LA PRESIDENCIA

DEL DOCTOR SANTIAGO DERQUI

Y LA BATALLA DE PAVÓN

COMPLEMENTO

Y JUSTIFICATIVOS MARTIN RUIZ MORENO

LA PRESIDENCIA

DEL Doctor SANTIAGO DERQUI

Y LA BATALLA DE PAVÓN

COMPLEMENTO Y JUSTIFICATIVOS

Tomo II

BUENOS AIRES Librería "La Facultad”, de Juan Roldán 436, Florida, 436 1913 Imp. Traoant - Belgrano, 4)8 al 471 - Dr. Martín Ruiz Moreno ADVERTENCIA Al empezar la narración de los sucesos que comprende el corto período de la Presidencia del Doctor don Santiago Derqui, dijimos y com­ probamos, que el Presidente había entrado al ejercicio de sus altas funciones en una situación política de paz, con la organización Nacional realizada á pesar de las dificultades que tuvo que vencer el Presidente Urquiza y habiendo traído á la unión Nacional la más importante de las Provincias, separada voluntariamente por la revolución del 11 de Setiembre. La falta de buen criterio político del Doctor Derqui, que resulta de su misma corresponden­ cia con el General don Bartolomé Mitre, le creó una situación que no sospechó al prometerle go- bernar con sus consejos y con los hombres de su partido; — y apercibido tarde de su gravísimo error, no pudo evitar la guerra que dió como final su caída. 8 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Conviene notar que el General Urquiza nin­ guna parte tuvo en los errores del Presidente Derqui, y que, por el contrario, siempre con sus consejos y con su influencia, muy legítima, con­ tribuyó á prestigiar y sostener su autoridad. Hemos explicado con sinceridad y con verdad, podemos decirlo, lo que fué la batalla de Pavón y cuáles fueron los motivos que obligaron al General Urquiza á retirarse del campo de ba­ talla y pasar á Entre Ríos, manifestando al Pre­ sidente que, restablecida su salud, esperaba sus órdenes. El Presidente Derqui con la noticia del triun­ fo del ejército Nacional, creyó que no necesita­ ba de sus servicios y lo puso de lado. Fué el último de sus grandes errores. Al aproximarse al Rosario el General Mitre con su ejército, el Doctor Derqui se dirigió por el río á Santa Fe; y en esa ciudad permaneció hasta el 6 de Noviembre, sin volver al Paraná. Y sin renunciar la Presidencia, y sin despedirse del Vicepresidente, emigró, dirigiéndose á Mon­ tevideo en el buque de guerra inglés “Ardent” El General Urquiza permanecía en su estancia — San José—y no recibió ni una carta del Doctor Derqui desde que llegó al Rosario. Allí le fué corroborada la noticia del triunfo del ejér­ Y BATALLA DE PAVÓN 9 cito Nacional por el Gobernador de Santa Fe y por el parte detallado del General Virasoro, como Mayor General del Ejército, cuyo documento mandó publicar en un periódico de esa ciudad. Enconado con el General Mitre, quien había aprovechado de sus errores, y con el General Urquiza, creyó que á éste no lo necesitaba, y se puso al frente del ejército, desde la ciudad del Rosario. Nombró á Sáa General del Oeste, y á Peñaloza del Centro. Ni dos días tardó el desbande; y cuando quiso repararlo, nombrando General en Jefe á Virasoro, fué tarde. Al emigrar el Presidente, dejó sin dinero al Gobierno y sin crédito ni por tres mil pesos. El Vicepresidente hipotecó los edificios na­ cionales, para conseguir cuatro mil pesos. La única fuerza nacional que se conservaba en la Provincia de Santa Fe, era la División de menos de tres mil hombres, que mandaba el General Virasoro, situada en Cañada de Gómez. El 22 de Noviembre fué sorprendido el Gene­ ral Virasoro, y con su completa derrota, nada quedó del Ejército Nacional. El Vicepresidente, Pedernera, en la imposibi­ lidad de hacer respetar su autoridad, liquidó el Gobierno, dando por terminada su situación. IO PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

El Ministro Doctor , dirigió una nota al Gobernador de Entre Ríos, á nombre del Vicepresidente, pidiéndole que se dignara pagar las deudas del Gobierno Nacional en vir­ tud de las que había hipotecado los edificios pú­ blicos. Esas obligaciones se pagaron inmediatamente. El General Mitre, después de la sorpresa de Cañada de Gómez, se halló en una situación parecida á la que tuvo el General Urquiza des­ pués del 3 de Febrero de 1852. Pudo, como el vencedor de Caseros, elegir el camino de la paz sin mandar derrocar por las armas las situaciones que eran afectas al Dicta­ dor Rosas, de acuerdo con su fórmula histórica: no hay vencedores, ni vencidos. • Desde su pronunciamiento de Mayo de 1851, había dejado de ser hombre de partido. Valiéndose de un partidario de Rosas, que fué siempre consecuente, convenció á los Gober­ nadores, que su resistencia no daría otro resul­ tado, que la guerra civil en lucha desigual, moral y materialmente para ellos. El General Mitre, ante todo hombre de partido, tomó el de la guerra contra las situaciones afec­ tas al Presidente Derqui. Ese fué su lamentable error. Y BATALLA DE PAVÓN II

Consiguió reorganizar los Poderes Públicos de la Nación; pero la guerra civil quedó laten­ te; y luego que apareció en La Rioja, Catamar- ca y otras provincias, continuó, con intervalo de meses, hasta el final de su período presi­ dencial. La publicación de su importante archivo ofre­ ce la má¿ completa prueba. Y es de notar el gravísimo error histórico en que ha incurrido el General Mitre, en una de sus cartas, dirigidas á don José Posse, Gober­ nador de Tucumán. Condenando los medios violentos en política, le dijo:

« Mi estimado amigo: » He tenido el gusto de instruirme por una »carta de usted al General Rojo, de sus opi- » niones con motivo de los últimos sucesos de » Salta; y aun cuando he visto con satisfacción, > que permanecía usted á la expectativa, sin > tomar ninguna ingerencia en esos sucesos, »no he dejado de extrañar el que se inclinase » á la aceptación de los hechos consumados en » dicha Provincia. » Tal aceptación no podría en ningún tiempo »producir ningún bien al país, ni á la actuali- >dad de la República; usted sabe, como yo 12 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

»que no es por el empleo de medios violentos «que se remedian los males que pueden aque- «jar á los pueblos; y que el haber incurrido » en ese error produjo la caída del Gobierno del » General Urquiza. Seguir tan funesto camino, » sería incurrir en el mismo error, y ni el Go­ bierno Nacional, ni la actualidad que hemos »alcanzado podrían jamás obtener ningún bien »ni apoyo por medio de revoluciones contra la »ley y el orden legal de las provincias.»

Dos afirmaciones equivocadas hay en ese párrafo de la carta del General Mitre. En primer lugar, el Gobierno del General Urquiza no cayó. Terminó su período presiden­ cial tranquilamente, después de haber obligado á los que habían conspirado durante varios años contra la integridad Nacional, á volver á la unión; y si para traerlos á la unión tuvo que dar una batalla, á eso fué obligado por ellos, que rehusaron varias veces los medios pacíficos de llegar á la integridad. Fueron los enemigos del General Urquiza los que usaron los medios violentos. Primero en Villa Mayor, fusilando al benemérito General don Jerónimo Costa y á varios otros Jefes, después de rendidos; y después asesinando al General don Nazario Benavides, alevosa y bru­ Y BATALLA DE PAVÓN 13 talmente, en 1858; asesinando al Gobernador de San Juan, (Coronel don José Virasoro), y al General don Angel N. Peñaloza. En el asesinato de Virasoro tuvo parte prin­ cipal don Domingo F. Sarmiento, Ministro de Gobierno del Gobernador de Buenos Aires. Y en el asesinato del General Peñaloza, el mismo Sarmiento, siendo Gobernador de San Juan y Comisionado del Presidente Mitre en la guerra civil de 1863, aplaudió el asesinato y dió un as­ censo al asesino Irrazábal, jefe nacional. En Marzo de 1863 el Presidente Mitre nombró á Sarmiento su representante para dirigir la guerra contra el General Peñaloza. El 28 de ese mes recibió Sarmiento su nombramiento de Director de esa guerra, que se hacía sin guar­ dar formas por parte del terrible Sandes y de algunos otros. Dos meses después, Sarmiento publicó en ese carácter el siguiente decreto: 14 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

< San Juan, Mayo 29 de 1863.

» El Gobernador de la Provincia, encargado por » el Gobierno Nacional, etc., etc.

» Siendo práctica inveterada de los montone­ ros recortar las armas del Estado para hacer pistolas que llaman recortados, inutilizándolas para el servicio público y defraudando al Esta­ do de suspropiedades, —

» DECRETA:

» Artículo i.® Los jefes de fuerzas Nacionales en operaciones sobre La Rioja, fijarán un tér­ mino conveniente para la presentación y entrega de dichos recortados, pasado el cual aplicarán doscientos azotes, estando esta pena en vigencia para delitos militares, á los que se encontraren poseedores de dicha arma prohibida, debiendo además pagar el valor del fusil ó carabina in­ utilizada, ó, en su defecto, sufrir seis meses de tra­ bajos forzados. »Art. 2.0 Comuniqúese á los jefes de las fuerzas expedicionarias que ocupan la Provin­ cia de La Rioja, y demás autoridades de ella, para su cumplimiento y publíquese.

> SARMIENTO. » Godoy Carril —V. Videla. > Y BATALLA DE PAVÓN 15

No puedo explicarme cuál fué el propósito del señor General Mitre, al hacer esas afirma­ ciones de todo punto inexactas. El no podía confundir al General Urquiza con el Doctor Derqui. Y si esa fué su intención, resultaría menos justificado ante la historia política de aquellos días; pues el General Mitre sabía que ■el General Urquiza no había tenido influencia en la dirección política del Presidente Derqui. Quien la tuvo decisiva hasta que el Doctor Der­ qui se convenció que había sido burlado, fué el mismo General Mitre, á quien el Doctor Derqui le dijo en una carta reservada, que gobernaría con sus consejos, que le indicara sus Ministros, porque estaba dispuesto á gobernar con sus consejos y con los hombres de su partido. Esa carta se ha publicado entre las del Archivo del General Mitre, en el diario “La Nación”. Ade­ más, el General Mitre sabía que el General Urquiza había condenado con la mayor energía el fusilamiento del Doctor Aberastain. Hemos creído de la mayor conveniencia para la historia de aquel período político, rectifi­ car las afirmaciones del General Mitre, no sólo por el interés de la misma verdad histórica, sino porque la palabra del General Mitre se ha tenido siempre por sus partidarios, y por

"TOMO II 16 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI muchos otros, como la expresión sincera de la verdad. En el espíritu de algunos hombres notables se observa un fenómeno que no puede explicarse en sentido favorable y consecuente con la teoría que manifiestan conocer, y que sin duda cono­ cen. Si después de Pavón no hubieran ido San- des, Arredondo y otros, á cambiar, por medios violentos, las situaciones afectas al Doctor Der­ qui, la guerra civil poco hubiera durado.

Martín Ruiz Moreno. CREACIÓN Y ESTABLECIMIENTO DE LA MUNICIPA­ LIDAD EN LA CIUDAD DEL PARANÁ CAPITAL PROVISORIA DE LA NACIÓN

Durante la federalización del territorio de toda la Provincia, no se había establecido la Municipalidad en ninguno de sus pueblos, por­ que todas sus rentas se necesitaban para for­ mar el pobre Tesoro de la Nación. Cuando en 1860 la Provincia de Entre Ríos volvió á su situación de Estado Federal, en virtud de una ley del Congreso de la Nación, se designó como Capital Provisoria Nacional la Ciudad del Paraná, designándole por límites el arroyo de Las Tunas por el Este, y por el Sud el arroyo del Paracao. La Provincia de Entre Ríos sancionó su Constitución, que empezó á regir á principios del mismo año de 1860, y en ella estableció el régimen municipal. El Congreso Nacional, por su ley de 25 de Se­ tiembre, creó la Municipalidad para la Capital de la Nación. Ib PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Es de interés histórico recordar que en esta ciudad del Paraná, no obstante ser la más impor­ tante de todos los pueblos de la Provincia, cuan­ do tuvo lugar la revolución de 1810, no se ha­ bía creado la institución Municipal; y por eso fue que, á petición de un vecino de la Ciudad, el Congreso Nacional de 1813, dictó su ley de 25 de Junio de ese año, por la cual se creó la Municipalidad para la expresada Ciudad del Pa­ raná. Pero no llegó á establecerse sino con el nombre de Junta de Propios, hasta el año 1822. Promulgada la citada ley Nacional de Setiem­ bre de 1860, el Gobierno Nacional convocó á elecciones municipales; y habiendo tenido lugar dicha elección, la corporación quedó instalada con el siguiente personal: don Salvador Carbó, don Escolástico Ibarra, don Domingo Comas, don Ramón Puig, don Faustino Parera, don Estanis­ lao Rojas, don León Mujica, don José María Ortiz, don Mariano Rams, don Francisco Soler, don Pedro L. Funes, como propietarios, y como suplentes don Antonio Zabal, don Ramón Ota­ ño, don Domingo Balugera, don Mariano Zubiaur y don Ramón Vázquez. . Como autoridades de la corporación, fueron nombrados: Doctor don Francisco Soler, como Pre­ sidente; don Estanislao Rojas, como Vicepresi­ dente, y el Doctor don Leónidas Echagüe, como Síndico Procurador. Fué nombrado Secretario, don Alejandro Carrasco Albano, y como Tesorero, don León Mujica —27 de Noviembre de 1860—. Y BATALLA DE PAVÓN 19

Las atribuciones y deberes de la Municipali­ dad, fueron designadas en el capítulo 2.0, en los siguientes artículos:

« Artículo io.° La Municipalidad es capaz de » contratar, poseer y gestionar, como cualquier » particular, y tiene además las siguientes atribu- » ciones y deberes:

» i.° Dictar su reglamento interior con inclu- » sión de los empleos necesarios á su servicio. » 2.0 Examinar y aprobar ó rechazar las actas »de elección de sus miembros y resolver sobre » la renuncia de los mismos. » 3.0 Nombrar comisiones, empleados y otros » agentes municipales cuando la necesidad lo » requiera. » 4.0 Cuidar la seguridad é higiene públicas » organizando y reglando el cuerpo de serenos, » velando la fidelidad de las pesas y medidas » que se usan en el comercio, la limpieza de las » calles y todos los lugares públicos, la mejora > del alumbrado público, la desinfección del aire » y de las aguas, el despejo de las materias in- »fectas, la propagación de la vacuna, la conser- » vación y mejora del hospital, asilo y casa de » beneficencia, el aseo y mejora de los mataderos, »la buena calidad de los medicamentos y co- » mestibles puestos en venta, la conservación y » aumento de los cementerios y todo lo demás 20 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

» que sea relativo á la salubridad, comodidad y » seguridad de la población. » 5.0 Velar por la ilustración y moralidad pú- » blicas, inspeccionar y fomentar los estableci- » mientos de educación literaria y artística, regla- » mentar los de instrucción primaria, crear otros, » presupuestarlos y dotarlos, nombrar sus precep- » tores, previa constancia de su capacidad y bue- » ñas costumbres, y removerlos cuando la utilidad » lo exigiere; velar sobre el tratamiento de las » personas y buena administración de los bienes » de los menores, cuidando que éstos y sus inte- » reses estén confiados á personas de conocida » moralidad, honradez y responsabilidad, y que » los huérfanos sean colocados convenientemente » en el aprendizaje de alguna profesión, arte ú » oficio, y finalmente, impedir todo lo que pueda » ofender á la honestidad pública, y corromper » las buenas costumbres. » 6.° Sobre obras públicas, corresponde á la » Municipalidad disponer lo concerniente á la » nivelación, desagüe, mejora, delincación y em- * pedrado de las calles y calzadas, apertura de » caminos y construcción de carreteras y puen- » tes, la reparación y construcción de edificios » públicos municipales, la conservación y forma- »ción de paseos, la reglamentación de todo lo »que concierne á mercados de abasto público, » y todo lo demás que contribuya al ornato y uti- » lidad del municipio. Y BATALLA DE PAVÓN 2T

» 7.0 Respecto á hacienda, toca á la Municipa- »lidad disponer lo conveniente, sobre todo asunto » que se refiera á la percepción de sus rentas, » su reglamentación y aumento y al crédito de la » Municipalidad; invertir sus fondos conforme » al presupuesto, contraer créditos y empréstitos, » á condición que el importe de éstos no exceda » al de sus rentas de un año; establecer cajas » de ahorros, montes de piedad y loterías; aten- » der al deslinde de todas las acciones, impues- » tos é intereses que le corresponden; proyectar » impuestos locales indirectos, multas, portazgos, » y demás derechos que sean necesarios al fin » de su institución, debiendo someterlas al Con- » greso para su aprobación, por conducto del » Ministerio del Interior; amparar y gestionar » los derechos procomunales contra las usurpa- » ciones del interés particular; presentar todos »los años el presupuesto de sus gastos con el »cálculo de recursos para su sanción por el » Congreso, y practicar todo lo demás que sea » conducente á la mejor inversión, colocación y •» garantía de sus fondos. Corresponde asimismo » á la Municipalidad presentar al Poder Ejecutivo » una terna, para el nombramiento de Juez de » Paz y Médico del Hospital. »

El capítulo 3.0 de la ley Orgánica designó las propiedades y rentas á la Municipalidad en los dos artículos siguientes: 22 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

< Artículo n.° Son propiedades de la Mu- » nicipalidad los edificios y establecimientos fis- > cales, que no hubiesen sido adquiridos con »fondos de la Nación y los terrenos de pro- »piedad pública poseídos ó valdíos, situados »dentro del Municipio; pero ía Municipalidad » no podrá disponer sobre los terrenos poseídos » por particulares, antes de la promulgación de » esta ley, mientras no se reglen por otra espe- » cial sus derechos. » Art. 12.0 Son rentas municipales, las que »se pagan en el distrito municipal con el » nombre de policiales, como las de patentes » el impuesto de serenos, de alumbrado, los que » se establecieren sobre mercados y cementerios, »las multas por infracción de ordenanzas mu- » nicipales y todas las demás contribuciones indi- » rectas de carácter municipal establecidas y que » se crearen conforme á la ley. »

Debo advertir, que al deslindar los edificios Nacionales de los de la Provincia, el convenio celebrado con el Gobierno Nacional por parte del Gobierno de Entre Ríos, no llegó á tener la sanción del Congreso, á causa de haber demorado el Ministro del Interior someter á la aprobación legislativa ese convenio; y á causa de esa falta de una ley aprobatoria del expresado convenio, se ha incurrido en el error de seguir conside­ rando como edificios nacionales algunos que Y BATALLA DE PAVÓN 23 pertenecen á la Provincia. En este caso se halla el edificio que ocupa desde muchos años el co­ legio de niñas que dirigen algunas Hermanas de Caridad. Ese edificio fué construido en terreno de la Provincia adquirido en remate público el año de 1859; y aunque fué reconstruido de nuevo y se destinó para el uso del Senado Nacional, la nueva construcción se hizo con dinero que sólo iba al Tesoro Nacional por estar federalizada la Provincia. Es de notar en esta Ley Orgánica, que el Presidente de la Municipalidad era nombrado por la misma Corporación, que es el mejor que se armoniza con el sistema de Gobierno demo­ crático representativo. IMPORTANTES DOCUMENTOS SOBRE LOS SUCESOS DE SAN JUAN

El asesinato del Coronel don José Virasoro, Gobernador déla Provincia de San Juan, debió hacer comprender al Presidente Derqui, que los halagos que le había prodigado al Gobierno de Buenos Aires estimulaban la anarquía iniciada por aquel lamentable suceso. Se dirá que esas galanterías políticas del Pre­ sidente eran exigidas por la cultura social y con un fin conducente al afianzamiento de la unión Nacional. La correspondencia reservada entre el Doctor Derqui y el General Mitre, desde Se­ tiembre de 1860 hasta Mayo de 1861, ponen de manifiesto, que otros eran los propósitos. El asesinato de Virasoro primero, y el asesi­ nato de Aberastain, que fué su brutal conse­ cuencia, empezaron á despertar sospechas en los verdaderos amigos de la unión, que los sucesos posteriores desgraciadamente justificaron. 2Ó PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Cuando el Presidente Derqui se apercibió de que esas galanterías le habían sido ineficaces para sus fines reservados, y que desde los pri­ meros días de su Gobierno no había conseguido otro resultado con ellas; que alentar la política mañosa de un partido, quiso retroceder, y ya no tuvo tiempo. En Mayo (1861) ya el Gobierno de Buenos Aires podía considerarse en rebelión, y esa fuéla verda­ dera causa de haber ido á Córdoba el Presidente Derqui; aunque otras causas se expresaron. El Presidente, exasperado por el chasco que había sufrido con sus cariños políticos para con el General Mitre, al salir para Córdoba con el propósito de formar un cuerpo de ejército, aprobó la conducta del interventor Sáa por el siguiente decreto:

Departamento del Interior. Paraná, Mayo 29 de i86t.

Visto el precedente informe del Excelentísimo señor Gobernador de la Provincia de San Luis, Coronel don Juan Sáa, Comisionado por el Eje­ cutivo Nacional para restablecer las autoridades Constitucionales, el orden y la tranquilidad al­ terados por la sangrienta sedición del 16 de Noviembre último, con el mérito de los docu­ mentos anexos é instrucciones que al efecto se le confirieron; Y BATALLA DE PAVÓN 27

Oído el consejo de Ministros, —

El Presidente de la República

DECRETA: Artículo i.° Apruébase la conducta del Ex­ celentísimo señor Gobernador de la Provincia de San Luis, Coronel don Juan Sáa, Comisiona­ do por el Ejecutivo Nacional cerca de la Provin­ cia de San Juan, por decreto expedido con fe­ cha 25 Noviembre próximo pasado. Art 2.0 Se declara á dicho Comisionado al­ tamente meritorio por los importantes servicios prestados á la patria en el desempeño de dicha Comisión. Art 3.0 Comuniqúese, publíquese y dése al Registro Nacional.

DERQUI. José Severo de Olmos.—Nica­ nor Molinas.—Vicente del Castillo.—José M.a Francia. 28 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

DECRETO SOBRE LA INTERVENCIÓN

Departamento del Interior. Paraná, Noviembre 25 de 1860.

El Presidente, de la República —

Considerando: Que los deplorables y sangrientos sucesos ocurridos el 16 del corriente en la Provincia de San Juan, exigen medidas que con prontitud contengan eficazmente los resultados de la in­ moral y escandalosa sedición, garantiendo las propiedades y vidas de los ciudadanos que se hallan amenazados por la absoluta desaparición del orden, autoridades constitucionales y todo elemento de Gobierno legal; Que no es posible, sin grave responsabilidad, dejar esta Provincia abandonada al pillaje, ar­ bitrariedad y desenfreno desplegados en los su­ cesos del 16; Que, finalmente, es indispensable restablecer y garantir la libertad de sufragio que ha de re­ parar y reemplazar oportunamente las autori­ dades constitucionales extinguidas por el crimen más horrendo y alevoso; Oído el Consejo de Ministros, —

ACUERDA Y DECRETA: Artículo i.° Comisiónase á S. E. el señor Gobernador de la Provincia de San Luis, Coro­ Y BATALLA DE PAVÓN 29

nel don Juan Sáa, para que, representando al Gobierno Nacional en la Provincia de San Juan, restituya en ella el orden aniquilado por la se­ dición, y garantice las vidas y las propiedades, adoptando al efecto las disposiciones y medidas que creyere convenientes y legales. Art 2.0 A los objetos prevenidos en el artículo anterior, queda igualmente autorizado el mis­ mo señor Gobernador, Coronel don Juan Sáa, para movilizar las fuerzas de la Provincia de su mando y las de Mendoza, haciendo por cuen­ ta del Tesoro Nacional, los gastos que fueren necesarios. Art 3.0 Nómbrase Secretario de la Comisión, al ciudadano don José Manuel Lafuente. Art. 4.0 Por el Ministerio del Interior, se ex­ pedirán al Comisionado las instrucciones corres­ pondientes. Art. 5.0 Comuniqúese; publíquese y dése al Registro Nacional, debiendo darse cuenta opor­ tunamente al Congreso Federal.

DERQUI. José Severo de Olmos — NORBERTO DE LA RlESTRA.— José María Francia. 30 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Paraná, Noviembre 25 de 1861.

INSTRUCCIONES

Que deberá observar el Exento. Gobernador de la Provincia de San Luis, Coronel don Juan Sáa, en el desempeño de la Comisión que el Gobierno le ha conferido, por decreto de esta fecha, para restablecer el orden alterado en la Provincia de San Juan:

Si encontrare al pueblo de San Juan en plena posesión y libre ejercicio de sus derechos, apo­ yará sus deliberaciones, si en ellas no tuviere lugar influencia directa ni indirecta la revolu­ ción y fueren conducentes á restablecer legal - mente las autoridades constitucionales, sin reti­ rarles su protección hasta que el orden y la tranquilidad pública sean completamente resti­ tuidas y afianzadas. Si los revolucionarios y anarquistas, como es creíble, estuviesen dominando la Provincia de San Juan y sus destinos, les someterá de la ma­ nera que estimare más conveniente, haciendo la declaración de estado de sitio y asumiendo el mando de la Provincia; asegurará á todos los que de ellos aprehendiere, y dará cuenta al Go­ bierno Nacional para su conocimiento y disposi­ ciones ulteriores. Pedirá las fuerzas que juzgare necesarias, no sólo al Gobierno de Mendoza, de conformidad Y BATALLA DE PAVÓN 31 con el decreto expedido en la fecha, y que en copia legalizada se acompaña, sino también al de Catamarca, á quien se previene lo condu­ cente al efecto; autorizándole asimismo para movilizar aquellas que á su juicio fueren preci­ sas para el más puntual cumplimiento de dicho decreto y consecuencia de su objeto. Dará pronto y oportuno aviso al Gobierno, de todos los sucesos que durante su Comisión y en el desempeño de ella fueren ocurriendo para dictar en su méritos la providencias convenientes. Podrá contraer créditos á nombre del Gobier­ no Nacional, para proveer de víveres, etc., á las fuerzas de su mando; cuyos créditos serán pun­ tualmente cubiertos, debiendo hacerse los giros contra el Ministerio de Hacienda. Finalmente, revelándose por el mencionado decreto y anteriores artículos de estas instruc­ ciones el propósito y miras del Gobierno, el Comisionado Coronel don Juan Sáa, tomará to­ das las medidas que su conocida prudencia y discreción le aconsejaren para llenar cumplida­ mente la importante comisión que se le confie­ re, recomendándosele, en todo, el mayor celo y actividad.

DERQUI. José Severo de Olmos.

TOMO I( 32 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Ministerio del Interior.

Paraná, Enero 29 de 1861.

Al Excmo. señor Gobernador de la Provincia de San Luis, Comisionado Nacional Coronel don Juan Sda.

He puesto en conocimiento del Excmo. señor Presidente de la República, la nota de V. E., fecha 14 del corriente y documentos anexos, y espera S. E. los conocimientos á que se refiere este Ministerio en su nota anterior. Ha llamado la atención de S. E. en estos sucesos el fusilamiento del prisionero doctor don Antonio Aberastain, en el día siguiente de la batalla, perpetrado por el Teniente Coronel don Francisco Clavero, de que V. E. da parte en su carta particular del 17 del presente. Hechos semejantes no deben ser jamás tole­ rados, y excuso manifestar su gravedad porque su calificación y juzgamiento pertenecen á los tribunales que han de aplicar lá ley. Vuecencia procederá, por consiguiente, luego de recibir esta nota, á poner en arresto al men­ cionado Teniente Coronel Clavero, mandar le­ vantar un sumario sobre el hecho por un fiscal militar, y así que estuviese en estado la causa la remitirá á esta Capital, con el procesado, bajo la competente custodia para ser juzgado por un consejo de guerra de oficiales generales. Y BATALLA DE PAVÓN 33 Al mismo tiempo tratará V. E. de indagar si se han cometido otros hechos semejantes, y en todos ellos procederá del mismo modo con los culpables. Respecto á los deseos que manifiesta V. E. de regresar á San Luis, y á las instrucciones que pide, S. E. el señor Presidente ha dispuesto con­ teste á V. E. haga retirar á sus respectivas provincias las fuerzas que no fueren necesarias para conservar el orden que emplee su vigilan­ cia y energía como anteriormente se le ha re­ comendado, ó en evitar y reprimir todo género de venganzas individuales ó persecuciones de partido; y que, luego que se haya organizado en San Juan un Gobierno Constitucional, con ca­ rácter de Provisorio, puede retirarse V. E. con todas las fuerzas de su mando. Después de los sucesos que han tenido lugar, y á la vista de un campo de batalla en que han quedado cuatrocientos cadáveres, no hay nece­ sidad de conservar los prisioneros á que V. E. se refiere. Por consiguiente debe V. E. proce­ der, sin demora, á ponerlos en libertad. Al transmitir á V. E. las expresadas órdenes é instrucciones del Excmo. señor Presidente de la República, tengo el honor de saludar á V. E. reiterándole mis protestas de particular estima­ ción y aprecio. Dios guarde á V. E.

José Severo de Olmos UNA CARTA DEL GENERAL MITRE AL GENERAL URQUIZA, SOBRE EL ASESINATO DEL GOBER­ NADOR VIRASORO.

Buenos Aires, Diciembre 15 de 1860

Excmo. señor Gobernador de Entre Ríos, Capitán General don Justo José de Urquiza.

Mi estimado General y amigo: Aunque sin ninguna á que contestar después de mi última, no quiero perder la oportunidad de escribirle, porque creo que debemos mantener viva, como siempre nuestra correspondencia, á fin de cambiar nuestras ideas y mantener el per­ fecto acuerdo en que felizmente hemos marchado respecto de las cosas públicas. Estos días anteriores han sido aquí de alguna agitación á consecuencia de rumores transmiti­ dos desde el Rosario y del Uruguay, exagerán­ dose, hasta el infinito, el hecho de existir una seria desinteligencia entre usted y el Presidente de la República, á causa del modo distinto de ver en lo que respecta á la política sobre San 36 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Juan. El buen sentido público se ha sobrepuesto á esta falsa alarma, porque no ve realmente en qué pueda haber seria desinteligencia á propó­ sito de sucesos sobre los cuales recién se va formando la opinión en presencia de los datos que se van recogiendo, y porque en el fondo todos reconocen en usted moderación y patrio­ tismo, y en el Presidente rectitud de miras en la dirección de la política nacional. De todos modos, son sensibles estos rumores que propalan, tal vez sistemáticamente, los que quisieran ver producirse un malestar que, des­ moralizando la situación que felizmente hemos conseguido crear, acabaría por hacer perder la fe en los hombres y las cosas de nuestro país, destruyendo las influencias morales y legítimas que se han puesto al servicio de la libertad y del bien, en cuyo sentido la de usted es eficaz y provechosa. Las influencias morales, que sin pesar inme. diatamente sobre los hombres y las cosas aisla­ damente, pueden dominar en general los inte­ reses de los pueblos, encaminándolos hacia el bien, son necesarias y convenientes en las Re­ públicas, sobre todo cuando esas Repúblicas están tratando de consolidar su modo de ser político. Si esas influencias se fundan, como la de usted, no precisamente en la fuerza, que es pasajera, sino en el hecho de haber derrocado una bárbara tiranía, de haber fundado para su país institu­ ciones libres, y de haber realizado entre los her­ Y BATALLA DE PAVÓN 37 manos la paz con alta moderación y honrado patriotismo; entonces ella, además de moral y útil, es legítima, en tanto que se ejerza en el sentido de esos grandes intereses de que saca su propia fuerza, y es deber de todos sostenerla, sin evitar consejos de francos y saludables al hom­ bre poderoso, á fin de que persevere en el ca­ mino recto, y que, haciéndose superior á impre­ siones del momento, tenga la fuerza de alma que se necesita para no flaquear y para que no se exponga á perder en el concepto de los pue­ blos. A este respecto, mi estimado General, creo haberle dado las más inequívocas pruebas de amistad y buena fe, hablándole siempre con la franqueza y austeridad de esa buena fe, á fin de conciliar la legítima influencia que le da su po­ sición espectable con los intereses públicos, que es deber de todo buen ciudadano consultar ante todo. Ahora, permítame que le diga que, sin alar­ marme por nada, y sin oídos á las exageraciones que se propalan' calculadamente, creo que indu­ dablemente han debido desconsolarlo algún tanto los sucesos que se han desarrollado en San Juan, sobre todo, tales como se pintaban al principio- Esto es natural, porque las vías de hecho, las violencias, son una calamidad para los pueblos que se constituyen y un deshonor para los países como los nuestros, que, después de tantos años de lucha, al fin estamos dando .el hermoso ejemplo 3» PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI de la paz y de la concordia; pero al mismo tiempo, esto no debe influir en vuestro juicio sino hasta donde sea conveniente, para evitar mayores males y para evitar, sobre todo, la repetición de otras escenas de violencia, que agravarían el malestar y conmoverían la situación por su base. Así, pues, comprendiendo las diversas impresiones que de­ ben haberlo ocupado con tal motivo, yo le diría que no es con ellas sino con su razón que usted debe aconsejarse; pues de lo contrario su rol de moderador y su influencia moral en el sentido del bien perdería, en el concepto público; y con tal motivo le repetiré aquí lo que amistosamente le dije en San José, y es que todos tienen in­ terés en que se conserve esa saludable influen­ cia, porque es una garantía de orden y de esta­ bilidad, y que por lo mismo debe dominar desde muy alto, con verdadera elevación, á fin de no gastarse con el roce de la materialidad del po­ der, que es una ambición vulgar para un alma verdaderamente superior. Así, yo comprendo, y creo que usted no de­ jará de comprenderlo conmigo, que su influencia en este momento delicado debe ejercerse con tendencia á dos objetos capitales: i.° Procurar que se salven las instituciones federales que nos rigen, sin poner nuestras pasiones ó nuestras alarmas en lugar de los principios que deben guiarnos; 2.0 Evitar, por todos los medios ima­ ginables, hasta la posibilidad de una guerra civil, por remota que sea, á fin de no poner Y BATALLA DE PAVÓN 39 males mayores en lugar del mal que se pretende curar. A estos dos puntos se contraía mi carta anterior, sobre la cual ruego á usted que medite detenidamente. Las noticias venidas por el último correo de San Juan, dan mayor fuerza á las reflexiones contenidas en mi anterior, y deplorando que la fatalidad haya hecho inevitable una catástrofe que nuestra carta colectiva habría probablemente evitado. Usted, que conocía tan bien al Coronel Virasoro, y que me decía en San José, « que era un hombre con instintos de tigre, que no podía mandar pueblos sin cometer violencias y provo­ car resistencia >, y que además me decía « que la Provincia de San Juan era un pueblo desgra­ ciado, que no había participado de los beneficios de la libertad conquistada en Caseros»; usted, repito, que ve realizadas sus previsiones, que pre­ viendo el mal quiso poner remedio á él, no po­ drá menos de convenir conmigo en que, el su­ frimiento del pueblo de San Juan había llegado á un extremo que, si bien era prudente preve­ nir, no nos obliga á canonizar hoy la memoria de Virasoro, ni nos permite sujetar á interpre­ taciones siniestras un hecho que está explicado por sí mismo, y que usted mismo pudo llegar á sospechar ó prever cuando me hablaba en aquel sentido. La situación actual requiere de parte de los hombres influyentes del país la mayor prudencia y la más imperturbable serenidad, porque sólo 40 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

á este título se conserva autoridad moral sobre los pueblos, cuando éstos les piden inspiraciones imparciales y salvadoras; y mientras los vean unidos, animados de sentimientos nobles y pro­ curando curar no sólo un mal presente, sino evi. tar males futuros, ellos permanecerán tranquilos; pero de lo contrario la alarma cundirá y nadie puede prever hasta qué punto puede llegar esa alarma en pueblos impresionables como los nues­ tros, y donde por una y otra parte hay tántos hombres que conspiran contra nuestra grande obra. Me he extendido más de lo que pensaba, de jando correr la pluma naturalmente, y diciéndole lo que creía de mi deber decirle, y lo que me aconsejaba mi corazón y mi inteligencia. Tengo demasiada confianza en su buen juicio y rectitud de intenciones para insistir más sobre un punto en que desearía oir sus ideas para formar á la vez mis ideas, á fin de ponernos definitivamente de acuerdo. Sin más por ahora soy de usted como siempre su afmo. amigo y compatriota, que le desea prosperidad.

Bartolomé Mitre. UNA CARTA DEL GENERAL URQUIZA CONTESTAN­ DO AL GENERAL MITRE ALGUNOS CARGOS QUE LE DIRIGIÓ

ASESINATO DEL GOBERNADOR VIRASORO

San José, Diciembre 19 de 1860.

Excmo. señor Brigadier General don Bartolomé Mitre, Gobernador de Buenos Aires.

Mi estimado General y amigo: La contestación á su apreciable carta anterior, que debe estar en su poder, debía considerarla suficiente para contestar á la que de nuevo me ha dirigido sobre la situación producida por los san­ grientos sucesos de San Juan; pero no quedará por mí, el dejar de mantener viva nuestra corres­ pondencia ; desde que la inspira la franqueza y la recíproca estimación de la rectitud de nuestras intenciones, la nobleza de nuestros propósitos, bien que alguna vez, como en esta, no aprecia­ mos igualmente los hechos, aunque iguales sen- 42 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI timientos nos agiten respecto al afianzamiento de la paz y de la unión, idénticos por los intere­ ses por éstas conquistadas. No es cierto que haya desinteligencia entre el señor Presidente y yo á propósito de los sucesos de San Juan, que él puso en mi conocimiento y á quien le contesté más ó menos, en el mismo sentido que á usted. Lejos de eso, sus cartas pos­ teriores me manifiestan perfecta conformidad cou mis vistas, habiéndome explicado las razo­ nes que en el primer momento lo inclinaron á nombrar en la comisión á los coroneles Conesa y Paunero y al Oficial Mayord el Ministerio de Gobierno de Buenos Aires, don José María La- fuente. A pesar de sus explicaciones le he mani­ festado que no encontraba prudente eso. Por lo demás, no hay relativamente á esos sucesos nin­ guna disconformidad respecto de la apreciación de los hechos. Todos los detalles posteriores, sin excluir la oficial del gobierno elegido en seguida de los asesinatos y por una reunión de gente encabezada por los que los perpetraron, no han hecho cambiar la opinión que desde el primer momento formé, porque estoy al cabo de la lar­ ga premeditación del hecho, de los agentes que se han movido, de los que han recibido, de los que han repartido las armas y el dinero. No importa que yo creyese que el Gobernador Virasoro no había de hacerse querer en ese puesto, por su carácter irascible y violento, y ejerciendo autoridad en un pueblo que no era el suyo Y BATALLA DE PAVÓN 43 Cuando yo supe que Virasoro se proponía para Gobernador de San Juan, le escribí una carta aconsejándole no aceptase; la recibió tarde, y me contestó que lo sentía, pero que ya no era tiem­ po de seguir mi consejo. No importa que cono­ ciese la mucha resistencia que su administración inspiraba; no por eso disminuye á mi juicio, la responsabilidad de sus cobardes matadores, ni mi convicción profunda que debe contenerse con moralizadora energía, que del puñal homi­ cida se haga otra vez agente político, instru­ mento legítimo para escalar el poder. Rechazaba á Virasoro como Gobernador de San Juan, aunque estimaba en él otras cualidades como militar ; como rechacé á Aberastain cuando usted me lo indicó como sucesor, diciéndole que era un hombre exagerado en sus pasiones po­ líticas y que fué el principal instigador en el ase­ sinato de Benavides, no insistiendo usted en ello; y. como rechazé á don Francisco Coll, Jefe de Policía cuando fué asesinado Benavides. Y esa es, la impunidad del asesinato de Be­ navides, la que ha traído este nuevo horrendo cri­ men, y la impunidad de éste haría perder toda fe en los hombres y las cosas de nuestro país» lo desmoralizaría completamente y desacreditaría la paz y la unión, si no fuese bastante á pro­ ducirse la violencia y sangrienta reacción de los partidos. Esta es mi opinión. Y no es este caso como el de Benavides; no tenía la estimación por Virasoro que tenía por 44 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI aquél; pero no me dejo llevar por influencias extremas á los verdaderos intereses del país, y principalmente á los que hacen relación al nuevo orden de cosas creado desde el n de Noviembre, que aquel suceso ha venido profun­ damente á perturbar. Si mi influencia vale, ha de ejercitarse en un todo del lado de la justicia y contra el crimen, sin importarme del número ni la calidad de los que lo cometan. No concibo sobre otra base la consistencia de la causa del orden y de la ley, por la que he hecho tantos esfuerzos y sacrifi­ cios. Todo podría contemplar, todo he contem­ plad'), y conmigo todos mis amigos; y quien sa­ be si esta no es la causa para que ciertas am­ biciones se hayan creído autorizadas á armarse del puñal; todo he contemplado, pero no con­ templaré el crimen. Ese hecho ominoso no podrá ser explotado por los interesados en un trastorno general, que así los hay en uno y otro lado, si la gran mayoría del país, movida por legítimas influen­ cias, rodea á la autoridad general para prestigiar­ la á efecto de que pueda hacer respetar la ley, ha­ ciendo obrar la justicia. Si no hay quienes, mo­ vidos por afinidades políticas ó por afecciones personales, traten de disimular los hechos é im­ pedir ó desprestigiar la acción de la ley. Sé, mi estimado General, lo que debo á mis antecedentes, y á esos hechos que usted re­ cuerda con honrosa estimación, para no ceder Y BATALLA DE PAVÓN 45 á las pasiones de unos pocos y mezclarme entre la turba que aplaude un crimen porque apro­ vecha á sus miras. No usaría este lenguaje con usted, si no estu­ viese convencido de la rectitud de su juicio, aun cuando ciertas consideraciones lo modifiquen por el momento. Yo tengo plena confianza en us­ ted, y aprecio los esfuerzos y sacrificios que le cues­ ta el servicio prestado desinteresadamente á la causa de la paz y de la unión, conteniendo las pasiones que bullen á su alrededor. Pero creo que no debemos temer ningún mal resultado, de contener y reprimir el crimen. Por el contrario. Todo se ha contemplado, hasta llegar á los extremos reprobados por el país y por la hu­ manidad. Es poco exigir por límite á nuestras concesiones, á nuestra generosa prescindencia: ¡el crimen cobarde y alevoso! El señor Sarmiento escribió, con fecha 30 de Agosto, al señor Huergo, una carta que mezcla­ ba iguales dicterios para injuriar dos nombres: el mío y el de Virasoro. El mismo decía en Buenos Aires, durante mi permanencia allí, á una persona respetable: «Mis uñas han costeado el despecho por verme obli­ gado á festejar dos bandidos: Derqui y Urquiza*. Pero yo desprecio todo loque me es personal; pero no puedo despreciar, después de tantos sacrificios, por hacer prevalecer la ley sobre la arbitrariedad y la anarquía, que la vida de mis conciudadanos esté á merced del puñal. 46 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Así, pues, toda mi prudencia, toda mi mode­ ración, todo mi patriotismo, me impulsa á desear y á contribuir á que la justicia se haga. Ahí está para mí el único dique que á nuevas vio­ lencias concluyan con una situación que tanto prometía y promete todavía. Estoy perfectamente de acuerdo con usted en que la situación actual requiere de parte de los hombres influyentes del país la más impertur­ bable serenidad. Se ven síntomas reaccionarios. Los hombres que han pertenecido á un partido, los que han estado de parte de la Confederación, son excluidos con cuidadoso odio del poder y de toda influencia; la fusión, que debía ser una condición indispensable de la paz y de la unión, se rechaza, y en medio de esto se mataba en ple­ na anarquía ó en pleno despotismo. Los gober­ nadores se echan abajo á puñaladas, y los le­ gisladores van en cuerpo á los calabozos. La alarma cunde, el país se conmueve y no sabemos hasta dónde puede llegar esa alarma si no es contenida enérgicamente por los que ejercen el poder legítimamente, y por la influencia mode­ radora de los hombres de patriotismo y de valer, Dígole con toda la expresión de verdad de que soy capaz, que jamás pude sospechar que los que enarbolaban los principios liberales y acep­ taban la unión, como un remedio á la mala si­ tuación de San Juan, fuesen capaces de la carni­ cería espantosa de que han sido víctimas los dos hermanos Virasoro y sus adictos. Creía á los Y BATALLA DE PAVÓN 47 hombres más aleccionados con el pasado; creíalos más moralizados con la efusión de nobles senti­ mientos que habían causado la unión, con los altos ejemplos de nobleza, abnegación y des­ prendimiento que se habían ofrecido por los que habían contribuido á la unión, abjurando los antiguos odios y dándose el abrazo fraternal que debía poner á todos al servicio de la ley. Aun no tenemos noticia de la comisión, según me lo avisa el señor Presidente, con fecha 14. De ella hemos de tener mayor luz sobre los excesos que se han desarrollado. Entre tanto, yo le ase­ guro, y tengo mil cartas que lo comprueban, que los pueblos del interior están muy alarmados con aquel suceso: temen la impunidad. Ya ve usted que no he sido menos franco, bus­ cando un acuerdo, que lo espero siempre de las elevadas condiciones de su carácter, protestán­ dole la verdadera amistad con que soy su afectí­ simo amigo y seguro servidor;

Justo José de Urquiza. 48 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

San José, Diciemhre 25 de 1860. Excmo. señor Brigadier General don Bartolomé Mitre, Gobernador de Buenos Aires. Mi estimado General y amigo: Me he impuesto, con el interés que siempre me inspiran sus cartas, de su estimable fecha 19. Siento verdaderamente nos encontremos disiden­ tes en el modo de apreciar el suceso sangriento de San Juan, y en consecuencia en la doctrina que le es aplicable. Usted no había recibido aún mi última carta, fecha...... Con ella á la vista, hubiese conocido que yo sé que son hombres de diverso partido y nacionalidad los que han come­ tido el salteamiento de la casa del Coronel Vira­ soro y el asesinato seguro y cobarde de todos los que la habitaban. Por eso mismo y el que el Coronel Virasoro podía creer que no me era afecto ó era enemigo sirven para estimar el juicio tranquilo que he formado de aquel acontecimiento, desapasionada y fríamente. Usted me dice, con toda convicción: ha habido combate; ha habido revolución. Y yo tengo un convencimiento contrario, formado en virtud de numerosísimas cartas, aun de personas más ó menos comprometidas en el hecho, ó fanatizadas, y aún que forman parte de la administración que se han dado los que cometieron aquellos bárba­ ros asesinatos poniéndose recién entonces á la cabeza de los descontentos de aquel gobierno. Y BATALLA DE PAVÓN 49 Los Virasoro y las pocas personas que vivían en su casa, han muerto indefensos y acometidos por cuarenta ó cincuenta hombres que han esca­ lado las habitaciones. Esta divergencia sobre circunstancias tan esen­ ciales, es sin duda lo que causa nuestro distinto modo de ver, y si yo insisto en el mío y se lo comunico con franqueza, es porque tengo fe en su rectitud. De ahí es que yo saco consecuencias completa­ mente contrarias de las que usted indica, y creo que la firmeza de la autoridad federal para corregir aquellos hechos, y procurar el castigo de los cul­ pables, es lo que puede dar á San Juan, el triunfo de las instituciones, y al país el ejemplo moral que aquiete los ánimos intranquilos, evitando hasta los síntomas de renovamiento de la lucha civil. Lo mismo piensa el señor Presidente, el señor Riestra, cuya opinión usted debe juzgar impar­ cial, y todos los hombres que se me han acer­ cado, aun venidos de Buenos Aires y de aquellos cuyo color político antiguo y cuyos antecedentes los hacen insospechables. He dado pruebas, general amigo, de que no me dejo llevar de impresiones ajenas, ni que el odio á mis enemigos tuerza las inspiraciones de lo que creo justo. Pienso como usted. El deber de los hombres de Estado es encarar los hechos como son; pero para buscarles remedio, donde únicamente lo tienen: en la justicia. 5o PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI En San Juan ha habido un cobarde asesinato de sus autoridades; los asesinos han encabezado luego un movimiento para darse autoridades. Esas autoridades, nacidas del crimen, son ilegítimas. La autoridad nacional es la única que tiene juris­ dicción en una provincia acéfala por el crimen, para reponer las instituciones, y entre ellas Jas de la justicia, á quien deben serle entregados los culpables. Pero ¿ quiénes son ?—me pregunta usted—.Cuan­ do todo el pueblo se ha hecho cómplice, los autores y promotores, le contesto, como en una suble­ vación militar, no es punible todo el regimiento que se subleva. Yo entiendo que la requisición es cuando hay autoridades locales y por sus fueros. Cuando las autoridades son asesinadas, para que no requie­ ran; requiere todo principio, humano y divino la intervención de la autoridad superior tutelar La Constitución reformada no ha sustituido el puñal á la requisición. « No hay requisición », me dice usted, y ya le he contestado, porque han asesinado á las auto­ ridades que debían requerir; «ni peligran las instituciones», porque han desaparecido por el crimen que, impune, hace farsa de ellas; «no hay ataque exterior »; lo hay, del furor anárquico de bandoleros políticos; «ni tiene autoridades legítimas que reponer». Las asesinadas, que no pueden ser repuestas por los asesinos. ¿Sabe usted por qué lo que se hizo cuando el Y BATALLA DE PAVÓN 51

asesinato de Benavides no tuvo todas las con­ secuencias? Porque quedó impune, y la justicia que se procuró no se hizo. Tengo en mi poder cartas del Gobernador Virasoro, que demuestran que fué sin mi acuerdo á San Juan; que contra mi voluntad y mi influen­ cia fué Gobernador; y se han publicado las que hacían conocer que me era hostil; pero todo eso no puede modificar mi juicio, como no lo modificaría la afección á las personas que han cometido esos asesinatos. Si era apaleador Virasoro de todos los parti­ dos, no se han debido hacer justicia por su mano, ni los apaleadores están fuera de la ley. No conozco hecho ninguno de Virasoro que baste á calificarlo un tirano. Seamos justos: á nadie ha muerto, y los deportados lo han sido por inter­ medio de la justicia ordinaria. Lo que quieren los pueblos y los partidos, me dice usted, es paz, libertad, seguridad. En San Juan es preciso devolver esos bienes arrebatados por la violación impune de la ley. Es preciso que los partidos y los pueblos entiendan alguna vez que esos bienes no se conquistan con el puñal alevoso, sino con la práctica de las instituciones y la aplicación racional de la justicia. Los pueblos sienten mayor indignación por hechos como los acaecidos en San Juan, qqe los individuos, porque en éstos, ciertos sentimientos neutralizan el horror que el crimen inspira. El Brigadier Virasoro no juzgó que su her­ 52 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQÜI mano se había acarreado su muerte, sino porque no había preferido dejar el poder, ya que no quiso usarlo para utilizar eficazmente el de sus ene­ migos. El mundo nos observa, mi estimado General, y nos mirará en poco, si el horroroso crimen nos detiene en la práctica de la justicia y san­ cionamos la «masacro de San Juan, por error» por flaqueza ó por parcialidad. Amo la paz; odio la lucha civil por pequeña que sea. Quiero la firme consistencia de la unión, y por eso deseo que en los asesinatos de San Juan la autoridad federal se muestre firme y sostenida. Que no se piense en Santiago del Estero por los revolucionarios, que si no han triunfado en la revuelta, es porque no han tenido la pruden­ cia legal de asesinar al señor Alcorta. No se crea en , Mendoza ó Buenos Aires, que asesinando sus gobernantes, los anarquistas ase­ sinos prevalecen sobre toda ley y sobre toda autoridad. Así miro esto, mi amigo, y contemplo los pue­ blos conmovidos, los hombres agitados, cuyos desahogos no llegan quizá á usted, y entonces pido que el crimen se reprima. No temo de eso la guerra civil. El pueblo de San Juan respetará la autoridad nacional en su firmeza contra el crimen, y recibirá de ella con gusto los bienes que de la restauración legítima de sus instituciones deben resultarle. Y BATALLA DF. PAVÓN 53 Es probable que la Comisión nacional haya cumplido ya su deber: no discutamos cuando lo que nosotros deliberemos no puede ya practi­ carse quizá. Pero permítame que le diga: concentremos nuestros esfuerzos para contener el desborde de las pasiones, el renacimiento de los partidos, si queremos que dure nuestra obra y que los que han aplaudido nuestra abnegación y patriotismo tengan fe siempre en esas virtudes. Soy de usted con toda estimación, afmo. amigo y seguro servidor.

Justo J. de Urquiza.

En esta carta el General Mitre ponía de bul­ to los males de la guerra civil. Un año después, llevó la guerra á las provin­ cias para cambiar las situaciones políticas.

Buenos Aires, Diciembre 19 de 1860.

Excmo. señor Gobernador de Entre Ríos, Capitán General don Justo José de Urquiza.

