Akademia Cartonera: a Primer of Latin American Cartonera Publishers Academic Articles, Cartonera Publications Catalog and Bibliography
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Akademia Cartonera: A Primer of Latin American Cartonera Publishers Academic Articles, Cartonera Publications Catalog and Bibliography Akademia Cartonera: Un ABC de las editoriales cartoneras en América Latina Artículos académicos, Catálogo de publicaciones cartoneras y Bibliografía Edited by Ksenija Bilbija Paloma Celis Carbajal Editorial Assistance by Lauren Pagel and Djurdja Trajković Parallel Press / University of Wisconsin–Madison Libraries Contents / Contenido ¡Cartoneros de todos los países, uníos!: Un recorrido no tan fantasmal de las editoriales cartoneras latinoamericanas en el tercer milenio ksenija bilbija 5 Notes on the Expansion of the Latin American Cardboard Publishers: Reporting Live From the Field johana kunin 31 Theory of the Workshop: César Aira and Eloísa Cartonera craig epplin 53 Literature, Are You There? It’s Me, Eloísa Cartonera djurdja trajković 73 Uncovering the Body of the Book: Some Histories of Cartonera Productions lauren s. pagel 97 La rumba y el rumbo: Editoriales cartoneras y edición independiente en Latinoamérica jaime vargas luna 111 Classroom Cartonera: Recycle Paper, Prose, Poetry doris sommer 130 Animita Cartonera: The Body and Soul of Literary Production in Contemporary Chile jane d. griffin 152 Dulcinéia Catadora: O fazer do livro como estética relacional livia azevedo lima 174 Cartonera Publications Catalog 195 Cartonera Publishers Bibliography 209 ¡Cartoneros de todos los países, uníos!: Un recorrido no tan fantasmal de las editoriales cartoneras latinoamericanas en el tercer milenio ksenija bilbija Cuando en 1848 Marx y Engels publicaron su Manifiesto Comunista, demandando el derrumbamiento del capitalismo y la instauración de una sociedad sin clases, cuando declararon que la revolución proletaria era una necesidad histórica y parte de un proceso ineluctable, advirtieron también que tal revolución no se podía dar sin que antes recorriera el periplo total. Nunca sabremos si sospecharon que un siglo y medio más tarde, en un porvenir que debería haberles parecido lejano, una versión de ese fantasma que vislumbraron, todavía estaría deambulando por el vasto continente latinoamericano. El capitalismo ya no es el mismo que describieron Marx y Engels, ni tampoco lo es su utópico comunismo. Pero eso no significa que todavía sus duendes—esta vez productos de una alianza de clases, proletarios e intelectuales—no estén recorriendo el orbe. Esta vez, entrado el tercer milenio, en la época del Internet y la nuevas tecnologías digitales, el fantasma parece estar encarnado en los libros car- toneros; encuadernado entre las tapas del cartón reciclado; comprado en la vía pública; con su carátula arreglada y pintada con témperas guiadas por las manos de los chicos cartoneros, y con su cuerpo textual en forma, simplemente, de fotocopias grapadas y pegadas: fruto de los entusiastas del libro, de los iconoclastas e irreverentes que se muestran descontentos con las políticas hegemónicas de las editoriales multinacionales. En su vasta mayoría, los escritores que publicaron en las primeras ediciones, revolucionarios, comprometidos y solidarios, no pertenecían a la clase obrera y proletaria. Como lo reconocía años atrás Trotsky, el proletariado raras veces tiene tiempo suficiente para crear una cultura proletaria y los cartoneros, definitivamente, no tienen tiempo para ci- frar sus memorias y metaforizar sus añoranzas en las palabras escritas. Dadas las circunstancias, no sorprende que los escritores cuyas obras se publican en los libros cartoneros no sean cartoneros. Son intelectuales de renombre que ceden sus derechos de autor a las editoriales cartoneras sin ninguna remuneración y con el simple reconocimiento en las portadas de las publicaciones. En segunda instancia, son también los escritores de la vanguardia literaria, jóvenes e iconoclastas, desconocidos para la gran mayoría de lectores y demasiado riesgosos para las inversiones de las glo- 5 balizadas editoriales transnacionales, regidas por el mercado irónicamen- te llamado libre y determinado por la competencia y la ganancia. En este sentido, la cartonera es una iniciativa anti-mercado. Y, en tercera instan- cia, se trata de las obras desaparecidas del mercado, textos no reeditados en años, o las obras de autores latinoamericanos que no se distribuyeron en todos los países del continente. En sus comienzos, cuando surge la primera editorial cartonera en Argentina en agosto de 2003, sus libros ni siquiera llevaban la marca de los derechos de autor. La simple frase: “Agradecemos al autor su coope- ración, autorizando la publicación de este texto”, sustituía el símbolo del copyright. La filosofía editorial se basaba en la idea de que la editorial