Historias del Agua en de aljibes, aguateros y aguas corrientes REALIZACIÓN DE LA PUBLICACIÓN

Edición AGUA Y SANEAMIENTOS ARGENTINOS S.A. Dirección de Relaciones Institucionales Programa Cultural Fuente Abierta http://www.aysa.com.ar

Investigación y Textos Jorge D. Tartarini

Colaboraciones Celina Noya Paulina Gamberg Iván Garnica

Seguimiento Editorial Laura Elvira Ratto

Adaptación de originales y preimpresión Mariano Gaitán

Realización General PDV Servicios de Marketing S.A.

Diseño Gráfico Pintor Branding Care

Impresión Talleres Trama S. A.

2da edición de 1.000 ejemplares Junio de 2018 ISBN 978-987-46551-4-1

Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723. Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida la reproducción parcial o total de esta publicación por cualquier medio (electrónico, químico, mecánico, óptico o de fotocopia), sin la autorización escrita de los titulares del “copyright”, bajo sanciones establecidas en las leyes. Historias del Agua en Buenos Aires de aljibes, aguateros y aguas corrientes

Contenidos 9. Presentación 78. El Aseo y la Moral 10. El Agua en el Buenos Aires Colonial 80. El Agua en los espacios públicos 16. Agua e Higiene en 1810 84. El Palacio de las Aguas Corrientes 20. Los Aguateros 92. El Puerto 24. El Desembarco 94. El Riachuelo y sus barracas 26. Los Aljibes 96. Las Casas de Baños 30. Las Lavanderas 98. Los Natatorios 34. El Baño en el Río 100. El Cuarto de Baño 36. Los Terceros 106. La Planta Potabilizadora General San Martín 38. Santiago Bevans y Carlos Pellegrini 112. La Exposición Internacional de Higiene de 1910 40. Continúan los proyectos 114. Nace Obras Sanitarias de la Nación 42. El Molino San Francisco 120. Fuentes Ornamentales 46. Agua potable para…locomotoras 126. Otros dos grandes Depósitos Urbanos 48. Llegan los filtros y las aguas minerales 130. La Costanera Sur 50. Las Epidemias 132. Los grandes conductos subterráneos 54. Los Lavaderos 140. AySA y el agua en el siglo XXI 56. Las primeras Aguas Corrientes 151. Notas 62. El primer Reglamento para la Provisión de Agua 153. Ilustraciones 64. El Tanque de Plaza Lorea 157. Bibliografía y lugares consultados 66. La Planta Potabilizadora de Recoleta 72. La Torre de Toma 74. Higiene e Higienismo Presentación A menudo, sumergirnos en aspectos de nuestro pasado contribuye a fortalecer Estas notas históricas procuran amalgamar estos usos, costumbres y lugares la conciencia histórica de los argentinos. En particular cuando de esa mirada relacionados con la higiene pública y privada, con los esfuerzos institucionales retrospectiva pueden extraerse enseñanzas que ayuden a orientar las decisiones realizados por los sucesivos gobiernos para lograr que la ciudad cuente con sus del presente y los proyectos que realicemos a futuro, en busca de un mejor primeras aguas corrientes. Así es como en estas páginas se dan cita las prédicas porvenir. de los higienistas e instituciones por controlar las epidemias, el nacimiento de Obras Sanitarias de la Nación, la construcción de importantes establecimientos Dentro de este ejercicio de búsqueda y examen de nuestras raíces, el agua y potabilizadores como los de Recoleta y Palermo, la ejecución de monumentales su importancia en el origen y destino de la capital histórica de nuestro país, la depósitos como los de Av. Córdoba, y Caballito, y grandes conductos ciudad de Buenos Aires, merece ser conocida, comprendida y valorada, en su subterráneos que hoy llevan agua potable a millones de porteños. Un arco cabal dimensión, histórica y actual. histórico que se inicia en la plácida ribera con bañistas y lavanderas frente al antiguo fuerte y llega hasta el sofisticado de hoy. Que parte de los La historia de este vital elemento, vinculada a la presencia del Río de la Plata como aljibes y recipientes que en la casa hacían de sanitarios móviles, y arriban al baño excepcional fuente de provisión para sus habitantes y como factor fundamental moderno de hoy. Un conjunto de relatos que denotan la presencia del agua desde en su génesis y desarrollo, en su particular perfil e identidad, siempre ha sido por siempre, como símbolo de vida y como parte esencial de la memoria ciudadana. demás rica en ejemplos que permiten comprender mejor no sólo la evolución de la urbe sino también los cambios en los modos, usos y costumbres de la higiene En suma, el agua como vínculo indispensable para reconstruir un recorrido pública y privada de sus habitantes. histórico que Agua y Saneamientos Argentinos desea presentar, como una forma de contribuir a crear conciencia sobre la importancia histórica de un recurso Precisamente, uno de los principales objetivos del presente trabajo fue trazar un fundamental y, también, desde su responsabilidad empresaria orientada a panorama del uso del agua en la ciudad de Buenos Aires y su relación con el gran garantizar el acceso al saneamiento a un número cada vez mayor de personas. estuario del Río de la Plata, desde los tiempos de Mayo, con los desembarcos de Tanto esta misión, como el cuidado de los recursos hídricos y el rescate del aquellos asombrados viajeros que se trasladaban en chalupas y carretas desde patrimonio cultural sanitario, constituyen para AySA ejes fundamentales y se los barcos a la ribera; el trabajo de las lavanderas y los aguateros con los carros de encuentran en el centro mismo de su compromiso para contribuir a una mejor ruedas enormes llenando sus toneles; y también los años de la diversión diurna y calidad de vida de los argentinos. nocturna de los bañistas en el río. El Agua en el Buenos Aires Colonial

Al igual que otras ciudades americanas fundadas durante la conquista española, el origen de la ciudad de Buenos Aires estuvo ligado a la existencia de una fuente de agua que sirviera tanto a las necesidades de la población como al sostén de las actividades productivas indispensables para su desarrollo. En el caso que nos ocupa, la presencia del inmenso estuario del Río de la Plata contribuyó a definir el lugar de su fundación, fue clave en el acceso a un territorio todavía inexplorado, posibilitó el intercambio y su desenvolvimiento económico y, a lo largo de su historia, se constituyó en la principal fuente de provisión de agua para sus habitantes.

10 Un lugar sin “corrupción de ayres, ni de aguas” La proximidad a un curso de agua ya se encontraba entre las recomendaciones que contenían las Ordenanzas de Población dictadas por la Corona en 1573 respecto a los asentamientos que se fundarían en el Nuevo Mundo, aconsejando que éstos: “Procuren tener el agua cerca, y que se pueda conducir al pueblo y heredades, derivándola si fuere posible, para mejor aprovecharse de ella (…)” y que “… el terreno y cercanía, que se ha de poblar, se elija en todo lo posible el más fértil, abundante en pastos, leña, madera, metales, agua dulce, gente natural, acarreos, entrada y salida, y que no tengan cerca lagunas, ni pantanos, en que se críen animales venenosos, ni haya corrupción de ayres, ni aguas.” 1

Juan de Garay, con la fundación del 11 de junio de 1580, definió la importancia que tendría en el emplazamiento y la traza de la futura ciudad el Río de la Plata, localizando el puerto junto al fuerte, ambos sobre la ribera y próximos a la plaza principal. A su vez, la topografía de la barranca le aseguraba buenas condiciones

Dibujo del Padre Florian Paucke, 1749. de defensa natural contra posibles amenazas de buques de gran calado. Al sur, 11

La primera representación gráfica de Buenos Aires elaborada por el cronista Ulrico Schmidl, publicada en 1599. Historias del Agua en Buenos Aires El Agua en el Buenos Aires Colonial

el sistema defensivo se complementaba con el puerto natural del Riachuelo, un no permitirá animales muertos, para lo que se destinarán sitio, donde enterrarlos, lugar de abrigo seguro para los navíos, en donde se localizó un pequeño fortín; y se suministrará al Oficial de Guardia de la Barranca los Presidiarios que pidan; y en tanto que al noroeste de la ciudad -en la zona del Riachuelo de Las Conchas- los carreteros estarán obligados a conducirlos al mandato del Comisionado bajo se procedía a levantar otro enclave defensivo similar. Estas cuencas fluviales, a pena de diez pesos”. 2 la vez que marcaban límites, actuaron como vías de acceso por agua y, en gran medida, definieron los principales caminos terrestres de acceso de personas y Como se ve, desconocedoras de la aplicación de medidas sanitarias preventivas mercancías a la ciudad. para evitar enfermedades, las autoridades virreinales priorizaron las referidas al trazado y nivelación de calles, el encauzamiento de aguas pluviales y la En la propia meseta de la ciudad también se verificaba la evacuación de las basuras; tal como se aprecia en numerosos presencia de varios cursos de pequeños ríos y arroyos, expedientes iniciados por virreyes y gobernadores - que atravesaban su ejido desaguando en el Río de la intendentes y las frecuentes disposiciones de los bandos. Plata. Se trataba de los “terceros”, cauces naturales Entre estas últimas, la dictada por el Intendente que fueron creando barreras físicas, a veces Gobernador, Francisco de Paula Sanz en 1784, infranqueables dentro de la ciudad, como más establecía que por las cañerías “…que salen a las

12 adelante veremos. calles por bajo de las calzadas no viertan aguas inmundas, por lo que perjudican a la salud pública Antes de 1810, eran los cabildos los encargados llenando de mal olor y de insectos; no teniendo otro de dictar normas tendientes a controlar la higiene objeto estos conductos que el desagüe de las lluvias de la población. Durante el siglo XVIII, surgieron y de alguna otra agua, que aunque proceda del distintas iniciativas para mejorar la calidad del agua servicio de la Casa, sea de oficinas limpias de motivos que se consumía en la ciudad. inmundos, bajo la pena expresada”. 3

Poco antes de la creación del Virreinato, un Bando dictado en 1770 Otro frente de lucha contra las pobres condiciones sanitarias surgió por el Gobernador de Buenos Aires Juan José de Vértiz y Salcedo, disponía que: desde el cuidado de la salud, con la creación de instituciones como el Tribunal “Los aguateros no deberán recoger el agua frente al pueblo por estar sucia por el del Protomedicato en 1780, por iniciativa del Virrey Juan José de Vértiz, quien lavado de ropa que se efectúa en ella. Deberán hacerlo desde Santa Catalina hacia nombró como primer protomédico al doctor irlandés Miguel Gorman. Vértiz arriba sin alterar el precio, fijando una pena de 100 azotes a quien contradiga procuró difundir la creación del Protomedicato mediante circulares orientadas lo dispuesto”. Dos años más tarde otro bando de Vértiz obligaba a los vecinos a combatir la tendencia de la población a acudir a los curanderos, charlatanes y a “…que en el frente de sus casas no permitan basuras, ni inmundicias, sino sangradores que proliferaban en la ciudad. En forma paralela al Protomedicato que juntamente dentro de ellas a la noche, o a la hora que pudieran, vayan sus -precursor de la actual Facultad de Medicina- desde su gobierno se impulsaron esclavos a arrojarlas a las zanjas, o parajes, donde se les señale: como asimismo medidas de mejoramiento urbano y social, creando paseos públicos, el cargo Dibujo del Padre Florian Paucke, 1749. 13

Plano de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata a fines del siglo XVIII. Historias del Agua en Buenos Aires El Agua en el Buenos Aires Colonial

de Ingeniero Inspector para de incinerar animales muertos, de atender todo lo relacionado con examinar el estado del ganado para el aseo e higiene pública (1784), y consumo y la creación de cementerios fomentando la implementación de limitando los entierros en las iglesias. un censo poblacional, que presentó Dos años más tarde fue creada una datos sumamente interesantes: la Junta de Sanidad orientada “…no a población de la ciudad de Buenos Aires conservar la vida de los habitantes, era entonces de 24.205 habitantes y sino a precaver los males de que pueda el 50 por ciento de la misma estaba ser afectada”. compuesta por indígenas y mestizos. En aquel año, se presentó al Consulado 14 Desde los vecinos también surgían un vecino de la ciudad, Juan Vicente iniciativas que denotaban el interés Chilavert, con una propuesta para la por mejorar las condiciones de captación de aguas subterráneas Plano de Buenos Aires, publicado por Pierre Francois Xavier des Charlevoix en 1756. obtención y abastecimiento de agua, destinadas a riego y brebaje de como la solicitud al Cabildo para construir un pozo que permitiera guardar ganado, con un sistema de perforación a percusión, más o menos equivalente escarcha en invierno (1757) y otra no menos fantástica que proponía traerla a las actuales sondas. Nuevamente, las autoridades no dieron curso favorable a de la cordillera. Algunas presentaciones fueron más sensatas, como la de un la presentación. vecino para recoger agua del río, elevándola hacia un depósito en la zona norte de la ciudad y desde allí distribuirla (1783), y la de otro, Juan Francisco Medidas e iniciativas que procuraban mejorar la precaria situación de la salud y Aguirre, que el mismo año hablaba sobre la conveniencia de construir una red la higiene pública, pero sin llegar a configurar un plan orgánico que atacara los de desagües utilizando conductos subterráneos. Ninguna de estas propuestas males endémicos de la higiene y sanidad durante la Colonia. Estaba claro que, mereció la aprobación del Cabildo. también en el terreno de la salubridad, los sucesivos gobiernos patrios tendrían un duro y esforzado camino por recorrer. En 1802 se produjo un avance en las disposiciones urbanas, al establecerse el alejamiento de los lugares de toma de agua en el Río de la Plata, la obligación 15

Este grabado propone una vista casi imaginaria de Buenos Aires; con cúpulas, agujas y torres de extraña arquitectura. Publicado en Berlín, 1810. Agua e Higiene en 1810

La pesada herencia colonial

El Buenos Aires de 1810, aquella ciudad criolla que nacía bajo el signo de la Ilustración y de las ideas revolucionarias, sede del gobierno patrio y futuro centro neurálgico del país, presentaba en materia de higiene y salubridad serias deficiencias. Calles mal cuidadas -en las que abundaban pantanos y depósitos de residuos de todo tipo- pozos negros y un rudimentario sistema de provisión de agua de río por aguateros, era lo habitual en la vida sanitaria de una ciudad que entonces llegaba a unos 42.500 habitantes.

Tal era el cuadro de situación que debía enfrentar la Junta Provisional de 16 Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El 9 de agosto de 1810, la Junta emitió un Bando que prohibía arrojar aguas servidas a los albañales y, más

tarde, durante el gobierno del Segundo Triunvirato, el 5 de enero de 1813 se dictó El Mercado en la plaza frente al Fuerte, denominada 25 de Mayo. Acuarela de Vidal, 1820.

una norma reglamentando la venta de agua, el riego de las calles y las descargas de los albañales y aguas servidas. El 10 de marzo del mismo año se creaba la Facultad de Medicina de Buenos Aires y se nombró al doctor Cosme Argerich como su primer director.

En el ámbito de lo cotidiano, el grueso de la población de esa Buenos Aires pueblerina dependía del agua que vendían los aguateros. Y las familias más modestas que no podían acceder a este servicio, disponían a veces de un muchacho que iba a buscar el agua en verano. En invierno, debido a las inclemencias del tiempo no siempre podía hacerlo. Sólo un reducido grupo de vecinos tenía en sus casas un aljibe. El agua que se extraía del Río de la Plata no era bebible directamente, de allí que primero se estacionaba varios días

Pescadores en el Río de la Plata. Acuarela de Vidal, 1819. en grandes tinajas de cerámica, o bien haciéndola atravesar filtros de piedra 17

Pulpería. Acuarela de Carlos E. Pellegrini, c. 1830. Historias del Agua en Buenos Aires Agua e Higiene en 1810

o cerámica, para luego guardarla en tinajas. Nos dice José Antonio Wilde al respecto: “El agua rara vez se encontraba en estado de beberse cuando recién llegaba del río; en verano, expuesta a los rayos de un sol ardiente, no sólo en el río, sino en su tránsito por la ciudad, se caldeaba de tal modo, que no se tomaba porque, según la expresión de aquellos días, estaba como caldo. Casi siempre se encontraba turbia, y sólo después de permanecer por más o menos tiempo en las tinajas o barriles en que en las casas se depositaba, se hallaba en condiciones de poderse tomar. Otras veces era preciso emplear el alumbre u otros medios, como el filtro, por ejemplo, para clarificarla”.4

En muchas casas había un “tinajero”, una especie de estructura de madera con una piedra porosa que servía de filtro y un cántaro en el cual se iba acumulando el agua fresca y limpia de impurezas. Lo cierto es que, tanto el agua de aljibe como la de 18 río, decantada, era entonces muy preciada. Al recordar su infancia en una antigua casona colonial, contaba Lucio V. Mansilla que “Un zaguán a la izquierda del primer patio daba acceso al segundo. Era sombrío de día, tenebroso de noche, que la luz, lo mismo que el agua dulce, eran artículos literalmente de lujo (…) Y, al hablar de otro solar familiar -el de “mamá Mariquita”- citaba que en el segundo patio, bajo unas arcadas que conducían al corral y al retrete “…yacían unas tinajas colosales; dos contenían, cerradas bajo llave, agua del río asentada y fresca.” 5

Tal el panorama del agua en los años de la Revolución de Mayo, una situación que estaba lejos del impulso renovador de las ideas de Mayo y que prácticamente se prolongará sin cambios de importancia durante toda la primera mitad del siglo XIX. No obstante, resulta de interés a la prehistoria de nuestras aguas corrientes examinar lo acontecido en estos años en los que, por sobre las obras, abundaron ideas, iniciativas y proyectos.

Cabildo y Policía. Acuarela de Carlos E. Pellegrini, 1829. 19

Calle de la Catedral. Acuarela de Carlos E. Pellegrini, 1831. Los Aguateros

En 1810 más de un centenar de aguateros recorrían las calles de Buenos Aires vendiendo a los vecinos el agua que recogían del río. En su origen, la mayoría fueron esclavos negros o mulatos, a quienes sus amos les permitían -previo pago de un canon diario- vender el agua en la ciudad. Luego de la Independencia, los negros fueron perdiendo su predominio, y la actividad estuvo en manos de blancos, gallegos algunos, criollos, pardos e indios.

Los primeros testimonios sobre la existencia de aguateros se remontan a un bando del Gobernador José de Andonaegui del 12 de febrero de 1748, que reglamentaba el lugar donde éstos recogían el agua en sus carretas. Como señalamos anteriormente, conociendo la renuencia de este gremio a internarse 20 río adentro para recoger agua más limpia, la autoridad establecía que debían extraerla “media cuadra adentro de los pozos donde van a lavar, porque lo común es traerla de ellos o de las orillas, cuya agua puede ser causa de algunas enfermedades por las cosas inmundas que lavan en dichos pozos”. Los reiterados Aguatero. Obra de Albérico Isola, 1844. problemas de los vecinos con los aguateros motivaron serias medidas de las autoridades para detener sus abusos, tanto por no atender ciertos lugares del vecindario, como por el precio arbitrario y el fraude en la medida de las canecas con las que expendían el agua. “La primera cosa que llama generalmente la atención de un extranjero al desembarcar, es el carro del aguador. Estos carros trabajan todo el día, excepto durante el calor del verano, cuando trabajan por la mañana y la José Antonio Wilde ofrece una rica pintura de aquellos aguateros, sus carretas tarde, y toda la ciudad se abastece de agua por intermedio de ellos; porque y animales: “…La carreta aguatera era tirada por dos bueyes. El aguatero, que por los pozos, a pesar de ser numerosos, no producen más que agua mala, sucia, supuesto usaba el mismo traje que el carretillero, el carnicero, carnerero, etc., es impropia para la cocina: el número de estos carros es, en consecuencia, considerable.” 6 decir, poncho, chiripá, calzoncillo ancho con fleco, tirador y demás pertrechos, era hijo del país, y ocupaba su puesto sobre el pértigo, provisto de una picana (una caña Emeric Essex Vidal, marino inglés, 1818 con un clavo agudo en un extremo), y una macana, trozo de madera dura, con que hacía retroceder o parar a los bueyes, pegándoles en las astas. Como es de suponer, 21

Carreta de aguatero en el extremo norte de la ciudad. Acuarela de Emeric Essex Vidal, c. 1818. Abajo: grabado de Albérico Isola, 1845. Historias del Agua en Buenos Aires Los Aguateros

con los pantanos y el mal estado, en familias y comercios comenzaron general, de las calles, estos pobres a contratar carretas propias, animales tenían que sufrir mucho. mientras que otros optaban La carreta aguatera era toscamente por arrendar un “servicio construida, aunque algo parecida a la personalizado” que les permitiese que hoy se emplea tirada por un caballo; eludir los problemas del gremio.

22 tenía en vez de varas, pértigo y yugo. A cada lado de la pipa, en su parte media, iba La difusión de las aguas corrientes, aunque colocado un estacón de naranjo, u otra madera fuerte, duro golpe, no significó la desaparición inmediata ceñidos ambos entre sí, y en su extremo superior por una soga, de de los aguateros. Ante la prohibición de obtener agua del la que pendía una campanilla o cencerro, que anunciaba la aproximación del río, cargaron agua en las fuentes, surtidores y depósitos de aguas corrientes, aguatero. proveyendo a la población no servida por el radio de la pequeña red. Los bueyes No se hacía entonces uso de bitoque o canilla; en su lugar había una larga manda fueron siendo sustituidos por caballos y los pesados carros se reemplazaron por de suela, y alguna vez de lona; cuya extremidad inferior iba sujeta en alto por otros con ruedas más pequeñas y toneles con canillas de madera o metal, en un clavo; de allí se desenganchaba cada vez que había que despachar agua, lugar de las antiguas mangas de cuero. introduciendo dicha extremidad en la caneca, que colocaban en el suelo sobre un redondel de suela o cuero, que servía para impedir que el fondo se enlodara. Por A pesar de que aún en los primeros años del siglo XX se veían aguateros en mucho tiempo, daban cuatro de estas canecas por tres centavos.” 7 distintos barrios de la ciudad, su desaparición definitiva llegó con la Ley 4.196 del 3 de agosto de 1903, que declaró la obligatoriedad del servicio de agua Al promediar la década de 1820, ya había propietarios de varias carretas aguateras, potable para toda vivienda en el área de la red de distribución, actual y futura. es decir, una suerte de empresarios con personal propio. Por esos años algunas

Carretas con bueyes y carro de aguatero, aún en el Buenos Aires de 1924. Milonga del aguatero Aunque criticados por los abusos en el costo del agua o bien por no atender casas de altos ni otras de 23 difícil acceso, los aguateros también merecieron algún reconocimiento en nuestra música popular, tal como lo demuestra la “Milonga del Aguatero”, Litografía de Gregorio Ibarra, 1839. Derecha: aguatero recogiendo agua del río. Obra de Carlos E. Pellegrini, 1831. de Eros Nicolás Siri y Marisa Pacheco Huergo: Por el bajo del Retiro subiendo va el aguatero. Huelga de aguateros Carreta de agua fresquita, En septiembre de 1890, los aguateros porteños se declararon en huelga por el aumento de las tarifas establecidas de agua que es un primor. por la Comisión de Obras de Salubridad. Así registraba “La Prensa” del 3 de septiembre aquel incidente: “Doscientos Viril la estampa del mozo, aguateros se han reunido en Belgrano para protestar por el aumento de las tarifas que le cobran las empresas de sentado junto al pipón. las obras de salubridad. Están de acuerdo en ir a la huelga la mayoría de los aguateros. No obstante dos de ellos se Va despertando las calles resignaron a pagar la tarifa. Los aguateros recorren las fuentes de la ciudad para impedir que nadie cargue. Policías al cantar su pregón: de la comisaría quinta arrestaron a trece de ellos que impedían el acceso a la bomba de la plaza Lavalle (…) Agüita fresca, agüita fresquita, Esta huelga viene a perjudicar gravemente, a los pobres que habitan los alrededores del municipio. El precio del Pa´ la tinaja de la porteñita... 9 agua impuesto a los aguateros es como se sabe elevado; pues cobran por lo que ellos llaman un viaje; o sea dos canecas, cinco centavos, lo que hace que las clases pobres de la ciudad no dispongan como sería de desear de ese indispensable elemento para la salud e higiene de la población..” 8 El Desembarco

Hacia 1810, quien llegara a Buenos Aires desde el río, debía sobrellevar no pocos trastornos e incomodidades. La situación del desembarco de pasajeros desde las naves a tierra continuaba siendo muy rudimentaria, y dependía del servicio de carretilleros y changadores que se internaban río adentro en busca de pasajeros y equipajes.

Luego de que el barco anclaba, se aproximaban barcas sobre las que se iban depositando, primero el equipaje de los viajeros, junto con las mercaderías de los comerciantes. Después descendían los viajeros. Estas embarcaciones recorrían luego unos trescientos o cuatrocientos metros, hasta quedar a unos cien de la orilla. Era entonces cuando entraban en acción los carretilleros, que se acercaban a las chalupas 24 con grandes carretones -tirados por dos o cuatro caballos, con ruedas de unos dos metros de diámetro- disputando por llevar a sus posibles pasajeros a tierra firme.10 Desembarco con río bajo. Litografía de León Palliere, c. 1864.

Estas carretillas, como se llamaban entonces, tenían su piso casi al ras del agua y sus laterales abiertos, sólo delimitados por estacas de madera atadas por tientos. Los carretilleros tenían su propio gremio y debían contar con permiso para su labor. En el trajín, ayudaban a los viajeros a subir y cargar sus equipajes, en medio de un griterío que causaba viva impresión a los extranjeros, quienes con frecuencia -luego de los sucesivos trasbordos- llegaban empapados a la orilla. Además del azaroso traslado, los incidentes por robos y hurtos de los equipajes en esta vorágine acuática de bultos, personas y carretas, eran bastante frecuentes, por lo que debieron establecerse severas penas.

Con la construcción del muelle de pasajeros por el ingeniero inglés Edward Taylor en 1855, penetrando unos 210 metros en el río -entre las calles Mitre y Perón- el trabajo de los polémicos carretilleros fue desapareciendo, pero no las penurias de los

La “carretilla” llegando con los pasajeros a la costa.Litografía de Gregorio Ibarra, 1839. pasajeros, ahora por la escasa seguridad que ofrecía aquella construcción de madera. 25

Del barco a la chalupa, y de ésta a la “carretilla”, para iniciar el incómodo trayecto hacia la costa. Acuarela de Emeric Essex Vidal, 1820. Arriba: chalupas y carros frente al antiguo , c. 1898. Los Aljibes

Además del agua de río, otra fuente de provisión en la ciudad fueron los aljibes, pozos con cisternas que recogían el agua de lluvia desde las terrazas o patios, mediante cañerías de cerámica o bien de hojalata. Hacia 1860 también comenzaron a utilizarse para estos conductos caños de hierro o de plomo.

