Revista Octubre2007.P65
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«...tenemos nuestra mente y nuestras manos llenas de la semilla de la aurora...» Che JÓVENES ¡remedio o enfermedad! Kaloian ¿Dónde estás felicidad? Esa joven Yeyé Abriles de Jaime Arte en la FEU : ¿Dónde estás felicidad? Esa joven Yeyé Abriles de Jaime Arte en la FEU Foto ISSN 0864-0572 Octubre 2007 No.456 © Precio: 80 ctvos La voz de los universitarios cubanos Fueron cinco años importantes para to- dos. Aprendimos a discutir, a leer, a hablar en público y a discrepar. Se modernizaron los pelados y las maneras de vestir de algu- nos, y no solo de los provincianos. Aprendi- mos a defendernos y a escoger —dentro de lo posible— a nuestros amigos, la cali- dad de las clases, el plan de estudios, la ideología que nos venía mejor y los temas nuestro de tesis. Nos robamos todos los cargos de credo la Facultad, gozamos los Caribe desde el decimoquinto lugar de la UH y hasta deja- mos fuera del aula, por una vez, a la más Hay debates y debates. Los informa- exigente de las profesoras. No nos perdía- les, casi siempre espontáneos, en los que mos nada y a la vez estábamos en lo que se contraponen o reafirman puntos de queríamos. vista. Los más organizados, con agendas En poco tiempo fue imprescindible para preestablecidas, moderadores y acuer- sobrevivir, jugarle cabeza al apagón, al pro- dos o actas. A los primeros la gente sue- fesor, entrar en cancha con la botella, car- le tenerles fe como espacio de catarsis; gar agua, cocinar, y fajarnos con los auto- a los segundos, van con cierta resisten- res de la contrapelusa, cuyos nombres no cia, temen que no trasciendan, que de eran eslavos, ni sus ideas socialistas. Y lo tanto hacerlos, los que asisten no les den más importante, preservamos nuestro sen- importancia, sencillamente no esperan tido del humor, que podía ser a viva voz o mucho de ellos o de lo que provocarán en papelitos que nos pasábamos en todas cuando finalicen. direcciones, porque nunca dejamos que se A los estudiantes les cuesta poco pro- marchitara «el cuero». tagonizar una polémica. Una pregunta Algunos se fanatizaron con la cinemateca, basta. Una anécdota o una inconformi- los amores, el teatro, la trova, los festivales dad puede ser el detonante. Cualquier de ballet, los estudios; y otros con la carre- tema que inquiete es válido, peor que tera, porque no había viernes que le aga- desde la juventud se asuma la falta de rrara la noche en La Habana. Los halaban tiempo para dilucidar, para poner en duda duro la nostalgia, la sazón de la casa y los todo lo que antes se ha vivido. Ese repa- novios. Otros, a pesar de la escasez, se pa- so a la herencia que recibe cada gene- saban meses aquí y jamás volvieron a sus ración es un modo de situarse justo en el municipios. momento que les ha correspondido his- Nos tocaron los campos en sobredosis, a tóricamente. Pero la mayor virtud de cual- mitad del curso y en las vacaciones. Allí tam- quier debate es que inquiete y desate poco había luz, ni techo en los baños y nues- los brazos cruzados. tros jefes nos regalaban a boca de jarro los El movimiento estudiantil latinoameri- «de pie» más tiernos del mundo. Trabaja- cano en el siglo XX logró rebasar el mol- mos duro, cantamos, vimos a las profeso- de de las palabras y pasar a las acciones ras colapsar por los albergues mixtos, prac- en el reclamo común de sus derechos. ticamos el trueque en especie con los guajiros y algunos reengancharon en el co- Aquellas razones todavía tienen sentido. medor hasta reventarse. El XV Congreso Latinoamericano y Esta crónica nació cuando los egresados Con los cursos se fueron unos, pero tam- Caribeño de Estudiantes será en Quito, de la Licenciatura en Historia de la Univer- bién se sumaron gente: del año de arriba, Ecuador en noviembre próximo. Las po- sidad de La Habana (UH) del año 1994 se del «Bolo» sin saber por dónde iba la bola, lémicas comenzarán por la lucha frente reencontraron, diez años después. del Pedagógico, de la Universidad de Orien- al imperialismo; los nuevos proyectos de Una década pasó por nosotros y nos tie- te, de América Latina, de África y hasta de integración latinoamericanos; el papel ne aquí con esa alegría contagiosa que no Canadá. de la educación, la cultura y la identi- podemos evitar. Y para no faltar a ser bue- Ahora estamos aquí, una década más dad de los pueblos y su enfrentamiento nos historiadores, vamos a lo nuestro. tarde, con hijos, o sin ellos y somos, como a la banalidad y frivolidad de la ideolo- Ingresamos a la universidad cuando la siempre, una amalgama: ejecutivos, gía capitalista; la creciente relación década del 80 cerraba sus puertas. Entra- investigadores, directores de algo, profe- entre los movimientos estudiantiles y so- mos con apetitos distintos al vasto