Para Las Damas
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Capella de Ministrers Dedicate alle Dame PARA LAS DAMAS Los acontecimientos que interesan al otros tañidos) que había publicado en Madrid Pablo Minguet e historiador profesional han ocultado con frecuencia, lo que Yrol (c.1710-1801) en 1764. Pero el mismo Minguet, conscien- Unamuno llamaba intrahistoria, ese conjunto de casi te de la numerosa presencia de maestros de danza y de música imperceptibles cambios que van configurando la sociedad de que los costumbristas consideraban una peste, había publicado cada época, bien sea a través de las canciones, las costumbres en 1733 un Quadernillo curioso de veinte contradanzas nue- domésticas, las relaciones matrimoniales y familiares, o la vas... y años más tarde Arte de danzar a la francesa, adornado manera de vestir. con quarenta láminas que enseñan el modo de hacer todos los passos... (Madrid, 1755). La demanda de bailes de moda llevó El tiempo actual presenta cada día en los medios de a Minguet a publicar una Explicación y demostración de los comunicación infinitos ejemplos de nuestro modo de vivir y de bayles que más se usan en las cortes de Europa... con 25 dan- comportarnos, pero si volvemos la vista hacia atrás dos o tres zas y 6 contradanzas nuevas. Tanto Minguet como Bartolomé siglos, no resulta fácil saber como se vivía entonces, como se Ferriol, autor de unas Reglas útiles para los aficionados a dan- relacionaba la gente. El siglo XVIII había sido poco estudiado zar (Capua, Campania, 1745) compitieron por el título de desde ese punto de vista. Pero la añorada escritora salmantina introductores de la danza francesa en España, y es cierto que, a Carmen Martín Gaite (1925-2000) nos dejó un trabajo extraor- fin de siglo, el Teatro de los Caños del Peral vio, en bailarines dinario al respecto en su libro Usos amorosos del dieciocho en como María Medina (esposa del célebre coréografo Salvatore España (Madrid, 1972). Allí nos descubre un fenómeno curio- Vigano, casado, por cierto, con la bailarina María Esther so surgido a mediados del siglo XVIII, casi al mismo tiempo Boccherini, hermana del compositor) la anhelada fusión de la que la llamada tonadilla escénica. Se llamaba “el cortejo” y danza española en el marco del ballet clásico académico. No suponía un cambio radical en las severas costumbres sociales debe sorprender que entre los adelantados del ballet romántico, españolas. Las damas del siglo XVIII podían relacionarse con encontremos a dos compositores mediterráneos que pasaron el sexo contrario, tener un amigo que no fuese alguien de la esos años por Madrid: Fernando Sor (Ferrán Sors) y Vicente familia. Y entre otra moda que llegaba de Italia, “el cicisbeo” Martín (Vicent Martín i Soler). Ni que el bolero o el fandango (chichisbeo), de susurrar, hacer confidencias, es decir, galan- llegasen a la Viena de Gluck, Mozart y Beethoven. A París, por tear, y hasta la posibilidad de tener un amante sin ser por ello supuesto... y a Londres. apartada de la sociedad. En este ambiente debemos situar las diez contradanzas Los modernos e ilustrados aceptaron pronto “el corte- de don José Marset que, siguiendo la moda instaurada por jo” y una buena parte de las españolas de las clases altas lo Minguet y Ferreol, publicó a fines de 1767 una serie de contra- acogieron con entusiasmo. En el clero se produjo una escisión. danzas también con sus figuras coreográficas. Debían bailarse Ciertos abates “correveidiles” influyeron en la práctica de “el en el salón del coliseo de los Caños del Peral, donde Marset era cortejo”, ya que ellos mismos podían llegar a serlo. Pero los maestro director de baile, lo que significaba mucho en aquel predicadores tradicionales a lo “Fray Hortensio”, seguían momento. Marset, del que ignoramos si era francés o español, pidiendo el recato del siglo XVII, donde sólo las modosas y fue conocido en Madrid con el sobrenombre de Pó. obedientes podían tener un marido. Este les imponía sus gustos sin que ellas pudieran rechistar. El “estrado”, donde pasaban el Muy próximas a ese mundo, pero en un clima más día las mujeres con sus criadas, empezó a dar paso a las tertu- recatado y menos caprichoso, de “voluptuosidad decente”, lias mixtas, más abiertas y dispuestas a poner en tela de juicio como dijo entonces de las españolas la duquesa de Abrantes, dogmas religiosos, políticos o sociales. Tales tertulias llegaron debemos situar las doce delicadas “canzonette italiane” de a convertirse en “saraos”, donde se cantaba y se bailaba el Vicente Martín y Soler (1754-1808), uno de los más destacados minué y la contradanza. Esta última llegó a contar con ciertas compositores líricos del siglo XVIII. Aunque las XII canciones fórmulas, implícitas en el saber contradanzario, como “el moli- de Soler se interpretan habitualmente