Ya desde el siglo XVII, los habitantes de Buenos Aires habían perforado pozos, pero éstos eran rudimentarios y no alcanzaban la profundidad suficiente -oscilaban entre seis y diez metros- para llegar a las napas de agua potable. El líquido así obtenido era salobre e inútil para el consumo. Los aljibes, aun con sus limitaciones, ofrecían un agua de mejor calidad, tanto en relación a estos pozos como a la del río que distribuían los aguateros. 26

Concolorcorvo en su “Lazarillo de los Ciegos Caminantes” (1773) señala que luego de ver los aguateros cargar agua que quedaba entre las peñas de la costa “…sólo bebí desde entonces de la del aljibe que tiene en su casa don Domingo Basavilbaso, con tales precauciones y aseo que puede competir con los mejores de Europa”. 11

Pero su uso no estaba difundido y habitualmente el agua de lluvia iba directamente de los tejados y azoteas a la calle. Recuerda Lucio V. Mansilla en sus Memorias, “Las fincas que lo tenían eran contadas, indicantes de alta prosapia o de gente que tenía el riñón cubierto; daban notoriedad en el barrio, prestigio; y si por la hilacha se saca la madeja, tal o cual vecino pasaba por grosero por los muchos baldes de agua fresca que pedía; y tal o cual propietario por tacaño, porque sólo a ciertas horas no estaba con llave el candado de la tapa del precioso recipiente”. 12

Los aljibes tenían en su boca un brocal de ladrillos y más tarde, en el siglo XIX, de mármol de Carrara tallado. Otros brocales estaban revestidos con azulejos 27

Patio de una antigua casa colonial de patios en Reconquista y Sarmiento, 1911. Historias del Agua en Buenos Aires Los Aljibes

importados del tipo Pais de Calais. Sobre el brocal, aparecía un pescante de hierro, a modo de arco ornamentado que sujetaba la roldana del balde. Los pozos estaban totalmente aislados de la tierra con paredes, piso y la parte superior abovedada; algunos tenían escaleras para bajar y limpiarlos; otros tenían un pozo de decantación más pequeño en el medio del piso.

Con la llegada del agua corriente, los aljibes quedaron fuera de uso y hoy sólo Distintos modelos de aljibes relevados por Vicente Nadal Mora en 1945 . quedan unos pocos ejemplares en algunas casonas antiguas de la ciudad.

De primera necesidad a objeto decorativo “Los primeros brocales de Buenos Aires debieron ser lisos cilindros de ladrillo, y los soportes de sus garruchas también sintéticos pilares de ladrillo o pies derechos de madera dura que sostenían un travesaño horizontal. Luego debió ir el armazón de hierro en forma de dos barras enhiestas, curvadas 28 superiormente en arco o con un fuerte barrote recto sobremontado por algún rizo o cualquier otro sencillo motivo. Con el andar del tiempo, los navíos trajeron grandes bloques de mármol blanco de Italia, como lastre, y con ellos el sentido estético del clasicismo itálico renació aquí en románticos conjuntos de delfines, anclas, tritones, mascarones, veneras, anillas, sobre aquellos bloques convertidos ahora en poligonales y panzudos brocales, en patios y jardines. Emergiendo de esos brocales, y fuertemente anclados en el interior del cilindro de mármol, los hierros verticales formaron bandas ornamentadas con entrelazadas y rosetas, y arriba, del sencillo arco se pasó paulatinamente a preciosas composiciones de coronamiento, con veneras de múltiples estrías, complicados roleos, cabezas mitológicas y motivos radiales de fundición, pináculos y cruces. El advenimiento del agua corriente dejó fuera de uso estos aljibes, pero su intrínseca belleza los salvó durante muchos años de la destrucción, y así quedaron, transformándose desde entonces en un vistoso adorno en el centro de los patios, rodeado su ancho cuello marmóreo con tiestos floridos, mientras por los hierros reverdecieron plantas trepadoras o jazmines del aire, enramados por las sinuosidades del férreo ornamento.” 13

Vicente Nadal Mora, Buenos Aires, 1945.

Aljibe con pescante de hierro fundido, en una casa de altos, de formas italianizantes, s/f . 29

Aljibe de la residencia de José Gregorio Lezama, actual Museo Histórico Nacional, con su brocal de mármol de Carrara. Las Lavanderas

Entre los personajes de aquella ribera que llamaba la atención de los extranjeros, además de aguateros, bañistas, pescadores y carretilleros, habían otros tan o más llamativos: las lavanderas. Antes del aluvión inmigratorio, las negras o morenas eran mayoría en esta actividad y también en otras ocupaciones como la venta de tortas, buñuelos y pastelitos fritos bañados en miel de caña. También eran exclusivamente negras las “amas de leche”, recomendadas por los médicos

como las mejores nodrizas. Con la difusión de las redes de aguas corrientes, comenzaron a aparecer lavaderos públicos que reemplazaban el lavado en la ribera por el que se hacía en piletones, con tarifas establecidas por tipo de ropa. Como atracción, este aviso ofrece a las lavanderas Las negras eran muy fuertes en su trabajo a orillas del río, desde la Recoleta y sólo durante “la presente semana”, el lavado y secado gratis. hasta cerca del Riachuelo, el que hacían lo mismo expuestas a un sol abrasador que al duro frío de invierno. Un relato de época ofrece una rica pintura de su 30 labor a principios del siglo XIX y el cambio sufrido finalizando el siglo, luego de la inmigración: “Allí en el verde, en invierno y verano, hacían fuego, tomaban mate, y provistas cada una de un pito o cachimbo, desafiaban los rigores de la estación. Por entonces usaban una especie de garrote con que apaleaban las ropas, sin duda con la mira de no restregar tanto, puede este medio haber sido útil para economizar trabajo, pero era eminentemente destructor, pues rompían la tela y hacían saltar los botones. Allí cantaban alegremente, cada una a uso de su nación, y solían juntarse ocho o diez, formaban un círculo y hacían las grotescas figuras de sus bailes -especie de entreacto en sus penosas tareas-. Sin embargo, parecían felices; jamás estaban calladas y después de algunos dichos, que sin duda para ellas serían muy chistosos, resonaba una estrepitosa carcajada; la carcajada de la lavandera era característica. Tan es cierto que la escena no debe haber carecido de atractivo, que algunas familias iban una que otra tarde en verano, o una que otra mañana en invierno, a sentarse

sobre el verde a tomar mate y gozar de los chistes y salidas de las lavanderas. Lavanderas en “El Bajo de la Residencia”, acuarela de Carlos E. Pellegrini, c. 1831. 31

Una tarde de verano sobre la ribera del Río, al fondo el antiguo Fuerte y en primer plano lavanderas en plena labor, con sus “garrotes” apaleando la ropa, según una acuarela de Emeric Essex Vidal, 1820 . Historias del Agua en Buenos Aires Las Lavanderas

No sucede otro tanto hoy (1880) ; a más que nuestras costumbres han cambiado, el cuadro es monótono; la inmensa falange que ocupa el lugar que dejó una raza que hemos visto deslizarse ante nuestros ojos como las figuras en la linterna mágica, sigue silenciosa y taciturna en su penoso trabajo; el grupo realmente forma un verdadero contraste. Hijas de todas partes del globo, unas estarán atacadas de nostalgias, otras pensarán sin duda en los hijos que han dejado en poder ajeno y en que el fruto de su trabajo no alcanza a satisfacer las necesidades de la vida, en esta época de extremado lujo y de inmensa miseria.” 14

Negritud y esclavitud Lavanderas en los pozos de las toscas del Río de la Plata. Para muchas lavanderas, una y otra fueron condición inseparable aún bastante después de la Asamblea General Constituyente del Año XIII, que terminó con la trata y declaró la libertad de los hijos de los esclavos, 32 pero no con la esclavitud, que finalizó exactamente medio siglo después, cuando se sancionó la Constitución de 1853. Veamos algunos avisos aparecidos en 1817 en la “Gaceta de Buenos Aires”, años después de la citada Asamblea:

“La persona que guste vender una criada para la Guardia del Monte, con advertencia que a los 8 años de su servicio prestado con buena comportación y conducta se le otorgará la carta de la libertad, ocurrirá a la esquina de la patria, donde darán razón del comprador.”

“El que quiera comprar una criada de 28 años, general en su servicio, pero embarazada, ocurra a esta imprenta (de los Expósitos) que darán razón.”

“Se vende una mulata de todo servicio sin vicio conocido; es esclava de don Celedonio Garay.”

“Se vende una criada casada: sabe cocinar regularmente, planchar liso y es buena lavandera: quien quiera comprarla véase con su ama, la señora Ana Warnes”. 15

Con frecuencia, las condiciones de higiene del lavado eran precarias, tanto por la calidad del agua como por la mezcla de ropas de orígenes diversos. 33

Vistas de Buenos Aires hacia 1845, publicadas en el álbum de Carlos Morel, Usos y Costumbres del Río de la Plata. Buenos Aires. Litografía de las Artes. 1845. Abajo, en el centro, las lavanderas. El Baño en el Río

Desde temprano, la presencia del río también fue motivo de disfrute y sobre las toscas, en las noches que no eran esparcimiento, especialmente en los meses de estío, cuando el baño en sus de luna, se servían de pequeños faroles. aguas formaba parte de las salidas preferidas de los pobladores. Así recuerda Se observaba el mayor orden y res- José Antonio Wilde a aquellos bañistas de principios del siglo XIX: peto; los hombres que llegaban a “… no existían entonces las numerosas casas de baños de que hoy (1880) disponemos, esa hora, se alejaban de los grupos ni la comodidad que ofrecen las aguas corrientes para poder tomar baños en casa: de señoras, y buscaban sitios menos entonces (salvo raras excepciones), todo el mundo se bañaba en el río (…) concurridos por ellas. Habría, hoy hay La costumbre que existía, respecto a los baños, desde la época colonial, se armonizaba duda, alguna que otra aventura, pero… ¿en con cierta creencia religiosa; así es que, en general, las señoras esperaban para ir a qué parte que concurran hombres y mujeres se los baños del río, que llegara el 8 de diciembre, que, como nuestros lectores saben, es podrá asegurar que no pueden éstas ocurrir? el día de la Inmaculada Concepción, y en el que se bañaban los Padres Franciscanos Se presenciaban, a veces, escenas grotescas; veíase, por ejemplo, un hombre en 34 y Dominicos, que bautizaban el agua. el baño de las doce del día, resguardado por un enorme paraguas de algodón. Durante la estación, concurría gente desde que aclaraba hasta altas horas de la Una mujer sumergida en el agua hasta el cuello, saboreando con garbo su cigarro noche; algunos eligiendo las horas por gusto o comodidad y otros por necesidad. Los de hoja. Más allá, en las toscas, algún desventurado, desnudo de medio cuerpo, tenderos y almaceneros, por ejemplo, casi en su totalidad iban de las diez de la noche tiritando y empeñado, con uñas y dientes, en desatar los nudos que algunos en adelante, después de cerrar sus casas de negocio. Las familias preferían la caída traviesos se habían entretenido en hacer en sus ropas menores. 16 del sol; y sentadas en el verde, gozando de la brisa, esperaban que oscureciese para entrar al baño, dejando sus ropas al cuidado de las sirvientas. Muchos hombres, a más de los almaceneros y tenderos, acostumbraban reunirse e Combatiendo la promiscuidad En 1880, el Municipio dictó un reglamento más severo para los baños ir a las once, y aún a las doce de la noche, llevando fiambres y vino para cenar en el en el río: “Es prohibido bañarse desnudo. El traje de baño admitido es todo verde, después del baño. aquel que cubra el cuerpo desde el cuello a la rodilla. No podrán bañarse los Algunas personas pasaban toda la noche sobre las toscas, gozando de las deliciosas hombres mezclados con las señoras a no ser que tuvieran familia o lo hicieran acompañados por ellas. Es prohibido a los hombres solos aproximarse durante brisas del magnífico río. No lo harían hoy; a menos que contaran con un escuadrón el baño a las señoras por lo menos a una distancia de 30 metros. Se prohíbe en de caballería, que les guardase la espalda contra los cacos. las horas del baño el uso de anteojos de teatro u otro instrumento de larga vista, Algunos han criticado severamente el baño de las señoras en el río; pero la verdad así como situarse en la orilla del agua cuando se bañan las señoras. Es prohibido bañar animales en los lugares destinados al baño de las familias. Es igualmente es que no tenía cosa alguna de reprochable, más allá de lo incómodo en sí, pues prohibido el uso de palabras o acciones deshonestas o contrarias al decoro”. 17 que en nada, absolutamente, se quebrantaban los preceptos del decoro. Los grupos

Baños en el río, frente a la bajada de los Mercedarios, 1820. Dibujo de Van Riel. FALTA FOTO

35

Vista de Buenos Aires. Litografía de Ibarra, 1839. Una de las mejores vistas de aquella época, con los personajes típicos de la ribera: carretilleros, aguateros, presos acarreando agua, chalupas y, más atrás, las infaltables lavanderas. Los Terceros

Otro aspecto crítico en la higiene del Buenos Aires de principios del siglo XIX era la evacuación de las aguas de lluvias. Desde los primeros tiempos de la Colonia, los anegamientos eran frecuentes en épocas de tormentas y los cauces de los zanjones se tornaban infranqueables. Las autoridades del Cabildo debieron poner centinelas para evitar desgracias de transeúntes y jinetes, que se hundían y hasta corrían riesgo de ahogarse.

Estos reducidos cursos de agua -más parecidos a pantanos que a arroyos- eran los denominados “Terceros”, peligrosas zanjas 36 que atravesaban el área central de la ciudad para culminar en la barranca del río. Junto con el agua sucia, por ellos corrían basuras, deposiciones humanas y de caballos, y hasta animales muertos. Eran verdaderos focos de infección y de epidemias.

Algunos de los zanjones de esta precaria red de desagües recibieron su nombre de acuerdo al sitio que atravesaban, conociéndose como A pesar se haber sido cubiertos, los Terceros continúan provocando trastornos el “Primero” o “Tercero del Sur”, el “Segundo” o “Tercero del Medio” y el “Manso”. en la ciudad: el Tercero del Medio o Zanjón del Matorral, por ejemplo, inundó varias veces los subsuelos del Teatro Colón, y el Tercero del Norte o Arroyo Durante la gestión de Torcuato de Alvear como primer Intendente de la ciudad, Manso, causa anegamientos los días de lluvia en Av. Libertador y Austria. Por fueron cubiertos de empedrado la totalidad de los “Terceros”, y se eliminaron los su parte, una derivación del Manso, conocida como Arroyo del Pilar en Recoleta, puentes que sobre esas canalizaciones existían en los cruces de las calles Florida trajo problemas a las bóvedas del cementerio y al estacionamiento subterráneo y Paraguay, Lavalle y Libertad, Chile y Perú. de la .

Uno de estos túneles por donde pasan las aguas de los Terceros, en la actualidad Plano de Buenos Aires en 1769, con la división eclesiástica de la ciudad en seis parroquias y los Terceros desaguando en el río. Se trata del primer plano que aparece con la nomenclatura de las calles. puede verse en el Zanjón de Granados, en los subsuelos del barrio de San Telmo. 37

Plano publicado en 1822, dedicado a Bernardino Rivadavia. Reproducción de uno realizado en 1820. Al norte y al sur de la ciudad, aparecen los Terceros. Santiago Bevans y Carlos Pellegrini

Aunque de diferente magnitud, la situación crítica del saneamiento en Buenos pozos de la ciudad. El gobierno adquirió entonces a una firma inglesa cuarenta Aires hacia 1820 no distaba demasiado de la que entonces predominaba en y dos taladros y varillas de 600 pies de largo, y el 3 de diciembre del mismo año ciudades de Europa -como Londres- afectadas por el crecimiento de población, facultó a Bevans para practicar una perforación en la antigua noria del convento las magras condiciones higiénicas, epidemias y otros efectos derivados de la de la Recoleta. Su propósito era superar la primera vertiente y llegar hasta la revolución industrial. segunda napa de agua dulce. En enero de 1824 se comenzó a barrenar. Al cabo de un año se había llegado a más de 55 metros de profundidad y se continuaba Durante el mandato de Martín Rodríguez, Gobernador de Buenos Aires entre extrayendo arena, situación que se prolongó hasta mediados de 1827, 1820 y 1824, se iniciaron negociaciones para obtener un empréstito cuando se abandonaron los trabajos. destinado a la construcción de un puerto y a la provisión de aguas corrientes para la Capital. Bernardino Rivadavia, entonces El 12 de junio de 1826, una ley nacional dispuso construir en su Ministro, propició la incorporación a la obra pública de la una fuente monumental de bronce en 38 profesionales y técnicos extranjeros, acordes a su visión homenaje a la Revolución de Mayo, en reemplazo de la cosmopolita y al nuevo modelo cultural europeo que luego conocida Pirámide. Al tanto de esta iniciativa, Bevans, a personalmente desarrollaría como Presidente (1826 - 1827). cargo del Departamento de Ingenieros Hidráulicos, presentó En tiempos de creciente inestabilidad, la mayoría de los en abril de 1827 una original propuesta que amalgamaba trabajos elaborados por estos y otros profesionales del país no utilidad y ornato en un solo monumento, aprovechando su llegaron a concretarse debido a las guerras internas y externas, altura para “…de allí conducir el agua a los diferentes puntos de la escasez de recursos y las dificultades burocráticas. Entre los la ciudad; un monumento siendo un recuerdo a los otros siglos, debe extranjeros arribados, dos figuras tuvieron destacada participación ser majestuoso y vistoso, y de tal construcción que desafíe a la mano en proyectos vinculados a la obtención, purificación y distribución de agua: el destructora del tiempo…y no haya motivo para de intentar su destrucción”.18 arquitecto e ingeniero civil e hidráulico inglés Santiago Bevans, y el ingeniero y Bevans planeaba extraer el agua del río a través de una máquina hidráulica que artista saboyano Carlos Enrique Pellegrini. pudiera “…ser trabajada por caballos, o si el Gobierno prefiriese construir una rueda a escala, pudiera ser trabajada por presidiarios sentenciados a las obras públicas…”. Santiago Bevans (n. 1771, Londres - m. 1832, Buenos Aires), había arribado a Buenos El año siguiente, a raíz de una propuesta presentada a la Legislatura provincial de Aires en 1822, y rápidamente elevó al gobierno un proyecto para el mejor levantar un monumento conmemorativo de la paz alcanzada con Brasil, Bevans aprovechamiento de vertientes o manantiales de agua, junto con diversos puso nuevamente a disposición de las autoridades su proyecto. Pero, al igual que medios para evitar el mal sabor del agua salobre que era común en muchos la primera vez, su trabajo no fue tenido en cuenta.

Retrato de Carlos E. Pellegrini, aparecido en “El Sud Americano”, 5 de diciembre de 1888. Proyectos del ingeniero Carlos E. Pellegrini: un establecimiento de aguas clarificadas, con un depósito clarificador y un edificio de corte neoclásico, 1829. A la derecha: un corte de una calle de Buenos Aires con el nuevo sistema de desagüe propuesto por Pellegrini, junto con un esquema de una bocacalle empedrada.

El ingeniero Carlos Pellegrini (n. 1787, Chambery - m. 1875, Buenos Aires) había En 1857, Pellegrini propuso la construcción de una toma de agua en un punto llegado en 1828 a Buenos Aires. Con la caída del gobernador Manuel del río, su clarificación y distribución a la ciudad a través de una red de caños Dorrego, la convulsión política le hizo imposible llevar adelante los proyectos maestros a subdividir en ramales menores. La provisión no tendría límites de 39 encomendados (fortín, muelle y observatorio) y se le rescindió su contrato. horario ni de cantidad y su precio sería menor a la cobrada entonces por los aguateros, comprometiéndose a tener, en diez años, extendida la red por Decidió entonces realizar proyectos por su cuenta y en 1829 elaboró un todas las calles del radio urbano, empedrado o no. Ante el resultado negativo minucioso estudio para abastecer de agua potable a la ciudad a través de un de la presentación, Pellegrini volvió a presentarse en febrero de 1860 con una sistema de “aguas clarificadas”, a partir del aprovechamiento de las mareas propuesta para instalar “un aparato hydráulico capaz de suministrar á la ciudad y crecientes del Río de la Plata y su recolección en un piletón excavado en la de Buenos Ayres, el triple del agua del río que ahora consume su vecindario”.19 La tosca, bajo el nivel de la playa. De esta manera, el agua, luego de someterse distribución por caños subterráneos se haría hasta tres fuentes ubicadas en las a un proceso de filtrado por capas de arena y sustancias clarificantes, se la plazas de Lorea, Monserrat y el Parque (hoy Lavalle) y desde allí se conduciría enviaba a otro depósito, desde donde seis bombas a vapor la elevaban hasta a domicilios por un servicio de aguateros. Pero, aunque el Consejo de Obras un tanque de unos 162.000 litros, elevado a 26 metros del piso. Desde allí se Públicas aceptó su proposición, el ingeniero irlandés John Coghlan, asesor alimentaría una fuente con tres grifos, capaz de suministrar agua clarificada técnico del gobierno provincial desde 1858, la objetó expresando que, si bien a razón de cien aguateros por día, quienes ahorrarían tiempo y esfuerzo en mejoraba las cosas, era “…ineficaz para una ciudad grande y rica como Buenos su trabajo, simplificando las operaciones de internarse y cargar agua en el río. Ayres y que debiera hallarse provista en mayor escala y con toda liberalidad” (1861). Nuevamente la inestabilidad política impidió que el Gobierno considerara la Una opinión acorde a los nuevos tiempos de una urbe que superaba los 100 mil construcción del establecimiento. No obstante, su propuesta será retomada habitantes y que, con la decisiva participación de este profesional, conocerá a años más tarde. fines de la década su primer sistema de aguas corrientes. Continúan los proyectos

No eran tiempo de realizaciones, pero sí de permanentes propuestas que denotaban nuevo régimen, se instaló el interés despertado por el tema en particulares interesados en impulsar un el 5 de febrero de 1867 y en sistema de aguas corrientes. Entre ellos, se encontraban extranjeros vinculados con esa oportunidad el ministro firmas europeas que comercializaban maquinarias y equipamiento indispensables Avellaneda le recomendó muy a dichos servicios. Básicamente, máquinas de vapor y conductos de hierro. especialmente “el negocio de dotar de agua a la ciudad.” A pesar de las indefiniciones del Gobierno, vemos que en 1856 particulares como Buenos Aires desde la rada, 1856. Guillermo Bragge, intentó adquirir el proyecto de Pellegrini en $25.000; Edward Frente a las epidemias que azotaban la ciudad, la Comuna dictó diversas normas Taylor y Juan Baratta presentaban su propuesta, al igual que Guillermo Davies de higiene. En abril de 1868, por ejemplo, dicta una Ordenanza, prohibiendo hacía lo propio con la suya. Al año siguiente, se sumarían las presentaciones de bañar en el río los caballos y carros “en los pozos que existen o que puedan abrirse Fortunato Poucel, representando al Conde de Hozier; del ingeniero Pedro León en adelante a consecuencia de la pérdida de buques u otras causas” y que los 40 Bouillon, de París, y nuevamente del ingeniero Carlos Pellegrini, al que ya nos carros que bajen por las calles Venezuela y Belgrano con tierra o escombros, los referimos. echen en los mismos pozos. Con la llegada de las aguas corrientes, fue necesario reglamentar con mayor precisión el área de trabajo de los aguateros en el río, En 1861, la Comuna dictaba una ordenanza prohibiendo excavar pozos para estableciéndose -en Julio de 1870- la prohibición de extraer agua desde inodoros y sumideros de aguas servidas a menos de ocho metros de los pozos de del Riachuelo hasta el establecimiento de provisión de agua filtrada en Recoleta. sacar agua. Esta distancia tampoco era demasiada garantía, en un suelo como el loes pampeano, de naturaleza friable y esponjosa, pues a menudo ambos pozos A pesar de las epidemias y el largo período de desencuentros y conflictos internos actuaban como vasos comunicantes. Al año siguiente, el municipio llamaba a vividos por el país durante el primer medio siglo de vida independiente, la ciudad licitación para proveer de agua filtrada a la ciudad. El 31 de agosto se abrió la continuaría su dinámica de expansión económica, fundamentalmente a través licitación pública, anotándose seis empresas, pero nunca se adjudicó la obra. de las rentas de su aduana y a la progresiva consolidación de su área productiva. El volumen de exportaciones que salieron de Buenos Aires se duplicó entre 1800 El 3 de noviembre de 1865 la Legislatura de Buenos Aires dictó la ley orgánica de las y 1850, representando el 15 % del producto nacional e insinuando la potenciación municipalidades, encomendando a éstas en su sección Higiene: “La desinfección del del modelo agroexportador que tendría como eje de desarrollo décadas más aire y el agua y la propagación de la vacuna (…) Las precauciones para cortar las pestes, tarde. En el mismo período, la ciudad había duplicado su población, llegando a etc., debiendo, en los casos que se requieran conocimientos científicos oír el dictamen 90.000 habitantes en 1855 y a 178.000 en el primer censo de 1869. La Gran Aldea del Consejo de Higiene Pública.” La Municipalidad de la Capital, de acuerdo con el estaba gestando su gran despegue finisecular.

41

Buenos Aires, en una vista a vuelo de pájaro, c. 1860. El Molino San Francisco

En enero de 1845 la firma “Bleunstein y la Roche” – propietaria del molino “San Francisco”- realizó una presentación a la Legislatura -en forma conjunta con Carlos E. Pellegrini- para llevar adelante el antiguo proyecto de aguas clarificadas que había propuesto este ingeniero a inicios de 1829. El molino, destinado a la molienda de cereales, se encontraba en las calles Balcarce y Alsina (entonces Potosí), a corta distancia de Plaza de Mayo. 20

Aunque la presentación no tuvo respuesta 42 alguna, Juan Bleunstein y Augusto La Roche no se desanimaron y a mediados de 1849, durante el gobierno de , llevaron adelante la que podríamos considerar -aunque impropiamente- la primera provisión de agua de la Este óleo denominado “Buenos Ayres el año 1889”, nos permite ver con claridad la ubicación del viaducto ferroviario construido hacia 1864. ciudad. Al fondo la Aduana y a la izquierda la fachada del Molino San Francisco.

