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ARTES GRAFICAS (5 A) GIJON U1 FORNICIÓN UKÍILIIÍNSÉ HSWIÑIHNH

ESTUDIOS DE CUENCAS CARBONÍFERAS la Inrmauiún Ilraliansa Ilsturiana

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ESTUDIOS DÉ CKIIÍNUIS UIRBONÍFÍRHS

IGNACIO PATAC

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Obra premiada por el PRIMER CONGRESO NACIONAL DE INGENIERIA, de 1919, cøn MEDALLA DE PLATA y por |a,REAL ACADEMIA DE CIENCIAS EXACTAS, FÍSI- CAS Y NATURALES, en 1923, con el premio de la raza consistente en una MEDALLA DE ORO Y DIPLOMA.

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ESTUDIOS DE CUENCAS¢CARBONlF'ERAS

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INTRODUCCIÓN

La complicada estratigrafía de la región asturiana ofrece a cada paso al curioso observador de los fenómenos naturales, multitud de problemas que resolver, anomalías geológicas difíciles de esplicar y enigmas de todo género que las imaginaciones más vivas y avezadas a descubrir los secretos de la madre naturaleza, en vano intentan des- cifrar. La hermosa región asturiana se nos presenta como un complejo estratigráfico, acaso el más intrincado de Europa, en el que han deja- do impresas sus huellas los movimientos más antiguos y los movimien- tos más modernos que ha experimentado la corteza terrestre en el lar- go proceso de su formación. Por esta causa no es de extrañar que no obstante ser la 6 Iexuom PATAU

provincia de España mejor y desde más antiguo estudiada por ingenie- ros y geólogos nacionales y extranjeros--su bibliografía geológico- minera es ya copiosa-todavía estemos muy lejos de conocerla por completo ofreciendo su atormentado relieve a los que gusten de inqui- rir sus secretos y de admirar sus bellezas, campo perenne de estudio y de experimentación. ¿ El conocimiento de la verdad solo se adquiere a fuerza de tanteos, de retrocesos, de rectificaciones. Y la verdad en Geología, lo mismo que en las demás ciencias, podríamos compararla-- si me permitís el símil-con el revelado de una placa fotográfica. Primero se presentan manchas oscuras, informes; luego estas manchas van precisando sus contornos, después se reconoce ya la imagen y por fin esta se vigori- za, se afinan los detalles y acaban por definirse claramente todas las líneas y matices. El revelado de la placa de la Geología asturiana va muy adelanta- do ya; detállase clara y distintamente en ella la mancha central, pero están todavía muy sombríos los contornos, la periferia. Hace falta agitar un poco más la cubeta, a ver si surje al fin la imagen total clara y precisa para poderla fijar definitivamente y obtener la positiva, es decir la aplicación industrial, la utilidad humana, emanada de la ver- dad científica. Durante varios años, por exigencias del servicio particular en mi- nas de hulla a que estuve dedicado, he tenido ocasión de recorrer la mayor parte de la provincia de Asturias y pude apreciar por mí mismo as anomalías que presentan muchos terrenos carboníferos y otros más modernos que no han aclarado ninguno de los notables geólogos que en diferentes ocasiones han estudiado el suelo asturiano. En el estado actual de nuestros conocimientos, solo es bien conocida la parte cen- tral de la cuenca hullera de Mieres y Langreo a causa de las labores mineras que desde hace varios años se vienen efectuando en ella y que el notable ingeniero D. Luis Adaro--tan prematuramente perdido para la Geología española--ha fijado gráficamente en planos detalla- dos que según mis noticias muy pronto han de ver la luz. Fuera de esta región central de Asturias, todo lo que sabemos es de una con- fusión abrumadora. Adaro, en su folleto titulado: ¢€m,bfa:¿amzenío de sondeos para inves- iigar fa ¡bro5a5fe profongación de [os senos Hufferos Por öajo de fos terrenos» mesozóicos» de 1914, intentó desgarrar la bruma espesísima que en- vuelve la periferia de dicha cuenca central y su fino instinto de inves- tigador abrió alguna pequeña brecha por donde pudo filtrarse un poco de luz; mas las nieblas siguieron envolviendo casi por completo el misterio que rodea al carbonifero productivo de Asturias. Los recientes sondeos efectuados por el Estado y por la iniciativa LA Formación Uaammnsm ASTURIANA 7

privada al N. de esta cuenca, el de la Parra en Villaviciosa, y los de Vega y Caldones en el concejo de Gijón, tampoco parecen arrojar mu- çha luz, a primera vista, acerca de los terrenos atravesados. No obs- tante, los considero interesantísimos y me propongo analizarlos en el decurso de este trabajo. El conocimiento que hasta hace poco tiempo poseía el que sus- cribe, del territorio asturiano, era el corriente entre todos los compa- ñeros que nos venimos dedicando a la explotación hullera en esta provincia. Pero reclamado, hace unos dos años por deberes oficiales para efectuar el estudio de algunas cuencas hulleras de Castilla la Vie- ja, y de la Cordillera Cantábrica, las nuevas observaciones efectuadas en dichas cuencas, la amplitud de datos y de hechos anotados en estos nuevos estudios, hicieron surgir en mi mente, de un modo natural y lógico, una concepciónšnueva, absolutamente original sobre. la génesis de las cuencas carboníferas de la falda sur de la Cordillera Cantábrica, que he esbozado ya en mi «estudio geofógico-industriaf de la cuenca car- öonífera de fiurgos» (I) y en los de las cuencas del Carrión “y del Pisuer- ga en la provincia de Palencia, inéditos todavía. Hasta ahora nadie ha hecho aprecio en España--al menos que yo sepa--de esta humilde apreciación mía acerca de la formación de las cuencas hulleras castellanas y leonesas y según mis informes, per- sonas prestigiosas a quienes tenemos todos por muy conocedoras de dichas cuencas, no comparten conmigo la opinión emitida en uno de mis trabajos acerca de la muy probable continuidad de ciertos man- chones hulleros del centro de Castilla por debajo de las areniscas y margas triásicas y de otros terrenos más modernos. Ello nada tiene de extraño en esta indolente tierra española tan tardía en la germinación de toda clase de semillas espirituales. Así andamos de medrados y así anda de boyante la pobre Economía Nacional tan traída y llevada, en estos tiempos, por periódicos y Revistas. ' Pero a pesar de la frialdad y del desdén con que suelen ser aco- gidas en España las ideas más o menos fecundas, las iniciativas mejor o peor encaminadas, los frutos de la investigación personal producen deleite tan puro al espiritu y avivan de tal suerte en nosotros el deseo natural de ensanchar nuestros conocimientos, que esta energía interior, sin cesar renovada por las nuevas conquistas, es el único manantial no contaminado en el que podemos beber con mayor confianza cuando nos abrasan a un tiempo mismo la fiebre y la duda, esas terribles e im- placables enemigas del obrero intelectual. I Perdonadme esta pequeña digresión en gracia al interés que ten- go en esplicaros la forma en que he sido conducido a extender el estu- dio de las cuencas hulleras castellanas a las de la región asturiana, so-

<-__., _- (1) «Boletin Oficial de Minas y Metalurgia» números 15 y 16 de Agosto y Septiembre de 1918. 8 Ieiucio Pyme r ' r' , J;_' " ip ,:r 'y_ V E' r~_ '--- -~~ † _- .~ ~- - ~' V --A-J -Í.-_--_.-.__ bre todo a aquellas poco conocidas y que aisladas de la cuenca cen- tral han sido objeto de tantos y contradictorios informes. Comprobada--a mi juicio-por mis obseggaciones personales, la existencia en *el interior de España de una forffilación hullera marina de gran extensión, completamente distinta de la formación westfalien- se asturiana, es decir, de la formación uraliense, según la clasificación adoptada por los geólogos Lapparent y Munier-Chalmas, fuí natural- mente conducido a proseguir su recorrido por la falda sur de la Cordi- llera Cantábrica en las provincias de Palencia y de León. Mi objeto era estudiar los indudables desbordamientos de esta ,formación por encima de dicha Cordillera en las depresiones asturiana y montañesa, y después de varias expediciones oficiales que por razón de mi cargo tuve necesidad de hacer y que aproveché al propio tiempo para este fin y de otras particulares, pude darme cuenta de la forma, modo y lugares en que tuvieron lugar estos desbordamientos. « Comprobado este primer extremo con detalles curiosísimos que me fueron muy útiles para emprender las nuevas investigaciones en tierra asturiana, algunos de los enigmas que presenta esta región em- pezaron a clarearse; desconcertantes anomalías, tormento del geólogo, trocáronse en fenómenos de fácil esplicación, y por todas partes a donde desde entonces dirigí mis pasos, una senda de luz alumbraba mi camino mostrándome las huellas, claras y distintas--a mi modo de ver--de la formación uraliense asturiana. Aplazada la fecha del Congreso de Ingeniería, pensé aprovechar el veranopara hacer nuevas expediciones y con los datos que pudiera recoger en ellas, escribir unas líneas-un poco a la ligera, claro está- acerca de este sugestivo asunto que une al interés científico el muy importante de orientar a los prospectores de minas de hulla de Astu- rias en los nuevos reconocimientos que se decidan a emprender. De consiguiente, el trabajo que tengo el honor de ofrecer a la ilustrada atención del Congreso puede considerarse como una impro- visación que más adelante tengo por seguro que habrá que rectificar en algunos de sus detalles y ampliar en muchos, con nuevas observa- ciones. La interpretación de los hechos y fenómenos estudiados es muy probable que no sea compartida, de primera intención, por mis com- pañeros. Yo también he tenido muchos días de duda y de zozobra. Pe- ro la realidad de la concepción se ha apoderado al fin de mi espíritu y con ella se halla el ánimo dispuesto a proseguir el estudio de más am- plios temas. Esta primera labor será como de roturación. La tierra en su pure- za original ofrecerá una pequeña resistencia al desarrollo de la nueva semilla, algo así como la inercia de la germinación primera, pero tengo LA Fomisción Unsrnnnsm Asrifnilmx _ SI la esperanza de que acabará por prestarle el calor, el abrigo y la ener- gía creadora necesarios a su desarrollo. Y si al fin las vírgenes sendas nos conducen al descubrimiento de nuevos yacimientos carboníferos que contribuyan al progreso y al bienestar de esta querida región en que hemos nacido, daremos por bien empleados todos los afanes, todas las fatigas, las inquietudes y amarguras que acompañan siempre al investigador pues todo ello que- dará bien pagado con la íntima satisfacción de haber contribuido al fomento de la riqueza patria. Y A .

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Desbordamíenƒos de la formación uraliense sobre la Cordíllera Cantábríca.

Los primeros movimientos hercinianos, al final del westfaliense, modelaron vigorosamente el relieve de la Cordillera Cantábrica y dejaron aisladas, por esta barrera montañosa, las depresiones asturia- na y santanderina (principalmente la primera) del resto del conti- nente. Desde la región de Cervera de Río Pisuerga (Palencia), que quedó convertida después de estos movimientos, y a la invasión del mar uraliense, en una gran ensenada paleogeográfica, las aguas de este mar interior fueron detenidas por esta barrera cantá- brica y se extendieron, de una parte, hacia el Geste, por la falda sur de esta Cordillera, hasta llegar al macizo galaico-lusitano, y extendién- dose, de otra, hacia el NE. y E., es decir, hacia regiones que no inte- resan por el momento a nuestro estudio. Desde Cervera un brazo de este mar se dirigía hacia el N. e invadía la región de Liébana, los Picos de Europa y toda la región oriental asturiana. En Valderrueda, al pié de l-'eña Corada, otro brazo de mar, de dirección NO. primero, y luego O., penetró en el macizo de la Cordi- llera, al N. de la gran faja de cuarcitas y pizarras silurianas que arran-

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cando del Cordal de la Serrantina, en Asturias, viene a morir hacia Argovejo, en la provincia de León (unos 60 kilómetros de recorrido). Este brazo de mar, de notable longitud y regularidad en su dirección, pasaba por Las Salas, Valbuena, Viego, Reyero, Pallide, Orones, Ar- mada, Utrero, Rucayo, Arintero, Llamazares, Genicera, Carmenes, Villamanín, Ventosilla, San Emiliano, Candemuela, Torrebario, Ge- nestosa, pueblos todos de la provincia de León, y desde aquí, por Puerto Ventana, penetró en Asturias en la región de , desbor- dándose también un poco en el concejo de Quirós, como más adelan- te hemos de ver. - Otro desbordamiento, aunque de pequeña importancia, debió derivarse de este brazo secundario hacia Redipollos (León), entrando en Asturias por el Puerto de San Isidro, formando el carbonífero de Caso y el de la Marea. Por último, otro brazo de mar, el más occidental de todos, pene- tró en Asturias por la región de Villablino, y bajando por Cangas de Tineo y Tineo, probablemente fueron a unirse sus aguas con las de la región oriental de la provincia, quedando de esta suerte formando un islote la cuenca central westfaliense, la cual por no haber hecho presa aún en ella las fuerzas erosivas, ofrecería, de consiguiente, un relieve muy superior al que actualmente presenta. Estos brazos de mar, aunque extensos, no eran profundos, en general, y por eso los depósitos que en ellos se efectuaron, al sobrevenìr el proceso sedimentario, no alcanzaron grandes espe- sores. ` e Según mis observaciones, el principio del período uraliense ini- ciase en España, después del primer volcanismo herciniano, por un descenso brusco de temperatura que provoca grandes precipitaciones atmosféricas; un enérgico ciclo de erosión comienza; las cumbres primarias son arrasadas por las aguas y nieves y empiezan a efec- tuarse los primeros depósitos uralienses; éstos se hallan constituidos por poderosos bancos de pudingas de cantos rodados silíceos, en ge- neral, cimentados por una arenisca de grano muy fino, algo ferrugi- nosa. La extensión y el espesor de estos depósitos son de tal impor- tancia, que constituyen un horizonte estratigráfico inconfundible que me ha servido de gran utilidad. A este banco de pudinga de la base, sucedieron los depósitos más tranquilos ya dentro de una temperatura mucho más elevada, de pizarras y areniscas, entre las cuales se inter- calaron las capas de hulla, que ofrecen, en general, una estructura en rosario, con grandes espesores en muchos sitios, como la capa «Pas- tora››, de Santa Lucía, que alcanzó una potencia de 20 metros. Los carbones uralienses, son generalmente secos, antracitosos' algunos son antracitas excelentes, sin que deje de haberlos tambiénI LA FORMACIÓN URALIENSE ASTURIANA 11 grasos y semigrasos que producen buen coque, como los de Sa- bero (León), y Celada de Roblecedo (Palencia). ., Alfinal dela formación, otro descenso brusco de temperatura inicia un nuevo ciclo erosivo; fórmanse nuevos depósitos detríticos, y un banco de pudinga silícea de gran potencia, análogo al de la base, pone fin al período. Otros banquitos pudinguíferos, de menor potencia, se intercalan también en la formación. _ Surge luego otro ciclo volcánico violentísimo, y los depósitos uralienses pliéganse en Asturias y en Cantabria, dando lugar a nuevos relieves montañosos, de tanta importancia algunos de ellos como los famosos Picos de Europa. La continuidad de las hiladas hulleras superiores, se rompe en muchos sitios a consecuencia de este segundo plegamiento herciniano, de cuya existencia dan fé los atormentados estratos uralienses inme- diatamente recubiertos, en muchos sitios de Asturias y de Cantabria, por el frias o por el cretáceo, casi horizontales. p Las hiladas inferiores son generalmente pobres en hulla, y en al- gunos lugares son completamente estériles; las hiladas medias y las superiores, suelen tener de diez a doce _capas, de buenos espesores algunas de ellas; el espesor máximo de la formación en los lugares en que se la puede observar de la Cordillera Cantábrica, no pasa de mil metros. __ Para el mejor orden de este trabajo, estudiaremos a grandes ras- gos, primero, el desbordamiento oriental; después, los occidentales, y, por último, la probable reunión de estos, desbordamientos en la región comprendida entre la cuenca central westfaliense y la costa actual. Después expondremos las conclusiones prácticas que se dedu- cen de este estudio. c:API†uI_o II.