Mi estimado General y amigo: Tengo á la vista su muy estimable carta fe­ cha 14 del corriente, en la que, contestando á la mía del n, me habla extensamente de su modo de ver los-asuntos de la actualidad de San Juan. 54 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI Sin haber recibido contestación de la que le escribí sobre lo mismo, con fecha 15 del corrien­ te, voy á con traerme á la suya, poniendo de ma­ nifiesto ante sus ojos, con toda la franqueza de un amigo y la sinceridad de un patriota, lo que considero bueno y verdadero. Al hablarle á usted como lo voy á hacer, no me mueve pasión, ni interés alguno que no se dirija al bien público, y á la gloria y buen nom­ bre de los que tenemos la responsabilidad de la situación. Juzgando las cosas y los hombres con mi razón tranquila, procuro para mi país lo me­ jor ó menos malo, y lo que sea posible sin que me arrebate ningún sentimiento que no sea dig­ no y desinteresado. Otros le hablarán á usted tal vez en otro sen­ tido; pero si usted busca con cuidado el móvil oculto que los impulsa á hacerlo así, encontrará usted que se hallan animados de intereses y pa­ siones que no son las qne corresponden á un hombre de su altura. Mientras tanto, busque usted en mis palabras, en mis indicaciones y has­ ta en mis conveniencias propias, algo indigno de usted ó de mí, que me mueva á hablarle en el sentido que lo voy á hacer, y usted no en­ contrará sino la impresión franca de la verdad, el conocimiento exacto de las necesidades y has­ ta de las miserias del país, á la par del anhelo legítimo de consolidar por todos los medios de la situación que hemos alcanzado, vinculan­ do á ella su legítima influencia en el sentido Y BATALLA DE PAVÓN 55 de la libertad y del bien, y propendiendo á que esa influencia no se desvirtúe y pueda ser no­ civa sirviendo por pasión ó por error á intereses menos elevados. Me dice usted que debo estar mal informado, .cuando le digo que se ha modificado la impre­ sión de horror que me causó la noticia de los asuntos de San Juan, según los pintaron al principio. Yo sé lo que sabe usted y todo el mundo. Que á consecuencia del brutal Gobierno de Virasoro que en un combate más ó menos feroz, el Coronel Virasoro y algunos de los suyos fue­ ron muertos combatiendo con parte del pueblo, muriendo casi tantos de una parte como de otra- Deplorando las víctimas, condenando las vio­ lencias, y aun creyendo que tal vez las muertes no sólo debieron sino que pudieron evitarse, este es el hecho desnudo, y de esta base debemos partir en nuestros juicios. Ahora bien: Virasoro ha caído sin partido, ni dentro ni fuera, de San Juan. Él trabajaba con­ tra usted y contra su influencia en el país, como lo sabe usted por las cartas de su hermano. Hacía oposición á la política del Presidente, y abiertamente lo contrariaba ya en algunos pun­ tos. Con el General Peñaloza estaba en guerra abierta, y usted sabe que Burgoa preparaba en La Rioja una expedición contra Virasoro. Con la mayor parte de las provincias del interior esta­ ba casi en abierta hostilidad, y con el resto no 56 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI se hallaba en mejor inteligencia. En San Juan no tenía un amigo, no obstante que existen allí veinte partidos, algunos de los cuales habían contribuido á su elevación. De aquí resulta que todo el pueblo de San Juan, se hace solidario del hecho, y se manifiesta resuelto á sostenerlo. Esta es la situación clara y neta, y usted no puede desconocerla, cualesquiera que sea su juicio respecto de los sucesos que lo han pro­ ducido. Nada haremos con maldecir asesinos, ni cali­ ficar á los autores del hecho con más ó menos severidad, ni con deplorar los males que tales su­ cesos han causado. El deber del hombre de Estado, del patriota» del hombre práctico, es encarar los hechos como son en sí, buscarles el remedio, evitar mayores males y proceder en todo caso con moralidad y franqueza de siempre y con el tacto que re­ quieran las circunstancias, sacrificando muchas veces, si es necesario, los impulsos del corazón, que aunque ganemos nos llevaría á agravar el mal y á producir errores peores que los que se condenan. Así, pues, dada esa situación, y siendo inne­ gables que por el presente las instituciones están salvadas en San Juan, y que el orden está resta­ blecido sin que haya autoridad legítima que di­ ga lo contrario, veamos con severidad que es lo que se debe ó se puede hacer. El Gobierno Nacional, me dice usted, debe Y BATALLA DE PAVÓN 57 garantir las instituciones. ¿Pero, cómo las garan­ tirá? No de otro modo que haciendo lo mismo que está haciendo San Juan, es decir, convocan­ do al pueblo á elecciones, para que reconstruya su ser legal, el cual había desaparecido bajo la administración de Virasoro. Así, pues, interve­ nir para hacer lo mismo que se está haciendo» sería un contrasentido. Por lo que respecta al derecho de intervenir no lo tiene, porque ni hay requisición, ni peligran las instituciones republicanas, ni hay ataque ex­ terior ni tiene autoridad legítima que reponer, únicas causas de intervención que la Constitu­ ción admite. Pero supongamos que tenga derecho ¿ para qué intervendrá? Para castigar á los culpables, me dice usted... Pero como no se puede castigar á todo el pueblo de San Juan, que ha tomado par­ te en el hecho, es claro que sólo sería para casti­ gar á unos pocos; dado el caso que legalmente resultasen culpables. Y ¿quién castiga, en tal caso, á los culpables? Ya me dice usted que no le toca al Gobierno Nacional castigarlos por sí. Pero si no es al Gobierno Nacional, tampoco compete á la Jus­ ticia Federal, que no existe, ni ha funcionado nunca, ni puede entender en estos negocios- Entonces sería para entregarlos á los mismos tri­ bunales provinciales, que en el sistema federal son los únicos que pueden juzgar los delitos, sal­ vo el juicio político por el Congreso. Pero la in­ 58 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQU1 tervención haría imposible la creación de esos mismos tribunales, porque se iría á juzgar á la mayoría de la misma Provincia, á no ser que se pretendiese entregarlos á la venganza de los enemigos. Pero quiero conceder que se interviniese, que se dominase todo, que se creasen tribunales, y que se juzgasen, se condenasen y aun se fusi­ lasen á los que resultaran culpables, si es que realmente ha habido asesinatos, ¿ qué habríamos conseguido? Crear una situación cien veces peor que la presente, peor que la que creó la anterior intervención á San Juan, y que le daría por algunos años más las mismas alarmas que por el espacio de tantos años nos ha estado dando esa desgraciada Provincia. Ese medio ya lo ha ensayado usted en su Gobierno, y ese medio dió origen al Gobierno de Virasoro, que era peor que todo; y dió ade­ más origen al saqueo de la Provincia de San Juan, por masas indisciplinadas, recuerdo terri­ ble que hará siempre que los sanjuaninos se sostengan con firmeza, por temor de volver á ser víctimas de los males de entonces. Ponga usted la mano sobre su conciencia, y dígame con sin­ ceridad, si usted cree que la intervención con motivo de la muerte del General Benavides, re­ medió nada, y sí por el contrario, ella no fué causa de muchos males, incluso de estos últimos sucesos que deploramos. Sobre todo, dada la situación actual, y el mo­ Y BATALLA DE PAVÓN 59 do como los sucesos se presentan, no se puede llevar adelante todo lo que usted me indica en su carta, sin provocar la guerra civil, y sin dar el grito de alarma á los partidos de hecho en toda la República, poniéndoles á unos y otros la espa­ da en la mano para que se despedacen. Su co­ razón y su buen juicio, le aconsejarán mejor que yo, si en presencia de tan terrible medio, se pue­ de trepidar un sólo instante, entre la paz con sus inconvenientes y la guerra con todos sus horrores. En la guerra civil, por pequeña que ella sea5 encontraremos ciertamente todos los males que queremos evitar, pues ella crea el odio, es la que arma del puñal á los partidos, y que esteriliza los grandes beneficios de la libertad y de la unión- Ahora, si usted quiere hacer responsable á un partido del hecho de San Juan, tanto peor; por­ que así se provoca una conflagración general. Pero esto además de no ser político, no es justo, porque sabe, como todos, que todos los partidos de San Juan, incluso el de Benavides, tomaron parte en la revolución y que se hacen soli­ darios del hecho. Ahí tiene usted de Coman­ dante de armas al mismo sobrino de Benavides, á quién él designó para sucederle en el Gobierno. ¿Qué le prueba á usted esto, sino que el Gobierno de Virasoro era un apaleador público de todos los partidos, desde Burgoa hasta Aberastain ? Los partidos como los pueblos, lo que quieren es paz, libertad, seguridad, y no participar el mismo 6o PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

grado de nuestras impresiones, porque hay en ella más egoísmo y más temor de perder lo ad­ quirido. Los que quieren desorden, guerras, re­ novación de odios, son tantos los locos y los des­ pechados de los partidos que hemos representa­ do en la República, y que no se avienen á la con­ cordia, los mismos cuyas escenas le aconsejaron la paz al frente de Buenos Aires, teniendo veinte mil hombres, y los que hay por parte de los míos, quisieron que todo se llevase á punta de sable, sin saber cómo, ni por qué; por eso los exaltados de un partido lo trabajan, como quisieron traba­ jarme á mí, y por esto los mazorqueros de aquí dicen que usted los ha colgado, como mis ami­ gos dicen que los he hecho aceptar lo que no querían. Sin dejar de ser jefes de partidos, se pueden dominar sus desbordes, trabajándolos con moderación, y como esto es difícil, á nosotros toca hacernos superiores á todos, sin perder nuestra respectiva individualidad, porque para esto se ne­ cesita más coraje y energía que para luchar, como lo hemos hecho sin fruto por tantos años de guerras. En cuanto á los pueblos, es preciso no enga­ ñarnos; ellos no pueden sentir esa indignación de que usted me habla en presencia de un hecho, que si bien es terrible y no se puede aprobar con entera conciencia, tiene su explicación en el esta­ do violento de San Juan, y en las violencias de las mismas víctimas. El mismo don Benjamín Virasoro, cuando recibió la visita de pésame de Y BATALLA DE PAVÓN 6l

nuestro amigo Conesa, Lafuente, etc., le dijo que su hermano mismo se había acarreado su muerte: ¿Por qué cree usted que los pueblos tengan otras entrañas que los hermanos? Por último, General, piense usted que pode­ mos decir sin exageración, que el mundo nos observa, y que si nos viese poseídos de alarmas descender ó constituimos en vengadores de un partido, descenderíamos del alto puesto de jefes de un partido Nacional, al de cabecillas de fac­ ciones, y usted principalmente, que ha sabido elevarse sobre las pasiones de los que le pedían guerra, sangre y venganza. Oiga usted sus ins­ piraciones y ellas lo iluminarán como el n de Noviembre. En otra ocasión le hablaré sobre los asuntos de Corrientes. Por lo que respecta á los de San Juan, esta será, probablemente, la última vez que le hable de ellos, porque le he dicho todo ya, y al hacerlo he creído cumplir con un deber de patriotismo y de conciencia. Ruego á usted que haciéndome justicia, preste su más seria atención á mis reflexiones. De usted como siempre su afectísimo amigo y seguro servidor que le desea toda felicidad,

(Firmado)

Bartolomé Mitré. NOTA DEL MINISTRO DEL INTERIOR AL GOBIERNO DE BUENOS AIRES, CON MOTIVO DE SU PROTESTA Y CIRCULAR POR EL FUSILAMIENTO DEL DOC­ TOR ABERASTAIN

Ministerio del Inteilor

Paraná, Febrero 17 i86t.

Al Excmo. señor Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

He elevado al conocimiento del excelentísi­ mo señor Presidente de la Repúbl ca la nota de V. E., de fecha 6 del corriente, en la que como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, reclama á nombre de la humanidad, de la Constitución y de la unión del pueblo argen­ tino, contra la intervención armada que ha te­ nido lugar en la Provincia de San Juan por una comisión del Gobierno Nacional, en que V. E encuentra la destrucción del ser legal de aquella Provincia ensangrentada y reducida á ruinas y 64 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI cautiverio por todo género de crímenes y aten­ tados, y la violación del pacto político y social que ligan á las provincias confederadas. Los sucesos á que V. E. se refiere, son en sí demasiado dolorosos y lamentables y no nece­ sitan exageración de las palabras para conmo­ ver un corazón argentino; V. E. mismo reco­ noce, sin embargo, que la justa apreciación de tales hechos y la aplicación de las leyes á que dieren lugar, es un acto serio de justicia para el cual es necesario el exacto conocimiento de aquéllos y la severa imparcialidad del magistrado, que no debe obrar bajo el imperio de relaciones apasionadas, por nobles y generososque sean. El Excelentísimo señor Presidente, fiel á su deber y comprendiendo la inmensa responsabi­ lidad de sus actos para ante la Nación y el mundo, ha pedido los conocimientos necesarios para decidir este negocio de una manera digna y que deje satisfechas las más escrupulosas exigencias del honor y la justicia; mientras pende este grave juicio, comprenderá V. E. que no es posible descender á la discusión de tales actos. Pero el Excelentísimo señor Presidente me ha ordenado hacer presente á V. E., en el interés de conservar incólume la autoridad del Gobierno Nacional y las cordiales relacio­ nes que existen en las provincias y á que V. E. ha contribuido con tanto celo; por lo que respecta á la de Buenos Aires, y que la nota que contesto contiene graves inconvenien- Y BATALLA DE PAVÓN 65 cías para sostener esa armonía y el respeto debido á la Constitución Nacional y que V. E. es­ tá en el deber de evitar á toda costa por todos los medios á su alcance. En primer lugar, V. E. no puede desconocer que, sean cuales fueren los actos del Comisio­ nado del Gobierno Nacional, no puede hacerse al Gobierno, responsable de ellos antes de su aceptación. El Gobierno ha dado instrucciones á aquel Comisionado. Esta medida y la de pe­ dirle cuenta del uso que ha hecho de tales ins­ trucciones, son los únicos actos del Gobierno Nacional; y cuando pende todavía el resultado de tal disposición, ¿qué nombre podría darse á la actitud que asume V. E. ante la República pidiendo explicación al Gobierno Nacional de sus actos futuros y protestando anticipadamen­ te contra aquellos que no sean tales como V. E. los espera? El señor Presidente profundamente agitado y conmovido por los desgraciados su­ cesos de San Juan, quiere encontrar en ellos y en las aspiraciones del más puro patriotismo la explicación de esta conducta de V. E., pero V. E- convendrá, que, si bien pudiera merecer esta explicación, no es fácil conciliaria con el respeto debido á la autoridad Nacional. Aun cuando el excelentísimo señor Presiden­ te tuviese las mismas vistas que V. E. en este asunto, no es justo, noble ni conveniente, que un Gobierno de Provincia, tomando una posi­ ción avanzada diga: por aquí, señor, porque 66 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

sino, protesto! ¿A qué queda entonces redu­ cida la autoridad Nacional? Medítelo V. E. Por otra parte, la Constitución Nacional, es­ tableciendo el sistema representativo, ha prohi­ bido á quien quiera que sea, asumir la repre­ sentación del pueblo y peticionar en su nom­ bre: y si bien V. E., como investido de la autoridad ejecutiva de la Provincia de Buenos Aires, pudiera llamarse su representante, esto sólo sería admisible con relación á los negocios interiores de esa Provincia de que V. E. es ge­ rente; pero no para reclamar por derechos de las otras que tienen su verdadero representante en las Cámaras Nacionales. Los Gobernadores de Provincia, en calidad de tales, no pueden censurar los actos del Gobierno Nacional ni discutir sobre ellos, sino en la parte que ten­ gan relación inmediata y directa con los dere­ chos peculiares de sus respectivas provincias. El único juez de tales actos es el Congreso Nacional, donde por nuestra Constitución, no sólo se halla representado el pueblo con arre­ glo á su censo, sino también la soberanía de la Provincia. V. E. comprenderá que, si el Go­ bierno Nacional admitiese al de V. E. para la discusión de los referidos hechos, no podría ne­ garse á aceptar la de todos los demás Gober­ nadores de las demás provincias; entonces po­ demos suponer que en este, como en todos los casos, las opiniones serían divergentes, y si cada cual hubiese de protestar á favor de la suya Y BATALLA DE PAVÓN 67

exclusivamente, ni quedaría en pie la Autori­ dad Nacional, ni habría jamás una resolución posible. El Congreso Nacional no tiene tales inconvenientes; es el único juez del Presidente, el único que puede constitucionalmente repre­ sentar al pueblo argentino. Vuecencia se manifiesta exigente sobre la pu­ blicidad de las explicaciones que diere la Comi­ sión para haber hecho uso de las armas en San Juan, y la de todos los documentos con­ cernientes á este desagradable negocio, y como si alguna vez hubiese ocultado sus actos este Gobierno, se empeña V. E. en probar la con­ veniencia de esta publicidad y el derecho de exigirla. Al asegurar positivamente á V .E que todos esos documentos verán la luz pública, debo decirle que es profundamente injusta la suposición tácita que encubre esa exigencia, de que este Gobierno ocultaría un sólo dato de los que llegasen á su conocimiento. Esta es una suposición ofensiva, que jamás el Gobierno Nacio­ nal pudo esperar, ni menos debe aceptar, de V. E. El Gobierno se explica la actitud de V. E. por la actitud contraída en el ejercicio del poder de una Provincia separada anteriormente de la autoridad Nacional, y en la falta de práctica en las aplicaciones de nuestro derecho consti­ tucional; es por esto, y por los inestimables servicios que V. E. ha prestado á la unión Nacional, que ha considerado su nota y procu­ ra por la presente calmar el ánimo de V. E. 68 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Sea cual fuere la ruina de la Provincia de San Juan, los atentados cometidos en ella y los desaciertos del Gobierno Nacional para casti­ garlos, ni la nación, ni V. E. pueden manifes tarse descontentos de ese Gobierno, cuando acepta tranquilamente el fallo de la Nación re­ presentada en su Congreso. En el pueblo más li­ bre de. mundo nadie tendría derecho á pedir más« Sean cuales fueren los horrores que haya producido allí un día de lucha, después de los sucesos sangrientos que lo han provocado, com­ párelos V. E. con los innumerables que ten­ drían lugar si se desencadenase el monstruo de la guerra civil por la intervención de los Go­ bernadores de Provincia. El señor Presidente espera que la fuerza de las observaciones expresadas en esta nota, con la franqueza que inspira el patriotismo de V. E., le harán comprender la gravedad del paso que ha dado, alarmando al pueblo de la República y desconfiando sin razón de la justi­ cia y rectitud del Gobierno Nacional, y que esperará prudentemente el desarrollo de los su­ cesos para juzgar entonces con el acierto debido- Dejando así cumplidas las órdenes de S. E. el señor Presidente de la República, tengo la sa­ tisfacción de saludar á V. E. con mi particular y distinguida consideración. Dios guarde á V. E.

José Severo de Olmos. Y BATALLA DE PAVÓN 69

El Gobierno de Buenos Airee

Buenos Aires; Febrero 21 dei86r.

Al Excmo. señor Ministro del Interior, de la República.

El Gobierno de la Provincia de Buenos Ai­ res ha tenido el honor de recibir la respetable nota de V. E., fecha 17 del corriente, en contes­ tación á la suya fecha 6 del mismo, que le di­ rigió con motivo de los deplorables aconteci­ mientos que han tenido lugar en la desgraciada Provincia de San Juan, reclamando con tal motivo, como Provincia federada, el fiel cum­ plimiento del pacto político y social y la satis­ facción debida á la justicia en virtud de la soberanía provincial no delegada. Vuecencia en contestación á esa nota, se sirve asegurar á este Gobierno, á nombre de S. E. el señor Presidente de la República: Que sin pre­ juzgar los hechos de San Juan (que desde lue­ go reconoce deben conmover todo corazón ar­ gentino, que califica de demasiado dolorosos y lamentables), comprende la inmensa responsa­ bilidad que á causa de ellos asume ante la Na­ ción y ante el mundo; Que ha pedido los co­ nocimientos necesarios para decidir la cuestión pendiente de San Juan de una manera impar­ cial y digna, que satisfaga las más escrupulosas exigencias del honor y la justicia; Que no ha­ 7° PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERfiUI biéndose hecho solidario de los de su Comisio­ nado en San Juan, de que aun no tenía cono­ cimiento perfecto, no puede por consecuencia ser responsable de ellos antes de haberlos apro­ bado; Que se propone hacer efectiva la respon­ sabilidad de dicho Comisionado, pidiéndole cuen­ tas del uso que haya hecho desús instruciones; Que todos los documentos relativos á la inter­ vención en San Juan verán la luz pública para satisfacción del país por lo que respecta á la conducta del Gobierno Nacional en este des­ graciado negocio; Que cualquiera que sea su resolución en lo ulterior, se somete desde lúe- go al fallo de la Nación representada en el Congreso; y, últimamente; Que espera que este Gobierno suspenda prudentemente todo juicio respecto de la actitud del Ejecutivo Nacional en esta emergencia, hasta que con presencia del desarrollo de los sucesos se aprecie debi­ damente su acierto, su rectitud y su justicia. El Gobierno de Buenos Aires en vista de estas seguridades categóricas y positivas, que importan un compromiso solemne ante el país entero, justamente alarmado por los términos de la nota del i.° de Febrero del Ministe­ rio de la Guerra de la República, no duda que la conducta del Gobierno Nacional correspon­ derá á la solemne expectativa de los pueblos, interesados en la estabilidad del pacto político y social; que la justicia se hará con la firme­ za y moralidad que corresponde; que las insti­ Y BATALLA DE PAVÓN 71

tuciones se salvarán por el fiel cumplimiento de ellas; y que el principio de la Soberanía Provincial afectada en San Juan, así como las víctimas allí sacrificadas, alcanzarán la repa­ ración debida, confiando en todo caso en la rectitud y sabiduría del Soberano Congreso Na­ cional, que sabrá hacer efectivas las responsa­ bilidades á que haya lugar concurriendo con la acción del Ejecutivo Nacional en tal sentido. Este convencimiento producido por la nota de V. E., ha venido á calmar la inquietud de esta Provincia, y á restablecer la confianza alte­ rada por la perspectiva de la impunidad del crimen, y el Gobierno ruega á V. E. tenga á bien manifestar á S. E. el señor Presidente de la República, que agradece sinceramente un acto tan amistoso como digno, y que tan bené­ ficos resultados ha de próducir en el espíritu público. Al dejar contestado lo principal de la nota de V. E., el Gobierno de Buenos Aires (sin pretender entablar una discusión que después de las positivas seguridades dadas por V. E. no tendría objeto), se permitirá observar respe­ tuosamente algunos conceptos contenidos en su nota, dando á la vez explicaciones, para de­ jar bien establecidos los principios y los hechos que le han servido de base y punto de par­ tida, y que regirán su conducta en lo ulterior. El Gobierno de Buenos Aires, al dirigirse al de V. E. pidiendo justicia y reclamando en 72 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI guarda y uso de su derecho por las violaciones del pacto político y social, si bien invocó la humani­ dad y el honor del pueblo argentino para apoyar su petición, formuló su reclamo en virtud de la soberanía provincial no delegada, por cuan­ to esta soberanía había sido atacada en una Provincia hermana, y todo acto de esta natu­ raleza afecta directamente á todas y cada una de las partes interesadas en la estabilidad del pacto federativo; por cuya razón este Gobierno no puede aceptar la doctrina de V. E. de que los Gobernadores de Provincia, en su calidad de tales no pueden censurar ni discutir los actos del Gobierno Nacional, sino en la parte que tenga relación inmediata y directa en los dere­ chos peculiares de sus respectivas Provincias; porque sostiene que como partes, las provin­ cias no sólo pueden representar, sino ejercer acciones lega’es cuando la soberanía no dele­ gada, que es propiedad de todas y cada una de ellas, especialmente cuando como en el pre­ sente caso se trata de la destrución del ser legal de una de las partes componentes de la asociación, pues podría suceder que fuese des­ truido el ser legal de la mayor parte de las provincias federadas, y no podría racional­ mente negarse á las restantes en tal eventua­ lidad, el derecho de representar y reclamar en uso y guarda de su derecho incontestable, por cuanto esto afectaría su propia conservación y la estabilidad de su ser político. Y BATALLA DE PAVÓN 73 Tampoco ha pretendido el Gobierno de Bue­ nos Aires hacer responsable al de V. E. de los actos de su Comisionado, antes que hubiesen tenido su aprobación; y aun cuando se puso hipotéticamente en este caso, no ha dudado que la justicia se haría según lo había pro­ metido V. E. en un documento oficial, cuyo efecto desvirtuado por otro de la misma fe­ cha, no tiene hoy el alcance ni el significado que se le dió entonces; no habiendo llegado por lo tanto el caso de la protesta que en tal hipótesis se anunciaba, simplemente en guarda de su derecho, y para hacerlo valer por los medios constitucionales que estuviesen á su alcance, sin pretender por esto determinar de antemano la marcha de V. E. Por lo que respecta á las explicaciones, para satisfacer la opinión, que este gobierno indicó á V. E. que eran debidas al país y que V. E. ha­ lla conveniente y necesarias, ellas eran pedidas especialmente en el interés de la quietud del pueblo, autorizándole con la solemne y grave de las circunstancias, sin que haya sido su mente que V. E. «pudiese ocultar un sólo dato de los que llegaren á su conocimiento», ni mucho menos que ella envuelva una « suposición tácita de que habría ocultación de documentos», pues nunca fué esa su intención; se hace un deber de declararlo así para satisfacción de V. E. La protesta que este Gobierno anunciaba se vería en el caso de hacer, no importaba ni po­ 74 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI día importar una conminación al Gobierno Na­ cional, puesto que reclamaba en nombre de la Soberanía no delegada al Gobierno Nacional, en uso y guarda de sus derechos propios, re­ servándose hacerlos valer por los medios y mo­ dos que la Constitución reconoce, y sin desco­ nocer las condiciones del Gobierno representa­ tivo, lo que quita á éste acto los peligros que V. E. muy acertadamente señala, si su ánimo hubiese sido desconocer la autoridad suprema del Congreso, sustituyéndose á ella ó tomando directamente en la gestión de los negocios na­ cionales de una ingerencia indebida. El Gobierno de Buenos Aires, con el mismo celo que ha puesto en defender las prerrogativas pro­ vinciales, ha de acatar y sostener la legítima auto­ ridad del Gobierno Nacional, y nada encuentra en su nota anterior que haya podido inducir al exce­ lentísimo señor Presidente de la República á creer que hay en ella graves inconveniencias para sos­ tener la armonía y el respeto debido á la Constituí ción Nacional; cumpliendo, con este motivo, con el deber de declarar, que perseverando en la po­ lítica de la nacionalidad y de la unión que le ha tocado realizar por su parte, ha de ser el pri­ mero en dar ejemplo de obediencia á las leyes y á las autoridades constituidas en la esfera de sus atribuciones, trabajando, en cuanto esté á su alcance, por la paz de los pueblos, ofreciendo á V. E. su más decidido apoyo, si fuera necesa­ rio para llenar esos grandes objetos. Y BATALLA DE PAVÓN 75

No obstante esto, el Gobierno de Buenos Aires estima la benévola explicación que S. E. el señor Presidente de la República da al hecho de encontrar desconocido el respeto que se debe á la autoridad Nacional; y agradece sobre­ manera el honroso recuerdo que V. E. hace de los actos practicados por él para realizar la unión de los pueblos argentinos, omitiendo por lo tanto extenderse en otras explicaciones que interesarían más bien la susceptibilidad de este Gobierno, que á la ventura y tranquilidad de esos pueblos. Dios guarde á V. E.

BARTOLOMÉ MITRE. Rufino de Elizalde. -Juan A. Gelly y Obes. UNA CARTA DEL PRESIDENTE DERQUI EN QUE TRAICIONA Á SUS AMIGOS POLÍTICOS

(publicada por el diario "la nación")

Cuando leimos en “La Nación”, la carta que va en seguida, nos causó tal sorpresa, que mo­ dificó por completo el juicio que teníamos for­ mado del Doctor Derqui, como hombre serio y como hombre de Gobierno. Hay en ella ligere­ za y falta completa de consecuencia para sus amigos políticos. Tampoco procedía con lealtad respecto del General Mitre al decirle que no creía que so­ bre Senadores y Diputados no habría cuestión. Luego que apareció el decreto, dando por ce­ santes á algunos Diputados y Senadores, varios diarios y periódicos lo censuraron con energía, y muy especialmente “El Correo Argentino" “El Uruguay’’ y “La Confederación”, diario este último que publicaba en el Rosario don Federico de la Barra: 7» PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

El Doctor Derqui promete al General Mitre gobernar con su partido. — Le promete trabajar en el Congreso para darle mayoría. — Le dice que está seguro de conseguir ese propósito. — Que sobre Senadores y Diputados no cree que haya cuestión. — Le pide al General Mitre que le avise en qué tiempo se hará la elección en la Provincia de Buenos Aires. — Le dice que reconoce la necesidad de modificar el Gabinete, pidiéndole que le dé su opinión. — Que en las provincias (le dice) que no co­ noce hombres que reúnan condiciones, á no ser el Doctor don Marcos Paz. Que en todo está de acuerdo con el señor Riestra.

Paraná, Octubre 17 de 1860.

Excmo. Señor Gobernador General don Bartolomé Mitre.

Mi estimado amigo: Un día después de la salida del “Montevi­ deo”, y dos horas antes de la del “Corrientes”, me fue entregada su muy apreciable de 8 del corriente, que no tuve tiempo de contestar; sin embargo, el señor Riestra, á quien la enseñé, y con quien hablé sobre ella, me dijo creía po­ der enviar á usted algo, aunque ligeramente, sobre algunas de sus preguntas. Y BATALLA DE PAVÓN 79 Estoy de perfecto acuerdo sobre la política que conviene para garantir el orden y dar á la Administración Nacional una marcha desemba­ razada y útil, que afiance en el presente y para el porvenir el imperio de las instituciones á que aspiro ardientemente, como he tenido oca­ sión de decírselo en esa. Esa marcha no puede seguirse, si no es con el partido que profesa estos mismos principios y camina al mismo ob­ jeto. Ya comuniqué á usted en esa mi resolu­ ción de gobernar con el partido Liberal, donde están las inteligencias, y por esto tengo que trabajar en el sentido de darle mayoría parla­ mentaria, sin lo que no podría hacerlo; y tengo la seguridad de dársela. No creo que haya cuestión sobre el reemplazo de los Diputados y Senadores que han queda­ do sin las condiciones legales. Al comunicar á los Gobiernos el decreto de convocación á la sesión extraordinaria, les diré que procedan con la brevedad posible á la elección de los reem­ plazantes, de modo que puedan concurrir á la sesión cuando reciba la noticia oficial de haber­ se jurado la Constitución en ésa, lo que debe usted comunicarme sin demora, y en la misma ocasión debe darme una idea sobre el tiempo en que puede quedar concluida la elección en ésa, y sobre la oportunidad de la reunión del Congreso, la que juzgo no podrá ser antes de mediados de Marzo ó Abril, así para dar tiem­ po á que las provincias puedan hacer sus elec­

TOMO II 8o PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI ciones y venir los electos, como para dejar pasar la estación de los fuertes calores. Feliz­ mente, no hay que hacerse elecciones en las provincias lejanas del Norte, que son las que obligan á extender más los términos. La necesidad de modificar el personal del Gabinete, es bien conocida; pero no es sencilla la elección, de nuevo. Sobre esto hemos habla­ do muchas veces con Riestra, y ni él ni yo te­ nemos sobre ello idea que nos satisfaga. Deme usted su opinión sobre esto con entera franque­ za, seguro de que en todas sus indicaciones no veré otra cosa que muestras de amistad y deseos de la regularidad y consolidación del Gobierno á la ley. Declaro á usted francamente que en las demás Provincias yo no veo hombres que reúnan las condiciones, si no es el Doctor don Marcos Paz. En cuanto á la Corte de Justicia, la operación es muy sencilla; por fortuna, no está estableci­ da, y ninguno de los Jueces tiene que cesar; voy á declarar, simplemente, sin efecto los de­ cretos de su nombramiento que no han tenido ejecución, reservándome hacer el nombramiento cuando la ley determine el número de Jueces. Con respecto á delegación de que hablé á us­ ted, y á que se refiere en su carta, el señor Riestra le escribe por encargo mío. La delegación para entenderse con los cónsu­ les extranjeros, le irá por el próximo paquete que nos traerá la noticia oficial de la jura de Y BATALLA DE PAVÓN 8l la Cqnstitución. Sobre lo demás, le daré mi opi­ nión después de su contestación á la carta del señor Riestra. Todos los días agradezco á usted la indicación de este señor para Ministro de Hacienda; estoy sumamente contento y satisfecho de él; y ya el país le es deudor de muy serios servicios. Escribo á usted antes de la llegada del va­ por, porque sale mañana á las n, y á veces no hay tiempo útil ni para leer la corresponden­ cia; pero si recibo correspondencia de usted continuaré esta carta. La razón de este apuro es la ligazón de la línea del Paraná con la del Uruguay, pero pronto cesará este inconvenien­ te, porque hoy he aprobado un contrato por el cual la compañía tiene que poner dos buques en cada una de las líneas y hacer seis viajes mensuales en vez de los cuatro que hoy hace, y estará el paquete en el puerto 24 horas cuando menos. Tres de los seis viajes serán li­ gados por otros tantos de este puerto al de Concordia é intermedios. De este modo nuestra comunicación fluvial queda bien servida. El 21 del corriente tendré el gusto de firmar su despacho de Brigadier de la Nación; y me atrevo á creer que esta circunstancia, la de ser expedido por un amigo como yo, tendrá para usted algún valor. Espero que usted aceptará este testimonio del reconocimiento del importan­ te servicio que ha prestado al país. He fijado esa fecha, porque creo que desde ese día puedo 82 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI '

ejercer allí la atribución constitucional de .con­ ferirle este gradg. Es la una de la mañana y el vapor no apare­ ce, por lo que cierro ésta, repitiéndome su afec­ tísimo amigo.

Santiago Derqui.

NOTA DEL AUTOR: —

Desde los primeros párrafos de esta carta, resalta la falta de lealtad para con ía gran mayoría del Congre­ so Nacional y con los amigos de más valía en todas las provincias. Además, el Doctor Derqui no podía decirle con sin­ ceridad al General Mitre, que gobernaría de acuerdo con sus indicaciones y con los hombres del partido Liberal, (el partido del General Mitre), y que traba­ jaría para darle mayoría parlamentaria, agregando que tenía seguridad de dársela. Doble falsía hay en ese párrafo. Traicionaba al Congreso, y, á no estar fuera de juicio, no podía decirle al Gobernador Mitre, que tenía seguridad de conseguir tal mayoría. Si hubiéramos conocido durante su desgraciada Pre­ sidencia esa carta, lo habríamos acusado y hubiera sido condenado por el Senado casi por unanimidad. La razón que da el Doctor Derqui para tan incali­ ficable deslealtad, ni era verdad, ni podía engañar con esa excesiva galantería al General Mitre. Muy contento se mostraba el Presidente Derqui respecto del señor de la Riestra, á quien había nom­ brado Ministro de Hacienda por indicación del Go­ bernador de Buenos Aires, General don Bartolomé Mitre. Y BATALLA DE PAVÓN 83

Algunos meses después el Gobierno de Buenos Aires se sirvió del mismo señor la Riestra para hacer fraca­ sar la negociación de paz, que por mediación de al­ gunos Ministros extranjeros, tuvieron lugar en el puerto de Las Piedras. Siendo de notar, que estando el General Mitre en campaña, al frente del ejército de Buenos Aires, el señor Riestra no fué á la conferen­ cia hasta no ponerse de acuerdo y'recibir instruccio­ nes especiales del General Mitre. Después de fracasar esa negociación recién se aper­ cibió el Presidente Derqui, que el personaje á quien tanto elogiaba como su Ministro de Hacienda, había servido á intereses locales con preferencia á los inte­ reses nacionales. En la carta que dejamos copiada se revela también el propósito que ya tenía en esa fecha el Doctor Der­ qui de cambiar el personal de la Suprema Corte de Justicia Nacional, sin duda de acuerdo con el General Mitre.

R M. OTRA CARTA INTERESANTE DEL PRESIDENTE DERQUI.

( PUBLICADA POR “ LA NACIÓN " )

Avisa al General Mitre que recibió su carta del 20 de Diciembre con las copias que le eran adjuntas. — Los asuntos de San Juan. — La Comisión interventora.— Confianza que manifiesta en ella el Pre­ sidente Derqui.—Circular del Doctor Aberastain, juzgado desfavorablemente por el Doctor Derqui. — Renuncia del Gobernador de Corrientes. — Carta re­ servada del Doctor Derqui, cuya devo­ lución le pide al General Mitre. — Cau­ sa de esa renuncia según el Doctor Derqui. — Actitud del General Urquiza.

Paraná, Diciembre 24 de 1860.

Excmo. señor Gobernador, Brigadier don Barto­ lomé Mtire.

Querido amigo: Tengo en mi poder su muy apreciable de 20 del corriente, con las copias que le eran adjuntas. 86 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Ya creo habrá usted hablado con Luque, á quien encargué lo hiciera sobre los malditos asuntos de San Juan. La Comisión va bien: no hay que temer salga de lo que se le ha preveni­ do. Creo muy imprudente hacer ahora modifica­ ción alguna á sus instrucciones. La nota de Aberastain al Gobierno Nacional, que ha circu­ lado á todos los Gobiernos de Provincia, nos hace un grave daño, y me hace dudar del buen sentido de ese hombre, que no puede con el Chacho y habla como amo. La grande obra por ahora es calmar la alarma, é ir reconquistando, á fuerza de prudencia, el terreno que hemos perdido. En Corrientes renunció Rolón. La carta re­ servada que le incluyo, original, lo instruirá me­ jor sobre ello. Devuélvamela. Conozco la carta de Rolón que llevó Martínez: contiene temores de que le suceda lo que en San Juan, por ser él otra víctima designada por los periódicos de esa, y pide la cooperación del General para defenderse y defender las in­ munidades provinciales, entre las que cuenta la de desobedecer la orden de proceder á la elec­ ción, la que está resuelto á no cumplir. El Ge­ neral me dice que le ha contestado, tranquili­ zándolo, y diciendo que cree dejaré yo ese asunto á la deliberación del Congreso. Yo he escrito al General que esto para Rolón es cuestión de amor propio, y que para mí es cuestión de autoridad, que no puedo dejar de Y BATALLA DE PAVÓN 87 insistir en el cumplimiento de mi orden, con el buen derecho que tengo para ello, sin dejar la autoridad nacional bajo el pupilaje de un Go­ bernador, etc., y que insistiré hasta declararlo en rebelión contra la ley y autoridad creada por ella, cualquiera que sea la posición en que esto lo coloque. Aun no tengo respuesta de esta carta. Creo que si no es admitida la renuncia de Rolón, éste no tiene calzones para sostenerse. El General no saldrá del rol de mediador, y yo no desistiré de mi orden. Hablé, con el General detenidamente en San José sobre las razones de derecho y convenien­ cia en que había fundado mi decreto sobre elec­ ciones; me dijo que antes de oirme había soste­ nido lo contrario á Carril y Victorica, y que quedaba conforme. No sólo apruebo la anticipación hecha al Doctor Pico, sino que se la agradezco. Riestra y yo estamos con todo el peso de la situación, y necesitamos ayuda. Le escribo de carrera, y no sé si podrá leer esta carta, porque estoy con un ayudante á ca­ ballo para que la lleve al puerto, pues son cerca de las seis. Me ocupé con el Doctor Oro, á quien despachamos por este vapor hasta más de las cuatro, y se me ha estrechado el tiempo. Estoy muy contento de él, y siento mucho no haberlo tratado antes. Creo que va á hacer al país un señalado servicio que quizá tenga una grande influencia en la prosperidad ulterior del país: 88 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Chile debe á sus minas las nueve décimas partes de ella.

Soy su afmo. amigo.

Santiago Derqui.

NOTA DEL AUTOR : —

Se habrá notado, que el Presidente Derqui afirma en su carta, que se había puesto de acuerdo con el General Urquiza sobre la cuestión á que había dado lugar el decreto del Presidente sobre los Diputados y Senadores, que en dicho decreto declaró implícita­ mente cesantes. Sin embargo, puedo asegurar, que sobre la cuestión de derecho constitucional, á la que dió lugar el de­ creto, jamás estuvo de acuerdo el General Urquiza; y puedo asegurarlo porque varias veces hablé con el General, y él me manifestó con franqueza que no de­ bía haberse iniciado la cuestión de Derecho sino en la Cámara de Diputados y Senadores, porque única­ mente al Congreso correspondía resolver sobre todo lo concerniente á la elección de sus miembros.

R. M. RESISTENCIA DEL COBERNADOR DE CORRIENTES CONTRA EL DECRETO DEL PRESIDENTE DERQUI SOBRE ELECCIÓN DE DIPUTADOS Y SENADORES

(Publicada por la Nación)

El Gobernador renuncia, fundando su resolución. Recuerda lo que dijo á la Legislatura en su Men­ saje anterior.—Sorpresa que le cau­ só el Decreto del Presidente.—La soberanía de la Provincia se opone á que se dé cumplimiento al decreto. — Incompetencia del Presidente para resolver la cues­ tión.

Corrientes, Diciembre 10 de 1860.

El Gobernador de la Provincia

A la Honorable Cámara Legislativa.

Honorables señores: Un año ha, tuvisteis á bien depositar en mí vuestra confianza invistiéndome con la primera 9® PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI Magistratura de la Provincia. Recordaréis que os dije al tiempo de prestar el Juramento de ley « que no estaba bien definida aun la política general de la República; que yo no traía al Poder, otro contingente que el de una voluntad ardiente para el bien, y os demandé vuestra cooperación y la de mis amigos ». Si aun así no tuviesen resultado mis esfuerzos para obtener el bien sin menoscabar la digni­ dad y la soberanía de la Provincia, os añadí, « qzce vendría d esta Cámara á devolver el poder que se me había confiado, para que lo deposite en manos más expertas y más felices que las mías-». Hoy, señores, creo llegado el caso de apelar al fallo soberano de V. H. sometiéndoos un acon­ tecimiento que tiene en expectativa á toda la Confederación, y por cuya gravedad y trascen­ dencia merece llamar la atención de los repre­ sentantes del Pueblo. Con fecha 26 de Octubre último, el Excmo. Se­ ñor Presidente de la República expidió el de­ creto que adjunto bajo el número 1; en él se recomienda al Gobierno de la Provincia, pro­ ceda á la brevedad posible á ordenar nuevas elecciones para reemplazar á los Diputados y Se­ nadores que debían removerse en virtud de la reforma hecha en el artículo 40 de la Constitu­ ción Nacional; pero sin designar quiénes son esos foncionarios comprendidos en la reforma. El in­ frascripto quedó sorprendido al ver esa disposi­ ción del Ejecutivo Nacional, y desde luego la Y BATALLA DE PAVÓN 91

consideró invasora de las atribuciones exclusi­ vas del Congreso Federal. En tal concepto, cre­ yó un deber imprescindible contestar al Minis­ terio del Interior en los términos expresados en la nota que acompaño bajo el número 2. El Excmo. señor Presidente ha insistido en su mandato, como os instruirá el documento nú­ mero 3, y debo manifestar á V. H. que las ra­ zones en que se apoya no bastan á destruir mis convicciones. Cierto es, como dice el señor Mi­ nistro del Interior, que la elección que se ha mandado practicar es de un carácter puramen­ te Nacional pero también es cierto, que para su cumplimiento es indispensable poner en ejer­ cicio uno de los derechos más culminantes de la soberanía local de la Provincia, no delegada al Gobierno general. Los Diputados y Senadores por esta Provin­ cia tienen derechos adquiridos legítimamente, puesto que están en el ejercicio de su mandato; si esos derechos los han perdido en virtud de la reforma hecha en el artículo 40 de la Cons­ titución Nacional, no es el Presidente de la Re­ pública, ni al Gobierno de la Provincia á quie­ nes compete decidir en este caso, sino á la Cámara respectiva á que cada miembro perte­ nece, como lo prescribe terminantemente el ar­ tículo 56, que dice así: «Cada Cámara es juez de las elecciones, derechos y títulos de sus miem­ bros en cuanto á su •validez.» etc. ¿Á quién, pues, debe obedecer el infrascripto 92 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI en este caso? á la Constitución que ha jurado cum­ plir y hacer cumplir, ó á una simple recomen­ dación del Presidente de la República? La res­ puesta, honorables señores, no puede ponerse en duda ni por un instante. El Gobierno de la Provincia no se da cuen­ ta de la más ó menos responsabilidad que asu­ me el Presidente ante el Congreso Federal, pero sí se da cuenta del juramento solemne que ha prestado; está dispuesto á no abdicar de la al­ tura en que se ha colocado y de sus conviccio­ nes más profundas. Pero hay más, señores: debo hacer notar á V. H. una circunstancia de la nota del Ministerio del Interior, N.° 3, que dice así: « Si la elección que debe practicarse en virtud »del artículo 2.0 del Decreto que nos ocupa, > no tuvo lugar por las razones que V. E. aduce, »V. E. asumiendo una gran responsabilidad, »traería una dificultad seria á la Administración »Nacional, al régimen constitucional del país, » puesto que los Diputados y Senadores á quie- »nes es aplicable el artículo 40 de la Consti- »tución no podrían concurrir á la convocatoria » extraordinaria hecha por el artículo i.° del de- »creto, desde que esa convocación no puede » rezar con ellos, sino y muy particularmente con »los nuevamente electos, y colocaría al Ejecu- »tivo Nacional en el caso de hacer él mismo >la convocación que rehusase hacer su agente » natural.» Y BATALLA DE PAVÓN 93 Vuecencia ve, que el infrascripto se encuen­ tra hoy en un conflicto, entre un deber de con­ ciencia que le impone la santidad del juramento que ha prestado, y una exigencia contraria del Ejecutivo Nacional, Yo no podré consentir ja­ más, señores, mientras esté en el Poder, que se invadan de esa manera las prerrogativas fede­ rales de la Provincia, ni las atribuciones que co­ rresponden exclusivamente á su Gobierno mucho menos consentiré que por sostener mis propias convicciones sea entorpecida la Administración Nacional y el régimen constitucional del país, como asevera el párrafo que dejo transcripto. Antes que todo eso suceda, y á fin de evitar que por tales causas llegue á derramarse, no digo una sola gota de sangre, pero ni una lágrima si­ quiera. vengo en cumplimiento de mis propó­ sitos á poner en manos de V. H. mi renuncia del cargo de Gobernador de la Provincia que me habéis confiado. A mi juicio, señores, la situación del país es grave, y exige hombres adecuados; yo no me considero con las condiciones que se me exigen para continuar en ella, y es á V. H. á quien toca buscarlas en el ciudadano que debéis elegir para sucederme en el Gobierno. Aprovecho gustoso esta nueva oportunidad para ofrecer á V. H. los homenajes de mi res­ petuosa consideración. Dios guarde á V. H. JOSÉ MARÍA ROLÓN. 94 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

NOTA DEL AUTOR : La Legislatura no aceptó la renuncia del Goberna­ dor, aprobando la resolución de no cumplir el Decreto del Presidente de la República. El Doctor Derqui^alucinado con el prestigio de su autoridad y con el poder y la influencia de su nuevo amigo, el General Mitre, no creía que el Gobernador de Corrientes persistiera en su enérgica actitud.

R. M. EL PRESIDENTE DERQUI AVISA AL GENERAL MITRE, QUE SI EL GOBERNADOR DE CORRIEN­ TES NO LE OBEDECE, LO DERROCARÁ POR UNA REVOLUCIÓN QUE HA PREPARADO.

Paraná, Diciembre 29 de 1860.

Excmo. señor Gobernador, Brigadier don Barto­ lomé Mitre.

Mi querido amigo: Nuestro amigo Riestra me enseñó su carta y anoche tuvimos una larga conferencia sobre los asuntos de Corrientes y el contenido de ella, y quedó de contestar á usted con detención. He mandado al General copia de las cartas á Rolón y Fonseca, con una mía, de que no tengo copia, en la que le digo, substancialmeur te, que estoy resuelto á sustentar mi autoridad, y que tengo los medios de hacerlo, indicándo­ le que puede escribir á Rolón que- salga de la vía revolucionaria en que va á perderse sin duda alguna. Entretanto, yo tomo con actividad las medi­ das necesarias para dar en la cárcel con el cana^

TOMO II 7 9& PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI lia Pujol y el rudo monigote Rolón; pues no me queda duda de que van á sostenerse en su resistencia. En tal caso, declararé al Gobernador de Co­ rrientes en rebelión contra la ley nacional y la autoridad creada por ella, etc., etc. Esto hace cesar de pleno derecho la protección constitu­ cional del Gobierno General. Entonces será de­ rrocado, y derrocado se quedará. En el vapor que sale de aquí el 8, despacharé 'un agente á Corrientes, que se me mandó de allí, y quince días después de su llegada estará pre­ parado todo para hacer la declaración indicada. Si, contra todas las probabilidades, ella no pro­ dujera la revolución, la promoveré más eficaz- *mente, enviando al Mayor Torres con el bata­ llón que está en el Rosario, y al Mayor Nelson, ambos de mi entera confianza, á la Esquina, con cuyo departamento cuento, sin la menor duda, ordenando francamente el sometimiento del Gobernador de Corrientes. El General Urquiza no puede tomar otra ac­ titud que la de mediador. Yo le pasaré opor­ tunamente una orden como á General en Jefe del ejército, para que envíe los cuerpos de él, que están en San José á la orden del que ya comisioné en Corrientes; y pasaré á usted otra orden de poner á su disposición el vapor de gue­ rra, un cuerpo de artillería, y la infantería de línea que haya en esa plaza; pero no usaré de ninguna de esas fuerzas, porque no serán necesarias. Y BATALLA DE PAVÓN 97 Si el caso lo requiere, iré yo mismo á la Es­ quina. En fin, haré todo menos consentir que Pujol juegue conmigo. Es preciso que ustedes allí me apoyen por la prensa, sosteniendo mi buen derecho para declarar en abierta rebeldía al Gobernador de Corrientes. Ya usted conocerá que las cartas de Fonseca y Rolón están calculadas para probar que hemos agotado los medios de conciliación. Soy su afmo. amigo

Santiago Derqui.

NOTA DEL AUTOR : — Quizá esa carta, que recién conocemos por la inte­ resante publicación del Archivo del General Mitre, fué escrita en uno de esos días que, por su excitación nerviosa, no podía ni recibir á sus Ministros. El Doctor Pujol había sido un partidario importan­ tísimo de la candidatura del Doctor Derqui, y por eso lo nombró su Ministro del Interior. Sin embargo, ya se vé el tratamiento que le daba en la carta dirigida al General Mitre. El Doctor Pujol, que había llevado sus condescen­ dencias con el Presidente Derqui, se retiró del Minis­ terio, y fué electo Senador al Congreso. Cuando el Presidente Derqui se dirigió al General Urquiza, éste le contestó que estaba equivocado res­ pecto de la actitud del Gobernador Rolón, que éste no era rebelde, ni su enemigo, dándole los consejos que correspondían á un verdadero hombre de Estado. Va en seguida la extensa carta del General Urquiza, de la que no supo aprovechar el Doctor Derqui. R. M. 98 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

San José, Diciembre 30 de 1860.

Excmo. señor Presidente, Doctor don Santiago Derqui.

Mi estimado compadre y amigo: Su interesante carta fecha 27 del corriente y sus anexos me obligan á ser detenido en su contestación, y á hacer uso de toda la franque­ za que corresponde á nuestra posición respec­ tiva, al interés que debo tomar en la marcha del Gobierno General, y en la suerte del país, que juzgo en grave crisis. Debo á usted el lenguaje descubierto de la verdad, como amigo; ninguno tiene mayor derecho que yo, porque no se me puede reprochar mira torcida, porque no tengo más ambición que la paz, la unión, la igual­ dad de los pueblos, la igualdad entre los hijos de esta tierra. Porque debo al jefe de la Nación, que me ha sucedido, el apoyo decidido de to­ dos mis esfuerzos, y así las manifestaciones de mis sentimientos y opiniones. Parque si la horrible anarquía se enciende, yo no he de cruzar los brazos esperando al asesino que se me haya destinado; porque no me debo á mi solo: me debo á los que me han servido, á los que se han sacrificado á la par mía, á la par de usted, por la causa Nacional; me debo todo entero al país, al que tanto bien he hecho. Y BATALLA DE PAVÓN 99 Yo creo y estimo la fe y estimación que us­ ted me guarda, y apelo á ella para declararle con tranquilidad y firme voz, porque usted me ha de escuchar, Doctor Derqui. La inteligen­ cia del Jefe de la Nación con los opositores al Gobierno de una Provincia, es autorizarles á la revuelta. La situación de Corrientes no es la que á usted le han pintado. El Gobierno está soste­ nido por el pueblo, y si rechaza por celo las preferencias que se han hecho por el Gobierno General, y las demuestra con pretensiones que pa­ recen exageradas, no está en rebelión contra éste. Pujol, Rolón y todos sus amigos, no son re­ beldes á la autoridad Nacional: serán amigos disgustados, más ó menos; pero han de valer más para usted, para mí y para los intereses de los pueblos que nos cumple defender, que los enemigos profesos y jurados, que los ene­ migos encubiertos que nos intrigan para per­ dernos, y que lo empujarían á usted á derrocar el Gobierno de Corrientes, porque se muestra de­ cidido contra el predominio de un pueblo, que ha combatido tan ardientemente contra el predo­ minio de un bando, que escala el poder por todas partes hasta con el puñal de los asesinos. Se quiere echar abajo al Gobierno de Co­ rrientes, como se quiere echar abajo á los de San Luis, Mendoza, Catamarca, y como se ha echado al suelo los de San Juan y Salta; se quiere renovar la sangrienta lucha de los par­ IOO PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI tidos que nos han martirizado tantos años, para que perezca en el abismo la organización del país, que están combatiendo hace muchos años, porque no es obra suya, porque daña sus am­ biciones disolventes que quieren el sacrificio de todos los pueblos á una sola localidad. Se quie­ re dominar en todas partes por el círculo que en Buenos Aires ha heredado á Rosas, para im­ poner de allí la voluntad arbitraria y someter á las Provincias al depredante y despreciado monopolio de una Provincia. Esto se quiere y esto se hace. Y ya no les basta encender el fuego de la anarquía en las provincias: el Estado Oriental, que tiene á su frente un gobierno honorable y digno, vuelve á ser blanco de toda clase de maquinaciones excitadas por un círculo que está en Buenos Aires. Se trata de lanzar otra vez á los emigrados orientales en la rebelión armada y se envían emisarios en todas direcciones, y se envía dinero, etc., etc. Corrientes se ha resentido de la medida que anula las Aduanas de la Provincia, concentrán­ dolo todo en Buenos Aires, como el país entero» y de ahí nace sin duda la pretensión que di­ rige al Gobierno Nacional. ¿No sabe usted que á los comerciantes que se proponen traer di­ rectamente algunas mercaderías, se les ofrece ad líbitum rebaja de derechos para que aduanen en Buenos Aires, como ha sucedido con Peña- loza y con otros muchos? Y BATALLA DE PAVÓN IOI

El hecho es que la unión no significa otra cosa para muchos de los que la han combati­ do en Buenos Aires, y que hoy la aceptan, que el logro de todas sus ambiciones, como hom­ bres de partido, el triunfo del monopolio, cau­ sa de la guerra. Los hombres que han sostenido con inmen­ sos sacrificios, la causa de los pueblos son arro­ jados con vilipendio de los puestos que ocupan, cuando no caen bajo el puñal, y por todas par­ tes se les persigue con violencias, con denues­ tos, con injurias de todo género, hasta poner­ les en Buenos Aires (sin más razón que haber sido de los antiguos amigos de usted, de los que han combatido por elevarlo) la casaca del soldado y arrojarlos á la frontera. ¿Y por qué no se pondría usted también en inteligencia con la oposición de allí, para que una minoría no sea exclusiva y oprimente, y para hacer Mi­ trar á aquella Provincia en las condiciones de igualdad que únicamente pueden hacer consis­ tente la unión? ¿No le causa aquella situación mayor alarma que la de Corrientes? Es allí donde está el foco de la anarquía, que se trata de encender en todas partes por la propaganda que se dirige á todos los pueblos, produciendo la división y la resistencia á las autoridades legítimas, con la mira de que un partido ab­ sorba el poder. ¿Se acuerda usted que le dije aquí, en San José, que nuestras concesiones y condescendencias 102 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI iban más allá de lo que convenía? Vea, pues, si es cierto; y ojalá no le pese tarde el haber­ me aventajado. Entretanto, cúmpleme decirle que yo me he de sacrificar por los pueblos y por los hombres oprimidos: me he de sacrificar por la igualdad y la fusión que han sido el objeto de nuestros comunes esfuerzos. Pero, permítame que, repitiéndole cuanto le mandé decir con el Coronel Basavilbaso, y que usted encontró justo y atendible, lo exhorte á no separarse de la mayoría del país, á no de­ jar que algunos hombres que ningúu título tie­ nen á merecer confianza, dispongan según sus pasiones de la cosa pública, y nos empujen á una anarquía que hará nadar de nuevo al país en sangre. Que le pida se detenga á considerar con madu­ rez las causas de los resentimientos que no deben condenarse, sino contemplarse; que es necesario satisfacer á todos con equidad é imparcialidad. Que no permita que la revolución prenda en Corrientes, porque es acercar el fuego al cora­ zón, es herir la estabilidad política del país en lo más sensible: es poner en peligro todo, y á merced de los bandos. Que, por el contrario, calme á aquel Gobier­ no, y considere sus quejas, y busque en el pró­ ximo Congreso la fuerza de que necesita para dar equilibrio á la situación que se precipita por entre abismos. Y BATALLA DE PAVÓN IO3

Es preciso no dar aliento á la anarquía, ni provocar la rebelión; no se enfurezca usted con sus amigos, si los celos de éstos los llevan á alguna imprudencia: recele de sus enemigos encubiertos. Al frente de Corrientes y de Entre Ríos, usted puede hacer oir su voz con respeto. No nos disloquemos, cuando un partido condensa sus fuerzas y amenaza provocar el orden estable­ cido. Usted ve que esta carta es la mayor prueba de que quiero sostener su autoridad, como cuestión de patriotismo y de amor propio; quiero sos­ tenerla como expresión de la voluntad decidida de los que lo elevaron, que son los que han de ponerse á sus órdenes hasta el sacrificio, para levantar con ella la dignidad de la Nación y las prescripciones de la ley, que no toleran el predominio de un pueblo, ni la exclusión de un partido. Todo esto es para usted sólo. Medítelo en la calma, y con elevación; perdonando las pe­ queñas miserias y con la vista en el porvenir' Yo no excluyo ni odio á nadie porque haya pertenecido á este ó al otro partido; pero es porque la fusión ha sido la base de nuestros procedimientos, que resisto á que un partido se aproveche de la práctica de aquella virtud para hacerla desaparecer, como el hombre malo que se aprovecha de la hospitalidad para pillar nuestra casa; es porque á esa sola condición 104 PRESIDENCIA -DEL DOCTOR DERQUI la organización del país es posible y su tran­ quilidad y ventura; porque el renacimiento de un partido que, como tal, ha sido vencido, usted participe en esa victoria; y poner al ven­ cedor á merced del vencido, es renovar la lucha con mayor encarnizamiento, es inutilizar nuestra obra y traicionar la confianza que los pueblos depositaron en nosotros. Soy de usted con sincero afecto, amigo, ser­ vidor y compadre.

