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Ⓒ del autor: Domingo Lloris Ⓒ mayo 2007, Generalitat de Catalunya Departament d'Agricultura, Alimentació i Acció Rural, per aquesta primera edició Diseño y producción: Dsignum, estudi gràfic, s.l. Coordinación: Lourdes Porta ISBN: Depósito legal: B-16457-2007 Foto página anterior: Reconstrucción de las mandíbulas de un Megalodonte (Carcharocles megalodon) GLOSARIO ILUSTRADO DE ICTIOLOGÍA PARA EL MUNDO HISPANOHABLANTE Acuariología, Acuarismo, Acuicultura, Anatomía, Autoecología, Biocenología, Biodiver- sidad, Biogeografía, Biología, Biología evolutiva, Biología conservativa, Biología mole- cular, Biología pesquera, Biometría, Biotecnología, Botánica marina, Caza submarina, Clasificación, Climatología, Comercialización, Coro logía, Cromatismo, Ecología, Ecolo- gía trófica, Embriología, Endocri nología, Epizootiología, Estadística, Fenología, Filoge- nia, Física, Fisiología, Genética, Genómica, Geografía, Geología, Gestión ambiental, Hematología, Histolo gía, Ictiología, Ictionimia, Merística, Meteorología, Morfología, Navegación, Nomen clatura, Oceanografía, Organología, Paleontología, Patología, Pesca comercial, Pesca recreativa, Piscicultura, Química, Reproducción, Siste mática, Taxono- mía, Técnicas pesqueras, Teoría del muestreo, Trofismo, Zooar queología, Zoología. D. Lloris Doctor en Ciencias Biológicas Ictiólogo del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC) Barcelona PRÓLOGO En mi ya lejana época universitaria se estudiaba mediante apuntes recogidos en las aulas y, más tarde, según el interés transmitido por el profesor y la avidez de conocimiento del alumno, se ampliaban con extractos procedentes de diversos libros de consulta. Así descubrí que, mientras en algunas disciplinas resultaba fácil encontrar obras en una lengua autóctona o traducida, en otras brillaban por su ausen- cia. He de admitir que el hecho me impresionó, pues ponía al descubierto toda una serie de oscuras caren- cias que marcaron un propósito a seguir en la disciplina que me ha ocupado durante treinta años: la ictiología. De entre todo aquel material bibliográfico que contribuyó a mi formación, un diccionario, que toda- vía conservo, me ayudó a penetrar en el mundo de la taxonomía y el conocimiento de las plantas. Se trata del Diccionario de botánica del doctor Font Quer, y podría decir que estudiaba inmerso en él. Su influencia me alcanzó hasta tal punto que, al detectar el vacío existente en la vertiente ictiológica, me propuse dar comienzo a una obra de corte similar. El procedimiento era simple: vaciar todos aquellos libros de texto y diccionarios que contuvieran una terminología relacionada con los peces. Pronto me di cuenta de la magnitud de la tarea emprendida. No se trataba solamente de recopilar textos; estos debían contrastarse con otros, con definiciones similares o radicalmente diferentes, por lo que era necesario discriminar entre criterios y escribir una y otra vez los textos. Las interrelaciones fueron creciendo más allá de lo previsto y las fichas se acumulaban y ampliaban de forma desmesurada. Disciplinas como la anatomía, biogeografía, ecología, filogenia, física, fisiología, geología, meteoro- logía, morfología, patología, pesca, química, taxonomía, etc., contenían términos que se relacionaban con la ictiología. Creo que por aquel entonces llegué a contabilizar unas 22 de ellas, incorporando pala- bras aparentemente tan alejadas de los peces como las variedades o los sinónimos de color aceptados, descubriendo la existencia de una riqueza cromática impensable que, tiempo después, me facilitó la pre- cisa descripción de la coloración o librea de una u otra especie. En muchas ocasiones las transcripciones procedían del cuaderno de campo, donde las páginas manus- critas no resultaban fáciles de leer, pues he de confesar que en algunos casos fui incapaz de entender mi propia letra escrita de forma apresurada sobre un papel que, a menudo, presentaba un deplorable aspec- to con manchas, agua que emborronaba el texto y escamas adheridas. Desgraciadamente, algunas notas y referencias nunca las pude recuperar. Sin embargo, un problema de difícil solución fue constatar que mis conocimientos sobre la ictiología no eran lo suficientemente sólidos, pues constantemente aprendía de los mismos apuntes. Me invadió el desánimo y abandoné la tarea emprendida. Tiempo después, en 1984, volví a rescatar el material de su letargo gracias a la posibilidad de dispo- ner de un ordenador de sobremesa, donde fue posible volcar las manoseadas fichas y las nuevas notas de forma directa y, además, conservar la información en un formato electrónico que me permitía impri- mir tantos borradores como fueran necesarios. Todo, ocupando un mínimo espacio, limitado a unos cuantos discos que podía transportar de un lugar a otro sin mayores