Iconos. Revista de Ciencias Sociales ISSN: 1390-1249 [email protected] Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Ecuador

Gimeno, Beatriz; Barrientos, Violeta La institución matrimonial después del matrimonio homosexual Iconos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 35, septiembre, 2009, pp. 19-30 Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Quito, Ecuador

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La institución matrimonial después del matrimonio homosexual The Institution of Marriage after Same-sex Marriage

Beatriz Gimeno Profesora-colaboradora de la Universidad Complutense de , España.

Correo electrónico: [email protected]

Violeta Barrientos Profesora de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú. Comité consultivo de la Global Alliance for LGTB Education (GALE).

Correo electrónico: [email protected]

Fecha de recepción: abril 2009 Fecha de aceptación y versión final: julio 2009

Resumen Este artículo sostiene la idea de que el reconocimiento del matrimonio homosexual, conseguido por el movimiento LGTB español en ese país, constituye una reforma no reformista. Es decir, antes que una reivindicación conservadora, que actualiza los sentidos naturalizados en el matrimonio al impo- nerlos a nuevos sujetos (homosexuales), constituye un mecanismo hacia su des-institucionalización. Se trataría de una reivindicación que al tiempo que afirma la plena ciudadanía de los grupos LGTB, es decir, su reconocimiento social, deconstruye el matrimonio a través de un doble movimiento. Primero, la comprensión de esta institución como cultural y socialmente construida y por tanto, suje- ta a sucesivas modificaciones a lo largo de su historia. Dos, siendo el matrimonio homosexual una contradicción en sí mismo; esto es, desde la red de sentidos y prácticas que integra, este reconoci- miento conlleva el desbordamiento de dicha institución.

Palabras clave: matrimonio, homosexualidad, derechos, movimiento LGTB, familia, España

Abstract This article posits the idea that the recognition of Same-sex marriage, which have been achieved by the Spanish (LGTB) movement, is a non-reformist reform. That is to say rather than a conservative assertion, which modifies the naturalized character of marriage by imposing it on new subjects (homo- sexuals), it is a deinstitutionalization mechanism. This means that while affirming the full citizenship of the LGTB groups, in other words their social recognition, it also deconstructs marriage in two ways. Firstly, through the understanding of this institution as culturally and socially constructed and there- fore subject to subsequent modifications throughout its history. Secondly, Same-sex marriage being a contradiction in itself (from the point of view of an integrated network of meanings and practices) reveals the ‘overflow’ of that same institution.

Keywords: marriage, homosexuality, rights, LGBT movement, family,

Íconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 35, Quito, septiembre 2009, pp. 19-30 © Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador. ISSN: 1390-1249 dossier

Beatriz Gimeno y Violeta Barrientos

l matrimonio entre personas del mismo ger entre reformas parciales, postura defendida sexo ha sido la conquista legal más visi- por sectores más institucionalizados, o cam- E ble del Movimiento Homosexual en bios estructurales o “revolucionarios”, defendi- España; una conquista que ha tenido relevan- dos por los sectores más radicales o “antisis- cia en el resto del mundo. La consecución de tema”. dicha ley en España significó que una parte del De otro lado, la oposición al matrimonio movimiento LGTB1 en América Latina cam- desde el feminismo –que ha sumando ideas biara sus reivindicaciones de leyes de uniones provenientes del anarquismo y el socialismo– de parejas por una ley de matrimonio. Lo con- ha sido muy importante y de esperar, puesto seguido en España ha tenido importancia allí que dicha institución ha constituido un pilar no sólo por nuestros evidentes vínculos histó- fundamental en la opresión de las mujeres. ricos y culturales; el hecho de que España sea También desde sectores libertarios ha habido también un país del sur (geográfica y política- una fuerte oposición al matrimonio enten- mente en la Unión Europea) y sobre todo ca- diendo éste como yugo y una protección inne- tólico, ha hecho pensar a los y las activistas la- cesaria al sentimiento verdadero. tinoamericanos que un cambio legislativo de Nosotras no queremos entrar de lleno en esta naturaleza resulte más viable de lo que se este debate porque ese no es el objeto de este había pensado. trabajo, pero sí advertir que nuestra postura Sin embargo, a pesar de que hacia el exte- no es la de defender la institución matrimonial rior el matrimonio es la reivindicación política sino si acaso la igualdad. Sobre esta defensa más visible del movimiento, no todos los acti- buscamos plantear nuestra tesis de que existe vistas LGTB están de acuerdo con ella. Existe, una lectura alternativa y que es posible enten- por el contrario, un importante sector del acti- der la consecución de este derecho, no como vismo español, pero también del de América una reforma –otra más– de la institución ma- Latina y de otras regiones del mundo, que se trimonial destinada a consolidarla, sino como ha mostrado reiteradamente en desacuerdo, un cambio estructural profundo que puede ir, no ya con esta conquista, sino más bien con incluso, en contra de su futura supervivencia. que, como reivindicación, ésta sea prioritaria. Queremos pensar el matrimonio desde el des- La acusación más frecuente que se hace a esta centramiento del heterosexismo, desde la posi- reivindicación es que se trata de una demanda bilidad de queerizar esta institución para, al que proviene del ala institucionalizada del mismo tiempo que se consigue la ciudadanía movimiento LGTB, que es conservadora y plena para gays y lesbianas, debilitarla como ajena a los verdaderos intereses de los gays y institución represiva, heteronormativa; es de- lesbianas. Demanda que rompería, además, cir, lo que ha venido siendo históricamente. con el planteamiento que ha considerado Sostenemos que el matrimonio entre personas siempre al matrimonio más una institución a del mismo sexo no es únicamente una mera combatir que una posible reivindicación polí- extensión de los derechos y obligaciones de tica a exigir desde sectores sociales que preten- esta institución, sino que debido a su propia den transformar la sociedad. Este es un viejo naturaleza, esta extensión de derechos no pue- debate que tarde o temprano termina alcan- de hacerse sin dañar la institución misma irre- zando a todos los movimientos sociales: esco- mediablemente. Si entendemos que el matri- monio es una herramienta privilegiada del 1 LGTB es el acrónimo utilizado en España para movi- heterosexismo, el matrimonio homosexual tie- miento de “lesbianas, gays, transexuales y bisexuales”; ne una capacidad transformadora que puede en América Latina las siglas son otras porque incorpo- ran otras categorías como travestis o transgénero, resultar subversiva del mismo orden que algu- intersexules, etc. nos suponen que viene a apuntalar. El matri-

