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Tesis De Grado Escuela Superior De Guerra Del Ejército Escuela De Postgrado

Tesis De Grado Escuela Superior De Guerra Del Ejército Escuela De Postgrado

ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA DEL EJÉRCITO

ESCUELA DE POSTGRADO

TESIS DE GRADO

LA GUERRA DEL PACÍFICO: ANÁLISIS COMPARATIVO DEL PLANTEAMIENTO ESTRATÉGICO Y LA CONDUCCIÓN OPERACIONAL DE LAS FUERZAS EN CONFLICTO EN LAS DIFERENTES CAMPAÑAS

NOMBRE DEL AUTOR

EDWARD OMAR LÓPEZ CAZORLA NOMBRE DEL ASESOR

Mg. Fernando CANAVAL RAMÍREZ

para optar al Grado Académico de

MAESTRO EN CIENCIAS MILITARES

Con Mención en Planeamiento Estratégico y Toma de Decisiones

2018

DEDICATORIA Esta investigación se la dedico a los hombres que ofrendaron su vida en la Guerra del Pacífico en defensa de los sagrados intereses de la Patria.

II

AGRADECIMIENTO A mi familia, por su paciencia, comprensión y apoyo en la consecución de mi objetivo profesional.

III

RESUMEN

El presente trabajo de investigación se llevó a cabo con la finalidad de efectuar con la mayor objetividad posible, el análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas que se llevaron a cabo en la Guerra del Pacífico. La investigación propiamente dicha está basada en la revisión de diversas fuentes, tanto a nivel internacional como nacional, que presentan los principales hechos relacionados a la Guerra del Pacífico en cada una de las campañas que se libraron, para posteriormente aplicar el método seleccionado en la presente investigación.

El método empleado es el Principio Militar Fundamental el cual busca establecer si los objetivos estratégicos operacionales fueron correctamente seleccionados y alcanzados, si las fuerzas en conflicto partieron de posiciones relativamente favorables y si las maniobras operacionales que emplearon les permitieron alcanzarlas, si las fuerzas en conflicto distribuyeron adecuadamente su poder combativo y si pudieron sostener en el tiempo la maniobra estratégica y, finalmente, si los mandos militares tuvieron una adecuada libertad de acción.

Para analizar los objetivos estratégicos operacionales se sometieron a los principios de adaptabilidad, factibilidad y aceptabilidad, para determinar si fueron adecuadamente seleccionados, si debieron variarse o no y si finalmente fueron alcanzados.

El Principio Militar Fundamental se ha aplicado en cada campaña de la Guerra del Pacífico para determinar el planteamiento estratégico y la conducción operacional tanto de las fuerzas chilenas como de las aliadas (bolivianas, peruanas o peruano- bolivianas), lográndose los resultados que se presentan al final del estudio.

Palabras clave: Guerra del Pacífico, planteamiento estratégico, conducción operacional, fuerzas en conflicto, campaña.

IV

ABSTRACT

The present research work tries to perform with the most possible objectivity, the comparative analysis of the strategic approach and the operational warfare of the forces in conflict in the different campaigns performed in the Pacific . To develop the research was necessary to review various sources, both internationally and nationally, which present the main facts related to the in each of the campaigns that fought, in order to apply the method selected in this investigation. The method used is the Fundamental Military Principle. This method seeks to establish if the operational strategic objectives were correctly select and achieved. If the forces in conflict started from relatively favorable positions and if the operational maneuvers they used allowed them to reach them; if the forces in conflict distributed adequately their combative power and if they could sustain in the time the strategic maneuver and finally; if the military commanders had an adequate freedom of action. To analyze the operational strategic objectives, they were submitted to the principles of adaptability, feasibility and acceptability, to determine if they were properly selected, if they should have been varied or not and if they were finally achieved. The Fundamental Military Principle has been applied in each campaign of the Pacific War to determine the strategic approach and operational warfare of both the Chilean and allied forces (Bolivian, Peruvian or Peruvian-Bolivian), achieving the results presented to the end of the study.

Key words: , strategic approach, operational warfare, forces in conflict, campaign.

V

ÍNDICE Página

DEDICATORIA II AGRADECIMIENTO III RESUMEN IV ABSTRACT V ÍNDICE VI ÍNDICE DE TABLAS VIII INTRODUCCIÓN IX

CAPÍTULO I. EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN 1

1.1 Planteamiento del problema 1 1.2 Preguntas de investigación 1 1.3 Objetivo 2 1.4 Justificación y viabilidad 2 1.5 Limitaciones de la investigación 3 1.6 Definición inicial del ambiente o contexto 3 1.7 Hipótesis general del trabajo de investigación 3

CAPÍTULO II. MARCO TEÓRICO 4

2.1 Antecedentes de la investigación 4 2.2 Revisión de literatura de apoyo y consulta 57 2.3 Definición de términos en general 60

CAPÍTULO III. MÉTODO 62 3.1 Trayectoria cualitativa 62 3.2 Enfoque seleccionado 63 3.3 Procesos para la recolección de datos 63

VI

CAPÍTULO IV. ANÁLISIS Y RESULTADOS 64 4.1 Descripción narrativa 60 4.2 Matriz de soporte de categorías (Unidades – temas – patrones) 292

CAPÍTULO V. DISCUSIÓN 293 5.1 Triangulación de datos específica por cada técnica 293 5.2 Triangulación de datos integral 293 5.3 Desarrollo de la discusión 293

CONCLUSIONES 297

RECOMENDACIONES 298

REFERENCIAS 299

ANEXOS Anexo 1, Matriz de consistencia

Anexo 2, Guía de entrevista

Anexo 3, Validación de la guía de entrevista

Anexo 4, Compromiso ético

Anexo 5, Autorización para publicación en el repositorio de la ESGE-EPG

Anexo 6, Autorización de uso de propiedad intelectual

Anexo 7, Hoja de datos personales

Anexos 8, Matriz de triangulación de datos específica por cada técnica

Anexo 9: Matriz de triangulación de datos integral

Anexo 10: Fuerzas navales de los beligerantes

Anexo 11, CD conteniendo el IFI

VII

ÍNDICE DE TABLAS

Página

Tabla 1 Matriz soporte de categorías 292 Tabla 2 Los resultados obtenidos, durante la presente investigación 295

VIII

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo de investigación estuvo orientado a efectuar un análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas que se libraron en la Guerra del Pacífico (1879-1883).

El problema de la presente investigación consistió en determinar precisamente cómo fue el planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico, el cual reviste importancia porque son pocos los estudios de esta guerra orientados a dejar de lado el aspecto laudatorio, para abordar una perspectiva más crítica de la estrategia y el arte operacional empleado por las fuerzas contendientes.

El objetivo de este trabajo fue efectuar un análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico.

Fue conveniente efectuar esta investigación ya que se enfocó en la estrategia y el arte operacional empleados en la Guerra del Pacífico, lo cual resulta un tanto novedoso y podría servir como fuente de consulta posteriormente para los estudiosos de esta guerra.

La hipótesis de la presente investigación fue la siguiente: ‘’El planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico, no fueron los más adecuados’’.

Como procedimiento general de investigación para efectuar el análisis del problema en estudio, se empleó el Principio Militar Fundamental, el cual busca establecer si los objetivos estratégicos operacionales fueron correctamente seleccionados y alcanzados, si las fuerzas en conflicto partieron de posiciones relativamente favorables y si las maniobras operacionales que emplearon les permitieron alcanzarlas, si las fuerzas en conflicto distribuyeron adecuadamente su poder combativo y si pudieron sostener en el tiempo la maniobra estratégica y, finalmente, si los mandos militares tuvieron una adecuada libertad de acción.

Para analizar los objetivos estratégicos operacionales se sometieron a los principios de adaptabilidad, factibilidad y aceptabilidad, para determinar si fueron

IX adecuadamente seleccionados, si debieron variarse o no y si finalmente fueron alcanzados.

Si bien es cierto la literatura referida a la Guerra del Pacífico es abundante, sin embargo, son pocos los estudios relacionados específicamente al tema de la presente investigación. Entre los principales se puede mencionar a Mercado (2010), cuyo estudio se enfoca en la relación existente entre la política y la estrategia en la Guerra del Pacífico, demostrando cómo la falta de previsión política fue determinante en el resultado de la contienda, asimismo, resalta el error de los gobernantes de la época al inmiscuirse directamente en la conducción militar de la guerra usurpando la función de los profesionales militares. El autor analiza cada una de las campañas utilizando el enfoque que busca establecer la relación entre la política y la estrategia.

Otra fuente bibliográfica relacionada a la presente investigación es Dellepiane (2010), quien realiza un importante análisis estratégico militar desprovisto del carácter laudatorio de otras publicaciones, que constituyó un excelente referente para los propósitos de este trabajo. El autor de la obra efectúa el análisis de todas y cada una de las campañas que se libraron en la guerra.

Asimismo, otro autor principal que se tuvo en consideración para el presente trabajo fue Ortiz (2014), quien analiza la actuación de la Armada del Perú en la Guerra del Pacífico desde el punto de vista del planteamiento estratégico y la conducción operacional, empleando como método el mismo que se utilizó para la presente investigación: el Principio Militar Fundamental. El autor centra su análisis en la disputa del control del mar durante la guerra pero en adición aborda la labor efectuada por la Armada del Perú en la tarea de defensa de costa y en el esfuerzo logístico de la guerra.

Siendo el objetivo de la presente tesis efectuar el análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas, no podrían faltar autores de origen chileno como López, C. (1969) y Bulnes (1914), los cuales a pesar de conservar su nacionalismo en sus publicaciones, intentan presentar los hechos con objetividad, desde sus propias perspectivas, por lo cual sus obras fueron de utilidad para el desarrollo del presente trabajo de investigación.

X

La aproximación que se empleó para abordar el problema fue histórica, por cuanto el tema de estudio está referido a la Guerra del Pacífico (1879-1883).

En el capítulo I del presente trabajo de investigación, se trata el problema de investigación, que incluye el planteamiento del problema, la pregunta y objetivo general de investigación, la justificación y viabilidad, las limitaciones que se presentaron para llevarla a cabo, la definición inicial del ambiente o contexto y la hipótesis general de la tesis.

En el capítulo II se aborda el marco teórico, que incluye los antecedentes de la investigación, entre los cuales a nivel internacional se mencionan a López (2003), Sater (2007) y Bulnes (2014); a nivel nacional se presentan a Ortiz (2014), Mercado (2010) y Dellepiane (2010); a continuación se vio por conveniente incluir un recuento de los principales hechos de la guerra considerando los antecedentes y las principales acciones bélicas que se desarrollaron en cada una de las campañas. A continuación se menciona la revisión de literatura de apoyo y consulta, presentándose a Sun Tzu (2010), Sun Bin (2010) y Sohr (2010). El capítulo concluye con una definición de términos en general.

El capítulo III trata sobre el método empleado en la investigación, mencionándose en la trayectoria cualitativa el Principio Militar Fundamental que fue escogido para desarrollar la presente tesis. Asimismo, se incluye el enfoque seleccionado y los procesos para la recolección de datos que se emplearon.

En el capítulo IV se presenta el análisis efectuado y los resultados alcanzados, que empieza con la descripción narrativa en la cual, se aplica el Principio Militar Fundamental como método escogido para la presente investigación a cada una de las campañas que se libraron en la Guerra del Pacífico que incluyen la de Atacama, Naval, Tarapacá, , y de la Sierra. Cabe resaltar que se ha aplicado el método antes mencionado en cada campaña para determinar tanto el planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas chilenas como de las aliadas, presentándose conclusiones preliminares al finalizar la aplicación del método para cada fuerza. A continuación de la descripción narrativa, se presenta una matriz de soporte de categorías que incluye como temas cada una de las campañas que se libró en la guerra; como categorías tanto el planteamiento estratégico como la conducción operacional de las fuerzas chilenas como de las aliadas (bolivianas,

XI peruanas o peruano – bolivianas); como patrones se considera el objetivo estratégico operacional, las posiciones relativas favorables, la distribución del poder combativo y la libertad de acción y en la descripción se definen cada uno de estos patrones.

El capítulo V está dedicado a la discusión de los resultados alcanzados que empieza con una matriz de triangulación de datos específica por cada técnica, continúa con una matriz de triangulación de resultados integral y finalmente se aborda la discusión propiamente dicha que busca analizar la calidad de los resultados alcanzados.

Finalmente se presentan las conclusiones de la investigación y las recomendaciones que se estiman pertinentes.

XII

CAPÍTULO I

EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

1.1 Planteamiento del problema

Existen numerosos estudios acerca de la Guerra del Pacífico, que enfrentó a la alianza Peruano-Boliviana contra . La bibliografía acerca de la guerra es abundante, escritores de los tres países han abordado este importante suceso histórico desde diversas perspectivas, pero se aprecia que la mayor parte de lo escrito se centra en la descripción histórica de los hechos resaltando el heroísmo de los protagonistas.

De la revisión bibliográfica se observó que no se ha escrito mucho acerca del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en combate durante la guerra. En el lado peruano, Mercado (2010) aborda la relación entre la política y la estrategia militar en la Guerra de 1879; Dellepiane (2010) trata con bastante objetividad este aspecto al igual que otras guerras libradas por el Perú; asimismo, Ortiz (2014) aborda con bastante amplitud el planteamiento estratégico y la conducción operacional de las unidades de la Armada del Perú en la guerra, sin embargo, no se encontró un estudio que se enfoque en el análisis comparativo exhaustivo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto durante la guerra.

1.2 Preguntas de investigación

El problema en el que se centró la presente tesis exigió responder a la siguiente interrogante: ¿Cómo fue el planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico?

1 1.3 Objetivo

El objetivo general del presente trabajo de investigación fue: Efectuar un análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico.

1.4 Justificación y viabilidad

Fue conveniente realizar la presente investigación ya que permitió efectuar un análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto, lo cual resultó un tanto novedoso y puede servir como fuente de consulta posteriormente para los estudiosos de la Guerra del Pacífico, además, es importante considerar los siguientes factores:

1.4.1 Conveniencia

El presente trabajo de investigación es conveniente desde el punto de vista del estudio de la estrategia y del arte operacional, porque permite contar con un análisis objetivo de la guerra, desprovisto del carácter laudatorio que ha caracterizado la mayor parte de los estudios efectuados.

1.4.2 Relevancia

El presente trabajo es relevante, por cuanto puede servir de fuente de consulta en el estudio del planteamiento estratégico y el arte operacional empleado por las fuerzas en conflicto durante la Guerra del Pacífico, los resultados obtenidos permiten deducir lecciones aprendidas de la guerra, las que puedan ser empleadas en el futuro para evitar cometer los mismos errores.

1.4.3 Viabilidad

Fue viable realizar la presente investigación, por cuanto se contó con un método apropiado para realizarla y por la existencia de bibliografía histórica relacionada al tema de la misma.

2 1.5 Limitaciones de la investigación

La principal limitación a la presente investigación fue la escasa bibliografía acerca de la estrategia y el arte operacional empleado en la Guerra del Pacífico. Excepto Mercado (2010), Dellepiane (2010) y Ortiz (2014) por el lado peruano, no se encuentran otros estudios que aborden la estrategia y el arte operacional puestos en práctica en dicha contienda. Algunos escritores extranjeros como López (2003) y Sater (2007) también han escrito al respecto.

1.6 Definición inicial del ambiente o contexto

La presente investigación se enfocó en el planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto durante la Guerra del Pacífico que enfrentó a la alianza Peruano-Boliviana contra las fuerzas invasoras chilenas.

Por lo tanto, en el tiempo, la presente investigación abarca el período de tiempo de 1879 a 1883, años en los que se inició y terminó la guerra, respectivamente. En cuanto al espacio, abarca el teatro de guerra, compuesto por los territorios ocupados en ese entonces por , Chile y Perú; y por los teatros de operaciones donde se libraron las diferentes campañas (Atacama, Marítima, Tarapacá, Tacna, Lima y de la sierra).

Los datos necesarios para llevar a cabo el presente trabajo de investigación se recolectaron de fuentes bibliográficas diversas, especialmente impresas, relacionadas a los acontecimientos históricos; así como a la política, la estrategia y el arte operacional en la Guerra del Pacífico.

1.7 Hipótesis general del trabajo de investigación

La hipótesis general del presente trabajo de investigación fue la siguiente: El planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico, no fueron los más adecuados.

3

CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

2.1 Antecedentes de la investigación

Existen numerosos estudios acerca de la Guerra del Pacífico, escritos desde finales del siglo XIX hasta nuestros días.

La bibliografía se puede encontrar en libros que tratan sobre la historia de esta conflagración en forma descriptiva, otros tratan del heroísmo de los protagonistas, existen numerosos ensayos, trabajos de investigación, artículos periodísticos, incluso series televisivas y películas cinematográficas; sin embargo, muy pocos analizan el planteamiento estratégico y la conducción operacional, excepto Ortiz (2014), Mercado (2010) y Dellepiane (2010). Asimismo, no se ha encontrado un estudio comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto.

Los siguientes antecedentes están relacionados al presente trabajo de investigación:

2.1.1 Nivel internacional

2.1.1.1 La Guerra del Pacífico 1879-1884, (López, 2003)

Esta es una de las pocas publicaciones de autor de origen chileno que busca analizar la Guerra del Pacífico desde una perspectiva objetiva, que sirvió a los propósitos del presente trabajo de investigación, puesto que al efectuar un análisis comparativo del planteamiento estratégico y el arte operacional empleado por las fuerzas en conflicto, fue necesario conocer el punto de vista no solo de autores peruanos, sino también chilenos. Sobre esta obra, el capitán de navío Carlos Tromben Corbalán, profesor de la Academia Naval de la Armada de Chile y colaborador de la Revista de Marina de Chile, indica lo siguiente:

4 El distinguido historiador naval Carlos López nos entrega una vez más una de sus excelentes obras, esta vez ampliando su mirada hacia la historia militar desde una perspectiva equilibrada empleando fuentes de los tres países beligerantes de entonces. Estamos ante un libro objetivo, donde los participantes en el conflicto iniciado en 1879 reciben un trato justo e imparcial que describe sus luces y sombras. El tratamiento de los diversos temas es muy adecuado para quien desee tener una visión completa de este conflicto, sin entrar en detalles eruditos ni tratar de despejar aspectos controvertidos a través de citas a fuentes primarias o por otros medios. Al final del libro se insertan algunos documentos importantes como el Tratado secreto entre Bolivia y Perú que sirve para entender el desencadenamiento de esta guerra y el Tratado de Ancón mediante el cual se restablecieron las relaciones de paz y amistad entre Chile y Perú, poniendo fin al conflicto. Tal vez debió adjuntarse también el tratado que, con similar propósito, firmaron Chile y Bolivia de 1904 y que es frecuentemente citado en nuestros días. Como todos los libros de este autor, este es de fácil y agradable lectura y está ilustrado por numerosas fotografías, mapas y esquemas. Al final se agregan dibujos de armas y uniformes muy bien logrados. Algunos de estos elementos gráficos son inéditos o raramente publicados con anterioridad y traen un pie de ilustración que complementa muy bien las imágenes. También se entrega al final una síntesis de las características de las principales unidades navales y del armamento portátil, tema este último que no se había tratado en las numerosas obras de carácter general que existen sobre la época. Los capítulos están precedidos por citas textuales de algún protagonista, historiador o literato que, adecuada y pertinentemente, sintetizan muy bien lo que el lector encontrará más adelante. (Tromben, 2004)

2.1.1.2 Andean Tragedy: Fighting the War of the Pacific, 1879-1884, (Sater, 2007).

Esta obra intenta presentar los orígenes y desarrollo de la Guerra del Pacífico desde una perspectiva neutral. Lo novedoso del trabajo radica en que explica la conflagración en el contexto del escenario internacional de la época.

5 De esta forma, se puede considerar la Guerra del Pacífico, junto a la Guerra de Secesión de los Estados Unidos de América y la Guerra Franco Prusiana, como antecedentes de la Primera Guerra Mundial (1914- 1918), que no fueron adecuadamente analizados y no se extrajeron las lecciones aprendidas, puesto que los países europeos insistieron en emplear antiguas tácticas propias de inicios del siglo XIX, sin considerar los importantes avances tecnológicos de la época.

Para William F. Sater, autor de la obra, tanto las fuerzas peruanas y bolivianas, así como chilenas, no estuvieron adecuadamente entrenadas ni equipadas para la guerra, presentaban muchas limitaciones en adiestramiento, armamento, equipamiento y elementos de servicios de apoyo de combate, teniendo que luchar en territorios muy agrestes a grandes distancias de sus bases de origen.

Asimismo, esta obra presenta las causas de la guerra desde otra perspectiva, más neutral, no coincide con los argumentos nacionalistas de una y otra parte que abundan en otras fuentes, considera que los combatientes de las tres partes fueron arrastrados al conflicto por una serie de acontecimientos que obligaron a a no mantenerse neutral y a Aníbal Pinto a declarar la guerra al Perú, asimismo, atribuye a Hilarión Daza el rol de provocador de la contienda.

Igualmente, presenta las atrocidades que cometieron las tropas chilenas como violaciones, robos y asesinatos, aunque trata de encontrar una explicación en el hecho que los peruanos no se rendían a pesar de estar derrotados. Por otro lado, al referirse a las mutilaciones de los cuerpos de soldados chilenos cometidas por combatientes peruanos en la Campaña de la Breña, encuentra algún tipo de justificación precisamente en las atrocidades cometidas por las tropas chilenas.

Finalmente, esta obra relativamente reciente, fue importante para el presente trabajo de investigación, puesto que intenta ser objetiva y además constituye una fuente neutral, que enfoca la Guerra del Pacífico desde una perspectiva novedosa.

6 2.1.1.3 La Guerra del Pacífico (Bulnes, 1914)

Esta obra, escrita por el historiador chileno Gonzalo Bulnes Pinto (1851-1936), se caracteriza por presentar bastante documentación, así como un relato fluido para la época en que fue publicada. Se basa en material reunido previamente por el también renombrado escritor chileno Benjamín Vicuña Mackenna, para la recopilación de antecedentes, en sus historias de las campañas de Tarapacá, Tacna, y Lima; asimismo, en una extensa compilación de fuentes publicadas por Pascual Ahumada Moreno en 1898. (Biblioteca Nacional de Chile, 2017).

Esta obra es importante para el presente trabajo de investigación, puesto que a pesar de su considerable antigüedad, pretende presentar una visión desapasionada de los hechos e intenta establecer con certeza el papel de los protagonistas de la contienda.

La obra completa comprende más de 2000 páginas organizadas en tres tomos. El primer tomo trata de los orígenes de la guerra hasta la conquista de la provincia de Tarapacá, el segundo tomo comprende desde el desembarco en Ilo hasta la captura de Lima y el tercer y último tomo está dedicado a la ocupación chilena del Perú. (Biblioteca Nacional de Chile, 2017).

Esta importante obra de un reconocido escritor, permitió contar con una visión chilena que intenta ser objetiva, desprovista de apasionamiento y subjetividades, la cual constituye una útil herramienta para efectuar el análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico.

2.1.2 Nivel nacional

2.1.2.1 La Armada Peruana en la Guerra del Pacífico (Ortiz, 2014)

El autor de esta obra analiza la actuación de la Armada Peruana en la Guerra del Pacífico desde el punto de vista del planteamiento estratégico y la conducción operacional. Emplea como método el “Principio Militar Fundamental”, el cual busca determinar si los objetivos estratégicos

7 operacionales fueron adecuadamente seleccionados; si las fuerzas en conflicto partieron desde posiciones relativamente favorables y si las maniobras operacionales que emplearon les permitieron alcanzarlas; si las fuerzas en conflicto distribuyeron adecuadamente su poder combativo y si pudieron sostener con el tiempo la maniobra estratégica; y, finalmente, si las fuerzas en conflicto tuvieron una adecuada libertad de acción.

Adicionalmente al análisis efectuado, Ortiz (2014) no solamente se enfoca en la disputa del control del mar a través de la campaña marítima, también analiza la labor efectuada por la Armada Peruana en la tarea de defensa de costa, en el esfuerzo logístico de la guerra y en la actuación de la misma en tierra.

Esta obra, por la metodología que emplea, así como por el análisis del planteamiento estratégico y conducción operacional de las fuerzas navales, constituyó un excelente referente para el presente trabajo de investigación.

2.1.2.2 Política y estrategia en la guerra de 1879 (Mercado, 2010)

En esta importante obra, el general Edgardo Mercado Jarrín relaciona la política con la estrategia en la Guerra del Pacífico. Hace ver claramente como la falta de previsión política fue determinante en los resultados de esta conflagración.

El enfoque presentado por el autor analiza la Guerra del Pacífico, desde el punto de vista de la relación entre la política y la estrategia. Indica que los grandes errores que se cometieron son ejemplos aleccionadores para no volver a repetirlos, igualmente indica que estos errores son presentados en su obra de manera más nítida a través de la metodología de análisis empleada. Este trabajo inédito incluye al bando chileno y presenta una secuencia general: condiciones que crea la política y estrategia en la campaña marítima y las campañas de Tarapacá, Tacna, Lima y la resistencia en La Breña. (Mercado, 2010, p9).

Asimismo, resalta con nitidez el error de los gobernantes de turno al no limitar su actuación como líderes políticos e inmiscuirse directamente

8 en la conducción militar de la guerra, en lugar de dejarla en manos de los profesionales militares, lo cual ocasionó grandes errores que costaron muy caro.

La guerra es un instrumento de la política y su continuación; por lo tanto, ella es responsabilidad de aquel que conduce la política, del estadista y no del conductor militar. La participación de la política se expresa en la definición del objetivo estratégico general, que se denomina objetivo político o finalidad de la guerra, y en la elección de los métodos y formas de hacer la guerra. (Mercado, 2010, p.9)

El general Mercado señala que “el objetivo político condiciona la estrategia militar. Los métodos y formas de hacer la guerra corresponden a las posibilidades económicas y militares del país, determinadas por el nivel de desarrollo, la calidad del armamento, la coherencia y la unidad de la población y la composición y estructura de las fuerzas armadas”. (Mercado, 2010, p.10)

Asimismo, indica que “dirigir y conducir la guerra es responsabilidad de la política; son atributos del estadista, a quien incumbe preverla, definir su finalidad, guiarla y pactar los tratos de paz de acuerdo con los requerimientos del objetivo político, cuya determinación y actualización también es su responsabilidad. Al director de la guerra, el presidente de la República, le corresponde, antes, durante y después del conflicto, prever, preparar, coordinar, impulsar y poner en ejecución las acciones necesarias para alcanzar el objetivo político establecido”. (Mercado, 2010, p.10).

El general Mercado afirma en su obra que “la política exige el momento más propicio para iniciar una guerra. Cuando se elige oportunamente, como lo hizo Chile en 1879, la estrategia obtendrá los mejores resultados. La política no se limita al planteamiento de tareas o a la estrategia militar, sino que crea las condiciones favorables para el cumplimiento de sus fines, en el orden político, moral, económico y diplomático; o, por el contrario, resultan adversas como para el Perú antes de 1879”. (Mercado, 2010, p.10).

9 En cuanto a la estrategia militar, indica que esta plantea el empleo de las Fuerzas Armadas, la conducción de las operaciones, atributo del comandante en jefe, para alcanzar el objetivo político, los fines de la guerra señalados por la dirección de ella. A este le corresponde seleccionar, entre los medios disponibles, los más eficaces y pertinentes para combinarlos de manera que concurran a un mismo resultado: imponer la voluntad al adversario. Analiza las condiciones y el carácter de la futura guerra probable, los procedimientos para afrontarla, los principios de su utilización estratégica y los fundamentos de su apoyo logístico. (Mercado, 2010, p.11).

Finalmente, el autor de esta obra señala que “la estrategia militar está estrechamente condicionada por la política. La política decide y la estrategia militar obedece. La primera traza la orientación y designa los fines que deben alcanzarse; la segunda emplea la fuerza de acuerdo a la orientación impartida, para alcanzar el objetivo señalado. (Mercado, 2010, p.11).

El general Mercado analiza cada una de las campañas libradas, utilizando el enfoque que busca establecer la relación entre la política y estrategia, el cual fue de bastante utilidad y es una de las principales referencias en el presente trabajo de investigación.

2.1.2.3 Historia militar del Perú (Dellepiane, 2010)

Esta obra, compuesta por tres libros, comprende las principales guerras que le tocó librar al Perú desde la independencia hasta la del Pacífico. El autor realiza un importante análisis estratégico militar que permite contar con otra publicación desprovista del carácter principalmente laudatorio de otras.

En la tercera parte de su obra, Dellepiane explica cada campaña que tocó librar en la Guerra del Pacífico de 1879 sumando a los hechos el análisis estratégico que fue de mucha utilidad tener en consideración para la presente investigación.

El autor sostiene que su trabajo es “una obra de teoría pura, de investigación filosófica sobre la guerra en general, como proemio de este

10 libro tercero, de la Guerra del Pacífico, y con el fin de señalar desde el comienzo las causas determinantes de los sucesos y del resultado final de este conflicto bélico, se debería hacer un análisis y estudio muy extensos sobre la miopía de los dirigentes y colaboradores militares, quienes, en el lado de los aliados, no llegaron a entenderse para acordar a ciencia cierta, y sobre seguro, las medidas necesarias e impostergables que exigía en ese entonces la defensa nacional”. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.15-16).

Asimismo, indica que “la Guerra del Pacífico es un caso ejemplar, digno de estudio por muchos conceptos, de ese endémico mal de imprevisión que aflige a algunos pueblos, basculantes entre la menguada y subterránea influencia derrotista o pacifista y la mal llamada tendencia militarista, que es la que debía ser oída presentemente, si, como creen los soldados, es el patriotismo el que debe primar sobre todas las demás consideraciones de una organización estadual”. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.16).

El general Dellepiane presenta también una actitud bastante crítica a los dirigentes políticos de la guerra: “¿Los organismos directores del Estado y sus principales dirigentes políticos, tuvieron o no conciencia, íntima y sincera, de que su primer deber era velar y celar por la defensa nacional? ¿Comprendieron o no que, sin este núcleo central de la nacionalidad, que es el instituto armado, todo lo demás no valdría nada y se podría disgregar por falta de elementos de cohesión? (Dellepiane, 2010, Parte I, p.17).

Asimismo, el autor es crítico hacia la dirigencia militar: “¿La escala militar no tuvo jerarcas con voz suficientemente sonora como para ser oída? ¿Careció de personería para exponer la verdad, ya que sabemos que no desconoce las necesidades? ¿La subordinación y respeto a los poderes públicos es tan exigente que puede conducir hasta la traición…, que tal representa dejar inerme a la patria frente al enemigo? (Dellepiane, 2010, Parte I, p.17).

11 El autor describe de forma general la situación al inicio de la guerra: “Tal era la situación de desarme total y absoluto descuido en que encontraron al país el general Mariano Ignacio Prado, presidente de la República y jefe supremo del Ejército, y los generales a quienes tocó en suerte organizar y conducir, simultánea o sucesivamente, a las Fuerzas Armadas del Perú”. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.18).

Considerando esta dramática situación al inicio de la guerra, el autor sostiene que eran muy predecibles los resultados de la contienda: “Y, como un eficiente sistema de defensa nacional, que es fruto de muchos años de labor espiritual y material, no se puede organizar en corto tiempo, ni mucho menos improvisar, los resultados finales de la guerra, que estaban descontados desde los primeros pasos que se dieron hacia el escenario de la cruenta prueba, hacia los campos de batalla,… (Dellepiane, 2010, Parte I, p.18).

Es importante destacar que el autor efectúa el análisis de todas y cada una de las campañas que se libraron en la guerra, las cuales presenta en la siguiente sinopsis cronológica, que fue sumamente valiosa para el presente trabajo de investigación:

1879: Campaña de Atacama, Marítima y de Tarapacá.

1880: Campaña de Tacna.

1881: Campaña de Lima.

1882: Campaña de La Breña

1883: Campaña del Norte.

2.1.3 Recuento de los principales hechos tratados en los antecedentes de la investigación

2.1.3.1 Antecedentes geográficos

El Teatro de Operaciones

La Guerra del Pacífico enfrentó a la alianza Peruano-Boliviana contra las fuerzas invasoras chilenas. El Teatro de Operaciones se puede

12 dividir en un Teatro de Operaciones Marítimo, en el cual se llevó a cabo la Campaña Naval, con la que se dio inicio a la conflagración, y el Teatro de Operaciones Terrestre, donde se llevó a cabo las operaciones en tierra que incluyeron la Campaña de Atacama, Tarapacá, Tacna, Lima y de la sierra.