Como vemos en el documento de enero de 1851 que se transcribe, el agua era bombeada por conductos que se internaban una cuadra en el Río de la Plata hasta el molino San Francisco, y allí, una vez clarificada, sería retirada por los aguateros para ser vendida en la ciudad. Bleunstein y La Roche mencionaban al gobernador que, a pesar del éxito obtenido en las pruebas, éstas por el momento tendrían carácter experimental, pues para su prosecución eran necesarios nuevos y mayores desembolsos.

Croquis del área central, con las vías entre la Aduana Taylor y la Casa de Gobierno, 1875. 43

Vista desde la Aduana Taylor hacia el sur (a la altura de la Casa de Gobierno), de la zona del actual Paseo Colón, hacia 1867. En el paisaje emerge la figura del Molino San Francisco, con su chimenea de ladrillos. Historias del Agua en Buenos Aires El Molino San Francisco

Don Juan Bleunstein y La Roche ¡Viva la Confederación !

¡Mueran los Salvajes Unitarios! B. Ay. Enero de 1851 Año 42 de la Liberación 36 de la Independencia y 22 de la Confederación Argentina

Al Exmo. Sr. Gobernador y Capitán Gral. de la Provincia Brigadier Gral. Don Juan Manuel de Rosas

Señor

Después de año y medio de contracción asidua, y enormes desembolsos para conseguir mejorar el agua de consumo público por medio de una difícil y ardua filtración, la fortuna ha venido a coronar nuestras tareas, pudiendo ya ensayar el despacho de la referida agua que sin duda producirá los más saludables resultados a beneficio del público consumidor. Por medio de aquella agua depurada de todo lo que a la vez puede perjudicar a la vida, la higiene pública, habrá recibido uno de los más importantes

44 elementos. Para llevar a su término la empresa hemos tenido que luchar contra la misma naturaleza; pues el temporal pasado destruyó por sus fundamentos cuanto se había preparado con los mayores sacrificios. Pero un contraste tan terrible no concluyó con la fuerza de espíritu que nos animaba para seguir adelante. Nuevos desembolsos fueron necesarios para reparar aquella ruina; y alentados cada vez más, hemos merecido de la suerte levantar el agua a ciento diez pies de altura trayéndola por conductos seguros desde una cuadra de distancia adentro del río prometiéndonos adelantar esto mucho más según la experiencia lo enseñe. Por ahora el límite de nuestra empresa será el de un mero ensayo, librándonos al tiempo y la práctica para su mejora y progreso. Sacrificios ulteriores se harán necesarios, como indispensables será el afrontarlos para no abandonar un trabajo de tanto tiempo y de tan graves desembolsos. Nosotros contemplamos a nuestra empresa la más dichosa desde que ella se realiza bajo el ilustrado, feliz y hospitalario gobierno de V.E.; que tiene abiertas las puertas de la industria a todo aquel que quiera entrar por ellas para ejercitarlas con toda libertad sin distinción de persona ni de nación. En el interés público es un deber nuestro poner la referida empresa bajo los auspicios y protección de V.E., teniendo la más grata complacencia en elevar a su alto conocimiento el próximo expendio de aquella agua filtrada y purificada de que hasta ahora no se ha hecho uso en el consumo público. El público que es el verdadero y mejor apreciador del mérito de todas las cosas, sabrá valorar la importancia de la esperada agua; y si merece su preferencia se habrán colmado nuestras aspiraciones y ardientes deseos. Nos atrevemos a rogar a V. E. se digne admitir esta nuestra manifestación como una pequeña ofrenda de nuestro respeto y veneración hacia la persona de V.E. y de toda su honorable familia, y en particular de la sin ejemplo estimable hija de V.E., Señorita Da. Manuelita de Rosas. Dios guarde a V.E. muchos años Exmo. Sr.

Juan Bleunstein y La Roche 21 45

En 1853, luego de Caseros, renovó su presentación el ingeniero Pellegrini Bartolomé Mitre apoyó el proyecto en la sesión legislativa del 12 de junio de 1854, quien volvió a ofrecer -con Bleunstein y La Roche como fabricantes- otro donde se dio sanción al mismo y se aceptaron las bases propuestas, expresando proyecto de abastecimiento de agua clarificada para la ciudad. Se proponía entonces en su discurso: “Este proyecto es una muestra de la lentitud con que una concesión por quince años de una porción de playa y toscas en la marchan estos negocios en el país, y de los obstáculos que encuentran en el las mejoras bajada de la calle Balcarce para traer por cañerías subterráneas el líquido materiales. Hace un cuarto de siglo que el Sr. Pellegrini propuso surtir a la población desde el Río de la Plata hasta el molino San Francisco y desde allí a través de agua potable, y la Comisión no ha trepidado en acordar el privilegio, puesto que se de conductos subterráneos se efectuaría la distribución a distintos barrios ofrece agua más pura y menos cara”.22 Pero, al igual que décadas atrás, no eran tiempos de la ciudad. de definiciones y el Gobierno consideró la obra irrealizable y de costosa ejecución.

Otra vista hacia el sur de la ciudad y la zona de la ribera, el viaducto del Ferrocarril de Buenos Aires y Ensenada, y un lateral del Molino San Francisco, ca. 1880. Agua potable para...locomotoras

Un grupo de argentinos, Jaime Llavallol, Mariano Miró, Manuel José de Guerrico, Bernardo Larroudé, Norberto de la Riestra, Adolfo van Praet y Daniel Gowland, en septiembre de 1853 constituyeron la “Sociedad del camino de hierro de Buenos Aires al Oeste”, origen del Ferrocarril del Oeste. En enero del año siguiente obtuvieron del Gobierno una concesión para construir un ramal de 24.000 varas de extensión presentando la traza correspondiente a sus primeros 10 kilómetros de extensión, que unía la Estación Parque -su cabecera, levantada en la manzana del actual Teatro Colón- con las estaciones de Almagro, Caballito, Flores y Floresta.

Para la construcción de la línea, se contrató en 1854 en Gran Bretaña al ingeniero Guillermo Bragge -el mismo que años después intentó comprar a Carlos E. Pellegrini su proyecto de agua clarificada- junto con varios capataces y 160 obreros 46 especializados, que llegaron al país en febrero de 1855. Dos años más tarde, el 29 de agosto de 1857 se inauguró oficialmente el primer ferrocarril que circuló por estas tierras, con un tendido que unía la Estación Parque con Floresta.

La introducción del ferrocarril, y junto con él la energía de vapor aplicada a este medio de transporte, trajo consigo requerimientos nuevos. Este trasplante tecnológico demandó “agua dulce” para las locomotoras a vapor, pues el agua salobre de los pozos de la ciudad deterioraba sus cañerías.

Para lograr este cometido fue necesario internar una cañería en el Río de la Plata en la zona de la Recoleta, que permitiera llevar el agua hasta la Estación del Parque del Ferrocarril del Oeste. No poseemos información sobre el proceso de purificación a que se la sometía, pero sabemos que efectivamente existió pues este servicio, que en su origen fue exclusivamente del Ferrocarril del Oeste Primera Estación Parque del Ferrocarril del Oeste, una construcción de madera con un para sus máquinas, se hizo extensivo en 1868 a un grupo de casas del barrio del pequeño edificio de pasajeros y un cobertizo lateral, 1864 . Temple, convirtiéndose en el primer servicio de agua corriente de la ciudad. 47

Vista posterior de la Terminal Parque del Ferrocarril del Oeste, habilitada en 1872. Ocupaba la actual manzana del Teatro Colón. Llegan los filtros y las aguas mineralesLa novedad europea

Hacia 1844, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, habrían llegado de Europa las primeras aguas minerales a nuestro país. Así lo anuncian distintos avisos publicados por boticarios en “La Gaceta Mercantil”, que publicitan sus virtudes medicinales. Las marcas entonces más difundidas de esta agua gasificada (“agua mineral gaseosa acidulada”) eran Seltz, Sedlitz, Balaruc, Spa, Vichy, entre otras, y su consumo se acercaba más al de una medicina que a un producto de uso corriente, pues se recomendaban para combatir problemas digestivos y también como eficaz diurético. En aquellos años se expendían en boticas o farmacias, en donde –además de medicamentos- también podían 48 tomarse bebidas como naranjada, limonada, sorbete de vinagre con frambuesas, horchata y otras. 23

Más allá de estas novedades limitadas a un reducido sector de la población, lo corriente en aquellos años, y hasta comenzar a extenderse la primera red de provisión allá por 1869, era el consumo del agua de río que vendían los aguateros. Como ya señalamos, el recurso habitual para mejorar su pureza era depositarla en tinajas para facilitar su decantación y luego filtrarla en recipientes de piedra, tal como se venía practicando desde la Colonia. Este proceso de filtrado artesanal y doméstico también tuvo variantes, acordes al incipiente proceso de europeización que experimentaba la ciudad durante la segunda mitad del siglo XIX. Una de ellas, costosa y limitada en su difusión como la citada agua mineral, fue la utilización de filtros de carbón importados, que también eran vendidos por los boticarios.

Publicidades de agua mineral importada “Krondorf” en 1908. Variedad de filtros -importados y nacionales- de terracota vitrificada de uso domiciliario, de fines de siglo XIX y principios del XX. Derecha: Sifón francés, para preparar agua de Seltz artificial. 49

A fines de 1866, cuando arreciaba una epidemia de cólera, se lee en un aviso de “La Tribuna”: “Los célebres filtros de carbón que hoy ofrecemos al público, son ya muy conocidos y de uso general en Europa, en donde han prestado y siguen prestando grandes servicios, sobre todo en los pueblos que carecen de aguas corrientes y potables como en esta ciudad. Comprendiendo pues, la gran necesidad que hay en esta de proporcionarse agua limpia y buena, hemos introducido y queremos hacer conocer los afamados filtros de Buckring; en la inteligencia que creemos prestar un verdadero servicio al país en las actuales circunstancias, máxime cuando se cree con sobrada razón que están envenenadas las aguas de nuestros ríos…Los filtros clarificadores de Buckring están compuestos únicamente de carbón de leña, corcho, vidrio y goma galvanizada, sustancias todas que nunca están expuestas a la putrefacción.” 24 Las Epidemias

Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjeron en Buenos Aires las mayores, más prolongadas y mortíferas epidemias de toda su historia. A pesar de que la viruela -luego de su aparición en 1852- estaba controlada, no sucedía lo mismo con el sarampión, la escarlatina, la disentería, el coqueluche, la fiebre tifoidea y demás enfermedades contagiosas.

En la década de 1860 hubo dos brotes de cólera en Buenos Aires, uno en 1867 y el otro en 1868, que dejaron centenares de víctimas.

La llegada de la fiebre amarilla en 1871 produce en Buenos Aires una verdadera hecatombe sanitaria. La epidemia mató al 8% de los porteños, paralizó la ciudad, 50 hundió algunos barrios e hizo surgir otros, clausuró el cementerio del Sur y engendró el de Chacarita. El Ferrocarril del Oeste había tendido una línea de emergencia a lo largo de la actual Av. Corrientes, con cabecera en esta avenida y Pueyrredón, habilitando un convoy que transportaba solamente féretros, en dos viajes diarios.

La velocidad del fenómeno superó a todos, pues la falta de prevención y el crecimiento de la población por la inmigración sobrepasaron las precarias medidas sanitarias de los gobernantes, que actuaron sin la coordinación ni la premura que exigía la gravedad del caso. Sin energía ni unidad de acción, los gobiernos -nacional, provincial y municipal conviviendo en la ciudad- fueron débiles y contemplativos, acuciados a su vez por la inestabilidad política, las guerras internas y externas.

Llegando a 1900 el flagelo de las epidemias se encontraba controlado, y en ello tuvieron un papel primordial los adelantos de la medicina, la institucionalización “Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires”, pintura de Juan Manuel Blanes, 1871. pública de la higiene en general y el avance del saneamiento y la provisión de aguas corrientes hacia sectores cada vez más amplios de la ciudad. La Chacarita Porque la entraña del cementerio del sur fue saciada por la fiebre amarilla hasta decir basta; porque los conventillos hondos del sur mandaron muerte sobre la cara de Buenos Aires y porque Buenos Aires no pudo mirar esa muerte, a paladas te abrieron en la punta perdida del oeste, 51 detrás de las tormentas de tierra y del barrial pesado y primitivo que hizo a los cuarteadores. Allí no había más que el mundo y las costumbres de las estrellas sobre unas chacras, y el tren salía de un galón en Bermejo con los olvidos de la muerte: muertos de barba derrumbada y ojos en vela, muertas de carne desalmada y sin magia. (…) Chacarita: desaguadero de esa patria de Buenos Aires, cuesta final, barrio que sobrevives a los otros, que sobremueres, lazareto que estás en esta muerte no en la otra vida, he oído tu palabra de caducidad y no creo en ella, porque tu misma convicción de angustia es acto de vida y porque la plenitud de una sola rosa es más que tus mármoles. Autoridades combatiendo las epidemias, en una caricatura de “Caras y Caretas”. Detrás, pisando sus pasos, la figura de la Muerte, 1899. Arriba: inhumadores en el Cementerio del Oeste, c. 1900. Jorge Luis Borges 25 Historias del Agua en Buenos Aires Las Epidemias

“EnLa el fiebre período álgidoamarilla de la epidemia, era lúgubre y aterrante el aspecto de la ciudad, y en los barrios donde hacía sentir, caían familias enteras al soplo de aquel veneno exterminador. Los ataúdes se sacaban a las puertas de calle y se apilaban de tres en tres para esperar los carros conductores a los cementerios. Desde las cuatro de la tarde las casas de familia y de negocio empezaban a cerrarse, y los vecinos ya no transitaban por las calles, dándole así a la población el verdadero aspecto de una ciudad infectada. Sentíase el rodar de los carros fúnebres y el grito, desapacible y tétrico de los conductores. Los conventillos y las epidemias Llegaba la noche, los faroles se encendían mal y una bruma constante los Otro testimonio de interés lo ofrece alguien que conoció de cerca los envolvía. De trecho en trecho, la luz incierta de una casa, se proyectaba en conventillos, el gremialista Adrián Patroni (1898): “Imaginaos un terreno las aceras, denunciando la existencia de una botica, únicos establecimientos de 10 a 15 metros de frente (los hay que sólo tienen de 6 a 8) por 50 a 60 que se mantenían abiertos. Después, el silencio conmovedor de las de fondo; algo que se asemeja a un edificio, por su parte exterior, o casa necrópolis, se acentuaba en este recinto de la muerte. Los ya escasos 52 de miserable aspecto: generalmente un zaguán cuyas paredes no pueden moradores despertaban un día y otro, viendo la guadaña de la parca ser más mugrientas, al final del cual una pared de dos metros de altura suspendida sobre todas sus cabezas; y esta población se aterraba cada día impide que el transeúnte se aperciba de las delicias del interior. Franquead más, leyendo en los diarios la lista de los muertos (…) el zaguán, y veréis dos largas filas de habitaciones, en el centro de aquel Tanto al Sur como al Norte, rebalsaron los terceros; cuadras enteras de patio cruzado por sogas en todas direcciones, una mugrienta escalera de casas llenáronse de agua y muchas familias fueron salvadas por los fondos madera pone en comunicación con la parte alta del edificio. El conjunto de sus propiedades, no siendo posible pasar a las veredas convertidas en de piezas, más bien que asemejarse a habitaciones, cualquiera diría que ríos. Así es, que tanto para facilitar la salida de las aguas como para sanear son palomares; al lado de la puerta de cada cuarto, amontonados en la ciudad, se proyectó y se emprendieron por el Gobierno de la Provincia, las completo desorden, cajones que hacen las veces de cocina, tinas de lavar, llamadas Obras de Salubridad. receptáculos de basuras, en fin, todos los enseres indispensables de una Como principio de saneamiento e higiene, se estableció el servicio de aguas familia, que por lo reducido de la habitación forzosamente tienen que filtradas del Río de la Plata, a fin de clausurar los pozos de balde, de cuya quedar a la intemperie (…) Pocos son los conventillos donde se alberguen agua se servía el pueblo, lo que era nocivo en alto grado a la salud de las menos de ciento cincuenta personas. Todos son, a su vez, focos de infección, personas, tanto o más que el agua recogida por los aguadores en las orillas verdaderos infiernos, pues el ejército de chiquillos en eterna algarabía del río, y vendida para los usos domésticos más delicados.” 27 no cesan en su gritería, mientras los más pequeñuelos, semidesnudos y harapientos, cruzan gateando por el patio recogiendo y llevando a sus bocas cuanto residuo hallan a mano; los mayorcitos saltan, gritan y brincan, produciendo desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche un bullicio insoportable”. 26 53

Escena de la vida en un conventillo, c. 1900 - 1905. Los Lavaderos Al hablar sobre las lavanderas y su trabajo en la ribera del Río de la Plata, nos suprimido en la sección en que están establecidos el lavado en la ribera, casas de referimos al auge y ocaso de una actividad surgida en tiempos de la Colonia y inquilinato y conventillos y clausurados igualmente los lavaderos que no llenaran que a fines del siglo XIX fue desapareciendo junto con otros personajes como el las disposiciones del presente contrato”. 28 carretillero, el aguatero y los bañistas. Uno de los locales, inaugurado en 1889 con la presencia del Intendente Ya en 1868, el Municipio había sancionado una ordenanza que Francisco Seeber, estaba conformado por un gran salón, a modo de prohibía el lavado en el río desde Casa Amarilla hasta el Arroyo espacio común de lavado, iluminado por luz eléctrica, donde Maldonado, bajo pena de una multa de 200 pesos o dos desarrollaban su trabajo las lavanderas. Tenía capacidad días de arresto, prohibición que se hizo más estricta para 600 personas y habitualmente cada trabajadora aún en 1872 a partir de un pedido del Establecimiento lavaba unas 6 docenas de ropas. Al ingreso, las prendas Potabilizador de Recoleta para limitar dicha pasaban por una cámara de desinfección a vapor, actividad. y luego a las piletas de agua caliente donde las 54 lavanderas hacían un enjabonado manual ayudadas Con la progresiva difusión de la red, las iniciativas por tablas de lavar acanaladas. Una vez enjuagada, para construir en Buenos Aires lavaderos modelos la ropa se introducía en unos aparatos de presión como los que existían en Londres, París y otras que extraían la mayor cantidad de líquido posible. capitales europeas, comenzaron a tomar cuerpo y Las piezas húmedas se sujetaban frente a secadores a alteraron la rutina de las lavanderas sobre la ribera. vapor o ventiladores.

Antes de inaugurarse las obras de salubridad, hacia 1866 ya existían Ante el fracaso de este y otros establecimientos, el Municipio decidió empresarios que instalaban lavaderos con máquinas de lavar y planchar, sobre el organizar su propio servicio de lavaderos, siempre con la idea de erradicar para Paseo de Julio (hoy L. N. Alem). Considerados verdaderos alardes de modernidad en la siempre el lavado en la ribera y en los conventillos que, hacia 1890, todavía seguía en Gran Aldea, se ocupaban del lavado y planchado de ropa para familias, hoteles y otros práctica. Promediando 1895 había cuatro lavaderos municipales, dos al norte y dos al establecimientos públicos. Tanto éstos como otros que les siguieron, se comprometían sur de la ciudad, donde concurrían anualmente más de 53.000 lavanderas, a pesar a eliminar manchas de todo tipo y a dejar las prendas con su aspecto de origen. de las quejas que motivaban el mal estado de estos establecimientos. Su número irá aumentando, pero a medida que comienza el nuevo siglo su servicio fue siendo En 1887 el Municipio autorizó a Juan Plá a construir y explotar lavaderos y reemplazado por el de empresas privadas de limpieza que contaban con mejores baños públicos en cada una de las secciones de la ciudad. Una vez entregados instalaciones. al servicio público los seis lavaderos que había propuesto construir “…quedará El trabajo de las lavanderas en un secadero de ropa, c. 1890. 55

Lavaderos públicos en plena labor. Las negras, que en la primera mitad del siglo XIX eran mayoría en esta tarea sobre la ribera, serán reemplazadas por el variado panorama étnico de la inmigración finisecular, s/f. Las primeras Aguas Corrientes

La Casa de Bombas de Recoleta

Finalizando la década de 1860, una serie de factores concurrentes permitieron a la ciudad superar medio siglo de proyectos e intentos fallidos y contar con sus primeras instalaciones de aguas corrientes. El perímetro de la ciudad se había extendido desde el arroyo Maldonado hasta el Riachuelo y desde el Río de la Plata hasta la Av. Pueyrredón, y su población había superado los 170.000 habitantes. Como contraparte, su organización sanitaria continuaba siendo tan endeble como cuando tenía la tercera parte de esta población. El agua del río y de los aljibes era muy nociva para el consumo humano y había afectado la salud pública, sobre todo en verano, cuando se elevaban los índices de mortalidad. 56 Esta situación se hizo más acuciante cuando comenzaron a cobrar intensidad las epidemias, especialmente las de cólera y fiebre amarilla.

Todavía bajo los efectos de la reciente epidemia de cólera, el Gobierno provincial decidió encarar en 1867 el plan concebido años antes por el ingeniero John Coghlan, a quien debe la ciudad el proyecto de instalación de su primer sistema de aguas corrientes. Años antes de este trabajo para el gobierno provincial, Coghlan había presentado al Municipio (1862) una propuesta de provisión de aguas corrientes, que será la base de su futuro proyecto.

Para encarar dicha tarea, el Gobierno creó la primera Comisión de Obras de Salubridad encargada de la instalación de las Aguas Corrientes, presidida por Emilio Castro, y como Director Técnico el propio ingeniero Coghlan. El 24 de diciembre de 1867 se dictó la ley que aprobaba las obras de salubridad y dos días después partía hacia Inglaterra un ingeniero para adquirir todas las maquinarias y los aparatos para tender doce millas de cañerías.

Medalla conmemorativa de la inauguración de las obras de salubridad. Arriba: La primera Casa de Bombas de Buenos Aires, ubicada en el bajo de la Recoleta, 1869. 57

Plano presentado por el ingeniero John Coghlan al Municipio en mayo de 1862, con el área a abastecer por el sistema de provisión de agua. Será la base del sistema que se inauguró en 1869. Historias del Agua en Buenos Aires Las primeras Aguas Corrientes

Los trabajos fueron solemnemente tuvo lugar el siguiente 25 de inaugurados el 20 de septiembre Mayo, coincidiendo con los actos de 1868, y en la colocación de la celebratorios de la fiesta patria. piedra fundamental el presidente Emilio Castro, ahora gobernador de la Nación, Domingo F. Sarmiento, de la Provincia, presidió el acto, pronunció un discurso que se refería en compañía del vicepresidente al flagelo del cólera en los siguientes de la Nación, Dr. Adolfo Alsina. términos: “Si reaparece no culpemos Días antes, cuando asumió el cargo de ello a la Providencia creyendo que de gobernador, había expresado gobierna mal su mundo (…) Si hace ante la Legislatura: “El gobierno estragos culpémonos a nosotros, anterior sabiamente dispuso,

58 por nuestra imprevisión e indolencia con los pocos recursos que pudo (…) El cólera como la guerra, entra disponer, el establecimiento de la hoy en el mecanismo social, como base de la gran obra de las aguas correctivo de nuestros propios Acuarela de la Casa de Bombas proyectada por John Coghlan, original s/f . corrientes y esta obra, terminada errores y vicios (…) Habrá cólera en la extensión que se proyectó, donde quiera que haya desaseo, desnutrición y miseria (…) Demos agua corriente necesita empeñosamente que le prestéis vuestra atención para completarla en al pueblo, luz a las ciudades, templos al culto, leyes a la sociedad, constitución a una extensión mayor y con el establecimiento de los desagües de la ciudad.” 30 la nación. Todo es necesario y excelente, pero si no damos educación al pueblo, abundante, a manos llenas, la guerra civil devorará al Estado, el cólera diezmará Se libraba al servicio una longitud de cerca de 20.000 metros de cañerías cada año a las poblaciones, porque la guerra civil y el cólera son la justicia de Dios conductoras de agua filtrada que no alcanzaba a servir al 8% de la población, pero que castiga los pecados de los pueblos”. 29 ya se había dado el primer golpe fundamental a las enfermedades hídricas.

Se esperaba concluirlas en diciembre de 1868, pero no pudo ser. El arribo Aquel primitivo sistema, se iniciaba en el Bajo de la Recoleta, frente a la quinta al país de determinados elementos se retardó más de lo previsto y recién de Samuel Hale. Dos caños de hierro fundido se internaban 600 m en el río, el 4 de abril de 1869, fue posible brindar al público el servicio de las aguas captando y transportando el agua que, una vez purificada, era enviada por corrientes. La inauguración oficial del sistema de agua corriente filtrada 59

Plano de la ciudad con el proyecto de cloacas y desagües propuesto por el ingeniero John Coghlan, 1869. Historias del Agua en Buenos Aires Las primeras Aguas Corrientes

máquinas de impulsión a la La administración del servicio red de provisión de la ciudad. estuvo a cargo de la Comisión La Casa de Bombas contaba de Aguas Corrientes, Cloacas 60 con dos máquinas a vapor de y Adoquinado, dependiente 140 caballos cada una. Una de ellas del gobierno provincial. Hasta llevaba el agua desde el río hasta los la promulgación de la ley que depósitos de asiento y la otra desde el pozo facultaba a esta Comisión (1870), el servicio de agua filtrada hasta la red de distribución. Era una fue administrado por el Ferrocarril del Oeste, entrega limitada: comenzaba a las 7 de la mañana y se extendía importante usuario y fuerte accionista del sistema. hasta las 14 horas. Es que los contratistas ingleses no habían provisto a tiempo los materiales para terminar la erección de la torre tanque de la Plaza Lorea. Esta construcción fundacional y la planta potabilizadora que fue creciendo en los terrenos circundantes, en Recoleta funcionaron hasta 1928, cuando Cuarenta años atrás, similares filtros lentos a los instalados en Buenos Aires fue desafectada y reemplazada por la Planta Potabilizadora de Palermo y sus habían sido construidos en Londres (1829). La pequeña planta de Recoleta edificios comenzaron a ser demolidos, incluyendo la histórica Casa de Bombas precedió en tres años a la habilitación de elementos semejantes en la ciudad proyectada por Coghlan .31 En su homenaje, Obras Sanitarias de la Nación, hacia de Nueva York. 1933 construyó una réplica en su Planta de Palermo, trasladando a ésta las maquinarias e instalaciones originales.