Justo J. de Urquiza. SOBRE NEGATIVA DE INCORPORACION AL SENADO DE LOS ELECTOS POR BUENOS AIRES.

Ministerio del Interior. Paraná, Junio 15 de i86r.

Al Excmo. señor Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, General don Bartolomé Mitre.

Me es honroso acusar recibo de la nota de V. E- fecha 27 de Mayo último, en contestación á la de este Ministerio, de 14 del mismo. Y, al ha­ cerlo, cumplo con la orden del Excmo. señor Vice­ presidente de la República, en ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional, diciendo á V. E. lo siguiente: Que es bien extraño y deplorable en el con­ cepto del Gobierno Nacional, y ante el juicio de todos los que confiaron en la lealtad y buena fe de V. E. al tratar de la unión argen­ tina, verlo hoy colocado en una posición que, si hasta cierto punto pudiera decirse superior á la independencia personal de V. E., no por eso lo justifica ni lo defiende en el propósito de no enviar al Congreso Legislativo Federal, IOÓ PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI por esa Provincia, los señores Senadores cuyos títulos fueron reconocidos y aceptados por el Honorable Senado de la Nación en Abril del corriente año. Apelando al ilustrado criterio de V. E., á la vez que al consejo universal de la sana razón» me ha de permitir el Excmo. señor Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, declararle que las pretendidas razones en que parece quiere fundar el aplazamiento para el envío de los señores Senadores por esa Provincia, rechazan abiertamente toda fe, por más que obre el cora­ zón en el sentido de apoyarla; y revelan del modo más conspicuo é irritable, que V. E. pre­ tende realizar un prodigio político imposible, ó cuando menos, que ese aplazamiento no es tal en realidad; sino una negación premeditada y definitiva á la incorporación de esos Senadores á su Cámara respectiva. El poder Ejecutivo Nacional, señor Goberna­ dor, quisiera no juzgar á V. E. de este modo, porque le es muy ingrato hacerlo, extinguiéndo­ se así hasta la más remota esperanza de invo­ car con éxito la ley y principios constitucionales y le es profundamente doloroso decirlo. ¿Pero, cómo excusar este juicio ni ocultarlo á V. E. cuando la misma nota que contesto fuerza y com­ pele á concebirlo? Vuecencia asegura que sumamente grato sería al pueblo y Gobierno de Buenos Aires que los Senadores que deben integrar el Congreso, por Y BATALLA DE PAVÓN 1.07 parte de esa Provincia, se hallasen ya incorpo­ rados á su respectiva Cámara, y que ningún obstáculo se opusiese á que al presente se efec­ tuasen; pero subsistiendo las causas que obsta­ ron á su inmediata incorporación en Abril último, con motivo del rechazo de los Diputa­ dos electos por esa Provincia y hallándose pen­ diente este asunto (sobre el cual ese Gobierno se dirigió á este Ministerio en nota separada), espera que él tenga una solución, para que puedan á la vez incorporarse al Congreso Na­ cional ios Senadores y Diputados que por parte de esa Provincia deben integrarlo conforme á la le­ tra y al espíritu de la Constitución y los pactos. Al observar estas razones de V. E., se viene en conocimiento, que el primer fundamento que obra en el juicio del señor Gobernador para no incorporarse los Senadores de esa Provincia á su respectiva Cámara, es la subsistente de las causas que en Abril último obstaron para hacerlo. ¿Y qué causas fueron esas, señor Go­ bernador, sino el pretendido derecho de los señores Senadores de Buenos Aires, de juzgar y decidir ellos los actos más solemnes y augus­ tos del Cuerpo Legislativo y soberano de la Nación? ¿Cómo puede V. E. en su ilustración y saber, hallar causa legítima, ni siquiera razo­ nable, en ese derecho que se concita la censura de toda sociedad bien organizada, y que pugna evidentemente con los principios más incontro­ vertibles de las Naciones cultas? 108 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Es preciso repetirlo. La causa que obstó á los señores Senadores por Buenos Aires para su incorporación á la Honorable Cámara que aprobó sus títulos, que los llamó fraternalmente y esperó en dos sesiones sucesivas, no fué, ni puede invocarse otra que la incalificada condi­ ción planificada por ellos mismos, de entrar al Congreso, planteando la monstruosa regla de que la parte comprende al todo, y que la mi­ noría sojuzgue á la mayoría. Esta es la verdad del hecho, señor Gobernador; y á fe que si cam­ biando el rol que hace V. E., se le exigiera la humilde condición del sometimiento del pueblo al antojo de un ciudadano, no tendría V. E. lenguaje suficiente para definir tan extremada pretensión. Los Senadores de esa Provincia comprenden bien, como V. E. mismo, la independencia y libre ejercicio de cada Cámara de las que se compone el soberano Congreso Federal. Saben también que cada una de ellas por su naturaleza, por el texto y espíritu de la Cons­ titución Nacional, es el único juez de eleccio­ nes, derechos y títulos de sus miembros, en cuanto á su validez. Si la de Diputados, en uso de sus atribuciones en ejercicio de un de­ recho inherente á su ser, en plena é incontro­ vertible conformidad con las prescripciones cons­ titucionales y con la ley de la Nación, rechazó á los Diputados de Buenos Aires, ¿por qué principio juzga V. E. que los Diputados rechaza­ Y BATALLA DE PAVÓN I09

dos deban imponer á ese juez privativo, á ese juez único y soberano, pretendiendo que sus opiniones meramente privadas y personales den la regla al que debe juzgarlos, admitirlos ó rechazarlos? Aun suponiendo, señor Gobernador, que no estuviera de parte de los Diputados de Buenos Aires el error patente, y que fuera posible dudar de la legitimidad del procedimiento de la Hono­ rable Cámara de Diputados de la Nación, en tal caso, ¿cuál sería la autoridad competente para dirimir la duda y establecer el principio? ¿ Querrá V. E. decir que incumbe tan alta po­ testad á los Diputados electos en Buenos Aires, que ni aun son instituidos por Buenos Aires? ¿querrá V. E. dar á luz, por primera vez en los anales de pueblos organizados bajo el régi­ men republicano representativo, la doctrina de que la soberanía de un pueblo reside, no en la voluntad general sino en la particular de unos cuantos individuos? Aquel gran principio de la mayoría, que sirve de base y fundamento á las sociedades humanas que se rigen por el sistema democrático, ¿ quiere V. E. que sucumba hoy ante las exigencias de los Diputados re­ chazados ? El Gobierno Nacional no puede atribuir seme­ jante doctrina al saber de V. E. Si lo hiciera, preciso sería creer que en concepto de V. E., ni tiene nombre conocido el Gobierno Nacional ni admite definición posible. TIO PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

La prepotencia de esas equivocadas razones de los Diputados de Buenos Aires, admitida y patrocinada por los honorables Senadores de la misma, hizo que en Abril último no se incor­ poraran al Senado, que llamaba y esperaba en su seno á esos Senadores. He aquí, pues, el único obstáculo que si pudiera someterse al respetable y patriótico juicio de esa benemérita Provincia, ella lo desecharía con altura, justicia y dignidad. Pero es sensible no poder creer lo mismo del Gobierno de Buenos Aires, después de los cruen­ tos sacrificios que toda la Nación, incluso la misma Provincia de Buenos Aires, ha oblado hasta lo inefable, en pro de la unión sincera y leal de la familia argentina. Si V. E. declara en la nota que se contesta, que subsisten las causas que obstaron á la incor­ poración de los Honorables Senadores por esa Provincia, si la primera y principal de esas cau­ sas es la que el infrascripto acaba de demostrar, ¿cómo juzga V. E. que podría removerse el obstáculo? ¿Sería acaso, que el Honorable Sena­ do de la Nación, divinizando el error de los Senadores de Buenos Aires, prestándole un culto idólatra, desconociendo lo que le incumbe dignamente según su misión, y aceptando sin decoro y sin conciencia la humillante condición propuesta por aquéllos, se pusiera, prosternado, bajo la bandera sin ejemplo que han levantado esos señores Senadores de Buenos Aires, destru­ yendo todo principio conocido y falseando la Y BATALLA DE PAVÓN III

Constitución y la ley Nacional? ¿Sería, señor Gobernador, un modo de remover las causas que dice V. E. subsisten, el que el Honorable Senado de la Nación, que tanto venera las luces y virtudes de la Honorable Cámara de Diputa­ dos, se convirtiera en instrumento de los Sena­ dores y Diputados de Buenos Aires para ir con­ tra aquel cuerpo eminente, y sancionara con el hecho el más grande de los escándalos? Vea, pues, V. E. porque dijo el infrascripto poco antes, que las pretendidas razones en que parece que V. E. quiere fundar el aplazamiento para el envío de los Senadores por esa provin­ cia, revelan del modo más conspicuo é irresisti­ ble, que V. E. pretende realizar un prodigio político imposible. Si V. E., pues, no tiene razón para esperar tal postración del Honorable Senado, cuyos ante­ cedentes ilustres debieron haberle dado grande idea de sus nobles procederes, claro es que el aplazamiento solicitado no es tal en realidad; puesto que ni un instante debe V. E. abrigar la esperanza de que el Senado descienda de su elevación propia y del crédito que ha sabido captarse con esclarecida justicia y mérito. El otro fundamento en que quiere V. E. apo­ yar el aplazamiento indicado, es el de hallarse pendiente (según su expresión) el asunto rela­ tivo á los Diputados rechazados, esperando el Gobierno de Buenos Aires que tenga una solu­ ción, para que puedan á la vez incorporarse

TOMO II 112 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI al Congreso Nacional, los Senadores y Dipu­ tados que deben integrarlo conforme á la letra y al espíritu de la Constitución y los pactos. Difícil sería creer, señor Gobernador, á no verlo consignado en la nota de V. E., que el Gobierno de Buenos Aires clasifique de asunto pendiente la orden terminante que le fué comu­ nicada en 18 de Mayo último, para que en cumplimiento del decreto de 16 del mismo, de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación y con arreglo al artículo 37 de la Constitución y á la ley Nacional de 4 de Junio de 1859, se praticasen en esa Provincia nuevas elecciones para Diputados Nacionales. Ese asunto que en dos ocasiones ha ocupado la atención de la Honorable Cámara de Dipu­ tados, quedó definido plenamente por ella, como única autoridad competente según la Constitu­ ción jurada por V. E.; y en virtud de ser esto una verdad, recibió V. E. la orden de proceder á nuevas elecciones. Si el Gobierno de Buenos Aires (como es de estricta obligación), habien­ do acatado esa orden, cumplidos serían ya los deseos de esa Provincia y satisfechas las aspi­ raciones legítimas de todos, con la incorpora­ ción de los Diputados por Buenos Aires al Con­ greso Federal. Pero si bien es cierto que aquellos deseos y estas aspiraciones, han sido frustradas con lamen­ table desengaño y dolor, no lo es que la causa sea el hallarse este asunto pendiente. Y BATALLA DE PAVÓN 13

Entre la autoridad competente que manda legítimamente, y el que debiendo obedecer no lo hace, la falta de cumplimiento, señor Gober­ nador, no causa pendencia del asunto. Habrá suspensión de ejecución del mandato, desobe­ decimiento, desacato; pero de ningún modo pendencia, puesto que el mismo mandato, esta­ blece la definición de causa, como lo hubo por decreto remitido á V. E. de la Honorable Cá­ mara de Diputados. Si la misma nota de ese Gobierno comprue­ ba que V. E. recibió la sanción citada, no se puede calcular cuál sea el fundamento que haya tenido V. E. para decir pendiente el asunto. ¿Ante quién pende, señor Gobernador? ¿De qué autoridad, creada legítimamente, espera V. E. la solución? ¿No la tiene ya ese Gobierno con el decreto relacionado que se le pasó en copia autorizada y cuyo recibo confiesa expresamente? ¿Opina V. E. que observando de su parte la nota de este Ministerio de 14 de Mayo, adquie­ re V. E. un derecho á desconocer la solución defi­ nitiva dada por la'Honorable Cámara Nacional de Diputados? Permítame, el Excmo. señor Go­ bernador, extrañar de sus respetables luces este proceder que mi Gobierno se empeña en incul­ car. Forzoso es, pues, que V. E. se persuada de ser concluido de todo punto el asunto relativo á los Diputados de Buenos Aires, y por la única autoridad competente, por más duro que sea á esos Diputados y á V. E. reconocerlo. 114 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Salvo que se quiera admitir otra fenomenal doctrina, á saber, que en la Provincia de Buenos Aires reside una autoridad sobre toda autoridad Nacional, y que á aquélla incumbe juzgar y destruir las honorables resoluciones de esta doctrina, que (haciendo justicia á esa heroica Provincia hermana) ni ella lo quiere ni lo pretende. Pero, aunque fuera un hecho cierto, señor Gobernador, que estuviera pendiente, ante la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, la aceptación ó rechazo de los Diputados de Buenos Aires, aun en tal falsa hipótesis, no ha­ bría V. E. alcanzado una sola razón para excu­ sar el envío de esos señores Senadores de la misma, por sólo el hecho de haberse incorpo­ rado simultáneamente al Congreso Federal con aquéllos. Detenerme en demostrar esto á V. E. en la época en que vivimos y en el estado de desarrollo á que han llegado los principios prácticos del derecho constitucional, sería caer en el error de suponer á V. E. sin unas dotes de inteligencia y saber que los que de ordina­ rio están al alcance de un parvulillo. No puede el Ejecutivo Nacional aceptar este caso excepcional en el talento de V. E. Proponiéndose V. E. hacer observaciones á las resoluciones del Honorable Senado de la Na­ ción, con el fin de demostrar que ni es posible ni facultativo á una Cámara de las que com­ ponen el Congreso Federal emplazar aislada­ Y BATALLA DE PAVÓN 15

mente á sus miembros, siendo éstos de esa Pro­ vincia, invoca V. E. en apoyo de su opinión el espíritu y la letra del artículo 9 del convenio de paz de 11 de Noviembre, y los artículos 12 y 16 del de 6 de Junio, deduciendo V. E. que la incorporación de los Diputados y Senadores por Buenos Aires al Congreso Nacional debe ser simultánea. Sobre este tópico de la nota de V. E. basta transcribir los artículos invocados para demostrar que ni su espíritu ni su letra favorece al juicio de V. E. El primero, artículo 9 del convenio de 11 de Noviembre, dice: «Las leyes actuales de Aduana de Buenos Aires sobre comercio, segui­ rán rigiendo hasta que el Congreso Nacional, revisando las tarifas de Aduana de la Confede­ ración y Buenos Aires, establezca la que ha de regir para todas las Aduanas exteriores». ¿ Puede V. E., con lealtad, encontrar ni en su espíritu ni en la letra de este artículo, algo que excluya la potestad natural y legítima de cada Cámara del Congreso Federal para llamar y recibir en su seno á los miembros que por parte de esa Provincia le pertenezcan ? Establece este artículo, señor Gobernador, el principio incons­ titucional de despojar á las Cámaras Legisla­ tivas de la Nación de un atributo sin el cual no pueden ser Cámaras, y porque es constitu­ tivo de su formal y práctica existencia. ¿ Puede V. E. creer que en el convenio de 11 de Noviem­ bre fuese posible echar por tierra aquel atributo 116 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI absolutamente esencial á cada Cámara y expreso en la Constitución Nacional? ¿Qué autoridad figuró entre los que celebraron ese convenio para que pueda V. E., con sinceridad, atribuirle superioridad sobre la soberanía Nacional que nos dió la Constitución de Mayo que V. E. se ha obligado á obedecer y hacer cumplir, poniendo á Dios por testigo de ese solemne voto religioso?. El artículo 12 del convenio de 6 de Junio, dice: < El Gobierno de Buenos Aires continuará en el régimen y administración de todos los obje­ tos comprendidos en el presupuesto de 1859, aun cuando ellos correspondan por su natura­ leza á las autoridades nacionales, hasta que,* incorporados los Diputados de Buenos Aires al Congreso, disponga éste sobre lá materia, etc.» Como V. E. en sus observaciones se acoge á este texto, para deducir que debe ser simultánea la incorporación de Senadores y Diputados por Buenos Aires al Congreso; como de las mismas palabras de su nota se revela que, ni una ni otra Cámara Nacional tiene la facultad de em­ plazar ni recibir á sus miembros sin que ambas lo hagan al mismo tiempo, debemos creer que, en concepto de V. E., debe reunirse el Con­ greso Federal en cuerpo para invitar á los señores Senadores y Diputados de esa Provin­ cia á que vengan, y con mayor razón para reci­ birlos. Cuesta, señor Gobernador, seguir á V. E. en sus creencias, y más cuesta, sin ser posible conseguirlo, encontrar ni en espíritu ni en la Y BATALLA DE PAVÓN 117

letra del artículo citado, lo que V. E. cree estipu­ lado; y sin duda que al ocuparme de esto, en virtud de orden del Excmo. señor Vicepresidente de la República, y al hacerlo con la franqueza que observará V. E., me complazco creyendo dar un testimonio del interés fraternal que abriga el Gobierno de la República en traer á V. E. y á su benemérita Provincia, que tanto lo desea, á la participación del bien común á que son llamadas todas las provincias hermanas. El artículo 16 del mismo convenio dice: «El Congreso Legislativo, integrado con los Dipu­ tados de Buenos Aires, dictará á la brevedad posible las disposiciones necesarias á uniformar la legislación aduanera y á mejorar en lo posi­ ble la protección al comercio general; mientras tanto, continuarán rigiendo, respectivamente, las leyes y prácticas aduanera, hoy vigentes. , He aquí, señor Gobernador, el pacto invocado en la nota que contesto. ¿Qué dice el espíritu del texto en cuanto á la pretensión de V. E. sobre la simultaneidad de incorporación de Se­ nadores y Diputados de Buenos Aires al Con­ greso? ¿Ni qué espíritu podría proponerse al convenio, estableciendo un acto meramente ma­ terial que ni directa, ni indirectamente afecta­ ría á la independencia del Poder Legislativo ni al acierto y justicia de sus resoluciones? ¿Qué dice la letra de este artículo? Que el Congreso Legislativo, integrado con los Diputados de Buenos Aires, dictará, á la brevedad posible, las Ií8 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI disposiciones necesarias á uniformar la legisla­ ción aduanera, etc., etc. Pero, señor Gobernador, esta letra y su espíritu no incluye la extraña y material idea de que el modo de integrarse el Congreso sea convocando y recibiendo simultá­ neamente á los Senadores y Diputados de Bue­ nos Aires. Una consecuencia tal del artículo citado es exhorbitante. Y si esto pudiera ser materia dudosa, ni en tal caso competería á V. E. la facultad de resolver la duda. Antes de concluir la presente, debo declarar á V. E., que el Gobierno Nacional no acepta, en manera alguna, la equivocada proposición de V. E., de que la Provincia de su mando recién va á efectuar su incorporación defini­ tiva á la Nación, porque V. E. tiene la con­ ciencia de que esa benemérita Provincia quedó definitiva y legalmenté incorporada desde que aceptó y juró solemnemente la Constitución Nacional, después de los pactos y convenios á que V. E. alude, sin ser dado al Gobierno de Buenos Aires negar este principio en presencia del artículo i.° del convenio de paz del n de Noviembre. En virtud de todo lo que he tenido el honor de expresar á V. E., he recibido orden del Exce­ lentísimo señor Vicepresidente de la República, para decir al Excmo. señor Gobernador de Buenos Aires,, que bajo la irremisible responsabilidad que le impone su puesto, la Constitución Nacional y los pactos por él invocados, cumpla lo resuelto Y BATALLA DE PAVÓN 119 por el Honorable Senado déla Nación, enviando á los señores Senadores por esa Provincia, para que se incorporen á su respectiva Cámara, como se le tiene ordenado. Me es grato saludar á V. E. con mi distin­ guido respeto. Dios guarde á V. E.

Severo González. IMPORTANTE DISCURSO DEL SENADOR CALVO SOBRE EL MISMO ASUNTO.

El señor Calvo. —Si en efecto, señor Presidente, este asunto estuviera en las condiciones de to­ dos los demás del mismo género, que vienen á esta Cámara, si no fuera excepcional, si se tra­ tara de alguna de las provincias que ya han estado representadas antes en el Congreso, y si nuestra convocación no fuera expresa, determi­ nada y extraordinaria, yo también diría: leván­ tase la sesión, porque sería un caso ordinario. Pero, no es así, señor. La verdad es otra. El país entero, espera : está pendiente de las resoluciones del Congreso, porque no puede ocul­ tarse su inmensa transcendencia. La Cámara de Senadores no puede hacer abstracción de la historia; no puede olvidarlos hechos consignados y contemporáneos; las cir­ cunstancias especiales de la Provincia de Bue­ nos Aires; no puede olvidar la guerra, los pactos, las prescripciones que han precedido á la ruina 122 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI general en que estamos envueltos; no puede olvidar que hace muchos años ya que sin cesar trabaja la Nación, hasta suspender las funciones de su propia vida, para que la representación de la desgraciada Buenos Aires ingrese al Con­ greso Nacional. Y tantos sacrificios hechos, tantos esfuerzos perdí los, tanta sangre vertida, tantas lágrimas derramadas, tantos tesoros gastados, no pueden acabar de estirilizarse hoy, sin que sepa el país entero y el mundo, por qué motivos la incorpo­ ración definitiva de aquella Provincia no se consuma todavía. La instabilidad y la inéertidumbre en que el país queda, supendida nuevamente la incorpo­ ración de Buenos Aires, le causa enormes per­ juicios: sepa el país quién es la causa. Todo está paralizado: el comercio cómo la industria, la administración como el progreso general del país; y es por eso que este acto merece una atención especial de la Cámara de Senadores; porque no es un hecho común y ordinario, sino excepcional por la forma, y gravísimo por las consecuencias. El pueblo tiene derecho á saber sobre quién debe recaer la responsabili­ dad de estos males, y el Senado tiene el deber de manifestárselo en lo que le concierna. Nunca creimos en la sinceridad de la recon­ ciliación, porque el imperio de la ley derroca el de los círculos; pero se ha dicho maliciosa­ mente por ello, que había en la Nación un Y BATALLA DE PAVÓN 123

partido que trabajaba por impedir el ingreso de los Senadores por Buenos Aires. ¿Y dónde está ese partido? ¿Cómo se opone al ingreso de los Senadores? ¿Qué medio pone en juego? Ninguno, señor. Les abre sus puertas la Cámara de Senadores, ¿por qué no vienen? ¿por qué se retiran?. Todos deseamos que ingresen á la Cámara, ¿cuál es, pues, el obstáculo ahora, para su in­ mediata incorporación? Ninguno de nuestra parte. Yo mismo, que soy franco y leal enemigo polí­ tico del sistema y de los hombres que dominan hoy la Provincia en que nací, he concurrido á la aprobación de las elecciones de esos Senadores, facilitándoles la incorparación al Congreso. ¿Por qué no vienen? Aquí olvidamos hasta nuestros resentimientos personales, como corresponde hacerlo á los pa­ triotas, cuando se trata del bien general. Puesto que dicen venir á la unión federal, los recibimos sin obstáculo. Pero si no vienen, no callemos, no silencie­ mos su negativa, porque nos han de acusar de sus actos propios ante la opinión. Que la Na­ ción sepa que no vienen porque no quieren! La Cámara de Senadores debe poner en clara transparencia el proceder sedicioso y anárquico que retarda el gran día de la incorporación definitiva de Buenos Aires. Venga el Senador Federal Alsina á su puesto en el Congreso. 124 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Venga el Senador Federal Elizalde á tomar su asiento en el Senado Federal. Y pese sobre ellos la responsabilidad de sus actos. No pueden esos señores dejar de venir á ocuparlos sin declararse solidarios de lo que se legisle en su ausencia por el Congreso. ¿Por qué han aceptado el cargo, si no tenían la intención de llenar el deber que les impone? No quedará sin representación esa Provincia, porque dos Senadores extraviados no llenen sus deberes oficiales, pero no tendrán derecho alguno á objetar más tarde la legislación que en su ausencia se promulgue. La doctrina contenida en esas notas es disol­ vente para la Nación y depresiva para la Cá­ mara. No debe tolerarse. Disolvente para la Nación, porque establece el derecho individual de retirarse del Congreso, ó de suspender la incor­ poración de sus representantes autoritativamen- te: el derecho de impedir que se reúna quorum, por combinaciones de círculos. Depresiva para el Congreso, porque se le impone al Senado, como condición forzosa, que la Cámara de Diputados viole la ley fundamental, á trueque de que Bue­ nos Aires se haga representar en esta Cámara. Los dos Senadores federales negocian de potencia á potencia con el Congreso. Esto es monstruoso é inaudito; y por eso es conveniente que los pueblos Argentinos tengan de ello perfecto conocimiento. ¿Hasta cuándo consentiremos en hacernos Y BATALLA DE PAVÓN 125

cómplices de la farsa indigna que se está per­ petrando para vergüenza nuestra? ¿No nos hemos de atrever á decir claro una vez, que no vienen esos hombres porque no quieren; que nunca se ha de incorporar Buenos Aires mientras ellos manden allí? Los años pasan y cada día es un nuevo pre­ texto! Primero fué el acuerdo de San Nicolás, bueno por una vez; después fué la Constitución Federal; después fué Calfucurá; más tarde el partido Federal; después el General Urquiza, á quien querían expulsar del país. En seguida se venció en Cepeda; se hizo el pacto de Noviem­ bre; explotaron la credulidad de la Nación y su buen deseo; el caudillo se convirtió en héroe, pero ya van á cumplirse dos años de farsa y estamos como estábamos, excepto que han ju­ rado la Constitución, y no la cumplen. Y ahora ¿quién les impide? A fe que no es la mazorca; Es la Cámara de Diputados ¿querrán que salgan del país también sus miembros? ¿Por qué no vienen aquí á hacer oir su voz, tan autorizada cómo dicen que es, en favor de sus ideas y de sus pretensiones? Porque nó quieren la incorporación. Los que esperaban que cuanto vinieran á mostrar su na­ cionalismo, aquí tienen ya su desengaño; en un acto tan solemne, cuando todos los argentinos se debían íeunir después de ocho años de sepa­ ración, ellos faltan y faltan á los pactos deli­ beradamente. 126 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Hay motivo de sorpresa cuando sólo se pre­ sentan á la Cámara para decirle: no ingresare­ mos al Senado si no se reciben los Diputados elegidos contra el texto expreso de la Consti­ tución Nacional! ¿Es decir, que entrará el Se­ nado en negociación con la Cámara de Diputa­ dos para que reciba á los electos en Buenos Aires si queremos alcanzar el honor de recibirlos en ésta? Sin duda no saben esos señores que el Poder Legislativo es un poder compuesto de dos Cámaras separadas. La Constitución que ellos han jurado, proba­ blemente sin leerla, dice en su artículo 55 lo siguiente: « Cada Cámara es juez de las eleccio­ nes, derechos y títulos de sus miembros en cuanto á su validez. Ninguno de ellos entrará en sesión sin la mayoría absoluta de sus miem­ bros; pero un número menor podrá compeler á los miembros ausentes á que concurran á las sesiones, en los términos y bajo las penas que cada Cámara estableciera». ¿Cómo ha de mezclarse la Cámara de Sena­ dores en las atribuciones de la de Diputados? Los Senadores son los Ministros Plenipoten­ ciarios representando la soberanía local de las provincias Federales; los Diputados tieneu un carácter diverso: son Diputados Nacionales re­ presentando el pueblo argentino que compone la Nación. Esta distinción y otras nos separan; pero es precisamente en representación de la soberanía local de la Provincia de Buenos Aires Y BATALLA DE PAVÓN 127

que ellos tieneh el deber de venir aquí; su mandato es enteramente desligado del de los Diputados. ¿Por qué confunden? ¿Porque no saben ? No, Señores: confunden maliciosamente por­ que así conviene á sus planes. Los señores Alsina y Elizalde se presentan como representantes federales de la soberanía local de la Provincia federal de Buenos Aires, se les abren las puertas del Senado y sus mismos adversarios les decimos: cuanto antes vengan ustedes, vamos á dar al país la estabilidad de que carece y la tranquilidad que necesita. Se resisten, y se resisten por causas extrañas á los intereses generales del país. ¿Puede creerse que sea lo que dicen? ¿Cómo explicarlo, entonces, con arreglo al derecho federal qué nos rige? Y ¿en qué circunstancias se resisten? En un momento en que la República entera está ansiosa, con los ojos fijos en el Paraná, para saber si seremos ó no nación, ó si siempre hemos de continuar en esta monótona farsa cuya originalidad está ya agotada, porque el fondo es siempre el mismo, aun cuando esta vez se agregue la mistificación de hacer venir hasta de 300 ó 400 leguas á los congresales argentinos para recibir á los mismos señores que caprichosamente no quieren ser recibidos hoy Es una falta de respeto á la Nación y al cuerpo también. Además, no podemos calcular

TOMO II 9 128 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI lo que de este incidente puede surgir, y es por esto que insisto en la necesidad y conveniencia de que la Cámara, en ejecución de sü derecho, compela á sus miembros resistentes, ó al menos responsabilice á los Senadores de Búenos ¿Adres ante la República y ante el mundo, porque son ellos personalmente los que no quieren venir á unirse con los representantes de las demás provincias, que los esperamos aquí. No es la Provincia de Buenos Aires; la pro­ vincia es Nacionalista. El proceder de esos seño­ res, es exclusivamente personal, y esto es lo que quiero dejar consignado. Se nos ha convocado extraordinariamente para ocuparnos de dos asuntos graves: recibir los representantes del Gobierno de Buenos Aires, y legislar con ellos sobre algunos arreglos adminis­ trativos contenido en varios artículos de los pactos. ¿Podría el Congreso cerrar esta sesión sin resolver si se incorporan ó no, y por qué, y dejando para el arreglo de los artículos n y 12 del convenio de Junio de la misma inde­ finida latitud que si no existieran? Creo que nó. ¿Podría el Congreso resolver los asuntos de administración Nacional en aquella Provin­ cia sin la presencia en su seno de esos Dipu­ tados? A mi juicio, sí pueden. La gran mayoría del Congreso, resolviendo la cuestión para que ha sido convocado, está en su derecho: ¿tendrían ellos el de desconocer su Y BATALLA DE PAVÓN I29 autoridad y competencia, después de haber rehu­ sado incorporarse? Porque hayan desertado los puestos que de­ bían ocupar los Senadores de Buenos Aires, ¿habrá de disolverse el Congreso federal? ¿sus­ penderá sus funciones? ¿Y habrá de disolverse sólo porque ellos no vienen ? Sería absurdo, señor, suponerlo siquiera. Sin embargo, la suspensión condicional á que se nos quiere reducir en principio, es la anu­ lación más completa del Congreso; equivale á la disolución, desde que lo condena á la iner­ cia, el día que otros Senadores de otras pro­ vincias, alentados por el ejemplo, pongan con­ diciones especiales á su ingreso á la Cámara. Mi objeto está cumplido, señor, al declarar en plena Cámara, para que ella lo tome en con­ sideración, que las consecuencias que pueden sobrevenir de este deplorable incidente, deben recaer exclusivamente sobre los dos Senadores Federales, que faltando á su mandato y al res­ peto que deben á la Nación y á la Cámara reunida para esperarlos, se niegan á incorporar la Provincia que representan en el Senado fe­ deral. Que sepa la República, que las puertas del Senado se han abierto para ellos y que son ellos los que no han querido entrar. MENSAJE DEL GOBIERNO DE BUENOS AIRES Á LA LEGISLATURA, SOBRE LA RESOLUCIÓN QUE DECLARÓ NULA LA ELECCIÓN DE DIPUTADOS.

Buenos Aires, Mayo 28 de 1861

A la Honorable Asamblea General Legislativa: —

El Poder Ejecutivo, cumpliendo con lo que os anunció en su mensaje de i.° del corriente, tiene el honor de someter á vuestra consideración los documentos relativos al rechazo de los Diputa­ dos que por parte de Buenos Aires fueron elec­ tos para integrar al Congreso Federal, así como las comunicaciones que con tal motivo se han cambiado entre el Excmo. Gobierno Nacional y el de esta Provincia. En la primera serie se adjuntan, marcados con los números de I á III inclusive, los documentos pasados á este Gobierno, por los Senadores y Diputados de Buenos Aires, á su regreso del Paraná, dando cuenta los primeros de los mo­ tivos que obstaron á su inmediata incorporación; no obstante haber sido aprobados sus poderes, y los 132 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI segundos del rechazo que experimentaron y de­ más circunstancias que mediaron en tal incidente. En la segunda serie se comprenden marcadas con las letras A á F las notas y anexos que con el mencionado motivo se han cambiado entre el Gobierno Nacional y el de la Provincia. Por esos documentos vendréis en conocimien­ to de lo inmotivado del rechazo; de los vicios de insanable nulidad de que adoleció la prime­ ra sesión que excluyó á nuestros Diputados del Congreso; de la insistencia para que dicha reso­ lución se llevase á ejecución por parte de la Provincia de Buenos Aires; del emplazamiento que se hace á nuestros Senadores, con violación de la letra y del espíritu de los pactos; así como de la marcha que ha seguido el Gobierno de la Provincia en presencia de estos hechos. El Poder Ejecutivo, como simple ejecutor de la ley, con arreglo á la cual se han practicado en la Provincia las elecciones para Senadores y Diputados al Congreso Nacional, podría consi­ derar que había cumplido sus deberes, limitán­ dose á someter á V. H. esos documentos á fin de que los representantes del pueblo, intérpre­ tes legítimos de su voluntad soberana, dictasen en consecuencia la resolución que considerasen más justa ó más conveniente á los intereses públicos. Pero sus deberes de colegislador, de iniciador y ejecutor de una política que ha pro­ ducido la situación presente y la satisfacción pública que se merece la opinión de los pueblos Y BATALLA DE PAVÓN 133 libres de la República que han simpatizado con los principios de Buenos Aires, le imponen el deber de manifestar claramente su pensamiento en esta ocasión solemne, aconsejando, en uso del derecho que la Constitución le acuerda, la resolu­ ción que considera más digna y ventajosa para el país, exponiendo ante V. H. las razones que lo han decidido á ello. El Poder Ejecutivo deja á vuestras ilustradas deliberaciones el examen déla cuestión de derecho, el que, á su juicio, es indisputable y claro. Fún­ dase para ello en el artículo 41 de la Constitución Nacional, que autoriza á las Legislaturas provin­ ciales para reglar por primera vez los medios de hacer efectiva la elección directa de los Diputa­ dos, sin que á ello se oponga el artículo 37 de la misma, en que se ha fundado el rechazo, según se manifestó en la nota de contestación de fecha 15 de Abril último, que bajo la letra B se regis­ tra en la segunda serie de documentos. Fúndase igualmente en que las leyes anteriormente dic­ tadas por el Congreso, en que sólo estaban re­ presentadas trece provincias, con exclusión de Buenos Aires; no pueden obligar á Buenos Aires, mientras esta Provincia no esté representada en el Congreso, integrado conforme á la Constitu­ ción y á los pactos. Y se funda principalmente prescindiendo de consideraciones de segundo orden, en que siendo Buenos Aires á la vez Provincia federada y parte, contratante que va á efectuar su incorporación definitiva, en virtud 134 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI de los pactos que ha celebrado, por su libre y espontánea voluntad, mientras esa incorporación legal no haya tenido lugar; es decir, mientras sus Diputados no hayan ingresado al Congreso, puede reclamar y debe sostener como leyes obli­ gatorias para ella, las que nunca ha conocido ni reconocido tácita ni expresamente; que aunque tal inteligencia fuese errónea, el determinarla correspondería á las dos partes contratantes, de común acuerdo, y de ninguna manera á una Cámara aislada, aun suponiéndola bien consti­ tuida, pues las funciones de ésta, en tal caso, están limitadas á una simple calificación de po­ deres, para determinar la validez ó nulidad de ellos, determinando si realmente son Diputados elegidos por el pueblo, en el modo y forma que la ley fundamental lo determina. No obstante todo esto, el Gobierno, haciéndose superior á toda consideración de un orden se­ cundario, os habría aconsejado, que aun prescin­ diendo de nuestros derechos y de la nulidad de aquella resolución, y limitándonos á salvar los principios por una protesta, lo autorizáseis para mandar practicar nuevas elecciones en el modo y forma que ha sido indicado, si hubiese creído que tal sacrificio podría ser benéfico al país, propicio á la causa de la Nacionalidad y de la unión y necesario para el afianzamiento gradual de los principios y de las leyes; y al aconsejaros tal procedimiento, habría tenido en vista prin­ cipalmente los intereses comunes de las pro­ Y BATALLA DE PAVÓN 135 viudas hermanas, y en espedal los de aquellas que, identificándose con nuestros principios, nos han acompañado con el noble empeño de hacer efectiva la Constitución Nacional por todos los medios legales á nuestro alcance. Pero Buenos Aires no necesita dar á los pueblos hermanos una nueva prueba de su sincero deseo de ingre­ sar á la Nación, incorporándose definitivamente á ella por medio del envío de sus Diputados al Congreso. Ha estado y está dispuesta á hacerlo, porque así se lo mandan sus compromisos y se lo aconsejan sus propias conveniencias; pero tal es su voluntad libremente expresada por el órga­ no de su representantes y por las manifestacio­ nes inequívocas de la opinión; y, finalmente, porque cualesquiera que sean las dificultades que puedan sobrevenir con motivo de la deplorable emergencia que ha retardado su incorporación definitiva, jamás abandonará la política salvadora de la nacionalidad y de ia unión, ni desistirá del propósito de formar parte integrante de la Nación Argentina, constituida en igualdad de derechos. Así lo ha probado en el hecho de enviar sus Senadores y Diputados al Congreso, no obs­ tante las amenazas de que iban áser rechazados ; y la prueba en el hecho aun nlás significativo, de estar dispuesto á enviarlos todavía á pesar de cuanto ha ocurrido;siempreque no se le exija como al presente, sacrificios incompatibles, con su decoro, con su seguridad y su derecho porque al sostener su razón no busca pretextos para la discusión, 136 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI porque cree que esos sacrificios son igualmente incompatibles con la seguridad y los derechos de los demás pueblos libres de la República, en que la Constitución Nacional es una verdad. Buenos Aires, al hacer el sacrificio estéril de su derecho, comprometía los derechos de todos, á la vez que su propia seguridad, si cediendo á consi­ deraciones pusilánimes, ó dejándose arrebatar por un sentimiento elevado de abnegación, cerrase sus ojos á la evidencia de las cosas, y no quisie­ ra ver el vejamen premeditado que se ha querido hacerle al rechazar inmotivadamente á sus Diputados; si se desentendiese de la com­ posición inconstitucional del Congreso y de la manera irregular con que una sola Cámara en se­ siones preparatorias, se ha arrogado la facultad de interpretar un artículo de la Constitución, re­ solviendo su aplicación con violación hasta de las formas elementales del derecho- público; sino comprendiese que ese vejamen y esa violación de las formas es un verdadero escándalo, cuya consagración desmoralizaría el sentimiento de la justicia, haría perder á los pueblos la fe en la rea­ lización de los principios conservadores de las sociedades humanas; y si, además de todo esto} apartase su vista del espectáculo del crimen triunfante y aplaudido oficialmente; de la impu­ nidad de los delitos más bárbaros, no obstante compromisos solemnes; de la opresión de pueblos desgraciados, privados hasta de su ser moral, por los abusos de la fuerza; del desconocimiento au- Y BATALLA DE PAVÓN 137 torizado de los derechos más sencillos y primor­ diales de los pueblos federados; de las asechanzas que alarman á las provincias en que impera la opinión libremente representada,—escándalos, males y peligros que se agravarían, si Buenos Aires dando el ejemplo de la debilidad ó el des­ aliento consagrase la teoría desmoralizadora de que, el derecho debe ser sacrificado, aunque tenga la evidencia de que tal sacrificio va á ser estéril, y por el contrario, la de que él va á empeorar la situación respectiva de todos los interesados en la paz pública y en el mantenimiento de las libertades comunes y prerrogativas de todas las provincias federadas. No: la Provincia de Buenos Aires; en el sen­ tir del Gobierno, debe á la República toda, en esta ocasión solemne, y en particular á los pue­ blos libres que profesan y practican sus mismos principios, el ejemplo digno y moralizador de un pueblo que se mantiene en su derecho, lo sos­ tiene por todos los medios lícitos á su alcance, y se sacrifica por él, si es necesario, teniendo al mismo tiempo el coraje de ofrecer y dar su coo­ peración como Provincia federada á las demás provincias que como ella, quieran conservar la paz y hacer efecfiva la Constitución y las leyes. Es en virtud de todas estas consideraciones que el Poder Ejecutivo aconseja á V. H. la adop­ ción del adjunto proyecto de ley, en el que á la vez que se salvan los principios y eldere'cho de I38 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Buenos Aires, se habilita al Gobierno para dar á este negocio una solución digna y conve­ niente. Dios guarde á V. H. muchos años.

BARTOLOMÉ MITRE. Pastor Obligado—Norberto de la Riestra—Juan An­ drés Gelly y Obes. CONTRADICCIONES DEL GENERAL MITRE

En el capítulo sobre el terremoto de Mendoza, dijimos que formaba contraste la conducta del General Mitre como Gobernador de Buenos Aires, que al lamentar aquel suceso y contribuir á re­ parar sus fatales consecuencias, iniciaba en su correspondencia con el General Urquiza, una amenaza de rebelión contra el Gobierno Nacio­ nal con motivo de la cuestión sobre la elección de Diputados; y esa actitud subversiva ya la había demostrado en la circular que dirigió á los Gobernadores de las otras provincias, al con­ denar el asesinato del Doctor Aberastain por un jefe de las fuerzas de la Intervención Nacional. Siendo de notar que en el mensaje con que abrió la Asamblea Legislativa, dos meses después el 30 de Abril, decía: «Que en sus relaciones »con la autoridad Nacional, el Gobierno se ha » esmerado en acreditarle el respeto que le ins- » pira y la lealtad más escrupulosa en el cumpli- » miento de los pactos que decidieron la incor- » poración de Buenos Aires al resto de la Nación.* 0>-

(1) El resto de la Nación, era toda la República, todas las pro­ vincias, excepto Buenos Aires. 140 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Esa literatura política del General Mitre no puede armonizarse con su actitud. Y es de llamar la atención, que en el mismo mensaje le daba cuenta á la Asamblea Legisla­ tiva de su actitud de resistencia al Gobierno de la Nación en los siguientes párrafos:

«Los Senadores y Diputados electos, partie­ ron á incorporarse á sus respectivas Cámaras, y cuando el Gobierno esperaba que ellos tomasen posesión de sus puestos, vió, con la mayor sor­ presa, que regresaron á esta ciudad, á conse­ cuencia de una sanción incalificable, atacada de insanables vicios de nulidad, en la que se des­ aprobaron las elecciones de Diputados, practi­ cadas en la Provincia, disponiéndose que á la mayor brevedad se verificasen nuevas elecciones, con arreglo á lo dispuesto en la ley de 4 de Julio de 1859, que prescribe el modo de efectuar dichas elecciones. » La gravedad de este asunto, que aun se halla pendiente, hará que el Poder Ejecutivo se dirija oportunamente á las Cámaras, de una manera especial, dándole cuenta detallada de todo lo ocurrido con los documentos de su referencia, á fin de habilitar á V. H. para dictar "una resolu­ ción sobre el particular, si fuese necesario. » Mientras tanto, el Gobierno puede aseguraros no abandonará la posición en que se ha colocado en guarda de la dignidad y derechos de la Pro­ Y BATALLA DE PAVÓN 141 vincia, contando con vuestro ilustrado y podero­ so apoyo. Con la justicia que le asiste en este grave negocio, espera tranquilo las ulterioridades que puedan sobrevenir, continuando en el ínte­ rin siendo fiel á la Constitución Nacional que he­ mos jurado, y á los pactos que hemos celebrado. » A consecuencia de deplorables acontecimien­ tos de que ha sido teatro últimamente la heroica y desgraciada Provincia de San Juan, donde des­ pués de la revolución que tuvo allí lugar, se ha cometido en ella otro género de crueldades por la intervención del Gobierno Nacional, la que después de sacrificar á más de cuatrocientas víc­ timas, consumó su atentado fusilando bárbara­ mente al respetable y virtuoso Gobernador Doc­ tor don Antonino Aberastain, cuando se hallaba rendido y prisionero, el Gobierno de Buenos Ai­ res, llenando un deber sagrado, asumió la posi­ ción que le correspondía. En uso de los derechos de Provincia confederada, se dirigió al Gobierno Nacional en demanda del condigno castigo de los delincuentes, y con el objeto también de po­ ner á salvo á ésta y á las demás provincias de la repetición de hechos de esta naturaleza, tan en desacuerdo con los derechos de los pueblos, que le son además garantidos por la misma Constitución de la República. » Al mismo tiempo juzgó conveniente partici­ par á los Gobiernos de las provincias hermanas la posición en que se había colocado á presen­ cia de los hechos ocurridos en San Juan, solici­ 142 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI tando su cooperación en el mismo sentido. El Gobierno debe recomendar á V. H. las contesta­ ciones dignas y enérgicas que con tal motivo le han dirigido los Gobiernos de Salta, Tucumán, Santiago y Jujuy, no debiendo olvidar la del Gobierno de Córdoba, que aunque no tan explí­ cita, salva los principios y condena el crimen como corresponde. » El Gobierno Nacional, sin aceptarla posición en que el de esta Provincia se presentaba, trans­ mitió francas y amistosas explicaciones sobre este asunto, y comunicó haber pedido los cono­ cimientos necesarios sobre los hechos que se de­ nunciaban, para dictar las resoluciones que el caso requiriese.»

El Gobernador de Entre Ríos oontestó al Go­ bernador de Buenos Aires, que no estaba de acuerdo con la protesta anticipada á la resolu­ ción que debiera tomar el Presidente de la Re­ pública en todo asunto de su jurisdicción, como era el de juzgar la conducta de su representante en la intervención de San Juan; y dirigió el si­ guiente Mensaje á la Cámara Legislativa de la Provincia, que se hallaba funcionando en su pe­ ríodo ordinario de sesiones: Y BATALLA DE PAVÓN 143

Uruguay, Febrero 24 de 1861

Á la Honorable Cámara Legislativa.

El Poder Ejecutivo de la Provincia cumple con satisfacción el deber de elevar al conoci­ miento de la Honorable Cámara Legislativa y so­ mete á su juicio, la correspondencia que ha cam­ biado con el Gobierno Nacional y con el de la Provincia de Buenos Aires con motivo de los acontecimientos de San Juan. En esa correspondencia iniciada por el Gobier­ no de Buenos Aires, no pudo dejarse de ver un designio premeditado de prevenir el juicio de las provincias, sobre Una materia que por su natu­ raleza misma es exclusivamente del resorte del Gobierno Nacional, y el deseo de atraerlos, si les fuese posible, al modo de ver y juzgar á aquel Gobierno. Se ve además, en ese proceder, una usurpación de derechos, al asumir por sí mismo una iniciativa que ningún título puede justifi­ car ni cohonestar. No fué posible al Gobierno de la Provincia guardar silencio sobre un avance de tal natura­ leza, sin arrojar la idea de que él era consentido, ó al menos tolerado. En este sentido creyó de su deber repelerlo con decisión, tanto más cuanto se llevaba la pretensión, hasta solicitar de este Gobierno, como de los demás de las Provincias, apoyo decidido á las ideas del de Buenos Aires.

TOMO II 10 144 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI A pesar de estas consideraciones, el de esta Provincia no quiso aceptar la discusión de los hechos, y refirió á la autoridad Nacional su apre­ ciación, y el fallo que considerara como justo y conveniente. Esta conducta, basada en los principios de nuestros derechos Constitucionales, ha merecido aprobación completa del Gobierno de la Nación. Se encuentra también apoyado en su proce­ der enteramente conforme por parte del Gobier­ no dé Santa Fe, y espera con confianza, que ha de serlo del mismo modo por las de todas las demás Provincias, para quienes la única regla de conducta, es la que determinan las prescrip­ ciones de la ley constitucional, que acatan y obedecen. Por una fatalidad digna de deplorarse, el Go­ bierno de Buenos Aires quiere aún conservar el rol que ha asumido, y pretendiendo sostener pre­ rrogativas de los Gobiernos de Provincia y de­ fender derechos de los pueblos, persiste en la discusión y en los designios que se propuso al iniciarla. Invoca el derecho de representar y de peti­ ciones, que nadie ha desconocido ni puede des­ conocer, en los términos que la Constitución le concede, pero quiere ejercerlos sin motivo que legitime su uso, y lo establece ante Autoridades que son incompetentes para juzgar la petición misma. Estas consideraciones demuestran con eviden­ Y BATALLA DE PAVÓN 145 cia que el derecho constitucional se quiere em­ plear como medio ó como pretexto, para coho­ nestar un acto que merece bien ser clasificado de conato á la subversión del orden establecido. Discútanse en hora buena los intereses pú­ blicos, en presencia de los Pueblos; pero discú­ tanse del modo que corresponde, sin preten­ sión á imponer como fallo, el que no emana de la autoridad, á quien la ley le confiere el dere­ cho de pronunciarla. Quisiera el Gobierno de Buenos Aires liber­ tarse de la posición en que se ha colocado, por su proceder poco conforme con los principios de nuestro derecho Constitucional, diciendo que solicita sólo «que la ley sea cumplida» Pero habría sido preciso que previamente, hubiese de­ signado cuál es la ley violada, y cuáles los hechos que constituyen la violación. Sin hacer esto invoca prerrogativas de los Gobiernos de Provincia; mas no responde, por­ que no es posible hacerlo, á la observación de que nadie reconoce, ni la sana razón permite reconocer representación y Gobierno de un pue­ blo,) en una banda de asesinos. Encuentra el Gobierno de Buenos Aires poco conveniente y en extremo rigurosa esa clasifi­ cación, aplicada por el de Entre Ríos, á las que, violando el asilo del hogar doméstico-sagrado por la ley, quitaron alevosamente la vida del Gobernador legítimo de la Provincia de San Juan y su reducido séquito. 146 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Pero quisiera que fuese aplicada á los solda­ dos de la nación que en nombre de la ley y con la autoridad de ella misma, se limitan á pedir la entrega de los criminales, para some­ terlos al juicio que corresponda. Ese medio era el único que podía presentarse para arribar á la solución pacífica de las cues­ tiones indebidamente promovidas. Fué ese el que propuso el Comisionado del Gobierno Nacional. Pero esas indicaciones sólo sirvieron para que la osadía de los criminales creciese hasta el punto de lanzarse al combate, para sostener sus pretensiones. La resistencia de la autoridad de la ley cons­ tituyó un nuevo crimen. ¿Por qué se hizo uso de la fuerza para rechazar la fuerza? ¿Por qué se adoptó ella como el único medio de reprimir toda la serie de crímenes? ¡Se clama, que han sido inmoladas víctimas inútilmente, que se ha hecho un sacrificio estéril! ... ¡Como si esté­ ril pudiese llamarse la represión de los crimi­ nales ! ¡Cómo si estéril fuese el ejemplo producido por aquélla, que es uno de los fines que tiene y que debe tener toda pena! El asesinato del Gobernador Virasoro era un crimen consumado: que quedó sin castigo, ya que no fué posible prevenirlo, ni era dado re­ mediarlo:—y quedan también impunes los que lo perpetraron, conservándoles el provecho que Y BATALLA DE PAVÓN 147 los excitó á cometerlo, precisamente porque todo estaba ya consumado. .. El Poder Ejecutivo consideraría faltar á los respetos debidos á V. H. si se detuviese á des­ envolver las consecuencias que fluirían necesa­ riamente, una vez adoptadas, como regla la que parece que desea ver establecida el Gobierno de Buenos Aires. El Poder Ejecutivo considera que en este in­ cidente hay principios, que se pretenden com­ prometer: prescripciones constitucionales que se querrían ver desvirtuadas. Repeliendo tales tendencias, con toda la de­ cisión que ellas reclaman y con toda la energía que le impone como un deber á la rigurosa ob­ servancia de nuestra ley fundamental, consi­ dera que toca á V. H. juzgar el modo cómo ha llenado sus deberes especiales en esta grave emergencia de la política. Confiado en el celo que caracteriza á la Honorable Cámara y en la ilustración y pruden­ cia que distingue todas sus resoluciones, libra á su fallo la que crea conveniente en este ne­ gocio reiterándole su alta consideración. Dios guarde á V. H.

