9. La Impronta
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LA IMPRONTA COGOTAS I EN LOS DÓLMENES DEL OCCIDENTE DE LA CUENCA DEL DUERO O EL MENSA- JE MEGALÍTICO RENOVADO1 Germán Delibes Castro Universidad de Valladolid El peligro mayor en el oficio de historiador está justamente en la fuerza que tiene lo verosímil frente a la endeblez de lo verdadero. (Julio Caro Baroja, 1986) RESUMEN: La presencia de materiales Cogotas I en los dólmenes salmantinos ha servido comúnmente de apoyo a la creencia de que tales monumentos continuaron vigentes como espacios funerarios durante la Edad del Bronce. En este trabajo se insiste en la relevancia que los megalitos aún tenían por entonces como lugares sagrados, aunque se sospecha que su significado fue distinto. PALABRAS CLAVE: Tumbas megalíticas, Edad del Bronce, monumentalidad preservada, renovación ritual. COGOTAS I - STAMP ON THE DOLMENS FROM THE WESTERN DUERO BASIN –A RENEWED MEGALITHIC MESSAGE ABSTRACT: The presence of Cogotas I-type archaeological materials in the megaliths from Salamanca has been used to support the hypothesis that these funereal monuments still were in use during the Bronze Age. This work remarks the sacred relevance of megaliths during this last period, although it suggests a different meaning for them. KEY WORDS: Megalithic Tombs, Bronze Age, Preserved Monumentality, Ritual Changes. Los monumentos megalíticos del oeste europeo se encuentran entre las manifestaciones arqueológicas que mejor ejemplifican lo que en el terreno de las creencias se conoce como fenó- menos de larga duración. Gran parte de ellos, construidos hacia la mitad del IV milenio a.C., funcionaron durante mil quinientos años como calavernarios de las comunidades del Neolítico Final y calcolíticas. Además, nada excepcionalmente, su simbolismo se mantuvo intacto duran- te la Edad del Bronce. Y, aún a comienzos de nuestra Era, algunos conservaban un indudable halo sagrado, según se desprende tanto de la condena en los primeros Concilios de las prácti- 1 El autor desea mostrar su gratitud a M. Santonja Gómez y a N. Benet Jordana, Director del Museo de Salamanca y Ar- queólogo Territorial de la Junta de Castilla y León respectivamente, sin cuya colaboración y generosidad este artículo no hubiera sido posible. Mainake, XXVI/2004 / pp. 211-231 ISSN: 0212-078-X 212 Germán Delibes de Castro cas paganas que se celebraban en ellos, como dicha de los dólmenes (aquel periodo de de su interesada y nada excepcional conver- tiempo en que cumplen la estricta misión para sión en templos cristianos2. Es evidente, por la que fueron concebidos en origen) y –como tanto, que la firmeza de las creencias original- dice Bradley5 sin la aprobación de Holtorf6– mente vinculadas a estas arquitecturas consti- una “afterlife” o etapa adulta de su biografía tuyó un freno para la disolución de su memo- en la que, aunque todavía resplandezca su ria posibilitando que ésta sobreviviera a memoria, son evidentes unos usos nuevos. repetidos cambios culturales3. De ahí, la legi- Por último, aspiramos también a que este timidad de preguntarse por qué, interrum- debate sobre el significado de los depósitos piendo un comportamiento milenario, las Cogotas I en los dólmenes salmantinos se comunidades de una determinada época vol- convierta en una llamada de atención sobre el vieron la espalda a los megalitos y dieron al contrapunto que supone para ellos el absolu- traste con el destacado papel social y religioso to vacío de vestigios atribuibles al horizonte que habían desempeñado hasta entonces. inmediatamente posterior, del Soto de Medi- Básicamente, el propósito de este trabajo nilla7. El contraste es un hecho palmario y, es analizar una serie de materiales de la Edad por difícil que resulte definir un ethnos8, pare- del Bronce hallados en distintas sepulturas ce oportuno tenerlo presente a la hora de megalíticas de Ávila, Salamanca y Zamora, los abordar la problemática del proceso de etno- cuáles ilustran cómo éstas aún ejercían por génesis de los pueblos prehistóricos del oeste entonces una indudable atracción. Se ha dado de la Meseta. En este sentido, partimos del por hecho, invocando simplemente la condi- supuesto de que la vigencia de monumentos y ción de palimpsesto funerario de los dólme- lugares sagrados constituye uno de los indica- nes, que dichos materiales seguían siendo los dores más significativos de la continuidad de ajuares de nuevos enterramientos, lo que nos las comunidades que se suceden en la ocupa- disponemos a discutir sirviéndonos de los ción de un territorio. La impronta religiosa y datos de un estudio contextual y, como decía mítica de los megalitos –nada raramente tilda- Julio Caro Baroja4, prevenidos por la idea de dos por ello de “tumbas para la eternidad”– que cualquier cuerpo de creencias siempre es fue dilatadísima y gozó de un enorme arraigo, objeto de reinterpretación por parte de las lo que resulta lógico tanto por el prestigio sociedades que lo heredan. El caso es