TEATRONARRantropo ATI VAlogía reseñas podría afirmarse que ella es ante todo procaces y precarias estilísticamente En busca de poetas un homenaje. Un hermoso homenaje hablando, es una propuesta anclada y monstruos de casi trescientas páginas a la poesía en una escritura poética en la que la del Romanticismo. Sobre todo a esa paleta verbal resplandece con magni- El año del verano que nunca llegó poesía que prefirió la oscuridad y el ficencia. William Ospina terror, la rebeldía, el ateísmo y el anar- Sé que en varias críticas sobre la Penguin , Bogotá, 2015, quismo, y que habría de anticipar con trilogía de la conquista de Ospina 295 págs. sus grandes mitos ( y el (Ursúa, El país de la canela y La ser- vampiro) nuestros días de ahora. Tal piente sin ojos), he señalado el peligro en el primer epílogo de esta novela, la vez uno de los momentos más inquie- que hay en entregar una obra narrativa cuarta publicada por William Ospina, tantes del libro es ver cómo el narrador a una maquinaria poética basada en el narrador se pregunta por lo que ha propone una filigrana analítica entre largas y retóricas descripciones de la escrito: “¿Era una novela, un ensayo el Frankenstein de Shelley y la inteli- naturaleza, o en apologías incesantes o un diario de viajes?”. Sin duda, es gencia artificial y los computadores. de sus personajes principales. Dije todo eso reunido. Este perfil le otorga Los poetas ingleses románticos, y su que estas novelas, por lo demás tan a El año del verano que nunca llegó su imaginario literario, son entonces el celebradas, tenían un talón de Aqui- condición de novela contemporánea. núcleo de las historias narradas. Con les, y que él estaba modelado por las La forma en que está escrita obedece todo, en estas páginas se establece maneras en que el artificio poético ma- a esas preocupaciones de los escrito- una valoración tal que su visión abar- logra la necesaria eficacia de la intriga res actuales colombianos de mezclar ca a los poetas románticos alemanes exigida por la misma narrativa. Pero los géneros e introducir el inestable y (Goethe, Novalis y Hölderlin) y a los todo esto no se presenta en la nueva ondeante rasgo metaficcional. El lector escritores franceses que preparan la novela de Ospina. Aquí hay, por fin, siente el vaivén de estar en un terreno Revolución francesa (Voltaire y Rous- un logrado equilibrio. Es verdad que y en otro. De tal manera que es posible seau). Sin olvidar que, tratándose de todavía aparecen párrafos en que do- decir que nos hallamos ante una novela manera esencial de la poesía escrita minan las peligrosas enumeraciones sobre el encuentro de unos poetas ro- en las primeras décadas del siglo XIX, de clara intencionalidad poética, pero mánticos ingleses en una villa de Gine- las consideraciones sobre la literatura lo que prevalece en El año del verano bra, un ensayo sobre el monstruo y su de este país se hunden en el manantial que nunca llegó es un juego narrativo permanencia en el tiempo y un diario insoslayable de William Shakespeare. en el cual se abrazan con certeza el de viajes de un escritor que se pasea Así, quien haya transitado la obra en- apunte del viajero, la lucubración del por diferentes países del mundo. sayística de William Ospina (Es tarde ensayista y el canto del poeta. Todo inicia con la descripción de un para el hombre, Un álgebra embruja- Todos los personajes de la novela, fenómeno natural que descompensó el da y La decadencia de los dragones), hasta los amigos que va encontrando clima planetario. Se trata de la erup- concluirá que El año del verano que este narrador, en sus recorridos por ción de un volcán de Asia, quizá la más nunca llegó es una suerte de apoteo- Europa y América, son escritores brutal de toda la historia geológica sis. Una culminación afortunada en la o seres humanos que poseen una de los últimos siglos. Luego se dice que se confabulan una perplejidad sin relación directa o indirecta con la cómo el narrador encuentra el tema descanso y un conocimiento profundo escritura. Pero los que tienen que ver de la novela que estamos empezando de una literatura. con aquellos días de junio de 1816 son a leer: la reunión de unos jóvenes in- Algunos lectores reprocharían a la personajes trágicos. Mueren prematu- gleses que fortalecerían el movimiento novela su visible rasgo ensayístico o ramente, se suicidan, están en pugna Romántico y que, pasada su conviven- su expansión en lo que tiene que ver con el mundo frenético y guerrero que cia en la , en las afuera con las notas de viaje. El narrador, en los rodeó. Son unos jóvenes poetas que de Ginebra, entre el 16 y el 19 de junio realidad, mientras idea y escribe el sabían que lo que estaban realizando de 1816, crearán el mito del monstruo libro, se la pasa de un lugar a otro y en sus vidas, tan agitadas como efíme- artificial y el vampiro. Más tarde, en va contando sus impresiones de Quito, ras, era un acto de suprema liberación. estos capítulos iniciales, y a través de París, Roma, Buenos Aires, Ginebra, Es muy posible que esta persecución una escritura de gran plasticidad, el Londres. Pero, en todo caso, es esta de azares y de sombras, así define el narrador va construyendo sus cimien- mezcla de reflexión e interpretación narrador de la novela la aventura que tos para entrar progresivamente al del ensayista con la descripción y significa escribirla, no sea más que un primero de los poetas protagonistas: emotividad del viajero lo que provoca gesto de gratitud hecho por Ospina. . Byron, de hecho, es el una movilidad entusiasta y lúcida en Gratitud que surge de esa sutil y hon- centro del libro durante las primeras la lectura. También, podría alegarse da red que la novela manifiesta entre cien páginas. Más tarde aparecen los que Ospina, fiel a sus propósitos, ha unos poetas del siglo XIX con un poe- otros: Percy Shelley, John Polidori y escrito una novela que solo los poetas ta colombiano que escribe sobre ellos Mary Wollstonecraft Shelley. podrían degustar con mayor intensi- en el siglo XXI. Sabiendo que una novela como dad. Quizá esto sea cierto, pero no Acaso el tema más sobresaliente esta ofrece diversas perspectivas es algo negativo. Justamente lo que de la novela es el de la relación entre interpretativas, debido a sus rasgos ofrece esta novela, en un ámbito na- el poeta y el monstruo. Es decir, ese des-generados y metaficcionales, rrativo colombiano poblado de obras deseo que hermana a Dios con los ar-