JUSTO J. DE URQUIZA. José vLuis de la Peña.— Ricardo L. Jordán. CORRESPONDENCIA ENTRE EL GENERAL MITRE Y EL GENERAL URQUIZA, SOBRE ELECCIÓN DE DIPUTADOS AL CONGRESO NACIONAL POR BUENOS AIRES.

UNA CARTA DEL GENERAL MITRE

Buenos Aires, Abril 6 de 1861

Excmo. señor Capitán General, Gobernador don Justo José de Urquiza.

Mi estimado General y amigo: A un mismo tiempo recibí sus apreciables del 23 y 29 del próximo pasado, que he leído con toda detención en cuanto á las explicaciones que se sirve darme, y que agradezco en la parte en que se digna interesarse por mi salud. Sería excusado volver hoy sobre puntos que han sido materia de larga discusión, entre nosotros, y que han contribuido, desgraciada- 150 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

mente á separar nuestros esfuerzos comunes de una obra grande y gloriosa, muy superior á nuestras pasiones y á nuestros intereses, y en cuyo obsequio es honroso hacer sacrificios, des­ de que ellos han de redundar en beneficio común. Hoy, sobre todo, que una espantosa catástrofe ha tenido lugar, tal discusión sería inoportuna y poco digna de hombres que aman á su país y se interesan por la suerte de la humanidad. ¿En presencia de la catástrofe de que ha sido víctima la desgraciada ciudad de Mendoza, qué son las cuestiones menores que pueden dividir­ nos, con prejuicios de los desgraciados pueblos? Cuando la mano de Dios cae sebre las cabezas de nuestros hermanos de una manera tan terri­ ble, haciendo más estragos en un minuto que los hombres en un año, parece que esto debiera incitarnos á unirnos más y más, para combatir contra los verdaderos enemigos de la sociedad, que son las fuerzas destructoras de la naturaleza y la barbarie: Un día son los indios, que roban y cautivan; otro es el terremoto ó la sequía, y otro serán las inundaciones ó el incendio, azotes que han hecho desaparecer pueblos más flore­ cientes que el nuestro. He hecho cuanto me ha sido posible para aliviar esa gran desgracia de nuestros hermanos. He iniciado una suscripción popular, que espero alcance en su totalidad á cerca de un millón de pesos. Mañana sale de aquí una comisión Y BATALLA DE PAVÓN 151

médica costeada por el Gobierno, provista de los remedios necesarios, que lleva una nota ponién­ dose á órdenes del Gobernador de Mendoza, y ofreciendo, además, todos los auxilios necesa­ rios. Al obrar así, no es sólo la filantropía la que me mueve, sino también reivindicar el honor de nuestra patria, comprometido por los últimos sucesos de San Juan, porque creo que este mo­ vimiento generoso será general en toda la Re­ pública, y que nos levantaremos á los ojos del mundo, reedificando una ciudad destrui­ da, y salvando de la miseria á tantos desgra­ ciados. Tengo la certidumbre de que usted, por su parte, habrá procedido del mismo modo, guiado por sentimientos igualmente patrióticos y cari­ tativos. Mañana espero noticias del Congreso, que creo se habrá abierto ya. Me lisonjeo que todo habrá pasado bien y que ninguna sombra habrá tur­ bado el gran acto de la inauguración de la representación de todas las provincias , que por la primera vez van á verse reunidas, sin faltar una sola. Si, desgraciadamente, no hu­ biese sucedido así, y si, como se anunciaba por algunos, los Diputados de Buenos Aires hubieran sido rechazados (lo que no creo), las complica­ ciones serían muy serias, porque entonces yo me vería en la necesidad de dirigirme á la asam­ blea provincial que dictó la ley con arreglo á 152 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI la cual hemos elegido, siguiendo en esto las prescripciones de la Constitución Nacional, y al exponer los fundamentos de mi proceder, provo­ caría una resolución en medio de pasiones encen­ didas que, como he dicho ya á usted, no sabemos hasta dónde puede arrastrarnos. Repito de que me lisonjeo de que todo se haya pasado bien, y creo, como usted «que el patriotismo inspirará al Congreso federal las resoluciones más con­ venientes en circunstancias tan solemnes, y, sobretodo, en materias de tan vital trascen­ dencia». No terminaré esta carta sin manifestarle, que los ataques innobles al honor de las personas, me repugnan tanto como á usted, y que lejos de me­ recer mis simpatías los que á usted se dirijan en tal sentido, los repruebo altamente, y que, como yo, los reprueban igualmente casi todos los hom­ bres de este país, con muy raras excepciones, sin que por ello condenen el examen y la discusión de sus actos públicos ó con tendencia á la política general, que son derechos inherentes á la con­ dición de un pueblo republicano. Quiera usted» pues, rectificar su juicio á este respecto, cuando supone que tales excesos no me repugnan. Acepto las seguridades que me da su decisión para contribuir al afianzamiento de la paz, y no dude usted que puede contar en tal sentido con el ejemplo y la adhesión de Buenos Aires en favor de las instituciones protectoras que nos rigen, y espero que iguales sentimientos animarán Y BATALLA DE PAVÓN 153

á todos, para evitar males que podrían sobreve­ nir por errores ó imprudencias lamentables, que también deben preverse para remediarse por los medios menos violentos posible. De usted, como siempre, su afectísimo amigo y S. S.

Bartolomé Mitre. 154 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

CONTESTACIÓN DEL GENERAL URQUIZA

San José, Abril 7 de 1861

Excmo. señor Gobernador, Brigadier General don Bartolomé Mitre.

Muy apreciado amigo: Acabo de recibir su carta del 6, con el interés de siempre. Siento que usted considere ya separados nues­ tros comunes esfuerzos en la grande obra á que los hemos consagrado. Me queda al menos la satisfacción de haber permanecido firme en el sostenimiento de los principios. La cuestión hoy ha salido del terreno de las discusiones indivi­ duales. Los representantes de la Nación van á resolver una cuestión fundamental: quizá está ya resuelta. Ese fallo es la ley, y á esa ley debe­ mos todos sometemos. Creo que usted y yo nos encontraremos en el mismo camino. En tal caso, nuestros esfuerzos se hallarán también unidos. La espantosa catástrofe de Mendoza me ha conmovido hasta el extremo. Por los diarios habrá visto usted cuáles fueron mis disposiciones desde el momento mismo que llegó á mi la primera noticia. La Cámara Legislativa de la Provincia ha respondido con la dignidad que corresponde á los representantes del pueblo entrerriano; y Y BATALLA DE PAVÓN 155'

puedo asegurar á usted, que el pueblo en masa se esforzará en manifestar que se le ha juzgado como tiene derecho á serlo. El Gobierno de la Nación llena cumplidamente sus deberes. El de San Juan redobla sus sacrificios por su hermana vecina, aun en medio de las aflicciones de que no se ha restablecido completamente. El gran pueblo de Buenos Aires realizará una obra digna del renombre que lo distingue. La Nación entera mostrará que somos una sola familia y un solo pueblo. El esfuerzo en común ha de reparar, lo que puede serlo en una des­ gracia casi irreparable. Nada diré ya sobre la prensá de esa ciudad. Pero insistiré siempre en que la reprobación del Gobierno y de la opinión general de Buenos Aires deberían tener poder para contener el desborde de la pasión de unos pocos. Soy de usted siempre afectísimo y S. S.

Justo José de Urquiza 156 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

UNA CARTA DEL GENERAL URQUIZA

San José, Abril 20 de 1861

Excmo. señor Brigadier General don Bartolomé Mitre, Gobernador de Buenos Aires.

Mi estimado General y amigo: Precisamente, entendí que usted consideraba separados nues­ tros comunes esfuerzos en la grande obra á que nos habíamos consagrado, desde que usted me decía, que no quería volver sobre puntos que habían contribuido á separar nuestros comunes esfuerzos de una obra grande y gloriosa. Ahora, siento decirle, en vista de la amplificación de su frase, que en la práctica, que en el resto de su carta, no veo acreditado por usted ninguno de esos sacrificios de pasiones, de intereses, ni de amor propio que me insinúa, cuando á nadie reconozco por sus hechos, con derecho, en el país, de presentárseme como ejemplo, en ese sen­ tido. Pero no valía la pena de haber explicado la frase, cuando iba usted á repetir lo mismo que yo entendí, aunque fundándolo en otra razón. Su franqueza exige la mía. Nuestros comunes esfuerzos están separados, desde que usted vol­ vió á ponerse á la cabeza del círculo de los Y BATALLA DE PAVÓN 157

separatistas y de los exaltados que se habían opuesto siempre á la unión, en ocasión de aque­ llos mismos sucesos de San Juan en que hemos disentido, sin que al recordarlos, como usted lo hace, quiera volver á una discusión agotada ya entre nosotros; cuando se inició la reacción contra la base de igualdad interprovincial y de reconciliación general, que había servido al pacto de 11 de Noviembre, al del 6 de Junio y á la misma Convención Nacional consagrada en la Constitución de 1853, empezaron á disputar ven­ tajas en agravio de aquellos principios y de los intereses generales del país, en provecho sólo de la misma política vencida, del exclusi­ vismo de facción, del monopolio, cuando se le­ vantó desde Buenos Aires la bandera de un par­ tido bajo el título de “liberal”: “liberalísimo ” de que se quiso y se quiere hacer lo mismo que lo que hizo Rosas de la “federación’"; la palanca para dividir y arruinar las provincias; para reconcentrarlo todo á Buenos Aires, cual­ quiera que fuese su nuevo nombre. Yo no podía concurrir á tales esfuerzos. Al hacérseme por usted, con injusticia, el re­ proche de que me pongo al frente de una reac­ ción para poner obstáculos á la unión definitiva, no es extraño que, aun á pesar mío, me vea impulsado á dirigir reproches, que hubiese dejado á los que deben juzgarnos, después de estudiar con imparcialidad los sucesos que van trabajando la ruina de las esperanzas del pacto del 11 de 158 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Noviembre, desde el día después de la sanción de las reformas. Nuestros esfuerzos recíprocos no se hubiesen separado, si el feliz resultado de la Convención no hubiese dejado de ser estimado por lo que realmente era: el triunfo de la fraternidad, de la igualdad, el triunfo de todos; si no hubiese sido explotado como ventajas obtenidas por los hombres influyentes de Buenos Aires; si no hu­ biese habido la debilidad de condescender con exigencias que lo desvirtuaban; si no hubiese juzgado después de ellas que era el momento de arrebatar en la paz, lo que no se había podido obtener en la guerra; si no se hubiese empezado á promover revueltas, á hacer caer cabezas, á empujar de sus posiciones legítimamente adqui­ ridas á los que no se tenían por partidarios; si no hubiesen roto con violencia las promesas de reconciliación, de fraternidad, de fusión, que eran un compromiso solemne. Es todo eso lo que ha alarmado al país; es todo eso lo que ha hecho, que los Diputados y Senadores de la República, que venían de diver­ sos y lejanos puntos, llegasen animados de la decisión de no consentir en violaciones de la Constitución, en errores, en irregularidades, que si una vez pudieron contemplarse por una abne­ gación sublime en favor de la unión, era ya humillante y peligroso tolerarlas más. Yo no he puesto para nada mi influencia en la balanza. He reconocido el derecho que no Y BATALLA DE PAVÓN 159 puedo negar sin irreverencia de la autoridad ■constituida, sin desconocimiento de la ley. Mis amigos han podido sacrificarme una vez sus •convicciones, si no obraron en su virtud sola­ mente; pero engañados ellos y yo en las espe­ ranzas á cuyo nombre se había hecho el sacrificio, nada podía yo ya, aunque hubiese podido tener la voluntad. Usted ha promovido la dificultad, porque usted, sin que yo alcance el motivo, dió una forma arbitraria á la elección contra el texto expreso de la Constitución. ¿Buscó usted mi consejo, ó mi acuerdo para eso? Me era innecesario el suyo; después de hecho por usted el mal, no podíamos acordar los dos lo que había de decidir la Cámara. Yo no he formado mi juicio sobre el rechazo de los Diputados electos en Buenos Aires sin procurar ilustrarme. No me he sometido al juicio suyo y de sus doctores: si esa ilustración es la única infalible, confieso que me ha faltado. El texto del artículo 37 de la Constitución ilustra suficiente­ mente el punto. La decisión de 23 Diputados contra cuatro ó cinco, me lo ha corroborado. Yo no me explico, cuando estimo su razón y su buen juicio, que en cuestión tan sencilla achaque usted á falta de procurar ilustrarme, el haber formado mi juicio. No es á falta de lo mismo que yo achaco el que usted emita errores en la apreciación de esas cuestiones interiores de la Cámara.

TOMO II 160 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

No me toca á mi entretener con usted una discusión sobre eso. No discuto yo las decisiones de autoridad competente: las respeto. Esos veintidós ó veintitrés Diputados de la República, que forman la mayoría de todo el número, exclusive los viciosamente electos de Buenos Aires, hacen para mí gran autoridad, aun cuando no creyese, como creo, que la Cá­ mara ha reunido todas las condiciones necesa­ rias para hacer la autoridad de que la Consti­ tución la inviste. Quiero decir, que no es regular detenerse en cuestiones muy incidentales, cuando la notoriedad, la claridad de la cuestión, y la uniformidad de las opiniones, dan á su resolu­ ción todo el prestigio de la legitimidad. No dudo que veintidós Diputados, ó menor número, puedan reconocer la legalidad de una credencial de Diputados, así como creo que es necesario el quorum legal para anular una elec­ ción, como lo ha habido para anular la de Buenos Aires. El reglamento previene que se reúnan todos los Diputados presentes en la Capital á calificar los poderes délos “no incor­ porados”, aceptando los que no ofrezcan difi­ cultad, y dejando para lo último, los que ofrez­ can alguna. Y esto ha hecho la Cámara. Si una minoría tiene derecho para compeler á los ausentes, lo tiene para reconocer los diplomas intachables. Y así se practica siempre, y es así que únicamente se hace Cámara cuando se renueva por mitad, ó cuando, como en el caso Y BATALLA DE PAVÓN IÓI

presente, es necesario constituir el quorum. Ese cuerpo tiene la facultad propia de organizarse, de darse vida. Tan indudable me parece también que los que no son Diputados, no tomen parte en la discusión, y tanto más cuanto que así lo pre­ viene el reglamento, y así se practica todos los días. No tengo por otra parte, la convicción de que, si la discusión hubiese tenido lugar con los elegidos en Buenos Aires, la decisión hubiese pasado sin causas que realmente exarcebasen los ánimos, en vez de los apacibles resultados que usted ha ideado. La Constitución no establece en ninguna parte que los miembros del Congreso, por el hecho de aceptar una cartera dejen de ser tales, y tan no lo establece, que el Congreso discute eso hace años, sin haber adoptado una decisión ge­ neral, ó más bien, habiendo el Senado adoptado una especial contraria el año pasado. Tampoco dispone que por el hecho de aceptar un empleo del Ejecutivo sin permiso, se pierda el cargo de Diputado. Establece la obligación de pedir permiso, y nada más. No es cierto que un Diputado propietario y su suplente hayan tomado asiento á la vez. El Doctor Ocampo, Diputado electo por el Paraná, lo era por Corrientes, y optando por ésta, tomó asiento. A falta.del propietario que no presentó su diploma, lo hizo el suplente. En esto usted ha sido engañado. IÓ2 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

No veo la razón porqué, no digo Buenos Aires, cuyos derechos han sido justamente invocados al disponerse se haga una nueva elección en la forma legal que los garanten, pero ni los que lo han inducido á un error, se consideren inju­ riados. La Cámara ha fundado con la mayor moderación su resolución: ha honrado á ese pueblo tanto como lo merecía. Comprender eso así, es sólo para explotar por la centésima vez, susceptibilidades que excitan el propósito. En la segunda elección constitucional, una mayoría de oposición anuló una elección de Entre Ríos, recaída en el Doctor Victorica, (en momentos que se debatía una cuestión impor­ tante) y la anuló por defectos de forma menos substanciales. Entre Ríos no se consideró inju­ riada, eligió de nuevo y siete mil votantes con­ firmaron la elección desaprobada — única manera legítima de observar por un pueblo un rechazo injusto. Lo demás es subversivo y disolvente. No hay Nación, si se deja á las autoridades locales el derecho de desconocer la legitimidad de las resoluciones del Congreso. Ahora, no comprendo yo como usted se pro­ pone cumplir la Constitución y los pactos, si no empieza por ordenar una nueva elección. Eso sí, sería hacer el sacrificio de pasiones, de susceptibilidades nocivas á los altos intereses de la paz y de la unión; eso sería dar una prueba y bien fácil, de deseo sincero de consolidar la unión nacional sobre la base de los principios. Y BATALLA DE PAVÓN 163

Lo demás es retardar la integridad para rom­ perla. Yo interesaría todos los antecedentes de nues­ tra relación, invocaría los grandes sentimientos que merecieron la unión en su cuna, para im­ pulsarlo á promover la nueva elección, cum­ pliendo un deber imprescindible, si su carta no me indicase que el negarse á ello, es la conse­ cuencia de un plan premeditado. Tranquilo en mi conciencia, y con la fe que inspira la santidad de mis intenciones, yo arrojo lejos la responsabilidad que crea la situación del Congreso Nacional convocado y reunido á virtud de los pactos y de la Constitución. En cuanto á la prensa, no crea usted que á mi me hagan impresión sus desbordes por lo que toca á mi persona. Mis ingratos enemigos han agotado ya todos los que puede inspirar el odio más concentrado. Me he empeñado en con­ tenerla sólo porque excita la desunión, trabaja la lucha y nos presenta á lo lejos en el deplorable estado de que salió el país por Caseros y por el 11 de Noviembre, sin que haya podido hallar en Buenos Aires el hombre capaz de moderar las pasiones que han producido esas disensiones de medio siglo, que han incendiado la Repú­ blica. De usted afectísimo amigo y S. S.

Justo J. de Urquiza. MENSAJE DEL PRESIDENTE DERQUI SOBRE LA REBELIÓN DEL GOBIERNO DE BUENOS AIRES

El Poder Ejecutivo

Paraná, Agosto 26 de 1861

Al Soberano Congreso Federal.

Honorable Congreso: Os debo cuenta de la situación del país y del uso que hice de la confianza y autorización con que me honrasteis, en 28 de Mayo, para intervenir en la Provincia de Córdoba y conjurar los males que amenazaban el orden, la paz y las institu­ ciones en el Norte de la República. Vengo á cumplir este deber, con la satisfac­ ción de haber llenado vuestras resoluciones; los deberes que me corresponden como jefe del Es­ tado, y los que me impone la Constitución Na­ cional. Vengo confiado á buscar la honrosa aprobación del Poder soberano de la República, si en su alta justicia la merecen mis actos, y i66 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI vengo á invocar, como siempre, las inspiraciones de su sabiduría y de su patriotismo para com­ pletar la obra tan anhelada de la pacificación general de la República, desarmando la rebelión amenazante que reaparece con más escándalos en la Provincia de Buenos Aires, cuyo Gobierno insiste con pertinacia en sustraerla á las obli­ gaciones supremas que la ligan á una ley común,, poniendo otra vez en peligro las instituciones de la patria y conspirando contra su grandeza y contra su porvenir. Cuando en 28 de Mayo os di cuenta de las razones que hacían necesaria mi intervención en Córdoba, se manifestaban á la vez una serie de hechos que no dejaban duda de la instigación clandestina con que el Gobierno de Buenos Aires provocaba la revuelta de algunas Provincias. En esos días reveló la prensa del Rosario la internación de armamentos destinados á Córdoba con procedencia de Buenos Aires, delatando á tiempo una diversidad de incidentes hostiles que fueron sucesivamente realizándose; pero cuyo éxito funesto vino á escollar contra las precau­ ciones que me habían aconsejado esos anticipa­ dos anuncios. Los armamentos enviados desde Buenos Aires fueron detenidos y, empleados en la fuerza legal del Estado, y fueron dictadas al­ gunas disposiciones para burlar otros amaños de sedición que se tentaren. La propaganda inmoral de una prensa frenética que concitaba á los malos espíritus á seguir su Y BATALLA DE PAVÓN 167

extravío y la presencia de los hechos manifes­ tados, no me dejaban duda de que se elaboraba de consuno un plan de rebelión que tenía sus hilos en Buenos Aires y que debía estallar en Cór­ doba; pero yo contaba de seguro que la celeridad y el giro de las medidas que me proponía tomar harían estériles las combinaciones del mal y pon­ drían á cubierto del desorden á los pueblos ame­ nazados. Con este objeto plausible me puse en marcha, resolviendo tomar el camino más corto aunque el más desamparado, y el 2 de Junio partí de las inmediaciones de la ciudad de Santa Fe, trasladándome al través de los yermos cam­ pos del Chaco hasta las fronteras del Este de la Provincia de Córdoba. En la villa de Santa Rosa recibí corresponden­ cias muy reservadas y muy importantes, en las que personas que me merecían entera confianza por su lealtad y competencia, me informaban des­ de Córdoba que el Doctor Cáceres, Ministro del Gobierno de aquella Provincia, había recibido comunicaciones de las personas del Gobierno de Buenos Aires, estimulándolo á que no dilatase ya la manifestación anárquica que estaba concerta­ da, la que sería apoyada por las fuerzas que se concentraban en Rojas. Se me participaba tam­ bién, que el Coronel y Senador de la República, don Marcos Paz, con su cuadro de oficiales, debía internarse desde Rojas por los campos desiertos para ponerse al frente de las fuerzas rebeldes, que ofrecía el Gcbierno de Córdoba, harto sindicado 168 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI ya por la indignación del país y por una serie de actos dudosos y subversivos. No trepidé, por mi parte, en dar asenso á estos anuncios, que partían de un origen respetable y á que daban mayor valor las presunciones y aun los datos que he señalado. Los hechos poste­ riores vinieron muy pronto á ratificar esos anun­ cios y á alejar toda hesitación acerca de la com­ plicidad del Gobierno de Córdoba en un desig­ nio que iba á envolver en sangre y luto á toda la República. Prevenir esos desastres era vuestro pensa­ miento, honorables Senadores y Diputados, al autorizar mi intervención; prevenirlos era mi deber, prevenirlos era ahorrar cruentos é inúti­ les sacrificios al país,'y mis actos y mis dispo­ siciones tendieron á ese fin legítimo y santo. El primer acto fué convocar la reunión de los guardias Nacionales de la Provincia de Córdoba, y haciendo uso de las facultades que la Cons­ titución me acuerda, impartí órdenes para que se me reuniesen sucesivamente en mi marcha hacia la Capital, señalando los jefes que habían de mandar los diversos cuerpos. Desde el Tío tomé rápidas disposiciones para asegurar las fronteras del Sud de aquella Provincia y cortar la comunicación clandestina entre el Gobierno de Buenos Aires y el de Córdoba, interponiendo la acción de mi autoridad para desbaratar los auxilios traídos que desde allí se ofrecían. Desde el Tío impatí órdenes al Comandante de las Y BATALLA DE PAVÓN 169

fuerzas de Fraile Muerto, Teniente Coronel don Pedro Rapela, para que vigilase el desierto y pro­ cediera á la captura del Coronel don Marcos Paz y del cuadro de oficiales, si en efecto se introdu­ cían en Córdoba por la vía sospechosa que se anun­ ciaba. Al convocar las fuerzas de la Provincia de Córdoba, en uso de mis facultades constitucio­ nales, me proponía dos objetos, Honorable Se­ nado. En primer lugar, reunir elementos milita­ res con que reducir á la sumisión y al orden á toda fuerza que osare rebelarse contra las leyes y las instituciones del país, cualesquiera que fuese el tamaño de ese poder, puesto que yo ignoraba el desenvolvimiento que el Gobierno de Buenos Aires hubiese dado á sus elementos aglomerados en Rojas. En segundo lugar, im­ pedir á un tiempo que se produjesen lamenta­ bles y consiguientes trastornos en Córdoba, cu­ yas poblaciones desconocían la autoridad local en pronunciamientos simultáneos, apoyados en las violencias ejercidas por él, y en acusaciones contra la deslealtad desús actos manifiestamente subversivos contra el orden constitucional de la República. Los hechos que posteriormente se han sucedido, me excusan de inculcar sobre la oportunidad de una resolución á que los sucesos habían de dar una trascendencia más lata y más fecunda para los intereses generales del país; y la situación actual de Córdoba y la pre­ sencia de un poderoso ejército de esa Provincia 170 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI en el Departamento del Rosario, hablan por sí, honorables señores, en obsequio de aquella dis­ posición. La actitud que asumieron los Departamentos de la campaña de Córdoba por una parte, la necesidad urgente de crear sin demora un ejér­ cito regular con que ocurrir á contener y cas­ tigar la osadía del Gobierno de Buenos Aires, que sin embozo declaraba ya oficialmente su intento de excitar el desorden y apoyarlo en los pueblos; la desconfianza muy justa que inspiraba el personal del Gobierno del señor Peña, su in­ capacidad moral y material para secundarme en la creación de recursos militares, los estorbos presumibles que sistemadamente me crearía, y lo apremiante de la situación, todas estas razo­ nes, cuyo comentario no se oculta á la penetración de V. H., me decidieron á declarar á la Provincia de Córdoba en estado de sitio por el término de treinta días y asumir el mando gubernativo de ella. La subsistencia de causas análogas me hicieron prolongar el estado de sitio á noventa días más. El uso que he hecho de la autoridad asumi­ da, es del juicio del país, y yo reposo tranquilo, en la conciencia de que he empleado para pa­ cificar una gran parte de la República próxima á caer en el abismo de las convulsiones civiles, y para garantir á los mismos, que extraviados por insanas pasiones, habían concitado sobre s la indignación pública. Ningún hecho violento, Y BATALLA DE PAVÓN 17Í

ninguna desgracia lamentable, ningún desahogo de esos que con frecuencia acompañan las reaccio­ nes políticas ha tenido lugar, ni entre los indi­ viduos ni entre los partidos sometidos á la ley en cuyo nombre obraba, colocándome sobre to­ das las pretensiones y sobre las recrudescencias de pasadas discordias. Aquí es la ocasión, honorables Senadores y Diputados, de recomendar á vuestra alta consi­ deración el patriotismo y noble comportamiento del pueblo de Córdoba, su ardoroso patriotismo, su civismo ejemplar. A su decisión, á su fervoroso acatamiento al principio nacional, á su cooperación incesante, he debido la fortuna de realizar con remarcable celeridad los propósitos de la misión que me confiasteis y la de poder ocurrir en menos de dos meses á las fronteras del Arroyo del Medio, con el primer cuerpo del ejército del Centro, fuerte, de nueve mil hombres, bien provistos, ar. mados y equipados; con un ejército fuerte por su número, por el espíritu patriótico que lo ins­ piraba, por su noble resolución de combatir con heroísmo en sostén de los derechos y de la dig­ nidad nacional. Pero mientras los pueblos argentinos daban nobles ejemplos de sumisión á la ley, el Go­ bierno de la Provincia de Buenos Aires se erigía en juez de la Nación entera, interpretando y explicando las leyes á la medida de sus preten­ siones, pidiendo cuenta al Gobierno Federal de 172 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI los actos que exclusivamente le incumben, y que solamente V. H. podía llamar á juicio. Siguiendo esta senda equivocada y siniestra, condenó en un documento público la aprobación que había acordado el ejército Nacional á la conducta del Comisionado en la Provincia de San Juan, calificando de una manifestación del crimen lo que era un acto de alta y merecida justicia, y declarando su resistencia audaz y de­ cidida á reconocer y acatar el proceder del Go­ bierno. Bastaban estos hechos, honorable Senado, para que el país se pusiera en guardia de la anar­ quía que amenazaba derramarse en su seno. Pero aun debía llenarse la medida de tantos extravíos. Aun debían resaltar las tendencias disolventes con más cargados coloridos. La oposición injustificable, debía convertirse en rebelión armada, invasora y criminal á todas luces. La aglomeración de fuerzas en Rojas, la mi­ sión del Coronel Paz, que si no se mirase por el lado de la complicidad con el enemigo y por los objetos que datos incontestables le atribu­ yen, llevaba un propósito más traidor, más sub­ versivo: el estimular á los Gobiernos de las Pro­ vincias á desconocer los preceptos de la religión que el deber y la religión de la patria les impo­ nían, y contribuir á la disolución de la Repú blica, dando oídos á las promesas de una frac ción mal inspirada; todos estos hechos claros y Y BATALLA DE PAVÓN I73

palpitantes, son suficientes para hacer el proceso de la conducta hostil del Gobierno de Buenos Aires. Todos estos hechos me obligaron á levantar un ejército que pusiera á raya el poder de la rebelión y garantiese á las Provincias la segu­ ridad de su existencia y el imperio de las ins­ tituciones que peligraban sobre su base. Tales son las causas'de esa actitud imponente que asumió la República en quince días, sin más esfuerzo que la voluntad de hacerlo, sin más elementos que el buen sentido de los pue­ blos y la influencia de la autoridad de la ley. En medio de estos sucesos y cuando el Go­ bierno de la República, leal á su política de moderación y armonía, participaba al cuerpo diplomático extranjero los sucesos que habían venido á perturbar la marcha regular y pacífica de la administración, obligándola á precaverse de las asechanzas del Gobierno de Buenos Aires, el Ministro residente del Perú, primero, y des­ pués los Ministros Plenipotenciarios de Francia é Inglaterra, ofrecieron, espontáneamente, sus buenos oficios y mediación para conciliar los opuestos intereses que nos llevaban á la lucha Fui consultado confidencialmente en Córdoba sobre estas emergencias. Mi opinión, es decir, la opinión que creía leer en el sentimiento de los pueblos, era la necesidad de asegurar de una manera permanente y sólida los beneficios de la paz y levantar ilesa la dignidad del país y triun- 174 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI fante la voluntad de la mayoría. La guerra en mi concepto era inevitable. La justicia, las conveniencias, el poder, todo empujaba en esa senda fatal pero indispensable para fecundizar con el sacrificio lo que el con­ vencimiento no alcanzaba. Pero si los frutos de una victoria po lían con­ seguirse sin efusión de sangre, la religión, la paternidad y el espíritu de la época me acon­ sejaban esperar aún que la razón dominase. Desde entonces, manifesté cuáles podían ser las bases de un arreglo. El documento oficial en que ellas están con­ signadas ha visto la luz pública. Los Ministros extranjeros, con un interés que les ha conquistado las simpatías y la gratitud del país, persisten en sus nobles propósitos de reconciliación, y trabajan ardorosamente con ese objeto. Alentados por la buena disposición que habían encontrado en el Gobierno, consultaron á las autoridades de Buenos Aires, y recibieron la res­ puesta de que su interposición era aceptada, Pero como el tiempo que se gastaba era pre­ cioso, y la situación violenta que pesaba sobre el país no podía estar á merced de una nego­ ciación sin plan y sin propósitos determinados, acepté la entrevista confidencial que ellos me propusieron con el Gobierno de Buenos Aires. Mi objeto único al dar este paso de alta importan­ cia política, era conocer el espíritu que en núes- Y BATALLA DE PAVÓN 175 tros adversarios dominaba y deslindar los pun­ tos que podían servir de base á un arreglo pa­ cífico y honroso. Asistí entonces á una confe­ rencia en el Puerto de Las Piedras, después de haberme negado á escuchar al Gobierno de Buenos Aires en ninguna otra parte que no es­ tuviese dentro de los límites del territorio so­ metido á la autoridad Nacional. Así se hizo, y acompañado del Capitán Gene­ ral de los ejércitos de la República, don Justo J. de Urquiza, y en presencia de los Ministros me­ diadores, tuvo lugar la conferencia á bordo del vapor de Su Majestad Británica “Oberón”. Allí tuve el honor de expresar bien alto la naturaleza de los derechos que la Nación recla­ maba, basados sobre la igualdad y la justicia, y hacer constar ante los testigos tan distinguidos, de dónde habían partido las provocaciones irre­ flexivas y temerarias que llamaban de nuevo al país á las armas. Allí, interpretando nuevamente la generosidad de la mayoría, señalé las únicas bases de una negociación que asegurase la paz y el porvenir de la República. Aceptada la dis­ cusión por el Gobernador de Buenos Aires, se convino el nombramiento de comisionados por ambas partes que diesen formas legales á esta transacción, cuyos puntos había anotado perso­ nalmente el Ministro de Su Majestad Británica. Vuelto á la Capital de la República y después de haber asumido el mando gubernativo, nom­ bré á S. E. el señor Ministro de Relaciones 1/6 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Exteriores, Doctor don Nicanor Molinas, para representar al Gobierno Nacional, dándole las instrucciones precisas, que bajo el número i se adjuntan, calcadas sobre los puntos que se habían arreglado en el proyecto de Las Piedras. Esas bases dejan á salvo explícitamente la integridad de la República sin desconocer nin­ guno de los derechos que la Nación reclama, fijando en las condiciones de la incorporación- que la elección de los Diputados de Buenos Aires se haría bajo los trámites de la ley Nacional, que las manifestaciones de la opinión de la Pro­ vincia de Buenos Aires y de los ciudadanos que disientan con la política de su Gobierno no po­ drán ser el objeto de ninguna responsabilidad y serían considerados por el Gobierno Nacional como altamente meritorias en pro de los prin­ cipios y de las instituciones argentinas. Por mi parte, creía firmemente haber dado un gran paso hacia la solución de esta cuestión deplorable; pero, sensible es decirlo, no he hallado de parte del Gobierno de Buenos Aires, ni la lealtad, ni el patriotismo requerido por los altos intereses que iban á discutirse. Debo declararlo, para que la República lo sepa: he hallado una mala fe injustificada, una doblez reprochable cuando se trata del porvenir de los pueblos, que no es el patrimonio de nin­ gún partido, ni el juguete de las pasiones civi­ les, y en ello me ratifica la discordancia del Y BATALLA DE PAVÓN 177

Comisionado de Buenos Aires, con los compro­ misos del Gobernador de esa Provincia. En los protocolos de las dos conferencias que se adjuntan á V. H., están contenidos los justi­ ficativos de mi aserción y las pruebas palpables de la resistencia de un Gobierno, obstinado en ser la rémora de la tranquilidad Nacional. En consecuencia de esta conducta, las nego­ ciaciones fueron rotas y la gestión de los dere­ chos nacionales queda fiada á las armas de la República. Un ejército poderoso á las órdenes del exce_ lentísimo Capitán General de los ejércitos de mar y tierra, se halla en estos momentos sobre el Arroyo del Medio y nuestras fuerzas navales se aprestan como siempre á la victoria. La valiente y denodada Santa Fe, siempre dispuesta á defender las instituciones patrias, está de pie con todos sus recursos; la ínclita Entre Ríos, sin cesar preocupada de la gloria y felicidad de la República envía al teatro de las operaciones á sus leales y bravos hijos ; Corrien­ tes no quiere mostrarse sorda á la voz de la patria; Córdoba, ahogada antes de sus altos y nobles sentimientos, manifiesta su entusiasmo y manda sus legiones sobre las fronteras bajo la dirección autorizada del General Francia, y por fin los bravos puníanos, que no ha mucho ase­ guraron el orden en una Provincia argentina, se disputan un puesto de honor en las filas del ejército guiado por un valiente gobernante. 78 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Todas las Provincias del Interior que han contribuido á la formación de los diversos cuer­ pos del ejército del Centro, acreditan su reso­ lución ardiente de sostener incólumes los sagra­ dos derechos de la Nación; y numerosos hijos de la Provincia de Buenos Aires, órganos del sentimiento comprimido de ella, se alistan bajo las banderas de la República. Nada falta; todos los elementos requeridos abundan, y el entusiasmo del ejército le presagia seguros triunfos la fortuna y el valor del soldado ínclito que lo comanda. He aquí, señores, el bosquejo fiel de los aconte­ cimientos que preocupaban al país. He aquí la conducta del Gobierna sometida á vuestra aprobación soberana y ante la cual me inclino reverente con la conciencia de haber cum­ plido un deber y no haber esquivado esfuerzos, ni sacrificios, por traer los hombres y las cosas al terreno de la razón en calma. Los recursos del patriotismo acaban de mal­ gastarse. Los resortes de una sana política y una con­ templación fraternal, han sido rotos por la mano del Gobierno de Buenos Aires. Los recursos de la fuerza serán inagotables, porque la voluntad de los pueblos supera todas las dificultades, y se abre paso victoriosa sobre todas las barreras. Con la cooperación del Congreso, yo respondo del triunfo de la ley, y salgo garante de un Y BATALLA DE PAVÓN 179 porvenir tranquilo y venturoso. No bus’quéis otro horizonte que Buenos Aires; las Provincias están de pie, llenas de fe y de brío á nuestro lado, y no quedan ni vestigios de la anarquía que ayer se levantaba. Á la sombra de la ley Nacional se agrupan todos ios pueblos, desde el Paraná hasta la falda de la Cordillera, y el poder de la autoridad le­ gítima, que es el poder de la Nación, que es vuestro poder, honorables señores, es invencible, incontrastable. Tales son los hechos de que he debido daros cuenta. Juzgadlos y fallad. Vuestras soberanas reso­ luciones serán fielmente obedecidas.

SANTIAGO DERQUI. José Severo de Olmos.—Pascual de Echague.—Vicente del Castillo. BATALLA DE PAVÓN

CARTA OFICIAL DEL GENERAL URQUIZA

Vengo á dar cuenta á V. E.—escribía el Gene­ ral Urquiza al Presidente, desde el Diamante—, con mi lealtad característica, de los incidentes que lian obligado mi retirada á esta Provincia, elevando el parte de la batalla del 17, en la parte que me ha sido posible conocer. Debo sentar algunos antecedentes que son necesarios para mejor conocer los sucesos que me toca narrar. Vuecelencia sabe que desde hace algunos meses antes de que por parte del Gobierno Nacional se tratase de reunir el ejército, ya el Gobierno de Buenos Aires empezaba á aglomerar fuerzas en Rojas, punto de la frontera de aquella Provincia sobre la de Santa Fe. Aquel Gobierno tenía allí un ejército numeroso, cuando recién venían en marcha á largas distan­ cias el i.° y 2.0 cuerpo de ejército del centro que debían formar una parte muy principal del nuestro. 182 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Todo nos faltaba, excelentísimo señor: hom­ bres, armamentos, municiones, y nos faltaba'por­ que después de la guerra del 59, que terminó con Cepeda, y el pacto del 11 de Noviembre que dió por resultado que aquella Provincia, cuya Legisla­ tura en 1853, invitada á examinar Ia Constitución Federal la mandó arrojar con desprecio, entonces la aceptara y jurara; después de eso no pensó V.E., ni nadie, que otra guerra viniese á causar las tremendas desgracias que son su consecuencia. Llegado con bastante demora el primer cuerpo de ejército del centro, del que era necesario aumentar nuestra infantería; llegado aún con más el armamento que personalmente encargué á , sabiendo que faltaba al Gobierno y que fué conducido por tierra desde- aquella ciudad, las fuerzas desmontadas no tuvieron el tiempo necesario para adiestrarse en la difícil arma de infantería. No alcanzaban á cinco mil hombres nuestra infantería, siendo las tres cuartas de su cómpu­ to gente absolutamente bisoña, extraña al servi­ cio militar. Entretanto el enemigo estaba fuerte en su arma. Esta circunstancia me persuadió de que importaba mantener en la frontera, ejerci­ tándose, nuestras fuerzas y esperar el ataque del enemigo, que empezaba á moverse de Rojas aproximándose al Arroyo del Medio, pero bus­ cando la inmediación á San Nicolás, lo que podía tener un doble objeto: amenazar el Rosario y cubrir su retirada. Y BATALLA LE PAVÓN l8j

Entonces empecé á marchar á su frente en la misma dirección buscando, si él no invadía, in­ terponerme en mi marcha sobre él, entre San Nicolás y el punto que ocupase. Tuve noticias ciertas de que se disponía á ata­ carnos. Elegí una excelente posición en la costa de Pavón y esperé algunos días. El enemigo se contentó con hacer pasar lige­ ras columnas el Arroyo del Medio, que se cubría con pequeñas partidas nuestras que tenían orden de no comprometer ningún choque, para que no se vertiese inútilmente sangre en estériles y parciales encuentros. El campo que recorrían esas columnas era arrasado; las casas saqueadas, quemadas; los ganados del vecindario, arrebatados; cometían toda clase de violencias que constan en los partes oficiales que el excelentísimo señor Minis­ tro en comisión en el Rosario habrá comunica­ do á V. E. Estas irrupciones parciales se repetían diaria­ mente. Era imposible soportarlas impasible. Resolví, entonces, marchar sobre el enemigo, y me moví con el ejército, Pavón abajo, situándo­ me el 17 en la estancia de Palacios, de donde la noche de ese día debía marchar sobre el Arroyo del Medio para amanecer del otro lado, interpues­ to con el ejército entre San Nicolás y el enemi­ go que ocupaba el paso de Vergara, y obligán­ dolo de este modo, después de haber tomado una posición conveniente, á traernos el ataque, 184 presidencia DEL DOCTOR DERQUI lo que yo consideraba importante, por la clase de nuestra infantería con la que era difícil operar cuando el estado de nuestras caballadas estaba lejos de ser satisfactorio. Llegando, como digo, el 17 á los campos de Palacios, me vino el parte de que el enemigo in­ vadía. Aunque no nos presentaba el terreno elegidas ventajas, me felicité de aquello, puesto que me traía la seguridad de que las fuerzas enemigas debían llegar fatigadas de la marcha que acababan de hacer, y las nuestras las recibi­ rían descansadas y en la posición más convenien­ te que aquel campo podía proporcionar. Dispuse que nuestra vanguardia condujese al enemigo, retirándose sobre él y tiroteándolo con fuertes guerrillas, como lo efectuó satisfactoria­ mente. Nuestra línea estaba organizada de la mane­ ra siguiente: El centro lo formaban las seis brigadas de in­ fantería, el regimiento de artillería 7 de Octubre y las brigadas del Rosario y Córdoba, y su di­ rección confiada al Excmo. señor General don José María Francia. La derecha estaba compuesta de las divisiones entrerrianas, el regimiento i.° de Mayo, un es­ cuadrón de lanceros del Sauce, á las órdenes del Coronel don José Rodríguez, y una división cor­ dobesa, ál mando del Coronel don José López, y confiada esta ala al General don Miguel Ga- larza. Y BATALLA DE PAVÓN

Confié el mando de la izquierda á S. E. el General don Juan Sáa. Componía esta ala la división de San Luis, á las órdenes del mencio­ nado General, las divisiones santafecinas y vo­ luntarios de Buenos Aires, que bajo el mando del Coronel don Ricardo López Jordán, habían desempeñado con meritorio y cumplido celo el servicio de vanguardia, y una división á las ór­ denes del Brigadier General don Juan Pablo López, compuesta de cuadros de jefes y oficia­ les sueltos que formaban un escuadrón, otro de voluntarios, escolta de dicho Brigadier General, y el regimiento de caballería de línea n.° 9. Una división de caballería cordobesa, á las ór­ denes del Coronel Nadal, y el escuadrón escol­ ta del General Francia, fueron colocados á re­ taguardia del centro. En cuanto á mí y al Mayor General, nos re­ servamos atender donde fuese necesario. Desde que se avistó el enemigo á nuestro frente, fué fácil observar que inclinaba sobre nues­ tro flanco derecho su ataque, aglomerando hacia esa parte el grueso de su caballería apoyada por numerosas fuerzas de infantería y artillería. Me decidí entonces á contraer mi atención á esa parte, entrando en línea con mi cuartel general. Había destacado en observación del enemigo á mi Edecán el Coronel don Fructuoso Gómez, quien me dió de sus movimientos á nuestro frente los más exactos y frecuentes partes, co­ 186 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI rroborando el hecho de su marcada intención de flanquearnos. Lo expreso, porque debo recomendar el buen servicio que con tanto riesgo como exactitud prestó aquel jefe. En el acto ordené se corriese á la derecha de nuestro centro para responder al movimiento del enemigo. Fué la brigada de artillería á las órdenes del Teniente Coronel don Leopoldo Nelson, que es­ taba á la derecha del centro, la que rompió un vivísimo y certero fuego, que causó bastante daño al enemigo; pero, sensible me es decirlo, la brigada de infantería que debía apoyar esa brigada, no cumplió con su deber: dejó aban­ donado al Comandante Nelson, cuya batería era doblemente flanqueada y pronto se esterilizó el recomendable coraje de ese bravo oficial que se vió obligado á retirarse casi en derrota. Nuestra derecha de infantería se dispersaba co­ bardemente, y ya vi que nuestro centro se deshacía. Entonces mandé cargar las divisiones entre- rrianas á las considerables fuerzas de las tres armas que tenían á su frente, lo que verificaron con el denuedo que les es característico. Tres veces se rehicieron las caballerías enemi­ gas sobre sus protecciones de infantería, y otras tantas fueron acuchilladas por nuestros bravos que se lanzaron sufriendo un vivísimo fuego de fusilería y artillería sobre las columnas de in­ Y BATALLA DE PAVÓN l8~

fantería que derrotaban en parte y de las que hicieron muertos y prisioneros. La sola primera división Victorica dejó 300 muertos del enemigo en el campo de batalla y tomó otros tantos prisioneros. No hicieron me­ nos las demás divisiones. La derrota del enemigo fue completa. Ningún enemigo quedó en nuestro frente. Entretanto ningún parte me llegaba del cen­ tro, ni de la izquierda. Mandé entonces algunos edecanes y ayudantes á que recorriesen nuestro centro é izquierda, me trajesen los partes de que carecía y avisasen á sus jefes de que nues­ tra derecha había derrotado completamente la izquierda enemiga, por donde había pretendido flanquearnos con considerables fuerzas. El fuego había cesado en toda la línea; al­ gunos batallones enemigos se dirigían en co­ lumna á retaguardia ya de donde estaba nues­ tra. línea de infantería y buscando Pavón. Yo no veía fuerza ninguna nuestra, ni al centro ni á la izquierda en todo lo que permitía distinguir la desigualdad del terreno y la interposición de la población del señor Palacios. Estas circuns­ tancias, la dispersión que notaba, la presencia del enemigo á retaguardia de nuestro centro é izquierda, todo me hacía presumir aciagamente, que sólo habíamos sido favorecidos por la vic­ toria en el ala derecha cuyos movimientos me fué dado dirigir. Sin embargo, resolví esperar, mandando ama­ i88 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI gar los batallones enemigos con el regimiento i.° de Mayo, divisiones entrerrianas, escolta y General Ramírez, que habían formado la reserva de la derecha, como en efecto lo verificaron, hasta que viniesen noticias ciertas de nuestro centro e izquierda. Bien pronto volvió mi Ayudante el Capitán don Fermín M. de Irigoyen, á decirme que todo estaba perdido, que nuestras fuerzas del centro se retiraban en derrota y en dispersión, que no existía ninguna fuerza nuestra ni á nuestro cen­ tro ni izquierda, que no había hallado al Gene­ ral Francia, el cual se había retirado. Permanecí aún sobre el campo con toda la derecha organizada, pues habiendo dado orden que po encarnizase en la persecución, como en efecto lo verificó, había regresado á la línea. Mi Edecán el Teniente Coronel don Modesto Cabanillas, había logrado encontrar al General Francia á la margen izquierda de Pavón, quien me mandó decir con él, que todo estaba perdido, que tratase de salir cuanto antes para pasar á Entre Ríos y salvar las fuerzas entrerrianas. Numerosos informes me llegaron de la com­ pleta derrota del centro, de los esfuerzos tan riesgosos como estériles con que el bravo Gene­ ral Francia había tratado de mantener en sus puestos esas fuerzas que no eran dignas de su comando. Yo debía suponer que la izquierda había se­ guido la misma suerte del centro, cuando después Y BATALLA DE PAVÓN 189 de Jiora y media de terminado el fuego, ningún parte me llegaba. Bien, Excmo. señor, ó sacrificaba mis divisio­ nes entrerrianas, que habían combatido con tanto coraje y que habían sufrido sensibles pérdidas, y las sacrificaba en una lucha estéril, ó las re­ tiraba del campo. No merecían aquello mis leales y valientes soldados. Me retiré al tranco sobre el Rosario, dando tiempo á que me llegasen noticias; pero todas eran aciagas y en mi marcha observaba la com­ pleta dispersión del centro hasta el extremo de haber saqueado mis bagajes y los del cuartel general. Yo había ordenado al señor Ministro Molinas, apenas tuve noticia cierta de que el enemigo invadía, que en el acto de sentir el cañoneo de la batalla, nuestra escuadra batiese á la enemiga. Me retiraba al Rosario para rehacer la infan­ tería sobre aquel punto, contando con el triunfo de nuestra fuerza naval, mientras la caballería hostilizaría al enemigo, que, aunque hubiese sal­ vado fuerzas de consideración, no podía haber quedado en estado de operar inmediatamente. Así ordené á varios jefes de infantería que habían logrado retirarse del campo con fuerza, entre ellos el Teniente Coronel Abalos que traía casi todo su batallón, que marchase al Rosario. Como dos leguas antes de llegar despaché á mi Edecán el Coronel don Juan Nepomuceno Serrano, para que avisase al señor Ministro Mo- .190 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI linas que me dirigía á aquel punto, y tomase las medidas para organizar la resistencia, avisándo­ me si esto era posible, y me indicase el éxito del combate naval. Al llegar al Rosario, cuyas calles atravesé, supe que el señor Ministro que había llamado en consulta á varios jefes, había creído imposi­ ble toda resistencia y había tomado la resolu­ ción de embarcarse con algunos de aquéllos, y que las tripulaciones de nuestros buques se desmoralizaban con la derrota, hasta el ex­ tremo de arrojarse al agua algunos de sus sol­ dados. No quise comprometer á aquella ciudad en una defensa imposible, y resolví entonces seguir á San Lorenzo, ordenando que toda la escuadra marchase á aquel puerto para doblar su tripu­ lación con mis tropas y proteger la retirada de mi ejército. Salvaba así la escuadra, salvaba mis fuerzas, y pasaba donde únicamente me aconsejaba la necesidad ocurrir. Llegué á San Lorenzo á las dos de la maña­ na, hora en que ya podía estar la escuadra allí, pero la esperé inútilmente hasta cerca de acla­ rar; no llegando, debía suponerla perdida. Seguí mi marcha entonces en dirección á las barrancas, cerca de Carcarañá recién recibí no­ ticia verbal enviada por el Gobernador de Santa Fe, don Pascual Rosas, de que nuestra izquier­ da estaba en el campo de batalla, y que lo que Y BATALLA DE PAVÓN 191 había quedado del enemigo no eran sino restos de su infantería. Pero ya no podía ni debía regresar. Las fuerzas que me habían seguido estaban casi á pie, y en la Provincia de Santa Fe no había como montarlas. Las que quedaron en el campo de batalla con los acreditados jefes que las mandaban, eran su­ ficientes para concluir con el enemigo, según el mismo parte que recibí. Entonces aun era más conveniente mi venida á Entre Ríos para la reunión de mayores ele­ mentos. Por otra parte, V. E. sabe que yo he estado enfermo durante toda la campaña. Me levanté de la cama para asistir á la marcha y combate de todo el día. Las fatigas físicas y morales de la jornada habían agravado mi en­ fermedad notablemente. Debía complacerme de que otros pudiesen aprovechar la gloria adquirida. Debía renunciar yo de buen grado el continuar la tarea que dejaba ya un campo cubierto de numerosos ca­ dáveres argentinos. Cuanto más sangrienta ha sido la batalla, tanto más ha trabajado mi ánimo y despedazado mi corazón. Esa sangre copiosamente vertida en una lucha que tanto he aborrecido, los sacrificios que se han impuesto al país para una campaña que contra mi voluntad me he visto obligado á presidir y los desórdenes que son consiguientes, me han conmovido demasiado, señor, y mi salud

TOMO II I92 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI ha sufrido mucho. Debía buscar en mi casa el restablecimiento, cuando supe, con gusto, que jefes tan acreditados como el Brigadier general Virasoro, los Generales Francia, Sáa, Coronel López Jordán y tantos otros eran bastantes á responder de la situación. Fué recién al llegar al Diamante que recibí el primer parte de nuestra izquierda y del Ma­ yor General, que es el que tengo el honor de adjuntar, en cuya virtud libré orden á las divi­ siones entrerrianas que debían venir en marcha- para que regresasen á ponerse á las órdenes del Mayor General, no sin temer que encontrán­ dose á pie y á una larga distancia del campo de batalla, á algunos les sería muy difícil volver, sin venir á montar á Entre Ríos y á su costa, pues al Gobierno le sería muy difícil proporcio­ narles ese elemento. .No es de más recordar á V. E. que yo no había recibido sino mi simple nombramiento de General en Jefe del ejército, pero ninguna orden ni instrucción para operar sobre la Provincia de Buenos Aires, ninguna clase de autorización á ese respecto. Por lo demás, V. E. conoce mis sacrificios y los de la Provincia de mi mando en la presente lucha., y no necesito enumerarlos. Cuando después de tantos años de fatigas y de sacrificios, de tantos servicios, no sólo con desinterés prestado, sino á costa de la fortuna de mis hijos, me veo aún precisado á recomen- Y BATALLA DE PAVÓN I93 zar siempre de nuevo la ingrata tarea de resol­ ver por las armas las cuestiones que agitan al país, no es raro que desee haya quien me suce­ da en ella, sin excusarme sino por el momento en que mi salud me imposibilite y mientras no sea absolutamente necesario. Omito algunas consideraciones que oportuna­ mente expondré á V. E. Entretanto, y habiéndole rendido cuenta de mi conducta, ofrézcole la seguridad de que con­ curriré inmediatamente á la definitiva resolu­ ción de la situación, reuniendo todos los ele­ mentos de que pueda disponer, no sin expre­ sar á V. E. el voto de que la sangre copiosa­ mente vertida y los tremendos desastres de la guerra conmuevan el corazón de los que influ­ yen en los destinos de los pueblos para buscar en la paz, la felicidad del país. PARTE DETALLADO DEL JEFE DE ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO QUE MANDABA EL GENERAL MITRE

Campamento general en Cariaga, Setiembre 27 de 1861.

Al señor Gobernador y General en Jefe del ejér­ cito, Brigadier don Bartolomé Mitre.

