Vasquismos En El Habla De Calahorra Y Su Entorno
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kalakorikos, 2014, 19, p. 243-258 biblid 1137-0572(2014)19p.243-258 Vasquismos en el habla de Calahorra y su entorno Basquisms in the speech of Calahorra and its environment por José María Pastor Blanco* A Javier Asensio Resumen El artículo se centra en el análisis de todo un conjunto de formas de ascendencia vasca, vivas en el habla de Calahorra y su entorno, como ejemplo del extraordinario interés que encierra el léxico local. Buena parte de ellas son voces cotidianas que hemos escuchado desde siempre pero que, acaso por su misma familiaridad, pasan desapercibidas e impiden se las aprecie en su justo valor. Algunas de ellas guardan, además, fenómenos fonéticos y morfológicos insospechados que nos trasladan probablemente a los orígenes mismos de nuestro idioma. Palabras clave: Léxico riojano; Calahorra; Lengua vasca; Arcaísmo; Mestizaje. Abstract This article focuses on the analysis of a whole group of forms with Basque origin, alive in the speech of Calahorra and its environment, as an example of the astonishing significance of the local lexicon. Most of them are daily terms that have always been listened to, but maybe due to their acquaintance, they go unnoticed and prevent themselves from being treasured in their significance. Furthermore, some of these words have surprising phonetic and morphological traits which take us back to the very birtth of our language. Key words: Riojan lexicon; Calahorra; Basque language; Archaism; Crossbreeding. * Doctor en Filología Hispánica. Email: [email protected] kalakorikos, 2014, 19, p. 243-258 – 243 – issn 1137-0572 José María Pastor Blanco or su riqueza y pluralidad expresivas el área geográfica del valle del Ebro constituye un espacio de enorme interés dialectal. Delimitado por dos grandes focos idiomáti- Pcos romances (el castellano a occidente y el catalán a oriente), acoge en su interior además dos sistemas de lengua ancestrales bien definidos, el aranés, de ascendencia igual- mente latina, y el vascuence, de origen prerromano, junto a toda una cadena de hablas de transición de uno a otro foco, haciendo de este territorio una de las experiencias de estudio más apasionantes que puedan darse hoy en todo el suelo peninsular. Dentro de ese ámbito, intermedia entre las hablas surgidas desde la Vieja Castilla al Mediterráneo, se halla el habla de Calahorra. Calahorra: cruce de caminos entre el Levante y el Occidente hispanos, de un lado, y entre Europa y la Meseta, de otro, desde siempre ha sido tierra de aluvión de pueblos y gentes de toda procedencia que han llegado hasta aquí para fundir su cultura y su lengua con la propia de los nativos en un sincretismo admirable; no sorprenda por tanto que el estudio de su modalidad expresiva constituya para nosotros paradigma del hablar riojano. Ya se dijo en otro lugar1: el hablante riojano dispone en su comunicación diaria de todo un sistema de signos basado en elementos fónicos, morfosintácticos y léxicos insospechados, ocultos bajo el secular manto del castellano común. Buena parte de este universo léxico au- tóctono es de fondo muy antiguo y se halla integrado por tres grandes yacimientos lexicales: de un lado, un conjunto numeroso de arcaísmos -por lo general, de base latina y, en menor medida, de raíz árabe- que vinculan este espacio lingüístico con muy diferentes zonas del te- rritorio hispánico de marcado signo conservador; de otro, un elevado e interesante número de mozarabismos que conforman el principal elemento indígena de este territorio y constituyen quizá la auténtica singularidad léxica del mismo; finalmente nos queda el elemento eusquérico patrimonial vivo en la lengua común. Pues bien, de estos últimos queremos hablar hoy, de los términos patrimoniales de origen vasco vivos en la lengua común de los calagurritanos. De entrada, sorprende quizá la escasez de vasquismos, no generales en castellano, que hallamos en la zona2, pese a que sabemos por diferentes testimonios que en el pasado no fue así y que la presencia de formas eusquéricas debió ser bastante más habitual en el habla de Calahorra, lo mismo que en general por toda la Rioja, cuando menos hasta el siglo XVIII, en que comienza a decaer su uso en un proceso gradual e imparable. Son formas vernáculas en trance de desaparición, la mayor parte de ellas, probablemente3, vestigios aislados de un antiguo sustrato dialectal perteneciente a una ancestral variedad idiomática, la primitiva lengua vasca, hablada en esta tierra acaso desde época visigoda. Mas no nos sorprenda hallar conservados aún en toda su frescura esos viejos usos dia- lectales en el espacio rural ya que es ahí donde mejor acogida tienen las formas expresivas y 1. Véase PASTOR BLANCO, J.M. Caracteres lingüísticos de La Rioja (I): claves fónicas y claves morfosintácticas; y Caracteres lingüísticos de La Rioja (y II): claves léxicas. 