Historia, 38, diciembre 2016, pp. 67-93. ISSN 2519-0253

Las “otras” mujeres de la rebelión Sisa-katarista (1781-1782) The “other” women of the Sisa-katarista rebellion (1781-1782)

Marina Ari1

Recibido en: 10.08.2016 Aprobado en: 9.11.2016

Resumen: Las figuras de la esposa y hermana de Tupac Katari, otrora Julián Apaza, protagonistas de la rebelión india de 1781-1782 en el Qu- llasuyu bajo el poder español, brillaron con luz propia y se han con- vertido en referentes para nosotras, las mujeres indias. Pero ellas son sólo parte de un conjunto de mujeres indias que lucharon en la rebelión a la par de los combatientes hombres. Pese a ello, su participación, objetivos y pensamiento desarrollados en la lucha li- bertaria india han sido ignorados por la mayoría de los historiadores de la rebelión, tampoco se conoce la situación de las mujeres indias del llano que estaban recluidas en la ciudad cercada de , o las que enfrentaban a la agresión hispana en las provincias y los sectores donde se desarrolló la rebelión. La presente investigación pretende aportar con nuevos elementos al conocimiento de la situación de las mujeres indias durante esta rebelión.

1 Marina Ari es periodista. Correo electrónico: [email protected] 68 Historia, 38

Palabras clave: mujeres indias, rebelión katarista, , si- glo XVIII.

Abstract: The figures of the Indian leader Tupac Katari’s wife and sister, protagonists of the Indian rebellion of 1781-1782 in the Qullasuyu under Spanish power, shone in their own light and have become referents for us, Indian women. But they are only part of a group of Indian women who fought in the rebellion alongside male fighters, despite their participation, goals and thinking developed in the In- dian libertarian their struggle has been ignored by the majority of the historians of the Rebellion. The situation of the Indian women on the plain who were held in the besieged city of La Paz, or those facing Hispanic aggression in the provinces and sectors where the rebellion was developed, is not known either. The present research intends to contribute with new elements of knowledge presenting the situation of the Indian women during this rebellion.

Keywords: indian women, katarista rebellion, BartolinaSisa, XVII- Ith Century.

