 =

V.

Diferencias entre la Constitución Arjentina y la de Estados-Uni­ dos.—Analojia con la de Chile.—Peculiaridad del poder ejecu­ tivo.—Consecuencias en el sistema de comento.

Todo es diferente en lúa dos constituciones Arjentína y Norte- Amoricana, respeoto a la organización del gobierno, por mas que la forma federal que les es común las asemeje al ojo del obser­ vador inatento y superficial. Plan, división jeneral de los objetos, sistema de los poderes, distribución y estension de sus facultades, todo es diferente y debía serlo necesariamente. Si los arjentinos no se hubiesen sepa­ rado en muchas cosas del sistema de Norte-America, para acomo­ darse a sus antecedentes y a su manera peculiar de ser, toda su organización habría sido un pobre plagio de una forma estranje- ra, que en Estados-Unidos tiene sus razones conocidas y propias de ser como es. Habrían incurrido en el error de Méjico, que copió a la letra el federalismo de Norte-América, para rejir pro­ vincias que habian formado por tres siglos un rireinato unitario, por reglas que gobornabun la unión artificial y reciente en un solo cuerpo compuesto de Estados que por tres siglos habian sido independientes entre sí. El error de Méjico ha sido juzgado y con­ denado por todos los publicistas y reputado la causa principal que ha mantenido a ese pais sin gobierno por espacio de trein­ ta afios. Méjico desconoció lo que llama Tocquevilie, el punto de par­ tida.—Los Estados Unidos, habian sido siempre estados desu­ nidos o independientes. Venían de la diversidad a la unidad. Méjico como el Vireinato de la Plata, al contrarío, venia de la unidad a la diversidad; hubia sido un Estado solo y único, divi­ dido interiormente en provincias solo para fines económicos y ad­ ministrativos, de ningún modo políticos. Las provincias españo­ las del reino do Méjico no habian sido cuerpos político.*, sinn divisiones administrativas de un mismo y vínico Estado. Lo propia sucedía BU el rio (le la Pluta, Pero el Congreso d«! Santa Fé lia tenido el acierto de reconocerlo y de tomar e3e hecho quo forma el mas grande antecedente de nuestra anticua vid-A «spuñola, co^io el panto de partida para la organización do su gobierno. Ha resultado de allí quo el Poder Ejecutivo nrjentino, que forma la facción prominente do la Constitución de 1853 y de- termina toda su fisonomía, es completamente diferente del Eje­ cutivo da los Estados Unidos de Norte América. No bai mas que colocar uno enfrento do otro y contar sus atribuciones, para ver que se asemejan tanto como uu huevo a una castaña. Y asi debia de ser. Era nuestro ejecutivo en cierto modo y en espociul res­ pecto de los medios de acción, una especie de reconstrucion del gobierno "central, que había existido por dos siglos. Mil veces mas se asemeja al de Chile que al de Estados Unidos, apesar de la diversidad de nombres; y debía preferirse la imitación de lo que era mas análogo y udaptable u nuestra condición de ex-colo- nia española y do habientes de la América del Sud. Fuerte, como el do Chile, republicano en la forma y casi mo­ nárquico en el fondo; central como en dos sig-los, hasta donde lo permitía el individualismo provincial creado de hecho por la re­ volución, el ejecutivo es la parte prominente y principal del nuevo gobierno urjentino, según BU Constitución. Por mucho tiempo, en la América del Sud, lanzada en el mundo nuevo de la república desde 1810, t:l gobierno hade estar representado y sim­ bolizado casi totalmente por el Poder Ejecutivo. Es el punto do arranque enlodas las creaciones políticas, por ser el llamado a fundar la autoridad, base de todo orden político que rara vez deja de tener un orijeu de hecho. Chile lo comprendió asi desde 183t>, y a eso debe su salvación. El Poder Ejecutivo arjentino, posee las siguientes facultades que no tiene el Ejecutivo de Norte-América: El presidente es Jefe Supremo de la confederación y tiene x. su cargo !a administración jeneral del país. Participa de la formación de las leyes... . Concede jubilucion.es, retiros, lioetteia», montepíos. Ejerce los derechos del patronato nocional. Concede ti puse o retiene los decretos de los concilios y del papa. Concluye y firma tratados de paz, do comercio, de navega­ ción, de alianza, de limites y do neutralidad con las potencias estranjeras, por sí solo. Provee los empleos y grados militares de la confederación. Declara la guerra y concede patentes de corso. Declara en estado de sitio uno o varios puntos de la repú­ blica, por peligro csterior o interior. Puede arrestar y trasladar las personus de los perturbadores en casos de sedición.— (Artículo 83.) Es el jefe de los gobernadores provinciales. (Artículo 107.) Ninguno de, esos po¿eres, tiene el Ejecutivo de los Estado* Unidos de Norte-América. El poder legislativo arjentino por su parto tiene las siguiente» facultades, que no tiene el Congreso de Norte-América: Puede dictar los códigos civil y comercial para todos los pue­ blos de la Confederación. Tiene la facultad do fijar los límitos al territorio da cada pro­ vincia y crear otras nuevas. Puede declarar cu estado do sitio y suspender ¡as garantías de la Constitución en casos de conmoción intorior, en cualquiera de lns provincias. Examina previamente toda constitución provincial, y puede reprobarla, si es contraria a la constitución federal. (Artículo 64.) Se vé, pues, que el gobierno federal arjentino, tiene mus facul­ tades, es mas central que el gobierno federal de Estados-Unidos, y asi debia de ser atendiendo a que el nuestro era la reconstruc­ ción de un centralismo que ha existido por siglos, on vez que el de Estados-Unidos, era una novedad creada artificialmente.— En Norte-América, era artificial la Union; entre nosotros, era artificial la descentralización estando a nuestro pasado colonial. En vista de tan profundas diferencias ¿podría servir el comen­ tario de la Constitución de Estados-Unidos, para glosar y espli- car la Constitución Arjentina en la organización de poderes y = 16 = facultades, que no dá lti Constitución de Norte-América a la* autoridades de la Union? Pedid luces a átory sobre la inteligen­ cia y aplicación de las facultades de los poderes arjentinos, y os quedareis a oscuras, porque no las dá ni ha debido darlas comen­ tando una Constitución diferente. Es, pues, del todo errada la base en que reposa el sistema de comento del Sr. Sarmiento. Mi interés en demostrarlo, es evitar que se dé a nuestra jurisprudencia constitucional una dirección que falsifique el sentido jenuino y recto de nuestra Constitución y haga imposible o difícil y tortuosa su ejecución.

VI.

Documentos y antecedentes propios de la Constitución Arjentina.

Los documentos que han de servir al comentario, glosa y cs- plicacion do la Constitución Arjentina, no son del jenero de los que acompaña el señor Sarmiento a su libro. Esos documentos son relativos a la Constitución de Estados Unidos, a una lei es- tranjera, y de ningún modo son documentos justificativos ni esplicativos de la Constitución Arjentina. Los propósitos del Congreso Constituyente arjentino; los pac­ tos preexistentes que lo han hecho existir y que invoca él en la Constitución; el proyecto, las discusiones, los informes, todo lo que el Congreso ha tenido en sus manos y a la vista para elabo­ rar su obra, esos son los documentos esplicativos, los que sirven de natural comento de la Constitución Arjentina. Después de eso, los trabajos de los publicistas arjentinos, quo han tenido influjo en los trabajos del Congreso, por haber sido espresion de la opinión jeneral del pais, de que la Constitución debia sor reproducion. Esos trabajos existen y son una parte del comentario de la Constitución que los cuenta eutre sus anteceden­ tes. El señor Sarmiento los conoce mejor que nadie, conoce el influjo que han ejercido; los ha recomendado antes de ahora; lo» ha señalado como programa obligado de todo Congreso patriota, 1

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y solo ahora en sus comentarios ios silencia, (por no decir los ataca) a pesar de haberse respetado por el Congreso de Santa Fe. La historia política de la colonia hispano-arjentina, y no la historia do las colonias inglesas de Norte-América; la historia do ía revolución del Plata y no la historia déla revolución de Norte- América; nuestras constituciones ensayadas en los 40 anos prece­ dentes, y no los ensayos predecesores do la Constitución de la Union Americana; los partidos, las luchas, los intereses, las doctrinas de los pueblos urjentiuos, y no las luchas do los intereses opuestos de los pueblos de Norte-América tan distintos de los nuestros; la capacidad de los habitantes, la disposición del suelo, las clases de industria, el estado de cultura, la ostensión de la población de los pueblos arjentinos, y no de otra nación diversísima en todos esos ramos: es la verdadera fuente de comento y de esplicacion de la Constitución actual , como ha sido de su elaboración para el Congreso.—Por mus que se niegue (y en el interés del comen­ tario!) el Congreso arjentino se ha dado cuenta de esos antece­ dentes; los ha estudiado y valorizado con los publicistas del país y ha hecho un trabajo que no es un plajio literal de la Constitu­ ción de un país sin analojia con el nuestro, como pretenden los x[ue nada han hecho por esa obra, y mucho por estorbarla v «vitarla.

Vil.

Erróneas aplicaciones que ¡tuce el señor Sarmiento de su sistema y rectificaciones que recibe del testo arjentino.

Acabamos de señalar el error en que reposa el sistema de co­ mento, que so pretende introducir para la Constitución Arjentina, Veamos ahora los errores de aplicación, consecuencia lójica del (jue sirve de apoyo al sistema de comentar la Constitución Ar­ jentina por medio do los comentarios do Story sobre la Consti­ tución de Norte-América, sin darse cuenta de los antecedente, arjentinos que sin duda alguna ha tenido la presente Constitu­ ción y forman su mas puro, luminoso v jenuino comenturio. 3 = T8 =

El nombro

\ \) Comentarios ranítuto t '

i i I£n el 4. a capítulo de su Comentario tropieza el autor con otro artículo de la Constitución Arjenünn, que no existiendo en la Constitución do Norte-América, apesar de la identidad

tancias de , sobre el articulo .3. 9 de la Constitución Arjentinu, que dispone lo siguiente:—Las autoridades rpie ejer­ cen el Gobierno Federal residen en la ciudad de Buenos Aires, que se declara capital de la Confederación por una lei especial.

VIII,

Continuación del mismo asunto.—Defensa del artículo de ta Constitución que hace capital a Buenos Aires.—La ('onsti/}<- cion no ha podido violarse a si viisma.

El ospíritu do ciencia, es decir de discusión desapasionada y tranquila, taita completamente al capítulo cuarto de los comen­ tarios, como puede verse por las cuatro líneas con que dá princi­ pio:—í.NO sin grave preocupación de ánimo entiamos en el examen y comentario de la disposición del art. 3. ° y de las que a ella se refieren. Un hecho sangriento y preñado de desolación y do ruinas, se alza ante hi Constitución como un juez y un ame­ nazador implacable.-—Conducido por la preocupación confesada en vez de seguir el espíritu de ciencia, (pie escluve toda preocu­ pación, el autor se hace eco simpático de Buenos Aires asediada, y emprende el examen o proceso de la Constitución como un juez y un acusador implacable. No seguiremos al autor en el comentario apasionado de los hechos sino en la glosa tranquila del testo. Dejemos a mi lado la cuestión del sitio do Buenos Aires, y no mezclemos ta política práctica con la ciencia invparcial. Notemos solamente, para leií- 'imar esta separación, que Buenos Aires fué sitiada por tu campa­

ría, el 1. 3 de diciembre (le 1S,'>2 y que !¡» Constitución, que cu- pirulizaba esa ciudüd, fué promulgada en muyo do 185.1, es decir medio aílo después de establecido el sitio. Baste este reparo puní no mezclar la Constitución con hechos que lian existido mitos que ella y si,, eotteccjon con ella. Acabamos do ver que la Constitución declara por su artículo •í. ° , que:—-..T.as autoridades que ejercen el gobierno federal residen en la ciudad de Buenos Aires, que se declara capital do la confederación por una lei especia!.'? El Congreso dá esta lei especial a los cuatro días de sanciona­

da |a Constitución que la previene, y por su artículo 1. 0 dispone

i» lei como sigue:—Conforme al articulo 3. ° parte primera de

tu Constitución la ciudad de Buenos A ires es capital de la Con fe­ deración.—Todo el territorio (prosigue el nrt. 2. ° do la lei) (pie se comprende entre el. Rio de la Plata i/ el de las Conchas hasta el Puente de Márquez, y desde aquí tirando una linea al S. E. Itasta encontrar su. jwrpendicular desde, el Rio de San tinao, ence­ rrando la ensenada de Barragan, las dos radas, Martin Garcia ?/ U>s canales que dominu, correspondí')/ a la capital y quedan fede- rulizudos. El autor de los comentarios pretendo que esta lei contiene una violación de la Constitución, porque divide el territorio de la provincia de Buenos Aires sin asentimiento de la ¡ejislutiira local, contra ¡os artículos 13 y 28 de la Constitución (dice el autor), que disponen lo siguiente: 13 ...... no podrá erijirso una provincia en el territorio de Otra u otras, ni de varias formarse una sola, sin el asentimiento de las provincias interesadas y del Congreso.'* 28. ¿.Los principios, garantías y derechos reconocidas por esta Constitución, no podrán ser alterados por las leves, que regla­ menten su ejercicio.••

Para reconocer el error en que incurre el señor comentador, hasta leer sin preocupación de ánimo, la lei orgánica do capitali­ zación:—ella no erije una provincia, sino una capital. Dá a la República su capital de tres siglos, y deja subsistente la antigua provincia de Buenos Aires. En ninguna parte la llanta nuera, ni la considera como erección suya. No hace de ella dos provincias; . -¿'2 =

porque la (Hadad, declarad» capital, no os provincia; es capital de la República, ¿Huí división del territorio, apesur ds eso?

Si tul división existo, no es obra de la lei, sino de la Constitu­ ción. La leí no luí hecho la capital; ha sido, hecha por la Consti­ tución, Nada Ira creado la lci por sí: h» declarado capital, lo que la Constitución había declarado capital, antes que ella. La lei no podia hacer residir las autoridades que ejercen el gobierno fede­ ral sino en la ciudad de Buenos Aires, declarada capital por el artículo 3. ° do la Constitución. Si la erección de I» ciudad, no de la provincia de Buenos .Aires, en eapital de la República, es obra de la constitución; la violación del art. 13 de esta constitución no ha podido ser per­

petrada sino por la constitución misma, lo cual es un absurdo estupendo, pues una lei no se puede violar a sí misma. Tampoco hai eontiudiccion'ni falta de lójica entre los artícu­ los 3 y 13 de la constitución; pues siendo contemporáneos y miembros de la misma lei, rijen tanto el uno como el otro sin destruirse. El artículo 13 establece una regla jeneru!; pera el 3 crea una escepcion, que, según la misma lei, no debe ser rejilla por la regla jeneral. La lei orgánica quedaba desde luego com­ prendida en la escepcion creada por el art. 3. ° , que la prevee y

ln determina SU base fija y necesaria. ¿Que son en sí el principio constitucional y la lei que decla­ ran capital do la República la ciudad de Buenos Aires?—Son la sanción discreta del orden de cosas (pie existió por tres siglos, lo (pie vale decir, :ma ratificación de lo que siempre existió.— Eü Buenos Aires residieron por siglos las autoridades jenerules del virreinato.—Bajo la República Buenos Aires fué de lleno o

a inedias, la capital del pnis. Las condiciones con que el Congreso de Santa Fé reorganiza­ ba el hecho que es obra de sirios, tampoco eran nuevas; eran la repetición casi literal del plan de capitalización concebido por Hivadavia y Agüero, sostenido por Gómez y Gallardo, porteños de patriotismo eminente, y sancionado por el Congreso arjentinn de 182'í, uno de los mas brillantes que haya tenido el pais. • Leí do capitalización.—Zíbs comentarios refutados por Sud-Ami- rica.— Verdadero sentido de la resistencia de Buenos Aires seyuii el señor Sarmiento de otro tiempo.

•Si el autor del comentaría Iuibiesu escrito su capitulo IV con un ánimo monos gravemente preocupado, habría recordado que el mismo recomendó lalei de capitalización de 1826 reproducida en 1853, en el periódico Sud-América, del 9 de julio de 1851. Me permitiré apoyar en sus palabras Iu defensa de una de las pocas tradiciones de Rivadavia destinadas a permanecer por ha­ berse apoyado en la historia, como no le sucedió en las domas. c¿Un gian partido de Buenos Aires (decia el autor de Sud Amé­ rica), resistió tenazmente a (píese declarase a Buenos Aires capi­ tal; a este partido se unían algunos diputados de las provincias en corto número, ijue por motivos diversos se oponían a la medida. ; No querían de veras los porteños opositores que el Presidente de la República, el Congreso residiesen en Buenos Aires! Don , apoyaba a este partido. La cuestión de las reñían era pues el verdadero motivos.... uLns palabras no dicen lo quo hai en el fondo de la situación. El proyecto de lei (de 4 de marzo de 1826 repetido el 4 de mayo de 1853) declara nacio­ nales los establecimientos públicos do Buenos Aires, frase que en­ cierra la cuestión vital del pais,—el puerto y la Aduana: los di­ putados de Buenos Aires, animados del espíritu de provincialis­ mo, se parapetan para oponerse a la medida, (ras una cuestión de formas, de legalidad. El Congreso ha declarado antes que las provincias se rojirán por sus propias instituciones hasta que se dicte la Constitución, luego no puede fraccionarse la provincia de Buenos Aires, ni destruir ¡as instituciones provinciales, para someter la ciudad al presidente y al Congreso, como si nombrar un presidente y designar una capital del Estado no fuesen dos (ic­ ios constitutivos y los dos mas importantes." / ítíh proyecto tenia dos faces (prosigjie Sud América), o mas bien dos filos: la Creación do Buenos Airas e:i capital podiu alar­ mar celos do las provincias, y asi sucedió en efecto: el hacer na­ cionales las rentas del puerto do Buenos Aires sublevaba las re­ sistencias del vulgo de los porteños. Estos dos intereses tan opuestos sC reunieron en contra del Congreso, y prolongaron bas­ ta hoi la desorganización de la República.-) tíHo Bqui la verdadera cuestión. . . . ?? «Tal era la doctrina del doctor Moreno, y (¡uo Rosas ha repro­ ducido en ostos dias hablando de las rentas do Buenos Aires que pagan los gastos de la República. El puerto de Buenos Aires es propiedad de la provincia y no de la nación. Sea enhorabuena. En tal caso dejaría a Santa Fé, Corrientes, Entrenos, gue intro­ duzcan a sus puertos propios las mercaderías europeas que nece­ sitan sus habitantes. Córdova, del Esteróse proveerán en Santa Fé;?.... «..'¿Qué sucederá entonces? que vuestro puerto no importará ni esportará, sino las mercaderías consumidas v producidas en vuestra provincia; luego el puerto es nacional, y sus rentas nacionales, en cuanto sirve para la importación y es- portacion de las mercaderías de las otras provincias, que compo­ nen la nación, porque el que consume las mercaderías es el que paga las rentas do Aduana.'? ¿.Las provincias del interior (prosigue Sud-Amirica) no tienen mas quehacer—que tomar sus rejistros de Aduana desde 1810 adelante; sumar las mercaderías importadas por Buenos Aires según sus categorías, y con la tarifa de Buenos Aire» en la mano descontar el tanto por ciento pagado; y entonces verán los millo­ nes de pesos que han dejado en la Aduana de Buenos Aires, y por tanto entregado al gobernador de aquella provincia.?) «Ahora (prosigue Sud-America) preguntamos a don Juan Ma­ nuel de Rosas, el héroe de la federación (no dice Confederación); ,cuá) sistema le parece mejor, el de Rivadavia que proponía ha­ ( cer nacionales los establecimientos [públicos; o el de su ministro Moreno, que declaraba propiedad de Buenos Aires el puerto y las rentas? La discusión! la discusión! La máscara hipócrita hade caer al fin a los golpes de la discusión y de los documentos pú- blicos."—("SííB AMéRICA, del 9 de julio de 1851, escrito por el señor Sarmiento). Hé ahí el meollo de la cuestión (le capitalización. Entonces aplaudía yo esas doctrinas a su autor y las aplaudo hoi también.

X.

Absurdo de considerar como desmembración las divisiones de pro­ vincias. Sentido administratiro de esas divisiones.

