Guachichiles Y Franciscanos
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Guachichiles y franciscanos En el libro más antiguo del convento de Charcas 1586-1663 Charcas-Matehuala-Río Blanco Mazapil-Saltillo-Monterrey Saltillo, 2019 Lucas Martínez Sánchez Paleografía, introducción y notas © Gobierno del Estado de Coahuila de Zaragoza © Secretaría de Cultura © Consejo Editorial del Estado Guachichiles y franciscanos En el libro más antiguo del convento de Charcas 1586-1663 Lucas Martínez Sánchez Producción: Cuauhtémoc sur 349, zona centro Saltillo, Coahuila Octubre de 2019 Impreso en Saltillo, Coah., México Ilustraciones: Jesús Omar Campos Hernández Lucas Martínez Sánchez Presentación El periodo conocido como la Colonia inicia en 1521, cuando cayó en poder de los españoles la antigua Tenochtitlan, capital del Imperio Azteca, y concluye en 1821 con la declaración de la Independencia de México. La dominación española se dio en dos sentidos: la conquista militar y la conquista espiritual. La primera se refleja en el gobierno colonial y la otra en las autoridades eclesiásticas que influyeron fuertemente entre los antiguos pobladores de estas tierras. Con los conquistadores también llegaron los primeros frailes para iniciar la evangelización de la Nueva España. En esta labor destacaron los franciscanos, que en todo el centro-norte y occidente del Virreinato sentaron las bases de la misma. La evangelización de los indígenas fue de suma importancia para una conquista que no fue pacífica debido a la violencia que ejercían los conquistadores por la oposición sistemática de los nómadas al ver invadido su territorio. Los indios que poblaron nuestra región fueron principalmente los guachichiles, término con el que se designaba a una etnia que se localizaba en una gran extensión territorial. Entre todos los pueblos chichimecas eran considerados los nómadas más aguerridos de la región, ya que para buscar su sustento recorrían lo que ahora son Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí y Nuevo León. La relación entre franciscanos y guachichiles de alguna manera está plasmada en los libros parroquiales donde se registra el proceso sacramental de los indígenas y colonos (bautismos, confirmaciones, matrimonios, defunciones). En Franciscanos y guachichiles. En el libro más antiguo del convento de Charcas, 1586-1663, el historiador coahuilense Lucas Martínez Sánchez presenta valiosa información extraída de ese libro sacramental, considerado el más antiguo de la región. 4 Guachichiles y franciscanos El abundante material que se incluye comprende asientos sacramentales, listas de nombres guachichiles, información sobre los esclavos negros, semblanzas de personajes que aparecen en el Libro de Charcas y documentos contextuales de ese lugar. Este exhaustivo trabajo de investigación de Martínez Sánchez representa una importante contribución al análisis del proceso histórico de la acción misional que se extendió por el territorio de lo que hoy es México. El Gobierno del Estado de Coahuila, a través de su Consejo Editorial, apoya la realización de proyectos bibliográficos como éste para difundir la historia e incrementar el patrimonio documental en beneficio de las nuevas y futuras generaciones. Su lectura contribuirá a conocer el fondo histórico de esa etapa que en gran medida determina lo que ahora es nuestro país. Javier Fuentes de la Peña Director del Consejo Editorial del Estado 5 Lucas Martínez Sánchez Prólogo Agradezco a Lucas Martínez su confianza al pedirme que presente este libro. Hace tiempo que la obra estaba terminada y entregada a prensas, pero por falta de recursos no logró ver la luz. Ahora, por fin, se entrega al público. El texto llena un enorme hueco que existía sobre el tema indígena norteño: los guachichiles. No es que no hubiera aportes precedentes, sino que eran demasiado escuetos, generales e incompletos. Esta obra los aprovecha y cita, como es debido, pero los profundiza y explica. El trabajo que se despliega es novedoso, pleno de datos y de significados. A partir de los guachichiles el autor presenta a los franciscanos, a los poderes coloniales y a otros grupos étnicos. Había un vacío informativo que nos impedía comprender muchísimos acontecimientos precisamente porque carecíamos de una serie de referencias. Ahora nos sentimos obligados a repensar eventos que hemos localizado dispersos en archivos estatales, municipales, religiosos, nacionales y extranjeros. Los guachichiles aparecían por doquier pero casi siempre desgajados de un todo, como si no tuvieran su propia cultura, su personalidad, su singularidad. Aquí los encontramos dentro de la historia de la evangelización de una región específica. Su misma denominación es peculiar. En los manuscritos se les nombra guachichiles, huachichiles, quachichiltique, guachuchules (como aparecen en el mapa de Abrahamus Ortelius de 1579), también guaxutxiles (en un mapa francés del siglo XVIII situándolos entre Zacatecas y Coahuila), y otra variante apareció en un libro impreso en Lima en 1681 en el que su autor menciona a los indios más bravos de América, desde Chile hasta Florida, y para toda la Nueva España destaca nada más dos: guachachiles (sic) y chichimecos.1 Las variaciones no deben sorprendernos pues existen demasiados ejemplos de otros términos mal escuchados y mal escritos por los españoles. La palabra Coahuila, que inicialmente se aplicaba a una región, fue escrita al menos con 18 grafías: Cavila, Caula, Chabuila, Guachila, Cohahuila, Huahuila, Couila y otras. Para este libro el autor escogió 1 Diego Andrés Rocha, Tratado único y singular del origen de los indios del Perú, Méjico, Santa Fe y Chile, Lima, 1681. 