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La institución matrimonial después del matrimonio homosexual monio homosexual es, en realidad, una para- la calidad de vida que se derivan del acceso a la doja en sí mismo, casi un oxímoron; de ahí igualdad legal para las personas homosexuales; una fuerza deconstructora2 como vamos a inten- y, por la otra, que el acceso al matrimonio es, tar argumentar. como hemos dicho anteriormente, una bomba silenciosa en el corazón del heterosexismo. Pa- rafraseando a alguien tan poco sospechosa de Matrimonio homosexual: ser o no ser reformista como Rosa Luxemburgo, el mo- vimiento LGTB se ocuparía de la lucha coti- En los años 90, justo cuando el Movimiento diana por aquellas reformas que facilitan y me- LGTB se unía para dedicar sus esfuerzos polí- joran la vida de las personas homosexuales y ticos a la conquista de la igualdad legal: esto transexuales, pero sin olvidar que el objetivo es, del matrimonio en tanto que una de las dis- final es la liquidación de la estructura de géne- criminaciones legales más evidentes, el movi- ro. Y en este caso, pensamos que es posible miento queer se hacía fuerte precisamente con- unir ambas cosas en una misma lucha y en una tra esas políticas igualitaristas y centradas en la misma conquista. identidad. Los militantes queer rechazaban in- El movimiento LGTB, o más bien, la ma- tegrarse en la sociedad mediante la reivindica- yoría de las personas que forman parte de la ción de iguales derechos y cuestionaban la comunidad –de las comunidades– LGTB han existencia de identidades sexuales fijas que po- pasado de pensar la diferencia como una op- drían encerrar a grupos sexuales en comporta- ción política en los años 70 y 80 a por el con- mientos rígidos. Si bien el objeto de este ar- trario, pensarla como algo dado por la natura- tículo no es tampoco señalar las diferencias leza en los 90. Por supuesto que no todos/to- teóricas entre el movimiento queer y el movi- das, los que militamos en el movimiento miento LGTB, sí merece la pena señalar que LGTB estamos de acuerdo en ese cambio que quizá no sean tantas como a veces, desde am- nos parece conservador. Sin embargo, lo he- bos lados, se intenta argumentar. O quizá sea mos asumido como estrategia política, no sin más correcto decir que hay personas dentro dejar clara nuestra postura en libros, artículos, del movimiento LGTB que están plenamente charlas, etc. Es cierto que una política LGTB de acuerdo con los postulados esenciales de la basada en una identidad sexual definida como teoría queer, si bien se pueden mantener im- unitaria y esencial, claramente ubicada, inteli- portantes diferencias en lo que se refiere a la gible e inalterable, en el cuerpo o la mente, y práctica política cotidiana. En realidad, es tan que fija el deseo en determinada dirección, sencillo como decir que si bien el movimiento representa un punto de vista conservador que queer pretende liquidar el régimen político del no puede aportar nada a la lucha por la desa- género y por consiguiente, el de la heterose- parición de la heteronormatividad. Pero, el xualidad, hay activistas dentro del movimien- mismo Bourdieu (2000: 145) se pregunta: to LGTB, como las dos autoras de este artícu- “¿Cómo rebelarse contra una categoría social- lo, que pretendemos llegar al mismo resultado. mente impuesta si no es organizándose en una Sin embargo, entendemos que, por una parte, categoría construida de acuerdo con dicha no es ético obviar la lucha por las mejoras en categorización y haciendo existir de ese modo las clasificaciones y restricciones a las que pre- 2 Aquí no quedaría más remedio que admitir (ganada la tende resistirse?” Finalmente, no hay nada de batalla) que siempre pensé que quienes se oponían al extraño en utilizar la identidad de manera matrimonio homosexual porque éste “desnaturalizaba” estratégica, y los mismos activistas queer el verdadero matrimonio tenían razón. Otra cosa es que muchos de nosotros estemos encantados con (Butler a la cabeza) han admitido que cual- poder desnaturalizar esa estructura. quier lucha política tendrá que pasar por la