Interior de la Casa de Bombas y actual museo, ubicado en la Planta Potabilizadora General San Martín de AySA. 61

Réplica de la histórica Casa de Bombas de Recoleta, hoy museo, ubicado en la Planta Potabilizadora General San Martín de AySA. El primer Reglamento para la Provisión de Agua

Dentro de los 21 artículos que componen el primer Reglamento para la Provisión Art. 17.- El consumidor de agua que no dé aviso de derrame por mal estado de algún de Agua a la ciudad de Buenos Aires, redactado por la Comisión de Obras de caño, llave, medidor, etc., para verificar su reparación, pagará una multa de 100 pesos Salubridad y editado en 1869, existen algunas disposiciones curiosas, propias moneda corriente por cada caño, llave, válvula, etc., que dé lugar a ese desperdicio. de aquel momento de transición entre las nuevas aguas corrientes y la ya prolongada presencia del aguatero. A su vez, se imponían severas multas a quienes afectasen la calidad del agua, facilitaran su derrame, o bien pudieran deteriorar los surtidores públicos. Tarifa para el Servicio Pago Mensual - Domicilios particulares, el 3% sobre el alquiler. Art. 2.- (…) La colocación de caños no podrá hacerse a través de albañales, - Hoteles, Cafés, Restaurantes, Casas de Baños: Según convenio o por medidor. resumideros, letrinas u otros puntos, que puedan dar lugar a deterioro de los caños, - Caballerizas $15 por pesebre derrames o infiltraciones de gases malsanos donde no puedan ser percibidas; sino - Cocherías $20 por carruaje 62 en las condiciones que establezca el agente de la Comisión y siempre amparando - Panaderías $40 por horno - Herrerías $50 por fragua el caño conductor de agua con tubos o cajas especiales (…). - Tiendas, mercerías, barberías, droguerías, boticas, zapaterías, de toda clase por mayor y menor de Art. 8°.- Todo habitante tiene derecho a tomar gratis de los surtidores públicos con demás industrias no especificadas pagarán: baldes, canecas, etc., el agua que necesite para el consumo doméstico. $70 siendo el alquiler de $4.000 arriba $55 siendo el alquiler de $2.500 a 4.000 $40 siendo el alquiler de $1.000 a 2.500 Art. 10.- Todo aguatero o vendedor de agua que la tomase de los surtidores sin $30 siendo el alquiles de $1.000 abajo tener permiso de la Comisión y la constancia de haber pagado su cuota mensual, - Fábricas, bancos, bolsa de Comercio, estaciones de ferrocarril, mercados, clubs, pagará por cada vez una multa igual a la mensualidad que le correspondería. edificios especiales, institutos, imprentas, almacenes de Aduana, máquinas a vapor: Según convenio. Art. 13.- Toda persona que se bañe en los depósitos o filtros de provisión, que - Aguateros $300 cada uno haga entrar en ellos perros u otros animales o que arroje cualquiera sustancia - Llaves de incendio particulares $20 cada uno - Jardines, de una superficie de menos de 500 varas cuadradas: $10 o materia, o cometa cualquier acto que deteriore la calidad del agua y estorbe el De 500 a 1.000 varas $20 abastecimiento de la misma será multada en una suma no menor de 100 pesos ni Arriba de 1.000 varas, por mil $15 mayor de 1.000 sin perjuicio de la acción criminal que resultare contra ella. Arriba de 1.000 varas, por mil $12 El primer Reglamento para la Provisión de Agua

63

Un aguatero al pie de un surtidor de agua. Los bueyes han cedido paso al caballo y los herrajes de hierro reemplazaron a las antiguas uniones de madera, s/f. El Tanque de Plaza Lorea

Las máquinas a vapor de la primera Casa de Bombas que tuvo Buenos Aires, del mismo y bajaba enseguida por el otro; estoy seguro que esta es la creencia proyectada por el ingeniero John Coghlan, además de impulsar el agua general; la creencia es errónea. Uno de esos tubos prestaba solamente el servicio de purificada a una red que abarcaba cerca de 177 cuadras, también lo hacía a dar salida al agua en los casos de que el depósito se llenase demasiado, evitándose un depósito elevado de la Plaza Lorea (extremo Oeste de la actual así el desborde del agua en la plaza. El depósito no se llena sino Plaza de los Dos Congresos). Las cañerías que partían de cuando están llenos, repletos completamente, todos los tubos Recoleta tenían más de 20 kilómetros de longitud de las casas particulares, de los edificios públicos, toda la y en su recorrido se habían instalado surtidores cañería de distribución, en fin. El depósito de la plaza públicos cada cuatro cuadras, además de existir Lorea viene a ser en realidad, un verdadero tubo de también en hospitales y edificios públicos. seguridad (…) El tanque es un divertículo, diré así, de la red de conductos, un sitio donde va el agua Durante su año inaugural (1869) el servicio cuando ya no cabe en dicha red.” 32 64 de agua filtrada que suministraba Recoleta fue muy irregular, debido en Su funcionamiento distaba de garantizar gran medida al retraso del arribo de condiciones de limpieza y su capacidad era las piezas del depósito que había sido superada en las horas de máximo consumo, adquirido en Gran Bretaña. El tanque, principalmente debido al abuso de los habilitado hacia 1871, era totalmente de vecinos, a pesar de las multas y prohibiciones hierro fundido y tenía 43 metros de alto, establecidas. con una capacidad de 487 metros cúbicos, sostenido por 7 pilares y recorrido en su parte Su desafectación llegará con la habilitación central por una escalera de caracol. de un gran depósito distribuidor acorde con la magnitud del Buenos Aires finisecular, el Palacio de Este depósito actuaba, en realidad, como un regulador Aguas Corrientes, inaugurado en 1894 y parte indispensable del sistema. Así explicaba su funcionamiento: del proyecto sanitario del Radio Antiguo, concebido por el estudio “Muchos creen, estoy seguro, que el agua que se recogía por medio de las Bateman, Parsons & Bateman, como seguidamente veremos. bombas (…) iba primero al depósito de plaza Lorea, que subía por uno de los tubos

Panorama del Tanque de Plaza Lorea hacia 1872, con su casilla de vigilancia y reja ornamental perimetral. Plano de la Plaza Lorea, con un esquema del jardín que tenía el Tanque en su parte inferior y la forestación circundante .

65

El Tanque de Plaza Lorea a fines de siglo XIX. A la derecha, el frente del antiguo “Mercado Modelo”. La Plaza aún no se encuentra dividida por el trazado de la . S/f. La Planta Potabilizadora de Recoleta

El Plan Bateman para el Radio Antiguo

Promediando 1870, a poco de ser inaugurada, la Casa de Bombas de Recoleta y la pequeña red habilitada se mostró insuficiente para las demandas de una ciudad que nuevamente era sacudida por la aparición de la fiebre amarilla. Hasta abril de 1871 las víctimas por esta epidemia habían llegado a unas 14.000, sobre una población estimada de 195.000 habitantes. El rebrote de este flagelo se atribuyó a la excepcional cantidad de agua caída durante 1869 - 1870, que superaba en un 300 % a la media anual.

66 Piénsese el efecto de tales precipitaciones sobre los terceros que atravesaban la ciudad, los anegamientos y pantanos en las calles y la proliferación de

Invitación a la inauguración de las obras de “Drenaje, Cloacas, Aguas Corrientes y Adoquinado pozos negros, y se tendrá un marco de la grave situación sanitaria en el radio de la Ciudad”, que tuvo lugar el 15 de Mayo de 1874 en la Planta Potabilizadora de Recoleta. urbano, particularmente en los terrenos inundables de Palermo, la Recoleta y las inmediaciones del Riachuelo. Un informe del entonces Director de las Obras de Salubridad expresaba al respecto: “Se ha supuesto que la fiebre amarilla fue efecto de las aguas que invadieron las casas habiendo hecho subir desde los pozos vaciaderos las materias corrompidas que allí existían esparciéndolas sobre los patios y habitaciones (…)Los gérmenes dañosos así esparcidos por la atmósfera no tardaron en tener fruto cuando llegó el verano, creando un estado sanitario propicio para la peste que más tarde vino a desolar la ciudad”. 33

Frente a este estado de cosas, el Gobierno decidió encarar un programa de acción que permitiera ampliar las instalaciones de Recoleta y, sobretodo, emprender

Banderín de seda del día inaugural. Derecha: anverso de la medalla que se entregaba al personal las obras de desagües cloacales, que ya estaban comprendidas en la ley de con 30 años de servicio, en conmemoración del Día de Obras Sanitarias de la Nación. septiembre de 1870, pero sobre las que no se había avanzado. La Planta Potabilizadora de Recoleta

67

Vista aérea de la Planta Recoleta en 1928, el año de su desafectación y reemplazo por la Planta de Palermo. Nótese la extensión del establecimiento, que entonces llegaba a las 30 hectáreas. Historias del Agua en Buenos Aires La Planta Potabilizadora de Recoleta

En diciembre de 1870 había llegado a Buenos Aires John Frederick La Trobe modernos, un muelle para la descarga del carbón necesario para las maquinarias, Bateman, ingeniero hidráulico inglés de reconocida trayectoria dentro y fuera talleres, depósitos, etc., llegando a superar el conjunto las 24 hectáreas. de Inglaterra, para proyectar un puerto. El Gobierno, a través de la Comisión de Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinado le encomendará el proyecto El proyecto de Bateman, nombrado Director de las obras de salubridad de completo de provisión de agua, desagües cloacales y la Capital, preveía provisión de agua para 400.000 habitantes, a pluviales y el empedrado para la ciudad, proyecto que razón de 182 litros diarios por persona. El agua era llevada se conoció como “Obras del Radio Antiguo”. por un conducto subterráneo que partía de un Túnel de Toma situado a 800 metros de la ribera, frente En noviembre de 1872, el Gobierno aceptó al pueblo de Belgrano, hasta la Planta donde el proyecto elaborado por el estudio llegaba a depósitos de asiento en los que se Bateman, Parsons & Bateman y procedió alojaban las materias en suspensión, para 68 a invertir importantes sumas en la luego pasar a los filtros debajo de los cuales adquisición de mayores extensiones en se asentaba una cámara de reserva. Desde Recoleta, nuevas maquinarias, materiales allí era distribuida a la ciudad por medio de y equipos en general. máquinas impelentes. La cañería principal se proyectó desde Recoleta hasta la manzana La piedra fundamental de esta Planta donde se levantaría el Gran Depósito de Av. -un conjunto industrial de escala inusitada Córdoba. En las obras trabajaron unas 7.000 para aquella zona de la ciudad- se colocó el 15 personas y sufrieron muchos altibajos en su de mayo de 1874. Al pie de la barranca se levantó desarrollo, llegando a paralizarse durante algunos años. un gran galpón de madera con mesas para unos mil invitados, labrándose un acta que fue suscripta por el A medida que la población iba en aumento, la Planta fue creciendo, gobernador de la provincia, Mariano Acosta, miembros de la Comisión se ampliaron sus salas de máquinas y se incorporaron nuevas técnicas de Salubridad y otros funcionarios. de potabilización. El ritmo de crecimiento que tendrá la urbe en las décadas subsiguientes, edilicio y demográfico, superará con creces las previsiones del Con el Plan Bateman la Planta de Recoleta comienza un sostenido crecimiento, ingeniero inglés. Ya en 1887 habitaban la ciudad 440.000 personas y el servicio construyéndose una casa de máquinas de mayor envergadura, filtros más abastecía sólo al 10% de la población.

Depósitos de asiento en construcción, c. 1875. 69

La Planta de Recoleta en plena construcción, c. 1875. Historias del Agua en Buenos Aires La Planta Potabilizadora de Recoleta

En 1905, con un área de 2.593 hectáreas y 700.000 habitantes provistos con agua corriente, la ciudad llegaba a su primer millón de habitantes. Recoleta en esos años ocupaba 30 hectáreas y cada vez se hacía más necesario contar con una planta purificadora de mayor magnitud. En esos años, en la Planta no sólo se purificaba el agua, había talleres de fundición, carpinterías, depósitos para carbón, arcilla y cemento, cocheras y demás construcciones que le otorgaban un marcado carácter industrial.

La solución llegará con el Plan que el Ing. Agustín González elaboró en 1906 que resuelve -ante la imposibilidad de ampliar las instalaciones- desafectarla y concentrar la potabilización en un nuevo establecimiento en Palermo, como 70 efectivamente aconteció en octubre de 1928. Una vista de la Planta Recoleta desde la Av. Alvear, a fines del siglo XIX .

La Municipalidad tomó entonces posesión de los terrenos a fin de ampliar el Paseo de la Recoleta, introduciendo jardines y espejos de agua. El establecimiento fue demolido y la Casa de Máquinas será reformada por el arquitecto Alejandro Bustillo para instalar el actual Museo Nacional de Bellas Artes, inaugurado el 23 de mayo de 1933.

Esta Casa de Máquinas se había construido en diversas etapas; una primera casa se comenzó en 1874 y se habilitó diez años después. En 1890 se construyó una segunda casa, inmediata a la primera, con igual número de motores y de bombas. Estas sucesivas ampliaciones y adiciones le fueron dando el aspecto -y la prolija simetría- que lucía hacia 1931.

En primer plano la Casa de Bombas de 1869, más atrás la correspondiente al proyecto del estudio Bateman, Parsons & Bateman. Vista de los filtros y la casa de bombas construida en una primera etapa, entre 1874 y 1884.

Fundición de piezas en los talleres de Recoleta hacia 1920. 71

La Casa de Bombas de la Planta Recoleta a principios de siglo XX, con la segunda casa anexa -de igual capacidad- construida hacia 1890. Talleres de fundición en la Planta Recoleta, década de 1920. La Torre de Toma

El comienzo del sistema

Una presencia histórica en el paisaje ribereño sobre la Al construirse la Planta Potabilizadora en Palermo, frente a Costanera Norte fueron y son las torres de toma en el ella se construyó una nueva torre, de forma hexagonal, Río de la Plata, encargadas de captar el agua hacia de mampostería hidráulica, con una capacidad para las plantas donde era potabilizada para su posterior 1.600.000 m3 diarios, de la que partía un túnel de distribución y consumo. Estos oscuros mojones de toma de tres metros de diámetro y 1.245 metros de piedra y cemento fueron variando su ubicación, en largo, 1.000 de ellos bajo el río (c. 1912). su origen más próxima a la ribera. Durante 1972-73, se ejecutará una nueva torre de La captación de agua desde el río que formaba parte toma a 1.500 metros de la Planta de Palermo, que hoy 72 del primer sistema de aguas corrientes de la ciudad se encuentra en funcionamiento. De esta extensión, proyectado por el ingeniero John Coghlan, no contó, 1.100 metros son fluviales -el resto del trayecto pasa entonces, con una torre de toma. Sólo eran caños de hierro que por debajo del Aeroparque, la Av. Lugones y el acceso a partían de la Planta de Recoleta internándose en el estuario. Con la Planta- con un conducto de 5,4 metros de diámetro, de la ampliación de esta Planta planteada por el estudio Bateman, hormigón pretensado. En cada una de sus caras -ocho en total- Parsons & Bateman en su proyecto del Radio Antiguo (1872), la torre tiene dos acometidas, contando cada entrada con nació la primera torre de toma, que se ubicó a 800 metros una reja semicircular de dos metros de ancho por tres de la ribera frente al pueblo de Belgrano. Su construcción de alto. De las dos torres que le precedieron, la más se inició en 1876 y se trataba de un cilindro de tres antigua se encuentra fuera de uso, mientras que la metros de diámetro interior, ubicado por sobre 2.60 segunda sólo se utiliza como reserva. metros del nivel máximo de crecidas. Dentro del Arriba: el Plan de Saneamiento aprobado en 1908, preveía la cilindro se cavó un pozo a más de 10 metros bajo construcción de un nuevo establecimiento potabilizador en el lecho del río. Por fuera, la torre presentaba en sus Palermo y, en frente, una nueva torre de toma. Aquí vemos un cuatro caras formas neoclásicas, con almohadillados momento de la construcción de su túnel subfluvial, c. 1911. Abajo: proyecto de torre de toma en el Río de la Plata, del y cornisamento perimetral superior. ingeniero John F. Bateman, 1885. La Torre de Toma

73

Otro momento de la construcción del túnel subfluvial, c. 1911. Higiene e Higienismo

Si bien el detonante de las obras de saneamiento fueron las epidemias, también influyeron en su efectivización factores como un orden institucional superador de las recurrentes luchas internas y, en un sentido global, los descubrimientos científicos de la bacteriología, fundamentalmente a partir del trabajo de Pasteur y Koch. Tales adelantos fueron difundidos por destacados hombres de ciencia locales y 74 desplazaron al anterior criterio de las epidemias transmitidas a través de las emanaciones y de las exhalaciones. Las enfermedades hídricas comenzaron a cobrar de esta manera nuevo protagonismo, así como todo lo relacionado con el tratamiento y desinfección de los desechos, para prevenir la contaminación de los cursos de agua. El cambio operado, se traduciría en una necesaria reorganización de lo relativo a la salud pública, la percepción médica y el saneamiento.

Hemos visto cómo las primeras expresiones de un naciente higienismo, en la primera mitad del siglo XIX, estuvieron representadas por la acción individual de médicos y químicos, mientras los gobiernos dictaban -con escasísima eficacia- disposiciones para mantener ciertas condiciones de salubridad y controlar las epidemias. Hasta 1850, aproximadamente, esta concepción de salud urbana El doctor Eduardo Wilde fue uno de los principales publicistas del higienismo, priorizaba el alejamiento de las “miasmas” es decir, “vapores u organismos a través de artículos en diarios, conferencias, charlas y cursos. malignos” que desprendían los cuerpos enfermos o ciertas sustancias en descomposición. Este rudimentario higienismo se dirigía a alejar de la ciudad industrias, mercados, cementerios u hospitales. Higiene e Higienismo

75

La ciencia médica asociada a la higiene y cuidado del hogar llegaba al público, en ocasiones, a través de manuales donde aparecía el agua como eficaz curativo, 1910. Historias del Agua en Buenos Aires Higiene e Higienismo

Una segunda etapa, que coincide con sino de los microorganismos que explican la nueva biología, como verdaderos la organización institucional del país y causantes de las enfermedades. Este nuevo hecho colocaba a la limpieza en un la introducción del higienismo como papel inédito hasta entonces, pues, además de alejar la suciedad, ahora era útil práctica institucionalizada, se inicia en para eliminar microbios. El baño frecuente se convierte de esta manera en el la segunda mitad del siglo XIX, cuando el mejor desinfectante. concepto de higiene se amplía hacia el cuerpo social, es decir, a las condiciones El problema del agua y de la propagación de las denominadas “enfermedades de una vivienda salubre, al lugar hídricas”, se incluye en la agenda de los gobiernos desde esta nueva mirada, a de trabajo, la recreación, asistencia partir de la prédica de higienistas como Wilde, Rawson, Mallo y otros, quienes pública, etc. Si bien se continúan demandaban aumentar las exigencias de higiene y salubridad, siempre desde con medidas del período anterior, el la óptica de la ciencia médica y su impacto en el cuerpo social. La acción de avance de los higienistas es claro, ya sea los higienistas locales, que revive los movimientos de reforma sanitaria de las 76 incorporándose a los nuevos departamentos principales capitales europeas, llegó a su clímax entre 1880 y 1910. de higiene y obras públicas de la Municipalidad, y también influyendo con su prédica en la acción de autoridades provinciales y nacionales, que tenían su sede La labor periodística del doctor Eduardo Wilde, sus conferencias y publicaciones en la misma ciudad. A la vez que proliferan las ordenanzas en procura de mínimas constituyen un testimonio acabado de esta nueva higiene que concebía la salud condiciones de higiene, procurando, por ejemplo, alejar los saladeros y , pública en un sentido abarcante que comprendía la “salud física, mental y social” los entierros y cremaciones en los cementerios, y también, tal vez lo más de los sectores más humildes. Tal como también se aprecia en trabajos como interesante, interviniendo en las condiciones de la vivienda obrera y las situaciones los del doctor Guillermo Rawson, y especialmente en su Estudio sobre casas de de hacinamiento derivada de la situación inmigratoria y los conventillos (altura inquilinatos en Buenos Aires, donde da cuenta del deterioro físico y el aumento de de ambientes, ubicación de letrinas y cocinas, dimensiones de patios y sótanos, la mortalidad producido por las malas condiciones de habitabilidad, llamando la etc.). atención sobre el alarmante índice ocupacional de personas por habitación que era de 3,8 en 1890 y que continuaba en crecimiento. Una tercera etapa, según la socióloga Verónica Paiva, acontece cuando la higiene cambia de pública a social, y en ella tienen particular incidencia los Como se ve, el higienismo -y particularmente el de fines del siglo XIX- tuvo un efectos de las teorías y descubrimientos de científicos como Pasteur y Koch, y papel primordial en el significado que asumieron las obras de salubridad en la también la dimensión social de la higiene aplicada a las condiciones de vida mentalidad de la época, y también en la creación de la primera empresa estatal del trabajador. Aunque prosigue el cuidado por los mismos elementos de de saneamiento, Obras Sanitarias de la Nación. antes (aire, agua y sol) se lo hace no ya desde la importancia de las miasmas, 77

En el hogar, todo se cura. Ese parece ser el mensaje de éste y otros manuales y tratados de bolsillo, que se difundían hacia 1900.

Los adelantos de la sanidad pública de Buenos Aires en las páginas del censo municipal realizado en el año del Centenario de 1910. El Aseo y la Moral

Al referirnos a los descubrimientos de la microbiología de fines de siglo XIX, editado por D. Appleton & Company (1a edición, Nueva York, 1888), o más hablamos sobre su incidencia en el nuevo concepto de higiene conocido por “el Appleton”, tal como lo denominaban las abuelas, madres, y sobre el momento en el que el mero acto de lavado hijas y nietas por estas tierras, que durante mucho tiempo lo tuvieron como adquiere categoría de asepsia y mejor desinfección. uno de los textos de consulta obligada e imprescindible a toda mujer que Dentro de esta evolución, además del proceso de se considerase un ama de casa moderna y actualizada. Tal como se institucionalización de la nueva higiene dentro del lee en sus páginas, este manual tenía como misión instruir a las aparato estatal con la creación de organismos de mujeres en deberes que la cultura de la época se consideraban higiene y salud pública, es interesante detenernos “sagrados e importantísimos”, tales como “las leyes generales en observar de qué manera el conocimiento de la higiene, el cuidado de los enfermos, el desarrollo físico y científico llegaba a la población a través de normas moral de los niños, el gobierno de las criadas, y la economía de urbanidad y tratados de higiene, en general de la familia en general”. 78 bajo la forma de comportamientos moralmente aceptados. Sus consejos prácticos guiaban a la mujer en el orden y limpieza del hogar, con consejos relativos a la higiene para Recomendaciones sobre la limpieza de zonas el cuidado de los niños, para los baños y ejercicios corporales, corporales no estaban desprovistas de solemnidad, condiciones de salubridad en las habitaciones y métodos cierto dramatismo y una fuerza emocional que para purificar agua. En cuanto al aseo personal, recomendaba trataba de enfatizar la finalidad pedagógica del tomar un baño diario pues “promueve y conserva la salud”. El discurso. En los textos, era corriente leer que con el lavado frecuente, sostenía, permitía un perfecto cuidado acto de limpieza se destruía al microbio (el mal) y se de la piel, no sólo en apariencia, sino mejorando su reforzaba la resistencia contra él, favoreciendo la salud, capilaridad, su función de respiración y la eliminación pero también cumpliendo con un código social que en de toxinas. Para ello, opina que el baño con agua y jabón ocasiones asumía connotaciones de verdadera virtud era el antídoto más eficaz para no obturar la capilaridad, moral. y el agua “el más importante y universal de los agentes de purificación”, no sólo para la limpieza del cuerpo y el hogar sino, fundamentalmente, Entre los manuales más difundidos se encuentra una obra que, en 1905, llegaba para la conservación de la salud. a su quinta edición en español, el “Manual de Economía e Higiene Doméstica” 79

La última novedad europea en lecciones de economía doméstica, Tan importantes como la higiene, eran para la época la editadas en París por Garnier, para las “madres de familia”, por la urbanidad y las buenas maneras, en este caso “para las escuelas señora Pilar Pascual de San Juan, 1880. públicas de ambos sexos”, 1901. El Agua en los espacios públicos

Paseos, parques y plazas fueron condimentos inseparables de la higiene urbana de fines del siglo XIX. La consideración de los espacios verdes fue ganando en importancia en la medida que a su función de esparcimiento fueron incorporando principios del higienismo vinculados a la preservación de la salud pública y, también, a la educación y cultura de la población a través de obras de arte y otros dispositivos ornamentales. Principios que intendentes como Torcuato de Alvear hicieron suyos al plantear cambios drásticos en la cuadrícula porteña y crear espacios más a tono con un ambiente cosmopolita imprescindible al marcado proceso de europeización que vivía entonces nuestra sociedad. En sus palabras, los espacios verdes eran “…no sólo un solaz, sino una

80 necesidad de higiene de las ciudades (…) los gastos que ello demande no se les puede aplicar el calificativo de lujo, sino de higiene pública”.34 En el Paseo de la Recoleta -uno de los más afrancesados- Alvear inauguró en 1883 una gruta acompañada por lago, mirador y rocallas, sobre la barranca.