Desbordamiento oriental Pernía.--Camasobres.-Peña Labra.-Potes

Los depósitos del brazo de mar uraliense que desde Cervera de Rio Pisuerga se dirigía hacia el N., constituyen hoy la llamada «cuenca de la _@ernz'a» de la provincia de Palencia, muy dislocada por los mo- vimientos hercinianos y alpinos. El espesor de estos terrenos se va adelgazando a medida que se remonta el curso del Pisuerga. Un poco al N. de Cervera derívase de este brazo de mar otro de dirección O. 12 I<«;I~:AcIo PATMI que se interna en el eje de la Cordillera, y en el cual se depositaron las primeras hiladas del uraliense, el gran banco de pudinga silícea y caliza de la base, que va desde Cervera hasta Curavacas en unión de un pequeño espesor de pizarras estériles y de otro banco de pudin- ga silícea de menor potencia que intesta con el islote devoniano Cer- vera-Vesande. El enérgico dinamismo experimentado en este trozo de la Cordi- llera Cantábrica, en distintos periodos geológicos, se pone bien de manifiesto en este pintoresco recorrido aguas arriba del Pisuerga. En- tre Camasobres y el Puerto de Piedras Luengas, los movimientos geo- tectónicos ofrecen perspectivas bellísimas principalmente los agudos pliegues de la caliza dinantiense. Antes de penetrar la carretera en la hoz de Camasobres, se observa el contacto del banco de pudinga de la base del uraliense conla caliza carbonifera. En este lugar hemos ob- tenido dos fotografías en las que se distinguen perfectamente estas dos clases de rocas; las consideramos de bastante interés pues más ade- lante hemos de compararlas con otras análogas obtenidas en Asturias, precisamente en la región que presenta más dificultades para su estudio. Atravesada la hoz 0 cañón de Camasobres, estrecha cortadura en la caliza carbonifera, análoga a las de Teverga y otros puntos de Asturias y Leon, se llega pronto al Puerto de Piedras Luengas que se encuentra en la divisoria de aguas de las provincias de Palencia y San- tander. En frente del pueblecito de este nombre yérguese Peña Labra (2.002 metros sobre el nivel del mar), imponente mole de compleja estructura, cuyo estudio está por hacer y el cual debe ofrecer un gran interés pues esta montaña es el límite más oriental de la Cordillera Cantábrica y el más septentrional del Sistema orográfico ibérico, cons- tituyendo un verdadero nudo tectónico. En nuestro rápido recorrido solo hemos podido apreciar que la vertiente Sur está constituida por la caliza dinantiense y pizarras hulleras; que la cumbre corónala la pu- dinga uraliense de la base (un gran trozo de esta pudinga desprendido de lo alto, cayó cerca de la Venta del Collado de Piedras Luengas) y que en sus vertientes N. y E. aparecen las pizarras hulleras del ura- liense estéril y los conglomerados y areniscas de la base del trias, res- pectivamente. Al llegar al punto más alto de la carretera del Puerto de Piedras Luengas (1300 m.) un magnífico panorama se presenta, de pronto, a nuestra vista. Hemos llegado al borde, por este lado, de la región ta- bular castellana, y nos asomamos, como por un balcón, alos risueños, hondos y fértiles valles de Liébana, circundados en el lejano horizonte por las crestas nevadas de los gigantes Picos de Europa, envueltos -en la bruma blanquecina de la mañana. Todo este país de Liébana es como una cubeta completamente rodeada de masas de caliza dinan-

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LA Fommclón Unnmmnsm ASTURIANA 13 tiense; los estratos pizarreños estériles, del infrauraliense, presentan múltiples y complicados pliegues entre los cuales se observa un poten- te banco de pudinga que se retuerce en variadas contorsiones en toda la amplitud de la hondonada. Al llegar a Potes (360 m.) es decir, al fondo de la depresión le- baniega, se siente la impresión de haber caído en un inmenso pozo blanco del cual no es posible salir sin escalar los altos picachos que por todas partes nos rodean. Afortunadamente el Deba, al abrirse ca- mino por las hoces o gargantas de la Ventosa y de la Hermida nos proporciona una angosta y cómoda salida (aunque no exenta de peli- gros por las piedras que se desprenden de lo alto) a los hermosos va- lles de Panes y de Abándames. Forman la cubeta de Liébana el nudo de la Cordillera Cantá- brica constituido, de E. a S., por la Peña de la Ventosa, Canal de Francos, puerto de'Arcedón, Tarney, Tundes, Peña Sagra (1.91 5 m.), Peña Labra, Puerto de Piedras Luengas (1.539 m.), Puerto de Sierras Albas (1.306 m.), Peña de Cárdenas (1.986 m.), Puertos de Aruz y Pineda (1.7 38 m.), Peña Prieta (2.539 m.), Puerto de San Glorio (1.611 m.), Coriscao (2.240 m'.), Puerto de Cubo, Collado de Remoña (2.030 m.), y cierran el círculo, de un diámetro de 30 kilómetros, en cuyo centro se halla Potes, los Picos de Europa, con sus altas _cum- bres de Torre de Cerredo (2.644 m.), Torre de Llambrion (2.639 m.), Peña Vieja (2.61 5 m.), Pico del Evangelista (2.441 m.), Peña Cortés (2.373 m.), Tabla de Lechugales (2.445), Pico Hierro (2.445 m.), Silla Caballo (2.418 m.), San Carlos, Samelar, Puerto de Pelea, Cueto de Agero yjorobada de Agero. Una vez en Potes y a fin de darnos cuenta de la especial estruc- tura de esa enorme masa atormentada de caliza carbonífera que se -llama Picos de Europa, acerca de cuya formación se han emitido tan encontrados juicios, nos decidimos a efectuar una visita detenida a Lebeña, pueblo situado a ocho kilómetros al N. E. de Potes, a la en- trada de la célebre garganta de la Hermida. Excitaba nuestra curiosi- dad el reconocimiento de las supuestas margas cretáceas señaladas en este pueblo por los geólogos franceses M. León Bertrand y Luis Men- gaud (1), en las cuales se apoyan estos señores en unión del notable profesor de la Escuela de Minas de París, D. Pedro Termier, para de- ducir la existencia, en esta parte de la Cordillera Cantábrica de un fenomenal arrastre en masa, de N. a S. en el perfil Potes-Cervera, de unos 40 kilómetros, por lo menos. Pero esta visita a Lebeña merece párrafo aparte.

(1) Comptes frendus, t. 155-1912, p. 737, y Bull. Soc. Géol de France› 4' série t. 12-p. 504 14 Imucio Pyme .

Lebeña y los Picos de Europa. ,

El pueblecito de Lebeña se encuentra situado en un ensanche que presenta la Peña de la Ventosa, entre ésta y el Pico Agero. Las casas están edificadas sobre los estratos de pizarra infrauralienses, con su banco de pudinga silícea, con una inclinación de unos 45° a 50° N. Al N. de este pueblo, entre los picos Agero y Ventosa, de caliza carbo- nifera, se alza una colina redondeada, llamada «Las Coronas», formada de estratos sensiblemente horizontales de areniscas un poco ferru- ginosas y conglomerados del trias, exactamente iguales a los de Peña Labra y Sierra de Redondo, de la provincia de Palencia. En la fotografía que hemos obtenido, se distinguen perfectamente las tres clases de roca de las distintas formaciones, viéndose claramente al trias reposar tranquilo sobre la caliza carbonifera, cuyo hecho demuestra -a nuestro juicio--que el plegamiento de esta caliza y del terreno» hullero se efectuó con anterioridad a dichos depósitos triásicos. Las supuestas margas cretáceas citadas por los Sres. Bertrand y Mengaud, no las hemos visto por ninguna parte, ni existe por lo tanto el menor indicio de esa hipotética ventana cretácea con la cual aquellos distinguidos geólogos, ayudados por el ilustre Termier, han construído ese bello edificio formado con los sillares de los Picos de Europa, edifi- cio que arrastraron después en masa, unos 4o kilómetros, contra la re- gión tabular de Castilla. No solamente en «Las Coronas» se observa al trias reposar casi horizontal sobre los pliegues de la caliza carbonifera, sinó que en la misma carretera de Potes a Unquera, en los alrededores del balneario de la Hermida, pueden verse las hiladas triásicas cabalgando, en aná- loga disposición, sobre los picos calizos, como lo demuestran las dos fotografías que hemos obtenido. Estos hechos estratigráficos observados en Lebeña y en La Her- mida, que no hemos visto citados, los consideramos de capital im- portancia para el estudio de toda esta región montañosa, tan contro- vertida por cuantos ingenieros y geólogos la han visitado. En estos últimos tiempos, desde que el gran orogenista Marcelo Bertrand inició con sus magníficos estudios sobre la formación de las montañas la teoría de los grandes arrastres en masa, los mejores geólo- gos franceses la han acogido con tal cariño y entusiasmo, que aún en los lugares más insospechados, pretenden reconocer la existencia de uappes o mantos de recubrimiento. Sin pretender negar la fidelidad y buena fé de estas observaciones, creemos que se han exagerado un poco las fecundas visiones de esta hipótesis, y al menos por lo que respecta a este trozo de la Cordillera Cantábrica detenidamente reco-

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Corte de los Picos de Europa en Andara Corte desde la Liébana hasta el màr . , I ndar-¿L 'ar .` . " I' ` A \\` I _ Galiza carbonífera compacta. 'Z ~ ,,,,,, -. _ 3. a. Pizarras y cuarcitas _ 1 \ n I o01 a___. Galiza margosa con erinoides. corala- \ I n-- 4 dl ¿o * al \\\*~._ b. Galiza de montaña. _"` 4/ I' Ñ" rios y otros fósiles. 0. Garbonifero inferior. _ bo Galiza con Productus. ._ ___'/,le-_/ í iz .- í-i .ii___.”I i \\\§5±_ Ãdecìgò G. Garbonifero superior. (1. Galizas con crinoides. 'o¬'-2-_ Q-1 1, Líéb ' 1 .__ì_ _..- _ _ (¦ ia.. o - $1» -nálilflllfl: .___ .___ Pizarras con nódulos y pizarras muy T. Margas y areniscas triasicas ¿`“=9f-"" _ ___ Cn ..í_._-.._í__ .__...í ram g. Faja. de marmol amigdaloideo,  _¢_-í _, oarbonosas. .ï__._._ ø _ -_ 4 _ 1 _íi_ ø @ d' r. Galizas cretâceas. _ í-í. ; † Galiza conglomerada con cantos fe-_ , _ ~ gi-Y 1" \\\\\|\\"`i'i\"|I\\\=\\\\\_; 4*"¿ &/,gb rrugmosos y elementos rodados. n. Galiza numulitica. Í I s-'ff' ,oa 0Il'¢.._ _ "ita-.-T,Í - f _*.7 G - \ 'f›Í-`\ `*-¡-H`'/1. A S-S¡-S, Cuareita silnriana. * f ~ É 9'» "Il¡\\°. al D» / // //` / \ \ \ \ \

Úorfe esquema' ¿feo de fos Picos de Europa en Ãnddre, Por San c/1 ez Lozano.

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nocido por nosotros, no hemos podido ver confirmadas las interesantes apreciaciones expuestas por Termier ante la Academia de Ciencias de París en la sesión de 31 de Mayo de 1918, en su trabajo Contriônción af conocimiento de fa tectónica de .¿isiz1rias. Ébfiegues íiercinianos _z¡ pliegues fiirináicos. ¿rrasíres aniiesiefanienses y arrastres posfnummufiíicos El error fundamental de Termier, de considerar a Asturias como un pro- bable cpaís de capas», consiste en las observaciones, demasiado rápi- das, sin duda, que ha hecho en la banda cretácea de la Robla, La Vecilla y Cervera, en las provincias de León y Palencia. Crée Ter- mier que el cretáceo de Cervera, violentamente plegado, por su buza- miento al N., ôuga o se /iunde åajo efpaís pafeozåico. La «ventana›› cretá- -cea de Lebeña, correspondería a este mismo cretáceo y todo el país paleozóico en masa estaría empujado de N. a S. sobre la faja cretácea del Pisuerga. Pero ya hemos visto que en Lebeña no existen tales mar- gas cretáceas, y por otra parte el buzamiento que presenta al N. la faja cretácea desde Cervera a Guardo está fuera de toda duda de que corres- ponde a un pliegue cobijado producido por el dinamismo pirináico en aquella parte de la Cordillera. Sondeos, no muy antiguos, han demos- 'rrado que las hiladas cretáceas buzan ligeramente al S. en las cer- canías de Cervera. _ De consiguiente, descartada la hipótesis de que los grandes maci- zos de esta región de los Picos hayan sido desplazados en masa de su primitivo asiento, Lebeña parece ser el testigo más elocuente de la existencia de un segundo plegamiento herciniano del final del uraliense o del permiano que ha afectado también, seguramente, a toda la re- gión oriental de Asturias, (formándose las intrincadas sierras de caliza carbonífera y de cuarcita siluriana que presenta esta zona), y a la occi- dental de Santander. Todos los pliegues de dicha región, desde Peña Mayor y Peña Mea hasta el límite E. de la provincia, son probable- mente permianos y aún la Cordillera de Cuera, que por su orientación parece francamente pirináica. El foco de este intenso dinamismo herciniano, debió ser la región hoy ocupada por los Picos, que al elevarse en tan formidable masa pro- dujo el hundimiento de Liébana, cuyos plásticos estratos se plegaron en multitud de caprichosas formas al adaptarse a una capacidad mu- cho menor de la que antes ocuparan. Este modo de ver, explica clara- mente el por que el macizo de los Picos forma un todo aparte, es decir, ,guarda una cierta independencia con la Cordillera-Cantábrica. Los depósitos uralienses, de pequeño espesor en toda esta zona, es decir, de carácter nerítico, -viéronse rotos, deshechos, y elevados sus trozos hasta lo más alto de las crestas de los Picos y de las nuevas sierras formadas, bien pronto la denudación ejercida por aguas y nie-

(I) Revista Ind-ustirial-Minera Asturiana núm. 89-16 Enero 1919. 16 leiulcio PATAn ves daría buena cuenta de ellos. Unicamente han podido salvarse de las fuerzas erosivas pequeñas cubetas encerradas en los pliegues de la caliza. El interesante corte geológico del Sr. Sánchez Lozano, de los Picos de Europa en Andara, revela claramente lo que decimos, y pone de manifiesto que el carbonífero de los Picos está formado por un banco de conglomerado calizo en su base, al que se superpone otros banco de caliza margosa con fósiles marinos, y después siguen las ca- pas de pizarrilliis muy carbonosas. Adaro- ha hecho también un magnífico corte geológico desde La Liébana al mar, pero considera--a nuestro juicio, erróneamente,-- como del carbonífero interior, las cubetas de Liébana y Abánda- mes. Región oriental de Asturias.

