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PRESE N TACIÓ N Patricia Fournier García Fernando López Aguilar Escuela Nacional de Antropología e Historia William Timothy Sanders (19 de abril de 1926), oriundo de Patchogue, Nue- va York, fue el hijo mayor de una numerosa familia de clase trabajadora y limitados recursos económicos. Como alumno de bachillerato fue ávido lec- tor del volumen de William H. Prescott acerca de la historia de la conquista de México, que incorpora en la narrativa observaciones acerca de la antigua civilización mexica, obra que fue clave como motivación para que Sanders se abocara apasionadamente al estudio de las culturas prehispánicas de Mesoamérica. Después de prestar servicio en la marina durante la Segun- da Guerra Mundial, como veterano de esa contienda, se hizo acreedor a los recursos monetarios requeridos para cursar estudios universitarios en Harvard, prestigiosa institución donde obtuvo, en 1949, la licenciatura y, en 1957, el doctorado en antropología [Parsons, 2008]. En palabras de Michael D. Coe [2008], compañero universitario de Sanders en Harvard con quien mantuviera nexos personales y académi- cos por décadas, la obra Principios de la Antropología de Chapple y Coon [1948] constituyó una fuerte influencia en las investigaciones de Sanders en Mesoamérica en torno a la complejidad social y la adaptación ecológica con bases materialistas. Esa tendencia se vio fortalecida, en 1951, cuando estudió en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah) y tuvo la oportunidad de nutrirse con el pensamiento de Pedro Armillas acerca del análisis del paisaje y la agricultura chinampera de la cuenca de México, además de que fue su asistente de campo en Tabasco en 1953 [Wendt, 2009]. Gordon Willey, uno de sus profesores en Harvard, le inculcó a Sanders el interés por el estudio regional de patrones de asentamiento [Toby Evans y Webster, 2008] manifiesto en múltiples publicaciones. número 47, septiembre-diciembre, 2009 6 PATRICIA FOURNIER GARCÍA • FERNANDO LÓ P EZ AG UI L AR Asimismo, desde la década de los cincuenta, Sanders participó en tra- bajos de campo en Morelos, Quintana Roo, Veracruz y Chiapas. A partir de 1960 dirigió diversos proyectos arqueológicos en la cuenca de México, que fue su principal interés hasta su deceso, Kaminaljuyu, Guatemala, Copán, Honduras y en el sitio de Pikillaqta en Perú, en este último caso gracias a una estancia de investigación auspiciada por el sistema Fullbright en 1964 [Parsons, op. cit.]. La trayectoria de Sanders fue consistente a lo largo de su vida en los marcos de la ecología cultural y el materialismo cultural, sustento de sus prolíficas contribuciones centradas en la evolución de Mesoamérica desde la etapa de cazadores-recolectores hasta el desarrollo de estados urbanos complejos; tal nivel de complejidad, desde su perspectiva, resultó del creci- miento demográfico como principal motor y estímulo. Para el caso del cen- tro de México, en los estudios que llevó a cabo en conjunto con colaboradores de la talla de Barbara Price, Jeffrey R. Parsons y Robert S. Santley, fundamen- tó que debido a la gran variabilidad regional en el clima, suelos, productivi- dad y población, había ocurrido un proceso de aglutinación en una extensa región simbiótica, es decir, la cuenca de México y zonas circunvecinas que propició el surgimiento de sociedades complejas y del urbanismo [v. Toby Evans y Webster, op. cit.; Coe, op. cit.]. De hecho, como señala Michael E. Smith [2008], el libro Mesoamerica: The Evolution of a Civilization [Sanders y Price, 1968] fue clave para el esta- blecimiento de un marco científico comparativo para el estudio del pasado mesoamericano, mientras que para quienes realizan investigaciones en la cuenca de México, la obra de Sanders, Parsons y Santley [1979] titulada The Basin of Mexico: Ecological Processes in the Evolution of a Civilization es de con- sulta y uso imprescindibles. Sanders combinó la arqueología, etnología, etnohistoria y la investiga- ción documental con los reconocimientos de superficie y las excavaciones controladas, por ejemplo, para el estudio de unidades residenciales en la búsqueda de similitudes y diferencias, así como para la conformación de se- cuencias temporales, por lo general mediante análisis estratigráficos y de materiales cerámicos [Kolb, 2008]. Incluso, podríamos considerar que, a su manera, Sanders efectuó trabajos con un cariz propio de la etnoarqueología y de la arqueología histórica como estrategias de investigación, aun cuando desde su perspectiva no recurriera al uso de esas etiquetas. Como profesor-investigador, Sanders tuvo una brillante carrera en la número 47, septiembre-diciembre, 2009 47, septiembre-diciembre, número Universidad Estatal de Pennsylvania (Penn State) entre 1959 y 1993 cuando se jubiló, si bien continuó sus labores académicas como profesor emérito hasta su fallecimiento el 2 de julio de 2008, además de que prosiguió su- PRESENTACIÓN 7 pervisando trabajos tanto de campo como de gabinete y preparó múltiples publicaciones, algunas de la cuales desafortunadamente serán póstumas. En varias ocasiones se hizo merecedor