Rebelión de Kataris, ¿pero no de Sisas? en un hito histórico fundamental en la historia india de , es Aunque existen nuevos aportes de admirable que los investigadores historiadores y otros especialistas pudieran aproximarse a la misma en los análisis de la rebelión Si- obviando la participación funda- sa-katarista2 que se ha convertido mental de las mujeres indias; y no es que se trate de una insistencia 2 El término Sisa-Katarista es una rei- feminista en incorporar la presen- vindicación que hacemos algunas acti- cia de las mujeres en dicha rebelión vistas indias urbanas para que, a través sino que, efectivamente, tanto en de la inclusión del nombre de Bartoli- la insurgencia amarista como en la na Sisa en la lucha katarista, se reco- nozca la lucha de las mujeres indias en sisa-katarista, las mujeres no sólo todo el proceso de liberación india. fueron comandantes, generalas y Ari 69 soldados sino también creadoras de imprescindible para la comprensión ideología, tanto con su actuación de este proceso. Sin embargo, aun- como discursivamente. Es el caso que contiene un estudio profundo de Bartolina Sisa quien, tras su cap- del estado social y político en los tura (diciembre del año 1781), fue Andes que dio lugar a los levanta- interrogada acerca de las motivacio- mientos amaristas kataristas y una nes que la llevaron a ella y a Tupac profundización del perfil de Tupac Katari a la rebelión y respondió con Katari y las significancias y sentidos total convicción: “para que extin- políticos de sus actuaciones, ritos y guida la cara blanca sólo reinasen diferentes expresiones discursivas, los indios” (Del Valle, 1990: 249). la autora de la frase ‒que dio lugar al título de este libro‒ y otras pro- Esta fuertísima plataforma política tagonistas femeninas de estos mo- que ni siquiera Tupac Katari pudo vimientos indigenales andinos sim- expresar3 ha dado lugar al título plemente no aparecen en la obra. de la obra de Sinclair Thomson, Cuando sólo reinasen los indios. La Felipe Quispe, político indianista e política aymara en la era de la insur- historiador, escribió un texto sobre gencia (2006). Esta obra resulta ser Tupac Katari en el cual hace, funda- mentalmente, un estudio de la es- 3 Boleslao Lewin, quien analizó las confe- trategia de guerra de guerrillas del siones de los rebeldes, tiene una pobre ejército katarista. Dedicó a Bartoli- opinión sobre la de Tupac Katari, al se- na Sisa un capítulo de su obra que ñalar: “El interrogatorio de éste no de- habla de su apresamiento plantean- muestra la fortaleza de espíritu de José Gabriel Tupac Amaru. Julián Apasa, do que ella comandó “a la tropa en como la mayoría de los caudillos indí- varias acciones combativas” (Quis- genas presos, no asumió la defensa de pe, 2007: 84) y que fue la “jefa de sus actos ni alegó por los postulados de la rebelión aymara”; sin embargo el la rebelión. Por el contrario, pretendió líder e historiador aymara tampoco ganarse la buena voluntad de sus inexo- rables enemigos atribuyendo todas las le dedicó más atención a su impor- culpas a los ‘incas’, es decir, a la familia tante papel dentro del movimiento de Tupac Amaru” (Lewin, 1967: 126); y menos al de las otras mujeres in- su perspectiva era tan negativa que ol- dias. Entre los teóricos del india- vidó que Bartolina Sisa planteó en su nismo, Fausto Reinaga, en Tierra frase “para que reinasen los indios” un ideario indio revolucionario. y Libertad. La revolución nacional y 70 Historia, 38 el indio, hace una breve referencia Dentro de la historiografía boliviana a Bartolina Sisa como “seguidora” encontramos las primeras referen- de Tomasa Tito Condemayta: “Se cias a la figura de Julián Apaza en levantan Tupac Catari y Bartolina el libro de José Manuel Cortes, En- Sisa –que sigue a la iconoclasta caci- sayo de la historia de Bolivia (1861) ca Tomasa Tito Condemayta (…)” donde el autor escribe brevemente (Reinaga, 2014: 67). Por otra parte, acerca de la rebelión e incluso dice Reinaga se refiere al indigenista de Bartolina que “hallábase La Paz cuzqueño José Uriel García que, en segunda vez sitiada por la famosa su obra El nuevo indio (1930), plan- Bartolina, concubina o mujer de teó problemas identitarios del Perú. Catari” (Cortes, 1861: 24), siendo Reinaga afirma que Uriel García esta la única referencia a la partici- presentó a Tupac Katari y Bartolina pación femenina en la rebelión. Sisa como unos “bolcheviques”4. Zacarías Monje, abogado de ten- En 1943, el historiador judío pola- dencia indigenista, publicó el libro co radicado en Uruguay, Boleslao Sucasuca Mallcu (1941), una obra Lewin, escribió Tupac Amaru, el re- que marcaría a muchos indianistas5. belde. Su época, sus luchas y su influen- cia en el continente6. Lewin había es- tado en Bolivia en 1940 revisando 4 Reinaga cita J. Uriel García: “son to- documentos sobre la rebelión ka- dos bolcheviques cuando ahorcan co- tarista en el Archivo Nacional de rregidores, se apoderan de los cauda- les públicos (…) incendian y saquean y con esos datos incluyó en las grandes fábricas y obrajes de la su obra la lucha en territorio kata- época donde el indio extinguía su rista. Este historiador no dejó de vida trabajando para los amos; cuando lado a las mujeres que participaron Tupac Katari y Bartolina Sisa anegan ciudades y poblaciones enteras” (Rei- en la rebelión de Tupac Amaru, naga, 2014: 68). dedicando a una 5 La investigadora Sue Serra Iamamoto parte de su obra en la que rescata dice: “In 1942, Zacarías Monje Ortiz la carismática figura de la esposa de published Sucasuca Mallcu, a historical Tupac Amaru, mostrándola como account of the rebellion that identified Katari as an American “protomartyr”, who fought for the liberation of Indi- 6 La primera edición fue hecha en Bue- ans, mestizos and creoles from the Eu- nos Aires, por la Editorial Claridad, el ropean conquerors” (Serra, 2015: 103). año 1943. Ari 71 enérgica, inspiradora de Amaru y Biográficos (1897): Esteban Ticona su lugarteniente más inmediato. (2013) dijo que esta fue una obra A través del seguimiento a las ac- pionera que justifica la rebelión di- ciones y pensamiento de Bastidas, rigida por Tupac Katari y Bartolina Lewin se dio cuenta que su papel Sisa contra el colonialismo español no era secundario sino que ella y que muestra una percepción hu- tenía sus propios planteamientos manista defensora de los derechos sobre la estrategia del movimien- humanos. Otra obra que menciona to amarista, sobre los movimientos a Katari y a Sisa es la del sacerdote militares que debían emprenderse liberal Nicanor Aranzaes, el Diccio- e incluso tenía poder de recluta- nario Histórico del Departamento de miento de guerreros; sin embargo La Paz (1915), quien pinta a Bar- no hay un desarrollo sobre este úl- tolina Sisa como una “chola”. Luis timo aspecto. En la parte relativa a Severo Crespo también la menciona La Paz, habla de Diego Cristóbal en varias obras como Monografía de Tupac Amaru y el sitio del pueblo La Paz de Ayacucho (1906), Bosquejo de Sorata, en la provincia Larecaja, de Historia de Bolivia (1912), Episo- y menciona brevemente a Gregoria dios Históricos de Bolivia (1934). El Apaza, hermana de Tupac Katari en novelista cochabambino Augusto las páginas dedicadas a este perso- Guzmán publicó la novela histó- naje y al asedio a la ciudad de La rica Tupaj Katari (1944), en la que Paz. Sin embargo, Bartolina Sisa es dedica una parte a Bartolina Sisa prácticamente ignorada y la partici- planteando de nuevo la figura de pación de las mujeres, ausente. una “chola” que odiaba “a los cha- petones con odio fiero y proclama Existen otros textos sobre Tupac sin cuidarse que ha de llegar un día Katari en los cuales el nombre de que los nativos, dueños de esta tie- Bartolina Sisa aparece eventual- rra, los boten a las suyas” (Guzmán, mente pero por lo general, no se 1978: 55). Marcelo Grondin escribe en 1975 “Tupac Katari y la rebelión la menciona, ni a Gregoria Apaza campesina de 1781-1783” que se y menos aún a las otras mujeres constituye en una importante obra que participaron en la rebelión. A de restauración de la lucha de Tu- fines del siglo XIX, Rigoberto Pa- pac Katari y Bartolina Sisa puesto redes publicó Tupac Katari. Apuntes que muestra a la pareja como de- 72 Historia, 38 fensores de los derechos vulnerados por su liberación ha sido cubierta de de los indígenas. oprobio y disminuida” (Ibíd.: 77). De Bartolina Sisa asevera que participó Fue Alipio Valencia Vega quien en los preparativos de la rebelión, escribió una obra específica sobre llegando a conocer a Tupac Ama- Bartolina Sisa donde hace un aná- ru y que luchó junto a Katari como lisis sobre las mujeres aymaras y jefe auxiliar; “tomó parte activa en quechuas entre las que no estable- la organización de los campamentos ce distinción alguna y afirma que militares de la sublevación aymara los hispanos las usaron como carne en de La Paz, en Chacaltaya, de placer y que “la mujer, en cual- en Killikilli y el Calvario; en el valle quiera de las colonias españolas, no de Potopoto y en las alturas de Pam- estuvo exenta de su participación pjasi” (Ibíd.: 80) siendo, además, la en las ” (Valencia, 1978: 17) mejor consejera de Julián Apaza y la Afirma que en ese régimen de cas- de mayor confianza. tas, las mujeres indias ocuparon el lugar más bajo y por ello participa- Recientemente, ya en el siglo XXI, ron en la lucha por la preservación una obra analiza los significados y de su cultura y estructura familiar construcciones ideológicas en torno en contra del invasor español: a las figuras de Tupac Katari y Bar- tolina Sisa en el contexto actual del … los ejércitos indios de los al- Estado Plurinacional: se trata de Pa- zados, estaban integrados por los chakuti: El Retorno de la Nación, de indios varones (…), pero también Vincent Nicolas y Pablo Quisbert por las mujeres, en condición de (2014). En esta obra de profundi- hermanas, hijas y esposas de cada zación de la génesis simbólica de la familia. Esta participación que sor- pareja Katari-Sisa se rescata además prendió a los españoles como una un documento icónico pertenecien- rara particularidad, no lo era sin em- bargo. Provenía, en su origen, de la te al Almanaque del Punto-IV para constitución de la familia indígena los años 1960-1964 publicado por la pre-colonia…(Valencia, 1978: 76). cooperación norteamericana, don- de además de consignar a Bartolina En un sabio planteamiento, afirma Sisa entre las mujeres célebres, se que “La participación de la mujer la muestra combatiente, dirigente y indígena en la lucha de los indios chola (Nicolas, Quisbert, 2014: 164). Ari 73