El corte geológico hecho por Schulz de la costa de Nueva a Peñasanta, es decir, a la región de los Picos, ligeramente retocado, testimonia los plegamientos sufridos por la región oriental asturiana, y pone de manifiesto el aparente anticlinal de Onís, con su capa de pu- dinga caliza en la base, contemporánea, sin duda, de las pudingas de Liébana y de la Pernía. (I) En este interesante corte, de unos 35 kilómetros de longitud, parece observarse la influencia de dos empujes orogénicos de direc- ción opuesta, uno procedente de la región de los Picos, el más intenso, seguramente, y otro del N., que al provocar el levantamiento de la Sierra de Cuera y producirse el pliegue inverso de la Sierra de Hibeo, apretaron el primitivo sinclinal, cuyo eje pasára por-Covaliera, cerran- do sobre sí los estratos carboníferos hasta darles el aspecto anticlinal que hoy ofrecen, análogamente al pliegue cerrado de las calizas jurá- sicas de Chamonix, producido por el hermoso pliegue en abanico del Mont Blanc. (2) En cambio los estratos de la caliza de la costa, en Cuevas, aleja- dos de estos movimientos, aparecen en posición casi horizontal. El mismo geólogo que acabamos de citar, hace una descripción muy somera de este terreno «subcarbonífero del Este», como él le llamaba, señalando las tres clases de rocas dominantes en tan extensa zona, a saber: cuarcitas y areniscas, caliza carbonera y pizarrilla o ca-

íí.__._i (1) Ver nuestro trabajo oficial ¢E:åudio geológíc0¿a`ndust'rial de la cuenca hullera. del río l-'isfuea-ga, o de la Pernía, enla provincia. de Palencia» 1919. (2) He aqui lo que dice Schulz acerca de este pliegue: «Hemos llamado la atención sobre la doble inclinación que presenta esta faja de pizarrilla al S. de Onis, aparentando estar por debajo de la caliza que la_acor_npaña por el N. y debajo dela arenisca y caliza que la acompaña por el 8.; mas al E. la doble inclinación desaparece, y la pizarrilla, Con inclinación al N. está paralelamente ent-lavada entre la caliza de su pendiente y otra idéntica de su _vacente.› I. ObgflmLUÑWHÑ mu=QmCLQ___U

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yuela con algunas capas de carbón, pero no deslindó--y ello nada tie- ne de extraño- los terrenos a que pertenecen: las consideró todas como de la época del carbón de piedra, juzgando por los fósiles en- contrados en la caliza y en la cayuela. Más tarde se ha visto que las cuarcitas y areniscas pertenecen al Siluriano, formando fajas alargadas de dirección E. a O. por lo general, sobre todo en la parte más orien- tal de la provincia. No deja de ser interesante la circunstancia de que el substratum de la caliza dinantiense sea en toda esta región el silu- riano y no el devoniano, lo que parece probar que en este último pe- ríodo toda esta región del E. estaba emergida, hallándose ya formada la cubeta central en la que, en los siguientes períodos, habían de se- dimentarse los estratos del dinantiense y del westfaliense con una importante regresión de estos últimos, principalmente hacia occi- dente. Es curiosa la lista de los fósiles marinos recogidos por Schulz en la faja de pizarras hulleras de Covalierda, al S. de Onís, y que son los siguientes: grandes Såentalìtes rectos, profundamente estriados; af- ganos fipiriƒer y algún Íøwuröo, y un poco más al S. O., en Melendreras, en una caliza margosa inmediata a un banco de udinga (véase el corte), el sjririfer crassus, Kon. 5p. åisufcaius, SOW. šp. corlvofuíus, Phill, yroducfns- fongispinus, algunas (6-ereöráiufas, la šbliillipsia seminifera, Cyailioli/iyffum, .¿gm¡b[exus, y otros. Los escasos conocimientos que se poséen actualmente de la fauna carbonifera, no permiten emplearla todavía, con garantías de acierto, en la clasificación de los distintos tramos hulleros . Los trabajos del Dr. Wheelton Hind y M. Edward Hull en In- glaterra; de Geinitz, Römer, Ludwig, etc., en Alemania; L. G. de Koninck, Cornet y Briart, Renier Malherbe y de M. X. Stainer, en Bélgica, (principalmente este último, que ha hecho notables estudios en las cuencas de Lieja y de Charleroi, estableciendo el paralelismo entre estas cuencas y las inglesas), no son todavía lo suficientemente extensos y precisos para fundar en ellos una clasificación sistemática como la establecida por Grand'Eury, basándose en los caracteres de la flora hullera. _ En Asturias podrían hacerse seguramente muy interesantes es- tudios acerca de la fauna carbonifera, puesto que poseemos toda la serie estratigráfica hullera, desde el mármoí grioio hasta las hiladas G. de Hull fifpper Goaf Úåïeasures/, y quizá también hasta las de ¢Lebach››, del autuniense, como luego hemos de ver. A causa de la profusa diversidad de formas existentes en las fa- cies marinas de los tramos hulleros, la fauna citada por Schulz no po- dría decirse con certeza si es dinantiense o uraliense; posteriores estudios aclararán, sin duda, este importantísimo extremo. Para com-

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18 Ioiuoro Psfrac

prender las dificultades que ofrecen estos problemas, baste saber que al estudiar M. Kidston las hulleras de Hamstead (cerca de Birmin han, en In laterra), demostró que aquellas hiladas pertenecían al 'šlpper Coal' šfleasures, o hullero superior, y que sus bancos contienen fósiles marinos idénticos a los del dinantiense. (1) Barrois, como Schulz, considera el carbonífero de toda esta re- gión oriental de Asturias como perteneciente a la cñifada de .Bena››, o sea al carbonífero inferior, pero la magnífica colección de fósiles recogi- dos aquí por tan eminente geólogo, contienen algunas especies cuya significación en la «hilada de Lena» es harto problemática. Barrois cita varias localidades del E . de Asturias, principalmente en (los alrededoresde Onís, donde ha recogido fósiles marinos, tales con1'oSebarga, Pría, Qntoria, Puente Demues (al S. de Bobia), Gamo- nedo, (al NE. de Pría), Espiella (al E. de Ontoria), etc., y muchos de ellos son probablemente uralienses. Las dudas de Barrois acerca de la existencia de la Éusulìna eglïn- .dr-ica Fischer, en el carbonífero inferior de Asturias (pues dicho geólo- go demostró que la fusulina más comun en la caliza carboníiera de esta región es la splioeroidea V. Moeller, y no la cglíndrica, como creía de Ver- neuil), fundábase en que una de las especies de fusulina de la colec- ción de Verneuil se aproximaba má_s a las formas de la g. cyl`z'ndrica y de la Í Éocfii, del carbonífero s/uperior de Rusia; no obstante, Barrois dá como cierta la existencia de la É. cyfíndrica Fisch, en el carbonífero inferior de Asturias; ¿Pero no podría ser esta una especie del uraliense asturiano? El género Qentalìna, también ofrece grandes dudas, pues el mayor desarrollo de este foraminífero, comienza a fines de los tiempos palco- zóicos. El ejemplar encontrado por Barrois, en- Ontoria, se parece mucho a la Qentalìna communis, del permiano inglés,y los grandes Qenta- [ìtes rectos, muy estriados, citados por Schulz, en Covalierda, probable- mente son formas uralienses. En el género äexacoralla, el Éistulíjbora minor, Mac Coy, encon- trado por Barrois en Ontoria y Espiella, solo se ha señalado en el car- bonífero superior de Inglaterra, en el Derbyshire. _ Entre los crinoides, el Éuryocrinus concavus, Phillips, de Espiella, es idéntico al de Inglaterra (Yorkshire). Entre los .l§ameli6ranqz1ios,` la .Gima fiuitrago, de Sebarga, es muy parecida a la .Qima permiano, de King, y la ¿_/gvíezzfa fialfevelia ceraio- pliaga, de Villayana, tiene todos los caracteres exteriores de la misma especie permiana.

(1) Cf. R. Kidston.-On the various divisíons, etc. Op. cip. 186. Véase también el hermoso trabajo de R. Cambie: «Decouverte dans le terrain houiller superieur de Oharlefroz' d' em no-iwal horíson ƒouilífàrc ma^rin› (el mas elevado). Bull. Soc. Belgue Geol. T. XX.--19%. C _n M _m d RW d C d C___8O 8S H d O SOb r8 M r m PO H C km B 3rrO __” Q e QeO 9 O 9 ___ SS a 8m pO G p 3 9___ í.

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V LA FORMACIÓN UR.ALini~isn ASTURIANA 19

Mallada ha encontrado en distintos puntos de Asturias el Gonocar- diam Gurálicarn, Vern. y en San ,Felices (Palencia) el Conocardium Cor- iazari, Mallada, especie que no dudamos en atribuir al uraliense espa- ñol y .que Barrois ha encontrado también en las pizarras negras de Pría, al O. de Nueva (Llanes). Tambien el ¿gstarie suúovalìs, Mall. casi igual al que encontró Ma- llada en la misma localidad de la Cordillera Cantábrica, se encuentra en Sebarga, Villayana, y Pría y guarda grandes analogías con el ás- íarte Uaílisneria, King. del permiano inglés. Barrois al describir el ¿istarte flfizac-çfiersoni, de Onis, dice que esta especie no se parece a `ninguna de las que le son conocidas y crée indudable la existencia del género Astarte en la caliza carbonífera española, contrariamente a .la opinión de King que le considera aparecido en el permiano. El error de Barrois de considerar este carbonífero del oriente de Asturias como de la hila- da de Lena ¿no podría ser la causa de esta nueva confusión con el gé- nero Astarte, y que este género, aproximándonos más al criterio de King, haya aparecido en el uraliense?. Barrois ha encontrado en la mancha carbonífera de Covalierda, en Puente Demues, varias especies de Lamelibranquios indetermina- bles y fragmentos de rayos espinosos de peces placoides, así como en Ontoria, en un banco de arenisca con restos de Calamites. El corte geológico de Ribadesella a Campo de Caso; pasando so- bre el río Ponga, descrito por Schulz, y reproducido por Barrois es muy instructivo. Obsérvanse en él perfectamente los plegamientos de la caliza carbonífera y de la estrecha faja del marmol grioto, infraya- cente; asomando también en algunos sitios, (Margolles, Cuenco, Tor- nin, Vega y Puente de Grases) se ven bancos de arenisca y cuarcíta que han sido considerados por Barrois (aunque reconociendo su seme- janza litológica con la arenisca de Äcolitlïes) como del devoniano su- perior pero Adaro ha demostrado que pertenecen al siluriano. Entre estos pliegues, han quedado encerrados, en varios sitios, los estratos hulleros infrauralienses, entre los cuales el más interesante es el sincli- nal de Sebarga. Este pliegue está constituido, lo mismo que eltde Co- valierda, por un banco de pudinga caliza, de cimento silíceo, grisáceo, en la base; de un banco de caliza gris clara muy fosilífera, y por pi- zarras. La parte inferior del banco de caliza, es margosa, de estructura pizarreña, y contiene numerosos fósiles vegetales, muy destrozados, asociados a conchas marinas. Barrois cita una larga lista dedfósìles re- cogidos en esta caliza uraliense de Sebarga, cuyo más deteni o estudio será muy interesante en su día. También deben ser mencionados los cortes del río Bedon y el de la montaña de Covadonga, del mismo autor. El carbonífero de este último corte tiene la misma disposición que los de Covalierda, y Se- 20 Ioiucio Puno barga. En Gamonedo se vé el mismo banco de pizarra calcífera con los mismos fósiles marinos (fiellerofons _i¡ Grtfiisj asociados a Calamites y otros restos vegetales. En 1 dicho punto, junto a la iglesia de Bobia, en- contró Barrois @roductus Gora cuyo desarrollo comienza en el Westfa- liense y forma potentes hiladas en el uraliense medio de Rusia; este braquiópodo abunda en el carbonífero la Cordillera Cantábrica. Próximo a dicho banco de pizarra calcífera, al N. de Bobia, se vé el banco de conglomerado calizo con cimento silíceo, de la base, muy descompuesto. El carbonífero de Cabrales (Arenas, Inguanzo,) es idéntico a los anteriores y presenta los mismos fósiles. La notable faja de caliza margosa fosilífera que se superpone en esta formación al conglomerado de la base puede seguirse desde De- mues en un recorrido de unos 1 5 kilómetros, por Bal de la Barra, has- ta Póo y Arenas de Cabrales. En cuanto a la flora fósil de esta región oriental no han sido en- contradas, hasta ahora, especies características; abunda el Calamites Suckowi, Brong que apareció en el infra-westfaliense, y que ha vivido en todos los terrenos carboníferos de España y entre los fósiles vege- tales recogidos por Barrois y estudiados por M. R. Zeiller, figura un ramo de Cordaites, procedente de Onis, género que tanto abunda en el hullero superior. Cuando se emprenda el estudio detenido y comple- to de la flora hullera asturiana, que está por hacer, pero para el cual existen abundantes materiales y una orientación más clara para buscar los yacimientos fosilíferos, esta región oriental ofrece un fértil campo de estudio, no explorado todavía. (I) En resumen, desde Cervera del Rio Pisuerga hasta la costa can- tábrica, pasando por el Condado de la Pernía, y por la región hoy ocu- pada por los Picos de Europa, los depósitos del mar uraliense presen- tan idénticos caracteres estratigráficos cy iaúnicos. Estos depósitos, de caracter nerítico, comenzaron dentro de un ciclo de. erosión muy enér- gico, que precipitó en el fondo de este mar los elementos detríticos, calizos o silíceos segun fueran las rocas que constituían las vertien- tes, formándose, de este modo, el banco de pudinga silícea o caliza, con cimento de arenisca, de la base. Sucedió a este periodo tumultuo- so, otro más tranquilo, empezando a depositarse los lodos que habían de formar las pizarrillas muy arcillosas entre las cuales se encuentran algunas capas de hulla.

O

mi (I) Ultimamente hemos recogido en las pizarras de La Marea, Co-rdaites angulosostriatus, Grand' Eury y en las de , Dictyoãteris sub-_Brong›u`art1:, G_rand'_ Eury (Linoptsfris oblzcua.-Bumbwryj, formas propias del hullero superior. os ingenieros del Distrito minero de Oviedo, Sres. Duran v Corn- ãedo, han recogido también recientemente en Intriago (Gon) al E. de Cangas de Onís, varios trozos e pizarras con impresiones muy claras de Aletlropte-ns Costez, n. s. p. Pecopteris (Asterotheca) Daubreei Zeiller, formas idénticas a las del hullero superior de Blanzy, y Alethopteris aquilina, que también se encuentra en Ganga: de Tineo, Barruelo y Orbó. LA Formación Unanmxsm Asrunmxa 21 f 7-3-- ,, _ , ~ f, - , 7 7 r ~ _ _; _' ' , 1-uú-1 _ _ 1, , 1

Es interesante y muy útil para el estudio de la fauna y de la flora -de esta formación, la capa de caliza margosa, superpuesta al banco de pudinga y que hemos señalado en el carbonífero de Liébana, en el de .los Picos y en los de Onís, Cabrales, Covadonga, etc. ' Reconocidas por Adaro como silurianas, segun hemos dicho ante- riormente, las fajas de areniscas y cuarcitas con escolìtlïes de toda esta -región, sobre las cuales descansa directamente el banco de caliza mar- mórea amigdaloidea, o marmol grioto, con su fauna de goniatites, que *tantas analogías guarda con el banco Cosatchi-Datchi, de los montes Urales y con el del culm de Alemania, comprobó aquel notable geólo- gola opinión de Barrois de considerar a este banco como pertenecien- te a la base del Dinantiense. C' A Por el contrario «fa fíilada de .Gena›› de Barrois, tiene una exten- sión mucho más restringida de la que suponían estos dos geólogos. La existencia del Trias, casi horizontal, sobre los pliegues agudos ~-de la caliza de montaña, en Lebeña y otros lugares de la masa caliza de los Picos, demuestra claramente que el plegamiento de estos y de los depósitos hulleros superpuestos, data, en toda esta región septentrio- nal de la Cordillera Cantábrica, de los últimos movimientos hercinia- nos, de fines del uraliense o principios del permiano. »

CAPITU Lo |||.

Desbordamientos occidentales C

Teverga y Quirós C

Adaro en su magnífico ¢$øsque¡`a estrafigráfice (corte Horizontal) de Ja :gonaferrifera cenfraf de Ásiurias» fruto del profundo estudio tectónico y estratigráfico que de esta provincia hizo tan eminente ingeniero du- rmite muchos años, figura la entrada del carbonífero de León en la región de Teverga por Puerto Ventana, considerando como del carbo- nífero inferior la faja hullera que viene bordeando, desde la cuenca de Valderrueda, la caliza dinantiense, dentro del macizo de la Cordillera Cantábrica. e Despues de los estudios efectuados por nosotros en el carbonífero »de Guardo y del alto Carrión, nos ofrecía grandes dudas la existencia 22 Iezucro Pxmc del carbonífero inferior o dïilada de .Eena›› de Barrois, en el mismo eje de la Cordillera. Con intención de aclararlas hemos efectuado varias- expediciones en el verano último y he aqui, concisamente expuestos, los hechos observados y su interpretación. El banco de pudinga silícea de la base del uraliense con algunos lechos de pizarras, entre las que se intercalgn varias capitas de carbón, penetra en Asturias por el embudo de Puerto Ventana, entre el gran macizo de caliza carbonífera que forman los Puertos de Agüeria, Peña Obiña y Peña Parada y la masa de cuarcíta siluriana del Cordal de la Mesa. Pasado el puerto, se llega pronto a Focella, ya en Asturias.. Aquí el carbonífero ocupa el centro de una gran plaza o cubeta circun- dada por los paredones que forman Peña Parada, Collada de Garrafe, Peña Viguera y Peña Llana, (el extremo boreal acodado de la Sobia), el Alto del Pando y los Montes de la Puerca.- Enesta cubeta se reco- gen las aguas de las vertientes del Puerto dando nacimiento al río San Pedro que pasa al valle de Teverga por la hoz existente entre Peña Vi- guera y Peña Llana, El banco de pudinga ocupa una gran parte de la superficie de esta gran plaza, subdividiéndose en dos ramas, una que vá por Pára- mo a escalar la Collada de Garrafe y caer por encima de Ricabo en Quirós, y la otra rama, más importante, que entra por Focella en el concejo de Teverga, pegada por el E. a la caliza de Peña Viguera e intestando por el O. con la cuarcíta de las estribaciones de la Mesa. Como puede observarse en el cróquis estratigráfico que hemos hecho en el Alto del Pando, el banco de pudinga experimenta una in- inflexión hacia el N. al doblar Peña Viguera. El espesor del carboní- fero en este sitio no pasa dc 300 m. Con el banco de pudinga entran en Teverga algunos lechos de pizarras con varias capas de carbón, de escasa importancia industrial, formando los picos estériles (grandas, en el país) de Cueto Luna, Peña Coañana, Grandas de Redral y Cansi- nos que hemos figurado también en otro corte. En esta última granda termina la incursión del infrauraliense en el valle de Teverga. En la vertiente derecha del arroyo de Valdecarzana, junto a Cansinos está el contacto del banco de pudinga con el isoclinal del carbonífero inferior de Teverga, en la forma que hemos representado en el planito geoló- gico de esta región este curiosísimo encuentro. En dicho cróquis se vé a la rama oriental del isoclinal venir a estrellarse contra el banco de pudinga. Desde aquí, hasta Tameza, se desenvuelve la cuenca produc- tiva de Teverga, que está constituida por la serie estratigráfìca Acom- pleta dela «hilada de Lena» de Barrois, o sea, por los dos bancos de caliza inferiores [calizón del cufm, de Adaro) luego por las calizas infe- riores de Casapapio, con tres capas de hulla; cuarcíta y samita de Lla- non con las cuatro capas de Bimenes y la cuarcíta de la Cruz con las

