LA OTRA EDAD DE PLATA Temas, Géneros Y Creadores (1898-1936)
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LA OTRA EDAD DE PLATA Temas, géneros y creadores (1898-1936) Ángela Ena Bordonada (ed.) Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización expresa de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Los estudios del presente volumen se inscriben en el grupo de investigación “Temas y Géneros de la Literatura Española de la Edad de Plata (y su proyección)” (Nº 941375), en el marco del Programa de Creación y Consolidación de Grupos de Investigación de la Universidad Complutense. Coordinación técnica: Patricia Barrera Velasco y José Miguel González Soriano. Todos los libros publicados por Editorial Complutense a partir de enero de 2007 han superado el proceso de evaluación experta. © 2013 by Ángela Ena Bordonada de la coordinación, y los autores de sus textos. © 2013 by Editorial Complutense, S. A. Donoso Cortés, 63; 4.ª planta. 28015-Madrid Tels.: 91 394 64 60/1 Fax: 91 394 64 58 e-mail: [email protected] www.editorialcomplutense.com Imagen de cubierta: Colección de Javier Pueyo Primera edición: abril 2013 ISBN: 978-84-9938-143-5 Esta editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional. A la memoria de Alberto Sánchez Álvarez-Insúa. Conoció como pocos la literatura de la Edad de Plata. La disfrutó, y nos enseñó a disfrutar de ella. ÍNDICE Introducción ......................................................................................... 9 Ángela Ena Bordonada TEMAS Y GÉNEROS Ardientes mujeres: escritoras y poetisas en cajas de cerillas .......... 21 Jean-François Botrel El cuento, retablo ideológico y estético del Fin de siglo ................ 49 María Pilar Celma Valero Narrativa fantástica y de terror en el primer tercio del siglo XX ... 65 Antonio Cruz Casado La novela del espectáculo: el deporte en la narrativa de la Edad de Plata .................................................................................................. 83 Ángela Ena Bordonada Las novelas cinematográfi cas ............................................................. 115 Patricia Barrera Velasco Intertextualidad y registros en el teatro lírico (del género chico al grande y viceversa) entre 1910 y 1936 .......................................... 129 Gerardo Fernández San Emeterio Revisión crítica del uso del seudónimo en mujeres escritoras .............. 143 Dolores Romero López CREADORES Rubén y el Modernismo en España: Una lectura de Cantos de vida y esperanza y El canto errante ...................................................... 171 Luis Alberto de Cuenca y Prado La mujer en la literatura galante del período de entreguerras. Las mujeres de Joaquín Belda y Álvaro Retana ............................... 185 Alberto Sánchez Álvarez-Insúa Escritores a la medida: Pedro Mata, escritor en la Edad de Plata 199 Christine Rivalan Guégo Temas y recursos narrativos en los cuentos de José Francés ........ 223 José Paulino Ayuso María Luz Morales y la promoción de la lectura femenina en la Edad de Plata ........................................................................................ 251 Carmen Servén Díez Periodismo literario en la Edad de Plata: Luis Bello (1872-1935) 275 José Miguel González Soriano El bailarín y el trabajador, de Luis Marquina: adaptación cinematográfi ca de Benavente a ritmo de musical .......................... 291 María del Mar Mañas Martínez INTRODUCCIÓN Es ya un lugar común afi rmar que el periodo conocido como Edad de Plata es uno de los más ricos de la Historia de nuestra Cultura. Efecti- vamente, se produce la coincidencia —no casual— de un importante grupo de brillantes fi guras en todos los campos de las artes, las letras y las ciencias. Pero, además, sin olvidar la difícil situación socio-polí- tico-económica por la que atraviesa España en diversos momentos y sectores, la sociedad española en general vive las consecuencias benefi - ciosas de unos cambios, cuyas raíces hay que buscarlas en el siglo XIX, que proporcionan una mejora de las condiciones de vida y consolidan el camino hacia una modernidad que llega hasta nosotros. Se podrían recordar los cambios referidos a los derechos sociales, o los motiva- dos por el progreso tecnológico: desde la difusión de la electricidad, la aparición y asentamiento de los nuevos modos de transporte (tren, au- tomóvil, aeroplano), o el inicio de lo que luego será conocido como el “imperio” de los medios audiovisuales (fotografía, cine, radiofonía); y, en general, una progresiva modernización del mundo empresarial y de las leyes mercantiles, paralela a la ampliación del proletariado que entra en una casi constante confl ictividad por alcanzar los derechos básicos del trabajador. En resumen, se puede decir que