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admisión de esta identidad estratégica, enten- sexual no reivindicara, para las personas ho- dida como una herramienta política. Com- mosexuales, la posibilidad de acceder a la ple- prendiendo cualquier reforma de la heteronor- na ciudadanía mediante el acceso a la institu- matividad como un medio para su liquida- ción matrimonial. Sin embargo, el asunto no ción, y no como un fin en sí misma, mantene- es tan sencillo, porque al mismo tiempo que el mos que el movimiento queer no ha sabido ver matrimonio es una puerta a la ciudadanía, el vigor de la tendencia construccionista y también es una institución fuertemente vincu- antiesencialista que late en algunas políticas lada al establecimiento de la heteronormativi- LGTB. Tendencia que en todo caso, aunque es dad y el patriarcado. Justamente las dos insti- una fuente no siempre citada por ellos/ellas, la tuciones políticas establecidas para borrar teoría queer habría recogido del feminismo les- cualquier diferencia sexual. Nos encontramos biano3. De hecho, una identidad sexual no así ante una situación aparentemente sin sali- esencial, fluida, etc., es la base del feminismo da. El matrimonio significa igualdad legal, lesbiano desde Beauvoir (1998) hasta Wittig ciudadanía plena; pero, al mismo tiempo, el (2005), pasando por Rich (1997) y tantas matrimonio está establecido para excluir a esos otras. Lo cierto es que el feminismo lesbiano que ahora queremos integrar. desencializó la sexualidad hace mucho y que Desde los años 70 del pasado siglo hemos muchas feministas lesbianas mantenemos aún venido asistiendo a la apertura de nuevos cam- un construccionismo radical frente a sectores pos de politización, en los que decisiones o más conservadores de la comunidad LGTB4. comportamientos que antes eran privados, se Desde aquí vamos a tratar de explicar por constituyen ahora como políticas. Desde el “lo qué la consecución del matrimonio tiene que personal es político” del movimiento feminis- ocupar un lugar importante en cualquier ta, pasando por la teorización entre sexualidad agenda LGTB. Vamos a hacerlo utilizando a y poder llevada a cabo por Foucault (1989), Nancy Fraser y Honneth (2006) y su teoría de hasta los más recientes teóricos de la ciudada- la ciudadanía y el reconocimiento, así como de nía íntima como Giddens (2000) o de la ciu- la “reforma no reformista”. dadanía sexual como Weeks (2001) y Evans (1993), hemos asistido a la mutación de las políticas emancipatorias tradicionales (que La cuestión de la ciudadanía íntima/sexual buscan liberarnos de una opresión) en políti- cas de vida (que derivan de procesos de reali- El matrimonio siempre ha sido una institu- zación del yo). Mutación que toma lugar en ción que en tanto organizadora del parentesco, circunstancias de interdependencia global en ha venido a señalar el estar dentro o fuera de la la que los estados nación están transformándo- familia, primero, y del grupo, después; y mu- se muy rápidamente, de manera que ya no se cho más adelante, con la creación del estado puede sostener que sea el estado el único sus- nación, de la ciudadanía. Los que se pueden tentador de la ciudadanía. Si en un principio casar y acceder a todos los derechos y obliga- según la acepción clásica de Marshall (1997), ciones que concede la ciudadanía plena, son la ciudadanía se basa en la clase social; poco a los ciudadanos. En este sentido parecería ab- poco, la base de ésta se amplia para dar paso a surdo que el movimiento de liberación homo- derechos de ciudadanía reconocidos o negados de acuerdo al género, la etnicidad, la orienta- 3 Un resumen de las influencias del feminismo lesbiano ción sexual, etc. El concepto de ciudadanía se en la teoría queer puede encontrarse en Lisa Duggan amplia para dar lugar a nuevas reivindicacio- (2006). 4 Para un desarrollo de este tema véase Beatriz Gimeno nes relacionadas con el cuerpo, las relaciones y (2005). la sexualidad. Es aquí donde el concepto de