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Hullero superior A Laåoóia Hullero inferior Peña`\Ár`guera e.F0e/Ía Galiza carbonífera GarrafÚoflaJaeJe v › ÉÉÍ-1@"F4 "s"$ffi - _ ,-1 - 1\ A-renisca de Naranco ll* S Í1±i_\›”*'*<Í'1-e ^^".» A~ _

Galiza del devoniano medio i, H `Yr l1

A-renisca roja antigua

Siluriano

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Corte del uraliense de Teverga por el Alto del Pando ` ,,< ,¡ _

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^ r ¬ i .. r - ar ~ . ›f _«f \`\ ' 1 . , 1* «I Teverga.-- Vista desde términos de Riello del banco' de pudinga uraliense en dirección a Peña Viguera. , i - . J . ,V A . ', isoclinal1 del carbonífero inferiorde4 Teverga. 4 `\ ¿ , J ¬-_ H - . ¡ r _ K » i 1

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-capas- de este nombre y de Arquera. Las labores mineras han compro- bado que estas capas vuelven sobre sí al N. de la cuenca para formar la -cubeta aplastada, con inclinación al O. que figura en el corte. Al S., .los bancos de caliza inferiores con lechos de pizarras estériles conti- núan bordeando la vertiente occidental de La Sobia, entre esta sierra y las «grandas» de pudinga uraliense, hasta estrellarse con Peña Viguera. 'Es posible que en algunos 'sitios este banco de pudinga y las pizarras queile acompañan recubran los estratos de la «hilada de Lena» pero «esto no podrá saberse hasta que avancen más las labores mineras. Por lo que llevamos dicho, se vé que la cuenca de Teverga pre- 'fsenta una configuración única en Asturias, pues en ella se establece el contacto, a simple vista, de las dos formaciones hulleras extremas, de la península; del carbonífero inferior con el superior, sin intermedio del westfaliense. . Schulz, después de describir los terrenos carboníferos de Ferro- ;ñes y de Arnao, «enclavados en el devoniano», cuya geológica no estaba entonces fijada, cita la faja carbonífera de "yTever- ga, considerándola como una sola formación «que principiiaïf al S._ de Tameza, ensancha en los valles de Teverga, estrecha i en el Puerto Ventana y vuelve a ensanchar mucho en la región de Torrebario y Genestosa, de las montañas de León». Al notable geólogo alemán que tan detenido y provechoso estudio hizo en esta provincia, no se le po- --día pasar desapercibido el potente banco de pudinga de esta cuenca, cuyo recorrido detalladamente describe así: «Un poco al S. principia dentro del terreno carbonífero un enorme banco de pudinga silícea, que está a plomo, y con el Pancho de 200 a 500 metros corre durante dos leguas hacia S.E. hasta pasar del lugar de Páramo, donde se di- -vide en dos ramales, siguiendo el uno con inclinación al S. hacia el Puerto de Ventana, y el otro toma la dirección del N.E., hacia la Co- llada de Garrafe y Quirós: en esta pudinga silícea, parecida a la de Tineo, y sobre todo, a la de Mieres y Tudela, hay algunos guijarros comprimidos y muchos con impresión leve de otros: algunos bancos de carbón corren por el S . de esta pudinga y asoman, v. g. en San Iuan de Volantes, y entre Páramo y montes de la Puerca; pero más impor- tantes son en Torrebario, de la provincia de León. ›› El distinguido ingeniero de minas D. Enrique Avella y Casariego, hizo un estudio muy detenido de esta cuenca en el año I876,(1) y creía, como Schulz, que el carbonífero de la región comprendida entre 'Valdecarzana y Tameza era el mismo que pasaba a León. «En el cen- tro del concejo-dice Avella,-hacia el Cordal de Santa Marta, en- sancha bastante la parte rica, para estrechar tan pronto como en la

-±±í-1--1 (1) «Datos topográfico-geológicos del concejo de Teverga» B. del M. G. T. IV.-1.* seno 2-¿_ Iexaclo Pyme

Granda de Redral y Pico Cormalacín encuentra el gran banco de pu- dinga, cuyo nacimiento va indicado en el plana, y cuya marcha y cir- cunstancias indicacon toda exactitud el Sr. Schulz en su descripción de la provincia. A partir de este punto, el carbonífero rico conservaiel. mismo ancho aproximadamente y se dirige hacia Ventana con el rum- bo general S.S.E. en contacto con el banco de pudinga...›› ' «Hacia el S., cuando el carbonífero rico se estrecha en un con- tacto con el banco de pudinga, el número de capas que pueden des-~ cubrirse disminuye casi en la mitad, lo cual nada tendría de extraño, así como tampoco que sea al parecer mucho más seco el carbón y que en alguna capa se halle tan atravesado de venillas de espato calizo que sus cenizas aumentasen de una manera considerable. A pesar de todo, la línea de afloramientos sigue muy constante y sin interrumpirse desde San juan de Bolantes hasta el arroyo de la Puerca, donde he reconocido el carbonífero, ,convenciéndome de su continuidad hasta Castilla. ›› 1 ' LHS l1L1¢V€f-, Capas ¢Xp10tableS del carbonífero inferior, que benefi- cia la Sociedíad «Minas de Teverga», producen un excelente carbón graso de 6%,de materias volátiles, muy apreciado en los mercados. BGITOÍS SC limitó H Citar los trabajos de Schulz y de Avell3› Sin añadir nada por su cuenta, y Adaro, siguiendo las mismas huel1HS (16 estos geólogos, creyó también en la continuidad del carbonífero iflffir rior de Teverga hacia Puerto Ventana, según su ¢$osque¡'ø geøfógiw ff? ¿siuriam y el «esfraiigràfico de fa zonaferriƒera cenira[,,, ya citados- bien extraño que haya pasado inadvertido a la perspicacia y clara V1- sión tectónica de Adaro, este desbordamiento tan patente y manifi€Sì0 del hullero superior de León sobre la Cordillera. La desorientación de tan distinguido geólogo, respecto al carbonífero de la región orientëfl' de la provincia, y de los yacimientos leoneses, se manifiesta en el S1- guiente párrafo de su obra «Criaderos de Iìierrø de ,_/istur-ias», pág. 29011 «La cuenca devoniana, oriental en Asturias y norte en León, parece haber sido la más profunda, pues ya en la costa, en Perán, aparece la caliza carbonífera, que a retazos continúa por Valduno, Trasmurias y Ternes, para tomar cuerpo en las sierras de Tameza y La Sobia, dan- do entrada hasta el hullero medio, en Teverga y pasando ef inferior por ef @nerío de Ueniana a enfazarse con ef que por @ofes _z¡ fiiaiìo viene de fa provincia de ganíander. ›› A fin de comprobar el. desbordamiento de la rama de pudinga que desde Páramo pasa por la Collada de Garrafe al concejo de Qui- rós, y reconocer al propio tiempo el carbonífero de esta cuenca, para nosotros entonces desconocido, bajamos el curso del río de Teverga hasta Perigüela, en Caranga, remontando luego el río de Quirós hasta su nacimiento en las alturas de Ricabo, estribaciones de Peña Parada. Âfamode/ deRicabo 7-[9126 deoa//'za ego deooa/¡za ¡rigeePU o PeñaParada O o mi nc 1 (U Pic fia 'er/*aes d Eer : _ /~/`\ .gano í 'Om BancoJ `. "7'~¬._ /-äì Fofz--__

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Quirós. La Foiz.-Desbordamiento de ia pudinga uraliense, en el contacto de la caliza del de- voniano medio con la caliza dinantiense de Peña Parada. Quirós.-Vista desde el Faedal, a 700 metros sobre el nivel del mar. Vista desde Bustiegos, a 1.100 metros sobre el nivel del mar.

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. ' . li Si Si i Hallero superior' Quirós.--Vista desde la falda O. de Bustiegos. (960 m. sobre el nivel del mar) Quirós.--Vìsta desde Marifonso. (Monte Runeiro). |__._..__| Hfallero ifnfèrior

I Galiza carbonífera

Marmol grioto

I Si I Arenisca ole Naranco

fs Galiza del devoniano -medio v deRicabo *sIU Vi/rlamarcel

4 r _-____Í_ÍÍa'nuce.s

C°aÍiz-as del devoniano medio.

Areniecas del devoniano superior 'f' -^"^†' :==t~=† Galiza de marmol gríofo Galiza de monÉaña Ganóonifiero inferior Quirós.-Vista tomada desde la oficina de las minas de Llanuces. (810 m. sobre el mvel del mar) LA Fomvmcxón URA1.mNsm ASTURMNA mi

Desde Bermiego, en donde se les vé estrellarse contra la caliza del Aramo, se siguen hasta Ricabo los dos bancos de caliza del carbonífero inferior, con algunas capas de hulla. Hasta Bárzana, el hullero tiene poco espesor, efecto de la compresión experimentada por el pliegue anticlinal del Aramo, pero desde aquí, hasta el macizode caliza de los puertos de Agüeria, adquiere un amplio desarrollo, formándose la cu- beta isoclinal del Monte Runeiro, entre los ríos Ricabo y Lindés. La riqueza de esta cuenca es grande; el carbón excelente, y después de reconocidos con algún detenimiento los escasos trabajos hasta- ahora efectuados y los afloramientos que en Cobertoria (1070 m. sobre el nivel del mar) presenta la carretera que atraviesa el Cordal de Lena y Quirós, se queda uno preguntando las razones que habrán impedido hasta la fecha la explotación, en grande escala, de estos importantes yacimientos. , En esta cubeta, (análoga a la de Compañones, del Puerto de Pa- iares) cuyo plano axial buza al E., se contienen no solo las capas del carbonífero inferior, sinó también las del inframedio. Desprendida de la cuenca central por el primer movimiento herciniano, ha quedado aprislonada entre las grandes masas calizas del Aramo, La Sobia, Puer- tos de Agüeria y Brañavalera, siendo este último pliegue anticlinal el que la separó de la cuenca de Mieres y Sama. Los hermanos Posada, mineros experimentados y laboriosos, están efectuando actualmente en Quirós, trabajos de investigación y de explotación con un entusiasmo digno de los mejores éxitos. Me complazco en testimoniarles desde aquí mi reconocimiento, por las facilidades que me han prestado en mi expedición. (I) i _ Desde las alturas de Ricabo, en Monte Runeiro, en el lugar cono- cido por Bustiegos, se divisa perfectamente el contacto de la caliza carbonífera de Peña de Ricabo (Peña Parada), con la caliza oscura del devoniano medio que forma La Foiz o Collada de Garrafe que ha- bíamos visto ya desde Focella, y con unos buenos gemelos se vé el banco de pudinga uraliense desbordado de los altos de Teverga bajar por la soldadura de estos dos terrenos hasta el cauce del río Ricabo, donde termina. (Véase el croquis que hemos hecho desde este lugar). Esta pudinga no puede ser confundida en modo alguno con la que recubre la «hilada de Lena» y que falta en el carbonífero de Quirós, como falta en otros lugares de la provincia, en donde, como es bien sabido, está convertida en arenisca. Así es que no existiendo en Quirós, no puede comprenderse su existencia en Teverga más que

(1) Haciendo una conveniente rectificación del deplorable trazado del 1. c. que conduce los car- bones desde Quirós a. Trubia. e intensificando algo la. explotación en esta cuenca, podrà. obtenerse fácilmente en ella una producción de .IOOtoneladas mensuales, distribuidas del siguiente modo: Llanuces, 3.000.- Bermiego, 9.000.-D. Juan Uría, 2.000.-llarifonso, 4.000,- Mieres, 8.000.- Felgneroso y González, 2.01).-Oomil ss, 1.011).-S. Salvador, 100. , - 28 Ionaoxo Pxrao ^

en la hipótesis de que el westfaliense asturiano -haya rebasado los lí- mites de la Cordillera Cantábrica, y esto, según nuestras, observacio- nes, noes cierto. Además, la dirección de este banco de pudinga en el concejo de Quirós es ,completamente normal a la dirección de los estratos más inferiores de la hilada de Lena, contra los cualesviene a estrellarse un poco por encima del pueblo de Ricabo. 't ,Tanto desde Bustiegos, como desde Llanuces, se ven perfecta- mente los pliegues ondulados que separan, en unión de La Sobia, las dos cuencas deQuirós y~ de Teverga, pliegues formados por las capas de arenisca blanca del devoniano superior (de Qíaranco, según Adaro, y de Gué, según Barrois), y por la caliza gris oscura del devoniano me- dio: las cubetas sinclinales que forman las cumbres están coronadas por la caliza dinantiense. (Véanse los croquis que hemos obtenido). Antes de terminar la descripción de estas dos cuencas de Quirós y Teverga, debemos hacer mención de una roca singular que se en- cuentra en ellas y que desde antiguo ha llamado la atención de inge- nieros `y geólogos. D. Enrique Avella, en su estudio antes citado acerca del car- bonífero de Teverga, dice lo siguiente: «Cerca del contacto de los sistemas carbonífero y devoniano, se ven ciertas capas que llamanla atención desde que se descubren: son de naturaleza brechoide, con ele- mentos de pizarras, calizas y cuarcitas idénticas a las devonianas, y un cimento arcilloso y algo calizo. Estas capas demuestran que la forma- ción carbonífera de que forman parte, es -evidentemente posterior a-la devoniana que parece sobreponérsele» - En efecto, en Olis, sobre la trinchera del ferrocarril de las minas de Teverga y en el contacto de la caliza carbonífera con la arenisca del devoniano superior, hemos visto un banquito de esta roca bre- choide, que no es otra cosa que una mifanita, o sea, una roca originada por el frotamiento de los diferentes terrenos al producirse los violentos plegamientos hercinianos. Esta clase de roca, abunda extraordinaria- mente en toda la Cordillera Cantábrica, en donde constituye un fenó- meno general, que hemos descrito detalladamente 'en nuestro estudio de la cuenca carbonífera de Guardo a Cervera. á s 'También en Entrago, sobre el cauce del río San Pedro, hemos visto grandes trozos de un conglomerado de cantos de caliza, poco rodados y de grandes dimensiones, que no puede ser confundido con la- pudinga uraliense, pues esta tiene aquí los cantos silíceos- y más redondeados. Dichos trozos de conglomerado calizo creemos que tie- nen también un carácter milonítico, y aunque no hemos podido hacer el reconocimiento detenido que hubiera exigido el caso, creemos que esta roca pudiera haberse formado por el frotamiento de La Sobia con uno de los dos espesos bancos de caliza del carbonífero inferior de LA I~`r›auA

Villablino-Tormaleo-Gedréz-Valle de Gillón-Cangas de Tineo- Salas-Pravia.