la sociedad española cambia más en estas primeras décadas del siglo XX que en toda nuestra historia anterior. En el seno de este ambiente de cambios, se localizan aquellos que redundan en la expansión y modernización de la industria editorial, como muy bien han estudiado Jean-François Botrel y Jesús Martínez Marín, entre otros. Aparece el editor-empresario que aporta ideas y ca- pital: nuevas editoriales dotadas de moderna tecnología, concepto del libro como producto de mercado y diversidad temática en variedad de catálogos y colecciones. Idéntica modernización vive la prensa: nuevos periódicos diarios y despliegue de importantes revistas de información 10 ÁNGELA ENA BORDONADA general, con atractiva presentación, abundancia de ilustraciones, nuevas secciones que atienden a la modernización de la sociedad (sección de teatro, de toros, de cine, de deportes, de la mujer, del niño, del hogar, del motor, etc.), con la presencia casi fi ja de unas páginas literarias ocu- padas sobre todo por el cuento, género que, tampoco es casual, vive su momento de mayor auge en esta época. Estas circunstancias repercuten, como nunca en épocas anteriores, en el creador y en el receptor, con notables cambios en ambos sectores. Mejora la economía del escritor, vive el inicio de su profesionaliza- ción, y —también la escritora— puede vivir de su literatura y de sus colaboraciones periodísticas, sobre todo de estas, que llegan a ser su más frecuente modus vivendi. Se convierte ya, recordando las palabras de Clarín, en “un jornalero de la pluma”. Por otra parte, el público lector, con toda la variedad social y cultural que esta fi gura implica, se amplía notablemente, fenómeno que advierten los modernos editores, quienes, incluso aquellos que dirigen las editoriales de mayor prestigio, junto a los nombres de los autores consagrados, no suelen olvidar in- troducir en sus catálogos a aquellos otros que, aun de menor calidad artística, tienen asegurado el favor de sus lectores. Sirven de ejemplo los fondos de la prestigiosa Biblioteca Renacimiento: los Unamuno, Baroja, Machado, Rubén Darío, Valle-Inclán, Juan Ramón, Rusiñol, etc., comparten catálogo con Felipe Trigo, Eduardo Zamacois, Alberto Insúa, incluso, con el desenfadado Joaquín Belda y su novela La suegra de Tarquino, novela erótica de tintes pornográfi cos. Es notable el incremento del lector y, lo que es muy importante, también se amplían las opciones de lectura. Buena muestra de esto es el éxito de las colecciones de novela corta. En 1907, con la aparición de El Cuento Semanal, dirigido por Eduardo Zamacois, hombre de impor- tantes iniciativas editoriales, se inicia uno de los fenómenos sociolite- rarios más importantes del siglo XX español, fenómeno que languidece en los años treinta: la literatura sale a la calle, se vende en los quioscos, con aparición semanal, en forma de breves relatos, formato atractivo, precios bajos y un repertorio muy completo de autores y autoras de la época. Es un error creer que solo los autores menores y populistas publican en estas colecciones. De mantener el concepto, difundido por Federico Carlos Sainz de Robles, de “promoción de El Cuento Semanal”, INTRODUCCIÓN 11 junto a tantos nombres poco o nada conocidos hoy, tendríamos que incluir también a Galdós, Doña Emilia, Benavente, Unamuno, Azorín, Baroja, Valle-Inclán, Amado Nervo, Pérez de Ayala, Rusiñol, Gómez de la Serna…, que publican en esta y en otras colecciones. ¿Qué ra- zones pueden tener estos autores de prestigio para publicar sus obras junto a las de aquellos hoy olvidados? Por un lado, hay una razón eco- nómica indudable: las colecciones de novela corta pagaban bien y algu- nas, extraordinariamente bien. Pero, además, no conviene olvidar que la literatura de la época se enriquece por la pluralidad y convivencia de autores de diversas tendencias, estilos y temas. Es cierto que de esa pluralidad solo unos pocos —no es preciso recordar sus nombres— marcaron un camino con sus aportaciones in- novadoras y su calidad artística, pasando a engrosar la lista de los gran- des maestros de la literatura europea del momento. Es cierto, por otra parte, que la gran mayoría de aquellos autores y autoras que nutrían los catálogos de tantas editoriales, que publicaban en las numerosas colecciones de novela corta, que colaboraban en revistas y diarios, que llenaban las salas de teatro complaciendo a un público fi jo y a unos em- presarios interesados, en fi n, es cierto que una gran mayoría de escrito- res seguían fi eles al modelo realista-naturalista —de ahí su fácil acogida por un público amplio—, siendo ajenos a cualquier inquietud renova- dora, y no alcanzaban los niveles estéticos y creativos exigidos por la crítica para ser recogidos por el canon de la época e inmortalizados