LA “ATMÓSFERA INDUSTRIAL” DEL CALZADO EN , 1970-2002

Carles Manera Erbina Ramon Molina de Dios Departamento de Economía Aplicada Universitat de les Illes Balears

1. Introducción Los años sesentas del pasado siglo, marcan un punto de inflexión notable en la economía de las islas Baleares: el inicio del boom turístico. En efecto, a nivel estatal el aumento del número de visitantes es espectacular tan sólo en un año, de 1959 a 1960, fruto de la aplicación de la política económica diseñada en 1959. Tal desarrollo se refleja en Baleares, si bien con expresiones no tan remarcables, toda vez que se observaba esta tendencia desde 1955; sin embargo, la variación entre 1955 y 1960 es espectacular. En definitiva, el turismo de masas segmentaba la historia económica de España (y muy particularmente la de Mallorca) en dos grandes períodos claves: el que estructuraba la base del crecimiento previo al turismo y el que impulsaba de forma intensa esta actividad terciaria. La aparición del fenómeno turístico empezaba a transformar de manera brutal la economía mallorquina y la terciarización se consolidaba a medida que se perdían activos en los otros sectores. En ese contexto, el sector industrial ha sido siempre poco destacado en los análisis sobre la evolución económica de Mallorca en los últimos ciento cincuenta años. Las tesis en relación a la inexistencia de actividades industriales en la isla o los posibles bloqueos a su industrialización han alimentado las grandes líneas interpretativas tanto de la historia como de la economía aplicada insular, de forma que la irrupción del turismo de masas a partir de los años 1960 se edificaría sobre una estructura económica totalmente agraria, con escaso protagonismo del sector secundario 1. Sin negar la enorme trascendencia de la agricultura para el desarrollo económico mallorquín previo al take- off turístico, las investigaciones en historia económica cuestionan en profundidad la perspectiva simplista antes enunciada y delatan la existencia de una industrialización

1 Un importante contrapunto desde la economía aplicada lo ha ofrecido recientemente J.A. ROSSELLÓ, que ha realizado un profundo estudio sobre la situación industrial de Mallorca en el que subraya la importancia del pasado industrial de la isla y su relevancia cualitativa actual; cf. ROSSELLÓ, J.A. (2002).

1 sustentada en sectores no líderes 2. Las características fundamentales de este desarrollo industrial se han explicitado en otro lugar, si bien conviene recordarlas de nuevo en sus enunciados básicos 3. En primer lugar, la industria de Mallorca se orientó especialmente hacia la producción de bienes de consumo (tejidos, calzado, conservas vegetales). En segundo término, son patentes los vínculos existentes entre la industria y el sector primario de la economía, toda vez que el mundo rural consume los instrumentos (herramientas, máquinas) que se producen en las fábricas isleñas. Por su parte, el campo proporciona a los ingenios industriales algunas primeras materias complementarias (cáscaras de almendras) y otras más ortodoxas utilizadas como inputs energéticos, ya que se explotan los recursos mineros propios (lignitos) cuando se resienten las conexiones con los mercados exteriores suministradores de carbones minerales. Es decir, los cambios que se produjeron en la agricultura representaron un claro estímulo para la industria. Esta pauta de desarrollo no se diferencia de otras formas de industrialización existentes en Europa, de manera que la experiencia insular se inserta claramente en procesos industriales a partir de sectores tradicionales que, sin embargo, pueden incorporar moderna tecnología en momentos determinados. El calzado se encuadraría en esta óptica de análisis. Sobre este decisivo precedente histórico, el presente trabajo se ordena en sendos apartados. En el primero, se plantea una radiografía de la situación de la industria del calzado desde la crisis que padece en los años 1970 hasta la actualidad, enfatizándose, no obstante, su clara orientación exportadora. En el segundo, se apuntan algunos de los condicionantes –que deben ser profundizados con investigaciones específicas– que permiten señalar, como sólida hipótesis de trabajo, la existencia de un distrito industrial mallorquín vinculado a la producción de calzado –el sector más resistente en el panorama industrial mallorquín– en la comarca del Raiguer.

2. Un sector con vocación exportadora en un contexto de crisis La retracción del calzado se convierte en un fenómeno estructural del sector a partir de los años 1970 y, sobre todo, a raíz de 1973-1974. En 1981, existían en Mallorca 198 empresas de fabricación de calzado, emplazadas en Alaró (20),

2 M.A. CASASNOVAS (2001), J.M. ESCARTÍN (2001a), C. MANERA (2001a) y R. MOLINA (2002). 3 C. MANERA (2001a).

2 (16), (4), Inca (98), (26), Llucmajor (12) y Palma (6) 4. Son trece menos que las registradas por la Delegación de Hacienda en 1970. Esos guarismos no son un balance ajustado de la crisis, y deben tomarse con precaución, tanto en el caso de las de 1970 (ya que se trata de registros de carácter fiscal) como en las correspondientes a 1981 (que proceden de una institución que no siempre recoge toda la actividad desarrollada en un sector económico). Pero apuntan en la dirección de una pérdida progresiva del tejido industrial en la estructura económica balear. Indicadores correspondientes a la producción inciden en esa línea: entre 1979 y 1983, Baleares ve desaparecer 2.700 empleos en el calzado, el 43% en términos relativos (frente a la caída del 35% de Alicante). De 6.284 trabajadores censados en 1979 (que suponen el 11% del calzado español), las islas pasan a 3.561 en 1983 (casi el 10% del total nacional) 5. Todas estas variables no casan con otras que surgen del mismo ámbito. Fuentes de diversa procedencia coinciden en diagnósticos cualitativos que asientan que la crisis ha dejado un reguero de empresas quebradas, ha obligado a diseñar –y no siempre aplicar– planes de reconversión del sector, y, en fin, se denuncia la pérdida de un número importante de puestos de trabajo 6. El problema radica cuando a tales afirmaciones –en las que la armonización es completa– les acompañan los números, que es donde se originan las discrepancias. Aquí nace una disparidad enorme, que la era de la estadística no ha podido corregir. Un ejemplo evidente lo constituye la sistematización de la Encuesta Industrial de Baleares, para un período de tiempo que abraza desde el año 1980 hasta 1992. Las magnitudes, que a continuación se exponen, patentizan descuadres con los datos aportados antes y con otros que pueden ser sometidos al análisis del investigador:

Indicadores de la fuerza de trabajo en el calzado balear, 1980-1992

4 Los datos proceden del Instituto Nacional de la Seguridad Social. 5 Federación de Industrias del Calzado de España, “Informe General de Coyuntura”; “Un plan de actuación sobre el calzado”. También citado en Conselleria d’Economia i Hisenda, La industria en las Baleares , Govern Balear-Banca March (Madrid 1985), pág. 35. 6 Entidades bancarias e instituciones públicas ofrecen, desde hace ya bastantes años, informes de coyuntura sobre la economía balear que sirven, posteriormente, como base fundamental para análisis más sosegados sobre la evolución económica del archipiélago. Pero en el caso del calzado –como también se da en los cálculos que se establecen sobre el crecimiento del PIB– las variables que se presentan sobre la producción no suelen ser coincidentes. Las disparidad cabe interpretarla como un problema estructural de comunicación de la verdadera realidad del sector, reacio a ofrecer datos que puedan ser utilizados a nivel fiscal. Esta opacidad es, probablemente, la causa que explica estos desencajes estadísticos.

