En La Historia
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129 En la historia Boletín de la BCN 129 Boletín de la Biblioteca del Congreso de la Nación. -- Año 1, n.o 1 (1918)- Año 11 (1929) ; 2.a época, Año 1, n.o 1 (mayo 1932)-Año 2, n.o 6 (oct.1934) ; [3.a época], n.o 1 (sept./oct. 1934)- . -- Buenos Aires : Biblioteca del Congreso de la Nación, 1918- . v. ; 25 cm. ISSN 0004-1009. 1. Biblioteca del Congreso - Argentina - Publicaciones Periódicas. I. Biblioteca del Congreso. 4 ILUSTRACIÓN Un rayito de sol, Antonio Seguí (2006) 46 x 55 cm DIRECTOR RESPONSABLE Alejandro Lorenzo César Santa COMPILADORES Marta Palchevich y Ana Laura Rivara DISEÑO, COMPAGINACIÓN Y CORRECCIÓN Subdirección Editorial IMPRESIÓN Dirección Servicios Complementarios Alsina 1835, 4.º piso. CABA Las opiniones, ideas, doctrinas, conceptos y hechos aquí expuestos, son de exclusiva responsabilidad de los autores. © Biblioteca del Congreso de la Nación, 2015 Av. Rivadavia 1850, 3.º piso. CABA Registro DNDA n° 5229792 Impreso en Argentina - Printed in Argentina Noviembre 2015 Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 ISSN 0004-1009 6 Postales de la Pampa Azul Nicolás Lavagnino En memoria de Orlando Pascua que supo enlazar inmensidades con la constancia de los indomables. EL PARADIGMA DEL PIÉLAGO Probablemente fue Luis Lorenzo Domínguez, poeta, periodista, político y futuro Ministro de Hacienda de Sarmiento, quien a fines de la década de 1830 acuñó y grabó de manera más eficaz en la memoria colectiva la imagen de una pampa solitaria, adornada por la silueta apenas enhiesta de un árbol achaparrado. A partir de 1837 Domínguez se constituyó en uno de los organizadores del Salón Literario, y fue allí donde comenzó a circular su poema “El ombú”, por el cual recibió en 1843 un galardón, aunque para su desgracia estaba ya en el exilio montevideano. Comenzaba así: Cada comarca en la tierra / tiene un rasgo prominente / El Brasil su sol ardiente / Minas de Plata el Perú / Montevideo su Cerro / Buenos Aires -patria hermosa / Tiene su pampa grandiosa / La Pampa tiene el Ombú. Su descripción de la pampa no es menos memorable: Esa llanura extendi- da / Inmenso piélago verde / Donde la vista se pierde / Sin tener donde posar / Es la pampa misteriosa / Todavía para el hombre / Que a una raza da su nombre / Que nadie pudo domar.1 El carácter desértico y vacío del espacio y el cariz indomable de esa “raza” constituyen ambos aspectos que tendrán una vasta eficacia simbólica y política en la Argentina venidera, a punto tal que podríamos decir que buena parte de la historiografía y de la ensayística del siglo XX no ha hecho otra cosa más que mon- tarse sobre estos topoi ya sea para reforzarlos o para destruirlos. La idea de una “nación desértica”, que afronta en tanto que tal problemas de una especificidad casi irremontable, es una de la cual nos cuesta deshacernos.2 Pero lo curioso de “una llanura extendida” vuelta “piélago” es que arroja a la “comarca”, tras convertirla en un mero territorio sometido a sus rasgos físicos, al oleaje inespecífico del mar abierto. De hecho un piélago (del griego pélagos) es por definición la parte del mar que no se monta sobre la plataforma continental. Se opone a la zona demersal, que es aquella que comprende las aguas cercanas al lecho océanico, que es la zona donde se puede percibir el fondo en caso de 1 Luis L. Domínguez, “El ombú”. Disponible en http://www.biblioteca.org.ar/libros/1183.pdf. 2 Tulio Halperín Donghi, Una nación para el desierto argentino, Buenos Aires, CEAL, 1982. Es un jalón destacadísimo a la hora de enfocar este problema. 33 sumergirse. El piélago es la capa más superficial, mudable y contingente del océano, aquella donde las cosas están destinadas a no permanecer, sucediéndose en una reiteración de marejadas aparentemente indiscernibles. De este modo la pampa es considerada como un inmenso “piélago verde” en el que nada perdura, una superficie extensa de la cual no podemos percibir el fondo, reiterada hasta el hartazgo en sus sucesivos vacíos, y en la que “la vista se pierde sin tener donde posar”. Este “misterio” de un territorio continental convertido imaginariamente en un océano indómito, fuera de la zona demersal, que es introyectado al centro mismo de una cultura dada, es uno que nos gusta proponernos de tanto en tanto. La nación convertida en una patria que no es otra cosa que un territorio desértico, océanico, sin fondo. Donde no hay vestigios. Donde en definitiva del territorio, entendido antes que nada como un mero soporte físico, se sabe poco. Ignorancia que se extiende, desde ya, a la vida que la habita. Pero el piélago puede ser algo más que verde. Desde 2014 un proyecto oficial, por otra parte de indudables méritos y encomiables intenciones, se ha propuesto “respaldar con información y presencia científica la soberanía de nuestro país en el área del Atlántico Sur”. Se trata de la