En numerosas plazas porteñas fue común la construcción de lagos y grutas, como por ejemplo Plaza Constitución, donde había una gruta con la forma de un castillo en ruinas rodeado por un lago (1887/88); mientras que en Plaza Garay la gruta, además de arroyo y puentes, contaba con una cascada de más de siete metros de alto. Agua y vegetación se consideraban entonces aliados en la purificación del aire y en la función higiénica otorgada por la ciencia del En el ámbito privado, en los jardines de las grandes residencias de la ciudad también era frecuente momento. Espacios verdes que en el Centenario de 1910 se presentaron al la presencia del agua, con fuentes de carácter ornamental. mundo como un índice -al igual que otros adelantos como ferrocarriles, puertos, agua potable, etc.- del triunfo del progreso. 81

A. Della Valle, Lagos de Palermo, 1910. Historias del Agua en Buenos Aires El Agua en los espacios públicos

En su visión romántica y pintoresquista de lo natural, estos lugares combinaban en sus trazados estatuas, estanques con juegos danzantes, templetes clásicos, pagodas orientales, plantas acuáticas, kioskos de música, y demás elementos evocativos en magníficos diseños que combinaron la higiene, el ornato, la educación y el cultivo del espíritu. Los mismos espacios que hicieron pensar a Jules Huret en 1910 que Buenos Aires era una de las ciudades más forestadas del mundo. 82

Gruta y paseo de la Recoleta, c. 1886. Baño de hombres y habitación del encargado, Plaza Constitución, 1872. 83

El exótico Pabellón de elefantes en el Zoológico porteño, c. 1908. El Palacio de las Aguas Corrientes

84

Una parte fundamental del sistema de provisión de agua para la ciudad fue el El gobierno había expresado con claridad desde un inicio a los proyectistas su idea “Depósito de Distribución de Agua Filtrada o Torre de Agua”. Ubicado en uno de sobre el aspecto que debía tener el gran depósito, pues se iba a emplazar en una los puntos más altos de la ciudad, recibía el agua ya purificada que era enviada zona muy elegante de la ciudad y, más que una construcción utilitaria, deseaba desde la Planta Potabilizadora en Recoleta -y más tarde desde la Planta Palermo- levantar un monumento a la higiene pública. la que luego por simple gravitación se distribuía a todo el Radio Antiguo. Al igual que su antecesor, el Tanque de Plaza Lorea, este depósito actuaba como En 1875 la Comisión de Obras de Salubridad, cuando estaban confeccionándose los regulador de la red. planos y presupuestos del gran depósito expresaba que “…no tendrá igual en el mundo por su magnitud, y cuya capacidad será suficiente para contener Los diseños comenzaron hacia 1871, y originariamente se pensaba en un tanque 16 millones de galones de agua, igual a 72,7 millones de litros de agua (…) Su para una población de 200.000 habitantes, a razón de 181 litros diarios por parte inferior puede ser utilizada con grandes ventajas para la fundación de un persona, que estuviera ubicado a no menos de 72 pies sobre el nivel del Río mercado, cuartel, casa de baños o escuela de arte y oficios, pues tendrá capacidad de la Plata. Las variaciones del proyecto fueron innumerables, aprobándose bastante para un establecimiento cualquiera de esta naturaleza, pudiendo con su finalmente en 1886 e iniciándose la construcción al año siguiente. producido atenderse igualmente en parte, los gastos hechos en su construcción”. 35

Una de las piezas de vivos colores que adorna su frente principal. 85

El Palacio de Aguas Corrientes en las primeras décadas del siglo XX. Historias del Agua en Buenos Aires El Palacio de las Aguas Corrientes

86

Membrete de la firma belga que fabricó la estructura de hierro interior. Derecha: acuarela de la fachada principal del Palacio. 87 Historias del Agua en Buenos Aires El Palacio de las Aguas Corrientes

La manzana del Gran Depósito (delimitada por las calles Ayacucho, Viamonte, Riobamba y Av. Córdoba) al inicio de las obras, hacia 1886.

Este recupero de la inversión aprovechando su planta baja libre no se efectivizó, pero, la singularidad y grandilocuencia de la construcción se cumplió con creces pues, para plasmar el aspecto exterior el estudio Bateman, Parsons y Bateman recurrió a una envolvente polícroma de alto impacto ornamental: más de 300.000 piezas de cerámica -esmaltadas y sin esmaltar- provenientes de la firma Royal Doulton y Cía. de Londres y la Burmantofts Company de Leeds. Un verdadero modelo para armar, de alta precisión. Por dentro, la realidad era bien distinta: una estructura de hierro de 180 columnas y tres pisos, con 12 tanques capaces de contener 72.700.000 litros de agua, fabricada por 88 un conjunto de fundiciones belgas; la principal Marcinelle y Coulliet, a la que estaban asociadas la Sociedad Anónima Sclessin de Lieja y la firma del Sr. Augusto Lecoq, de Hal.

Si bien el proyecto general del depósito fue de Bateman, Parsons y Bateman, el diseño arquitectónico exterior estuvo a cargo de un integrante de la oficina que Una envolvente monumental tenía dicho estudio en Buenos Aires, el arquitecto noruego Olaf Boye, mientras que En el censo de Buenos Aires de 1904, imbuido de una visión optimista de la la dirección de las obras fue realizada por el ingeniero sueco Carlos Nystromer. ciudad, así se refiere a sus progresos: “Se estudiaron los niveles de la ciudad y en el suelo tendiose una amplia red de cloacas en conexión con las obras domiciliarias, que lleva a grandes distancias los residuos domésticos y las Este ecléctico edificio, inaugurado en 1894 y emparentado formalmente con la aguas de lluvia, desapareciendo los pozos y terceros de antaño, con todas sus arquitectura francesa del Segundo Imperio y ciertos modelos centroeuropeos infecciones, molestias y peligros. Las aguas corrientes proveen al consumo como el Palacio de Justicia de Amberes, es un testimonio excluyente del mundo de la población en un extenso radio y al regadío y limpieza de la ciudad, valiéndose de maquinarias modernas para la toma y purificación del agua y del arte y de la técnica de fines del siglo XIX, y está considerado como la máxima con tanques distribuidores encerrados en una construcción monumental”. 36 creación de la industria de fundición europea fuera de Europa. El Palacio de Aguas Corrientes en las primeras décadas del siglo XX. Historias del Agua en Buenos Aires El Palacio de las Aguas Corrientes

Plano de uno de los vestíbulos de acceso del Palacio de Aguas Corrientes, 1892. 90 La figura del Palacio como motivo en un plato de porcelana, ricamente decorado.

Corte longitudinal de un anteproyecto del Gran Depósito, 1886. Detalles de las columnas de hierro, según el proyecto del estudio Bateman, Parsons & Bateman, 1886. 91

Interiores del Gran Palacio. Una estructura de hierro, con tanques, columnas, vigas, pasarelas y sistemas de Sector de la envolvente exterior con las mayólicas importadas, esmaltadas válvulas del mismo material. y sin esmaltar, importadas de Gran Bretaña. El Puerto

Entre 1850 y 1880 el tema de la construcción de un puerto para Buenos Aires y de la casa bancaria Baring Brothers. Las obras comenzaron en abril de 1887 y adquirió mayor protagonismo debido, fundamentalmente, a la imperiosa necesidad estuvieron a cargo de la empresa de Thomas A. Walter. La maquinaria hidráulica de adaptar las precarias instalaciones portuarias al creciente comercio de ultramar y al fue provista por la firma W. G. Amstrong, Mitorell & Cía. En 1890 se inauguraron mayor calado de las embarcaciones. Como venía sucediendo en el terreno los Diques 1 y 2, dos años más tarde el 3; entre 1897 y 1898 el Dique 4, la de las aguas corrientes desde décadas antes, menudeaban los Dársena Norte y el Canal Norte y, entre 1894 y 1905, Dock Sud. proyectos pero no existía una firme voluntad política ni los recursos necesarios. Pero, semejante esfuerzo constructor tuvo corta vida útil. El notable aumento del comercio internacional En 1855 el ingeniero Eduardo Taylor había que se dio hacia fines del siglo XIX y principios del concluido el muelle de pasajeros y una XX, trajo aparejado el mayor porte de los barcos, década más tarde realizaba el edificio circunstancia que provocó la prematura 92 semicircular de la Aduana, demoliendo insuficiencia del puerto de diques, haciendo el antiguo Fuerte colonial. Este edificio necesario que el Congreso aprobase en poseía varias rampas de acceso desde 1908 una ley para llamar a concurso por la el río, un patio de maniobras bajo nivel y ampliación de las instalaciones portuarias. grandes galerías para depósitos en forma Entre 1911 y 1925 se construyó el Puerto abovedada. Hoy pueden verse en el subsuelo, Nuevo, con un diseño de dársenas abiertas por detrás de la , los grandes arcos protegidas por una escollera, que continuaba de los túneles por donde entraban los grandes hacia el norte de Puerto Madero. Este último pasó carros que traían las mercancías desde los barcos. a jugar un rol subsidiario, comenzando un proceso de obsolescencia hasta su desafectación. Hacia 1880 tanto la Aduana como el muelle de pasajeros resultaban anacrónicos y se pensó en la construcción de un gran Hoy Puerto Madero es desde 1998 un nuevo barrio de la ciudad y sus complejo portuario “moderno”. De las propuestas enfrentadas del ingeniero Luis antiguos docks de ladrillos rojizos -recuperados y con nuevos usos- son un claro Huergo y el comerciante Eduardo Madero, triunfó finalmente la de este último, testimonio de la arquitectura portuaria inglesa del siglo XIX y un ejemplo único quien contaba con apoyo técnico del estudio inglés Hawkshaw, Son & Hayter a nivel continental.

Los trabajos en los diques de Puerto Madero hacia 1888. 93

Vista del muelle y la Aduana Taylor, en una litografía impresa en colores. París, 1861. El Riachuelo y sus barracas

La importancia de la cuenca fluvial del Riachuelo de los Navíos, como puerto de grasas y velas, chancherías, entre otras. Las epidemias que castigaron el Río de natural y su conveniencia como lugar de abrigo y amparo de las embarcaciones, la Plata entre 1868 y 1871, determinaron la expulsión de saladeros y mataderos. se evidenció desde los orígenes mismos de la ciudad de Nuestra Señora de Con el tiempo, algunos saladeros fueron reemplazados por frigoríficos. Entre Santa María del Buen Ayre. A medida que la capital del Virreinato del Río de 1880 y 1930, los principales fueron La Blanca, La Negra, Anglo y Wilson. El la Plata fue creciendo, en base a una economía primaria exportadora, en torno Riachuelo les permitía descargar los residuos industriales, disponer de agua al Riachuelo fue consolidándose una próspera industria naval de astilleros y para el proceso de elaboración y utilizar una vía de transporte para el embarque carenas, que continuó afianzándose a principios del siglo XIX, durante el período final. El ferrocarril, por su parte, facilitaba el abastecimiento de ganado en pie independiente. directamente a la fábrica.

Si bien ya hacia 1830 la actividad portuaria había ocasionado cierto crecimiento Desde mediados del siglo XIX, se asentaron sobre la ribera las “barracas”, poblacional en la zona de la boca del Riachuelo, es en la segunda mitad del siglo construcciones muy humildes donde se almacenaban los “frutos del país”, 94 XIX, cuando en las orillas se concentró un abigarrado conjunto de empresas que se curtían cueros etc. A medida que cobraba envergadura y se diversificaba el marcaban la presencia del campo en la ciudad: saladeros, curtiembres, fábricas comercio, estas barracas de madera fueron siendo reemplazadas por depósitos de mayor desarrollo arquitectónico y tecnológico, con fachadas en estilos históricos y generosos espacios internos cubiertos por grandes armaduras de hierro.

Un componente de fuerte identidad y originalidad que otorgó a la villa portuaria de La Boca su particular fisonomía fue la llegada de inmigrantes genoveses, que trajeron consigo sus saberes y tradiciones constructivas y navieras.

Otras industrias vinculadas a la navegación fueron los astilleros y los talleres navales conexos, iniciados generalmente por inmigrantes italianos. Entre 1870 y 1900, el cambio técnico de la navegación a vela por el vapor hizo que las carpinterías de los astilleros se desplazaran al ámbito de los talleres metalúrgicos. Ya en la segunda mitad del siglo XX, el cierre gradual de algunas empresas, además de un decreto de promoción industrial de 1973 que promovió el traslado de fábricas, condujo a un vaciamiento de su función industrial.

Una esquina tradicional de la Boca, Pedro de Mendoza y Suárez, con las típicas casas de chapa, 1938. 95

La zona de la Boca del Riachuelo hacia 1875 y su pujante actividad portuaria. Trabajadores y población del lugar en casas de madera y chapa, con fuerte presencia de genoveses. Las Casas de Baños

Las primeras noticias de casas de baños en Buenos Aires aparecen en 1830.Una, época, favoreció la proliferación ubicada en Reconquista 69, propiedad del francés Carlos Marchant y otra, en de estos locales en pleno centro Corrientes al 200 (numeración de época), pero sólo destinada a enfermos con de la ciudad, algunos con detalles afecciones reumáticas. Pero, más importante que estas casas, fue el establecimiento suntuosos (mármoles y grutas, que en 1833 habilitó un valenciano, José Ballester, destinado a baños de placer, con por ejemplo) y variedad de siete salas numeradas, de diferentes dimensiones y precios. duchas (escocesa, de “afrecho”, de mar artificial, de vapor, etc.) y Promediando la década de 1870, las casas de baños se van difundiendo, aunque tipos de cuartos de baños (fríos y siempre limitadas a un sector de la población. Baños medicinales y de limpieza, calientes). A casas de baños como con dependencias para el aseo, y en ocasiones para la gimnasia y las terapias “La Argentina”, de Bartolomé Mitre hidrotermales, estaban bastante difundidos a fines de dicha década, debiendo 96, inaugurada en 1883, concurrían 96 el Municipio dictar reglamentaciones para su adecuado funcionamiento. El diariamente unas 350 personas, tanto para la práctica deportiva (nadadores) notable fotógrafo Christiano Junior tenía su propia casa de baños, publicitada como por cuestiones de higiene e hidroterapia. con una curiosa viñeta y el siguiente texto: “En una época del año como la presente, en la que las variaciones atmosféricas se producen tan bruscamente, son Lo cierto es que, a fines de la década de 1880, las casas de baños habían crecido inevitables los resfríos para aquellos que ignoran la única manera de evitarlos por en número y variedad de servicios. Poco a poco fueron cubriendo la demanda de medio de los baños fríos de lluvia, haciendo después un ejercicio moderado para sectores populares y en su misma publicidad aludían a la necesidad de contar con llamar la reacción abriendo así los poros a una transpiración saludable. Después casas de baños en reemplazo de los lugares de la ribera donde antes se bañaba que el resfrío se ha pronunciado en cualquier forma que sea, entonces lo mejor es la población en verano, ahora perdidos a manos de la construcción del puerto. recurrir a los baños de vapor combinados con lluvia, después de lo que se descansa en una buena cama bien abrigada por espacio de media hora, tomando alguna Hacia 1900 las casas de baños eran muy frecuentadas, en especial porque la bebida caliente. Este medio también es provechoso para los dolores reumáticos. escasez de agua las convertía en eficaces reemplazos del aseo en tina -con agua Aquellos que quieran evitar y curar resfríos por este procedimiento tan sencillo comprada al aguatero- que era moneda corriente entre lo más humildes. Eran pueden hacerlo en el establecimiento de baños públicos calle de Artes 180”. 37 años en los que particulares presentaban a la Comuna proyectos muy ambiciosos tanto de casas de baños, como de balnearios y baños públicos, acordes al nuevo La difusión de los poderes curativos del agua, publicitados como la última estilo de vida que imponía el creciente cosmopolitismo y la nueva forma de novedad europea por “Caras y Caretas”, “El Mosquito” y otras revistas de la “vivir a la europea”.

Aviso publicitario de la Casa de Baños del fotógrafo Christiano Junior, publicado en “La Tribuna”, 1877. Procurando solucionar los problemas de higiene que afectaban a la población que se hacinaba en los conventillos y otras construcciones insalubres, -y también alejar la amenaza de enfermedades y posibles epidemias- el Municipio, en 1906, aprobó el proyecto de construcción de baños públicos. Eran establecimientos gratuitos, donde se proveía de agua caliente, jabón, toalla y locales debidamente aseados, donde estaba prohibida la propina. Eran frecuentados por un gran número de trabajadores de ambos sexos y gran cantidad de niños. Lo más requerido -en especial por el público femenino- era el agua caliente, inexistente en los conventillos, donde un solo cuarto de baño con agua fría servía a una población por demás numerosa.

En los años ’20, el auge de estos baños hizo que el municipio proyectara la 97 construcción de nuevos establecimientos en barrios como Nueva Pompeya, la Boca, y Mataderos. La totalidad de hombres y mujeres que asistían anualmente a los baños municipales superaba las 880.000 personas. Anexos a ellos a veces existían lavaderos, manuales y de máquina, utilizados por lavanderas y personal dedicado al lavado y planchado de las ropas provenientes de institutos y hospitales municipales. Una revista de actualidad sostenía en 1923 que estos baños -a los que califica de “termas”- deberían aumentarse en toda la Capital, y que eran mucho más eficaces que el Balneario sobre la ribera, pues su agua estaba “…saturada con todas las inmundicias del puerto”, concluyendo que: “Así como la gimnasia y el agua contribuyen a formar organismos sanos, nada como la sedante inmersión, la tonificante ducha, después del trabajo diario, con las comodidades que el Municipio puede ofrecer, no hay quien se resista a andar limpio”. 38 Ya caídas en desuso, las casas de baños municipales fueron suprimidas por la Comuna en la década de 1960.

Los álbumes publicados durante el Centenario de 1910 también fueron una buena oportunidad para publicitar las casas de baños y sus propiedades terapéuticas. En este caso, el establecimiento con formas neoárabes de “los doctores Carrera, Leiguarda y Carrasco”, 1910. Los Natatorios

Estrechamente unido a la existencia de las casas de baños, se encontraban los natatorios públicos y privados. Más allá de los aspectos lúdicos y recreativos, el uso de los natatorios corporizó principios del higienismo en boga, como eran el efecto benefactor del agua sobre la salud y el bienestar físico, y también la práctica de un deporte.

Como hemos visto, muchas casas de baños de la Capital contaban con piletas de natación, además de sus servicios de duchas y baños comunes y especiales. A fines del siglo XIX, en pleno “microcentro” (B. Mitre 96) la casa de baños “La Argentina”, tenía una pileta de 25 metros de largo por 10 de ancho, ornamentada en su cabecera por una gruta -tan comunes en las plazas y paseos de la época- y figuras femeninas, mientras que el agua emanaba de la extraña forma de un 98 dragón. Otras piletas similares tuvo “L´Universelle”, un establecimiento de la calle Balcarce donde se promovía la natación, otorgándole premios a los nadadores.

Pero el auge de los natatorios hizo que estos establecimientos adquirieran entidad propia y dieran origen a diversidad de establecimientos. En Belgrano, por ejemplo, cuando aún era un pueblo no incorporado a ejido de la Capital, los vecinos Emilio Bunge, Ernesto Tornquist y Francisco Seeber construyeron un natatorio muy concurrido, inaugurado en 1883 en el paseo de la Barranca, en Juramento y 11 de Septiembre, con dos piletas con trampolines, separadas, para hombres y mujeres.

En los años ’20 el Municipio continuaba estimulaba entre la población las prácticas del baño, mediante carteles fijados en la vía pública, vinculado a la práctica de ejercicio físico en plazas y parques de la ciudad. En el Parque Nicolás Avellaneda, por La pileta de natación de “La Argentina”, ubicada en pleno microcentro, ejemplo, además de casa de baños había pileta de natación y duchas para hombres contaba con gruta, cascada y el agua salía desde la cabeza de un dragón. y mujeres, donde concurrían anualmente unas 50.000 personas. Para el mismo año (1925), se estimaba que un total de 46.000 bañistas asistían al Balneario Municipal. 99

La sátira política en las páginas de “El Mosquito”. Aquí, los políticos del momento “haciendo la plancha” en una pileta de Belgrano, 1883. El Cuarto de Baño El agua, y con ella los sistemas de alimentación y evacuación, fueron uno de los factores clave en la reordenación física de la ciudad operada en Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo XIX. Antes de la aparición de las redes, la indeterminación espacial que rodeaba a las actividades de aseo personal y las de excreción en las viviendas porteñas era casi absoluta.

A comienzos del siglo XIX era común el uso de los denominados “servicios” o “vasos necesarios”, los que, junto con bacinillas y “sillicos”, permitían satisfacer las necesidades fisiológicas en las habitaciones de la casa sin necesidad de trasladarse hasta la zona del fondo del predio, donde habitualmente estaban las letrinas. A menudo estas letrinas -también conocidas como “comunes”- estaban apareadas, una para la familia y otra del personal. Ambas desagüaban a pozos 100 negros, con los peligros de contaminación del pozo de balde.

En las casas más pudientes, lo común era el uso de pozos ciegos que luego se vaciaban con carros atmosféricos, mientras que en las de menores recursos la alternativa más difundida era cavar un segundo pozo inmediato al primero, destinado a recibir los excedentes de los primeros. Se llegó a casos en los que debajo de una misma vivienda se abrieron hasta once pozos negros. Estas “sangrías a letrinas” quedaron expresamente prohibidas por el Municipio en 1871.

Mientras¡Agua que lasva! letrinas y las bacinillas eran moneda corriente en el terreno de El avance en el tendido cloacal fue mucho más lento que el de las aguas corrientes y, en la medida que en que no existían conexiones fijas, la inestabilidad o movilidad del baño persistía. En 1872, una prueba de la persistencia del carácter nómade del cuarto de baño, la ofrece el dictado de una ordenanza municipal que prohibía en la ciudad el sistema “agua va!”, nombre que deriva del alerta dado por cada vecino cuando arrojaba desde su ventana a la calle el contenido de las vasijas de noche. A los infractores se les aplicaba multas de 500 pesos si el agua estaba sucia o en mal estado, y de 200 si era limpia. 101

Plano de una casa chorizo de dos plantas, en donde se aprecia la división espacial que existía entre el cuarto de baño, donde se cumplían exclusivamente las funciones de aseo, y los locales destinados a las letrinas y más tarde inodoros. Historias del Agua en Buenos Aires El Cuarto de Baño

las excreciones, en el campo del aseo personal tampoco había una localización es como la dispersión de las actividades de aseo pasarán a concentrarse en el propia, pues era frecuente que se utilizara una enorme cantidad de enseres cuarto de baño, mientras que las letrinas exteriores irán siendo desplazadas transportables, para su uso en dormitorios y cocinas. En el aseo podían emplearse por el water-closet, no ya externo sino dentro de la casa; aunque su ubicación desde bañeras o tinas de latón, hasta aguamaniles, jarros y palanganas; original se siguió utilizando hasta avanzado el siglo XX. mientras que para el traslado del agua dentro de la casa se utilizaban jarras, artesas, garrafas, etc. Las redes de distribución domiciliarias incidieron directamente en la consolidación de estas funciones en locales fijos. Con ellas, las cañerías En una de las casas más importantes del Buenos Aires de distribución hicieron innecesario a nivel doméstico el colonial, la de María Josefa Petrona de Todos los transporte del agua con múltiples recipientes; Santos Sánchez de Velazco y Trillo -donde tuvo de la misma manera que la evolución lugar la primera ejecución del Himno-, tecnológica de los artefactos sanitarios ubicada sobre Florida entre Perón y permitió -entre otros avances- la Sarmiento, hacia 1812 había una de división de las aguas servidas y la las pocas bañeras que existían en eliminación de olores dentro del 102 el Río de la Plata. Para llenarla, en hogar. vez de utilizarse recipientes, había un complejo sistema de cañerías El cuarto de baño, concebido móviles. En esta casa de patios de como una sala de baños para el unos 4.700 m2 -con frente también a aseo personal, generalmente se calle San Martín- había aljibe de mármol ubicaba próximo a los dormitorios y en y un cuarto destinado a toilettes que no ocasiones acompañado por una pequeña usaban los dueños de casa, sino sólo las visitas, pieza o tocador de uso femenino. Generalmente habida cuenta de la intensa vida social de Mariquita y su el agua caliente se obtenía a partir de una serpentina en la familia. Los naranjos en los patios servían para disimular un tanto los olores, cocina económica de hierro fundido, vinculada al cuarto de baño; o bien con tanto de los pesebres de los caballos como de las letrinas, en el sector posterior calentadores a carbón que se introducían en la bañera hasta que la temperatura de la casa. llegara a la temperatura deseada. Pero, en este proceso de cambios y persistencias, aún hacia 1910 era común la presencia del mueble de roble con espejo y tapa Hacia fin de siglo XIX, los adelantos de la ingeniería sanitaria y el lento avance de mármol sobre el que se apoyaban la palangana, jarras y frascos. Ese conjunto de la red, contribuyeron a un progresivo control en la ciudad de las condiciones conformaba el baño dentro del dormitorio, rodeado por cortinas y bordados de provisión, eliminación y aclimatación del agua dentro de las viviendas. Así haciendo juego con el cubrecama, tal como aconsejaban los manuales y revistas de la época. Las bañeras de porcelana precedieron a las embutidas, y sus apoyos a menudo simulaban garras leoninas. 103

Entre nosotros, el típico cuarto de baño inglés -o “baño habitación”- que reúne aseo e inodoro en un único local, comienza a difundirse en la década de 1920. Historias del Agua en Buenos Aires El Cuarto de Baño

Aguamaniles -jarra para agua y jofaina donde el agua era recogida- para el aseo personal, de uso común en los años donde el cuarto de baño fijo, tal como lo conocemos hoy, no se encontraba difundido.