problemas. A la fiebre acumulativa y anárquica de añadir nuevos términos y sus definiciones, le sucedieron lar- gos períodos de sequía. Justificaba mi pereza preguntándome quién publicaría algo como lo que pre- tendía. No obstante, la tarea, a un ritmo menor, prosiguió hasta que la visita de un colega que se encontraba inmerso en una tarea similar, limitada a la anatomía de los peces, pero en fase muy avan- zada, me dejó sumido en una apatía total respecto a seguir con el glosario. Más tarde, debido a unos proyectos que debía desarrollar en distintos países sudamericanos, descu- brí que la lengua presentaba una riqueza de matices propios de cada lugar que, en ocasiones, conlleva parcelas de incomprensión propias de la distancia y la dinámica del idioma. Así, recobrando el interés por el proyecto abandonado, en todos esos viajes tomaba nota de aquellas expresiones y términos que para mí eran desconocidos o poco frecuentes; luego intentaba ampliarlos mediante la simple conversa- ción con colegas o tras la consulta de la bibliografía autóctona o foránea que los pudiera contener y, también, describiéndolos después de llevar a cabo su observación o experimentación, sin establecer nin- gún límite en cuanto a la procedencia de los mismos. La obra fue creciendo, pero surgió una nueva dificultad que afectaba al núcleo de la misma, que no era otra que recabar palabras y expresiones relacionadas con la taxonomía de los peces, cuerpo funda- mental sobre el que gravita el resto de términos complementarios. El número de especies no dejaba de crecer, y a la clasificación adoptada le siguió otra y varias más, obligándome a su continua actualiza- ción. Como puede vislumbrarse, la tarea parecía no tener fin, a la vez que presumía que con el interés . 5 . en llevarla a cabo no era suficiente, puesto que también era necesaria su difusión y, con ella, la partici- pación de un editor que estuviera dispuesto a correr el riesgo que representaría una obra cuyo conteni- do no atraería a las masas de lectores o consultores que éste podría desear. En fechas más recientes, las comunicaciones, y con ellas el entorno de Internet, me brindaron la posi- bilidad de preparar la información acumulada en un formato susceptible de ser gestionado por una base de datos que, desde hace unos años, puede consultarse a través del sitio: http://www.cmima.csic.es/icti- med/index2.html. Se trata de una versión reducida y sin ilustraciones de todo ese esfuerzo. Desde entonces he acumu- lado, modificado y actualizado un buen número de términos y expresiones que no están en la red, pero sí en el libro que el lector tiene ahora en sus manos: todo, junto a un considerable número de dibujos y fotografías que he ido preparando a través del tiempo para facilitar la comprensión de una gran parte de las definiciones. Al igual que me ocurrió con aquel diccionario de botánica, espero y deseo que esta obra sirva para sugerir y descubrir desconocidos rincones de la ictiología. Que ayude a que tanto la administración pública como los medios audiovisuales y escritos hagan mejor su trabajo. Que sirva de guía a cuantos me preguntaron del porqué unas especies estaban asignadas ahora en una familia y luego en otra. Que, en definitiva, contribuya a que todo aquel que busque una respuesta en esta disciplina, pueda encon- trarla. Barcelona, enero de 2007 . 6 . AGRADECIMIENTOS Muchas han sido las personas que a lo largo de la gestación de esta obra han contribuido a que cre- ciera en todos los sentidos. Gran parte de ellas, especialmente en los orígenes de la misma, ni tan siquie- ra sabían a qué estaban contribuyendo y otras, estoy seguro, lo habrán olvidado. A pesar del tiempo transcurrido, quisiera agradecer a los colegas del Departamento de Recursos Marinos Renovables, del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (CSIC), las respuestas a una encuesta con fines estadísticos que realicé con ellos. Quizá alguno recuerde unas fichas de color rosa que, a principios de los años ochenta, les pasé con la sugerencia de anotar un mínimo de diez términos relacionados con las tareas que habitualmente llevaban a cabo. Desde aquí, mi agradecimiento a Joan Biosca por soportar con estoicidad los vapores que despedían los peces que tuvo a bien fotografiar. Aquellas imágenes sirvieron de base para la inmensa mayoría de mis dibujos. Al Dr. Alfonso Rojo, que no supo, hasta hace bien poco, el desalentador impacto que me causó al mostrarme su manuscrito de anatomía y preguntarme sobre algunos términos como vejiga natatoria o vejiga gaseosa que yo guardaba celosamente para mi, y que él ya había decidido cuál era el más ade- cuado en su aplicación. A la Dra. Sandra Mallol, que también se sometió a la encuesta y proporcionó buenas definiciones relacionadas con la problemática de los artes de pesca, así como una serie de fotografías