3 Indicadores 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 Centro productivos 302 294 236 239 261 246 219 204 201 170 210 207 137 Personas ocupadas 7.244 7.037 6.415 6.120 6.171 5.374 4.478 3.774 3.489 3.216 3.624 3.167 2.684 Hombres 4.853 4.675 4.333 4.147 3.962 3.727 3.168 2.574 2.422 1.954 2.397 2.077 1.807 Mujeres 2.391 2.362 2.082 1.973 2.209 1.647 1.310 1.200 1.067 1.262 1.227 1.090 877 Personal remunerado 7.008 6.833 6.260 5.892 5.984 5.207 4.257 3.552 3.290 3.038 3.432 3.035 2.602 Obreros 6.381 6.150 5.618 5.350 5.284 4.673 3.806 3.160 2.880 2.610 3.064 2.721 2.282 Hombres 4.130 3.939 3.716 3.502 3.311 3.156 2.623 2.105 1.933 1.516 1.946 1.721 1.488 Mujeres 2.251 2.211 1.902 1.848 1.973 1.517 1.183 1.055 947 1.094 1.118 1.000 794 Empleados 627 683 642 542 700 534 451 392 410 428 368 314 320 Hombres 489 551 484 435 485 417 342 306 315 287 269 234 238 Mujeres 138 132 158 107 215 117 109 86 95 141 99 80 82 Personal no remun. 236 204 155 228 187 167 221 222 199 178 192 132 82 Hombres 234 185 133 210 166 154 203 163 174 151 182 122 81 Mujeres 2 19 22 18 21 13 18 59 25 27 10 10 1 Horas trabajadas 13.747 13.200 11.798 11.158 11.187 9.821 8.110 6.895 6.493 5.806 6.446 5.788 4.802 Por los obreros 12.124 11.537 10.376 9.769 9.590 8.536 6.888 5.755 5.369 4.715 5.498 4.970 4.075 Restante 1.623 1.663 1.422 1.389 1.597 1.285 1.222 1.140 1.124 1.091 948 818 727 Producción bruta 16.878 18.619 19.881 21.174 24.833 26.383 24.504 21.202 24.088 20.236 21.086 20.291 18.965 La producción bruta se registra en millones de pesetas corrientes. FUENTE: Direcció General d’Economia, Enquesta Industrial a les Balears 1980-1992 , Govern Balear (Palma 1997), pág. 172-173. Este documento estadístico, fundamental para analizar la evolución industrial de las islas en las coyunturas más recientes, evidencia elementos contradictorios en el interior del sector. Por un lado, parece presagiar la desaparición industrial: de unos 300 establecimientos en 1980 se llega a los 137 de 1992; de poco más de 7.000 trabajadores remunerados en el primer año citado, se decae hasta los 2.600 en el segundo. Por consiguiente, se computan menos horas trabajadas. Pero, por otra parte, se detalla una producción bruta que permanece constante durante toda esta fase, lo cual sugiere incrementos significativos en la productividad de la fuerza de trabajo y, por tanto, pueden preverse procesos de mecanización de partes del proceso productivo. Las encuestas industriales más próximas anotan valores en la producción bruta de 24.448 millones de pesetas para 1998 y de 28.199 millones para 2000, con un total de 4.966 horas trabajadas en este último año 7. A su vez, estas cifras y las ya expuestas anteriormente, dictan que la pérdida de puestos de trabajo se ha paliado con un incremento notable de la economía sumergida, al desplazarse las secciones de fabricación más intensivas en mano de obra hacia pequeños talleres en las mismas áreas industriales o en el recinto domiciliario 8. Máxime si se tienen en cuenta el mantenimiento de las exportaciones de calzado balear, el aumento en sus valoraciones externas y la aparición de firmas emblemáticas –aunque con gran arraigo histórico: el

7 Direcció General d’Economia, Enquesta Industrial d’Empreses a les Illes Balears 1998 , Govern Balear (Palma 1999), pág. 56; Enquesta Industrial d’Empreses a les Illes Balears 2000 , Govern Balear (Palma 2002), pág. 58.

4 caso de Camper es el paradigma– en el panorama de la industria insular. De hecho, si se mide en pesetas corrientes, la siguiente gráfica dibuja el importante despegue exportador del calzado a partir de los años 1990 –en una coyuntura de mayor control inflacionario-:

VALOR DE LAS EXPORTACIONES DE CALZADO DE BALEARES

20.000

18.000

16.000

14.000

12.000

10.000

8.000

6.000

4.000

2.000

-

FUENTE: elaboración personal a partir de los siguientes materiales. Para el período 1974-1983, Conselleria d’Economia i Hisenda, La industria en las Baleares , Govern Balear-Banca March (Madrid 1985), pág. 38; para 1985-1987, A. FLEIXAS (1990: 180, cuadro 10); para 1988-2000, Direcció General d’Economia, Comerç Exterior i Intracomunitari , Govern de les Illes Balears (Palma 2001), pág. 89.

La evolución es acorde –si bien en menor intensidad– con los datos de variables físicas. En efecto, las exportaciones se apalancan siempre por encima de las quinientas toneladas, e incluso llegan a sobrepasar el millón de kilos en una progresión ligeramente expansiva. En tal sentido, véanse el perfil específico del período 1988-2001 y, después, el que resume prácticamente el último medio siglo de actividad exportadora zapatera:

8 Esto es lo que se afirma en el documento de la Conselleria d’Economia i Hisenda, La industria en las Baleares , Govern Balear-Banca March (Madrid 1985), pág. 35.

5 EXPORTACIONES DE CALZADO DE BALEARES 1988-2001 2.500.000

2.000.000

1.500.000

1.000.000

500.000

-

EXPORTACIONES DE CALZADO DE BALEARES, 1948-2001

9.000.000

8.000.000

7.000.000

6.000.000

5.000.000

4.000.000

3.000.000

2.000.000

1.000.000

-

FUENTE: elaboración personal a partir de los datos siguientes. Para 1948-1978, Memorias de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de y de las Estadísticas del Comercio Exterior de España . Para 1988-2001, Direcció General d’Economia, Comerç Exterior i Intracomunitari , Govern de les Illes Balears (Palma 2001), pág. 89.

La estabilización en las salidas de calzado –sujetas a fluctuaciones en función de las coyunturas que viven los mercados consumidores– representa otro de los componentes característicos del sector, en esta fase actual regida por un estado de crisis permanente y

6 de caída progresiva por el dominio de los trabajos terciarios. Este reciente período constata cifras que se encuentran alejadas de otras etapas, como se puede ver en el gráfico precedente. Pero con seguridad, la desindustrialización hubiera sido una realidad mucho más dramática sin el despliegue de sendas actuaciones: una auscultación empresarial más precisa de las demandas internacionales y una mayor colaboración de los fabricantes con instituciones económicas para abrir y consolidar otros mercados. La internacionalización del sector es firme, con dos factores importantes a señalar: la mayor diversificación comercial y la intensa obertura hacia Asia y África:

Los mercados del calzado balear, 1994-2001 Los grandes espacios geográficos de exportación Años Europa Asia África América Oceanía kgrs. kgrs. kgrs. kgrs. kgrs. 1994 742.000 48.000 58.000 41.000 1995 1.796.000 87.000 51.000 45.000 1996 760.000 174.000 4.000 48.000 2.000 1997 798.000 245.000 21.000 50.000 4.000 1998 945.000 220.000 30.000 42.000 1999 317.000 244.000 230.000 83.000 2000 531.000 324.000 552.000 106.000 31.000 2001 117.000 345.000 1.070.000 127.000 42.000 TOTALES 6.006.000 1.687.000 2.016.000 542.000 79.000 % 58,14 16,33 19,52 5,25 0,76

FUENTE: elaboración personal a partir de los materiales siguientes. Para 1994-1997, base de datos ICEX-IMPITEL; y para 1998-2001, http://www.aduanas.camaras.org .