El Teatro de Operaciones Marítimo estuvo constituido por el espacio marítimo comprendido desde la línea de costa hasta las 200 millas desde el hasta Valparaíso, el cual abarcó aproximadamente 83,000 millas cuadradas.

El Teatro de Operaciones Terrestre abarcó el norte de Chile (Atacama), desde Valparaíso hasta Chamoral, el litoral boliviano () desde Taltal hasta , el extremo sur del Perú (Tarapacá), desde Chipana hasta Arica; y en adición las provincias peruanas de Tacna, Moquegua, , Ica, Lima y la costa norte, sierra central y sierra norte del Perú.

El Teatro de Guerra

El Teatro de Guerra se puede definir como el espacio marítimo comprendido desde la línea de costa hasta las 200 millas marinas entre Punta Arenas (Chile) y el puerto de Balboa (Panamá), el cual abarca 328,000 millas cuadradas aproximadamente y el espacio terrestre que abarcó la totalidad de los territorios que ocupaban en ese entonces Bolivia, Chile y Perú.

2.1.3.2 Antecedentes históricos

Antecedentes de la guerra Luego de la conquista del Perú, se estableció el principal virreinato de España en Sudamérica que indudablemente fue el del Perú, que abarcó el periodo de tiempo comprendido entre los albores de la conquista (1533), desde la designación de Francisco Pizarro como primer virrey del Perú, hasta la capitulación de Ayacucho (1824) por parte del último virrey, José de La Serna.

13 Durante todo este lapso de tiempo, el Perú fue el centro del poder político, económico y militar de España en Sudamérica; cabe resaltar que Bolivia no existía ni siquiera como una Capitanía General, sino era parte del territorio del Virreinato del Perú. Asimismo, del Perú partió la expedición de Diego de Almagro en 1536, que trajo como consecuencia la posterior conquista de Chile.

Producida la independencia de Chile y luego la del Perú, que fue proclamada en 1821 y consolidada en 1824, se creó el estado de Bolivia, lo cual constituyó un desmembramiento del territorio peruano de ese entonces y hasta la actualidad una interrupción de la extensión natural del territorio peruano, materializado por la cordillera de los , evidenciándose que no existe una frontera natural entre ambos países.

Asimismo, el estado sureño de Chile se originó luego de la independización de lo que fue la Capitanía General de Chile, que dependía política, militar y económicamente del Virreinato del Perú. En el caso de este país, se puede apreciar que abarcaba desde Punta Arenas en el extremo sur, hasta la altura de Chamoral, ubicada al sur del territorio boliviano de Antofagasta, resaltando el hecho que entre Perú y Chile no había fronteras, puesto que se interponía el territorio boliviano.

Durante la vida independiente de los países antes mencionados, el Mariscal Santa Cruz impulsó la creación de la Confederación Perú Boliviana, la cual fue vista con recelo por parte de Chile y contra la cual este país emprendió dos guerras, llegando a retirarse después de la primera guerra y logrando triunfar en la segunda, luego de la batalla de Yungay, lo cual trajo como consecuencia la disolución de la Confederación.

Transcurridos los años, Perú y Bolivia firmaron un acuerdo defensivo, en caso que un país pretenda agredir a cualquiera de estos, en vista de los intereses suscitados entre estos tres países por la presencia de dos importantes recursos de la época que se encontraban presentes en la

14 zona de la frontera tripartita, especialmente en Atacama y Tarapacá: el y el salitre.

Antes de producirse la guerra, Chile ya había ocupado la región boliviana de Antofagasta por medio de compañías particulares que se dedicaban a la explotación del salitre. Cuando el gobierno boliviano decidió aplicar un impuesto de 10 centavos por cada quintal de salitre, el gobierno chileno decidió ocupar militarmente la región de Antofagasta y declaró la guerra al Perú el 5 de abril de 1879, utilizando como argumento el acuerdo defensivo “secreto” peruano-boliviano suscrito en 1873.

La guerra

Campaña de Atacama El 14 de febrero de 1879, se hicieron presente en Antofagasta, los blindados chilenos Blanco Encalada y Cochrane, así como la corbeta O’Higgins. Transportaban a quinientos soldados al mando del coronel Sotomayor, quien tenía la misión de tomar el puerto y subrogar a las autoridades bolivianas. El prefecto Zapata entregó la localidad al comandante de las fuerzas invasoras. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.56-57).

El coronel Sotomayor, ni bien desembarcó, hizo alcanzar parte de su tropa a la quebrada de Caracoles, y al solar del Carmen, para extender hacia el interior la ocupación y cubrir Antofagasta. El 15 de febrero, el Blanco Encalada se trasladó frente a Cobija para vigilar este puerto y Tocopilla y la O’Higgins ancló frente a con el mismo fin. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.57).

El 19 de febrero se embarcó en Caldera el segundo batallón de línea chileno y el 23 de febrero el tercero de línea. Ambos se desplazaron a Antofagasta, para extender la ocupación y tomar posesión del territorio invadido. Poco después, partió el cuarto de línea, el batallón Artillería de Marina y otros cuerpos. De este modo, la invasión quedaba consumada. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.57-58).

15 El ministro de Guerra de Chile, coronel Saavedra, se embarcó el 7 de marzo en Valparaíso, se trasladó a Atacama y desembarcó en el puerto de Antofagasta el 11. El 16 del mismo mes dispuso que los buques envíen marinería a tierra para apoderarse de Tocopilla y de Cobija, lo que se realizó el 20 de marzo. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.58).

Ocupación de Calama

El ministro de Guerra chileno en campaña ordenó que fuera ocupada Calama, población principal situada en la margen norte del río Loa, en territorio boliviano, donde había un escaso centenar de milicianos que decidieron defender su patria. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.59).

El destacamento de Sotomayor, que contaba con un efectivo de seiscientos soldados, partió de Caracoles el 21 de marzo y el día 23 llegó frente a Calama. El mismo día emprendió el ataque contra los defensores de la población.

Las fuerzas chilenas entraron en combate contra la resistencia boliviana, logrando imponerse finalmente.

Mientras Sotomayor se disponía a alcanzar Calama, el doctor Cabrera había establecido sus soldados sobre los lados del Loa, después de haber destruido los puentes. Llegados al contacto, ambos adversarios iniciaron desproporcionada lucha, en la que, a pesar de la tenacidad de los defensores, la abrumadora fuerza numérica y la superioridad técnica de que disponían los chilenos los hizo pronto dueños de la situación, logrando ocupar el poblado, los bolivianos se retiraron en dirección de Potosí. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.60).

Ocupación de la provincia de Atacama

Una vez que se realizaron las operaciones antes indicadas, la provincia de Atacama quedó en poder de Chile, que trasladó a ella tropas destinadas a invadir el departamento peruano de Tarapacá.

16 Chile llegó a concentrar en Atacama importantes fuerzas, que no guardaban proporción con la defensa que hubiera podido oponer Bolivia, y que en realidad estaban dedicadas a la invasión de Tarapacá, utilizando la provincia boliviana ocupada de Atacama, como zona de reunión del Ejército de Chile.

Los chilenos concentraron en la provincia ocupada de Atacama, cerca de diez mil soldados, que se ejercitaban en el desierto para pasar enseguida al Perú.

Los barcos de guerra chilenos se hallaban frente a los puertos bolivianos, mientras los transportes seguían trayendo de Chile batallones, fusiles, cañones y hasta víveres.

La escuadra estaba lista para ir más al norte, tan pronto como dejó en tierra los elementos de invasión, favoreciendo la concentración total de las fuerzas.

Campaña naval

Una vez que Chile declaró la guerra al Perú el 5 de abril de 1879, el presidente Mariano Ignacio Prado, quien a su vez se desempeñó como Supremo Director de la Guerra, dispuso la movilización de las fuerzas terrestres hacia el sur, con la finalidad de defender la provincia de Tarapacá, buscando una acción decisiva junto a las fuerzas bolivianas. Bajo esta concepción, la Armada Peruana contribuyó desde un principio al esfuerzo de la guerra buscando el control del mar, manteniendo las líneas de comunicaciones peruanas e interdiciendo las del enemigo.

Son muchas las fuentes donde se detallan la totalidad de las acciones desarrolladas durante la campaña naval, sin embargo se mencionan a continuación las principales operaciones que sirvieron para el posterior análisis, en las cuales participaron las unidades navales tanto peruanas como chilenas que se especifican por Anexo (1).

17 Combate de Chipana

Una vez declarada la guerra, se dispuso la salida de una división naval conformada por las unidades que en ese momento se encontraban listas: la corbeta Unión y la cañonera Pilcomayo, con la finalidad de interdecir las líneas de comunicaciones enemigas. “Se creyó oportuno que fuera a cruzar la línea enemiga de comunicación una división naval, volante, compuesta de la corbeta Unión y la cañonera Pilcomayo, la que se puso a órdenes del capitán de navío Aurelio García y García. Acordado el viaje dos días después de la declaratoria de guerra o sea el 6 de abril, salía la división para el sur el 7. Precisaba creer que algo se había previsto”. (Melo, 1980, pp. 321,322).

El comandante de la Unión era el capitán de navío Portal y en esta nave enarboló su insignia el capitán de navío García y García, este buque no podía resistir más de 15 libras de presión de vapor, cuando antes había resistido hasta 25. Había suprimido sus cañones cazadores y para hacer fuego necesitaba presentar el costado. El comandante de la Pilcomayo era el capitán de fragata Antonio C. de la Guerra, esta nave tenía un andar de 9 millas y alcanzaba a 10 con mucho esfuerzo, contaba con 4 piezas más modernas que las de la Unión.

El 12 de mayo, a las 0900 horas, delante de la quebrada Loa, las naves peruanas divisaron a la corbeta Magallanes, con la cual se intercambiaron fuegos: “Al realizarse el cambio de balas se encontraban las naves al frente de la caleta Chipana de la cual tomó el nombre este breve combate, cuyos respectivos partes rivalizan en sobriedad” (Melo, 1980, p. 324). Esta fue la primera acción de armas entre las fuerzas peruanas y chilenas, no se produjeron mayores daños en las naves de ambos bandos.

18 Acciones posteriores

Luego de producido el combate de Chipana, la Escuadra de Chile emprendió, entre otras acciones, actos de sabotaje mediante el bombardeo contra los puertos y otras instalaciones de la provincia de Tarapacá: “Como consecuencia directa de este cambio de balas, el comodoro Rebolledo, con el grueso de su escuadra, la emprendió contra los puertos del litoral tarapaqueño y las instalaciones de embarque de guano establecidas en ellos y destacó sobre , a órdenes del comodoro Simpson, del Cochrane, a este blindado y a la rápida Magallanes, con órdenes de exterminio”. (Melo, 1980, p.326).

Cabe resaltar que la Armada de Chile buscó la destrucción de nuestras fuerzas navales, para lo cual procedió al bloqueo del puerto de , esperando que nuestras unidades salgan a enfrentarlas, mientras tanto nuestra Armada contribuía al esfuerzo de la guerra transportando personal, armas, municiones y demás pertrechos logísticos hacia el sur, donde se había decidido concentrar los esfuerzos para defender la provincia de Tarapacá.

Poco podía satisfacer en Chile mismo esta actividad estéril de los barcos chilenos, que no estorbaban operaciones de los nuestros, pudiendo hacerlo. Después de declarada la guerra, el 12 de abril todavía salía del Callao para Arica el contralmirante Montero, en el vaporcito Talismán, llevando los primeros cañones Voruz para artillar el morro y 410 bultos municiones y esa cáscara de nuez llenó su cometido, sin obstáculo en el viaje de ida ni en el de vuelta, para seguir luego hasta Panamá a recoger armas de Bolivia, que también llevó sin inconveniente a Arica. El Chalaco trasladó las pocas y mal armadas tropas que existían de uno a otro puerto, aun dentro de la zona que ocupaban los buques enemigos, el Limeña llevó a esos mismos puertos soldados y artículos de guerra y todos iban y venían sin saber el color de que los barcos chilenos estaban pintados. (Melo, 1980, p327-328).

19 Empecinada en entablar batalla con nuestras naves, la Armada de Chile se dirigió al Callao en su búsqueda, dándose con la sorpresa que habían zarpado hacia el sur llegando a cruzarse ambas escuadras durante la travesía.

El comodoro Rebolledo, mientras tanto, perdía el tiempo en asedios estériles y antipáticos, como todo alarde de rigor para el que se cuenta de antemano con la impunidad. Al cabo se le ocurrió o se lo indicaron sus superiores, la conveniencia de embotellar las naves peruanas en el Callao, y dejando encargado el bloqueo del puerto de Iquique a la corbeta Esmeralda y goleta Covadonga, se dirigió al Callao el 15 de mayo, pasando abierto de la costa por Pisagua, puerto en el cual desembarcaba ese mismo día el Chalaco una división embarcada en el Callao”. (Melo, 1980, p. 328).

Combate de Iquique

El Supremo Director de la Guerra decidió organizar la Armada en tres divisiones, cada cual con su respectivo jefe, los cuales no estaban subordinados a un único mando naval, sino más bien al mismo presidente Prado, para lo cual se establecieron las divisiones considerando las características que tenían las naves de combate, dos de estas más un transporte por cada división.

Aparte de algunas en Palacio, el 12 de mayo se celebró a bordo de la Unión, con asistencia del Jefe de Estado, una sesión de técnicos de Marina, en la que se acordó organizar las pocas naves armadas del Perú en tres divisiones: la primera, al mando del comandante Grau; la segunda, al mando del comandante García y García; la tercera, al mando del comandante Carrillo. En esa multiplicidad de mandos, saltaba a primera vista la dificultad de hermanar las simpatías o mejores influjos con las conveniencias del buen servicio. (Melo, 1980, p.328).

Con la finalidad de romper el bloqueo de Iquique impuesto por la Armada de Chile, se ordenó el zarpe de la primera división naval compuesta

20 por la fragata Independencia y el Huáscar, quienes previamente se habían trasladado a Arica convoyando al Oroya, Chalaco y Limeña. Nuestros blindados se enfrentaron en Iquique con las naves chilenas que estaban a cargo del bloqueo, la corbeta Esmeralda y la cañonera Covadonga.

Es bastante conocido el hundimiento de la Esmeralda por parte del Huáscar y el naufragio de la Independencia en Punta Gruesa tras perseguir a la Covadonga, lo importante de esta acción es que significó para el Perú la pérdida de su poder naval, ya que luego del encallamiento de la Independencia, la Armada del Perú se quedó sin la nave blindada más poderosa con la que tenía mayores posibilidades de enfrentar a la escuadra chilena. “La pérdida de este buque desvanecía toda esperanza racional de equilibrar la ventaja de material de que incuestionablemente gozaba el enemigo”. (Melo, 1980, p.337).

Cabe resaltar que este buque contaba con una remozada planta de propulsión y con gran poder de fuego, por lo cual la historiografía peruana coincide en lamentar la pérdida de esta nave, así como lo que significó para el desarrollo del resto de la campaña naval:

La Independencia con las quince millas de andar que daban sus nuevas calderas y tubos, con su cazador Vavasseur de ciento cincuenta libras y siete cañones en cada banda de la batería; debía aplazar por mucho tiempo la movilización de fuerzas enemigas por mar, y a desarrollarse en forma más regular las operaciones del desgraciado 21 de mayo, nuestra primera división naval hubiera llegado oportunamente a Antofagasta, causando al enemigo daño tan grave que se hubiera hecho camino, acaso más facilitada en Chile, en donde había mayor número de personas al corriente de la realidad de las cosas que en el Perú, en donde dominaba criterio menos informado”. (Melo, 1980, p.3347).

Se resalta, asimismo, cuánto hubiese significado contar con dicho buque a fin de obtener el control del mar para contribuir al esfuerzo de la

21 guerra: “… la pérdida de la Independencia había destruido en el concepto de las personas bien informadas, las pocas esperanzas que se fincaban en las operaciones marítimas, sin las cuales las de tierra eran necesariamente desventajosas”. (Melo, 1980, p.341).

Captura del transporte Rímac

La Armada del Perú continuó con la tarea de disputar el control del mar, para lo cual estableció una base avanzada en Arica, llegando a transportar a este puerto personal, armas, municiones y demás pertrechos logísticos que se requerían para la futura campaña terrestre, asimismo, se continuó con la interdicción de las líneas de comunicaciones enemigas distrayendo a las unidades chilenas, bombardeando instalaciones, cortando el cable telegráfico y capturando buques, entre los que destaca la captura del transporte Rímac a bordo del cual se encontraba el Escuadrón de Caballería Carabineros de Yungay con 245 soldados, 260 caballos, forraje, fornituras, armas, municiones, víveres y más de mil toneladas de carbón de piedra.

Esta acción por parte del contralmirante Grau, ocasionó una seria crisis política en Chile que desencadenó la caída del gabinete y el cambio del Comandante de su Escuadra: “Las manifestaciones de alarma y de descontento alcanzaron tan abrumadora magnitud, que para colmarla, el presidente Pinto hubo de aceptar la dimisión del ministerio y reemplazar al vencedor de Papudo con el capitán de navío Galvarino Riveros”. (Melo, 1980, p.349).

Sin embargo, con el cambio de comando de la Armada de Chile, también varió la forma de combatir a las fuerzas peruanas:

Esta determinación radical fue para el Perú tan funesta, como la nunca bastante llorada pérdida de la Independencia. Solo la oclusión o congestión cerebral constante, de que se decía víctima a Rebolledo, pudo prolongar la fácil movilidad de las naves peruanas, descartando la incontestable

22 superioridad naval de Chile, que apenas los niños o los muy ignorantes en asuntos de mar, podían desconocer. (Melo, 1980, p.349).

La captura de esta unidad chilena marcó un punto de quiebre en la campaña naval: “La captura del Rímac, la destrucción de lanchas, las incursiones en el litoral enemigo, fueron destellos de luz, a los que debían seguir tinieblas prolongadas”. (Melo, 1980, p.349).

Combate de Antofagasta

Como parte de la concepción operacional de la Armada del Perú, se buscó continuar con la hostilización a las líneas de comunicaciones enemigas por medio de una primera incursión en Antofagasta, que consistió en un ataque con torpedos al Blanco Encalada, el cual no tuvo éxito, y una segunda incursión a este puerto producida el 28 de agosto de 1879, que desencadenó el combate entre el monitor Huáscar con la corbeta Abtao y la cañonera Magallanes.

Estas acciones estuvieron enmarcadas dentro del intento de destrucción del blindado enemigo y la guerra de corso, si bien no se obtuvieron resultados significativos, contribuyeron al esfuerzo de la guerra y los fines que perseguía la escuadra peruana en campaña.

Esta expedición del monitor, aparte de la saludable influencia que todas ellas causaban en la indecisa lealtad del presidente de nuestra aliada, Daza, producía el efecto de echar más al sur el efectivo naval de Chile; permitiendo la acumulación en Arica y Tarapacá de tropas y material, que nuestros transportes porteaban con pericia tan compleja y tranquila, que llevaba al delirio el furor del enemigo. Las naves peruanas iban y venían en sus comisiones no siempre necesarias, como si nada hubiera que temer el estado de guerra; deslizándose entre las de Chile como si no existieran. (Melo, 1980, p.357).

23 Combate de Angamos

Desde que se inició la guerra, el Huáscar había jugado un papel decisivo en la consecución de los objetivos planteados durante la campaña naval, que estaban relacionados a la disputa del control del mar por medio del mantenimiento de las líneas de comunicaciones propias y la interdicción de las del enemigo. Sin embargo, la caída de esta nave era solo cuestión de tiempo. Con el cambio del mando de la escuadra chilena, a cargo del capitán de navío Galvarino Riveros, se identificó rápidamente el modus operandi de nuestras naves que se había vuelto predecible y que estaba limitado por el teatro de operaciones.

Es así que se organizaron dos divisiones chilenas, la primera compuesta por el blindado Blanco Encalada, la cañonera Covadonga y el Matías Cousiño y una segunda división compuesta por el blindado Cochrane, la corbeta O’Higgins, y el Loa, las que tenían como objetivo la captura del monitor Huáscar.

El Huáscar y la Unión se encontraban realizando las tareas asignadas de hostilización de la escuadra enemiga y guerra de corso, cuando fueron cercadas a la altura de Punta Angamos el 08 de octubre de 1879, con los resultados bastante conocidos que terminaron con el escape de la Unión y la captura del emblemático monitor Huáscar.

Muchísimo se ha escrito al respecto, sin embargo, resalta la resistencia de la nave peruana a pesar de la inmensa superioridad enemiga.

Cuando se ve que el Huáscar con su parcial y delgado blindaje pudo mantener una batalla de hora y media contra cañones Armstrong de 300 libras capaces de perforar blindajes de más de dos veces el del Huáscar, sin echarlo a pique, está claro que si hubiera sido más veloz y más movible que sus adversarios y manejado por artilleros de sangre fría y aptos,

24 pudieran haber hecho gran daño a sus enemigos y probablemente usar su espolón con éxito”. (Melo, 1980, p.375).

Con la pérdida de la única nave blindada que le quedaba a la Armada del Perú, cambió nuevamente el curso de la campaña en su contra, al quedarse solamente con la corbeta Unión y la cañonera Pilcomayo que fue capturada días después por la escuadra chilena.

Bloqueo de Arica

El bloqueo de Arica por la escuadra chilena se inició el 28 de noviembre de 1879, con una división compuesta por el Chacabuco, además de la Covadonga y la Magallanes. La O'Higgins cruzaba entre Ilo y Arica. A principios de diciembre, se unió al bloqueo el Cochrane y su comandante, el capitán de navío Latorre, se convirtió en jefe del bloqueo, relevando a la Chacabuco, que se fue a Ilo, mientras la O'Higgins procedió a bloquear Mollendo.

El 25 de febrero de 1880 se presentó en Arica el blindado Huáscar, ahora con bandera chilena y al mando del capitán de fragata Manuel Thomson, a relevar al Cochrane en el bloqueo y mantenerlo junto con la Magallanes. El 27 del mismo mes se dio el Combate Naval de Arica que terminó con la muerte de su comandante, debido a un disparo efectuado por el monitor Manco Cápac.

El 17 de marzo, la corbeta Unión realizó la doble ruptura del bloqueo de Arica, enmarcado en el esfuerzo de transportar material militar y perturbar el esfuerzo estratégico enemigo. Se logró transportar la lancha Alianza y efectuar guerra de corso al sur de Arica, sin embargo, debió retornar al Callao.

Las averías indicadas impidieron a la Unión seguir al sur a hostilizar la línea de comunicación del enemigo, mediante los asedios de corso a que respondía su construcción y que con buena artillería la hubieran hecho formidable. Hubo de volver al Callao. (Melo, 1980, p.393).

25 El día 6 de junio se llevó a cabo el combate entre la escuadra enemiga y los fuertes del puerto. Al día siguiente, se produjo el asalto y toma de Arica, el monitor Manco Cápac fue hundido por su propia tripulación mientras la lancha torpedera Alianza escapó hacia el norte y fue volada por un aplicado por su propia tripulación.

La Escuadra chilena en el Callao

Luego de la doble ruptura del bloqueo de Arica por parte de la Unión y del transporte de material militar y perturbación del esfuerzo militar del enemigo por parte del transporte Oroya, culminaron las acciones a cargo de las naves de guerra peruanas, pasando a una fase de continuación de la defensa de costa y el empleo de las llamadas fuerzas sutiles.

Aquí pudiera darse por concluida la acción de nuestra marina, y como corolario su historia de esa época, puesto que a partir del establecimiento del bloqueo del Callao en 1880, solo un conato de acción se refiere a nuestros buques armados: el de lanzar a la Unión a las operaciones de corso, entorpecidas por las averías que sufrió el 17 de marzo en Arica, que se habían reparado muy de prisa. (Melo, 1980, p.397).

El bloqueo del Callao se inició el 10 de abril de 1880 y duró hasta la ocupación de Lima producida el 17 de enero de 1881, fueron muchas las acciones que se realizaron en este periodo de tiempo, entre las que se pueden mencionar las siguientes: 24 de mayo 1980: Acción de la lancha Independencia. 03 de julio 1980: Hundimiento del vapor Loa. 13 de septiembre 1980: Hundimiento de la goleta Covadonga. 11 de diciembre 1980: Combate del Callao 16 de enero de 1981: Orden del secretario de Marina, comandante Villar, de inutilizar los buques.

Campaña de Tarapacá

Luego del combate naval de Angamos, la escuadra chilena controlaba las líneas de comunicaciones marítimas y estaba en condiciones

26 de desembarcar en cualquier punto del litoral peruano, en busca de una batalla decisiva. Mientras tanto, las fuerzas aliadas ocupaban Iquique, Arica y Pozo Almonte, esperando también librar una batalla decisiva.

En cuanto a la concepción estratégica chilena (Mercado, 2010, p.37), indica lo siguiente: “Según las instrucciones recibidas por Sotomayor, el Ejército chileno debía desembarcar en un puerto del territorio, apoderarse de uno de los pozos de agua, fortificarlo y esperar ahí el ataque enemigo, no yendo a buscarlo, por no estar suficientemente entrenado para tomar la ofensiva”.

Poco después de la toma de Pisagua en respuesta a los partes de Sotomayor, Escala recibió la orden que a continuación se indica:

Avanzar a Pozo Almonte, donde debía establecer un campamento fortificado alrededor de la aguada; estrechando a Iquique con una división; la caballería del ejército debía obrar en conexión con la caballería que estaba en Antofagasta. La escuadra chilena debía bloquear Iquique”. (Mercado, 2010, p. 37).

La superioridad naval de que disponía Chile le había proporcionado la más completa iniciativa de las operaciones. Su ofensiva general podría ser conducida con toda facilidad sobre los agrupamientos de fuerzas aliadas del departamento de Tarapacá, sobre Tacna – Arica o sobre Lima y el Callao. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.67).

La ofensiva sobre Tarapacá, tal como efectivamente se realizó, permitía a los chilenos apoderarse de ese territorio y destruir al mismo tiempo al núcleo más importante de las tropas aliadas. Sin embargo, sus resultados no eran decisivos, porque la apropiación del departamento no sería definitiva hasta que no estuvieran totalmente destruidas las fuerzas aliadas; además, en esta campaña Bolivia no sufriría el desastre sino de rechazo (Dellepiane, 2010, Parte II, p. 67).

En cuanto a la concepción estratégica aliada para esta campaña Mercado (2010), señala:

27 El director de la guerra y conductor de las operaciones, el presidente Prado, formuló una concepción estratégica ofensiva que contemplaba la reunión de los dos núcleos de fuerzas aliadas en el teatro de operaciones y, eventualmente, un tercero de Bolivia (Campero). Se iniciaría así una contraofensiva concurrente con Buendía desde Pozo Almonte (al sur), terminal de la línea férrea de Iquique al interior, y con Daza desde Quebrada Camiña (al norte), para converger sobre Pisagua Hospicio - Jaspampa, cortando la línea de retirada del Ejército chileno al mar. (p.40)

Para mantenerse en el territorio, cuya custodia le estaba confiada, el general Buendía había formado con sus tropas varios destacamentos a fin de guardar las diferentes caletas en que podía producirse un desembarco y, además, había apostado una parte de la División Exploradora en los pasos del Monte Soledad, al sur del departamento, para tener noticia oportuna de la presencia del enemigo si este se animaba a avanzar por tierra, a lo largo de la costa. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.75).

En cuanto a la conducción estratégica peruana, se debe tener en consideración la importancia que presentaba contar con una fuerza reunida. En la situación que se vivía al inicio de la campaña de Tarapacá, era indispensable reunir fuerzas lo suficientemente fuertes para hacer frente a las fuerzas invasoras y derrotarlas en una batalla decisiva.

El plan establecido por Prado era el más adecuado de acuerdo con la situación imperante, pues se requería agrupar de antemano a las fuerzas dispersas del teatro de operaciones y, mediante la convergencia de los esfuerzos, obtener la superioridad sobre el invasor para arrojarlo al mar. (Mercado, 2010, p.45, 46).

Sin embargo, esta acción estratégica de líneas exteriores, requería en su ejecución un estrecho enlace entre las fuerzas bolivianas a órdenes del general Hilarión Daza y las peruanas al mando del general Buendía, así como la información precisa de inteligencia de combate sobre el enemigo, buscando y manteniendo el contacto permanente y ejecutando misiones de reconocimiento y seguridad (Mercado, 2010, p. 46).

28 Desembarco chileno en Pisagua

A partir del 19 de octubre de 1879, las tropas chilenas comenzaron a embarcarse en los transportes y buques de guerra fondeados en Antofagasta.

El ministro Sotomayor, acompañado por el cuartel general, izó su insignia en el Amazonas, donde también navegaba el capitán Thompson, jefe del convoy. Las tropas embarcadas sumaban alrededor de diez mil hombres, con cerca de 900 caballos y 36 piezas de artillería. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.88).

Los aliados habían dado atención preferente a la defensa de Pisagua, porque era probable un desembarco en ese puerto y porque, por otro lado, querían conservar ese punto de acceso al departamento de Tarapacá, que les servía para sostener comunicaciones con Arica. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.92).

El general Buendía se había trasladado días antes a Pisagua para verificar las defensas de la plaza y por haber recibido información de la baja moral de las tropas bolivianas que murmuraban contra sus superiores y ponían en tela de juicio la utilidad de combatir en un país ajeno e incluso de defender la provincia de Atacama a la cual llamaban provincia litoral, que para ellos era distante y desconocida (Dellepiane, 2010, Parte II, p.97).

El dispositivo general de las tropas que obedecían al comando superior de Villamil, jefe de las defensas de Pisagua, era el siguiente: (Dellepiane, 2010, p.94).

En Pisagua:

Peruanos:

Guardias Nacionales (240 plazas).

Peruanos Artilleros (45 plazas)

Bolivianos

Batallón Victoria (498 plazas)

29 Batallón Independencia (397 plazas)

Estos dos últimos batallones estacionaban en el Alto de Hospicio, situado en la planicie superior de las alturas que dominan Pisagua.

En Mejillones del Perú:

Batallón Aroma (490 plazas)

En Germania, como núcleo central:

Batallón Vengadores (489 hombres).

El 02 de noviembre de 1879, a las 0635 horas se inició el cañoneo del puerto de Pisagua, donde participaron los buques chilenos O’Higgins, Cochrane, Magallanes, Covadonga y Angamos, a bordo del cual se encontraba el ministro Sotomayor. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.99)

Luego de producirse un intercambio de fuegos, los cañones peruanos que defendían el puerto fueron silenciados y aproximadamente a las 0900 horas el ejército de invasión chileno inició el desembarco en Pisagua a bordo de botes y lanchones. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.100).

En un primer intento, los soldados chilenos pertenecientes a los batallones Atacama y Zapadores, trataron de desembarcar pero fueron rechazados por el fuego de fusilería de los defensores peruanos que se encontraban parapetados en las rocas de la playa y en las rumas de sacos de salitre y carbón que habían en la ribera, por lo cual los botes retornaron a los buques para dejar a los muertos y heridos y recomponer las tripulaciones. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.101).

El cañoneo de la escuadra chilena continuó y concentró sus fuegos con toda intensidad contra los edificios de la población, los parapetos de sacos de salitre y carbón y los caminos que van a las alturas, por donde, en ese momento, descendían por compañías los batallones bolivianos Independencia y Victoria, enviados de Hospicio apresuradamente para reforzar la defensa (Dellepiane, 2010, Parte II, p.101).

30 Una vez debilitadas las defensas, las fuerzas chilenas intentaron un segundo desembarco, el cual también fue rechazado enérgicamente, lo que originó momentos de gran tensión en la oficialidad chilena, llegando a discutir y cuestionar el lugar elegido para desembarcar las fuerzas de invasión; ante esta situación, el ministro Sotomayor tuvo que poner orden y sacar a relucir los plenos poderes de mando de que estaba investido por el presidente de Chile y su gabinete, llegando a reprender al general Escala, quien había decidido tomar un bote para acompañar a las fuerzas de desembarco, a lo cual se opuso el ministro chileno. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.102).

Luego de producirse el bombardeo e incendio de los depósitos de salitre, las fuerzas chilenas lograron desembarcar en el extremo sur de la ensenada de Playa Blanca en el tercer intento, luego de superar la resistencia peruana asentada en la parte baja del puerto.