Han sido historiadoras mujeres Arze quienes, en su libro Mujeres en quienes, con gran sensibilidad, han Rebelión, explican que su trabajo desarrollado estudios sobre la parti- cipación de las otras mujeres indias, … ha sido encarado reconocien- además de Bartolina Sisa y Gregoria do la importancia de rescatar la Apaza, en los levantamientos sisa-ka- perspectiva étnico cultural para el taristas. María Eugenia Del Valle ha contexto general de las subleva- ciones en las que participaron las sido la primera en indagar no sólo el mujeres recuperando los aportes papel de Bartolina Sisa y Gregoria fundamentales de autores como Apaza sino el de otras mujeres in- del Valle de Siles, Cajías, O’Phe- dias que intervinieron de diferentes lan, Serulnikov, Stern, Hidalgo, un formas en esta gesta. Su tremenda trabajo nuestro inédito y los más investigación no sólo se ha enfocado antiguos de Fisher, Lewin, Imaña en los movimientos de restauración y Vega.Nuestro objeto principal del Qullasuyu dirigidos por hombres de estudio es (…) la participación andinos sino que ha resaltado las fi- femenina en las sublevaciones… guras femeninas del levantamiento. (Arze et al., 1997: 11). El esfuerzo de esta historiadora chile- na ha sido colosal puesto que rescata Otra investigadora que ha escrito los diarios, cartas y documentación sobre el tema es Pilar Mendieta sobre el cerco de La Paz; además de quien realizó un estudio sobre la vi- su obra Historia de la Rebelión de Tupac sión del criollo Tadeo Diez de Me- 7 Catari, 1781-1782 (1990), publicó va- dina acerca de las mujeres indias e rias fuentes como Cinco testimonios del cerco La Paz 1781 (1973), Testimonios 7 Según la investigación de Herbert S. del Cerco de La Paz. El campo contra la Klein: Acumulación y herencia en la eli- te terrateniente del Alto Perú: El caso de ciudad 1781 (1980) y editó el Cerco de Don Tadeo Diez de Medina (1983), este La Paz. Diario de Francisco Tadeo Diez personaje nació en La Paz alrededor de Medina (1981). de 1730 y fue un acaudalado hacen- dado poseedor de quince fincas en La Otras historiadoras que destacaron la Paz y Cochabamba y aproximadamen- te 1.700 peones. Fue nombrado Capi- presencia de las mujeres en la rebe- tán de Milicia en La Paz por el virrey lión sisa-katarista son Ximena Me- de Manuel Amat en 1764 y fue dinacelli, Magdalena Cajías y Silvia alcalde ordinario electo en el gobierno municipal de La Paz. Durante la rebe- 74 Historia, 38 hizo contribuciones muy interesan- encima del papel protagónico del tes estudiando su mentalidad que guerrero (Mendieta, 2005: 369) califica como “conservadora” ade- más de no comprender a las muje- Finalmente la investigadora argen- res indígenas y desconocer las nor- tina Daniela Merino hace una im- mas y relaciones de género andinas. portantísima contribución en su in- El análisis de Mendieta sobre las vestigación Anatomía de una rebelión, mujeres de la rebelión se basa en Valles de Sicasica, 1782 (2000) al evo- los conceptos de Mallku/T’alla y el car la tercera y última generala del chachawarmi explicando estos con- levantamiento de 1781- 1782: Isabel ceptos como: “La pareja era enten- Huallpa viuda de Choquetiqlla. dida como el complemento, la uni- dad perfecta o ‘chachawarmi’…” Las Villkawarminaka8 (Mendieta, 2005: 367). Pese a esta supuesta unidad perfecta del cha- ¿No es justo proclamar la rebelión chawarmi, la autora afirma que los de 1781-1782 como una insurrec- roles femeninos de subordinación ción que tuvo la singularidad de de la mujer india al hombre indio la codirección de las villkawarmi- seguían vigentes: naka? Un espíritu igualitario esta- ba presente en las mujeres indias A pesar de tener roles de mando, que integraron el ejército de Tupac (…), no quiere decir que se insu- Katari y Bartolina Sisa. Estas tro- bordinen de sus pares masculinos. pas no sólo estaban compuestas de Es clara la sumisión de Bartolina a hombres sino también de mujeres Tupac Katari, el hombre, el macho que lucharon a la par de sus com- que representa el poder y la guerra pañeros y dirigieron acciones mili- aunque también es notable su in- tares. Por ejemplo, en la acción de fluencia en él. Las mujeres son el par de los hombres, son sus igua- amedrentamiento a los españoles el les pero al mismo tiempo son dife- 7 de abril de 1781, una multitud de rentes. Tienen poder pero no por guerreras y guerreros kataristas ba- jaron por El Tejar: “La multitud de

lión de Tupac Katari de 1780, Diez de Medina hizo préstamos al tesoro local 8 En aymara Villca es el nombre ritual y peleó contra los kataristas en las zo- del sol o guerrero o sacerdote del sol; y nas rurales de Pacajes y Sicasica. Warminaka singifica mujeres. Ari 75 indios constaría de seis a ocho mil, unos pocos con escopetas y logran- pero compuestos de varias muje- do coger dormidos algunos indios, res” (Diez de Medina, 1994: 118). mataron 20 entre hombres y mu- En otro relato, el criollo dice: “Ba- geres” (Segurola, 1872: 45). Obvia- jaron muchos indios y mujeres del mente las mujeres indias que fue- alto de San Pedro y se fueron em- ron asesinadas eran hijas, madres y boscando en diferentes lugares de esposas, pero eran consideradas por la campaña” (Ibíd.: 198). los españoles no como mujeres sino como guerreras enemigas. La su- El mismo brigadier español Se- premacía blanca y sus conceptos de bastián de Segurola y Olidén9 se género basados en una minusvalía asombró de la participación activa y esencia pecaminosa e inferior de de las mujeres indias guerreras pero la mujer hicieron las mujeres fueran no dudó en asesinarlas sin ninguna tratadas con mayor rudeza y barba- distinción como aquel 11 de mayo, rie pues estaban indignados de que cuando los españoles salieron de la ellas tuvieran un espíritu bravío y ciudad sitiada de La Paz y encon- osaran enfrentarse a los ejércitos es- traron a las guerreras dormidas: “Al pañoles. amanecer de este día salieron de esta ciudad al pueblo de S. Pedro Estas mujeres no sólo eran comba- tientes de segunda línea: también comandaban, lo que provocaba el 9 Sebastián de Segurola y Olidén nació asombro y odio de los españoles y en la provincia de Guipúzcoa (Espa- criollos patriarcales como Diez de ña); en 1740, siendo capitán fue nom- brado mediante cédula real como co- Medina en cuyo diario se percibe rregidor de la provincia de Larecaja y que estuvo obsesionado con la figu- Comandante de armas de la ciudad de ra de Bartolina Sisa, refiriéndose a La Paz en noviembre de 1776. Residió ella en los peores términos: en Sorata hasta el inicio de la rebelión de Tupac Katari cuando fue llamado a La Paz por el presidente de la Au- Dícese que el Apaza, con mil in- diencia de Charcas, Ignacio Flores, dios, partió el jueves (mayo) de quien lo nombró corregidor de La Paz madrugada para Calamarca a resis- en 1781. Segurola fue el principal re- tir a las tropas nuestras auxiliares y presor de las rebeliones indígenas del que su amasia (a quien la da de pa- Alto Perú, llevando adelante sangui- los cuando está borracho) se trasla- narias represalias. 76 Historia, 38