Cumplo con el honroso deber de dar cuenta á V. E. detalladamente de las operaciones eje­ cutadas por el ejército de Buenos Aires, bajo las inmediatas órdenes de V. E., desde su salida de Rojas, hasta el 17 del corriente, que fueron coro­ nadas por el más brillante éxito en la gloriosa y espléndida victoria obtenida por nuestras ar­ mas en los campos de Pavón. Realizada en Rojas la concentración de los diversos cuerpos de que se compone el ejército, resolvió V. E. marchar inmediatamente en busca del enemigo, que en la expectativa de una in­ vasión por los puntos del Arroyo del Medio, había situado el grueso del ejército en el Arro- 196 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI yo de Pavón, y extendía su vanguardia hasta la Orqueta del Sauce, á cuyo efecto se había servido V. E., de antemano, organizar nuestras fuerzas, dividiéndolas en cuatro cuerpos de ejér­ cito, como se detalla en el documento número 1. Previas estas disposiciones, rompió el ejército su marcha al Arroyo Dulce, á fin de que se incor­ porasen allí las últimas fracciones de caballería que se esperaban, las que lo verificaron en efecto, en los días 3 y 4 á las órdenes de los señores, General don Manuel Hornos y Coronel don Manuel Baigorría, siguiendo su marcha el ejér­ cito, el 5 hasta la Florida, y el 6 hasta los su­ burbios del Pergamino, donde se detuvo espe­ rando V. E. tener noticias más circunstanciadas del enemigo. El 9 acampó el ejército en las pun­ tas de la Cañada de Cepeda, á inmediaciones de la estancia de Azcuénaga, donde se detuvo hasta la mañana del n,enque se supo que el enemigo con­ movido por la actividad amenazante que V. E. ha­ bía tomado de cortar su línea de comunicacio­ nes, salía de la inmovilidad á que lo condenaba lo informe de sus masas. Fué en ese conocimien­ to que tomando todas las disposiciones para el combate, se avanzó hasta la estancia de Aceve- do sobre el Arroyo del Medio, con el triple de­ signio de aceptar una batalla si el enemigo se presentaba, de incorporar el 8.° de línea que venía de San Nicolás, y de seguir maniobrando por la margen derecha del Arroyo que en su corriente hasta el Paraná va estrechándose con Y BATALLA DE PAVÓN 197

el de Pavón, que servía de línea estratégica al enemigo, para ponerse V. E. en aptitud de eje­ cutar una sencilla maniobra couvergente de tres leguas, siguiendo siempre su propósito de in­ terceptarle su línea de comunicación, poniéndo­ se sobre su flanco izquierdo, y cambiando nues­ tra base de operaciones, á consecuencia del án­ gulo notable que forma el Arroyo del Medio por aquella parte, lo qne nos daba la triple ven­ taja de apoyar nuestra espalda en San Nicolás, efectuar nuestra invasión sobre el territorio ene­ migo, cubriendo sobre el flanco izquierdo, man­ teniendo por él y por la espalda libres nuestras comunicaciones, á la vez de amenazar seriamente con el derecho la línea de comunicaciones del enemigo, en caso que cometiese el error de mantenerse en la inacción; que en caso de mo­ verse siempre estábamos habilitados para ama­ gar uno de sus flancos, interceptando su línea dé operaciones, como fué lo que en efecto sucedió En este estado y con conocimientos exactos de que el enemigo no estaba, ni podía estar en muchos días en aptitud de tomar la ofensiva, el 14 avanzó el ejército hasta las inmediaciones de la Posta de Vergara, donde permaneció hasta el 16, esperando refuerzos de caballadas, y en que tomadas las disposiciones convenientes, pasó el Arroyo del Medio á las seis y media de la tarde entre las más entusiastas demostraciones de júbilo, que impulsaba al ejército al combate. Amaneció el día 17, y á la luz del crepúsculo, 198 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI sonaron los primeros tiros de nuestras guerrillas de caballería que revelaban la proximidad de las avanzadas del enemigo, á quien se buscaba con tanto ardor; á las ocho rompió el ejército su marcha de frente en cinco columnas parale­ las en primera línea; compuestas del primer cuerpo á la derecha, á las órdenes del Brigadier General Flores, é inmediato al tercer cuerpo, formando dos columnas á las del infrascripto, llevando en el centro al regimiento de artillería en columnas por baterías, y á la izquierda el segundo cuerpo con el señor General don Manuel Hornos; la reserva en segunda línea á 500 pa­ sos á retaguardia, bajo las inmediatas órdenes de V. E. que traía bajo su custodia el parque. Esta reserva, compuesta como queda dicho, de cinco batallones y once piezas, desplegó oportu­ namente en línea por batallones en masa, y á la izquierda de esta línea la división 13.a de ca­ ballería á las órdenes del Comandante Naon y escolta del General en Jefe, á las del Comandan­ te Paunero, cubriendo la retaguardia del todo la división del Coronel Machado en tres colum­ nas paralelas. A las doce de la mañana, apareció casi sobre nuestro flanco izquierdo la vanguardia enemiga, compuesta de unos mil quinientos hombres de caballería, lo que indicaba que su línea de ope­ raciones había sido interceptada por el movi­ miento rápido que el ejército verificaba, como lo comprueba el mismo parte del enemigo; y en Y BATALLA DE PAVÓN 199

tal estado fué vigorosamente atacado, por una bien organizada línea de tiradores que mandó adelantar el señor General Hornos, á las órde­ nes del Coronel don Fausto Aguilar, que arrolló sucesiva y constantemente la vanguardia ene­ miga tomándole algunos prisioneros y obligán­ dola á emprender el galope é ir á refugiarse al grueso del ejército que aparecía formado en las inmediaciones de la estancia de don Domingo Palacios, apoyando su centro y reserva en ésta y dando la espalda al arroyo de Pavón. Durante esta marcha que muy bien se le podía llamar triunfal, el ejército llenaba el aire con vivas en­ tusiastas al pueblo de Buenos Aires, al General en Jefe y á sus jefes inmediatos, y fué en ese ardor generoso, que V. E. mandó marchar de frente sobre el enemigo sin pérdida de momen­ tos, llegando muy luego á dos tercios de tiro de cañón, coronando la suave lomada que in­ terceptaba por aquella parte la vista del enemi­ go. Fué allí que V. E. tomó las últimas dispo­ siciones para el combate, ordenando súbitamen­ te el despliegue de las infanterías por batallones en masa, y el de la artillería en columna cerra­ da por baterías, ordenando resueltamente el ata­ que sobre el centro enemigo, y que el señor Coronel don Emilio Mitre tomase el mando de las tres brigadas de la derecha, y el infrascripto las de la izquierda, al mismo tiempo que se eje­ cutaban los despliegues de nuestra caballería en ambas alas, habiendo sido reforzada la dere­ 200 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI cha por la división del Coronel Machado, á con­ secuencia de haber aglomerado el enemigo en aquel punto sus mayores fuerzas de caballería en el centro, haciendo marchar en refuerzo de las brigadas de la derecha una batería con el Sargento Mayor graduado don Estanislao Mal- dones, y otra en refuerzo de la izquierda, saca­ da de la reserva á las órdenes del Sargento Ma­ yor don Ramón Ruiz, con el objeto de cañonear á la derecha de la caballería del enemigo, la que debía de quedar á su frente según la proyección del movimiento que empezó á ejecutarse, hacien­ do nuestra línea un cambio de frente, avanzando nuestra izquierda en amago del flanco derecho del enemigo; movimiento que éste intentó imi­ tar vanamente para esquivar su flanco, retiran­ do su ala derecha de caballería, y cambiando de posición la derecha de su centro. El parque, compuesto de veinte carretones, se­ guía marchando entre las dos líneas, Nuestras columnas avanzaban arma á discre­ ción, en el orden más perfecto, cuando el fuego nutrido de 42 cañones y dos coheteras, de cali­ bre de 6 á 8 en su mayor parte, habiendo algu­ nos de 12 á 16 de superior alcance, reveló á nuestra valerosa infantería que cada pulgada de terreno ganada importaba el sacrificio de mucha sangre derramada, y no obstante avanzó intré­ pida al enemigo. Entonces fué que la primera brigada á la que acudió en persona el señor Coronel don Emilio Mitre fué acribillada por las Y BATALLA DE PAVÓN 201

balas y metrallas, y fueron destrozados casi los batallones 2.° y 3.0 Norte, á los que el Coman­ dante Gainza animaba á la par del Coronel Mitre, que perdió allí su caballo, por bala de cañón, dando ambos el mayor ejemplo de firmeza á sus valientes soldados que caían diezmados por los proyectiles del enemigo; al mismo tiempo que la tercera brigada, Comandante don Angel Basso, compuesta del batallón de su mando y el i.° de línea al mando del Sargento Mayor don Manuel Rosetti, sufrieron pérdidas de mucha considera­ ción, marchando siempre de frente. Al mismo tiempo que la segunda, brigada que la formaban el 3.0 de línea, el i.° y 2.0 de guar­ dias nacionales de Buenos Aires, Comandante don Mateo Martínez, conducida por el jefe de la 1? división, Coronel don Ignacio Rivas, atacó bizarramente á la primera brigada del enemigo en que formaba el batallón Palma, desprecian­ do los fuegos certeros de esa brigada, y las ba­ terías que la apoyaban, marchó resueltamente arma á discreción, posesionándose de las bate­ rías enemigas y arrollando cuanto se opuso á su frente, corriéndose inmediatamente á la de­ recha en socorro de ésta que se encontraba fuertemente comprometida, como queda dicho, desplegando recién en línea de fuegos. En ese momento aparecierou los batallones de la segunda división al mando del Coronel don Luis Agüero, conducidos por el que firma, y desplegando la cuarta, quinta y sexta brigadas, 202 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI que habían ejecutado un cambio perpendicular sobre su derecha, á uno y otro costado de la casa, conmoviendo al enemigo que en vano intentó hacer entrar en línea sus reservas, porque perdi­ da su primera posición, no se le dió tiempo á formar una segunda línea, sin embargo de hacer esfuerzos desesperados por conseguirlo. Aquí es necesario volver atrás para demostrar como fué que los seis batallones que componían el centro izquierdo aparecieron en uno y otro costado de la casa de Palacios, tan oportuna­ mente para dar el golpe de gracia al enemigo; y narro lo que ocurría en ambas alas, donde nuestra caballería era arrollada por la enemiga. Desde que V. E. ordenó al infrascripto, que con las fuerzas de la primera línea marchase á coronar la lomada que dominaba las posiciones donde el enemigo esperaba el ejército de Buenos Aires y desplegase en línea de batalla, lo hizo formando su juicio por las observaciones propias á vanguardia de la primera línea, y los partes exactos y repetidos que le dirigían desde nues­ tras alas los Generales Flores y Hornos, y desde luego concibió V. E. el modo de destrozar el centro enemigo envolviendo su izquierda por medio de un ataque oblicuo é instantáneo. Así se explica que el centro derecho de nuestra pri­ mera linea conducido por el Coronel Mitre ata­ case la línea de la infantería enemiga, recha­ zando parte de su ala derecha de caballería y envolviendo su flanco y batería que lo sostenían, V BATALLA DE PAVÓN 203 y así también que el enemigo fuese completa­ mente destrozado sin poder hacer pie en nin­ guna parte; pero es necesario demostrar aquí la tarea que fue encomendada á los seis batallones de nuestra izquierda, á la artillería y á la re­ serva que V. E. conducía en persona, para de­ mostrar que todos estos cuerpos han llenado su deber y han merecido por sus esfuerzos la apro­ bación de V. E. Cuando nuestras fuerzas del centro llegaban á medio tiro de cañón, y nuestra artillería, al mando del Coronel don Benito Nazar, con el de­ nuedo y pericia que ha acreditado antes de ahora y secundado por los Comandantes de escuadrón, Sargentos Mayores don Federico Mitre y don José María Moreno, contestaba á los fuegos del enemigo, éste desprendía su caballería de ambas alas para recibir el ataque de la nuestra y preve­ nir el ser flanqueado por la derecha, sin com­ prender aún que cuando V. E. con lo movible del ala derecha de dicha caballería el verdade­ ro ataque oblicuo sobre el flanco derecho opues­ to era sobre parte sólida, es decir, sobre su centro compuesto de infantería y artillería colo­ cadas en posiciones fijas de combate. Nuestra caballería, que no obstante los esfuerzos de los Generales don Venancio Flores y don Manuel Hornos que mandaban las alas, fué envuelta casi simultáneamente por la contraria, á punto de que las oleadas de nuestra caballería estorbando la marcha arrojada de nuestra infantería del 204 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI centro izquierdo y reserva, contra las que la caballería enemiga dirigía cargas repetidas, es­ trechándolas muy de cerca, y á no ser el des­ precio que nuestros infantes y artilleros tienen por la caballería enemiga, y el fuego certero de las guerrillas con que cubríamos nuestro flanco izquierdo, de seguro que todos estos batallones, que por primera vez entraban al fuego, hubie­ ran sido quebrantados por el aspecto imponente que presentaban esas compactas aunque infor­ mes masas de jinetes, que persiguiendo á la nuestra, vinieron á estrellarse contra nuestros flancos y reserva, huyendo cobardemente á la primera descarga con que los recibió la quinta brigada compuesta ‘del 6.° de línea, Comandante Arredondo, y légión militar, Comandante Char­ lotte. A pesar de estos ataques que se repetían á cada instante por una fuerza de más de dos mil hombres, amagando nuestra retaguardia, los batallones de la izquierda siguieron sin in­ terrupción su marcha de frente, ápaso de trote en busca de otro enemigo que pudiera ofrecer­ les más resistencia en su marcha, conteniendo á la caballería con una línea continua de guerri­ llas que no pudo dominar. En ese momento en que se hallaba tan com­ prometido el combate en nuestra derecha, recibí un parte del Coronel Mitre, conducido por el Capitán don Lucio Mansilla, reclamando la con­ currencia de algunos batallones, que secundasen los esfuerzos que allí hacían nuestros valientes, Y BATALLA DE PAVÓN 205

y fué entonces que ordenando al Coronel Agüero que con las brigadas 5.a y 6.a, compuestas de los batallones 5.0 de línea, mandado accidentalmente por el Mayor don Clemente Landl, y el 1° del Sud, á las órdenes de su Comandante don Cán­ dido Galván, se dirigiese por la izquierda del ala, el infrascripto condujo la 4.a brigada á las órdenes del Comandante don Manuel Fació, compuesta de los Batallones 4.0 de línea y San Nicolás, Comandante don Juan Boer, y pudo desplegarlos en escalones, rompiendo un fuego certero contra la i.a brigada enemiga, y reser­ vas que aparecieron en segunda línea, al mismo tiempo que los batallones que conducía el Coro­ nel Agüero hacían otro tanto por su parte, pasando por sobre la batería enemiga, mandada por el Comandante Nelson que cayó en nuestro poder. . Simultáneamente con este eficaz apoyo y co­ nocimiento del estado de la i.a brigada que sostenía un combate con fuerzas triples, or­ denó V. E. que los^ batallones de la 7.a brigada, al mando del Comandandante don Emilio Castro, 2.0 del i.° de Buenos Aires y 2.0 del 2.0 ídem, Comandante don Juan Martín, el todo á las órdenes del Coronel don Pablo Díaz, corriesen en protección de aquel costado, como lo verifi­ caron, mientras que la 8.a brigada al mando del Comandante don Adolfo Alsina, compuesta del i.° del 4.0 de Buenos Aires y 2.0 del Sud, á las de su jefe el Mayor don Juan A. Casanova, 206 presidencia del doctor derqui cubriendo la retaguardia el batallón 8.° de línea, al mando del Sargento Mayor don Julián Murga, á la par de la escolta de V. E. y algunos res­ tos de la caballería, á las órdenes del 2.0 jefe del Estado Mayor General, Coronel don Bruno Quintana, á quien anticipadamente había con­ fiado V. E. el mando de la caballería de reserva, escalonados todos cubriendo el flanco, y con guerrillas de infantería y caballería sobre el flanco y retaguardia, rechazaban dirigidos por V. E. en persona, y secundados por la batería de reserva, las cargas repetidas de caballería con que amagaban por ambos costados. Desde enton­ ces, la derrota del enemigo fue completa, abso­ luta en todas direcciones, y en vano intentó rehacerse por dos veces consecutivas con todos sus restos que de su izquierda y derecha se aglomeraban, no pudo conseguirlo, porque nada podía resistir al impulso de nuestros batallones, que lo envolvían y perseguían por todas partes, tomándole fuertes grupos de prisioneros, bande­ ras, cañones y armas de todas clases. El fruto de este gran suceso de armas, ha consistido en la destrucción completa de la artillería é infantería de la Confederación, ca­ yendo en nuestro poder todo su parque: 32 piezas de artillería de los calibres 6, 8, 12 y 26, entre estas 4 obuses de 6 pulgadas, que como lo he dicho á V. E. en su parte del campo de batalla, entre ellas se hallan las 14 piezas perdidas en Cepeda; además gran cantidad de municiones V BATALLA DE PAVÓN 207

de artillería é infantería, que se inutilizaron en el campo, á más de las que se detallan en el documento número 2, que se acompaña, 57 ca­ rretas de bueyes y carros de cuatro ruedas que contenían diversidad de artículos de parque y comisaría, 11 banderas correspondientes á los mejores batallones del enemigo, 12 jefes, 110 oficiales, 1600 infantes de tropa y 41 heridos prisioneros, que se recogieron del campo, y se asisten en nuestros hospitales á la par de los de nuestro ejército (documento número 3) serán testigos imperecederos del triunfo espléndido que ha reportado el ejército de Buenos Aires, bajo el inmediato mando de V. E. en los campos de Pavón. Nuestra pérdida consiste en 4 oficiales muer­ tos, 9 heridos, 162 individuos de tropa muertos, de artillería é infantería, 250 heridos y 250 dispersos, sin poder dar cuenta de la pérdida que ha sufrido nuestra caballería en su disper­ sión, y que el enemigo no ha comprado muy barata, porque en nuestra derecha el i.° de lí­ nea, apoyado por las columnas flanqueadoras del Coronel Machado, cargó al mando de su jefe el Coronel Vedia, arrollando en parte al enemigo, no obstante de haberse desorganizado las tres divisiones de su izquierda; y en la izquierda el Coronel Baigorría flanqueó con suceso é hizo estragos en las filas enemigas; pero de seguro que debe ser muy diminuta, puesto que el enemigo no estuvo en aptitud

TOMO It 208 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI de hacer una persecución muy tenaz, y que ya es sabido que todos los jefes y oficiales de consideración reúnen en todos los puntos de la campaña nuestra desbandada caballería. Por último, Excmo. señor, tendría mucho que decir en elogio de los cuerpos, de los jefes, de los oficiales y en fin de todos los que á las órdenes de V. E. han combatido el 17 del co­ rriente, porque todo ha estado á la vista y di­ rección de V. E., porque la infantería y artillería ha cumplido con su deber, rivalizando todos en esfuerzos, en valor y entusiasmo, y si hubiera alguna mención honrosa que hacer, sin detri­ mento de los demás, sería la que justamente han adquirido los batallones i.° y 2.0 de línea, i.°, 2.0 y 3.0 Norte, que barridos por la metralla y taladrados por las balas rasas y cohetes á la congreve del enemigo, conservaron sus posicio­ nes sin desesperar en el conflicto del éxito de la jornada, sosteniendo con mano firme sus banderas, que son la enseña de la libertad ar­ gentina y de la gloria de Buenos Aires. Para completar este parte, se adjunta la orden del día que V. E. se sirvió expedir, en fecha 20 del corriente, en la que se detallan las acciones señaladas, que han merecido mención honrosa. Al terminar este parte, séame permitido llamar la atención de V. E. sobre la lista de los seño­ res jefes y oficiales que componen el Cuartel General, Estado Mayor General, y Detall del Ejército, (documento número 4), que á la par Y BATALLA DE PAVÓN 209 de los demás han cumplido con su deber, lle­ vando órdenes de uno á otro exrtemo de la línea, desafiando los proyectiles del enemigo que cruzaban en todas direcciones, comisión en que encontró una muerte gloriosa mi ayudante, el capitán Romano Pezzuti Pilloni, hijo de la noble Italia, que cayó muerto de dos balazos en el heroico empeño de arrebatar una bande­ ra del medio de un batallón enemigo. Dios guarde á V. E.

Wenceslao Paunero. DOCUMENTOS SOBRE LA SITUACIÓN DEL ROSA­ RIO, EN LOS DÍAS QUE SIGUIERON Á LA BA­ TALLA DE PAVÓN.

Habiendo desaparecido el Ministro Molinas, dejando encargado al Gobernador de Santa Fe de representar la comisión que él desempeñaba, el señor Rosas expidió el siguiente Decreto:

Rosario, Setiembre 18 de 1861.»

El Gobernador Propietario de la Provincia—

En virtud de la delegación que le ha hecho S. E. el señor Ministro en Comisión, del Poder y facultades que le fueron conferidas por el Excmo. Gobierno Nacional,

decreta:

Artículo i.° Todas las facultades y la suma de poder delegado en el señor Ministro en Comi­ sión, quedan reasumidas en la persona del Go­ bernador Propietario de la Prov 212 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Art. 2.° Los decretos expedidos por S. E. el señor Ministro durante el ejercicio de su Comi­ sión Nacional, quedan con toda fuerza y vigor, especialmente el que establece el estado de sitio en la ciudad del Rosario y su Departamento. Art. 3.0 Comunicado que sea el presente De­ creto á los jefes de la guarnición, deberán éstos participarlo á sus respectivos cuerpos. Art. 4.0 Circúlese, publíquese y dése al R. Oficial.

PASCUAL ROSAS. José María Pérez. Secretario.

OTRAS DISPOSICIONES

Rosario, Septiembre 19 de 1861.»

El Gobernador Propietario de la Provincia.— Siendo necesario al mejor desempeño del ser­ vicio público, que todos los fefes, oficiales y tropas se incorporen inmediatamente al ejérci­ to, en virtud de las facultades que inviste.

DECRETA:

Artículo 1.® Todos los jefes y oficiales y soldados pertenecientes al ejército Nacional, saldrán á incorporarse á dicho ejército. Y BATALLA DE PAVÓN 213 Art. 2.0 Se ordena á todos los jefes, indistinta­ mente, reúnan los oficiales que hubiesen estado ó estuviesen á sus órdenes y á los oficiales que lo verifiquen con su tropa, dando cuenta á la Superior autoridad en el acto de la marcha. Art. 3.0 Hallándose el grueso del Ejército en el campo de batalla, queda éste y el Monte Flo­ res, señalados como punto de reunión. Art. 4.0 El Coronel Jefe del Estado Mayor de Plaza queda encargado especialmente de la eje­ cución del presente decreto. Art. 5.0 Circúlese, comuniqúese y dése al Re­ gistro Oficial.

PASCUAL ROSAS. Esteban M. Moreno.

NOTA AL GOBERNADOR DE CÓRDOBA

Excmo. señor Gobernador de la Provincia de Cór­ doba, Doctor don Fernando J. Allende.

Tengo el honor de dirigirme á V. E. para par­ ticiparle que el día de ayer 17 tuvo lugar una batalla en los campos de Pavón, que si bien no ha sido infausta para nuestras fuerzas, ha pro­ ducido la dispersión de cantidad de infantería, perteneciente á esta provincia, y que se dirige á ella, según datos recibidos. Me apresuro á participar á V. E. esta noticia, 214 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI para que tome las medidas precaucionales, ten­ dientes á evitar los desórdenes que pudieran te­ ner lugar en el territorio de esa Provincia. Aun cuando me es imposible, por la premura del tiempo, dar á V. E. detalles circunstanciados de la acción, debo comunicarle como resultado final, la dispersión de toda la caballería enemi­ ga, y la retirada de su infantería con dirección á San Nicolás. En los momentos que dirijo á V. E. la pre­ sente, trescientos quince prisioneros entran en la plaza de esta Ciudad, escoltados por una fuerza nacional. Así que tenga detalles más extensos y que el tiempo me permita transmitirlos á V. E. lo haré á la brevedad posible. Con fecha de ayer, he dirigido á V. E. un chasque participándole que por un accidente frecuente en nuestros ejércitos, una parte de la infantería de esa Provincia, se dispersó en el combate, y es probable penetre desorganizada en esa Provincia. Reitero, pues, el aviso á V. E. Dios guarde á V. E.

PASCUAL ROSAS. Esteban M. Moreno. Secretario Y BATALLA DE PAVÓN 215

NOTA DEL PRESIDENTE DERQUI AL GOBERNADOR ROSAS

B1 Presidente de la República Rosario 24 de Septiembre de 1861

Excmo. señor Gobernador de la Provincia de Santa Fe, don Pascual Rosas.

He recibido la nota de V. E. fecha 21 del presente, en que se sirve darme cuenta de sus actos gubernativos durante el tiempo que ha representado la Autoridad Nacional, y en los momentos más peligrosos y acerbos. He esperado esta circunstancia para hacer á V. E. una manifestación de justicia, para reco­ mendarlo especialmente á la gratitud del país, por las medidas salvadoras y de alta previsión que puso en práctica cuando la confusión y el desaliento quebraban los ánimos más resueltos. Todas las disposiciones adoptadas por V. E. no sólo las considero acertadas, sino que á mi juicio y en la opinión del pueblo, se les debe una gran parte de los resultados que hoy re­ cogemos. La autoridad Nacional ha estado representa­ da dignamente, y cumpliré el deber de reco­ mendar los actos de V. E. al Poder Ejecutivo 2IÓ presidencia del doctor derqui de la República para que los juzgue como me­ recen. La población del Rosario, que no ha desma­ yado nunca en presencia de los peligros, que se sentía fuerte y robusta para luchar con el infortunio, necesitaba que el Gobierno se colo­ case á la altura de sus sentimientos íntimos y se templase en la resolución de su carácter. Vuecencia, secundado por el concurso de los bue­ nos, ha interpretado la voluntad del pueblo, ha consagrado una nueva prueba de la influencia del poder legítimo y el imperio prestigioso de la ley en la conciencia de la nación. Vuecencia me ofrece su cooperación en la in­ mensa labor que pesa sobre mis hombros, y la acepto, porque abrigo el propósito inquebrantable de sobreponerme á todos los obstáculos, cualquiera que sea su magnitud, hasta reivindicar los dere­ chos de la República que una facción osada ha puesto en duda, y para ello cuento con el apo­ yo del país y con la fe del patriotismo argentino. Después de expresar á V. E. estos sentimien­ tos, me es grato presentarle las consideraciones de mi particular aprecio. Dios guarde á V. E.

SANTIAGO DERQUI. Olegario V. Andrade. Y BATALLA DE PAVÓN 217

NOTA DEL MINISTRO DEL INTERIOR AL GOBERNADOR DE SANTA FÉ

Ministerio del Interior

Paraná, Setiembre 21 de 1861

Al Excmo. señor Gobernador Propietario de la Provincia de Santa Fe.

En ausencia del Excmo. señor Presidente de la República, me ha cabido la satisfacción de instruirme de la nota que con fecha 19 del co­ rriente se ha servido dirigirme V. E. adjuntán­ dole el parte del Mayor General don Benjamín Virasoro, dado en la misma fecha y participán­ dole igualmente las últimas plausibles noticias llegadas del Ejército. Hallándose ya en esta fecha el Excmo. señor Presidente en esa Ciudad en medio del general regocijo producido por el triunfo de las armas nacionales, sólo me resta felicitar á V. E. entu­ siasta y cordialmente, con toda la satisfacción que despiertan las heroicas acciones de constan­ cia y patriotismo de que se han dado tan señala­ das pruebas y en que con tanto honor figura el nombre de V. E., como también por el feliz y cumplido éxito que ha sabido alcanzar. 218 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Con tal motivo me es, pues, satisfactorio diri­ girme á V. E. y saludarlo con particular estima y consideración. Dios guarde á V. E.

José Severo de Olmos

CARTA DEL GENERAL DON BENJAMÍN VIRASORO AL GOBERNADOR DE SANTA Fe

Pavón, campo de la victoria, Setiembre 21 de 1861

Señor Gobernador don Pascual Rosas.

Distinguido amigo: Doy ante todo á usted las gracias por sus feli­ citaciones, y agradezco también los honrosos con­ ceptos con que me favorece. Si algo he hecho en pro de los intereses del país, estoy bien re­ munerado de ello en estos momentos, que me manifiesta usted la opinión de ese pueblo y de los amigos á mi respecto. Bien á mi vista están los sacrificios que ha hecho esta Provincia, bien á mi vista su pa­ triotismo y sus virtudes, para que olvidara un solo momento el hacer todo lo que en mi es­ Y BATALLA DE PAVÓN 219

tuviera por su engrandecimiento y prosperidad. A ese respecto no abrigue usted el más mínimo cuidado, siempre que en mi mano esté el ali­ viar sus males ó dar impulso á su progreso, me ha de ver, mi amigo, obrero infatigable. Hasta mí había llegado ya la energía y la decisión con que trabaja usted en estas circuns­ tancias tan premiosas, para levantar la opinión, y traer nuevamente á sus filas á los que en un momento de confusión las abandonaron; sé los inmensos sacrificios que está haciendo usted por nuestra querida patria; todo eso lo reco­ mienda á usted sobre manera, y sin duda algu­ na hallará un día el premio de sus esfuerzos; ya debe esperimentar la satisfacción de sus amigos. Quisiera extenderme más, pero mis ocupacio­ nes, como usted comprenderá, son muchísimas. Recomiendo al señor Carbonell lo salude muy particularmente en mi nombre. Aprovecho esta ocasión de repetirme de us­ ted su obsecuente amigo y S. S. Q. B. S. M.

Benjamín Virasoro. DOCUMENTOS SOBRE LA BATALLA DE PAVÓN

INFORME DEL GOBERNADOR DE SANTA FE

Rosario, 21 Setiembre de 1861.

Exento, señor Presidente de la República, Doctor don Santiago Derqui.

Resignado en manos de V. E. el poder y facul­ tades con que había sido investido por S. E. el señor Ministro de Relaciones Exteriores en Comi­ sión, llegada es la oportunidad de darle exacta cuenta del uso que he hecho de ellas, durante el tiempo que he estado en ejercicio. En la noche del 17 del presente, y cuando rumo­ res aterrantes se hacían circular en esta ciudad, predisponiendo mal el ánimo de la población na­ cional y extranjera, recibí la nota de delegación, que en copia legalizada acompaño bajo el núme­ ro i.° entre los documentos justificativos; y con esa nota, una carta confidencial de S. E. el Doctor don Nicanor Molinas dirigida desde esta rada, en 222 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

la que me participaba la delegación oficialmente comunicada por el Secretario. En momentos en que el representante de la autoridad nacional se ausentaba de esta ciudad, los rumores alarmantes esparcidos en el público, eran hasta cierto punto autorizados por conside­ rable número de soldados dispersos que penetra­ ban por sus calles, y por la presencia de varios jefes que se habían embarcado en compañía de S. E. el señor Ministro en Comisión. Como si nada debiera faltar para acabar de aumentar la alarma en que la población estaba, la escuadra Nacional abandonaba su fondeadero, sin prevenir á este Gobierno su dirección y tomaba aguas arriba, de­ jando completamente desguarnecida esta ciudad cuando la Armada enemiga distaba apenas tres leguas de esta rada. Los informes tomados después oficialmente acreditan que el jefe de la escuadra Nacional obedecía entonces á las órdenes impartidas por S. E. el señor Ministro en Comisión, en el mo­ mento de verificar su embarque en el vapor paraguayo “ Salto de Guayra”. En comprobación de este aserto, va agregado bajo el número 2 la nota del Coronel Cabasa, fechada al día si­ guiente en San Lorenzo, y recibida aquí á las once de la mañana del mismo. Esta triste combinación de circunstancias in­ faustas, creaba, Excmo. señor, una situación eri­ zada de inconvenientes y que era, sin embargo, forzoso dominar para salvar este pueblo, y con Y BATALLA DE PAVÓN 223 él, la suerte de la República que se creía enton­ ces seriamente comprometida. Lo crítico de las circunstancias, la escasez de recursos inmediatos, precisamente cuando era necesario obrar con la energía y la altura que correspondían al honor de las armas argentinas, y á los antecedentes de la Provincia de mi mando, aumentaban á mis ojos la responsabilidad que tenía que asumir en mi doble calidad de Gober­ nador de la Provincia y de representante del Ejecutivo Nacional. Un hecho que pudo tener consecuencias deci­ sivas en estos momentos supremos vino á agravar más y más la situación. El Comandante don Francisco del Prado, cuyos antecedentes conoce V. E., lejos de venir á ro­ dear la autoridad y cumplir sus sagrados debe­ res militares y políticos, trató de sorprender al segundo Comandante del batallón “Libertad” para que le entregase el cuerpo, y consumar un escandaloso motín en medio de una ciudad justa­ mente alarmada entonces. La presencia de ánimo del Comandante Aldao y la decidida actitud de los bravos soldados de la guardia que respondieron al fuego hecho por Prado, salvaron al país de este nuevo peligro, y aquel traidor, cuyo nombre pasará á las gene­ raciones venideras cubierto de oprobio y de baldón, evitó con la fuga el ejemplar castigo que la autoridad le hubiese dado cayendo en sus manos.

TOMO II 15 224 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Para hacerme reconocer en el carácter de Co­ misionado Nacional, expedí inmediatamente, esa misma noche, el Decreto designado bajo el nú­ mero 3, entre los documentos justificativos, asu­ miendo las facultades y poder delegados por el Ministro en Comisión, y restableciendo los decre­ tos dictados por éste, especialmente el que decla­ raba en estado de sitio esta ciudad y su Depar­ tamento. Como era imposible otro medio de promulga­ ción en aquella noche, se ordenó, como V. E. ve por su artículo 3.0, á los jefes de la guarnición, lo participasen á sus respectivos cuerpos. En ejercicio ya del poder delegado empecé á dictar todas las medidas que en el orden militar eran necesarias, para garantir esta población, robustecer la acción de la autoridad y asegurar para la Nación todos los elementos de guerra que debían venir y 'venían ya á buscar su centro en esta localidad. Imposible sería detallar á V. E. todas las me­ didas tomadas en esos primeros momentos y comunicadas verbalmente á los jefes de la guar­ nición, y á las partidas de caballería que había situado en los suburbios, para contener y reunir los dispersos, que debían utilizarse más tarde en el servicio de la Nación. Entre tanto, señor, el infrascripto tomaba datos de todos los jefes, oficiales y aun soldados que llegaban ó eran conducidos por las partidas de esta plaza, en aquellos momentos solemnes en Y BATALLA DE PAVÓN ¿25 que todos los indicios parecían anunciar que se eclipsaba\la*estrella feliz de la República, y que un desastre decisivo venía á enlutar las glorias de la confederación Argentina, honra y prez de las repúblicas sudamericanas. Lo que debemos á nuestras gloriosas tradi­ ciones, lo que debemos á la santidad de la causa que la República sostiene, lo que debemos á la dignidad y esplendor de nuestras armas, y por último, lo que debo yo á esta Provincia y lo que me debo á mí mismo como hijo suyo, como su primer magistrado y como hombre, me había hecho tomar la formal resolución de defender aquí hasta el último trance, las instituciones y la dignidad de mi patria y perecer entre sus ruinas, si por desgracia era llegado el triste día en que ellas debían ser víctimas de una facción rebelde y peijura. En esta decisión y recargado de un ímprobo trabajo que 'debía aumentarse por momentos, expedí el decreto que bajo el número 4 se acom­ paña, nombrando.secretarios á los doctores don Esteban M.a Moreno y don Evaristo Carriego, que excuso recomendar á V. E. particularmente, desde que el público y V. E. mismo son hoy jueces y testigos de sus trabajos. La secretaría, señor, se puso en seguida en ejercicio, y así se pudieron atender con eficacia todas las necesidades del servicio administrativo, que aquí sería largo detallar. El mayor orden reinó en la población hasta 22Ó PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

las cuatro de la mañana, y el Gobierno creyó que la dignidad del país le obligaba á no molestar para mantenerlo, á la población extranjera, que, por órganos respetables, se había insinuado en este sentido y cuya cooperación había sido acep­ tada por si llegaba el caso en que fuese nece­ saria. A esa hora, el Coronel don José Agustín Fer­ nández, Jefe de Policía, me participó desde la Tablada, que el benemérito General don José María Francia se hallaba en el Monte de Flores con catorce piezas de artillería y cantidad de infantería, y que los bravos generales Virasoro, Sáa y López Jordán, eran dueños del campo de batalla y hostilizaban enérgicamente al enemigo que había perdido absolutamente toda su caba­ llería en el combate. Esta noticia que no tardó en ser autorizada por el testimonio de jefes, oficiales y tropa venida desde allí, me hizo reco­ nocer que estaba realizada la creencia alimen­ tada siempre por mí de que la Divina Providen­ cia, que no abandonó á la República en sus días de conflicto, no había abandonado esta vez la causa de la justicia y del bienestar de estos pue­ blos. La noticia festejada debidamente hizo, como era natural, reaccionar la opinión, y la acción de la autoridad fué entonces más robusta contando desde ya con su apoyo. Pero la ciudad estaba completamente inde­ fensa por agua, mientras podía ser amagada por la escuadra enemiga fondeada apenas á tres Y BATALLA DE PAVÓN 227

leguas de distancia, y que era más que posible tuviese ya conocimiento de la partida de nues­ tra Armada. Después de tomar minuciosos informes para averiguar su fondeadero hice especialmente un expreso al Coronel Cabasa, participándole que había asumido el mapdo y ordenándole termi­ nantemente bajase á tomar fondeadero en este puerto, y esperase en él las órdenes que le impartiese. Á esta disposición se siguieron otras eficaces para reunir los dispersos, organizados, recoger armamentos y municiones, establecer desde ya un hospital de sangre y llamar á los jefes más caracterizados para organizar todos estos elementos, que debían servir para la de­ fensa de esta Ciudad en caso necesario y uti­ lizarse, como van á serlo, en servicio de la Nación. Teniendo noticias de que el vapor de guerra “14 de Octubre”, en virtud de órdenes recibidas, está fondeado frente al saladero “11 de Setiem­ bre” y separado de la escuadra, y siendo pro­ bable que ésta hubiese remontado hasta el Pa­ raná, despaché por tierra al Doctor don Desi­ derio Rosas, que era conductor de una orden para el Comandante de dicho buque, y en la que se le ordenaba zarpar inmediatamente hasta comunicar con la escuadra Nacional donde ésta se encontrase. El Doctor Rosas era portador de una segunda orden tan terminante como la primera, que se 228 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI daba al Coronel Cabasa de bajar inmediata­ mente á este puerto; y á prevención de una nota oficial y cartas confidenciales dirigidas á V. E. por si llegaba á encontrar ya la escuadra en el puerto del Paraná. Mi solicitud y diligencia para hacer regresar la escuadra, no tardaron qn ser justificadas, por­ que apenas momentos pasaron después de des­ pachar el segundo expreso al Coronel Cabasa, cuando recibí parte oficial deponerse en movi­ miento la escuadra enemiga. Venía así á ope­ rarse una nueva crisis aun más terrible que la de la noche anterior, y de que no era seguro salvar con ventaja, siendo dudoso el paradero de nuestra escuadra. Los medios de defensa, aun que concentrados, eran débiles, porque se resentían de la desmo­ ralización consiguiente á la presencia de una inmensa cantidad de dispersos que aunque en orden carecían de organización regular. La opi­ nión pública volvía á caer en su anterior des­ mayo, sin embargo de contribuir en gran parte á reanimar la entrada de trescientos prisioneros hechos al enemigo, que el pueblo debía mirar como una garantía más de la efectividad del triunfo obtenido por nuestro ejército. Esta circunstancia, aunque favorable, no au­ mentaba los medios de defensa, y la escuadra enemiga se movió evidentemente en dirección á este puerto. La valerosa guarnición de esta Ciudad, entre Y BATALLA DE PAVÓN 229

la que me permitiré citar especialmente al de­ nodado batallón Libertad, i.° de guardias Na­ cionales, estaba toda apercibida al combate, y nuestros esforzados artilleros esperaban ansiosos al pie de sus cañones, que poco antes habían anunciado á la escuadra enemiga la victoria, el momento de terminar su escarmiento; y yo, se­ ñor, había manifestado mi reiterada y decidida resolución de repeler la fuerza con la fuerza hasta sepultarme entre las ruinas de este pueblo, antes que consentir fuesen mancillados un solo instante los gloriosos antecedentes de • esta Pro­ vincia y la honra esclarecida de las armas déla* República. Mi responsabilidad era grave, sin embargo, y yo veía con dolor de mi alma expuesta la po­ blación inocente de esta Ciudad y los valiosos- intereses de nacionales y extranjeros. Ya otra vez, señor, esta misma población había sufrido el fuego de la escuadra de nuestros enemigos de hoy, y este recuerdo que hería mi alma, hacía flaquear mi resolución de magistrado. Nuestra escuadra no venía, y en estas circuns­ tancias adopté una medida que salvase la po­ blación inocente de esta ciudad, me dejase en aptitud de cumplir mis sagrados deberes de ma­ gistrado y Jefe Superior en el Militar, y cuando menos sirviese para exonerar en adelante á la Autoridad Nacional de todas las reclamaciones que por perjuicios pudieran entablarse por súb­ ditos extranjeros. 230 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

El vapor de guerra de Su Majestad Británica “Oberón” estaba fondeado en este puerto, y no habiendo otra estación extranjera, dirigí á él solo la nota que se acompaña bajo el número, sobre cuyo contenido me permito llamar especialmente la atención de V. E. Esa nota fué redactada con especial cuidado para que ni remotamente pudiera comprenderse que el Gobierno apeaba en lo más mínimo de la formal resolución que tenía hecha de repeler la fuerza con la fuerza; y esta declaración era tanto más Solemne cuanto que la firmaba estando la guarnición en el lugar del combate y en que yo montaba á caballo para trasladarme á la batería “io de Julio”, cabeza de la línea de defensa. La tercera de las órdenes despachadas al Co­ ronel Cabasa, no había llegado á sus manos, porque este bravo veterano apenas recibió la orden de venir á este puerto, comunicada por el Doctor Rosas, comprendiendo lo crítico de la situación, se había puesto en marcha con la be­ nemérita escuadra de su mando, y llegaba ya á este puerto en momentos en que los enemigos lo efectuaban por el lado opuesto. Fué en esta situación que recibí la nota del Coronel Cabasa, que va adjuntada bajo el nú­ mero 2, y la presencia y actitud resuelta de nuestra escuadra bastó para hacer poner en vergonzosa fuga la del enemigo, que con arro­ gante petulancia había venido á hacer ostenta­ ción de poder ante una ciudad indefensa. Y BATALLA DE PAVÓN 231

E Coronel Cabasa, apercibido al combate, la siguió decididamente aguas abajo y fue nece­ sario le diese orden de regresar para que viniese á tomar f ondeadero en este puerto. Permítame V. E. me desprenda de la circuns­ pección que debo guardar como Magistrado, para llamar cobardía al acto de venir á atacar una población inocente cuando creían débil, y huyeron vergonzosamente en presencia de los bravos soldados que gallardamente vinieron á presentarles el combate. Espero que V. E. hallará justificada la orden de-regresar dada al Coronel Cabasa. La actitud del Gobierno debía ser al mismo tiempo que digna, esencialmente conservadora, y la autori­ dad precisaba un momento siquiera de desahogo para proceder á la reunión de los elementos dispersos, conservar el orden, dar el descanso posible á la guarnición que llevaba dos días de incesante fatiga y poderse dedicar á las premiosas y multiplicadas atenciones del servicio. Debo hacer una especial mención de la ho­ norable comportación del señor Comandante del vapor “Oberón”, quien después de recibida la nota de este Gobierno y en atención á lo pre­ mioso del caso, contestó verbalmente por con­ ducto del Jefe Político don Aaron Castellanos, que haría la notificación necesaria á la escuadra enemiga, como efectivamente lo hizo, si bien fué ya innecesaria, por la huida cobarde de ésta en presencia de nuestras fuerzas navales. 232 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

, Pasados los momentos de inminente peligro, mi primera resolución fué despachar al Paraná el vapor de guerra “Buenos Aires”, llevando co­ municaciones para V. E., por las que le ponía al corriente de la situación y le pedía respetuosa­ mente sus órdenes. Esta comunicación era la repetición de otras que V. E. conoce, siendo de notar que siempre traté, desde el primer momento, de tener á la autoridad nacional al corriente de la situación) en todas las variadas y multiplicadas fases que lia tenido durante los tres últimos días. El Gobierno trató, desde el primer instante del conflicto, de ponerse en comunicación, como lo estuvo, con los Generales Virasoro, Sáa y Francia, y despacharle todos los refuerzos nece­ sarios para asegurar el triunfo y utilizar sus re­ sultados. En medio de las graves y variadas atencio­ nes que han preocupado á la autoridad, se ha or­ ganizado, equipado y montado un regimiento de cuatrocientas plazas á las órdenes del Comandan­ te don Angel Plaza Montero, y otro de doscientos á las del Coronel don Miguel Echegaray, los cua­ les salieron ya á engrosar las filas del ejército. Todos los jefes de los batallones de infantería que habían recibido la orden de reorganizar sus respectivos cuerpos, la recibieron también peren­ toria de ponerse inmediatamente en marcha con dirección al Monte de Flores y á recibir órdenes del General Francia. Y BATALLA DE PAVÓN 233 Era necesario, sin embargo, adoptar una me­ dida general para reunir y concentrar en un punto dado, todos, absolutamente todos los ele­ mentos pertenecientes al ejército nacional, para que fuesen utilizados con provecho en la radi­ cación de la victoria. El Gobierno expidió, en consecuencia, en la tarde del 18, el decreto que se acompaña bajo el número 5, ordenando la inmediata salida de los jefes, oficiales y soldados pertenecientes ál ejército nacional, y á efecto de buscar su in­ corporación, señalando como punto de reunión, el campo de batalla y el Monte de Flores, y encargando con especialidad al Jefe de Estado Mayor de Plaza su puntual ejecución. En cumplimiento de ese decreto, salieron va­ rios jefes á incorporarse al ejército; recibieron instrucciones verbales, únicas que podían darse en tan premiosas circunstancias, y cuya ejecu­ ción les era encargada bajo la más severa res­ ponsabilidad. Esas instrucciones, como V. E. comprenderá, tenían por base la disciplina, la brevedad en la marcha y el orden, y á todos ellos se les dieron por escrito las órdenes necesarias para que fue­ ran provistos de todos los auxilios que pudieran precisar en su tránsito. Las divisiones entrerrianas al mando del Ge­ neral Galarza, Coroneles Urquiza, Navarro y López, acampadas á inmediaciones de San Lo­ renzo, han recibido todos los auxilios de la 234 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI autoridad, nunca más necesarios que cuando debía evitarse á todo trance todo germen de indisciplina y desorden. Haciendo justicia á esas beneméritas divi­ siones y á los distinguidos jefes que las mandan, puedo asegurar á V. E. que se han comportado con la moral y altura que correspondía á los elevados antecedentes del ejército entrerriano. Mientras todas las medidas necesarias eran dictadas en el orden militar, y se abrían comu­ nicaciones con V. E., con el Capitán General y con los Generales Virasoro y Francia, lo eran igualmente con los Gobiernos de Córdoba, Men­ doza, San Juan y San Luis, á los que era ne­ cesario hacerles conocer nuestra verdadera situa­ ción, para que la opinión no fuera sorprendida por malos informes, y tomasen las medidas convenientes para utilizar los resultados de la victoria. Con este objeto, se expidió la circular que en copia legalizada se acompaña bajo el número 6, siendo de notar que en la noche del 17, hice un expreso al Gobernador de Córdoba, dirigién­ dole la comunicación que también se adjunta bajo el número 7. Como V. E. comprenderá, no debía circunscri­ birme á tomar medidas precaucionales exclusivas á esta Provincia; era urgente anunciar á la de Córdoba el peligro de que podía verse ame­ nazada. Con la imprevista partida de S. E. el señor Y BATALLA DE PAVÓN 235 Ministro en Comisión, y habiendo yo asumido el mando que éste me delegaba desde á bordo en los momentos de su marcha, era imposible que pudiese contar con fondos nacionales, cuya existencia ignoraba; y la altura en que me hallaba colocado como Comisionado Nacional y como primer Magistrado de la Provincia, me impe­ dían descender á agravar á los particulares con medidas extraordinarias que me proporcionasen los recursos necesarios. Tengo, pues la satisfacción de declarar á V. E. que no se ha librado por mí ninguna orden contra la Administración de Rentas Na­ cionales de ésta Ciudad, y mencionar honrosa­ mente á los señores don Pedro Correa, don Ale­ jandro Essing, don Mariano Al varado, don Aaron Castellanos y don Tomás Peñaloza, que ocu­ rrieron voluntariamente á ofrecer sus propios recursos, que fueron agradecidos debidamente, aunque no creí deber aceptarlos. Ásí, todos los gastos hechos, han sido sufra­ gados con mis recursos y crédito particular, y he creído con esto llenar un deber más de aquellos que reputo como sagrados para con mi patria. Las existencias de artículos de guerra y ves­ tuario pertenecientes á la Nación han sido uti­ lizados por mí en servicio del ejército y la escuadra, con el más estricto orden y economía; y aun en los momentos de mayor apuro, todas las disposiciones han sido dadas por escrito y 236 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI ellas constituyen por sí solas el comprobante oficial de mis asertos. Como un efecto natural é inmediato de la dispersión de fuerzas, es la pérdida de arma­ mento y abandono de bagajes, y aun cuando,, por fortuna, no ha sido en esta vez considerable, medidas eficaces fueron tomadas desde el primer momento para recoger y depositar esos ele­ mentos, muchos de los cuales volvieron á servir inmediatamente en la reorganización de las fuerzas. La humanidad y mi deber, me prescriben atender inmediatamente á los leales defensores de la patria que habían caído heridos comba­ tiendo como leales en el campo de batalla, y al mismo tiempo á los numerosos heridos del enemigo, que se concentraban desde la noche del 17 en esta Ciudad. Con este objeto, comi­ sioné especialmente á los señores Groñet y Mar­ tínez, á quienes asocié al Doctor don José Olguín, facultándolos para que aumentasen el número de la comisión filántrópica que quedaba creada con aquellas personas que voluntariamente qui­ sieran acompañarlas. Debo recomendar especialmente á V. E. los servicios prestados por la Comisión atendiendo á más de trescientos heridos que en su mayor parte pertenecen al enemigo; y á los Doctores don Domingo Fernández, García, Ribas y Donado; este último se presentó por sí y á nombre del Cuerpo Médico del Ejército. Y BATALLA DE PAVÓN 237

Debo también recomendar especialmente á V. E. al bello sexo de Rosario, que se halla en estos momentos atendiendo los heridos, sacrifi­ cando así sus comodidades y reposo en aras de una caridad verdaderamente evangélica. Todos los pedidos hechos por los hospitales, escuadra y cuerpo del ejército, han sido satis­ fechos cumplidamente en la forma que he ex­ presado ya. Como es imposible detallar á V. E. sucinta­ mente todas las medidas tomadas en el orden administrativo, económico y militar, me he con­ cretado á trazar á V. E., á grandes rasgos, las principales, en la seguridad que tengo de que la situación que ha encontrado V. E. á su llegada, es la más elocuente prueba de la brevedad, nú­ mero y eficacia de las providencias dictadas. Es, señor, en las horas de conflicto que los pueblos conocen á sus leales servidores, y en que una Nación aprecia la decisión y patrio­ tismo de una ciudad: la del Rosario acaba de dar á toda la República un ejemplo elocuente de la decisión y entusiasmo con que ha sido y sabrá ser en adelante defensora de las institu­ ciones, y de la unidad de la patria. Es, pues, de todo este pueblo, que la autoridad ha recibido su principal apoyo y no debo ter­ minar sin designar especialmente las personas y autoridades que me han prestado su concurso y decidida cooperación. Recomiendo á V. E. y á la consideración del 238 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

país á los bravos batallones de esta guarnición, y sus distinguidos jefes, Peñaloza, López, Valdez y Hernández. Lo hago del mismo modo con los Coroneles don José Ramón Esquivel, don Federico G. Baez y don José A. Fernández, el Sargento Mayor don Pedro Alvarado, el Teniente Coronel don Carlos Rivarola, y preferentemente con el Coronel don Luis Cabasa, Jefe de la Escuadra Nacional. Deploraría que algunos de tantos jefes y ciu­ dadanos que ocurrieron á prestar á la Autoridad su concurso, quedasen sin especial recomenda­ ción; pero si así fuese, creo que debe dispensár­ seme este olvido, que sólo puede ser consecuencia de las circustancias porque hemos atravesado. Si el Gobierno de la Provincia ha podido hacer algo en los momentos graves porque ha atravesado esta Ciudad, su recompensa será entonces el haber cumplido con su deber; pero en el carácter de Comisionado del Gobierno Nacional, vengo á pedir á V. E. la aprobación de mis actos, durante el ejercicio del poder y facultades que me fueron delegadas. Señor: Cuando están á punto de realizarse los santos propósitos que la Nación ha tenido al declarar la guerra á un Gobierno desafora­ damente refractario; cuando van á aprovechar­ se los resultados del triunfo en pro de las ins­ tituciones y de la unidad de la República; cuando se tiene el derecho de esperar que el orden se Y BATALLA DE PAVÓN 239 radique y la tranquilidad pública se restablezca; cuando para conseguir este bien supremo ha sido y, aun, tal vez será preciso derramar á to­ rrentes sangre generosa, todos los ciudadanos, señor, deben concurrir á prestar á la autoridad de V. E. su contingente de valor y de sangre, y yo, como Magistrado y como ciudadano, cum­ plo con el deber de declarar á V. E. que cual­ quiera que sea la suerte que el cielo tenga deparada á las armas de la ley, me encontrará siempre dispuesto á obedecer sumisamente los mandatos de V. E., en cuyas manos los pueblos acaban de depositar, por el órgano augusto de sus representantes, toda la suma del poder pú­ blico. Dios guarde á V. E.

PASCUAL ROSAS. Esteban M. Moreno.^ Evaristo Carriego.

NOTA DIRIGIDA AL GOBERNADOR DE CÓRDOBA

Excmo. señor Gobernador de la Provincia de Cór­ doba, Doctor don Fernando J. Allende.

Tengo el honor de dirigirme á V. E. para participarle que el día de ayer, 17, tuvo lugar

TOMO H 16 240 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI una batalla en los campos de Pavón, la que si bien no ha sido infausta para nuestras fuerzas, ha producido la dispersión de cantidad de in­ fantería perteneciente á esa Provincia, y que se dirige á ella, según datos recibidos. Me apresuro á participar á V. E. esta noticia, para que tome las medidas precaucionales, ten­ dientes á evitar los desórdenes que pudieran tener lugar en el territorio de esa Provincia. Aun cuando me es imposible por la premura del tiempo dará V. E. detalles circunstanciados de la acción, debo comunicarle, como resultado final, la dispersión de toda la caballería ene­ miga, y la retirada de su infantería con direc­ ción á San Nicolás. En los momentos que dirijo á V. E. la pre­ sente, trescientos quince prisioneros entran en la plaza de esta Ciudad, escoltados por una fuerza nacional. Así que tenga detalles más ex­ tensos y que el tiempo me permita transmitir­ los á V. E., lo haré á la brevedad posible. Dios guarde á V. E.