que, que les confería haber sido las sepulturas de unas veces porque se modifican las propias los antepasados como por el esfuerzo, segura- creencias y otras porque se distorsionan los mente legendario, que exigió su construc- símbolos a su servicio, el mensaje de los ción. No parece probable, así las cosas, que el monumentos no se fosiliza imperturbable, dolmen se viera brusca y aleatoriamente des- sino que evoluciona y se adapta a las necesi- pojado de su mensaje ni que perdiera de dades dinámicas de la sociedad, lo cual justifi- pronto su poder de fascinación, por lo cual, ca la distinción entre una “vida” propiamente como acierta a señalar R. Bradley9, cuando 2 VEGA DEL SELLA, C. de la (1919). DANIEL, G. E. (1972). HOLTORF, C. J. (1997). 3 HOLTORF, C. J. (1998). 4 CARO BAROJA, J. (1986): 71. 5 BRADLEY, R. J. (1993). 6 HOLTORF, C. J. (1998): 24. 7 DELIBES, G. (2002): 303. 8 RENFREW, C. (1990): 117. Mainake, XXVI/2004 / pp. 211-231 ISSN: 0212-078-X 9 BRADLEY, R. J. (1993): 5. La impronta Cogotas I en los dólmenes del occidente de la Cuenca del Duero... 213 aparecen síntomas de que su memoria se des- tendencia –el túmulo de Coto Alto, en La gasta o de que se le relega como elemento del Tala, con vistosas cerámicas decoradas con paisaje religioso, habrán de sospecharse una espiguillas y Boquique12, o La Veguilla, en el inversión de valores y un cambio de fondo en valle del Tormes, donde no faltan restos de el orden social. vasos troncocónicos con decoraciones en el interior de los bordes13– nos hemos hecho 1. LA INCIDENCIA COGOTAS I EN eco varios autores14, atraídos por la idea de LOS MEGALITOS DEL OESTE DE LA que pudieran corresponder a conjuntos fune- SUBMESETA NORTE: VIEJOS Y rarios equiparables a los campaniformes NUEVOS TESTIMONIOS Ciempozuelos de otros dólmenes regionales –Aldeavieja y Galisancho15–, pero deposita- Las cerámicas Cogotas I se manifiestan dos casi medio milenio más tarde. Sin embar- con asiduidad en los dólmenes de Salamanca go la escasa elocuencia del registro arqueoló- y Zamora, no así en los de otros sectores de la gico en cualquiera de los yacimientos Meseta, como La Lora burgalesa o el valle referidos no ha permitido la verificación de la medio del Duero, en los que, tras varios lus- hipótesis, limitándonos por ello a saber que tros de investigación, no hay prácticamente tanto en la fase Formativa (Cogeces o Proto- rastro de ellas. Por el contrario, en los mega- cogotas) como durante el Pleno Cogotas I, litos de las penillanuras occidentales las espe- esto es, durante el Bronce Medio y Tardío16, cies decoradas con Boquique y afines –erró- los megalitos permanecían activos: ¿Porque neamente clasificadas en algún caso como persistía la función funeraria que se les asignó campaniformes10– comparecen desde los pri- en origen? ¿Como depositarios de una fasci- meros trabajos del P. Morán. Se conocen nación ambigua, ya muy desconectada de colecciones relativamente nutridas, en efecto, aquel significado primigenio? ¿Por la delibera- en los dólmenes de San Adrián, Las Vegas y da vinculación de mensajes nuevos al primiti- Las Peñezuelas, en el zamorano valle de vo escenario simbólico? Cualquier intento de Vidriales; y piezas más aisladas proceden de buscar respuesta a alguna de estas interesantes los del Casal del Gato de Almeida de Sayago, cuestiones pasa necesariamente por un estu- la Casa del Moro I de Traguntía, Santa Tere- dio contextual de los hallazgos, al que sólo sa de Robliza de Cojos y el Rodeo de Fuen- ahora se comienza a tener acceso tras la teliante, el primero en Zamora y los tres últi- moderna excavación de dos túmulos próxi- mos en la provincia de Salamanca11. mos a las ciudades de Ávila y Alba de Tormes. De dichos materiales y de otros hallados El dolmen del Prado de Las Cruces, en más recientemente que ratifican esa misma Bernuy Salinero, único que se conoce en la 10 BOSCH GIMPERA, P. (1971): 12. 11 MORÁN BARDÓN, C. (1931). IDEM (1935). 12 LÓPEZ PLAZA, M. S. (1973): 61-64. 13 BENET, N. (1984). 14 MARTÍN VALLS, R. y DELIBES DE CASTRO, G. (1974): 399. DELIBES, G. (1978): 238-9. ESPARZA, A. (1990): 131. 15 MALUQUER DE MOTES, J. (1960): 129. DELIBES, G. y SANTONJA, M. (1987). BENET, N. et al. (1997). 16 Como demuestran las dataciones C 14 (CASTRO, P. et al. 1995), este que en gran parte de la Península Ibérica -no sin cierta confusión- se denomina Bronce Tardío, coincide en el tiempo con los comienzos del Bronce Final europeo, lo cual explica por qué en el pleno Cogotas I comienzan a documentarse tipos metálicos innovadores, tanto de raíz atlánti- ca (puntas de lanza de esquema tubular), como mediterránea (fíbulas de codo de tipo Huelva). Mainake, XXVI/2004 / pp. 211-231 ISSN: 0212-078-X 214 Germán Delibes de Castro Fig. 1. Distribución de los monumentos megalíticos conocidos en el Suroeste de la cuenca del Duero (provincias de Àvila, Salamanca y Zamora) e indicación con círculos oscuros de aquellos en los que se ha detectado presencia de materiales Cogotas I: 1.