mundo sores universitarios, literatos, represen- ciales. Otra mirada a la América nuestra de la Historia, con gigantescos sueños, o sin tantes artísticos, trabajadores del turismo, con los ojos de una fuerza crítica y Por Danay Ramos ninguno en especial. Los abogados, perio- periodistas, autores de libros y hasta un transformadora. distas e historiadores del arte frustrados se vicedecano. Y andan por aquí los que no Como antesala del evento sesionarán quejaban, otros llegaron con la vocación pudimos citar porque no están o porque los debates en las diferentes naciones. despierta y hubo quienes vinieron a ganarse viven y estudian demasiado lejos. En Cuba se harán los Foros Sociales, in- el título para que «la vieja lo colgara en la El único punto final posible es convidarnos tercambios sobre nuestra realidad y la sala», y nada más. a no dejar de ser los alegres y sencillos que del continente. Llegamos con nuestros mejores «trapi- siempre hemos sido, a pesar de los años, los A 40 años del asesinato del Che, sus tos», ignorábamos cuánto nos tendrían que cargos, las canas, las arrugas, las libras de ideas pueden tocar las fibras del movi- durar; porque cuando pasamos el primer más, las muelas de menos, y el montón de miento revolucionario latinoamericano año, y el grupo fue reducido por los mun- responsabilidades. Porque esta universidad para refundarlo en un contexto que apa- diales, empezó con el segundo un período que nos unió lo hará eternamente, bajo sus renta cambiar, pero solo con mutaciones para el país que nos duraría toda la carrera, verdes sombras, sus inmensos muros y su epidérmicas. Los molinos contra los que y más. magnífica historia. luchó el Quijote americano, siguen arran- Vimos desde el aula cómo se caían los cando quimeras. Entonces que los nue- muros, los regímenes que nos inspiraban y vos debates, incomoden y sobre todo, cómo se acababan los merenderos, las dis- germinen. cotecas, las tiendas y sus libretas, las calles iluminadas y hasta la beca, que fue lanzada Directora más allá del túnel. Para nuestro apetito juve- nil solo quedaba la cafetería de la Facultad. En la carrera hacia allí implantamos récord de velocidad y uno le marcaba a todos para las rosquitas huecas, el pan con pasta de espagueti cuasi entero y el jugo de corteza de árbol, o de «hueso de tigre». Alcanza- mos tal perfección que reconocíamos el so- nido del motor del panelito amarillo que traía aquellos «manjares», y podíamos estar es- cuchando la conferencia más genial que siem- pre uno se escapaba furtivamente a la «Misión Merienda». El Coopelia era nuestro oasis, y nos salvaron más de una vez los pocos compañeros solventes en un grupo donde abundábamos los muertos de hambre y de bolsillo. Hay cierta carencia en las teorías generacionales al uso, que no alcanzan para comprender por qué, 40 años des- pués de su asesinato en un rincón lejano de la geografía latinoamericana, el joven levanta una bandera o lleva una camiseta con su imagen. Las nuevas generaciones del mun- do, lo toman como insignia, desde los más diversos esce- narios y sentidos, aunque conozcan mucho o poco de él. Che ha trascendido todos los olvidos decretados, todos los errores y fracasos en el camino hacia la emancipación de- finitiva del ser humano, todas las barreras de la temporali- dad y los espacios. Una explicación simplista del hecho, intenta encon- trar argumentos, de un lado, en una estrecha lectura de la imagen guevariana —que evocaría, en un sentido es- trictamente gráfico, sentimientos de rebelión—; y del otro, en la innata rebeldía que, defecto genético supe- rable, acompañaría a esa etapa de la vida, la juventud. Se subestima, de esta forma, tanto el legado de Che, como la trascendencia de las acciones juveniles. En realidad, solo perdura lo que es necesario. Y esa nece- sidad del Che, que hace de él un símbolo perenne, encon- traría sus razones últimas en las esencias más hondas del mejoramiento humano, de las cuales su ideario y su acción revolucionarios resultan paradigmas. Sin embargo, una tensión difícil atraviesa, ciertamente, la cronología del símbolo guevariano. De una parte, su po- sible conversión en artículo de moda, mercancía de boutique; de otra, la riqueza de sentidos revolucionarios que emanan, incontenibles, de su práctica y pensamiento. Frente a esa tensión, solo es posible hallar una solución coherente, apoyándose en estos sentidos que nos legara el hombre, Ernesto Che Guevara. Porque la fragilidad de los mitos, a la vez que todo su poder más vacío, descansan precisamente en el desconocimiento. ¿Para qué sirven los símbolos? Para decir: proclamar sentimientos e ideas con las cuales se comulga; esa es su función más inmediata. Pero la apropiación de un símbolo tan particular como el de Che, no admite quedar en esos límites.