El Final De La II República Española En Elda Y Petrer
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El final de la II República Española en Elda y Petrer José Ramón Valero Escandell Vista de Elda y Petrer según el llamado “vuelo americano de 1956”. En aquellos años, ambos municipios comenzaban un proceso de expansión urbana, tras el brutal freno que para su desarrollo supuso la Guerra Civil. La vista aérea presenta muy pocas diferencias respecto a la extensión que Elda y Petrer tenían en 1939, último año de la guerra, en el que se desarrollan los acontecimientos a los que se refiere la presente proyección. 1 El 26 de enero de 1939 las tropas nacionalistas del general Franco entraban en Barcelona y desfilaban por las calles del Ensanche, como refleja la fotografía. Dos semanas después, toda Cataluña estaba en sus manos, aunque el ejército de la República se había retirado ordenadamente, tras la reunión de las Cortes en Figueres. En Francia, serían alojados en campos de concentración. Ilustración: Foto de la Agencia EFE. 2 Tras la caída de Cataluña, el territorio fiel al Gobierno se reducía a unas pocas provincias de la zona centrosur. Madrid seguía resistiendo el asedio al que se vio sometido durante casi toda la guerra y Valencia estaba ya peligrosamente cerca del frente de batalla. En aquellos momentos, la carretera de Madrid a Alicante constituía la principal vía de circulación del cada vez más escaso territorio republicano. Ilustración: Mapa elaborado por Carles Cortés Samper, del Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Alicante. 3 Juan Negrín, socialista, eminente médico discípulo de Ramón y Cajal y maestro de Severo Ochoa, era desde bastante tiempo atrás el presidente del Gobierno. Era el máximo partidario de la política de resistencia a ultranza, a fin de conseguir o una paz pactada, o una retirada organizada o unos meses de tiempo suficiente para que el conflicto español se integrara en el más amplio conflicto que se preveía en Europa. Esta política de resistencia era apoyada en buena medida por la ejecutiva socialista (aunque no por todo el PSOE) y por el Partido Comunista. El presidente Negrín, para sorpresa y disgusto de muchos, acorde con sus ideas regresó por avión a Alicante el 10 de enero, al día siguiente de la caída de Cataluña. Ilustración: El cartel, editado durante la Guerra Civil, es todo un ejemplo de la política que preconizaba Negrín. 4 Tras la caída de Barcelona, muchos políticos republicanos ya no regresaron al país. Entre ellos se encontraban tanto republicanos moderados o nacionalistas como socialistas (entre ellos, Prieto y Largo Caballero) y la mayoría de anarquistas catalanes. Sin ninguna duda, el más importante político que no regresó al país fue Manuel Azaña, que ejercía el cargo de presidente de la República, régimen que había llegado a simbolizar en algunos momentos. Su exilio en Francia y el del presidente de las Cortes dejaban descabezadas las instituciones del Estado. Entre quienes sí regresaron, además del presidente del Gobierno y sus ministros, se encontraba el buró político del Partido Comunista, uno de cuyos miembros, Dolores Ibárruri, Pasionaria, se había convertido en un mito de la resistencia a partir de la famosa frase “¡No pasarán!”. Ilustraciones: Retrato del presidente de la República, Manuel Azaña, pintado por López Mezquita, y dibujo de Pasionaria en una época anterior a 1936. 5 El doctor Negrín, tras una reunión con los jefes de las distintas zonas militares en el aeródromo de Los Llanos (Albacete) y tras visitar Madrid y sentirse vigilado por el coronel Casado –jefe del ejército del Centro decide por precaución establecerse en un lugar menos cercano al frente y mejor comunicado con el resto del territorio, al tiempo que distribuía por lugares más seguros algunas instalaciones ministeriales y militares. El coronel Antonio Cordón, su hombre de confianza, comunista, será la persona encargada de realizar las gestiones para ello. Parece más que probable que fuera él quien sugirió tanto el establecimiento del Presidente en la finca de El Poblet como la instalación de dependencias ministeriales en Elda. Ilustraciones: Fotografía de Negrín con Antonio Cordón. A la derecha, una fotografía de Cordón, con uniforme del ejército soviético, al que se incorporó para luchar contra el nazismo en la II Guerra Mundial. 6 La decisión de Negrín de establecer su residencia en la finca petrerense de El Poblet, y algunos de los centros de decisión fundamentales en Elda, ha llevado a que algunos historiadores denominen “Gobierno de Elda” a aquellos días comprendidos entre el 25 de febrero y el 6 de marzo de 1936. La estancia de Negrín estuvo vinculada a numerosos lugares del valle, muchos de los cuales todavía se conservan. Dado el carácter cuasisecreto de la ubicación del Presidente, su estancia pasó prácticamente inadvertida para la mayoría de la población. Las críticas a la decisión de Negrín se han basado en tres razones: sólo preparaba la huida; no tenía intención de establecer ninguna estructura gubernamental en torno a sí; se aislaba totalmente en un lugar periférico. La primera razón es insostenible: si sólo pretendía huir, Negrín no necesitaba haber vuelto de Francia tras la caída de Cataluña. Lo habían hecho muchos otros, sin que se les criticase por ello. Sin embargo, regresó al día siguiente. Ilustración: Plano de las principales instalaciones del Valle Medio del Vinalopó vinculadas al final de la guerra (realizado por Carles Cortés). 