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La institución matrimonial después del matrimonio homosexual reconocimiento, tal y como lo utiliza y acuña No seremos nosotras quienes restemos im- Nancy Fraser (2006), aparece como un con- portancia a la consecución de importantísimos cepto clave. Para ella, plena ciudadanía y reco- derechos sociales, sanitarios, familiares, econó- nocimiento tienen que ir de la mano. Así, aun micos, que mejoran –y mucho– las condicio- cuando los derechos fueran otorgados por cua- nes materiales de vida de las personas LGTB. lesquiera otras leyes subsanatorias, se podría Obviamente que poder disponer en igualdad continuar en un estado de no reconocimiento de esos derechos es fundamental, pero ya y por tanto, de no plena ciudadanía. El matri- hemos dicho que los mismos pueden conse- monio no es la única forma de conseguir cier- guirse no sólo mediante una ley de matrimo- tos derechos que suelen ser constitutivos; pero nio, sino de otras maneras, por ejemplo, una en cambio, sí es la única forma de obtener la ley de parejas o una ley de convivencia (entre plena ciudadanía en cuanto reconocimiento. otros nombres que se le pueda dar). Y han sido Por eso, la lucha por los derechos no puede estas las soluciones adoptada en la mayoría de separarse de la lucha por el reconocimiento, los países. Quienes se conforman con estas como ocurre, por ejemplo, en el caso de una leyes están olvidando ese aspecto que hemos “ley de parejas”. Iniciativa mediante la cual mencionado antes y que nos parece funda- pueden conseguirse los derechos pero no el re- mental, que el matrimonio funda no sólo de- conocimiento, siendo que por el contrario, se rechos sino también reconocimiento. Recono- retrocede en este. De ahí que “la cuestión del cimiento que se otorga mediante la legitima- nombre” –como se llamó en España a este ción simbólica. A quienes no hemos aceptado problema– fuera tan importante. que esta conquista pueda hacerse bajo otro amparo que no sea el del matrimonio, nos im- porta y mucho –casi tanto como el amparo de “La cuestión del nombre” los derechos– la legitimación simbólica que o la legitimación simbólica aquel trae aparejada; y que no puede realizarse sino mediante la entrada en esta institución. En España, con “la cuestión del nombre” se Institución uno de cuyos fines, como el toda hacía referencia a este debate. Llegó un mo- institución es, precisamente, ese: legitimar, re- mento en que en lo que se refiere a la consecu- conocer. De hecho, el movimiento LGTB ción de los mismos derechos todo el mundo español ha estado consciente de que los dere- parecía estar de acuerdo, unos sectores con chos y obligaciones en sí vinculados al matri- más entusiasmo que otros, pues, finalmente, monio –esto es, el contenido material de los todo se limitaba al nombre. Si se consiguen los mismos– se los habría conseguido antes, si se derechos, decía los activistas queer, ¿por qué hubiera transigido en aceptar una ley de pa- empeñarse en que se llame “matrimonio”, un rejas. Sin embargo, esto habría significado nombre con connotaciones tan heterosexistas aceptar el déficit de reconocimiento como y patriarcales? Por su parte la iglesia y la dere- natural y de esta manera, la superioridad de la cha se preguntaban ¿por qué empeñarse en heterosexualidad frente a la homosexualidad que se llame “matrimonio”, hiriendo de esa que es en definitiva lo que está en juego. manera a una importante parte de la pobla- Lo cierto es que en las últimas décadas, el ción para quienes esta es una institución sagra- menoscabo de la noción de pecado, el desva- da? La organización de la cual yo era presiden- necimiento paulatino de la homosexualidad ta y que mantenía esta lucha decidió que “ma- como entidad clínica, la noción cada vez más trimonio o nada”, negándonos así a aceptar la extendida de ciudadanía sexual, hacen difícil posibilidad de conseguir los derechos bajo otra negar derechos sociales o económicos descali- denominación. ficando comportamientos privados perfecta-

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mente legales. Por el contrario, la sexualiza- Resumiendo: lo que está en juego no son ción del entorno, el mito de la sexualidad co- los derechos sino el orden simbólico, el reco- mo un valor, fuente de salud, de vida, etc., ha nocimiento, el estatus. Con orden simbólico conducido, en las sociedades democráticas oc- entendemos un conjunto de reglas inamovi- cidentales, a la legitimación de cualquier prác- bles sobre las que se supone descansa la vida en tica sexual consentida entre adultos/adultas. sociedad y el acceso de los sujetos a la cultura Los derechos sexuales han irrumpido con fuer- y al lenguaje. Para los sectores conservadores za. Como sostiene Giddens (2000), nuestras queda claro que la familia heterosexual es la sociedades han sustituido la perversión por el garantía del mantenimiento de este orden sim- pluralismo. Este reconocimiento de la legiti- bólico que se viene usando también como midad de las prácticas sexuales consentidas sinónimo de “orden natural”, “orden estableci- entre adultos, ha producido un desplazamien- do” o, simplemente, como algunos sostuvie- to desde la persecución a los disidentes sexua- ron de “puro sentido común”6. El mal parecie- les hacia el paulatino reconocimiento de cual- ra recaer sobre la patria y la sociedad cuando se quier entidad familiar. Al mismo tiempo, en ponen en duda los valores fuertes del patriar- los sectores más conservadores el empeño se ha cado. Y la familia es uno de estos valores fuer- desplazado desde la negación absoluta de los tes. Si se trastocan estos valores, se asegura que derechos hacia, precisamente, el no reconoci- la civilización corre peligro. Como afirmó grá- miento de estas familias. Mientras la persecu- ficamente el Obispo mexicano Olvera Ochoa7: ción a los individuos homosexuales o a los di- “Si la familia se convierte en otra cosa, ¿cuál es sidentes sexuales es cada vez menor, en el en- el futuro del mundo?”. tendimiento de que esa batalla está perdida, En realidad, tienen toda la razón: la fuerza ahora se insiste en que esas familias diversas no de la ortodoxia se funda en una dominación gocen del mismo estatus que las “legítimas”. material que construye la discriminación sus- Es ahí, en el no reconocimiento de estas fami- tentándola en disposiciones que se revisten de lias donde ahora se han depositado “las esen- los signos de lo natural. Por ello para Bourdieu cias” del pensamiento conservador y reaccio- (2000) el objetivo de cualquier movimiento de nario. Al fin y al cabo, el pensamiento liberal liberación es hacer un trabajo de (re)construc- siempre entendió al Estado como una exten- ción simbólica que imponga nuevas categorías sión de la familia tradicional. Por eso no es de percepción; trabajo de (re)construcción que extraño que sea alrededor de ésta dónde se está implica la deconstrucción del orden anterior. librando una de las batallas ideológicas y polí- ticas más importantes del nuevo siglo. Esta trucción de la realidad colectiva que toma su fuerza de batalla se libra alrededor de la familia/matrimo- la garantía que le aporta el Estado y el pensamiento de Estado” (Bourdieu 1997: 7). nio como concepto y ya no alrededor de determi- 6 Así lo refleja Eribon (2005) a propósito del debate que nados derechos materiales como pensiones, heren- se suscitó en Francia alrededor de la aprobación del cias y otros tradicionalmente asociados a ella. PACS (Pacto Civil de Solidaridad). Eribon muestra que no es una cuestión religiosa, aunque en algunos Volvemos así a lo que los defensores de la fa- países sea la religión la encargada de dar la batalla ideo- milia tradicional dejaron bien claro durante el lógica. También en países de larga tradición laicista, debate político que precedió a la aprobación como Francia, la batalla ha sido exactamente la misma, pero allí la oposición a las leyes de parejas provino de de la Ley en España: la batalla es por el la izquierda que alegaba, sin tapujos, que la familia 5 “nombre” . heterosexual era la defensora del orden simbólico y, por tanto, la encargada de custodiar la cultura y la civi- lización. 5 “Si bien es cierto que la familia no es más que una 7 “Obispo de Cuernavaca contra sociedades de convi- palabra, también lo es que se trata de una consigna o vencia”, Anodis, 16 noviembre 2006. Disponible en mejor, de una categoría, principio colectivo de cons- http://anodis.com/nota/8103.asp