Una vez que las tropas chilenas lograron establecerse en tierra, incrementaron rápidamente sus efectivos; sin embargo, continuaba la férrea defensa de los menos de mil defensores de Pisagua, luego de tres horas de combate posteriores al desembarco, el general Buendía que dirigía la defensa del puerto, al enterarse que también se estaba produciendo un desembarco de fuerzas chilenas en la caleta de Junín, ordenó el repliegue de las fuerzas aliadas. Parte de las tropas bolivianas decidieron regresar a su país. (Dellepiane, 2010, p.104-108).

Luego que los chilenos lograron tomar por asalto Pisagua y desembarcar en la caleta de Junín sin resistencia, se produjo el repliegue de las fuerzas aliadas, ordenado por el general Buendía, quien considerando la dispersión casi total de las tropas bolivianas que habían tomado parte en el combate de Pisagua, decidió trasladarse más al sur. En la noche del 2 al 3 de noviembre, los aliados batidos en Pisagua y el batallón Vengadores pernoctaron en la aguada de Dolores; el 3 alcanzaron Agua Santa, donde recién se les reunió el batallón Aroma venido de Mejillones. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.111).

31 Cabe destacar que el depósito de agua potable, las líneas telegráficas y la línea férrea de Pisagua permanecieron intactos. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.111).

En Jazpampa y en Dolores los aliados dejaron intactas las maquinarias de sacar agua, los pozos y los tanques que servían de depósito a tan necesario elemento; la vía férrea y las líneas de telégrafo quedaron también íntegras. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.111).

Batalla de San Francisco o Dolores

Luego del desembarco chileno en Pisagua, las fuerzas aliadas se trazaron como objetivo expulsar la cabeza de playa chilena, para lo cual debían realizar las siguientes tareas: Reunir las fuerzas de Tacna y Tarapacá, asegurar el pozo de Dolores y avanzar sobre Pisagua.

Sin embargo, las principales acciones que se produjeron fueron el retorno del presidente boliviano Hilarión Daza en la quebrada de Camarones, lo cual ocasionó que no se cuente con este importante refuerzo a la hora de la batalla y sobre todo causó una gran desmoralización en las tropas bolivianas, al enterarse por medio de un emisario que había enviado el general Buendía para enlazar a las fuerzas peruanas y bolivianas, que su presidente y capitán general los había abandonado a su suerte en Tarapacá: “Antes de que Buendía reuniera a sus subordinados, había circulado de boca en boca la noticia de que las tropas de Daza habían dado media vuelta desde Camarones, hacía tres días”. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.183).

El efecto desmoralizador de este hecho tuvo realmente un gran impacto en la moral de las fuerzas bolivianas.

Un oriundo de la región, enviado como propio y como guía por el coronel Suárez para tomar el enlace con aquellas tropas, había vuelto del norte a las nueve de la mañana del 19, burlando a los chilenos desde Tiviliche, y después de dar cuenta de su comisión al comando aliado, no tuvo reparo

32 en esparcir la mala nueva que a poco fue objeto de discusión general, produciendo el consiguiente desasosiego entre los subalternos y el más completo desaliento en la tropa. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.183)

Asimismo, se produjo el hecho que las fuerzas chilenas cortaron la línea de avance de las fuerzas aliadas en San Francisco el 19 de noviembre de 1879.

Cabe resaltar que el comandante en jefe de las fuerzas aliadas se trazó como objetivo tomar el pozo de Dolores, sin conocer que los chilenos habían adoptado una actitud defensiva para asegurarlo.

Tras varias indecisiones del general Buendía, la batalla de San Francisco o Dolores se inició al acercarse una partida de reconocimiento aliado y concluyó con un ataque aliado descoordinado contra una posición chilena elevada.

Las tropas enviadas adelante por Buendía iniciaban su movimiento en orden y lentamente, cuando, según escribe el comandante en jefe en su parte oficial sobre el combate de San Francisco, un sargento boliviano de las guerrillas de la División Villegas (compañía de Illimani) disparó su fusil siguiéndole acto continuo todas las tropas bolivianas, a pesar de las repetidas órdenes e insistentes toques de corneta que se hicieron para que cesara el fuego. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.187).

Una vez iniciado este ataque descoordinado e imprevisto, las fuerzas aliadas adoptaron el plan de ataque inicial, sin embargo, este no tuvo el éxito deseado debido a que las fuerzas chilenas mantenían una posición defensiva elevada y su artillería había sido debidamente emplazada, lo cual permitió que las fuerzas aliadas sean alcanzadas por sus fuegos.

La batalla de San Francisco trajo como consecuencia que las fuerzas aliadas sean batidas en detalle, la dispersión de las fuerzas bolivianas y el repliegue peruano.

33 Sobre la dispersión de las tropas bolivianas, el coronel Suárez dice en su parte general lo siguiente:

Mientras tanto, sordos a la corneta, indóciles al fuego, a la amenaza, a la exhortación y a todo, los soldados bolivianos, sin jefes, continuaban su obra con la precipitación y frenesí propios de quien no tiene otro objeto que hacer incontenible el desorden. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.193).

Batalla de Tarapacá

Luego de la derrota de las fuerzas aliadas en la batalla de San Francisco, el 20 de noviembre de 1879 se produjo el repliegue de las fuerzas peruanas hacia Tarapacá y Pachica: “Las divisiones peruanas recuperadas del choque de San Francisco tomaron el camino de Tarapacá en la madrugada del 20 de noviembre” (Dellepiane, 2010, Parte II, p.221).

Luego de una penosa marcha por el desierto, las tropas peruanas que no habían recibido prendas de abrigo, que tenían el calzado deshecho, sin haber podido transportar los escasos víveres y odres de agua que tenían debido a la fatiga de las bestias de carga, llegaron el día 22 al pueblo de Tarapacá. “… las divisiones peruanas continuaron su marcha, como estaba dispuesto, y el 22 alcanzaron el pueblo de Tarapacá, donde iban, por fin, a detenerse algunos días para recobrar aliento y reorganizar sus elementos”. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.221).

Posteriormente, las fuerzas peruanas recibieron tropas de refuerzo, consistentes en una división procedente de Iquique.

Desde Tarapacá ordenó Suárez al coronel Ríos, esta vez por telégrafo, que dejara Iquique y que se reuniera al grueso. La Quinta División, que se encontraba preparada para cualquier evento por los cuidados de su jefe, dejó ese puerto el 22, pocas horas después de recibir la orden. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.221)

34 El 27 de noviembre de 1879, se produjo el encuentro de las fuerzas peruanas que carecían de artillería y caballería contra las fuerzas chilenas, resultando vencedoras las tropas peruanas.

Sin embargo, esta batalla constituyó una victoria táctica, “La batalla de Tarapacá fue para los peruanos una magnífica victoria. Unidades desprovistas de elementos de lucha, fatigadas, sin contar con caballería y artillería, supieron batir a fuerzas adversas” (Dellepiane, 2010, Parte II, p.247,248), que no modificó la situación en el teatro de operaciones “Pero si el resultado fue brillante en el campo táctico, no modificaba en nada la situación estratégica del Ejército de Tarapacá” (Dellepiane, 2010, Parte II, p.247,248).

Cabe resaltar que se produjeron bajas considerables en las fuerzas chilenas, pese a ello las fuerzas peruanas debieron abandonar la artillería capturada y, asimismo, quedaron aisladas y se vieron forzadas a replegarse hacia Arica. “Todo aconsejaba al comando peruano reiniciar la retirada, haciendo abandono del territorio cuya guarda se le había confiado” (Dellepiane, 2010, Parte II, p.247-249).

Finalmente, la provincia peruana de Tarapacá quedó en poder de Chile.

Campaña de Tacna

Una vez que las tropas peruanas abandonaron Tarapacá para reunirse en Arica, las fuerzas chilenas ocuparon esta provincia y al ver que se mantenía la voluntad de lucha de las fuerzas aliadas, pese a los reveses sufridos en la Campaña de Tarapacá, decidieron pasar nuevamente a la ofensiva, para lo cual deberían fijar el correspondiente objetivo estratégico.

Tras algunas deliberaciones, entre ocupar Lima o las provincias de Tacna y Arica, Chile se decidió por la segunda opción, dando inicio a los preparativos para esta nueva campaña.

35 Debían asignarse fuerzas para resguardar las provincias de Atacama y Tarapacá y trasladar al ejército de ocupación a una zona de desembarco que sea apropiada para sus subsecuentes operaciones, por lo cual eligieron al puerto peruano de Ilo.

Sobre la concepción estratégica chilena, se aprecia una ofensiva estratégica empleando la libertad de maniobra que le daba el tener el control del mar, para luego pasar inicialmente a una defensiva táctica, tal como las fuerzas chilenas lo hicieron en Tarapacá.

El presidente Pinto temía que las fuerzas chilenas penetraran demasiado a la zona desértica y el recuerdo de Tarapacá lo arredraba. Sus disposiciones fueron que, una vez desembarcadas las fuerzas, se quedaran cerca de la escuadra y esperaran a las del almirante Montero. La caballería chilena, entre tanto, cortaría los abastecimientos peruanos. La escuadra bloquearía la costa peruana desde Arica a Mollendo. Como consecuencia de la interceptación de una carta que Montero dirigía al jefe militar de Moquegua –en la que, dando respuesta a un pedido de refuerzo le decía: “La situación es tal que a cada uno le corresponde defenderse como pueda”– y a la información proporcionada en Valparaíso por los oficiales del buque inglés Turquoise, que había atracado en Arica –“que las tropas peruanas iban a esperar el ataque chileno en el punto en que se encontraban”–, Pinto y Sotomayor se pusieron de acuerdo para tomar la ofensiva sobre Tacna. Por lo tanto, debían batir primero a la débil división que se sostenía en Moquegua. (Mercado, 2010, p.55).

En relación a la concepción estratégica peruana, es importante señalar que a finales de diciembre de 1879, el general La Puerta abandonó el poder por recomendación de los notables de Lima y los comandos de la guarnición de Lima decidieron ponerse a las órdenes de Nicolás de Piérola, y este asumió el poder el 23 de diciembre de 1879 proclamándose jefe supremo de la nación, asumiendo como deber las facultades estratégicas, aun la de conducir al ejército en los momentos de la acción. (Mercado, 2010, p.63).

36 La concepción estratégica peruana no estuvo claramente definida, se cedió libertad de acción al enemigo, y los esfuerzos se redujeron a una defensa táctica del terreno, antes de buscar la destrucción del enemigo.

La puesta en ejercicio del pensamiento del dictador Piérola en la campaña de Tacna es un ejemplo aleccionador de cómo las consideraciones políticas dominaron e interfirieron la estrategia militar, hasta tal punto que ellas delimitaron el teatro de operaciones, la zona de combate y hasta la posición por ocupar, así como la composición y organización de las fuerzas. Impusieron la maniobra defensiva y vulneraron el principio según el cual en la guerra el objetivo más importante es el aniquilamiento de las fuerzas contrarias. En esta campaña no existió una concepción estratégica definida, pues se cedió libertad de acción al Ejército chileno y se centró el esfuerzo en la defensa táctica de Tacna, primando la necesidad de conservar el terreno a la de destruir al adversario. (Mercado, 2010, p.63).

Batalla de Los Ángeles

Una fuerza peruana compuesta por unos 1500 hombres del Segundo Ejército del Sur desocupó Moquegua y tomó posición en el cerro Los Ángeles, mientras tanto, el general chileno Baquedano con 4300 hombres ocupó Moquegua y avanzó con la intención de separar las fuerzas aliadas, las que el 22 de marzo de 1880, lograron resistir y replegarse hacia Arequipa.

En el campo de batalla quedaron 30 muertos y 70 heridos de las tropas peruanas y 100 muertos y 240 heridos de las chilenas. Los batallones de Gamarra continuaron los fuegos durante su repliegue y solo a las 10 y 30 terminó el combate de las retaguardias que se establecieron primero en Yacango a la altura del cerro Baúl, después en Torata, en Ilabaya, pasando en fin toda la división a la ciudad de Arequipa, por el camino de Omate. (Dellepiane, Parte III, 2010, pag.102).

Las fuerzas peruanas se vieron obligadas a abandonar el departamento de Moquegua, como resultado, la fuerza chilena logró tener cubierta la retaguardia para avanzar sobre Tacna.

37 Los chilenos se conformaron con el resultado que habían obtenido y no emprendieron la persecución. Solo el 23 llegó Baquedano a Yacango y al día siguiente volvió a su campamento del Alto de la Villa. (Dellepiane, Parte III, 2010, pag.102-103). A pesar de esta inactividad de Baquedano después de la batalla, los chilenos quedaron dueños de Moquegua y de sus alrededores y no tuvieron ya ningún temor para emprender operaciones sobre Tacna, dado que el agrupamiento enemigo más próximo se encontraba en Arequipa. (Dellepiane, Parte III, 2010, pag.103).

Batalla del Alto de la Alianza o Tacna

La batalla se produjo el 26 de mayo de 1880, luego de un intento de ataque producido en la víspera, la noche del 25 de mayo, inicialmente se produjo un rechazo del ataque chileno en el flanco izquierdo de las fuerzas aliadas, posteriormente se realizaron dos contraataques aliados, pero finalmente las fuerzas chilenas lograron fijar el centro y el flanco derecho de las fuerzas aliadas, las que fueron derrotadas.

Cuando la Cuarta División chilena llegó a tiro de fusil, los nacionales avanzaron a prolongar la derecha del ala y toda la línea de Montero abrió un violento fuego que volvió prudentes a los batallones chilenos. En el momento en que estos se hallaron al pie de la altura que ocupaban los aliados, ya se había producido en la izquierda la más irremediable y horrorosa derrota y Montero, que no disponía ni de su caballería que había enviado poco antes al ala izquierda para contener la dispersión de la caballería boliviana, siendo envuelta en ella, debió evacuar la posición y replegarse a Tacna dejando en el campo los cadáveres de los primeros jefes del Rímac, de la columna Para y del escuadrón Gendarmes, Fajardo, Alcázar y Vidal. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.184).

Como resultado de esta batalla, las fuerzas bolivianas se retiraron definitivamente de la lucha, el Contralmirante Lizardo Montero y las escasas fuerzas que quedaron se retiraron por la sierra.

38 La batalla del Alto de la Alianza dio a los chilenos la posesión absoluta de todo el sur del Perú, hasta la línea del río Moquegua, no quedaba en esta región sino la débil guarnición de Arica que, materialmente, sería muy fácil de dominar y las escasas tropas de Leiva, Ejército del Sur, que por diversas circunstancias no presentaron combate. Este hecho de armas cortó virtualmente la Alianza Perú-Bolivia, porque suprimió el punto principal de contacto entre ambos países, dio lugar a que el invasor se estableciera en cuña entre sus territorios, no dejando a los aliados más comunicación que la que puede realizarse, a través de páramos helados y abruptas montañas, siguiendo los interminables y difíciles senderos de las serranías andinas. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.185).

Toma de Arica

Luego de la batalla de Tacna, el contralmirante Lizardo Montero, en su condición de Comandante en Jefe del Primer Ejército del Sur, dio la orden al coronel de replegarse de Arica, última guarnición peruana que no había caído en manos enemigas. Sin embargo, este decidió resistir el 28 de mayo de 1880 y envió un telegrama el 30 de mayo al coronel Leyva quien se encontraba al mando del Segundo Ejército del Sur para que se apure y refuerce su posición; desgraciadamente, este último optó por retornar y abandonar a las fuerzas peruanas que habían quedado a cargo de la defensa de Arica. “La única esperanza que quedaba a los aislados defensores de Arica consistía en la posibilidad de que Leiva acudiera en socorro de la plaza o que llegaran algunas tropas de Montero, que se creía que volverían en ayuda de la guarnición”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.249).

El 05 de junio de 1880 se produjo un primer bombardeo sobre las defensas del morro de Arica y al día siguiente se produjo un segundo bombardeo y avance de las tropas chilenas hacia el norte.

Después del cañoneo y las intimaciones de rendición, los chilenos se dieron cuenta de la inutilidad de estos procedimientos para quebrantar la férrea voluntad del jefe de la plaza y de sus heroicos subordinados, y decidieron, en consecuencia, a pesar del recelo que les inspiraban las

39 defensas de la posición, lanzarse al asalto para imponerse por la fuerza gracias a la superioridad de sus efectivos, que acrecentarían poniendo al servicio de estos las ventajas que proporciona la sorpresa. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.253).

El asalto final al morro de Arica se realizó el 07 de junio de 1880, siendo las escasas fuerzas peruanas derrotadas por las muy superiores fuerzas chilenas.

Como resultado de esta batalla, se perdió el control territorial desde Moquegua hacia el sur. Sin embargo, la voluntad de lucha persistió y Chile optó por emprender una campaña sobre Lima.

Campaña de Lima

Luego de producida la caída de las provincias peruanas de Tacna y Arica, Chile decidió iniciar una nueva campaña, fijando como objetivo estratégico, el centro del poder político y militar del Perú, su ciudad capital.

Tan pronto como la ocupación del sur del Perú por las huestes de Chile fue un hecho, la opinión pública de este país volvió los ojos a Lima, donde existía un nuevo Ejército peruano. Los conductores de la opinión pública, sabiendo además que el presidente Pinto era opuesto a la campaña sobre Lima, se dedicaron a exigir que esta se realizara con manifiestos fines de oposición política al mandatario. (Dellepiane, 2010, Parte IV, pág. 23).

En vista de la inminente llegada de las fuerzas chilenas a la capital del Perú, Nicolás de Piérola, quien había tomado el poder, tras el viaje del Supremo Director de la Guerra a Europa, decidió disponer la defensa orientada inicialmente hacia el norte de la ciudad.

El 20 de noviembre de 1880 se produjo el desembarco chileno en Pisco, con 8800 hombres, reforzados con otros 3500 adicionales el 02 de diciembre del mismo año. Posteriormente, se produjo el reembarco del grueso de las fuerzas y una división avanzó por tierra, para luego

40 producirse el desembarco de 15000 chilenos en Curayacu y Chilca el 22 de diciembre de 1880.

El 26 de diciembre se produjo la reunión de la fuerza enemiga, por lo cual el gobierno peruano dispuso el cambio de orientación de la defensa hacia el sur. Se realizaron algunas acciones bélicas iniciales como el hostigamiento de los Cazadores del Rímac el 27 de diciembre y el Combate de La Rinconada el 09 de enero de 1881.

Afirma Cáceres en sus memorias que al insinuarle a Piérola la necesidad de preparar la defensa por el lado sur de Lima, en vista que el dictador estaba convencido de que el ataque vendría por Ancón, este le dijo terminantemente: “Por lo demás coronel, tengo mi plan ya trazado”. (Mercado, 2010, p.97, 98).

El dictador Nicolás de Piérola dispuso una doble línea defensiva para agotar las fuerzas atacantes. La primera de ellas en San Juan, que se extendía 14 kilómetros, entre Villa y Monterrico; y la segunda en Miraflores, que se extendía 6 kilómetros entre Miraflores y Surco.

Piérola, personal y directamente, dispuso la organización y ocupación de dos líneas del terreno, sin permitir que intervinieran en la formulación de una concepción estratégica y en la conducción de las operaciones los tres comandantes del ejército de las campañas del sur: Buendía, Montero y Leiva, ni el propio Cáceres, que había participado en todas las batallas de la guerra y cuya actuación ya lo situaba como el militar profesional más hábil y valeroso de las fuerzas terrestres. Tomó a sus comandantes de ejército como simples ayudantes, sin recurrir a sus recomendaciones y desechando los consejos de quienes debía escuchar. (Mercado, 2010, p. 97).

Batalla de San Juan

El Ejército de Línea peruano, estaba al mando del general Pedro Silva y estaba constituido por 4 cuerpos de ejército integrados por 18,650

41 hombres. La línea defensiva peruana estaba visiblemente sobre extendida y no estaba escalonada en profundidad.

Esta concepción de la batalla, que se apartaba de los preceptos más rudimentarios del arte de la guerra, desdeñando la organización en profundidad que sirve para detener el ataque en fuerzas sobre un punto del sistema defensivo, era completamente ilógica y no contemplaba absolutamente, ya que no consideraba el movimiento adelante, ni siquiera la posibilidad de parar lo imprevisto constituyendo reservas fuertes y bien establecidas. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.85-86).

Durante la batalla, el esfuerzo principal chileno se concentró entre el I y el IV Cuerpo del Ejército de Línea. Al ser superados por el enemigo, el Coronel Iglesias se replegó sobre el y luego de producidas las acciones bélicas, Nicolás de Piérola ordenó replegar a Miraflores las fuerzas no empeñadas sin haber usado las reservas. Posteriormente, las tropas chilenas saquearon e incendiaron Chorrillos.

Los peruanos sufrieron alrededor de seis mil bajas y los chilenos cerca de cuatro mil. El material de artillería peruano se perdió casi en su totalidad. El vencedor quedó en condiciones de entrar a Lima, luego hubiera quebrantado la resistencia que opusiera en Miraflores el Ejército de Reserva y las tropas de línea recobradas de San Juan. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.139).

Batalla de Miraflores

El 15 de enero de 1881 se produjo esta batalla, en la cual los restos del Ejército de Línea ubicado entre los reductos, más otros refuerzos del Callao, se enfrentaron a las fuerzas enemigas. Cabe resaltar que los reductos habían sido ocupados por el Primer Cuerpo del Ejército de la Reserva, integrado por ocho batallones.

El Ejército de Reserva, comandado por el coronel Echenique, estaba afectado desde antes de la batalla de San Juan a la defensa de la línea de Miraflores. Pero, como el dictador imaginó que los chilenos podían atacar

42 al mismo tiempo partiendo del sur y del este, es decir, de Chorrillos donde se encontraban y también de Ate, donde no tenían ningún elemento, dispuso que este ejército se fraccionara en dos agrupamientos, como se ha dicho. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p. 175-176).

El esfuerzo principal chileno se concentró sobre el flanco derecho de la defensa peruana, se produjeron dos contraataques de nuestras fuerzas, sin que se llegue a alterarse el resultado final de la batalla.

Hasta aquí, Cáceres había sabido mantener a raya, gracias a su agresividad, a 3600 soldados de la brigada Barceló y a más de 2000 soldados del Zapadores y del Valparaíso, apoyados por los fuegos de la escuadra y por la brigada de montaña de Lagos. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p. 196). Suárez por su parte, con los 750 soldados de su extrema derecha había desalojado a 600 hombres del batallón Navales que se le enfrentaba y a cerca de 1200 del regimiento Aconcagua que llegaban frescos a la pelea, pero se vieron comprendidos en la confusión y retroceso general. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p. 196). Como el ataque del Ejército chileno no se había realizado por una sucesión de esfuerzos escalonados que partieron de la izquierda de su línea, el combate duró desde las 4 y 30 de la tarde hasta las 6. La línea peruana fue cayendo también por tramos, de la derecha de Cáceres a la izquierda de Pastor Dávila, a medida que las unidades chilenas rebatiéndose sobre su propia derecha inutilizaban las defensas, actuando en concurrencia con las tropas que atacaban frontalmente cada tramo. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p. 204-205).

Increíblemente, tampoco en esta batalla se empleó el Ejército de Reserva (Segundo Cuerpo de Ejército de la Reserva compuesto por once batallones), con el cual, pudo haberse cambiado el curso de los hechos. Al finalizar la contienda, las fuerzas chilenas ocuparon la ciudad de Lima.

Piérola ordenó que los once batallones de la reserva y las unidades del sector de la izquierda, que no habían participado en la batalla, se dispersasen y volviesen cada uno a sus respectivas casas. Esta orden se

43 impartió cuando todavía el sector de Miraflores oponía tenaz resistencia. (Mercado, 2010, p. 114). Un poco después de las 6 de la tarde, las tropas chilenas se hallaban completamente en posesión de la línea de resistencia peruana, ocupaban el pueblo de Miraflores, que había sido violentamente cañoneado por la Escuadra, y, a lo lejos, veían desaparecer a uno que otro sobreviviente de la defensa, que se esfumaba en las primeras sombras de la noche. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p. 205-206).

Es evidente que con esta campaña Chile buscó la destrucción total del poder peruano. Asimismo, a la luz de los hechos, se puede apreciar que no hubo una verdadera conducción de la defensa, no se emitieron las órdenes necesarias para el empleo de la reserva ni menos un reajuste del dispositivo; Piérola rompió la unidad y la cadena de mando al inmiscuirse en la conducción militar de la defensa. “En las batallas de San Juan y Miraflores no hay dirección de la batalla, no hay conducción de la defensa, no se dictan órdenes para el empleo de las reservas ni para el reajuste del dispositivo”. (Mercado, 2010, p. 117)

Campaña de la Sierra

De enero a abril de 1881, se produjo la ocupación del litoral norte peruano que tenía por finalidad aislar las fuerzas que el contralmirante Lizardo Montero había organizado en Cajamarca. “Realizada la ocupación de Lima, cesaron en parte las preocupaciones de orden militar de los dirigentes chilenos; por el momento, parecía que no les embargaba otra idea que la de recomendar al comando la imposición de cupos y contribuciones”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.9).

De marzo a diciembre de 1881, el objetivo chileno consistía en destruir las fuerzas militares peruanas que se habían reorganizado en la sierra central. Las fuerzas chilenas se estacionaron en Chosica y fueron hostilizadas en abril, produciéndose el 09 de abril de 1881 el enfrentamiento en San Jerónimo. “Cuando Lagos comandaba el ejército de ocupación,

44 antes que se desarrollaran los sucesos políticos anteriormente citados, algunas fuerzas peruanas se aproximaron cerca de Chosica, donde hostilizaron a los destacamentos aislados de los chilenos”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.13-14).

La expedición Letelier se realizó de abril a julio de1881, el 17 de abril ocupó Cerro de Pasco y obligó a las fuerzas peruanas a replegarse hacia Huánuco y , asimismo, se produjo el combate de Sángrar el 26 de junio del mismo año.

Letelier salió de Lima el 15 de abril de 1881, sirviéndose para transportar sus tropas del ferrocarril que corría entonces hasta Chicla, con 1392 hombres de las tres armas (22 artilleros, 160 jinetes y 1210 infantes). Del término de la ferrovía continuó a La Oroya y de allí a Cerro de Pasco, que alcanzó el 27 del mismo mes, haciendo retirar hacia Huánuco al coronel peruano Aduvire, que guarnecía la región con escasas fuerzas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.14).

Combate de Sángrar

Una compañía del Buin que destacó Letelier a Sángrar, pueblecito situado a tres leguas de Casapalca, mientras el grueso permanecía en ese lugar, fue batida el 26 de junio por el coronel peruano Norberto Vento con cien soldados del batallón Canta, combatientes en San Juan y Miraflores, y cuarenta paisanos armados. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 15-16).

Campaña de La Breña

A fines de 1881 las tropas chilenas de ocupación ascendían a quince mil hombres, sin contar los numerosos y bien dotados batallones que guarnecían Tarapacá y Tacna. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.16).

Luego se produjeron algunos cambios importantes: Lynch asumió el mando de las fuerzas de ocupación, el presidente García Calderón propuso llegar a un acuerdo de paz sin cesión de Tarapacá, su gobierno fue disuelto y él fue deportado a Chile el 06 de noviembre de 1881. “Por

45 este tiempo, el general Cáceres había organizado algunas fuerzas, y estableció su cuartel general en Matucana. Contra ellas se iba a lanzar Lynch, comandante en jefe del Ejército de ocupación”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.16-17).

El contralmirante Lizardo Montero, quien se desempeñaba como vicepresidente, asumió el mando y se produjo un enfrentamiento con las fuerzas de Nicolás de Piérola; Andrés A. Cáceres fue proclamado jefe supremo el 24 de noviembre, Piérola renunció a su favor el 28 del mismo mes y Chile asumió una estrategia ofensiva contra Cáceres.

Primeras operaciones

• Expedición Lynch-Gana-Del Canto (enero-1882): 3220 hombres – Objetivo: encerrar a las fuerzas de Cáceres mediante una maniobra concurrente.

El 1 de enero de 1882 salió de Lima el contralmirante Lynch, para dirigirse, por el Chillón, hacia la quebrada del Rímac, que quería alcanzar más arriba de Chicla, marchando por Lachaqui en la cabecera del río Santa Eulalia, para cortar la retirada a Cáceres. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.19).

– Presupone que Cáceres lo esperará. “Gana salió de Lima hacia Chosica el 5 de enero. Su misión era entretener a Cáceres por el frente, para dar tiempo a que Lynch diera el desarrollo debido a su avance envolvente”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.19). • Fuerzas de Cáceres: 2500 hombres – Objetivo: desgastar las fuerzas contrarias, hostilizando su avance sin comprometer un enfrentamiento.

En estas tristes circunstancias, Cáceres tuvo conocimiento, con toda oportunidad, de la operación que dirigía Lynch contra él, y viendo que la fuerza de cualquiera de los dos destacamentos chilenos era superior a la suya, que había quedado reducida a 2500 hombres, sin los requeridos elementos de vida y guerra, decidió retirarse a Tarma para ganar tiempo y hacer que sus adversarios dieran un golpe en el vacío. El repliegue al

46 interior se inició a partir del 4 de enero. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 20- 21).

• Desarrollo

El 23 de enero de 1882 las fuerzas chilenas ocuparon La Oroya, el 25 de enero ocuparon Tarma, asimismo, el 01 de febrero, Del Canto tomó el mando y avanzó hacia Concepción en busca de establecer contacto con las fuerzas de Cáceres, quien se había dirigido hacia Ayacucho.

Del Canto tomó el mando con gran entusiasmo y en sus actividades fincaron los chilenos las mejores expectativas. El mismo día en que el nuevo comandante de la expedición pudo dar órdenes a la tropa, es decir, el 1 de febrero, dispuso que una partida de caballería se dirigiera hacia el enemigo y ordenó que la mitad de las tropas saliera el 2 por la margen oeste del Mantaro para reunirse con él en Concepción, adonde esperaba llegar el 4 con el resto de las fuerzas, tomando el camino más corto que pasa por la margen oeste del río. Efectivamente, Del Canto salió de Jauja el 3, pero, al llegar a Concepción, no halló a la otra columna, mandada por el coronel Robles del Lautaro, que había tenido un retraso por la rotura de un puente. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 23).

Primer Combate de Pucará

El 05 de febrero se produjo el combate de Pucará, en el cual Cáceres explotó apropiadamente el terreno y detuvo la persecución de Del Canto, forzándolo a replegarse hacia Huancayo.

Los peruanos, que habían conseguido ampliamente el fin que se propusieron alcanzar, mantuvieron con gallardía sus posiciones de Marcavalle desde el mediodía, hora en que los chilenos se retiraron, hasta las dos de la tarde, cuando Cáceres ordenó continuar la marcha por Ñahuinpuquio hacia Izcuchaca, que alcanzaron ese mismo día. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.27).

El balance del combate fue favorable a las fuerzas peruanas, puesto que los chilenos tuvieron una mayor cantidad de bajas. “Las

47 pérdidas en las filas peruanas alcanzaron a veintiún muertos y veintisiete heridos; las de los chilenos pasaron de doscientos, lo que se explica por la facilidad que tuvieron los defensores para hacer fuego, parapetándose en posición dominante”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.27).

Combate de Acuchimay

El 22 de febrero se llevó a cabo el combate de Acuchimay, el cual consistió en un enfrentamiento entre tropas peruanas (Cáceres contra Panizo).

Cáceres, libre de la persecución de Del Canto, se dirigió contra el coronel Panizo, que no había cumplido sus órdenes. Mediante una marcha envolvente apareció en la proximidades de Ayacucho, por el punto en que menos se le esperaba, para reducir toda resistencia. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.28). La acción de armas consistió en un intercambio de fuegos de cañón y combate. “El 22 de febrero, después de un corto cañoneo y combate, ambas tropas peruanas formaban una sola que, a poco, había de imponerse a la división chilena de ocupación”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.28).

Cáceres a la ofensiva

Andrés A. Cáceres había reorganizado sus fuerzas en Ayacucho, apoyándose en las guerrillas andinas, su objetivo era destruir las fuerzas enemigas del valle del Mantaro, cortando su línea de retirada en La Oroya.