[136] BOLETÍN CULTURAL Y BIBLIOGRÁFICO, VOL. L, NÚM. 91, 2016 reseñas NARRnarrativa ATI VA tistas. Crear un ser que en la historia de la literatura moderna ha sido llama- do Golem y Frankenstein, y que en la literatura de ciencia ficción se puebla de androides o clones arrasados por la angustia de la existencia. Ambos, Dios y los artistas, como lo dice el narrador son “eternos aprendices de hechicería, jugando a combinar elementos inertes para hacer surgir algo vivo”. Frankens- tein, escrito por Mary Wollstonecraft Shelley, y El vampiro por John Polido- ri, pero ideados en la casa de la Villa Diodati durante esos días oscuros y fríos provocados por la erupción de un volcán distante, terminan enlazándose con el paisaje tecnológico de nuestros días. Se unen porque los inventores de unos (las criaturas literarias) y de los otros (el computador y su software) pertenecen al mismo clan de amigos y de familiares. El año del verano que nunca llegó es una novela que irriga de frescor cosmopolita y de inteligencia inter- pretativa el ámbito de la actual na- rrativa colombiana. Con paradigmas como estos, ella retoma los cauces que modernistas de las tendencias re- gionales rechazaron con vehemencia en algún momento. Recuérdese que Germán Espinosa pedía para el país una novelística en la que las ideas y no solo la simple anécdota tuvieran su espacio. Espinosa mismo, los casos no son muchos en una geografía literaria atafagada desde hace unos años por los formatos del periodismo narrativo y la novela criminal, trató de llenar ese vacío. Sospecho que esta novela de Ospina toma la dirección solicitada por el Espinosa de El signo del pez. En El año del verano que nunca llegó se está, simplemente, en el centro de un mundo literario en el que las pue- riles fronteras de la identidad caras a la nación, no existen. Esto se da así porque la novela se concentra en unos personajes que se volvieron universa- les en la recreación del espanto, del horror y del sueño. También, porque el narrador que persigue estos fantasmas está alejado, felizmente, de las opre- sivas y violentas y manidas temáticas colombianas.

Pablo Montoya

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