Ramón Paz Borroto, En La Forja De Una Proeza”, Editorial Verde
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Ramón Paz Borroto: EN LA FORJA DE UNA PROEZA PRÓLOGO General de Ejército Raúl Castro Ruz Ramón Paz Borroto: EN LA FORJA DE UNA PROEZA Alberto Alvariño Atiénzar Mílderth Álvarez Pérez Cecilio Jiménez Marroquí Cuidado de la edición: Tte. cor. Ana Dayamín Montero Díaz Edición: Hildelilsa Díaz Gil Corrección: Raisa Ravelo Marrero Diseño de cubierta: Osvaldo R. López Ravelo Diseño interior: Ernesto Niebla Chalita Imagen de cubierta: La Sierra Maestra Fotografías: Osvaldo R. López Ravelo Archivo familiar Archivo de la Oficina de Asuntos Histó- ricos del Consejo de Estado Mapas: Otto Hernández Garcini Dariel Pérez Góngora Jorge Alberto Sibila Herrera Javier Martínez Acosta Enmanuel Arias Ibarra Sergio Camilo Hernández Sorzano Cuidado de la producción: Juan José Valdés Pérez © Alberto Alvariño Atiénzar, Mílderth Álvarez Pérez, Cecilio Jiménez Marroquí, 2018 © Sobre la presente edición: Casa Editorial Verde Olivo, 2018 ISBN: 978-959-224-419-1 Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproduci- da, ni en todo ni en parte, en ningún soporte sin la autorización por escrito de la editorial. Casa Editorial Verde Olivo Avenida de Independencia y San Pedro Apartado 6916. CP 10600 Plaza de la Revolución, La Habana [email protected] Al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien comentaba que existía una deuda porque no se conocía lo suficiente la vida de Ramón Paz Borroto. A quienes ofrendaron sus preciadas vidas por alcanzar la independencia definitiva de la patria amada. A los invencibles combatientes rebeldes que escribieron la inédita hazaña contra la Ofensiva de Verano de 1958. PRÓLOGO Ramón Paz Borroto se incorporó al Ejército Rebelde en noviem- bre de 1957, cuando ya era un destacado luchador y dirigente clandestino en las minas de Charco Redondo, y se distinguió en el segundo combate de Pino del Agua el 16 de febrero de 1958. No tuve la posibilidad de conocerlo de cerca e intimar con él porque a inicios de marzo de ese año partí con la colum- na número 6 para fundar el Segundo Frente Oriental Frank País. En los meses posteriores, Paz escribiría páginas sobre- salientes en muchas acciones. Su heroica caída resulta inseparable del escenario en el que participó hace algo más de sesenta años bajo el mando directo del Comandante en Jefe. Muchos autores han significado la importancia de la sucesión de combates y batallas librados en los distintos frentes durante el año 1958 y su contribución final al triunfo revo- lucionario; sin embargo, poco se ha valorado en su justa dimensión, lo que en mi consideración fue, en su conjunto, una proeza militar, escrita durante el rechazo y la victoria decisiva contra la Ofensiva de Verano de la tiranía y sobre la cual el Che, con toda precisión expresó: “El ejército batis- tiano salió con su espina dorsal rota”. Jamás en la historia militar cubana hubo una correla- ción similar entre las partes beligerantes, como en este caso en que un número aproximado de doscientos combatientes armados al inicio de la operación —algo más de trescientos al concluir— enfrentó a 10 000 soldados bien equipados, acompañados de tanques, apoyados por la artillería, la aviación, unidades navales y abundante aseguramiento logístico. Para que se tenga una idea, baste señalar que se concentraron 14 batallones de infantería y siete compañías independientes. De nada valió su mayor y último intento. El adversario sufrió más de mil bajas, de ellas un número superior a tres- cientos muertos y 443 prisioneros. No menos de cinco grandes unidades fueron aniquiladas, capturadas o desarticuladas. En poder de las fuerzas rebeldes quedaron 507 armas, incluidos dos tanques, diez morteros, varias bazucas y 12 ametralla- doras calibre 30. Durante 74 días de incesante lucha se libraron 30 com- bates y seis batallas de trascendencia, en los que 31 oficiales y combatientes del Ejército Rebelde ofrendaron sus vidas. Con el arsenal capturado se formaron nuevas columnas que invadieron el centro del país y el Camagüey, y otras se des- plazaron hacia el norte de la antigua provincia de Oriente, con lo cual quedó cubierto todo su territorio. Es un referente el hecho de que un pequeño ejército revo- lucionario, no profesional, con escaso e inferior armamento, poco equipamiento y apenas sin posibilidades de superviven- cia, venciera a fuerzas entre 30 y 50 veces superiores. Opuesta a la lógica de la matemática en las acciones mi- litares, el Ejército Rebelde ratificó el valor inobjetable que tiene el potencial político y moral en cualquier guerra, a pesar de la superioridad extraordinaria del adversario. Pero, el factor esencial de aquella victoria determinante fue la sabia dirección y conducción personal de Fidel en los combates y las batallas, en los que demostró