La tabla sintetiza el 95% de las exportaciones de calzado de Baleares, medidas en unidades de peso. El crecimiento de la demanda en Hong Kong, Japón, Taiwan y Marruecos explica la nueva dirección comercial para el producto insular, así como los declives europeo y americano en relación a períodos pasados. Los datos son más elocuentes si se ordenan en términos de valor, tal y como se desprende del cuadro correspondiente al lustro 1997-2001. En tal aspecto, la relevancia asiática es todavía más atrayente: el 15,64% de las exportaciones corresponden a ventas ejecutadas en Hong Kong, Corea del Sur, Taiwan y Japón; a la par que Francia, Alemania y Portugal agrupan el 25,3% de los envíos. Éstos son, pues, los dos bloques más importantes del comercio del calzado balear en el inicio del siglo XXI.

7 Exportaciones de calzado de Baleares, 1997-2001

Principales 1997 1998 1999 2000 2001 Totales % mercados kgrs. kgrs. kgrs. kgrs. kgrs. kgrs. kgrs. Alemania 207.000 273.000 22.000 502.000 7,39 Andorra 16.000 15.000 18.000 27.000 36.000 112.000 1,65 Australia 31.000 42.000 73.000 1,07 Austria 17.000 17.000 0,25 Bélgica y Luxemburgo 30.000 41.000 71.000 1,04 Canadá 11.000 11.000 0,16 Corea del Sur 16.000 16.000 0,24 Estados Unidos 50.000 42.000 83.000 106.000 104.000 385.000 5,66 Francia 136.000 176.000 11.000 51.000 374.000 5,50 Hong Kong 78.000 65.000 50.000 59.000 58.000 310.000 4,56 Israel 18.000 13.000 31.000 0,46 Italia 52.000 83.000 43.000 98.000 276.000 4,06 Japón 154.000 136.000 177.000 237.000 227.000 931.000 13,70 Marruecos 21.000 30.000 230.000 534.000 1.057.000 1.872.000 27,54 México 12.000 12.000 0,18 Noruega 26.000 14.000 11.000 15.000 66.000 0,97 Países Bajos 40.000 24.000 64.000 0,94 Portugal 146.000 198.000 221.000 277.000 842.000 12,39 Reino Unido 52.000 77.000 129.000 1,90 Suiza 27.000 27.000 24.000 45.000 52.000 175.000 2,57 Taiwan 13.000 19.000 17.000 28.000 44.000 121.000 1,78 Turquia 66.000 14.000 80.000 1,18 TOTAL PARCIAL1.114.000 1.237.000 874.000 1.544.000 1.701.000 6.470.000 95,19 TOTAL GENERAL1.189.000 1.314.000 923.000 1.610.000 1.761.000 6.797.000 100,00 Principales 1997 1998 1999 2000 2001 Totales % mercados euros euros euros euros euros euros euros Alemania 7.820.000 10.615.000 13.688.000 32.123.000 7,59 Andorra 524.000 525.000 738.000 1.042.000 1.561.000 4.390.000 1,04 Australia 1.059.000 919.000 1.978.000 0,47 Austria 974.000 974.000 0,23 Bélgica y Luxemburgo1.476.000 1.898.000 3.374.000 0,80 Canadá 481.000 481.000 0,11 Corea del Sur 626.000 626.000 0,15 Estados Unidos 1.744.000 1.374.000 2.748.000 4.338.000 5.113.000 15.317.000 3,62 Francia 7.505.000 8.607.000 13.253.000 22.464.000 51.829.000 12,24 Hong Kong 3.816.000 3.200.000 2.221.000 2.674.000 3.088.000 14.999.000 3,54 Israel 703.000 626.000 1.329.000 0,31 Italia 2.216.000 3.069.000 8.218.000 16.299.000 29.802.000 7,04 Japón 5.743.000 4.818.000 7.721.000 13.320.000 13.610.000 45.212.000 10,68 Marruecos 162.000 189.000 2.162.000 4.443.000 6.374.000 13.330.000 3,15 México 549.000 549.000 0,13 Noruega 1.141.000 618.000 504.000 695.000 2.958.000 0,70 Países Bajos 902.000 840.000 1.742.000 0,41 Portugal 4.580.000 6.226.000 5.763.000 6.583.000 23.152.000 5,47 Reino Unido 2.365.000 3.512.000 5.877.000 1,39 Suiza 2.329.000 1.907.000 1.300.000 2.554.000 3.416.000 11.506.000 2,72 Taiwan 565.000 771.000 728.000 1.297.000 2.001.000 5.362.000 1,27 Turquia 335.000 626.000 961.000 0,23

FUENTE: elaboración personal a partir de los datos de http://www.aduanas.camaras.org.

8 En esta nueva etapa, los empresarios parecen haber asimilado las coyunturas en las que la dependencia de un solo segmento de la demanda –la antillana, la europea o la americana, en función de las coordenadas históricas– acababa resultando letal para el sector, demasiado frágil y comercialmente poco dúctil para incrementar en poco tiempo su presencia en otras zonas cuando aparecían crisis en esos mercados. Ahora bien, el elemento característico de este intérvalo es, como se ha visto, las remesas del calzado balear hacia los mercados asiáticos. El hecho tiene un mérito especial, toda vez que es bien conocido el proteccionismo nipón hacia su industria nacional, lo cual genera dificultades a los exportadores de calzado de la Unión Europea. Pero a partir de la segunda mitad de la década de 1990, el gobierno japonés se comprometió a incrementar sus cuotas importadoras y a reducir sus aranceles. En cierta medida, ésta fue una señal clave para la penetración del calzado balear en ese mercado oriental, con crecimientos que protagonizan sobre todo firmas reconocidas, como la mallorquina Camper o las menorquinas Pons Quintana y Jaime Mascaró. La entrada en Japón ha aplanado a su vez la mejor conexión con Hong Kong. Esta ciudad-región constituye la principal puerta de entrada al crucial mercado chino, que es sin duda uno de los objetivos que las empresas baleares piensan desarrollar en un futuro inmediato. Pero, como se ha afirmado, es también sobresaliente la continuidad europea en la demanda del calzado insular. Si en el caso asiático –con todas las diferencias internas que allí se manifiestan y los problemas económicos que afectan las naciones que componen ese espacio– se está en un escenario novedoso para el empresariado isleño, enfrentado al reto del desconocimiento de gustos, de modas y de pautas culturales, a parte de las cuestiones estrictamente económicas y financieras, en el territorio de la Unión se trabaja en una esfera conocida y abonada, gracias a la gestión atestiguada por una mejor soltura en las transacciones. Aquí, además, los consumos por habitante siempre fueron un referente claro para los industriales, quienes ya tenían esos indicadores medio siglo antes 9: en los años 1990, los franceses, con 5,85 pares zapatos por persona y año, los alemanes con 4,09 pares y los portugueses con 4,66 pares (frente a los 2,29 pares que calzan los españoles) conforman las cabeceras importadoras en Europa del calzado balear 10 . Desde este punto de vista, la mayor resolución en adquirir zapatos, hecho que obedece a factores de carácter cultural y a niveles de renta medios y

9 Tal y como se recoge en diferentes informaciones económicas, de distintos años, editadas en las Memorias de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Palma de Mallorca. 10 Estas cifras de consumo proceden de Selec Balear .

