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Trabajo Práctico Nº1 - Leer Por Matías Merlino Discurso Audiovisual V — Prof. Julieta Sepich Consigna: A partir del texto asignado correspondiente al Módulo bibliográfico de la Cátedra, realizar un informe señalando los siguientes ítems: Datos “duros” (fechas, país, tipo de producción, personas). Identificar y establecer las relaciones principales entre estos datos dentro del texto. Ideas centrales. Señalar cuáles son los elementos que conforman conceptos y tópicos de los autores. Ejemplos audiovisuales. Rastrear y describir cuáles son las conexiones con el texto y justificar. Cada trabajo práctico debe incluir por lo menos tres citas textuales de bibliografía relacionada. Forma de presentación: El informe debe realizarse en Word, con carátula y rótulo según las normas de presentación de la facultad, citando la bibliografía y filmografía. Hojas blancas tamaño A4, numeradas. Cuerpo: 12. Interlineado: 1,5. 1 “El período mudo” (1897-1931) Jorge Miguel Couselo El presente texto nos informa acerca del período mudo del cine Argentino entre los años 1897 y 1931. En él se detallan una serie de procesos y eventos puntuales que nos permiten entender dicho período a tal punto de llegar a realizar una breve reconstrucción histórica cinematográfica pasando por diversos intentos fílmicos y una suerte de crecimiento cinematográfico desde el momento que llega la primera cámara de filmación un año después de la primera proyección de cine en el territorio Argentino en 1896. La forma en la que se aborda la reconstrucción histórica cinematográfica argentina de este período es a través de la mención de eventos puntuales tales como diversos años que corresponden al estreno de una película y también a la mención de directores pioneros de las mismas. Es por ello que el texto comienza marcando como punto de partida la primera exhibición pública en el país, la cual data del años 1896 el día 18 de Julio en el Teatro Odeón de Buenos Aires. Al igual que en la primera proyección histórica de los hermanos Lumière, las vistas proyectadas fueron, entre otras, “La llegada del tren” que curiosamente tuvo un efecto anecdótico similar en Argentina tal como sucedió en año anterior en París. Couselo afirma (1984) que según testimonios: “provocó el pánico entre algunos espectadores de la tertulia alta, uno de los cuales [...] se lanzó a la platea, lastimándose” (p. 11). A partir de esta primera proyección personas que se dedicaban a la industria de artículos fotográficos como el belga Enrique Lepage, comenzaban a interesarse en la importación de aparatos filmadores y proyectores. Es de aquí que llegan a Buenos Aires en el año 1897 las cámaras Elge de la compañía francesa Gaumont. Como una suerte de amateurismo de, hasta el momento, aficionados de la fotografía (Couselo, 1894) el fotógrafo y artesano de laboratorio Eugenio Py fue quien realizó el primer producto de corta duración conocido como “La bandera argentina”. De aquí en más, el terreno de la filmación se mantuvo muy precario hasta aproximadamente el año 1900. Dicho año se inicia la filmación por no decir también impresión de noticieros 2 de la mano de Py al capturar el desembarco de Manuel Ferraz de Campos Salles el para entonces presidente de Brasil; y estrechar un abrazo con el presidente Julio Argentino Roca. Hasta mediados de 1909, el cine argentino se mantuvo similar al cine universal con la característica de ser informativo y de carácter documental de actos políticos e históricos como la llegada del presidente brasileño a la Argentina. Esta característica del cine argentino, como recurso informativo de la realidad y la cotidianidad coincide en mayor o en menor medida con los inicios del cine que llevan a cabo los Hermanos Lumière. En otras palabras y según Ducrós Hicken, “la edición cinematográfica no se apartaba de las actualidades y las reuniones de familia, de los cumpleaños de opulentos hacendados, algunos paisajes rurales y fluviales” (como se cita en Couselo, 1894, p.12). A continuación llega la idea anticipada de la ficción en Argentina cuando mediados de 1901 Eugenio A. Cardini compra un equipo Lumière y realiza dos ficciones tituladas “Escenas callejeras” y “En casa del fotógrafo”. Ambos films fueron realizados con actores domésticos y relatan situaciones muy breves y cómicas. Asimismo y de forma conjunta también se inscriben en esta etapa los ensayos de sonorización fonográfica o cronofotográfica a partir de la escenificación de una canción. Algunos ejemplos son “Gabino el mayoral”, “El perro chico”, “Mister Whiskey”, entre otros. Finalmente y de forma más establecida llega la ficción como tal junto con el arribo del italiano Mario Gallo que hasta entonces era director de coros y se habría de transformar en pianista. “El fusilamiento de Dorrego” fue su primera película estrenada en 1910, la cual y según el testimonio de Leopoldo Torres Ríos “el público se enteraba de que había tal fusilamiento porque así lo decía el título” (como se cita en Couselo, 1984, p. 33). En otras palabras, parecía una reconstrucción histórica, no tanto una ficción. De aquí en más, el