Largometrajes En Cine 1915 • 2006
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LARGOMETRAJES COLOMBIANOS EN CINE Y VIDEO FUNDACIÓN PATRIMONIO FÍLMICO COLOMBIANO LARGOMETRAJES COLOMBIANOS EN CINE Y VIDEO 1915 • 2006 FUNDACIÓN PATRIMONIO FÍLMICO COLOMBIANO Junta Directiva Ministerio de Cultura Cine Colombia Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Bogotá Fundación Rómulo Lara Cine Club de Colombia Televideo Mejía Cía y Asociados MINISTERIO DE CULTURA FONDO PARA EL DESARROLLO CINEMATOGRÁFICO CONSEJO NACIONAL PARA LAS ARTES Y LA CULTURA EN CINEMATOGRAFÍA PROIMAGENES EN MOVIMIENTO FUNDACIÓN PATRIMONIO FÍLMICO COLOMBIANO Dirección histórica y asesoría editorial: Jorge Nieto Investigación y Textos: Jorge Alberto Moreno Gómez Rito Alberto Torres Moya Coordinación Editorial: Myriam Garzón de García Myriam Rosalba Aponte Jorge Alberto Moreno Gómez Rito Alberto Torres Moya Diseño y concepto gráfico: Marta Granados Carátula: Marta Granados Selección y reproducción fotográfica: Paula Nieto Plazas Asesor Jurídico: ZEAbogados Colaboración: Alejandra Orozco García Juanita Baquero Rueda Marta Yances Peña Yenni Alexandra Mendoza Archivo de cine y video: Atanacio Martínez Sánchez Jorge Alberto Ávila Bedoya Versión para la página electrónica - edición 2006: Juan Carlos Arango Espitia Jorge Alberto Moreno Gómez Rito Alberto Torres Moya Todos los derechos reservados Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano Carrera 13 # 13 – 24 piso 9° auditorio Bogotá - Colombia Teléfono: (57-1) 2815241, 2836496, 3425182 Fax: (57-1) 3421485 [email protected] www.patrimoniofilmico.org.co Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano Largometrajes colombianos en cine y video 1915 – 2006 / Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. – Bogotá: Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, 2006. INTRODUCCIÓN Desde 1897, cuando los camarógrafos de Lumière llegaron al país, el cine nacional ha pasado por marcados altibajos, por momentos de gloria pero también de abandono. Hoy, cuando entendemos el cine como parte esencial de la cultura y de la identidad colombiana, y cuando por fin con- tamos con las herramientas para hacerlo más fuerte, predecimos un futu- ro optimista para la cinematografía nacional. La producción cinematográfica en Colombia tomó su primer impulso durante las primeras dos décadas del siglo XX. No obstante, los pioneros le apostaron casi siempre a empresas familiares y no contaron con el apoyo del Estado. El cine maravillaba como puro entretenimiento y vehí- culo de información. El inicio de la intervención del Estado en la cinematografía se dio en 1938 con la creación de una sección de cine en el Ministerio de Educa- ción, bajo la administración de Jorge Eliécer Gaitán. No fue sino hasta 1942, durante el segundo gobierno de Alfonso López Pumarejo, que se promulgó la ley 9ª con el ánimo de estimular y proteger la cinematografía colombiana. Dicha ley buscaba principalmente formalizar el sector, obli- gando a las empresas a constituirse legalmente y demostrar un capital colombiano del 80%. Sin embargo, aunque las medidas adoptadas por el gobierno estuvieran cargadas de buenas intenciones, el impulso por cons- truir una industria cinematográfica no prosperó. En 1972 el Estado intentó nuevamente brindar un apoyo a la produc- ción cinematográfica por medio de la Ley del sobreprecio, que fomentaba la producción de cortometrajes. De esta manera, y como resultado de la ley, en el transcurso de 10 años se produjeron 600 cortometrajes, una cifra extravagante en comparación con el promedio de películas elabora- das en nuestro país hasta la fecha. Este fue un momento fundamental en la historia de la producción nacional, en la creación de empresa y en la incursión y consolidación del oficio. Pero llegaría el 28 de julio de 1978. Ese día nació propiamente la industria del cine nacional apoyada por el Estado, gracias a la constitución de la Compañía de Fomento Cinematográfico, Focine, adscrita al Ministerio 7 de Comunicaciones. Se trató de una gran escuela que permitió durante unos años consolidar equipos de trabajo multidisciplinarios e incursionar de manera constante en el oficio cinematográfico. Se realizaron numero- sos medios y largometrajes, tanto documentales como argumentales, y se buscó fortalecer el vínculo entre el público y los cineastas a través de la emisión de películas en televisión. Con Focine se realizaron en total 29 largometrajes y hubo espacio para el trabajo de varias generaciones de creadores. Pero con el tiempo la compañía se malogró, y en 1993 tuvo que ser liquidada. Nuevamente el sector cinematográfico se quedó desampara- do por el Estado y sin una oficina de gobierno que se encargara del diseño y la implementación de políticas de desarrollo. Los pocos largometrajes producidos en los años siguientes obede- cieron a esfuerzos de personas y equipos de trabajo que salieron adelan- te haciendo milagros. Estos realizadores demostraron que la necesidad de expresión a través de la cinta cinematográfica es algo más que una obsesión; es una necesidad cultural que recrea la memoria y la identidad. La mayoría de las personas dedicadas al cine encontraron en la televisión y el video su espacio de