iniciativa Pampa Azul, que comprende no menos de seis ministerios bajo la coordinación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.3 El objetivo de Pampa Azul es “contribuir a profundizar el conocimiento científico como Áreas prioritarias que comprende la iniciativa Pampa Azul fundamento de las políticas de conservación Estuario del Río de la Plata Golfo San Jorge y manejo de los recursos naturales; promover Agujero Azul en el talud continental innovaciones tecnológicas aplicables a la ex- Banco Namuncurá - Burdwood Áreas marinas sub-antárticas, que incluyen a plotación sustentable de los recursos naturales las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur y al desarrollo de las industrias vinculadas al mar; fortalecer la conciencia marítima de la sociedad argentina” además de, como se ha dicho, enfocar el problema de la soberanía, en el marco ineludible del conflicto por Malvinas. Las cinco áreas de interés definidas en primera instancia en el marco de la iniciativa pretenden no referir directamente al asunto Malvinas (se trata del estuario del Río de la Plata, el Golfo de san Jorge, el denominado Agujero azul en el talud continental, el banco Burdwood y las áreas marinas sub. antárticas), pero es evidente que tanto temática como espacialmente la circundan. Luego de pensar a la pampa como un piélago, un mar abierto, indomable, ahora nos proponemos pensar el océano como una pampa. Es decir, conside- rarla como la pampa marítima que circunda al mar verde que es nuestra tierra, 3 Sobre esta iniciativa cfr. http://www.mincyt.gob.ar/accion/pampa-azul-9926. 34 entendidos ambos (la pampa acuosa y el mar pamposo, por así decirlo) como un soporte de recursos y un espacio estratégico. Un territorio en suma. Y uno que es accionado estatalmente, que es articulado desde su ser inerte pasividad, su ser una mera “llanura extendida”, en la creencia de que esta articulación estatal será, tal vez, la que mejor sustente nuestros derechos sobre el territorio. Esta discusión sobre piélagos que tienen que ser ocupados y configurados “desde arriba” ha estructurado la discusión geopolítica argentina por lo menos desde el Facundo de Sarmiento, con su ruda contraposición entre llanuras bar- báricas e islotes de civilización que habrán de imponerse en el curso de una lucha fratricida. Se trata de un debate que contrapone las sedimentaciones orgánicas y más o menos amorfas del territorio (el tipo de vida que puede haber en un pié- lago, que a fin de cuentas no es otra cosa que una masa anodina llevada por la corriente) con las intervenciones externas que se sobreimponen a esa pasividad —aunque tan solo en sus capas más superficiales y mudables— con una transfe- rencia de recursos, energías y positividades que por definición no provienen del territorio mismo. Vale decir, la vida del territorio no es otra cosa más que vida en su sen- tido más orgánico, biológico. Pero no es vida política, no es articulación social, cultural. El hombre indomable, solitario, bajo el ombú, está casi al nivel de los detritos y sedimentos que dan forma al territorio. Está allí para ser nominado, estructurado, accionado externamente. Vida pasiva situada versus acción estatal exógena.4 Esa es la forma que tenemos de tratar con los piélagos de vida que al parecer somos. Por comodidad llamaré a esta estructuración tópica el paradigma del piéla- go, en el entendimiento de que se trata de un tipo de consideración del problema político que da forma a la nación, que estipula a esa problematicidad inherente de lo político como un ítem en el marco de un territorio geográfico, físico y social amorfo. Un “mar abierto” en cuyo carácter indómito y agreste se encuentra el mo- tivo para elidir todo reconocimiento de diferencias relevantes y discernimientos más sutiles. Una vez configurada temáticamente esta constelación de ideas, valores y pregnancias sustentadas en el discurso, podemos ver cómo se repite este proce- dimiento a lo largo de (una cierta reconstrucción de nuestra idea de) la historia. Podemos escrutar las consecuencias de tratar a estas vidas, las vidas vividas en el territorio, como sedimentos, considerando a la acción política como un vector exógeno que se impone activamente por denominación, renominación, desplaza- miento y/o cooptación vertical. Y de hecho la propuesta en este ensayo es ver esta configuración en acto durante dos siglos, en el caso de la Pampa Azul. Para ello apelaremos a la recons- 4 Ya tuvo oportunidad de volcar lúcidas reflexiones sobre este punto, aunque inmerso en otro mar- co y a propósito de otro tópico, José Aricó en su imprescindible Marx y América Latina, México, Alianza, 1982. 35 trucción de una serie de viñetas, de episodios, de postales, que muestran a esta Pampa Azul perfilada a puñetazos de vida. El propósito aquí consiste en transitar oblicuamente los grandes temas que usualmente se invocan cuando se habla de las Malvinas.