A no ser los intereses materiales encubiertos bajo cuestiones de formas ¿cómo podría alarmar sériamento a personas dotadas de uso de razón, una división interior del territorio nacional de ca­ rácter meramente administrativo y con fines domésticos? Divisio­ nes ideales, que no dan ni quitan una pulgada al territorio na­ cional; tabiques domésticos, que dejan siempre en easu lo que es de casa; simples divisiones metódicas de la acción del gobierno nacional, ¿se pueden apellidar desmembraciones de. territorio sin incurrir en un absurdo estúpido? ¿Qué es una provincia, en el lenguaje do la ciencia adminis­ trativa?—Una división, una sección, una separación de buen mé­ todo en el ejercicio del gobierno jeneral sobre los varios puntos del territorio. La provincia es una entidad doméstica, que no existe para el estranjero. Para el que vé de fuera solo hai nación sea que ella conste interiormente de 14 provincias hoi, o de 50 departamentos mañana. Hasta el apellidar provincias unidas o federadas, ala Nación arjentina es un absurdo equivalente al de llamar, los cuartos o los aposentos de don fulano de tal, para nombrar su casa. Por eso, todas las Constituciones (y la arjentina nrt 64, inci­ so 14) dan al Congreso ordinario, entre sus facultades ordinarias, la de crear nuevas provincias y fijar los límites de las existentes. Chile ha creado muchas provincias desde que, la Constitución existe; de nadie llaman la atención semejantes divisiones. Valpa­ raíso formó parte ds la provincia de Santiago. Hoi es provincia independiente. Gritó Santiago—a la desmembración? 4 La revolución francesa suprimió todas las provincias, y las subrogó por infinitos departamentos pequeños: ¿se le ocurrió a nadie caliiícar esa división, como desmembración atentatoria d« los territorios provinciales? Precisamente fué bajo la unidad-indi­ visible do la Francia, cuando se operó esa división do empleados, de oficinas, de com¡ etoncias, no de territorio ni de soberanía. ¿Sabéis en qué está la desmembración real y terrible de la soberanía nacional? En esas resistencias de una lejislatura local o de provincia, a la grande y soberana Lejislatura de toda la Na­ ción,—Lamentables para el principio vital de la unión y nacio­ nalización del pais, son esos movimientos enfermizos y anómalos que llamáis victorias del poder lejislativo provincial, y que yo llamo y son, derrotas del poder lejislativo nacional, es decir, subvereiones del orden constitucional o normal de la República, lamentables y aciagas cualquiera que sea el oríjen que tengan, no digo cuando se encaminan a rechazar una constitución admi­ rable de libertad y progreso! Poner en boca de la Sala insurrecta de Buenos Aires y aplicar al jefe de la República Arjentina, las palabras quo el Congreso de los Estados Unidos dirijió al antiguo monarca estranjero de esas colonias al tiempo de arrojar su dominación de esto conti­ nente, es dar a Buenos Aires un papel de comedia, y cambiar los roles del modo mas jocoso. Allá era la República de Norte Amé­ rica que dirijia imprecaciones a la antigua Metrópoli estranjera; aquí es el gobierno de la República Arjentina recibiendo impre­ caciones de la antigua Metrópoli territorial.

XI.

Del Tesoro Nacional y sus fuentes.—Sistema financiero de la Constitución.—Tierra* públicas.—En qué consisten según el autor del Comentario.

Se puede decir que el artículo 4. ° de la Constitución y sus correlativos, contienen la verdadera creación del poder nacional o federal. Por el tesoro únicamente, es como la autoridad, que en si es un derecho abstracto, se vuelve un hecho real }• prác­ tico. No hai poder, donde no hai finanzas: ellas son el ejército, fe lista civil, la marina, las obras públicas, el progreso, la paz

en una palabra, la autoridad. El capítulo V de los Comentarios, trata de ese artículo de la Constitución, poro no de sus correlativos. Ningún lugar de la Constitución exijia mayores esclareci­ mientos, por ser la hacienda el alma de la organización y del gobierno nacional, y la materia menos i'amiliur a lo jeneral de

nuestros publicistas. «El Gobierno Federal (dice el artículo 4. ° de la Constitu­

ción ) provee a los gastos de la nación con los fondos del Tesoro

Nacional, formado del producto do derechos da importación y esportaeion de las aduanas, del de la venta y locación de tierras de propiedad nacional, de la renta de correos, de las demás con­ tribuciones que equitativa y proporeionalmente a la población imponga el Congreso para urjencias de la nación o para em­

presas de utilidad nacional.'» La Constitución impone por este artículo al gobierno jeneral, la obligación de hacer los gastos de la nación. Los artículos que siguen le dan los medios de llenar ese deber, que de otro modo fuera nominal. «Corresponde al Congreso (rama lejislativa del Gobierno

Jeneral:) «Lejislar sobre las aduanas este'iores y establecer los derechos de importación y esportaeion que han do establecerse en ellas; «Imponer contribuciones directas... . en todo el territorio de la Confederación, siempre que la defensa, seguridad común y bien jeneral del Estado lo exijan; «Contraer empréstitos de dinero sobre el crédito de la Con- l. federación, «Disponer del uso y de la enajenación de las tierras de pro­ piedad nacional, «Establecer y reglamentar bancos. . . . con facultad de emitir billetes ..Reglamentar la libro navegación de los rios interiores, habí- litar los puertos que considere convenientes y crear y suprimir aduanas, «Hacer sellar moneda, «Reglar el comercio marítimo y terrestre con las naciones estranjeras y de las provincias entre sí, «Arreglar y establecer las postas y correos jenerales de la Confederación.'?

He ahí las bases constitucionales del sistema rentístico arjentino. Organizar la aplicación de esos poderes a la creación de las rentas con que ba de sostenerse el gobierno federal, por medio de leyes y ordenanzas reglamentarias, será la obra lenta de nuestros economistas y mas que todo de la acción espontánea del nuevo orden de cosas principiado por la libre navegación y por el siste­ ma de libre comercio estipulado con las potencias estranjeras.—

Las finalizas, las rentas, como los rios, se forman por sí mismas;

Ja política solo les dá dirección y pábulo. El autor de los comentarios, menos estenso en esta parte difícil que loque hubiera convenido, admito de lleno la justicia con que la Constitución da al gobierno nacional un poder ilbnitado de imposición en todo el suelo de la República. Enumera y admito los varios oríjenes que la Constitución asigna al tesoro nacional, y admite sin trepidar la posibilidad de su creación inmediata. Se fija en la venta y locación de las tierras de propiedad nacio­ nal, como en la fuente mas fértil de renta y del progreso de la población.

^Cuales son las tierras de propiedad nacional?;:—Pregunta, y sobre esta cuestión mas interesante que difícil, establece defi­ niciones llenas de exactitud y oportunidad. «Debe en principio aplicarse este nombre (de tierras de pro­ piedad, pública) a todas las que pertenecían a la corona de Espa­ ña al tiempo de la emancipación de las colonias, adquiridas con la independencia, por la ompra y dinero de todos los nrjenli- uos, y por tanto, propiedad común de la nación, aplicable al bien jeneral, cualquiera que sea el punto d>:l territorio en que es^ iín ubicadas." ..Pura remediar los» males del desorden producido por el anti­ guo sistema de colonización, debe rejir una lejislacion común a todas las tierras dependientes de un centro cumun y sometidas a la DIRECCIóN EscLirsivjt del Congreso.n

«Pueden definirse así las tierras de dominio nacional. I. 0 J.as que existen incultas y sin titulo do propiedad en las provincias: 2. ° las que so estienden ni sur de Buenos Aires, Córdova y Men­ doza basta el Rio Negro. 3. ° La Putagonia cuya soberanía pertenece u la República Arjentinu. 4. ° Los territorios compren­ didos bajo el nombre jeneial del Gran Chaco.»—Se nota que

Magallanes i'nlta en la nomenclatura. Ante esa declaración, espresion exacta de la verdad, no hai sino que preguntar a cualquier provincia arjentina, sin escep- cion:—¿Pertenecéis u la Rusia, a la Noruega? o sois parte inte­ grante del territorio arjentino?—En este último caso, según la Constitución y según lu ciencia de los publicistas, las tierras pú­ blicas ubicadas dentro de vuestra jurisdicción arjentina son pro­ piedad de la Nación enteru, que no podéis enajenar ni arrendar, sino Lujo la autoridad Esci.rsiVA del Congreso de la Confe­ deración. La aplicación de aquella exclente doctrina del señor Sarmien­ to, al empleo y enajenación de los inmensos territorios nacionales, sometidos hasta aquí con la aduana de todo el país a la Icjisla­ cion provincial de Rueños Aires, es do tanta consecuencia para la formación del tesoro nacional arjentino, como ha sido la doc­ trina del mismo autor aplicada ul nuevo sistema aduanero, ga­ rantido por los últimos tratados cstranjeros. Sobre la enajenación y colocación de tierras públicas, el autor dolos Comentarios ti ne curiosas noticias y reglamentos de lis­ tados Unidos, de cuya doctrina habría podido aprovecharse para hacer un examen crítico del sistema de distribución de tie­ rras, que siguió nuestro antiguo gobierno colonial, y del que adoptó Buenos Aires (ya como provincia, ya como capital) y resulta do mas de 134 disposiciones entro leyes y decretos, qae Giraran en la Recopilación mista de leyes nacionales y provincia­ les, sobre las cuales ni una palabra dice c! autor del Comentario. = 30

XII.

El autor del Comentario nicya en el prefacio la posibilidad del tesoro que admite en el capítulo V.—Errores económicos del autor del Comentario.

Pero en todo su capitulo V, sobre lus rentas que la Constitución asigna para la formación del tesoro nacional, el autor de los Co­ mentarios nos calla una novedad que solo nos revela en el Prefa­ cio, escrito después del capitula V y del desenlace del sitio de Buenos Aires, a saber: que ese tesoro nacional con que cuenta el gobierno do las Provincius Confederadas para existir, se halla ubicado en Buenos Aires, sin que poder humano lo pueda sacar de allí; de lo que resulta, que sin tesoro, es decir sin Buenos Aires, no podrá haber gobierno federal, o lo que es iguul, no podrá exis­ tir la Constitución comentada on vano por lo visto. ¿Cómo se esplica el fenómeno económico, do que ol tesoro co­ mún do toda una República, se encuentre provincializado, ubica­ do, o localizado de tal modo, que no haya forma de volverlo a la nación u que pertenece, sino junto con la provincia de su fenome­ nal ubicación? ¿Cómo so esplica el fenómeno de una República espuesta a quedar perpetuamente sin renta, sin tesoro y sin go­ bierno, si se lo separa por un momento, una provincia quo no tie­ ne el rol de Cobija en Bolivia, es decir que no es la única puerta esterior del puis? "

Léanlos el prefacio de los comentarios:—«Quieren constituirse a todo trance los pueblos, quieren constituirlos a todo trance los que se han encargado de ello. ¿Podrán hacerlo?;?—«Todo poder tiene por base la renta. Cinco millones de fuertes ha gastado siempre la República Arjentinu en sostener su administración. Constituían antes el monto de esta renta lus entradas de Aduana de Buenos Aires, llenando su déficit las emisioues de papel mone­ da. La renta de aduana queda ubicada en Buenos Aires y poder humano alyuno puede sacarla de allí. En la embocadura del Plata ha de haber siempre un punto de carga y descarga pura el comer- PíO. Ese punto lo ha señalado etí lu márjen derecha del rio la con­ veniencia mercantil. La libre navegación de los rios que afluyen a! Plata no influirá en esto. Para que un caiyamento europeo puse de la isla de Martin García, es preciso que el mapa señale más arriba una ciudad de cien mil almas, o millones de población con­ sumidora de artefactos. Mientras esto no suceda y aunque suce­

diera por las condiciones de la navegación ílubial, la carga V des­ carga so hará siempre en Buenos Aires.'} ¿¿Sucede otro tanto con las emisiones de billetes que representan el crédito. El crédito requiere por base para usarlo, y aun para

abusar de él, centros comerciales, Nueva York, Londres, Liver­

pool, Paris.» «De estos principios que por obvios no hacemos mas que apun­ tar, resulta que el establecimiento de un nuevo gobierno en las pro­ vincias debe hacerse renunciando a aquellas dos fuentes de renta señaladas por la Constitución.»

Y como esas dos fuentes, según el prefacio que examinamos, son las que forman los cinco millones do fuertes, que componen la renta total de la República, se sigue que el Gobierno Arjentino creado por la Constitución, debe renunciar a la esperanza de te­ ner renta y tesoro, es decir du tener vida, porque esos 5 millones de renta quedan ubicados en lu Provincia de Buenos Aires, aun­ que su población conste apenas de 130 mil almas, en vez de tener esos millones de consumidores de artefactos, eme el autor de los Comentarios exijo al norte do Martin García, como condición para que un buque pnso de esa isla. ¿Para qué preguntar al autor de los Comentarios si los quinien­ tos mil urjentinos que quedan mas arriba de Martin Garcia, es decir si los habitantes de las trece provincias comen, visten, edi­ fican, consumen, hacen vida civilizada; si poseen tierras y capita­ les, si trabajan y producen para vivir? Si este hecho existe, el comercio, el intercambio es su condición de vida, no es verdad? Pues bien, la ronta existo al lado del comercio, como este al lado do la vida misma del pueblo. Donde hui hombres que producen y consuman, hui tesoro público, porque hai comercio, propiedad, industria. ¿No sirven 11 Bíte hecho los puerros fluviales?—¿Para que en­ tonces la Europa comercial lia solicitado con tanto ahinco su franquicia.'

Entretanto,, prosigue el .señor Sarmiento:—..Buenos Aires se ha habituado a vivir en iodos tiempos de sí mismo, y a hacer la representación de la nacionalidad arjentina con sus pr-opios fon­ dos, entrando en ellos, los de Aduana. No discutimos teorías sino que presentamos hechos. (Líneas untes dice que establecía y discutía principios, es decir, teorías.)—Los ejércitos de la inde­ pendencia, escepto el de San Martin, fueron todos sostenidos v pagados por Buenos Aires. La guerra dol Brasil la sostuvo él

solo, y a la de Montevideo tan ruinosa, las provincias no contri­ buyeron sino con autorizaciones para hacerla. Creemos que desde 1810 adelante, Buenos Aires no ha pedido jamas a las provincias

dinero para hacer los gastos nacionales.:? (1)

XIII.

Errores económicos del autor de los Comentarios rectificados por

el autor de Sud América y de Arjirópolis.—Estas dos publica­

ciones esplican y absuelven la actual política arjentina.

Si yo escribiera en el Rosario, puerto de Santa Fé, que con­ tiene hoi multitud de buques europeos, que han pasado de Mar­ tin García sin que el mapa señale ni adelante ni atrás una ciu­ dad de cien mil almas, yo no daría mas respuesta que hacer leer en alto lo que dejo trascripto. Si escribiese en California, Estado que no tiene por junto, arriba de trescientos n.il habitantes, y que es un centro de crédito y do actividad mercantil, sin igual en el Pacífico, tampoco daria otro desmentido que señalar el hecho de su existencia. Para los lectores ai jen tinos del interior; como lector arjentino yo mismo y tratándose de cosas tan graves como el establecimiento de un gobierno nacional, que es todo el anhelo del pais ensan-

II) Ct>mcntar¡ot¡ prefacio, pajinas XI y siguientes. .granudo hoce 40 anos, vo no puedo menos que preguntarme CJJ .conciencia ¿cómo se espliean y oonciliun las aseveraciones que dejo copiadas, con las que recuerdo haber leído del misino imtor .de los Comentarios, en los siguientes tronos que me permitirá trascribir para rectificar del modo mas eficaz que so conozca, en obsequio del principio de orden y de autoridad, máximas tanto mas capaces do dañarlo cnanto que versan sobre principios, que nunca cambian, no sobre personas cuya instabilidad escusa la (le los juicios contradictorios de que pueden ser objeto. «¿Esperáis que Rosas constituya lu república? Ya os ha dicho terminantemente que no es tiempo; que sois demasiado brutos para un tender de Constituciones"... . ¿¿PUES BIEN: CONSTITUIDOS ,VOSüTHCS SOLOS. Ya él ¡la constituido a su manera la provincia de Buenos Aires."—(Sud América do '24 de julio de 1851.) ¿¡Sobre este punto de rentas haremos una observación mui irn- pprtante.—¿¿En el estado tiotual (dice el ArcJiiio Americano) (1) iodo el peso de los negocios de la Confederación descarara sobre i-l jeneral Rosas:' . . . ¿¿En este momento epmo desde los prime­ ros albores de nuestra emancipación no hai un yasto mis no saliia de las arcas de esta provincia. 1.a guerra de la independencia, la del Brasil, la de la liberación do los pueblos, el primer bloqueo de la Francia, el sog-undo de la Francia e Inglaterra, la defensa del Estado Oriental, la manutención de los ejércitos, de las escua­ dras, do las legaciones e infinitas otras exijencias, no de líi Pro- rincia, sino de la República, todo ha sido y es por cuenta del erario de Buenos Aires.;;—Hasta ahi el Arcltico; prosigue ahora Sud-América: ..En cuanto al dinero que parn tarro enredo sale todo -de las arcas de Buenos Aires, necesitamos distinguir. Buenos Aires es el único puerto de la República Arjentina v la única aduana ma­ rítima. El comereip esterior, cuyos derechos defraudan (.Mitra gtin) los priucipales gastos, se cobran allí por .sumas de cuatro millones al año. Quien pat/a esos derechos es el que consume esas merca-

¿I) Periódico .oficial dt Rosa», que c serbia el señor AngcVis, «ules del 3 d£ fi-brcto 5 ¿eruto».. ¿¿Decir qac todo ha sido y es por cuenta de Buenos Aires, es lo misino que si Valparaíso, puerto principal de Chile, dijese n Santiago en cu yo territorio no hai ni aduana ni puerto, ¿pie ese gobierno que contiene la manutención del ejército, los empleados, los enviados, no de Valparaíso sino de la República, salen do las costillas da Valparaíso;;... . uNo: esas paparruchas son buenas para embaucar a tontos. Las rentas de las aduanas son pagadas por las provincias con la parto de mercaderías que con­ sumen. ... y hol no hai político tan sandio, que crea que so/i pro­ piedad del lugar las rentas que en él se cobran.::—(Sud-América.) «Las provincias, pues, contribuyen con dos o tres millones anua­

les de pesos duros a las guerras sostenidas por Rosas.-; ¿¿Por eso es que las provincias estipularon en un tratado so­ lemne que-se reunirían en Congreso jeneral federativo para arre­ glar el cobro y distribución de las rentas jenerales. Sí no son esas rentas, cuáles son las que el Congreso ha do arreglar?*:—(Siitl- América, de 24 de mayo de 1851, escrito por el señor Sarmiento.) ¿.La situación en que se colocan las provincias es nueva en la historia de aquellos países. La fuerza do las armas es casi inútil.-? t.Por lo que al Entre-Ríos respecta, la situación no puede ser mas aventajada.. Desligado aquel gobierno de toda sujeción u Rosas, y no estando en pudor de este como antes la Isla de Martin García, que sometía al dominio de la Aduana de Buenos Aires la navegación de los rios Paraná y Uruguay, el comercio europeo puede hoi, libre de toda traba, llegar con sus mercaderías hasta ¿os puertos de Entrc-Itios y Corrientes y pusar'hasta el Para­ guay.» . .. .¿¿Todas las provincias pueden sustraerse a la sujeción im- ,puesta por la Aduana de Buenos Aires y suplir la falta momen­ tánea de aquel mercado.;; ¿¿HUí tres centros de poder o cuyo alderredor deben agruparse lúa provincias que tienen la misma posición jeográiiea y los mis­ mos medios comerciales. La adhesión, la unión es el primer ele­ mento constitutivo

XIV.

Esplicacion de los tratados recientes de comercio, por la. doctrina de Arjirúpolis.

Hé ahí la esplieneion, la justificación, el comentario de la po­ lítica práctica que sirve de comentario a la Constitución, que tiene a la vez en ella su fin y su punto de partida. uMartin Garúa vuelta a poder del gobierno de Buenos Aires, decia el señor Sarmiento en 1850, y un vapor de guerra paseán­ dose por las ag-uas del Paraná, el silencio, la sumisión reinarán en ambas orillas. Adiós arreglo de la navegación de los rios tantas veces solicitado jiar los gobiernos federales ele Santa Fi , Corrientes y Entre-Rios, g otras tantas mañosamente diferido a lu decisión de un Congreso, ijue se ha puesto el mayor arte para hacerlo olvidar; adiós fceleracion, adiós igualdad entre las pro­ vincias! VA gobierno de Buenos Aires tendía bajo su pié a los pdeblos del interior por la Aduana del puerto único, como el car­ celero a los presos, por la puerta que custodia. Martin García es el cerrojo echado a la entrada de Ivs rios. Ay de los rjuc quedan dentro, si el gobierno de una provincia logra atarse la llave al' cinto! Allí están los destinos futuros ele) Rio de la Pleita.n (Arji- rópoHs, por el señor Sarmiento.)

iíOcupada leí isla central por el Congreso, quedarla garanti­ da la libertad comercial ele todos los estados contratantes, sin el peligro que hoi subsiste de que devuelta a la jurisdicción del gobierno de Buenos Aires la libertad comercial de Entre Rios Corrientes, Santa Fe, el Pareu/miv y el Uruguay, sea en lo snce- = .16 = sivo sometida a lus regulaciones que quiera imponerle* en su" propio provecho el gobierno poseedor de la isla fortificada v dejar con esto subsistentes motivos de conflictos futuros." (Ar- jirúpolis.)'