Poniendo en práctica su resolución, el general Cáceres adelantó dos destacamentos: uno a órdenes del coronel Gastó, que debía rodear Huancayo por el este para caer por las alturas sobre las tropas chilenas de Concepción, y otro, a órdenes del coronel Máximo Tafur, que circunvalaría Huancayo por el oeste, para trasladarse a La Oroya, cuyo puente debía cortar. Mientras tanto, el grueso de las fuerzas avanzó a Paso, cerca de Marcavalle, a fin de distraer al adversario con repetidos reconocimientos

48 que dieran tiempo a que las fuerzas adelantadas tomaran espacio y aprovecharan de los necesarios beneficios de la sorpresa, en que se fundaba la operación. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 29-30).

Combate de Marcavalle

Luego de realizada la maniobra de aproximación a las fuerzas chilenas, se atacó la posición enemiga. “En la noche del 8 al 9 de julio, Cáceres se aproximó a Marcavalle, y en la madrugada del 9 lanzó un ataque envolvente sobre esta posición”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.30).

El 09 de julio de 1882 se produjo el combate de Marcavalle y el segundo de Pucará, la fuerza principal de Cáceres logró desalojar a las fuerzas chilenas del extremo sur del valle.

Lanzado el ataque en esta forma, a pesar de que las compañías chilenas de Pucará y de Zapallanga se movieron hacia adelante para acudir al combate, la que defendía Marcavalle fue arrollada y las otras dos, con fuertes pérdidas, debieron replegarse a Huancayo en busca del apoyo del grueso. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 30).

La acción posterior llevada a cabo por las fuerzas del general Cáceres contra el enemigo que acudió en refuerzo de las tropas empeñadas en combate en Marcavalle, se conoce como el segundo combate de Pucará. Asimismo, en ambos combates, el ejército chileno sufrió trescientas bajas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.31-32).

Combate de Concepción

Posteriormente se llevó a cabo el combate de Concepción, lográndose la destrucción de la guarnición chilena, mientras tanto Del Canto se replegó sobre Tarma y luego se dirigió a Lima. “El mismo día en que se producía el ataque de Cáceres sobre los chilenos establecidos al sur de Huancayo, Gastó alcanzaba Concepción, al norte del mismo lugar,

49 y después de un combate tenaz ocupaba esa localidad”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 32).

Luego de producido el combate, no sobrevivió un solo soldado de la guarnición chilena.

Los chilenos cuentan como héroes a los cien soldados del Chacabuco que formaban la guarnición y que quedaron íntegramente en el campo, en el supuesto de que todos murieron luchando, hasta el fin. Pero lo que sucedió, efectivamente, fue que los guerrilleros, excedidos por los ultrajes que inferían los chilenos a los pobladores de la comarca, no dejaron un solo sobreviviente. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.32).

Lizardo Montero pasó de Cajamarca a Huaraz para iniciar negociaciones de paz y dejó al mando del ejército a Iglesias en febrero de 1882.

El contralmirante escogió un jefe capaz de reemplazarlo y la designación recayó en el general Iglesias, cuyo prestigio se había cimentado en el Morro Solar durante la batalla de San Juan, y que se hallaba libre del ligero cautiverio que sufrió. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.35).

Se realizan hostigamientos sobre las fuerzas chilenas en la costa. Asimismo, dos expediciones chilenas salieron de Trujillo y Pacasmayo, dirigiéndose una por San Pablo y la otra por Cajabamba.

Se hallaba en Chota el Ejército del Norte, cuando sus jefes supieron, a fines de junio, que dos fuertes destacamentos chilenos habían emprendido la marcha desde Trujillo y Pacasmayo hacia el interior, dirigiéndose a Cajamarca por Cajabamba y San Pablo, respectivamente, donde ya habían llegado ligeros elementos de caballería. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.35).

Mientras tanto, Iglesias concentró sus fuerzas sobre la expedición que había salido de Trujillo.

50 Estas informaciones hicieron modificar el plan original del comandante del Ejército, que dispuso el refuerzo inmediato de la Primera División, enviando treinta hombres del batallón Trujillo y la Columna de Honor, formada por 68 oficiales subalternos. Además del envío de refuerzos, dictó nuevas órdenes tendientes a concentrar todas sus tropas sobre las fuerzas enemigas que se hallaban más próximas, disponiendo que la Segunda División secundara el ataque de la Primera, para lo que debía marchar de Cajamarca por Chumbil, a fin de atacar San Pablo, simultáneamente, por dos direcciones convergentes. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 38-39).

Combate de San Pablo

El 13 de julio de 1882, se llevó a cabo el combate de San Pablo, lográndose detener la penetración chilena en Cajamarca.

Las bajas peruanas alcanzaron a 51 muertos y 57 heridos; las de los chilenos llegaron a 87 muertos y 28 heridos y prisioneros. Los peruanos, dueños del campo de la lucha, permanecieron en él hasta el 15, en que regresaron triunfantes a Cajamarca. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 42).

Cabe resaltar que Iglesias empezó a considerar las reales posibilidades de éxito al continuar con la resistencia.

Después del combate de San Pablo, el general Iglesias se propuso negociar la paz con los chilenos, aceptando sus proposiciones de cesión de territorio a las que ningún gobernante había querido acceder. A su juicio, tal era el único medio para que el ejército invasor desocupara el suelo nacional, ya que el caudillaje y las ambiciones personales parecían entronizarse en el país, alejando cada vez más la solución definitiva, que tal vez hubiera podido lograrse, en mejores condiciones, con la más estrecha unión. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 55-56).

Ofensiva chilena contra Cáceres

Las fuerzas chilenas emprendieron una nueva ofensiva avanzando sobre el Ejército del Centro, ante lo cual reaccionó Cáceres.

51 Vento se plegó en Canta al llamado de Iglesias y es batido por Cáceres en enero de 1883, quien había conducido una marcha al norte del país para someter a Iglesias.

Tan insólita actitud obligó a Cáceres a abandonar su estacionamiento en Tarma para acudir a Canta, con el fin de dispersar las fuerzas del nuevo enemigo que se le presentaba. Cáceres partió de Tarma en los últimos días de enero de 1883 y se dirigió hacia la quebrada de Canta. Al alcanzar a Vento en ese pueblo, el 5 de febrero, dispersó sus fuerzas y lo hizo fugar a Lima. Así quedó nuevamente dueño de la quebrada. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 57).

Las fuerzas chilenas realizaron un cerco a Cáceres en el Callejón de Huaylas, el 21 de julio de 1883, logrando escapar con éxito.

Luego que los dirigentes chilenos iniciaron con Iglesias las primeras conferencias para arreglar la paz, dictaminaron que para obtener condiciones más ventajosas era necesario dominar todo asomo de resistencia armada. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 58-59). Como por ese tiempo solo Cáceres demostraba actividad, decidieron emprender operaciones hacia el interior, para desbaratar a las tropas que le obedecían. Al efecto, enviaron desde Lima importantes fuerzas, con la misión de alcanzarlo y batirlo donde se le encontrara. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 59).

Campaña del Norte

A partir del momento en que las fuerzas peruanas emprenden el paso de la cordillera Blanca para dirigirse al norte, se abre la campaña que lleva este nombre. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 69).

Las operaciones iban a realizarse en las provincias de Pomabamba, Pallasca y , y hallaron en este lugar el más lamentable fin. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 69).

52 Ofensiva de Cáceres

El general Cáceres decidió cruzar la cordillera Blanca por el paso de Llanganuco para hacer frente a las fuerzas chilenas que habían salido a su encuentro. “Las fuerzas de Cáceres, de conformidad con el plan trazado por su comandante en jefe, salieron de Yungay el 21 de junio y se encaminaron al paso, por donde aquel había decidido tramontar la cordillera Blanca”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 71).

Una vez atravesada la cordillera Blanca por el paso de Llanganuco, Cáceres continuó por Andamayco, Urcón y Tambo del Inca, a Conchucos, para posteriormente dirigirse a Huamachuco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 72).

Cuando el general Cáceres llegó a Tulpo el día 5 de julio de 1883, supo mediante una comunicación interceptada, que el comandante chileno Gonzales se encontraba cerca conduciendo un importante refuerzo, por lo cual decidió darle alcance para atacarlo, sin embargo, las fuerzas chilenas llegaron a escapar.

Perdida esta ocasión, el general dispuso que la marcha continuara durante la noche sobre las huellas de Gonzales, a quien pretendía dar alcance si este concedía el más pequeño descanso a sus tropas. Esta operación pudo dar magníficos resultados, pero falló también porque Gonzales, ante la amenaza que representaba la proximidad de los peruanos, no se detuvo ni un instante, conservando la ventaja que había tomado hasta ingresar a Huamachuco en la mañana del 7. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 73).

Batalla de Huamachuco

Finalmente se produjo la batalla de Huamachuco el 10 de julio de 1883, con la cual se dio por finalizada la campaña de la sierra.

Esta batalla inicialmente fue favorable a las fuerzas peruanas, las cuales ya habían logrado superar a los defensores chilenos, sin embargo,

53 la falta de municiones y de bayonetas, sumado al cambio de posición de las piezas de artillería, ocasionó que los chilenos se percataran que las fuerzas peruanas no puedan emprender la persecución por fuego ni físicamente, por lo cual se lanzaron al contraataque general, el cual tuvo un rotundo éxito. “La batalla hizo crisis en este momento y la victoria, ya conquistada por los peruanos, se tornó en el más brusco y cruel desastre”. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 84).

En efecto, a la cesación del fuego de la artillería peruana, mientras las piezas cambiaban de emplazamiento a la vista del adversario, se sumó la cesación casi completa del fuego de fusil: ya hacía largo rato que los infantes peruanos pedían el reemplazo de las municiones que, en número de cien por plaza, habían sido consumidas en cinco largas horas de combate; y ahora, en el momento en que la artillería cesaba el fuego para cambiar de posición, la línea de ataque se hallaba al mismo tiempo sin municiones, paralizada y realmente inerme, sin cartuchos ni bayonetas, frente a su adversario. Muy poco tardaron los chilenos en darse cuenta de la crítica situación que atravesaba su contendiente y comprendieron sus jefes que la oportunidad que se les presentaba era favorable, ordenaron emprender un contraataque general que alcanzó el más completo éxito. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 84).

El resultado final fue favorable a las tropas chilenas, las cuales no dieron cuartel a prisioneros ni heridos.

Las bajas peruanas llegaron a setecientas, pues los chilenos fusilaron y, según consta en todos los testimonios escritos e impresos, degollaron a los prisioneros y a los heridos. Las tropas de Gorostiaga tuvieron alrededor de quinientas bajas entre muertos y heridos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 85-86).

A pesar de la derrota sufrida, el general Cáceres mantuvo su inquebrantable voluntad de lucha.

Desde Mollepata, cerca de Conchucos, el Brujo de los Andes, como llamaban los chilenos a Cáceres, o el Mariscal de La Breña, como se le

54 había titulado ulteriormente, lanzó un vibrante manifiesto en el que ofrecía continuar la lucha hasta rendir la vida. Poco después, desde Ayacucho, pedía a Montero, presidente de la República en ejercicio, con sede en Arequipa, que le remitiera a la División Canevaro, con la que contaba reorganizar la defensa en el interior. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 86).

Ocupación de Arequipa

El presidente chileno Santa María consideraba que no se podía firmar la paz con el general Iglesias, mientras exista un gobierno paralelo, por lo cual dispuso la ocupación de Arequipa, a cargo de las fuerzas chilenas que se encontraban en Tacna.

Para el presidente de Chile, Santa María, y para la mayor parte de los dirigentes de ese país, no era posible firmar la paz con Iglesias mientras existiera en el Perú otro gobierno, que podía dar por nulo, poco después, le estipulado en los tratados. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 87).

El contralmirante Montero, quien se desempeñaba como presidente del Perú, al haberla asumido en su condición de primer vicepresidente de García Calderón, cuando este salió del país por disposición de las fuerzas de ocupación chilenas, contaba con la lealtad del general Cáceres quien operaba en el norte del país y del general Canevaro, quien estaba al mando del Segundo Ejército del Sur, el cual se denominó posteriormente Ejército de Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 87).

Montero dispuso que las fuerzas peruanas tomen las alturas de Huasacachi y Jamata, con la finalidad de defender la región que ocupaban.

Sin embargo, los chilenos al mando del Coronel Del Canto, lograron rodear la posición, por lo cual las tropas peruanas se retiraron hasta Arequipa.

Los chilenos avanzaron de Moquegua por Omate hacia Puquina y, con un previo reconocimiento, escalaron en la noche la altura de Huasacachi, rodeando la fuerte posición peruana, cuyos jefes, al darse cuenta de la

55 peligrosa situación en la que quedaban por el rodeo que no supieron prever, se vieron obligados a evacuarla en la madrugada del 23 de octubre. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90).

El retiro de las fuerzas ocasionó desorden, confusión y la deserción de los combatientes, lo cual facilitó la ocupación de la ciudad de Arequipa por las tropas chilenas sin encontrar resistencia.

En tanto, el Ejército de Línea regresaba a marchas forzadas desde la lejana posición de Huasacachi y los soldados, contagiados por lo que sucedía en las filas de los guardias nacionales y por subterránea propaganda política, abandonaron sus unidades en gran parte y contribuyeron, a propósito, a aumentar el desorden y la confusión. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 92).

El contralmirante Montero optó por retirarse a y posteriormente salió del país, encargando al segundo vicepresidente, el general Cáceres, el mando del país.

Finalmente, el 29 de octubre de 1883, las fuerzas chilenas ocuparon la ciudad de Arequipa sin resistencia.

Sin gobierno efectivo, el 27 de octubre en la mañana, la Municipalidad de Arequipa se reunió y acordó entregar la ciudad al coronel Velásquez, quien citó a la comisión de notables para el 29 al mediodía, en el pueblo de Paucarpata, haciendo recordar con esta intencionada cita la entrevista de Santa Cruz con Blanco Encalada, cuando la capitulación chilena de 1837. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 92).

A las once de la mañana de ese mismo día, el comandante Vargas, con los seis escuadrones que mandaba, ocupó la blanca ciudad del Misti. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.92).

56 Fin de la guerra

El 20 de octubre de 1883, el general Iglesias firmó el acuerdo de paz con Chile en Lima, el que se denominó Tratado de Ancón, por haberse arreglado en esta ciudad su redacción definitiva. Este tratado fue ratificado posteriormente por medio de una Asamblea Constituyente convocada por Iglesias, canjeándose las ratificaciones el 28 de marzo de 1884. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 93).

2.2 Revisión de literatura de apoyo y consulta

La literatura de apoyo y consulta que guarda relación con la Guerra del Pacífico es abundante, existen muchos libros y publicaciones diversas que guardan relación con la presente investigación.

Entre las múltiples publicaciones, se puede mencionar las siguientes:

2.2.1 El arte de la guerra (Sun Tzu, 2010)

El sabio estratega chino Sun Tzu vivió aproximadamente 500 años antes de Cristo, en una época caracterizada por la existencia de reinos combatientes, fue contemporáneo del filósofo chino Confucio y ha sido citado en las obras bibliográficas de grandes estrategas como Napoleón, Montgomery, Westmoreland e incluso por el general a cargo de las fuerzas aliadas en la Guerra del Golfo Pérsico, Norman Schwarzkopf. (Sun Tzu, 2010, p. 6).

El pensamiento de Sun Tzu se basa en dos principios fundamentales: “Todo el arte de la guerra se basa en el engaño” y “el supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”. (Sun Tzu, 2010, p. 6).

Ambos pensamientos filosóficos fueron plasmados en máximas y frases célebres y pese a su antigüedad aún se mantienen vigentes. Algunas otras célebres frases de Sun Tzu son “conocer al enemigo y conocerse a sí mismo para no temer el resultado de un centenar de batallas”, “sometiendo

57 al enemigo sin combatirlo” y “si no se puede evitar la guerra, ganarla lo antes posible”. (Sun Tzu, 2010, p6).

De acuerdo a este autor, existen cuatro métodos valiosos de reconocer y estimar al enemigo: en primer lugar, antes de la guerra, analizar y calcular al enemigo para conocer las ventajas de su estrategia y de sus planes; en segundo lugar, provocarlo, para conocer la ley de su movimiento; en tercer lugar, conocer su dispositivo; y por último, sondearle con pequeños combates para conocer sus debilidades y fortalezas. (Sun Tzu, 2010, p7).

Esta importante obra se mantiene vigente pese a su antigüedad y constituyó una excelente fuente de apoyo y consulta para los propósitos del presente trabajo de investigación.

2.2.2 El arte de la guerra II (Sun Bin, 2010)

Este es otro antiguo texto clásico de estrategia militar, no tan difundido como la obra de Sun Tzu, pero no menos importante.

Sun Bin, descendiente directo de Sun Tzu, surge aproximadamente cien años después, sobresaliendo igualmente como un gran estratega, caracterizándose por una de sus principales premisas de orientar el esfuerzo en obtener la victoria con lo mínimo. (Sun Bin, 2010, p. 8).

Asimismo, esta obra, debido a la cosmovisión china, cubre una amplia gama de temas estratégicos, tácticos, operativos y logísticos, sin dejar de lado otros aspectos como los éticos y administrativos en una suerte de administración holística estratégica militar, que por la profundidad de sus conceptos y planteamientos han hecho que se conviertan al igual que los de Sun Tzu, en verdadera fuente de doctrina clásica estratégico-militar. (Sun Bin, 2010, p8).

Esta obra también se mantiene vigente pese a su antigüedad y constituyó una excelente fuente de apoyo y consulta para los propósitos del presente trabajo de investigación.

58 2.2.3 Veinte claves para entender la guerra (Sohr, 2010)

Esta obra resume el accionar militar a través de la historia, evaluando y analizando el complejo y permanente cambio del arte de la guerra, a través de las acciones de los grandes acontecimientos y líderes de la historia militar que supieron poner en ejercicio sus mejores capacidades y cualidades para lograr el objetivo final de toda contienda: la victoria. Con ello han dejado un inapreciable cúmulo de lecciones en cuanto a doctrina, estrategia, táctica, logística, administración y otros factores que todo líder y comandante militar debe conocer y comprender de la génesis y devenir de un conflicto bélico, en sus diversas formas, desde el terrorismo actual e imparable, hasta la cada vez más improbable guerra nuclear (Sohr, 2010, Parte I, p.13).

Pese a que esta obra permite analizar, a partir de la primera crisis de Irak, aquellos aspectos relevantes que facilitan la comprensión del desarrollo de un conflicto, como son las fuerzas comprometidas, la experiencia y la capacidad bélica, el liderazgo de los comandantes, el teatro de operaciones, entre otros, y se concluye que las guerras son mucho más que una serie de factores matemáticamente dispuestos (Sohr, 2010, Parte I, p.13); el contenido de la misma es aplicable para analizar el tema del presente trabajo de investigación.

La primera parte del trabajo de Raúl Sohr comienza con la “Ecuación básica”, que no es otra cosa que lo difícil que resulta la comparación de dos estados en conflicto a partir del poder nacional, basado, entre otros, en elementos tangibles como economía, población y armamento. Posteriormente, el autor pasa a revisar aspectos intangibles como el objetivo del conflicto, la moral de las fuerzas, el liderazgo de los comandantes, la tradición militar y el profesionalismo de las tropas. (Sohr, 2010, Parte I, p.14).

El autor también considera en su análisis la tecnología como el elemento en permanente evolución y actualización, para finalmente

59 terminar evaluando aspectos tan complejos como la inteligencia, la diplomacia, las relaciones internacionales y los crímenes de guerra.

2.3 Definición de términos en general

Arte operacional

Arte de planear la campaña y de conducir las operaciones principales militares con la finalidad de alcanzar cada objetivo estratégico militar. (Scribd, 2016).

Batalla

Combate o serie de combates de un ejército con otro, o de una armada naval con otra. Acción o conjunto de acciones ofensivas encaminadas a la obtención de un objetivo. Antiguamente, centro del Ejército, a distinción de la vanguardia y retaguardia. (RAE, 2016).

Campaña

Tiempo en que cada año estaban los ejércitos fuera de cuarteles en operaciones de guerra. Duración de determinado servicio militar. (RAE, 2016).

Combate

Acción bélica o pelea en que intervienen fuerzas militares de alguna importancia. (RAE, 2016).

Conflicto

Combate, lucha, pelea. Enfrentamiento armado. Momento en que la batalla es más dura y violenta. (RAE, 2016).

Estrategia

La palabra estrategia deriva del latín strategia, que a su vez procede de dos términos griegos: stratos (ejército) y agein (conductor, guía). Por lo tanto, el significado primario de estrategia es el arte de dirigir las operaciones militares. (Definición de 2017).

60 Estrategia de seguridad nacional Arte de dirigir, orientar y coordinar todas las energías y fuerzas de la nación hacia la consecución de los objetivos de defensa nacional. (Scribd, 2016)

Estrategia militar Derivada de la estrategia de seguridad nacional, es el arte de contribuir con el potencial militar al logro de los objetivos de la defensa nacional. (Scribd, 2016). Arte de dirigir las operaciones militares (RAE, 2016).

Expedición

Conjunto de personas que realizan una expedición. Excursión para realizar una empresa en un punto distante. (RAE, 2016).

Fuerza

Grueso o parte principal, mayor y más fuerte de un todo. La fuerza de un Ejército. Plaza murada y guarnecida de gente para defensa. Fortificaciones de una fuerza. Gente de guerra y demás aprestos militares. (RAE, 2016).

Guerra

Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias. Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación. (RAE, 2016).

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CAPÍTULO III

MÉTODO

3.1 Trayectoria cualitativa Según su tiempo la presente investigación es retrospectiva y según su profundidad es descriptiva-explicativa, considerando en el método descriptivo los hechos ocurridos durante la Guerra del Pacífico y el análisis del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto durante las diversas campañas que se libraron. En el método explicativo, se debe considerar que variando la variable independiente, cambia la variable dependiente, como parte de una relación de causa y efecto. Cabe resaltar que para efectuar el análisis del planteamiento estratégico y la conducción operacional delas fuerzas en conflicto, se empleó el Principio Militar Fundamental; el cual busca establecer si los objetivos estratégicos operacionales fueron correctamente seleccionados y alcanzados, si las fuerzas en conflicto partieron de posiciones relativamente favorables y si las maniobras operacionales que emplearon les permitieron alcanzarlas, si las fuerzas en conflicto distribuyeron adecuadamente su poder combativo y si pudieron sostener en el tiempo la maniobra estratégica y finalmente si los mandos militares tuvieron una adecuada libertad de acción. Para analizar los objetivos estratégicos operacionales, se sometieron a los principios de adaptabilidad, factibilidad y aceptabilidad, para determinar si fueron adecuadamente seleccionados, si debieron variarse o no y si finalmente fueron alcanzados.

62 3.2 Enfoque seleccionado El enfoque seleccionado es el histórico, en razón que el tema de estudio es la Guerra del Pacífico de 1879. El método seleccionado para efectuar el análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas del conflicto fue el Principio Militar Fundamental. 3.3 Procesos para la recolección de datos La recolección de datos se efectuó consultando diferentes fuentes, principalmente impresas, como libros, revistas, documentos de archivos históricos, artículos periodísticos, informes, documentales periodísticos, publicaciones especializadas, estadísticas oficiales, entre otros. Para la búsqueda de información secundaria se asistió a bibliotecas de diferentes instituciones y se descargó información de internet. No se realizaron entrevistas a historiadores ni especialistas en el tema materia de la presente investigación.

63

CAPÍTULO IV

ANÁLISIS Y RESULTADOS

4.1 Descripción narrativa 4.1.1 Campaña de Atacama

En las diferentes publicaciones relacionadas a la Guerra del Pacífico, normalmente se mencionan entre las causas de la conflagración la ocupación de la provincia boliviana de Atacama, en respuesta al impuesto de diez centavos por quintal de salitre exportado que impuso el presidente boliviano Hilarión Daza a la Agencia Exportadora de Antofagasta. Posteriormente, se tratan las diferentes campañas militares empezando con la marítima y terminando con la resistencia en la sierra.

Sin embargo, para el presente trabajo de investigación, se vio por conveniente abordar la ocupación militar de Atacama como la primera campaña militar, a pesar que se llevó a cabo antes de la declaratoria de guerra de Bolivia a Chile y de este país al Perú, para lo cual se realizó el análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de esta campaña, empezando con el análisis correspondiente a Chile y luego a Bolivia, empleando el Principio Militar Fundamental.

Planteamiento estratégico y conducción operacional de Chile

Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Podría ser cuestionable establecer el objeto de la guerra si ésta todavía no había sido declarada. Sin embargo, es pertinente recordar la doctrina Portales que entre sus postulados menciona: “Debemos dominar para siempre en el

64 Pacífico. Esta debe ser su máxima ahora y ojalá la de Chile para siempre”. (Mercando, 2010, p.27). La doctrina Portales se implementó como política de estado de Chile en el siglo XIX y se tradujo en objetivos nacionales claramente definidos. A la luz de estos principios, Mercado, (2010), establece que Chile determinó el siguiente objeto de la guerra: El objetivo político de la guerra era la expansión territorial hacia el norte: apropiación de las salitreras y el guano de Antofagasta y Tarapacá, a fin de hacer frente a la difícil situación económica por la que atravesaba el país a consecuencia de la guerra de 1866 y de su política armamentista”. (P.29-30).

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. A la luz del objeto de la guerra mencionado, queda claramente definida la intención de Chile de expandirse hacia el norte empleando el poder militar con el que contaba luego de por lo menos diez años de preparación para la guerra. Para iniciar su expansión militar hacia el norte era imprescindible para Chile ocupar militarmente la provincia boliviana de Atacama. Por lo tanto, es posible definir el objetivo estratégico militar de esta campaña de la siguiente manera: “Ocupar militarmente la provincia boliviana de Atacama, con la finalidad de apropiarse de las salitreras y depósitos de guano y establecer una zona de reunión para su ejército de operaciones, con la finalidad de proyectarlo posteriormente hacia la provincia peruana de Tarapacá y destruir a las escasas fuerzas bolivianas en presencia”.

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. En el caso de la campaña de Atacama, se ocuparon secuencialmente las siguientes localidades pertenecientes a la provincia litoral de Bolivia: Antofagasta, Tocopilla, Cobija y Calama. Se puede definir en estos términos:

65 “Ocupar militarmente el puerto boliviano de Antofagasta, posteriormente las localidades de Tocopilla, Cobija y Calama, ejerciendo vigilancia por medio de unidades navales sobre los puertos bolivianos”.

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior. La ocupación militar del puerto de Antofagasta y la posterior ocupación de las localidades de Tocopilla, Cobija y Calama, ejerciendo vigilancia por medio de unidades navales sobre los puertos bolivianos, permitió consolidar la ocupación militar de la provincia boliviana de Atacama, lo cual facilitó la apropiación de las salitreras y depósitos de guano por parte de Chile y permitió emplear este territorio como zona de reunión del Ejército de Chile para la posterior invasión a la provincia peruana de Tarapacá.

Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Chile contaba con los medios necesarios para cumplir sus propósitos, tanto navales como fuerzas de ocupación. Para concretar la invasión de Atacama empleó los blindados Blanco Encalada, Cochrane y la corbeta O’Higgins y las unidades militares que a continuación se indican: Tres regimientos de línea compuestos por 1,200 hombres cada uno, un batallón de artillería de Marina, un escuadrón de cazadores a caballo compuesto por 600 hombres, un batallón de policía y cuatro batallones de cívicos con 600 plazas cada uno. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.62).

Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Los principales costos que se registran son siete bajas y algunos heridos durante la ocupación de la localidad boliviana de Calama ubicada al norte del río Loa, que fue defendida por un centenar de patriotas acaudillados por el abogado

66 que se enfrentó a las fuerzas chilenas organizadas en un agrupamiento compuesto por 600 hombres al mando del Coronel Sotomayor. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.60). Al margen de las escasas bajas producidas, los costos fueron aceptables, ya que Chile logró su objetivo.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

El objetivo estratégico operacional fue correctamente seleccionado, puesto que con la ocupación de los puertos bolivianos de Antofagasta, Tocopilla y Cobija, se obtuvo el control de las principalidades localidades de la provincia boliviana de Atacama. Asimismo, con la ocupación de Calama, se evitó la posibilidad que las escasas fuerzas bolivianas puedan bajar a la costa y emplear el valle alto del Loa para concentrar sus fuerzas y emprender después la ofensiva. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.59).

Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional fue correctamente seleccionado.

¿Se debió variar?

El objetivo estratégico operacional en esencia se mantuvo, sin que se presente la necesidad de ajustarlo.

¿Se alcanzó?

El objetivo estratégico operacional fue ampliamente alcanzado.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Para la ocupación de la provincia de Atacama, Chile empleó sus blindados Blanco Encalada y Cochrane al igual que la corbeta O’Higgins y las dirigió al

67 puerto principal de Antofagasta, el 14 de febrero de 1879, conduciendo a 500 soldados al mando del Coronel Sotomayor, quien tenía la misión de apoderarse del puerto y subrogar a las autoridades bolivianas, la cual fue cumplida a cabalidad. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.56-57) Una vez tomada Antofagasta, Sotomayor envió parte de su tropa a la quebrada de Caracoles y al solar del Carmen para extender hacia el interior la ocupación y cubrir Antofagasta ante un posible contraataque. (Dellepiane, 2010, Parte I, p. 57) El 15 de febrero, el blindado Blanco Encalada se trasladó frente a Cobija para vigilar este puerto y el de Tocopilla y la corbeta O’Higgins fondeó en Mejillones con el mismo fin, haciendo valer de esta forma el imperio de la fuerza en todo el litoral boliviano. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.57). El 19 de febrero, se embarcó en Caldera el segundo batallón de línea chileno y el 23 del mismo mes el tercero de línea. Ambos batallones se dirigieron a Antofagasta, para extender la ocupación y tomar sólida posesión del territorio invadido. Poco después, partió el cuarto de línea, el batallón Artillería de Marina y otros cuerpos. De este modo, la invasión quedaba consumada, antes incluso de que el gobierno boliviano, en La Paz, tuviese noticias claras de la realización del desembarco chileno en sus costas. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.57-58). El ministro de Guerra de Chile, coronel Saavedra, se embarcó el 7 de marzo en Valparaíso, se trasladó a Atacama y desembarcó en el puerto de Antofagasta el día 11. El 16 de marzo ordenó que la marinería de los barcos echara pie a tierra para apoderarse de Tocopilla y Cobija, lo que en efecto se realizó el 20 de ese mes. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.58). El destacamento de Sotomayor, con un efectivo total de 600 hombres, salió de Caracoles el 21 de marzo y el 23 llegó frente a Calama. El mismo día emprendió el ataque contra los defensores de población, logrando ocupar esta localidad, mientras las escasas fuerzas de resistencia bolivianas se retiraran con dirección a Potosí. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.58). Después de esta acción, el coronel Sotomayor volvió al litoral, ahora sobre Tocopilla, que alcanzó con fuerte escolta. El citado puerto ya estaba ocupado por la marinería del Blanco Encalada. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.59).

68 Como se aprecia, la toma del puerto de Antofagasta, permitió a Chile tener el control de la principal localidad boliviana y asimismo proyectar sus unidades navales sobre los puertos de Cobija, Tocopilla y Mejillones, cubriendo de esta forma el litoral boliviano. La ocupación de la quebrada de Caracoles y el solar del Carmen, permitió cubrir adecuadamente Antofagasta y la toma de Calama, anuló la posibilidad que Bolivia concentre fuerzas al norte del río Loa. Luego de ocupar Antofagasta para emplearla posteriormente como base de operaciones avanzada, al igual que la quebrada Caracoles, las fuerzas chilenas alcanzaron posiciones relativas favorables progresivamente con la ocupación de los puertos bolivianos de Tocopilla, Cobija y Mejillones así como la localidad de Calama. La maniobra estratégica operacional ofensiva permitió a Chile lograr sus propósitos. Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. Para la ocupación de Antofagasta, Chile empleó 500 soldados embarcados a bordo de sus unidades navales. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.56). Para la toma de los puertos de Tocopilla y Cobija, se empleó la marinería de los buques chilenos. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.58). Para la ocupación de Calama, se emplearon las siguientes fuerzas: Tres compañías del segundo de línea. Una compañía del cuarto de línea. Un escuadrón de cazadores a caballo. Dos piezas de artillería de montaña. Una compañía de pontoneros, que recibió el nombre de “Compañía de Carpinteros”. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.60). Las tropas de ocupación de Atacama eran las siguientes en la segunda quincena de marzo: Regimiento 2 de línea (1,200 hombres).

69 Regimiento 3 de línea (1,200 hombres).

Regimiento 4 de línea (1,200 hombres).