con clave, arpa o guitarra, nillo” y “el desmayo”. Frente a ello, los tradicionales seguían la versión de Carles Magraner para el disco es una adaptación los “pasos de danzar a la española” (seguidillas, fandangos y para dos violines, violonchelo, guitarra y clave, con lo que las Capella de Ministrers Dedicate alle Dame obras adquieren un mayor colorido instrumental y a veces su madamas y petimetras. Acaso estas sólo sabían de conversa- sonoridad nos aproxima a la de las arias de ópera. Eso mismo ción y ni eso, porque la ignorancia entonces de buen parte de ocurre en las Contradanzas de Marset, que en su original ellas las llevaba a hablar de tonterías y a sus cortejos. están escritas para violín sólo.Aplaudido en su Valencia natal, Las XII Canzonette son un buen ejemplo del espíritu de cuya catedral había sido infante de coro, y en Madrid, en de la burguesía. Denotan el conocimiento de la escritura vocal Italia (Nápoles, Lucca, Parma, Turín, Brescia, Venecia), del compositor español cuando trabajaba pensando en los Viena, San Petersburgo y Londres; la vida de Soler, de ince- salones de su tiempo. Tiene hallazgos formales interesantes, sante actividad en múltiples campos de la música, cuenta ya como el “da capo” de la primera estrofa de La mercede, a con importantes estudios biográficos. El epitafio de Martín en modo de final de un aria, o la muy mozartiana última línea “da el cementerio de Bassili-Ostrof, en San Petersburgo, resumió ristoro al mio dolor”. esa existencia al decir “admirado en las principales ciudades y cortes de Europa, no solo por su talento sino también por sus Es curiosa la meditativa y ligeramente dramática bellas cualidades humanas”. primera estrofa de La costanza, y la animación que, como era preceptivo, adquiere la segunda, apagándose en el “non so” Sin duda su talento y bonhomía le hizo ser querido y final. En La natura, que se podría cantar por ambos sexos, admirado por tanta gente culta, desde escritores tan relevantes recordamos en su rápido y mozartiano inicio a los personajes como Apóstolo Zeno y Lorenzo da Ponte hasta la emperatriz de Zerlina y Masetto del Don Giovanni. La volubile alterna un Catalina II de Rusia. Y principalmente por su colega Wolfgang terceto fresco y alegre con otro, de diferente carácter, más Amadeus Mozart, que citó Una cosa rara en la cena de Don lento y dudoso, en especial cuando se da por segunda vez y Giovanni y compuso muy bellas arias sustitutorias para la repite el último verso. La estructura es AABAABA. ópera de Martín Il burbero di buon cuore (El gruñón de buen corazón), exactamente Chi sa, chi sa qua sia Kv. 582 y Vado, Cuando Martín y Soler llegó a Viena en la primavera ma dove? Kv. 583. Y eso que a finales de aquel mismo año, de 1785 inició una intensa relación con el poeta y dramaturgo Martini lo Spagnolo, como era llamado don Vicente, llegaba a Lorenzo da Ponte (Ceneda, 1749-Nueva Cork, 1838), de conseguir un éxito vienés superior al de Las bodas de Figaro. familia judía, cuyo verdadero nombre era Emanuele Fue con la ópera Una cosa rara, ossia Belleza ed onestà, Conegliano. Da Ponte llevaba ya cuatro años en Viena y era convertida pronto en un acontecimiento lírico en toda conocido por haber colaborado con Salieri, maestro de capilla Europa. del Emperador. Todos los músicos de Viena le solicitaban dramas y comedias para componer óperas, pero él solo quería Y todavía el año de Don Giovanni, Martín conseguía trabajar para Salieri, Mozart y Martín, en especial para el más fama por su buen hacer y su afabilidad con L’ arbore di valenciano, a quien consideraba el Petrarca de la música. Los Diana, estrenada en el Teatro del Burg de Viena el 1 de octu- éxitos de su colaboración vienesa (Il barbero di buon cuore, bre de 1787. Una cosa rara y L´Arbore di Diana, son bien conocidos. Fueron tan grandes que le llevaron hasta San Petersburgo, Las XII Canzonette italiane, que se pueden acompa- llamado por Catalina II de Rusia. Quiso Martín llevarse a Da ñar al clave, al arpa o a la guitarra son un buen ejemplo del Ponte, pero los compromisos de este lo impidieron. A la muer- estilo melódico claro y sencillo, dulcemente expresivo, del te del emperador José II, el poeta italiano se trasladó con su maestro valenciano. Fueron editadas en Londres por la firma amante, la joven Nancy Grahl, a Londres, tras numerosas Longman an Broderip, fundada en 1767, y que publicó obras peripecias. En la capital inglesa se hizo cargo del aristocrático de Storace, Pleyel, Johan Christian Bach, Carl Stamitz y otros King’s Theater, en Haymarket, sede de la ópera italiana. a fines del siglo XVIII. Están dedicadas a las damas, en este Convocó entonces a su admirado amigo “il bravo spagnuo- caso a damas ingenuas y modosas, fieles y enamoradas. Solo lo”, que acudió desde las orillas del Neva a las del Támesis.