El desbordamiento más occidental de la formación uraliense so- bre la Cordillera Cantábrica se verificó por Villablino y Cerredo, al S. O. del gran Cordal cuarcitoso de la Serrantina, internóse en Astu- rias sobre los estratos cambrianos del Narcea y probablemente fueron a reunirse sus aguas con las del desbordamiento oriental. Q Por su escasa profundidad, los depósitos de este brazo de mar alcanzaron poco espesor, así es que entre las últimas conmociones her- cinianas y los grandes ciclos de erosión, de otras edades geológicas, destruyeron la continuidad de estos depósitos hulleros, dejándolos re- ducidos a los manchones actuales, tales como los de Villablino y Cerre- do, Gedrez y Gillón, Cibea Carballo, Cangas de Tineo y Tineo. Otro desbordamiento un poco más occidental se inició también en Tormaleo en la región del Ibias, que seguramente no se internó en As- turias, quedando aislados sus depósitos de los de la cuenca leonesa de Bembibre, después de los movimientos tectónicos, entre las pizarras cambrianas que forman la faja de la cuenca del Navia. En esta man- chita de Tormaleo, los estratos muy tendidos, del uraliense, forman la sierra del Gato, y están constituidos, como siempre, por el banco de pudinga silícea de la base, y por pizarras y areniscas entre las que se intercalan cuatro o cinco capas de carbón antracitoso. La mancha de Villablino-Cerredo está situada en la misma diviso- ria de aguas de Asturias y León, o sea, sobre las fuentes del Narcea, del Ibias y del Sil. Penetra en Asturias entre el Pico de las Devanas y la Vega del Palo y forma el «Coto Cortés» del cual ha hecho recien- temente una interesante Memoria mi compañero Celso R. Arango. (1)

(1) -Revista Industrial-llinera Asturiana» números 92 y Q. 28 Iemacro Pluma

«Las rocas que componen el carbonífero del «Coto Cortés ››---di- ce Rodríguez Arango--son -predominantemente areniscas de grano más o menos fino, luego pizarras arcillosas, y una pudinga de cantos blanquísimos de cuarzo, tamaño de un huevo de paloma. No encontra- mos dentro de Cortés, ninguna roca eruptiva, de las* que se hallan al S. de la cuenca. ›› ' «No se ha determinado aún la edad de la cuenca de Villablino, pues mientras algunos créen pertenece al hullero medio, otros la colo- can en el superior, punto que quizá pueda aclarar la clasificación, que de númerosos fósiles de esta cuenca, está haciendo el Instituto Geoló- gico. A mi juicio, y por las relaciones estratigráficas de esta cuenca con la de Tineo, así como por su carácter transgresivo, pertenece al Ste- faniense, aunque de un piso superior al pudinguífero que forma la cuen- ca de Tineo hasta Vega de Rengos. › «La dirección media de la cuenca es de O. 20° N., con buza- mientos de 45° grados al S. 0.» La hulla, en general, es seca, de lo a 14 por ciento de materias volátiles, buena para generadores de vapor. P Como se vé por el párrafo transcrito, exponen dichos ingenieros sus dudas respecto a la edad de los depósitos carboníferos de la Cordillera Cantábrica, a causa, sin duda, de los escasos estudios efec- tuados en ella, en estos últimos años, pues puede decirse que nada nuevo se ha investigado en estos yacimientos desde los tiempos, ya un poco lejanos, de D. Casiano de Prado, D. Patricio Filgueiras y don Román Oriol. Para nosotros está fuera de toda duda que la formación uraliense de la Cordillera Cantábrica es absolutamente independiente del westfa- liense asturiano y por lo tanto no se superpone al , hullero medio en ningún lugar de aquella. Los manchones que hoy aparecen aislados en la cuenca del Narcea, están ya lo suficientemente estudiados paleonto- lógica y estratigráficamente por Barrois, Adaro y últimamente por los ingenieros del Distrito de Oviedo D. Miguel Durán y D. Celso R. Arango (I) para que pueda quedarnos ninguna duda de que tales man- chones pertenecen al infrauraliense, muy denudado, hasta el punto de que en algunos sitios, tales como en el trozo del thalweg del Narcea comprendido entre las Sierras de Arbolente y Santarbás, solo ha que- dado el potente banco de pudinga silícea de la base como testigo de aquella formación. Los- interesantes cortes geológicos que del carboní- fero, de esta región figuran en el estudio de los Sres. Durán y Arango (que hemos reproducido para mejor ilustración de este trabajo) ponen

\ .

(1) «Boletin Oficial de Minas y Meta.lurgIia.› núm. `14.--«Estudio industrial de los manchones cur- boniferos de Gillón, Gedrez, Monasterio de armo y Lex-redo.› ~ CUENCA |_|U|_|_ERA QCDENTAL DE ASTURIAS Cortes geológicos de M. Durán y R- Ara“9° (¡"9e'¬¡er°5 de Minas)

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Úambrzano Inferior

Ú LA Formación Urmnrnnsm Asrtmraiu 29

¿bien de manifiesto el intenso dinamismo que han experimentado los estratos infrauralienses, que en algunos sitios, como en Rañadoira, cer- «ca de las conocidas canteras de Rengos, de caliza meneviense (corte núm. 2) se traduce por verdaderas cobijaduras bajo las hiladas del cambriano. . El corte por el Pico Prieto y el núm. 1 de dichos ingenieros, dan idea de la entrada más occidental del uraliense en Asturias, entre la faja de caliza cambriana y las cuarcitas silurianas de la Vega del Palo. El carbonífero forma aquí el Pico Prieto, a 1745 metros sobre el nivel -del mar, que pertenece a la línea divisoria de aguas cantábricas. T El banco de pudinga de la base, se vé claramente en los valles de Gillón y de Riotorno soportando las hiladas de pizarras y areniscas con capas de hulla, según indican los croquis números 4. y 5 de los mismos ingenieros. Dicho banco de pudinga no está constituido exclusivamente por cantos silíceos, aunque estos son los predominantes, sino que a veces, como se observa en el Valle de Moal; presenta algunos cantos de cali- za, seguramente meneviense; este banco es, sin duda, contemporáneo del conglomerado de elementosfcalizos que hemos señalado en la re- gión oriental de Asturias. P » e - " En el carbonífero de la cuenca del Narcea, lo mismo que en Te- verga y Quirós, existen también zonasmiloníticas, probablemente per- mianas. Durán y Arango han encontrado una de estas zonas pues dan I-cuenta de que «en la carretera de Ventanueva a Moal se observa una brecha formada con grandes fragmentos de cuarcitas, calizas y pizarras, predominando las calizas, lo cual no es extraño por estar en esta zona muy próxima la gran faja de caliza ,meneviense con cuyos detritus se formaron estos depósitos». Tan distinguidos ingenieros al hablar de depósitos expresan aquí claramente la idea de que se trata de una roca sedimentaria; pero esta es una roca idéntica a las encontradas por nosotros en diferentes puntos de la Cordillera Cantábrica y a las ya mencionadas de Teverga y Quirós y por lo tanto no dudamos en con- siderarla como una roca de fricción o milonita. Schulz, consideraba a estas manchas hulleras .del Occidente de _Asturias, como silurianas, no obstante citar el šbecópíeris arôorescens recogido en Rengos, tan característico del hullero superior; pero hay que tener en cuenta que en 'la época en que hacía sus notables estu- .dios aquel benemérito geólogo, los conocimientos que se tenían acer- ca de la flora hullera, eran aún muy confusos. (r)Pocos años después,

(1) La obra. de Schulz data, del año 1858: la. obra fundamental de clasificación de los tramos hulleros por medio de la flora. fósil de F. C. . Grand* Eury, data. del año 1877, que fué precisamente en -el que murió Schulz en Aranjuez. 30 lenacro Pyme , __ - _--_---_ _ __ -_------__-_ _ _ _ »______-_- -_ ------¿__ ___.. .-_ . ___... _ _._†_ __ ,______,_, , ___, _ _...

Barrois, hizo su rápida y fecunda expedición por Asturias y Galicia, y los fósiles recogidos por este geólogo en la cuenca de Tineo, fueron clasificados por Grand' Eury y Zeiller, como del hullero superior. En el carbonífero del Narcea, abunda la ,_/gnnularia steffata, Ãcíìfotlïeim, con sus grandes espigas de fructificación, especie también muy abundante en el Qfbper coa! measures de la Gran Bretaña, y en todo el terreno carbonífero de la Cordillera Cantábrica. fóplìenapliy- [Turn ofifangifølium; 5%?. f augusfifolïum. tgplìenaliferis parecido ai Ãbfi. cfiaerobfiyffvides. aerliøƒiferis jejunaia-çecóbíeris arguta. .@. creab- ieridia. @. aröorescens, $5. deniaia. .@. ¡bøl:r¡mørfa.r _@ Quclffandi. 55. @[u- clfeueii. Gyailïea. ¿gfeifiópieris aquilina y ¿L ãrandini, wafclíia pini- ƒermis, cuya flora es toda ella propia del hullero superior. i e Barrois, en vista de esto, y. de sus propias observaciones, dividió el terreno hullero rico de Verneuil y de Schulz en dos tramos, el de Tineo y el de Sama, distintos por su flora y por su estratificación transgresiva. , _ En resúmen, la cuenca carbonífera del Narcea, sigue claramente la dirección axial, curvada, del pliegue anticlinal cambriano de este río, pero no llega al mar, terminando un poco al N. E. de Tineo.. Reconocimientos más detenidos, de los que nosotros hemos efectuado, aclararán, tal vez, el interesante problema tectónico acerca de la conti- nuidad de aquellos depósitos hacia la costa actual. Existen indicios, bastante significativos, de esta continuidad, en un pequeño islote de pizarras hulleras que ha quedado aprisionado entre los estratos paleo- zóicos de Salas (camino de la Payesa) y en los restos carboníferos de Pravia, objeto de varios ensayos infructuosos de explotación, citados ya por Schulz. Y si seguimos la trayectoria señalada por Adaro en su «cróquis tectónico de .¿gsiurias», (« Criaderos- de Hierro», lám. 2.a) en tinta. de color sepia para los depósitos hulleros de León y del Narcea, se observa que esta línea pasa por Salas, y su prolongación llega a Santa María del Mar, al O. de Avilés. Aquí, tal vez, ha venido a rendir sus aguas, el brazo más occidental del mar uraliense que penetró en Asturias por Leitariegos, uniéndose con las que penetraron en la re- gión oriental por Cervera, y rodeando la cuenca central asturiana. Con esto llegamos a la región septentrional de la provincia, a la faja de terrenos mesozóicos comprendida entre Avilés y el puerto de- Sueve. Esta región, hundida al final de los tiempos paleozóicos, en- cierraimultitud de enigmas en su infraestructura; pero nosotros cree- mos que nuestra concepción de la formación uraliense asturiana, aclarará un poco los problemas ha tiempo planteados, y facilitará su.. resolución. e LA Foanmcrón Unamnnsn Asa-URIANA 31

c:APíTu|_o |v.

____

Región Septentrional. -

Santa María del Mar.-Arnao.-Feirroñes.--Santofirme. Sondeos de Vega y Caldones, en Gijón.

el Después de lo quef llevamos dicho, no debe sorprendernos' la 'presencia de los estratos hulleros en Santa María del Mar y en Arnao, aprisionados entre las calizas del devoniano medio, y que este carbo- nífero sea también el superior, como el de la cuenca del Narcea. Por su posición geográfica, tan alejada de la cuenca central, y las espe- ciales circunstancias de su yacimiento, estos criaderos de Arnao, cu- yas primeras investigaciones datan del año 1834, han llamado desde muy' antiguo la atención de geólogos e ingenieros . L D. Adolfo Desoigne, distinguido ingeniero belga que vino a po- nerse al frente de estas minas hacia el año 1845, hizo una descripcion con planos y cortes geognósticos de este criadero, que se publicó en el tomo I (año 18 5o) de la «Revista Minera». e «Las minas de Arnao-dice Desoignie--sitas a orillas del mar, ia una legua corta al O. del puerto de Avilés, han llamado la atención de los industriales desde tiempos bastante- remotos, y de veinte años a esta parte de las muchas personas 'dedicadas a la ciencia. Suficiente motivo para ello era la circunstancia topográfica y orográfica de que se hace mérito, máxime asomando a la vista sobre la pendiente de un -ribazo y en la misma playa del mar en muchas bajamares plenilunios, un banco de considerable espesor, único conocido en la formación de Arnao, hasta estos últimos años y objeto de explotación en tajos abiertos desde las primeras aplicaciones del combustible mineral en esta provincia.>› i _ i * r Desoignie creía que el pliegue acostado de Arnao, formado de una sola capa de hulla, estaba constituido de dos bancos de carbón de mucho espesor, «buzando los dos, aunque con rumbodiferente, hacia el mar». _ r Más expresivos que los cortes geognósticos de Desoignie, es el que hizo D. Adriano Paillette, y que fué publicado en sus notables 32 Icrucro Pyme

«flecfiercfies sur quefques unes des rocfies qui consíiíuent fa province des zšsfuries» (1), primera monografía geológica de esta región. Este corte está hecho por el afloramiento del vértice del pliegue de la capa llamada del Arco, que aflora en el valle de este nombre: aquí empezó la explotación a cielo abierto, de esta capa, a que hacía referencia M. Desoignie en el párrafo transcrito anteriormente. Obsérvase claramente en el dibujo de Paillette, que el carbonífero de Arnao reposa en discordancia de estratificación sobre los estratos muy levantados, con inclinación al O. del Mugarón, que dicho geólogo consideraba equivocadamente como silurianos, y que en realidad son calizas del devoniano medio. Al techo de la capa existe un banco def cantos silíceos con cimento silíceo también. La vertiente oriental del valle considérala Paillette recubierta por la tierra vegetal C que no- es otra cosa que marga triásica y la occidental por «caliza con Tere- brátula prisca y otras especies ya la vez silurianas y devonianas› que quizá se refiera a los bancos de calizas de la punta de Las Arribas* (Véase nuestro cróquis de Amao), que consideramos hulleras. L Schulz hizo una descripción muy detallada del terreno carbonífero de Arnao, exponiendo las siguientes consideraciones, que demuestran la gran perspicacia de este insigne geólogo: ¢ Otro caso de terreno carbonífero en el devoniano se observa en Arnao, sobre la costa, a una legua al O. del puerto de Avilés, aunque aquí aparece evidente la sobreposición discordante, no solamente en el mismo punto de Arnao, sinó con mayor claridad un poco más al S. O. en otro manchón car- bonífero que no se halla cubierto por formación alguna y donde el gran banco de carbón se extendía casi horizontalmente; lo extraño es que en Arnao el terreno carbonífero, aunque por el lado del E. des- cansa independiente y discordante sobre las aristas del terreno devo- niano, por el lado del O . buza o se inclina paralelamente por debajo de otro terreno que, según sus fósiles y en su prolongación S., también es devoniano y forma parte normal de la serie de rocas o fajas devo- nianas del país. Además se notan en dicho terreno de Arnao algunas circunstancias especiales tanto por la calidad y el mucho espesor del carbón, cuanto por las plantas fósiles que, aunque conocidas en terre- nos carboníferos del Norte de Europa, son distintas de las del interior de Asturias... » «La situación y disposición de este terreno carbonífero, hacen creer que antes de su formación estaba el terreno devoniano ya dislo- cado, y que otro de los trastornos posteriores a la formación del car- bón, tal vez muy locales, no solamente fracturó y dislocó de un modo asombroso el carbón mismo, sinó que también replegó por el lado O.

m_-uu-n-_±- (1) Bull. Soc. Geol, de France.-2.* serie, vol. II.

