Poesía Surrealista En Español
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ÁNGEL PARIENTE POESÍA SURREALISTA EN ESPAÑOL ANTOLOGÍA ÉDITIONS DE LA SIRÈNE 15, rue Grenelle PARIS 2002 IL A ÉTE TIRÉ DE CET OUVRAGE: 50 exemplaires hors commerce, numerotes de 1 à 50 * Exemplaire numéro 38 3 NOTE À L’ÉDITION Si le mouvement surréaliste rechercha ce qui est caché, ce qu’on nous ca- che, l’histoire de ce livre est, peut-être, la preuve que l´histoire de la littéra- ture prend parfois les chemins détournés du hasard. Le manuscrit de cette anthologie a été –parait-il- refusé par une maison d’édition espagnole réputée. Entre ses pages, se trouvait le compte-rendu d’un membre du comité de lecture déconseillant sa pu- blication. Il est fort probable que le livre ait été envoyé à d’autres mai- sons d’édition qui ont dû –si elles ont répondu- également le refuser. L’ original que nous publions maintenant, est apparu cela fait déjà quel- ques années chez un bouquiniste de la Place Georges Brassens à Paris. Aprés tant d’années il est imposible de remonter la filière qui nous permettrait d’ en connaitre l’auteur. Mis à part un billet d’autobus, la seule information que nous avons, est un ticket de la cafétéria du “Colegio de España” au 7, Boulevard Jourdan, trouvé entre ses pages. L’auteur de la Poesía surrealista en español (Antología), est pour nous tout à fait inconnu. Avant sa publication dans les dernières années du siè- cle dernier, nous avons fait quelques recherches auprès de spécialistes en littérature espagnole. Ils connaissaient vaguement un professeur de latin, auteur de nombreux livres scolaires bien que l’âge et les circonstances em- pêcheraient qu’il fût l’auteur de ce livre. 3 4 5 PRELIMINAR Esta Antología reúne a los principales poetas surrealistas que escribieron en español con independencia de su nacionalidad. La ocasional frontera política no es aplicable a la literatura y, menos aún, a esta parte de ella que siempre se proclamó internacional y siempre estuvo al margen o en con- tra de los nacionalismos1. El ejemplo de las antologías de poesía francesa (y no sólo las del surrealismo) que incluyen tanto a Paul Éluard y André Breton como a Clement Magloire-Saint Aude, Léopold Sedar Senghor o Aimé Cesaire, agrupan como poesía francesa a los que también Pessoa asig- naba una patria común: la lengua2. Lo mismo, sin duda, para los poetas que escriben en español. De Rubén Darío a Huidobro, pasando por César Vallejo3 y Pablo Neruda tan presentes en España, hasta Alberti, Prados, Buñuel, Cernuda, a los que sería difícil clasificarles sólo por su lugar de nacimiento. A efectos estadísticos que también pueden ser geográficos los escri- tores forman parte de la entidad cultural de una nación, incluyendo en ella sus diferentes lenguas. Otra cosa, sin duda más importante, es la de los au- tores que escribiendo en una misma lengua participan en una técnica, una doctrina o una escuela que no conoce “fronteras políticas ni barreras étni- 1 Los poetas españoles suscribirían sin dudas las declaraciones colectivas de 1936 y 1939 del surrealismo francés: “Rechazamos todos los nacionalismos en arte y literatura y establecemos una identidad internacional para los problemas de toda índole, dentro de los cuales todo artista por necesidad ha de moverse”. Y en 1939: “Esperábamos no volver a recordar que el arte, la ciencia, el sueño, el amor, la salud, la enfermedad y la muerte no conocen fronteras políticas ni barreras étnicas”. 2 Pessoa: Livro do desassossego. 3 Vallejo titula “Estado de la literatura española” un breve ensayo publicado en la revista Favorables París Poema (París, nº 1, julio 1926), donde no solamente se mencionan a Unamuno y a Ortega, sino a Vasconcelos, Chocano y Lugones. 4 5 cas”. Los poetas surrealistas pertenecieron a una especie de sociedad secreta aunque algunos de ellos sólo durante el tiempo en que participaron en los ritos y palabras de la tribu. Otros, por carácter o por lejanía, participaron sólo con su palabra. Tal vez de aquí surge la división de poetas surrealistas y poetas surrealizantes faceta que algunos críticos creen distinguir entre los poetas que forman parte del grupo y participan en los actos comunitarios (surrealistas) de los que, lejos del tumulto, ejecutan en solitario el ritual (surrealizantes) Para los lectores de los fulgurantes textos que componen la Antología, espero dejar claro en las páginas de la introducción que ciertas ideas reci- bidas no son vinculantes, o no vinculan totalmente, el surrealismo de un poeta. La biografía del surrealismo y su evolución debe conocerse por sus textos. Conviene recordar que es allí, en sus textos, donde se produce el asedio, acoso y derribo de la literatura establecida, de sus pontífices máxi- mos y mínimos y que sin duda la formación de su carácter (la palabra idiosincrasia es ajena a lo que es algo más que una cultura) es consecuencia de esta conquista irrenunciable que durante casi cincuenta años un grupo de escritores de la misma familia aunque con