Batallón Artillería de Marina (600 hombres).

Un escuadrón de cazadores a caballo.

Un batallón de Policía y cuatro batallones de cívicos, de 600 plazas cada uno, que hacían 2,400 infantes de suplemento. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.61-62).

Considerando que las fuerzas bolivianas eran muy inferiores y que la única resistencia que ofrecieron fue la de Calama con un centenar de hombres, se concluye que Chile efectuó una adecuada distribución de su poder combativo que le permitió alcanzar sus objetivos.

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Chile dispuso de la más amplia libertad de acción para cumplir su cometido de ocupar militarmente la provincia boliviana de Atacama. Sin una declaratoria de guerra previa, ocupó sin ningún escrúpulo los puertos y poblaciones principales de esta región sin que se registren restricciones de consideración para que mantengan una adecuada libertad de acción.

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional impuesto a la Armada y al Ejército de Chile consistente en “Ocupar militarmente el puerto boliviano de Antofagasta, posteriormente las localidades de Tocopilla, Cobija y Calama, ejerciendo vigilancia por medio de unidades navales sobre los puertos bolivianos”, fue correctamente seleccionado y asimismo, a la luz de los resultados de la campaña de Atacama, se concluye que fue ampliamente alcanzado.

70  La elección de Antofagasta como base de operaciones avanzada fue acertada y la maniobra operacional realizada a través de una ofensiva permanente, permitió alcanzar posiciones relativas favorables.  El poder combativo de la Armada y el Ejército de Chile, fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter ofensivo que fue sostenible en el tiempo y permitió ocupar militarmente la provincia de Atacama.  No se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración que afecten de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, pudiendo comprometerlas operacionalmente.

Planteamiento estratégico y conducción operacional de Bolivia Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Chile y Bolivia mantenían constantes disputas territoriales sobre la provincia litoral de Bolivia denominada Atacama. En varias ocasiones se fijaron límites más al norte o al sur del paralelo 24, sin embargo era evidente la intención de Chile de ocupar esta provincia boliviana debido a las riquezas naturales consistentes en las salitreras y depósitos de guano. En estas circunstancias, Bolivia y Perú firmaron un tratado de alianza defensiva el 6 de febrero de 1873, que en realidad no encerraba ninguna amenaza contra determinada nación. (Mercado, 2010, p. 14). Con la firma de este tratado, Bolivia, carente de Armada y de un Ejército capaz de hacer frente al de Chile, contaba con el Perú como un aliado con el cual tenían razonables posibilidades de hacer frente a las intenciones de conquista chilenas. Cuando el presidente boliviano Hilarión Daza decide grabar un impuesto de diez centavos por quintal de salitre exportado, a la Agencia Exportadora de Antofagasta, Chile intimó a Bolivia a fin que derogue el decreto que imponía este pago, sin embargo Bolivia reaccionó con la nacionalización de todas las salitreras e intereses chilenos en Antofagasta y envío al Perú un comisionado para la petición de garantías sobre el cumplimiento del Tratado de la Alianza suscrito en 1873. (Mercado, 2010, p.30).

71 En respuesta, el 14 de febrero de 1879 Chile procedió a ocupar militarmente la provincia de Atacama, lo cual constituye una tácita declaratoria de guerra, puesto que atenta directamente a la soberanía, independencia e integridad territorial de otro Estado, y finalmente Bolivia reaccionó declarando formalmente la guerra a Chile. A la luz de los hechos, es posible determinar el siguiente objeto de la guerra por parte de Bolivia: “Evitar la expansión territorial de Chile hacia el norte y la expropiación de las salitreras y el guano de Antofagasta, por medio de la exigencia de garantías de cumplimiento del Tratado de la Alianza suscrito con el Perú en 1873”.

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. Considerando el objeto de la guerra antes mencionado, y la carencia de líneas de comunicaciones que conecten el núcleo del Bolivia con la provincia litoral, sumado a las escasas fuerzas con que contaba este país, en realidad eran muy pocas las opciones que le quedaban. Bolivia no tenía la capacidad de ofrecer resistencia ante la ocupación chilena, por lo tanto lo más razonable que podía hacer era ceder espacio a cambio de tiempo, con la finalidad de reunir fuerzas que puedan hacer frente al enemigo mientras se exigía el cumplimiento del tratado defensivo firmado con el Perú. Por lo tanto, el objetivo estratégico militar puede ser expresado de la siguiente forma: “Recuperar militarmente la provincia ocupada de Atacama, reivindicando la propiedad sobre las salitreras y depósitos de guano confiscados, cuando se den las condiciones para efectuar una contraofensiva con el apoyo del país aliado”.

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. En el caso de la campaña de Atacama, ante la ocupación de las localidades de Antofagasta, Tocopilla, Cobija y Calama; pertenecientes a esta provincia y ante la falta de fuerzas que puedan hacer frente al enemigo, se puede definir en estos términos:

72 “Reunir tropas en el interior del país para concentrarlas con las fuerzas aliadas con la finalidad de librar una batalla decisiva que permita expulsar al enemigo de los territorios ocupados”.

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior. Ante la ocupación militar de la provincia de Atacama, Bolivia no pudo ofrecer resistencia debido a que no contaba con fuerzas militares capaces de hacerlo. Cuando se produjo el desembarco de las tropas chilenas en Antofagasta, Bolivia solo contaba con algunos policías a quienes se les desarmó y se les dio la orden de dirigirse a Cobija por tierra. “El prefecto boliviano Zapata entregó la localidad al comandante de las fuerzas invasoras, desarmó a sus policías y se asiló en el consulado peruano, para embarcarse después en un buque de la carrera y dirigirse a Cobija, ordenando a la tropa y las autoridades subalternas se encaminaran por tierra al mismo lugar”. (Dellepiane, 2010, Parte I, p.57). Una vez que las tropas chilenas desembarcaron en Antofagasta, inmediatamente procedieron a la ocupación de Mejillones y Caracoles, que constituían los lugares de mayor importancia en la provincia litoral boliviana. Los sitios de más importancia del territorio reivindicado eran Antofagasta, Mejillones y Caracoles. Mejillones fue ocupado por la O’Higgins, comandada por el capitán de fragata don , y Caracoles por una compañía de infantería, ambas, inmediatamente después del desembarco de nuestras tropas en Antofagasta”. (Bulnes, 1914, p.160). Cuando los barcos chilenos echaron marinería a tierra para apoderarse de Tocopilla y de Cobija, no hubo resistencia boliviana, sin embargo si se presentó una débil oposición de un centenar de patriotas, cuando los chilenos tomaron Calama. Para Bolivia, que contaba con solamente con un Ejército de 2,000 hombres, (Dellepiane, 2010, Parte I, p.63), la única forma de lograr la consecución de su objetivo estratégico militar, era lograr la participación de su aliado en la guerra que declaró formalmente a Chile. Es por esta razón que Chile

73 exigió al Perú que declare su neutralidad en la contienda, a lo cual se opuso, por honrar el tratado defensivo firmado en 1873, con lo cual Chile tuvo el pretexto perfecto para declarar la guerra al Perú e iniciar la campaña marítima. La aptitud del objetivo estratégico operacional de Bolivia, estaba supeditada a la participación del Perú en la guerra, a la reunión de las fuerzas bolivianas con las peruanas en Tacna y al triunfo de las fuerzas aliadas en una batalla decisiva; sin embargo se cumplieron solo las dos primeras condiciones, debido a que las tropas chilenas consolidaron la ocupación de Atacama durante los meses de febrero y marzo de 1879, sin embargo las bolivianas partieron de La Paz el 14 de abril, logrando reunirse con las fuerzas peruanas en Tacna el 30 del mismo mes. Mientras tanto, la campaña naval se había iniciado el 05 de abril, apenas Chile declaró la guerra al Perú, por lo que las fuerzas terrestres contendoras esperaban los resultados de lo que suceda en esta campaña.

Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Bolivia no contaba con Marina y su Ejército estaba constituido por unas cuantas unidades que apenas llegaban a 2,000 hombres (Dellepiane, 2010, Parte I, p.63), el cual se encontraba en el interior del país. Era imprescindible que logre reunir las fuerzas disponibles sumadas a las que pueda movilizar, con las fuerzas peruanas, lo cual se produjo posteriormente.

Por lo cual la factibilidad del objetivo estratégico operacional de Bolivia, estaba supeditado a la reunión de sus fuerzas con las de su aliado el Perú.

Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Los costos que sufrió Bolivia durante la campaña de Atacama fueron aceptables, puesto que al no contar con fuerzas en la provincia litoral, solo un centenar de patriotas ofrecieron resistencia en Calama, produciéndose pocas bajas. La movilización del Ejército boliviano se produjo en el interior del país,

74 fuera del alcance de las armas chilenas, por lo que los costos humanos y materiales durante la campaña fueron aceptables.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

El objetivo estratégico operacional fue correctamente seleccionado, debido a que Bolivia no tenía otras opciones, más que retirarse de la provincia ocupada por las tropas chilenas para poder movilizar a su población y lograr organizar un Ejército que se reúna con las fuerzas peruanas para poder hacer frente al enemigo con la finalidad de lograr desalojarlo de los territorios ocupados con posibilidades de éxito.

Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional fue correctamente seleccionado.

¿Se debió variar?

El objetivo estratégico operacional, de manera general se mantuvo durante la campaña de Atacama. Bolivia no tenía otras opciones, por carecer de fuerzas suficientes que le permitan hacer frente a las fuerzas chilenas sin la ayuda de su aliado y por la dificultad de trasladar el Ejército que llegó a movilizar desde La Paz hacia la provincia de Atacama, por la carencia de líneas de comunicaciones.

¿Se alcanzó?

El objetivo estratégico operacional no fue alcanzado, puesto que las tropas chilenas consolidaron la ocupación de la provincia de Atacama durante los meses de febrero y marzo.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico.

75 Al producirse la ocupación chilena de los territorios ubicados al sur del paralelo 23°, Bolivia tenía dos grandes desventajas: la primera que no contaba con fuerzas capaces de hacer frente al enemigo y la segunda, que el lugar donde se reunían tropas para la guerra estaba ubicado en el interior del país, a mucha distancia del litoral, lo cual imposibilitaba un rápido despliegue de fuerzas que hagan frente a las tropas invasoras y el punto de partida de las fuerzas bolivianas constituía una posición relativa muy desfavorable para la consecución del objetivo estratégico operacional planteado. Chile, ni bien ocupó el puerto de Antofagasta el 14 de febrero de 1879, se preocupó por asegurar que no queden fuerzas de resistencia boliviana en Calama por considerarlo un punto importante donde podían acudir tropas de refuerzo, por lo cual aseguró el lugar que fue en donde se produjeron las primeras acciones bélicas de la guerra. Era deseo antiguo en Sotomayor la ocupación de Calama. La llamaba “el punto más importante, por ser el que todos necesitan ya sea de la costa al interior o de éste a la costa”. En realidad exageraba el valor militar de esa aldea. De una opinión más exacta, era el comandante del 2do de línea don Eleuterio Ramírez, que a la sazón residía con parte de su cuerpo en Caracoles, quien por informaciones recogidas en buena fuente, la calificaba como un sitio desprovisto de recursos y casi inútil para un ejército que viniera de Bolivia, por estar situado a enorme distancia de las poblaciones de la altiplanicie. (Bulnes, 1914, p.173). Sin embargo, la apreciación de la situación hecha por el presidente chileno Pinto, era muy acertada, el consideraba que era sumamente difícil para un ejército reunido en el interior del país, que pueda acudir a la provincia litoral para hacer frente a la situación. En medio de la confusión de ideas que reinaba en esos momentos, Pinto contemplaba el problema con perfecta claridad. Creía imposible que un ejército boliviano pudiese atravesar en cuerpo el enorme desierto que separa la altiplanicie del litoral, careciendo de alojamientos, de víveres, de caminos. A lo más, decía, podría venir en partidas. Esto en el supuesto que Bolivia tuviese un ejército listo, lo que tampoco creía por los informes que había recibido. (Bulnes, 1914, p.180). Asimismo, el presidente Pinto, consideraba más difícil aún que un ejército reunido en Tarapacá pueda desplazarse hacia Antofagasta, debido a la

76 naturaleza del terreno y a las limitaciones logísticas. Es importante resaltar que consideraba, en caso el Perú decidiese apoyar en la guerra a Bolivia, honrando el tratado defensivo firmado en 1973, que las primeras acciones se desarrollarían en el mar, y en caso el Perú logre la superioridad naval, no hubiese servido de nada para Chile reunir fuerzas en Antofagasta.

Mas imposible aun le parecía que se moviese el ejército de Tarapacá por el camino de la costa a amagar las posiciones de Antofagasta, porque si el de la altiplanicie era difícil de cruzar, más lo seria este, sin agua, ni forrajes. Con precisión notable pensaba que en caso de haber guerra con el Perú seria marítima al principio, y que en el supuesto de que Chile perdiese la superioridad naval no se habría ganado nada con aglomerar el ejército en Antofagasta que sería bloqueado por la sed y el hambre. (Bulnes, 1914, p. 180). Bulnes (1914), indica asimismo que las ideas antes mencionadas se encuentran expresadas en su correspondencia particular. A Saavedra le decía: “Por los datos que tenemos de la naturaleza del camino que él tendría que atravesar (el ejército boliviano) considero de todo punto imposible la traslación por ese camino de un ejército reunido, por escasa que sea su fuerza. Tendría que hacer la travesía en destacamentos muy pequeños que serían fácilmente apresados por nuestras tropas. Considero imposible la venida de un ejército del interior de Bolivia, habiendo en el litoral fuerzas enemigas que impedirían su organización en Calama o Chiu Chiu, pero conviniendo en la posibilidad, esto no podría suceder sino pasados algunos meses por la muy perentoria razón de que en el interior de Bolivia no hay ejército que pueda venir. La guerra con el Perú, en el caso de que este se decidiera a ponerse del lado de Bolivia, sería marítima mientras nosotros no vayamos a buscarlos. Por mar no podrían venir mientras no destruyan nuestra Escuadra y en el caso de que lo consiguieran, lo primero que deberíamos hacer era retirarnos de Antofagasta. Sin marina no podríamos sostenernos allí. Para concluir con las fuerzas que tenemos en el litoral no necesitarían enviar un ejército: les bastaría bloquear los puertos e impedir la entrada de víveres. Que de Iquique vengan por tierra es de todo punto imposible. Si hay dificultades por el camino de Potosí a Calama, esas dificultades son infinitamente mayores en el camino de la costa. Y dado caso que se decidieran a esa empresa,

77 tendríamos tiempo muy de sobra para enviar las fuerzas necesarias para rechazar las que vinieran. Si uno concibe que pudieran ocultarse los movimientos de un ejército que viniera de Potosí a Calama, no sucede lo mismo con uno que saliera de Iquique en dirección a Antofagasta. (Bulnes, 1914, p.180-181). Asimismo, Bulnes (1914), indica que el presidente Pinto, con posterioridad le repetía: “Agresión del interior no debemos esperarla. Cada día me persuado más de esto. La primera campaña con el Perú sería marítima. Vencedores nosotros en el mar, el campo de batalla será el Perú”. (p.181).

Por lo anteriormente expuesto, considerando las dificultades que representaba para un ejército trasladarse tanto de La Paz como de Tarapacá a Antofagasta, se concluye que las fuerzas bolivianas partieron de posiciones relativas totalmente desfavorables para alcanzar sus objetivos, por lo cual lo único que les quedaba era efectuar la movilización en el interior del país para organizar un ejército que sea trasladado hacia una zona de reunión con las fuerzas aliadas peruanas en la región de Tacna, a la espera de lo que suceda en la campaña naval.

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. En relación a las fuerzas que Bolivia pudo reunir desde que se inició la guerra, Bulnes (1914) indica lo siguiente:

Constaba entonces el ejército boliviano de 1,300 plazas incompletas, distribuidas en tres cuerpos de infantería el Nro. 1 los Colorados, el 2 y el 3 y dos de caballería, uno de Húsares, otro de Coraceros. (Bulnes, 1914, p.165). El cuerpo de lujo eran los Colorados, base del orden político existente. Estaba armado de rifles Remington, mientras los otros tenían fusiles de fulminante o de piedra, precaución habilidosa del dictador para que en un momento dado su cuerpo favorito, el suyo, pudiera dominar a los demás. En sus filas había ex-

78 oficiales cuyos grados variaban entre subtenientes y capitanes, que servían como soldados pero con sueldos adecuados a su antigua posición, que Daza fijaba arbitrariamente. (Bulnes, 1914, p.165). Esos oficiales eran el residuo de las conmociones internas, los estratos de escalafones sucesivos que iban dejando en el subsuelo las revoluciones victoriosas. (Bulnes, 1914, p.165). El país valía mucho más que su gobierno. Conmovido en sus fibras más íntimas por la ocupación de Antofagasta sus principales ciudades rivalizaron noblemente por contribuir a la defensa nacional. La Paz organizó un cuerpo con jóvenes de la clase superior y cuatro batallones de infantería, el Murillo, el Paucarpata, el Victoria y el Independencia; Cochabamba otros cuatro, el Padilla, dos Aroma (el Nro. 1 y 2), el Viedma y un escuadrón de caballería; Sucre otros dos, el Olañeta y los Libres del Sur; Oruro, el Dalence; Potosí, los Vengadores. (Bulnes, 1914, p.165). Con algunos de estos cuerpos y con uno del ejército boliviano denominado Franco-Tiradores de Antofagasta se formó una división a cargo del coronel don Eliodoro Camacho, que figura en la guerra como personaje de primer término. (Bulnes, 1914, p.166). Este ejército entre el nuevo y el antiguo, ascendía a 7,000 hombres, sin contar una 5ta división con habitantes del sur, a cargo del general don , oficial educado, bastante leído, que mandó en jefe el ejecito aliado en la batalla de Tacna. (Bulnes, 1914, p.166). Con la parte del ejército que no correspondía a las divisiones de Camacho y de Campero se crearon cuatro más, mandadas, la 1era por el general don Carlos de Villegas: la 2da, por el general don Casto Arguedas: la 3er, por el general don Pedro Villamil: la 4ta, por el general don Luciano Alcoreza. Tomó el mando en jefe el Presidente Daza al que servía de guardia personal un escuadrón de caballería vestido con cascos y corazas que habían pertenecido a la guardia imperial de Napoleón III. Daza en sus arengas apodaba a este escuadrón con el nombre de inmortales, o “Décima legión de César” Como el erario estaba muy pobre, el pueblo boliviano proporcionó animales para la movilización y ropa al ejército expedicionario. En poco más de dos meses este ejército estuvo en situación de marchar a la costa. (Bulnes, 1914, p.166-167). Como se puede apreciar, en aproximadamente dos meses Bolivia llegó a reunir un Ejército de 7,000 hombres sin contar con la división al mando del

79 coronel Narciso Campero y las cuatro divisiones adicionales, el cual sumado a las fuerzas peruanas que debían reunirse con las bolivianas en Tacna, otorgaba a los aliados razonables posibilidades de vencer en la guerra.

Sin embargo, cabe resaltar que la reunión de las tropas bolivianas con las peruanas se produjo recién el 30 de abril de 1879 en Tacna, cuando las fuerzas chilenas ya habían ocupado la provincia litoral de Bolivia y la campaña naval ya se había iniciado tras la declaratoria de guerra de Chile al Perú y Bolivia producida el 5 de abril de 1879.

Mantener una adecuada libertar de acción. Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. La principal restricción a la libertad de acción que presentó Bolivia, consistió en el hecho de concentrar el poder político y el poder militar en la figura del dictador Hilarión Daza, lo cual imposibilitaba que se separe la función del gobernante político de la función del estratega militar impidiendo que se otorgue discrecionalidad en la conducción de las operaciones que permitan alcanzar sus objetivos a los niveles subordinados.

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional consistente en “Reunir tropas en el interior del país para concentrarlas con las fuerzas aliadas con la finalidad de librar una batalla decisiva que permita expulsar al enemigo de los territorios ocupados” fue correctamente seleccionado, y asimismo, a la luz de los resultados obtenidos luego de la campaña, se concluye que no fue alcanzado, puesto que la ocupación chilena se produjo entre febrero y marzo de 1879; y las tropas bolivianas se reunieron con las peruanas recién el 30 de abril en Tacna, habiendo salido de La Paz el 14 del mismo mes.  Considerando las dificultades que representaba para un ejército trasladarse tanto de La Paz como de Tarapacá a Antofagasta, se concluye que las fuerzas bolivianas partieron de posiciones relativas totalmente

80 desfavorables para alcanzar sus objetivos, por lo cual lo único que les quedaba era efectuar la movilización en el interior del país para organizar un ejército que sea trasladado hacia una zona de reunión con las fuerzas aliadas peruanas en la región de Tacna, a la espera de lo que suceda en la campaña naval. La maniobra estratégica operacional no permitió a las fuerzas bolivianas alcanzar posiciones relativas favorables, que posibiliten la dislocación de las fuerzas chilenas durante la campaña de Atacama.  En cuanto a la distribución del poder combativo; el Ejército en el interior del país que llegó a reunir aproximadamente 7,000 hombres en dos meses, sin contar con la división al mando del Coronel Narciso Campero y las cuatro divisiones adicionales, el cual sumado a las fuerzas peruanas que debían reunirse con las bolivianas en Tacna; fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter defensivo, que otorgaba a los aliados razonables posibilidades de vencer en la guerra. Sin embargo, la maniobra estratégica operacional no fue sostenible en el tiempo y no permitió alcanzar los objetivos esperados.  La principal restricción a la libertad de acción de consideración que afectó de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, pudiendo comprometerlas operacionalmente durante la campaña que se produjo, consistió en la falta de separación de la función del gobernante político del estratega militar, debido a que el más alto nivel político a la vez ejercía el más alto mando militar, personalizado en la figura del general Hilarión Daza.

4.1.2 Campaña Naval

Para efectuar el análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de la campaña naval y la forma cómo fue variando a lo largo de la misma, se analizará en primera instancia el planteamiento estratégico y la conducción operacional de la Armada de Chile y posteriormente de la Armada del Perú, para lo cual se evaluará la disputa del control del mar, empleando el Principio Militar Fundamental.

81 Planteamiento estratégico y conducción operacional chilena Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Usualmente está definido en términos retóricos y ambiguos, sin embargo es posible determinar el objeto de la guerra de la siguiente forma: “Expandir las fronteras de Chile hacia territorios bolivianos y peruanos, con la finalidad de alcanzar el predominio en el Pacífico Sudamericano”. Sin embargo, hay autores que relacionan el objeto de la guerra a la destrucción completa de las fuerzas contrarias:

“El objeto de una guerra no es la destrucción de la escuadra enemiga ni la ocupación de su territorio, sino la destrucción o desarme total de las fuerzas enemigas. Así pues el ejército se encargaría del aniquilamiento del ejército peruano y boliviano”. (López, 1969, p. 279).

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. Se puede definir en los siguientes términos: “Mantener los territorios bolivianos ocupados y proyectar su poder militar en territorio peruano con la finalidad de conquistarlos y retenerlos”.

Para lograr el objetivo anterior se trazaron los siguientes objetivos secuenciales:

 “Destrucción de la Armada Peruana y entorpecimiento de las comunicaciones marítimas enemigas hasta más al norte del Callao.  Conquista de la provincia de Tarapacá y destrucción de las fuerzas militares aliadas en presencia.  Conquista de la provincia de Moquegua y destrucción de las fuerzas militares en presencia.  Conquista de Lima y destrucción del núcleo militar principal adversario.  Destrucción de las fuerzas irregulares adversarias”. (Aranda, 2004: p.4).

82 Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. En el caso de la campaña naval, el objetivo estratégico operacional está relacionado a la obtención del control del mar, el cual implica la defensa de las líneas de comunicaciones propias y el ataque de las líneas de comunicaciones enemigas; asimismo puede ser obtenido por medio de la destrucción de la flota enemiga en una batalla decisiva. Se puede definir en estos términos: “Obtener el control del mar mediante la destrucción de la escuadra peruana en una batalla decisiva o bloqueándola para luego proyectar su poder militar sobre territorio peruano”. (Ortiz, 2014, p.35).

También puede estar referido al bloqueo de los puertos principales con lo cual se buscaba afectar la economía de la zona e impedir su fortificación; sin renunciar a la necesidad de obtener el control del mar y apoyar la invasión por tierra.

“Bloquear Iquique y destruir todos los elementos de carguío del guano y salitre en Tarapacá afectando la generación de recursos fiscales necesarios al esfuerzo de la guerra, e impedir su fortificación, con el fin de conquistar el control del mar mediante la destrucción, neutralización o captura de la escuadra de combate peruana, y de sus transportes, y apoyar la invasión de Tarapacá”. (Carvajal, 2004: p. 518).

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior. El control del mar inicialmente no fue alcanzado ya que la escuadra chilena se preocupó más del bloqueo de Iquique evitando su fortificación y a la espera del ataque de las unidades peruanas, sin embargo se cruzó con ellas al ir a buscarlas al Callao.

Con el cambio de estrategia, logró capturar al Huáscar y obtuvo a su favor el control del mar quedando prácticamente libre para proyectar su poder militar en territorio peruano.

83 Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Chile contaba con los medios necesarios para cumplir su cometido, sin embargo inicialmente no fueron adecuadamente empleados. Luego de la crisis política originada por los reveses sufridos, se hicieron los ajustes necesarios para capturar al Huáscar, cambiando el curso de la guerra.

Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Los principales costos fueron la pérdida de la Esmeralda, la captura del Rímac, el hundimiento del Loa y la Covadonga, entre otros. Al margen de los resultados obtenidos, los costos fueron aceptables, ya que lograron su cometido de controlar el mar y usarlo para proyectar sus fuerzas de invasión al Perú.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

Inicialmente, la escuadra chilena se concentró en el bloqueo y la destrucción de las naves peruanas por medio de una batalla decisiva, pero descuidó sus líneas de comunicaciones.

Con el cambio de mando de la Armada, logró capturar el Huáscar y controlar el mar. Por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional fue correctamente seleccionado; sin embargo la Armada de Chile cometió errores iniciales que luego fueron corregidos.

¿Se debió variar?

El objetivo estratégico operacional en esencia se mantuvo, sin embargo fue ajustándose de acuerdo a la secuencia de consecución de los objetivos estratégicos militares antes detallados, lo cual se explica en la adecuada distribución del poder combativo.

84 ¿Se alcanzó?

Inicialmente no, pero luego de los ajustes necesarios fue ampliamente alcanzado. Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Las características del teatro de operaciones marítimo, debido a la considerable distancia entre el Callao y Valparaíso, demandaron la necesidad de establecer bases de operaciones avanzadas tanto para las fuerzas chilenas como para las peruanas. La elección de Antofagasta como base de operaciones avanzada de la escuadra chilena fue acertada, ya que permitió proyectar sus operaciones sobre Iquique el cual pretendía ser fortificado por las fuerzas peruanas. “Se sabía que el Perú trataría de establecer una base de operaciones, lo más al sur posible, fortificando Iquique y si esto no fuera posible, Arica. La primera medida era destruir o impedir estas fortificaciones. Así lo ordenaba el gobierno”. (López, 1969. P.235). La necesidad de bloquear el puerto de Iquique por parte de la Armada de Chile se reveló inmediatamente ni bien Chile declaró la guerra al Perú. “Williams optó, pues, por el más práctico de los planes a mano: el bloqueo de Iquique para impedir su fortificación”. (López, 1969. P.235).

Luego de elegir Antofagasta como base de operaciones avanzadas, las fuerzas chilenas alcanzaron posiciones relativas favorables progresivamente con la ocupación de los puertos peruanos de Iquique, Arica y finalmente el Callao. La maniobra operacional ofensiva les permitió lograr sus propósitos.

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la

85 maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento.

Inicio de la Campaña Naval La distribución del poder combativo de las naves chilenas al inicio de la campaña, es cuestionada incluso por autores de ese país, por no haberlas organizado adecuadamente de acuerdo a sus características técnicas o a la misión que debían de cumplir.

“Contrariamente a las excelentes disposiciones peruanas, Williams agrupó su escuadra sin preocuparse del andar o de la misión que debía cumplir. Fue así como se juntaron acorazados con corbetas inservibles, buques de mucho andar con otros de reducido, en fin una combinación destinada más bien a protegerse mutuamente o a los más débiles que para atacar al enemigo, buscándolo y obligándolo a combatir”. (López, 1969. P.235).

El Jefe de la Armada de Chile, Almirante Williams Rebolledo, se empeñó desde el inicio de la contienda en buscar la destrucción de la escuadra peruana e impedir la fortificación del puerto de Iquique, “La primera orden que recibió Williams fue de destruir o inhabilitar la escuadra peruana e impedir la fortificación de Iquique” (López, 1969. P.235).

Cuando se produjo el cambio del Ministro de Guerra, la nueva autoridad comunicó la orden del gobierno de Chile de buscar destruir la escuadra peruana en el Callao, en vista que no se hacían presente en Iquique. “El gobierno había nombrado ministro de guerra en campaña a don Rafael Sotomayor, quien llevó a Williams el encargo del gobierno de que atacara al Callao directamente”. (López, 1969. P.236).

Sin embargo, cuando Williams Rebolledo cumplió la orden recibida y envió a su escuadra con dirección al Callao, dejando a la corbeta Esmeralda y a la cañonera Covadonga a cargo del bloqueo del puerto de Iquique, se produjo el cruce en altamar de ambas escuadras, sin que lleguen a avistarse; lo cual permitió a la primera división peruana escoltar sin contratiempos a los transportes Oroya, Chalaco y Limeña, los mismos que llegaron a desembarcar

86 su cargamento en Arica sin ningún contratiempo; y posteriormente dirigirse a Iquique a romper el bloqueo del puerto, lo cual ocasionó el hundimiento de la corbeta Esmeralda y la posterior pérdida de la fragata Independencia en Punta Gruesa. “Chile no tenía otra alternativa que bloquear Iquique o Arica y Williams había tomado una decisión inteligente. Cuando abandonó el bloqueo las consecuencias fueron gravísimas”. (López, 1969. P.237).

El almirante Williams Rebolledo buscaba atraer a la escuadra peruana al sur del Perú, para lo cual efectuaba acciones de hostigamiento y sabotaje en la costa sur de éste país.

Williams pretendía con estos ataques hostilizar en lo posible a toda la costa sur del Perú, obligando así al enemigo a enviar su escuadra contra los atacantes. Este propósito lo llevó hasta el bombardeo de Iquique con el objeto de destruir la resacadora de agua y la línea férrea. (López, 1969. P.240).

Al inicio de la campaña, hasta el combate naval de Iquique, se aprecia que la Armada de Chile no efectuó una adecuada distribución del poder combativo, su esfuerzo principal se enfocó en el bloqueo del puerto de Iquique y la infructuosa búsqueda de las naves peruanas en el Callao.

Del relato de estas operaciones se desprende que la escuadra chilena no se movía con un plan estratégico definido. Confiado en la sicología de los marinos peruanos que creía igual a la de los chilenos, Williams esperaba en Iquique el ataque del enemigo. Como éste no llegaba, Williams, sin comunicar a nadie sus ideas, había acumulado carbón, víveres y municiones. (López, 1969. P.240).

Pérdida de la fragata peruana Independencia La pérdida de la fragata Independencia, significó para el Perú quedarse con la mitad de su poder naval. Sin embargo, pese al gran revés sufrido por las fuerzas peruanas, la escuadra chilena no evidenció una redistribución de su importante poder combativo. Captura del transporte chileno Rímac La captura del transporte chileno Rímac, con un regimiento de caballería abordo del mismo, evidencia que la escuadra chilena no había aprovechado la ventaja que significó la pérdida de la fragata Independencia para la Armada del

87 Perú, puesto que el Huáscar al mando del contralmirante Miguel Grau, continuó disturbando a la escuadra contraria, disputando el control del mar en forma limitada y ganando un valioso tiempo para que el Ejército del Sur reciba los refuerzos y aprovisionamientos que necesitaba. “Este desastroso revés para Chile, era el resultado de una serie de ineptitudes y producto directo del mal control que el gobierno ejercía de los movimientos y acciones de la guerra”. (López, 1969. P.266).

Asimismo, la captura del Rímac ocasionó en Chile una grave crisis política, la cual produjo a su vez importantes decisiones al más alto nivel del gobierno de este país, que incluyó el relevo del comodoro Williams Rebolledo por el capitán de navío Galvarino Riveros, quien recibió órdenes directas del Ministro de Guerra.