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Para cambiar de modo duradero las represen- cos suelen tener su casa dentro, aunque vivan taciones se impone una transformación dura- de manera transitoria en tiendas de campaña dera de las categorías incorporadas (de los es- instaladas en el exterior. El movimiento de li- quemas de pensamiento) que a través de la beración trabaja con la convicción de que nin- educación, los medios de comunicación, la gún ser humano quiere vivir permanentemen- iglesia, la familia confieren el estatuto de reali- te fuera, a la intemperie. Luchamos no sólo dad evidente, necesaria, indiscutible y natural por el derecho a instalarnos dentro, a cual- a la heterosexualidad. Desde la perspectiva de quier precio, sino también para transformar la Fraser, una ley de parejas no es una solución ciudad de manera que finalmente resulte aco- aceptable si lo que está en el centro es la justi- gedora para todos y todas. Entendemos el cia, pues un nombre distinto lo único que matrimonio entre personas del mismo sexo logra es reafirmar el estatus superior, prestigio como un medio y no como un fin en sí mis- y legitimidad del matrimonio heterosexual mo. No es justo calificar de conservadora, sin sobre cualquier otra posibilidad. Así pues, más, la reivindicación y consecución del ma- cuestión de derechos, sí, pero cuestión de legi- trimonio entre personas del mismo sexo, por- timación simbólica también, de igualdad para que dicha reivindicación –afirmamos– tiene conseguir la entrada en la plena ciudadanía. unas virtudes políticas radicales que general- La cuestión ahora es: ¿tiene esta demanda mente pasan desapercibidas en una crítica del matrimonio entre personas del mismo sexo superficial. capacidad transformadora, más allá de lo que Volvamos al principio, ¿tienen estas políti- significa para gays y lesbianas? ¿No se trata de cas de lucha por el matrimonio capacidad una mera reforma que, mejorando aparente- transformadora? Los postmodernos niegan es- mente las vidas de las personas homosexuales ta posibilidad. Nosotras sostenemos lo contra- contribuye al mismo tiempo a apuntalar es- rio y es aquí donde el concepto de “reforma no tructuras profundamente opresivas para todos reformista” de Fraser (2006: 76) resulta crucial y todas? Creemos que no, pues la legitimación para superar la parálisis que a veces acontece conseguida por medio del matrimonio tiene en la actividad política cotidiana, así como el importantes potencialidades transformadoras dilema ético al que hemos hecho referencia. respecto a la heteronormatividad y a la cons- Para esta feminista norteamericana, las estrate- trucción política del género. gias transformadoras son preferibles a las re- formistas, pero a veces aquellas son inviables por diferentes motivos. Por ejemplo, los llama- “Reformas no reformistas” mientos a la deconstrucción de las oposiciones según Nancy Fraser binarias ni importan a la mayoría de las perso- nas LGTB, ni dichos llamamientos van a ayu- Las y los activistas políticos con voluntad ver- darles a superar la discriminación que pa- daderamente transformadora nos enfrentamos decen, superación necesaria para llevar vidas muy a menudo a un dilema ético respecto a más dignas y mejores. Sabemos que las estrate- nuestra acción política. Los movimientos polí- gias transformadoras sólo son factibles en de- ticos de liberación deberían tener siempre en terminados momentos históricos. La pregunta cuenta que tienen un compromiso ético con es la de siempre: ¿Hay que sacrificar los prin- las personas a las que quieren representar y que cipios transformadores en virtud del realismo? su compromiso es con la vida de esas personas. Fraser sostiene, y estamos de acuerdo, que Si bien la teoría puede permitirse –e incluso la distinción entre afirmación y transforma- tiene el deber si quiere ser revolucionaria– ción no es absoluta, sino contextual. En ese acampar en las afueras de la ciudad, los teóri- sentido, acciones que pueden parecer refor-