distinta derrota fueron apor- tando a un acervo común. Esta Poesía surrealista en español pretende ser heredera de las publicadas por los críticos franceses: Georges Hugnet (1934), Maurice Nadeau (1948), Benjamín Péret (1959), Jean Louis Bedouin (1964) y también la del ar- gentino Aldo Pellegrini editada en español (1961). Desde 1985 año en el que publiqué la primera edición de este libro4 numerosos investigadores han aportado nuevos datos, nuevos puntos de vista y mejores lecturas a este siempre cuestionado surrealismo español. Mis propias lecturas han modi- ficado algunas apreciaciones sobre el impacto del surrealismo en la poesía escrita en español por lo que esta nueva edición es, en rigor, un nuevo libro, dada la importancia de los cambios en la selección de los poemas y la incor- 4 Ediciones Júcar, Madrid, con el título Antología de la poesía surrealista (en lengua española). 6 7 poración de poetas que no se incluyeron en la edición anterior. Afirmaba entonces que el criterio seguido en la selección de los poemas era, ade- más de su valor literario, la utilización de la escritura surrealista del mismo modo que lo hicieron los poetas franceses. Afirmarlo de nuevo es obvio. 6 7 9 RAZONADO DESORDEN I El surrealismo fue sin duda la gran aventura intelectual del siglo XX. Lo que empezó siendo un grupo literario que acabó para siempre con los ges- tos y actitudes de la vanguardia rezagada, contaminó pronto e hizo suyas pintura, escultura, cine. Sólo la música parece haber estado fuera de su influencia. Intervino en política con la contundencia de una izquierda sin ataduras, ajena al escalafón y al consenso, uniendo a Marx y a Rimbaud en una frase que ha hecho fortuna: “Transformar el mundo, cambiar la vida, rehacer de arriba a abajo el pensamiento humano”. Aunque hasta 1924 no se publica el primer Manifiesto del Surrealismo, acta fundacional del grupo5, es en 19206 con la publicación de Les champs magnétiques (Los campos mag- néticos) de Breton y Soupault cuando se inicia la aventura surrealista. Un texto de André Breton de 1922 parece anunciar ya la ruptura con el grupo Dadá: Abandonad todo [...] Abandonad a vuestra mujer. Abandonad a vuestra querida. Abandonad vuestras esperanzas y vuestros temores. Sembrad vuestros hijos en la esquina del bosque [...] Partid por los caminos. 5 Movimiento, escuela, grupo, Breton detestaba encasillar al surrealismo: “No ha- blemos de ‘escuela’ surrealista. La noción de ‘escuela’ e incluso de ‘grupo’ surrea- lista es aberrante [...]. El surrealismo ha sido siempre asociación libre, espontánea de hombres deseosos de dar curso a la actividad que juzgan más en consonancia con sus maneras comunes de pensar y sentir”. Párrafo de la entrevista de Breton con el poeta español José María Valverde, incluida en Entretiens. Cito por la edición Gallimard de 1969. 6 Un adelanto de Les champs magnétiques se publicó en 1919 en la revista Littéra- ture. Se editó completo en libro al año siguiente. 9 A despecho de ellos mismos que siempre se consideraron al margen del orden instituido fue la literatura su campo de acción y en muchas oca- siones su campo de batalla. André Breton, Paul Éluard, Benjamín Péret, René Crevel, Antonin Artaud, Louis Aragon y el reencontrado Tristan Tzara, en compañía de numerosos escritores surrealistas forman parte de la literatura francesa del siglo XX. Saber lo que se quiere era una forma de ser del surrealismo y nunca se encontraron a gusto en el escalafón de los manuales: “Desaparecer es triunfar” (Éluard, 1921), “Cuando no se tiene genio el consuelo es tener éxito” (Leiris, 1929), “Es precisa la perseverancia para llegar al fracaso” (Chavée, 1958). Aunque en materia de revuelta los surrealistas afirmaron no necesitar antepasados, fueron, sin embargo, muy cuidadosos al señalar su genealo- gía literaria. Desde Valery, después rechazado, que sugirió el título de la revista Littérature, título por antífrasis y un claro precedente de posteriores publicaciones surrealistas7, hasta Apollinaire del que tomaron el nombre del movimiento8, pasando por Pierre Janet primero en utilizar la expresión “escritura automática”, según Philippe Soupault. Señalaron con detalle la distancia que les separaba de otros escritores, considerándose herederos de Baudelaire, Sade, Rimbaud, Lautréamont, Marx y Freud, entre otros, aunque muchos de los nombres deben enten- derse como “gente de paso”. Gente de paso a quienes una actitud vital, un párrafo o un poema aislado de su conjunto servirían de ejemplo en 7 Las revistas son una muestra de la actividad frenética del surrealismo. Publi- caciones siempre militantes contra la estulticia y la vulgaridad. Desde La Ré- volution Surréaliste (1924-1929, doce números); Le Surréalisme au Service de la Révolution (1930-1933, seis números); Minotaure (1933-1938, doce números), hasta la revista aparecida en EEUU durante la segunda guerra mundial VVV (1942-1944, cuatro números) y ya en la Francia liberada Le Surréalisme, Même (1956-1959, cinco números) y La Brèche.