El nuevo Ministro de Guerra, don Domingo Santa María, dio al jefe de la escuadra, por primera vez, instrucciones claras y precisas. Se le ordenaba: Hostilizar por todos los medios posibles a la escuadra peruana… persiguiendo los buques enemigos por todos los medios adecuados y dondequiera que se encuentren. (López, 1969, p. 271).

Asimismo, a partir de este momento, la escuadra chilena decide cambiar su estrategia en la campaña, lo cual implicó redistribuir de manera adecuada su poder de combate con la finalidad de lograr la captura del monitor Huáscar. “Todo ello llevó a un drástico cambio de estrategia en la campaña naval chilena, concentrando todos sus esfuerzos en anular la principal amenaza a sus líneas de comunicaciones marítimas: el monitor Huáscar”. (Ortiz, 2014, p.20).

Captura del monitor Huáscar Para lograr la redistribución del poder de combate de la escuadra chilena, se tomó la decisión de organizarla en dos divisiones agrupadas de acuerdo a su andar, considerando un acorazado en cada una de ellas.

Se acordó dividir la escuadra en dos divisiones. La primera sería la de mayor andar y se centraba alrededor del Cochrane, al que se sumaban el Loa y la corbeta Chacabuco. La segunda, designada también como la pesada, se componía del Blanco, la Covadonga y el Matías Cousiño”. (López, 1969, p. 271).

88 La redistribución del poder de combate de la escuadra chilena permitió que esta cuente con dos poderosas divisiones navales, que luego de un planeamiento adecuado, lograron el objetivo imprescindible de lograr la captura del monitor Huáscar para poder obtener el control del mar, ya que el Perú quedaba prácticamente sin poder naval.

Con la captura del Huáscar el poder naval del Perú quedaba prácticamente eliminado. Ya no se librarían batallas navales entre buques blindados pero la escuadra chilena quedaba con dos misiones importantísimas: el bloqueo de puertos en manos del enemigo y el transporte de tropas del ejército. (López, 1969, p. 279).

Sin embargo, considerando que el control del mar normalmente no es absoluto, la escuadra chilena debía continuar los esfuerzos de proteger sus líneas de comunicaciones y transportar al ejército de invasión. “…pero la Armada debía transportar a los soldados al campo de operaciones y mantener libres las líneas de comunicaciones. Había también que impedir los raids o expediciones por parte de los pocos buques que quedaban al gobierno peruano”. (López, 1969, p. 279).

Asimismo, un tercer esfuerzo comprometía a la escuadra chilena en esta etapa la guerra, el cual estaba relacionado al bloqueo de la costa peruana para impedir la llegada de armamentos para reforzar al Ejército o a la Armada Peruana.

Podemos añadir una tercera misión de la escuadra chilena y ésta era bloquear la costa del Perú con el fin de impedir la llegada de armamentos para reforzar el ejército o la Armada. Esta misión dependía para su éxito de los agentes chilenos en el extranjero que comunicaban al hacer debido a lo extenso del litoral peruano, cuyo bloqueo total era impracticable. (López, 1969, p. 279).

El resultado de la redistribución del poder de combate de la escuadra chilena fue tan significativo, para obtener el control del mar, que una vez capturado el Huáscar, inmediatamente se procedió a la ocupación de la provincia peruana de Tarapacá.

89 La pérdida del Huáscar le otorgó a Chile el control del mar que requería para pasar a la ofensiva terrestre, la misma que inició el 2 de noviembre al atacar y ocupar el puerto de Pisagua, venciendo la tenaz resistencia de la guarnición aliada. (Ortiz, 2014, p.21).

Acciones posteriores a la captura del monitor Huáscar

El desembarco de las fuerzas de invasión en Pisagua constituyó una sorpresa estratégica, en que la Armada de Chile jugó un papel fundamental transportando al ejército de ocupación, contando con la ventaja de una amplísima superioridad naval producida a raíz de la captura del Huáscar.

Una vez conquistada Pisagua, el gobierno de Chile dio órdenes a su Armada para retomar el bloqueo de Iguique, hostilizar puertos peruanos y cortar las comunicaciones de las fuerzas aliadas.

Asegurada Pisagua, Sotomayor dio a Riveros instrucciones precisas sobre las operaciones de la escuadra. Estas, que si bien no eran específicas en cuanto a su ejecución, dejaban bien en claro cuáles eran los objetivos de la armada. Se ordenaba primero la reanudación del bloqueo de Iquique y luego la hostilización de los puertos peruanos, tratando de cortar las comunicaciones del enemigo. Para esto se sugería la expedición de una de las corbetas al norte y el rastreo del cable submarino con el fin de aislar a Arica. (López, 1969, p. 284).

Durante la campaña de Tacna, la escuadra chilena recibió instrucciones de su gobierno para destruir elementos de embarque y explotación de guano en las islas de Lobos, bloquear el Callao y continuar hostilizando a otros puertos peruanos.

El 28 de marzo, el Ministro de Guerra en campaña, don Rafael Sotomayor, daba a Riveros nuevas instrucciones sobre las operaciones de la escuadra durante la segunda campaña del ejército. En ella se le recomendaba como primera medida la destrucción de los elementos de embarque y explotación de guano en las Islas de Lobos. La segunda sugerencia era el bloqueo del Callao y bombardeo de puertos peruanos. Entre estos últimos se nombraban Chorrillos y Mollendo. (López, 1969, p. 287).

90 Una vez conquistadas las provincias peruanas de Tacna y Arica, el gobierno chileno, aprovechando el control del mar que le permitía mantener abiertas sus líneas de comunicaciones marítimas, buscó destruir la capacidad de producción económica del Perú, para lo cual fijó como objetivos los ingenios azucareros ubicados en la costa norte del país. Para este propósito organizó la Expedición Lynch, la cual tenía la misión de destruir las propiedades del gobierno, cobrar cupos de guerra y quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano.

Alentado el gobierno por las expediciones sobre Moquegua y Mollendo, se decidió efectuar una tercera en mayor escala, destinada a desmoralizar el enemigo y a atacar las poblaciones del norte del Perú que hasta el momento no habían sufrido de la invasión chilena. Para esta expedición se destinaron dos transportes y las corbetas Chacabuco y O’Higgins. La expedición quedó al mando del capitán de navío don , al que se le dieron dos mil setecientos soldados. A Lynch se le dieron las órdenes de expedicionar sobre la costa peruana desde el Callao a Payta con órdenes de imponer cupos de dinero y especies y de destruir todas las propiedades del gobierno peruano. (López, 1969, p. 300).

La labor de la escuadra chilena concluye prácticamente con la ocupación de Lima. La Armada del Perú, que continuó combatiendo en el mar luego de la captura del Huáscar, hostilizando en forma limitada las líneas de comunicaciones enemigas y transportando pertrechos hacia Arica llegando incluso a efectuar la doble ruptura del bloqueo de Arica con la corbeta Unión; luego de las batallas de San Juan y Miraflores, decidió destruir las naves que le quedaban, así como la dársena, fuertes y baterías, concluyendo igualmente su actuación en la guerra.

En la dársena, Silva encontró que todo era destrucción y abandono. La Unión había sido varada e incendiada. El Rímac se había ido a pique y los demás vapores estaban bajo el agua o ardían. La dársena había sido también destruida y se habían hecho volar los fuertes y las baterías… La labor de la escuadra quedaba pues concluida; sólo faltaba transportar las tropas de vuelta a Chile, una vez que se firmara la paz. (López, 1969, p. 307).

91 De manera general, se aprecia que el poder combativo inicialmente no fue empleado en forma adecuada por la Armada de Chile, lo que originó el descuido de sus líneas de comunicaciones y no hostilizó las peruanas al concentrarse en el bloqueo y la búsqueda de las unidades adversarias.

Luego del combate de Angamos, la escuadra chilena logró el control casi total del mar y proyectó adecuadamente su poder en tierra permitiendo la ocupación del territorio peruano de acuerdo a sus objetivos estratégico militares (Tarapacá, Tacna, Lima).

Asimismo, (López, 1969), precisa los siguientes errores cometidos por las fuerzas navales chilenas:

La decisión de Williams de atacar El Callao influenciado por la opinión pública.

Las pésimas comunicaciones que permitieron el apresamiento del Rímac.

La decisión de no bloquear oportunamente Arica, lo que permitió la fortificación de este puerto.

Las malas relaciones entre Riveros y sus comandantes que resultaron en el hundimiento del Loa y la Covadonga. (p. 300).

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Restricciones:

Crisis política y rechazo de la opinión pública que llegan a su punto culminante con la caída del gabinete y cambios en la armada, luego de la captura del Rímac.

Malas relaciones entre Galvarino Riveros y sus comandantes. (López, 1969, p. 300).

Presencia de unidades neutrales en el teatro de operaciones.

92 Los desencuentros entre la clase política con el mando naval, que luego fueron corregidos con el cambio de gabinete y del mando de la escuadra, restringieron inicialmente la ejecución de las operaciones que se vieron comprometidas con la captura del Rímac y el abandono del bloqueo de Iquique. Las demás restricciones no afectaron el accionar de la Armada de Chile.

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional impuesto a la Armada de Chile consistente en “Obtener el control del mar mediante la destrucción de la escuadra peruana en una batalla decisiva o bloqueándola para luego proyectar su poder militar sobre territorio peruano”, fue correctamente seleccionado y asimismo, a la luz de los resultados de la campaña naval, se concluye que fue alcanzado. Sin embargo, es necesario precisar que la concepción estratégica operacional se fue ajustando de acuerdo al desarrollo de la campaña naval, cuando se produjo la captura del transporte Rímac por parte de la escuadra peruana y a la captura del monitor Huáscar, la cual permitió proyectar el ejército de invasión en la provincia de Tarapacá.  La elección de Antofagasta como base de operaciones avanzada fue acertada y la maniobra operacional realizada a través de una ofensiva permanente, permitió alcanzar posiciones relativas favorables.  El poder combativo de la Armada de Chile, inicialmente no fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter ofensivo que permita obtener el control del mar por medio de la destrucción de la escuadra peruana en un combate decisivo. Luego de los ajustes necesarios tras la captura del transporte Rímac, se redistribuyó el poder de combate de la escuadra chilena, lo cual permitió en última instancia la captura del monitor Huáscar y por ende la obtención del control del mar imprescindible para iniciar la ocupación de la provincia peruana de Tarapacá.  Las restricciones a la libertad de acción impuestas afectaron de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, sin llegar a comprometerlas

93 operacionalmente. Como principales restricciones operacionales resaltan la crisis política y rechazo de la opinión pública que llegan a su punto culminante con la caída del gabinete y cambios en la armada, luego de la captura del Rímac; las malas relaciones entre Galvarino Riveros y sus comandantes y la presencia de unidades neutrales en el teatro de operaciones.

Planteamiento estratégico y conducción operacional peruana: Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Usualmente está definido en términos retóricos y ambiguos, sin embargo es posible determinar el objeto de la guerra en relación al innegable tratado defensivo suscrito entre Bolivia y Perú y los afanes expansionistas chilenos No obstante, se optó por ir a un conflicto para defender a un aliado de un acto de agresión que se consideró injustificado, buscando también detener la expansión de un rival en el predominio del Pacífico sudamericano. Ese fue el objeto inicial de la guerra. (Ortiz, 2014, p. 16). Otros autores, también coinciden en señalar el objeto de la guerra en relación a la ocupación de los territorios bolivianos invadidos y a la amenaza de invasión por parte de las fuerzas chilenas. “Expulsar a Chile, sin condiciones, del territorio boliviano invadido y eliminar la amenaza de invasión territorial al Perú, con el fin de asegurar la soberanía, independencia e integridad territorial de los Aliados”. (Carvajal, 2004: p.517).

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. Se puede definir en los siguientes términos: “Concentrar fuerzas militares en el sur del país y aplicarlas conjuntamente con las fuerzas bolivianas para defenderlo de una posible invasión o para proyectarlo sobre el territorio boliviano y poder expulsar a las fuerzas chilenas que lo ocupaban”. Al respecto, Ortiz (2014) afirma: Para alcanzar el objetivo político definido por Prado se concibió una estrategia general que consideraba dos fases. La primera consistía en concentrar fuerzas

94 militares en el sur del país, y la segunda era aplicarlas conjuntamente con las fuerzas bolivianas para expulsar a las tropas chilenas que ocupaban Antofagasta. (p.17). “La gran estrategia peruana concebía la concentración de nuestras fuerzas en el sur del territorio para defenderlo de una posible invasión o para proyectarlo sobre el territorio boliviano y poder expulsar a las fuerzas chilenas que lo ocupaban”. (Ortiz, 2014, p.35).

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. Se puede definir en estos términos: “Mantener abiertas las líneas de comunicaciones entre el Callao y los puertos del Sur, evitando que el enemigo obtenga el control del mar en dicha zona, hostilizando las líneas de comunicaciones contrarias, evitando un enfrentamiento con sus unidades principales”. Al respecto, Ortiz (2014) señala lo siguiente: “En estas condiciones la única estrategia marítima factible fue hostilizar las líneas de comunicaciones contrarias, evitando un enfrentamiento con sus unidades principales, ya que el resultado del mismo era fácilmente previsible”. (p.17). Asimismo, Ortiz (2014), resalta la necesidad de la Armada del Perú de mantener las líneas de comunicaciones propias y hostilizar las del enemigo, evitando un combate decisivo, cuyo resultado era previsible. “…. las fuerzas navales propias debían mantener abiertas nuestras líneas de comunicaciones entre el Callao y los puertos del sur, y la única forma de hacerlo era evitando que Chile obtuviera el control del mar en esa zona. Esto implicó disputarle dicho control mediante ofensivas limitadas sobre sus líneas de comunicaciones”. (Ortiz, 2014, p.35). Otros autores, coinciden en señalar la imperiosa necesidad de hostilizar o disturbar las líneas de comunicaciones enemigas y añaden la importancia de contribuir a la consecución del objetivo estratégico militar. Apresar o destruir los buques o cargamentos chilenos en las costas de Chile y Bolivia, y hostilizar de todos modos al enemigo en mar o tierra, con el fin de

95 contribuir a expulsar a las fuerzas chilenas del territorio boliviano invadido y a eliminar la amenaza de invasión territorial al Perú. (Carvajal, 2004: p.517).

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior que en este caso era concentrar las tropas peruanas en el sur del país. Para llevarlo a cabo, se debían mantener las líneas de comunicaciones e interdecir y hostilizar las del enemigo, lo cual demandaba una actitud defensiva - ofensiva. Durante la campaña naval se realizaron diferentes acciones que contribuyeron a esta finalidad, tales como ataques a unidades enemigas, captura de embarcaciones, corte de la línea telegráfica, ataque a instalaciones, etc., las cuales disturbaron a la escuadra enemiga, distrayendo sus medios como cuando se comisionó a la corbeta Unión a Punta Arenas generando una presión de la opinión pública chilena. (Ortiz, 2014, p.35-36).

Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Si bien es cierto la Escuadra Peruana estaba en inferioridad de condiciones, logró alcanzar el objetivo de mantener las líneas de comunicaciones entre el Callao y Arica y hostilizar significativamente las del enemigo. (Ortiz, 2014, p.36).

Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Los jefes y tripulaciones peruanos estaban conscientes de esta realidad y se aceptaron los costos de la campaña incluso después de la pérdida de la Independencia, ya que continuaron los esfuerzos de mantener sus líneas de comunicaciones por medio de operaciones defensivas limitadas. (Ortiz, 2014, p.36).

96 ¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

Considerando los criterios antes analizados, se concluye que se seleccionó correctamente el objetivo estratégico operacional impuesto, sin embargo se produjeron cuestionamientos en relación a si se debió variar el objetivo estratégico operacional una vez que se cumplió con el objetivo estratégico militar de concentrar fuerzas al sur del país; incluso algunos mandos navales discreparon con el Supremo Director de la Guerra, el cual decidió mantenerlo, ya que se logró retrasar significativamente el desembarco de las fuerzas terrestres enemigas y se impactó en la opinión pública propia y chilena. (Ortiz, 2014, p.36-37).

Sin embargo, considerando que incluso habiendo cumplido con transportar las fuerzas al sur, la necesidad de proteger las líneas de comunicaciones se mantenía vigente, ya que el esfuerzo de la guerra estaba en esa parte del país durante la campaña naval, la de Tarapacá y la de Tacna y Arica. Asimismo, dadas las limitaciones de los medios con los que contaba el Perú, no era razonable buscar la destrucción de las unidades enemigas por medio de un enfrentamiento, decisivo, así que no había muchas opciones para escoger.

¿Se debió variar?

Cabe resaltar que el objetivo estratégico operacional se ajustó cuando se produjo la pérdida de la fragata Independencia: “Hostilizar las líneas de comunicaciones enemigas para fortalecer el teatro de operaciones sur, dilatando la posibilidad enemiga de operar con fuerzas terrestres en dicha zona”. (Ortiz, 2014, PAM). Asimismo, cuando se produjo la captura del monitor Huáscar también tuvo que ajustarse la concepción estratégica operacional a un esquema fundamentalmente defensivo y finalmente cuando se produjo el bloqueo del Callao, prácticamente terminó la acción de la escuadra peruana en la disputa del control del mar; sin embargo cobró mayor relevancia la defensa de costa y el

97 empleo de las llamadas fuerzas sutiles que sabotearon a la escuadra enemiga, logrando hundir a la Covadonga y al Loa entre otras embarcaciones. ¿Se alcanzó?

En cuanto a si se alcanzó el objetivo estratégico operacional, a la luz de los resultados de la campaña naval que logró mantener las líneas de comunicaciones peruanas y hostilizar las del enemigo desde el inicio de la guerra hasta el bloqueo de Arica y luego del Callao en 1880, se concluye que fue alcanzado, a pesar del gran costo de vidas humanas y medios materiales. (Ortiz, 2014, p.36-37).

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Las características del teatro de operaciones marítimo, debido a la considerable distancia entre el Callao y Valparaíso, demandaron la necesidad de establecer bases de operaciones avanzadas tanto para las fuerzas peruanas como para las del enemigo. Es así que se estableció Arica como la peruana y Antofagasta como la contraria; aunque tenían una muy limitada capacidad de apoyo logístico, les permitió proyectar sus operaciones. Sin embargo, la misma configuración del teatro orientó a que las operaciones se realicen cerca a costa generando líneas de operaciones (Líneas de operación se configuran entre la base propia y el objetivo, pudiendo ser exteriores o interiores) y de comunicaciones (Las líneas de comunicaciones comprenden las de abastecimiento, las laterales y las de retirada) previsibles (Norte – Sur). Considerando las acciones que se llevaron a cabo durante la campaña como las diferentes capturas de embarcaciones, la incursión de la Unión en Punta Arenas, que logró distraer unidades enemigas y transportar el monitor Manco Cápac a Arica, y el hecho que permitió a las fuerzas peruanas afrontar en mejores condiciones algunos combates como el de Iquique, se concluye que la elección de Arica como base de operaciones avanzada fue acertada y la

98 maniobra operacional realizada a través de ofensivas limitadas e incursiones, permitió alcanzar posiciones relativas favorables. (Ortiz, 2014, p.38-39).

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. La fuerza naval peruana se organizó en tres divisiones de acuerdo a las características de las unidades, considerando principalmente su velocidad, blindaje, antigüedad y en general las condiciones de operación. Es así que la primera división naval se conformó con el Huáscar, la Independencia y el transporte Chalaco; la segunda contaba con la Unión, la Pilcomayo y el transporte Oroya y la tercera división quedó conformada con los monitores Atahualpa, Manco Cápac y el transporte Limeña, quedando el Talismán en condiciones de apoyar a cualquiera de las tres divisiones. (Ortiz, 2014, p. 39). La pérdida de la fragata Independencia ocasionó que se modifique la distribución del poder combativo peruano, y a pesar de este hecho se mantuvo la organización inicial. Luego del combate de Iquique, las tres únicas naves de combate (Huáscar, Unión y Pilcomayo), actuaron casi siempre independientemente. Las operaciones efectuadas demuestran que se mantuvo una actitud ofensiva limitada, buscando oportunidades para destruir las principales naves contrarias y para interdecir su línea de comunicaciones entre Antofagasta y Valparaíso, e incluso mucho más al sur.

Cabe resaltar que el mando de la escuadra chilena determinó el modus operandi de las naves peruanas, el mismo que estaba limitado por la configuración del teatro de operaciones y por la necesidad de retornar a su base avanzada lo cual las hizo significativamente predecibles, considerándose que la maniobra estratégica llegó a su punto culminante hacia fines de agosto o septiembre de 1879, más que por la pérdida del poder combatiente relativo por

99 la previsibilidad de las operaciones de las naves peruanas. (Ortiz, 2014, p. 40- 41). Luego de producida la captura del Huáscar, se tuvo que cambiar la concepción estratégica operacional, pasando a un esquema fundamentalmente defensivo. Pese a que la corbeta Unión fue comisionada para efectuar operaciones de corso llegando a realizar la doble ruptura del bloqueo de Arica, las dos únicas naves que le quedaba a la Armada del Perú, continuaron el esfuerzo de apoyar a sus fuerzas hasta que la cañonera Pilcomayo fue capturada por el enemigo y la escuadra chilena bloqueó el Callao impidiendo la salida de sus naves restantes. (Ortiz, 2014, p.41). Finalmente, considerando la inferioridad de su potencia combativa, el poder combativo de la escuadra peruana, de manera general fue adecuadamente empleado para desarrollar inicialmente una maniobra estratégica operacional de carácter ofensivo limitado que permitió proteger sus líneas de comunicaciones y disturbar las del enemigo. Esta maniobra no fue sostenible conforme transcurrió el tiempo, por lo cual fue cambiada a una concepción de carácter defensivo debido a que los medios disponibles ya habían sido seriamente disminuidos. (Ortiz, 2014, p.41).

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Una de las restricciones a la libertad de acción de las naves peruanas fue las convenciones sobre el Derecho Internacional Humanitario que fueron concebidas en la década de 1860, aunque el proceso de adhesión, suscripción y aceptación por parte de los organismos involucrados tomo algún tiempo. La restricción operacional más importante fue la de evitar el enfrentamiento con fuerzas superiores, ya que se buscaba el control del mar y las fuerzas peruanas eran inferiores, lo cual estaba a tono con la concepción estratégica operacional.

100 Otra de las restricciones principales fueron las producidas por el más alto nivel político que a la vez ejercía el más alto mando militar, llegando a producirse fricciones con los jefes navales quienes no estuvieron de acuerdo con algunas decisiones adoptadas; adicionalmente, el Presidente Prado no había nombrado a un único mando naval que dirija la campaña en el teatro de operaciones marítimo, más bien el comandaba directamente a los jefes de división y en algunos casos a los comandantes de buque. Asimismo, las restricciones relacionadas a consideraciones morales, como las demostradas por el almirante Grau en el combate de Iquique, quien decidió rescatar a los náufragos de la Esmeralda; y las del comandante García y García quien decidió no atacar Punta Arenas a pesar de poder hacerlo. El último tipo de restricciones son las relacionadas a la presencia de unidades neutrales en el teatro de operaciones, lo cual se produce en todas las guerras y no afectó significativamente el desarrollo de las operaciones. De manera general, las restricciones antes impuestas afectaron de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, sin llegar a comprometerlas operacionalmente. (Ortiz, 2014, p.41:45).

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional impuesto fue correctamente seleccionado y asimismo, a la luz de los resultados de la campaña naval que logró mantener las líneas de comunicaciones aliadas y hostilizar las del enemigo, desde el inicio de la guerra hasta el bloqueo de Arica y luego del Callao en 1880, se concluye que fue alcanzado. Sin embargo, es necesario precisar que la concepción estratégica operacional se fue ajustando de acuerdo al desarrollo de la campaña naval, cuando se perdió la fragata Independencia, a la captura del monitor Huáscar y finalmente al quedar bloqueado el puerto del Callao.  La elección de Arica como base de operaciones avanzada fue acertada y la maniobra operacional realizada a través de ofensivas limitadas e incursiones, permitió alcanzar posiciones relativas favorables.

101  El poder combativo de la Armada del Perú fue adecuadamente empleado para desarrollar inicialmente una maniobra estratégica operacional de carácter ofensivo limitado que permitió proteger sus líneas de comunicaciones y disturbar las del enemigo. Esta maniobra no fue sostenible conforme transcurrió el tiempo, por lo cual fue cambiada a una concepción de carácter defensivo, debido a que los medios disponibles ya habían sido seriamente disminuidos.  Las restricciones a la libertad de acción impuestas afectaron de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, sin llegar a comprometerlas operacionalmente. Como principales restricciones operacionales resaltan la directiva de evitar enfrentamiento con fuerzas superiores y las fricciones que se produjeron entre el presidente Mariano Ignacio Prado y los jefes navales, debido a que este no nombró a un comando naval al mando de la campaña y adicionalmente retuvo el mando político y militar.

4.1.3 Campaña de Tarapacá

Planteamiento estratégico y conducción operacional de Chile

Una vez que Chile obtuvo la superioridad naval con la captura del monitor “Huáscar”, tenía el camino libre para iniciar la conquista de la provincia peruana de Tarapacá, para lo cual podía elegir con la más amplia libertad de acción, un lugar apropiado para desembarcar sus tropas de ocupación que harían frente al ejército aliado.

Por parte de los aliados, solo les quedaba esperar el desembarco de las fuerzas chilenas, para destruirlo en una batalla decisiva, luego de haber reunido a sus fuerzas.

Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Como ya se determinó anteriormente, el objeto de la guerra de Chile quedó expresado de la siguiente forma:

102 El objetivo político de la guerra era la expansión territorial hacia el norte: apropiación de las salitreras y el guano de Antofagasta y Tarapacá, a fin de hacer frente a la difícil situación económica por la que atravesaba el país a consecuencia de la guerra de 1866 y de su política armamentista”. (Mercado, 2010, p.29-30).

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. A la luz del objeto de la guerra mencionado, se determinó claramente la intención de Chile de expandirse hacia el norte empleando el poder militar con el que contaba luego de por lo menos diez años de preparación para la guerra. Chile logró fácilmente, sin mayor resistencia, ocupar militarmente la provincia boliviana de Atacama, empleando Antofagasta como zona de reunión de sus fuerzas para proyectarlas a la provincia peruana de Tarapacá y apoderarse de las salitreras y depósitos de guano. Por lo tanto, es posible definir el objetivo estratégico militar de la campaña de Tarapacá de la siguiente manera: “Ocupar militarmente la provincia peruana de Tarapacá, con la finalidad de destruir las fuerzas aliadas en presencia y apropiarse de las salitreras y depósitos de guano existentes”.

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. En el caso de la campaña de Tarapacá, el Ministro de Guerra en campaña chileno, dio instrucciones a su Ejército, las mismas que pueden definir el siguiente objetivo estratégico operacional: “Desembarcar en un puerto del territorio, apoderarse de uno de los pozos de agua, fortificarlo y esperar ahí el ataque enemigo, no yendo a buscarlo, por no estar suficientemente entrenado para tomar la ofensiva”. (Mercado, 2010, p.37).

Una vez que se produjo el desembarco en Pisagua, el general Escala recibió las siguientes órdenes, que pueden ilustrar el reajuste del objetivo estratégico operacional del Ejército de Chile:

103 Avanzar a Pozo Almonte, con la finalidad de establecer un campamento fortificado alrededor de la Aguada, estrechar a Iquique con una división; maniobrar la caballería en conexión con la caballería de Antofagasta, emplear la escuadra para bloquear Iquique. (Mercado, 2010, p.37).

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior. Se aprecia que el objetivo estratégico operacional chileno, consistía simplemente en, apodarse de un pozo de agua, fortificarlo y esperar el ataque enemigo una vez producido el desembarco de las fuerzas chilenas en Pisagua y conquistada la cabecera de playa, puesto que consideraban que su Ejército no estaba lo suficientemente preparado para tomar la ofensiva.

Asimismo, luego de la toma de Pisagua, el reajuste del objetivo estratégico operacional consistió en avanzar hacia Pozo Almonte, con la finalidad de mantener un campamento fortificado alrededor de la Aguada, mantener el control de Iquique con una división, emplear la caballería como elemento de reconocimiento en conexión con la caballería de Antofagasta y mantener el bloqueo de Iquique por medio de la escuadra.

Si consideramos que el objetivo estratégico militar era conquistar la provincia de Tarapacá con la finalidad de destruir las fuerzas aliadas en presencia, el simple hecho de apoderarse de un pozo de agua, fortificarlo y esperar el ataque enemigo, definitivamente no constituye un objetivo que contribuya a la consecución del objetivo superior, por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional, no era apto para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.

Al respecto, Dellepiane (2010, Parte II), indica:

Como se ve, pues, a pesar de tan largas discusiones, el objetivo militar de la campaña no fue fijado con claridad. Los chilenos pensaron invadir Tarapacá sin tener finalidad precisa en sus operaciones de guerra; escogieron una región que diera facilidades de vida a las tropas, sin planear nada sobre el choque con las

104 fuerzas adversas; el puerto de desembarco fue determinado por inspiración de civiles ignorantes de los preceptos del arte de la guerra, que no discernían sobre las condiciones estratégicas que este requería para orientar mejor las fuerzas contra el enemigo. (p.84, 85).

Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Chile contaba con los medios necesarios para cumplir sus propósitos, tanto navales como fuerzas de ocupación.

Para concretar la invasión de Tarapacá empleó catorce transportes armados y la barca de vela Elvira Álvarez, que era llevada a remolque por el Copiapó e iba escoltado por cuatro barcos de guerra. El convoy de unidades navales empleadas para transportar las fuerzas de ocupación estaba constituido por las siguientes naves: Cochrane, Itata, Amazonas, Loa, Magallanes, Abtao, La Mar, Limarí, Matías, Lucía Tolten, Angamos, Copiapó, Huanai, O’Higgins, Paquete Toro, Covadonga y Elvira. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.89).

Las tropas embarcadas sumaban alrededor de diez mil hombres, con cerca de novecientos caballos y treinta y seis piezas de artillería, estaban organizadas en las siguientes unidades, (Dellepiane, 2010, Parte II, p.88):

Regimiento Buin, 1 de línea (1,100 hombres) Regimiento Buin, 2 de línea (1,100 hombres) Regimiento Buin, 3 de línea (1,100 hombres) Regimiento Buin, 4 de línea (1,100 hombres) Batallón Zapadores (400 hombres) Batallón Artillería de Marina (640 hombres) Batallón Valparaíso (300 hombres) Batallón Atacama (590 hombres) Batallón Chacabuco (600 hombres) Batallón Coquimbo (550 hombres) Batallón Bulnes (500 hombres) Regimiento Nro. 1 de Artillería (375 hombres) Regimiento Nro. 2 de Artillería (375 hombres) Regimiento Cazadores a Caballo (395 hombres)

105 Regimiento Granaderos a Caballo (90 hombres)

Como se puede apreciar, Chile contaba con los medios navales y tropas suficientes para emprender la campaña de Tarapacá, las mismas que estaban debidamente equipadas, armadas y adiestradas.

Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Una vez que Chile logró ocupar la provincia litoral de Bolivia, necesitaba imperiosamente conquistar la provincia de Tarapacá para poder explotar los importantes recursos consistentes en depósitos de guano y salitre que le permitieran sanear sus finanzas públicas duramente afectadas por la carrera armamentista que había emprendido con bastante anticipación. Asimismo, la conquista de esta provincia le permitiría obtener una prenda territorial que le serviría para imponer condiciones en una eventual negociación de paz futura con la intervención de países mediadores y asestar un golpe a las fuerzas aliadas que se encontraban reunidas en Tarapacá, las mismas que estaban constituían por los ejércitos de línea de Perú y Bolivia, por lo que estaba dispuesto a aceptar los costos humanos y materiales que implicaría alcanzar los objetivos trazados. Los costos fueron aceptables, ya que Chile logró su objetivo.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

El objetivo estratégico operacional no fue correctamente seleccionado, puesto que simplemente preveía el desembarco en un puerto del territorio peruano, apoderarse de uno de los pozos de agua, fortificarlo y esperar ahí el ataque enemigo, no yendo a buscarlo, por no estar suficientemente entrenado para tomar la ofensiva.

Asimismo, luego de la toma de Pisagua, simplemente consistía en avanzar a Pozo Almonte, donde debía establecer un campamento fortificado alrededor de la Aguada, estrechando a Iquique con una división; la caballería del

106 ejército debía obrar en conexión con la caballería que estaba en Antofagasta y la escuadra debía bloquear Iquique.