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mistas en abstracto pueden tener efectos trans- terminis; contradicción en la que radica el des- formadores en determinados contextos, siem- bordamiento de esta institución. pre que se las ponga en práctica de forma radi- cal y consistente. Aunque la idea de “reforma no reformista” es de André Gorz (1967, en La historización del matrimonio Fraser 2006), quien la aplica al contexto eco- nómico y concretamente a la redistribución, Resulta curioso, sino paradójico, que el movi- Fraser la retoma para aplicarla a un contexto miento queer, profundamente antiesencialista, en el cual ella equipara la necesidad de redis- sea esencialista, en cambio, en su acercamien- tribución con la necesidad del reconocimien- to al matrimonio. Un acercamiento historiza- to, y la mala redistribución con el déficit de do a esta antigua institución permite contem- reconocimiento. Este tipo de estrategia afir- plar claramente su carácter contingente. Úni- mativa sería una vía hacía la transformación camente desde un punto de vista ahistórico y por medio de una estrategia alternativa. Para esencialista se puede hablar del matrimonio, nosotras, el matrimonio homosexual es una sin más. De hecho, antes que el matrimonio reforma no reformista. Esto quiere decir que, existen matrimonios. En este caso, para expli- por una parte nos permite como activistas sal- car por qué pensamos que muchas de las críti- var el dilema ético y luchar por el reconoci- cas que se le hacen a la institución matrimo- miento, la ciudadanía plena y los derechos de nial pecan de esencialismo, vamos a utilizar las personas LGTB, lo que llevará a estas per- una aproximación genealógica. El concepto de sonas a tener vidas mejores. Pero por otra, esta genealogía de Nietzsche, como una cadena de reforma respecto a la institución del matrimo- fenómenos que se superponen unos a otros nio –y esto es lo que, precisamente, no tienen (en Aguilar 2000), es aplicable a la institución en cuenta los y las teóricos queer– emprende matrimonial. Pues se trata de una institución una trayectoria de cambio de tal magnitud que social compuesta de diferentes prácticas que puede acabar transformando el sentido de la requieren interpretación. Es decir de distintos misma institución e incluso ir mucho más allá. significados que han ido alterando y reconfi- Cuando tienen éxito, las reformas no refor- gurando las características mismas del matri- mistas –dice Fraser– no sólo cambian las ca- monio. racterísticas institucionales específicas que No podemos hacer aquí un recorrido histó- constituyen su objetivo explícito (en este caso, rico de los significados y prácticas del matri- mejorar la vida mediante el acceso a derechos monio, pero en un acercamiento necesaria- básicos), sino que modifican el terreno trans- mente conciso a una historia de gran comple- formando las estructuras que generan la injus- jidad y extensión puede servir de ejemplo. Se ticia. puede empezar observando al matrimonio co- Eso es lo que intentaremos explicar al mos- mo un organizador del parentesco mediante el trar, en primer lugar, que no se puede hablar intercambio de mujeres, con el objetivo fun- de matrimonio sino desde una concepción damental de crear redes extensas de parientes esencialista que utilizan muy a menudo, aun- políticos, acrecentar el poder del grupo y ase- que paradójicamente, los adalides del cons- gurar su supervivencia. A medida que las civi- truccionismo. Si el matrimonio es visto desde lizaciones se hicieron más complejas y estrati- una perspectiva radicalmente historizada en- ficadas esta función cambió radicalmente y tenderemos claramente hasta qué punto esta aparecieron otros objetivos que podríamos institución puede modificarse. En segundo lu- resumir en tres interconectados entre sí: garan- gar, defenderemos que el “matrimonio ho- tizar la filiación de los hijos, garantizar la mosexual” es un oxímoron, una contradictio in subordinación de la mujer y la división sexual

