Jordi Cruyff: "Nunca seré como mi padre, él era un elegido"

COMITÉ ENTRENADORES | 13/11/2019

El actual entrenador del Chongqing Lifan chino será uno de los protagonistas del 8º Día del Entrenador con su conferencia ‘Cómo implementar una filosofía de juego propio en un fútbol diferente’.

Jordi Cruyff (Ámsterdam, 1974), técnico del Chongqing Lifan chino, impartirá la conferencia ‘Cómo implementar una filosofía de juego propio en un fútbol diferente’ este viernes 15 de noviembre en el 8º Día del Entrenador. Trabajador incansable, innovador y detallista, reconoce que durante su infancia y juventud el apellido Cruyff le supuso una enorme presión. Con el paso del tiempo, se dio cuenta de que tenía que seguir su propio camino e intentar triunfar con sus ideas. Se considera un privilegiado por poder vivir del fútbol.

El próximo viernes 15 de noviembre participará como poniente en el 8º Día del Entrenador que organiza la Federación Catalana de Fútbol. ¿Qué cree que puede aportar su conferencia a los técnicos que asistan?

Creo que puedo aportar mi visión del fútbol desde la Dirección Deportiva y como entrenador. He tenido la suerte de poder vivir diferentes experiencias profesionales en el extranjero. Cuando te marchas fuera de casa, tienes que ser capaz de adaptarte a una nueva cultura, metodología, idioma y costumbres.

¿Le hace una especial ilusión colaborar con la FCF, donde su padre fue Seleccionador Absoluto?

Sí, naturalmente. Mi padre siempre se sintió muy acogido en Catalunya, con un fuerte vínculo con la Federación Catalana de Fútbol durante su etapa como Seleccionador Absoluto. Tengo muchas ganas de que llegue el viernes para reencontrarme con antiguos compañeros y amigos. ¿Cómo cree que influyó la figura de Johan en la imagen de Catalunya a nivel internacional?

La figura de mi padre se divide en tres áreas diferentes: la Selección Holandesa, el Ajax y el Barça. Como técnico azulgrana durante el Dream Team, puso las bases de un fútbol que, posteriormente, otros técnicos han ido modernizando con el paso del tiempo. Gracias, en buena parte, a los éxitos del Barça en los últimos 25 años, Catalunya se ha situado en un primer plano a nivel internacional. Para mí es un auténtico honor ver el aprecio con el que la gente habla de él como una excelente persona y como ideólogo del fútbol. De hecho, es de las pocas personas que tiene dos estadios que llevan su nombre, uno en Ámsterdam y el otro en Barcelona.

¿Qué recuerdo guarda de su etapa defendiendo la camiseta de la Selección Catalana Absoluta?

En aquella época estaba en la Premier. No jugué tanto como me hubiera gustado con Catalunya porque en Inglaterra no se para en Navidad. A pesar de esto, siempre que el calendario lo permitía, hablaba con los entrenadores para que me dejaran venir a jugar con la Selección. Me hacía mucha ilusión volver a casa.

¿Siempre tuvo claro que querría ser entrenador una vez colgara las botas como futbolista?

No. En mi última temporada como futbolista con 36 años tenía muchos problemas de rodilla. Fue entonces cuando decidí compaginar mi tarea como jugador con la de ayudante de técnico asistente. En aquel momento me di cuenta de que los banquillos no me ilusionaban especialmente y acepté una oferta de un club de Chipre para trabajar en la Dirección Deportiva. Pasados unos años y ya en el Maccabi Tel Aviv, se produjo un cambio de entrenador y nos jugábamos la temporada en un mes. Consideramos que traer un técnico de fuera era demasiado arriesgado, puesto que no había el periodo de tiempo necesario para adaptarse a la liga y conocer a los jugadores. Decidimos que la mejor solución era que dirigiera yo el equipo, y los resultados fueron realmente positivos: ocho victorias y un empate en nueve partidos.

En sus inicios, ¿visitó algún club de primer nivel para conocer de primera mano su metodología de trabajo?

No, no tuve tiempo. Aun así, sí que hablo a menudo con gente del mundo del fútbol. Además, en mi etapa como director deportivo del Maccabi Tel Aviv, pude aprender de entrenadores que después dirigieron equipos como la Fiorentina, el Ajax o el Fulham.

¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?

Lo que más me gusta es cuando veo que los jugadores entienden los conceptos durante los entrenamientos y después los aplican al partido. Si, además, se consigue ganar, doble alegría.

¿Y lo que menos?

El estrés que generan algunas situaciones y la escasa paciencia que existe hoy en día con los entrenadores. Se buscan resultados inmediatos y, si no llegan, hay cambios. ¿Qué destacaría de los entrenadores catalanes que están dirigiendo en la élite del fútbol español y europeo?

Es un motivo de orgullo. Los jóvenes entrenadores catalanes y españoles cada vez están más preparados y saben que hablar idiomas es imprescindible si quieren tener una carrera internacional.

¿Qué consejo le daría a un entrenador que está empezando?

Le diría que estuviera abierto a todas las ideas, que escuchara, que pensara y que siguiera su propio camino. Que si tiene que fracasar, que sea con sus ideas. Lo animaría a intentar aprender diariamente y que se esforzara para ser cada día mejor. Hay muchos caminos que te pueden llevar al éxito. El pasado 27 de agosto se inauguró el Estadio con un partido entre el Juvenil del FC Barcelona y del Ajax. ¿Cómo recuerda aquel momento?

Fue un momento único e inolvidable. Tanto el Ajax como el Barça han tenido gestos preciosos hacia la figura de mi padre. Han pasado más de tres años de su muerte y la gente todavía lo tiene muy presente en sus vidas. Me emociona ver el legado que ha dejado. Solo tengo palabras de agradecimiento por todas estas muestras de admiración, aprecio y respeto.

¿Qué representa para usted llevar el apellido Cruyff por todo el mundo?

Durante muchos años fue una presión enorme. A la gente le gusta mucho comparar, y esta era una comparación imposible de ganar. Desde que era niño asimilé que nunca podría llegar a ser como mi padre. Era uno de los escogidos, su nombre ha pasado a la historia. Yo me siento un privilegiado de poder dedicarme al fútbol e intento ser mejor día a día. INSCRIPCIONES

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