de financiamientos de investiga- ción de distintas fuentes, además de que fue laureado por sus logros, caso de la medalla “Alfred Vincent Kidder” al mérito académico en arqueolo- gía americana que recibió de la American Anthropological Association en 1980 [Kolb, op. cit.], su designación como Profesor Emérito en Antropología “Evan Pugh”, en 1983, que es la mayor distinción que otorga la universidad Penn State, su incorporación, en 1985, a la Academia Nacional de Cien- cias de Estados Unidos [Parsons, op. cit.; Toby Evans y Webster, op. cit.], así como el homenaje que se le rindió en México a raíz de su jubilación que motivó el compendio de dos volúmenes [Mastache et al. 1996]. Cabe destacar que entre 1973 y 1976, como profesor visitante [Toby Evans y Webster, op. cit.], Sanders participó activamente en la formación de estudiantes de la enah, tanto en aula como en campo, de manera que incidió en la diseminación de la posición teórica de la Ecología Cultural entre varios alumnos, quienes ulteriormente se integraron a la vida profe- sional y académica en nuestro país, dejando una huella que persiste hasta nuestros días en la forma de hacer arqueología mesoamericana en Méxi- co. Independientemente de las polémicas que se han suscitado en nuestro ámbito académico por el uso, en ocasiones acrítico, de la Ecología Cultu- ral, así como las mismas bases inferenciales de Sanders para dar cuenta de la complejidad social precolombina, la obra de este investigador que aquí compendiamos en las referencias —sea de su autoría, coautoría o que salie- ra a la luz bajo su coordinación— continúa siendo fuente indispensable de consulta ante el cúmulo de datos que se incluyen, derivados de rigurosos trabajos de campo y gabinete. Era de llamar la atención la fortaleza de Sanders, ya sexagenario, y así se mantuvo, a nuestro parecer, después de cumplir 77 años de edad. Como escucha, ponente o comentarista siempre se mostraba atento, interesado, participativo y crítico en foros estadounidenses como la reunión anual de la Society for American Archaeology, a la cual rara vez faltaba; igualmente se le veía en eventos realizados en México, como la reunión de la Sociedad Mexicana de Antropología, la serie de mesas redondas de Teotihuacan y en plataformas de discusión como el Taller-Seminario El fenómeno Coyotlatel- co en el centro de México: Tiempo, espacio y significado, que se llevó a cabo en el Museo de las Culturas del inah en agosto de 2004. Su actitud fuera de los formalismos de las sesiones académicas siempre fue afable, amable 2009 47, septiembre-diciembre, número y su generosidad sin par hacia estudiantes y colegas de todos los grupos de edad; aunque era un investigador de firmes convicciones teóricas y tono 8 PATRICIA FOURNIER GARCÍA • FERNANDO LÓ P EZ AG UI L AR firme al respecto, nuestra experiencia es que siempre estuvo abierto a escu- char opiniones que, en más de una ocasión, lo llevaron a reflexionar acerca de lo que se le planteaba. Por último, cabe recalcar que independientemente del interés Sanders en diversas áreas de México y Centroamérica, la región simbiótica de la cuenca de México y, en particular, el Valle de Teotihuacan fueron de vital relevancia en su prolongada y fructífera trayectoria académica, una pasión que nunca abandonó este titán de la arqueología mesoamericana. Como parte del homenaje póstumo que el Posgrado en Arqueología de la enah hizo al doctor William T. Sanders los días 28 al 30 de julio de 2009, destacamos este grupo de trabajos del conjunto de ponencias y conferen- cias que se presentaron, ya que muestran el impacto que han tenido y tienen las ideas de este prominente arqueólogo en la investigación arqueológica mexicana, y que abarcan las investigaciones que en ese campo disciplinar han sido realizadas tanto por sus colaboradores como por sus discípulos directos o indirectos en el Altiplano Central Mesoamericano, en especial las regiones sur, norte y noreste de la cuenca de México, en el valle de To- luca y en el Valle del Mezquital para los horizontes Preclásico, Clásico y Postclásico. Mari Carmen Serra Puche y Carlos Lazcano nos expresan cómo el sur de la cuenca de México puede ser visto como una región con fuertes in- teracciones entre los grupos humanos con diversa organización social y, entre ellos, el medio ambiente. Los estudios realizados permiten entender las dinámicas de cambio y sugerir líneas de investigación que pudieran dar continuidad al trabajo iniciado por William T. Sanders. Thomas H. Charlton y Cynthia L. Otis Charlton exponen su asociación intelectual con William Sanders a partir de las exploraciones arqueológicas del Proyecto Valle de Teotihuacán de 1963 y el conjunto de preguntas que generó esta interacción a lo largo de cuarenta y cinco años. Las investigacio- nes recientes, llevadas a cabo en la parte oriental del Valle de Teotihuacan, tienen que ver con la definición de los conjuntos residenciales teotihuacanos en áreas fuera de la ciudad, los cuales, de presentarse como unidades do- mésticas de familias nucleares (como la azteca), permitirían reconsiderar las relaciones socioeconómicas entre la metrópoli y su área rural.