«Esta mala distribución de las ventajas comerciales obrada por la configuración jcográfíca del territorio quo ocupa la tal confederación, debe remediarla el Congreso Nacional en cuanto es dado a la previsión y ít la voluntad humana, teniendo presen­ te que no es el puerto di Buenos Aires la via que la naturaleza ha indicado para la cómoda espbrtacion de los productos del tra­ bajo de los pueblos del interior.-*

De esto modo calificaba el puerto de Buenos Aires en 1850, el

mismo autor que en 1853 lo llama el puerto señalado irrevocable­

mente por la conveniencia mercantil para la carga y descarga ubicadas en la embocadura del Plata. Del último vulgo es conocida en Buenos Aires, la demostración que hizo el señor García, renombrado economista arjentino, do que la simple descarga de un buque en el puerto de Buenos Ai- ves tenia mas costo que el fletamento para su traslación desde Europa al Plata. Cuando lu España dio ese puerto al virreinato quo es hoi la República Aijentina, no elijíó el mejor quo tuvie­ se el pais por su jeografia física; pues mas vecino de Europa

tevideo, provincia hispano aijentina entonces, que continuó cer­

rado al tráfico mercantil. La España prefirió fiabilitar el nial puerto do Buenos Aires, porque así convenía a su sistema de comercio restrictivo, monopolista, colonial en una palabru. Sigue la defensa do los últimos tratados de comercio, por el

autor de Arjiríipolis. c;~S\ui contentos estarían los europeos, pues, si la navegación 3e los rios interiores so, les abriese bajo las regulaciones que i'xije la seguridad nacional y la percepción do los derechos: pero mas contentos quedarían los pueblos del interior que con esta aproximación a sus frontera* de lu actividad europea y del mo- Huiiento mercantil, hallarían medios de enriquecerle, poblarse 3 civilizarse ni mas ni menos como Rueños A rres v Montevideo- solían poblado _v enriquecido rápidamente ron la apertura do sus puertos,al comercio eatr.unjeroi En este punto, pues, nues­ tro interés B* casi el mismo

XV.-

Politiea del memoran jum de Buenos Aires contra los tratadot de ctnn'ercio, condenada en A rjirópulis.

En cuanto a la política quo preside a la protesta y memorán­ dum, que esos tratados han motivado, he aquí l;i esplieacion imparcial que se lia dado de ella cuando tenia por represéntente a D. Juan Manuel Rosas. uEl gobierno de Bucno's Aires, decin el señor Sarmiento en 1850, no tiene interés alguno que lo induzca a propender u lu prosperidad de las provincias del interior. La fuente de su riqueza la encuentra cselusivainontó en las producciones de su provincia y en su contacto con el comercio estrnnjero. Así es que durante diez años ha visto arracadas las campañas do Córdova y Sau Luis por ios bárbaros, sin tomar medidas para estorbar la repe­ tición tle estas depredaciones. Un gobierno jcneral emanado de un- Congreso du diputados de Id» provincias y reunido en lugar ade­ cuado para la libertad de las deliberaciones y en el punto céntrico de sus relaciones come.rciules, se ocupará desde luego en facilitar todas las lias de comunicación entre las provincias y los puertos que se establezcan, estudiando las necesidades del pais, como que do ese estudio resultará para las provincias mi«imis la pro«peri- <(uii que echan menos y cuyas faltas dlüs solo sienten.*} (Arji- vópolis)

«Vergüenza seria que el gobierno de Buenos Aires, se empeña- so en probar a suij confederados del litoral de los ¡ios, que no IcS conviene enriquecerse por la mismn via que se lia enriquecido Buenos Aires; que seria una calamidad para ellos y pura la Ilación quo en las Aduanas do Sanhi Fé, Corrientes y Entre Ilios, SU colectase un millón de pesos anuales de derechos de osportacion e importación sobro las mercaderías, mientras la Aduana de Buenos Aires pone a disposición del Encargado de Negocios cuatro millones de pesos unualcs, con los que puede sostener ejércitos, marinas, empleados, jueces, al mismo tiempo que las provincias perecen de consumpeion y miseria, arruinán­ dose entre-sí con gabelas y pechos.»—(Arjirt polis.)

Al recordar estas doctrinas, que en otra época no mui lejana propalaba el autor de los Comentarios, contra la prepoderancia poli tica de Buenos Aireos bajo sus gobiernos atrasados, no es mi ánimo indisponer las provincias hacia el pueblo, que yo he designado en todos mis escritos como la cabeza normal de la Re­ pública Arjentina puesta sobre sus verdaderas bases y cimientos; sino afirmarlas en la convicción de quo su plan actual de organi­ zación es sabio, escobante y acertado, según el testimonio mismo, espresado en época de calma, du los que hoi le oponen obstácu­ los y contradicciones.

XVI.

Aplicaciones a la política práctica,—Incompetencia de Buenos Aires para iniciar la organización, establecida por la historia de las ¡/arautius constitucionales en su suelo..

Y ya que cu oposición a ese plan se empuja al pais en el sentido do una guerra destinado a desbaratar lo hecho hasta aquí en orden a instituciones fundamentales, y 8 disputar a la República Arjentina (llamada por escarnio—las provincias, como si esta calificación no pudiera aplicarse con igual abuso a Chile y al Brasil, también divididos en provincias para su admi- íiisíraoion interior!); ya quo si; pretendo arrebatar a la República Arj entina el derecho de iniciativa en la obra de su propia orgu- itieacton nnoionaJ, para doria á la provincia que fué capital 1*:ijr» loa vireyos, e\i¡e el interés de su Misma organiza/ion y el interés bien entendido do la misma Buenos Aires, que se examinen cua­ les son sus títulos actuales para dirijir la obra de la ortfauiataiaSoii constitucional de teda la República—No son sus «artesano* los que liando resolver esta cuestión en el sentido do la verdad.—Pero escuche el infortunado y benemérito pueblo la voz de la verdad desapasionada y austera, qno lo dirijo el que lo amo mas que

*us lacayos ad-ulor.es, con el omor que so tiene al pais de la ju­ ventud, do los amigos, de la familia, do los servicios y cariños

recibidos, que no se pagan con la moneda del embaste siempre dañino por halagüeño que sea. La porción do esa provincia, que por su calor, abnegación v «•oraje, inherentes a la juventud, tiene < 1 imperio de la situaoioii, tstaba en la infancia cuando llosas hace veinte años tomó el po­ der político. Por diez y ficto años consecutivos ha estado rejida Buenos •Aires por un gobierno omnipotente, depositario por la lei de la suma del poder público, y entregada a un caudillo voluntarioso y sanguinario sin procedente ni término de comparación entre los

tiranos que lian espantado la humanidad. Se le llamó gobierno.de Calígula, do Nerón, de Domiciano, por los mismos hijos de Bue­ nos Aires, sin pota de exajeracion, por dosgruoia. No queramos encubrir el pasado, pin a disculpar el presente. Un gobierno de ese temple puede enjendrar el fanatismo, pero «o la intelijencia de la libertad. La libertad es un arte, un hábi­ to, toda una educación; ni cao del cielo formada ni es arte infusa. 1.a libertad de Estados Unidos tiene tres siglos y medio do exis­ tencia. No sabe de historia ni do política, el que la, crea de avor. Kl amor a la libertad no es ¡a libertad, como el amor a la plata jio es la riqueza. ¿Que suerte han tenido, cuál ha sido la condición do las ga­ rantías y derechos constitucionales en Bueno-: Vires, por espacio de veinte anos? = 40 =

Indagar.eaio es averiguar si lia existido OH buenos Aires ese «constitucionalismo que quiere llevar a las provincias. Resolver esta cuestión es determinar la competencia o incompetencia do .Hítenos Aires, pura dirijir y reorganizar lo que por su brazo .quiere un partido desorganizar \ destruir.

Esta cuestión es de historia, do historia contemporánea, de co­ sas de aver i .onoridísinfis por su carácter extraordinario. Por consiguiente es cuestión fácil de sentar y fácil de resolver por he- .ehoi que todo el mundo conoce. A dos cosas so redneo la materia del gobierno constitucional: organización de los poderes públicos por una parte; guruntias individuales por otra.

El primer requisito del poder constitucional es su división en

podei'cs.separados a independientes entre sí. Cuando el ejecutivo

lejisla y juzga, no hai gobierno constitucional, por mas que haya Dictadura constitucional. Por espacio de 17 años, Buenos Aires ha visto toda ia suma de sus poderes públicas en manos de un solo hombre. La Sala de representantes y la Cámara de justicia, eran poderes refrendarios, simples .cooperadores del poder omnímodo, que los hacia existir para dividir con ellos la responsabilidad de sus atentados. Otro rasgo asqucial del poder constitucional, es la responsa- biliilad de los gobernantes. Rosas estaría hoi en el poder justifi­ cado en todos sus actos, a no ser por el ejercito (diado, venido de

fuera de Ja provincia,- que lo derrocó en campo do ¡batalla. No habrá mas lei partí formarle juicio político que la leí de partida

sobre el crimen da tiranía, otorgada en el siglo XIV por un reí despótico de España. Una saín de diputados sanciono y ItijaUzó su tiranía ano por aTw, durante un quinto de siglo, eti que re­ chazó 34 .veces la renuncia que el tirano hizo do su poder, afir­ mándolo otra-- tantas en la silla de su dictadura. Creo que no será delito repetir hoi lo.que escribia el autor de la Crónica el 16 de diciembre de 1849.—Pues, bien, ni hoi mismo ocurre a nadie en Hítenos Aires que esa lcjislaíiira tenga responsabilidad. La publicidad de sus netas, es otro requisito del poder Consti­

tucional. Con la cabeza hubiese pegado su temeridad el escrito; = 41 = o diputado, que hubiera interpeludo ul gobierno pura publicar o comunicar al pais el estado de un asunto de Estado. Lu jenera­ eion aetiiul de aquella ciudad no vió interpelación parlamentaria

d» ese jenero desde que tuvo uso de razón. La eleceion y la nmobilidad do los gobernantes es otro rasgo esencial de la democracia constitucional. En Buenos Aires llevan el fusil centenares do guardias nacionales, que han venido a co­ nocer otro gobernador que D. Juan Manuel después de tener barbas. La elección era un deber no una libertad. El gobierno, hacia elejir sus representantes y se hacia reclejir por olios.

Veamos lu historia, el pasado de las garantías indicidaales ca Buenos Aires. Lu primera es la libertad. Perder tiempo hablar de libertades conocidas bajo la omnipotencia de Rosas. La libertad encadena­ da, es la esclavitud.—Esa es la libertad que en 17 atíos lia cono­ cido Buenes Aires. Otra gurantiu es la propiedad. ¿Qué ha sido de ella durante

largos años? Recien después del 3 de febrero se han devuelto propiedades, por valor do muchos millones, que han estado arre­ batadas u sus dueños y entregadas a cómplices del despojo ofi­ cial. En ese espectáculo se ha criado toda una jeneraeion. ¿Y la garantía de la vida, do esta pequenez sin la cual soa cosas del otro mundo las otras libertades? Hable Rivera Indarte desde 6U sepulcro con las tablas de sangre que horrorizaron a la Inglaterra y a lu Europa. Y la seynridud de la personal Como garantía ha consistido por 17 unos, en la íug'u y la ocultación. Son el habeos corpus de que tengan nociones prácticas los constitucionales que han crecido bajo el gobierno do Rosas. Las cárceles han sido el mceling, el rendez-vous de los amigos de la libertad. Allí iban a verse las caras, a hablar do libertad, con centinela de vista. Y la libertad de la prensa? no habiulibertad.de leer, y la habría de escribir y publicar! Basta decir que la jeneraeion actual no ha conocido hasta después de febrero do 1852, un solo juicio de imprenta, una sola prisión por abuso de esa libertad, debido a la prudencia que les vedó hasíu el uso de ella. Sin Id libertad de es- ff Cribir, (lo leer, de discutir, ahogadas por 10 años ¿puede Twner inteüjeneiu y noción de derecho público como doctrina o coma hábito y práctica? Los padres Jesuítas y los profesores en jenerel, pueden decir lo que ha sido la libertad de la enseñanza, en el tiempo en que ha recibido la que tiene la jeneracion actual. Y la 'libertad do locomoción y transito? Hasta hoi es preciso seguir un espediente para salir do Buenos-Aires. Tres edictos oficiales anuncian la próxima salida del pais de cualquier habi­ tante, aunque no deba nada a nadie. Sin esc requisito, es prófugo. ¿Y qué noticias tiene de la seguridad del domicilio y de la inviolabilidad de la correspondencia y papeles, la actual cruzada constitucional que desde Buenos-Aires nos quiere arrebatar el de­ recho de entender esas garantías? La mazorca con SUS asaltos noc­ turnos de perpetuo recuerdo, y la prensa oficial antigua y moder­ na con lu complicidad de sus inserciones de cartas salteadas u i» luz del dia, pueden dar la medida del arraigo que tienen esas ga­ rantías constitucionales en la conciencia de los que se han edu­ cado bajo el espectáculo de sus continuas violaciones. ¿Que podrá ser del espíritu público, otro elemento del repinen constitucional, en un pais donde por años enteros eran sospe­ chados de conspiración y perseguidos de muerte, cuatro perso­ nas (pie se reunían para conversar de cosas indiferentes? Y la iijnaldad ante la lei, esta otra garantía de todo gobierno constitucional, (pié podrá ser como idea y como práctica donde noí veinte años los hombres se han dividido ante el gobierno y ante la sociedad misma, en 'salvajes unitarios y patriotas federa­ les; en amigas de la santa causa del poder, y traidores de clin colocados fuera de la leí? Hé ahí lu historia del derecho constitucional, hé ahí el cuadro fiel de la condición en que han vivido por 17 años las libertades constitucionales cu la provincia de Buenos-Aires, cuyos actuales gobernantes disputan a la República, que so ha dado ya una Constitución superior a todas las conocidos en América, el dere­ cho de iniciativa y dirección, en la obra de su organuucion fun- idnwentuL r=¡ 43 *s

No quiero hablar de ese ilereelio constitucional de Buenos- Aires, anterior y posterior a Rosas, obru de sus bellos dina de li­ bertad y orgullo de sus habitúate»; derecho que da u una provin- s'ai organización de Nación; que creea poderos y hace un euigma

la francesa. Supónganse que Rosas no hubiera tenido ahogadas esas insti­

tuciones debidas en su mayor parte a los errores jenerosos de R¡-

ruduviu, ¿ese derecho público, sin forma regular ni sentido coman, habría sido título para disputar a la República la iniciativa cons­ titucional, desDues de sancionada una Constitución, que por si sola establece la capacidad do la República que la ha discutido y

taneionndo? Esa es la historia, esa es la verdad del pasada, que siempre es

padre de la realidad del presente. Si yo miento en ella mienten conmigo todos los publicistas arjentinos, que han figurado al fren­ te de la causa que triunfó el 3 de febrero, Indarte, Várela, Wriht, Echeverría, Aleina, Mármol, Sarmiento, Frías, Mitre &. &. In­ voco sus escritos de 10 unos. Son en resumen lo que acabo de de­

cir. No por ser fábula se sigue causa criminal a D. Juan Manuel de Rosas. Pues bien: todos ellos han establecido de untemauo hi

incompetencia para llevar la libertad constitucional a las provin­ cias que componen la República, del pueblo a quion la República le llevó | r.niero la victoria contra Rosas y mas tarde la Constitu­ ción sancionad:*. Qué! ante la verdad terrible do esos hechos que no huí poder humano capaz de ocultar ni destruir en su evidencia histórica, ,;uo comprendo el pueblo de Buenos-Aires la inmensa responsabi­ lidad que contrae cu la conciencia del mundo que lo observa y del juicio de la historia, que lo espera, con los hechos, que forman M política y programa de un año a esta portel Bien só que la mayoría de esa benemérita provincia no es Msponsable de la política de su gobierno, l.o creo con tunta mas = 44 = facilidad cuanto sé que hace veinte años que ninguna acción ejer­ cía en el gobierno. Pero ya que el despotismo de veinte años esta en descalabro y tiene allanado ol campo de su interveneion activa en la jostion del poder, es tiempo de que asuma su rol do sobera­ no y estorbo el ejercicio de una política que hará caer sobre la masa de lu provincia, la responsabilidad do faltas que lejos de ser suyas tienen su reprobación, como la tienen de toda la República y do todos los hombres imparciales.

XVII.

Gobierno Provincial o interior.—Diferencia esencial entre ni go­ bierno de Estado, en Norte América, y el gobierno de provincin, en la República Arjentina.

El capítulo VI de los comentarios so contrae a! articulo 5. ° de la Constitución, que dispone lo siguiente:—«Cada provincia con­ federada dictará para sí una constitución bajo el sistema represen­ tativo republicano de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías do la Constitución Nacional; y quo asegure su adminis­ tración de justicia, su réjimen municipal y la educación primaria gratuita. Las constituciones provinciales serán revisadas por el Congreso antes de su promulgación. Bajo estas condiciones el gobierno federal garante a cada provincia el goco de sus institu­ ciones.» La Constitución contieno otros artículos correlativos de este, de que los comentarios no se han dado cuenta, sin embargo de que completar] el sentido del artículo 5. ° y eapresun el verdadero carácter del gobierno provincia!, según la Constitución de 1853. «Corresponde al Congreso, (dice el art. 64, inciso 28) examinar las constituciones provinciales y reprobarlas si no estuviesen con­ formes con los principios y disposiciones do la Constitución fe- derata? «Cada provincia (dice el artículo 103) dicta su propia Consti­ tución, y antes do ponerla en ejercicio la remite al Congreso para tru eximen, conforme ti lo dispuesto por el articulo B. ° ü Hitos articulo*

XVIII.

Continuación1 del mismo asunto.—Consecuencias ?/ errores dé !ti confusión de ambo* sisrcmas.^Condicion pasada de las lejisla- turas urjentinus.—Loque es en si el poder lejislativo.