director y productor continuaría con su carrera con la escritura de numerosas obras que le deparará en un acercamiento al largometraje con la película titulada “Tierra baja”, protagonizada por Pablo Podesta siendo una transposición acriollada del drama de Ángel Guimerá. La aventura fílmica de Gallo va desde el 1909 a 1913 aproximadamente. Tras consecuencias materiales el pionero y su instinto de superación prosiguió adelante con producciones que, según Couselo cataloga de rumbosas pero fieles a su cine. 3 Tan fiel que moriría pobre (Couselo, 1984). Algunas de esos films son “En un día de gloria” (1918) y “En buena ley” (1919). La ficción histórica, como lo enuncia Couselo, creció hacia el formato de largometraje con la película “Amalia” (1914) del dramaturgo Enrique García Velloso. Velloso se caracterizó por la puesta en escena y por haber superado en mucho la escolaridad que se le atribuyó a los cortos de Gallo y además por haber superado las limitaciones de un elenco no profesional (Couselo, 1984). Entre su filmografía, el director también se introdujo al cine en la representación teatral de modo que acciones filmadas eran proyectadas y de alguna forma incluidas en la puesta de por ejemplo la obra “El movimiento continuo” de Armando Discépolo y colaboradores. Esta representación teatral llegó a considerarse como antecedente de un nuevo género teatral conocido como: el grotesco. Leopoldo Torres Ríos, hijo de Torre Nilsson, resume el período de 1909 a 1915 de la siguiente manera: “Muy despaciosos siguieron los intentos” (como se cita en Couselo, 1984); ya que ese mismo año se estrena “Nobleza gaucha” (1915), una película que tuvo un éxito excepcionalmente masivo que no volvió a repetirse en la Argentina según Couselo. Esta película mostró grandes progresos en el lenguaje fílmico y en la trama cómica y a la vez melodramática. Es este film en particular que permitió ver la posibilidad de llevar a cabo una estable industria cinematográfica nacional. Era posible vislumbrar esta posibilidad debido a que la primera guerra mundial había debilitado la producción europea y además, el copamiento norteamericano de los mercados latinoamericanos no era todavía evidente. Asimismo, no se llegó a advertir la insuficiencia de los mercados internos debido al entusiasmo que generó “Nobleza Gaucha” (Couselo, 1984). Luego del impulso que llevó adelante esta película el director Federico Valle produjo dos expresiones imprescindibles para el cine Argentino que le valieron un reconocimiento por una característica poco frecuente en su género. Las dos películas se titulan “El apóstol” (1917) y “La Carmen Criolla” o “Una noche de gala en el Colón” (1918). Ambos films eran largometrajes y estaban realizadas a partir de dibujos, por lo que son el primer largo en dibujo realizado en el mundo según el congreso de Berlín de 1970. 4 Hacia 1920 los capitales se alejaron del cine debido a una avalancha de películas extranjeras que determinó una arrolladora competencia. Las productoras de Estados Unidos comenzaron a no vender sus rollos a las distribuidoras nacionales de cada país, reemplazando el sistema y generando una “continua invasión luego de seis décadas”, afirma Couselo 1984 (p.29). Ferreyra es el gran capítulo del cine mudo argentino. Tal y como lo conocían, el “Negro” Ferreyra, a diferencia de sus antecesores, tuvo un punto de vista distinto. Era pintor y escenógrafo por lo que su visión sobre el cine estaba dada desde lo plástico.(Couselo, 1984). En 1920 filmó la primera película que se la considera lograda: “Palomas rubias”. Ferreyra tenía una talento natural que le permitía crear historias casi de la nada y apenas bocetándolas. Desarrollaba la trama mientras filmaba. De esta forma nacieron “La muchacha del arrabal” (1922), “Buenos Aires, ciudad de ensueño” (1922), “Melenita de oro” (1923), “El organito de la tarde” (1925), Muchachita de Chiclana” (1926), “La costurerita que dio aquel mal paso” (1926, “Perdón, viejita” (1927). Ferreyra realizó una gira en 1927 por países del Pacífico, pasó por Estados Unidos y España buscando nuevos mercados pero no obtuvo nada pero supo escuchar los consejos de que el cine sonoro se estaba acercando; por lo que devuelta en Buenos Aires filmó en el año 1923 “El cantar de mi ciudad” y “La canción del gaucho” ambas películas parcialmente sonoras. En 1931, su “Muñequitas porteñas” sería el primer film argentino sonoro y hablado por el sistema Vitaphone. La relación de todos estos datos mencionados con el texto se evidencia en la ejemplificación cronológica de los diferentes momentos que el autor considera de relevancia para plantear una descripción pautada del período mudo del cine Argentino que se despliega desde 1837 a 1931. Entremedio de la descripción pautada y cronológica del período mudo, se conforman conceptos de carácter personal por parte del crítico de cine y periodista argentino Jorge Miguel Couselo. Por medio de argumentos y frases, un tanto críticas y satíricas en mi opinión, es capaz de trazar un hilo conductor que evidencia los aciertos y los fracasos o malos intentos por los que pasó el cine Argentino en este período.