6 Guachichiles y franciscanos guachichil porque así 1o escribieron los franciscanos de Charcas y luego los sacerdotes diocesanos. Y me parece necesario recordar que el término no viene de su propia lengua sino del náhuatl, como sucede con el vocablo chichimeca. En un escrito en náhuatl del siglo XVI se les nombró cuachichiltique, que el nahuatlato Faustino Chimalpopoca Galicia tradujo como “los del bonete rojo” en el siglo XIX, porque acostumbraban embijarse el cabello con tintes bermejos.2 El libro nos entrega un sinnúmero de nombres de lugares, de naciones y de personas que pertenecían a la lengua y cultura guachichil. Es notorio el uso de prefijos y sufijos que se repiten excesivamente: ma, casi siempre al inicio o en medio de la palabra, y me, casi siempre al final. Va un ejemplo temprano: el Gobernador de la Nueva Vizcaya escribió al Rey en 1595 que chichimecas y guachichiles habían aceptado pacificarse. El acuerdo se hizo con el dirigente Xristoval Mahitel y algunas de las sociedades que tutelaba, como los maquamara, los mayagua, los maquemachochigua y los majacompa, que también obedecían a los capitanes Maquamimira y Maquiçaco, todos ellos habitantes de la sierra Mahuatena.3 Es inmediatamente perceptible el prefijo ma en nombres, etnias y lugares, lo que caracteriza a los guachichiles. Otros nombres de personas aparecen en otros acervos tanto con el prefijo ma como con el sufijo me: Mapopamal, Mapopan y el cacique Macotahocal; Zapalinamé, Uscaname, y Alcaname, y muchos más que emergen de archivos municipales y parroquiales. ¿Trata el libro nada más de guachichiles?, no, por supuesto, aprendemos mucho sobre temas inconclusos e incomprendidos. Sabemos algo más sobre las comunidades tlaxcaltecas, como la de Venado en lo que hoy es San Luis Potosí, sobre San Esteban (Saltillo) y sobre Río Blanco (hacienda, misión, pueblo…) en Nuevo León. Es claro que ni San Luis, ni Tamaulipas, ni Zacatecas, ni Coahuila son básicas para comprender a los guachichiles; todo lo contario, gracias a los guachichiles desvelamos no pocos temas en los que participaron los españoles de esos lugares. Si esta obra nos abre un camino que estuvo oculto, también nos dice que los guachichiles tuvieron una historia no muy agradable. Sabemos que el virrey enviaba apoyos económicos para su sostenimiento tanto a los que vivían en San Esteban de la Nueva Tlaxcala como a los del Real de Mazapil. Sin embargo, en el año 1673, cuando apenas aparecen en la Nueva 2 R.H. Barlow y G.T. Smisor, edición, traducción y notas, Nombre de Dios, Durango. Two Documents in Náhuatl Concerning its Foundation. Memorial of the Indians Concerning Their Services, c. 1563. Agreement of the Mexicans and the Michoacanos, 1585, Sacramento, The House of Tlaloc, 1943. 3 Archivo General de Indias, Guadalajara, 66, 6, 17. Carta del Gobernador de Durango, 1595. 7 Lucas Martínez Sánchez Extremadura de Coahuila los franciscanos fundando misiones, se propone pasarles esa ayuda (consistente en novillos, maíz y telas) a las nacientes misiones del Nadadores. El manuscrito es claro y doloroso por lo que expresa: a cien años de que se fundó Saltillo y 82 de la llegada de los tlaxcaltecas se priva a los guachichiles del apoyo real porque ya disminuyó su número. En un expediente regional se dice que los guachichiles, que antes eran muchos, ahora solamente quedan dos en Saltillo y diez en Mazapil. Y el gobernador parece acongojarse porque la nación guachichila ha costado mucho en almacenes.4 Pero la cifra se invierte en un manuscrito sevillano: el teniente de capitán de la Nueva Galicia, certificó que “no hay hoy en el Mazapil más que un indio [guachichil] tan solamente y éste se ocupa en las haciendas de aquel Real, y en el Saltillo seis o siete”.5 Ambas informaciones notifican, sin quererlo, la extinción de la otrora poderosa nación guachichila (al menos en esas dos poblaciones). Es una buena noticia la de que ese grupo tan importante siguió presente en otras regiones, y este libro lo atestigua con soltura. El sujeto de la historia se invirtió. Si regresamos al planteamiento de los griegos sabremos que concebían la verdad como un des-cubrimiento, es decir, llegar a una verdad es el resultado de quitar a algo lo que la cubría. Así, Lucas Martínez desarrolla algo que nos era desconocido y que ahora logramos ver sin los artificios con que rodearon los españoles (burócratas, conquistadores, eclesiásticos, colonos y militares) un fenómeno que se abre a la información. No se debe dejar de lado el espacio que otorga el autor a la Orden de Hermanos Menores, y menos ahora.