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La institución matrimonial después del matrimonio homosexual del trabajo, con el fin de garantizar la transmi- te la impugnación del propio hijo. En segun- sión de la propiedad mediante la herencia8. do lugar, si bien la herencia sigue a la filiación, Quienes se oponen a la reivindicación del ma- esta ya no depende del matrimonio. Los hijos trimonio por considerarla una institución extramatrimoniales o no matrimoniales tienen única y naturalmente heteronormativa o pa- los mismos derechos que los concebidos den- triarcal mantienen una idea esencializada de tro de un matrimonio; tampoco en este aspec- las instituciones sociales, a la que es funda- to el matrimonio establece diferencia alguna. mental incorporar las capas, los cambios que la Por último, respecto a la subordinación de las historia les va sumando. Lo cierto es que el mujeres, el contrato matrimonial ha ido asu- matrimonio en forma actual y en aquellos paí- miendo todos los cambios que la lucha femi- ses que están en disposición de plantearse la nista ha ido introduciendo en la sociedad. reivindicación del mismo para personas del Poco a poco el matrimonio se va convirtiendo mismo sexo, ya no guarda mucho de sus oríge- en un contrato entre iguales, fácilmente diso- nes. Lo que aún se conserva es, precisamente, luble como un negocio cualquiera. aquello que el acceso homosexual puede con- Por otra parte, la lucha de las parejas no tribuir a desestabilizar. casadas por tener iguales derechos que las casa- Los primeros objetivos del matrimonio se das, también ha ido modificando esta rama de han desdibujado y han desaparecido en algu- los derechos familiares, a tal punto que en nos casos; sin embargo, al enfrentarnos a la algunos países, convivir como sujetos casados institución nos encontramos con que se la o no, no implica diferencia alguna. Dadas esencializa contribuyendo a que en el imagina- estas transformaciones ¿por qué impedir que rio colectivo perviva aún una noción que ya les sea reconocido ese derecho a quienes el no existe. Sostenemos en este punto que esa hecho de poder o no casarse les implica una pro- pervivencia imaginaria no es casual sino inte- funda diferencia desde una concepción de resada. Son precisamente los sectores conser- igualdad? Una respuesta nos lleva a entender vadores de la sociedad los que quieren que per- que los ataques legales que ha sufrido esta ins- viva, al menos en el imaginario, ya que no titución en los últimos dos siglos ha servido pueden disponer de ella en la realidad. Se afe- para modificarla radicalmente pero, aun así, rran a un matrimonio que hace tiempo que no no han podido arrebatarle su prestigio y su existe y lo hacen para conservar un poder que poder en el imaginario social colectivo. Lo que se les escapa de las manos. ha cambiado ha sido su contenido legal, pero En primer lugar el matrimonio ya no ga- no en la misma medida su significado simbó- rantiza la filiación. Aun cuando quedan restos lico. Y por mucho que cambie el contenido de aquella prerrogativa de facto, la filiación real del matrimonio, lo que las personas si- puede garantizarse fuera del matrimonio sin guen percibiendo es su contenido simbólico, problema. Asimismo la propia filiación matri- mucho más poderoso. monial puede impugnarse fácilmente y esta- Nos podemos preguntar ahora ¿qué está en blecerse otra. La filiación se garantiza median- juego con el reconocimiento jurídico del ma- te la declaración de los padres, estén estos casa- trimonio entre personas del mismo sexo? “[El dos o no, y si no hay acuerdo entre ellos se matrimonio todavía] afecta a las estructuras garantiza o se comprueba mediante proceso más fundamentales del orden social y sexual, y judicial. No olvidemos que puede también de- a las más arraigadas en la mentalidad de los terminarse a posteriori, años después median- individuos (un orden basado en la diferencia y la complementariedad de los sexos, con el psi- 8 Una historia del matrimonio la podemos encontrar en coanálisis como reflejo, síntoma e instrumen- Stephanie Coontz (2005). to de reproducción), y afecta, por lo tanto, a

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los fundamentos ideológicos y jurídicos de la mito de su complementariedad, su imbrica- familia y el orden familiar, de la transmisión ción en un supuesto orden natural, una divi- patrimonial” (Eribon 2005: 105). En efecto, sión sexual del trabajo y la superioridad de un como hemos explicado, el matrimonio ha ser- sexo sobre otro. La institución matrimonial vido para fijar derechos y obligaciones, o para desde su origen está fundada en un concepto organizar la sociedad de cierta manera, y en naturalista/esencialista del sexo y el género. este sentido ha cambiado al ritmo que lo hacía Además de todas sus funciones materiales y la sociedad de la que forma parte, conserva sin prácticas, el matrimonio ha servido histórica- embargo una función simbólica intocada: la mente para vincular sexo, género, heterose- de naturalizar la heterosexualidad con todas xualidad y naturaleza. Es esta trama de rela- sus consecuencias (roles sexuales y sociales, ciones lo que está en juego. Tal vez más que etc.). Declarar, por medio del matrimonio a la nadie fueron los conservadores, la iglesia cató- heterosexualidad superior a la homosexualidad lica, los defensores a ultranza del matrimonio sirve también para dar carta de naturaleza al tradicional, los que alcanzaron a comprender mito de la complementariedad de los sexos; de esta potencialidad y por tanto, el peligro que ahí se sigue también la naturalización y garan- se cernía sobre el orden que ellos defienden. tía de la división sexual del trabajo. Todo esto Desde allí se entiende su encarnizada defensa se presenta dentro de un determinado ceremo- del termino “matrimonio” como de uso exclu- nial –ceremonial con connotaciones sagradas, sivo de quienes defienden la concepción tra- aunque sea civil– que le confiere un determi- dicional, por tanto, eclesiástica y occidental nado peso cultural. Teniendo en cuenta ya no del mismo. sus modificaciones jurídico-sociales, sino los El matrimonio entre personas del mismo significados incrustados en esta institución, y sexo visibiliza de manera muy gráfica el carác- tan naturalizados, es que pensamos que el ter histórico y contingente de esta institución. matrimonio entre personas del mismo sexo es, A pesar de todos los cambios sufridos y por en realidad, un oxímoron. El matrimonio o es importantes que éstos sean, mientras se conti- heterosexual, o es otra cosa; es precisamente núe sosteniendo la exclusividad heterosexual, aquí donde, como lo entendemos, se produce se podrá, de alguna manera, cobijar en su se- el desbordamiento de esta estructura social y no la ideología naturalista y con ella, la ideo- sexual. logía de la complementariedad y de subordi- nación al mismo tiempo entre géneros y sexos. La ruptura que supone la homosexuali- El matrimonio homosexual zación del matrimonio desmonta la falacia como oxímoron naturalista al visibilizar, de manera evidente, que aquel es una institución política cuyo El matrimonio entre personas del mismo sexo contenido no está fijado de antemano. Es la es una contradictio in terminis porque el sociedad en la surge la que determina, a cada matrimonio y la familia sólo pueden ser hete- momento, lo que es y lo que quiere que sea el rosexuales, de lo contrario, su entramado matrimonio. Esta transformación visibiliza amenaza ruina. Como bien decían los conser- también la homosexualidad como viable so- vadores cuando defendían en España que el cialmente y tan legítima como la heterosexua- matrimonio homosexual adoptara otro nom- lidad. Por último, deja claro que el matrimo- bre: “el matrimonio sólo puede ser entre un nio, como institución social nada tiene que hombre y una mujer. Lo otro será otra cosa”. ver con un credo o una iglesia específica, cada No hay duda de que la construcción patriar- uno de los cuales tendrá sus ritos matrimonia- cal se levanta sobre el dimorfismo sexual y el les y especificidades propias, que nada tienen