. Semejante diferencia tan notoria como profunda, hace inapli­ cables a la Constitución Arjentina en lo provincial, la jurispru­ dencia _y los comentarios de la Constitución- de Estados.Unidos. Por haberlo desconocido el autor de los Comentarios incurre cu notabies errores sobre el modo de entender y aplicar el art. 5.°' de la Constitución federal Arjentina, a Itr Organización do pro­ vincia. Esta cuestión es capital y la rrras oportuna do cuantas toc-a ti Comentario, porque estando para darse las constituciones locales es mas provechosa y aplicable la crítica que no respecto a la Constitución jenural va sancionada y sin recurso a revisión,por el término do diez años. Las consideraciones del ( omentaría sobre el ¡gobierna do pro­ vincia son relativas, al poder lejislativo local, al poder judiciario, a la educación publica, y ni réjimen municipal. Del Poder Ejecutivo, que,, en el gobierno de provincia como en el gobierno nacional, constituye la porcioft mas importante de la administración de paises nacientes, que ante todo necesitan del orden, nada hablan los Comeníarios. Acerca del Poder Lejislativo local, el autor observa que poco después de declarada la independencia, las provincias se organiza­ ron bajo el sistema representativo republicano, sometiendo, como una de sus primeras bases, el Poder Ejecutivo a las lejislaturos, de cuyas leyes debia ser simple ejecutor; pero que en el hecho, le­ jos de prevalecer el ascendiente lejislativo, ha 6Ído instrumento del Poder Ejecutivo por treinta aííos. (l)

(í) Comeiitarins |iáj.' MI. •K] autor estudia lus cansas ele este J'ein'.ineno, y las halla,

*. 0 en el aislamiento y las distancias,

2. c en lo insutirioutu.de lus instituciones como garantías de óYden y de libertad,

3< = en el nuil sistpmu electoral,

4. 3 en la sala única a la francesa, en lugar de dos cámaros a la norta-americanu, *. ° en el corto número de los lefisladorer. El autor cree según esto, que el poder lejislativo provincial ha si lo ineficaz y nominal hasta aquí, ror vicios y doi'eetos de It) '

terma quo so lia dado a su organización, y que se volverá uu hecho real y verdadero ese poder en las provincias arjeniinas, con solo darle las formas artificiales, quo el autor de los Comen­ tarios propone, y que ahora examinaremos. A mi ver so equivoca el autor en atribuir a Informa lo qun está en la sustancia del poder lejislativo. Ningon artificio de for- rmt lo hará nacer y prevalecer de un dia para otro si falta el principio esencial que debo hacerlo existir. ¿Qué es el poder k ji.slutivo en la república? Eü la soberanía jiel pueblo ejercida por representantes do su elección.en la operación de lejislur. iQuó condiciones exijo el ejercicio de la soberanía? Dos principal­ mente;.ia aptitud inteiijente y «moral del pueblo para la jestion del gobierno que es suvo; y la cor-tumbre, Ja intelijeneiu prác- fica de ese ejercicio. No se trata ya de saber a quien pertenece la soberanía. La revolución lu lia declarado del pueblo y lo es. Pero su ejercicio requjere condiciones de capacidad y de hábito, que no se adquieren de un golpe. A esas .condiciones se reduce, todo ol problema del poder lejisuitivo popular, o por mejor decir todo el problema del gobierno republicauo representativo, c;i América y en todas partes. Si ellas faltan, todas las recetas de forma seián ineficaces. No hai combinación de arte, que baga nacer la aptitud iíntantána*- mento donde ella no existe. Si no fuese asi habría recetas para crear pueblos librea de un .dia pava otro; y por medio tan fácil y sencillo no se conocería un •íolo pueblo que no fuese libro y fthz como los Estados l nido* Foro los alquimistas políticos Se engaitan, como los de la química, en crear que haya recetas para componer la libertad de otros ele" montos que la intelijcncia, la industria, la moralidad y la antigua COStMinbre de ejercerla. La libertad es nn metal precioso que tiene .-»lt criadero, como el oro, en las entrarías del tiempo. EMú condicione:; do aptitud, que el putmlo inglés debe n siete Siglos de costumbre en el ejercicio do la libertad, o bien sea do intervenir activanieute en el g ibierno, y que asisten al pueblo do los Estados Unidos desde el dia de su establecimiento colonial en América; esas,condiciones faltan a nuestro pueblo de Sud-Américn .educado en el pupilaje y en la obediencia ciega de virreyes inves­ tidos do facultades omnímodas. Bien se (jue no hai escuelas primarias para enseñar a los pue­ blos a ser -libres, y que la libertad se aprende como los idiomas, ejercitándose. Pero nuestros gramáticos políticos deben saber que si no hai induljencia para lus faltas del aprendizaje, jamas apren­ derá el pueblo do Sud-Américn a manejar por si mismo la liber­ tad lejislativu. Es la condición de todo aprendizaje:—en idiomas, en artes, mi libertades, el quo quiere empezar por la perfección, quiere lo imposible.

Bi« m pueden nuestras constituciones actuales satisfacer por sus formas y prescripciones perfectisimas las necesidades ideales fio la opinión de esta época; su destino real y verdadero, su des­ tino práctico por muchos años en Sud-América, eo será otro que procurar a nuestros pueblos, por la mejora y aumento de la pobla­ ción, por el desarrollo de la riqueza y el progreso cic la iustruc- cion, la capacidad de que boi carecen para realizar la forma de gobierno que so han dado y qno no podían dejar de darse. Porquo esta anomalía forma el rasgo distintivo de la situación política do Sud-América: ni está en su mano realizar la república repre­ sentativa, ni tampoco abandonarla por otra forma: quiere en !a Constitución escrita el ideal del gobierno ropresenturio, aunque en la vida práctica lo realice apenas como se lo permite su capa­ cidad naciente. Las constituciones escritas son los títulos de pro­ piedad hacia Un tesoro de que va tomando posesión poco n poco.

?Hc ubi la verdad subidísima que desconoce boi el ¡nitor de 1OJ< = 49 =

Comentarios al estudiar los vicios de forma, que según ¿1, hun hecho ineficaz el Poder Lejislativo en las provincias arjentinas; verdad que nuestro autor ha repetido cien veces en otro tiempo, a propósito de la Constitución de Chile quo definió una tabla es­ crita con carbón, una promesa, un programa destinado a ser ver­ dad de hecho con los años. Todo Chile recuerda esas palabras del autor de los Comentarios.

XIX.

'Errores del autor sobre los medios artificiales de hacer efectivo el poder lejislativo provincial. — Administración de justicia.— Sistema municipal.—Ejemplo de Chile en la organización in- j ' terior provincial. . • *

Veamos cuales son, según el, esos vicios, y cuales las reforma» capaces de remediarlos instantáneamente. El primero es el aislamiento y las distancias que separan las provincias. ¿Qué remedio de forma, qué combinación de arte, en la reducción de una Constitución local, baria desaparecer de un t;olpc ese obstáculo a la verdad del poder lejislativo local y jene- ral? Este solo reparo justifica la doctrina quo acabo do emitir. Solo aproximando entre sí a las provincias por los caminos y ti aumento de población, se conseguirá que el poder lejislativo sea en ellas una realidad. Luego la constitución federal sirvo admi­ rablemente a esa necesidad, base do todas, favoreciendo ante todo ei progreso de los intereses económicos. El autor halla otro vicio en la insuficiencia do las instituciones como garantías de orden y de libertad. Do acuerdo! pero ¿cuál es el principio de insuficiencia? La aptitud insuficiente de nues- S tro pueblo. Es el mismo que hará insuficientes todas las institu­ ciones que queráis darlo con la mira de que entre a realizar la libertad lejislativa en toda si; perfección y para siempre desde e! primer dia de su sanción escrita. En el sistema electoral veis otro de ¡03 vicios que han anula­ do el poder lejislativo de provincia. Eíe sistema os una pieza de

ú In máquina complicada, queso llama poder lejislativo: os la pie/a fundamental. A «lia se estiende por lo tanto lo quo acabamos do decir sobre aquel punto. Pero en vez de acomodarlo a ¡a aptitud

escasa de nuestro pueblo, el autor de los Comentarios, estraviudo por su sistema do imitación a los Estados-Unidos, propone como receta curativa del vicio electoral en las provincias urjentinaí, la adopción del Reglamento de elecciones del Estudn del Maine, en la unión de Norte-América.—La Colonia del Maine, fundaba

en 1622, y gobernada durante dos siglos por las lqyes de Massa- chusetts, de que hizo pai te hasta 1820, pertenece desde su oríjen a la rejion del pueblo de los Estados-Unidos mas culto y mas ver­ sado en los usos de la libertad política. Aplicar su sistema elec­

toral a la organización de provincias de una ex-colonia española, que durante tres siglos apenas elijió sus cabildantes; aplicar el

sistema de elecciones políticas del Maine a provincias como San

Juan, la Ilioja, San Luis, Jujüi, Catamarca &. Sí., no es a mi ver, remediar los vicios del sistema electoral conocido, sino impo­ sibilitar del todo la elección. ¿Se dá testualmente el Reglamento del Maine, como fuente du que deba tomarse solo lo practicable? Al autor de los Comentarios, quo se propone cooperar a organización arjentina, le tocaba for­ mular ol sistema de la elección ang-lo-arjentina, que no es trabajo de dejarse a nuestros hace.idados y chucaroros, ordinarios lejisla- dores de proviuvia. En vez de burlar a los fabricantes de constitu­ ciones, se debe reconocer el deber de los publicistas de cooperar al trabajo práctico de formular las nuevas instituciones, en vez át exhalarse en vaporosa palabrería, que de ninguna utilidad sirve a jentes que quieren tener idea del modo práctico de plantificar las buenas instituciones de otros paisas sin chocar con las condiciones

del nuestro. En nuestras lejislaturas compuestas de una sola Cámara a la francesa, y no do dos, a la inglesa, encuentra nuestro autor otro dolos vicios que han contrariado ¡a existencia del poder lejislativo de provincia y otro de los remedios que pudiera sal varla.—Todo cuanto repitiendo a Storv y al Federalista, dice en abono de la división del poder kjislativo en dos Cámaras, c.-¡ verdadero y bien «tabfatido cu jcnural; por e»o nuestros lejisludoTos oonaírituveni i*s han andado tan sensatos como Chile y el Brasil, en dividir e!> Congreso nacional en una Cátnaru do Senadores y otra de Dipu­ tados. Se ha visto una g-arantia de acierto en que haya mas de un ¡irado o instancia para hacer la lei, como hai mas de una instan­ cia para aplicarla por los jueces. Pero el autor do los Cnmcnlavios fascinado por el ejemplo de Rstados-Unidos propone a eso respecto pina la organización de provincia en la República Arjentina, la división de las lejislaturns en dos Cámaras a ejemplo del sistema de cada Estado en Norts- Am erica. Parala provincia do B:ienos-Aires, unioa en que pudiera apli­ carse ese sistema, la idea de su adopción no seria orijina!, pues se encuentra en el proyecto oficial de constitución para Buenos- Aires, presentado a su iejislatura el 19 de diciembre de 1833.— Por el art. XII de ese proyecto, el poder lejislativo debia residir en una Asamblea jonoral, compuesta de una Cámara de Repre­ sentantes y otra do Senadores, a imitación de Montevideo. Pero, quince Senado:* en la República Arjcntinn, a mas de los quince Salas de Diputados; Senado en San Luis, Senado en San­ tiago del Estero, Senado en Catamuica, Senado an Jujui, es idea que a esas mismas provincias, penetradas do su miseria, las tomaría de sorpresa. Por mi parte, aunque el ejemplo do los Estados, en la UNIOS de Norte-América, liara variado mucho la manera de oir y estimar eso nombre, que llovó antes que nadie la Asamblea de los proceres del pueblo de Roma, bajo sus empe­ radores, no podría dejar de tener dificultad para acostumbrarme a oir habiar del Senado de San Luis, del Sonado de la Rioja. pro­ vincias que boj son menos que Casablanea y Quillota en Chile. Otro de los vicios que el autor llalla en las Icjislaturus provin­ ciales arjentinas, reside a su ver en el corto número de sus miem­ bros, y para probarlo ot'reeo el cuadro comparativo de las legis­ laturas de Estado, en la UNION" de Norte-América. De modo, qtl6 no solo han de dividirse nuestras legislaturas locales, sino. Cambien aumentar de número según el autor do los Comentarios*. —[Para esto no habría mas dificultad, que la que o¡ Blasmo nufui señala, en los siguientes parajes de sus Comentarios.—¿.Conocida es ya la insignificancia y nulidad de varias de las provincias qú* figuran en el mapa político arjentino y la impotencia de las que no son nombres vanos. Huí diez provincias por lo menos sin ren­ tas, siu materia de ejército, sin hombres notables en suficiente número, sin industria floreciente, o cuya industria está aniquila* da en los capitales y en las fortunas de los particulares.- Ráj. 100.

—«El hecho es que en casi rodas esas provincias que van a cons­ tituirse, los jueces son lejos, y los hombres un tanto instruidos suplen la ful ta de abogados, qué cu alg unas da ellas solo son co­ nocidos de nombre o do reminiscencia.Comentarios, \¡í¡\. 175.

Respecto a la administración do justicia de provincia, nada dé. sustancial observa nuestro autor tulvez porque nada trae Storv de aplicable a la Constitución arjentina, diferente en este punto de la comentada por el profesor de Harvard. En punto a educación gratuita, es decir al medio de salvar la democracia de Sud-América dando a nuestros pueblos la apti­ tud que les falta por realizar la liberta.! política, el autor de los Comentarios reconoce jenorosauiento que la constitución arjen­ tina ha dejado otras a la célebre constitución do Norte-América, que fi&da dispono sobre rl caso. Pero la renta especial como medio de asegurar la educación gratuita, que el autor aconseja en nombre dol ejemplo de Estada** Unidos, es institución que ha vivido siglos en la República Ar­ jentina, formando parto do la organización de esos cabildos espa­ ñoles—que ni de nombro quisiera ver restablecidos el autor de los Comentarios.—Guando se habla del restablecimiento de los antiguos cabildos, ya se entiende por ellos administración ¡oca!.

Este sistema, llámase capitular o municipal, como alternativa­ mente so llama hoi en Chile, ps lo que so desea ver restablecido, no los principios en que estuvo cimentado bajo el antiguo réji- ¡uen. Habiendo cambiado la base del gobierno poiít co en todo.; sus ramos por la obra de la revolución americana, ya se sabe que la administración departamental o municipal, tiene que seomodai- ta al principio d'imeráfic:), distinto y opuesto al colonial realista. Pero el i|u« .

de empellar la sociedad en disturbios y conflictos. Chile, mejor que los Estados-Unidos por tener un pasado de do-; siglos, mus semejante al nuestro, es el paisque debe probarnos con su ejemplo, tuntas veces aplaudido por el autor de los Comen­ tarios, el acierto y exeleneia de montar la máquina de lu admi­ nistración provincial y local en todu lu porción de sus antiguos einiientos, que sen compatible con el nuevo réjimen político repu­ blicano. Notorio es que lu It i de réjimen interior, de Chile, es refundi­ ción discreta de la antigua ordenan-.a de Intendentes, que hasta lioi forma su mejor comentario.—Esa lei, sean cuales fueren sus defectos, esplica en aran parte lu conservación de este orden de cosas, que luí huobo de Chile la escepcion honrosa de la América anarquizada.—Een misma antigua ordenanza rijió también las jrrovincir.s nrjentinas; y por mucha que sea la diversidad intro­ ducida primero por el .sistema de aislamiento y actualmente por el federa!, no 1¡H¡ duda que la hace aplicable en gran parte de sus medios prácticos de gobierno local, la porción del antiguo cea-

trulismo íivjentino mantenida en nuestra moderna aWStiluáaiy

voáonul Aplicación de la doctrina de Story al sistema constitucional úK. Buenas-Aires.—El autor se guarda de hacerla, apesar de ser la. //tas útil.

El estudio de lu constitución federal en sus relaciones con In. nrganizacion de provincia ora lu oportunidad de que el autor de los Cmnenlarioseohfise mano para hacer la aplicación mas útil y fecunda de que sea susceptible la doctrina del comentador Story en la República Argentina.

¿Porqué-el señor Sarmiento, que con tunta rijidez examina la.

Constitución federal valiéndose de la doctrina de Story, no ha ensayado por un instante la aplicación de esa doctrina al examen . critico del sistema oonstitucional de Buenos-Aires? Con el sabio libro de Story en sus manos ¿podriu esplicarnos fué quiero decir un gobierno de provincia, que mantiene relacio-. nes estranjerus? ¿Qué quiera decir, según Story, un gobierno de provincia, que Icjisla sobre comercio esterior, que habilita y suprime puertos; que establece y suprime aduanas; que levanta escuadras y ejérci­ tos; que sella moneda; que reglamenta la posta; que siendo en fin "1 gobierno confesado do la provincia de un pais compuesto de catorce provincias iguales en derecho y porciones integrantes de un solo Estado, ejerce atribuciones que corresponden esencial­ mente, según Story, a toda la Nación.'

Con qué Story es bueno para escudrinar los defectillos de la Constitución federal y de nada sirve para poner de bulto el aborto monstruoso de gobierno representativo, que presenta lo que se. llama gobierno constitucional do la provincia de Buenos-Aires! Y como la repetición de ese sistema, defendido con injentes millones y torrentes do sangre, como cosa quo tuviese sentido eom¡;n; como la repetición de ese sistema en el de cada provincia organizada a su ejemplo antes de ahora, es el grande obstáculo, para h. organización y centralización del pais, ningún u«o balnir.. podido hacarse del comentario de Story tan importante y útil, co­ mo el de demostrar con el auxilio de su excelente doctrina jeneral todo lo que tiene de absurdo el sistema provincial anterior de que na venido a libertar u la República Arjentina, la Constitución promulguda en 1853, y rechazada como era de esperar en la pro­ vincia que introdujo el desquicio administrativo por ¡el ejemplo de sus instituciones locales, sin tipo ni antecedente conocido en derecho público tanto federal como unitario. Ese trabajo precisamente es el que se ha querido desempeñar cu un libro reciente titulado Derecho público provincial arjentino. —La doctrina jeneral de su primera parte es justamente la de Story, u quien no se citó por huir del pedantismo de las autorida­ des; o por mejor decir la del sistema federul do todas partes traí­ da a la organización del gobierno arjentino con el solo fin de es­ tablecer la línea de deslinde o demarcación que separa lo que es por esencia del gobierno jeneral o nacional, y lo que es peculiar de la provincia. Con solo vulgarizar ese estudio en las provincias, tenéis puesto de bulto el coiiflicto entre el poder de provincia y el poder nacional, que ha sido y es hasta hoi el grande obtáculo a la unidad o unión arjentina; pues la resistencia déla provincia de Buenos-Aires no tiene otro oríjen que ese, según lo demostró ante» de ahora el autor de Sud-América y do Arjirúpolis, discutiendo la naturaleza del derecho publico de establecer contribuciones de aduana.

XXI.

Del gobierno provincial como máquina auxiliar xlvi gobierno jene­ ral.—Cambio de situación política que convierte el Comentario en panfleto.—Garantías de orden.—Intervención del Gobierno federal en provincia.

El libro que examinamos cambia de fisonomía, o mas bien toi ma su fisonomía propia en el capítulo 7. ° y final, en que deja el carácter de comentario y toma el do panfleto militante coutra k '•nnstitucion comentada hasta ese lugar. La esphcrtcion de este cambio resido en In terminación del s;tio de Buenos-Aires, en que el autor vió la posibilidad de que que­ dara sin efecto In Constitución por él comentada; v en su virtud acabó su libro saltando del art. 6. ° en que lu tomó la noticia, al 107 último de la Constitución, dejando en el tintero cien artícu­ los, que a su ver ya úo valían la pena de un comento, p;ies con­ cluía pidiendo la reforma do la Constitución, en que ¡layó a no Terotra cosa, que—mentira en las palabras, mentira en el sistema 7 bases de la Constitución.... f 1) El mismo libro descubre el motivo de ese cambio, v el autor lo confiesa a mayor abundamiento. „L noticia, dice, del desenlace U del sitio de Buenos Airos, encontrónos a medio concluir esta pri­ mera parte de nuestro trabajo, de manera de tener solo que suori- mir un quizá, un acaso, donde los hechos presumibles pasaban a ser hechos históricos.'?

Se nota en efecto que el capítulo 7. = y el prefacio Ú6 los Co­ mentarios, han sido hechos después del desculase de Buenos-Ai- res, Y como el desenlace fué imprevisto, tampoco los seis prime­ ros capítulos del libro dejaron prever el último y el prefacio que añadió entre los fines del libro—aponer de manifiesto los po­ quísimos pero capitales errores (de la Constitución) tjue inutilizan a nuestro humilde juicio toda la obra.» (2) Antes de trazar la fisonomía jeneral del libro, que dejamo? para

lo último, veamos lo que contiene el capítulo 7. 9 , que empieza temiendo que el poder central sea exorbitante y concluye deplo­ rando que sea bastante débil. (3) Inspirado por una revolución en perspectiva ese capítulo trata justamente de los artículos constitucionales que consagran las mas capitales garantías de orden y de paz interior, en el sentido de las miras ajitadoras del autor. Es el capítulo mas digno de examen, por ser el que mayores y trascendentes errores contiene. ¿(Cada provincia confederada (dice el art. 5. ° de la Constitu­

ir; Comentarios, páj. 325 (3; Comentarioi, prefacio, páj. II.

CíEI gobierno federal (dice el art. 6. ° de la Constitución ) in­ terviene con requisición de las lejislaturas o gobernadores provin­ ciales, o sin ella, en el territorio de cualquiera de las provincias, al solo efecto de restablecer el orden público perturbado por la sedición, o de atender a la seguridad nacional amenazada por un ataque o peligro esterior.» El autor de los Comentarios trascribe estos dos artículos, pero suprime del primero las palabras señaladas con letra cursiva, a fin de poder glosarlo por los comentarios que so han hecho del siguiente artículo de la Constitución de Estados-Unidos, repetido solo en parte por la Constitución Arjentina: ;.Los Estados-Unidos garanten a todos los Estados de la Union una forma de gobierno republicana y protejorán a cada uno de ellos contra toda invasión, y también contra toda violencia interior, con requisición de la Lejislatura, o si la lejislatura «o puede ser convocada con requisición del Poder Ejecutivo.» Se advierte la diferencia enormo que hai entro las dos constitu­ ciones sobre el sistema de intervención del gobierno jeneral en el territorio y negocios locales. La Constitución Arjentina mucho mas unitaria que la de Esta­ dos-Unidos, obligando a cada provincia a constituirse, señalándo­ lo buses pa-a ello y dando u la nación el poder da revisar y recha­ zar las constituciones locales, hace de estas una condición para la federación (como en otra parte lo reconoce el autor), (1) \inas pie­ zas o ruedas cumplementarias de la unidad de su mqcanismo jeneral.