1 9 949J¡I_..- 1/U /N I,wgwf_ _!_ EUOugw0J`_N_uw`\m\____WfiííWíí ¡ÍÍ,Q¡Í___ %.`¡`_'/'I',O0.- ÓQ? EO_,äm3_ë ,Ii4,fLAI gG.I _\®¢Q__“_¢\_ 9@Lflêoàø ' 0'I'J. O_ Ét ¡If Ufiog ¿_J M 6 /_b WO '. ümu” (_` mw5%m_`å© kcmçm W /Ó/B9 r_Ó/¡__ šQWC II WB/iq A-G __ [_ É\/\\ O_` "` “H\`H\_\ //ífÚg//_/V/I/Ó//fl,w__,,_J' xpà\\“N ,,\gl, äï Wna ¿çvøb_\`, O `__ ` _' ,, ___ I ¿__ __HW_ Vt ___fill__;&I_,_¡%mw 7Í_ _1 AQxåk \\\\,_x ¿__ ' __qo .______V \¡:,`_: 'Q' _' _\`? ›_ N¢_\ _:" __"__miwwañ,MIm O ¿N We,_IQ_ 8 __ 5 0A à 3 \n_ I._`:ÍO.II`_ 0DB _ S__ä `\_\I_,' O@ B 0\a 9 ,RA lc 0 0¿I'Í`ï__gr-___'lâ-_aW§_,__@_Ímlg¿ä#_mi._1P- _I JW__?_@ O2 M A ¡O _â P __!¡__"R H -_` _” 'C-_ /& W:,OO b _! 7% Á 0 N n O 6 E 3 \ nm 9 O CO m 3 O /P P `I§ 1 'td 1,1", 8 `\

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LA FORMACIÓN UnALmNsm As-rumana 33 , Q _ ,___f_ sobre el terreno carbonífero un gran trozo, monte o cerro de terreno devoniano: sin embargo, uno de estos enormes bancos de carbón, se extiende con mucha regularidad e inclinación casi constante por de- bajo del mar, y sirve hoy de base y elemento principal para un gran establecimiento, metalúrgico delproducción de zinc en aquella costa, cuyos inteligentes directores han descubierto muy recientemente me- dia legua más al S. S. O. la continuación de aquel terreno carbonífero comprimido también aquí entre fajas normales del devoniano y llevanl do el mismo gran banco de carbón replegado sobre sí y como por debajo de la caliza devoniana...› «Las plantas fósiles de Arnao, son en su mayor parte trozos de tallos finamente estriados, como junto a Tineo, algunos Cafamites, entre estos Cai. Cannaeƒormis, Schl. Caf. aproximatus, Stern. y Gaf Quöius, Art. .@eco'píerís Cyai/ïea Ad. Br. Cfz¡c[òl›ierz's beítata, Goepp. y gc/ïizoieris anómaía Ad. Br. cuyas tres especies últimas no se han visto en Mieres y Langreo, pero sí en Tineo; habiendo además en Arnao trazas de algunas fimrópiefis; pero faltan las Ãigiffarias y los .Gepidodendrons que tanto abundan en el terreno carbonífero del centro de Asturias» Aunque el fuerte de Schulz no era precisamente la paleontología, en la descripción del terreno de Arnao señala perfectamente la dese- mejanza de este carbonífero con el de la cuenca central, y en cambio indica las analogías paleontológicas que guarda con el de Tineo. ¢M. Schulz-dice Barrois,--cuyas determinaciones paleontológi- cas no valen en general tanto como las observaciones estratigráficas, ha reconocido analogía entre los helechos de las pizarras hulleras de Arnao y las de la cuenca de 'I`ineo.›› Poco tiempo después se vieron confirmadas estas observaciones por el reconocimiento de plantas fósiles de Arnao, efectuado por M. H. B. Geinitz, que fueron las siguientes: Úafamifes cannaqformis. löigifaria Írardi . @aIÍ tguclfovi. Sig. cycføsiigma. lleurópferis gi aniea. $19. šnon-i? Qdontójbíeris šrardí. gig. aurnaissi? Gyaífieiies derziafus. Sig. mamiffarisì ¿gfeffiafms šöfurgmfi. Garantias öamssifvtìm. z p j entre las que figuran varias especies de Sigilarias no encontradas por Schulz. Zeiller, analizando estos fósiles vegetales, dice lo siguiente: «La presencia entre esas plantas del _@ecópien`s Ébfuclfeneíi, de la 'gigifaria Érardí, y sobre todo del (ìdonfójbíeris Írardz', indica el tramo hullero superior. El Gdoníópteris Qrardz' ,apenas se encuentra en Francia sinó enla zona media de ese tramo, a la cual corresponden las capas de 5 34 IGN ¿oro PA'rAc

Saint-Etienne; por otra parte, las Sigilar ias acanaladas solo han persis- tido en la aurora del tramo hullero superior; de modo que la presencia simultánea de esas diversas especies vegetales, conduce a considerar las capas de Arnao en la cumbre del tramo infrasuperior, o sea, enla base del tramo superior propiamente dicho de M. Grand' Eury.› Después de estas determinaciones tan precisas del eminente Zeiller, es indudable que el carbonífero de Arnao corresponde al in- frauraliense, y como sus caracteres paleontológicos y estratigráficos son análogos a los de la cuenca del Narcea, es verosímilmente un trozo de esta formación encajado entre los estratos más antiguos, cobijado por ellos en algunos sitios y parece probar la continuidad de los depó- sitos uralienses por' debajo del mar actual. En las rápidas visitas que hemos efectuado hace tiempo a estas minas, hemos tomado algunos cróquis, en los que figuran algunas cir- cunstancias interesantes de estos yacimientos, ' tales como su discor- dancia con los estratos devonianos sub-yacentes, y el plegamiento de las hiladas hulleras en el borde del mar, desde su contacto con el devoniano en el Mugarón, hasta el lugar denominado «Los talleres de las minas.›› El vértice del pliegue acostado de Arnao, corresponde, como ya hemos dicho, al eje del valle del Arco, lugar denominado «La Loma». La rama E. del pliegue está bien conformada, y en ella es donde se ha verificado preferentemente la explotación de la capa de carbón, de una potencia de 6 a 7 metros. «Esta disposición del «carbón de Arnao -dice Barrois,-en una vena de mucho espesor, recuerda más bien los caracteres del terreno hullero superior de La Loire que los de los terrenos hulleros medios delNorte de Francia, de venas del- gadas y numerosas.›› ~ El muro de la capa es de arenisca, y el techo, de pizarra fuerte, con impresiones vegetales y con intercalación de algunos lechos del- gados de arenisca; después viene el banco de pudinga silícea que aflora en el valle del Arco y que ha figurado Paillette en su corte, y luego capas alternantes de pizarras y capas de caliza con fósiles mari- nos. Todos estos estratos hulleros están recubiertos, a poca distancia de la costa, por las margas rojas triásicas. La parte superior de este corte se ve claramente en la punta de «Las Arribas», que cierra por el O. la Concha de Arnao. La rama O. del pliegue, está muy trastor- nada, con huellas evidentes de haber experimentado un arrastre, pues tanto en el techo como en el muro, han sido sustituidos los hastiales por rocas milofiíticas. Esta rama no ha podido ser explotada por debajo del mar, como la del E., a causa de la permeabilidad de su techo como consecuencia de dichos trastornos. Estos acentúanse a medida que se camina hacia el O. y en el val-le que baja a la ensenada de Santa María del Mar, que es un valle de hundimiento, los estratos LA Formación Un›.L1mNsn Asfrunums 35

I, _ , ______hulleros están mucho más plegados, como se figura en el corte de Barrois. Según nuestras noticias, en esta zona se han hecho algunos sondeos, no hace mucho tiempo, con resultado negativo, como era de esperar. En el corte de Paillette está bien representada la rama E. del pliegue, pero no así la del O., en la que figuran las hiladas C', de-_ vonianas, recubriendo esta rama en toda su extensión, y esto no es exacto. Con el fin de hacer un estudio para emplazamiento de sondeos en esta provincia, por cuenta de la Real Compañía Asturiana, vino a Asturias a principios del año 1918, el ilustre geólogo francés M. Pierre Termier, autor de muy importantes trabajos sobre geología europea. Fruto de este viaje fueron cuatro interesantes notas presentadas a la Academia de Ciencias de Paris (I) bajo el epígrafe general: c Gcntriâu- ción af conacimienío, de la íecíónica de Ásfuriasm En la primera de estas notas, titulada «ánømafids en el contacto def fiulfero y def devoniano de ._/grnaø», señala Termier, con gran detalle las zonas miloníticas que pre- senta esta formación, a la que considera, por las determinaciones de Geinitz, un poco más moderna que la del hullero productivo de la cuen- ca central, clasificándola como perteneciente al westfaliense superior. En su segunda nota, titulada, «..Ea significación de [as milonifas de Ámaa» estudia Termier los movimientos de arrastre que denotan la existencia de estas zonas miloníticas, deduciendo que este corrimiento del hullero sobre el devoniano se ha efectuado antes del plegamiento de los estratos carboníferos. Termier, enamorado de la teoría de los arrastres en masa, pero con un conocimiento muy local del carbonífe- ro asturiano, llega a conclusiones desconcertantes, tales como las si- guientes:

6 (1) lata notas, traducidas integramente por nosotros. se publicaron en la REVISTA ÍRDUSTRIAI.- Inma; Arrunlluu, número; $, 87, y Q. 36 Ionmoro Panic

Las anteriores conclusiones demuestran claramente la desorienta- ción de Termier respecto a este terreno hullero de Arnao y al propio tiempo prueban también lo fácil que es hacer deducciones equivocadas cuando se hacen estudios locales en una región. No obstante, aunque a la genial intuición de Termier se le finjan, a veces, fenómenos ima- ginarios, a causa de la rapidez de sus expediciones, hay que reconocer que Termier quedó al margen del problema porque no se ha fijado en que la disposición transgresiva de la cuenca de Arnao respecto a la cuenca central y su flora fósil no hacen violencia alguna F a su posición geográfica. _ Sobre tan inseguras bases construyó Termier su cuarta nota titu- lada «@liegz1es fiereinianos g pliegues pirenaicos. ¿grrasfres anfiesfefanienses g arrastres posinummulìticos» en la que llega a conclusiones inadmisibles, respecto a estratigrafía asturiana. - _ , :l De las milonitas de Arnao deduce Termier «la existencia en la historia de la cadena herciniana de Asturias de un episodio antiestefa- niense, o probablemente del estefaniense inferior, caracterizado por arrastres y claramente anterior a la formación de los pliegues hercinia- nos que observamos hoy. De estos arrastres que han debido extender- se a un area muy grande no queda, a mi conocimiento--dice Ter- mier-más que un solo testigo; las milonitas de Arnao››. Nosotros no creemos que haya indicios seguros de estos grandes corrimientos an- tiestefanienses pues el episodio dinámico más importante después de los depósitos hulleros de la cuenca central ha sido el primer plega- miento herciniano que modificó tan profundamente toda la 'estructura paleogeográfica de la región y que produjo la transgresión marina que dió origen a los depósitos uralienses. Y como el carbonífero de Arnao no existía todavía cuando se verificaron los plegamientos hercinianos que afectaron a toda la provincia, la conclusión (a) deducida por Ter- mier sobre corrimientos antiestefanienses, basados en las milonitas de Arnao, no es admisible. La fértil imaginación de tan distinguido geó- logo le lleva aún mucho más lejos: a considerar a toda Asturias como un ¡bais de capas mejor dicho, de una capa única, transportada en masa hacia el S. por un empuje venido del mar. Pero esta hipótesis no re- siste el menor análisis. Ya hemos visto anteriormente que *en Lebeña no existe la «ventana» cretácea supuesta por los geólogos franceses Bertrand y Mengaud en la que principalmente se apoya Termier para sus deduciones. W El episodio real y tangible, herciniano, que se manifiesta clara-» mente en el cfiøsquefo esfrafigrafico de la :gonalferrífera cenfraf de- ¿sia- riasw de Adaro y Junquera, (lo más completo que se ha hecho 'en estra- tigrafia en España,) es el rompimiento y transporte en masa hacia el S E. del macizo paleozóico Punta Forcada (Avilés), Cabo de Peñas, LA Fonusorós Unnmnssn Asrnnrnmr 37 í 1 1 ' _ “ ' V V- l †` - l 5

Cabo de Torres, Monte Areo. La amplitud de este transporte ha sido: de unos tres kilómetros y medio. Acerca de su verdadera edad no te- nemos todavía los suficientes datos para fijarla, pero los asomos carbo-

1níferos de Tamón, seguramente uralienses, ya señalados por Schulz, nos inducen a sospechar que este gran episodio orogénico tuvo lugar después del Wesfaliense, al hundirse y plegarse toda esta región septen- trional de la provincia. Adaro había señalado ya en el capítulo de ¢@'ectôrzica suôierránea» de su folleto cãmpfagamienio de sondeos.. eic.› la disposición especial de los piegues silurianos y devonianos en esta región de la costa cantá- brica pero no hace la menor alusión a este gran rompimiento. Al in- quirir la estructura estratigráfica de la formación - hullera por debajo de los terrenos muertos indica la disposición inversa de los anticlinales calizos y cuarcitosos que forman los bordes aparentes de la cuenca principal. «Desde luego en Teverga-dice Adaro-_-las cuarcitas * silu-V ››rianas y las areniscas devonianas del limite occidental aparecen cobi- »jando a las capas del hullero inferior sin que apenas aflore alli', la ca-~ »liza carbonífera tan potenteen el límite opuesto. Sin duda la inflexión-~ »isoclinal del gran pliegue imbricado, resuelta en falla, ha permitido ›el“ deslizamiento de la masa superpuesta a merced de persistentes- ››empujes tangenciales venidos del Oeste y el tramo calizo (caso fre- »cuentísimo en Asturias) ha quedado recubierto; solo aparecería enfi ››profundidad. Y esta disposición de los pliegues silurianos parece* ›mantenerse en toda su longitud hacia el mar, no obstante,ob'edecer af »recurvamiento general: porqueel anticlinal cuarcitoso de Monte Area' »y Cabo Torres tumba sobre los depósitos triásicos y liásicos de Serínli »y jove con fuerte buzamiento isoclinal hacia el N O. y se resuelve en ›dos fallas diagonales, bien visibles en los acantilados del Musel y en »el paso de Veriña, esplicándose así el hecho, al parecer anómalo, de »que las margas triásicas cubran someramente por la parte occidental »del Cabo a las capas devonianas en tanto que por la parte oriental »aquellas margas quedan recubiertas a su vez por potentes mantos de »calizas liásicas, señalando un desnivel considerable.›› La gran brecha abierta en la región de Avilés por este rompi- pimiento fué rellenándose -poco a poco por los depósitos posteriores y como última huella de esta gran cortadura ha quedado la ria de Avilés* y la magnífica playa del Espartal. Todo esto lo consideramos muy in- teresante y digno de que esta región sea estudiada con algún deteni- miento. La pintoresca conformación de esta zona mesozóica de Avilés apréciase muy bien desde la colina siluriana de la Consolación, al NO. de Nubledo, sobre la cortadura de la cuarcíta que dá paso ia la carre- tera de Oviedo a Avilés y al ramal del ferrocarril del Norte. Desde' Q 38 Ieiucro Pm-Ac , _†› ' ' 7 “_'; ' _ ~r _ ' ,L à 1 í 1 '“ , j_ _ allí se domina todo el valle triásico que sigue por los Campos y Villa- legre hasta Avilés y porTamón hasta Carreño. Al E. el país liásico de Trasona; al N. Entreviñas, Avilés y San juan y la cinta del mar cantá- brico; al O. el Pico de Gorfolí (de la sierra del Faidiello) y al S. la lo- ma liásica de Compañones. A T En el mismo «Éosquejo estratigrafƒico »de Adaro, se 'observa perfec- mente el hundimiento, con rotura de los estratos paleozóicos, de la zona más occidental de la región septentrional asturiana. En esta zona, sur- gen, formando islotes, las cuencas de Ferroñes y Santofirme, enigmá- ticas, por su posición geográfica, y su complicada estratigrafía . D. Adriano Paillette, distinguido ingeniero de minas francés, que vino a Asturias el año 1839 a dirigir la explotación de las minas de Ferroñes, fué el primero que publicó una descripción de estos criade- ros en su obra antes citada, e hizo célebre su colección de fósiles, es-a tudiados cuidadosamente por los grandes paleontólogos franceses de Verneuil y D'Archiac, primeramente, y después, por Zeiller. Los seño- res de Verneuil y D'Archiac, consideraban a esta cuenca como devo- niana, juzgando por su fauna, pero Zeiller, estudiando su flora, descu- brió en la colección Paillette las siguientes especies, propias del hulle- ro superior: ._/gnnufaria splíenopfiiüoides, ¿guru stellaía, Qdoniójbíeris Érardi (como en Arnao), Qecòjbierís Greopteridia, CZ. dentata, 7'. jbofgmørƒa, Q, uniía, gfifienòbferis pecøpieroides _z¡ ef Qecòpferis arguia. Es pues, indudable, que la cuenca de Ferroñes pertenece también al uraliense y sus hila- das son muy próximas a las de Arnao. Sus estratos, que forman un pliegue sinclinal, se hallan encajados entre las calizas del devoniano medio y están constituidos por un banco de pudinga de cantos calizos y siliceos, en su base, de una capa de carbón de metro y medio de potencia, con dos venas separadas por una veta del pizarra arcillosa, y lechos de pizarra con muchas impresiones vegetales: por el N. la cuen- ca está recubierta por las margas rojas del trias. La cuenca de Santofirme, situada al S E. de la de Ferroñes, y se- parada de esta por una faja de arenisca del devoniano (Cué, de Ba- rrois) que forma el Pico Grande, es, a nuestro juicio, el más interesan- te testigo del uraliense asturiano. ~ Sin haberse hecho nunca en esta cuenca un estudio estratigráfico. detenido, fué referida primeramente por Zeiller, (aunque con cierta duda) juzgando por algunos datos paleontológicos, incompletos, al hu-- llero medio . Barrois, la incluye también en la «hilada de Sama» y Adaro, si--› guiendo estas mismas huellas la considera también como del hullero medio. ' Forma esta cuenca una cubeta sinclinal, elíptica, cuyo eje mayor tiene una dirección N. 1 5° E. El extremo S. de esta cubeta, :constitú-L I a