9 altos (Portugal es, quizás, la excepción a esta regla, toda vez que su renta está por debajo de la española), es lo que aguijonea la presencia del género insular en naciones con las que se dispone de valores añadidos incuestionables, como por ejemplo la costumbre de decenios de relaciones comerciales, la pericia sobre los mercados que se visitan y el establecimiento de redes de información con el concurso de las entidades privadas (las Cámaras de Comercio, entre otras) y de las instituciones públicas (esencialmente a partir de la administración autonómica). Ahora bien, la estructura industrial y poblacional del calzado de Baleares durante el quinquenio 1997-2001 y su cotejo con las comunidades autónomas productoras, redunda en la pérdida gradual de la industria balear en el conjunto español: Estructura industrial, fuerza de trabajo y producción de calzado en España, 1997-2001

Empresas 1997 1998 1999 2000 2001 País Valenciano 1.758 1.826 1.902 1.899 1.854 Castilla-La Mancha 283 283 286 274 275 La Rioja 149 147 146 148 153 Baleares 130 136 126 127 124 Aragón 123 132 124 128 128 Murcia 119 88 98 90 96 Andalucía 39 39 39 37 38 Otras 94 93 91 91 93 TOTALES 2.695 2.744 2.812 2.794 2.761 % Baleares 4,82 4,96 4,48 4,55 4,49 Trabajadores 1997 1998 1999 2000 2001 País Valenciano 24.938 29.242 30.058 30.748 31.315 Castilla-La Mancha 5.004 5.112 4.879 4.915 5.119 La Rioja 2.935 3.068 2.860 3.104 3.169 Baleares 2.752 2.675 2.392 2.615 2.562 Aragón 1.885 2.418 2.227 2.098 2.420 Murcia 1.469 1.365 1.242 1.486 1.521 Andalucía 707 656 462 403 370 Otras 2.161 1.972 1.763 1.661 1.646 TOTALES 41.851 46.508 45.883 47.030 48.122 % Baleares 6,58 5,75 5,21 5,56 5,32 Producción 2001 Miles de pares % Millones ptas. % Ptas./par País Valenciano 129.498 61,85 343.177 65,32 2.650 Castilla-La Mancha 19.919 9,51 55.953 10,65 2.809 La Rioja 15.680 7,49 34.623 6,59 2.208 Baleares 4.807 2,30 27.588 5,25 5.739 Aragón 11.592 5,54 26.064 4,96 2.248 Murcia 9.829 4,69 16.496 3,14 1.678 Andalucía 1.561 0,75 3.367 0,64 2.157 Otras 16.496 7,88 18.111 3,45 1.098 TOTALES 209.382 100,00 525.379 100,00 2.509

FUENTE: reordenación personal a partir de los datos de la Federación de Industrias del Calzado de España, Anuario del calzado. España 2002 (Madrid 2002), pág. 14 y 20 .

10 En efecto, la tabla subraya la alta valoración del género insular –su elevado coste, en función de los datos presentados– en relación a la media nacional y al resto de las regiones productoras. La cifra remite a la mejor calidad del zapato fabricado en Baleares, en el que la impronta artesanal, es decir, la intervención humana directa en buena parte del proceso productivo, puede ser responsable parcial; aunque, por otra parte, no deben desairarse los mayores costes de las materias primas debido al hecho insular. Así pues, la estrategia conjunta de diversificación mercantil y de mantenimiento de un producto de calidad y de alto precio explica esta estabilidad comercial y productiva del calzado en las islas. Estamos, pues, ante uno de los pocos sectores industriales resistentes –los otros serían la bisutería y la madera– de la economía balear en el pórtico del nuevo siglo. Y, para Mallorca, esa resistencia manufacturera tiene una preclara localización geográfica: la zona del Raiguer.

3. El distrito industrial y su aplicación a Mallorca El Raiguer es una comarca de fuerte carácter manufacturero, situada al pié de la Sierra de Tramuntana y sobre el eje formado por las ciudades de Palma y Alcudia. Históricamente, algunas de las poblaciones que componen el Raiguer 11 han tenido actividades económicas diversas, comportamientos demográficos diferenciados y salarios monetarios más elevados que en el resto de la isla –con la única excepción de la zona oriental, con Felantix como exponente 12 –. Unos rasgos definitorios de la comarca serían los siguientes: 1. Su abolengo industrial, de profundas raíces históricas, que todavía perdura. Un observador perspicaz que pasee por las calles de esas poblaciones, adivinará la existencia de un pasado económico boyante en mayor o menor grado, que ha tomado forma estática –pero elocuente– en recias mansiones de fuerte carácter señorial, amplias bodegas – cellers – que mantienen altivamente sus vestigios artesanales, o naves y talleres urbanos consagrados a una manufactura –textil, calzado– que imprimió un sello más próximo a un particular proceso de industrialización. En la etapa pre-turística, la comarca sustentaba su estructura económica en la explotación de las minas de lignito – en el subsuelo de Alaró y Lloseta–, en el desarrollo vitícola –en los campos de

11 Alaró, Binissalem, Búger, , Consell, Inca, Lloseta, , Marratxí, Santa Maria del Camí y Selva. 12 Véase C. MANERA (2001a: 205-211).

11 Binissalem, Consell y Santa Maria del Camí– y en los sectores manufactureros entre los que destacó, con notable diferencia, la fabricación de calzado –en las unidades productivas de Alaró, Binissalem, Inca y Lloseta–. La zona se convirtió en un nodo interior de comunicación que contribuía a articular el mercado interior mallorquín. El transporte tradicional fue complementado con el ferrocarril, hecho que redondea un proceso de crecimiento económico que ha generado experiencias de todo tipo – artesanales, agrícolas, industriales, mineras–: vinos, ganado, telas, constituyen géneros representativos que se cargaban en la estación de Inca –plaza a la que concurrían mercancías de otras zonas próximas– hacia la ciudad de Palma, para ser distribuidos en la capital o estibados en los barcos ancorados en su bahía 13 . La sinergia existente entre las villas del Raiguer ha sido siempre importante. En el ámbito manufacturero, las conexiones económicas se han caracterizado por la capacidad de atracción de centros fabriles, compatible con la dispersión del proceso productivo y el concurso de fuerza de trabajo domiciliaria, una característica histórica que tiene en el calzado uno de sus principales agentes impulsores. En paralelo, la especialización vitícola y la extracción de carbón también han contribuido a la movilidad laboral interior y a la importancia económica de la zona: en el primer caso, la base vinatera ha generado un poso cultural indispensable para la recuperación reciente de la producción de caldos de calidad; en cuanto al segundo, la extracción de carbones minerales de bajo poder calórico resultó crucial, hasta fechas muy próximas, como insumo energético para la producción de electricidad. Esta riqueza y diversificación configura un espacio económico genuino, que recuerda poderosamente el distrito industrial marshalliano, rompedor de la visión tradicional de una Mallorca agrícola y atrasada, pobre y sin acciones emprendedoras. La permanencia de esa dinámica historia económica debe identificarse, hoy en día, con la reanimación de la industria vitivinícola y con el liderazgo del calzado.

El Raiguer es un microcosmos de 354 kilómetros cuadrados, casi el 10% del territorio de Mallorca, que cuenta con unos 66.000 habitantes para 1998 y cuyo peso demográfico desde 1950 bascula entre el 10% y el 12% del total insular:

Evolución de la población en la comarca del Raiguer, 1950-1998

13 La vinculación entre la construcción de la primera línea ferroviaria y el desarrollo comercial del puerto de Palma se expone en MOLINA, R. (2005), pp. 585 y ss. El papel de la comarca del Raiguer como eje central del transporte ferroviario en MOLINA, R. – MOREY. A. (2006).