dó del alto de Potosí, a la estancia 14 años se adentrara subrepticia- de Achachicala (Diez de Medina, mente a la ciudad de La Paz para 1994: 169). llevar comida a su madre y unos pesos de plata para Bartolina Sisa. Queda clara la intención de Diez de Pero la joven fue aprehendida y no Medina degradar a la generala con conocemos la suerte que corrió. El el calificativo de “amasia” (mujer cruel Diez de Medina relató este entretenida) y de mostrarla como hecho que muestra la solidaridad, una mujer sometida a la violencia el amor filial y el supremo valor de de su pareja, pero su propósito de la juventud femenina india en se- minimizar a la guerrera revela su mejante circunstancia: odio y su indignación hacia las mu- jeres indias guerreras que amedren- … aprehendieron los nuestros taban a los españoles y criollos como hacia la trinchera de la Recogidas él, prisioneros en el cerco de La Paz a una cholita de 14 años que iba impuesto por la rebelión india. ronceando la ciudad y que fue vista, la introdujeron, y le halla- Otro elemento que caracterizó a las ron unos ocho panes, dos quesos warmis del levantamiento fue la so- y cinco pesos en plata sellada, lidaridad en circunstancias de des- que traía para la india amasia de gracia. Fue el caso de la joven que Tupac Catari, Bartolina Sisa, pri- sionera en la cárcel pública con arriesgó su vida por su madre. Trai- otra india, cuya hija es la cholita cionada, la gran Mama T’alla Barto- conductora y con más una carta lina Sisa fue capturada el 2 de julio escrita a ella de conjurado Tupac de 1781 junto con su mensajero As- Catari (Ibíd.: 275). cencio, “El Cañarito”, Juan Crisós- tomo Hinojosa, mestizo de Caquia- En otro relato acerca de un ataque viri, lugarteniente fiel de Sisa y con katarista a La Paz, Diez de Medi- una o varias mujeres cuyos nombres na muestra el ceremonial de guerra ha olvidado la historia. El amor filial en el cual las mujeres tenían un pa- a esa mujer ‒cuya identidad se des- pel importante: los y las guerreras conoce pero que fue seguramente iniciaron con una demostración de una guerrera, pues fue capturada danzas y luego compartieron una junto a Bartolina Sisa‒ hizo que el amplia provisión de coca. Posterior- 21 de septiembre, una jovencita de mente llegó Katari y juntos celebra- Ari 77 ron hasta la noche. En la oscuridad, Mujeres indias en medio del conflicto atacaron con hondas las trincheras hispanas, horadando las paredes Pero no todas las mujeres indias in- que pudieron. En esta ocasión mu- tegraron los ejércitos sisa-kataristas rieron varios hispanos y criollos pero pues en las comunidades quedaron también combatientes kataristas algunas entre dos fuegos y aunque entre los que se encontraban mu- seguramente adherían a la causa jeres: “Fueron muchos los que mu- de sus hermanos y hermanas en la rieron y se los iban arrastrando, de rebelión, hubo casos en que fueron ambos sexos” (Ibíd.: 201). El ritual asesinadas por las mismas tropas del comunitarismo masculino-fe- kataristas por no poder unirse al le- menino precedía a la muerte como vantamiento: “los rebeldes venían elemento de unión y adquisición seduciendo y propulsando a los de fortaleza, semiótica que ha sido pueblos y aun matando a los indios interesantemente expuesta por el que resistían levantarse” (Diez de historiador Nicholas A. Robins. Medina, 1994: 80).

Con admirable espíritu que no te- Las mujeres, madres e hijas de los mía a la muerte, muchas guerreras caciques fueron las primeras en ser sisa-kataristas prefirieron suicidarse victimadas. Así ocurrió en Sicasica antes que caer bajo la perversidad (La Paz) donde tanto la mujer del española, por horror hacia el yugo cacique de Urinsaya como el de hispano y con admirable valentía Aransaya fueron muertas junto a las al elegir la muerte por sobre la vio- mujeres españolas: lación y la tortura. El militar espa- ñol que masacraba a los rebeldes ... mataron los indios, con la bár- indios, Sebastián de Segurola, fue bara ferocidad que acostumbran testigo de este drama “… se siguió al cacique de Urinsaya don Pablo concluir con el resto de los que ha- López, su madre, mujer e hijos, al bían quedado vivos de ambos sexos alcalde Ambrosio, a la mujer del de los cuales algunos y particular- otro cacique de Aransaya, Apaza y mente las mujeres se sacrificaban su hijo y Eugenio Nina, así mes- precipitándose a la laguna…” (Se- mo indios. Y de los españoles (…) gurola, 1872: 138-139). don Pedro Guzmán, su mujer e hijas (Ibíd.: 61). 78 Historia, 38

Lo mismo pasó con las mujeres del y algunos mozos y las más indias y cacique de Ayoayo y el de Sapaaqui. una que otra esclava y los conduje- Asimismo, las mujeres de comuni- ron al alto de San Pedro (Ibíd.: 188). dades cercanas a la ciudad de La Paz sufrieron de hambre y desespera- Los alimentos eran utilizados como ción, lo que las llevó a tomar medi- señuelos para matar españoles y das extremas: por ejemplo, un grupo capturar a mujeres que se atrevían de 30 indígenas hizo un forado por a todo para obtenerlos: la cerca de la huerta del convento de San Francisco y estos se refugiaron … se metían los indios por las que- allí, “y habían sido mujeres de los al- bradas, de las que salían á hacer al- zados, las que clamaban por retirar- gunos robos y muertes por la par- se con ellos mediante el hambre de te de Achachicala, siendo en más que se quejaban” (Ibíd.: 118). número las mugeres, que salieron, confiadas en que los indios esta- Otras víctimas fueron las mujeres ban de paz, en solicitud de algunas comidas que por allí había, lo que indias que estaban encerradas en dio mérito á que muriese á manos La Paz. El motivo era el aprovisio- de los infieles (Segurola, 1872: 69). namiento de víveres, supuesto “de- ber” de las mujeres y sobre todo La trampa del mercado funcionó has- de las indias que conformaban la ta el mes de octubre de 1781. Diez servidumbre de los hispanos y de de Medina relata que varias mujeres los criollos. Mientras el hambre, fueron atraídas al mercado de la plaza la plaga y la muerte rondaban por de San Pedro, donde los rebeldes la ciudad, las indias encerradas en La Paz acudían desesperadas a … las fueron entresacando y sepa- un mercadito que las comunarias rando en dos clases: la una, de toda habían instalado en la plazuela de mujer de cara blanca, de buen pa- San Sebastián pero en realidad, recer, de buen ropaje, niña o vieja, era una trampa que tendieron los casada, las que llevaron a las 11 y kataristas para capturar a estas media del día prisioneras al cam- osadas: po enemigo de Munaypata (…) …repentinamente aparecieron los La otra de indias, y las de mal pe- Kataristas aprehendiendo a 60 per- laje fueron repudiadas y las envia- sonas entre muchachos y muchachas ron con libertad a la ciudad donde Ari 79