expresión, lo que aportó al desarrollo de estas industrias hermanas. El cine tuvo que esperar hasta 1997, cuando los esfuerzos de los cineastas encontraron un espacio político concreto con la promulgación de la Ley 397 de ese año. La Ley General de Cultura creó al Ministerio del ramo y dentro de él, a la Dirección de Cinematografía y al Fondo Mixto de Promoción Cinematográfica, Proimágenes en Movimiento. La nueva ley también definió y resaltó temas como la importancia del cine para la so- ciedad, y las características generales de las producciones y coproduc- ciones para ser consideradas como nacionales. Se creó el Consejo Nacio- nal de las Artes y la Cultura en Cinematografía, un ente con representa- ción de todos sectores de la cinematografía, se volvió a dar reconoci- miento oficial de la labor cinematográfica a través del Premio Nacional de Cine, el cual no se otorgaba desde 1982, y las asociaciones del sector pudieron reactivar sus actividades. Desde 1998 el promedio de largometrajes colombianos estrenados al año ha aumentado a 5,1; previa- mente era de solo 1,5. 8 Es importante resaltar que las acciones del Ministerio de Cultura frente al desarrollo de la industria corresponden a una política integral que se delinea a través de la normativa, la investigación, la formación, la producción, la divulgación, la preservación y la conservación. Esta políti- ca además traspasa las fronteras y crea puentes de interacción en todos los niveles. Desde la puesta en marcha de la Ley General de Cultura el Estado ha fomentado la creación de películas a través de convocatorias públicas, del Fondo Ibermedia y de la circulación de información sobre ayudas de otros países, apuntando a la democratización del acceso de los apoyos, al fomento. En julio de 2003 vendría otra buena noticia para la cinematografía de Colombia: la aparición de la ley 814, llamada también Ley de cine, producto de un proceso de concertación de más de cuatro años entre los principales actores de la industria cinematográfica colombiana y de in- vestigaciones previas. La Ley de cine le apuesta a la descentralización de la cultura y del cine y busca que la producción de películas en Colombia deje de ser una labor quijotesca de unos pocos soñadores empedernidos y se convierta gradualmente en una industria no solo rentable sino soste- nible. Con ella, el Gobierno Nacional ideó unos incentivos de inversión y generó mecanismos que tienen como fin desarrollar integralmente el sec- tor y promover toda la cadena de producción cinematográfica: desde los productores, distribuidores y exhibidores, hasta la preservación del patri- monio audiovisual, la formación y el desarrollo tecnológico, entre otros. La ley, una herramienta que permite la continuidad de los procesos creativos y productivos, hoy es una realidad que en su primer año logró llevar ocho películas a salas y apoyar a más de 60 proyectos cinematográ- ficos en distintos estados de desarrollo. Pero la ley 814 de 2003 no sólo mira al futuro; también contempla los esfuerzos de años del cine colombiano por contribuir en la construc- ción de nuestra identidad. Es así como el Consejo Nacional de las Artes y la Cultura en Cinematografía destinó importantes recursos al fortaleci- miento del patrimonio audiovisual del país. Es gracias a la labor de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano en la preservación de nuestra memoria audiovisual que hoy podemos contar con este catálogo de largometrajes, argumentales y documentales, en cine y video. 9 El cine, además de escribir nuestra identidad, nos permite reflexio- nar sobre las causas profundas de nuestro pasado, presente y futuro. Las películas nos entretienen pero nos señalan nuestras diferencias y puntos de encuentro; nos enseñan que el mundo está compuesto por personas diversas. El catálogo de películas colombianas que usted tiene en las manos en este momento es un sueño hecho realidad, un sueño que refleja la diversidad de Colombia y de la vida misma. María Consuelo Araújo Castro Ministra de Cultura 10 PRESENTACIÓN El transcurrir de los últimos noventa años en el arte cinematográfico ha tenido momentos de gran productividad, otros de esfuerzos personales o individuales, ha habido tanto de dificultades como de aciertos: imágenes memorables, otras menos conocidas, pero igual de importantes para la constitución de un cuerpo de obras que han transmitido al espectador he- chos históricos o ficciones, en argumentales, documentales, fotografías, músicas que revelan la manera de ser y de vivir de una creatividad. Históricamente nos encontramos en un momento muy interesante para el desarrollo de la cinematografía colombiana. Debido a la promulgación de la ley 814 de 2003, llamada Ley de cine, el apoyo estatal se manifestará y hará evidente la fuerza de una industria que está por consolidarse. Si bien este desarrollo es fundamental para el sector cine- matográfico, igualmente es importante mirar el recorrido del séptimo arte en el país y la significación adquirida con los años. Desafortunadamente, gran parte de los registros audiovisuales de los primeros decenios se perdió irremediablemente, y en algunos casos, sólo, se conocen sus da- tos por los documentos de prensa de la época.