12 Poblaciones 1950 1960 1970 1981 1986 1991 1996 1998 Alaró 3.812 3.725 3.662 3.256 3.486 3.645 3.849 3.834 Binissalem 4.172 4.165 4.269 5.063 4.681 4.674 4.885 5.019 Búger 1.026 1.033 1.021 1.019 980 921 926 951 Campanet 2.792 2.593 2.333 2.127 2.198 2.189 2.255 2.277 Consell 1.857 1.769 1.986 2.012 2.000 2.024 2.172 2.210 Inca 12.247 13.816 16.708 20.747 21.712 20.432 21.129 21.103 Lloseta 2.581 2.952 3.767 4.259 4.429 4.486 4.544 4.529 Mancor 1.022 849 828 832 878 890 903 936 Marratxí 4.922 5.311 6.820 7.758 10.095 11.572 16.180 18.084 Sta. Maria 3.013 3.138 3.882 3.830 3.982 4.002 4.394 4.558 Selva 3.463 3.199 3.113 2.872 2.993 2.860 2.901 2.918 TOTAL 40.907 42.550 48.389 53.775 57.434 57.695 64.138 66.419 % Raiguer s/Mallorca 12,03 11,75 11,03 10,06 10,43 10,15 10,53 10,42

FUENTE: Para 1950-1996: Direcció General d’Economia, Població a la CAIB 1950-1996 , Govern Balear (Palma 1997). Para 1998, Direcció General d’Economia, Base de dades municipal 2000. Illes Balears , Govern de les Illes Balears (Palma 2000).

En un contexto isleño de predominio turístico, estas poblaciones han tenido vínculos industriales indiscutibles, observables en los porcentajes de empleos en el sector secundario en 1981 y 1991. Tales cifras superaron los tantos por ciento correspondientes de la Europa comunitaria, estimados en el 35% y 32% para los dos años respectivos:

Porcentajes de empleos industriales en el Raiguer, 1981-1991

Poblaciones 1981 1991 Alaró 57 57 Binissalem 59 39 Búger 54 1 Campanet 56 24 Consell 61 37 Inca 66 49 Lloseta 70 63 Mancor 50 69 Marratxí s.d. 41 Santa Maria s.d. 27 Selva 56 65 Total Raiguer 63 47

FUENTE: Insituto Nacional de Empleo, Censo de Población de 1981 y Departamento de Economía de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares. Citado en el documento elaborado por el sindicato Comisiones Obreras, Dossier sobre las ayudas comunitarias a la comarca del Raiguer (Palma 1994).

Las cifras –que deben observarse con cautela, toda vez que provienen de una fuente destinada a solicitar fondos estructurales a Bruselas, con lo que se enfatiza el peso de la

13 industria– denotan dos fenómenos que, con probabilidad, cambiarían poco si se tuviese una mayor certeza estadística. En primer término, la caída del empleo industrial en la comarca, a causa tanto de la crisis del sector –de la que ya se ha hablado con profusión– como de la reubicación de población activa en la construcción, en la hostelería o en otros servicios. Pero en segundo lugar se certifica la pérdida de activos en unas poblaciones y el incremento en otras; en esta última tesitura se encuentran Mancor y Selva, que ganan presencia manufacturera mientras decaen otros núcleos más relevantes desde un punto de vista demográfico, siendo Inca el más representativo. La fragmentación de fases del proceso productivo en el calzado puede ser una causa que explique esta situación en los dos primeros casos apuntados. 2. La actual flexibilidad industrial . El calzado en el Raiguer presenta unos factores determinantes que conforman una estructura industrial flexible 14 . Esta característica obedece a distintos motivos y la tradición histórica quizás sea uno de los más determinantes: el legado de la idea, generación tras generación, de que debe producirse un zapato de calidad reduciendo costes de producción, agudiza el montaje de una arquitectura manufacturera poco rígida, que puede ser desplegada en diferentes fases y que utiliza el trabajo domiciliario –y con mucha frecuencia clandestino– como mecanismo para reducir gastos empresariales. La producción es cambiante y estacional, y se vincula a factores de moda y de diversificación en el género. La orientación a mercados exteriores es otro factor definitorio, aunque la nueva división internacional del trabajo –con la aparición de productores que fabrican a costes mucho más bajos– incrementa la competitividad desde zonas con reducidos niveles de desarrollo. A pesar de esto, las exportaciones de calzado mallorquín se han incentivado con intensidad en los últimos años y las empresas del Raiguer se han erigido en protagonistas centrales de esa expansión:

14 Por especialización flexible se entiende un sistema de producción cuyas características se contraponen a las formas productivas de carácter fordista. La flexibilidad a la que se alude supone organizar el trabajo de manera cooperativa, a tres niveles: entre los oficinistas, los trabajadores cualificados y los no cualificados; mientras el fordismo articula la esfera laboral a partir de una clara separación entre los operarios –minoritarios- y los obreros no cualificados –la mayoría-. Si en la especialización flexible los procedimientos de producción exigen una cooperación directa entre la unidad productiva y el cliente –lo que proporciona un género hecho a la medida-, en el modelo fordista el factor más importante es el precio. Los contrastes entre ambas formas de producir se encuentran en C. SABEL-J. ZEITLIN (1985), M. PIORE-C. SABEL (1990).

14 Exportaciones de algunas empresas de calzado del Raiguer, 1990-1994 Cantidades en pesetas corrientes Empresa Localidad 1990 1991 1992 1993 1994 1990-1994 Camper Inca 35.970.000 32.730.000 137.550.000 308.800.000 374.140.000 889.190.000 Lottusse Inca 356.010.000 446.640.000 533.750.000 720.640.000 316.110.000 2.373.150.000 Hijos de Juan Vidal Alaró 751.090.000 521.890.000 326.740.000 410.100.000 91.590.000 2.101.410.000 Calzados Coll Lloseta 151.140.000 168.850.000 93.430.000 122.500.000 89.350.000 625.270.000 Piel Internacional Inca 200.550.000 165.700.000 96.150.000 87.290.000 70.920.000 620.610.000 Barrera y López Inca 43.240.000 36.180.000 51.590.000 82.540.000 43.300.000 256.850.000 Dillon S.A. Inca 920.000 1.320.000 8.070.000 14.300.000 33.690.000 58.300.000 Calzados Valse S.A. Selva 135.850.000 130.300.000 78.120.000 42.370.000 31.640.000 418.280.000 Sesloy S.L. Inca 4.500.000 68.870.000 28.740.000 102.110.000 Calzados Jordi S.A. Inca 8.740.000 6.620.000 7.870.000 36.060.000 20.270.000 79.560.000 Redcoca S.A. Inca 227.790.000 147.490.000 104.700.000 106.190.000 17.780.000 603.950.000 Calzados Bestard S.A. Lloseta 12.950.000 13.910.000 83.020.000 21.250.000 15.770.000 146.900.000 Calzados Seguí S.A. Inca 71.280.000 59.790.000 66.750.000 94.640.000 14.010.000 306.470.000 Calzados Alcover S.A. Lloseta 860.000 1.180.000 21.580.000 27.390.000 11.330.000 62.340.000 Calzados Ferragut S.A. Lloseta 3.550.000 6.100.000 3.330.000 6.270.000 4.700.000 23.950.000 Llomstil S.A. Inca 70.690.000 85.510.000 59.200.000 85.790.000 3.190.000 304.380.000 Reynesa S.A. Inca 28.400.000 27.920.000 9.520.000 4.480.000 1.440.000 71.760.000 Astor Creaciones Inca 44.630.000 1.090.000 45.720.000 Ferrer Lang Export S.L. Inca 190.000 8.850.000 290.000 9.330.000 Jaime Catalá S.A. Lloseta 3.500.000 3.500.000 Antonio Martorell Inca 18.890.000 11.740.000 21.510.000 2.610.000 54.750.000 Calzados Binissalem S.A. Binissalem 144.310.000 99.350.000 56.110.000 299.770.000

FUENTE: elaboración personal a partir de la base de datos ICEX-IMPI, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Palma de Mallorca.