\) Comentario», páj. <|o. 8 Uso, naturalmente, dú a la intervención aijentina mavor esíen- «on que la que tiene la de Estados-Unidos; y por eso es que 1» primoia puede ser ejereida sin requisición, y la segunda no. Por la Constitución Aijentina, el gobierno nacional es guardián y sostenedor da la Constitución federal, y de las constituciones

provinciales cuando correa peligro; mientras que los Estados-Uni­ dos que no se mezclan en la Constitución local de cada Estado, solo intervienen en su sosten y defensa cuando lo requiere el Es­ tado amenazado.

Siendo diferentes los sistemas de intervención en ambas consti­ tuciones, el comentario del uno no puede sor aplicado al otro. Lo diferencia hiélelos ojos. Por el testo anglo-americano los Estados- Unidos garanten a mala Estado una forma de gobierno republica­ na, en cina'Consíitucion u organización no se mezclan, como en

el sistema arjentino. No alterándose la forma de gobierno, no

tiene lugar ¡a garantía. m Intervienen también, es cierto, contra toda violación interior {sedición); pero cuándo? en qué caso?—Cuando lo requiere la lejislatura, dico el testo; y si la legislatura no puede ser convoca­ da, cuando lo requiere el poder ejecutivo, dice el testo constitu­ cional, no el comentador Story.

Ese testo tan espiícito y terminante no puede ser traido para comento de nuestra Constitución aijentina, que asimila completa­ mente los casos de requisición y de no requisición, para lejitimar la intervención del gobierno nacional en las asonadas' de provin­

cia, y no hace diferencia entro la requisición del gobernador y la de la lejislatura.

XXII.

El autor compromete el orden por sus aplicaciones inadmisibles de la jurisprudencia de Norte-América.

Entre tanto, veamos la interpretación que dá el autor de los Comentarios a esos artículos protectores de la paz interior de la República Aijentina. ..De la colocación sucesiva de los tres po- Jares que [miden obrar, resulta que mientras rrista let trjisfatli­ ra constitucional de una provincia y ella no requiera ¡a interven­ ción del gobierno federal el caso de sedición lio existe. A falta di? la lejislatura por estar impedida de reunirse, el gobernador do una provincia puede requerir l¡i intervención, y solo a falla de estas dos autoridades, la una en pus dé la otra, por haber sido derrocadas, el -¡obiorno federal podriü obrar sin requisición ni' solo objeto de restablecerlas. Toda otra interpretación destruyo la. federación y entroniza lo arbitrario..-? (1} • Toda interpretación innecesaria, dice la buena jurisprudencia; toda interpretación que hace decir a la iei lo contrario do lo que literalmente dice, es minos/, do ta leí y de la justicia. La graduación que establece la constitución de Norte-América, en orden a la requisieiou, descansa en la naturaleza de aquel sis­ tema de gobierno compuesto ele Estados que siempre fueron inde­ pendientes entre sí. La Constitución arjentina, al contrario, fiel a la tradición centralista dei pais, y atenta a los inconvenientes de la última época, ha querido no establecer prelacion en el orden de requerir la injerencia del gobierno central. El oongreso que dictó eso, sabia que una lejislatura provin­ cial, sin sor derrocada, podria pronunciarse contra el gobierno na­ cional, y en vano quedaría éste esperando su requisición. Enca­ bezada la sedición por el gobornador existente, seguro estaba de que la lejislatura requiriese, aunque pudiese reunirse. Treinta años, según el autor de los Comentarios, están probando lo que vale la independencia do nuestras lejislatunis, empezando por la de la provincia de Buenos-Aires, que no seria la última a desconocer el gobierno nacional, y, por supuesto, a guardarse de requerir su apoyo. El artículo 23 do la Constitución arjenlina, qué autoriza las declaraciones de sitio en caso de conmoción y la suspensión de la seguridad individual, es adopción casi ¡itera! dfl los. artículos S"> inciso iO y H>1 do la Constitución de Chile, que el autor de lo* Comentarios ha csplieado v defendido mil veces; y que se cnen-

¡ti Comenlírios, pij 190. = 60 =

tan entre los principios a que debe Chile su paz de veinte «filis.— Nuestro autor nada dice a su propósito, y se limita a lamentar que nuestra Constitución no haya aclimatado el hubeus corpus, sin embargo de que por su artículo 18 concedo a la seguridad personal cuantas garantías se conocen en los países mas libres. Después de interpretar esas tíos garantías públicas en el interés da las garantías individuales, el autor se trasporta a la causa del poder fuerte y examina en su interés esta cuestión:—¿porqué con­ ducto oficial sabe el gobierno federa!, cuándo ha llegado el caso dn intervenir sin requisición?—Cuestión que deja entender que no hai sedición si no es participada oficialmente al . gobierno por alguna uctoridad del lugar insurreccionado o por los mismos se­ diciosos, gobernadores o moj'iscalcs (porque también los mariscales se sublevan y acaudillan corno los gobernadores: dígalo sino la.

historia del ejército de Belgruno).

XXIII.

Antecedentes arjtntinos de la institución de los gobernadores en ajentes naturales del gobierna nacional.—El autor de los Co­ mentario!, censura hoi lo que aplaudió ayer.

Con eso motivo el autor estudia o despedazu el art. 107 de la Constitución federa!, quo establece lo siguiente:—í.Los ¡joberna- deres de provincia son ajenies naturales del gobierno, federal para hacer cumplir la Constitución y las leyes de la confederación.^— Antes de espliear y defender este artículo, veamos como es atacado; yantes de ver como es atacado, veamos como fué «¡aba­

da por el autor de esos ataques, la Constitución en proyecto que contenía el artículo atacado después de su sanción. Efectivamente, e3e artículo no tuvo inspiración en el congreso de Santa Fé, ni mucho menos en el Director provisorio, como

pareco insinuarlo el autor de los Comentarios. H» ido de Chile v pertenece a un proyecto do Constitución publicado en mayo de 1852, es decir un año aatCS de la síineion de la Constitución, que lu adoptó en esa pai te. Repetido por los periódicos do Mendoza y del Rio de la Pin­ ta, inserto en un libro quo ha sido leido por todos los arjentinos de dentro y fuera del puis, lejos de tenor la desaprobación de' . autor de ios Comcntaiius, fué aceptudo y realzado por él en las siguientes palabras, que dirijiu al autor del proyecto comprensivo de ese artículo 107:—,

Yunrjni, setiembre 16 de 1852.

«Su constitución es un monumento. Vd. halla que es la reali­ zación de las ideas de que me he constituido apóstol. Sea; pero es Vd. el lejisludor del buen sentido bajo las formas de la ciencia. Vd. y yo, pues, quedamos inexorablemente ligados, no para los mezquinos hechos que tienen lugar en la República Arjentina, sino pnra la gran campaña Sud-Americuna, que iniciaremos o

ma3 bien terminaremos denívo do poco.*1 U. .. .De todos modos su constitución es nuestra bandera, nues­ tro símbolo. Así lo loma hoi la República Arjentina. Yo creo quu su libro va a ejercer un ejemplo beSifÍQOitt ¿.Sentiría por su gloria, que su persona de Vd. so pusiese en oposición con su libro. Es posible que su constitución sea adop­ tada: es posible que sea truncada, alterada; pero los pueblos por lo suprimido o alterado verán el espíritu que dilije las supresio­ nes. Su libio, pues, va a ser el Decálogo Arjentino; y salvo la su-, presión del parágrafo indicado, (I) la bundera de todos los hom­ bres de corazón. Por estas razones, por la inmensa notoriedad que le durá a Vd. y por el talento y principios que rcvelu,, temo que eljent a' Urquiza no se lo perdoné a Vd. A mí me tiene en cuenta Aryirñpolis, del cual jamás me habló ni pnra decir lo he visto... . Vd. ha hecho peor: ha diciado una constitución y deja­ do frustradas las pretensiones candorosas a la originalidad y ab­ sorción de toda iniciativa.•*—

I Kl art. 2<, que ninguna relación tiene con rl arl lambien 107del provecí Santiago, setiembre 1S de 18.T2*.

,.Xo «ultra del bellísimo rol r¡ue híi tomado: el ¡ejislndor do Iti federación. Su constitución es un programa, u quí adhieren todo-* los hombres sinceros. Si so publica en Buenos-Aires tanto me-, jor: si so lince una edición numerosa, entonces triunfamos por el

asentimiento público.--'—

Yunr/rti. setiembre 24 de IS.5'2:

..\o he entrado en ¡a discusión de su obra que, en jeneral, oca-, no en detalle hallo perfecta V digna de obrar unía revolución en, América.."} «Yo he escrito n San Juan, a Rio Janeiro, a Buenos-A i res, a Copiapó poniendo su trabajo do Vd. como el códido de nuestras ideas.'?— ¿;Su libro de Vd. (las Brises) no se lo perdonará jamas Urquiza, l.o ha herido en todos sus flancos: ha arrancado la máscara de mentiras oficiales: lm mostrado i¡i;e los unitarios no se oponen a la federación; le ha robado el lauro de ser el otorgado* de una. constitución; si adopta algunas de sus conclusiones no le perdo­ nará haberle forzado la mano; si no las adopta ella es un espejo en que se verán de bulto las supresiones y las escatimadoras. Por eso convenia esperar; por eso no quicio hacerle a Vd, el mal ser­

vicio de-ponderar la belleza de su trabajo, barrera opuesta contra el despotismo. Y vea Yd. lo que es la frnjilidud humana! Ni Mitre, ni yo, ni Yelez, ni toda la prensa de Buenos Aires, lia herido como Vd. tan de frente ni con tanto acierto la cuestión. A que no hulla en la prensa de Buenos Airea nada sobre estranjeros, sobre atraso, sobre barbarie, mas claro (¡:io en su libro! ¿Qué re­ sulta de todo su conjunto? Que to< bárbaros son el azoto de la

América..'? (1) uA mi regreso a Valparaíso tuvo el gusto de ver consignado eu

(!) Carta* ilcl «eíiov Sarmiento al autor ri> eitt OSMrUp. fl precioso escrito del Dr. Alberdi, Basca para la Constitución de la República Arjentina, aquellas ideas madres que me habiu es­ forzado en diez años de trabajos, en hacer populares, sirviendo de Constitución. ... El libro del señor Alberdi era, a mi juicio, Uli acontecimiento político. Nadie habría podido desenvolver en la República Arjentina las ideas que contiene. . . . La prensa ar­ jentina reprodujo el trabajo del señor Alberdi, unos en abono dé L'rquiza, otros en vía do ironía; pero todos difundiendo y popula­ rizando las ideas que contiene. Yo provoqué una reunión de ar- jcntkios en Santiago, para que hiciéramos una manifestación en favor de las Bases».... (1)

El'-art. 107 del provecto de que'asi hablaba el autor del •Co­ mentario, en 1852, deeia lo siguiente: uArt. 107. Los gobernadores de provincia y los funcionario* que dependen de ellos, son ajentes naturales del gobierno jeneral para hacer cumplir la Constitución y las leyes jenerales de 1« Confederación.;; La Constitución de 1S53 lo adoptó en los términos siguientes:

i.Art. 107. Los gobernadores de provincia son ajentes natura1 les del gobierno federal para hacer cumplir la Constitución y las leyes de la Confederación.;: A principios de 1853, apareció impreso el proyecto del Con­ fiesa, que contiene el art. 107 tal como se ha sancionado, y ni aquí ni allá suscitó objeción alguna. Recien después do promulgada la Constitución, ha merecido su articulo 107 los siguientes ataques del mismo que realzó el proyecto, que lo contenia: ..Una Constitución no es una trampa ni una celada tendida a las preocupaciones populares, con ciertos resortillos secretos o inapercibidos, por donde so ha de hucer fracasar en la práctica ¡as pomposas declaraciones que se ostentan, en su frontispicio.?; ..;En qué autoridad, ni en qué principios se fundó el que tan peregrina innovación osó introducir no ya en la forma, sino en la

1t) Campana el Ejército Grande, paj. 2ii. en esencia misma del poder público? ¿Es esto por ventura lo que lian dado en llamar gobierno misto de federal y unitario? »0 Bon «stas selo huí babas con que Be han pegado los trozos robados por escribientes o copistas a esta o a la otra Constitución, desnatura­ lizándolas todas a. un tiempo, por no comprender las bases del poder, ni el mecanismo práctico de esas instituciones?;? (1) ¿En qué autoridad, en qué principio se fundaron el que eso propuso y el Congreso que lo adoptó? En la autoridad del pasa­ ndo histórico do la misma República Arjentina. que el señor Co­ mentador olvida por atender al pasado de Norte-América, como si el Congreso de Santa Fé hubiese estado llamado a constituir otro puis que el Rio de la Plata.

Se reprochó en otra época al señor Rivadavia el er; or de im­ portar on el Rio de la Plata instituciones francesas que chocaban con la condición del pais. Hoi se incurre en el mismo error por los que le criticaban, con solo la diferencia de fuente estianjera. Se necesita una institución para la Rioja?—al momento se hojean los archivos de Pensil vuriia. ¿Se quiere una respuesta de la his­ toria para resolver una cuestión administrativa en San Juan?—

pues no se ueude a la historia de Sun Juan sino a la historia del Mnine, en Estados-Unidos. ¿Esto os jurisprudencia arjentina? ¿Siory ha dado el tipo de esa jurisprudencia? ¿Cuando ¿1 se pro- pono esplicar las leves de Pensiivania o de Massachussets, re­ vuelve los archivos de Lucerna o de Ginebra en la Federación Helvética?

En el libro tan ensalzado por el escritor del Comentario antes de reñir con su autor, se lee la siguiente esplieacion del motivo fundamental del art. 107 tan vivamente atacado hoi dia: «La unidad del gobierno del vireinato, no escluin la existencia

tle gobiernos de provincia dotados de un poder estenso y muchas veces peculiar.» «Tanto los gobernadores o intendentes de provincia, como el Virei de que dependían en parte, recibían del Reí inmediata y di­ rectamente su nombramiento. Los gobernadores eran nombrados

M] Comentarios, paj al*. ** 65 = en España, no en Buenos-Aires, y tanto ellos como el virei su jefe,'reeibian del soberano sus respectivas facultades de gobier- no.,-5 {Ordenanza de Intendentes para el vireinato de la Plata.) '«Vemos, pues, que el gobierno local o provincial es uno de nuestros antecedentes administrativos, que remonta y se liga a la bistoria de España y de su gobierno colonial en América; por lo cual constituye una base histórica que debe servir de punto de partida en la organización constitucional del país.?? . «La revolución de mayo de 1810, el nuevo réjimen republica­ no, lejos de alterar confirmó y robusteció ese antecendente mas de lo que convenia a las necesidades del pais.»

«Los hechos, pues, lejítimos o no, agradables o desagradables, con el poder que les es inherente, nos conducen a emplear los go­ biernos de provincia existentes como ajenies inevitablos para la creación del nuevo gobierno jenoral; y para que ellos so presten a la ejecución de esa obra, primeramente, y después a su conser­ vación, será indispensable, que la vida del gobierno ieneral se com­ bino y armónico con la existencia de los gobiernos locales según la fórmula de fusión que hemos indicado mas arriba. Por ese réjimen de transición, obra de la necesidad como son todas las buenas constituciones, se irá mediante los años a la consolida­ ción, por hoi precocísima, del gobierno nacional arjcntino. Eso es proceder como debe procederse en cosas do estado. Una cons­ titución no es inspiración de artista, no eg obra del entusiasmo; es obra de la reflexión fria y del exámen aplicados al estudio de los hechos reales y de los medios posibles.?) «Story, admitiendo la justicia de muchos de los ataques que se hicieran a la coustitucion de Estados-Unidos al tiempo de su sanción, dice:—«La Constitución era una obra humana, el resul­ tado de transacciones en que las consecuencias lójicas de la teoría habían debido saarificarse a los intereses y a las preocupaciones de algunos estados.5> Esa era la esplicacion que se daba del art. 107 en el libro de las Bases; y mayores y mas estensas contieno todavía ese libro, en las pajinas 169 y 189, que por no ser difuso me abstengo de 9 z^x' 66 «= reproducir, rogando ul lector interesado en lu cuestión, to sirvu examinarlas. Si el autor del Comentario, imituñdo mejor a Storj-, buscase en la historia do su propio pais las raices de su gobierno actual, ha­ llaría que el art. 107 de la Constitución arjentina, restablece o conserva un medio de acción gubernamental que lia existido por tres siglos on la actual República Arjentina y antes vireinato de la Plata. Jnmás el Virei, jefe del vireinato unitario, nombró los go­ bernadores do provincia, que sin embargo dependían de él, y la acción del Virei, que ni los había nombrado ni podía remover, era eficacísima. Los gobernadores, eran nombrados por el soberano, que entonces estaba en España y era el Reí; hoi dia, por la mo­ derna Constitución, también son nombrados por el soberano, que reside en el pais, y es el Pueblo. La República de Nueva Granada, antes Vireinato unitario co­ mo el nuestro, ha promulgado en este mismo ano, 1853, una Constitución por la que adopta la forma de gobierno federal, no como alianza de Estados independientes sino como unión de pro­ vincias o secciones territoriales. (Art. 10.) Promulgada esa Constitución por el partido liberal apellidado rojo por los ultra-conservadores, no podrá decirse que es trampa puesta a las libertades. Pues bien, la Constitución liberal de Nueva Granada, consagra el mismísimo sistema do gobierno in­ terior que establece el art. 107 de la Constitución arjentina, co­ mo aparece de los siguientes artículos de la lei g'ranadina, que copio testualmente:—

«Art. 36. Cada provincia tiene el poder constitucional bas- -tante para disponer lo que juzgue conveniente a su organiza­ ción?? ....

«Art. 38. El gobierno de cada provincia.... estará a cargo de una lejislaturn, provincial en la parte lejislutiva, y de un gober­ nador en la parte ejecutiva, el cual será también el ájente natu­ ral del poder ejecutivo federal, con los demos funcionarios que al efectos se etablczcan.r, ...irl. 40. El gobernador, corno ajenie del poder ejecutieo fede­ ral, cumple y hace cumplir dentro de la provincia la Constitu- oion y las leyes jenerales y las órdenes del presidente de la Re­ pública». ... uEl gobernador es elejido por el voto de los ciuda­ danos residentes en la provincia.»—(Constitución de la Nueva Granada, de 18/33.)

XXIV.

Examen del sistema interior que se aconseja en los Comentarios.—

No es mas admisible, ni eficaz que el actual; ni lo impide la

Constitución.

«Nos hemos detenido en este punto (dice el autor de los Comen­ tarios) porque en el vínculo quo una a los gobiernos de provin­ cia con el gobierno nacional, para hacer un gobierno homqjéneo, festá la Constitución de la República Arjentina..') Y ciertamente, no solo para la República Arjentina, sinó para todus las federaciones estubo en ese punto el de la dificultad maj-or de su organización. En la solución do ese punto han su­ cumbido todas las tentativas de organización arjentina; y por lo

mismo, creímos que la solución durable seria la que mejor so acomodase a los antecedentes del pais pertenecientes a su anti­

guo y moderno réjimen. * En lugar del gobierno de la nación, ejercido por la acción in­ termediaria de los gobiernos de provincia, como siempre sucedió, ¿qué propone el autor do los Comentarlos? La adopción del réjimen administrativo interno de los Esta­ dos-Unidos de Norte-América; la creación de Mariscales o ajen­ ies del Poder Ejecutivo nacional, que lo representen en provincia, V hagan ejecutar en su nombro la Constitución y las leyes de la

Confederación. Es fácil advertir que el art. 107 de la Constitución, no impide la organización de eso sistema do acción interior; pero veamos untes los inconvenientes y la ineficacia que habría en el sistema de quitar por aluna a los gobernadores el cuidado, de la Constitu- = 68 =

eion jenernl en provincia, pura darlo^a' otros ajentes do su rango, instalados a su lado en el territorio de'su'provincia. Un Mariscal en la Rioja, v. gr., puesto allí por elJPresidente quo residiese en Buenos-Aires, con el objeto de cuidar de que- ni el gobernador ni nadie atropello las leyes nacionales, seria un uspuntujo, un jaque perpetuo puesto a la suspicacia provincial del gobernador. No me digaÍ3 quu no habria derecho, que no habria razón. La política eficaz parte de los hechos, no do la ideolojia. Suponiendo que el Mariscal (o llámese como se quiera al ajen- te directo del Presidente en provincia) fuese respetado por la au­ toridad local, sin celos, ¿no estaría tan espuesto como está, a des­ conocer la autoridad del Presidente alentado por los medios de impunidad que ofrece la inmensa distancia? ¿Fueron otra cosa

que mariscales do esejénero los primeros caudillos que túvola

República, en Güemes, Bustos, Artigas, Ibarra, Aldao, López & &,

dispersos del ejército sublevado contra el Ejecutivo nacional, do quo dependía? ¿Rosas mismo no ensayó el establecimiento de cosa parecida n esos Mariscales, y tuvo que abandonarlo para usar de la acción de los gobernadores?