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4 Oretáceo A

Trias

Hullero superioø' mm

I

1 La Formación Urmnrnnsn Asrunraxa 89 yelo el Pico del Aguila, a 381 metros sobre el nivel del mar, y el N. el llamado «Canto de las piedras». Los dos picos, formados por denuda- ción, conservan grandes trozos del banco de pudinga silícea, con ci- mento silíceo, que recubría la formación. Esta está formada por lechos de pizarras y areniscas entre los que se intercalan unas doce capas de hulla semigrasa; en la rama oriental de la cubeta se explotan las Teje- ras, (1=o,40 m. -2::0,4o m. -3 en rosario, de 0 a 2 m.), IW@ [as»' (1=carbonero, -2:.-0,40 m. --3:1 m.), «Úena de[ edit» ¢`Úenuca» (carbón de fragua, 0,70 m.), cfizoôfega» (0,80 m.), gâegue- rón» (en rosario, 0 a 2 m.), <<¿iIèmanes» (0,60 M.), «Úena nueva» (0,40 M.), «Qa5itos» (0,35 M.). En la rama occidental se explotan las «âaƒae[as› que es el mismo paquete de las «@ejeras», después de dar -la vuelta por debajo del Canto de las Piedras. El análisis medio del carbón de las «Tejeras›› y «Vena del Medio» es el siguiente: Materias volátiles. . . 294,98 °/0 Carbono fijo ...... 48,48 » Cenizas...... 15,24 ›› Humedad ...... 6,30 › Potencia calorífica. . 69,40: coque mediano. La inclinación de las dos ramas de la cubeta es de 55° a 65°. Este carbonífero, cuyo espesor total es de unos 500 metros, se halla rodea- do por todas partes por el trias, excepto en su extremo meridional que lo está por el cretáceo. En el corte que hizo Paillette de Santofirme, se figura bastante bien la colocación del banco de pudinga silícea, en la cumbre del Pico: ~de Aguila, y como se vé, no puede ser confundida, por su posición es- tratigráfica, con ninguno de los bancos de pudinga de los terrenos más modernos. La pudinga de Santofirme es, a nuestro juicio, la carac- terística del uraliense cantábrico, con su cimento de arenisca mìcácea. La fauna de Santofirme llamó desde un principio la atención de Paillette y de Schulz. El primero dice que el carbón de esta cuenca es -semi-graso ¢ y goza de las propiedades químicas que permiten colocar- le entre las variedades de ciertos carbones del verdadero terreno hu- llero si las capas atravesadas en 1843 por el gran socavón no hubiesen presentado Wroductus idénticos a los de Visé, en Bélgica». Schulz hizo notar la existencia en las pizarrillas de Santofirme de «algunas lajas enteramente constituidas por conchas del genero Úflyii- ius, sobre todo Úflgfifus lïngualis, Orb. que no hemos visto en el grupo central de Asturias». ' De mayor importancia y de un gran interés científico son.las de- terminaciones faúnicas que hizo Barrois en esta cuenca y que vamos a analizar ligeramente. 40 Ioiuclo Pas-no l-¬ _ Este notable geólogo encontró en el mismo lecho de pizarra, con fósiles mar,inos,señålado por Schulz, las siguientes especies-

; › , 4 F , ¿ívícufo Pecfen scafaris. ôníolmis ,grand ôurgi . K Évôsídonomya cf. fieclieri . ganguincfifes cf, suöcarinatus. Qízga/ina friangufaris . 12aiípcosis' píanispira? ¿intracosia fiipenrzis . Qr-ífionema cåni-ca . Ãd. ' : caråonaria , ld. Úliofiaíí . A .föefferofon navìcrzfa y además varias especies vegetales, Gafamites, šöecóbteris y Ãigifarias. En el ejemplar de __,/ívìcufo pecten cf. scafaris, Sow. encuentra Ba- rrois grandes analogías con el ¿viculopecten øccidentali de ,Sclìumard (Illi- nois vol. 2) y con el Gexanas y el f(Í)fiitez`. En cuanto a la Éöasidonomia cf. fiecfieri, dice Barrois que uno de los ejemplares mejor conservado que los demás, se parece a la Éöosidonømìa fracía del Úoaf measures del G/íz'a (Meek, Ohio Report-, vol. 2). Del género Úflyalina dice elmismo Barrois: «King, el autor que ha visto mejor los caracteres de estos Úflqiiãdae Permo-carboníferos, y ha indicado las particularidades de este pequeño grupo* no ha creido deber separarios del género actual .99Íyfilirs.› Es preciso ,hacer entrar tmnbién en este mismo grupo (mïøng. @erm. ƒossifs p.159/ todas las conchas hulleras descritas con los nombres de Qfiodiofa, Úfiytifus, ¿ivi- cula, por Sowerby (Geol. Trans. London. 2 ser. T. 5) y que están re- fpnresentadas en Asturias por formas idénticas so al menos, muy próxi- f'f

gl) Segun un reconocimiento geológico efectuado recientemente en el Naranco por los ingeniero! lo strito minuto å»o0v-todo', Sres. Durán yflàrtnjodo,-ute pliegue pa:-occ ur más bien un monoclínd 42 Ioimcio Prime importancia transcendental. Con las pizarras extraídas del sondeo de Yega salieron algunas impresiones, reducidas y _borrosas de Ãpfienópíe- rzs, finamente rayado, de muy dificil determinación, las cuales, no obs- tante, examinadas por un eminente paleontólogo español, le indujeron a sospechar que podrían caracterizar un tramo más alto que el que co- locamos como supramedio en Ciaño, la Oscura y la Zorera, aunque sin decidirse acerca del particular en espera de nuevos y mejores ejemplares que no llegaron a extraerse. Ni siquiera se han conservado las expresadas impresiones» Mucho más expresivos son los datos suministrados por el sondeo de Caldones situado a un kilómetro, aproximadamente al S- O. del de Vega y a cuya popularidad tanto ha contribuido el accidente que oca- sionó el desprendimiento de los gases grisuosos al llegar la sonda a los 565 metros de profundidad. Atravesados los tramos triásicos, com- puestos de margas rojas, calizas margosas y los conglomerados de la base, en un espesor de 3 30 metros, (las mismas ìocas, aunque con mayores espesores que en el sondeo de Vega) se llegó a los estratos hulleros, formados de lechos alternativos de pizarras y calizas, domi- nando las primeras, con un buzamiento de 26° al N O. es decir, mu- cho más tendido que el carbonífero de Vega. Algunos tramos de las pizarras son muy fosilíferos . Las calizas son grises, algunas muy oscu- ras, fétidas y atravesadas por vetas espáticas; la última capa cortada, gue fui-'É llatque produjo el desprendimiento de los gases, tiene un aspec- o gon o i ico. Los fósiles marinos encontrados han sido un Ãpirzƒer indetermina- do, pequeños ejemplares de ¿ívicufa y fíöecifen (el ¿ívicufopecíen Ãca- [aris de SantofirmeP) muchos tallos y brazos de crinoides, un ejemplar de ãanguirzoliíes (el suåcarinaíus de Santofirmeì) gbreducius acufeaíus y un ejemplar de Ñlïillipsia Cfzfordi, Woodw, según M. R. Falcó, del Institu- to Geológico de España. No hemos visto estos fósiles, ni aún viéndolos tendríamos elemen- tos para clasificarlos, pero respecto aå Gfzfordi se nos ocurre la duda de si en vez de esta especie no será el icfiwafdi, Fischer (sp) de los mon- tes Urales, ya señalado por Mallada en Asturias. Aunque estas deter- minaciones faúnicas son todavía poco precisas, no obstante cremos que se trata de formas propias del hullero superior. En cuanto a la flora la mayor parte de las impresiones obtenidas son de helechos y ãiigmarias cuya abundancia caracteriza al uraliense. 5]?/ïen_0'}›feris írzfofiaia, y aríerrrisieƒofia, Brong. gíigmaria ficoides--f?Íeui"01r tens gzgantea Sternb. y N. 'UzlIìerszzP, Brong.-.gilet/iópiferisP especies que casi todas ellas abundan en el carbonífero de la Cordillera Cantábrica. Aunque la especie 5p/ïenópteris triƒo/ìata es propia del hulleio me- dio, está fuera de duda que vivió también en el hullero superior. En PšQ:¿_M`ä\__%NNk_M\h_¿Ufihúg¿RP“`kHå__¿_›_____¡_F\¡O____A_¿_¿___ b S O N D EO D E CA L D O N ES GM àN\\`\\\__fi__c_3V__“¡__mH“_jflH__4w,____w_W___“A_H_d_,V_'_¿_W__e_Ww_V__“__V$______Ld____j_¿_____W___`___ï___ì_g__ )MC___A

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'_ _ LA Formación Q;A.unNsn~AsfrUn1ANA 43

. , _' cuanto 3 la Ãpfienópfiåswuiqçisiqfelìa, Brong. cuyas .pínulas presentan uganerviación tan semojamph la. de loì¡9donto'pteris (género caracte-› rfico del hullero superior) es tfna form principal del subgenero Sre- mópíøris, Schimp. que ha tenido su desarrollo en el hullero superior y algunas de cuyas formas han pasado al permiano. fâfeicfieniies' 12eesz`z`, Gö pp. de Braunau). Parece que este mismo fosil, S. aríemisieƒolìa, se ha encontrado también en el carbonífero de Préjano (Logroño). Y por último, el Úfeurópteris gigantea es un fosil muy abundante en el hullero medio y en el superior de España, (contrariamente a la opinión de Zeiller que le creía extinguido en el westfaliense) pues se le encuentra en Mieres, Langreo, Aller, Riosa (hullero gledio) y en Arnao, Tineo, Leitariegos, Sabero, Orbó, San Adrián'deii]ua'rros, Bélmez, etc. (hulle- ro superior.) i No podemos explicarnos cómo reconociendo Falcó entre esta flo- ra especies del inframedio, por lo menos, clasifique no obstante el tra- mo de este terreno hullero cortado por la sonda en Caldones como del sub-hullero, o hilada de Lena, de Barrois, cuando es bien sabido que los fósiles vegetales de este tramo son escasos, y presentan siempre formas arcáicas. Ni tampoco vemos semejanzas litológicas ene ellos pues la faja estéril de 300 a 500 metr0s de potencia supa_iíP\1$Sta 8 la caliza dinantiense está constituida por cayuela y pizarra, con nódulos de siderosa, y bancos, a veces duros y potentes de arenisca cuarzosa (que no existen en Caldones) y un banco de caliza con fusulinas, que como se vé, en nada, se parece a la serie alt¢tnat_iva de pizarras y ca,- liaas que presenta Caldones. i l A1 llegar a este punto, cuando clasifiçábamos los últimos fósiles recogidos en unas labores de investigación que se están llevando a Cabø en el valle cretáceo de Pola de Siero, una emoción nueva y profunda, nos invade. En las rocas examìnadas encontramos las prue- bas paleontológicas de la existencia de un sistema. geológicoique hasta ahora se había mostrado siempre muy rebelde a su determinación, en España. Nos referimos al sistema Permiano. Este descubrimiento, que presta a nuestra concepción. del hullero superior aslïuryiano un refuerzo inestimable y en nuestro Concepto, de- finitivo, ilumina súbitamente los oscuros problemas estratigráficos-.y tectónicos de esta región, e inaugura una 'nueva era de investigaoia-r nes que puede ser fecunda para el aprovechamiento industrial de sus riquezas. W Y el insigne Barrois, cuando lleguen estas noticiaã a su retiro de Francia, en donde tanto ha sufrido su espiritu en los terribles años de la guerra, sonreirá complacido, al ver que sus opinioneS »respecto a la. edad de ciertas hiladas problemáticas de Asturias, Se han visto Gønfir- madas, e y r 1 Imuoro Purm

Nosotros nos honramos en testimoniarle, con este motivo, las pruebas de nuestro respeto y profunda admiración por la labor trans- cendental que ha realizado en Asturias y que inmortalizará su nombre esclarecido. "

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El permiano en España

El permiano de Puente Vergueres. (Pola de Siero).-Los «mimofirom de Barrois.--La esfinge de Peña Careses.-Asomos hulleros de Fres- nedo, Riñora y Marcenado.-Terrenos carboníferos de Vïñón, Torazo y Colunga.-El sondeo de Amandi.-Careses y el Sueve.

Hace varios años, en uno de nuestros frecuentes viajes a Langreo tuvimos ocasion de conocer a D. Mariano Ajuria, antiguo y entusiasta minero, con el cual trabamos, desde un principio, una buena amistad. Complacíanos mucho compartir con él de asuntos mineros. Es tan raro encontrar gentes verdaderamente amantes de la naturaleza, de alma entusiasta y desinteresada, que por la curiosidad de conocerla estén dispuestas siempre a hacer el sacrificio de largas caminatas con sus tatigas anejas, que desde luego admiramos en D. Mariano su optimis- mo y su fe y su grande amor a las expediciones por el campo. Un dia de esta primavera pasada, hicimos juntos un largo reco- rridopor las sierras liásicas del Zorrín y del Pangran, bajamos des- pués al valle cretáceo de Pola de Siero y desde aquí fuimos a Puente Vergueres, sobre el Nora, a un kilómetro al E. de la Pola. Ajuria de- seaba enseñarme unas pizarras negras y un banco de caliza que aflo- ran debajo de este puente en el mismo cauce del rio. Hace bastantes años, el padre político de Ajuria, D. Manuel Lla- nos, también minero muy conocido, le había señalado como terreno carbonífero este asomo de pizarras, casi verticales, en medio de las margas cretáceas. Por consejo de Ajuria se pidió un registro importan- te de hulla en esta zona y en otras del cretáceo de Oviedo. Tanto las pizarras, como la caliza, nos parecieron desde luego, hulleras, pero mineros muy experimentados de la región no participa- ban de lamisma creencia, sin duda por las referencias que se tenían de un sondeo infructuoso que efectuó hace algunos años, no lejos de allí, una Sociedad catalana, en busca de carbón. M ,____,.. _..

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(Íal|ípt'erés* confe“rta (Emma) =-¡L Fmginento de Walohìa piniformis (V. So.rmr) LA iFoaMA<;1óN_URAI.1mNsm AsrUR1ANA 45

Estas pizarras de Puente Vergueres las consideramos desde un principio interesantísimas para el conocimiento del carbonífero de la gran faja septentrional asturiana, y fuimos de parecer, de acuerdo, con Ajuria, que se hiciera un pocillo de investigación en aquel mismo sitio, de unos 70 metros de profundidad y luego un trasversal, a este nivel. (Actualmente el pozo está construido y el trasversal tiene unos I 50 me- tros de longitud.) Los trabajos de profundización del pozo empezaron enseguida y recomendamos que fueran conservados los trozos de rocas que presentaran impresiones fosilíferas. Estas no se hicieron esperar: las primeras muestras recogidas en uno de mis viajes a la Pola fueron de pizarras con _@ecó¡bferis giråôrescens y Q”, _@luc/feneíi, tan característi- cos del hullero stfperior, que nos confirmaron en nuestra creencia de ,que una formación carbonífera, transgresiva, rodea a la cuenca central. v Este último verano apareció un hermoso ejemplar de una_ fronda completa de un helecho que visto por nuestro compañero del Instituto Geológico, Manuel Ruiz Falcó, le. pareció, desde luego, un Caffípteris. Llevado al Instituto, se vió que era, sin duda, el Caflzjbteris corferta, ca- racterístico del permiano. (Véanse las fotografías que hemos obtenido de este fósil y de algunos de los principales encontrados en este mis- mo lugar.) Este descubrimiento ofrecía tal importancia que para tener la certeza de que efectivamente se trataba del permiano, había quehespe- rar nuevos hallazgos para poder efectuar su determinación por el con- junto de la flora. l - A principios del mes de Noviembre, cuando nos disponíamos a escribir este capítulo, examinando los últimos trozos de pizarras fo- silíferas recogidos en las labores de Vergueres, encontramos entre ellos los siguientes fósiles, que confirman, de un modo indubitable, la existencia del permiano en el asomo pizarreño de Pola de Siero: Nue- vas impresiones de trozos de penas de (Ãa[[z'¡bteris canfería y de formas del hullero superior, tales como .@ecô¡bíerz`s arbórescens, Schlt., y P. Éolìz- cfieneii, Schlt. ¿innufaria radiafa, Brong., una de las pizarras presenta también una impresión borrosa de un @ecò¡bíeris. Además, las especies Íïlalcfiia pinzƒormis, Schlt.-.lsiinójvíeris oölicua, Ízznöury? y wafcfiia Iìqjbnoi- des, Brong. idénticas a las formas del permiano de Lodeve (Hérault). Existe también en el pozoide Vergueres un lecho de pizarras lle- nas de impresiones de ¿É/,ntfiìacosia caröønaria, Schlt. y como' en Santo- firme, se ofrece aquí igualmente la cohexistencia del régimen continen- tal con el-`l régimen marítimo, sin duda por hallamos en una antigua lí- nea de costa. Uno de los trozos de pizarra que presenta en una de sus caras una pena de Gaflípteris cønferta, ofrece en la otra impresiones que parecen de las escamas de un pez. _ 46 Isxsurcro PATAC