Las cifras precedentes son importantes, pero pueden estar infravaloradas (los datos correspondientes a la firma Camper podrían considerarse bajos a tenor del volumen de su producción. Se trata de informaciones que provienen del último censo disponible de exportadores de Baleares, confeccionado por las Cámaras de Comercio y correspondiente a 1994. Se han ordenado las empresas mallorquinas que se dedican a producir calzado de piel para exportar, de forma que se patentiza que todas radican en el Raiguer, con una concentración espacial en localidades con alto nivel de especialización: sobre todo, Inca. Se detectan firmas que han pasado por momentos graves en el pasado, pero que sin duda repusieron su estructura productiva y regularon su fabricación a partir de una mayor flexibilidad, con alta participación femenina. Ésta ha sido una receta común en la industria del calzado español tanto en las etapas expansivas como en las de recesión 15 . En tal sentido, la atomización de la producción es ilustrativa de esta práctica: en torno al 70% de las empresas de calzado en Baleares en 1996 –que para el caso de Mallorca se identifica mayormente con el Raiguer–, tenían entre 3 y 19 trabajadores, siendo el 26% la franja que va de 3 a 5 operarios, el 24% de 6

15 R. VIRUELA (2000: 39-46).

15 a 9 y el 27% de 10 a 19. La estructura no difiere demasiado de lo que acontece en otras comunidades productoras, como el País Valenciano, Castilla-La Mancha y La Rioja, todas ellas con porcentajes que van desde el 70% al 80% 16 . El calzado en el Raiguer ha tenido que hacer frente a crisis en las que se entremezclan diferentes aspectos, que vale la pena apuntar de nuevo: el aumento de los costes de producción, la competencia exterior, la reducción de mercados, una red comercial deficiente y, durante mucho tiempo, la inexistencia de una "denominación de origen" o de un registro de marca. La conjunción de esos elementos, junto a los rápidos e importantes beneficios generados en el turismo, han provocado un gradual proceso de desindustrialización en la comarca, particularmente intenso entre 1981 y 1993. Ante esto, la descentralización de los procesos productivos se ha planteado como una solución plausible a las coyunturas negativas en el Raiguer. Dos factores son básicos para esa descentralización: a) La reducción de los costes laborales, ya sea por el hecho de existir salarios directos más bajos como por el impago de las diferentes cuotas exigidas por la Administración Pública. Ahora bien, esa tendencia hacia la descentralización no puede entenderse sólo como una respuesta a las oscilaciones a la baja de la demanda, aunque incrementos limitados o sin perspectiva de continuidad en aquélla puedan conducir, para mantener la cuota de mercado, a aumentar la capacidad productiva de forma descentralizada en lugar de alcanzar un proceso de innovación tecnológica 17 . En el Raiguer, la fabricación difusa suele aparecer como un claro objetivo por parte de las empresas, desde el momento en que los costes de mano de obra representan un porcentaje elevado del conjunto del valor-producto generado. Esto apunta hacia un mayor sesgo para alcanzar formas de vertebración del trabajo y de la producción que signifiquen, precisamente, una reducción importante de esos costes salariales. Esta descentralización es menos complicada en aquellas producciones en las que la concentración no genera necesariamente economías de escala y, por consiguiente, la disminución de los costes medios unitarios. Y precisamente el sector del calzado manifiesta un ciclo productivo fluctuante, discontinuo y poco

16 M.A. VERD, El calçat al Raiguer , inédito, pág. 31. 17 Sobre esta cuestión, véase J. BATLE-F. ORFILA-J. GARAU (2002: 123-136). Desde una perspectiva genérica, M.T. COSTA (1988).

16 integrado, lo cual significa la posibilidad de desmembrar fases de un proceso de producción definido por una estructura muy coyuntural. b) El aumento de la flexibilidad contractual, que convierte los costes de mano de obra en costes variables. Es decir, ante la dificultad de sostener estructuras superiores a los 50 trabajadores, se ha reparado en la utilidad de los pequeños talleres. Así, en lugar de concentrar en un único centro de producción a todos los operarios, éstos se reparten entre unidades más reducidas de la comarca. Se refuerzan, pues, las formas de industrialización flexible que funcionan en otras zonas de la Europa del sur, con el modelo italiano como paradigma 18 . Ahora bien, las cifras oficiales no recogen el trabajo sumergido, que se revela como un componente básico en la configuración industrial. Las fases productivas que se desarrollan en un ámbito domiciliario pueden eludir con mayor facilidad todo tipo de controles laborales y fiscales; mientras los costes de distribución implícitos a este claro contorno del clásico domestic system se compensan con limitadas partidas salariales y con la inserción de personal femenino (que con frecuencia tiene costes de oportunidad muy bajos). Un esquema harto habitual que al lector ya le resultará conocido, toda vez que no se ha concebido nada nuevo. Descentralizar y flexibilizar son palabras que parecen inventadas hace poco tiempo cuando se aplican al terreno industrial, pero eran verbos que se conjugaban con asiduidad por el sector del calzado en el Raiguer: así se definían las prácticas de los empresarios zapateros de comienzos de siglo o las estimuladas por sus descendientes en décadas posteriores. 3. La importancia de la actividad sumergida . En 1998, la Confederación Regional de Empresarios de Aragón y el Instituto Aragón cerraban un trabajo de campo, referido a 1995, en el que se afirma que un 14% del PIB de España se vinculaba directamente a la economía sumergida, mientras se cifra en un 18% el nivel de anomalía laboral, es decir, la relación entre el número de ocupados irregulares respecto del total 19 . Pero esos porcentajes son todavía más destacados en el caso de Baleares: cerca del 19% en el capítulo del PIB y el 23,5% en la vertiente laboral. Este oscurantismo indica una hecho

18 La bibliografía es ya importante sobre este punto. Véase, a título indicativo, F. BARCA (1984), G. BECATTINI (1979), G. BECATTINI- G. BIANCHI (1985), S. BRUSCO (1982), G. FUÀ-C. ZACCHIA (1983), G. GAROFOLLI (1978), L. GIOVANELLI (1983) y G. TASSINARI (1986). Desde planteamientos más generales, cf. J.P. HOUSSEL (1985), M. MANERO (1987), A. SABA (1982) y A. VÁZQUEZ (1984, 1986). 19 J.M. SERRANO (1998).

17 obvio: existen bolsas importantes de renta y de trabajo no declaradas, que tienen incidencia sobre la estructura productiva y el mercado de trabajo de las islas. Los datos conducen hacia aquellos sectores económicos más proclives a desarrollar este tipo de prácticas 20 : para el caso de Mallorca, actividades como la hostelería, la fabricación de muebles y objetos de madera, la bisutería y, sobre todo, el calzado, constituyen los escenarios productivos en los que se desenvuelven con mayor intensidad las actividades económicas ocultas. En tal aspecto, en la comarca del Raiguer conviven estructuras legales y declaradas con circuitos, productivos y distributivos, en los que las formas irregulares son habituales. Ahora bien, resulta muy difícil conjeturar sobre el peso del trabajo sumergido en el conjunto de la actividad del calzado. Faltan investigaciones de carácter sociológico, con muestras amplias de cuestionarios y encuestados, para poder extraer conclusiones fehacientes. El terreno en el que se mueven el economista y el historiador económico es, aquí, muy resbaladizo. Como es natural, establecer un cálculo aproximado del peso de la economía sumergida sobre el total del sector es una tarea que entraña enormes dificultades sin la colaboración empresarial, habida cuenta la escasa información que puede obtenerse, generada a partir de entrevistas personales a fabricantes representativos. Éstos son reacios a mostrar sus balances de explotación y sus cuentas de resultados, de manera que este ingenuo requerimiento del investigador suele caer en saco roto. Por tanto, todo depende del grado de sinceridad –y de interés– que pueda tener el interlocutor disponible. No obstante, una lectura simple de las estadísticas oficiales –que, ya se ha dicho, exhiben contradicciones y escasas coincidencias– no hace más que delatar la destrucción de trabajo asalariado "oficial" y su sustitución por formas laborales presumiblemente de carácter sumergido. Puede entreverse así un acercamiento sobre la dimensión del trabajo negro. Un ejemplo: los datos que el Govern Balear remitió a Madrid, en su solicitud de Fondos Estructurales para el Raiguer, muestran incoherencias que, sin embargo, proporcionan alguna información de valor. Entre 1989 y 1993 la población ocupada en Baleares en el sector del calzado cayó de 4.046 personas a 3.170, hecho que se enfrenta a las cifras de población parada, que fluctuaron de 1.569 en 1989 a 1.165 en 1993. Es decir, no sólo no aumentó el paro sino que disminuyó, al tiempo que se redujeron las personas legalmente

20 Tal y como se indica en el documento de la Conselleria de Treball i Formació, Estudi sobre l’ocupació submergida a Balears , Govern Balear (Palma 1998).