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La institución matrimonial después del matrimonio homosexual que ver con lo que la sociedad civil toda deci- A partir de esta argumentación se entien- da es el matrimonio. den las afirmaciones enfáticas de la iglesia y Con el matrimonio entre personas del mis- de los sectores conservadores respecto a la mo sexo la complementariedad de sexos pier- devaluación del matrimonio con su amplia- de su significado histórico lo que repercute en ción a gays y lesbianas. Si entendemos que el la imposición de roles y de la división sexual matrimonio ha sido una de las más importan- del trabajo. La eterna pregunta ¿quién hace de tes instituciones heteronormativas-cognitivas hombre o de mujer?, va perdiendo sentido. de la historia, podemos pensar que como he- ¿Quién hace la compra, quién limpia, cuida a rramienta ideológica del heterosexismo puede los niños, a los enfermos, dependientes, quien dejar de ser, con estas transformaciones, útil gana el dinero? Pues, quien pueda, quien quie- para imponer determinadas visiones sociales. ra, a quien más le guste, quien tenga más tiem- Si no es útil simbólicamente ni prácticamen- po, o bien por reparto. La distribución de pa- te, ¿quién querrá casarse?9. El matrimonio en- peles, roles y trabajos pasa a ser no función del tre personas del mismo sexo arrebata a la he- sexo, sino de los gustos y capacidades, y no só- terosexualidad el privilegio de la legitimidad lo de una manera real, sino también en el ima- social, económica y moral y podría suponer ginario colectivo. Por primera vez en la histo- también nuevos modos de subjetivación no ria, en lo que hace al imaginario, el matrimo- sujetos a estructuras represivas y desiguales. nio empieza a ser un contrato entre iguales. El matrimonio, de la manera en que actual- El matrimonio entre personas del mismo mente es concebido y garantizado en la socie- sexo supone asimismo una ruptura visible en la dad española permite que se constituyan con relación entre matrimonio y procreación y, aún el mismo nombre, como familia, con los mis- más, entre heterosexualidad y procreación. mos derechos, el mismo estatus social, dos Porque si bien es cierto que esa relación ya esta- hombres (con pene) o dos mujeres (con vagi- ba rota en la práctica, no lo estaba y aún no lo na); pero también, un hombre con pene y un está en el pensamiento común. Prueba de ello hombre sin pene y con vagina; una mujer con es que a lo largo del debate, y siempre que sur- pene y otra con vagina; dos mujeres con pene; ge la cuestión, la procreación se sigue utilizan- dos hombres sin él; una persona con vagina, do como argumento, en un sentido en que la con nombre de mujer y barba; y un hombre heterosexualidad aparece como superior a la con pechos femeninos y pene; y en general, to- homosexualidad, merecedora, por lo tanto, de das las combinaciones posibles sujetas a una mayor reconocimiento: exactamente el propor- caracterización sexual. Todos estos tipos de pa- cionado por el matrimonio-heterosexual. A la rejas pueden tener y educar hijos e hijas. luz de estos argumentos (sin querer ahondar en Para conseguir una revolución en el orden algo que excede con mucho la extensión de este heterosexista hay que continuar. Si el matri- trabajo) hay que recordar que la mayoría de monio ya no tiene nada que ver con la biolo- nociones de subjetivación que manejamos y gía, ni con la procreación, ni con el sexo, ni que proceden del psicoanálisis, se construyen con el género, ¿por qué tienen que contraerlo en el espacio de la familia heterosexual: el dos personas?, ¿por qué no tres o cuatro? Ese Complejo de Edipo, castración, falo, etc. En es el camino. este sentido se pregunta Eribon: “¿Por qué no imaginar que el matrimonio homosexual […] lejos de ser otro intento de atar el inconsciente 9 Vale mencionar que en varios países –algunos de los a la familia […] es una de esas conexiones del primeros en reconocer derechos a las parejas LGTB y a las parejas no casadas– el número de parejas casadas deseo con la política y las transformaciones del es inferior a las no casadas, así también el número de mundo contemporáneo?” (2005: 108). hijos nacidos fuera del matrimonio.

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