PASCUAL ROSAS. Esteban M. Moreno. Secretario. Y BATALLA DE PAVÓN 24

NOTA DEL MINISTRO DEL INTERIOR AL GOBERNADOR DE SANTA FE

Paraná, Setiembre 2; de 1861.

Al Exento. señor Gobernador Propietario de la Provincia de Santa Fe.

En ausencia del Excmo. señor Presidente de la República, me ha cabido la satisfacción de instruirme de la nota que con fecha 19 del co­ rriente se ha servido dirigirle V. E. adjuntán­ dole el parte del Mayor General don Benjamín Virasoro, dado en la misma fecha y participán­ dole igualmente las últimas plausibles noticias llegadas del ejército. Hallándose ya en esta fecha el Excmo. señor Presidente en esa Ciudad, en medio del general regocijo producido por el triunfo de las armas nacionales, sólo me resta felicitar á V. E., entu­ siasta y cordialmente, con toda la satisfacción que despiertan las heroicas acciones de constan­ cia y patriotismo de que se han dado tan seña­ ladas pruebas y en que con tanto honor figura el nombre de V. E. como también por el feliz y cumplido éxito que han sabido alcanzar. Con tal motivo, me es satisfactorio dirigirme á V. E. y saludarlo con particular estima y con­ sideración. Dios guarde á V. E. José Severo de Olmos. DOCUMENTOS SOBRE LA TRAICIÓN DEL JEFE DE LA ESCUADRA NACIONAL

Durante el estado de guerra (1861) hubo de repetirse la traición de Coé. Mandaba la escua­ dra nacional el Coronel don Luis Cabasa, ita­ liano nacionalizado en la República. El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires contaba con recursos de dinero, que le daba la Aduana, cuya administración había dejado en su poder el Presidente de la República á cambio de obli­ gaciones, que dicho Gobierno no cumplió un solo día. Tenía, de consiguiente, recursos mate­ riales y de crédito que le faltaban al Gobierno nacional; y por eso le fué fácil negociar la trai­ ción de Cabasa como compró la traición del Co­ ronel Baigorría con todo el Regimiento que mandaba en la frontera del Río Cuarto. Publi­ camos en seguida los comprobantes: 244 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Buenos Aires, Agosto 25 de 1861 (á las 9.30 de la noche)

Señor Brigadier General D. Bartolomé Mitre.

Querido General: Después de cuarenta y ocho horas de martirio por la pérdida del querido Pórtela, que tuvo lugar ayer á las dos y media de la tarde, he vuelto esta noche á mi puesto, dejando á la familia como debe suponerlo. Satisfechos los deberes domés­ ticos, estoy otra vez activando lo que ha sufrido un retardo (no por la razón de mi ausencia del Ministerio, pues que despachaba en casa), sino por otras causas, todo lo que anuncié ponía en movimiento, á Murga, Guerra, etc. Mañana, á las diez, sale el “Bermejo” llevando dos buques á re­ molque, en los que va Murga con 300 infantes, que concluirá de organizar en San Nicolás hasta que se le incorpore, y si esto no pudiese tener lugar, será mejor que lo haga volver, pues en San Nicolás no hace falta, pues es poco para un ataque formal y mucho para una defensa pasiva. No olvide esto. El asunto Conesa será arreglado como usted lo indica en su carta del 23, que acabo de re­ cibir. Creo que el 29 lo tendrá usted en esa. El asunto Hornos y Fraga, délo por arreglado. Por el “Dolorcitas” despachamos definitivamente concluido por nuevos arreglos, el asunto Cabasa, para que tenga lugar lo más pronto que se pueaa. No sé si usted le habrá dado alguna orden al Y BATALLA DE PAVÓN 245 jefe de la escuadra, pero si no lo lia hecho creo sería bueno se presentase en el Rosario, aun cuando no fuera sino para provocarlos ó darle la ocasión á Cabasa, ó privando con su presen­ cia que desguarnezca completamente Urquiza al Rosario. Esto en caso que usted no quiera ordenar que vaya y se estrelle y eche ó que lo echen á pique. Sebastián Casares estará en San Nicolás el sábado para dar aviso al jefe de la escuadra de lo que se trata en caso se presenten los espe­ rados, ó para hacer lo que usted quiere que se haga para la visita indicada. De todos modos soy de opinión le diga algo á Fourmartín. Hornos lleva ya tres días de marcha, y des­ pués del fracaso de la negociación lo que le comuniqué, le ordené apurase su marcha. Dígame si quiere que le ordene á Ortega se incorpore al ejército. Me consta que hoy lo desea. Nada más por hoy. Suyo siempre,

Juan A. Gelly y Obes.

P. D.—Me dá algún cuidado la tardanza de Baigorría. ¿No será alguna jugada? Bueno será tener cuidado. La correspondencia de usted no debe venir por el mayoral de la Diligencia. No costando más el asiento debe venir siempre por un oficial.

G. y O. 246 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

La fecha de la carta que dejamos copiada (25 de Agosto) pone en evidencia, que pocos días antes de la batalla de Pavón, el Gobierno de Buenos Aires había conseguido comprar la traición: que recién había terminado el feo ne­ gocio « definitivamente concluido por nuevos arre- »glos, para que tuviera lugar lo más pronto «que se pudiera». Con tan grata noticia para el General en Jefe del ejército de Buenos Aires, éste se resolvió á dar la batalla, el 17 de Setiembre, para evitar que el General Urquiza tuviera tiempo de or­ ganizar bien los batallones improvisados en Córdoba por el Doctor Derqui, y que ni tiempo habían tenido para aprender el manejo del fusil. Cabasa no había podido ejecutar su traición antes del día que se dió la batalla, porque se apercibió de que el segundo jefe de la escuadra nacional lo hacía vigilar de cerca con otros je­ fes que mandaban buques de la escuadra. El Coronel Cordero, Bartolomé, había dado aviso al Ministro Nacional en Comisión, que se hallaba en el Rosario, de la grave sospecha que tenía contra Cabasa. La nota que va en seguida completa la prueba respecto á la deslealtad del expresado Cabasa. Y BATALLA DE PAVÓN 247

El Jefe de la Escuadra

Diamante, Diciembre 5 de 1861

Al señor Ministro de Guerra y Marina, General don Juan A. Gelly y Obes.

El que suscribe, tiene el honor de dirigirse á V. S., comunicándole para su conocimiento, que hoy á las diez de la mañana se sintieron varios disparos de cañón á bala, de las baterías y bu­ qués enemigos, notándose al mismo tiempo que el vapor “Buenos Aires” se movía, en persecu­ ción de un bote que navegaba con bandera blanca y la insignia de Jefe, en dirección á nuestra línea. Al parecer no le fue posible al mencionado vapor dar caza al bote expresado, por cuanto regresó á su fondeadero, dejando al bote seguir libremente su camino. A las diez y media de la mañana atracó al costado de la Capitanía el bote perseguido, conduciendo al señor Coronel don Luis Ca­ basa, tres oficiales que le acompañan, y cinco marineros que forman la tripulación del bote. El señor Coronel me ha hecho presente que en este paso dado por él, sólo debe verse el cumplimiento de su promesa de abandonar las filas enemigas, y que de ningún modo es el interés el que lo conduce á nosotros. 248 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Suplico á V. S. se digne recomendar á la consideración del señor General, tanto á este digno Jefe como también á los Oficiales que lo acompañan, pues bien pronto será V. S. convencido de su deplorable estado. Remito también á la disposición de V. S. el bote que condujo al señor Coronel con sus cinco marineros de tripulación. Más pormenores sobre el hecho podrá V. E. recoger del mismo Coronel Cabasa, conductor de la presente. Dios guarde á V. S. muchos años.

José Murature. SARMIENTO Y EL GENERAL URQUIZA EN l86o Y l86l.

Narrando los sucesos de aquella época, se im­ pone el recuerdo de don Domingo F. Sarmien- en sus relaciones con el General Urquiza. En una obra anterior ya dijimos cómo em­ pezaron y cómo terminaron esas relaciones en el período de 1851 á 1852, entre el General Urquiza y don Domingo F. Sarmiento. Durante la presidencia del General Urquiza, don Domingo F. Sarmiento exageró su saña contra el Organizador de la República, sin omi­ tir medios, ni los de la calumnia, con el pro­ pósito de desprestigiar al Presidente Urquiza; y en Noviembre de 1861, dos meses pasados de la batalla de Pavón, le dirigió, desde Córdoba, una carta abierta á la que ningún motivo ni pretexto dió el General Urquiza, para obligar ó disculpar tan villana epístola. Se me ha reprochado que use de la palabra mentira, para hacer resaltar las afirmaciones que, contra la verdad, y á sabiendas, hizo Sar­ miento sobre la revolución contra Rosas y Oribe. 250 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Sin duda podría haber condenado esa falta de patriotismo con otra frase; pero ninguna palabra más apropiada para castigar la calum­ nia ó la deslealtad con las glorias de la patria. Mentira—dice el diccionario de la lengua Castellana—: «expresión ó manifestación contra­ ria á lo que se sabe». Y Sarmiento sabía que el General Urquiza preparó la gran revolución sin contar con el Brasil, y que la proclamó solemnemente 28 días antes de haberse firmado el tratado de alian­ za. Sarmiento le regaló esa gloria al Empera­ dor del Brasil. La carta de Sarmiento es la siguiente:

Señor Capitán General de mar y tierra, don Justo José de Urqtciza.

Muy señor mío: A principios de Enero del año que va á trans­ currir, terminando la correspondencia * de que fué portador el señor Sauce, decía á S. E. lo siguiente: Dentro de un año he de preguntarle, en vis­ ta de las consecuencias, si piensa entonces lo que hoy con respecto á los sucesos de San Juan. Su Excelencia me respondió emplazándome para la misma época á sostener mis ideas. Y BATALLA DE PAVÓN 251 El año ha transcurrido, General, y yo pienso hoy, como entonces tuve el honor de decirlo, que la política seguida en San Juan, inspirada ó impuesta al Gobierno Nacional por S. E., era una serie de atentados odiosos que no debían quedar como han quedado impunes. Su Excelencia ha visto, á consecuencia de aquella política criminal, destruido su poder, y su nombre abandonado á la befa ó á la exe­ cración de los pueblos. Como los aniversarios tienen su culto y su religión, espero hallarme el 11 de Enero en San Juan, para contemplar en los campos del Pocito, la última catástrofe producida por la influencia de S. E. Juan Sáa no hubiera osado tanto, General, sin el espectáculo del poder y perpetuación de S. E., basados en actos igualmente odiosos; porque, General, Aberastain muerto á balazos en pre­ mio de sus virtudes, y S. E. sobreviviendo á su caída, y aun acatado, es una de esas sangrien­ tas ironías de la historia, que hicieron dudar de que hay una. providencia que dirige los destinos humanos. Sirva de atenuación que la integridad, la perseverancia en los buenos principios, triunfan al fin, á costa de duros sacrificios, de la fuerza bruta al servicio de la barbarie, la codicia, el egoísmo y el crimen, de que ha sido S. E. durante 20 años la más innoble expresión. No reina el cintillo colorado, su único símbo­ 252 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI lo y credo político, contra el cual protesté el año 1852 cuando tocaba S. E. el último escalón de la gloria humana, permítame recordarle que quedo y soy siempre D. F. Sarmiento Sala de Sesiones, Córdoba, Diciembre 19 de 1861.

Sarmiento sabía que el General Urquiza no tuvo parte ni en la Intervención, ni en el nom­ bramiento de Sáa para Presidente de la Comi­ sión, ni en las instrucciones que el Presidente Derqui le dió. Eso fue acordado con el Gene­ ral Mitre, que se hallaba en el Paraná el día que llegó la noticia del asesinato del Goberna­ dor don José Virasoro, y sabía también, que el General Urquiza condenó enérgicamente el ase­ sinato del Doctor Aberastain, como había con­ denado el de Virasoro. Y cuando se recibió Sarmiento de la Presi­ dencia, fué á San José á dar un abrazo al Ge­ neral Urquiza. Esta carta de Sarmiento fué una injusticia á sabiendas y un torpe acto de cobardía. El General Urquiza, al leerla, pudo decir: «Bis videor morir». ¿Qué tuvo que hacer Urquiza con el asesi­ nato de Aberastain? Absolutamente nada. Sarmiento lo sabía; pero sabía también que el General Urquiza condenó con energía el ase­ Y BATALLA DE PAVÓN 253 sinato del Gobernador Virasoro, y que había clasificado de lamentable error el decreto del Presidente Derqui, en que lo nombró Ministro Plenipotenciario cerca del Gobierno de Norte América. Sarmiento era de igual naturaleza psicoló­ gica que el famoso autor de la defensa del cristianismo. Como Tertuliano, fué escritor brillante, de un talento original, y terrible en la polémica, hasta el extremo de gozarse en las injurias contra sus enemigos. La verdad jamás fué una valla, que contuviera su pluma, cuando se proponía denigrar á un enemigo. Comparemos esa carta con la que el mismo Sarmiento dirigió al General Urquiza, luego que se sancionaron las reformas de la Consti­ tución Nacional el año de 1860. Es la siguiente:

Paraná, Setiembre 28 de 1860.

Al Excmo. señor Capitán General Gobernador de la Provincia de Entre Ríos, don Justo J de Urquiza.

Estimado General: No queremos dejar esta Ciudad, sin dirigir­ nos á V. E. para manifestarle nuestra gratitud 254 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI por la importante cooperación que V. E. ha dado á los felices resultados de la Convención. Vuecencia ha tenido, como Gobernador de En­ tre Ríos, la fortuna de que esta Provincia haya sido representada por Diputados á quienes la República recordará siempre agradecida, por los importantes servicios que le han prestado en estos momentos solemnes. No ha sido menos valiosa la cooperación del Doctor Victorica, á quien V. E. no puede dejar de estimar como un representante, el más digno del pueblo argentino. Somos de V. E., Ss. Ss. Ss.

D. F. Sarmiento. Rufino de Elizalde.

Esta carta de los convencionales Sarmiento y Elizalde, fue corroborada por el Doctor Vélez Sarsfield en la siguiente:

Santa Fe, Setiembre 25 de 1860.

Al Excmo. señor Capitán General, don Justo J de Urquiza.

Señor General y amigo: Mil felicitaciones, mil parabienes á V. E., que hasta en el último día ha puesto su pode­ Y BATALLA DE PAVÓN 255 rosa influencia moral para hacer efectiva la unión de la República. Todo, todo se debe á la diputación de Entre Ríos. La batalla estaba agriamente trabada en las reuniones particula­ res. Yo, por el estado crítico en que había de­ jado á Buenos Aires, pude desarmar á mis ami­ gos, y Carril y Victorica á los suyos. Los de­ más se plegaron todos con patriotismo al voto de la mayoría. En cuanto á Provincias Unidas, su máxima ha triunfado: ni vencedores, ni vencidos. Todas las épocas históricas del país quedan, diré así, legalizadas. El Doctor Seguí, cuyas opiniones yo temía, ha sido un poderoso auxiliar para todo el arreglo. Con Carril he hablado de algunos asuntos de importancia, de que él instruirá á V. E. Me despido, señor General, lleno de gusto y contento, repitiéndole las felicitaciones que V. E. merece y que todos proclaman por su digna conducta en esta grande ocasión. Su más atento servidor y amigo Q. S. M. B.

Dalmacio Vélez Sarsfield.

Sarmiento imputaba al General Urquiza, como se ha visto ya, la brutal tragedia de los cam­ pos del Pocito. Por la carta que dirigió el General Urquiza al Presidente Derqui, y que

TOMO II 256 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI va en seguida queda en evidencia la grosera calumnia:

San José, 31 de Enero de i86r.

Excmo. señor Presidente, Doctor don Santiago Derqui.

Mi querido compadre y amigo: La noticia de la bárbara muerte del Doctor Aberastain, me ha hecho hervir la sangre al maldecir á sus perpetradores. Es un crimen inútil que condeno con toda la energía de mi alma. Después del triunfo completo obtenido por el Coronel Sáa, Comisionado del Gobierno Na­ cional, esa muerte cobarde, no tiene excusa. V. E. debe impartir sus órdenes prontas y severas para la averiguación y castigo del culpable, sea quien sea, y limpiar así el brillo de las armas nacionales que ese odioso hecho ha venido á empañar. Yo haré sentir la enérgica indignación que me causa y que causará á todos los que han sostenido la causa Nacional, limpia hasta ahora de crímenes y de sangre. A la dignidad de su autoridad que el Coro­ nel Sáa representaba, corresponde la severidad para castigar ese atentado. Y BATALLA DE PAVÓN 257

Si el asesinato de Virasoro fué condenado, el de Aberastain debe serlo con mayor razón. A todo se ha inferido agravio con ese hecho, pues se ha comprometido el honor del Gobier­ no y la dignidad Nacional. Le aseguro que antes de presenciar inactivo los hechos sangrientos que se vienen sucedien­ do, hubiese preferido haber desaparecido de la escena pública donde me hice la ilusión com­ pleta de que los odios civiles no habían de per­ petuar más los horrores sangrientos que debían haber concluido con la tiranía que los fomen­ taba. En fin, la enérgica actitud del Gobierno es lo único que puede salvar al país, ó, cuando menos, hacer constar ante la historia que la base de nuestra política ha sido la represión severa é igual del crimen que perturbaba la re­ conciliación de los argentinos que ha sido el noble fin á que se ha aspirado. Lo contemplo en la profunda amargura en que debe hallarse, de que participo en alto grado y me suscribo decidido á sus órdenes como siempre. Afino, amigo y S. S. Justo J. de Urquiza. OVERTURA DE PAZ ENTRE EL GENERAL MITRE Y EL GENERAL URQUIZA

(1861-NOVIEMBRE) - &UKÍ IA' En los primeros días ere Noviembre, después de haber emigrado á Montevideo el Doctor Derqui, llegó á la Concepción del Uruguay, y pasó al establecimiento de campo (San José) donde residía el General Urquiza, don Juan Cruz Ocampo, hermano del notable jurisconsulto don Gabriel Ocampo, á visitarlo. En su visita le manifestó, que le constaba que el General Mitre y varias personas influ­ yentes en el Gobierno de la Provincia, simpati­ zaban con la idea de celebrar un arreglo amis­ toso, para evitar la continuación de la guerra con Entre Ríos. El General Urquiza, recibió con agrado la visita de Ocampo, y como su espíritu estaba dispuesto favorablemente á evitar la continua­ ción de la guerra civil, dió crédito á las mani­ festaciones de su visitante, cuyas buenas rela­ ciones y aun amistad con los hombres del Gobierno de. Buenos Aires conocía el General. 2ÓO PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Ocampo permaneció dos ó tres días en San José. Al día siguiente de su conversación, le insinuó al General, que le sería agradable y honroso para el, que le encargara una visita para el General Mitre, que estaba en el Rosario. El General Urquiza le agradeció su comedi­ miento y le entregó una carta amistosa para el General Mitre; encargándole que le expresara con sinceridad su simpatía por la terminación de la lucha, lo que á su juicio se facilitaba por haber abandonado su puesto el Doctor Derqui. Ese fué el origen de la negociación. Conviene advertir, que no obstante ser el Ge­ neral Urquiza el Gobernador de Entre Ríos, no ejercía el Gobierno; estando en esas funciones el Presidente de la Eegislaitura? tTenerSí ^)rS7 ejército Nacional. Por eso fué que Ocampo no llevó ninguna misión oficial cerca del General Mitre. Iniciada la overtura de paz en la forma in­ dicada, el Gobierno de la Provincia, me nombró su Comisionado cerca del Gobierno de Buenos Aires; dándome también el General Urquiza un encargo especial, relacionado con el objeto de la visita de don Juan Cruz Ocampo. Para que mi comisión tuviera éxito, era con­ veniente buscar en lo posible un acuerdo pri­ vado con el General Mitre, que era el Gober- Y BATALLA DE PAVÓN 2ÓI nador de esa Provincia y el General en Jefe de- su ejército. Inútil hubiera sido dirigirme á Buenos Aires, sin tener la probabilidad, por lo menos, de que las proposiciones que yo debía presentar, po­ dían ser aceptadas en sus puntos principales. El General Mitre me recibió con marcada deferencia, que conservo con agradecimiento. Hice mi viaje por el Diamante, y luego que llegué al Rosario,, le pedí á Ocampo, quien me acompañaba, que se sirviera saludar de mi parte al General Mitre, pidiéndole que se dig­ nase designar el día y la hora en que podía recibirme. Ocampo me dijo, que el General me recibiría al día siguiente á las diez de la mañana. Más de una hora duró mi primera conferen­ cia con el General; y por su indicación, sus­ pendióse nuestra conversación hasta el día si­ guiente á la misma hora. Era punto principal de mis instrucciones, tra­ tar de conseguir que el arreglo de paz no se limitara únicamente á Entre Ríos, como lo ex­ presa el siguiente número de dichas instruc­ ciones : «■ 2.0 Cuantos esfuerzos ha hecho, y cuantos » está decidido a continuar el señor Capitán Ge- » neral, han sido y son en el concepto de que la »paz alcance á toda la Confederación y. sea «para todas las Provincias. De otro modo, ni la » consideraría digna ni la aceptaría para la Pro- 2Ó2 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

>vincia de Entre Ríos, que de cierto se coñsi- »dera capaz de conservarla con sus solos es- » fuerzos.» No entra en el programa de mi trabajo sobre el Doctor don Santiago Derqui, referir los detalles de mis conferencias con el señor Ge­ neral Mitre. Conservo grato recuerdo de su deferencia y de la franqueza con que al fin me expresó la firmeza de su proyecto de llevar él la fuerza armada, para garantir la libertad en las pro­ vincias que permanecían leales al Gobierno de la Nación. Fracasé en mi honrosa comisión y regresé á Entre Ríos. Era imitil mi viaje cerca del Gobierno de Buenos Aires. La negociación se reanudó por la interven­ ción de don Mariano Caval; y se terminó sin tomar yo parte en esas gestiones. CARTA SOBRE LA NEGOCIACION DE PAZ, QUE DIRIGIÓ EL GENERAL URQUIZA AL GENERAL MITRE.

(DESPUÉS DE PAVÓN)

San José, Noviembre i? de 1861.

Excmo. señor Gobernador de Buenos Aires, Ge­ neral en Jefe de su ejército, don Bartolomé Mitre.

Mi estimado General y amigo: Conservo con placer esa invocación al con­ testar su carta de fecha 2 del corriente, desde que aun me es grato, como á V. E., después de haber batallado lealmente, ocuparnos con al­ tura, reanudada nuestra relación, de la suerte de nuestra desgraciada patria, buscando los me­ dios de hacer cesar la prolongación de la gue­ rra y los funestos desastres que son su conse­ cuencia y que van abismando ya el porvenir y el honor de la República. Un supremo esfuerzo de patriotismo sólo pue­ de salvar en un día los grandes intereses com- 264 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI prometidos, levantando el estandarte nacional, no obscurecido su brillo por las pasiones, y re­ uniendo en su torno, con gozo y entusiasmo, á los doloridos miembros de la familia argentina. Séame permitido evocar los recuerdos del ani­ versario que hace un año celebramos ayer, y desnudando de todo carácter esta carta, dirigirla al amigo de ese día, y decirle, con la fe con que entonces saboreamos las esperanzas de un porvenir tránquilo para la patria, de prosperi­ dad y grandeza: — dichoso aquel á quién es dado aceptar la gran misión de hacer el bien á despecho de todas las pasiones que lo estorben, y obtener las bendiciones de sus compatriotas y el aplauso de la humanidad. V. E. puede ser más feliz que yo, su obra más duradera para su honra y para la felicidad de su patria. Tengo confianza en que V. E. sabrá sobreponerse á to­ dos y á todo para no escuchar sinolas inspira­ ciones del sano patriotismo que nos están exi­ giendo á todos los argentinos guardar las armas, y restablecer el imperio de la paz y de la ley, Es animado de tales sentimientos, que corro­ boran muchos nobles conceptos de su carta, que al contestarla lo hago con toda la franque­ za del que no se preocupa sino del grande obje­ to que nos proponemos ambos de encontrar el medio más fácil de obtener una paz sólida con menos dolores para el país, y más honor para sus hijos, precisamente cuando más recia se prepara la tempestad, y de aquellas que sólo Y BATALLA DE PAVÓN 265

estragos pueden producir aunque con otros pro­ pósitos se provoquen. Dejo á un lado, pues, lo que se refiere á in­ exactitudes de lo que expresé respecto del señor Ocampo en mi contestación al General Gelly, en lo que no hay sino mala inteligencia, pues yo no dije que aquél había sido enviado ó co­ misionado en cierto modo por el Gobierno de Buenos Aires, sino que vino á manifestarme opi­ niones de algunas personas del Gobierno y de otras de nota de esa ciudad sobre la convenien­ cia de buscar un acuerdo entre ambos, como fácil medio de hallar fin á los desastres y á la ruina que á todos causaba la guerra; que el Gobierno de Buenos Aires no se proponía la prolongación de ella; que no la hacía á los pue­ blos, y que mi prescindencia en la lucha podría traer la paz inmediatamente. Esto dije, y esta es la verdad que no puede contradecir el señor Ocampo. Pero desde que me había alejado voluntaria­ mente del teatro de la guerra, cuando le vi ca­ racteres odiosos; desde que prescindía con la Provincia de mi mando y contribuía á que pres­ cindiese la de Corrientes, luego que esos ca­ racteres tomaron mayores proporciones, daba un paso de iniciativa en el sentido de la paz en­ viando á V. E. una visita; vea V. E., pues, si trato de huirla responsabilidad de ser el primero en trabajar por tan noble fin, aun cuando á ello sacrificase cualquier conveniencia personal. 266 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Dejando este incidente á un lado, por no va­ ler la pena, necesito explicarle las razones que me han hecho demorar esta contestación, y el nuevo giro que he creído conveniente dar á estas overturas, protestándole á V. E., otra vez, que ninguna otra mira me ocupa que hallar la me­ jor senda de un éxito feliz y decoroso para to­ dos y para el país sobre todo, y la confianza sincera de que V. E. sabrá hacerme justicia. Hay mala inteligencia en las condiciones ó medios enunciados por el señor Ocampo y que el tomó de una conversación entre varios, pues no los indiqué yo jamás como decididos, y como hechos que debieran proceder; pues ellos, por sí solos, no eran una base sólida de paz para el país, aun cuando estableciesen una tregua para sólo Entre Ríos, y sobre todo para su adopción no era necesario el acuerdo con V. E. Pero ad­ mitidos por V. E. en la creencia de que eran proposiciones mías, y asegurada la paz en ese caso con todo lo demás que V. E. detalla en el programa que me manifiesta de su marcha ulte­ rior, era llegado el caso de que yo consultase los poderes públicos de la Provincia sobre la resolución que convenía adoptar en tan grave emergencia, y aun cuando hubiese fallado la base de mi iniciativa, que era procurar la paz para toda la República, y no sólo una transac­ ción parcial que dejase más improbable la ter­ minación general de la lucha civil, sobre lo que más adelante me ocuparé. Y BATALLA DE PAVÓN 267

Todo eso, y el abandono que ha hecho el Doctor Derqui de su puesto, ofreciendo una si­ tuación nueva más fácil para arribar á una re­ solución pronta y honorable de todos los inte­ reses debatidos, me han inducido, de acuerdo con los poderes públicos de esta Provincia, con­ sultados reservadamente, á enviar no sólo al señor Ocampo, sin embargo de la estimación muy cumplida que yo hago de sus voluntarios y empeñosos esfuerzos y de la confianza que me merece, sino también al señor Doctor don Martín R. Moreno, Diputado de la Provincia, con un carácter más marcado, y en aptitud de explicar á V. E., con más detalles, las opiniones que forman la decisión de los representantes de la Provincia, de las personas que componen el Gobierno y las mías propias; perfectamente au­ torizado é instruido ya para evitar la demasia­ da difusión de esta carta, ya para ofrecer todas las facilidades de definir claramente la situación que no puede prolongarse, como V. E. muy bien lo dice, ni para unos ni para otros, y sobre to­ do para mí, que me encuentro en el caso de no retardar una resolución pronta y decisiva que satisfaga las exigencias de mis amigos, de mi honor y de lo que debo al país. El señor Brigadier General Pedernera me es­ cribe confidencialmente diciéndome que libre de la presión que naturalmente ejercía la presen­ cia del Doctor Derqui, era llegado el caso de que yo aceptase una delegación absoluta del 268 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Poder Nacional, para ponerme al frente de to­ dos los elementos que las provincias ofrecían para salvarse de la lucha. Y ¿no podría ser este el medio de llegar á una transacción que dejase satisfecha las exi­ gencias de la situación, dando un inmediato y solo fundamento á la paz general y á la reor­ ganización práctica y estable de la República? ¿No hallaría V. E. mismo que así solamente podría verificarse un cambio radical que produ­ jese resultados inmediatos y firmes de una con­ ciliación que diese á todos confianza, y de un golpe hiciese renacer los beneficios de la paz, salvando los grandes intereses que se están ma­ logrando? ¿Qué importa en el programa que V. E. me indica, dada su posibilidad, ese éxito que lo ha­ laga tanto, comparado con los sacrificios de todo género que va á costar al país? ¿Y no podría temerse dar razón de existen­ cia á los malos elementos, si al buscar con la fuerza su destrucción, se evocan los recuerdos del pasado, se sublevan las pasiones populares, y la afrentosa anarquía es el único resultado de tal proceder? Digo lo que V. E.: Hablo y hablaré con esta franqueza, porque cuando se trata de tan altos y vitales intereses, debe hacerse con claridad y sin reticencias, hiriendo directamente la difi­ cultad y marchando resueltamente al fin que se tiene en vista, indicando y aceptando sin reser­ Y BATALLA DE PAVÓN 269

vas el medio más eficaz que para ello se pre­ sente. El señor Ruiz Moreno manifestará á V. E. bases de una transacción que, acercándose á las que V. E. mismo indica, se eviten todos los in­ convenientes que éstas pueden tener y consul­ ten la dignidad de los pueblos confederados de que Buenos Aires forma parte integrante, el res­ peto de sus libertades y derechos, la igualdad que debe existir entre ellos y la seguridad pre­ sente y futura de todos los poderes que ema­ nen de una obra de patriotismo pues que «el » ánimo del pueblo de Buenos Aires no es ni » puede ser dominar ni hacer la guerra á las » provincias, ni establecer predominio político » que le sería funesto y nada sólido para fundar; » ni mucho menos, el mezquino interés de qui- » tar y poner Gobernadores, interés que ha com- » prometido más de una vez la suerte de la na- » ción, y que la comprometería de nuevo, si » Buenos Aires no estuviese leyendo el libro » de nuestra dolorosa experiencia.» Y copio las palabras de V. E. porque no diría lo mismo con más exactitud. Es por eso que la dificultad má grave del pro­ grama que me indica es la manera como V. E. in­ tenta ponerlo en práctica. El Gobierno de Santa Fe que V. E. se propo­ ne derrocar, tiene todas las condiciones de lega­ lidad apetecibles, y no debe considerarse V. E. con una razón para aquéllo, la lealtad con que 2JO PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI ha guardado sus compromisos. A la cesación in­ mediata de la guerra conviene muy principal­ mente que los derechos y prerrogativas, de ese pueblo, que ha sido sacrificado tan lastimosa­ mente, sean guardados; que salve siquiera su dignidad. La ocupación de parte de su territorio tendría el carácter de una conquista que haría perder toda confianza á los pueblos, y mantendría per­ petuamente sublevado el espíritu público de los hijos de esa Provincia belicosa. El Gobernador Rosas es un patriota de hono­ rables antecedentes, y de su cooperación al fin que nos proponemos yo respondería, siendo efi­ caz para apresurar la cesación de toda necesidad del empleo de las armas. Los hechos que la violencia produzca dejarán mala semilla de que renacerán más tarde nue­ vos escollos y peligros. Y esto le expreso á V. E., tanto respecto de lo que me dice V. E. de Santa Fe como de los demás pueblos. Las con­ secuencias benéficas de un trabajo honorable que den vigorosa vida, con el imperio de la ley, á las ideas regeneradoras, producirán en los pue­ blos y por ellos mismos, las mejoras que la nue­ va situación requiera, sin que el fuego de la guerra le lleve sus estragos y el incierto desti­ no en que se envolvería al país haciendo re­ nacer aquellas épocas ominosas de que se re­ siente nuestro pasado. Los pueblos argentinos no se encuentran en Y BATALLA DE PAVÓN TJt la situación desgraciada en que los halló Rosas para dirigirles la afrenta de pasear por ellos un ejército de Buenos Aires que les llevase la federación mientras se producía su ruina. Lu­ charían desesperadamente, dado el caso que no contasen con elementos para impedir al princi­ pio no más que tal empresa se ejecute. Romper los lazos que hoy los unen para pro­ curar su reconstrucción con el imperio del sable y el predominio contra el que ha combatido siempre, no es dar base sólida á la paz; es cau­ sar la disolución y la anarquía y perpetuar la lucha civil. ¿Qué son todos esos hechos que se trata de producir ante la convenencia de que la paz no tarde en lucir quince días para toda la Repú­ blica, como lo decía en mi carta anterior, y bajo cuya esperanza, que aun abrigo, hice á V. E. mis overturas ? \ Con el abandono del Doctor Derqui, falta el fundamento que hiciera fuerza á V. E. para adoptar tal política, es decir, impedir las resis­ tencias en que aquél podría pretender apoyarse. Sobre todo, el Gobierno de Buenos Aires no puede considerarse con derecho á constituirse en juez de las dificultades internas de las otras provincias, sin dejar un precedente fatal y sin perjudicar toda pronta reconciliación. La disolución sin la inmediata reconstrucción de la nacionalidad argentina, que no se consul­ ta por los medios que indico, nos desacreditá­

TOMO II is 272 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

ría ante el exterior, comprometiendo gravemen­ te los intereses de los pueblos civilizados con quienes nuestro país está ligado, y no es tam­ poco Buenos Aires el que sufrirá menos de la prolongación de una situación completamente anormal y sujeta á todas las vicisitudes de la lucha que no cesaría, esto cuando no fuese po­ sible que se mantuviese sin apagarse en su pro­ pio territorio. En actitud de apreciar que existen medios para contrarrestar la guerra que Buenos Aires se encuentra animado de llevar adelante y que lo único que necesitan es la dirección conve­ niente, me encuentro en el caso de interesarlo en impedir que tal situación se produzca, lo cual puede suceder por la aceptación pronta de las bases prudentes y conciliadoras que V. E. pocfrá acordar con mi Comisionado. En la confianza de que ningún obstáculo in­ superable se oponga al feliz éxito de esta inicia­ tiva, me ocupo de allanar los inconvenientes que pudieran ofrecerse á la pronta consecución, de sus resultados, buscando el acuerdo de todas las influencias que deben concurrir á ellos, y deteniendo también lo que puede perjudicarlos. Comprendo bien que un día que se ahorre en ese camino es una economía de zozobras, de sa­ crificios y de ruina para el país. Las manifestaciones que harán á V. E. el Doctor Ruiz Moreno y el señor Ocampo lo per­ suadirán, estoy seguro, de mi buena fe, de que Y BATALLA DE PAVÓN 273

ningún esfuerzo ni sacrificio excuso para obte­ ner la paz, sobreponiéndome á todo, y cuando no me falta la resolución necesaria para pere­ cer como un soldado cualquiera si á ello me em­ puja la fatalidad, fué posible por dar días serenos y tranquilos á mi patria, única gloria capaz de halagarme ya. La posteridad, me juzgará, mien­ tras por ahora me basta el aplauso de mi con­ ciencia. Convenidos con V. E. en lo principal, ofreciéndole cuanto puede practicarse fácilmente para la reconstrucción política que Buenos Ai­ res ha iniciado y cuanto puede satisfacer lo más exigente de su dignidad y sus propósitos ¿no debo halagarme de que V. E. arribe con su patriotismo y su elevada inteligencia y previsión al gran resultado de una paz perfecta é inme­ diata, objeto que V. E. se propone como yo ? Con tan agradable confianza me complazco mucho en repetirme de V. E. afmo. amigo y S. S.

Justo J. de Urquiza. 274 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

CARTA DEL GENERAL MITRE

Gobernador de Buenos Aires General en Jefe de su ejército

Cuartel General en el Rosario, Diciembre u de 1861.

Excmo. señor Gobernador de la Provincia de En-< tre Ríos, Capitán General don Justo J. de Urquiza.

El que suscribe ha recibido la nota oficial de V. E. fecha 2 del corriente á la que se sirve adjuntar, en copia autorizada, la ley de i.° del mismo, dictada por la Honorable Cámara Legis­ lativa de Entre Ríos, en virtud de la cual esa Pro­ vincia reasume en toda su plenitud el ejercicio de su soberanía propia, retirando sus poderes al caduco Gobierno Nacional, declarándose en paz con Buenos Aires y demás provincias hermanas y manifestándose dispuesta á concurrir á la re­ unión de un nuevo Congreso, con arreglo á la Constitución reformada, así como á la reorga- nizazación de los nuevos Poderes Nacionales que hayan de regir la República en lo futuro; re­ cibiendo á la vez en las comunicaciones confi­ denciales de V. E. de la misma fecha, el anuncio del inmediato desarme de la escuadra de la Confederación como una consecuencia de la ac­ Y BATALLA DE PAVÓN 2 75 titud pacífica y de la prescindencia absoluta (se­ gún lo expresa V. E.) que asume esa Provincia. Reconociendo el perfecto derecho con que la Provincia de^Entre Ríos ha reasumido el ejerci­ cio pleno de su soberanía propia, á efecto de desconocer la existencia de un Gobierno que había caducado de hecho y de derecho, debo de­ cir á V. E. en contestación, que, desde que esa Provincia se sustrae espontáneamente á la lucha en que había. sido empeñada, uniforma su polí­ tica con la de Buenos Aires y demás Provincias hermanas que han hecho otro tanto, manifestán­ dose dispuesta á concurrir á la organización Na­ cional, con arreglo á la Constitución reformada y á las exigencias de la nueva situación creada por la batalla de Pavón; y desde que, además, se produzcan todos los demás hechos que son la consecuencia inmediata de tal actitud prescin- dente, la Provincia de Buenos Aires debe consi­ derarse, y se considerará de hecho en paz con la de Entre Ríos; siéndome grato poder añadir, con tal motivo, que felicitando al pueblo entre- rriano por tal resolución, me congratularé, en nombre del pueblo de Buenos Aires, por no ver­ me en la dolorosa necesidad de ejercer hostilida­ des contra una Provincia hermana cuya tranqui­ lidad y ventura debe interesar vivamente á todo argentino. Al hacer esta declaración en los términos y con las reservas que tendré el honor de manifes­ tar más adelante, debo hacer una explicación 276 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI que consta del protocolo de correspondencia con­ fidencial entre V. E. y el que suscribe, con ten­ dencias á arreglos de paz iniciados por V. E., porque del contexto de su nota podría deducirse que he dirigido á V. E. proposiciones formuladas, empeñando, en virtud de ellas, mi fe como go­ bernante. A principios de Octubre, V. E. se sirvió hacer­ me saber directamente, por medio de un agente confidencial, que se hallaba irrevocablemente re­ suelto á no concurrir ni con su persona, ni con las fuerzas de Entre Ríos á prolongar una lucha que ya no tenía por su parte ningún carácter po­ lítico, desde que las fuerzas que obedecían al Presidente Derqui se habían manchado con exce­ sos que degradaban su autoridad, haciéndole ca­ ducar de hecho y de derecho; y que en conse­ cuencia se hallaba dispuesto á trabajar en el sentido de la paz, sin omitir sacrificio para con­ solidar una nueva situación que abriese á la Re­ pública una nueva era de paz y de libertad, sin excluir el de su retiro á la vida privada, cual convenía á un soldado republicano. Aceptadas estas manifestaciones por el Go­ bierno de Buenos Aires y contestadas verbal y amistosamente en el sentido de honrar su ale­ jamiento del teatro de una lucha de vergonzoso vandalismo, y de aplaudir la resolución, á que V. E. parecía inclinado, de retirarse á la vida pri­ vada, V. E. se sirvió acreditar confidencialmente cerca de mí, como Gobernador y General de Y BATALLA DE PAVÓN 277

Buenos Aires, al señor don Juan Cruz Ocampo portador de una credencial de fecha 28 de Oc­ tubre que ha visto la luz pública. En esa cre­ dencial, declinando V. E. la responsabilidad de la lucha en que estaba comprometido el Go­ bierno de Entre Ríos (aunque pasivamente por entonces), que « había encargado al señor Ocampo > manifestarme sus intenciones á efecto de re- • gularizar la situación de una manera seria y » estable, intenciones que (según añade V. E.) » hubiese puesto en ejecución al haber constata- »do con el compromiso de Buenos Aires ó con »el mío en el sentido de la paz». En virtud de esa credencial, el señor Ocampo, en nombre de V. E., me indicó los siguientes medios que constan textualmente de mi confi­ dencial de 2 de Noviembre, como término de una paz de hecho entre Buenos Aires y En­ tre Ríos, á saber: «i.° Desconocimiento por » parte de la Provincia de Entre Ríos (por el » órgano de sus poderes públicos) de las Auto- » ridades Nacionales que han caducado de hecho » y de derecho y que se hallan en impotencia »para dominar la situación, siendo la conse- » cuencia de esto el retiro de los Diputados de » Entre Ríos al Congreso y la disolución de la » Capital y territorio federalizado, reasumiendo »Entre Ríos su soberanía Provincial, sustra- » yéndose á la lucha, quedando de hecho en paz »con la Provincia de Buenos Aires, y colocán- »dose en actitud de poder concurrir pacífica- 278 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

» mente al nuevo Congreso que sé forme y á la > reconstrucción de los Poderes públicos que » han de regir la Nación. » 2.0 Desarme de las baterías del Diamante y » de la escuadra de la Confederación que allí se »encuentra, quedando las pertenencias de ésta » á disposición del Gobierno Nacional que se » organice, del modo que oportunamente se con- » venga, salvando siempre el honor de los ma­ linos que la tripulen». Aceptados por mí estos medios, como términos de una paz de hecho entre Buenos Aires y Entre Ríos, y como una promesa y una garan­ tía positiva para la reorganización de la Repú­ blica, V. E. negó formalmente, por su confiden­ cial de 12 de Noviembre, la autenticidad de esas manifestaciones hechas en su nombre, di­ ciendo lo siguiente: tregzia para sólo Entre Ríos, y sobre todo para »su adopción no era un acuerdo con V. E.» Negada por V. E. la autenticidad de aquellas manifestaciones, como medios de establecer una paz de hecho, eliminadas por consecuencia de la discusión, quedando sin efecto alguno, las Y BATALLA DE PAVÓN 279 declaraciones que yo pudiese haber hecho en el supuesto de emanar de V. E.; resolvió entonces V. E. acreditar cerca de mí al Doctor don Mar­ tín R. Moreno con'proposiciones formuladas por escrito que constan de mi confidencial de 19 de Noviembre, las que decididamente fueron decla­ radas por mí como inadmisibles por parte de Buenos Aires, en las diversas formas en que me fueron presentadas, quedando así rota de hecho la negociación confidencial iniciada por V. E. declarando al mismo tiempo por mi parte, se­ gún consta de mi carta de 19 de Noviembre, ya citada, «que iba á obrar y desenvolver mis » operaciones militares con el derecho y la plena »libertad de acción del beligerante que provo- > cado á una guerra injusta de que se ha de- » fendido, tiene además, como argentino, el dere- »cho de tomar parte activa en las cuestiones » argentinas que le afectan directamente». - Al hacer esta declaración y en el interés de no cerrar totalmente la puerta á la posibilidad de un arreglo pacífico, no tuve embarazo en ce­ der á las excitaciones del Doctor Moreno, ma­ nifestándole mi opinión sobre la situación crítica en que Entre Ríos se encontraba y mis dis­ posiciones á reabrir una negociación oficial, de Gobierno á Gobierno, negándome terminante­ mente, sin embargo, á formular ninguna contra proposición, ni por escrito, ni de palabra, no obstante su indicación para ello. En mi preci­ tada carta manifesté á V. E. esa opinión, di­ 28o PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI ciándole «que Entre Ríos se hallaba ó bien »en el caso de tomar parte activa en la lucha, »sosteniendo el caduco Gobierno Nacional, ó » bien procurar una negociación directa con el »Gobierno de Buenos Aires (no ya confidencial »sino oficialmente), ya fuese produciendo pre- »viamente los hechos que habían de dar de »facto la paz entre ambas Provincias, ya con- »dicionalmente, pactando de antemano lo conve­ lido al efecto». Rotas así las negociaciones confidenciales, aunque con la posibilidad de reabrirse bajo nue­ vas formas y sobre otras bases, (desde que las primeras habían sido formalmente negadas por Vuecencia y las últimas no habían sido aceptadas por mí); V. E. pareció dispuesto á tomar la ac­ titud que se deducía de su carta de 12 de No­ viembre, invocando el ex Vicepresidente de la República, el ex Gobernador de Santa Fe y el de Corrientes (algunos de ellos en documentos públicos y solemnes no desmentidos) el apoyo y la autoridad de la palabra de V. E. para con­ tinuar la guerra contra Buenos Aires, propor­ cionándose al mismo tiempo, desde Entre Ríos, elementos de guerra á las fuerzas enemi­ gas que aun permanecían en el territorio de Santa Fe. Por mi parte, procediendo con el mis­ mo derecho y en consecuencia de mi anterior declaración, produje el hecho de la expedición á Córdoba, que ha sido coronada por el triunfo: la destrucción completa de las fuerzas enemigas Y BATALLA DE PAVÓN 28 r

que aun permanecían en el territorio de Santa Fe; me comprometí á dar apoyo á la revolu­ ción de Corrientes, que hasta entonces no había autorizado ni directa, ni indirectamente, y di orden terminante á la escuadra de Buenos Aires de batir á la de la Confederación. De la exposición de estos hechos, resulta lo siguiente: i.° Que las proposiciones transmitidas por el órgano del agente confidencial de V. E., en '28 de Octubre, fueron formalmente ne­ gadas por V. E., declarando, además, con tal motivo, con fecha 12 de Noviembre, que ellas no podían ser una base seria y sólida de paz, y que cuando más importarían una tregua para Entre Ríos, añadiendo que para realizarlas no necesitaba mi acuerdo. 2.0 Que aun cuando en el supuesto de que esas proposiciones emanasen de V. E., hubiese contraído algún compromiso, éste quedaba sin efecto desde que V. E. negaba la existencia misma de la base que la había provocado. 3.0 Que esto se confirma plenamente con el hecho de haber enviado V. E. otros Comisiona­ dos con nuevas proposiciones totalmente con­ trarias á las primeras que provocaron el com­ promiso moral á que se ha hecho referencia. 4.0 Que negadas por V. E. las primeras pro­ posiciones transmitidas por el señor Ocampo, y no aceptadas por mí las que presentó el señor Moreno, quedó definitivamente rota la negocia­ ción confidencial, con una verdadera declaración 282 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

de hostilidades, no obstante dejar abierta la puerta para que pudiera reabrirse bajo otra forma y sobre otras bases en todo caso. 5.0 Que en virtud de esa ruptura, tanto V. E. como el que suscribe pudieron proceder y procedieron con la plena libertad de acción del beligerante, según lo declaré terminantemente á V. E. 6.° Que los hechos producidos por mí inme­ diatamente de esa ruptura, cambiaron totalmen­ te la situación, cambiando también mi carácter como negociador; pues en vez de ser el mero representante de la política de Buenos Aires, soy al presente el representante de la revolución de ocho provincias que han uniformado su política con la de Buenos Aires, y que concurren y con­ currirán activamente á su triunfo hasta orga­ nizar la República bajo las bases de la Cons­ titución y con arreglo á los eternos principios de la moral y de la justicia. A pesar de esto, y de no hallarse empeñada mi fe, ni como Gobernante ni como General, por compromisos qué pudiera haber contraído bajo otros supuestos y en otras condiciones, compren­ do que hay un deber moral para el pueblo de Buenos Aires, de aceptar como una prenda de paz los hechos pacíficos que ha producido la Provincia de Entre Ríos, toda vez que el des­ envolvimiento de esos hechos sea conforme á la actitud de prescindencia absoluta que ha asumido. En consecuencia, sin reconocer el derecho con Y BATALLA DE PAVÓN 283 que el Poder Ejecutivo de la Provincia de Entre Ríos haya podido constituirse en depositario de las pertenencias nacionales que no se hallaban ubicadas en su territorio, pues el territorio fede- ralizado no corresponde á la Provincia, y la guarda de sus archivos y demás pertenencias correspondería en todo caso á Comisarios Nacio­ nales hasta la creación de un Gobierno provi­ sorio ó hasta la reunión de un Congreso; y sin reconocer tampoco el derecho con que se pre­ tende retener las Aduanas situadas en la Pro­ vincia de Entre Ríos hasta que se arreglen los medios de satisfacer la deuda que dice tener para con ella la Nación, pues este punto sólo compete al Gobierno Nacional, y porque no obstante la conveniencia de que ella se constituya, por ahora y hasta la creación de uj poder Nacional que centralice su Administración, en depositaría de aquéllas, ese depósito no puede aceptarse sino én los términos en que ha aceptado Buenos Aires el de las Aduanas de Santa Fe, es decir para aplicar todos sus productos á gastos de un carácter esencialmente nacional con la precisa obligación de rendir cuentas de su inversión al primer poder nacional que se establezca. Sin re­ conocer, pues, el derecho con que haya podido procederse al obrar así, debo aceptar y acepto lealmente, como una prenda de paz, los hechos producidos por la Provincia de Entre Ríos, que la constituirán de hecho en paz con la de Buenos Aires y demás provincias que han uniformado 284 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI su política con ella, toda vez que esos hechos se desenvuelvan en el sentido de prescindencia absoluta que ha proclamado y que parece dis­ puesta á asumir. En consecuencia, pues, Buenos Aires, que no ha prescindido de la lucha, y que está resuelta á continuarla hasta cumplir los altos deberes que los sucesos le han impuesto, y que cuenta para ello con el apoyo activo y decidido de la mayor parte de las provincias pronunciadas en favor de su política, como se hallarán bien pronto todas las restantes que componen la Re­ pública; y el que suscribe, en nombre de los in­ tereses de esas provincias constituidas de hecho en cuerpo de Nación y representando en virtud de la caducidad de todos los poderes nacionales, la única autoridad deshecho que puede reivin­ dicar el depósito de las pertenencias de la Na­ ción que no se hallen verdaderamente ubicadas en el territorio de una determinada Provincia, es el único Poder que puede considerarse con derecho para retener en depósito la escuadra de la Confederación, cuyo desarme anuncia V. E. No determina V. E. quién deba ser el de­ positario, punto sobre el cual tampoco se in­ dicó nada antes de ahora, ni aun en las prime­ ras proposiciones negadas por V. E. en las que él se dejaba por resolver, salvando tan sólo el honor de los marinos que la tripulaban, siendo ésta la causa que ha podido inducir al infras­ cripto á renunciar al uso de los medios navales Y BATALLA DE PAVÓN 285 que tenía á su disposición para obrar militarmen­ te sobre dicha escuadra; no dudando por lo tanto se den las órdenes convenientes para proceder á su recibo, en calidad de depósito, en nombre de las Provincias ya indicadas que han uni­ formado su política y reunido sus esfuerzos para trabajar activamente en pro de la unión Nacio­ nal; esperando al efecto la contestación de V. E. por un término prudencial. Al terminar esta nota, y al felicitar al pue­ blo entrerriano por la actitud que ha asumido, aceptando lealmente los hechos que ha produ­ cido, como una prenda de paz, esperando que el desarrollo de ellos sea consecuente con sus declaraciones y de las exigencias de la nueva política á que concurre pasivamente, el que sus­ cribe se lisonjea con la esperanza que V. E. oyendo los consejos de un elevado patriotismo y conse­ cuente, tanto á sus primeras manifestaciones al iniciar los arreglos de paz, cuanto á las que acaba de hacer en un documento solemne, dé á sus conciudadanos el alto ejemplo del soldado re­ publicano que, haciéndose superior á las ambi­ ciones estériles del poder, prefiere, (según las palabras de V. E.) * la vida del ciudadano laborioso y pacífico, para proporcionar á su pueblo días serenos y ahorrar á la República la sangre de sus hijos.» Dios guarde á V. E. (Firmado) Bartolomé Mitre. BASES PRESENTADAS AL GENERAL MITRE PARA UN TRATADO DE PAZ ENTRE EL GOBIERNO DE ENTRE RIOS Y EL DE BUENOS AIRES

El Gobierno de la Provincia de Entre Ríos y el de la de Buenos Aires, deseando que los males y desastres consiguientes á la prolonga­ ción de la guerra actual, cesen en el menor tiempo posible para toda la República, han convenido en celebrar un acuerdo preliminar de paz bajo las siguiente bases:

PRIMERA

Los dos Gobiernos contratantes invitarán á las demás Provincias Confederadas, á la elección de Diputados para una Convención General, que determine la forma en que haya de procederse á la reinstalación de los poderes públicos de la Nación, sirviendo de base las disposiciones de la Constitución reformada.

TOMO II IQ 288 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

SEGUNDA

Los Diputados á la Convención serán elegi­ dos en razón de uno por cada veinte mil habi­ tantes, según el censo de cada Provincia. En aquellas provincias que no lo hubiere, los Di­ putados serán elegidos con arreglo al artículo 37 de la Constitución, y con las condiciones y calidades por ella requeridas.

TERCERA

La Convención se reunirá en...... á los se­ senta días de ratificado el presente convenio preliminar de paz.

CUARTA

La Convención se declarará instalada inme­ diatamente que, trascurrido el plazo prefijado en la base anterior, estén reunidas las dos ter­ ceras partes de los Diputados que correspondan á todas las provincias confederadas, si todas aceptasen la invitación acordada según la base primera, ó con las dos terceras partes de los Diputados correspondientes á las Provincias que se adhieren al presente convenio.

QUINTA

El Poder Ejecutivo de la Nación existente, Y BATALLA DE PAVÓN 289

será también invitado por los dos Gobiernos contratantes á cesar en sus funciones.

SEXTA

En caso de no ser aceptada esa invitación, el Gobierno de Entre Ríos, usando de la sobe­ ranía que le es propia en su territorio, y que reasumirá para los efectos del presente conve­ nio, considerará cesante al actual Poder Ejecu­ tivo de la Nación, y le exigirá la entrega de todos los establecimientos y pertenencias nacio­ nales, que existen en el territorio actualmente federalizado.