18 ocupadas en el sector 21 . La combinación de estos números sugiere que más de una cuarta parte de la fuerza laboral del calzado pudiera hallarse en situación irregular: en concreto, un porcentaje cercano al 40%. El dato debe anotarse con caución, y en absoluto se pueden establecer conclusiones rotundas. Pero delinea la senda cuantitativa que representa esta sumersión de la actividad productiva 22 ; es decir, a las percepciones que los trabajadores y habitantes del Raiguer tienen sobre el clandestinaje en el calzado, puede añadirse una cifra que dice poco sobre la realidad del sector, pero que enlaza con las apreciaciones –sustentadas en experiencias propias y ajenas– de la población en general. Como se decía, serán más bien materiales cualitativos, todavía inexistentes, los que posibiliten establecer resultados más firmes 23 . El proceso productivo del calzado ayuda a entender esta situación. El sistema configura una red de empresas interconectadas que va de los niveles formales a los informales de la economía, con un último estadio que es el trabajo a domicilio. Los industriales suelen recurrir a trabajadores domésticos o a la subcontratación para realizar determinadas tareas auxiliares que, por su parte, estimulan la actividad en viviendas particulares. Como explica R. Viruela, una misma fábrica puede subcontratar a diferentes talleres a partir de la flexibilización del trabajo diseminado, que permite adaptarse a las fluctuaciones del mercado sin necesidad de asumir costes fijos en plantilla. Esta descentralización afecta a las fases intermedias del proceso productivo, que son las más intensivas en mano de obra. Por otra parte, las labores situadas al principio y al final de la producción –como por ejemplo el corte y las operaciones de montaje– se realizan en el interior de las fábricas. El aparado o cosido a mano o con máquina de los cortes precisa de un número elevado de operarios; aquí la actividad de las mujeres es determinante. Y es éste el escalón que conduce de manera más concluyente a la actividad sumergida. La división sexual del trabajo es clara, y la distinción entre la responsabilidad masculina y la femenina está establecida, supone diferenciaciones en las categorías laborales y, como colofón, significa distintos niveles

21 Cf. el documento La comarca de "Es Raiguer" (Mallorca). Solicitud de Inclusión entre las Zonas Elegibles por el Objetivo núm. 2 de los Fondos Estructurales de la C.E.E. , pág. 10. Véase igualmente Conselleria de Comerç i Indústria, Pla de Reindustrialització de les Illes Balears, Govern Balear (Palma 1993). 22 J.M. BERNABÉ (1981). 23 Un ejemplo metodológico a seguir es el reciente libro de B. SAN MIGUEL et alter, Zapatos de cristal. La mujer como protagonista en la industria valenciana del calzado , Confederación Sindical CCOO-PV (Valencia 2000). Un caso más concreto, tratado con igual rigor, es el de Elche: B. SAN MIGUEL (2000: 125 y ss.).

19 salariales 24 . De hecho, la descripción del prototipo de empleado en la actividad oculta del calzado del Raiguer deja lugar a pocas especulaciones: se trata de una mujer, mayor de cuarenta años, que convive en un núcleo familiar en el cual se reciben ingresos procedentes del trabajo clandestino, destinados a efectuar las compras cotidianas y que, por tanto, representan un complemento a las entradas monetarias de la familia 25 .

4. Conclusión. El Raiguer como distrito industrial Las características del Raiguer –tradición manufacturera, predominio de la pequeña y mediana empresa, intensa relación comercial, organización flexible de la producción– rememoran la situación de los distritos industriales, en el sentido que les dio A. Marshall y que, con posterioridad, ha recuperado G. Becattini 26 . Según estos autores, el distrito industrial se produce cuando se dan las siguientes condiciones 27 : a) El distrito se circunscribe a un espacio geográfico muy limitado que se dedica a un tipo de producción dominante; b) La producción es flexible, pretende satisfacer las necesidades de los clientes y existen muchas pequeñas empresas que utilizan ese mismo tipo de producción; c) Parte del tejido empresarial vende sus productos directamente en el mercado, mientras que otras empresas llevan a cabo procesos específicos o fabrican componentes de un artículo; d) No hay rigidez entre esas firmas que despachan sus géneros y las que actúan como subproveedoras de otras: éstas últimas también pueden dedicarse a la venta; e) Las relaciones inter-empresariales son de colaboración y competencia: las empresas no luchan entre sí; pugnan por introducirse en nuevos mercados, pero sin causar efectos negativos al distrito industrial;

24 Sobre esto, véase L. ESPOSITO (1977: 111-146) y R. VIRUELA (2000: sobre todo 42-44). 25 Un empresario del calzado del Raiguer, interrogado sobre la economía sumergida, respondió lacónicamente que no es más que un circuito de conveniencias . Los industriales a los cuales se ha podido entrevistar indican que esta actividad es un recurso empresarial ante la inadecuación de la normativa laboral a sus necesidades. La solución que proponen son módulos de formación y ocupación que impliquen la contratación posterior del 50% de los alumnos. Con esto, se favorece la preparación de personal, toda vez que actualmente las empresas de calzado del Raiguer tienen problemas para encontrar trabajadores cualificados. Esta deficiencia retroalimenta la economía sumergida. Tomo estas informaciones de la Conselleria de Treball i Formació, Estudi sobre l’ocupació submergida a Balears , Govern Balear (Palma 1998), pág. 70-72, en donde se señala que la fase del aparado es la que articula un mayor número de personal femenino en el trabajo sumergido. 26 A. MARSHALL (1919), G. BECATTINI (1992). 27 V. CAPECCHI (1992: 41).