volvieron, y varias sin la provisión atraían a los hombres hacia el pe- de víveres a que habían salido y ligro. Así es cómo Diez de Medina que al bajar a la ciudad se la qui- explica sus temores: tan los rebeldes (Diez de Medina, 1994: 285). El permiso que se libró para que puedan salir las mujeres que quie- Obviamente, para el criollo Diez de ran fuera de las trincheras, nos Medina era inconcebible que los trae el justo temor de que aque- guerreros indios expresaran su soli- llas mujeres réprobas y fáciles de daridad con las criadas semi-escla- seducirse, por la liviandad regular vas indias; prefería pensar que por del sexo atraigan a sus maridos, ser indias “y de mal pelaje”, los ka- hermanos y allegados que existen taristas no las apresarían. Esta tác- en la ciudad… (Ibíd.: 285). tica hizo que el comandante Segu- rola ordenara que no se permitiera Sin embargo, las mujeres siguieron salir de las trincheras ni a hombres enfrentando el peligro y su captura ni a soldados, pero sí a las mujeres: fue interpretada por criollos y espa- aquello confirma que el concepto ñoles como una señal de prostitución. que tenían los españoles de las mu- En la madrugada volvieron del jeres indígenas era despreciativo. campo enemigo varias mujeres Pese a que eran las mujeres y sobre que con pretexto del mercado de todo las indias quienes obtenían víveres nos intersepararon [sic]. Se la poca alimentación que se podía quedaron muchas en el campo re- conseguir en La Paz, estas fueron belde por no perecer en la ciudad, calificadas por Diez de Medina pues tuvieron salvo conducto para como “réprobas”, “fáciles de sedu- venirse o quedarse, menos las de cir”, “livianas”. Además el carácter buen parecer que se hallan cus- misógino de españoles y criollos todiadas por los que las eligieron consideraba que la liviandad de las (Ibíd.: 291). mujeres indias era regular, propia, usual del sexo femenino; se respal- Además, las mujeres de uno y otro daban en los códigos de la religión lado se arriesgaban a entrar y salir católica, la expulsión del paraíso de la ciudad, sobre todo por el su- terrenal y la figura réproba de Eva puesto sentido de deber femenino para argumentar que las mujeres de proveer de alimentos a sus fa- 80 Historia, 38 milias y a sus “patrones”, más aún en sus calles; pero se nota que los cuando los habitantes de La Paz ya más de los muertos son del nú- se habían comido y a sus mulas, ca- mero de los indios amigos, de las ballos, burros, gatos y perros indias y sus hijos. Las calles están regularmente con cadáveres arroja- y los cueros más despreciables (…) dos. Los niños y muchachos gritan como del que suministraban las pidiendo socorro por las calles, es- petacas y zurrones, (…) se aventu- quinas y plaza mayor (Ibíd.: 226). raban algunas gentes, en particular las mugeres, á quienes únicamen- Capturada Bartolina en julio de te se permitió salir á comprar los 1781, los habitantes de La Paz, fun- bastimentos (Segurola, 1872: 128). damentalmente mujeres y niñas indias, arriesgaron sus vidas para ob- El hambre era el incentivo para tener alimentos: “Mataron en aquel reclutar indígenas que se habían puesto varias mujeres y niñas que quedado encerrados en La Paz. salieron por comidas” (Ibíd.: 226) y Los kataristas lo sabían y por ello, este fenómeno no paró: “hubo algu- les gritaban que se unieran al ejér- na mortandad de los nuestros y mu- cito de Julián Apaza y no murieran jeres que fueron a lavar y por víveres de hambre y se fueran al Alto don- a Callapampa y Achachicala, cometi- de tendrían toda asistencia: “y a la da por los rebeldes” (Ibíd.: 243). verdad, que muchos cholos pícaros, oficiales mecánicos y acuartelados y Pero en las áreas rurales y especial- de Larecaja se nos han descandilla- mente cuando las guerrillas –como do, desertando al campo enemigo” el líder e historiador indígena Feli- (Diez de Medina, 1994: 189-90). pe Quispe las caracteriza– de Tupac Katari fueron perdiendo terreno, Cuando, en junio de 1781, los ata- también hubo una tremenda ham- ques del ejército katarista se incre- bruna y muertes: mentaron, la ciudad languideció pero quienes más sufrieron fueron Este día vino una chola y un indio las mujeres y hombres indios que ha- chipana de Yungas (…) Aquella bían quedado al interior de la misma: dice que hay en el campo enemigo La mortandad ha seguido con los miseria y penuria de víveres, que días, por la causa de la hambre; la dan 26 papas por medio real, lo ciudad se halla exhausta de gentes que es mucha desdicha entre los Ari 81