Sin embargo, la toma de Pisagua en sí misma brindó a las fuerzas chilenas una marcada superioridad frente a los aliados, la superioridad que da a los combatientes el hecho de buscar al enemigo para lanzarse sobre él y batirlo, es decir la superioridad de la ofensiva, que se traduce en una mayor y más vigoroso espíritu de destrucción. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.112).

Asimismo, el apoderarse de Pisagua, permitió a las tropas chilenas aislar de sus bases al Ejército de Tarapacá y le cortaban su principal línea de comunicaciones, cerrándole el puerto de acceso. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.112).

Sin embargo, no supieron aprovechar las ventajas que les brindó esta situación de superioridad y se limitaron a procurarse de agua y elementos de vida.

Así como los invasores no habían sabido explotar la libertad de acción que les proporcionaba su movilidad en el mar, tampoco supieron aprovechar su situación inicial y, lejos de extender su huella en el país, se limitaron a procurarse agua y elementos de vida, como si hubieran de vivaquear indefinidamente en la estrecha zona que ocupaban. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.125).

El comando chileno, habiendo conquistado una situación excepcionalmente favorable, no supo o no quiso valerse de las ventajas que esta le proporcionaba, dejando que, día a día, su expectativa se hiciera angustiosa e insostenible porque su proyecto de operaciones estaba falseado y porque la campaña que había iniciado carecía de objetivo militar definido. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.125).

Un punto de desembarco que hubiese sido más conveniente para realizar una ofensiva violenta sobre los núcleos principales de las tropas aliadas, que permitiera realizar un desembarco sorpresivo, que no distara más de una jornada el agrupamiento por atacar, para no prevenir al enemigo al efectuar una

107 prolongada aproximación, era Caleta Buena, situada a 35 kilómetros de Iquique. (Dellepiane, 2010, Parte II, p119, 120).

Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional no fue correctamente seleccionado.

¿Se debió variar?

El objetivo estratégico operacional en esencia se mantuvo, sin que se llegue a ajustarse.

Sin embargo, se pudo aprovechar de mejor forma la ventaja estratégica que produjo la toma de Pisagua, con la finalidad de explotar la superioridad brindada por la acción ofensiva, en lugar de dedicarse a proveerse de agua y de elementos de vida manteniendo una actitud defensiva.

Asimismo, luego de la toma de Pisagua, las tropas chilenas se dirigieron a Pozo Almonte y fortificaron el campamento establecido alrededor de la Aguada, estrechando a Iquique con una división, manteniendo la caballería conectada con la caballería de Antofagasta y el puerto de Iquique bloqueado por la escuadra.

La caballería chilena, que era superior a la de las fuerzas aliadas, pudo haber sido explotada de manera más adecuada para lograr establecer contacto con el enemigo por medio de partidas de reconocimiento, las mismas que hubiesen permitido informar a sus tropas sobre la presencia de las fuerzas enemigas, en lugar dirigirse a una posición con la finalidad de fortificarla y esperar el accionar de las fuerzas enemigas.

Para un ejército que supiera proceder de acuerdo con los principios del arte de la guerra, la favorable situación en que se hallaba el del agresor le hubiera permitido obtener brillantes victorias que hubieran tal vez decidido la campaña e influido, desde entonces, en el resultado general de la guerra. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.112).

108 Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional debió variarse.

¿Se alcanzó?

El objetivo estratégico operacional fue alcanzado.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Una vez que Chile tomó posesión del puerto boliviano de Antofagasta, empleó esta región para concentrar su Ejército del Norte sin encontrar ningún tipo de oposición por parte de las tropas bolivianas. El alto comando de Chile no encontró grandes dificultades para reunir, en el abandonado departamento de Atacama, todas las tropas y elementos que juzgó necesario. La impotencia de Bolivia para emprender la reconquista de su litoral permitió que los chilenos se instalaran tranquilamente en Antofagasta y que tomaran la región como base secundaria de operaciones para preparar, con toda calma, su campaña contra los departamentos del sur del Perú. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.45). Mientras se desarrollaba la campaña naval, la única dificultad que tenía el Ejército chileno reunido en Antofagasta, era procurarse de agua y elementos de subsistencia, estando a la espera que se produzca la caída del monitor Huáscar, que era cuestión de tiempo, para lograr la superioridad naval y poder proyectar sus fuerzas de invasión al sur del territorio peruano. El único inconveniente que presentaba ese desolado litoral para la reunión del ejército era su escasez de recursos de vida, entre los que debe contarse preferentemente el abastecimiento de agua potable. Ahora bien, ese inconveniente, que hubiera sido insalvable en cualquiera otra circunstancia, era fácil de obviar disponiendo, como disponía Chile, de numerosos barcos para efectuar un transporte sistemático de víveres y forrajes; en cuanto al agua, cuya carencia absoluta hubiera sido una bravísima dificultad, se obtenía con exceso por medio de las máquinas de condensación de las aguas del mar que el

109 almirante Grau, con extraño concepto de las operaciones de guerra, no quiso destruir en sus repetidas visitas al puerto de Antofagasta. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.45, 46). Por lo que el empleo de Antofagasta, permitió al Ejército de Chile, partir de posiciones relativas favorables, para las subsecuentes operaciones que efectuó en territorio peruano. Posteriormente, el desembarco en el puerto peruano de Pisagua, otorgó a las tropas chilenas, una gran ventaja estratégica, basada en la superioridad moral y material de su acción ofensiva, asimismo, permitió cortar las líneas de comunicaciones aliadas, aislando al Ejército de Tarapacá y logrando cerrarle el puerto de acceso. Adicionalmente, las fuerzas chilenas pudieron hacer uso de todas las facilidades que quedaron en el puerto, que los aliados no llegaron a destruir, lo cual les otorgó aún más facilidades para proseguir sus operaciones en el departamento de Tarapacá. Llevar la guerra al territorio enemigo, poner a este en la obligación de presentar batalla en condiciones desfavorables, establecerse cerca de una base bien provista de los más raros elementos en el desierto, como el agua y los transportes por vía férrea, eran ventajas que, obtenidas de golpe y a tan poco costo, ponían a los aliados en condiciones de evidente inferioridad. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.112, 113). El empleo inicialmente de Antofagasta y posteriormente de Pisagua, permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables.

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento.

Desembarco en Pisagua Para el desembarco en Pisagua y caleta Junín, los casi 10,000 hombres que fueron empleados por Chile, fueron organizados en divisiones de

110 desembarco, con la finalidad que abandonen las naves a órdenes de determinados jefes. Estas divisiones fueron encomendadas a los siguientes jefes: Primera división, coronel Urriola, que debía desembarcar en Junín. Segunda división, comandante Ortiz. Tercera división, coronel Amunátegui. Cuarta división, comandante Toro Herrera. Por último, se constituyó una división especial, o división de reserva, que debía desembarcar en uno u otro lugar. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.90). Sin embargo, a la luz de los hechos, se aprecia que el desembarco de la primera división al mando del coronel Urriola, estuvo desconectada del desembarco realizado en Pisagua, constituyendo un esfuerzo inútil que acabó con los últimos rayos del sol y ocasionó que las tropas desembarcadas se pierdan de noche en el desierto. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.128).

Batalla de San Francisco Los chilenos, en tanto, ignorantes a su vez de las operaciones que realizaban los aliados, decidieron internarse en la costa para apoderarse del ferrocarril, ocupar pozos de agua, descongestionar Pisagua y establecerse en profundidad, o sea en escalones sucesivos hacia Iquique. Las órdenes impartidas por el gobierno de Santiago obligaban al ejército a conquistar un pozo de agua y conservar su posesión, esperando la acción del enemigo, al que no deberían buscar porque las tropas “no se hallaban en condiciones de hacer marchas por el desierto”. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.204). En cumplimiento de las disposiciones dadas a las tropas chilenas, estas debían buscar pozos de agua y conservar su posesión, cediendo la iniciativa al enemigo. Bajo estas órdenes, parte de las fuerzas de ocupación fueron enviadas a Dolores, donde permanecieron, el resto de las tropas quedó en Pisagua y la caballería fue enviada a Tiliviche para que el ganado pueda alimentarse. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.204, 205). Esta distribución de las fuerzas no entrañaba ninguna intención operativa. No vigilaron a las tropas enemigas, ni enviaron reconocimientos en su busca para obtener informes; no establecieron elementos de seguridad en las

111 direcciones peligrosas; no formaron una base; las órdenes dictadas hasta este momento solo eran para vivir, y no para guerrear. (Dellepiane, 2010, Parte II, p. 205). Mientras las tropas chilenas realizaban estos movimientos inconexos, el capitán Barahona, del Cazadores de Chile que marchaba hacia Agua Santa el 18 de noviembre, partiendo desde Dolores, se encontró de improvisto con las tropas aliadas al mando del general Buendía que marchaba a San Francisco. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.206). Las tropas chilenas adoptaron una posición defensiva bastante deficiente en el cerro San Francisco, empleando una línea interrumpida formada por tres elementos que no tenían conexión entre sí. Asimismo, la artillería chilena, no estaba adecuadamente emplazada para apoyar su sistema defensivo. Finalmente, la ubicación en altura elegida por las fuerzas chilenas, fue determinante en el resultado de la batalla. Para esta batalla, los chilenos se organizaron en la mañana del 19 de noviembre de 1879 en una línea interrumpida que estaba formada por tres elementos muy alejados uno de otro en profundidad y que no tenían ningún enlace entre sí. Se podría decir que el plan era presentar tres batallas separadas contra tres distintos enemigos. Esta disposición de las tropas era realmente extraordinaria y no respondía a concepto militar alguno, como luego se verá. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.177, 178). Las fuerzas chilenas ascendían a 6,500 hombres con 34 cañones y 2 ametralladoras. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.181). Cuando fracasó el dislocado ataque de los aliados y gran parte de las fuerzas de estos se dispersaron, Sotomayor continuó atónito, sin idear ninguna combinación ni comprender que ese desorden que presenciaba era el desastre de sus adversarios; a tal punto se hallaba sugestionado sobre el valor moral y material de las tropas que le hacían frente, que informó a su jefe que esperaba el ataque el día siguiente. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.213). El comando chileno no asumió su papel de coordinación de los esfuerzos; sin tropas en la mano, con las que hubiera hecho sentir su acción, distribuyó en abanico sus soldados y sus baterías y confió todo a la iniciativa de los jefes subalternos. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.213, p.214).

112 El comando chileno, en cambio, dio con su inacción la más rotunda prueba de su desconcierto y puso en evidencia que concedía poco valor al organismo militar que tenía entre manos. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.217). En la campaña de Tarapacá, se presentaron las más brillantes oportunidades para el empleo de la caballería, misiones de reconocimiento, contacto, enlace, seguridad, persecución, que quedaron completamente inexplotadas, en el lado chileno, por deficiencia en la conducción, no obstante, la superioridad de sus elementos materiales. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.206, p.207). La caballería chilena, a pesar de sus mayores efectivos y mejor preparación material, no fue tampoco debidamente empleada por sus jefes. Solo dos días después del desembarco el comando ordenó la salida de un Escuadrón, que tomó el contacto en Germania y obtuvo una ventaja parcial; pero su jefe se replegó satisfecho de su éxito, afanoso de conducir trofeos al cuartel general, sin preocuparse de buscar y conservar el contacto y de mantener la línea alcanzada, como lo hubiera hecho cualquier elemento de caballería bien comandado. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.209, p.210). La sorpresa estratégica que sufren los chilenos en San Francisco y las horas angustiosas que pasan sus unidades, momentáneamente inferiores en número, fueron el justo castigo de la imprevisión de sus jefes. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.210). Ambos beligerantes maniobran y combaten, pues, en la mayor oscuridad y proceden al azar, con imperdonable imprevisión y desconocimiento absoluto del papel de la caballería. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.210, p.211). Cuando Sotomayor supo en Dolores que el ejército aliado de Tarapacá se aproximaba, debió retirarse a Jazpampa, tanto para buscar apoyo y el enlace material con las divisiones de Hospicio, como para asegurar su línea de retirada, que parecía amagada por las tropas enemigas cuya presencia se había comprobado en Tacna y de cuyo efectivo e intenciones no se tenía noticia segura, por el trastorno que provocaron los escuadrones enviados en reconocimiento el día 18. Esta operación era la única que cabía ejecutar y Sotomayor, lejos de emprenderla, se adelantó, y todavía por fracciones, hacia el

113 grueso enemigo que se le había dicho que avanzaba dese el sur. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.212).

Batalla de Tarapacá Luego de producida la batalla de San Francisco, el teniente coronel Vergara, pidió que se le confiaran elementos ligeros de caballería para buscar al enemigo en la dirección general de Tarapacá, hacia donde constaba que se había retirado el Ejército del Perú. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.230). El comando de la división que debía reforzar a Vergara fue confiado al coronel Arteaga, que desempeñaba el puesto de Jefe de Estado Mayor en reemplazo del coronel Sotomayor. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.231, p.232). En vista del informe de Vergara y de los datos del ex capitán compañero de este, el coronel Arteaga trazó un plan de ataque en el que contando con que los peruanos no llegarían a combatir enérgicamente dado su lamentable estado físico, solo trataba de “rodearlos para tomarlos prisioneros”. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.234). Para llevar su plan a la práctica, el jefe de la división chilena separó sus tropas en tres columnas de efectivo parecido, que iban a presentarse simultáneamente en las desembocaduras de la quebrada para cortar “toda fuga” a los peruanos. El fraccionamiento ordenado por Arteaga era el siguiente: Primera columna, comandante Santa Cruz, Jefe de zapadores Escuadrón de granaderos Escuadrón de zapadores 1 sección de piezas de bronce 1 sección Krupp Segunda columna, comandante Ramírez, Jefe 2 de línea Escuadrón de cazadores Regimiento 2 de línea 1 sección Krupp

Tercera columna, a órdenes del coronel Arteaga Regimiento Artillería de Marina

114 Batallón Chacabuco 1 sección Krupp (Dellepiane, 2010, Parte II, p.234, p.235).

La batalla de Tarapacá fue para los peruanos una magnífica victoria. Unidades desprovistas de elementos de lucha, fatigados, sin contar con caballería y artillería, supieron batir a fuerzas adversas que, además de tener la más completa superioridad material, contaban con iniciativa en el ataque efectuada sobre seguro contra tropa desprevenida. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.247, p.248). Pero si el resultado fue brillante en el campo táctico, no modifica en nada la situación estratégica del Ejército de Tarapacá. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.248). Los chilenos, dueños absolutos del teatro de operaciones, de cuya ocupación no la distraía siquiera una finta que hubieran realizado las tropas de Tacna, estaban en aptitud de recomenzar la batalla donde y cuando quisieran, buscando para darla las condiciones que juzgaran más favorables para ellos. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.248). La idea que el teniente coronel Vergara sugirió al comandante en jefe chileno era muy acertada. Le pidió el mando de algunos elementos, exclusivamente de caballería, para recobrar el contacto con el enemigo, reconocerlo e informar de su presencia y operaciones; su idea no fue buscar el combate contra fuerzas que suponía superiores al efectivo de una división. Pero Escala desvirtuó la concepción de su secretario, confiándole un destacamento pesado, integrado por infantería y artillería, que le impedirían disfrutar de la movilidad requerida para poder romper el contacto con rapidez. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.259). Escala quedó en Dolores pensando en la suerte que correría Vergara, y a la primera noticia decidió cuadriplicar el efectivo, haciéndolo muy elevado para simple reconocimiento y relativamente escaso para empeñar una acción formal. Las tropas frescas del coronel Arteaga, que habían venido a Dolores desde Pisagua – Hospicio en las últimas horas del 19, sin haber tomado parte en el combate de ese día, fueron las encargadas de servir de grueso a la pesada punta que conducía Vergara. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.259, p.260).

115 Las disposiciones para el ataque, que dictó Arteaga, fueron pésimas; partían del concepto de que los peruanos no se defenderían, y ningún plan se debe fundar en prejuicios, sino en el cálculo exacto de realidades objetivas y tangibles. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.261). De acuerdo a las consideraciones relacionadas a la Campaña de Tarapacá, se concluye que Chile no efectuó una adecuada distribución de su poder combativo; sin embargo alcanzó sus objetivos.

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Durante la campaña de Tarapacá, los mandos militares chilenos no tuvieron una adecuada libertad de acción, debido a que el gobierno de Chile nombró a Rafael Sotomayor como “Ministro de Guerra en campaña”. Este político chileno no solo actuó como director político de la guerra, sino también como estratega militar formulando planes e impartiendo órdenes durante la ejecución de las operaciones. En cuanto a las relaciones entre la política y la estrategia en la campaña de Tarapacá, la primera no solo orienta y dirige a la segunda, sino que va más allá, hasta tal punto que el director político interviene formulando planes, dictando órdenes y disposiciones en la ejecución de las operaciones. La íntima relación entre la política y la estrategia se concreta con la presencia del “Ministro de Guerra en campaña”, en el propio teatro de operaciones durante todo el transcurso de la guerra. La dirección política de la guerra mantendrá permanentemente subordinado y “a la vista” al conductor de las operaciones, evidenciando desconfianza en la capacidad de los mandos militares. (Mercando, 2010, p.37, p.38). El ministro Sotomayor concibió el plan de campaña chileno para iniciar las operaciones terrestres, realizó la preparación material de la campaña terrestre, eligió el momento en que se inició la operación y el lugar de desembarco sin convocar a consejos de guerra; dispuso la concentración de tropas en Dolores, al término del desembarco en Pisagua, según Bulnes, después de la batalla de

116 San Francisco ordenó al general Escala “perseguir al enemigo o a la parte más gruesa de este”. Una vez conocida la derrota de Tarapacá, ordenó por telégrafo al general Baquedano, la persecución tardía de los victoriosos “aunque los caballos estuviesen cansados”. (Mercado, 2010, p.38, p.39). Las relaciones entre el Ministro de Guerra en campaña Rafael Sotomayor, quien invadía las atribuciones del conductor de las operaciones, con el general , se volvieron cada vez más tirantes. (Mercado, 2010, p.39). Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas chilenas consistente en “Desembarcar en un puerto del territorio, apoderarse de uno de los pozos de agua, fortificarlo y esperar ahí el ataque enemigo, no yendo a buscarlo, por no estar suficientemente entrenado para tomar la ofensiva”, reajustado luego de la toma de Pisagua en “Avanzar a Pozo Almonte, con la finalidad de establecer un campamento fortificado alrededor de la Aguada, estrechar a Iquique con una división; maniobrar la caballería en conexión con la caballería de Antofagasta, emplear la escuadra para bloquear Iquique”, no fue correctamente seleccionado, sin embargo, a la luz de los resultados de la campaña de Tarapacá, se concluye que fue alcanzado.  La elección inicial de Antofagasta y posteriormente de Pisagua, como base de operaciones avanzada, fue acertada y la maniobra operacional realizada fue sostenible en el tiempo y permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables.  El poder combativo de las fuerzas chilenas, no fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter ofensivo, sin embargo permitió ocupar militarmente la provincia de Tarapacá.  Se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración que afectaron de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, habiendo podido comprometerlas operacionalmente.

117 Planteamiento estratégico y conducción operacional aliada

Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Usualmente está definido en términos retóricos y ambiguos, sin embargo es posible determinar el objeto de la guerra en relación al innegable tratado defensivo suscrito entre Bolivia y Perú y los afanes expansionistas- chilenos. No obstante, se optó por ir a un conflicto para defender a un aliado de un acto de agresión que se consideró injustificado, buscando también detener la expansión de un rival en el predominio del Pacífico sudamericano. Ese fue el objeto inicial de la guerra. (Ortiz, 2014, p. 16). Otros autores, también coinciden en señalar el objeto de la guerra en relación a la ocupación de los territorios bolivianos invadidos y a la amenaza de invasión por parte de las fuerzas chilenas. “Expulsar a Chile, sin condiciones, del territorio boliviano invadido y eliminar la amenaza de invasión territorial al Perú, con el fin de asegurar la soberanía, independencia e integridad territorial de los Aliados”. (Carvajal, 2004: p.517).

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. Se puede definir en los siguientes términos: “Concentrar fuerzas militares en el sur del país y aplicarlas conjuntamente con las fuerzas bolivianas para defenderlo de una posible invasión o para proyectarlo sobre el territorio boliviano y poder expulsar a las fuerzas chilenas que lo ocupaban”. Al respecto, Ortiz (2014) afirma: Para alcanzar el objetivo político definido por Prado se concibió una estrategia general que consideraba dos fases. La primera consistía en concentrar fuerzas militares en el sur del país, y la segunda era aplicarlas conjuntamente con las fuerzas bolivianas para expulsar a las tropas chilenas que ocupaban Antofagasta. (p.17). “La gran estrategia peruana concebía la concentración de nuestras fuerzas en el sur del territorio para defenderlo de una posible invasión o para proyectarlo sobre el territorio boliviano y poder expulsar a las fuerzas chilenas que lo ocupaban”. (Ortiz, 2014, p.35).

118

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. El general Mariano Ignacio Prado, Supremo Director de la Guerra y conductor de las operaciones, formuló la siguiente concepción estratégica ofensiva, que ilustra el objetivo estratégico operacional: “Reunir los dos núcleos de fuerzas aliadas en el teatro de operaciones y, eventualmente, un tercero de Bolivia (Campero), con la finalidad de iniciar una contraofensiva concurrente con Buendía, desde Pozo Almonte (al sur), terminal de la línea férrea de Iquique al interior, y con Daza desde Quebrada Camiña (al norte), para converger sobre Pisagua – Hospicio – Jazpampa, cortando la línea de retirada del Ejército chileno al mar”. (Mercado, 2010, p.40). Al establecer sus tropas en Tarapacá, los aliados no solo pretendían defender el territorio cuya invasión parecía inminente; pensaban, además, en no dejar caer en manos del enemigo, las fuentes de recursos y las entradas importantes que brindaba la explotación y exportación del salitre. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.112). Para realizar este papel, el ejército de Buendía debía cumplir las siguientes tareas: “Defender los puertos del litoral e impedir los desembarcos enemigos, debiendo hallarse dispuesto en forma tal que pudiera concentrar sus fuerzas en los puntos amagados para arrojar a sus barcos al enemigo que pisara tierra”. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.112). Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior que en este caso era “concentrar fuerzas militares en el sur del país y aplicarlas conjuntamente con las fuerzas bolivianas para defenderlo de una posible invasión o para proyectarlo sobre el territorio boliviano y poder expulsar a las fuerzas chilenas que lo ocupaban”. Para llevarlo a cabo, se debían reunir los dos núcleos de fuerzas aliadas en el teatro de operaciones y, eventualmente, un tercero de Bolivia (Campero), con la finalidad de iniciar una contraofensiva concurrente con Buendía, desde Pozo Almonte (al sur), terminal de la línea férrea

119 de Iquique al interior, y con Daza desde Quebrada Camiña (al norte), para converger sobre Pisagua – Hospicio – Jazpampa, cortando la línea de retirada del Ejército chileno al mar. La concepción estratégica ofensiva formulada por el general Mariano Ignacio Prado era acertada, sin embargo requería, de parte de los ejecutantes, una ajustada y precisa combinación. De haberse ejecutado en sus detalles adecuadamente como estaba planeada esta ofensiva concéntrica por líneas exteriores, las fuerzas chilenas habrían terminado arrojadas hacia el mar. (Mercado, 2010, p.41). Por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional era apto. Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. El Ejército aliado y el Ejército chileno, que se encontraban en Tarapacá y en Atacama respectivamente, tenían las fuerzas efectivas que a continuación se indican, a fines de octubre de 1879, en víspera de iniciarse la campaña terrestre: (Dellepiane, 2010, Parte II, p.51, p.52). Ejército aliado Perú: 16 batallones de infantería (5,789 hombres) 3 escuadrones de caballería (298 hombres) Bolivia: 8 batallones de infantería (3,900 hombres) 3 escuadrones de caballería (340 hombres) Artillería aliada: 16 piezas de bronce anticuadas (280 hombres) Total general: 10,607 hombres

Ejército chileno 8 regimientos de infantería 8 batallones de infantería 1 batallón de zapadores Total infantería: 14431 hombres

120 4 escuadrones de caballería (616 hombres) 36 piezas Krupp (1,000 hombres) Total general: 16,407 hombres En cuanto a los medios materiales, la comparación de los efectivos no permitiría sacar conclusiones de las fuerzas y naturaleza de los medios que iban a disponer los beligerantes en la guerra. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.52). Por lo que es pertinente mencionar los siguientes aspectos:

Organización La infantería aliada se organizaba en divisiones, constituidas por la reunión de dos o más batallones a órdenes de un solo jefe, siendo necesario que tengan las armas y servicios requeridos, por lo que los agrupamientos así formados facilitaban la acción del comando. Los chilenos al principio contaban con una organización que requería que el comandante en jefe tuviera que dirigirse para cualquier operación a cada uno de los jefes del cuerpo, sin embargo subsanaron este error formaron grandes agrupamientos capaces de bastarse a sí mismos.

Instrucción: Si bien es cierto, muchas unidades de las tropas aliadas pertenecían al ejército de línea, sin embargo no habían recibido una adecuada instrucción y adiestramiento, pero en su desplazamiento hacia Tarapacá demostraron disciplina y una actitud combativa. Las tropas chilenas realizaron numerosos ejercicios y marchas mientas se encontraron reunidas en Atacama, llegando a valorar la importancia de contar con cantinas de agua para los soldados, así como carretones para transportar víveres y forrajes. Las tropas se aclimataron y endurecieron en el desierto durante su permanencia en Atacama logrando ponerse a punto para la campaña de Tarapacá. Armamento Las tropas peruanas contaban con varios tipos de fusiles de diversos calibres, como Comblain, Castañón, Beaumont y Mini. Las tropas bolivianas contaban con fusiles de chispa de ánima lisa y algunos fusiles Martini.

121 La caballería peruana empleaba carabinas Henry y estaba dotada de sables. La caballería boliviana tenía carabinas Remington y carecía de armas blancas. En cuanto a la munición, el Perú disponía de aproximadamente de un millón de cartuchos de diverso calibre al comienzo de la guerra, lo cual era insuficiente. Chile disponía de 12,500 fusiles Comblain y algunos fusiles Grass, Minie Remington y Kropatscheck. La caballería empleó carabinas Spencer al comienzo de la guerra y luego las carabinas Winchester modelo 1877. Los jinetes estaban provistos de sables. Al comienzo de la guerra contaba con aproximadamente tres millones de cartuchos Comblain.

Equipo y vestuario Las tropas aliadas se encontraban mal equipadas y peor vestidas y calzadas, mientras las chilenas contaban con adecuado equipamiento, vestuario y calzado. Servicios El Ejército aliado no disponía de ningún órgano de abastecimiento mientras el Ejército chileno contaba con organizaciones especiales que llenaban el papel de los servicios. Si bien es cierto, Chile contaba con una superioridad de fuerzas frente a los aliados, así como con una mejor instrucción, armamento, equipamiento, vestuario y servicios; el objetivo estratégico operacional impuesto a los aliados era factible de ser alcanzado con los medios disponibles al inicio de la campaña de Tarapacá. Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Los jefes y soldados peruanos estaban conscientes de esta realidad y se aceptaron los costos de la campaña de Tarapacá incluso después del desastre de San Francisco, ya que combatieron estoicamente y obtuvieron el éxito en la batalla de Tarapacá, y en vista que esta victoria no varío en nada la situación estratégica, se replegaron disciplinadamente a Arica para continuar la guerra.

122 ¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

Considerando los criterios antes analizados, se concluye que se seleccionó correctamente el objetivo estratégico operacional impuesto, sin embargo requería, de parte de los ejecutantes, una ajustada y precisa combinación. De haberse ejecutado en sus detalles adecuadamente como estaba planeada esta ofensiva concéntrica por líneas exteriores, las fuerzas chilenas habrían terminado arrojadas hacia el mar. (Mercado, 2010, p.41). Asimismo, esta concepción estratégica, fue incumplida por el presidente boliviano Hilarión Daza, quien no solo condujo sus fuerzas con excesiva lentitud, sino que ordenó el regreso a Arica cuando ya había alcanzado la quebrada de Camarones, el 16 de noviembre de 1879. (Mercado, 2010, p.40). Por su parte, el general Buendía, en esa misma fecha, partía en dirección de Camiña, llegando recién a Negreiros el 18, donde fue avistado por las avanzadas chilenas. Ante esta circunstancia, se cambió la dirección de progresión sin un plan táctico definido, careciéndose de elementos de reconocimiento y seguridad; todo lo cual originó que en forma fortuita, el 19 de noviembre, se encontraran frente a frente con el enemigo que ocupaba los cerros de San Francisco, presentándose la batalla que culminó en desastre para las fuerzas aliadas. (Mercado, 2010, p.41). De esta manera, se incumplió una acertada concepción estratégica.

¿Se debió variar?

Como se indicó anteriormente, el objetivo estratégico operacional estaba correctamente formulado y se considera que no debió variarse debido a que luego del desembarco de Pisagua y producida la derrota de San Francisco, la campaña de Tarapacá estaba decidida a favor de Chile; la victoria de Tarapacá no varió en absoluto la situación estratégica, por lo cual las tropas peruanas tuvieron que retirarse a Arica. Sin embargo, la reserva estratégica que el general Mariano Ignacio Prado mantuvo en Arica que “dada la distancia del campo de batalla, estaba condenada

123 a no participar en ella”. (Mercado, 2010, p.44), fue innecesaria y debió más bien enviarse el grueso de estas tropas a la zona de reunión prevista en Tarapacá. Asimismo, fue innecesario mantener el núcleo comandado por el general Narciso Campero, que estaba constituido por una división llamada de reserva, la misma que no llegó nunca a concurrir al campo de batalla y ni siquiera ingresó al teatro de operaciones. Al respecto, (Mercado, 2010, p.45) indica: “La concurrencia al campo de batalla factible por su cercanía hubiera permitido la concentración de una masa apropiada de fuerzas”. Por lo expuesto, se considera que el objetivo estratégico operacional no debió variarse, sin embargo las reservas estratégicas que permanecieron en Arica y la división boliviana que permaneció en los departamentos del sur y que tenía la misión de “hostigar al enemigo y en caso que avanzara desde Atacama a Iquique, atacarlo por la retaguardia”, debieron participar en la maniobra por líneas exteriores concebida por el general Prado.

¿Se alcanzó?

En cuanto a si se alcanzó el objetivo estratégico operacional, el mismo que requería de parte de los ejecutantes de una ajustada y precisa combinación; y a la luz de los resultados de la campaña de Tarapacá, que se inició con el desembarco chileno en Pisagua, continuó con el desastre aliado en San Francisco y culminó con la victoria de Tarapacá; se concluye que no fue alcanzado, a pesar del gran costo de vidas humanas y medios materiales.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. El lugar de confluencia natural para los aliados estaba materializado por las provincias de Arica y Tacna. Arica fue debidamente fortificada y fue el punto de acopio de los diversos suministros que llegaban por mar para abastecer al Ejército de línea.

124 La capital estratégica de los aliados, el verdadero corazón de la Alianza se hallaba en Arica – Tacna; esa región era el centro del sistema político – militar y muy buen criterio tuvieron los aliados en ocuparla, como el punto de confluencia de sus fuerzas, y en fortificar Arica para escapar a la presión de la escuadra adversa y disponer así de los caminos del mar, también afluentes. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.69). Sin embargo, los aliados se vieron obligados por la situación a atender dos lugares a la vez, tanto Arica como las fuerzas que se concentraron en la defensa de Tarapacá. La defensa directa del suelo de Tarapacá confiada a Buendía y el deseo de conservar Arica, base naval y punto de junción de las fuerzas de la Alianza, obligó a los aliados a atender a dos lugares a la vez, debilitando su capacidad defensiva. Defender todo el litoral amagado hubiera sido absurdo, porque el enemigo podría hacer caer a los defensores uno tras otro; empeñarse en ocupar un solo punto, como Iquique, que el enemigo podía no atacar, era permanecer fijado de antemano, sin finalidad práctica y a merced de los golpes del invasor; mantener dos núcleos sensiblemente iguales como lo hicieron, enlazarlos y combinar sus operaciones, tan ampliamente separados que no podían prestarse ayuda, era ofrecerse en detalle al enemigo. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.72). Las características del teatro de operaciones, debido a la considerable distancia entre el Callao y Valparaíso, demandaron la necesidad de establecer bases de operaciones avanzadas tanto para las fuerzas peruanas como para las del enemigo. Es así que se estableció Arica como la peruana y Antofagasta como la contraria; aunque tenían una muy limitada capacidad de apoyo logístico, les permitió proyectar sus operaciones. Considerando las acciones que se llevaron a cabo durante la campaña como el desplazamiento de las tropas aliadas a Tarapacá, la defensa de Pisagua, las batallas de San Francisco y Tarapacá y la marcha de retorno de las tropas remanentes de la campaña desde Tarapacá hasta Arica, se concluye que la elección de Arica como base de operaciones avanzada fue acertada y la maniobra operacional que tenía por objeto realizar una ofensiva concéntrica por líneas exteriores, de haberse ejecutado como estaba prevista y de no haberse producido el retorno de las tropas bolivianas comandadas por el general Daza

125 en quebrada Camarones, hubiese permitido alcanzar posiciones relativas favorables y arrojar las tropas chilenas al mar.