L-es estratos de pizarras permianas del pozo de Vergueres tienen um dìrecdón NE-SO". con ug buzamiento de 70° al SE. Entre ellos se ãuterçalan algunos lechos de caliza muy compacta, de 35 a 50 centí- metros de espesor. ~ . En otro asomo de las pizarras permo-carboniferas de Pola de Sie- ro, situado muy cerca del pozo de Vergueres,,¬en elidesmontgde hea- rretem de la Pola a Valdesoto, y en la bilur cación del ,camino vecinal a Ll-orian`es, hemos visto enel 'contacto de estas pizarras mn el cretá- ceo que por todas partes las rodean, un banquito de conglomerado vordoso, de cantos rodados silíceos, con cimentoporfírico, concordantø con los lechos de pizarra, y .que probablernente .corresponde a la mis- ma formación permiana. Es idéntico, a nuestrojuicio, al de la cantera de la Huertona, sobre la carretera de,Neva. ita Villaviciosa, cerca de Fresnedo, y que aquí está en contacto con el Trias. Estos conglomerados, de origen sedimentario, sin duda, son muy heterogéneos, dominando en ellos los cuarzos de todos los colores, ci- mentados por una pasta eruptiva, Tienen todo el aspecto.-del los con- glomerados del Âotfifiegendw deSajonia y de los Vosgos, .y en ese,_.ca- so.. las pizarras y calizas del pozo de Vergueres corresponderían al pen-i miano medio.- El carácter marino de la formación, la abundancia de Caffípteris y las hiladas calizas intercaladas entre los estratos pizarreños, parecen confirmarlo. , A Éstos bancos de conglomerados porfíricos creemos que son a con~ tem}poráneos de los célebres «r_nimofiros› de Gargantãda, Viñón, To- razo, Aramil, Ferroñes, etc. y que juzgando por su.esfr11¢mra clasificó elgran Barrois como permianos. El espesor de estos mimofiroses muy variable. Ya hemes›¿v.isto que es solo de unos 8o centímetros en Pola de Siero: en cambio, $11 ¢l trasversal del primer piso de las minas de Aramil, de los Sres, Felgueroso Hermanos, se intercalan varios bancos entge otros de pizarrasgy de,,margas verdosas, muy calcíleraâ, en un espesor total de más de cien metros (véase el corte del trasversal). La coloración de los mismos, debida tal vez a sales de hierro, es también diferente entre ellos. El conglomerado de Bayones (Villaviciosa) es de color rojo de vino y leacompañan también, como en Aramil, capas de caliza muy margosa, del mismo color rojo. El conglomerado de Torazo, sobre el cual está edificada la iglesia del pueblo, esanálogo al de la Pola de Siero y presenta dos coloraciones, verdosa y rojiza. En el sondeo del la Parra, en Amandi (Villaviciosa) se cortaron, al parecer, unos seiscientos metros de margas triásicas y antes de penetrar en las pizarras con restos vegetales, se cortaron unos tramos porfíricos, duri- simos, que sin duda eran los mimofirospermianos: el carbonífero. de Amandi está muy tendido. Schulz consideraba todos los depósitos de margas rojas, calizas, areniscas y conglomerados- agrupados en Astu- Ä ' `

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POLA DE SIERO.-La esfìnge de Peña Careses LA Formación Ukamnnàm As'1¬UR1A1u 47

rias, como pertenecientes al Keuper, con el nombre de «margas irisa- das›; Mallada considera como del tramo inferior åel trias (en nuestra opinión, acertadamente,) las areniscas y pudingas cuarzosas dela base y en cuanto a los conglomerados porfíricos, parece inclinarse a la opi- nión de jacquot de admitir las existencia de unas hiladas permianas en~ tre el trias español y el carbonífero, pero sin decidir la cuestión por falta de elementos paleontológicos (1). Adfiiib, incluía todos estos de- pósitos dentro del trias. un Los conglomerado; rojos, pegados a ta caliza dinantiense lh dos peñas de Careses (véanse los dibujos y las fotografías,) son tam- bién probablemente permianos. Esta montaña de Careses, situada al N E. del valle cretáceo de la Pola, por delante de Pico Fario, (calizas y pudinga del Lías), ha contemplado, como una esfinge, el ir y venir de las generaciones humanas, sin que nadie se fijara en su verdadera significación geológica. Schulz, la consideró desprendida del Pico Fa- rio e hincada sobre las mar , s triásicas que la rodean, principalmente por lu falda septentrional. iâídaro también la eonsideraba liásica, pero -los hermanos Felgueroso reconocieron su identidad con la caliza car- bonífera, y Termier comprobó esta opinión en la nota a que antes hici- mos referencia. ,_ Las hiladas hulleras atravesadas por la sonda en Vega yCaldenes, de pizarras, con lechos alternativos de caliza, pertenecerán también al permo-carbonífero, ya que la presencia de estas últimas capas indican su carácter marino. Y lo mismo decimos del asomo de pizarras de Fregpedo, señalado por Termier en su magnífica Nota «.§as f_@eñas de Úareses. .Éa zona aníiclinaf Gareses-gresned0»(2). Y del asomo de Riñora (Lieres), de pizarras hulleras con capas de carbón, rodeado por las margas cretáceas; en estas pizarras abunda mucho el Cordaiies angufa- sostriatus. Grand'Eury. También es permiano, probablemente, el asomo de pizarras con un banquito de conglomerado análogo al de la carrete- ra de Valdesoto, con la misma dirección y buzamiento que allí, y que se encuentra en el camino de $anta Éulafia de 'öigif a Marcenado. Igualmente los manchones hulleros de Viñón, Torazo y Colunga, serán zonas anticlinales de la gran formación marina, en cuyo estudio detallado no podemos detenernos ahora. En el sondeo que está haciendo cerca de la estación de Lieres la «Sociedad lndustrial ásturianm, se han atravesado ya unos setecientos metros de terreno triasico, cortándose también el banco de conglome- rado porlírico. Tanto este sondeo como el de Amandi, en unión de la montaña de Peña Careses el puerto de Sueve, son testigos de los

1 (1) Annalldeìs Minas 6m serie T,IX. p. 391. ¢Esquisse géol. de la Serranía. de Cuenca» E. Jeequot.- nspec t or gra . e M'mas. Los hechoq parecen venir I. darle la razón al notable geólogo francés. (ii) «Revista Industrial-Minera Asturiana» n.° 88. 1.° Enero 1919. 48 Imuoro Pana grandes plegamientos que el dinamismo permiano' ha producido en es- ta región septentrimel de Asturias. En rmúmenplos «rnimofiros›, rocas mixtas, de carácter clara- mente sedimentario, pero cuyo cimento es eruptivo, parecen formar un horizonte constante superpuesto a los estratos -permianos de esta región septentrional, entre Avilés y puerto de Sueve, yen. estudio dc- tallado es del mayor inteia* para el conocimiento de la formación per- mo-carbonífera que tal vez se superponga al uraliense asturiano, como mu@ en cad todas las cuencas de Europa y América, del hullero superior. Por lo tanto, es de suponer que existan depósitos carboníferos de bastante espesor, en sitios privilegiados, de esta zona, que el estudio, y los trabajos de investigación bien orientados, podrán descubrir. Sin tiempo ni espacio para desarrollar con mayor amplitud los importantes temas que aún quedan pendientes de resolución, termina- mos eete trabajo, dándoos gracias por la benévola atención que me habéis prestado. . Con lo dicho creemos que debe bastarnos para comprender que los velostmisteriosos que envolvían a la cuenca central asturiana, se han rasgado ya. Una luz vivísima nos deslumbra. Pero. esta misma luz será nuestro mejor guía, cuando, serenado nuestro espíritu, nos ilumi- ne suavente para poder seguir deletreando en el gran libro abierto de la naturaleza, y descubriendo los infinitos arcanos que se encierran en sus páginas etemas.

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CONCLUSIONES

El hullero superior de la cordillera Cantábrica, de facies marina, 0 sea, el uraliense, desbordado por diferentes puntos de la misma, ha penetrado en Asturias por el Oriente y por el Occidente, formando depósitos carboníferos que plegamientos post-uralienses o permianos y la denudación han dejado reducidos a pequeñas manchas y cubetas, algunas de escaso valor industrial. En la parte oriental de la proìincia han quedado restos de esta formación en Onís, Cabrales. Sebarga, Pría, Campo de Caso, La Ma- rea y en otras localidades donde tan sólo ofrecen lechos de pizarras estériles. En el Occidente, de mayor importancia industrial, han que- dado las cuencas de Tormaleo, Gedrez, Valle de Gillón y Tineo. - El estudio de las cuencas aisladas de Arnao (Avilés), Ferroñes, Santofirme, Viñón, Torazo, Carrandi (Colunga), de los sondeos de Ve- ga y Caldones, en el concejo de Gijón; del de Amandi, en el de Villa- viciosa, y de los asomos de terreno hullero en el cretáceo de Pola de Siero y Lieres, y en el trias de Fresnedo, conduce a admitir que la zona situada al Norte de la cuenca westfaliense asturiana, es decir, la región comprendida entre Avilés y el puerto de Sueve, contiene tam- bién depósitos del hullero superior por debajo de los terrenos mesozoi- cos, y que este hullero se interna en el mar. El descubrimiento de la flora permiana en Vergueres (Pola de Siero) con C°a[[z'}›feris conferia, wafcfiia piniformis Schlt, Íïlafcfiia fiipnoides Brong, asociada a formas propias del hullero superior, como el fíbecóp- feris aröórecens Schlt, y 55. _@/ucfieneíi, viene a poner en claro el proble- ma geológico, ha tiempo planteado en España, acerca de la existencia del sistema permiano, del cual jamás se habían encontrado especies ca- racterísticas en nuestro suelo. Estas hiladas permianas, quizá contem- poráneas de las «hiladas de Lebach» de la cuenca hullera de la Sarre, se presentan, al parecer, como es corriente en este sistema, sobrepues- tas, concordantemente a las del hullero superior, de las que conservan una gran parte de su flora. 50 IGNmio Pyme _

No habiendo ningún indicio hasta la techa de que debajo de estos depósitos hulleros de dicha zona septentrional se encuentre la prolon- gación de los senos hulleros de la cuenca central, cuyas líneas axiales vienen a reunirse en el valle cretáceo de la Cruz (Pola de Siero), la formación uraliense (o permo-carbonífera) asturiana, ha sido completa- mente transgresiva respecto al carbonífero de Langreo y Mieres, que- dando éste reducido, por lo tanto, a una cubeta aislada de carácter continental, rodeada, después del primer dinamismo herciniano, por los mares uraliense y permiano. Sería de un gran interés para la economía de la región y de Es- paña el levantamiento de un plano tectónico de toda esta zona, al esti- lo del que han hecho los geólogos extranjeros M. René Nicklés y Ioly (con la cooperación de los señores Marcel Bertrand, Bergeron, Villain y Zeiller) de los terrenos secundarios de Meurthe-et-Moselle, y que dió por resultado el descubrimiento de la prolongación de la cuenca hulle- ra de la Sarre en el territorio de la Lorena francesa. Los sondeos efectuados en Asturias y los asomos carboníferos en los terrenos del trias y de la creta prueban que el hullero infrayacente está muy plegado y, por lo tanto, el éxito de los sondeos dependerá necesariamente del conocimiento que pueda tenerse del relieve tectó- nico de este carbonífero. Pero este relieve tiene siempre una cierta re- lación con el de los terrenos mesozoicos que lo recubren, y de ahí la conveniencia de efectuar el trazado de un plano estratigráfico bien de- tallado de estos terrenos y de hacer el estudio de todas las circunstan- cias que han contribuido a darle su configuración actual. Teniendo en cuenta que toda esta zona comprendida entre Avilés y puerto de Sueve, Oviedo, Infiesto y el mar, es una zona de hundi- miento, es muy posible que los depósitos carboníferos hayan adquirido en ella mayor espesor, y de consiguiente, puedan existir cubetas hulle- ras a no muy grande profundidad y en excelente situación geográfica para ser susceptibles de explotaciones industriales de importancia.

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36 , 38 1 dedueiones deducciones 39 ~ 15 i 294,98 29,98 99 - 19 69,40 6940

48 22 i suavente suavemente .

nfl 1 - l _ I I í í _ | 'í í f'_r“7 Ai í " "Í I | 1 INDICE DEL TEXTD

Page. Introducción...... 5 Capítulo I.-Desbordamiento de la formación uraliense sobre la Cordillera Can- `¢abri<›...... 9 Capitulo II. --Desbordarniento oriental. -Pernía.--Camasobres.--Peña Labra. -Potes.-Lebeña y los_Pices de Europa.--Región oriental de Asturias.. . . 11 Capítulo III.-Desbordamientos occidentales.--Teverga y Quirós. . . . _. . .¿ . , . ; . . . 21 Villablino.--Tormaleo.--Gedrez.-Valle de Gillón.-Cangas de Tineo.-Salas. -Pravia ...... ,...... 27 Capítulo IV.-Región septentrional.-Santa María del Mar._-Arnao.-Ferro- ñes . -Santofirme.-Sondeos de Vega y Caldones en Gijón ...... - . .31 , Capítulo V.--El permiano en i"España.,-El permiano de Puente Vergueres (Pola , de Siero).-Los ¢mimofi,ros`›Í`de Barrois.-La esfingeygde Peña- Careses.-- Asomos hulleros de Ereenedo., Riñora y- Lfareenado.---Terrenos carbonífe- ros de Viñón, Torazo yi"'C'olu.nga.--El sondee de Aman/di-Careiees y el Sueve. 44 Conclusiones...... i ...... (Í...... 49

íND|cE DE LAS |_AM|NAs

“Pá¢e. Palfllcla.-Trozo del banco de pudinga uraliense en contacto con la caliza car- bonífera, cerca de la hoz de Camasobres. La hoz de Camasobres. Banco de pudinga uraliense en contacto con la cali- za. carbonífera. Peña Labra. Liébana, desde lo alto de la carretera del Puerto de Piedras Luengas. .' ...... 12 Lcbøña.--Monte de las Coronas. Lafflermida.-Margas y areniscas triásicas' reposando sobre la caliza carboní- fera. Idem.-Margas y areniscas triásicas reposando sobre un pico de caliza carbo- nífera. Lebeña. Corte esquemâtico de los Picos de Europa en Andara, por Sánchez Lozano. Corte geológico desde la Liébana al mar, por L. Adaro ...... 14 Corte geológico de G. Schulz, de la costa de Nueva a Peñasanta. ligeramen- te modificado ...... 16 Corte geológico de Ribadesella a Campo de Caso pasando sobre el rio Pon- ga, Ch. Barrois. Corte carbonífero de Covadonga, Ch. Barrois ...... 18 Panorama desde Focella. Corte del uraliense de Teverga por el alto del Pando. Vista desde términos de Riello del banco de pudinga uraliense en dirección a Peña Viguera. Contacto del uraliense y del carbonífero inferior en Teverga. Isoclinal del carbonífero inferior de Teverga ...... 22 Quirós.-Vista desde el Faedal, a 700 metros, sobre el nivel del mar. › ` 0 Vista desde la falda O. de Bustiegos. (960 m. sobre el nivel del mar.) La Foiz.---Desbordamiento de la pudinga uraliense en el contacto de la caliza del devoniano medio con la caliza dinantiense de Peña Parada. Vista tomada desde la oficina de las minas de Llanuces (810 m. sobre el ni- vel del mar.) Vista desde Marifonso.-(Monte Runeiro)...... 2 ...... 24 Corte por el Pico Prieto. Cortes números 1-2-3-4 y 5 ...... 28 Cortes geológicos de Arnao, por M. Adriano Paillette y Ch. Barrois. Cróquis geológico de Arnao, por I. Patac ...... 32 Corte del carbonífero de Santofirme, por A. Paillette. Corte de la cubeta de Santofirme,. por I. Patac...... 38 Sondeo de Caldones (Gijón) ...... _ ...... 42 Waløhia hgpnoides, Brong.-Cordaítes angulosostriatus, Grand'Eury.-- Walchía pz'- níƒormis (Schlt). - .Pecopteris pluclceneti (Schlt). - Pecópteris arbórescens, \ (Sch1t).- Callånteris conƒerta, (Brong.)-Lepidodendron Sternbergii (Brong). . 44 Peña menor de Careses,-Pico Fario.--Vertiente septentrional de la Peña me- nor de Careses.-Trespandb.-Cantera de la Hnertona.-Banco de conglo- merado porfírico de Torazo.-La esfinge de Peña Careses...... 46 Vista panoramica tomada desde la Peña'de Santa Eulalia de Vigil.-Peña Ca- reses desde la falda de Pico Fario.-Vista tomada desde la Peña menor de Careses.--Corte en el camino de Piñera a Miyares.-Trasversal del primer piso de Aramil.-Asomo carbonífero de Fresneda.-Carbonífero de Viñón.. 48