7 Las actas del Consejo Municipal de Elda, en su sesión de 27 de febrero de 1939, desmienten totalmente que Negrín se despreocupase de establecer una infraestructura gubernamental en torno a sí. En el plazo de seis horas fueron desalojadas algunas viviendas irregularmente ocupadas para instalar al personal gubernamental. Con total rapidez se vació el colegio “Emilio Castelar”. También El Poblet se acondicionó en pocos días. Es una demostración de que la voluntad de establecer el centro de decisiones gubernamentales en la zona fue un hecho, que sólo la rapidez de los acontecimientos impidió consolidar. Ilustración: Fragmento del acta de sesiones del Consejo Municipal de Elda del día 27 de febrero. 8 Tampoco era descabellada la idea de establecer en el valle el centro de decisiones. En esos momentos, la centralidad del lugar en el conjunto del territorio republicano era casi absoluta. Elda estaba en la carretera de Madrid a Alicante, la principal vía del territorio gubernamental en esos años; estaba muy cerca de los principales puertos disponibles (Cartagena y Alicante, sobre todo) y mucho más cercana que Madrid de Valencia, Murcia, Alicante, Albacete, Alcoy, Almería o Cartagena, las principales ciudades republicanas. Asimismo, la ciudad disponía de red ferroviaria, con una estación recientemente remodelada. La finca de El Poblet estaba muy próxima a la vía del tren. Ilustración: Fotografía de la estación de ferrocarril de Elda, prácticamente igual que era durante la Guerra Civil. 9 Los municipios del valle (Elda, Petrer y Monòver) habían ido aumentando durante la Guerra Civil su número de refugiados, respondiendo generosamente a las llamadas del Gobierno. Eran ya varios millares, procedentes sobre todo de Madrid, pero también de otros lugares como Málaga o Asturias; la mayoría eran niños, que habían comenzado a venir en grupos escolares acompañados por sus profesores. Luego también llegaron ancianos, mujeres y desvalidos. Sin ninguna duda, estos pueblos eran claros exponentes de las zonas más seguras de la retaguardia. Ilustración: Cartel republicano que incita a la acogida de la población refugiada. Fue realizado por el valenciano Josep Renau, el más representativo de los cartelistas del bando republicano. 10 La ciudad de Elda trató de conseguir fondos de todo tipo para afrontar la llegada de población flotante: beneficios de los cines, festivales, sellos benéficos... No sólo habían llegado refugiados; también se instalaron aquí algunos destacamentos militares, obreros de fábricas trasladadas y muchos heridos de guerra, acogidos en los llamados hospitales de sangre. Sólo en Elda había al menos cuatro locales –el Casino, la actual Casa Grande del Jardín de la Música, las escuelas del barrio de la Estación de Monóvar o el Salón Mundial adaptados como hospitales. Si a ello le unimos su situación en la carretera principal de la zona republicana, es fácil comprender que el trasiego de gentes podía pasar desapercibido. Ilustración: Sello benéfico para sufragar los gastos de acogida de refugiados. 11 La zona de Elda y Petrer se había ido convirtiendo a lo largo de la guerra en una de las principales zonas de producción de material bélico, gracias a la reconversión de algunas industrias locales por ejemplo, las de maquinaria o tacones y también alguna de calzado y al traslado de otras desde lugares menos seguros. Así, la Unión Naval de Levante de Valencia trasladó parte de sus instalaciones y personal a Elda y Petrer; restos de aquel traslado se conservan en la llamada “ciudad sin ley” de Petrer y en la zona de la estación de Elda. Pese a ello, ni Elda ni Petrer fueron nunca bombardeadas, al contrario que otros lugares como Alicante, Alcoi o Torrevieja. Eran, por tanto, lugares seguros para los objetivos del Gobierno. Ilustraciones: • Plano de la industria bélica alicantina en noviembre de 1938, realizado por José Miguel Santacreu Soler, profesor de la UA. • Vista de la “ciudad sin ley” de Petrer, frente a la antigua fábrica de Calzados Luvi, donde se puede contemplar todavía algún letrero vinculado a la antigua militarización de las instalaciones. (Foto del autor). • Grúa de la estación de ferrocarril de Elda, utilizada por la Unión Naval de Levante en los últimos meses de la Guerra Civil. (Foto del autor). 12 Se trataba de lugares claramente vinculados con la causa republicana, incluso desde muchísimo antes de la proclamación de la II República. Las razones eran muchas: desde la ideología republicana ligada a personajes como Emilio Castelar, al desarrollo industrial o a la existencia de una numerosa clase obrera.