En la condición del país despoblado, enviciado en la discordia, desprovisto do medios materiales do acción central, eficaz y pron­ ta, reside el principio de relajación de ¡a disciplina administrativa; v quien quiera que ejerza el poder do nombrar y revocar los ajen­ ies del gobierno federal, instalados u trescientas y cuatrocientas

leguas, no podrá estorbar la desobediencia que tiene en las enor­

mes distancias del país diserto, su aliciente y su garuntíude im­ punidad.—En tal caso, el gobierno local, como rueda auxiliar y complementaria del gobierno federal, es preferible a cualquiera otra cosa, y eso es lo que se lia hecho.

Eso sistema tiene ademas la ventaja de la economía en uu

país pobre y escaso de hombres. Hasta aquí el gobierno local de Buenos-Aires ha desempeñado por procuración todo el gobierno nacional; ¿qué esíniíio será que todos los gobiernos locales presten en adelanto igual servicio ai gobierno nacional en objetos de orden interior? Ante? que el nuevo gobierno nacional tenga medios de orerani- zar y mantener ajantes propios en las piovinoius, ha de ser pre­ ciso, que los mismos gobiernos provinciales existentes lo desem­ peñen y representen en cada localidad para la administración de los ramos de hacienda, guerra y otros de réjimen interior.—Tal ha sido ¡a mira de la Constituciou en su artículo 107. ..Pero en el caso en cuestión (pregunta el autor de los Comen­ tarios) ante quién son responsables los llamados ajuntcs natura­ les del Presidente?» Ante quién? la Constitución que atañáis sin leer, lo dice bien claramente: ante el Senado que por el art. 47 tiene la facultad de juzgar ti los acusados por la Cámara de Diputados, que ejer­ ce por el art, 41, el derecho de acusar a los gobernadores de Provincia, por delitos de violación de la Conlitucion u oíros deli­ tos políticos. Notaré ahora que cuando o! art, 107 de la Constitución, hace del gobernador de Provincia, un ájente natural del Gobierno Je- neral, no le impone un «jeme forsoso, esclusivo y único. Por otros muchos artículos terminantes y claros la Constitución dá al Presidente el peder de establecer, en provincia, los ajentes, que le fueren necesarios para llevar a efecto su mandato cons­ titucional. El Congreso, rama del gobierno federal, tiene el poder da crear empleos federales en las provincias, a los finos y con la fa­

cultad que establece el artículo G4, incisos 17 y 28.

El Presidente por su parte, tiene las facultades de reglamen­ tar y organizar el servicio de la udi^'nistracjon federal en pro­

vincia, y de nombrar y remover los funcionarios do su desem­ peño, en virtud del artículo 83, incisos 2, 5, 10 y 16 de la Cons­ titución.

Ahora bien, el réjimen interior del gobierno federal, se regla por leyes orgánicas, como se regla el unitario mismo, en ese ramo, y lo hemos visto en Chile, que recién en 1844 organizó por una leí, el réjimen interior previsto por la Constitución do 1833. A ese réjimen, organizahle por leyes orgánicas do la Consti­ tución, pertenece la creación de los empleados del jénero del Mariscid, que echa de menos el autor de los Comentarios, = 70 =

[M Constitución de Estndos-Unulos, su inapeable modelo, ni. mencionó siquiera tales Mariscules ni Slieriffs, ni cosa pareci­ da a tan subalternos ajenies del Poder Ejecutivo nacional. Se contentó con dar ul Congreso el poder de establecerlos; poderque tiene el Congreso urjen tino, en mayor escala. Por leyes orgánicas dadas veinte, treinta y cuarenta años des­ pués de la Constitución de Estados-Unidos, se lian creado y esta­ blecido la mayor parte de los ajenies, que cooperan y uusilian ul gobierno i'edorul, en el desempeño do su mandato, dentro del territorio de los Estados. El autor de los Comentarios tiene a Story en su mano y puede consultarlo.

XXV.

Confundiendo lo

comentador pide la reforma déla Constitución sin necesidad, y. contra su propio tenor.

Asi, pues, pedir la reforma de la Constitución para subsanar lo que se pretendo vacio y no lo es, o bien sea para crear los Mariscales que representen al Presidente en las provincias, es confundir lo que es materia constitucional con lo que es objeto de simple derecbo orgánico; o inas bien desconocer lo que es esen­ cialmente constitucional. Habrá mariscales o shcriffs, si se quiere britanizar nuestro vocabulario admistrativo; habrá lo quo so quiera a 03e rospecto, cuando se don las leyes orgánicas del réji- men administrativo federal interno, previsto por la Constitución comentada o interpretada apenas ha visto la luz y abierto los labios, al revés del derecho público ing-lés, comentado por Blaks-. ton 4 siglos después de nacido, y de la Constitución de Norte- América comentada por Story a los 50 años de su sanción. ¿Qué interés invoca el autor de los cometarios para pedir la reforma que merecen sus nociones constitucionales, mas bien que la Constitución irrevisable por el espacio de 10 años?—La nece­ sidad de dar mas poder al Presidente, y por tanto, mas eficacia al orden interior, dándole la facultad de crear y remover sus «jentes.

i ¿Quién es hoi el Pmideata? ¿Quién, os probable, saldrá electo mañana?—El jeneral Urquiza, para cuyo poder y servicio so protende labrada exprofeso la Constitución por el autor do su* Comentarios. Luego reclama él una reforma que dé mas poder al hombro que es objeto de su odio; mas firmeza al orden de cosas con que no simpatiza; mas enerjía para servir de máquina de opresión a la Constitución que considera impotente y espuesta! Xos dice también que ala revisión (reforma) de la Constitución es la arca de alianza que salve del naufrajio a donde marcha fa­ talmente la República.??

«Por la revisión Buenos Aires puede aceptar como antecedente y base de una nueva discusión, la obra ya consumada.?? Y como la revisión es exijida por la necesidad de suprimir el artículo, que según nuestro autor, impide al Presidente remover los gobernadores o instituir mariscales, se infiere, según él, que

Buenos Aires aceptará la Constitución desde que el Presidente (jeneral Urquiza) pueda remover al gobornador de Buenos Aires, o establecer al lado de él, un Mariscal que haga en la provincia do segundo gobierno y cuide de la Constitución Federal. Pero a la revisión o reforma de la Constitución, se oponen en primer lugar la necesidad que no existe; en segundo lugar la

Constitución misma, que por su artículo 30, dice:—«La Cons­ titución puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus par­ tes, pasados diez afios desde el diu en quo la juren los pueblos." —Para garantirse contra las veleidades inagotables de la dema- gojia que se veian venir, y que tantas veces nos han impedido tenor Constitución, se adoptó ese arbitrio, quo no es sin ejemplo en la historia de los países enfermos de ajitaciones crónicas. En vista de ese artículo, acometer la reforma antes de tiempo, seria violar la Constitución, que se pretende robustecer y afianzar. So invocad ejemplo de la Constitución de Estados-Unidos, que fué adicionada, no reformada, al tiempo de ratificarse por los Es­ tados.—Pero es preciso notar que el requisito de la ratificación que allí se dejó a los Estados, tenia en mira la posibilidad de la revisión; mientras que la convención de San Nicolás, prepárate- ria de la Constitución Arjentina, omitiendo espresameme el re­ quisito de la ratificación do las provincia?, quiso obviar, como un escollo, la revisión o reforma temporal, prohibiéndola por diez afios su artículo 30.

XXVI.

Indole y fisonomía del libro de los Comentarios,

"Leí exemples qui précédent montrent deja ce que c'est que la liberté a l'américaine (je devrais diré á t angió saxonne!, a quel point elle difiere de cette liberté aauvage dont le principal exerciceest de détruire le gouverne- ment établi, d alarmer les gens paisib es, de me- nacer tout ce qui est, de donner cours á la tuibuience d une poignée d'agitateurs.» CUEVALIER.

Estudiemos ahora para concluir la Índole y fisonomía del libro de los Comentarios. Dejamos consignados bastantes datos pura apreciar ¡a sinceri­ dad con que se ataca hoi lo que se enza'zó ayer; con que hoi se entrega al odio, lo mismo que antes se recomendó al respeto. Ayer so amenazaba al Congreso con cargos terribles si se separaba de las Bases admitidas por la opinión jeneral; hoi so le forma cargo por no haberse separado do ellas totalmente.

Los que guardaron profundo silencio mientras, se discutía la Constitución; los que no cooperaron a su elaboración con un solo dato, elijen el momento siguiente a su sanción, para disponer el pais a su respeto y obediencia poniendo de manifiesto los poquí­ simos pero capitales errores que inutilizan toda la obra, y deco­

rándola con elojios de este jénero:—'.(Mentira en las palabras, mentira en el sistema y bases de la Constitución.».... (1) Los patriotas de Estados Unidos no procedieron de ese modo. Jefferson, Franklin, Madisson y el mismo Washington, desapro­ baron y se opusieron vivamente a puntos mui graves de la Cons-

n) comentario), pajinas

autor de Arrjirúpolis, en 1850; y al dia siguiente de sancionada la Constitución, que lejos de ser un rejimen cualquiera, aventaja en puntos capitales a todas las de América del Snd, el mismo autor la presenta como inadmisible y pide su reforma en el inte­ rés de necesidades que no existen, y de defectos que se hacen consistir en desemejanzas con leyes de paises desemejantes del

todo con el nuestro. Decir que la cuestión de organización se encarna en un nom­ bre propio, es personalizar la loi fundamental, es darle nombre y apellido para hacerla odiosa de un partido: política aldeana, po- brísima, estéril que mantiene hasta hoi a la América Española tan atrasada como el dia en que salió de manos del gobierno co­ lonial. Incapaz de eLvarse a la altura de lo impersonal, de lo objetivo, de lo jeneral, esa política todo lo vé por el lado de la persona. No hai para olla institución, interés, lei, sistema, que no se llama Juan o Pedro. Pone a un ferro-carril, a un Banco, a lo mas útil, nombre y apellido, y con eso solo rehabilita la ca­ rreta de bueyes y la carestía en las simpatías estúpidas del espí­ ritu do facción, que prefiere andur a cuatro pies por no valerse de un camino de fierro construido por un antagonista político. Réstanos ver cómo se presenta el •Comentario por el lado de la competencia del autor. Hubo un tiempo en que por lei de Juan II, monarca español, solo estubo permitido comentar las leyes, a Bartolo y a Baldo. Poro desde que los Reyes Don Fernando y Doña Isabel abolie­ ron ese monopolio del comentario, todo el mundo fué dueño de interpretar las leyes sin mas condición que la de entender lo que se comentaba. Todo el que poseyó doctrina, pudo hacer la inter­ pretación doctrinal. Esta condición fué del mentido común, no de la lei. La libertad lega} de comentar no podía hacer comen­ tador u todo el mundo, como la libertad del pensamiento, garan^ tula a todo habitante por el derecho público, no hace filósofo y pensador a todo vecino. A mas de la libertad, so requirió la cien­ cia; y el direcho de comentar vino del saber, no de la lei. Story aprendió en las aulas, enseñó en la cátedra y practicó en la majistratura, el derecho constitucional que comentó con tanta intelijencia. Un comentador lego, que glosa la lei con dictamen de comer., tador letrado, es como el juez pedáneo de nuestras campanas, que suscribe las sentencias que le hace un abogado. Firma la inter­ pretación ajena, no la suya. Al oir comentario de la Constitución por un Diputado al Con r (freso constituyente, se creería encontrar allí la competencia ordi­ naria de todo lejisiudor para interpretar la lei de que l'ué colabo­ rador. Pero nuestro autor nos advierte, que habiéndosele descar­ tado ]>or unu política tortuosa, no llegó a ser Diputado consti­ tuyente, habiéndole quedado en el hecho el rol de Diputado in- coustituvento por sus comentarios de zapa y mina. ¿Ayudó al menos desde lejos al Congreso en que fué reempla­ zado por los Diputados Canil y Godoi, pertenecientes u la flor de San Juan.'' ¿Tuvo, en la Constitución como publicista alguna parte inmediata que lo dé el derecho de llamarse su intérprete? «Si ha entrado en Buenos-Aires (decia el autor, al joneral Ur- quiza en su carta de 1852) mando disolver ese Congreso sin liber­ tad, sin dignidad, sin prestijio, para que no figuren en él sus sir­ vientes;?. . ... «Hagan Congreso (decia en su campaña, páj. 248), instálenlo, dicten leyes y constituciones, todo esto no llevará sino a la guerra, es decir u ía obstinación de querer forzar las cosas, des­ graciadamente sin justicia y mucho me temo que sin medios. Buenos Aires aceptaría un Congreso sin Urquiza; una Constitu­ ción federal, sin Urquiza.. . . Pero se comete la indiscreción por las formas, por el estímulo, por la localidad misma de mostrarle ((ue Congreso, Constitución y porvenir no rs mas que auuel hom­ bre, que tanto conoce, que tanto detesta».... = 76 ==

De oso hombre ha dicho cosas el autor do los Comentarios, qw • hurian aparecer a Rosas como un santo en materia de libertad. Y sin embargo, el célebre decreto de 25 de mayo do 1853, que dice: Tengase par leí fundamental en todo el territorio de la Confederación Arjcntina la Constitución federal sancionada por el Congreso constituyente,—está firmado por el nombro de Justo J. de Urquiza. ¿Podia según esto nuestro autor estar llamado a comentar la obra de aquel modo prejuzgada, de un Congreso y de un gobernante asi calificados?—Como un calvinista puede estar lla­ mado a comentar el derecho canónico. La Constitución arjentina do 1853, era .la] estatua gloriosa del vencedor de Rosas: comentarla, ora lavar el mármol de la estatua, es decir realzar a la vez la libertad y el libertador. ¿Podia abrigar de buena fé ttl intención el autor de los Comen­ tarios! Espero yo que el libro de esta manera juzgado, no exijirá res­ petos mayores que los que ha tenido él para con la Constitución do la República Arjcntina, estropeada, vivo y palpante todavía el juramento prestado en su apoyo por todo el pueblo de la Nación a q«ie tenemos el honor do pertenecer, y en que tamnnios unu pnrtc desdo el suelo estranjero con los arjentinos que suscriben las actas, que se insertan a continuación como comentario de senti­ miento y de afección de la Constitución atacada por afecciones personales. f DOCUMENTOS.

ACTAS DEL JURAMENTO DE ADHESIóN PRESTADO A I.A COSS- TLTL'CIOS DE 1853 POR EMIGRADOS ARJKXTINO* F.N VARIA* REPúBLICAS DEL PACíFICO-.

Acta del juramento prestado en Valparaíso.

«Los abajo firmados, Ciudadanos arjontinos residentes en Cliile, deseando tomar parte en el aoto grande y solemne del juramento de adhesión, que la República Arjentina presta en este din 9 de Julio de 1853, a la Constitución sancionada por el Congreso Je- nerul Constituyente el 1.° de Mayo, en la cual se encierran los principios de nuestra creencia política; determinados por una im­ pulsión libre y espontánea hemos solicitado del Sr. Don Gregorio Beéclie vico-cónsul do la República en Valparaíso su interven­ ción, a efecto de que abra un rejistro en que so inscriban nuestros nombres al pié do esta Acta que será remitida a la República Arjentina, a los efectos designados en la circular del Directorio de 25 de Mayo del corriente año; y quo contendrá la siguiente fórmuln sacramental del juramento que presta toda la República Arjentina, a la nueva Contitucion:"— «Nos-los urjentinos abajo firmados, que residimos en Valpa­ raíso, juramos por la Santa Cruz en que se inmoló el Redentor del Mundo, respetar, obedecer y defender la Constitución política do la Confederación Arjentina, sancionada por el Congreso jone- ral Constituyente en 1. ° de Mayo de 1853.» Valparaisa^d dv Julia de 1853.

GREGORIO GOME/. J. A. Mercado. Vicente Frias. Pedro M. Gisneros. Felipe Correas. Manuel de la Vega. Manuel F. Alvarcz. Hmiüo Moyano. Hipólito G. Posse. Pantnleon Suero. Tcsandro Santa Ana.. Juan Laurel. Samuel Navarro. Francisco B. Gómez. José Rufino Monasterio. Ventura Piedrabuena. Pedro Saenz. José C; Borbon. Nicolás Aureliano Santa Ana. Bartolomé Herrera. Ramón Elizalde. F. Lindor Ramayo. C. Lago. B. V. Ocampo. Tomas Ignacio Santa Ann. Francisco Javier Villanueva. Gregorio Ignacio Santa Ana. Francisco Delgado. Eustaquio Santander. ( ¡arlos Lainarca. Juan Manuel Fernandez. Juan B. Alberdii Silvestre GulvatK Gregorio Beécbe. Francisco Javier do la Vega. Abrabam Pucb. Andrés M. Bustos. Francisco Videla. José Quintana.

Arla del mismo juramento prestado en Sant'uujo. Como la ante

rior, la suscriben-los sü/iáentes individuos.

Pedro de Garmendía. Gregorio Guiraldes. José Molina. José Lorenzo Guiraldes. Jorje Paverini. Pedro Regalado de la Plaza. José í, Gavmendia. Alcibiadea de la Plaza. José Santos Torres. Eujenio Necocbea. Antonio Abad. Fernandez. Vicente Moreno. José Antonio AlvarezCondarco. Matías Soya. Acta de Quillota.

v.Los abajo firmados, Ciudadanos Arjentiuos residentes en Chi­ le, impulsados libra y espontáneamente del deseo patriótico de tomar parte en elsolemno neto de la jura de la Carta fundamental tle la República A rj entina, sancionada el dia 1. 0 de Mayo por el Congreso Jencral Constituyente, la cual establece los principios de organización y libertad; principios que simpatizan con nues­ tras convicciones y nuestra fé política; que hacen de la patria ar- jentína una nación digna de los hombres libres del mundo, y que ciegan para siempre el camino de los tiranos que con mano en­ sangrentada han manchado las glorias antiguas do la nación; y considerando en fin que la nueva Constitución es ol vínculo de nuestra fraternidad, la espresion del voto nacional lejítimamento sancionado, la baso mas sólida do nuestras libertades y la pro tilo­ sa mas solemne de la felicidad de la patria, la aceptamos y adhe­ rimos a ella con ardiente entusiasmo, para lo que, mediante la intervención del señor Vico-Cónsul de la República en Valpa­ raíso D. Gregorio Bccohe, y do conformidad con la Suprema Circular del Directorio nacional de 25 de Mayo último, la jura­ mos bajo la siguiente fórmula: ..Nos los Ai jentinos abajo firmados que residimos en la ciudad do Quillota, juramos por la Santa Cruz en quo se inmoló el Re­ dentor del Mundo, respetar, obedecer y defender la Constitución política de la Confederación Arj entina sancionada por el Congre­ so Jeneral Constituyente en 1. ° de Mayo de 1853.;?

Quillota 9 de Julio de 1853.

MANUEL DE TEZANOS PINTO.

Cosario Gardel. Sisto Jiménez. Carlos Martínez. Nicolás Godoy. .losó Lazcano. A. R. Calle. Santiago Figueroa. Custodio Acosta. Balsanufto Gómez. J31as Zabnlln. Pedro Pascual Torres = 80 =

Acia de Santa 1 'osa de lus Andes.

En la misma forma quo la do Valparaíso. La suscriben los íiig-uientea señores: Horacio Iglesias. Camilo Lomos. Anacleto Morales* Pedro Sueldo. Tomas Malbran. Martin It. Allende. Román Arteuga. Irene de la Vega. Mario Vicíela. José Maria Videla. Anjel J. Espinosa. Enrique Jurado. José Manuel Espinosa. Ricardo Garai. Meliton Segundo Gómez. Carlos Videla. Francisco Videla Correa.

Acta de San Felipe de Aconcagua.