indios (…) que los más están dis- Aquello se manifestó en los terri- plicentes con el Apaza (…) y que bles actos de robo, tortura y ma- ya lo entregasen a no ser los man- tanza de hombres y mujeres de las dones que se hallan a favor suyo comunidades: (Ibíd.: 245). “fueron también aprehendidos Algunas mujeres que desertaban in- un indio de Yungas y una india tentaron ingresar a la ciudad; aquello de este pueblo de San Pedro con se fue incrementando a medida que su hijo y una hija tiernos de edad, se debilitaba el movimiento katarista: mataron uno u otro de los levanta- dos e hirieron a algunos…” (Diez de Medina, 1994: 280). Con la entrada de algunas muje- res, que estaban entre los alzados, se fue ratificando la noticia de irse Hubo incursiones brutales a las zonas acercando a esta ciudad nuestras donde estuvo Katari. El gesto de una tropas (Segurola, 1872: 122). mujer india que iba a ser masacrada debería quedar en la memoria de Una india, que entró por la noche nosotras, las mujeres indias: la mu- nos aseguró había sido un Coronel, jer ocultaba la cara en señal de co- que derrotado por las tropas de nocimiento de su inminente y cruel nuestro ausilio, venía de retirada muerte: “ordenó el Comandante una (Ibíd.: 123). correría a Potopoto y campo de Ca- tari (…) mataron muchas mujeres, Por la mañana entraron varias mu- indios, párvulos y aun corren, a una geres, que estando presas entre los alzados, pudieron escaparse: dicen chola que, sentada, ocultaba su cara” que los indios, desocupando el (Ibíd.: 293). Es notable como el rela- alto de la Púna, se habían retira- tor deshumaniza a las mujeres indias do hacia el paraje llamado Vilaque y más aún a la “chola”. (Ibíd.: 124). Asimismo, estremece la frialdad La causa del desbande en las co- con la que Segurola relata la ma- munidades era el pánico ante a las sacre del 25 de febrero de 1781 represalias: llegó la hora de la ven- cuando sus tropas y una columna ganza, la crueldad y el abuso de los de mercenarios cochabambinos españoles contra los originarios. sorprendieron en Ancoraimes a las 82 Historia, 38 familias de las comunidades “que voluntarioso y ninguna obedien- estaban en las estancias y parajes cia, que tienen á cuanto se les separados, matándoles hasta el nú- manda, mataron como unos 25 de mero de unos 500, quemándoles estos infelices, que confiados en sus casas, trayéndose cuanto pu- la amistad venían hacia nosotros, manifestándose la malignidad de dieron haber de ganados y efectos” dicha gente (Ibíd.: 142). (Segurola, 1872: 137). El 1º de mar- zo de 1781, los cochabambinos ex- Además de robar e incluso matar a terminaron a más de 100 habitantes un joven español para robarle una indígenas de Italaque y asaltaron mula, estos atacaron a la mismas todos sus pocos bienes, de remate mujeres españolas: “últimamente incendiaron las casas: “En la que- hasta á las pobres é infelices es- brada se arrasó y quemó cuanto se encontró perteneciente a los indios, pañolas les sacaron la poca ropa con muerte de varios que se cogie- que habían podido reservar para ron, y últimamente hice incendiar cubrirse” (Ibíd.: 142). Los solda- todas las casas de los del pueblo…” dos españoles apoyados por tropas (Ibíd.: 140). En Mocomoco, en la de cochabambinos, acusados por parcialidad de Guarcas, el 3 de mar- el mismo comandante Segurola zo, 200 cochabambinos y 50 espa- de ser ladrones, saqueadores y sin ñoles destruyeron el pueblo, roba- disciplina militar, cometieron tro- ron, mataron y se ensañaron en las pelías horrendas contra las comu- mujeres, incluso en las españolas. nidades. Por ejemplo, el cura de De acuerdo con Segurola, los co- Viacha, Antonio Durán, denunció chabambinos estaban sedientos de que “sus” fieles apoyaban a los sangre y odio a los indígenas pues kataristas y que Manuel Franco cuando algunos indios se acercaron dirigió una tropa que ingresó al con regalos pidiendo piedad, solo pueblo y “a diestro y siniestro ma- recibieron muerte. taron y degollaron párvulos de pe- cho, otros tiernos de edad, mujeres … todas estas demostraciones, y que incautamente dormían con sus las órdenes que se habían dado hijos y maridos. Saquearon varias no fueron suficientes á contener casas y últimamente las incendia- la iniquidad de la tropa de Cocha- ron…” (Diez de Medina, 1994: bamba; pues llevados del espíritu 82). Se puede deducir lo que hicie- Ari 83 ron estos esbirros con las mujeres nes inhumanas de encarcelamiento indias que capturaron. pero en el brutal interrogatorio a la que la sometieron no culpó ni de- Las amantes mestizas lató a mestizos, vecinos ni a curas que eran sospechosos de apoyar la Cuando se produjo la captura de rebelión y menos a quienes efec- Bartolina Sisa, la heroica generala tivamente habían participado en india coprotagonista de los levan- el levantamiento; una sola persona tamientos de 1781-1782 no llevaba mereció su acusación: María Lu- ninguna joya, al igual que Gregoria piza, la amante de su esposo. Esto Apaza, pero en el apresamiento de ejemplifica el sentimiento de las las “queridas” de los comandantes otras mujeres de los líderes kata- indios se comprobó que ellas si las ristas que tuvieron que callar y so- usaban: “las esposas de los Quispe portar el hecho de que varios co- o la querida de Diego el Menor, mandantes indios tomaran amantes así como María Lupiza, la barraga- mestizas y las llenaran de joyas. Su na de Tupac Catari, las poseían [las conducta fue de apoyo y compañe- alhajas] en abundancia” (Del Valle, rismo con sus esposos. 1990: 446). Acusada de soberbia y pendenciera por Gregoria, herma- Un caso excepcional fue el de Gre- na de Tupac Katari, la “Lupiza” se goria Apaza quien asumió el mismo ganó la total animadversión de Bar- comportamiento de guerra que los tolina Sisa. Pero Tupac Katari no comandantes hombres, tomando co- fue el único que se “procuró” una o mo amante al joven Andrés Amaru dos amantes; el hermano de la otra y dejando en el olvido a su esposo, gran generala Micaela Bastidas, Alejandro Pañuni. Es un ejemplo de Miguel Bastidas, también se hizo revolución en los roles de género de de una querida mestiza “señalada su época. Por otra parte, se suma a como española en las declaraciones la indignación de las esposas indias de La Paz” (Ibíd.: 27) y lo mismo el hecho de que las amantes mesti- hizo Diego Quispe el menor. zas no participaban plenamente en ¿Qué pensaban las esposas indias las batallas y, a la hora de la derrota, al respecto? Cuando Bartolina Sisa delataron a sus amantes indios; se fue apresada por los hispanos, su- presentaron como víctimas y fueron frió tortura, malos tratos y condicio- 84 Historia, 38 liberadas mientras que las esposas primero que hacía era ver si entre de los caudillos indios fueron cas- las familias de aquellos indios había tigadas con penas brutales por los mujer que saciase sus carnales ape- españoles. Por ejemplo Lupiza o titos, sin precaver el menor escán- María López, que fue apresada con- dalo” (Ibíd.: 12). Evidentemente, juntamente con Katari, se victimizó Borda era un enemigo de los indios en los interrogatorios que le hicie- kataristas y en especial de Katari, lo ron los españoles hasta lograr su li- que pudo haber justificado su de- bertad, argumentando que “Apaza claración. Pero lo preocupante es la había sacado cautiva de la casa del que otros participantes de la rebe- cura de Sicasica y, convirtiéndola en lión como Bastidas y otros corone- su barragana, hacía que le siguiese les amaristas confirmaron la misma. de puesto en puesto a fuerza de ‘golpes y martirios’…” (Del Valle, Otra probable amante de Katari fue 1990:254). No importaron los tes- la mestiza Josefa Anaya. En los in- timonios de Gregoria Apaza y Bar- terrogatorios a los que fue sometida tolina que afirmaban que Lupiza se por los españoles, cuenta que era había quedado con diferentes “jo- objeto de los celos de Lupiza y que yas de oro y diamante, gargantillas, por eso, Gregoria Apaza la tuvo que rosarios, zarcillos, sortijas y pepitas trasladar al campamento de Mi- de oro” y que era regular que “la tal guel Bastidas. Anaya, en esas cir- Lupiza” conservara algunas de esas cunstancias, se puso al servicio de alhajas “puesto que las había mane- Gregoria Apaza que le delegó ta- jado desde antes” (Ibíd.) reas que le parecían intrascenden- tes como preparar la comida, hacer Por otro lado, es posible que algu- chicha, atender a los hombres: “…a nos líderes indios desarrollaran ac- Gregoria no le importaban estas tos de violencia sexual incluso hacia menudencias ni sentía que fuera las mujeres indias. El cura agustino parte de sus tareas preocuparse de Borda ‒que permaneció un mes menesteres que otras mujeres, in- junto a Katari, al que odiaba‒ lo cluso las criollas o mestizas Josefa acusó de ser un depredador sexual: Anaya y Agustina Serna podían ha- “cuando Apaza estaba borracho, sa- cer en su lugar” (Del Valle, 1990: lía de ronda con sus secuaces y lo 136). Pese a ello, no dudó en acusar Ari 85 a Gregoria Apaza de haber sido una y el de las comandantas y esposas mandona tiránica que cometió crí- indias y t’allas que dirigían batallas menes. Tal vez por eso Gregoria la o participaban en ellas. En el caso señaló como “amasia de su herma- de Gregoria Apaza, parece que ella no”. Al parecer, los celos y peleas no se consideraba como la amante entre mujeres se generalizaron: va- del joven sobrino de Tupac Amaru, rias mujeres capturadas en los cam- sino que Andrés Tupac Amaru era pamentos del Tejar (bajo el mando su amante, invirtiendo roles. amarista) y de Pampajasi (bajo el mando katarista) declararon que En una carta de Diego Quispe el “eran transportadas de un campo a Mayor a su hermano Diego Quispe otro por celos, rencillas o suspica- el Menor, descubrimos a Agustina cias de Gregoria o de María Lupiza, Mamani, amante del menor. El ma- la concubina de Apaza” (Ibíd.: 28). yor le reprocha enérgicamente a su hermano que, teniendo una esposa En el campamento El Tejar del responsable, de armas tomar y que general amarista Miguel Bastidas, manejaba hacienda, había conse- hermano de la admirable Micaela guido una “querida”: “Y lo que le Bastidas y por lo tanto cuñado de digo es que vuesa merced no ande Tupac Amaru, se encontraba Agus- cargando mujeres porque parece tina Serna, otra mestiza, amante de mal…” (Ibíd.: 341).La esposa de Bastidas a la que el general hizo Diego Quispe el Menor era Rosa llevar al pueblo de Achacachi. Del Luque que manejaba la hacienda Valle afirma que esta muchacha fue de Tarisquía en Patambuco (Puno, cuidada y protegida por los encar- Perú). En una “incautación” que gados de Bastidas en Larecaja an- hicieron los hermanos Quispe, en- tes de ser llevada a ese lugar (Ibíd.: tre los objetos requisados como oro, 341). En el campamento amarista, plata, alhajas, vestidos y armas, los líderes indios repartieron dichos Agustina atendía a su amante. Es objetos entre esposas y amantes; muy interesante ver la diferencia de Diego Quispe el Menor papeles entre las amantes mestizas o criollas que realizaban las “tareas … mandó parte de sus bienes a su femeninas” de atención general, ali- esposa Rosa Luque pero otra para mentaria, sexual, etc. a los hombres fue enviada a Ayata donde vivía 86 Historia, 38