su pensamiento militar y capacidad visionaria para adelantarse a los hechos y adoptar las decisiones que exigía cada momento. En medio de aquella epopeya, entre los jefes a los que Fidel se dirigía y encargaba las acciones más complejas y riesgo- sas estaba Ramón Paz Borroto con una disposición a toda prueba, quien sabía interpretar a cabalidad las ideas de las acciones del máximo jefe rebelde y cumplía con firmeza in- variable las misiones recibidas. A fuerza de cualidades de dirección, disciplina y valentía supo ganarse la confianza del líder de la Revolución. No resultó un hecho casual que el Che, parco en elogios, respondiera a la misiva de un combatiente: “… debo recor- darte que Paz es nuestro mejor capitán. Un poco duro a veces, pero justo y muy valiente”. Paz, cuando tuvo confusión con una indicación de combate de Fidel, su respuesta no pudo ser otra que, con la vergüenza que le caracterizaba, pedir que le mandara órdenes pero para pelear, y entonces lo hizo del modo más elocuente. Creció tan- to en el orden militar, en tan poco tiempo, que le valió el as- censo a comandante apenas cuarenta y ocho horas antes de su muerte gloriosa, el 28 de julio. Llegó a contar entre los imprescindibles. Cuando Fidel narraba las últimas acciones para expulsar definitiva- mente del territorio de la Sierra Maestra al adversario, en los días de la estocada final en Las Mercedes, exclamó: “¡Qué falta nos hubiera hecho en ese momento un Paz o un Cuevas!”. No resultó un hecho fortuito que Fidel recordara a Paz y lo destacara entre los primeros cada vez que venían a su memo- ria aquellos días del rechazo de la ofensiva de la tiranía en el verano de 1958; así lo mencionó reiteradamente muchas veces hasta sus últimos días de vida. Tengo la certeza de que él habría tenido mucha satisfacción con la salida a la luz de esta obra que sentía como una deuda para que se conociera y perpetuara la memoria del fiel combatiente. Esta edición cumple tal propósito. Aprecio la amplia investigación realizada en poco tiempo por los autores de este volumen biográfico. Era algo pendiente porque Paz no se conocía lo suficiente y es una muestra del rescate de la historiografía que las nuevas generaciones no deben desconocer ni olvidar. Ramón Paz Borroto cayó en la forja de una proeza mili- tar que escribió el Ejército Rebelde. Allí, en Providencia, en una sencilla tumba en la tierra donde libró su último com- bate, yacen los restos del héroe caído que, simbólicamente, reclama le manden órdenes para continuar peleando por la Revolución. Esta edición deviene monumento imperecedero a su me- moria. Raúl Castro Ruz En el mes de julio se volvió a comba- tir en este sitio fuertemente y a lo largo del río de Yara. Aquí lucharon y dieron su vida varios compañeros muy meritorios, y uno de los que más recuerdo era un obrero minero y un excelente soldado, Ramón Paz, muy disciplinado, muy valiente, actor de numerosas proezas en los combates de la ofensiva y que al fin perdió su vida en los últimos combates de Santo Domingo, a fines del mes de julio. Si me permiten hacer una proposición, y que me parece muy justa, que está relacionada con el lugar, la historia, las batallas de la guerra que aquí tuvieron lugar, yo propongo que este campa- mento lleve el nombre de aquel heroico compañero que yo mencionaba, y que murió en una fecha próxima a esta hace 23 años: Ramón Paz. Fidel Castro Ruz1 1 Intervención del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, en la inauguración del Campamento Provincial de Pione- ros, en Granma, el 19 de julio de 1981. Tomado de htpp.//www.fidelcastro.cu/ es/discurso. En las citas, partes, cartas, documentos se respetará la redacción del original. INTRODUCCIÓN Entre los jefes y combatientes rebeldes que más sobresalen en la narración de la magistral obra La victoria estratégica, de la autoría del líder histórico de la Revolución Cubana, se encuentra el comandante Ramón Paz Borroto, quien hasta entonces apenas se conocía por los artículos aparecidos en la prensa, en ocasión de las efemérides de su caída en com- bate o a través de frases del Comandante en Jefe Fidel Cas- tro Ruz, contenidas en varios de sus discursos, en los que ejemplifica los valores más notables del bravo luchador. La justa y coincidente observación de algunos compa- ñeros de que sobre él debía escribirse un libro biográfico, condujo a concretar ese propósito. Vale decir que en ese empeño no hubo selección más oportuna y que cautivara tanto a los autores durante la investigación y la redacción de esta entrega editorial. Pero la satisfacción y el compromiso mayores fue co- nocer que este volumen saldaría una deuda, que sentía Fi- del, acerca de que se conociera a Paz y a otros destacados capitanes y jefes guerrilleros, quienes le acompañaron en los combates y las batallas decisivas contra la Ofensiva de Verano de 1958.