«Los Arjontinos infrascritos, residentes en la Provincia Chilena titulada'Aconcagua, reunidos en esta ciudad de San Felipe con el fin sagrado de jurar la Constitución que nuestra patria ha san­ cionado el dia primero do Mayo del presenta año, y previo el convencimiento de los sabios principios adoptados en esta Carta como la emanación de la libertad con que han sido inspirados, y como el único resorte salvador quo la ilustración del siglo ha podido sujorir para levantar do su aciaga postración a un pais quo por tantos años soportaba el yugo mas cruel de que pueda formarse idea.—Arrastrados finalmente de la gratitud en que nos tiene empeñados el Rejenerador del Plata al verlo cumplir reli- jiosamente su promesa de darnos lei y Patria, adherimos como todo buon Arjentino está obligado y hasta obedecemos desde esta tierra, an que el destino nos trajera, a la fórmula con que el sin par Urquiza, Director de la República Arjentina, designa en su aceptación y en el dia determinado.» «Por tanto y uniéndonos a todos nuestros hermanos en este dia célebre ya porque en él juramos la Independencia Americana, cumpliendo con el voto sagrado que nos corresponde, UJuramos "por la Santa Cruz en que so inmoló o] Redentor del mundo, "respetar, obedecer y defonder la Constitución política de lu Con- adoración Arjentina, sancionada por el Congreso Jeneral Consti- 'Huyontc en primero de Mayo de mil ochocientos cincuenta »y tres.

¡San Felipe, Julio tí de 1853.

'DOMINC',0 PIZAKKO. Sinforoso Navarro. Carlos González. Vicente Morales. José M. Pérez. Manuel Herrera. Máximo de Oro. José Clavel. Carmen A. de Lafuentc. Eustaquio Villanueva. Fausto Avendaño. Vicente Senturion. Salvador Fria'olet. Juan Bustos.

t de Copiapó.

En la misma forma que Ja de Valparaíso. Está firmada por los siguientes individuos: Cornelio Moyanp. Julián León. Felipo Cobo, Adrián Tapia. Faustino Espinosa. Francisco B. Correa. Alejandro Carril. Juan José Cobo. Jervacio Baz. Julián San Román. José L, Recavarren. Manuel Carril. Francisco San Román. Pedro Juan Astorgu. Raf'uel Garzón. Guillermo Dávil». Federico Moreno. Pedro G. Posse. Manuel Moróno. Francisco Vidala Eohegaray. Manuel Giadás.

11 Acta de Coquimbo.

«Los Arjentiuos residentes en Coquimbo, provincia de la Ro- públicade Chile, animados del ardiente deseo de ver cuanto antea •consolidadas las instituciones de la República Arjentina y reali­ zada su organización política, queriendo dar un testimonio de su sincera y cordial adhesión al voto solemne de aprobaeion quo ha dado la nación a la Constitución política, sancionada el primero de Mayo por el Soberano Congreso Constituyente, reunido on la Ciudad de Santa Fe; nos hemos reunido espontáneamente en casa de nuestro compatriota D. Santiago Cortines con el objeto de jurar este Código, arreglándonos en lo posible a la forma pres- cripla en la circular de 25 de Mayo, espedida por el Supremo Director Provisorio de la Confederación, el Ilustre Jeneral D. Justo José de Urquiza en San José de Plores,para mayor solem­ nidad y manifestar desde aqui nuestra obsecuencia a las disposi­ ciones déla autoridad suprema nacional.?} «Con esto íin se procedió a la lectura detenida de todos y cada «no de los artículos de la Constitución de una manera perceptiblo y clara para que pudieran ser bien entendidos por todos los asis­ tentes. Concluida la lectura y hallándonos unánimemente confor­ mes o instruidos de todas y cada una de las disposiciones de la Curta, se leyó on seguida la circular mencionada y se procedió al acto del juramento en el modo siguiente: «Nosotros, Ciududanoa Aijentinoa residentes en Coquimbo, ju­ ramos por la Santa Cruz en que se inmoló el Redentor del Muu- do observar y defender la Constitución políticu de la Confedera­ ción Arjentina, sancionada por el Soberano Congreso .Jeneral Constituyente, on h ° do Mayo de 1853.» «En prueba de la verdad firmamos la presente en la .ciudad de la Serena a veinte y seis dias del mes de Agosto del año del Señor de mil ochocientos cincuenta y tres.

Teodoro Herrera. Presb. D. Juan Bautista López. Avelino Ferreira. Salvador Adolfo Cordón. Juan Antonio Carmona. Octavinno Pulido, Pedro José Baigorré. Jacinto Pulido. José Daniel Mascareíío. Félix B. Pulido. Toribio Mercado. Fr. José Sabá Iluri. Atanasio Velez. Benjamín Madine. Mariano González Bulnos. José María Vilclies. Ramón de la Vega. Anjel Griunte Bazan. Emilio Maurin. Miguel Madine. Cipriano Emirar. Belisario Fonseca. Francisco Ibanez. Juan R. Valdez. Francisco Juvier de la- Vega. José Maria Trujillo. Simeón Ferrari. Cesario Ahumada Avellaneda. José Aniceto de la Vega. Lisandro Fonseca. José Santiago Portmos. Cristófilo Barros.

Acta da la Villa de Vicuña.

En la misma forma que la de la Serena. Firmaron los siguien­ tes señores: Abelardo Fuentes. Manuel Maurin. Gabriel Bazan. Manuel Rios. Domingo Mercado. Juan do Dios Milindis. Vicente Frias. José Miguel Bustamante. Justo Curdoso. José Pablo Melindes. Julián Guzinan. Francisco Guzman.

Acia de Lima.

En la misma forma que la do Valparaíso. Está firmada por los. siguientes señores:- Manuel J. Zapata. José Figueroo. Cirilo Jurado. Francisco Javier Echáis. Eliodoro Roig do la Tone. José Antonio de Prabalia, Arístides E. Coria. Desaliu Martin Villegas. Eusebio de Bedoya. Francisco Cornejo. Baltazar Afrnirr-e. Telésforo Pndilla. Ünofre Herrera. Electo Arias. Dionisio de Pucli. Pedro Solivores. Rafael do Figneroft.

Acta del distrito litoral del jmerto Lamur (Cobija).

En la misma forma que la de Valparaíso.' La firman los si­ guientes arjentiaos: Manuel Solá. Melchor Sandoval. Odiloh Torres. Matías Franco. Adolfo García. Pedro José Roda. Damaseeno Mantilla. Nieblas de la Torre. (1) Miguel Solá. • Ramón Iturbe. Diego Miguel. Manuel Tula. Manuel S. Solá Martin Rivero. Donato Barragan. Samuel Cuadros,

(I) Acercado- este individuo escribía de Cobija el sefier Sola; al remitir 1» acta'; al señor Lamarca: •Amigo, teníamos en Atacama mi digno compatriota y mui benemérito a la cau­ sa de la libertad y del ópden legal, que solo esperaba ver establecida la Constitu­ ción pan regresar a Córdoba, su patria natal.—Este es don Nieolat de la Turre, que verá Vd. firmado en la acta. Desle la cama a que lo tenia reducido una tenaz enfermedad, h i júralo la Constitución v signado la acta; y liemos tenido el gran sentimiento de saber que ha sido la última vez que deja estampada su' firma, dejando do existir a los i dias después y a los 57 años de edad. «Antiguo soldado de la libertad y del constitucionalismo, ha batallado en /íu- ZaitoQÓ; contra l.opcz, en Santa Í'Y; contra Quitoga, en Córdoba y Tacumaa. De los proscriptos el año 31), ya con el grado de Coronel, sufrió algunos años el des­ tierro en estas costas. Regresado a la patria, Rosas por sus antecedentes lo tuvo en sus mazmorras muchos meses. El año 40 ayudó a su país, con la decisión quo siempre, a sacudirse del capataz que tenia Itosas en él. Se unió, con las fuerzas del departamento que mandaba, al jenerai Lavalle. Después, desde Copiapó, él, y otros valientes, intentaron una reacción sóbrela Itioja, San Juan y Tucuman que, <•! con imprudencia, pero con patriotismo. Derrotado en Tucuman por lle- navides, se asiló en Atacama, donde ha permanecido desde entonces honrando la emigración arjenlina con su buena conducta y conlraeciou ai trabajo personal, para sostener y ausiliar a su familia en Córdoba". Aun desde Ataeama, puesio ya el jenerai Urquiza en campaña contra el tirano de toda la República, ereyó coo­ perar, substrayendo un armamento que pasaba por allí para Sarabia, de Salta, nombrado jenerai por llosas para contener las provincias del Norte. Este servi­ cio que hizo el coronel Torres, no solo ha sido desconocido sino que le. trajo in­ comodidades j el compromiso de abonar el valor de esas armas con sus escasos recursos, firmando un documento al efecto, por el que sin duda luego se verá estrechado a responder de él el hijo que lo acompañaba en Atacama y su viuda y familia en Córdoba.» «En lin, esto es todo lo que sé lijeramentc de este buen compatriota que he­ ñios perdido en la proscripción- Sería bueno si lo cree Vd. de justicia, y tomando mejores informes de los que puedan conocerlo entre los arjenlínos que estén alli, consagrar a su memoria algunos renglones, a lo que yo contribuiría gflstoso,» .fní'Intn y lili 7*i r .losó Manuel* Reyes.

íiniiiii'ilfln 1 ni n 7*1 .Antonia Aguilera.

José IVJ111*i 1111 o Costas. Daniel Román. ¡Surgió (íiirctíi* Francisco Torres. K.istüí[iiio Torres. Froilan Guerra.

VictóT Carnmelio. José Mariano Alai na.

AliiTiR'l Lifinibértín. José Maria González. ]\íanuel Kspinosn. Podro José Castellanos. j^nacio Tcrrisola. José María Zalnzar. Eulojio" Sánchez. T3cnjamiii Rivero. Faustino Isarniendi. (runiesindo Frías. Andrés Isarniendi. José IVIanncl Toranzo. José Félix Sánchez. Podro Murrio. Manuel Rod ri"*ucz. Juan de la Rosa Bcnitez. Alejo Coronel. Justiniano IVIa^no. •

!/)•>(> Rríiifln /iim]]:i 1 ' ! 1 ' 1 1 1 . 1 1 1 Mil- ill tu*

m di MI ei iTUiiríí/. Ignacio Murrio*. Pedro Veira. .Juan González. Ignacio Gibila. Napoleón Sánchez. Tomas Santos. Francisco do Paula Cnseo. Manuel Alvarcz. Pedro Lucas Castro. Mariano Franco.

ACTA »E INSTALACIóN T>EL CLUB CONSTITUCIONAL DE VAI.I'AUAISO.

Valparaíso, 16 de ayasto de 1853.

«Los abajo firmados, ciudadanos urjeritinos residentes en la Re­ pública de Chile, no pudieudo permanecer indiferentes e inacti­ vos en los solemnes momentos en que nuestro pais se ocupa de Id obra grande y difícil de su organización; penetrados de que todo» los urjuntinosj sea cual fuere la distancia en que rosidan, tienen el derecho de asistir con sus votos y anhelo a la realización de tan ullo propósito, hemos creido conveniente y oportuno asociarnos con el fin de unir nuestros medios de influencia por débiles que Setfn, on «poyo cíe la obra do la pacificación y organización na­ cional; sin distinción do partido político, sin mira de oposición, ni do hostilidad a nadie, con la decidida intención de protejer to­ da tendencia, todo acto t\ft$ lleve tan nacional y elevado propósito. {.'Hemos convenido también-en la sesión de esta fecha, después de ocuparnos de las promociones de orden económico de la aso­ ciación, en suscribir esta los presentes, dejándola abierta para suscribirse por todos los demás compatriotas residentes en Chile, tjue adhiriesen a nuestro pensamiento.;)

GttEüoaio GóMEZ, presidente.

Carlos Lamarca, secretorio.

Francisco Delgado. Ensebio de bedoya. Juan Bautista Alberdi. Horacio Iglesias. Gregorio Beéclie. Francisco Videla. Manuel de la Vega. Tristan Narvaja. Francisco B. Gómez. Francisco Javier do la Veg'O. José C. Borbou. Casimiro Rodriguez. M. Navarro. Demetrio Soaje. F. Fernandez L. Darío Fernandez. C. Lagos. Francisco E. Calle. Felipe Correa. Tomas Ignacio Santa-Ana. Juan Prudant. P. Lindor Ramayo. Sinf'or. Navarro. Martiu Zapato. £. Santander. Samuel Navarro.. Abraham Puch. Rainon J. Navano. Javier Villanueva. Javier Navarro. Pedro Sauz. Isidro Quiroga. Juan Laurel. P. Crisóstomo Quiroga. Bartolomé Herrera. Isac Quiroga. Pedro M. Cisneros. Ramón do la Vega. José Luis Mareó. Cesado Ahumada Avellaneda Bclisario Ahumada. Emilio Moyano. v E. Videla. ' Martin T. Pinto. Manuel F. Alvarez. E. Palacio. José A. Mercado. Octavio Luna. Buenaventura Octmipo. José Columba. Hipólito García Posse. Miguel Sola. Eustaquio Pico. Eufemio Godoi. J. M. Fernandez. Ramón Herrera Ocanipo. Ventura Piedrabuena. Jacinto Pérez. Tesandro P. Santa-Ana. Pedro J. Portal. Pautaleon Suero. Mariano Liarte. José Remijio Herrera.

Signatarios de la misma acta en Copiapó.

Francisco San Román. Díomedes Ruiz. Alejandro Carril. Agustin Varas. Felipe Cobo. Julián San Román. José León Arguello. Cornelio Moyano. Ramón del Prado. Juan José Cobo. Belisario García. Gervasio Buz. Julián León. Ignacio Baz. Guillermo Dávila. Francisco Guzman. Francisco Boi ja Correa. Luis Aberastain, Manuel Moreno. Manuel Carril. Carlos Maria Balbastro. Juan Zabulla. José Moreno. Mariano Fragueiro. Federico Moreno. Francisco Vidala Echeguria.

Signatarios de la misma acta en ¿a Serena.

Abeüno Ferreira. José de la Vega. Manuel Padilla. Puliearpo González. Camilo Padilla. Ramón de Ja Vega. Pedro José Baigorri. David Soral. Juan Antonio Carmona. Francisco Vega. Fortunato Ganocbo, Signatarios de la dicha acia cu Quitiotu.

Manuel J. Torres. Suntiag-o Figuerou. Nicolás Godoi. Ramón Calle. José Joaquín Sayoraca. Manuel E. Snyanca. Cesurio Gardel. José Lascuno.

Signatarios cu San Felipe y en Santa Rosa de ios Andes.

Domingo Pizarro. Carlos González. .José María Alvarez. Ricardo Garai. Anacleto Morales.. Anjel Espinosa. Adrián Mario.. Enrique Jurado. Pedro Sueldo- Romualdo Ferran. Tomas Malbraii. Robustiano Allende. José María Videla Torres. Juan Buston. Peregrino Laceras. Felipe Videla. Mario Videla. Manuel Laciar. Irene do la Vega. Prudencio Santander. Curios Videla. Antonio de la Fuente. Francisco Videla Correa.

Signatarios en Illapcl.

Matias Godoi. Anjel Godoi. Segundo Bergelin. , Custodio Godoi. José María Zamora.

Señores que fumaron dicha acia en Cubija.

Manuel Sola. Nicolás da la Torre. Pedro Rodríguez del Fresno. Ramón Elizatde. Ignacio Seguróla. Anacleto Puch. Sergio García. .•Manuel Alvarcz. Manuel Tula. Signatarios de dicha acta en Limu.

Alejandro Villota. Lorenzo Podrasa. Rufino Guido. Doroteo Molina. Manuel de Puch. Juan José Sarnitea. Eladio López. Cosme Padilla. Patricio Quincoz. José Miguel Vera. Melecio Frins. Florentino Arenales. Miguel G. Quintana. Félix D. Ramallo. Venancio Grande. Vicente Doldan. Baltazar Aguirre. Ignacio Alvarez y Tomas. Manuel José Zapata. Miguel Diaz de )a Peña. José Antenio de Suvalia. Jorge T. Pinto. Diego Fair. Daniel Araos. Mariano Alvarado. Tulesforo Padilla. Ramón Saravia. José L. Pizarra. Benito Cornejo. Gnofre Herrera. Federico de Puch. Ramón Fernandez. Demetrio Olavegoyen. Justino Peralta.

Continuación de las firmas de los scTiorcs que Jirmaron en Lima.. Adrián Fernandez Cornejo. Raimundo Araos. Felipe A. Alvarado. Mariano de Salas.

Signatarios en el Cerro de Pasco.

Jerónimo Puclh Jerónimo Espejo. Martin Guemcs. Antonio M. A'varez. J. Gabriel Mur. Manuel López (Jámelo. Antonino Miguel Araos. L. Padilla. . José María Ceballos. Carlos Muría Pizarra. Mariano Cruz. Ignacio Irigoven. José Manuel Millan. José María Ürtiz. Cayetano Heredia. Demetrio Nadal.

NOTA.—Faltan las actas de lllapel, Tacna y el Cerní «le Pasco, que lian prftr metido remitir «te.t primer panto don Juan Pmdant, del sagundo don Pedro j. Portal, y del tercero don Jerónimo PUDO. 12 PROGRAMA Dé tos ARJENTINOS DEL CLCB CO.NSTITUCIOXAI DE VALPARAíSO.

Valparaíso, Noviembre IGde 185"2.

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Los individuos del Club Constitucional Arjentino, liemos reci­ bido y tomado en consideración los netos colectivos que nuestros compatriotas de Santiago hnn tenido a bien someter a nuestro exa­ men, y correspondiendo a mia conducta tan fraternal y amistosa liemos acordado dirijirles en respuesta una reseña de los antece­ dentes, trabajos y mírasele nuestra asociación, fpie servirá de na­ tural esplicucion del propósito firme en cpie estamos de permane­ cer en nuestro sendero primitivo y del deseo quo aun alimentamos de ver a nuestros compatriotas de Santiago adherir a nuestro pensamiento de organización y pacificación por los medios que han preparado lostriandes acontecimientos sucedidos a principios de esto año en el Rio de la Plata y que no esta, en la mano de nadie contrariar sin violencia ni desviar de su curso sin sacrifi­ cios estériles. Tuvo lugar el pensamiento y realización de nuestra reunión en ese periodo hermoso, 60 que nuestra república marchaba unifor­ mada en opinión como un solo hombre hácia la obra de su Cons­ titución nacional. No pudiendo ser indiferentes u esta patriótica mira, deseosos de ayudarla con nuestros votos desdé la distancia, nos reunimos bajo la paz mas perfecta con el designio de servirla V de apoyar, sin oposición a nadie, todo movimiento, todo acto tendente a la organización nacional. Tomamos por divisa el constitucionalismo, y so llamó nuestro Club, Constitucional Ar- jentino. La idea de su instalación fué debida al señor doctor Yilhinufva, individuo de nuestro seno, y casi al mismo tiempo til señor BÓrbdn, personas ajenas de ambición politica, como fue­ ron todos los individuos invitados a formar el Club que se com­ pone do hombres de orden, sujetos honorables y jcn'es de indus­ tria, sin que exista im solo ambicioso en su seno. Nombramos. por mayoría absoluta, puní nuestro presidente al señor don Gro* gorío Comez, servidor do la República desdo 1810 y proscripto Uo 14 años por la tiraaia do Rosas. Entonces uparecia el jenerul Urquizs rodeado de toda la Con­ federación, sin-escepcion de una sola provincia, iniciando los «¡•rundes propósitos de un Congreso y de una Constitución na­ cionales; a cuyo pensamiento adherían todos los arjentinos sin

escepcion do uno solo. Invitamos a suscribir nuestra acta de asociación a nuestros compatriotas de Santiago, y obtuvimos, entro otras, las firmas y adhesión de los señores doctor don Gabriel Ocampo, don José Antonio Alvares Condarco, don Manuel Barañao.—Otros, sin desaprobar nuestra idea, confesando al contrario, que era patrióti­ ca, rehusaron suscribirla espresando motivos, que no les han im­ pedido mas tarde asocinrso en un circulo como el nuestro pero independiente.. Mejor acojida tuvo nuestra invitación en la jencralidnd de nuestros compatriotas residentes cu las repúblicas del Pacifico, pues adhiriendo a nuestro programa so han reunido en varios cir­ cuios como el nuestro, tomando por base y regla de conducta los principios contenidos en nuestra acta de asociación, como upare- ce de los documentos que so acompañan.