20 f) Hay una fuerte inter-conexión entre el distrito como realidad económica y la vida familiar, política y social. Resulta todavía arriesgado afirmar de manera rotunda que el Raiguer es un distrito industrial en la línea que ha sido expuesta. Quedan, todavía, trabajos pendientes para llegar a esa conclusión, que pasan –entre otros campos– por la elaboración de encuestas y muestreos amplios y representativos, análisis más precisos en el ámbito microeconómico y estudios de comportamientos demográficos, políticos y electorales. La simple percepción no puede sustituir al análisis económico. Porque el hecho que las empresas de la comarca produzcan un mismo producto o sus fases distintas –con la inclusión de economías externas–, no comporta mecánicamente la consecución de un distrito. Ahora bien, el estado actual de la investigación sobre el calzado en Mallorca permite discernir cuatro factores fundamentales que se dan en el Raiguer y que, sin duda, van en la dirección teorizada por A. Marshall y G. Becattini: a) La pequeña y mediana empresa han tenido el papel protagonista del desarrollo económico. En este punto, el caso de la comarca contradice algunas visiones procedentes del campo de la economía aplicada y de la historia económica, cuando alegan que las empresas de dimensiones reducidas son un obstáculo para el cambio tecnológico y, por tanto, para el crecimiento, habida cuenta que las grandes firmas son sus propulsoras naturales. Estas visiones críticas recogen la influencia de la teoría neoclásica, en el sentido de considerar que un tamaño por debajo de la escala mínima eficiente infiere una mediocre dirección empresarial. Pero no está demostrado que los grandes consorcios sean siempre más innovadores que los pequeños, incluso en un terreno tan importante como el de I+D 28 . De hecho, existen numerosos ejemplos en los que muchas pequeñas empresas cuentan con tecnología y niveles de eficiencia similares a los de una organización mayor 29 . En ese sentido, la dispersión del proceso productivo no elimina el interés del empresario por el cambio en los elementos tecnológicos, que se pueden producir en nuevas materias, como por ejemplo el diseño. En el Raiguer, el caso más elocuente al respecto es el de Camper , con inversiones apreciables en programas informáticos sobre gestión y diseño, punteros en el mundo que, además, alimentan retornos informativos con las

28 El argumento en J.M. VALDALISO-S. LÓPEZ (2000: 322-323). 29 Tal y como indica S. BRUSCO para los distritos industriales italianos, contradiciendo la tesis de A. GRAZIANI y M. PACI, quienes asertan que las pequeñas empresas van asociadas a un uso escaso de la tecnología y al devengo de salarios bajos, y que cuando esto es así disminuye notablemente el nivel de eficiencia. Véanse A. GRAZIANI (1975), M. PACI (1975) y la réplica de S. BRUSCO (1992).

21 empresas suministradoras de esos productos para mejorar las prestaciones. Esto ejemplifica un hecho importante que, para M. Piore, cualifica el distrito: el trabajo en red, lo cual sugiere una riqueza de comunicación que profundiza en –como dice G. Becattini– el aumento de las interdependencias industriales y sociales 30 . b) El Raiguer ha mostrado una notoria flexibilidad para enfrentarse a demandas cambiantes, a la vez que una capacidad para adaptarse e innovar. La hegemonía de la pequeña empresa y el peso determinante del calzado, con pocas economías de escala, han orientado siempre la producción hacia un grado de calidad, muy apreciado por diferentes demandas en distintos períodos históricos. En efecto, el calzado de la comarca siempre ha tenido la vista puesta en los mercados exteriores, y de ahí que en los documentos en que se reclama –sea cual sea la etapa cronológica– una mayor facilidad para impulsar las transacciones, se encuentren las rúbricas de los empresarios del Raiguer. La predisposición comercial de las empresas de la zona se ha debido adaptar a la realidad de mercados cada vez más amplios, en los que la evolución del cambio técnico y la gradual fragmentación de la demanda imponían nuevos envites al sector. Del espacio antillano, pasando por el europeo, el norteamericano y el asiático, los fabricantes han acoplado sus estructuras organizativas, de pequeñas y medianas dimensiones, a unas demandas que se veían satisfechas por las grandes empresas o por aquellos consorcios que producían en países con mano de obra más barata. En este devenir histórico, en el que se han ido reduciendo los ciclos de vida de las tecnologías y de los productos, han quedado patentes dos hechos empíricos que ayudan a escrutar planteamientos teóricos más amplios: la calidad del zapato mallorquín ha seguido vendiendo en todo el mundo, lo cual quiere decir que la producción en masa –en el sentido taylorista– no ha sido la única vía para el desarrollo; y que, por otro lado, no existe un tamaño ideal de empresa. Este es el sentido que M. Piore y C. Sabel han acuñado como “segunda ruptura industrial” 31 , un fenómeno que se contrapone al modelo fordista-gerencial de empresa chandleriana y que surge de las consecuencias producidas por la “estanflación” a partir de la crisis de 1973. Los efectos recesivos sobre variables como la inflación, el paro y el consumo, provocaron una depresión de la demanda que incidió en una tendencia de reducción de la productividad y de los beneficios en las grandes empresas. La producción en cadena –especialmente

30 M. PIORE (1992: 84-85).

22 aquella que afectaba a bienes de consumo– estaba en serias dificultades. La figura de los distritos industriales y de las formas difusas de producción, procesos que demostraban una mayor capacidad de permutación, tanto en regiones de Italia como de Alemania, empezaron a ser una alternativa en aquellas zonas que cumplían una serie de requisitos cuyo primer pilar era el estímulo de la flexibilización. El caso del Raiguer encaja en todo ese proceso, al que enriquece a partir de una constatación que es substancial: la experiencia histórica. c) En efecto, los antecedentes culturales son una pieza fundamental 32 . La capacidad existente, tangible, histórica en suma, es uno de los activos más relevantes con los que cuenta el Raiguer. La comarca mantiene, desde hace doscientos años, la cultura del “cuero” y de la “piel”, de gran interés económico. Esto no siempre es apreciado en su totalidad en una escala local. La práctica cotidiana durante decenios en el sector, por parte de empresarios y trabajadores –una dialéctica en la que los conflictos de clase han estado siempre presentes–, ha inducido mayores actitudes y destrezas para un desarrollo posterior, en el que permanencias y cambios se combinan en unas coordenadas de crisis y de repuntes regulares. Es muy difícil que aparezcan innovaciones de cualquier naturaleza desde la nada. Por consiguiente, una economía que, como la del Raiguer, ha dispuesto siempre de un número significativo de empresas –y, por tanto, de niveles de experiencias organizativas y mercantiles– tendrá, a su vez, una cifra más elevada de personas con aprendizajes ya demostrados y contrastados en el mercado, frente a otras economías que han articulado un menor número de iniciativas. Esta es una base fundamental para promover nuevas actividades emprendedoras. d) El papel activo de la política pública, si bien la valoración que se hace –teniendo en cuenta que se trata de la entrada en el juego político– es heterogénea. En tal sentido, el hecho más destacable –y que sin duda promueve el consenso– se da en 1993, cuando se produce la solicitud conjunta de los municipios de la comarca para que Bruselas declarase Objetivo 2 al Raiguer, como zona de declive industrial. La aceptación europea de la petición insular promovió la confección de planes comunes entre los ayuntamientos, la administración autonómica, las organizaciones empresariales y los sindicatos, tendentes a promocionar la diversificación de la estructura productiva, mantener y potenciar la tradición industrial, mejorar las

31 M. PIORE-C. SABEL (1990), J.M. VALDALISO-S. LÓPEZ (2000: 460-461).

23 infraestructuras y los equipamientos, crear puestos de trabajo e incrementar los niveles de productividad y la capacidad de concurrencia en el marco de una economía abierta 33 . Los ejes de actuación que se propusieron se centraban en la modernización tecnológica mediante la aplicación de políticas de I+D, el apoyo a la pequeña y mediana empresa, la racionalización de la producción y la génesis de grupos empresariales, la elaboración de estrategias conjuntas de acceso a los mercados internacionales, el empuje a las estructuras comerciales y de diseño y, finalmente, la formación y recualificación de los recursos humanos mediante el uso de políticas de formación y orientación profesional.

32 Cf. A.O. HIRSCHMAN (1961: 13-15), G. BECATTINI (1992), S. BRUSCO (1992: 33). 33 La creación del Consorci per al Desenvolupament Econòmic del Raiguer (CDER), emplazado en Inca, supuso desarrollar un organismo con entidad propia para gestionar las ayudas recibidas desde Bruselas. Cf. La comarca de "Es Raiguer" (Mallorca). Solicitud de Inclusión entre las Zonas Elegibles por el Objetivo núm. 2 de los Fondos Estructurales de la C.E.E . Véase también M. PIORE (1992: 87 y ss.).

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