104 El retrete o water-closet, era un emergente directo del inodoro accionado mayoría importados de Gran Bretaña- como muebles, como piezas que debían por descarga de agua, arribado al país hacia 1885 y perfeccionado en años expresar el gusto del propietario y, además, en algunos casos quedar ocultos a la posteriores con nuevos sistemas y sifones hidráulicos. Las características vista por costosos revestimientos. Lo más común fue la decoración incorporada del artefacto fueron reglamentadas por la Comisión de Obras de Salubridad sobre los modelos de sanitarios, ya sea pintados o con esmaltes incorporados en en 1887, fijándose prescripciones funcionales y constructivas, que también variedad de figuras y colores. se extendieron a mingitorios, lavatorios y bañeras. Este mismo reglamento, dictaba el uso obligatorio de los servicios cloacales y de provisión de agua para En la década de 1930 hace su aparición el “baño moderno”, organizado en torno todo inmueble dentro del radio de las obras del Plan Bateman. Para 1891, sólo se a principios funcionales de economía y eficiencia espacial, de normalización y habían entregado en funcionamiento 4.360 cloacas domiciliarias, pero dos años estandarización, con una estética despojada de cualquier alusión ornamental. más tarde las conexiones llegaban a 15.000. Según el censo de 1910, sólo un 40% Este baño culminaba un recorrido de más de un siglo, en el que las necesidades de de las viviendas de la ciudad estaba conectado a la red cloacal. higiene y corporales comenzaron siendo nómades en la casa, luego continuaron desarrollándose en amplios espacios hiperdecorados y culminaron en el baño Hacia 1920, baño y water se van fundiendo para dar nacimiento al “baño - tal como hoy lo conocemos. Un ambiente con desarrollo tecnológico y estilístico habitación”, también conocido como “baño inglés”, antesala del “baño moderno” propio, que no ha perdido su carácter novedoso y moderno, y que hoy se encuentra de los años ’30. Esta habitación, superaba ampliamente las dimensiones y alejado tanto de la asepsia decorativa de los años ’30 como del carácter de lugar altura del baño moderno tal como hoy lo conocemos, tenía iluminación natural oculto a la mirada que durante mucho tiempo tuvieron sus antecesores. y un espacio central generoso para moverse con libertad. En un principio, la tendencia general fue tratar estéticamente los artefactos de baño -en su Sobre tinas de latón y sumideros Usos y costumbres de principios del siglo XIX en una tradicional casa de patios porteña, en torno a la presencia del agua y los sumideros, se mezclan en esta excelente pintura de época que ofrece Lucio V. Mansilla en sus Memorias: “En el segundo patio, también con gran alberca y parral de uvas blancas y negras de riquísima cepa, había un pequeño cuarto independiente, al lado del pozo, luego la cocina grande con fogón de campaña. El sumidero estaba en el centro. Por ahí corrían las aguas pluviales y todas las glutinosas de la cocina, despidiendo constantemente unas emanaciones sutilísimas, parecidas al olor del puerro, a pesar del perfume de los azahares, de un limón o limonero sutil, como gustéis, que con otras plantas, a la cual más olorosas, se alzaba de la alberca gallarda y siempre verde. Miríadas de moscas y mosquitos revoloteaban en torno de aquel antro absorbente, vecino del pozo. ¿Qué dirían a través del subsuelo esponjoso? Ambos tenían tapa. 105 Alguna vez se oía esta voz, la timbrada de mi madre, refiriéndose al sumidero: “Tapen eso, que está insoportable”. Otro zaguán por el estilo del ya pintado -con un aditamento demasiado odorífico, ¿qué digo?, ¡demasiado, pus!, tenía dos letrinas: una para los patrones, otra para la gente non sancta-, conducía a un patiecito a la derecha, en el que había un chiribitil de madera, y otro a la izquierda pasando por una pieza dividida en dos cuartos (el terreno hacía martillo), con dos piezas sin luz al fondo, baja la una, alta la otra (…) Aquí, en este cuarto patio, había dos grandes lebrillos de barro cocido vidriado sobre asiento de material y desagüe al albañal, por medio de un bitoque, y cuerdas tendidas para secar la ropa blanca de toda clase que en ellos se lavaba con un jabón negro que hacía tanta espuma cuanto feo olor tenía. Pero las burbujas irisadas nos divertían (…) Suma total: la casa tenía, entre piezas grandes y chicas, con las divisiones contadas como cuartos, diez y seis. En una de las del fondo estaba la despensa. En los años de la primera posguerra, la industria sanitaria norteamericana disputó el Pero había que pasar por otra de ellas, que se llamaba cuarto del baño, por la tradicional predominio que tenía el mercado inglés en estas tierras. La publicidad de las sencilla razón de que allí, entre cachivaches diversos, estaba la tina de latón de firmas, exaltaba la elegancia, modernidad y funcionalidad de los productos apelando a los mi madre, destinada al efecto. Un toldo improvisado la cubría, y en ella, por estereotipos que difundía el cine de Hollywood en los años ’20 y ’30 del siglo XX. turno se refrescaban los que no iban al río. El agua de ambas bañeras servía después para regar las plantas y las veredas. Polvo, ciclones, no faltaban en la Atenas del Plata -como no faltaron en la griega-, sino cuando llovía”. 39 La Planta Potabilizadora General San Martín

En los años previos al Centenario, grandes obras de arquitectura y nuevos espacios urbanos como la Avenida de Mayo habían ido transformando la imagen aldeana de Buenos Aires en una ciudad de corte europeo que se enorgullecía de ser vista como una pequeña París. Estos cambios también tenían, en el terreno de las obras de salubridad, su propio correlato pues el Centenario era una magnífica oportunidad para evidenciar los últimos adelantos que había impulsado la Comisión de Obras de Salubridad. Y para ello, no sólo se realizarían exposiciones y congresos internacionales, sino que se inaugurarían obras acordes con el nuevo discurso modernizador de una ciudad que deseaba rivalizar con las más importantes ciudades europeas. Nada mejor que esta ocasión para inaugurar un nuevo establecimiento potabilizador, una aspiración que -como 106 veremos- venía planteándose desde hacía algunos años.

Ya desde fines del siglo XIX, el aumento de la población en la ciudad había superado todas las previsiones. La corriente migratoria, que en su mayoría se radicó en la urbe y sus alrededores, pasó de 79.000 personas en 1886 a 220.000 en 1890. Culminando el siglo vivían en la ciudad cerca de 800.000 personas, de las cuales 500.000 contaban con servicio de aguas corrientes, pero no llegaban a 100.000 las que disponían de cloacas, obras iniciadas con bastante posterioridad a las redes domiciliarias de agua. Tal aumento determinó la ampliación de la Planta Potabilizadora de Recoleta, pero el crecimiento explosivo de la ciudad pronto tornó insuficientes estas obras. Momento en la construcción de la Planta Palermo, durante la década de 1910. En 1905 se habían terminado las obras del proyecto Bateman para el Radio Antiguo, lo que abarcaba -agregando los distritos de la Boca y Barracas- unas 2.594 hectáreas, a las que se sumaron otras 400 ganadas al río para la construcción de Puerto Madero. Recordemos que aquel proyecto diseñado en 1871, se había propuesto responder en los próximos cuarenta años a una 107

Vista aérea del Establecimiento Palermo en la década de 1930. Historias del Agua en Buenos Aires La Planta Potabilizadora General San Martín

demanda de 400.000 habitantes, y que en los primeros 35 desde su inicio debió hacía algunos años las máquinas elevadoras auxiliares del Establecimiento satisfacer las necesidades de 705.000 personas. Recoleta, a orillas del Río de la Plata.

La ciudad hacia 1908 había llegado 1.025.650 habitantes. Era A pesar de las dificultades que generó la Primera Guerra Mundial, las necesario elaborar un nuevo proyecto de saneamiento que obras fundamentales en Palermo quedaron concluidas entre atendiera este crecimiento y los requerimientos de las los años 1917 y 1918. nuevas áreas comprendidas en el “Radio Nuevo”. La Comisión Nacional de Obras de Salubridad Durante 1923 se redactó un plan general de decidió entonces encarar un vasto proyecto obras para ampliar los servicios de agua y de saneamiento, que incluía una nueva cloacas, pues se esperaba que en 40 años ampliación de la Planta de Recoleta, los la urbe triplicara la cantidad de habitantes

108 dos depósitos de Caballito y Villa Devoto, alcanzando una población de 6.000.000 la ampliación de las redes de agua y de personas. El plan se desarrollaría cloacas y, entre otras importantes obras, la entre 1923 y 1963 y determinaba que el construcción de un nuevo establecimiento Establecimiento Palermo sería el único potabilizador. La Ley 6.385 de 1909 fue la que centro de provisión de agua, lo que requería posibilitó estas significativas realizaciones. aumentar su capacidad de producción y ampliar la superficie de su terreno de 17 a 23,5 En este nuevo proyecto de saneamiento, tendrá hectáreas. un papel protagónico el Director Técnico de las Obras de Salubridad, el ingeniero Agustín González. Su Si bien sufrió las demoras y alteraciones propias de trabajo preveía la provisión de 300 litros diarios por habitante y un emprendimiento tan amplio, el programa de obras se fue una capacidad total de 1.800.000 m3 de agua diarios. El proyecto de la Planta desarrollando y a fines de 1928 quedaron terminadas en Palermo las instalaciones de Palermo fue concluido y aprobado en agosto de 1908, y una parte del mismo que permitían alcanzar una producción media de 800.000 metros cúbicos por fue inaugurado oficialmente durante los festejos del Centenario de 1910. día, con lo que se llegaba a cubrir el abastecimiento de la ciudad. Esto posibilitó que quedara fuera de servicio la Planta Recoleta, en octubre de ese mismo año. El emplazamiento elegido para la nueva planta fue un predio vecino al Parque A fines de 1934, la Planta servía a más de 2.700.000 habitantes de Capital y Tres de Febrero, donde se encontraba el vivero municipal y se hallaban desde aglomeraciones circundantes. El gran arco de acceso, construido en 1928. Diversos momentos en la construcción de la Planta Palermo, durante la década de 1910. Ejecución de las estructuras de mampostería de ladrillos de los filtros depósitos de agua filtrada. 109

El trabajo en el Canal Colector de agua decantada, durante la primera inyección de cal, agosto de 1938. Historias del Agua en Buenos Aires La Planta Potabilizadora General San Martín

110

Esta Planta, que contó con todos los adelantos técnicos y edilicios para la Este sitio constituye hoy un patrimonio industrial de valores relevantes, con elevación, purificación e impulsión del agua, muestra destacable coherencia variedad de tipologías edilicias y equipamiento histórico, y un testimonio vivo estilística, ordenada composición y una magnífica relación entre superficies de la labor desplegada por los equipos de profesionales y técnicos de Obras edificadas y espacios verdes parquizados. Las construcciones presentan Sanitarias de la Nación en la proyectación y construcción de los sistemas de acabados superficiales que simulan ladrillos vistos rojizos -en realidad revoques purificación de agua potable a lo largo de casi todo el siglo XX. de este color- con elementos decorativos del neorrenacimiento -en clave industrial- jerarquizando vanos, remates, esquinas, accesos y basamentos.

Laboratorio de la Planta Palermo, fachada principal. Inaugurado en 1929. 111

El trabajo cotidiano en la Planta y pequeña máquina Decauville para transportar cargas dentro del establecimiento. La Exposición Internacional de Higiene de 1910

En el marco de los festejos del Centenario de En los 14 pabellones, dispuestos en semicírculos y vinculados entre sí por galerías 1910, en la zona norte de la ciudad se realizó cubiertas que protegían a los visitantes del clima invernal, se mostraron avances una gran exposición internacional con- sanitarios, con maquetas de redes cloacales, instrumental médico, instalaciones formada por un conjunto de pabellones, para hospitales, y también stands con productos farmacéuticos, de perfumería, que procuraron evidenciar los adelantos y también de agua mineral. Anexo al pabellón, se había instalado un campo de del país en diversos campos, tales como deportes, reivindicando la importancia que tenía para la higiene pública incorporar ferrocarriles y transportes terrestres, comodidades para los deportes en los espacios públicos de la ciudad. industria, agricultura y ganadería, Bellas Artes, etc. También hubo pabellones de A pesar de permanecer abierta seis meses, las crónicas dan cuenta que no fue países especialmente invitados. mucho el público que la visitó pero, de todos modos, su presencia contribuyó a 112 asociar la promoción de la salud con el ejercicio físico, los beneficios de las aguas Una prueba de la difusión alcanzada por los principios higienistas hacia 1910, en corrientes y cloacas, y a fomentar el intercambio internacional a través del citado el momento de euforia que rodeó a estos festejos, fue la realización en Buenos Congreso Interamericano de Medicina e Higiene, que sesionó en sus instalaciones. Aires del Congreso Internacional de Medicina e Higiene. La Comisión Nacional del Centenario decidió vincular este acontecimiento con una Gran Exposición Internacional de Higiene, en la cual se expondrían los adelantos de la ciencia y la industria aplicados a favor de la conservación de la salud. La Comisión Ejecutiva de la Exposición aprobó el proyecto presentado por el ingeniero Francisco Seguí, y de los 49.000 m2 de terreno, 13.000 fueron ocupados con pabellones oficiales, 3.000 con pabellones particulares e igual superficie destinada a galpones y barracas.

Ubicada en el predio de la actual Biblioteca Nacional, la Gran Exposición fue inaugurada el 3 de julio de 1910, y poseía un importante frente sobre la (actual Av. Libertador) ornamentado con banderas y gallardetes, en el que se destacaba una cúpula de 40 m de alto, a la que se accedía por un ascensor, desde donde se tenía una hermosa vista del Río de la Plata.

Medalla conmemorativa de la inauguración de la Exposición. Una postal de la Exposición, con su frente sobre la avenida Alvear . 113

Portada del Album “Gran Panorama Argentino del 1° Centenario de 1910”, Buenos Aires, Ortega y Radaelli, 1910. Nace Obras Sanitarias de la Nación

La creación de Obras Sanitarias de la Nación, nuestra primera empresa pública de saneamiento, culmina una trayectoria institucional iniciada por las primeras comisiones de salubridad que durante la segunda mitad del siglo XIX debieron enfrentar enormes desafíos e ir consolidando un camino institucional que permitiera colocar a la higiene y salud públicas como tema prioritario de la agenda de los distintos gobiernos.

Creada por Ley de la Nación N° 8.889, el 27 de julio de 1912, Obras Sanitarias de

114 la Nación nacía para cumplir un importante programa de obras en todo el país y especialmente en la Capital, una ciudad que superaba holgadamente las necesidades de aquella Gran Aldea que cuarenta años atrás comenzaba a disfrutar de sus primeras aguas corrientes. Buenos Aires era escenario de un excepcional proceso de transformación y los servicios proyectados por Bateman en 1871-72 para una población de 400.000, ahora eran utilizados por 900.000 habitantes.

El crecimiento demográfico, la numerosa edificación en altura, la falta de obras de ampliación del sistema por falta de recursos y el derroche del agua por los usuarios, fueron factores que debió enfrentar la nueva empresa, encarando en los años subsiguientes la realización de grandes trabajos de ampliación y

Isologo de la institución. modernización de los servicios de agua corriente, cloacas y desagües pluviales. Una envergadura de realizaciones que, si fue monumental en la Capital, adquirió perfiles únicos en el vasto territorio de las provincias. Aspectos del acto llevado a cabo en el Día del Sanitarista en la Planta El ingeniero Agustín González, Ingeniero Antonio Paitoví, responsable de San Martín en Palermo, 15 de mayo de 1949. primer Presidente del Directorio de los destinos de Obras Sanitarias de la Nación Obras Sanitarias de la Nación . entre 1930 y 1934.

115

Autoridades de Obras Sanitarias de la Nación en la sede de su Administración Central de la calle Charcas, julio de 1939.

Vista exterior de la Administración Central de Obras Sanitarias de la Nación desde la esquina de Av. Callao, 1935. Historias del Agua en Buenos Aires Nace Obras Sanitarias de la Nación

116

Superando los efectos de las guerras mundiales, crisis financieras y rupturas Trabajaban en este último año en la empresa cerca de 25.000 agentes, y su acción institucionales, con una cultura empresarial sólida, tanto en lo técnico a favor del saneamiento continuaba expandiéndose a cientos de poblaciones -profesional como en los lazos internos, Obras Sanitarias de la Nación transitó del interior, donde seguía construyendo plantas potabilizadoras. En la Capital, la primera mitad del siglo XX desplegando una acción que la colocó -hacia 1950- con ríos subterráneos y canalizaciones pluviales ya avanzadas en su ejecución, en los primeros lugares en América Latina. Obras Sanitarias de la Nación merecerá elogios de prestigiosas instituciones y personalidades del saneamiento de prestigio mundial. La extensión de las redes de agua, cloacas y desagües pluviales que tenía Buenos Aires en 1912, en los albores de su proceso de metropolización, era de 1.776.811 Así se refería en 1954 el Segundo Plan Quinquenal de Gobierno a la acción de metros. En 1950 llegará a 7.890.916 metros, una cifra elocuente del esfuerzo de esta empresa: “Hace ya tiempo que el prestigio de Obras Sanitarias de la Nación Obras Sanitarias de la Nación para superar el anacrónico sistema sanitario que ha trascendido las fronteras del país. Hoy sigue en pie la fama de sus técnicos; existía en su año fundacional. la concepción y calidad constructiva de sus obras singulares es elogiada sin reservas, y con significativa frecuencia se requieren datos sobre diversos aspectos La Administración Central de Obras Sanitarias de la Nación, en Av. Callao y Charcas. Interiores donde se aprecian la planta baja de la galería, el salón de Presidencia del primer piso y la oficina del personal del tercer piso, 1935. 117

Mural realizado por el artista Benito Quinquela Martín para el edificio de la Administración Central, 1937. Historias del Agua en Buenos Aires Nace Obras Sanitarias de la Nación

de su organización para moldear sobre ella las de otras instituciones similares de las naciones hermanas de América. Las publicaciones relativas a sus estudios 118 e investigaciones especiales son reconocidas y valoradas, inclusive en los países donde la ingeniería sanitaria ha alcanzado el más alto grado de perfeccionamiento. Dejemos que las cifras nos hablen con su desnuda elocuencia. Al 31 de diciembre de 1952, la población servida con agua potable ascendía a 7.700.000 habitantes, es decir, el 42% de la población total del país. Las localidades con instalaciones de provisión de agua eran 392 y la longitud de las cañerías de agua y cloacas se extendía a 22.000 km. Retengamos estas cifras porque no son frecuentes en las estadísticas relativas a los servicios públicos. Y recordémoslo, porque satisface nuestros sentimientos más íntimos; todo ha sido concebido por técnicos argentinos, realizado por obreros argentinos y administrado por profesionales y empleados argentinos”. 40

Portada del Boletín de Obras Sanitarias de la Nación, una publicación nacida en 1937 y que, además de difundir las obras realizadas por la institución, recogía trabajos de alta calidad científica y académica, firmados por sus propios profesionales. 119

Obras Sanitarias de la Nación implementó campañas para concientizar a la población sobre el uso racional del agua, realizando concursos de dibujos entre su personal, 1946. Fuentes Ornamentales

A diferencia de otras ciudades coloniales de América, en Buenos Aires sus habitantes no se abastecieron de agua a través de fuentes públicas. Aguateros y aljibes reemplazaron este servicio y, a partir de las primeras aguas corrientes, en la urbe hubo surtidores en distintos puntos de la ciudad y también en hospitales y algunos edificios públicos.

Las fuentes porteñas fueron, desde sus orígenes, elementos decorativos y de ornato urbano en los espacios públicos, sin utilidad para el consumo humano. Su difusión en la segunda mitad del siglo XIX estuvo vinculada con la preocupación de funcionarios, urbanistas y paisajistas por otorgar a la ciudad un nuevo ambiente europeizado y cosmopolita. Una intención emparentada con las 120 propuestas del higienismo en boga a favor de los grandes espacios verdes en las ciudades y la presencia del agua en ellos como elemento fundamental.

En aquellos años Francia marcaba el norte cultural y de sus fundiciones se importaron las primeras fuentes de hierro y una variedad extraordinaria de modelos de ornamentos, reunidos en catálogos y álbumes, consultados por arquitectos y artistas. Las obras de fundiciones como Val d´Osne, Durenne, Ducel, Thiebaut Freres y Susse Freres, son un magnífico ejemplo de integración del mundo artístico y escultórico en el equipamiento urbano.

Tempranos ejemplos de este arte metalúrgico fueron las fuentes de hierro importadas por Domingo F. Sarmiento que hacia 1870 se habían colocado en

Fuente de “Las Nereidas”, también conocida como de “Lola Mora”, inaugurada en la Plaza de la Victoria, junto a la Recova Vieja y el Cabildo. De ambas fuentes 1903 y trasladada a su actual ubicación en 1918. se comentaba hacia 1882 que estaban secas todo el año, pues no se habían realizado las conexiones de provisión indispensables. Así es como el polvo que volaba se depositaba en su fondo formando capas de barro por las frecuentes lluvias. Una pluma irónica dijo entonces de ellas: 121

La Plaza de Mayo en 1933. Historias del Agua en Buenos Aires Fuentes Ornamentales

“Las fuentes de la Plaza de la Victoria, de las aguas corrientes lloran la gloria.

Aguas corrientes: si nos dejáis el barro, llevaos las fuentes!”

Luego de la remodelación de la Plaza impulsada por el Intendente Torcuato de Alvear, antes de finalizar el siglo una de las fuentes se trasladó a Palermo, para finalmente recalar ambas en Parque de los Patricios y en el Parque de los Andes, en Chacarita. En 122 1903 se colocaron nuevas fuentes de hierro importadas en la Plaza de Mayo.

Podemos apreciar otras fuentes de hierro fundido francesas sobre la Av. 9 de Julio en sus intersecciones con las avenidas Córdoba y de Mayo. En Av. Córdoba y Cerrito, se encuentra una fuente de la fundición Val D´Osne y el escultor Mathurin Moreau que formaba parte de un conjunto mayor denominado

“Monroe” que fue segmentado y distribuido en distintos puntos de la ciudad. arado; rendidas a sus pies yacen serpientes que representan el mal, y otra figura evocativa con el nombre de “El Trabajo”, que vierte como ofrenda las riquezas Una de las fuentes más bellas y monumentales de la ciudad -con una superficie del cuerno de la abundancia. A los costados, aparecen figuras denominadas 2 aproximada de 100 m - se encuentra hoy frente al Palacio del Congreso, obra “Asamblea del Año XIII” y “Declaración de la Independencia de 1816”. Un espejo del escultor belga Jules Lagae y el arquitecto D´Huicque. Originariamente el de agua de grandes proporciones -con aguas danzantes y adornado en sus monumento sería ubicado en la Plaza de Mayo, y fue resultado de un polémico bordes por cupidos danzantes- rememora la presencia del Río de la Plata y de concurso internacional convocado por el Gobierno con motivo del Centenario. sus dos tributarios, el Paraná y el Uruguay, corporizados en dos esculturas de Inaugurado el 9 de Julio de 1914, se encuentra coronado por la estatua de “La aborígenes. Del agua emerge un grupo escultórico en bronce con una cuadriga República”, con un ramo de laurel en la mano y apoyando la otra en la guía de un de corceles guiados por la figura del Genio.

La Plaza de la Victoria en 1890. Los antiguos bebederos, un niño y un diligente jardinero. 123

Vista de la Plaza de la Victoria, hacia el lado de la Recova y el viejo Teatro Colón, ubicado donde hoy se levanta el Banco de la Nación Argentina, 1882. Historias del Agua en Buenos Aires Fuentes Ornamentales

Otra fuente ornamental de alto impacto urbano es la que, con motivo del Una de las más altas expresiones de arte urbano la encontramos en la fuente de Centenario patrio, la comunidad española mandó a levantar en Palermo, en la “Las Nereidas”, también llamada “El tocador de Venus”, de la artista tucumana intersección de las Avenidas Libertador y Sarmiento. La obra, ejecutada Lola Mora. Fue inaugurada el 21 de mayo de 1903, en su antigua ubicación por el escultor español Agustín Querol, se denomina “La Carta del Paseo de Julio (hoy Av. L. N. Alem) próxima a la Casa de Magna y las Cuatro Regiones ”. Este artista Gobierno. La osadía en el tratamiento de los desnudos trabajó en Carrara, Italia, sobre el cuerpo principal del despertó críticas y motivó su traslado en 1918 a su monumento, pero falleció en diciembre de 1909. actual emplazamiento en la plazoleta de acceso al Entre tanto, en Buenos Aires se había designado espigón del viejo balneario en la Costanera Sur. El al arquitecto español Julián García Nuñez grupo escultórico, de piedra y mármol de Carrara, para la dirección de las obras de cimentación, representa el nacimiento de Venus surgiendo 124 colocándose la piedra fundamental el 26 de de una valva marina. En su base, de una valva mayo de 1910. En 1911 un discípulo de Querol de molusco emergen tres tritones desnudos, supervisó en Italia la finalización de la obra sosteniendo las bridas de tres caballos y su traslado al país y en Julio del mismo sumergido en el agua de la valva. Del centro año comenzaron a llegar las primeras partes se levanta un pilar en piedra rústica -travertino a Buenos Aires. Las figuras de bronce fueron de Tívoli- que sirve de apoyo a dos náyades, terminadas en 1916 y embarcadas, pero nunca sirenas o nereidas, que elevan una valva más llegaron a la Argentina, pues el vapor naufragó pequeña con el nacimiento de Venus desnuda. La frente a las costas de Brasil. El encargo de las nuevas protagonista se ubica en el borde externo de la valva, piezas dilató aún más su ejecución, siendo inaugurado el sentada sobre la pierna derecha, grácilmente cruzada. La 25 de Mayo de 1927. De las piscinas en su parte baja emergen fuente se completa con un gran vaso que contiene el agua, cuatro alegorías de bronce que simbolizan los Andes, el Río de la Plata, espejo que refleja todo el motivo marino. La Pampa y el Chaco. El bloque monumental que emerge en el centro simboliza la unión de argentinos y españoles, con figuras de delicados contornos. Preside el monumento la figura de “La República” y, a sus pies, imágenes de “La Paz”, “La Justicia”, “La Industria” y “El Comercio”. 125

Monumento de los dos Congresos, realizado en piedra de Nancy y figuras de bronce, inaugurado en 1914. Otros dos grandes Depósitos Urbanos

El crecimiento demográfico y edilicio de Buenos Aires superaba en los primeros años del siglo XX todas las previsiones de saneamiento posibles. Para una ciudad que recibía importantes contingentes migratorios y construía grandes edificios en altura el Depósito de Av. Córdoba no era suficiente.

En 1905, con un área de 2.593 hectáreas y 700.000 habitantes provistos con agua corriente, la ciudad llegaba a su primer millón de habitantes. El proyecto del Radio Antiguo elaborado por el estudio Bateman, Parsons & Bateman en 1871-72, cuando vivían en la ciudad 180.000 personas, no había considerado la posibilidad de que a los cuarenta años de esa fecha los habitantes del área superaran con holgura los 400.000 habitantes previstos. 126

Era necesario complementar y ampliar su acción con otros depósitos de gravitación ubicados en zonas topográficamente más elevadas que pudieran abastecer sin problemas a las nuevas generaciones de rascacielos que iban poblando la ciudad.

Para ello, en 1908, como señalamos al referirnos a la Planta Palermo, la Administración de las Obras de Salubridad -antecesora de Obras Sanitarias de la Nación- formuló un plan de abastecimiento que contemplaba la provisión de agua potable para seis millones de habitantes, y comprendía la construcción de grandes depósitos de reserva en zonas con cotas de 38 m ubicados en barrios periféricos de la Capital, junto con otras importantes obras, como una nueva planta purificadora en Palermo, que reemplazaría a la de Recoleta.

