LEONOR ORTEGA ALCÁNTARA

ALATRISTE: LA PELÍCULA

Leonor Ortega Alcántara.1 Licenciada en Filología Hispánica y profesora en el IES “Las Salinas”, Fuengirola (Málaga)

La saga de El capitán : breve esbozo.

Varias novelas2 componen la saga literaria de estas novelas híbridas de Arturo Pérez Reverte; en el marco de la inicialmente decadente España del Barroco, el personaje de Íñigo Balboa narra sus peripecias en el Madrid de Felipe IV bajo la tutela del soldado Diego Alatriste y Tenorio quien, para sobrevivir, acepta cualquier encargo de espadachín y es asesino a sueldo por necesidad. Tal como dice el narrador “No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes.”3 Se trata de un género híbrido entre la novela de acción, las antologías de fragmen- tos líricos (en especial, de Quevedo aunque también surgen de Lope) y el ensayo (con un marcado acento cainita) sobre la condición española pasada; así pues, estos relatos no sólo ofrecen una sola imagen del Barroco desde los bajos fondos sociales sino que especulan con el carácter español y las crueles y avaras acciones de los principales ministros del rey al igual que del alto clero y en especial la Inquisición. Las disertaciones del narrador son especialmente extensas y reiterativas, tras las cuales aparece la opinión del propio autor. Su saga la componen las novelas siguientes:

a) El capitán Alatriste. (Septiembre de 1996). En ella presenta a Íñigo, hijo de un antiguo camarada de Alatriste, del que éste se hace cargo y enseña a leer y escribir. En esta novela, Alatriste y Malatesta son contratados por Fray Eugenio Bocanegra para asesinar al príncipe de Gales y futuro rey inglés y a Jorge Villiers, duque de Buckingham.

Isla de Arriarán, XXVIII, diciembreIsla de 2006, Arriarán pp. 323-325 — 323 Alatriste. La película

b) Limpieza de sangre (junio de 1997). Alatriste es contratado para liberar de un convento de costumbres religiosas poco edifi cantes a una novicia cuya familia ha sido investigada al ser judíos sus antepasados. c) El sol de Breda. (Agosto de 1998). En 1625 Íñigo sigue a su amo a las guerras en Flandes y, en especial, a la jornada de Oudkerk que desembocará en la rendición de Breda. d) El oro del rey. (Octubre de 2000). De nuevo en España, Alatriste recibe el encargo de asaltar un galeón portador del oro de América así como custodiar y trasladar su cargamento. e) El caballero del jubón amarillo. (Agosto de 2003). Alatriste se verá envuelto en un turbio asunto por los amores a la comediante María de Castro, requerida por el rey; aquí nos narra un fallido intento de regicidio.

La película de Agustín Díaz Yanes.

Con tan abundante material novelesco, Agustín Díaz Yanes comprimió los cinco libros en una sola película; la primera crítica de carácter constructivo se puede resumir en el refrán de “quien mucho abarca, poco aprieta” y esto le sucede al director que, calamitosa- mente, falla en la narración de la historia. El guión es inconexo y salta a breves esbozos de la acción principal de cada uno de los libros, cuando no se inventa hechos (tales como la boda de Angélica y del Duque de Guadalmedina), obvia sucesos importantes (como las explicaciones de porqué parte Alatriste a Flandes, cuál es el cometido de la Inquisición para matar a Buckingham, el asalto al galeón fondeado en Cádiz quedan sin explicar) y deja perplejo al espectador que se pierde entre una inmensa galería de personajes y de una sociedad apenas esbozada (muy interesante habría sido observar los procesos inquisitoriales que ilustran el carácter contrarreformista del Barroco español). Así pues, el guión falla y con él la comprensión de la película. Por otra parte, hay que resaltar las interpretaciones magnífi cas de (quien dota de cierta rebeldía al soldado Alatriste y convierte en suyo el protagonista de Pérez Reverte), Javier Cámara (su Olivares convence), Eduardo Fernández (actor que recrea su breve intervención como el capitán Copons), Juan Echanove (interpreta excepcionalmente bien al Quevedo construido por Reverte y las faltas que se le pueden achacar no serían a él sino al guión, que le hace desaparecer demasiado) y al joven Nacho Pérez (la expresividad del joven Íñigo va paralela a su ternura e ingenuidad iniciales); correctos Eduardo Noriega (Duque de Guadalmedina), Blanca Portillo (lástima que le hayan robado tanto papel a su personaje, Emilio Bocanegra, posee en el original) y más irregulares las actuaciones de Unax Ugalde (algo envarado y pomposo en el personaje de Íñigo ya mozo, no del todo creíble y algo forzado) y de Enrico Lo Verso (como el italiano Malatesta, antagonista de Alatriste). Ariadna Gil no responde a la imagen de María de Castro y sobreactúa demasiado (realmente,

Isla de Arriarán — 324 LEONOR ORTEGA ALCÁNTARA

su interpretación en el Corral de Comedias no la deja bien parada y posee el referente de la obra de Pilar Miró para inspirarse) y no acaba de crear la imagen de la bella niña-mujer fatal que inventa y dibuja Reverte como Angélica. El resto del reparto se luce bastante y lo que despunta aquí es la brevísima aparición de muchos actores para una o dos frases, cuando lo ideal es que hubieran intervenido en mayor medida. Bien, asimismo, la recreación de la España barroca en cuanto a la sociedad dividida en férreos estamentos, a la visión entre pícara y desengañada de los españoles que ofrece su gran representante en el personaje de Quevedo (enemigo y favorecido de la fortuna), de un pueblo que da las primeras muestras del desenfreno, del gusto por la apariencia, los espectáculos (muy bien la visión del espectáculo preferido del pueblo, el teatro del corral de comedias y su división). De igual modo, es muy acertada la labor de maquillaje, fi guración al igual que (todo hay que decirlo) la labor del maestro de armas Bob Anderson, mientras que la elección musical en la banda sonora resulta discutible pues ralentiza (aún más) la acción y extraña ocasionalmente la elección de ciertas piezas (sin ir más lejos, cierra la última escena en los campos de Rocroy melodía de tambores procesionales de Semana Santa).

Conclusiones.

Alatriste era una película que poseía una gran expectativa por varias razones; por vez primera se rodaba una saga literaria española y su trama resultaba muy atractiva; por otra parte, se había destinado una gran cantidad pecuniaria para su fi lmación y uno de sus más acertados avales se encontraba en la fi gura de su actor protagonista (quien no sólo no ha defraudado en absoluto sino que recrea perfectamente el personaje con su dicción propia). Finalmente, la imagen de la España del Barroco resulta en sí misma tan fascinante y atractiva que exigía la existencia de una producción como ésta; lástima que no se llegara a la perfección deseada por causa de un mal guión (sólo quienes hemos leído los libros seguimos la acción, condición que no es necesaria a un fi lm) que entorpeció una inteligente actuación y una (ocasionalmente) poética mirada al siglo XVII español.

NOTAS

1 Licenciada en Filología Hispánica y profesora en el IES “Las Salinas”, Fuengirola 2 Según comenta el autor, una nueva novela sobre la saga saldrá en diciembre. 3 PÉREZ REVERTE, Arturo, El capitán Alatriste, p.11.

Isla de Arriarán — 325