SÉPTIMA

La Convención elegirá un Presidente provi­ sorio de la Nación, y fijará la época en que haya de procederse á la elección del Presidente y Vicepresidente de la República, conforme á la Constitución.

OCTAVA

Mientras no sean reinstaladas todas las auto­ ridades Nacionales, según lo determinare la Convención General, y hasta que no entren al ejercicio de sus funciones, cada Gobierno de Provincia conservará bajo su guarda y adminis­ tración todo lo perteneciente á la Nación, que 290 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI exista en su respectivo territorio, bajo la res­ ponsabilidad para ante el Gobierno Nacional que sea elegido.

NOVENA

El Gobierno de Buenos Aires se obliga á re­ tirar el ejército que mantiene en la Provincia de Santa Fe á su propio territorio, y el Gobier­ no de Entre Ríos á desarmar las baterías del Diamante y reducir todas las fuerzas en su Provincia al estado de perfecta paz. Las escua­ dras serán también desarmadas respectivamente por los dos Gobiernos contratantes, conservan­ do el de Entre Ríos los buques nacionales, como las demás propiedades de igual pertenencia, que existen en su territorio. Pero el desarme estipu­ lado en este artículo, sólo será realizado por ambas partes contratantes, después que el Go­ bierno de Corrientes haya prestado su aproba­ ción al presente convenio.

DÉCIMA

La obligación de ser retirado el ejército de Buenos Aires de la Provincia de Santa Fe, sólo se considerará con fuerza en el caso que el Gobierno de dicha Provincia acepte las bases de dicho Convenio, y se obligue á desarmar las fuerzas que existieren en su territorio, reducién­ dose á estado de perfecta paz. Y BATALLA DE PAVÓN 291

UNDÉCIMA

Los dos Gobiernos contratantes se compro­ meten á emplear su influencia para con todos los demás Gobiernos de Provincia, y los me­ dios pacíficos de que puedan disponer, á fin de que presten su aceptación pura y simplemente al presente convenio, según queda estipulado. DOCUMENTOS SOBRE LA TERMINACIÓN DE LA PRESIDENCIA DEL DOCTOR DON SANTIAGO DERQUI

B1 Poder Ejecutivo.

Uruguay, Novienbre 29 de 1861.

A la Honorable Cámara Legislativa.

No ha muchos días que el Poder Ejecutivo sometió á la resolución de V. H., una nota del Gobernador Propietario de la Provincia, Capi­ tán General don Justo José de Urquiza, en que hacía presente la situación que ha sobrevenido como consecuencia de la guerra á que le había sido necesario concurrir activamente para llenar un deber de obediencia á las disposiciones del Gobierno de la Nación, y para sostener con lealtad los principios que proclamó y sostuvo sobre la organización general de la República. Esa exposición de hechos, bien afligentes por cierto, fué acompañada del juicio del eminente 294 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI patriota que es la primera gloria de la Provin­ cia de Entre Ríos, y el fundador de la Consti­ tución Argentina, sobre el único medio de im­ pedir la continuación de sacrificios heroicos que después de diez años, quedaron frustrados, y que hoy, además de ser estériles, ofrecen sólo como resultado, la ruina completa de toda la Provincia. El Poder Ejecutivo, penetrado de la exacti­ tud de las apreciaciones del ilustre Capitán Ge­ neral, y haciendo propios los pensamientos del mismo, respecto de los medios de contener el torrente de devastación que nos amaga, pro­ puso á V. H. declarase solemnemente que esta heroica Provincia se hallaba en el caso de po­ ner término á la guerra, absteniéndose de con­ tinuarla en defensa de la ley establecida para todas las demás confederadas, y que en uso de los derechos primordiales de propia conser­ vación, reasumía el ejercicio de su soberanía en toda su plenitud para ejercerla según las cir­ cunstancias lo demandasen y del modo que cre­ yere más conveniente á su propio bien y al de las demás Provincias Argentinas. Pero meditó después que aun le era dado tentar, si los recursos que le restaban, el poder de que aun podía disponer: el crédito adquirido ante todas las Provincias hermanas y ante el mundo, podían ser útiles para la negociación de una paz general en la República. Con ese objeto, el Poder Ejecutivo solicitó que la Honorable Cámara suspendiese la considera­ Y BATALLA DE PAVÓN 295 ción del proyecto de ley presentado el 2 -del co­ rriente, mientras el Excmo. señor Capitán’General, continuando sus esfuerzos en el sentido de la paz, obtuviese los últimos resultados de aquéllos. Debo declararos, con profundo pesar, que todo ha sido infructuoso. A un ciudadano bien dis­ tinguido confió el ilustre Capitán General, la honrosa comisión de hacer confidencialmente por esta Provincia lo que demandaba su interés y su gloria, y de manifestar que no le era in­ diferente la gloria y el interés de todas las hermanas. El informe del Comisionado, que os adjunto en copia, manifestará en toda su evidencia á la Honorable Cámara que 110 se deja á esta Pro­ vincia otra opción que la paz individual para ella, ó la guerra sostenida en bien de todos; pero en el aislamiento de todas. El Poder Ejecutivo cree que nada puede jus­ tificar la continuación de sacrificios sin término y cuyo tamaño no le es dado calcular. Con tales convicciones, presenta de nuevo á V. H. el proyecto, cuya consideración quedó en suspenso, entregándolo al fallo de vuestra ilustración y de vuestro patriotismo. Solicita vuestra resolución con urgencia, por que los momentos son premiosos y los aconte­ cimientos se precipitan. Dios guarde á la Honorable Cámara. MANUEL A. URDINARRAIN. LUIS J. DE LA PEÑA. 296 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

La Cántara Legislativa de la Provincia, sanciona con valor y fuerza de—

LEY:

Artículo i.° La Provincia de Entre Ríos rea­ sume el ejercicio de la soberanía que le es pro­ pia, en toda su plenitud, hasta tanto que re­ unidas de nuevo las Provincias Argentinas,bajo la Constitución Federal jurada, cuya fe guarda, se encuentre la Nación en estado de completa paz y quede garantido el cumplimiento de aquélla. Art. 2.0 La Provincia de Entre Ríos se de­ clara en paz con todas las Provincias Argenti­ nas. Mantendrá también los pactos que le ligan con naciones extranjeras. Art. 3.0 Todos los establecimientos y todas las pertenencias de la Nación, que existan en el territorio de la Provincia, serán conservados bajo el depósito y guarda de su Gobierno. Art. 4.0 Las Aduanas de la Provincia serán administradas también por el Gobierno de ella, hasta la reorganización de los Poderes Naciona­ les, y hasta que se reglen por ellos los medios de satisfacer la deuda de la Nación á esta Pro­ vincia. Art. 5.0 El Poder Ejecutivo queda plenamen­ te facultado para la ejecución y reglamentación dé la presente ley, que se comunicará á todas Y BATALLA DE PAVÓN 297 las provincias confederadas y á las naciones con quienes la República está en relación.

Sala de sesiones, Uruguay, Diciembre 1 de 1861.

(Firmados)

Juan Barañao. Narciso Tailo, Prosecretario.

Paraná, Diciembre 12 de 186r.

Al Excmo. señor Gobernador de la Provincia de Entre Ríos,

Adjunto y en copia debidamente autorizada, remito á V. E. el acuerdo del Gobierno Nacio­ nal de fecha de ayer, por el que se instruirá V. E. haber resuelto hipotecar el Palacio de Gobierno con todos sus enseres, en favor de los presta­ mistas al señor don Vicente del Castillo, á fin de salvar el crédito de este funcionario compro­ metido en servicio de la Nación. Ha acordado, igualmente, se ruegue á V. E. para que con los fondos de la Provincia salve esta hipoteca, añadiendo este servicio más á los muchos que tiene prestados la heroica Provincia 298 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI de Entre Ríos á la República, erogación que queda reconocida por el mismo acuerdo como deuda Nacional. A cuyo efecto se adjunta también la relación exacta de esos créditos, autorizada por el Con­ tador General de la Nación. Dios guarde á V. E.

(Firmado)

Nicanor Molinas

Paraná, Diciembre 12 de 1861.

El Vicepresidente de la Confederación Argentina en ejercicio del Poder Ejecutivo —

considerando :

i.° Que los graves y extraordinarios aconteci­ mientos que se han desenvuelto en la República desde el día 17 de Setiembre último, han ido en­ torpeciendo física y moralmente el ejercicio del Poder Ejecutivo Nacional en la órbita que la Constitución le ha trazado; 2.0 Que la ley de la Legislatura de la Pro­ vincia de Entre Ríos, promulgada el i.° del co­ rriente por el Ejecutivo de la misma, Ja declara Y BATALLA DE PAVÓN 299 en posesión de la plenitud de su soberanía, pri­ vando de esta manera al Gobierno Nacional de la Administración de sus Aduanas y rentas que ellas producen, únicos recursos pecuniarios de que podía en la actualidad disponer el Gobier­ no Nacional, para continuar la guerra en defen­ sa délas instituciones del país; 3.0 Que por la misma sanción se sustraen de la autoridad del Ejecutivo Nacional todas las fuerzas militares de dicha Provincia y demás elementos bélicos con que podía contar para salvar las dificultades de la situación; 4.0 Que anexando también, la precitada ley, el Territorio Federalizado al de la Provincia de Entre Ríos, no le queda al Ejecutivo Nacional, ni el suelo indispensable y necesario para con­ tinuar su difícil Administración; 5.0 Que en presencia de esta situación anómala, y no siendo posible reunir el Congreso Federal por la premura del tiempo y por el estado de conflagración en que se encuentra la República, el Ejecutivo Nacional no puede asumir la res­ ponsabilidad de las consecuencias inherentes á un orden de cosas semejantes, que no ha esta­ do en la esfera de sus facultades evitar, Oído el Consejo de Ministros: —

ACUERDA Y DECRETA:

Artículo i.° Declárase en receso al Ejecutivo Nacional, hasta que la Nación, reunida en Con­ 300 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI greso, ó en la forma que estime más conve­ niente, dicte las medidas consiguientes á salvar las dificultades que obligan al Gobierno á tomar esta disposición. Art. 2.0 Comuniqúese á los Gobiernos de las Provincias Confederadas para su conocimiento y demás fines consiguientes. Art. 3.0 Publíquese en la forma ordinaria y dése al Registro Nacional.

(Firmado) PEDERNERA. Nicanor Molinas - Vicente del Castillo. — José Severo de Olmos.

Está conforme. — Salvador Espeleta Subsecretario. DOCUMENTOS SOBRE EL ASESINATO DEL GENERAL PEÑALOZA

Habiéndose imputado responsabilidad en ese crimen al Capitán don Ricardo Vera, éste para sincerarse, pidió á dos Ayudantes del General Peñaloza que informaran sobre lo sucedido, y éstos contestaron con la siguiente carta:

La Rioja, Octubre jo de 1889.

Señor Coronel don Ricardo Vera.

En contestación á la carta de usted, de fecha 6 de Setiembre del presente año, debo manifes­ tar á usted lo siguiente: que es verdad que fui Ayudante de V. S. en la persecución del Ge­ neral don Angel Vicente Peñaloza en el año 1863, y que una vez prendido por V. S., en aquel entonces Capitán, me mandó con el parte al Mayor don Pablo Irrazábal, que venía con el 302 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI resto de la División, y que al haberle comuni­ cado la prisión del General Peñaloza se adelantó conmigo é inmediatamente de llegar preguntó cuál era el Chacho y habiéndosele indicado, se aproximó á él y le atravesó de un lanzazo el mismo Mayor Irrazábal, mandándole últimar por los soldados, sin permitirle hablar, como parecía querer hacerlo el mencionado General. Es todo cuanto, como testigo ocular de aquel hecho, pue­ do decir en obsequio de la verdad. Lo saluda S. S. Regalado Ocampo.

En el mismo sentido se dirigió el Coronel Vera á los señores Juan A. Sotomayor, Nicolás Peñaloza, de la famlia del Chacho, y anterior­ mente á don Pascual Gómez, quienes contesta­ ron con las siguientes cartas:

La Rioja, Setiembre 6 de 1889.

Señor Coronel don Ricardo Vera.

Muy señor mío: En contestación al contenido de la que ante­ cede dirigida por usted, dígole: que es verdad Y BATALLA DE PAVÓN 303 que usted, jefe de vanguardia, apresó al Ge­ neral Peñaloza en Olta, el 12 de Noviembre del año 1863, tratándolo después de su prisión con todas las consideraciones del caso; y que acto continuo de llegar el Sargento Mayor don Pablo Irrazábal lo hizo desaparecer como usted lo in­ dica en su carta. Todos los demás incidentes ocurridos en ese acto y que pudieran relacionarse al objeto que motiva la suya, manifiéstole que es verdad y que lo sé porque fui testigo ocular, por perma­ necer allí mismo á las órdenes de dicho Gene­ ral en calidad de Ayudante. ' Creyendo dejar contestada su estimada, le sa­ luda su afmo. y S. S.

Juan A. Sotomayor.

Guaja, Junio 11 de 1885.

Señor Coronel don Ricardo Vera. Malanzán. Muy señor mío: En contestación á la presente que antecede, respecto al informe que me pide sobre la muerte del General don Angel Vicente Peñaloza, acae­ cida el 12 de Noviembre de 1863, declaro: que siendo yo Ayudante de dicho General, y además

TOMO II 20 304 PRIESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI ligándome vínculos de parentesco, estando én el departamento de 01 ta el día 12 de Noviembre de 1863, por la mañana, en casa de don Felipe Oros, apareció repentinamente una fuerza arma­ da al mando del Coronel Vera ( Capitán enton­ ces), rodeó la casa donde se encontraba el Ge­ neral Peñaloza con cinco ó seis hombres poco más ó menos, y haciendo algunos disparos de fusil, pero que felizmente ninguna desgracia se sufrió en los que nos encontrábamos acompañando á dicho General. Inmediatamente el General Peñaloza pidió no hicieran fuego que estaba rendido; á lo que ordenó el Coronel Vera lo desarmaran po­ niéndole un centinela. Acto continuo llegó el Sargento Mayor don Pablo Irrazábal, con el resto de la División y preguntando cual era el Chacho, mandó lo atasen, dándole con sus propias manos una lanzada, y estando en el suelo á consecuen­ cia de esta herida mandó le hicieran fuego. Es cuanto puedo informar en obsequio de la verdad. Su afectísimo y seguro servidor.

NicolAs Peñaloza. ALGUNOS RECUERDOS Y JUICIOS SOBRE EL GENERAL PEÑALOZA.

En el año de 1906, don Pedro P. Calderón publicó la importante obra histórica del Doctor don Nicanor Larraín, quien fué uno de los ad­ miradores de Sarmiento. El Gobernador de San Juan, en virtud de la ley promulgada el 19 de Septiembre de 1905, destinó cinco mil pesos, moneda nacional, para la impresión de la obra. En las páginas 216, 217 y 218 expone su jui­ cio sobre el General Peñaloza, en la guerra del partido Liberal contra la tiranía de Rosas. « El valiente Coronel Peñaloza — dice —, con los restos gloriosos del segundo ejército liberta­ dor, acababa de ocupar la importante villa de San José, de Jachal, situada á cincuenta leguas al norte.de la capital de la Provincia. » El infatigable Peñaloza, con esa fe inque­ brantable que inspiran las buenas causas, era el único que en aquellas provincias luchaba aún contra la tiranía. Este famoso caudillo, desti- 3o6 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI nado á hacerse tan célebre en las guerras de montonera contra los ejércitos de Rosas, y des- pués en las de robo y pillaje contra_los .Go- biernos^~de San Juan, no podía en aquellos mo­ mentos esperar nada de su actitud armada. »Tan cierto es que la educación influye de una manera decisiva en el porvenir de los hom­ bres, que si Peñaloza hubiera tenido una edu­ cación igual á su valor y constancia en la guerra de montonera, que inició en 1842, la República habría tenido en él una columna in­ conmovible en que apoyar las instituciones pi­ soteadas por los caudillos de chiripá y de levita. * Peñaloza carecía de inteligencia y del trato de gentes que pudiera suplir aquélla por la ilustración ó tintura intelectual; por eso, nunca fué más que el brazo que ejecuta, el guerrero de oficio que aplica su actividad y lleva el em­ puje de su lanza donde se lo indica la cabeza que concibe. » Peñaloza fué un instrumento que, bien en­ caminado, fué una gloria, y después una ver­ güenza que refluye también, y muy particular­ mente, contra los explotadores de sus cualidades de caudillo.» El Doctor don Adolfo Saldías, en su historia de la Confederación Argentina, recuerda también los servicios de Peñaloza, durante la lucha con­ tra don . En el tomo tercero, páginas 290 y 291 refiere lo siguiente «A medida que avanzaba Oribe por los Lia- Y BATALLA DE- PAVÓN 307 nos, se pronunciaban por las armas federales los partidarios que había levantado, el noble coraje de Peñaloza y la presencia de Lavalle. Según se lo comunica aquel General al Coronel Lagos, apenas llegó al pueblo de Olta se le presentaron, bien armados y montados, como cincuenta hom­ bres al mando del Capitán Gómez; cerca de Pacatata se presentó el Comandante Villafañe con su escuadrón fuerte de setenta hombres; y en su marcha por Malanzán, Illisca y Chepes, se presentaron igualmente partidas sueltas de las que Peñaloza tenía desprendidas, y que re­ unidas á aquellas fuerzas, formarían un total de cuatrocientos hombres que se agregaron por su propia voluntad al ejército federal. Y para que este pronunciamiento se hiciera más notable, fué el Comandante Juan de Dios Videla el que se presentó á los pocos días á Oribe con el es­ cuadrón Cuiten que acompañaba á Lavalle desde años atrás. » En seguida de estos resultados, y sobre todo, cuando Peñaloza se hubo retirado, Oribe dio por terminada la campaña de los Llanos. He aquí como Oribe rinde, en la carta citada, merecida justicia á ese reputado caudillo, que acompañó en el más rudo batallar á los unitarios, y que en 1863, anciano ya, veintidós años después de los sucesos que vengo historiando y bajo el gobierno de los adversarios de Rosas, fué deca­ pitado y colocada su cabeza en una pica en la plaza de Olta...... Estas defecciones han puesto 308 presidencia del doctor derqui

á Peñaloza (alias Chacho} en la necesidad de abandonar el Carrizal donde se hallaba y diri­ girse á Aguango, con intención sin duda de cruzar La Rioja; y esto me hace suponer tam­ bién que en los Llanos ya no existe enemigo que combatir ». Y más adelante, describiendo la batalla del Rodeo del Medio, dice, al final (página 313): « En su retirada contuvo todavía una partida de caballería federal, cargándola personalmente con siete de sus soldados. En seguida corrió á con­ tener á sus dispersos para hacer menos desastrosa la derrota, mientras el Coronel Alvarez hacía otro tanto con los restos de su columna. Así reunió como quinientos hombres, y pretendió caer nue­ vamente sobre los vencedores. Pero la desmo­ ralización había cundido en la tropa, y fué pre­ ciso seguir camino de Chile por Uspallata, y á cordillera cerrada. Este pasaje por los Andes era una nueva batalla librada contra elementos que se desencadenan dertructores é inauditos, allí donde el esfuerzo y el heroísmo humano son impotentes. A ellos fué á desafiar todavía Lama- drid, seguido de sus compañeros de infortunio, á la cabeza de los cuales iban los Coroneles Crisós- tomo Alvarez, Peñaloza (alias Chacho}, Lorenzo Alvarez, Sardina, Avalos, Rojas (Fernando), Salvadores, los Comandantes Ezquiñego, Acuña y Alvarez.» En Diciembre de 1842, Peñaloza regresó de Chile y se propuso reunir sus entusiastas par­ Y BATALLA DE PAVÓN 309 tidarios y formar una división para sorprender con rápidos movimientos al General Benavides. Pero fuertes lluvias que duraron dos días, re­ tardaron su plan; y advertido por su enemigo, fué derrotado en Illisca el 15 de Enero de 1843. El 16 Benavides le dió aviso del triunfo á Lucas Llano. < Participo á usted—le dijo—,que ayer á las » dos de la tarde tuvieron la osadía de salirme » al encuentro en este punto más de seiscientos »salvajes que acaudillados por el imbécil Chacho »ocupaban estos Departamentos. Ellos sin duda »creyeron impedirme el paso, persuadidos que » mi dirección era á reunirme con las fuerzas de » San Luis, pero no sólo se equivocaron en este » cálcülo, sino en la capacidad con que contaron »para hacerlo, pues han sido completamente » derrotados y puestos en casi total dispersión » pereciendo como sesenta de ellos, dejando pri- » sioneros y muchas armas ». A esa atrevida expedición del abnegado Pe­ ñaloza había contribuido Sarmiento, impulsán­ dolo con su ardiente y brillante propaganda contra Rosas. Después de la batalla de Caseros ofreció sus servicios al General Urquiza. En 1860, siendo Presidente el Doctor Derquij tuvo el honor de ser nombrado Interventor en la Provincia de La Rioja; y desempeñó con buen éxito su comisión. En 1862 el General don Ignacio Rivas le es- 310 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI cribió al Presidente Mitre, diciéndole que con­ venía utilizar los servicios del General Peñaloza para conservar la tranquilidad en las Provincias del Centro. Al saberse en Entre Ríos el asesinato del General Peñaloza, Olegario Andrade, que había sido Secretario Privado del Presidente Derqui, le dedicó un canto á Peñaloza, recordando en él su prestigio y patriotismo. Informe de la Comisión de la Convención de Buenos Aires sobre las reformas

Señores Diputados de la Convención del Estado: El pacto del n de Noviembre, sometiendo al libre examen del pueblo de Buenos Aires la Constitución federal, que rige á las provincias hermanas, dió origen á la Convención. El pueblo de Buenos Aires, delegando en vosotros una parte de su soberanía, al efecto, ó bien de aceptar dicha Constitución sin observa­ ciones, ó bien de proponer en ella las reformas que fuesen convenientes y necesarias, constituyó á la Convención en árbitro de la incorporación de Buenos Aires á la Confederación por lo que respecta al tiempo, modo y forma en que ella haya de efectuarse. La Comisión examinadora que nombrasteis de vuestro seno, á fin de que dictaminase sobre el particular, tenía, pues, que considerar previa­ mente las dos grandes cuestiones sometidas á vuestra decisión, á saber: 312 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

1. a La aceptación simple de la Constitución federal, ó sea la incorporación inmediata. 2. a La adopción de un plan de reformas á la Constitución, ó sea la incorporación por los medios que dictamina el pacto del ii de Noviem­ bre en su artículo 5.0. La Comisión examinadora, al dar cuenta á la Convención del resultado de sus trabajos, cumple con el deber de informarla acerca de los moti­ vos que la han decidido por la adopción del plan de reformas, que expondrá más adelante, y cuya discusión consta de los ocho números del Redac­ tor de sus Sesiones, que han sido distribuidos á los señores Diputados, y que deben conside­ rarse como parte integrante de este informe. Los motivos que dirigieron á la Comisión, á adoptar por la adopción de un plan de reformas, y no por la simple aceptación de la Constitu­ ción, los unos son de un orden puramente tran­ sitorio, y los otros de un interés permanente. La Comisión pasará á exponerlos brevemente. Partiendo de la base de que el convenio del n de Noviembre, fué á la vez un tratado de paz y un pacto de unión, la Comisión reconoció la necesidad imprescindible de la reforma de la Constitución, como un medio de evitar en lo futuro las causas que habían provocado la lucha, felizmente terminada, y como una prueba evi­ dente de que la incorporación de Buenos Aires se efectuaba por el libre consentimiento, y no por la presión de circunstancias pasajeras. Y BATALLA DE PAVÓN 3>3 Habiendo sido el origen de la guerra algunas de las disposiciones contenidas en la misma Cons­ titución, ellas no podían quedar subsistentes, sin comprometer la paz de los pueblos en lo futuro, y la dignidad de Buenos Aires en lo presente; tanto más cuanto que, en el mismo pacto que pi^so término á la guerra y determinó las bases de la unión, se reconocía que él tenía por objeto cimentar la paz, sin el sacrificio del de­ coro de ninguna de las dos partes contratantes, modificándose en consecuencia esas disposicio­ nes en el hecho mismo de pactar. Importando la aceptación simple de la Cons­ titución por parte de Buenos Aires, un mero consentimiento prestado á una ley, que no había sido ni era la expresión de su voluntad, desde que había sido dictada por un Congreso en que no se halló representado, ese consentimiento po­ dría parecer el resultado de la violencia ó de la presión de circunstancias extrañas á la ley misma; y por lo tanto, el principio de la sobe­ ranía no quedaba salvado, si Buenos Aires no ponía en ejercicio el mismo derecho de que usa­ ron las provincias en 1853, patentizando así su libertad de acción, por medio de la proposición de la reforma y de la reunión de una Conven­ ción Nacional, que haga respecto de élj lo que el Congreso de 1853 hizo respecto de las demás provincias. Así, pues, consultando la paz y el decoro de los pueblos, á la vez que los principios funda- 314 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI mentales de las sociedades que se gobiernan por instituciones democráticas, la Comisión recono­ ció que la necesidad de reforma era imprescin­ dible para que la paz fuese fecunda y duradera, y para que la unión fuese sólida y ajustada al principio de la soberanía popular. A estos motivos, de un orden político ó espe­ culativo, ó nacidos del estudio de la actualidad, se agregaban otros en un carácter esencialmente práctico. En primer lugar, las cláusulas del pacto del n de Noviembre que derogan, reforman ó modi­ fican explícita ó implícitamente algunos de los artículos de la Constitución federal, (como se demostrará más adelante) haciendo indispensa­ ble armonizar el pacto con la Constitución. En segundo lugar, la experiencia de siete años de vida constitucional, que ha señalado ya los defectos ó las deficiencias de la Constitución, demostrando la conveniencia y la necesidad de la reforma, á fin de armonizar la ley fundamen­ tal con las exigencias de la opinión y los ade­ lantos hechos en la conciencia de los pueblos, dignificados por la libertad. Concretándose á esta última consideración, la Comisión se hace un deber en declarar que no es de extrañarse que la Constitución federal adolezca de algunos defectos y deficiencias, que la práctica ha puesto en evidencia, desde que ella fué dictada en medio de la guerra, cuando ape­ nas salían los pueblos de una tiranía de veinte Y BATALLA DE PAVÓN 315

años, y las nociones del derecho estaban borra­ das, faltando por consiguiente en los que eran llamados á dar y recibir la ley, la ciencia y la experiencia por una parte, y los hábitos del pro­ pio gobierno por la otra. La necesidad suprema era constituir al país, darle una ley común, sacar al gobierno de manos del arbitrario y ligar el porvenir de la República al porvenir de las ins­ tituciones. A esta exigencia suprema obedeció el Congreso reunido en Santa Fe en 1853, intere­ sando á los pueblos por medio de una Constitu­ ción escrita en la conservación de esta conquista del derecho. Cualquiera que sea su origen y la irregularidad con que ha sido aplicada, siete años de ensayo de las instituciones libres, han pro­ bado que existía en esa Constitución un principio esencialmente conservador; así como la expe­ riencia adquirida durante ese período, ha venido á indicar la necesidad y la conveniencia de per­ feccionarla, siendo la ocasión de esto, la reunión de la antigua y gloriosa República Argentina bajo los auspicios de una ley común, libremente discutida y aceptada por todas las provincias, y de común acuerdo reformada en presencia de las lecciones del tiempo y de las necesidades de una nueva época y de una nueva situación. Esta solución pacífica, legal y arreglada á la verdad de los principios, era la que convenía á los pueblos de un mismo origen, que conquista­ ron su independencia por esfuerzos comunes, cuya gloria es una é indivisible, cuyos infortu- 3IÓ presidencia del doctor derqui nios y cuyos intereses son solidarios, y que sólo pueden constituir una nación grande, fuerte y libre, por el concurso de la buena fe de los go­ biernos y el patriotismo desinteresado de todos los ciudadanos. Hasta el presente, el único pacto social de la Nación Argentina, era el acta de su independencia. Desde 1816 hasta hoy, la Nación Argentina ha hecho varios ensayos constitucio­ nales, sin que en ningún tiempo haya conseguido fijar sus destinos por medio de sus institucio­ nes. Agitada por la revolución y oprimida por la violencia, la nacionalidad argentina ha sido un hecho que ha sobrevivido, aunque perdiendo algunos de sus miembros, á las guerras intesti- has, á la tiranía y al antagonismo de los inte­ reses creados por la desunión y el aislamiento; hasta que al fin, de ese hecho ha nacido un dere­ cho, que ha consagrado las soberanías provin­ ciales, como base de toda organización nacional, y la libertad como fué á que debe subordinarse toda organización política. Estos dos principios, representados por los hechos, tuvieron su mani­ festación en la Constitución federal de 1853, y en la revolución hecha por Buenos.Aires el 11 de Septiembre de 1852. Fuertes ambos, dotados de esa vitalidad que caracteriza á los principios conservadores de las sociedades humanas, su amalgama es lo único que puede dar estabili­ dad á la Constitución; pero tal resultado sería efímero, si las dos porciones en que se halla la República dividida (bien que constituidas par­ Y BATALLA D3 PAVÓN 317 cialmente), no se refundiesen con arreglo á los preceptos del acta de nuestra independencia, que declaró á los pueblos «de hecho y de derecho » con amplio y pleno poder para darse las formas » que exigía la justicia é impere el cúmulo de »las circunstancias » ; y por lo tanto, es de abso­ luta necesidad y de conveniencia recíproca para todos los pueblos, que la ley que los haya de regir sea la más alta expresión de la soberanía, la fórmula más completa de las legítimas aspi­ raciones públicas y sociales, la sanción más ine­ quívoca del hecho por medio del derecho. Y como tal resultado no podría obtenerse sin que Buenos Aires imprimiese á la ley común el sello de su soberanía, que las demás provincias han puesto ya en ella; y como ese sello no puede ser im­ preso por el mero consentimiento, *sino por la reunión de una Convención Nacional constitu­ yente, con arreglo al artículo 5.0 del pacto del 11 de Noviembre, la adopción de un plan de refor­ mas á la Constitución por parte de Buenos Aires, y la reunión subsiguiente de esa Convención, es lo que aconseja el. patriotismo, lo que dicta la razón, y la condición imperiosa que impone el cúmulo de las circunstancias actuales. Tales son las razones fundamentales que han impulsado á la Comisión á optar por la adop­ ción de un plan de reformas á la Constitución, y no por su aceptación simple ó condicional, como lo propuso uno de sus miembros, según consta del número i.° del “Redactor”. I

PLAN DE REFORMAS

Fundada la conveniencia y la necesidad de la reforma de la Constitución, la Comisión pasa á exponer, en términos generales, su plan general de reformas, y las ideas que han presidido á él. El método seguido por la Comisión ha sido esencialmente experimental y conservador, pro­ curando, en cuanto le ha sido posible, no intro­ ducir en la Constitución sino las reformas abso­ lutamente necesarias, y adoptando tan solo las que tienen ya la sanción de la experiencia; ade­ más de aquellas que eran una consecuencia natu­ ral del pacto de Noviembre, y de las que tenían por objeto garantir los derechos con que Buenos Aires se incorpora á la Confederación. En su totalidad, las reformas que propone la Comisión ascienden al número de veinticinco, según el cuadro anexo á este informe. De ellas, la mayor parte son adiciones que amplían ó

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aclaran al texto; ó supresiones parciales, que tienen por objeto borrar de ella impropiedades, ó poner en concordancia el texto de los artículos correlativos con los demás artículos reforma­ bles; ó simples modificaciones. Sólo tres ar­ tículos nuevos ha proyectado la Comisión, pro­ poniendo la supresión de otros tantos. Los diez y nueve restantes, aunque de trascendencia polí­ tica, económica y social, están concebidos en el espíritu de la Constitución misma, consultando los intereses de todos. Las reformas indicadas pueden ser clasificadas y divididas en cinco secciones, que forman sis­ tema, y son las siguientes:

1. a Declaraciones, derechos y garantías. 2. a Composición de los poderes. 3. a Atribuciones de los poderes. 4. a Materias económicas. 5. a Reformas del pacto ó que son su conse­ cuencia.

Una vez aceptado el hecho establecido de la forma federal, (que es la ley del Estado, la base sobre la cual se ha pactado, y el principio que domina forzosamente todas las reformas que se proyecten), la base de criterio de la Comisión al formular sus reformas, ha sido la ciencia y la experiencia de la Constitución análoga ó seme­ jante que es reconocer como más perfecta—la de los Estados Unidos — por ser la más aplica- Y BATALLA DE PAVÓN 32

ble, y haber sido la norma de la Constitución de la Confederación. Así, muchas veces ha debido acudir á su texto en caso de duda ó deficiencia, utilizando á la vez el caudal de las leyes suple­ mentarias que la aclaran, así como el cuerpo de doctrina que ellas forman, porque sin esto la ley Argentina sería en muchas de sus partes, letra muerta, sin significado alguno. La Comisión no ha desconocido, al adoptar esta regla de criterio, que cada pueblo tiene su modo de ser peculiar, sus principios fundamen­ tales de Gobierno encarnados en sus costumbres, sus antecedentes históricos, sus instituciones de hecho que no están escritas y que tienen toda la fuerza de la ley aceptada; y por consecuencia, que cada pueblo tiene en sí mismo su Consti­ tución, y que no es posible organizar bien una nación en teoría, prescindiendo totalmente de las leyes del tiempo y del espacio. Pero ha recono­ cido también, que no obstante estas verdaderas prácticas, el legislador debe propender siempre á levantar los hechos á la altura de la razón, poniendo á la ley de parte de ésta, en vez de capitular con los hechos, que no tienen razón de ser; porque, como lo ha dicho un célebre publi­ cista, legislador también de una Confederación: « Si las costumbres influyen poderosamente sobre la ley, la ley á su vez ejerce su influencia sobre las costumbres; y tan irracional sería lanzarla violentamente contra la corriente de las opinio­ nes, como cobarde é imprudente dejarla arrastrar 322 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

á merced de ella». Por eso la Comisión ha par­ tido de esta base, que es lo que constituye el derecho, general: — que existía para los pueblos libres, un evangelio político, una moral política, principios fijos que tenían el carácter de dogmas, los cuales, si bien pueden modificarse en su apli­ cación, no es posible alterar en su esencia. Que por esto, los hombres libres reconocían cierta servidumbre moral, así respecto de esos princi­ pios fundamentales, como respecto de los pueblos que más se habían acercado á esa verdad abso­ luta. Que siendo, hasta el presente, el gobierno democrático de los Estados .Unidós el último re­ sultado de la lógica humana, porque su Consti­ tución es la única que ha sido hecha por el pue­ blo y para el pueblo, sin tener en vista ningún interés bastardo, sin pactar con ningún hecho ilegítimo, habría tanta presunción como igno­ rancia en pretender innovar en materia de dere­ cho constitucional, desconociendo las lecciones dadas por la experiencia, las verdades aceptadas por la conciencia del género humano. Y por últi­ mo, que por lo menos, ea aquella parte del derecho general que se halla fuera de cuestión, y en la que se relaciona á las originales combinaciones del derecho federal moderno, no teníamos títulos para enmendar ó mutilar las leyes de la nación que ha fundado y consolidado prácticamente las instituciones federativas, apoyándose en esos mis­ mos principios, invocando nosotros el especioso pretexto de la originalidad ó de las especialida- Y BATALLA DE PAVÓN 323 des nacionales, porque la verdad es una y sus aplicaciones sólo tienen autoridad cuando cuen­ tan con la sanción del éxito. La Comisión debe detenerse algo sobre este tópico, para comprobar con la historia propia, en apoyo de lo dicho, la verdad de este aserto: que el derecho público Nacional ó federativo, carece totalmente de antecedentes históricos vi­ vaces entre nosotros; que su aparición data de la Constitución de 1853, c°pia de la de los Es­ tados Unidos, y que el derecho público provin­ cial Argentino, es el único que tiene raíces en el pasado. Puede decirse con verdad, que la República Argentina no tiene un sólo antecedente histórico vivaz en materia de derecho público nacional. Antes de la declaración de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la nacionalidad fué un hecho tradicional, que continuaba el sistema colonial. Después de esa época, nunca estuvo unida por el vínculo del derecho, y cuando lo estuvo aparentemente, ese artículo no tuvo solidez. En los diversos ensayos de Constitución Nacional que se intentaron, los principios de gobierno escritos en el papel, nun­ ca llegaron á ejercer influencia en la opinión, ni á convertirse en fuerzas vivas que reaccio­ nasen poderosamente sobre los hombres y las cosas. Así nuestras Constituciones Nacionales se han borrado de la memoria de los pueblos, como caracteres trazados en la arena, sin haber podi- 324 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI do dar origen á un derecho público argentino, es decir, un derecho Nacional, uniforme, que re­ vistiendo formas normales, fuese igual para todos, y pudiese servir de base ó antecedente para la Constitución general. Los hechos establecidos no han ejercido ma­ yor influencia que las leyes escritas, en lo que toca al derecho público Nacional. La tiranía de veinte años es el único antece­ dente de este orden que registran nuestros ana­ les, antecedente estéril y terrible que ha queda­ do presente á las imaginaciones heridas de los pueblos, que tuvo su modo de ser, que fué un sistema de gobierno con su constitución de he­ cho, y que desapareció sin dejar un solo ele­ mento utilizable para la organización Nacional, ni siquiera la cohesión política, ni siquiera el hábito de la obediencia. Esta es la más alta expresión de la federa­ ción como hecho, que, como se ve, no fundó nin­ gún derecho. La federación como partido militante, para causas contrarias á las que esterilizaron las ins­ tituciones llamadas unitarias, tampoco dió ori­ gen á ningún derecho público argentino. Algu­ nos de sus prohombres que figuraban en segunda línea, intentaron, sin embargo, dar al hecho cier­ tas formas regulares. El tratado conocido con la denominación Liga del Litoral, fué su esfuer­ zo supremo, y ese tratado, que en realidad no era sino una liga de Gobiernos despóticos, no Y BATALLA DE PAVÓN 325

tuvo un sólo día de existencia por lo que res­ pecta al derecho. Invocado después ese tratado, como base de organización política, él sólo ha servido para autorizar el acuerdo de San Nicolás, que como hecho, comprometió la integridad Nacional, divi­ diendo á la República en dos campos armados; y como derecho reaccionó contra los principios conservadores, que únicamente podían cimentar la asociación política. Este error tuvo por ori­ gen el prurito de elevar á la categoría de an­ tecedentes constitucionales, las páginas fugitivas de un derecho público, que nunca tuvo una existencia real, y que jamás representó otra cosa, sino las aspiraciones importantes de los teoriza- dores del hecho consumado, que pretendían su­ jetar á regla la violencia; ó los sofismas de los que, capitulando con su conciencia, se dejaban arrastrar por la mano del arbitrario. El acuerdo de San Nicolás dió origen, es cierto, al Congreso Constituyente reunido en Santa Fe en 1853 > Pero faé Para morir como hecho y como derecho, cediendo su lugar á un nuevo hecho, cual fué la unión de las provincias sobre la base de la soberanía propia de cada una, y el esta­ blecimiento de la República federativa, vaciada en el molde de los Estados Unidos. La federación, derecho, tuvo pues su origen en el Congreso de Santa Fe, y recién entonces el hecho revistió las formas cultas de la Unión norteamericana, subordinándose á sus princi- 326 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI pios, aceptando sus doctrinas, y hasta empleando sus mismos medios administrativos. Aquí empieza el derecho público general por lo que respecta á la Nación; ó mas bien, aquí empieza recién el derecho público argentino. Por lo que respecta á las Provincias, su de­ recho, como derecho consentido y expreso data de la organización del sistema representativo en Buenos Aires, así como el hecho del sistema provincial, que contenía el germen de la fede­ ración, tuvo su origen en la descomposición del sistema colonial que se operó en 1820. Así, pues, los únicos antecedentes constitucionales de la asociación política argentina, que hayan tenido una vida propia y hayan concurrido de alguna manera á la Constitución Nacional, co­ rresponden á las provincias, y no á la Nación, ya sea que se formulen en leyes orgánicas, como en Buenos Aires, ya sea que se manifiesten por el aislamiento de las demás provincias someti­ das á la influencia de un caudillo, porque en ambas cosas esto revela la existencia de una personalidad política, á la que es necesario re­ conocer una existencia de hecho ó de derecho. Ese hecho y ese derecho no fué desconocido ni por los legisladores unitarios en 1826, ni por los legisladores federalistas en 1853. Los autores de la Constitución unitaria de 1826, decían en su manifiesto á los pueblos: « En cuanto á la administración interior de las provincias, examinad atentamente el contexto Y BATALLA DE PAVÓN 327

de la sección séptima, que establece sus bases y organiza su régimen, y hallaréis todas las ventajas que han podido ser el objeto de vues­ tros deseos. Quizá excedan las esperanzas de aquellos mismos pueblos, que buscaban exclu­ sivamente en la federación, garantías de sus in­ tereses locales. Reservando la Constitución á cada una de las provincias la elección de sus autoridades, pone en sus manos todos los me­ dios de hacer su bien. Quedan constitucional­ mente en plena posesión de las facultades para procurarse la prosperidad posible, aprovechar de los favores de su clima, la riqueza de sus frutos, los efectos de su industria, las comodi­ dades de sus puertos, y cuantas mejoras pueda proporcionar á un pueblo libre, la fertilidad del suelo, de mancomún con la industria del hom­ bre...... Vuestros representantes han entre­ sacado todas las ventajas del sistema federal, separando solo sus inconvenientes...... de los diversos elementos de gobiernos simples, han construido un gobierno compuesto.» Con poca diferencia, del mismo modo se ex­ presaron lós autores de la Constitución federal de 1853, la que fué por ellos mismos calificada de mixta y lo era en efecto. La verdad esxpie no son las simples formas de gobierno las que han armado á los pueblos unos contra otros, y que en el fondo de todas las cuestiones había algo de más serio, que di­ vidía profundamente á los partidos. La verdad 328 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI era que no podía transigir la razón con la vio­ lencia, que no podía pactar el derecho con el hecho, sin abdicar el primero sus principios, y sin que el segundo se convirtiese á su vez en derecho consentido y expreso. Esta transfor­ mación se operó en parte en el Congreso de Santa Fe, que dictó la Constitución de 1853, obligatoria tan sólo para las trece provincias hermanas, con excepción de Buenos Aires, que se constituyó en Estado disidente, en uso de su propia soberanía. Desde entonces, y sólo desde entonces, dos derechos se encontraron uno en presencia del otro, y pudo preverse que su amalgama era posible, sin mengua de ambos y sin sacrificar principios. Desde entonces el derecho nacional que representaba la Confederación, calcado so­ bre la Constitución de los Estados Unidos, se ha ido consolidando, y mostrando sus deficien­ cias en aquellas partes en que la Constitución federal se separó del modelo que tuvo en vista; á la par que el derecho de Buenos Aires, ex­ presión de la soberanía provincial, y que tenía sus raíces en el pasado y contaba con antece­ dentes propios, fué perfeccionándose por el pro. greso de sus ideas democráticas. Lo primero es una prueba de que las peculiaridades nacio­ nales, ningún contigente han dado á la organi­ zación de la República federal, y que si bien la federación fué un hecho anterior, su derecho es exclusivamente la copia de la organización Y BATALLA DE PAVÓN 329

norteamericana, y cuya historia y sus antece­ dentes deben contarse desde 1853 para adelan­ te. Lo segundo demuestra claramente que el verdadero contingente de antecedentes propios, en materia de derecho constitucional, pertenece á las provincias, y que Buenos Aires, al tiempo de incorporarse á la confederación, puede y debe proponer como la fórmula general de una re­ forma, el restablecimiento del texto de la Cons­ titución norteamericana la única que tiene autoridad en el mundo, y que no puede ser alterada en su esencia, sin que se violen los principios de la asociación, y se falseen las re­ glas constitutivas de la República federal, que como se ha dicho antes, es el hecho estableci­ do que encuentra Buenos Aires desde 1853. La Comisión ha necesitado entrar en el des­ arrollo de estas consideraciones, para demostrar con toda la fuerza del raciocinio y todas las lecciones de la historia, con cuánta razón adop­ tó la regla ya indicada, á efecto de formular un plan general de reformas; y aunque ésta no sea la que exclusivamente la hayan guiado en su confección, forma una parte muy principal, como se verá más adelante cuando se funde en par­ ticular cada una de las reformas proyectadas. II

DECLARACIONES, DERECHOS Y GARANTÍAS

Artículo 5.0 Educación gratuita y presenta­ ción de las constituciones provinciales á la apro­ bación del Congreso. {Supresión de esta parte} Art. 64, inc. 28 y art. 103. (Correlativos) al 5.0 Art. 15. Abolición de la esclavatura. (Adicio- cionado.) Art 18. Sobre las ejecuciones á lanza ó cuchillo. (Supresión de esta parte.) Art Sobre la legislación de la prensa. (Intro­ ducido por la comisión). Art. Sobre los derechos no indicados expre­ samente. (Id. id.) Tales son las cinco reformas que correspon­ den al primer grupo indicado en el plan general. En esta sección de la Constitución, están com­ prendidos, todos aquellos derechos, ó más bien principios, que son anteriores y superiores á la Constitución misma, que ia ley tiene por objeto 332 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

amparar y afirmar, y que ni los hombres consti­ tuidos en sociedad pueden renunciar ni las leyes abrogar. Los derechos de los hombres que nacen de su propia naturaleza, como los derechos de los pue­ blos que conservando su independencia se fede­ ran con otros, no pueden ser enumerados de una manera precisa. No obstante esa deficiencia de la letra de la ley, ellos forman el derecho natural de los individuos y de las sociedades, porque fluyen de la razón del género humano, del objeto mismo de la reunión de los hombres en una comunión política, y del fin que cada individuo tiene derecho á alcanzar. El objeto primordial de los gobiernos es asegurar y garan­ tir esos derechos naturales de los hombres y de los pueblos; y toda ley que los quebrantase, destruiría los fundamentos de la sociedad misma, porque iría contra el principio fundamental de la soberanía; porque iría contra la voluntad de los individuos y de los pueblos, aun cuando para ello se invocase la inmolación de los derechos individuales, como en algunas democracias de la antigüedad, el lucro de un gran bien público; porque los derechos individuales, siempre, siempre deben ser salvados; porque tal es el fin primor­ dial de toda sociedad. El derecho civil, el derecho constitucional, todos los derechos creados por las leyes, la sobe­ ranía misma de los pueblos, puede variar, modi­ ficarse, acabar también, para reaparecer en otro Y BATALLA DE PAVÓN 333 derecho civil ó en otro derecho político, ó por el tácito consentimiento de la Nación ó de la leyes positivas; pero los derechos naturales tanto de los hombres como de los pueblos constituidos por la Divina Providencia (según las palabras de la ley romana) siempre deben quedar firmes é inmutable. Esta fué la solemne declaración del pueblo romano, aun en tiempo en que habían desaparecido sus libertades. No era indispensable, sin duda, la declaración expresa de tales derechos en la Constitución, desde que por el artículo ioi, los pueblos con­ servan todo el poder no delegado al Gobierno Federal. Así fué que la declaración de los dere­ chos, no se incluyó en la Constitución de los Estados Unidos, cuando fué presentada á los diversos Estados; y las enmiendas que ellos pro­ pusieron para salvar tales derechos, y que fue­ ron aceptadas, tuvieron por objeto limitar la lata interpretación de algunos artículos consti­ tucionales, que podrían de alguna manera herirlo. Una declaración délos derechos intrasmisibles de los pueblos y de los -hombres, en un gobierno que consiste en determinados poderes limitados por su naturaleza, no podía ni debía ser una perfecta enumeración de los poderes y derechos reserva­ dos. Bastaba en todos casos algún ejemplo, la enu­ meración de determinados derechos reservados, sin que por esto, todos los derechos de los hom­ bres y de los pueblos, quedasen menos asegurados que si estuviesen terminantemente designados 334 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI en la Constitución; tarea imposible de llenarse por los variados actos que pueden hacer apa­ recer derechos naturales, así en los individuos como en la comunidad. Por lo tanto, la enumeración que se hace en la primera parte de la Constitución de la Con­ federación, de los derechos y garantías de los individuos, que en algunos casos se hacen exten­ sivos á los pueblos como entidades colectivas, no deben tomarse sino como ejemplo para ir de lo conocido y expreso á lo desconocido ó tácito; puesto que no es posible consignar en las constituciones las que son una consecuen­ cia lógica del principio ya establecido. Pero para mayor claridad, para evitar todo avance de los poderes públicos, sobre los derechos indi­ viduales, la Comisión aceptó dos de los artículos de enmiendas de la Constitución de los Estados Unidos, y son los siguientes:

t.°

Las declaraciones, derechos y garantías que encie­ rre la Constitución, no serán entendidas como nega­ ción de otros derechos y garantías no enumeradas, pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma Republicana de gobierno.

2.°

El Congreso Federal no dictará leyes que res­ Y BATALLA DE PAVÓN 335 trinjan la libertad de imprenta, ó establezcan sobre ella la jurisdicción federal.

Bastante queda dicho ya respecto de lo pri­ mero. Respecto de lo segundo, la Comisión se refiere en un todo á la discusión que consta del N.° 6 del “Redactor" de sus sesiones, consignando, sin embargo, en este informe, la razón capital que la ha guiado al proponer esta reforma. Siendo la palabra escrita ó hablada uno de los derechos naturales de los hombres que derivan de la libertad de pensar, él se halla comprendido entre los derechos intrasmisibles de que se ha hablado. La sociedad puede reglamentar y aun reprimir el abuso; pero esa reglamentación y esa represión, es privativa de la soberanía provin­ cial; es decir, es privativa déla sociedad en que el abuso se comete, y á la cual puede dañar inmediatamente, ya sea á toda ella en su con­ junto, ya á los individuos aisladamente. Aun considerando los abusos de la palabra escrita como verdaderos delitos (que en realidad no son sino actos dañosos á la sociedad), ellos no podrían caer bajo la jurisdicción nacional, como no caen lq$ delitos comunes; y sería un contrasentido que fuese tribunal nacional unjurado de imprenta, y no lo fuese un juzgado civil ó criminal. Del contexto de la Constitución no resulta que tal haya sido su suerte, pero entendiéndose general­ mente de otra manera por los publicistas argen­

TOMO 11 336 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI tinos que concurrieron á su confección, teniendo el Congreso por inciso n del artículo 64, la facul­ tad de dictar leyes que requiera el establecimiento del juicio por jurados, y existiendo precedentes (aunque no de un carácter legal) que hacen presumible una intervención indebida del Gobier­ no Federal, en materia tan privativa de la sobe­ ranía provincial, es prudente precaverse contra tales probabilidades, como lo hicieron los Esta­ dos de Norte América en las enmiendas que presentaron al Congreso. Por lo que respecta al art. 5.0 de la Constitu­ ción, la reforma proyectada por la Comisión envuelve dos proposiciones: la una relativa á una condición por lo que respecta á la difusión de la instrucción primaria, y la otra por lo que respecta al examen y aprobación de las consti­ tuciones provinciales por el Congreso (5). Prescindiendo de las diversas razones que se hicieron valer en el seno de la Comisión al tiempo de adoptar estas enmiendas, y que cons­ tan en el número 6 del “Redactor”, debe en esta ocasión manifestar el principio fundamen­ tal á que responden, que es el de la soberanía provincial, en todo lo que no daña á la Na­ ción. Poner por condición á la difusión de la ins­ trucción primaria, que ella ha de ser precisa­ mente gratuita, es lo mismo que encerrar su difusión dentro de límites muy mezquinos, puesto que esa cláusula importa tanto como Y BATALLA DE PAVÓN 337 prohibir á las provincias establecer contribu­ ciones especiales para costearlas, ó dar leyes para imponer á los pudientes la obligación de costear la de sus hijos, y es’por aquí por donde ataca el principio de la soberanía provincial, sin ventaja alguna por la comunidad; y por el contrario, con perjuicio evidente de la misma educación. Por lo tanto, la supresión de la palabra gra­ tuita, además de ser el resultado de un princi­ pio, salva el porvenir de la educación y con ella las leyes que la impulsan, y que tienen la san­ ción del pueblo más competente en la materia, siendo por otra parte falso que pudiese existir una educación gratuita, desde que sus gastos se han de cubrir con el dinero de los contribu­ yentes que forma el tesoro público. En cuanto á la facultad que se da por la Constitución al Congreso, de examinar y de aprobar ó reprobar las Constituciones provincia­ les, á la que se refiere el artículo 5.0 y los artículos 64 en el inciso 29 y el artículo 103, que son correlativos, además de las razones ya indicadas en el citado 11 úm. 6 del “Redactor”, la Comisión debe añadir algo que es fundamental; y es que, en una federación constituida sobre las bases de la Constitución Argentina, cada Piovincia debe tener el derecho de usar de su soberanía en el límite que le es propio, dándose aquellas leyes que juzgue más convenientes para su feli­ cidad; y que, si esas leyes pueden en algún caso 338 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI estar en contradicción con la Constitución gene­ ral, sólo cuando llega ese caso, caen bajo el veto del único poder que tiene autoridad para anu­ larlos, que es la Corte Federal; poder estableci­ do para definir los límites de las dos sobera­ nías. Mientras la ley provincial no se pone en pugna con la ley nacional, aquélla no sale del círculo de la soberanía provincial que le dió vida, y por lo tanto no puede á título de facul­ tad preventiva, constituirse el Congreso en árbi­ tro del círculo que deba recorrer la soberanía local para evitar un caso que no ha llegado y pueda no llegar nunca. Por últimoj siendo la facultad del Congreso limitada al sólo efecto de ver si las Constituciones locales están confor­ mes con la Constitución general, según se dice en el inciso 28 del artículo 64, á la vez que tal facultad no tiene limitación alguna en el artícu­ lo 5® y en el 103 que lees correlativo; y habiendo sucedido ya que el Congreso al examinar una Constitución ha legislado en nombre de una Provincia, suplantando á la representación de su soberanía, es evidente que tal prescripción es atentatoria á los principios fundamentales de la asociación federativa, en que la personalidad política de los pueblos no puede ser eliminada, sino en todo aquello que corresponde al modo de ser exterior de cada Estado; ya sea respecto del extranjero ó de otro Estado, ó respecto de la Nación. El artículo 15, que se refiere á la abolición de Y BATAIJ.A, DE PAVÓN 339 la esclavatura, y á consignar el principio de la libertad del ser humano para que no sea asimi­ lado á las bestias, ha sido adicionado con las palabras textuales de la ley de4de Febrero de 1813, que garante esa misma libertad á los que pisaron su territorio. Las razones que aconseja­ ron esta enmienda, se hallan consignadas en el núm. 7 del “Redactor”, y deben tenerse muy presentes; no teniendo nada que agregar la Co­ misión á este respecto, por cuanto allí sé hace valer el principio general en que la reforma se funda, y el caso práctico que la motiva. (6) Sobre la supresión de lo relativo á las ejecu­ ciones á lanza y cuchillo, de que habla el artícu­ lo 18, se dice lo bastante en el citado núm. 7 del “Redactor", y á las razones allí expuestas se refiere la Comisión, colocando la claridad res­ pecto de sus semejantes, entre los derechos no enumerados, sin necesidad de suponer la fuerza de una ley, á lo que sólo fué un brutal abuso de la fuerza y un medio de ejercer el terror. (7) Al terminar esta parte de su informe, la Co­ misión debe hacer presente á la Convención, que se entienda que los artículos que propone introducir en la Constitución, pertenecen á aquellos derechos intrasmisibles de que habló al principio, y que ellos tienen el carácter de las enmiendas ó adiciones que los Estados pre­ sentaron al Congreso norteamericano, después de sancionada su Constitución ; es decir, estipu­ laciones del pacto social que establece Buenos 340 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI Aires por su parte, y que no está en la mano de nadie concederle, ni negarle, como nadie tiene el poder para negar ó conceder á los hom­ bres la facultad innata de respirar, porque ellos son una condición de vida en cuanto á lo po­ lítico ; un derecho primordial que deriva de la naturaleza de la propia soberanía. Estas estipu­ laciones, anteriores y superiores á la Constitu­ ción misma, son de naturaleza tal, que la discu­ sión acerca de ellas, una vez presentadas por Buenos Aires, sólo puede establecerse sobre si ellas pertenecen en efecto á la naturaleza de los derechos originarios, que son propiedad de los pueblos, y que sólo ellos pueden dar, sin que la ley convencional tenga poder de apro­ piárselas; pues lo contrario (una vez reconoci­ do que tales derechos son originarios), importaría hacer violencias al libre consentimiento de los pue­ blos, á los derechos que está en la esferade su poder reservarse, en tanto que las reservas no perju­ diquen á la comunidad, y tengan en vista la mayor suma de libertad y de felicidad posible. En el curso de este informe, se tratará de algunos otros derechos de la misma naturaleza, que por su especialidad, por no tener el carác­ ter de reservas, ó por no estar garantidos por el pacto, ni ser consecuencia de él, tienen su colocación natural en otras de las cinco clasifi­ caciones adoptadas para la mayor exposición de las materias que la Comisión piensa deben su­ jetarse á enmienda. III

COMPOSICIÓN DE LOS PODERES

Artículo 36. Sobre los requisitos para ser Dipu­ tado. (Adicionado.) Art. 43. Sobre los requisitos para ser Sena­ dor. (Adicionado.) Art. 91. Sobre la composición y residencia de la Corte Suprema. (Modificado.) Art. . Sobre la incompatibilidad de algu­ nos empleados nacionales para optar á empleos en las provincias. (Introducido por la Comisión.)