Tal la génesis de los grandes depósitos proyectados en los barrios de Caballito y Devoto, similares en su capacidad, funcionamiento, ingeniería y en el planteo general de su arquitectura. 127

Vista del Depósito de Villa Devoto, 1919. Historias del Agua en Buenos Aires Otros dos grandes Depósitos Urbanos

Los depósitos de Devoto y de Caballito seguían Por su parte, el Depósito de Gravitación de Caballito el diseño general del de Av. Córdoba, esto es: posee una estructura de hierro similar importada una gran estructura metálica interior con de Gran Bretaña, provista por la firma Cleveland doce tanques de reserva de cuatro metros de Bridge Co. Ltd., mientras que la construcción del altura y 6.000 m3 de capacidad, en tres niveles, depósito estuvo a cargo de la empresa Lavenás, sostenidos por una malla de columnas de Poli y Cía. Las cañerías de agua filtrada llegaban hierro que también soportaban el armazón de a los tanques desde las bombas impelentes del la cubierta de chapas onduladas en la parte Establecimiento Palermo, con un largo de 10 km. central y las mansardas y cúpulas de pizarras Los caños se reunían en dos grupos de cuatro perimetrales. cada uno, convirtiéndose en dos grandes caños que atravesaban subterráneamente todo el 128 Con la utilización de la electricidad en las edificio, y aumentando de diámetro hasta llegar maquinarias de provisión de agua, los grandes a 1.50 m en la parte central. En el sector opuesto depósitos de gravitación fueron siendo desplazados en su uso, quedando a la entrada, estos caños se bifurcaban desprendiendo en todas direcciones los como complemento del sistema directo de impulsión, o bien desafectados. conductos de distribución.

La construcción de la obra estuvo a cargo de la empresa Ways y Freytag S.A., La red de cañerías maestras comprendía dos servicios: uno, exclusivo para el mientras que la parte metálica de los tanques fue realizada por la misma Radio Nuevo, y otros para reforzar la provisión de agua en el Radio Antiguo, empresa británica del depósito en Caballito. Los ramales de distribución en especialmente en los edificios de mayor altura sobre Avenida de Mayo, por ambos depósitos fueron provistos por la fábrica de Head Wrightson Co. Ltd., encontrarse los tanques de Caballito diez metros más altos en su nivel de mientras que las rejas de hierro fueron adquiridas a la fundición de Walter distribución que los del Depósito de Av. Córdoba. Macfarlane & Co. de Glasgow. Hoy, estos gigantes casi dormidos forman parte inseparable del patrimonio La construcción del Depósito de Villa Devoto fue terminada a fines de 1916. barrial porteño y, junto con el Palacio de Aguas Corrientes de Av. Córdoba, son Restaban construir la casilla del guardián, las oficinas, los cercos, veredas, etc., ejemplos relevantes del desarrollo alcanzado por la industria europea de las que fueron terminados -junto con la habilitación total del Depósito- el 1° de grandes estructuras de hierro del siglo XIX y principios del XX que se exportaban diciembre de 1917. hasta los más apartados confines del mundo.

Plano de planta del Depósito de Caballito, al nivel del zócalo, con la vista de las fundaciones que sirven de apoyo a las columnas de hierro de la estructura que sostiene los tanques de reserva, 1912. 129

El Depósito de Villa Devoto a poco tiempo de su habilitación, en diciembre de 1917. Nótese en la manzana lindera, la casa de administración, los depósitos y otras dependencias de Obras Sanitarias de la Nación. La Costanera Sur

Como vimos al hablar de los bañistas, la ciudad no siempre dio la espalda al río. balneario popular con gran poder de convocatoria, mientras que por la noche, Aquella relación de disfrute cambió drásticamente con la aparición del Puerto y visitantes de otro nivel frecuentaban sus confiterías y restaurantes. el cambio de usos y costumbres. No obstante, había sectores de la ribera que no resignaban sus viejos usos y en ellos la Comuna llevó adelante, en los años ’20, una A la altura de Brasil, un largo murallón con escalinatas que descendían hacia el río efectiva renovación que permitió multiplicar su concurrencia. se extendía entre un espigón de hormigón armado y una pérgola semicircular que remataba la . Una rambla destinada a peatones poseía amplios La idea de transformar el tramo de ribera entre las arterias Belgrano y Brasil en jardines en forma de pelouses y motivos florales, con árboles de tipas y acacias y el paseo y balneario públicos surgió durante la intendencia de Joaquín Llambías y el infaltable equipamiento urbano de farolas y maceteros de bronce importados de encargado de los trabajos fue el paisajista Benito Carrasco. El lugar, bautizado por Francia. Años más tarde la Costanera se prolongó hasta la calle Viamonte al Norte, la revista “Caras y Caretas” como el “Balneario de los pobres”, desde años atrás era y hacia el Sur se completará con un sector en el que se levantarán los edificios concurrido por familias modestas los domingos para tomar mate al aire libre, y de la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova (Museo de Calcos), el los bañistas se internaban en carros para higienizarse, con la idea de no ser vistos. Observatorio Naval del Servicio Hidrográfico Nacional y un lazareto. 130

Un sofocante 11 de diciembre de 1918 fue inaugurado el “Balneario Municipal del En 1921 el Balneario pasó a depender del Municipio y por la memoria de ese año Sur”, en medio de una multitud entusiasta -estimada por la prensa en cien mil sabemos que concurrían unos 46.000 bañistas por día y que, por el costo de dos personas- que se agolpaba en la rambla. pesos, se vendían oficialmente trajes de baño. Esta medida de higiene hizo crecer Horas antes había caído un chaparrón, los ingresos de la Comuna en alrededor de seis millones de pesos. pero el público permaneció en su sitio y, luego del acto El Balneario contaba entonces con duchas y 380 casillas individuales para que el oficial con misa, himno público pudiera guardar sus pertenencias; canchas de tenis, fútbol y un gimnasio y salva de 21 cañonazos, para los niños. En los predios circundantes se levantaron restaurantes y confiterías, invadió rápidamente las que fueron epicentro de bailes y entusiastas carnavales en las décadas de 1920 y explanadas del flamante 1930, su época de esplendor. balneario. El arquitecto húngaro Andrés Kalnay proyectó los restaurantes -gemelos- “Brisas A poco de su inauguración del Plata” y “Juan de Garay” y el magnífico edificio de la cervecería “Munich”, hoy la Costanera Sur se convirtió sede de la Dirección de Museos del Gobierno de la Ciudad, que reunió a personajes en el paseo obligado del verano como Hipólito Yrigoyen, Leopoldo Lugones, Alfredo Palacios, Alfonsina Storni, porteño. Durante el día, era un Belisario Roldán, el Príncipe Eduardo de Gales y Carlos Gardel.

131

La Costanera Sur en sus años de apogeo, ca. 1935. Sólo en el verano de 1926 se bañaron allí 45.000 personas. Los grandes conductos subterráneos

Ríos subterráneos y entubamiento de arroyos

Hacia 1922 se habían concluido las metas del plan del ingeniero Agustín González aprobado en 1908; el consumo por habitante había llegado a 291 litros y la población servida a 1.700.000 habitantes. Se hacían imprescindibles nuevas obras de ampliación de las instalaciones de potabilización, principalmente debido a la extensión que había adquirido la ciudad, convertida en una sucesión de barrios yuxtapuestos, que se confundían en sus límites con las poblaciones vecinas y partidos, cuadriplicando la superficie original de la Capital (19.000

132 hectáreas), para llegar a las 70.000 hectáreas.

El sistema de provisión de agua con fuente subterránea para Belgrano y Flores se había sustituido en 1915 por el de superficie desde el Establecimiento Palermo. Dos años más tarde en el Establecimiento Recoleta se había inaugurado una planta de coagulante para la purificación del agua, y ya se encontraban habilitados los grandes depósitos de Caballito y Devoto. Éstos y la habilitación de nuevos conductos en materia de desagües cloacales, hacía presumir que la situación sanitaria estaba controlada. Pero nuevamente el crecimiento edilicio y demográfico de la urbe hizo aumentar la tensión entre lo que se preveía y la realidad que lo desmentía. A inicios de 1922 la demanda de agua potable superaba los 600.000 m3 diarios, en tanto que las plantas de Palermo y Recoleta sólo podían abastecer 450.000 m2 por día. Eran imprescindibles nuevas obras.

Encofrado metálico y vibradores eléctricos para el moldeo del hormigón, 1945. 133

Construcción de los ríos subterráneos -conductos de alimentación por gravitación- desde la Planta de Palermo hasta los depósitos de Av. Córdoba y Caballito, 1943. Historias del Agua en Buenos Aires Los grandes conductos subterráneos

Y en aquella oportunidad será otra gran figura del saneamiento argentino, el Hacia 1929, la ampliación del Radio Nuevo monopolizaba la atención de Obras ingeniero Antonio Paitoví el que asumirá la dirección de un ambicioso proyecto: Sanitarias de la Nación, continuando además con los entubamientos de los alcanzar los 500 litros diarios por habitante, que permitiesen servir durante los arroyos -Maldonado e inicio del Vega- una empresa que se prolongaría a próximos cuarenta años a una población de 6.000.000 de habitantes. lo largo de toda la primera mitad del siglo XX y que otorgaría El plan fue aprobado por ley en junio de 1925 y básicamente a muchos barrios un paisaje de montículos de tierra, comprendía la sustitución de la Planta Recoleta por la de puentes provisorios, operarios trasladando Palermo, dotándola de mayor capacidad, a la vez que grandes conductos, en eterna mutación. se atendía la realización de obras de agua y cloacas para la ciudad, largamente postergadas. En 1932 con una población de 2.200.000 de habitantes, el consumo diario por 134 En 1927 las obras que se desarrollaban persona era de 390 litros por día, y en la ciudad obedecían a dos planes desde el Establecimiento Palermo se independientes: uno de agua y cloacas abastecía a la Capital y los pueblos pertenecientes al plan antes citado, y otro ribereños de Vicente López, San Isidro, correspondiente a la canalización de los San Fernando y Tigre. arroyos que cruzaban el Municipio y los conductos secundarios afluentes de los Hacia 1934 habían comenzado las obras mismos y complementarios en las zonas bajas de la cuenca del Arroyo Medrano y se del Radio Antiguo, aprobado por el gobierno en encontraban en proyecto las del Cildáñez. 1919. Recordemos que en la historia hidrográfica de Pero la reactivación de los entubamientos de los la ciudad, los problemas causados por sus cuatro arroyos arroyos recién se efectivizó dos años después cuando principales denominados -de Norte a Sur- Medrano, Vega, se licitó un importante grupo de obras, que también incluía Maldonado, Cildáñez y sus emisarios se agudizaron con el crecimiento la terminación del sistema pluvial del Radio Nuevo, cubriendo una urbano, en especial en la cuenca del Maldonado, unas 8.300 hectáreas desde su superficie aproximada de 16.000 hectáreas. nacimiento en La Matanza.

Personal de Obras Sanitarias de la Nación en un conducto de agua potable. Construcción del Colector de la Zona Conducto de desagüe pluvial de la calle Baja Costanera, octubre de 1941. Costa Rica, 1927. Redes de agua potable en 1949. 135

Colector general de conductos pluviales. En construcción, mayo de 1938. Desagües pluviales en 1949. Historias del Agua en Buenos Aires Los grandes conductos subterráneos

En junio de 1937 se concluyeron las obras del Colector General de los conductos pluviales que corrían por las calles Anchorena, Austria, Bustamante, Ocampo y Ugarteche, una obra pluvial complementaria de los desagües del Radio Antiguo y ampliación de los que se estaban construyendo en la zona sur del Radio Nuevo, sobre la cuenca del Maldonado. Esta obra inspiró la pintura de Quinquela Martín “Construcción de Desagües” que realizó el artista en la escalera del hall de la Administración Central de Obras Sanitarias en la calle Charcas (hoy Marcelo T. de Alvear).

Al finalizar la década, comienzan a tomar cuerpo los estudios para alimentar los 136 grandes depósitos de reserva desde la Planta de Palermo a través de conductos de gravitación o “ríos subterráneos”, en lugar de las cañerías de impulsión tradicionales. Hacia 1939, con una población que superaba los 2.500.000 habitantes, la ciudad consumía un promedio diario de 367 litros por persona.

Esta nueva modalidad se puso en marcha recién en 1941, a la vez que se implementaban estaciones de elevadoras al pie de los grandes depósitos y se independizaban las redes maestras de las de distribución. El primer río subterráneo de la ciudad fue inaugurado por el Presidente Juan D. Perón el 4 de noviembre de 1954 en la Estación de Bombas Elevadoras de Caballito. Al año siguiente se hizo lo propio con la perteneciente al depósito de Villa Devoto y en las décadas subsiguientes se fueron ampliando los tramos de enlace de la red entre la Capital y el Aglomerado Bonaerense, respondiendo a una realidad

Ilustración con el tendido de los conductos de agua potable desde la Planta demográfica y funcional que excedía los límites administrativos de Buenos Aires. Palermo hasta los grandes depósitos.

137

Canalización del Maldonado, julio de 1940.

AySA y el agua en el siglo XXI AySA y el agua en el siglo XXI

El periplo que iniciamos en los años de la Revolución de Mayo en estas notas históricas sobre el agua en Buenos Aires nos trae hasta el presente, en donde, al igual que doscientos años atrás, el principal abastecimiento de agua potable se realiza a partir de agua superficial que proviene del Río de La Plata.

La gestión de este servicio fundamental -junto con el de desagües cloacales- se encuentran a cargo de AySA (Agua y Saneamientos Argentinos), una empresa creada con la misión de dar continuidad, mejorar y expandir estas prestaciones esenciales para la población no sólo de la ciudad de Buenos Aires sino también del primer cordón del conurbano, un área estratégica del país y la más densamente poblada de todo su territorio. Se trata de un radio de acción en el que residen 140 catorce millones de personas, circunstancia que convierte a la empresa en una de las más importantes proveedoras en su tipo en el mundo.

Dentro de este radio, el agua de río que abastece a la ciudad se capta a través de Torre de toma de AySA en el Río de la Plata. las torres de toma y se conduce a las plantas potabilizadoras para ser sometida a un tratamiento que permite la eliminación de componentes físicos, químicos y Imbuida de una visión dinámica que rescata el espíritu que dio armadura y sustento biológicos indeseables. Una vez finalizado este proceso, se entrega a los usuarios a a las realizaciones de Obras Sanitarias de la Nación, AySA asume su función través de un sistema integrado por una red de ríos subterráneos, que la transportan consciente de que se relaciona con necesidades básicas del hombre, que hacen a por gravedad hacia estaciones elevadoras, donde el agua es impulsada a la red la calidad de vida y salud de la población, las cuales se encuentran estrechamente primaria, formada por conductos de gran diámetro, y de allí a la red secundaria que vinculadas con el entorno. Por ello, trabaja en pos del desarrollo sustentable y la la lleva hasta los hogares. Durante todo este proceso, la empresa efectúa rigurosos preservación de los recursos ambientales, comprometida con sus usuarios, con la controles en forma permanente. Nación y con las futuras generaciones. 141

Torre de toma de AySA en el Río de la Plata.

Vista aérea de la Planta Potabilizadora Gral. San Martín en el Barrio de Palermo, ciudad de Buenos Aires. Historias del Agua en Buenos Aires AySA y el agua en el siglo XXI

Construyendo el presente, proyectando el futuro

Para cumplir este importante desafío, actualmente AySA se encuentra desarrollando un programa de obras sin precedentes, cuyo objeto primordial es la expansión para lograr que todos los habitantes del área de la concesión cuenten con estas prestaciones básicas en el menor tiempo posible.

Con este propósito, se están realizando importantes inversiones que permiten hoy tener en ejecución grandes obras. Entre ellas, mega emprendimientos de ingeniería, que no se realizaban en el país en los últimos 50 años, como las obras del Sistema Riachuelo. 142

Por otra parte, el plan contempla la renovación y rehabilitación de las redes existentes, con el objeto de mejorar la calidad, presión y continuidad de los servicios; y la ampliación y mantenimiento de las instalaciones (establecimientos potabilizadores y depuradores, estaciones elevadoras y de bombeo, entre otras). Estas obras no sólo permitirán que se mantengan adecuadamente el patrimonio sino que contribuirán a que puedan concretarse las futuras expansiones.

Mientras, en el conurbano, el compromiso principal de la empresa se orienta a la integración al servicio de las comunidades más vulnerables. Allí, AySA se encuentra desarrollando modalidades de expansión de redes secundarias que contemplan programas participativos de gestión que trabajan en un contexto de articulación institucional con las autoridades de la concesión, municipios, instituciones locales, cooperativas de trabajo, y de vecinos.

Obras del Sistema Riachuelo. 143

Atardecer en las obras del Sistema Riachuelo. Historias del Agua en Buenos Aires AySA y el agua en el siglo XXI

Sala de Control Centralizado del Servicio de AySA, en la Planta Gral. San Martín.

144

Tareas de cambio de válvulas en Villa Adelina.

Plan A+T, Cooperativa Trabajadores del Sur ejecutando una obra en Esteban Echeverría. 145

Plan de renovación de cañerías, cambio de válvulas centenarias en la ciudad de Buenos Aires. Historias del Agua en Buenos Aires AySA y el agua en el siglo XXI

Agua, cultura y patrimonio

Además de su función principal, la de proveer los servicios de agua y desagües cloacales, la empresa trabaja activamente en el terreno de la promoción de la conciencia ambiental y el rescate del patrimonio cultural vinculado con la historia del saneamiento argentino.

Con estos propósitos, AySA ha creado un Programa Cultural denominado Fuente Abierta, que hoy tiene en el Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, el Archivo Histórico de Planos y Expedientes y la Biblioteca Agustín González, a tres centros de actividad cultural permanente, que funcionan en el espectacular Palacio de las Aguas Corrientes. Mientras que en las plantas potabilizadoras se desarrolla un programa de visitas educativas, a través de las cuales los chicos de las escuelas primarias del área de acción pueden conocer el complejo proceso que transforma el 146 agua del río en agua lista para el consumo, y reciben información sobre la necesidad de cuidar los recursos y recomendaciones prácticas para su uso adecuado.

De este modo, AySA se propone difundir y preservar un legado fundamental, rescatando valores estrechamente ligados a la cultura del trabajo y la producción, al servicio de la higiene y salubridad de los argentinos.

Escolares recorriendo la Planta Potabilizadora Gral. San Martín en Palermo. Biblioteca Agustín González, Palacio de las Aguas Corrientes. 147

Ingreso del público al Palacio de las Aguas Corrientes durante La Noche de los Museos. Historias del Agua en Buenos Aires AySA y el agua en el siglo XXI

Como hemos visto en las páginas que precedieron, luces y sombras se alternan en una historia que demuestra claramente la significación de las aguas corrientes en la calidad de vida de los habitantes de una ciudad que nació y creció a orillas de un estuario de horizontes infinitos. El mismo que hoy es parte de su vida, memoria e identidad.

Desde el rescate de su rico pasado, desde su utilización responsable en el presente y desde la concientización ambiental de las nuevas generaciones, AySA procura contribuir a un mejor conocimiento y valoración del agua, que también implica

148 a nuestro Río y a nuestros espacios públicos. Una relación que, como el tiempo demostró, debemos pugnar por hacerla más armónica, respetuosa e inseparable. 149

Buenos Aires y el Río. La presencia histórica del estuario, y un paisaje cultural que reúne tradición y modernidad.

Notas

1 Vas Mingo, Marta Milagros del Viento. Las Ordenanzas de 1573. Sus antecedentes y 15 Ibídem. consecuencias. Madrid. Universidad Complutense. 1985. 16 Se llamaban “galletas” y consistían en nudos hechos en la ropa húmeda, muy 2 Young, Carlos A. “El saneamiento domiciliario en la época del Virreinato”. En: “Boletín difíciles de desatar. En: Wilde, José Antonio. Op. cit. de Obras Sanitarias de la Nación”. Buenos Aires, Año IV, N° 37, julio de 1940. 17 Citado en: Cunietti - Ferrando, Arnaldo. Op. cit. 3 Ibídem. 18 De Paula, Alberto S. J. - Gutiérrez, Ramón. La encrucijada de la arquitectura argentina, 4 Wilde, José Antonio. Buenos Aires desde setenta años atrás. Buenos Aires. Ed. 1822 - 1875. Santiago Bevans - Carlos E. Pellegrini. Resistencia, Chaco: UNNE. 1974. Jackson. 1945. 19 Ibídem. 5 Mansilla, Lucio V. Mis Memorias (Juventud - Adolescencia). Buenos Aires. Ed. El Ateneo. 1978. 20 Este molino a vapor había sido construido por J. E. Hall de Dartford, y constaba de tres calderas, cada una con un cuerpo cilíndrico superior de algo más de un metro 6 Citado en: Cunietti - Ferrando, Arnaldo. Personajes de la ribera porteña. Buenos Aires. de diámetro, terminado por fondos hemisféricos y unido a cuatro hervidores que Ed. Lulemar. 2008. P. 40. Nota: Varios títulos de nuestro trabajo recogen pasajes del comunicaban con él y entre sí por tubulares. En: Gutiérrez, Ricardo. La introducción de ameno y documentado trabajo del historiador Cunietti - Ferrando, que arroja luz la máquina a vapor en Buenos Aires. El molino “San Francisco”. Buenos Aires. Ed. Golova. 151 sobre aspectos poco difundidos del agua y la vida cotidiana desde los primeros años 1938. de la ciudad. 21 Bacigaluppi, Jorge. “Cómo se abastece de agua la ciudad de Buenos Aires”. En: “Boletín 7 Wilde, José Antonio. Op. cit. de Obras Sanitarias de la Nación”, Buenos Aires, Año I, N° 2, agosto de 1937. P. 132 - 134.

8 Diario “La Prensa”. Buenos Aires, 3 de septiembre de 1890. 22 De Paula, Alberto S. J. - Gutiérrez, Ramón. Op.cit.

9 Uno de sus intérpretes más conocidos fue la cantante Libertad Lamarque (Colección 23 Cunietti - Ferrando, Arnaldo. Op. cit. 78 r.p.m. 1937-46, RCA). 24 Ibídem. 10 Cunietti – Ferrando, Arnaldo. Op. cit. 25 Borges, Jorge Luis. Luna de enfrente y Cuaderno San Martín. Buenos Aires. Ed. Emecé. 1969. 11 Concolorcorvo. El lazarillo de ciegos caminantes. Desde Buenos Aires hasta Lima. 1773. Buenos Aires. Ed. Solar. 1942. 26 Estrada, Santiago. Viajes. Buenos Aires. Ed. Estrada. 1ra. Edición. 1946.

12 Mansilla, Lucio V. Op. cit. 27 Latzina, Francisco - Chueco, Alberto Martínez. Censo general de población, edificación, comercio e industrias de la ciudad de Buenos Aires, levantado en los días 17 de agosto, 13 Nadal Mora, Vicente. La herrería artística del Buenos Aires antiguo. Buenos Aires. 15 y 30 de setiembre de 1887. Tomo II. Buenos Aires. Compañía Sud-Americana de Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos. 1957. Billetes de Banco. 1889.

14 Wilde, José Antonio. Op. cit. 28 Cunietti - Ferrando, Arnaldo. Op. cit. Historias del Agua en Buenos Aires Notas

29 Citado en: “Saneamiento. Revista de Obras Sanitarias de la Nación”, Año XXXIII, N° 214, abril - mayo - junio de 1969.

30 Ibídem.

31 John Coghlan y Murphy (n. Kerray, Irlanda, 1824 - m. Londres, 1890) había realizado trabajos vinculados a tendidos ferroviarios en Irlanda, España, Suecia y Alemania, pasando de allí, en 1857, a Buenos Aires, donde fue contratado por el gobierno provincial por recomendación de sus asesores financieros, la firma Baring Bros. En los treinta años que estuvo en el país (1857 - 1887) desarrolló una intensa labor profesional en obras de ferrocarriles, puertos y salubridad.

32 Wilde, Eduardo. Obras Completas. Primera Parte, Científicas, Vol. III. Buenos Aires. UBA. 1914.

33 Comisión de Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinado. Memoria sobre las obras 152 de salubrificación de la ciudad de Buenos Aires. Desde su iniciación hasta el año 1875. Anexo. Memoria de la Comisión de Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinado correspondiente al año 1875. Buenos Aires. Imprenta del Mercurio. 1876.

34 Beccar Varela, Adrián. Torcuato de Alvear. Primer intendente municipal de Buenos Aires. Su acción edilicia. Buenos Aires. Imprenta Municipal. 1926.

35 Comisión de Aguas Corrientes, Cloacas y Adoquinado. Op. cit.

36 Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Censo General de Población, Edificación, Comercio e Industrias de la Ciudad de Buenos Aires, levantado en los días 11 y 18 de septiembre de 1904. Buenos Aires. 1906. P. 241.

37 Cunietti - Ferrando, Arnaldo. Op. cit.

38 “Los Baños Públicos: Sus grandes beneficios y la necesidad de fomentarlos”. En revista “Mundo Argentino”, Buenos Aires, año XIII, N° 629, 7 de febrero de 1923.

39 Mansilla, Lucio V. Op. cit.

40 Citado en: Tartarini, Jorge D. (Coord.). Obras Sanitarias de la Nación, 1912 - 1950. Origen y apogeo de la primera empresa estatal de saneamiento. Buenos Aires. AySA. 2007. Ilustraciones

Pag.

6. Del Carril, Bonifacio - Aguirre Saravia, Aníbal G. Iconografía de Buenos Aires. MCBA. 28. Arriba: Nadal Mora, Vicente. La herrería artística del Buenos Aires antiguo. Op. cit. Op. cit. Abajo: Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación.

