Leales Y Traidores. Los Peronismos Antagónicos De Los Años Setenta Leídos En Dos Revistas De La
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Universidad de Buenos Aires Facultad de Ciencias Sociales Licenciatura en Ciencias de la Comunicación Tesina de Grado Leales y traidores Los peronismos antagónicos de los años setenta leídos en dos revistas de la época: El Descamisado y El Caudillo. Autor: Matías Buduba DNI: 30.740.238 Legajo: 54579 Teléfono: (0299) 156371538 Correo electrónico: [email protected] Tutor: Alberto Lettieri Co-tutora: Rosana Paolini Mayo 2014 Buduba, Matías Leales y traidores : los peronismos antagónicos de los años setenta leídos en dos revistas de la época : El Descamisado y El Caudillo / Matías Buduba. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Universidad de Buenos Aires. Carrera Ciencias de la Comunicación, 2016. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-950-29-1555-5 1. Peronismo. 2. Análisis del Discurso. I. Título. CDD 320.982 La Carrera de Ciencias de la Comunicación no se responsabiliza de las opiniones vertidas por los autores de los trabajos publicados, ni de los eventuales litigios derivados del uso indebido de las imágenes, testimonios o entrevistas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial- SinDerivadas 2.5 Argentina (CC BY-NC-ND 2.5 AR) 2 ÍNDICE 1. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………… 4 2. LAS MIRADAS PRECEDENTES……………………………………………… 10 2.1. Sobre El Caudillo de la Tercera Posición…………………………………… 10 2.2. Sobre El Descamisado……………………………………………………….. 15 3. EL MOVIMIENTO AMBIDIESTRO. Trayectorias de los sectores en disputa…………………………………… 26 3.1. La Siniestra…………………………………………………………………….. 26 3.1.1. Aramburazo o la irrupción de Montoneros……………………………….. 26 3.1.2. Orígenes y gestación……………………………………………………….. 28 3.1.3. El camino a la masividad…………………………………………………… 30 3.1.4. De la primavera camporista a la Triple A…………………………………. 33 3.1.5. El fatal destino del militarismo……………………………………………… 37 3.2. La(s) Diestra(s)………………………………………………………………… 41 3.2.1. Burocracia Sindical………………………………………………………….. 42 3.2.1.1. De La Resistencia al ascenso de Vandor………………………………. 43 3.2.1.2. Los años vandoristas……………………………………………………… 45 3.2.1.3. “Sucios bolches”…………………………………………………………… 48 3.2.2. Triple A……………………………………………………………………….. 50 3.2.2.1. El nombre y el hombre..…………………………………….................... 51 4. EL PERONISMO COMO FENÓMENO DISCURSIVO. Una mirada “veronista”………………………………………………………… 61 3 5. DISPAROS DE TINTA. Un análisis comparativo entre El Descamisado y El Caudillo ………… 67 5.1. Nosotros y ellos………………………………………………………………… 69 5.2. Encadenamiento de significantes……………………………………………. 73 5.3. Estrategias discursivas y transtextualidad………………………………….. 76 5.4. Juegos estéticos: el decir de las imágenes…………………………………. 83 5.5. Diálogos e interpelaciones directas………………………………………….. 87 5.6. Los usos de la memoria….…………………………………………………… 90 5.7. Los que ríen y los que lloran…………………………………………………. 91 6. CONCLUSIONES……………………………………………………………….. 95 ANEXO…………………………………………….……………………………….. 102 BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………. 112 4 INTRODUCCIÓN Leales y Traidores es un trabajo de investigación que suma un acercamiento a los inagotables estudios sobre el enfrentamiento entre la izquierda y la derecha peronistas durante la primera mitad de la década de 1970. El objetivo es indagar en la dimensión discursiva de esta disputa que supo ir mucho más allá de las palabras, pero que también en ellas se manifestó y en ellas permanece, dispuesta a volver a narrarse cada vez que alguien intente comprenderla. Es por eso que al corpus de esta investigación lo componen las revistas El Descamisado, vinculada a Montoneros, y El Caudillo de la Tercera Posición, órgano de difusión del lopezreguismo.1 Con el propósito de lograr un mejor análisis comparativo, el recorte temporal se acota a los cinco meses que las dos publicaciones compartieron en la calle (de noviembre de 1973 a abril de 1974). Desde un enfoque discursivo, motivado por el peso que la pareja conceptual traición/lealtad tiene en esta historia y basado principalmente en las obras de Ernesto Laclau (2002; 2004; 2005) y de Eliseo Verón (1971; 1993; 2003), se analiza el decir de cada uno de los sectores enfrentados al interior del movimiento peronista en esos convulsionados meses; se indaga en los mecanismos mediante los cuales se construían discursos antagónicos a partir de significantes compartidos. Por tratarse de dos fuerzas políticas violentamente enfrentadas, pero que compartían un mismo líder, la acusación de traición que se vertía sobre el bando opuesto y la adjudicación para sí de la lealtad era recurrente en estas publicaciones. El lugar central que ocupa este binomio en el peronismo no es una novedad de los años setenta; la lealtad es el valor esencial del movimiento desde su nacimiento y, por la negativa, también lo es la traición. Fernando Alberto Balbi (2007), refiriéndose a los años de Perón y Evita, señala que “la historia del período muestra una interminable sucesión de manifestaciones de lealtad para con los Perón y de acusaciones de traición lanzadas recíprocamente por los miembros de la cúpula peronista” (p. 28). Lo que sucede en los tiempos de El Descamisado y El Caudillo es que esta tensión alcanza su paroxismo, donde la disputa por definir leales y traidores se dirime a sangre y fuego. Las preguntas centrales son, entonces: ¿qué es aquello que no debía traicionarse?, ¿a qué se le debía absoluta lealtad? En ambos casos la respuesta es la misma: Perón, 1El Descamisado publicó 49 números entre mayo de 1973 y abril de 1974. El Caudillo se publicó desde noviembre de 1973 hasta marzo de 1975 y luego tuvo dos reapariciones, una a fines de 1975 y la otra entre 1982 y 1983. 