Dos meses después do creado nuestro Club, fuimos sorprendi­ dos por la noticia de la revolución ostalluda en Buenos Aires el i 1 de setiembre. Primer asomo de desquicio y división de la unidad de miras que basta ese día ofrecía la república, nos pro­ dujo una detestable impresión. Lo calificamos do motiu militar, porque asi fué presentado por la primera noticia venida a Chile, equivocación cu que incurrió el mismo Director provisorio estan­ tío cerca del terreno do la escena. Como motín militar lo repro­ bamos con toda la enerjia de nuestro amor al órden, en una cir­ cular de 12 de octubre quo fué esprosion do nuestro voto unánime. Pero antes de que esa circular fueso a Mendoza tuvimos la no­ ticia do que el pueblo de Buenos Aires habia adherido ul movi­ miento de 11 do Setiembre y sostituimos entonces aquel docu­ mento por otros del lf) y 22 do Octubre, en que lamentando A hecho como un principio de división, desaprobándolo como medio violento y peligroso de mejora y respetándolo sin embargo como obra del pueblo, emitíamos la esperanza de ver cortado en su orí- jen el progreso de la división y conciliados los intereses opuestos,, por el empleo de una política de concesiones honradas y patrióti­ cas, de una y otra parte. A la aparición del nuevo estado de cosas en la República Ar- jentina, cuando esa deplorable diverjencia de intereses y miras estalló entre las provincias que componen nuestra patria.... en­ tonces y solo entonces concibieron el pensamiento de buscarse y asociarse nuestros compatriotas de Santiago, como se espresan olios, por los motivos y con las miras que espresaron en su acta de asociación de 19 de Octubre. En ella aparece que dando por separada de los negocios públicos la persona del jeneral Urquiza y por caducados los acuerdos, autoridades y política emanado» del pacto celebrado en San Nicolás, a consecuencia del pronun­ ciamiento armado de la provincia de Buenos Aires, acordaban in­ terponer sus ruegos a los pueblos y ¡jobiernos aijentinos, para que no se dejaran arrebatar por pasiones de localidad, por el deseo mismo de llevar rápidamente la organización a cabo; y entrando en una vindicación innecesaria de las intenciones de la revolución, de la prensa y de los sentimientos de Buenos Aires y dando ya por caducados los hombres que hasta entonces habian aparecida como iniciadores de la organización, so anunciaba la aparición de otros hombres, de otros medios, do otros caminos, al servicio do esa idea; y parecía inducirse a los pueblos y a los gobiernos a

entrar por el camino estallado en Buenos Aires. Publicaciones salidas del seno de la reunión de Santiago, y autorizadas por ella en cierto modo, no nos dejaron duda de que este último era el designio de aquella asociación. Entonces vimos dividida nuestra población Arjentina residente en Santiago y Valparaíso, en dos círculos que correspondían por sus opiniones acerca de los hechos actuales de la República Ar­ jentina, a la división pendiente entre la política de Buenos Aires y la política de las provincias: los de Santiago apoyando el mo­ vimiento, la actitud y propósitos de la revolución de Buenos Aires,y los Je Valparaíso conservándose adictos al ondeo d* cosas anterior a es<.> movimiento en que estaba la república, cuando se reunieron en Club y en que ella continuaba siempre con la sola escepcion de Buenos Airas, Invitados por nuestros compatriotas do Santiago para suscribir su acta de asociación, rehusamos, como era natural, porque sien­ do conocido por nosotros su propósito contrario del nuestro, no podíamos pertenecer a los dos circuios sin apoyar ol^ira y el contra de la cuestión de actualidad que divide nuestro pais. No podía­ mos «star a la vez por el orden do cosas emanado del pacto de San Nicolás, que apoyábamos desde el tiempo en que nadie lo «tacaba, y por la revolución do Buenos Aires, que desconocía la kjitimidad de ese orden de cosas, apoyado por nosotros. Las actas de uno y otro círculo bacian aparente cierta unidad de propósito por la invocación que en una y otra se hacia de las divisas do fraternidad y de Constitución. Pero desde que una da­ ba por caducado el orden do cosas que la otra apoyaba desde tiempo atrás; desdu que la acta de Santiago inducía u los pueblos en el sentido del movimiento de Buenos Aires y nuestras circula­ res de la misma lecha pedian a esas provincias que marchasen inalterables a la constitución por el mismo camino en que iban, la oposición de miras era evidente. Lo que la hacia indudable, era el mal efecto que las publica­ ciones sostenedoras do nuestros propósitos producían en nuestros compatriotas de Santiago y el da igual clase que en nosotros causaban las publicaciones salidas de aqu-?l Club. Si el Diario hubiese atacado nuestras miras, en vez de sostenerlas, habria tai- vez coincidido en ideas con nuestros compatriotas do Santiago, y habria tenido ¡a aprobación que han dado u publicaciones re­ probadas por nosotros. Con tal disposición no podía ser dudoso que nos encontrábamos en completa oposición de opiniones sobre ios hechos actuales de nuestro pais. En presencia de la situación creada por el movimiento del 11 de Setiembre, ¿qué pensamos, qué hicimos nosotros? Amigos do la paz, deseosos de ver logrado el propósito de cons­ tituir el pais, nosotros desaprobamos la política de Buenos Aires = 94 =. en lo relativo a la cuestión jcnerul, por una sola v eseliisiva nan­ sú, a saber: porque venia después de otra que estaba aceptuda ya por todas lus provincias, y venia reclamando el lugar de e$ta. No el gobierna de 11 de Setiembre, uo sus hombres, no el pueblo de Buenos Aires, considerados en sí mismos; sino la idea de un cam­ bio, de una sostitucion de gobierno jeneral, era lo que desaprobá­ bamos y hasta hoi desaprobamos en el movimiento do Buenos Aires; porque no podemos concebir la realización de ese cambio sin pérdida de un tiempo .esencial al progreso y sin guerra civil desastrosa.—Si el Gobierno de Buenos Aires hubiese tenido des* de el principio la iniciativa y dirección en la política de organi­ zación jeneral, y el jeneral Urquiza, u otro gobernante, hubiese venido después levantando cabeza pura arrebatarla, nosotros habríamos estado contra el jeneral Urquiza y habríamos sido adictos al gobierno que, anterior a él, hubiese debido su creación a la acción da las cosas y tenido la sanción uniforme del puis. Como censervadores, como amigos del orden, como enemigos de toda alteración capaz de encender la República en guerra ei* vil, es únicamente que hemos visto con dolor levantarse en Bue­ nos Aires una política armada, que protestaba contra la existente desdo la cuida de Rosas y reclamaba su lugar en todo el pais. Esto no quiere decir que anhelemos el órden hasta olvidar la libertad; y que por tal do tener paz y constitución, p'esciudumos de la justicia y de la dignidad do ciudadanos. No: signilica sola­ mente que, a nuestro ver, se hubiese podido remedia;- los nuiles de la situación por una política paciente y hábil con la eficacia que no se obtendrá por el rompimiento y la violencia. . ¿Por qué ha existido primero la iniciativa constitucional del jen eral Urquiza y no la del gobierno de Buenos Aires?—Por la obra do los acontecimientos; su campaña felicísima y victoriosa contra el Dictador do la Confederación, le dió uu crédito y „u ascendiente iiulisputados y naturales en todas las provincias li­ bertadas por él en la batalla do Ceseros, y do ahí emunó su ini­ ciativa para la constitución del pais. La República oficial confiiv mó esa promoción dada por la victoria, y el pueblo nrjentino la.

ratificó uniformemente. = 95 = Pues bien, un ascendiente que abraza todo el pais y que 1)a sido obra de un acontecimiento tan jeneral como era el despotis­ mo de Rosas derrocado por él, no puede ser anulado por el movi­ miento de una provincia, qno .no ejerce poderes ni atribuciones nacionales, por lejítiino que sen. El movimiento de 11 de Setiem­ bre, es esencialmente JoO»J y no puede ejercer el influjo del triunfa eontra Rosas.—El 3 de Febrero sucumbieron Y4 gobernadores que existían por Rosas; el 11 do Seliembre solo caducó el du Buenos Aires. El 3 de Febrero fué vencido y arrojado sin poder íuera del pais el Dictador; el 11 de Setiembre, ha dejado al ven­ cedor de Caseros al frente de trece provincias, que le reconocieron por jefe. Si creyésemos que nuestras súplicas habían de ser bastante eficaces para decidir a las provincias a dejar el gobierno jeneral que se han dado, o a los gobiernos locales a abdicarse en benefi­ cio del de Buenos Aires, nos ¡ibilendrinmos de emplearlas, poi que no creomos tampoco que la iniciativa y dirección de la orgunizu- zacion nacional, pueda ser eficaz en manos de un gobierno inse­ guro por su modo de ser y por el estado do cosas de Buenos Aires. —Un trabajo como la organización nacional, no puede llevuise a cabo sino bajo el amparo del orden, que supone siempre la exis­ tencia de un poder aceptado y respetado en toda la estension del pais que debe constituirse. Ese poder existe en manos deljeneral 1,/quiza por la obra de grandes y felices acontecimientos, y debi­ litándole no PO hace otra cosa que malograr el mas poderoso me­ dio de organización. Ese poder existe todavin, sino con el vigor y plenitud de me­ dios de ahora 5 meses, al menos sin rival en toda la República. Sus medios de acción y de influjo, están hoi donde antes estaban; no precisamente en las provincias interiores que ¡e dan su apoyo moral, sino en el litoral del Paraná. Antes de febrero, Rosas a la cabeza de Buenos Aires y de todas las provincias, no pudo des­ truir al jenerul Urquiza en su localidad, y antes bien de alli salió él para cambiar la faz de la República de un estretno a otro. Hoi mas que antes la acción decisiva do la suerte de nuestro pais está en el litoral, puc3 el interior solo se mueve por su influjo. Puc^ = 96 =

'bien, la figura prominente, el ascendiente mas indisputable q»e lioi ofrece el litoral, es el jeneral Urquiíta, Director provisorio de la Confederación no solo en el título sino en la realidad. Entre la política dirijida a combatirlo y destruirlo en «u influ­ jo nacional, y la encaminada a sostenerlo y dirijirlo como instru­ mento do organización ¿cuál es preferible? Nosotros liemo3 estado y estamos por esta última. La esperiencia ba probado que es la mejor. Es la misma política que en 1850 dejó de hostilizarlo como jeneral de Rosas, y lo puso en camino de destruir a este ti­ rano y de libertar la República Ai ¡entina, como lo ha conseguido.. Si su antiguo color político, si las condiciones de su carácter y persona, no lian impedido que sirviese para lograr ese grande resultado de Libertad ¿por qué no seria igualmente posible em­ plearlo en la sanción de una Constitución valiéndose del mismo sistema? ¿Se puede racionalmente temer de que abuse de la organización para tiranizar, cuando existiendo de hecho el poder en sus manos, busca la sanción de una Constitución, que seria un medio de li­ mitarlo y no de estenderlo? En el caso do que su intención fuese mala, siendo sus medios de influjo y de ascendiente un hecho ine­ vitable ¿seria político estorbar que él mismo pusiese un freno a su poder? ¿No debemos por lo mismo inducirle a la promoción du una leí, que do algún modo ponga fin al gobierno dictatorial e ilimitado, que ha rejido en el puis por 20 años? Uua Constitución, una regla, un orden, aunque no sea perfecto. Las constituciones no empiezan por la perfección, acaban por ella: ningún pueblo empieza por ser perfectamente libre desdo el primer dia de su or­ ganización.. El tiempo debe perfeccionar la obra que tendrá que empezar defeetnesa. ¿La actitud de Buenos Aires, seria un obstáculo de tal modo irremediable que hiciese imposible la Constitución de iodu la Re­ pública, bajo el influjo del jeneral Urquiza? Creemos que no: y nos parece útil trabajar pava poner en paz el gobierno de Buenos Aires con el gobierno jeneral del Director provisorio. Nos parece posible ese avenimiento, por medio de un pacto adicional al acuer­ do de San Nicolás, que el Congreso mismo, antes de ocuparse da la Constitución o durante s:i discusión, pudiera celebrar, con el fin de remover las dificultades racionales, no apasionadas, que retrajesen a Buenos Aires do asistir a la obra de la Constitución por el actual Cono-reso constituyente.—Eso convenio, obtenido por mutuas concesiones patrióticas y.iionradus, baria desaparecer la división entre los enemigos de Rosas, quo puede servir a la restauración de este tirano, o cuando menos da un riosgo de caer en poder de un tirano verdadero por escapar de un tirano presunto. Lo dicho hasta aqui esplica ya bastantemente los motivos de convicción honrada y leal que nos mantienen firmes al derredor del hombre, del pensamiento y del orden de cosas que existían al tiempo de instalarse nuestro Club. Vamos ahora a especificar los motivos de nuestro disentimien­ to franco y leal con cada uno de los sieto artículos del credo, quo tienen la bondad do someter a nuestro consideración los honora­ bles compatriotas de Santiago y quo sin esponernos a incurrir en apostnsía o contradicción no podemos apoyar en la forma en quu vienen propuestos. La libertad del pensamiento, el derecho do todo escritor para opinar sin censura y sin coacción, es un artículo del dogma polí­ tico de mayo, (pie es nuestro dogma. Pero tratándose de cuestio­ nes practicas;y de hechos dados, no vemos como so pueda formu­ lar un credo común, dejando al mismo tiempo la libertad do disentir. Cuando se adopta un credo o una fé común, se lleva el objeto de evitar la diverjoneia do opiniones entre los creyentes. Si apesar del credo cada uno ba de poder opinar con independen­ cia, ¿de qué sirve el acuerdo? Si el acuerdo es una verdad ¿a qué dejar la libertad de disentir? Un acuerdo de opiniones y de ac­ ción cu esa forma nos parece ineficaz, y no podemos neepturio. Sobre lo que debe entenderse por organización nacional, cree­ mos aventurado y peligroso establecer definiciones sacramentales. Por organización entendemos simple y vulgarmente la sanción de una Constitución y de las leyes necesarias para poner en prác- tioa sus disposiciones. En cuanto a su espíritu y carácter liemos adoptad» })) doctrina contenida en el libro de nuestro socio el 1).-. ubei'di por un voto especial acordado cu sesión estraordinuria 1.1 • de 1. ° fie Setiembre. Esta obra es nuestro programa en la ma­ teria; ella contieno nuestro credo constitucional y orgánico. Pero, teniendo on vista el pasado y las necesidades de nuestro pais, creemos que él no debe prolongar su larga guerra oivi! por diferencias de forma constitucional, y que con tal que tenga un», que consagre la responsabilidad del poder, su oríjen popular, la participación del pais en el gobierno, y algunos principio» tlu réjimen estenio, que importan a su población y educación por la acción de las cosas europeas, no dobemos malograrla, retardarla, ni impedirla por protesto alguno. Conforme a aquella doctrina y a la opinión dominante en la República, estamos por la organización de las provincias en un solo y grande estado, en una sola y grande nación, pero no indi­

visible, no unitaria, como la pedia un partido en 1826 y la pro­

ponen ustedes en su nota de 3 de noviembre, sinoco un solo cuer­ po do nación, en un solo Estado consolidado y multíplice a la vez, en un solo Estado dividido en provincias, sistema mixto de unitario y federal, que hermana los partidos, que concilla los in­ tereses jenerales y de localidad, que han aconsejado los ministros do mayo Moreno y Paso; y que, lejos de hacernos una escepeion del derecho público adoptado por la cristiandad, nos coloca en la tradición constitucional úe los Estados-Unidos, do la Confede­ ración Helvética y del Brasil, unidad federativa que hace honor

a nuestra América del Sud. En cuanto al territorio, miramos su desmembración como cri­ men de lesa-patria. El suelo nrjeniino es sagrado a nuestros ojos. Manifestación material y sensible de nuestra grande y her­ mosa patria, su mutilación seria la dispersión fratricida do nues­ tra gran familia. ¡Maldición al Cain, quo rompa en dos partes la patria do 1810, y que, convierta en estranjeros uno» de otros a los hermanos de Maipo, do San Lorenzo, de Tucuman y Salta! maldición al qufl reniegue la bandera, que tremolaron nuestros pudres ¡;obre los colores de Cirios V! ¿Qué urjeiuino coiisentiria en ser desheredado d'; la bandeja de Mayo? Nuestro Club contie­ ne muchos hijos lio lWnos Aires, que se dfjflrinn mutilar antes •que despojar lid nombre du urjentinos, y muchos do las provfo-

GREGORIO GOJII:Z. Cirios ¿amurca. Secretario: A lo» scfioresjeneral don Juan Gro- Kprio do las Heras, don Gabriel Ocarupo, don Domingo F. Sai- EN COMISIóN. micato y don Juan Godoi. SANTIAGO.

FIN,

n .MR .67 INDICE.

Capítulos. Páj, , I. ... i. Rol do la Jurisprudencia en lu organización cons­ titucional.—Del secreto de tener leyes 3 II. .i... El Comentario no es el ataque.—Error del señor Sarmiento.—Fuentes o baso* naturales do co­ mento.—Un mal sistema de comento arruina la loi 6- III Oríjen dol federalismo doctrinario arjentino.—Es tan anticuo como la revolución.—El quo ha adoptado es suyo 8 I V Sistema de Story en su comentario.—El señor Sai- miento no lo sigue.—Comenta las instituciones arjcníinas por la historia leirul de Norte-Amé­ rica.—Confundo Constituciones diferentes por que so parecen los preámbulos 10 V Diferencias entre la Constitución Arjcntina y la de Estados Unidos.—Analojia con la de Chile. Peculiaridad del poder ejecutivo.—Consecnen- ,. cias en el sistema de comento 13 VI Documentos y antecedentes propios do la Consti­ tución Arjentimi 1(3 VII Erróneos aplicaciones que hace el señor Sarmiento de su sistema y rectificaciones quo recibe del testo arjentino 17 VIII. .. . Continuación del mismo asunto.—Defensa del ar­ tículo de la Constitución que hace capital u Buenos Aires.—Lu Constitución no ha podido violarso a sí misma 20 IX Leí do capitalización.—Los Comentarios refutados por Sud-América.—Verdadero sentido do la re­ sistencia do Buenos Aires según el señor Sar­ miento de otro tiempo •. 23. s= 163 = -X Absurdo Úu considerar como desmembración las divisiones do provincias.—Sentido administra­ tivo de usas divisiones AI ... . Del Tesoro Nacional y sus Cuentes.—Sistema finan­ ciero do la Constitución.—Tierras públicas.— Hn (jué consisten según el autor del Comentario. 26 XII El autor del Comentario niega en el prefacio la posibilidad del tesoro que admite en el capítu­ lo \ .—Errores económicos del autor del Co­ mentario •>•> • 30 XIII. .. . Errores económicos del autor de los Comentarios rectificados por el autor de Sud-Amélica y do Arjin'ipolis.—Estas dos publicaciones espiioun y absuelven la actual política arjentina 32 XIV. ... Esplieacibn do ios tratados recientes do comercio, por la doctrina de Arjirópolis 3J XV Política del memorándum de Buenos Aires confia los tratados de comercio, condenad» en Arjiró­ poüs , . . 37 XVI. ... Aplicaciones a la política práctica.—Incompeten­ cia de Buenos Aires para iniciar la organiza­ ción, establecida por la historia do las garantías constitucionales «n su suelo 38 X\ II . . Gobierno provincial o interior.—Dil'eroncia esen­ cial entre el gobierno do estado, en Norte-Amé­ rica, y el gobierno de provincia, en la República Arjentina.. 41 XVIII. . Continuación .del mismo asunto.—Consecuencias y errores de la confusión de ambos sistemas.— Condición pasada de las lcjislutunis nrjentinus. Lo que es un sí o) poder lejisiuüvo 40 XIX. . . Errores del autor sobro los medios artificiales do hacer efectivo el poder legislativo provin­ cia],—Administración do justicia.—Sistema mu­ nicipal.— Ejemplo de Chilo en la organización interior provincial.. 49 XX. . . . Aplicación de h, doctrino do Storv al sistema cons­ titucional de Buenos Aires.—El autor KO guar­ da de hacerla, npesar do ser la mas útil 54 .V\l. . . Del gobierno provincial como máquina ausiliar del gobierno jeueral.—Cambio do situación política que convierte el Comentario en pnnüeto.—Ga­ rantías do orden.—Intervención del gobierno fedorul en provincia , 55 = 10-í = ¡VA.I1 .. El nutor comprometo el úrden por sus aplicaciones . inadmisibles de la jurisprudencia de Norte- América..... 58 XXIII. . Antecedentes arjentinos de la institución do los gobernadores en iijentes naturales del gobierno nacional.—El autor de los Comentarios censura boi lo tjtío aplaudió ayer GO XXIV. . Examen del sistema interior <¡ne se aconseja en los . Comentarios.—No es mas admisible, ni eficaz (joe el actual; tii lo impide la Constitución.... 67 XXV . . Confundiendo lo <¡t:e es orgánico con lo que es. constitucional, el comentador pide la reforma de la Constitución sin necesidad y contra su pro­ pio tenor 70 XXVI.. Indole y fisonomía del libro de los Comentarios.. . 72 .Documentos y actas del juramento de adhesión prestado a la'Constitución de 1853 por emigrados nrjeuti- nos en vareas repúblicas del Pucílico 77 Programa de ¡os ai jen tinos del Club Constitucional de Val­ paraíso ...... 90 7 W 67