no tenía derecho a los libros sino permiso de los autores a publicar.1 El deber de la editorial es publicar y difundir libros, y en este sentido representa un ejemplo perfecto de copyleft, o sea, una copia permitida y a la vez aso- ciada con la izquierda, que sirve como una reivindicación de la libertad para los usuarios, tal como lo propone la editorial argentina.2 La función del editor responsable también estuvo reemplazada con el lema del sello comunitario “Asociación de lucha contra la exclusión social”, el lema que claramente expresa el compromiso social de la editorial. El resultado de esta des-jerarquización y colectivización de las identidades involucradas en la producción de libros es la creación de múltiples fotocopias del mis- mo título, todas distintas por las portadas diseñadas manualmente, todas únicas, auténticas y todas con las tapas de cartón que en algún momento fue sacado de una basura ajena. Y todas luciendo el aura de unicidad que Walter Benjamin declaró perdida en el mundo de la reproducción técnica, hechas literalmente por la mano de obra. Esto nos lleva a juzgar el libro por su cubierta, aunque no sólo por ella. El escritor argentino Rodolfo Fogwill, apoyó desde los inicios el proyecto de la editorial cartonera matriz, Eloísa Cartonera y sus obras salieron publicadas en las tiradas inaugurales. Siempre crítico de “los con- tratos humillantes” y otras prácticas de la industria editorial que tendía a ver el libro como cualquier otra mercancía que necesitaba competir en el mercado global, Fogwill declaró en una entrevista a la revista La Brújula que “[l]os editores son medrosos, miran esto [el manuscrito] y dicen no se van a vender, se va a vender cuánto. ¿Qué me importan esas cifras en el mundo de la literatura?, ¿cuánto tiró la primera edición de La Ilíada? No existió, loco, dos copias”.3 Es la lógica que el co-fundador de Eloísa Cartonera, Washington Cucurto, sostiene al resumir las metas 6 akademia cartonera del proyecto, que en sólo cinco años inspiró la creación nada fantasmal de siete otras editoriales cartoneras en América Latina: Sarita Cartone- ra (Perú), Animita Cartonera (Chile), Dulcinéia Catadora (Brasil), Yiyi Jambo (Paraguay), Mandrágora Cartonera, Yerba Mala Cartonera (Bo- livia) y La Cartonera (México). Según él, el objetivo es “apropiarse del libro como arma contra las injusticias del capitalismo salvaje. Conseguir que los libros den trabajo a cinco muchachos cartoneros, convertidos en montadores de libros. Trabajar sin subvenciones ni ayudas”.4 A estas metas se puede agregar también el deseo de forjar movimientos de cola- boración, comunidades sociales y de sobrepasar las fronteras nacionales, todavía irónicamente mantenidas por las grandes editoriales multinacio- nales, que tienden a distribuir sus escritores sólo dentro de los ámbitos locales, creando así una ilusión del mercado nacional. Lo problemático de tal mercado literario nacional es que no está producido por la industria nacional, financiado por el capital nacional, desde adentro, sino por las multinacionales, regidas por las inversiones del mercado globalizado que basan sus listas en lo vendible y competitivo que es un libro, tratándolo así como cualquier objeto de consumo, y perdiendo de vista su valor cul- tural y artístico. Las editoriales multinacionales están guiadas por los éxi- tos financieros y por la producción debest-sellers , lo cual tiende a determi- nar de antemano la circulación de ciertos escritores y a condenarlos a los mercados “correspondientes”, que frecuentemente ni siquiera incluyen a los países vecinos que, en el caso hispanoamericano, comparten el mismo idioma. El corolario de la producción del libro para el consumo masivo es la exclusión de todo lo que no esté escrito según la receta ya probada, o sea: la promoción y fabricación de una escritura rutinaria, caracterizada por la eliminación de los riesgos asociados con la experimentación. Las grandes empresas editoriales, guiadas por el marketing y la rentabilidad económica, consolidan la producción literaria en categorías previstas, eli- minando así la incertidumbre de “lo inesperado” y lo que esté fuera del canon del momento. A pesar del palpable sarcasmo del comentario de Fogwill sobre la mi- núscula tirada de un clásico como La Ilíada, el escritor argentino apunta hacia un grave problema editorial surgido de los efectos de la globaliza- ción. Ha cambiado la relación entre el número de títulos publicados y el tamaño de la tirada: se publican más títulos pero en tiradas menores, lo que mantiene alto el precio del libro. Por ejemplo, en Colombia, en el momento en que se lanza la edición de Playboy con una impresionante articles | bilbija 7 tirada de 100.000 ejemplares, las novelas no alcanzan generalmente un tiraje mayor de 3.000 copias. El caso de las colecciones de cuentos y de la poesía es aún más crítico y alarmante porque