5 que para los dos grupos era sinónimo de Pueblo.2 Pero, entonces, ¿Cuáles son las características de ese sujeto que logra encarnar, incluso desde la óptica de fuerzas políticas enfrentadas, el abstracto concepto de Pueblo? A diferencia de lo que ocurre con los significantes vacíos de los que habla Ernesto Laclau (2002), como pueden ser Democracia, Justicia, Libertad; aquí el significante que se subvierte, que de tan lleno se vacía -y por lo tanto se disputa a muerte-, tiene la particularidad de ser también un sujeto. Es esta particularidad la que hace especialmente interesante el análisis de esta construcción de equivalencias opuestas con un eje compartido. Una descripción de este complejo mecanismo que posibilita a un sujeto alcanzar la posición de significante vacío puede hallarse en el planteo de Silvia Sigal y Eliseo Verón (2003), quienes consideran que Perón logra erigirse como “la voz de la verdad”, al “transmutar” su persona en un colectivo singular –como lo son la patria, el pueblo, el ejército-, pero con una sustancial diferencia: él es el único colectivo singular que habla “y por eso mismo es capaz de ‘expresar’ los otros colectivos”. Perón es, a la vez, significante flotante y sujeto de enunciación. La plenitud de la comunidad, tan imposible como necesaria, motiva, distorsión ideológica mediante, su proyección en un objeto particular (Laclau, 2002: 21). Esa plenitud, tan distinta para caudillos y descamisados se encarnaba en un mismo significante, que era además un sujeto, consciente de su condición de Padre Eterno pero inevitablemente superado por la función que se le reclamaba.3 Tal vez, el desafío íntimo del viejo Perón, mitificado ya, debería ser el de cumplir la tarea para la que se requiere a un dios, cerrar el juego de la significación, unificar la sociedad irreconciliable, conseguir esa sutura imposible. A pesar de que él, quizás, en algún momento haya podido imaginar que era capaz de ocupar ese espacio imposible, cuando bajó al terreno donde se dirimía la disputa no tuvo más remedio que definir su posición y por lo tanto cerrarse sobre una de las cadenas de equivalencias que se lo disputaban como punto de sutura. 2 Por ejemplo, en El Descamisado Nº 10 se cita la siguiente frase de Evita: “…Pero lo cierto es que yo identifico en tal forma a Perón con el Pueblo, que ya no sé si sirvo al Pueblo por amor a Perón o si sirvo a Perón por amor al Pueblo”. Desde la otra vereda, en el editorial de El Caudillo Nº 4 aparece la misma idea: “…el castigo será proporcional a la traición, porque el que no acate las órdenes dadas por el general Perón, está en contra del pueblo, y Perón es el pueblo”. 3 El 12 de abril de 1951, Perón afirma: “Cuando se hacen dos bandos peronistas, yo hago el ‘Padre Eterno’: los tengo que arreglar a los dos. Yo no puedo meterme a favor de uno o del otro, aunque alguien tenga razón. A mí solamente me interesa que no se dividan.” Citado en Feinmann 2011, t.2, p. 54. 6 ¿Cómo cerrar el círculo de la comunidad-movimiento, de la comunidad organizada, si el enemigo está adentro? Perón fue hábil al crear un espacio político donde cabía todo aquel que quisiera entrar -“si llego sólo con los buenos, llego con muy pocos”, decía-, todos eran bienvenidos sin importar su procedencia ideológica, pero claro, siempre y cuando ese espacio se cerrase sobre su figura (¿o acaso no era su apellido el que le daba nombre al movimiento?). Sin embargo, cuando regresó definitivamente al país se encontró con sectores que le negaban su condición de sí mismo, que afirmaban que ése no era él, que era un ente manipulado; para ellos, Perón era aquel de 1945 o el de los discursos revolucionarios de Puerta de Hierro, no ese anciano poseso que los humillaba en Plaza de Mayo. El periodo que se recorta en este trabajo coincide con los cinco meses inmediatamente anteriores al recordado acto del 1º de mayo de 1974. El análisis del corpus, entonces, permite observar la agudización del conflicto al interior del peronismo que derivó en esa exposición pública y explícita del quiebre en la relación entre Perón y la Juventud Peronista (JP). El abordaje que aquí se realiza de esta fractura acontecida al interior de un movimiento político-social como lo es el peronismo, tiene como base general la teoría que desarrollan Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (2004).