10. Del Carril, Bonifacio. Monumenta Iconographica. Emecé. Op. cit. 29. Foto AySA. Gentileza: Museo Histórico Nacional.

11. Moores, Guillermo. Estampas y vistas de Buenos Aires. MCBA. Op. cit. 30. Arriba: Reproducido en: Cunietti - Ferrando, Arnaldo. Personajes de la ribera porteña. Op. cit. 12. Del Carril, Bonifacio. Monumenta Iconographica. Emecé. Op. cit. Abajo: Del Carril, Bonifacio - Aguirre Saravia, Aníbal G. Iconografía de Buenos Aires. MCBA. Op. cit. 13. CEHOPU. La Ciudad Hispanoamericana. El Sueño de un Orden. Op. cit. 31. Del Carril, Bonifacio - Aguirre Saravia, Aníbal G. Iconografía de Buenos Aires. MCBA. Op. cit. 14. Radovanovic, Elisa. Planos de Buenos Aires. CEDODAL. Op. cit. 32. Arriba: Casa Witcomb. Buenos Aires Antiguo. Op. cit. 15. Moores, Guillermo. Estampas y vistas de Buenos Aires. MCBA. Op. cit. Abajo: Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 153 16. Del Carril, Bonifacio. Monumenta Iconographica. Emecé. Op. cit. 33. Colección Museo Histórico Nacional.

17. Del Carril, Bonifacio - Aguirre Saravia, Aníbal G. Iconografía de Buenos Aires. MCBA. 34. Colección Biblioteca Museo de la Ciudad de Buenos Aires. Op. cit. 35. Moores, Guillermo. Estampas de Buenos Aires. Op. cit. 18. 19. y 20. Del Carril, Bonifacio. Monumenta Iconographica. Emecé. Op. cit. 36. y 37. MCBA. Censo General de 1910. Op. cit. 21. Del Carril, Bonifacio - Aguirre Saravia, Aníbal G. Iconografía de Buenos Aires. MCBA. Op. cit. 38. Revista “El Sudamericano”, 1888. Colección Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana. 22. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 39. De Paula, Alberto - Gutiérrez, Ramón. La encrucijada de la arquitectura. UNNE. Op. cit. 23. Izquierda: Moores, Guillermo. Estampas y vistas de la ciudad de Buenos Aires. Peuser. Op. cit. 40. y 41. Moores, Guillermo. Estampas de Buenos Aires. MCBA. Op. cit. Derecha.: Del Carril, Bonifacio. Monumenta Iconographica. Emecé. Op. cit. 42. Arriba: Moores, Guillermo. Estampas de Buenos Aires. MCBA. Op. cit. 24. Arriba: Casa Witcomb. Buenos Aires Antiguo. Op. cit. Abajo: Rögind, William. Historia del Ferrocarril del Sud. Op. cit. Abajo: Colección Museo Histórico Nacional. 43. Corporación del Sur. Buenos Aires al Sur. Fotografías 1864 - 1954. Op. cit. 25. Moores, Guillermo. Estampas y vistas de la ciudad de Buenos Aires. Op. cit. Arriba, der.: Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 44. Viñeta: Gutiérrez, Ricardo. La introducción de la máquina a vapor en Buenos Aires. Op. cit.

26. y 27. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 45. Casa Witcomb. Buenos Aires Antiguo. Op. cit. Historias del Agua en Buenos Aires Ilustraciones

46. y 47. Colección Museo Nacional Ferroviario. 68. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación.

48. y 49. Avisos: Colección Museo de la Ciudad de Buenos Aires. 69. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. Objetos: Colección Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, AySA. 70. Arriba: Roqué, Benjamín (dir.). La República Argentina, 1906 - 1907. Op. cit. 50. AAVV. The Art of Juan Manuel Blanes. Fundación Bunge y Born - American Society. Abajo: Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. Buenos Aires. 1994. 71. Arriba, izq.: Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, AySA 51. Revista “Caras y Caretas”, 1899. Arriba, der.: Reproducción gentileza Sr. Luis Príamo. Derecha: Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. Abajo, izq.: Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. Abajo, der.: Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, AySA. 52. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 72. Arriba: Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, AySA. 53. Gentileza: Colección Mateo Enrique Giordano. Reprod. en Buenos Aires. Memoria Abajo: Archivo de Planos de Redes, AySA. del porvenir. Op. cit. 73. Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, AySA. 154 54. y 55. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 74. Biblioteca Agustín González, AySA. 56. Arriba: Colección Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana. Medallas: “Revista Saneamiento”, N°214. Op. cit. 75. Biblioteca del Museo de la Ciudad de Buenos Aires.

57. “Revista Saneamiento”, N° 214. Op. cit. 77. Izq.: Biblioteca del Museo de la Ciudad de Buenos Aires. Der.: MCBA. Censo Municipal. 1910. Op. cit. 58. Archivos de Planos de Redes, AySA. 78. y 79. Biblioteca del Museo de la Ciudad de Buenos Aires. 59. Mejoras en la ciudad de Buenos Aires. 1875. Op. cit. 80. Zago, Manrique. Buenos Aires anteayer. Op. cit. 60. y 61. Fotos AySA. 81. Museo de la Ciudad de Buenos Aires. 63. y 64. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 82. Izq. arriba y abajo: Mejoras en la Capital de la República Argentina llevadas a cabo 65. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. durante la administración del intendente Dr. Torcuato de Alvear. Op. cit. Plano: Mejoras en la Capital de la República Argentina llevadas a cabo durante la Derecha: Gentileza Colección Dr. Oscar A. De Masi. administración del intendente Torcuato de Alvear. Op. cit. 83. La República Argentina 1906 - 1907. Op. cit. 66. Arriba: Museo del Agua y de la Historia Sanitaria de AySA. Abajo: Banderín: Colección Museo Histórico Nacional. 84. Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, AySA. Medalla: Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 85. Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública. 67. Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública. 86. y 87. Museo del Agua y de la Historia Sanitaria y Archivo de Planos de Redes, AySA. 106. a 109. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación.

88. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 110. Archivo de Planos de Redes, AySA.

89. Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública. 111. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación.

90. Arriba, izq.: Colección Museo Histórico Nacional. 112. Medalla: Colección Museo de la Ciudad de Buenos Aires. Otras: Archivo de Planos de Redes, AySA. Postal: Colección Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana.

91. Colección Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana. 113. Biblioteca Museo de la Ciudad de Buenos Aires.

92. Fotos AySA. 115. Arriba, centro: Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 93. Moore, G. Estampas y vistas de Buenos Aires. MCBA. Op. cit. Abajo, izq.: Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública. Plano: álbum Argentino 1906 - 1907. Op. cit. Otras: OSN. Origen y apogeo de la primera empresa estatal de saneamiento. Op. cit.

94. Colección Dirección de Construcciones Portuarias y Vías Navegables. 116. Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública. 155

95. Foto: Christiano Junior. Gentileza: Colección Carlos Sánchez Idiart. 117. a 119. OSN. Origen y apogeo de la primera empresa estatal de saneamiento. Op. Viñeta: Museo Nacional Ferroviario. cit. 121. a 123. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 96. Reproducido en: Cunietti - Ferrando, Arnaldo. Personajes de la ribera porteña. Op. cit. 127. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 97. Chueco, Manuel. La República Argentina en su primer Centenario. Op. cit. 128. Archivo de Planos de Redes, AySA. 98. Reproducido en: Cunietti - Ferrando, Arnaldo. Personajes de la ribera porteña. Op. cit. 129. Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública. 99. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación. 130. y 131. Colección Museo de la Ciudad de Buenos Aires. 100. Revista “Plus Ultra”. Colección Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana. 132. a 137. OSN. Origen y apogeo de la primera empresa estatal de saneamiento. Op. cit. 101. Archivo de Planos de Redes, AySA. 140. Torre de toma de AySA en el Río de la Plata. Fuente AySA.

102. y 103. Biblioteca Agustín González, AySA. 141. Vista aérea de la Planta Potabilizadora Gral. San Martín en el Barrio de Palermo, ciudad de Buenos Aires. Fuente AySA. 104. Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, AySA 142. Obras del Sistema Riachuelo. 105. Revista “Plus Ultra”. Colección Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana. 143. Atardecer en las obras del Sistema Riachuelo. Historias del Agua en Buenos Aires Ilustraciones

144. Plan A+T, Cooperativa Trabajadores del Sur ejecutando una obra en Esteban Echeverría. Fuente AySA. Sala de Control Centralizado del Servicio de AySA, en la Planta Gral. San Martín. Fuente AySA. Tareas de cambio de válvulas en Villa Adelina. Fuente AySA.

145. Plan de renovación de cañerías, cambio de válvulas centenarias en la ciudad de Buenos Aires. Fuente AySA.

146. Archivo de Planos Históricos y Domiciliarios, Palacio de las Aguas Corrientes. Fuente AySA. Niños durante una visita guiada al Museo del Agua y de la Historia Sanitaria. Palacio de las Aguas Corrientes. Fuente AySA. Escolares recorriendo la Planta Potabilizadora Gral. San Martín en Palermo. Fuente AySA. Biblioteca Agustín González, Palacio de las Aguas Corrientes. Fuente AySA. 156 147. Ingreso del público al Palacio de las Aguas Corrientes durante La Noche de los Museos. Fuente AySA.

148. y 149. Puerto Madero, fotografía de Yadid Levy para Luis Rosendo.

150. Benito Quinquela Martín al frente de su obra “Construcción de desagues”, 1937. Bibliografía y lugares consultados

AAVV. “La Ribera”. En: “Revista de Arquitectura”. Buenos Aires. Sociedad Central de CANDIOTI, Marcial R. Cincuentenario de las obras de la Capital Federal. Buenos Aires, Arquitectos. Junio de 2001. Obras Sanitarias de la Nación, 1921.

ALVAREZ, Julio. Historias del Puerto de Buenos Aires. Buenos Aires. Buenos Aires, Agens CARREÑO, Manuel Antonio. Compendio del Manual de urbanidad y buenas maneras. Publicidad. 1975. París. Garnier Hermanos. Libreros Editores. 1901.

ARATA, Pedro. “Contribuciones al conocimiento higiénico de la ciudad de Buenos Casa Witcomb. Buenos Aires Antiguo. 1925 (Álbum). Aires”. En: “Anales de la Sociedad Científica Argentina”. Buenos Aires, Vol. XXII, 1886. CASSOU, Pedro. “La ingeniería en la preservación de la salud. (Notas sobre su ATKINSON, Florencia - GARCIA PURON, Juan et al. Economía e higiene doméstica de evolución)”. En: “Revista de la Administración Nacional del Agua”. Buenos Aires. Año 9, Appleton. Nueva York, D. Appleton y Compañía, 5a ed., 1905. N°98. Agosto de 1945. P. 131-147.

BACA, Eduardo J. Las obras de salubridad de la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires. A. CEHOPU. La Ciudad Hispanoamericana. El Sueño de un Orden. Madrid. 1989. Centro Guidi Buffarini. 1918. de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo. Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo. BANCO BICE (Ed.). Producción y trabajo en la Argentina. Memoria fotográfica 1860 - 1960. Buenos Aires. Diciembre 2002. “Celebración del Día de Obras Sanitarias de la Nación en la Capital”. En: “Boletín de 157 Obras Sanitarias de la Nación”. N° 118. Buenos Aires. Mayo de 1947. BARABINO, S. E. “El nuevo edificio de las obras de Salubridad”. En: “Revista Técnica”. N° 36, Buenos Aires. Sociedad Central de Arquitectos. Marzo de 1906. CHRISTOPHERSEN, Alejandro. “El 4° artefacto”. En: “Revista Sanitaria”. Buenos Aires. Año 5. N° 62. Septiembre de 1934. P. 23-24. BECAR VARELA, Adrián. Torcuato de Alvear. Primer intendente municipal de Buenos Aires. Su acción edilicia. Buenos Aires. Imprenta municipal. 1926. CHUECO, Manuel. La República Argentina en su Primer Centenario. Buenos Aires. Compañía Sudamericana de Billetes de Banco. 1910. Buenos Aires. Fototipias. Edit. Peuser. 3a Edición. 1918. CÍA. DE LAVADEROS PÚBLICOS DE LA CAPITAL. Memoria presentada a la Asamblea del BUENOS AIRES. MUNICIPALIDAD. Censo General de población, edificación, comercio e 29 de Marzo de 1889. Buenos Aires. Imprenta, Litografía y Encuadernación de Jacobo industrias de la ciudad de Buenos Aires: levantado en los días 11 y 18 de septiembre de Peuser. 1889. 1904. Buenos Aires. 1906. CLEMENCEAU, Georges. Notas de viaje por América del Sur. Buenos Aires. Hyspamérica BUENOS AIRES. MUNICIPALIDAD. Censo General de población, edificación, comercio e (Biblioteca Argentina de Historia y Política). 1986. industrias de la ciudad de Buenos Aires Conmemorativo del Primer Centenario de la Revolución de Mayo, levantado en los días 16 al 24 de octubre de 1909. Buenos Aires. COMISIÓN DE OBRAS DE SALUBRIDAD. Obras de Salubridad de la Capital. Reglamento Compañía Sud Americana de Billetes de Banco. 1910. Orgánico de la Oficina de Contraste. Buenos Aires. Establecimiento Tipográfico de Cruz Hnos. 1888. CANDIOTI, Marcial R. Cincuentenario de las obras de la Capital Federal. Exposición sobre su desarrollo económico y financiero. 1868-1916. Buenos Aires. Obras Sanitarias de la COMISIÓN DE AGUA CORRIENTE, CLOACAS Y ADOQUINADOS. Memoria y presupuestos Nación. 1918. definitivos de las Obras de Salubridad. Año 1876. Buenos Aires. Imprenta de M. Biedma. 1877. Historias del Agua en Buenos Aires Bibliografía y lugares consultados

“Como se lavaban nuestros antepasados”. En: “El Hogar”. Buenos Aires. 6 de enero de 1923. FISCHER - DÜCKELMANN. La mujer, médico del hogar. Obra de higiene y medicina familiar. Barcelona. 1910. CORPORACIÓN ANTIGUO PUERTO MADERO. Costanera Sur. Santiago de Chile. Ediciones Larrivieri S.A. 1999. FUNDACIÓN ANTORCHAS (Ed.). Imágenes de Buenos Aires. 1915 - 1940. Fotografías del Archivo de la Dirección Municipal de Paseos y de otras colecciones. Buenos CORPORACIÓN BUENOS AIRES SUR, GOBIERNO BS. AS. Buenos Aires al Sur. Fotografías Aires. 1998. 1864 - 1954. Buenos Aires. Diciembre 2001. FURLONG S. J., Guillermo. El Trasplante Cultural: Ciencia. Historia Social y Cultural del COTTINI, Arístides. “Vespasianas, inodoros y otros aromas”. En: “Todo es Historia”. Río de la Plata, 1536 - 1810. Tipográfica Editora Argentina - TEA. Buenos Aires. 1969. Buenos Aires. N° 146. Julio de 1979. P. 67-68. GALARCE, Antonio. Bosquejo de Buenos Aires. Capital de la Nación Argentina. Buenos CUNIETTI-FERRANDO, Arnaldo. Personajes de la Ribera Porteña. Una historia de Aguateros, Aires. Imprenta Stiller y Laass. Tomo I, 1886-1887. S/f. Lavanderas, Pescadores y Bañistas. Buenos Aires. Lulemar Ediciones. 2008. GIETZ, Carlos E. “Exposición La Química en la industria”. En: “Boletín Obras Sanitarias D’AGNILLO, H. “Obras Sanitarias de la Nación y su Función Social en el 2° Plan de la Nación”. N° 69. Buenos Aires. OSN. Marzo 1943. Quinquenal ”. En: AA.VV. 2° Plan Quinquenal de la Nación Argentina. Buenos Aires. 158 Ediciones Hechos e Ideas. 1954. GEO. HOWSON & SONS LTD. Catalogue 1901, Sanitary Eartheware and F ire Clay Manufactures. Geo. Howson & Sons Ltd. Hanley. England. 1900. DEL CARRIL, Bonifacio - AGUIRRE SARAVIA, Aníbal G. Iconografía de Buenos Aires. La ciudad de Garay hasta 1852. Buenos Aires. Municipalidad de la Ciudad de Buenos GEORGE JENNING LTD. Catalogue 1903-1905. George Jennings Ltd. Established 1847. Aires. 1982. Sanitary Engineers. London. Glasgow. Ed. W. M. Gorman & Co.

DEL CARRIL, Bonifacio - AGUIRRE SARAVIA, Aníbal G. Monumenta Iconographica: GIEDEON, Siegfried. La mecanización toma el mando. Barcelona. Gustavo Gili. 1978. paisajes, ciudades, tipos, usos y costumbres de la Argentina. 1536-1860. Buenos Aires. Emecé. 1964. P. 236. GONZÁLEZ GARAÑO, Alejo B. Quince acuarelas inéditas de E. E. Vidal, precedidas por un estudio de la iconografía argentina anterior a 1820, con una noticia de la vida del autor. De PAULA, Alberto S. J. - GUTIÉRREZ, Ramón. La encrucijada de la arquitectura argentina Buenos Aires. 1931. 1822-1875. Santiago Bevans-Carlos Pellegrini. Resistencia. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. UNNE. 1973. GONZÁLEZ GARAÑO, Alejo B. Iconografía argentina anterior a 1820, con una noticia de la vida y obra de E. E. Vidal . Buenos Aires. 1943. Dirección General de Obras de Salubridad de la Nación. Memoria Años 1903-1904- 1905. Atlas. Buenos Aires. 1906. “Gran Panorama Argentino. 1er. Centenario. 1910”. Cuaderno 7°. Buenos Aires. 1910. Tomo 2. Dirección General de Obras de Salubridad de la Nación. Proyecto de Obras de Saneamiento del Territorio de la Capital Federal. Memoria Descriptiva. Buenos Aires. GUTMAN, Margarita (Ed.). Buenos Aires: Memoria del Porvenir. Buenos Aires. Gobierno Año 1908. de la Ciudad de Buenos Aires. FADU, IIED-América Latina. Ed. Corin Luna. 1999.

“El nuevo edificio central de Obras Sanitarias de la Nación”. En: “El Arquitecto HAEDO, Oscar Félix. Las fuentes porteñas. Buenos Aires. Municipalidad. 1978. (Cuadernos Constructor”. N° 552. Buenos Aires. Febrero de 1938. de Buenos Aires 51). IVANISSEVICH, L. “Las Obras Sanitarias de Buenos Aires”. En: “Revista de Arquitectura”. N° MOORES, Guillermo H. Estampas y Vistas de la Ciudad de Buenos Aires. 1599 - 1895. 146. Buenos Aires. Sociedad Central de Arquitectos. Febrero de 1933. Volumen I. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires. Edit. Peuser. 1945.

JOHN DOUGLAS COMPANY. Catalogue “D” Plumbing F ixtures, The John Douglas NADAL MORA, Vicente. La herrería artística del Buenos Aires antiguo. Buenos Aires. 1957. Company Manufactures, Complete Water Closet F ixtures, Vitreos China Lavatories. United States of America. S/f. “Obras de Provisión de Agua”. En: “Boletín de Obras Sanitarias de la Nación”. N° 122. Buenos Aires. Enero de 1948. “La Acción de Obras Sanitarias de la Nación en el Progreso Urbano de Buenos Aires”. En: Anuario Municipal, 1936-1937. Buenos Aires. Municipalidad de la Ciudad de Buenos OBRAS DE SALUBRIDAD. Construcción Planta Depuradora de Obras Sanitarias (Material Aires. 1937. fotográfico compilado por el Museo de la Ciudad de Buenos Aires.

“La evolución y desarrollo de uno de los más importantes artefactos sanitarios del OSN. Cincuentenario de las obras de la Capital Federal. Exposición sobre su desarrollo cuarto de baño”. En: “Nuestra Arquitectura”. Buenos Aires. Noviembre de 1932. P. económico y financiero. 1868-1918. Buenos Aires. Gráfico A. de Martino. 1918. 183-184. OSN. “El manantial de agua mineral del Jardín Zoológico de Buenos Aires”. En: “Boletín “La Obra Cumplida en 1937 por Obras Sanitaria de la Nación”. En: Anuario Municipal, de Obras Sanitarias de la Nación”. Buenos Aires. N° 32. Febrero de 1940. P. 210. 1938-1939. Buenos Aires. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. 1939. 159 OUTES, Félix F. Iconografía de Buenos Aires colonial. Buenos Aires. 1940. “Las obras sanitarias de Buenos Aires”. En: “Revista de Arquitectura”. N° 146. Buenos Aires. Febrero de 1943. PASCUAL DE SAN JUAN, Pilar. Guía de la Mujer o Lecciones de Economía Doméstica para las Madres de Familia. París. Librería de Garnier Hermanos. 1880. LECUONA, Diego E. La vivienda de criollos y extranjeros en el siglo XIX. Tucumán. Instituto de Investigaciones de Historia de la Arquitectura y del urbanismo. 1984. Presidencia de la Nación. La Nación Argentina. Justa, Libre y Soberana. Buenos Aires. Peuser. 1948. LIERNUR, Jorge Francisco. “Casas y Jardines. La construcción del dispositivo doméstico moderno (1870 - 1930). En: DEVOTO, Fernando - MADERO, Marta (Directores). Historia PROST, Antoine - GERARD, Vincent (directores). “La vida privada en el siglo XX”. En: ARIES, de la vida privada en la Argentina. La Argentina plural: 1870 - 1930. Tomo 2. Editorial Philippe - DUBY, Georges (directores). Historia de la vida privada. Tomo 9. Madrid. Ed. Taurus. Buenos Aires. 1999. Taurus. 1992.

LÓPEZ CORTIZAS, G. Seamos Correctos. Nuevo Manual de Urbanidad. Buenos Aires. QUARTAROLO, Mario. “Bañarse en el Plata”. En: “Todo es Historia”. Buenos Aires. N° 92. Talleres Gráficos Padilla & Contreras. 1945. Enero 1975.

“Los Baños Públicos: Sus grandes beneficios y la necesidad de fomentarlos”. En: “Qué es y qué hace Obras Sanitarias de la Nación”. En: “Boletín de Obras Sanitarias de “Mundo Argentino”. Buenos Aires. Año 13. N° 629. 7 de febrero de 1923. la Nación”. N° 1. Buenos Aires. Julio de 1937.

MANSILLA, Lucio V. Mis Memorias (Infancia - Adolescencia). Librería “El Ateneo” Editorial. Radovanovic, Elisa. Planos de Buenos Aires. Siglos XIX y XX. Buenos Aires. Buenos Aires. Febrero 1978. Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana. 2001.

Mejoras en la Capital de la República Argentina llevadas a cabo durante la administración República Argentina. OSN. Reseña General. Histórica, Descriptiva y Estadística. Buenos del intendente de la Municipalidad Dr. Torcuato de Alvear. 1880 - 1885 (Álbum). Aires. Talleres Gráficos Kraft Ltda. Mayo 1935. Historias del Agua en Buenos Aires Bibliografía y lugares consultados

ROQUÉ, Benjamín (Dir.). La República Argentina. 1906 - 1907. (Álbum). Buenos Aires. WILDE, Eduardo. Curso de Higiene Pública. Buenos Aires. Imprenta y Librería Mayo. 1878. Talleres Gráficos de L. J. Rosso. WILDE, Eduardo. Obras Completas del Dr. Eduardo Wilde. Primera Parte, Científicas. ROSSO, L. J. y Cía. (Edit.). Álbum Gráfico de la República Argentina en el Primer Centenario Cosas Viejas y menos viejas. Sobre Medicina, Higiene y obras de salubridad. Volumen VI. de su Independencia, 25 de Mayo, 1810 - 1910. Buenos Aires. 1910. Buenos Aires. UBA. 1914.

SECRETARÍA DE CULTURA DE LA NACIÓN. Patrimonio. Arte Metalúrgico Francés en la WILDE, José Antonio. Buenos Aires desde 70 años atrás. Ediciones Jackson. Buenos Argentina. CABA. Julio 2009. Aires. Agosto 1944.

“Stand de Fernet Branca en la Exposición de Medicina e Higiene de 1910”. En: “Revista ZAGO, Manrique (Edit.). Buenos Aires anteayer. Buenos Aires. 1983. Caras y Caretas”. N° 618. Tomo Año 1910. Tercer Trimestre. Año XIII. ZAGO, Manrique (Edit.). Buenos Aires Ayer. Buenos Aires. 1983. “Exposición Internacional de Higiene de 1910”. En: “Revista Caras y Caretas”. N° 618. Tomo Año 1910. Tercer Trimestre. Año XIII. Archivos, Museos y Bibliotecas Consultados STANDARD MANUFACTURING COMPANY. Standard MF’G. Co. Catalogue “S”, Porcelain 160 Enameled Bath and Plumbing Goods, Standard Manufacturing co., Pittsburg, PA, USA. Archivo de Planos Históricos y Domiciliarios (AySA) Boston, Ed. The Barta Press. 1898. Biblioteca “Agustín González” (AySA) Biblioteca del Museo de la Ciudad de Buenos Aires TARTARINI, Jorge D. “Obras de salubridad en Buenos Aires. Apuntes sobre su origen y Biblioteca de la Sociedad Central de Arquitectos evolución”. En: “Revista Sociedad Central de Arquitectos”. N° 197. Junio de 2000. Centro de Documentación e Investigación de la Arquitectura Pública (CeDIAP) -“De Casa de Bombas a Museo. O el protomonumentalismo oficial en la obra de Colección Dr. Oscar A. De Masi. Alejandro Bustillo”. En: AAVV. Alejandro Bustillo. Buenos Aires. CEDODAL. 2005. Departamento de Documentos Fotográficos, Archivo General de la Nación -“El Patrimonio Histórico de las Obras de Salubridad. El Palacio de Aguas Corrientes Museo del Agua y de la Historia Sanitaria (AySA) en Avenida Córdoba”. En: “Revista Sociedad Central de Arquitectos”. Buenos Aires. Museo Histórico Nacional Mayo - junio de 1996. Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires - (Coord.). Obras Sanitarias de la Nación, 1912 - 1950. Origen y apogeo de la primera empresa estatal de saneamiento. Buenos Aires. AySA. 2007. -(Coord.). Documentos para la Historia del Saneamiento Argentino. El patrimonio bibliográfico y documental de AySA. Buenos Aires. AySA. 2010.

TAULLARD, Alfredo. Los planos más antiguos de Buenos Aires, 1580 - 1880. Buenos Aires. Ed. Jacobo Peuser. 1940.

TWYFORDS LTD. General Catalogue, Sanitary F ixtures for every class of building. Twyfords Ltd., Hanley, Founded A. D. 1850. England. S/f.

VIGARELLO, Georges. Lo limpio y lo sucio. La higiene del cuerpo desde la Edad Media. Madrid. Alianza Editorial S.A. 1991.