Agustina Mamani, su querida, a Las mujeres españolas quien le envió (…) ocho posturas de vestidos galoneados dos pa- Resulta singular constatar el des- res y medio de estribos de plata, precio que sentían los españoles tres vasenicas de plata, tres platos grandes y uno mediano, tres sillo- hacia sus propias mujeres. Sin duda nes de montar y algunas chapas de fueron ‒después de las mujeres y sillas (Ibíd.: 431). hombres indios‒ las que más su- frieron en la rebelión. Uno de los Las esposas de los coroneles que- hechos más peculiares es que los chuas como Rosa Luque y Ascencia españoles vecinos de los pueblos Flores, esposa de Diego Quispe el donde se acercaba el levantamiento Mayor, quedaron en la retaguardia huyeron, dejando atrás a sus mu- administrando las propiedades y jeres. Ellas, ante la llegada de los haciendas obtenidas en la rebelión, kataristas, creían que podían salvar haciendo labores agrícolas, cuidan- sus vidas y las de sus hijos e hijas re- do a los niños, realizando labores fugiándose en las iglesias. Eso ocu- agrícolas y ganaderas. Por ejemplo, rrió en el pueblo de Sapaaqui el 3 Ascencia Flores tuvo que enfrentar de marzo de 1781, pero fueron vic- dificultades debido a que un ene- timadas: “[murieron] muchas mu- migo de su esposo, el gobernador jeres españolas (...) que se habían Carlos Puma Catari, le habría quita- refugiado en la iglesia, de modo do todo lo que tenían, amenazándo- que murieron pocos hombres por- la con ahorcarla a ella y a todos los que previniendo el daño, supieron de esa casa, incluyendo el escriba- salvar sus vidas con la fuga” (Diez no, por lo cual le invocaba: “Venite de Medina, 1994: 80). no más, que bastante has trabajado, no te vayan a hacerte traición, que Pero estas mujeres no solo fueron acabe dicho Catari, ya que dice que abandonadas o dejadas atrás por es hombre…” (Ibíd.: 335). Estas los hombres españoles: en los asal- esposas amaristas tuvieron un fin tos fueron atacadas por sus propios cruel: por ejemplo, Ascencia Flores compatriotas. En la población de pereció antes de ser sentenciada Laja, por ejemplo, llegó la solda- debido a las terribles condiciones desca española dispuesta al asalto de encarcelamiento. y el robo, pero no encontraron más que casas destruidas por el fuego: Ari 87

Y como nuestra soldadesca lle- mataron de una bala a una negra es- vaba la ansia del pillaje excitado, clava que salió por agua y una mu- que sí se les frustró, acometieron chacha tierna de edad” (Ibíd.: 291). a las casas de una pobre española, del cura, del cacique y otros y las Las mujeres indias demostraron saquearon y puede decirse de la mucha más compasión hacia las primera, que sin dejar estaca en la pared (Ibíd.: 91). españolas que la que demostrarían estas tras la caída de Katari y Sisa: Y por supuesto también fueron pre- El 25 caminaron los auxiliares al sas de los ejércitos indios. En las ac- ingenio de Patacamaya y se halla- ciones demostrativas de fuerza, las ron con unas mujeres que, llorosas tropas kataristas ahorcaban o eje- y prosternadas de rodillas, daban a cutaban a palos o a pedradas a los gritos muchas gracias a Dios, cla- prisioneros sin importar si eran mu- mando por la justicia y besando el jeres: así sucedió el 12 de abril de suelo repetidas veces, pues a la vis- 1781 en La Paz cuando sacaron a los ta de tal socorro libraban sus vidas prisioneros que tenían “fuera de las y salían de los fosos subterráneos mujeres de la ciudad, prisioneras, a donde se habían mantenido el es- quienes mataron a palos y con las pacio de cuatro meses por el rigor de los rebeldes, gracias a la caridad cabezas destrozadas” (Ibíd.: 126). de una indias… (Ibíd.: 223). Asimismo las esclavas africanas su- frieron los rigores de la guerra: “aca- Respecto al carácter de las muje- baban de degollar una esclava y su res españolas, el contraste con las hijo, por no avisarles el paradero rebeldes indígenas era palmario, de sus señoras” (Ibíd.: 224). Se las dando lugar a observaciones de los consideraba como aliadas de sus pa- españoles y criollos respecto a la na- trones españoles y muchas de ellas turaleza de las hispanas: lo eran, pero cargaban con el peso de la esclavitud que las obligaba a “En esta noche en que se pensó depender de los españoles y eran tocar las filas de la Parca, las bue- tan víctimas como las mujeres in- nas mujeres dieron el más piadoso dias. “Amanecieron los sublevados ejemplo de edificación implorando con sus pedradas y escopetas que el favor divino (…) en las iglesias y nos disparaban a menudo (…) nos en las casas donde se combinaron 88 Historia, 38