2. Al margen, claro está, de las numerosas formas eusquéricas introducidas en época muy reciente y que el pueblo considera como ajenas a su lengua heredada, aunque cada vez resulten más familiares (por ejemplo, las pertenecientes al ámbito pelotazale, las relacionadas con el mundo de la gastronomía, las vinculadas con el léxico de las costumbres y tradiciones populares, etc.). 3. Porque no considero aventurado suponerlas introducidas en esta región en época primitiva o altomedieval, como resultado de la repoblación navarra de la Rioja Baja habida en ese tiempo. kalakorikos, 2014, 19, p. 243-258 – 244 – issn 1137-0572 Vasquismos en el habla de Calahorra y su entorno las costumbres de etapas históricas sobrepasadas por el continuo avance de la civilización. Es cierto que buena parte del vocabulario dialectal más genuino se pierde a cada paso con cada generación humana por la acelerada evolución de los tiempos sin posibilidad de recuperación en ningún tipo de soporte documental. Igualmente es cierto que los términos tradicionales de una región o territorio se olvidan por ausencia de necesidad al caer en desuso los objetos y tareas que ellos designaban, y en su lugar se adoptan otros nuevos traídos desde el caste- llano oficial (o desde el inglés) a través de los medios de comunicación que tanto nos invaden, cumpliéndose un hecho que no sólo sucede aquí, sino que se da en todas partes. Pero no es menos cierto también que es mucho lo que aún queda de la primitiva realidad lingüística rio- jana a pesar del intenso poder uniformador que la lengua oficial ha impuesto durante siglos.4 Para intentar demostrarlo, analicemos brevemente cada una de esas formas, comenzando por el propio nombre de la ciudad, y tratemos de interpretar hacia dónde nos encaminan. Calahorra El término mismo de la localidad encierra ya indudables resonancias eusquéricas. Nótese que la forma moderna se atestigua ya, cuando menos, desde comienzos del siglo XII5, pero seguramente es bastante anterior. De otro lado, según cuenta Tito Livio en su relato sobre la campaña que dirigió el pretor Lucio Manlio Acidino contra los celtíberos de la zona hacia el año 187 a. J.C., la denominación que los indígenas daban a la población era Calagurris6, y así ha pasado a la historia. Ahora bien, ¿de dónde procede la voz? Se han aducido dife- rentes hipótesis sobre ello, todas ellas muy respetables, mas todo apunta a que estamos frente a un topónimo ancestral compuesto por dos raíces: una de probable origen celta -cala (interpretada por algunos como ‘piedra’7, por otros como ‘castillo’ o incluso ‘agua’8, y por otros como ‘cerro’9)-, que nosotros consideramos como sinónimo de ‘loma o altozano amurallados’, y otra de ascendencia protovasca -urri ‘población, ciudad’-, la misma que encontramos, por ejemplo, en la antigua Graccurris o en Lazagurría. Según ello, Calahorra/ Calagurris en su origen vendría a significar literalmente ‘población situada en lo alto de una loma fortificada’, que es lo que realmente debió ser al menos desde la Edad de Hierro. arañón ‘ciruelo silvestre y su fruto’ Así se oye esta voz no sólo en Calahorra sino en otros puntos de la Rioja Baja y de la Se- rranía como Cabretón, Cervera del Río Alhama o Munilla. Decir, de entrada, que figura en el diccionario académico como forma propia de Aragón, exclusivamente, y con idéntico significado al aquí descrito, pero entre nosotros su presencia resulta trivial, bien con esa 4. Para todo ello, véase PASTOR BLANCO, J.M. El riojano. El castellano hablado en La Rioja, p. 15-96. 5. En un documento del monasterio de Valvanera fechado en 1108 (ALVAR, M. El dialecto riojano, p. 47) y bajo la grafía Calaforra, por errónea reconstrucción del nombre. 6. Véase LIVIO, T. Historia de Roma desde su fundación, Libro XXXIX, 21, p. 289-290. 7. Cf. ALVAR, M. Op. cit., p. 47. 8. Cf. MENÉNDEZ PIDAL, R. Toponimia prerrománica hispana, p. 17. 9. Cf. AZNAR MARTÍNEZ, E. El euskera en La Rioja. Primeros testimonios, p. 80. kalakorikos, 2014, 19, p. 243-258 – 245 – issn 1137-0572 José María Pastor Blanco acepción o con la más restringida de ‘endrina o fruto del endrino’-10. Igualmente existe en Álava -puntos de Sierra Encia y Quintana-11 y en Navarra12, donde arañón es la ‘endrina o fruto del endrino’; asimismo en Cataluña y en tierras valencianas, donde se oye aranyó como sinónimo de ‘ciruelo silvestre’13. El origen del término hemos de buscarlo en el vasc. común arán ‘ciruelo silvestre’, forma muy antigua quizá de base indoeuropea (¿céltico *agran-?), emparentada con el sáncrito araní ‘ciruelo silvestre’ y con algunos tipos célticos como el címbrico eirín ‘íd.’, el irlandés airné ‘íd.’, o el armónico irín ‘íd.’, como García de Diego14 sustenta. artolas ‘especie de armadura de madera que, ajustada a la albarda, sirve para transportar pesadas cargas a lomos de caballería’ Así se escucha esta voz en Calahorra y en otros puntos de la Rioja Baja y de la Serranía como Alfaro, Arnedo, Autol, Cabretón, Cervera del Río Alhama, Cornago, Herce, Igea, Las Casas, Murillo de Río Leza, Muro de Aguas, San Vicente de Munilla o Valverde de Cervera del Río Alhama.