Las cuatro reformas indicadas, como se ve, sólo se refieren á la manera como deben inte­ grarse los poderes, y cuáles condiciones deben llenar los ciudadanos llamados á formar parte de ellos. Cuando se trate de sus atribuciones, será la ocasión de entrar en su teoría, exami­ nando más á fondo la Constitución. Por ahora, la Comisión se limita á fundarlas brevemente, exponiendo el principio fundamental que la han guiado al proyectar estar reformas. En toda combinación política ó social debe 342 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI existir y existe un principio conservador que la alimenta. Tal es el principio que la Comisión ha bus­ cado en toda la composición de los poderes constitucionales, persuadida de que nada impor­ taba la más ó menos perfección teórica de su organización, si en su composición no entran los elementos que la han de preservar y la han de hacer jugar de la manera más conveniente. De esta manera, la Comisión procediendo sin­ téticamente, estableció fórmulas generales que luego tradujo en enmiendas. i.a El- Poder Legislativo Nacional, que en su conjunto es la representación del todo, debe ser, para que tal hecho sea una realidad, la expre­ sión genuina de la opinión pública, de la volun­ tad de las partes que componen el todo. De aquí las adiciones hechas á los artículos 36 y 43 de la Constitución, exigiendo en los Diputados y Senadores la condición precisa de la residencia en la Provincia que lo elija, con­ dición que no es inventada por la Comisión, que tiene la sanción de la experiencia en países más adelantados en la libertad, y que comple­ menta la’verdad del sistema federativo, teniendo además en su favor los inconvenientes que prácticamente se habían tocado y se tocaban en la Confederación, por separarse en esta parte del texto de la Constitución norte americana; pudiendo. verse la extensa discusión relativa á este punto en los números 4 y 5 del “Redactor”. Y BATALLA DE PAVÓN 343 2.a La justicia federal debe ser activa y no pasiva; subordinarse á las necesidades sociales en su manera de proceder, en vez de subordi­ nar esas necesidades á sus formas; y el número de jueces debe ser arreglado á la población, según lo indique la experiencia. De aquí las modificaciones hechas en el ar­ tículo 91 que organiza la Corte Suprema, que siendo calcada sobre el plan de la Corte Fede­ ral de los Estados Unidos, se ha convertido en un cuerpo con funciones pasivas, á la manera de los antiguos anfictiones, ó más bien dicho, sin funciones, por el error de suponer que todas las causas que á ella competan habían de juz­ garse en la Capital y no en el lugar de su ori­ gen; de manera que la Nación tendría siempre que buscar á la Corte, y nunca los jueces á los ciudadanos, sistema contrario á toda buena administración de justicia. Este error capital traía consigo la necesidad de multiplicar las cortes federales en las provincias, sometiendo á ellas las causas que originariamente compe­ tían á la Suprema Corte, estableciendo inútil­ mente el grado de apelación en ellas, y aumen­ tando inmensamente el número de jueces, de suyo muy exagerado en la composición que la Constitución da á este alto tribunal. Así, pues, la reforma del artículo 91 tiene por objeto qui­ tar la condición impuesta por la Constitución de la residencia de la Corte en la Capital, á fin de que la justicia busque las causas en el 3+4 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI lugar de su origen; como se practica en los Estados Unidos, donde existe el único modelo de esta máquina política, y por este medio poner la justicia al alcance del pueblo, con vir­ tiendo en realidad lo que sólo era una ficción. 3/ La naturaleza del poder judicial en la Pro­ vincia es distinta del federal, y emanando aqué­ lla de la soberanía propia, ésta será destruida toda vez que las mismas personas ejerzan tan distintas funciones, y á esta regla deben subor­ dinarse las incompatibilidades en el ejercicio de los empleos provinciales y nacionales. He aquí el artículo introducido por la Comi­ sión, y cuyo tenor es el siguiente: Los jueces de las Cortes Federales no podrán serio al mismo tiempo de los Tribunales de Provincia; ni el servicio federal, tanto en lo civil como en lo militar, dar residencia en la Provincia en que se ejerza, y que no sea la del domicilio habitual del empleado, entendién­ dose esto para los efectos de optar á empleos en la Provincia en que accidentalmente se en­ cuentre. En caso de ser aceptada esta reforma, ella debe tener su colocación entre los derechos y garantías. Su tendencia explicada en el número 6 del “Redactor", es esencialmente pacífica y con­ servadora, y su vigencia dará por resultado, conr nlementar la primera parte de la Constitución, dar mayor independencia y más garantías á la acción legal de las provincias, y hacer menos Y BATALLA DE PAVÓN 345 frecuentes, cuando no prevenir del todo, las oca­ siones de que el poder federal se encuentre en pugna con la opinión dominante en una ó más provincias. De este modo, manteniéndose el poder federal dentro de ciertos límites, surgirá espon­ táneamente uno de los grandes bienes que pro­ porciona el sistema federal, y es el que puedan coexistir varios partidos en un mismo cuerpo de Nación, con influencia y poder en unas provin­ cias, sin nada de esto en otras, sin que la armo­ nía del conjunto se turbe, y sin que el poder general pretenda por los medios que ese artículo le quita, imponer por medio de sus agentes, otra política interna que la que sea la voluntad de la localidad el seguir. Tal es el alcance de este artículo, que es de un interés vital para Buenos Aires especialmente; sobre todo en las circunstancias presentes, en que, al ir á la unión de todo corazón, por su libre voluntad, debe propender á conservar su independencia moral, siguiéndola política interna que mejor convenga á sus intereses, y sin que ninguna influencia extraña venga á arrojar en la balanza de sus destinos las pesas falsas de los agentes federales, convertidos en agentes reac­ cionarios, como ha sucedido ya. Algo más, muy capital, podría decir la Comi­ sión sobre la representación desigual de los pue­ blos en el Congreso, por la composición especial del Senado, composición que es contraria al prin­ cipio de la soberanía popular; pero esta des­ 346 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI igualdad, tomada de la Constitución de losEstados Unidos, que tuvo allí su razón de ser, porque fué una transacción con los Estados pequeños, y que los grandes publicistas han encontrado y encuen­ tran absurda, no es tan urgente corregir como las demás, y aceptadas las anteriores reformas, conviene dejar á la acción del tiempo ilustrar la opinión sobre ella, precisamente por ser la que más interesaría á Buenos Aires como el Estado más considerable por su población y riqueza. IV

ATRIBUCIONES DE LOS PODERES

Artículo. 6.° Sobre la intervención del Gobier­ no Federal en las Provincias. (Reformado.) Art. 41. Sobre el juicio político. (Reformado.) Art. 51. Sobre la iniciativa del Senado en la reforma de la Constitución. (Suprimido.) Art 64, inciso 11. Sobre los códigos y la ciur dadanía. (Adicionado.) Art. 83, inciso 20. Sobre las facultades del Pre­ sidente en casos urgentes. (Suprimido.) Art. 83, inciso 23. Sobre las facultades del mismo durante el receso del Senado. (Modifi­ cado. ) Art. 86. Sobre las funciones ministeriales. (Su­ primido. ) Art. 87. Sobre la competencia de la Corte Suprema en los conflictos de poderes y recursos de fuerza. (Suprimida esta parte.)

.Siendo las atribuciones de los poderes la parte de la Constitución que ha estado en continua 348 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI actividad durante los siete años que han pasado, es natural que esta sección de las reformas sea la más extensa, porque la experiencia ha seña­ lado en ella mayor número de deficiencias y defectos. La Comisión pasa á fundar las ocho reformas arriba indicadas. La Comisión, al proyectar esta serie de refor­ mas, ha estado muy distante de participar de la creencia vulgar de que, cuanto más restringidos se hallen los poderes, tanto más garantida estará la libertad. Por el contrario, ella precisa que los poderes han sido instituidos para garantir la libertad; y para que su acción sea eficaz, es indis­ pensable que tengan los medios de influir sobre los hombres y las cosas, moviéndose libremente dentro de las órbitas trazadas por la ley. Trazar bien esas órbitas de acción, de modo que los poderes y todos los intereses sociales se muevan armoniosamente como las esferas, sin chocarse entre sí, esto es constituir el gobierno. El pro­ blema del Gobierno consiste, pues, en dejar mo­ verse libremente á los poderes públicos y á los intereses sociales dentro de las órbitas que le son propias, dejándolos dilatarse tanto cuanto sea conveniente y necesario, sin pretender subordi­ nar las leyes morales á las. leyes mecánicas del equilibrio. Esas leyes morales no son una incóg­ nita en las instituciones de los pueblos libres, y ellos sirven para determinar cuando los poderes se desnaturalizan por la absorción de facultades Y BATALLA DE PAVQN 349 que no son extrañas, ó cuando esas facultades se confunden por no trazar correctamente los límites que las separan. Nada tiene la Comisión que observar por lo que respecta á la organización de los poderes públicos, según lo establece la Constitución, ha­ biendo ya dicho lo bastante sobre el modo de componerlos ó integrarla. Poco ha encontrado que objetar á las atri­ buciones ordinarias de los poderes públicos. No así por lo que respecta á las atribuciones ordinarias de los mismos. Si se echa una ojeada sobre la serie de re­ formas que corresponde á esta sección, se verá que casi todas ellas se refieren^ á las atribucio­ nes, que puedan llamarse extraordinarias ó ex­ cepcionales en esos poderes, por cuanto su acción no es constante y sólo se ejercen, en circunstancias extraordiharias y excepcionales. En efecto, la facultad del poder general para intervenir en las Provincias, los juicios polí­ ticos por el Congreso, la reforma de la ley fundamental, la declaración de estado de sitio, las facultades del Ejecutivo en receso de la Legislatura y en representación de ella en los casos urgentes, las funciones ministeriales que no se ajustan al principio de la responsabilidad de mancomún, ct insólidum y los conflictos de poderes, partes que abraza esta serie de refor­ mas, son todas ellas atribuciones extraordinarias ó excepcionales; y los diversos números del 350 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

‘‘Redactor" en que se registran las discusiones detenidas sobre estas atribuciones y reformas, que en consecuencia ha acordado, manifiestan con cuanta madurez y con cuanta razón ha procedido la Comisión al formular en los tér­ minos que pasa á exponer.

INTERVENCIÓN FEDERAL

La intervención del poder general en las pro­ vincias, con requisición de parte ó sin ella, es un deber ó un derecho. En el primer caso, es una obligación que deriva de la garantía de que habla el artículo 5.0 de la Constitución: «El Gobierno federal garante á cada Provincia el goce y ejerci­ cio de sus instituciones». En el segundo caso, es una facultad que el gobierno federal ejerce por derecho propio: i.° Toda vez que una ó más pro­ vincias falten á las estipulaciones del compromiso; como por ejemplo: si algunas de ellas pretendiese establecer la forma monárquica, ó en perpetuar el poder (violencia interior) contra los principios de la democracia, etc. 2.0 Toda vez que la segu­ ridad nacional así lo exija como por ejemplo: invasión exterior ó amago de ella, sedición ex­ tendida á más de una provincia, hostilidades entre dos ó más provincias. Así que, aun cuando esta facultad no está explícitamente declarada en la Constitución de los Estados Unidos, ella deriva implícitamente de la garantía y de la naturaleza misma del poder nacional, que es á Y BATALLA DE PAVÓN 351 la vez tutelar en lo que toca á los Estados, y árbitro en lo que es de su propia competencia. La Constitución Argentina, separándose del texto norteamericano en el artículo 6.°, ha creado la confusión, no distinguiendo lo que es protec­ tor, de lo que es represivo, creyendo sin duda sus autores dar por este medio más vigor al poder general. La experiencia ha demostrado todo lo contrario, y ha puesto de manifiesto cuanto peligro hay para las libertades provin­ ciales y para la estabilidad del poder central, en esa confusión de derechos y obligaciones, que deben definirse con precisión, para evitar en lo futuro causas disolventes de la asociación. La Comisión, redactando el artículo en térmi­ nos más latos, se ha limitado á distinguir gené­ ricamente, en qué casos debe ejercerse el dere­ cho de intervención, y en cuáles está obligado el Gobierno general á intervenir á requisición de la Provincia.

JUICIO político

Este es el punto de derecho constitucional respecto del cual están más pervertidas las ideas en las repúblicas sudamericanas, y en el artículo 41 de la Constitución que nos ocupa, es la muestra más patente de ese extravío. Como se ha observado en el seno de la Comi­ sión, él es un tejido de incongruencias y de errores, que nace de no haberse comprendido

TOMO II 23 352 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI el carácter y objeto del juicio político, con­ fundiendo los crímenes de un carácter pura­ mente político y el mal desempeño de los fun­ cionarios públicos, con los crímenes ordinarios que merecen pena infamante ó de muerte; de­ jando sin responsabilidad por sus actos abusi­ vos á los funcionarios en lo ejecutivo y judicial, incluyendo, para colmo de confusión, á los miembros de ambas Cámaras que no ejercen función alguna. El juicio político es una consecuencia del principio de que todo funcionario público es res­ ponsable, y tiene por único y exclusivo objeto hacer efectiva esa responsabilidad; y se somete esta atribución á las legislaturas, porque no es posible que los tribunales ordinarios pudiesen entender de tales faltas, salvo cuando media un delito definido por las leyes, en cuyo caso el juicio político sólo tiene por objeto la destitución del funcionario. Parece imposible que una teoría tan sencilla haya sido desconocida; pero si se recuerda la discusión sobre el juicio de Rosas en las Cámaras de Buenos Aires, se verá que se fué más lejos aun pretendiendo colocar los crímenes comunes bajo la salvaguardia del juicio político, anulando los efectos de la ley común para el criminal revestido de poder. En el caso que nos ocupa, el extravío de las ideas es el mismo; pero sus consecuencias son opuestas, es decir, dejando sin responsabilidad los actos abusivos de los fun­ cionarios, por el hecho de sujetar tan sólo á Y BATALLA DE PAVÓN 353 este juicio á los que cometiesen grandes críme­ nes. que por las leyes generales tienen pena infamante ó de muerte. Es digno de estudiarse la filiación de este error, que data de la Consti­ tución de 1818, y cuya historia puede leerse en el núm. 6 del “Redactor” (pág. 9 y sig.) Del contexto de la Constitución federal (ar­ tículo 41), como del de la de Buenos Aires (artículo 47), resulta: que no hay medio humano de hacer efectiva la responsabilidad de un fun­ cionario público, si el funcionario no comete grandes crímenes ó si no viola abiertamente la Constitución. El tribunal que falta á su deber, el Juez que prevarica, el Ministro que abusa de su posición para tomar parte en especulaciones ilícitas, que pueden no ser dañosas á los cau­ dales públicos, el presidente ó gobernador que ejerce ó autoriza la coacción sobre los emplea­ dos públicos y sobre el pueblo en el acto de las elecciones, no están comprendidos entre los grandes crímenes que especifican ambas Cons­ tituciones, ni puede decirse que violan un artículo Constitucional, cuya violación traiga apareja­ da pena infamante ó de muerte; siendo, sin embargo, éstas y otras análogas, las verdaderas causas de responsabilidad que son del resorte del juicio político, y que conviene que lo sean, para que los funcionarios cumplan con sus de­ beres, para que los juicios respondan á necesi­ dades prácticas, y se evite el que, el poder ejecutivo y el judicial, • confundiendo la jnde- 354 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI pendencia respectiva con el arbitrario irres­ ponsable, tenga un tribunal que contenga sus abusos, y la responsabilidad sea efectiva y no ficticia, como sucede. A estas exigencias provee la reforma del ar­ tículo 41, que ha proyectado la Comisión; y su opinión es, que, si no se sustituye la redac­ ción que aconseja, vale más suprimir el juicio del Senado por acusación de la Cámara de Di­ putados, porque en la manera propuesta por la Constitución federal, es ilusorio el caso, y un privilegio más que una sujeción, quedando sin responsabilidad alguna los funcionarios en cuanto al mal desempeño de sus funciones, y sólo es efectiva su responsabilidad cuando al­ gún hecho criminal ante las leyes comunes los haga reos de muerte.

INICIATIVA PARA REFORMAR LA CONSTITUCIÓN

La Constitución Federal, por su artículo 51, reserva al Senado la facultad de iniciar la re­ forma de la Constitución, negándola por el he­ cho á la Cámara de Diputados. Además de que el Senado es el cuerpo que más imperfectamen­ te representa la soberanía popular, como se ha indicado al final de la sección relativa á la Composición de los Poderes, la iniciativa re­ servada en su favor por el artículo 51, es con­ trario á la esencia del principio de la misma soberanía delegada, desde que la reforma de la Y BATALLA DE PAVÓN 355 Constitución es un acto legislativo que ejercen los representantes del pueblo, y no pueden te­ ner la facultad de ejercerlo con prohibición del medio para hacer efectiva la delegación, siendo este medio la iniciativa de que no podía des­ pojarse á una parte de ellos. Se comprende que esta restricción responda á la ficción cons­ titucional de que el Senado representa á las Provincias, como en los Estados Unidos; pero además de que ésta no es sino una cosa con­ vencional, en los Estados Unidos el pueblo tiene también esa atribución, y las tienen las legislaturas locales, como ambas Cámaras na­ cionales ; lo que desautoriza de todo punto esta invención, sin precedente en los fastos consti­ tucionales. y sin razón plausible que la motive.

SUSPENSIÓN DE LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES

Por el artículo 23 de la Constitución, se sus­ penden las garantías individuales, á virtud de declaración del estado de sitio. En caso de ataque exterior, según el artículo 49 de la misma, corresponde al Senado autorizar al Presidente para declarar el estado de sitio. Corresponde al Congreso la misma atribución en caso de conmoción interior, según el inciso 26 del artículo 64, teniendo además la de apro­ bar ó suspender el estado de sitio declarado du­ rante su receso por el Poder Ejecutivo. Pero en el receso, (inciso 10 del artículo 83) 35Ó PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI del Cuerpo legislativo, puede el Presidente de­ clarar por sí el estado de sitio. Por último, por el inciso 20 del artículo 83 de la Constitución, se echa por tierra esta com­ plicada máquina, y se anula de hecho todo lo dicho, autorizando al ’Presiden te de la República para suspender las garantías individuales, aun sin declaración previa de estado de sitio, aun hallándose reunido el Congreso, y esto en casos urgentes en que peligre la tranquilidad pública, dejando la apreciación de la urgencia y del pe­ ligro al mismo Presidente, lo que importa tanto como dar á éste mayores facultades que al Congreso, poniendo á su disposición la libertad de todos los ciudadanos en todo tiempo, lo que vale tanto como abolir las garantías individuales- La limitación impuesta de dar cuenta al Con­ greso en el término de diez días, es una garan­ tía ilusoria porque en ese término puede consu­ marse una arbitrariedad, sin que sea posible remediarla en muchos meses, puesto que el Pre­ sidente tiene la facultad de usar de ese poder discrecional, ó más bien arbitrario, en todo el territorio de la República. Por lo tanto, la Comisión aconseja la supre­ sión de este artículo.

ATRIBUCIONES LIMITADAS

Todas las Constituciones, y muy especialmente las federales, han buscado un correctivo á la Y BATALLA DE PAVÓN 357 facultad peligrosa y corruptora depositada en manos de un sólo hombre, de distribuir empleos honoríficos y lucrativos de un orden elevado. De aquí la necesidad de sujetar á un acuerdo previo el nombramiento de los Ministros diplo­ máticos, los Obispos, los altos empleos de la milicia y Jueces superiores, sometiendo al Se­ nado la facultad de prestar ese acuerdo. La Cons­ titución federal ofrece, aparentemente, esa garan­ tía; pero, como sucede con las garantías indivi­ duales, ella desaparece totalmente por otro artículo que la anula, librando á buena voluntad ó al antojo del Presidente, distribuir esos em­ pleos sin previo acuerdo. He aquí los casos en que el Presidente nece­ sita del acuerdo del Senado para proceder: i.° Para nombrar los Magistrados de la Corte Suprema y demás tribunales federales. (Art. 83, inciso 5.0) 2.0 Para la presentación de Obispos. (Art .83, inciso 8.°) 3.0 Para nombrar ó remover los agentes di­ plomáticos. (Art. 83, inciso 10.) 4.0 Para la concesión de los empleos ó grados superiores del ejército y la armada. (Art. 83, in­ ciso 16.) 5.0 Para declarar el estado de sitio en caso de ataque exterior. (Art. 83, inciso 19.) Todo esto queda anulado por el inciso 23 del mismo artículo 83. En él se dice, que en el re­ ceso del Senado podrá el Presidente usar por si 358 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI solo de las facultades que requieren el acuerdo de aquel cuerpo, dándole cuenta de lo obrado en la próxima reunión; y como (según se ha visto ya) con no proponer remociones ó nom­ bramientos durante las sesiones del Congreso, queda al arbitrio del Presidente proponer Obis­ pos, nombrar ó destituir agentes Diplomáticos, hacer Coroneles y Generales, instituir J ueces, re­ sulta que es ilusoria la garantía del acuerdo previo del Senado, pues no cabe facultad delibera­ tiva que ejercer respecto de Obispos presentados al Papa, ó jefes superiores de la milicia puestos ya en posesión de sus empleos, siendo por lo tanto la obligación de dar cuenta de lo hecho, una mera formalidad para cohonestar el abuso, formalidad que, por otra parte, tiene mucho de vejatorio para el Senado. Por lo tanto, la Comisión propone la reforma de dicho artículo, redactándolo de manera que sólo se acuerde al Presidente la facultad de pro­ veer las vacantes que ocurran durante el receso por nombramientos en comisión, que espiren al finalizar la próxima reunión del Congreso.

FUNCIONES MINISTERIALES

Las Constituciones de las repúblicas sudame­ ricanas, no han tomado de la de los Estados Unidos la teoría de las funciones ministeriales, habiendo copiado en esta parte á las monar­ quías constitucionales, y en particular á la Fran­ Y BATALLA DE PAVÓN 359 cia. De aquí la responsabilidad solidaria de los Ministros y encargados del Poder Ejecutivo, y de aquí la concurrencia indispensable del Mi­ nistro para que tenga fuerza legal un acto gu­ bernativo. Así se dice en el artíuclo 84 de la Constitución federal que los Ministros «refren- »darán y legalizarán los actos del Presidente » por medio de su firma, sin cuyo requisito ca- » recen de eficacia.» No es el ánimo de la Comisión hacer la crí­ tica de esta teoría, que tiene sus ventajas, sino llamar la atención de la Convención sobre ella á fin de justificar la reforma del artículo 86, que pasa á explicar. > Por el artículo 86 se dice, que los Ministros no pueden en ningún caso tomar resoluciones por sí solos; y agrega, destruyendo la regla por la excepción:

CORTE SUPREMA

Otra reforma de esta Sección, que se relacio­ na con las atribuciones de los poderes, corres­ ponde á la administración de Justicia. El artículo 97 de la Constitución, entre las di­ versas atribuciones que da á la Suprema Corte, establece que le corresponde el conocimiento y decisión « de los conflictos entre los diferentes poderes de una misma provincia, de las causas de recursos de fuerza». Ese artículo, textualmente copiado de la Cons­ titución de los Estados Unidos, sólo ha sido innovado en esta parte, y con tanto desacierto como poca meditación. La parte relativa al conocimiento y decisión de los conflictos entre poderes de una misma provincia, atribuida á la Corte Suprema, des­ Y BATALLA DE PAVÓN 361 naturaliza completamente el poder judiciario de la Nación. La misión de ésta, es conocer de lo que es privativo de la Nación en lo contencioso y de lo que define las dos soberanías (la pro­ vincial y la nacional) en lo político. Lo contra­ rio establecería la dependencia inmediata de los poderes públicos de las provincias, sometidos continuamente á las decisiones de la Suprema Corte, pues unas veces la Legislatura llevaría al Gobernador á la barra de ese tribunal, otras veces el Ejecutivo al Poder Judicial, y hasta el conflicto entre un Juez de Paz y el Gobierno provincial, sería sometido á su fallo. Esto, que es atentatorio á la soberanía pro­ vincial, importaría una subversión completa del orden constitucional de cada localidad, dando lugar á mayores conflictos que los que se pretenden evitar, cuando hay medios fáciles y conocidos, sin salir del círculo de las leyes provinciales, para dirimir tales conflictos. Por lo tanto, la Comisión aconseja se suprima esta cláusula del artículo 97 de la Constitución. Otro tanto propone por lo que respecto á los recursos de fuerza, que sólo por un error han podido ser incluidos entre las atribuciones de la Corte Suprema. Se comprende fácilmente que un tribunal eclesiástico, fallando una causa de su jurisdicción en el territorio de una pro­ vincia, no puede hacer fuerza sino á las leyes civiles de esa Provincia, pues no es posible imaginar un caso en que sus procederes, ó sen­ 3Ó2 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI tencias se encuentre en conflicto con las leyes nacionales. El conocimiento del recurso compete entonces á los tribunales de provincia, y es conveniente que así sea, por las razones que más extensamente se dan en el número 8.° del “ Redactor Tales son las supresiones que la Comisión propone en el artículo 97 de la Constitución.

CODIFICACIÓN Y CIUDADANÍA

Por el inciso n del artículo 64, se da al Con­ greso Nacional de «dictar los Códigos Civil» » Comercial, Penal y de Minería; y especialmen- »te leyes generales para toda la Confederación » sobre ciudadanía y naturalización». La Comisión, reconociendo el buen espíritu de esta sanción, por lo que respecta á la codifi­ cación, por cuanto ella tiende á la uniformidad de la legislación, ha tenido presente lo que se dice en el artículo 97, que «corresponde á la » Corte Suprema y á los tribunales inferiores de »la Confederación, el conocimiento y decisiones »de todas las causas que versen sobre puntos » regidos por la Constitución y por las leyes de » la Confederación», y siendo los Códigos regi­ dos por- la Constitución, y pudiendo los Códigos considerarse como leyes de la Confederación» podría deducirse de esto que los Tribunales de Provincia no tienen jurisdicción civil, ni cri­ minal, una vez dictados tales Códigos por el Y BATÁLLA DE PAVÓN 363

Congreso. Por más atentatorio que esto sea á la soberanía provincial y al buen régimen de la administración interior en el orden federativo, tal es la interpretación lógica del artículo. Por esto, la Comisión ha creído deber adicionar el inciso 11 del artículo 64, explicando que los Códigos que el Congreso dictare no alteran las jurisdicciones dadas, y la aplicación de las leyes que se contuviesen en los Códigos nacionales, corresponderá á los tribunales provinciales ó federales, según que las cosas ó las personas cayesen bajo sus respectivas jurisdicciones. Por lo que respecta á las leyes de ciudada­ nía, la Comisión ha tenido presente, que la ciu­ dadanía natural es uno de los principios funda­ mentales del derecho universal, que Buenos Aires ha consagrado, y que además es un hecho conquistado por él, y reconocido ya por las pri­ meras naciones del mundo, y aun aceptado en cierto modo por la nación que más hostil se había mostrado á él. Que no pudiendo desco­ nocerse los inconvenientes que traería para paí­ ses cuya población se aumenta principalmente por la inmigración extranjera, la proclamación del principio de la ciudadanía de origen, que en el transcurso de algunos años convertiría en extranjeros á una gran parte de los nacidos en el país, los cuales reconociendo una patria de derecho, no tendrían en realidad ninguna, sino en aquellos casos en que hubiesen de invocar su ciudadanía legal contra el país de su naci­ 364 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI miento, mirada la cuestión, tanto por su faz teórica, cuanto por su faz práctica, era indis­ pensable consagrar tal principio. Que conside­ rando que la Confederación había expedido ya una ley en sentido contrario á ese principio, y aun comprométidolo en tratados públicos, aun que tales tratados no eran obligatorios para Buenos Aires, ésta debía con doble razón soste­ nerlo, y adicionar el artículo en el sentido de salvar en todo caso la ciudadanía natural. Salvo estas dos adiciones, que importan limi­ tación, la Comisión acepta todo el resto del inciso en el mencionado artículo. Estas son las reformas que la Comisión tiene que indicar por lo que respecta á las atribu­ ciones de los poderes. MATERIAS ECONÓMICAS

Artículo 9. Sobre la uniformidad de las tari­ fas y derechos de Aduana. (Adicionado.) Art. 64, inciso i.° Sobre derechos de impor­ tación. (Concordado con el anterior.) Art. 12. Sobre los favores que puedan con­ cederse á unos puertos respecto de otros. (Adi­ cionado.) Art. 64, inciso 9. Sobre la subsistencia de las Aduanas en las provincias. (Adicionado.)

La Comisión , ha hecho objeto de un estudio especial y detenido la parte económica de la Constitución Federal. Aunque ella no tenga la misma importancia de la parte esencialmente política, que afecta á los derechos del hombre en sociedad, la Comisión la ha considerado como la más sólida garantía de las institucio­ nes que consagran esos derechos; porque, siendo la que más inmediatamente afecta los intereses 366 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI materiales, la que más directamente influye en la prosperidad pública, es la que más eficaz­ mente contribuye á interesar á los ciudadanos individualmente y á la sociedad como entidad colectiva, en la conservación de sus libertades y en el mantenimiento de la paz. En esta parte, la Constitución Argentina tenía que ser necesariamente nueva; porque no existía un sólo antecedente sobre el cual pudiera esta­ blecerse un sistema económico aplicable á la Nación. Nunca túvola República Argentina una Adua­ na Nacional, y cuando la de Buenos Aires fué considerada como tal, ó bien se rigió por las leyes provinciales,.ó bien se establecieron prácticas irregulares, á fin de corregir el vicio de existir una sola Aduana exterior, siendo la existencia de las monstruosas Aduanas interiores una de las consecuencias de tal vicio. Así la federación considerada como hecho, no dejó á la organiza­ ción nacional más antecedente económico que la monstruosidad de las Aduanas interiores, que fueron destruidas por el acuerdo de San Nicolás, rompiendo el expresado acuerdo con los mismos precedentes que invocaba. Nunca tuvo la República Argentina, conside­ rada como nación, un sistema regular, ni irregu­ lar siquiera, de rentas ó de impuestos; descono­ ciéndose totalmente en ella la teoría de las con­ tribuciones, á excepción de la Provincia de Buenos Aires, cuyo tesoro sufragó los gastos Y BATALLA DE PAVÓN 367 nacionales en los pocos períodos en que la República ha tenido una organización provi­ soria. Crédito interior, ni exterior, jamás lo tuvo la República Argentina. La deuda interna consoli­ dada, jamás tuvo un carácter verdaderamente nacional, y la deuda exterior fué contraída por el crédito de Buenos Aires, á cuyo cargo sigue hasta hoy, no obstante que ella se aplicó á gas­ tos puramente nacionales. Como no existía otro puerto habilitado que el de Buenos Aires, nunca tuvo la República regla­ mentos de comercio, ni leyes de navegación; á excepción de la protección acordada por todos los ribereños al cabotaje llamado nacional; pro­ tección que parecería calculada para mantener la clausura de los ríos, si el atraso de las ideas económicas y el ejemplo de todas las naciones del mundo, no explicase la causa de ese hecho, de que se ha pretendido hacer responsable á Buenos Aires. Tierras públicas, jamás las tuvo la Nación, después de la revolución; y la única ley sobre la materia, dictada por uno de los Congresos nacionales, fué sólo aplicable á la frontera de Buenos Aires. El único precedente económico, en materia de organización nacional, es la declaración que hizo la Constitución unitaria de 1826,que estableció: que sólo los derechos de importación correspon­ derían al tesoro nacional, dando á los derechos

TOMO II j68 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI dé exportación que gravan los productos, él carác­ ter de rentas provinciales. Pero este' precedente existía en el papel,’no obstante ser el único prin­ cipio aplicable á la política de una federación, que se haya proclamado después de la revolu­ ción, siendo él una reproducción más explícita y terminante de lo que sobre el particular se esta­ blece en la Constitución de los Estados Unidos. Por consecuencia, los legisladores reunidos en Santa Fe en 1853, en representación de trece provincias argentinas, no pudiendo contar con Buenos Aires para la organización dé un sistema económico regular, tenían que fundar sobre el caos, luchando con la barbarie,, y optaron por el sistema económico de los Estados Unidos, que á pesar de que, arrebataba á las provincias hasta su sér municipal, despojándolas de los pocos recursos con que contaban una vez abolidas las Aduanas exteriores, era sin embargo el único que podía dar nervio á la Nación, una vez consoli dado. Las dificultades con que esos legisladores tenían que luchar, y la adopción juiciosa que hicieron del sistema norteamericano, hace honor á sus trabajos, y la Cómisión nada tendría que observar, si en la teoría y en la práctica no se hubiesen separado del modelo, según pasa á demostrarlo. Los Estados Unidos (pueblo esencialmente práctico en materia de organizar y consolidar la libertad), á. la vez que ordenaron su Constitu- Y BATALLA. DE PAVÓN 36$

ción política, consagraron en ella los principios fundamentales de su política económica, asegu- rando de este modo para siempre las insti­ tuciones de la Unión en lo futuro. Sin las sabias y prudentes disposiciones de la Constitución de los Estados Unidos en lo tocante al orden eco­ nómico, y especialmente por lo que respecta al comercio y á los impuestos, la Unión Americana se habría tal vez disuelto ya; y ha estado á punto de tener lugar tal disolución por sepa­ rarse una vez de la estricta observación de aque­ llos principios. Los Estados Unidos han resuelto en su Cons­ titución el arduo problema de armonizar los intereses diversos y materiales, de estados agrí­ colas, comerciales y manufactureros, estableciendo la perfecta igualdad de todos ellos, y consa­ grando prácticamente de este modo la libertad de comercio y la igualdad de las cargas, por lo que respecta á los individuos y á los pueblos. Esta hábil y equitativa política económica, que participa de la originalidad de su forma fede­ rativa, tiene por.,fundamentos estos principios:

1? Todos los Estados son iguales ante la ley del impuesto, como todos los ciudadanos son ante la ley común. 2.° Los derechos de Aduana son uniformes en todos los Estados, no pudiendo por conse­ cuencia existir tarifas protectoras de una loca­ lidad respecto de otra. 37o PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI 3.0 Los reglamentos de comercio son unifor­ mes para todos los puertos, sin que por medio de leyes especiales pueda protegerse á un puerto de la unión con peijuicio de otro ú otros. 4.0 El poder nacional no puede gravar la pro­ ducción de los Estados por medio de derechos de exportación.

Estos principios tenían necesariamente que entrar en la organización de una nación unida por un vínculo federativo, y los legisladores argentinos, al dictar la Constitución de 1853, (puesto que tomaban por norma la de los Es­ tados Unidos, como queda dicho, y su deber armonizar los intereses morales y materiales de los pueblos) debían tomarlos en cuenta, y, sin embargo, precisamente en estos puntos que son de vital interés para la prosperidad presente y para la suerte futura de la República Argen­ tina, fué donde los constituyentes se separaron del modelo, truncando ó adulterando el todo de la ley norteamericana, sea por error, sea intencionalmente. Así fué que en el artículo 9 de la Constitu­ ción federal, que habla de las Aduanas y tarifas nacionales, y en el inciso i.° del artículo 64 en que habla de los derechos de Aduana, se omitió expresamente la cláusula de la de los Estados Unidos, que establece, que tales derechos serán uniformes en toda la Unión, no obstante que se copiaba casi totalmente el resto del artículo Y BATALLA DE PAVÓN 371 Del mismo modo, al copiar otro artículo de la Constitución que servía de modelo, y en que se habla de los derechos dé puerto y tránsito, se omitió en el artículo 12 de la misma Cons­ titución federal, incluir la cláusula que establece, que en ningún caso puedan concederse prefe­ rencias á un puerto respecto de otro por medio de leyes ó reglamentos de comercio. Esta sola circunstancia motivaría suficiente­ mente la reforma de esos dos artículos; pero la Comisión ha tenido además presente que la omisión de esas dos importantes cláusulas en la Constitución federal, ha dado lugar á una polí­ tica económica atrasada y ruinosa, en completa disconformidad con la alta y liberal política comercial adoptada por Buenos Aires. Los dere­ chos diferenciales, establecidos antes de ahora en daño de Buenos Aires, y que han hecho retroceder inmensamente á las provincias del litoral, lanzando el comercio del interior por vías contrarias al interés nacional; así como las primas y favores especiales que no ha mu­ cho se han concedido á determinadas Aduanas, tienen por origen aquella omisión. Esa omisión y los actos que han sido su consecuencia, es una violación del derecho público federal, por lo que respecta á la igualdad de los pueblos ante la ley del impuesto, considerando la Adua­ na como fuente de rentas y no como instru­ mento de protección, y por lo tanto, restablecer las dos limitaciones ya indicadas, es ejercer un 372 PRESIDENCIA DEL'DOCTOR DERQUI derecho' natural, colocáñdqlsLs entre las condi­ ciones de la .unión, ó en otrojs términos; como estipulaciones expresas del pacto federal. Por todo esto, la Comisión, refiriéndose á las razones consignadas en el número: 3 del “ Re­ dactor”, propone sea adicionado el artículo 9 y 12, é inciso i.° del artículo 64 en los términos ya indicados, á fin de garantir los intereses de Buenos. Aires en lo presente-y asegurar la unión y la estabilidad de la paz de los pue­ blos argentinos en lo futuro. Otra reforma del mismo carácter, aunque no fundada en los mismos precedentes, es la adi­ ción que la Comisión propone se haga al.in­ ciso 9.0 del artículo' 64. Por el expresado inciso (9.0 del 64) se esta­ blece. qtte «corresponde al Congreso legislar j» sobre las Aduanas exteriores, y establecer los »derechos de importación y exportación que >han de satisfacerse en ellas». . . Dado el actual sistema aduanero, las , Adua­ nas exteriores, es decir, todas las Aduanas si­ tuadas sobre las fronteras terrestres ó. ríos su­ periores, ellas son las puertas por donde la vida comercial penetra á las provincias, .son parte integrante de su organismo económico, y por consecuencia, si el Congreso suprimiese la Adua­ na de una Provincia, atacaría su soberanía, atacando las fuentes de su bienestar y vio- laníio el pacto federal, que tiene por objeto proporcionar á cada: uno de los pueblos fede- Y BATALLA DE PAVÓN 373 rados la mayor suma de felicidad posible, sin emplear en su daño las facultades que los pue­ blos delegan en el poder central. Suprimir la Aduana de una Provincia, es constituirla en tri­ butaria de la Provincia vecina cuya Aduana no se suprime, recargando injustamente los consu­ mos de la primera y cegando una de las fuen­ tes de su prosperidad, pudiendo decirse que entre esto y atacar una propiedad legítimamen­ te adquirida, existe muy poca diferencia. Como ya ha sucedido que se haya suprimido inmotivadamente la Aduana de la Provincia de San Juan, en beneficio de la de Mendoza, y puede suceder que más adelante se supri­ miese la de Corrientes, por ejemplo, para fa­ vorecer la del Rosario; como sería posible que una vez incorporada Buenos Aires, se supri­ miese la de San Nicolás de los Arroyos con el mismo fin, la Comisión ha creído que debía ponerse una limitación á la facultad del Con­ greso, determinando, que él no kpodrá en nin­ gún caso suprimir las Aduanas exteriores que. existían en cada Provincia al tiempo de su in­ corporación. Esta limitación salva todos los in­ convenientes, é impide que podamos volver en ningún tiempo al sistema de una Aduana única, que constitucionalmente podría establecerse, si el artículo que nos ocupa no fuese adicionado. Tales son las reformas que en el orden eco­ nómico propone la Comisión. VI

REFORMAS DEL PACTO

Artículo 3.0 Sobre la Capital de la Repúbli­ ca. (Reformado.) Art. 30. Sobre la reforma de la Constitución (Reformado.) x Art. 101. Sobre el poder no delegado por las provincias. (Adicionado.) Las reformas propuestas por la Comisión, son de tres especies, por lo que respecta á la Convención Nacional, que debe estatuir defini­ tivamente sobre ellas.

i.° Reformas que importan reservas de los derechos propios, ó de los derechos naturales intransmisibles, que Buenos Aires propone como condiciones para federarse, y respecto de las cuales la Convención ad hoc no puede estatuir nada en contrario, á menos que la Confederación pretendiese hacer violencia á Buenos Aires. 2.0 Reformas puramente constitucionales yfó PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI que tienen por objeto perfeccionar la ley funda­ mental, garantiendo mejor la libertad por medio de ellaSj y respecto de las cuales la Conven­ ción Nacional puede estatuir en definitiva, aceptándolas ó desechándolas. t 3.0 Reformas que son una consecuencia for­ zosa del pacto, ó que expresamente están con­ signadas en él, y respecto de las cuales la Con­ vención Nacional no puede hacer otra cosa que aceptarlas, porque el pacto del n de Noviembre limita en esta parte sus poderes.

A estas reformas pertenecen.las que van áser materia de esta Sección. La primera es la relativa á la Capital de la República. x . El artículo 3.0 de la Constitución federal de­ claró á Buenos Aires Capital de la República, en momentos en que Buenos Aires no .se hallaba representada en el Congreso que la dictó, divi-, diendo su territorio sin su consentimiento, y aten­ tando contra su soberanía, vicio que quiso corre­ girse en parte, presentando la Constitución á su aceptación, poniéndolo en la disyuntiva de acep­ tar ó rechazar, sin que le fuese dado modifi­ carla. La ley orgánica de capitalización, anexa á la Constitución, que era la que dividía el territorio de Buenos Aires, fué una copia textual de la ley de 4 de Marzo de 1826, expedida por el Congreso Nacional. Esta ley, calculada para una República Y BATALLA DE P'AVÓÑ 377 constituida en unidad de régimen, no importaba en realidad sino una simple circunscripción admi­ nistrativa, con lo que se quería neutralizar. las prevenciones de las provincias en aquella época, y distribuir en beneficio común los tesoros de la Aduana de Buenos Aires nacionalizada. Este carác­ ter de la ley de capitalización del año de 1826, escapó sin duda á los legisladores de Santa Fe llamados á constituir una Confederación, y no advirtieron que minaban el sistema federal por su base, en el hecho de despojar de su ser polí­ tico á uno de los miembros de la asociación. La Provincia de Buenos Aires, que desde11816 reclamó sus prerrogativas de tal, renunciando al honor de ser la Capital de la República, no podía consentir en ser despojada de su ser provincial, con grave perjuicio de sus intereses locales, y Con graves inconvenientes para la misma nación; sobre todo, cuando se había dispuesto de su terri­ torio y de su propia Capital, sin su consenti­ miento, y contrariando por el contrario su volun­ tad expresa. Por esto fué que el pacto del 11 de Noviembre, dando por nulo lo que de hecho y de derecho lo era, salvó por el artículo 5.0 la integridad del* territorio de Buenos Aires, determinando que no podría ser dividido sin el consentimiento de su Legislatura. Esto no importaba en el fondo otra cosa, sino reconocer á Buenos Aires lo que ya se había reconocido á las demás provincias, pues por el artículo 13 de la Constitución, se establece 378 PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI que « no podrá erigirse una Provincia en el terri- »torio de la otra ú otras, ni de varias formarse > una sola, sin el consentimiento de las legisla- > turas interesadas >'. Así quedó virtualmente reformado por el Pacto, aunque de una manera negativa, el artículo 3.0 de la Constitución federal. Al considerar este artículo, las opiniones de la Comisión se dividieron en tres sistemas:

i.° Que la Capital debía estar en Buenos Aires, ya fuese que su territorio se dividiese ó no. 2.0 Que habiendo el pacto del 11 de Noviem­ bre reformado virtualmente el artículo 3.0, dán­ dolo por derogado, podía, sin peligro, dejarse en el texto, tal como estaba. 3.0 Que la Capital debía estar precisamente en un distrito del Congreso, fuera del territorio de Buenos Aires.

Esta última opinión fué la que prevaleció en la Comisión después de largas y detenidas discu­ siones, cuyo resumen se encuentra en el número 2 del “Redactor”. ‘ En consecuencia se acordó que debía armo­ nizarse la Constitución con el pacto, sin enten­ derse que su reforma se libraba absolutamente á la decisión dé la Convención ad hoc, qué no podía estatuir contra lo que aquel consagraba; importando tanto la propuesta de reforma, como consagrar el hecho de que Buenos Aires no era Y BATALLA DE PAVÓN 379 ya la Capital de derecho de la República, desde que se le había reconocido la personalidad de Provincia federada, personalidad que el Congreso de Santa Fe le había desconocido. La reforma del artículo se formuló de manera que consagrando el hecho ya expresado, permi­ tiese á la Convención ad hoc adoptar la resolu­ ción. que considerase más conveniente para dar á la República una capital. El pacto del n de Noviembre, en el hecho de estipular la reunión de una Convención Na­ cional, que de común acuerdo con los diputados de Buenos Aires, tomase en consideración las reformas que éste propusiere, derogaba la cláu­ sula del artículo 30 de la Constitución, que esta­ blece que ella no podrá ser reformada sino des­ pués de pasados diez años desde el día en que la juren los pueblos. Esta condición que no era obligatoria á Buenos Aires, y que había sido, durante su lucha con la Confederación, uno de los más serios obstáculos que había encontrado para entenderse con ella, por lo que respecta á arreglos nacionales, era natural y era conveniente que fuese derogada por el convenio de paz, que fijó al mismo tiempo las bases de la unión. La adición del artículo 101 de la Constitu­ ción, con tendencias á salvar el poder que cada Provincia se haya reservado por pactos especia­ les al tiempo de su incorporación, además del que no hayan delegado por la misma Constitu­ ción, es otra consecuencia lógica del pacto. 38o PRESIDENCIA DEL DOCTOR DERQUI

Esta adición, concebida en términos genéricos, tiene por objeto salvar inmensas dificultades, y resolver multitud de cuestiones prácticas de la actualidad, poniendo el pacto del n de Noviem­ bre bajo la salvaguardia de la Constitución. Habiéndose reservado Buenos Aires por ese pacto poderes que la Constitución atribuía en algunos casos al Gobierno Nacional, habiendo éste por su parte consentido en ello, siendo ese pacto la base sobre la cual nos confederamos con la Con­ federación Argentina; constituyendo así ambas partes reunida la Nación Argentina, tal reserva es perfectamente arreglada al orden de una na­ ción de pueblos confederados, y conforme al derecho público argentino, por lo que respecta á la teoría de los pactos preexistentes, que la misma Constitución reconoce en su preámbulo. No hallándose representada Buenos Aires en el Congreso de Santa Fe, en que trece provincias declararon confederarse en virtud de pactos pre­ existentes, habiendo sido necesario celebrar más tarde el tratado del n de Noviembre, en virtud del cual recién declaró Buenos Aires que era su voluntad incorporarse ó confederarse, (l) previa

(i) Hay en esta afirmación una inexactitud que no está en armo­ nía con los sucesos que desde -el año de 1822 han tenido lugar en las Provincias del litoral, y que no puede atribuirse á ignorancia de los miembros de la Comisión informante. Desde el tratado que en 1823 celebraron las Provincias del litoral hasta el tratado de 4 de Enero de 1831, Buenos Aires había manifestado su voluntad de incorporarse al resto de las Provincias para formar la nación. Y BATALLA DE PAVÓN 381

revisión de la Constitución; ese y no otro es el pacto preexistente que se refiere á Buenos Aires> y por lo tanto debe quedar garantido en la Cons­ titución misma, fijando á la vez una regla gene­ ral para todos los casos, por no ser propio que en la ley común se establezcan artículos espe­ ciales en favor de una provincia respecto de otra, no obstante que se salven virtualmente aquellos poderes reservados por cada úna de ellas, que sin perjudicar á la comunidad hubiesen sido ex­ presamente garantidos, como sucede en el pre­ sente caso. En consecuencia, se formuló la adición del artículo 101 en los términos ya indicados, dando con esto fin la Comisión Examinadora, al cargo con que la Convención tuvo á bien honrarla.

Al dar cuenta del resultado de sus trabajos, la Comisión saluda á la Convención del Estado de Buenos Aires, haciendo votos para que el acierto presida á sus deliberaciones, bajo los auspicios de la Providencia, que preside á los altos destinos de la Nación Argentina.

Buenos Aires, Abril 3 de 1860- (Firmado) BARTOLOMÉ MITRE. •' Dalmacio Vélez Sarsfield.— José Mármol. — Antonio Cruz Obligado. — Domingo F. Sarmiento. ÍNDICE

Advertencia...... I. Deslinde de la Capital provisoria de la Nación. Ley de Municipalidad para la Capital provisoria de la Nación...... 17 II. Los sucesos de San Juan. Asesinato del Coronel don José Virasoro, Gobernador de la Provincia. Correspondencia entre el’ General Urquiza y . el General Mitre sobre los sucesos de San Juan...... 25 III. Protesta del Gobierno de Buenos Aires por el fusir lamiento del Doctor Aberastain. Nota del Ministro del Interior clasificando de anti­ constitucional esa protesta. Contestación del Go­ bierno de Buenos Aires,...... :...... 63 IV. Una carta del Doctor,Derqui en que traiciona á sus amigos políticos, publicada por el diario “La Na­ ción"; otra carta interesante del Presidente Derqui, también publicada por ese diario, en la cual se ocupa del Doctor Aberastain y de la cuestión sobre la elección de Diputados por Buenos Aires...... 77 V. Negativa del Gobernador de Corrientes á mandar practicar elección de Diputados al Congreso. Car­ ta del Presidente Derqui al General Mitre sobre ese asunto, en la que le promete derrocar al Goberna - dor de Corrientes si persiste en su negativa. Carta del General Urquiza al Presidente Derqui en la que, particularmente, le hizo observaciones muy importantes en la cuestión...... 89 VI. Cartas entre el General Mitre y el General Urquiza sobre la elección de Diputados al Congreso por Buenos Aires. Nota del Ministro del Interior sobre la misma cuestión. Importante discurso del Senador don Nicolás Calvo...... 105 VII. Mensaje del Gobierno de Buenos Aires á la Legisla­ tura sobre el rechazo de los Diputados electos por Buenos Ai res. Observaciones del autor de esta obra, sobre las contradicciones en que incurría el Ge­ neral Mitre en los asuntos políticos de aquella época...... 129 VIII. Mensaje del Presidente Derqui...... 165 IX. Carta oficial del General Urquiza sobre la batalla de Pavón. Parte detallado del Jefe de Estado Mayor del ejército de Buenos Aires sobre la batalla de Pavón...... 181 X. Documentos sobre la situación del Rosario en los primeros días que siguieron á la batalla. Informe del Gobernador de Santa Fe dirigido al Presidente Derqui sobre la batalla de Pavón...... 211 XÍ. Traición del jefe de la escuadra Nacional...... 343 XII. Sarmiento y el General Urquiza en 1861. Carta abierta del primero...... 246 XIII. Correspondencia entre el General Urquiza y el Ge­ neral Mitre sobre la negociación de paz iniciada después de la batalla de Pavón...... 259 XIV. Documentos sobre la conclusión del Poder Ejecutivo Nacional. La Provincia de Entre Ríos reasume su soberanía...... 293 XV. El Gobierno de Entre Ríos toma á su cargo el cui­ dado del Archivo Nacional y de todo lo que perte­ necía á la Nación en el Paraná...... 293 XVI. Documentos so>re el asesinato del General Pefialoza. Sus importantes servicios contra la tiranía de don Juan Manuel de Rosas. Su prestigio en las Provin­ cias del Centro. Un canto de Olegario V. Andrade. 301 XVII. Informe de la Comisión de Buenos Aires sobre las reformas...... 311 FE DE ERRATAS

Dice Debe decir

comisión. Comisión.

con el Presidente.se retiró. con el Presidente Derqui al extremo, se retiró.

refirió. defirió.

á las que. á los que.

si no hubiese. si no se hubiese.

para hacer. para exercer. injuriada, eligió, injuriada: eligió, mala semilla de que. mala semilla, de la que. al país haciendo renacer, al País, haciendo renacer,

ese camino es. ese camino, es. como un soldado cualquie­ como un soldado cual­ ra si á ello. quiera, si á ello.