estas señoras devotas y piadosas a consumir nuestros víveres de la matronas” (Ibíd.:89) ó “confirma- ciudad (Ibíd.: 284). dos después en que la expedición marchaba para Laja, creían nues- Otro indignado con tener que res- tros sobresaltos a la media noche catar mujeres y trasladarlas era el (…) poblando las mujeres el aire comandante Segurola. En su cam- de suspiros, clamores y llantos” paña en las provincias Omasuyos y (Ibíd.: 87). Larecaja, en el pueblo de Mocomo- co se incorporaron “muchas muge- El desprecio de los hombres espa- res españolas, que venían las infe- ñoles y criollos hacia las mujeres es- lices reducidas á una imponderable pañolas los llevaba incluso a lamen- miseria” (Segurola, 1872: 140). Al tarse cuando las rescataban puesto llegar con dichas mujeres al pueblo que las veían como un lastre. Por de Guaycho (hoy Puerto Acosta), a ejemplo, el oidor Diez de Medina orillas del lago Titicaca, sus tropas y se indignaba cuando los kataristas los inefables cochabambinos que lo les devolvían a las mujeres españo- acompañaban ya no las soportaban las que estaban presas porque consi- más y estaban enfurecidos: “la tro- deraba que eran un perjuicio y que pa estaba sobradamente molestada, lo único que harían sería comerse las mulas muy rendidas, que el co- los escasos víveres de la ciudad: pioso número de mugeres, niños y otra gente, que convoyábamos nos Aunque es verdad que a algunas mujeres dieron libertad y volvie- embarazaban en gran manera las ron, el ardid de los indios es el más marchas…” (Ibíd.: 143). Esto nos refinado que puede verse en su muestra el espíritu misógino de los barbarie, porque proceden con dos españoles, a quienes el catolicismo fines, uno es descantillarnos (que- les dio nefastas caracterizaciones brantar) los hombres, desmembrar de las mujeres; mezclada con estos loas fuerzas y defensa de la ciudad conceptos está la estructura racista (…) otro dejar a las mujeres que que se impone con su invasión. “La por no contribuir a nuestra tui- raza o la “limpieza de sangre” fue ción no las gradúan opuestas, por un factor fundamental para la jus- ello a sus pérfidas ideas y les dan francatura con las miras de que, re- tificación del régimen colonial, la gresadas, han de ser concurrentes bota española aplastaba cruelmente Ari 89 a las razas indias mediante la mita, do por su género y su “otredad” a el reparto y un sistema de explota- los abusos del invasor español, ese ción brutal que se extendía incluso fue el de las mujeres indias. En la a los mestizos.” mentalidad supremacista española, se consideró que el control sobre Podríamos concluir que, pese a la vida y muerte de los indios era la impactante intervención de las un derecho erigido por la “supe- mujeres indias en el levantamien- rioridad blanca”, pero este era más to de 1781-1782, su participación fuerte aún sobre las mujeres indias ha sido indudablemente obviada y que eran consideradas de una raza esa omisión ha hecho que la historia pero también de un género “infe- (incluso india) ignore que ellas no rior”. La atribución del estigma de tuvieron una situación similar a las debilidad mental, física y sexual ha- de sus compañeros. Fueron objeto cia las mujeres, incluso españolas y de una brutal arremetida hispana criollas, se hizo más patente en la basada en los conceptos españoles rebelión de 1781-1782. de género, generalmente misógi- nos, y la violencia que se ejerció Sin embargo, el comportamiento sobre sus cuerpos, al ser asesinadas, aguerrido y osado de las mujeres in- descuartizadas, torturadas, fue un dias sisa-katarista produjo asombro espectáculo de sangre destinado entre los españoles. Pero este asom- a acallar los levantamientos por el bro se convirtió en un recurso para terror. Tampoco debe eludirse que escarmentar ese prototipo femeni- aquellas mujeres que no pudieron no indio. Esta conducta de rebeldía adherirse a los levantamientos y y fortaleza orientada a luchar contra aquellas sospechosas de seguir a los el colonialismo patriarcal español españoles fueron objeto de violen- fue violentamente castigada por los cia y muerte por parte de sus pro- hispanos quienes no dudaron en asesinar a mujeres y niñas, incluso pios hermanos indígenas. no guerreras, en las comunidades en las que incursionaron. Ideas finales Si desde el inicio de la invasión es- La extrema violencia ejercida por pañola existió un cuerpo condena- los españoles sobre las guerreras indias sisa-kataristas se relaciona 90 Historia, 38 con las concepciones de raza que varones puesto que contaron en ostentaban entonces los españoles. su lucha con soldados, generales y En este “continuum biológico de la estrategas femeninos que lucharon especie humana (…) la calificación a la par de sus compañeros hom- de unas razas como buenas y otras bres, pero no fue igualitario para como inferiores, será un modo de las warmis puesto que, además de fragmentar el campo de lo biológi- guerreras, debían cumplir con sus co que el poder tomó a su cargo” “deberes” femeninos de atención (Foucault, 1992: 206). En el caso de a los esposos y preocupación por la india que se tapaba la cara para la familia. El caso de los generales no ver el horror que le esperaba, kataristas y amaristas, casados en su creo ver la indiferencia del español mayoría con mujeres indias y que frente a la condición de género de se consiguieron amantes mestizas y las mujeres indias. Cuando los inva- criollas, revela un comportamiento sores españoles advirtieron que las alejado de los principios de la fa- mujeres indias luchaban junto a sus milia india idealizada e incluso de compañeros varones en igualdad de los principios de solidaridad racial. condiciones, la violencia se ensaño En la realidad del mundo katarista, contra ellas en exterminios “ejem- aquello provocó la humillación y plificadores” que se llevaron a cabo enojo de las esposas quienes ‒como hicieron en las comunidades; en las en el caso de Bartolina Sisa‒ vieron torturas y en los combates, se las con frustración que sus esposos da- trató como a hombres enemigos. En ban públicamente regalos y dádivas ningún relato se menciona violacio- a las amantes sin tomar en conside- nes por parte de los españoles a las ración la posición de sus cónyuges. mujeres indias pero ese silencio no Las mujeres indias de las comuni- significa que, en medio de tanta vio- dades que no participaron en los lencia hacia las mujeres indias, no se combates –y peor aún las que no haya ejercido violencia sexual. se adhirieron a la rebelión– fueron presa de la violencia y brutalidad no Por otra parte, puede observarse el sólo de los españoles sino también incumplimiento del famoso princi- de sus mismos hermanos de raza pio del chacha-warmi por parte de quienes no dudaron en matarlas de los kataristas. Este principio resultó manera cruel. Las declaraciones del beneficioso para los combatientes cura Borda y de Diez de Medina Ari 91 que aseveraban que Julián Apaza en ese caso, la acción arriesgada de no dudaba en violentar sexualmen- conseguir alimentos, en la que las te a cualquier mujer que le intere- mujeres indias de la ciudad de La sara en las comunidades son obvia- Paz expusieron sus vidas, fue heroi- mente fruto del odio español hacia ca y obviamente no reconocida. el rebelde, pero es singular y preo- cupante que los coroneles peruanos También hubo un gran compromiso hayan ratificado esta versión. Por con la causa indígena por parte de otra parte, resulta conmovedor que las mujeres indias. Desde diferen- las mujeres indias se hayan solidari- tes papeles, aportaron en la lucha zado con algunas mujeres españolas libertaria y posteriormente, al ser y las hayan escondido de la perse- derrotada la rebelión, fueron trata- cución de sus propios hermanos ka- das con mayor crueldad y saña por taristas, puesto que arriesgaban su los hispanos. Pero, más importante vida con este gesto compasivo. aún, es que en esta participación en la rebelión existió una conducta, un Las mujeres indias también jugaron pensamiento y un programa feme- un papel vital pero no reconocido nino indio propios que ha sido sub- tanto en las comunidades como en sumido y por lo tanto pasó desaper- la ciudad de La Paz: fueron las prin- cibido. Una prueba de ello es que el cipales proveedoras de la alimenta- planteamiento más claro sobre los ción familiar. En el caso la sitiada objetivos de la rebelión lo expresó La Paz, defendieron con sus vidas Bartolina Sisa. Otro elemento es la el abastecimiento de los pocos pro- participación activa y masiva de las ductos alimenticios que ingresaban; mujeres indias en la lucha armada también arriesgaban sus vidas en pero con diferentes características a las comunidades al ingresar y co- las de sus compañeros indios, como mercializar productos agrícolas en la inclusión de la solidaridad inclu- las fronteras del conflicto armado. so con las mujeres hispanas, man- Este rol tan común y naturalizado tención de la estructura familiar, como un “deber” de las mujeres preocupación por la provisión de se convirtió en un asunto de vida elementos básicos para la manten- y muerte para la ciudad donde la ción de la vida, como los alimentos. hambruna diezmaba a la población; Parecería que la historia ha con- 92 Historia, 38 vertido a estas mujeres en simples alzamiento de Indios conjurados con- acompañantes o seguidoras de una tra la Ciudad de Nuestra Señora de ideología elaborada por los hom- La Paz, 1781, de Francisco Tadeo bres kataristas cuando en realidad Diez de Medina (edición a cargo de M. 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