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. Para poder alcanzar el objetivo estratégico operacional consistente en “Reunir los dos núcleos de fuerzas aliadas en el teatro de operaciones y, eventualmente, un tercero de Bolivia (Campero), con la finalidad de iniciar una contraofensiva concurrente con Buendía, desde Pozo Almonte (al sur), terminal de la línea férrea de Iquique al interior, y con Daza desde Quebrada Camiña (al norte), para converger sobre Pisagua – Hospicio – Jazpampa, cortando la línea de retirada del Ejército chileno al mar”. (Mercado, 2010, p.40), las fuerzas aliadas al mando del general Buendía se establecieron en el departamento de Tarapacá, en el siguiente dispositivo: Cuartel general en Iquique Primera y quinta división en Iquique Segunda y tercera división en El Molle Cuarta división (vanguardia) y sexta división (exploradora) en La Noria. 800 hombres de la división exploradora a órdenes del coronel Mori Ortiz, jefe de la columna Pasco, con 50 jinetes del regimiento Húsares de Junín, en Monte Soledad. Primera división boliviana, general Villegas en San Lorenzo, al sur de Iquique con destacamentos en las caletas de Chucumata, Patillos, Pabellón de Pica y Guanillos para conservar esos puntos del litoral y servir de alarma temprana. Tercera división boliviana, general Villamil en Agua Santa, con destacamentos en los puertos de Pisagua y Mejillones (Perú), un batallón cada uno con otro batallón que ocupaba Germania. Guarnición de Pisagua reforzada con artilleros peruanos al mando del teniente coronel Recavarren.

126 Caballería aliada, mayormente desmontada en La Noria. (Dellepiane, 2010, Parte II, p.75, p.76). Hubo tres factores decisivos que impidieron efectuar una adecuada distribución del poder combativo aliado en la campaña de Tarapacá. El primero definitivamente fue la contramarcha ordenada por el general Daza en quebrada Camarones, que impidió que avance con su Ejército que acampaba en Tacna hasta Jazpampa o Tiliviche, algunos kilómetros al interior y a la altura de Pisagua, con lo cual se buscaba cortar a las fuerzas chilenas adelantadas hacia el sur, en Agua Santa, de su base de operaciones de Pisagua, y obligarlas a dividir sus fuerzas para cubrirse o atacar. En este caso, Daza podía aceptar el combate si la situación lo favorecía o dirigirse por las alturas para reunirse al grueso del Ejército del Sur. Esta injustificable decisión del presidente boliviano desbarató por completo la contraofensiva concurrente para cortar la retirada del Ejército chileno al mar. (Mercado, 2010, p.43). El segundo factor, fue el hecho de mantener una reserva estratégica en Arica, la cual resultó innecesaria una vez producida la invasión de Pisagua y el avance chileno hacia el interior de Tarapacá, la posibilidad de un ataque sobre Arica o un desembarco más al norte quedaba descartada. Una reserva estratégica que no se emplea o coopera en la acción principal es un contrasentido. (Mercado, 2010, p.44). El tercer factor está relacionado al núcleo de fuerzas que se mantuvo a órdenes del general Narciso Campero sin ni siquiera concurrir al teatro de operaciones. Esta fuerza estaba destinada a hostigar al enemigo y, en caso que avanzara desde Atacama hacia Iquique, atacarlo por la retaguardia. La concurrencia al campo de batalla factible por su cercanía hubiera permitido la concentración de una masa apropiada de fuerzas. (Mercado, 2010, p.45). Por los argumentos antes expresados, considerando la inferioridad de su potencia combativa, se concluye que el poder combativo de las fuerzas aliadas, de manera general no fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional consistente en una contraofensiva concurrente para cortar la retirada del Ejército chileno al mar, de haberse ejecutarse como

127 estaba prevista, hubiera permitido expulsar al enemigo de la provincia de Tarapacá.

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. La restricción operacional más importante consistió en el singular hecho que producida la guerra, los presidentes tanto de Bolivia como del Perú, no solo tenían la responsabilidad política de conducir los destinos de sus respectivos países, sino también se habían proclamado como supremos directores de la guerra, lo cual generaba un conflicto entre las responsabilidades del político con las del estratega militar. “Estas sendas superposiciones de funciones políticas y estratégicas, en los referidos personajes, tuvieron graves consecuencias en la dirección y ejecución de la campaña de Tarapacá”. (Mercado, 2010, p.48). Adicionalmente, el pacto complementario de la alianza firmado con Bolivia, establecía que si las operaciones se realizaban en el Perú, el presidente de este país tendría el comando de las fuerzas aliadas y en forma similar si las operaciones se realizaban en Bolivia, el presidente de este país ejercería el mando supremo aliado. Sin embargo, el general Hilarión Daza, una vez que se trasladó con sus tropas desde La Paz hasta Tacna, se negó a cumplir algunas órdenes impartidas por el general Prado e incluso a aceptar la asignación de quince cañones por parte del Ejército del Perú. Asimismo, el hecho que ilustra la restricción operacional de la campaña de Tarapacá es el inexplicable retorno de las tropas bolivianas al mando del general Hilarión Daza cuando en plena marcha para concurrir en una acción convergente, al campo de batalla de Tarapacá, ordenó el regreso de sus tropas hacia Arica. “Si no se hubiera producido esta disposición, si el conductor de las operaciones hubiera sido otro general boliviano sin la investidura presidencial, otro sería el resultado de la campaña de Tarapacá. Las razones que tuvo Daza para ordenar

128 este movimiento, de funestas consecuencias para toda la guerra, no han sido bien esclarecidas”. (Mercado, 2010, p.49, p.50). Si se hubiese nombrado un responsable de la conducción militar de las fuerzas aliadas, respetando el principio de unidad de mando y que no tenga la responsabilidad política de conducir la guerra, sino por el contrario, que su conducción estratégica sirva al objetivo político de la guerra establecido por los responsables políticos, otros hubiesen sido los resultados de la campaña de Tarapacá. “Uno de los factores más graves en la guerra, tanto en el campo político como en el estratégico, es la falta de unidad en la dirección y en el comando de las operaciones, debiendo estas realizarse en el marco de una coordinación subordinada con aquella. En las fuerzas de la alianza, la presencia de dos presidentes de la República en el teatro de operaciones resentía la operatividad estratégica que requiere la unidad de mando”. (Mercado, 2010, p.51).

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional impuesto fue correctamente seleccionado, sin embargo requería de parte de los ejecutantes de una ajustada y precisa combinación; y a la luz de los resultados de la campaña de Tarapacá, que se inició con el desembarco chileno en Pisagua, continuó con el desastre aliado en San Francisco y culminó con la victoria de Tarapacá; se concluye que no fue alcanzado, a pesar del gran costo de vidas humanas y medios materiales.  La elección de Arica como base de operaciones avanzada fue acertada y la maniobra operacional que tenía por objeto realizar una ofensiva concéntrica por líneas exteriores, de haberse ejecutado como estaba prevista y de no haberse producido el retorno de las tropas bolivianas comandadas por el general Daza en quebrada Camarones, hubiese permitido alcanzar posiciones relativas favorables y arrojar las tropas chilenas al mar, sin embargo no fue sostenible en el tiempo y no alcanzó los objetivos esperados.  El poder combativo de las fuerzas aliadas, de manera general no fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica

129 operacional consistente en una contraofensiva concurrente para cortar la retirada del Ejército chileno al mar. Se considera que fue innecesario mantener una reserva estratégica en Arica así como la división de reserva al mando del general Narciso Campero.  Las restricciones impuestas a la libertad de acción afectaron la ejecución de las acciones bélicas, llegando a comprometerlas operacionalmente. Como principales restricciones operacionales resaltan la presencia en el teatro de operaciones de los presidentes tanto del Perú como de Bolivia que ejercían tanto la responsabilidad política de la guerra como la de conducir las operaciones militares, atentando además contra el principio de unidad de mando.

4.1.4 Campaña de Tacna Planteamiento estratégico y conducción operacional de Chile Una vez finalizada la campaña de Tarapacá y teniendo el control casi total del mar, Chile tenía tres opciones: mantener los territorios ocupados, iniciar una ofensiva para apoderarse de las provincias de Arica, Tacna y Moquegua o marchar directamente contra Lima, el centro del poder político y administrativo del Perú. Mantener los territorios ocupados en Tarapacá no contribuía a alcanzar el objetivo político de la guerra, pues desde el punto de vista estratégico, no se había alcanzado el objetivo militar que era destruir a las fuerzas aliadas, que permanecían relativamente intactas (Mercado, 2010, p.56). Las tropas peruanas y bolivianas no habían sido destruidas en la batalla de San Francisco y la batalla de Tarapacá, no fue un enfrentamiento donde se hayan medido el grueso de los ejércitos beligerantes. (Mercado, 2010, p.56). Marchar sobre Tacna y Arica permitía golpear directamente al corazón de la alianza, que era el punto de conjunción natural entre Bolivia y el Perú. Adicionalmente, permitía ofrecer a Bolivia estos territorios a cambio de la provincia de Atacama e interponer a este país entre Perú y Chile con lo cual aseguraban la posesión de la ocupada provincia de Tarapacá. (Mercado, 2010, p.60).

130 Atacar Lima directamente sin conquistar Tacna y Arica, si bien es cierto hubiese permitido golpear directamente al centro del poder político y administrativo del Perú, dejaba pasar por alto la oportunidad de destruir al Ejército Aliado reunido en Tacna, que se hallaba relativamente completo, además impedía la opción de destruir la alianza por medio de la cesión de Tacna y Arica a Bolivia, lo cual permitiría interponer a este país en medio de Perú y Chile. Por las consideraciones antes indicadas, Chile estableció el objetivo político de conquistar las provincias de Tacna y Arica, con la finalidad de destruir al Ejército Aliado y romper la alianza por medio del ofrecimiento de una salida al mar a Bolivia por territorios peruanos, para de esta manera interponer a este país entre Perú y Chile y asegurar la posesión de los territorios conquistados de Atacama y Tarapacá. “Por acuerdo del Gabinete de Santiago, trasmitido el 26 de diciembre y prevenido desde días antes, Sotomayor recibió orden de emprender campaña contra las fuerzas de Montero. Sin tomar en cuenta las ventajas positivas enunciadas más arriba, que escaparon en su mayor parte a los directores chilenos de la guerra, el presidente Pinto y sus ministros pensaron en apoderarse de Tacna y Arica con la preferente intención de ofrecer estas provincias a Bolivia, esperando que con tal cesión esta abandonara la lucha o, mejor aún, pusiera sus armas del lado del invasor”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.43, p.44).

Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Como ya se determinó anteriormente, el objeto de la guerra durante la campaña de Tacna y Arica quedó expresado de la siguiente forma: “Conquistar las provincias peruanas de Tacna y Arica, con la finalidad de destruir al Ejército Aliado y romper la alianza por medio del ofrecimiento de una salida al mar a Bolivia por territorios peruanos, para de esta manera interponer a este país entre Perú y Chile y asegurar la posesión de los territorios conquistados de Atacama y Tarapacá. (Mercado, 2010). “Apoderarse de Tacna y Arica con la preferente intención de ofrecer estas provincias a Bolivia, esperando que con tal cesión esta abandonara la

131 lucha o, mejor aún, pusiera sus armas del invasor”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.44).

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. A la luz del objeto de la guerra mencionado, se determinó claramente la intención de Chile de ocupar militarmente las provincias peruanas de Tacna y Arica. Una vez que Chile ocupó la provincia de Tarapacá, logró una prenda territorial que le permitía imponer condiciones en una futura negociación; sin embargo, el grueso del Ejército Aliado reunido en Tacna y Arica permanecía intacto, por lo que era necesario emprender una nueva campaña para destruirlo. Asimismo, era de vital importancia ocupar estas provincias para romper el punto natural de conjunción peruano boliviana, y poderlas utilizar en el futuro para ofrecer una salida al mar a Bolivia, a cambio de la ocupada provincia litoral de Atacama. Por lo tanto, es posible definir el objetivo estratégico militar de la campaña de Tacna de la siguiente manera: “Ocupar militarmente las provincias peruanas de Tacna y Arica, con la finalidad de destruir las fuerzas aliadas en presencia y neutralizar el punto de conjunción natural de Bolivia y Perú”.

Objetivo estratégico operacional

Tiene por finalidad diseñar la maniobra. En el caso de la campaña de Tacna, el presidente Pinto temía que las fuerzas chilenas penetraran demasiado a la zona desértica y el recuerdo de Tarapacá lo arredraba, (Mercado, 2010, p.55); por lo que dio las siguientes disposiciones, las que pueden definir el objetivo estratégico operacional: “Una vez desembarcadas las fuerzas, debían permanecer cerca a la escuadra y esperar a las del almirante Montero. La caballería, entre tanto, cortaría los abastecimientos peruanos. La escuadra bloquearía la costa peruana desde Arica a Mollendo”. (Mercado, 2010, p.55).

Sin embargo, como consecuencia de la interceptación de una carta que el almirante Montero dirigió al jefe militar de Moquegua, en la que dando

132 respuesta a un pedido de refuerzo respondía “La situación es tal que a cada uno le corresponde defenderse como pueda” y a la información proporcionada en Valparaíso por los oficiales del buque inglés Turquoise, que había atracado en Arica, “Que las tropas peruanas iban a esperar el ataque chileno en el punto en el que se encontraban”, por lo que tanto el presidente Pinto, como el ministro Sotomayor, decidieron cambiar los planes iniciales, variando el objetivo estratégico operacional de la siguiente manera: (Mercado, 2010, p.55):

“Iniciar la ofensiva sobre la provincia de Tacna, para lo cual se debía batir primero a la débil división que se sostenía en Moquegua”. (Mercado, 2010, p.55).

“Actuando sobre Tacna, operarían con una corta línea de comunicaciones lo que era una ventaja y luego, conforme a la fácil experiencia hecha en Tarapacá en forma impensada, forzarían a los aliados a dar batalla en posiciones que ellos escogieran de antemano, tomando para esto todo el tiempo que juzgaran necesario”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.42).

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior. Se aprecia que el objetivo estratégico operacional chileno, inicialmente consistía simplemente en “desembarcar sus fuerzas en el litoral peruano, debiendo permanecer cerca a la escuadra y esperar a las del almirante Montero. La caballería, entre tanto, cortaría los abastecimientos peruanos. La escuadra bloquearía la costa peruana desde Arica a Mollendo”.

Esta concepción operacional chilena, fue formulada considerando la superioridad naval obtenida, que le permitía elegir el punto de desembarco que más le convenía, además de tener la posibilidad de bloquear los puertos peruanos, ocupar un área cercana a la costa sin alejarse de su escuadra y esperar un posible ataque enemigo o el desarrollo de sucesos posteriores.

En todas las campañas emprendidas por Chile en el Pacífico, se comprueba el singular sistema de tomar la ofensiva estratégica, emprendida gracias al concurso de su marina, que, con claro juicio, ha tratado siempre de que conserve

133 la superioridad naval para llevar la guerra al territorio de su adversario y establecerse en el en espera de los acontecimientos. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.42).

Asimismo, se aprecia claramente, la maniobra operacional empleada consistente en pasar a la ofensiva estratégica, para luego asumir una actitud defensiva táctica, tal como sucedió en la campaña de Tarapacá.

Su concepción estratégica no ha rebasado nunca ese tipo de plan, … , el desarrollo de sus campañas, a base de la iniciativa de las operaciones propiciada por la superioridad naval, ha consistido en tomar la ofensiva estratégica para pasar a la defensiva táctica y permanecer cerca del litoral, con un pie en sus barcos y otro en tierra. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.42).

Si consideramos que el objetivo estratégico militar era conquistar la provincia de Tacna con la finalidad de destruir las fuerzas aliadas en presencia y neutralizar el punto de conjunción natural de Bolivia y Perú, el simple hecho de desembarcar sus fuerzas en un punto del litoral permaneciendo cerca de la escuadra a las fuerzas enemigas, enviar a la caballería a cortar los abastecimientos peruanos y mantener el bloqueo naval dese Arica hasta Mollendo, no constituye un objetivo que contribuya a la consecución del objetivo superior.

Según el anterior sistema, los chilenos no pensaron, pues, en cortar las comunicaciones de su adversario, sino como cuestión incidental, porque, como se verá enseguida, su plan consistió en establecerse en Ilo y fortificarse en ese lugar, a la expectativa de sucesos ulteriores. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.43).

Sin embargo, una vez que las fuerzas chilenas interceptaron la carta del almirante Montero quien daba a conocer sus intenciones defensivas, lo cual fue confirmado por los oficiales del buque inglés Turquoise, optaron por iniciar la acción ofensiva sobre Tacna con la finalidad de ocuparla y destruir a las fuerzas aliadas en presencia, lo cual sí contribuía a la consecución del objetivo superior, por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional, era apto para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.

134 Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Chile contaba con los medios necesarios para cumplir su objetivo, la composición de sus tropas para esta campaña fue la siguiente, (Dellepiane, 2010, Parte III, p.29, p.30):

General en jefe: General Escala Jefe de Estado Mayor: Coronel Lagos Comandante de la caballería: General Baquedano

Primera División Coronel Amengual Regimiento 3 de línea (1,200 hombres) Regimiento Esmeralda (1,200 hombres) Batallón Navales (600 hombres) Batallón Valparaíso (600 hombres) Una batería de artillería (150 hombres) Escuadrón de Cazadores a Caballo (200 hombres)

Segunda División Coronel Muñoz Regimiento de línea (1,200 hombres) Regimiento Santiago (1,200 hombres) Batallón Atacama (600 hombres) Batallón Bulnes (600 hombres) Una batería de artillería (150 hombres) Escuadrón Granaderos a Caballo (25 hombres) Tercera División Coronel Amunátegui Regimiento 1 de línea (1,200 hombres) Artillería de Marina (1,300 hombres) Batallón Chacabuco (600 hombres) Una batería de artillería (150 hombres) Escuadrón Granaderos a Caballo (250 hombres)

135

Cuarta División Coronel Barboza Regimiento Buin 1 de línea (1,200 hombres) Regimiento Lautaro (1,200 hombres) Batallón Zapadores (600 hombres) Una batería de artillería (150 hombres) Escuadrón Granaderos a Caballo (250 hombres)

Las baterías de que disponía las divisiones eran las cuatro Krupp de montaña que tenía el ejército; en cuanto a las baterías de campaña, se consideran independientemente de las divisiones. El escuadrón 2 de Carabineros de Yungay, llegó al teatro de operaciones poco después de que desembarcara el ejército, y muchas unidades del Ejército de Reserva fueron transportadas a este, paulatinamente, a medida de las necesidades. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.30).

Efectivo total de las divisiones desembarcadas: 15,150 soldados El total de las piezas de artillería sumaban 34 cañones Posteriormente se incorporaron otros efectivos semanas antes de la batalla del Alto de la Alianza. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.30).

Como se puede apreciar, Chile contaba con las tropas suficientes para emprender la campaña de Tacna, las mismas que estaban debidamente equipadas, armadas y adiestradas.

Adicionalmente, al igual que en la campaña de Tarapacá, contaba con un adecuado sistema de apoyo administrativo que brindaba a su ejército de operaciones la logística necesaria para satisfacer las necesidades de abastecimiento de diversa índole (raciones secas, follajes, agua, vestuario y calzado, armas, equipo, munición, entre otros), transportes en base a ganado equino y mulas, servicio de atención médica basado en ambulancias de campaña. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.30-p.35).

136 Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Una vez que Chile logró ocupar la provincia peruana de Tarapacá, contó con una prenda territorial que le permitía imponer condiciones a su favor en una futura negociación para finalizar la guerra, con la participación de países neutrales. Sin embargo, no había logrado alcanzar el objetivo estratégico militar que consistía en destruir al Ejército Aliado, por lo cual, luego de analizar tres cursos de acción probables: mantener ocupadas las provincias de Atacama y Tarapacá y poner fin a la guerra, continuar la guerra iniciando la conquista de las provincias de Tacna y Arica o marchar directamente hacia Lima; optó por la segunda alternativa; la cual le permitía tener la posibilidad de destruir al Ejército Aliado reunido en Tacna y Arica, con lo cual lograba su objetivo estratégico militar y asimismo romper el punto de conjunción natural de los países aliados. Asimismo, la conquista de estas provincias, le daba la posibilidad de continuar negociaciones subrepticias con Bolivia para ofrecerle Tacna y Arica a cambio de la provincia de Atacama, con lo cual lograba romper la Alianza Peruana Boliviana e interponer a Bolivia nuevamente entre Perú y Chile con lo cual ponía a salvo las ocupadas provincias de Atacama y Tarapacá, por lo que estaba dispuesto a aceptar los costos humanos y materiales que implicaría alcanzar los objetivos trazados. Los costos fueron aceptables, ya que Chile logró ampliamente su objetivo al ocupar las provincias de Tacna y Arica.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

El objetivo estratégico operacional inicialmente no fue correctamente seleccionado, puesto que simplemente consistía en “desembarcar sus fuerzas en el litoral peruano, debiendo permanecer cerca a la escuadra y esperar a las del almirante Montero. La caballería, entre tanto, cortaría los abastecimientos peruanos. La escuadra bloquearía la costa peruana desde Arica a Mollendo”.

137 Como se expresó anteriormente, el objetivo operacional antes mencionado respondía a una típica forma de proceder de las fuerzas chilenas consistente en explotar la superioridad naval obtenida para elegir el puerto de desembarco y permanecer cerca a la costa para poder evacuar la zona ocupada en caso sea necesario, manteniendo el bloqueo de los puertos peruanos, en este caso desde Arica hasta Mollendo.

Iniciar una ofensiva estratégica para luego pasar a la defensiva táctica haciéndose fuerte en la zona desembarcada para esperar sucesos ulteriores, no le permitía al Ejército de Chile asegurar la conquista del objetivo estratégico militar planteado que consistía en ocupar las provincias de Tacna y Arica y destruir a las fuerzas aliadas en presencia, pese a que similar forma de proceder le había dado resultados durante la campaña de Tarapacá.

Cuando las fuerzas chilenas logran interceptar la carta del almirante Montero enviada al jefe militar de Moquegua con la elocuente respuesta a su pedido de refuerzo “La situación es tal que a cada quien toca defenderse como pueda” y la confirmación de las intenciones de las fuerzas aliadas con los informes de los oficiales del buque inglés Turquoise en Arica, decidieron variar el objetivo estratégico operacional inicialmente planteado.

Con la información recibida, Chile decide pasar de la defensiva a la ofensiva táctica para lo cual decide “Iniciar la ofensiva sobre la provincia de Tacna, para lo cual se debía batir primero a la débil división que se sostenía en Moquegua”.

Como indica Dellepiane (2010), el actuar sobre Tacna, permitiría al Ejército de Chile operar con una corta línea de comunicaciones lo que era una ventaja y luego, conforme a la fácil experiencia hecha en Tarapacá en forma impensada, forzaría a los aliados a dar batalla en posiciones que ellos escogieran de antemano, tomando para esto todo el tiempo que juzgaran necesario.

Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional inicialmente no fue correctamente seleccionado, pero luego de la información

138 recibida sobre las intenciones de las fuerzas aliadas, fue replanteado correctamente.

¿Se debió variar?

El objetivo estratégico operacional llegó a ajustarse, una vez se supo las intenciones de las fuerzas aliadas.

Sin embargo, se pudo escoger otro punto de desembarco distinto a Ilo, “El concepto que llevó a los soldados chilenos a desembarcar en Ilo dista mucho de responder a lo que aconsejaban las necesidades estratégicas de la campaña que se iniciaba”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.103).

Hubiese sido preferible elegir otro punto de desembarco que permita continuar la ofensiva estratégica emprendida con una rápida ofensiva táctica, para de esta manera recorrer una menor distancia para hacer frente a las fuerzas aliadas que procuraba destruir.

“En efecto, si el objetivo militar que perseguía el comando de las fuerzas invasoras en el nuevo ciclo de operaciones activas era la destrucción del Ejército de Tacna para romper la Alianza y tomar después la plaza de Arica, arrebatando así al defensor su último reducto en el sur, debió escoger un punto de desembarco que permitiera, mediante una violenta y rápida ofensiva táctica, proseguir la ofensiva estratégica emprendida”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.103).

Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional fue reajustado cuando se recibió la información de inteligencia acerca de las intenciones de las fuerzas aliadas, y que la elección de Ilo como punto de desembarco de las fuerzas chilenas no fue la más conveniente.

¿Se alcanzó?

El objetivo estratégico operacional fue alcanzado.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las

139 dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Una vez culminada la campaña de Tarapacá y decidido el objetivo estratégico militar de ocupar las provincias de Tacna y Arica y destruir las fuerzas aliadas en presencia, Chile empleó el puerto de Pisagua para embarcar sus fuerzas de invasión desde el día 18 de febrero de 1880. El día 19 zarparon las unidades navales chilenas las que arribaron a Ilo el día 25 y empezaron a desembarcar sus fuerzas en el puerto sin que se presente ningún tipo de oposición ni resistencia aliada. El día 01 de marzo desembarcó la cuarta división chilena procedente de Pisagua, evidenciándose durante todos los días empleados, que la maniobra se realizó como una simple operación comercial, sin ningún tipo de intervención por parte de las fuerzas aliadas. Asimismo, tal como sucedió en Pisagua, los peruanos dejaron en Ilo todas las facilidades portuarias intactas como elementos de carga y descarga (lanchas, muelles y grúas). Igualmente hallaron en la estación dos locomotoras operativas y varios vagones, bodegas y jaulas. Los tanques de agua y los pozos donde se surtía la población, tenían abundante dotación de ese elemento. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.56). Sin embargo, como se mencionó anteriormente, es cuestionable la elección de Ilo como punto de desembarco de las fuerzas chilenas para iniciar la campaña sobre Tacna y Arica, puesto que no respondía precisamente a las necesidades estratégicas de la misma. Teniendo en consideración el objetivo estratégico militar de ocupar las provincias de Tacna y Arica y destruir las fuerzas aliadas en presencia, lo recomendable era continuar la ofensiva estratégica con una rápida ofensiva táctica, en lugar de pasar a la defensiva una vez desembarcadas sus fuerzas, permaneciendo a la espera de una hipotética ofensiva aliada. “Al no proceder con rapidez y energía daba tiempo a su adversario para que acrecentara sus fuerzas, tomara disposiciones con sobre aviso de la situación y de las intenciones del atacante, o decidiera, sea emprender a su vez la ofensiva, sea ceder terreno momentáneamente para hacerse fuerte en el interior

140 prolongando indefinidamente las operaciones”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.103, p.104). En forma similar como sucedió en Pisagua, la elección de Ilo como punto de desembarco, obedeció más que a un criterio de necesidad acorde a la situación estratégica, a consideraciones de índole administrativo, debido a las facilidades que ofrecía la región, a la seguridad que ofrecía a sus fuerzas y a la lejanía de las tropas aliadas. Cabe señalar, que este punto de desembarco fue elegido por el más alto nivel político, una vez concluido el reconocimiento de la costa que efectuó el comandante chileno Viel. Iniciar la campaña marchando desde Tarapacá hacia Arica por Camarones, implicaba tener que hacer frente al desierto de Tarapacá con todas las dificultades que ofrece, por lo cual decidieron emplear la vía marítima; sin embargo, al sur de Arica no se encuentran desembarcaderos favorables e intentar hacerlo en esta plaza suficientemente defendida era inviable, por lo que decidieron desembarcar al norte de Arica, escogiendo Ilo por las consideraciones antes mencionadas. Sin embargo, es preciso mencionar, que el desembarcar en Ilo permitió ejecutar una adecuada dirección de la ofensiva estratégica general, debido a que las fuerzas chilenas se interponían entre los núcleos más fuertes donde se encontraban las fuerzas aliadas (Arequipa y Tacna). “En cuanto a la orientación general de la ofensiva estratégica, es innegable que estaba bien escogida, porque aparecía sobre una de las líneas de comunicaciones del adversario, cortando el enlace entre los agrupamientos principales de Arequipa y de Tacna. Pero hay que advertir, que si los chilenos obtuvieron estas ventajas fue sin que lo sospecharan siquiera; pues sabemos que las reflexiones que los indujeron a desembarcar en Ilo eran diferentes”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.104). El empleo de Pisagua permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables, sin embargo la elección de Ilo como punto de desembarco, no fue la más adecuada. Cuando los chilenos decidieron emprender la ofensiva sobre Tacna, Sotomayor debió ordenar el embarque en Ilo y el desembarque en Ite o en caleta de Sama de todas sus tropas a pie. Sus jinetes y el ganado de la artillería pudieron marchar

141 por tierra, ya que su embarco y desembarco es más moroso y difícil, habiéndolos acompañado con algunas compañías aligeradas para poder tomar los desembarcaderos y favorecer la llegada de la infantería por la vía marítima que se ofrecía, ancha y abierta a entera disposición del ejército invasor. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.194).

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento.

Desembarco en Ilo A partir de los primeros días de febrero, empezaron en Pisagua los preparativos para el embarque de las fuerzas chilenas a bordo de las unidades navales designadas. Una vez decidido el desembarco en el puerto de Ilo, por las consideraciones antes expuestas, se dispuso el embarque del Ejército de Chile en dos escalones, el primer escalón estaría compuesto por la primera, segunda y tercera división, y una vez desembarcadas estas, las unidades navales debían retornar a Pisagua para embarcar al segundo escalón constituido por la cuarta división. El orden del convoy de unidades navales que tenían la responsabilidad de transportar al Ejército chileno fue el siguiente: Blanco Encalada Toro, con lanchas torpederas Itata, Copiapó, Loa, Amazonas, Magallanes, La Mar, Limarí, Matías, Santa Lucía, Humberto, Elvira, Muzzi, Lancha, Angamos, Tolten, Abtao, Balsa Los diecinueve buques zarparon de Pisagua el 24 de febrero de 1880 y el día 25 arribaron a Ilo, logrando desembarcar las tres divisiones sin ningún contratiempo ni oposición por parte de las fuerzas aliadas.

142 El desembarco se efectuó hasta el día 29 y el día 01 de marzo llegó el segundo escalón compuesto por la cuarta división. Posteriormente, el Ejército de Reserva al mando del general Villagrán, que tenía la responsabilidad de custodiar la ocupada provincia de Tarapacá, fue transportado progresivamente como refuerzo de la masa principal. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.54 - p.57).

Agrupamiento Baquedano Las tropas que Sotomayor designó para luchar contra las fuerzas de Gamarra fueron puestas a órdenes del general Baquedano, comandante general de la caballería del ejército chileno; fue designado como jefe de estado mayor del agrupamiento el teniente coronel A. Martínez. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.81 - p.82). Al general Baquedano se le encomendó destruir a la débil división peruana estacionada en Moquegua y despachar enseguida a la caballería, tanto en persecución de estas tropas si obtenían el triunfo, como en la dirección general del río Locumba para practicar correrías en aquella región, preparando la próxima campaña del ejército. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.82). Con este fin, el agrupamiento de Baquedano se formó con la Segunda División, del coronel Muñoz, y con toda la caballería, a la que se agregó una compañía aligerada del regimiento Buin; además, la artillería de la división fue reforzada. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.82). El agrupamiento Baquedano, quedó constituido de la siguiente forma: Segunda División Regimiento 2 de línea 1,200 hombres Coronel Muñoz, Regimiento Santiago 1,200 hombres Batallón Atacama 600 hombres Batallón Bulnes 600 hombres 1 batería Krupp montaña 150 hombres Escuadrón de Cazadores a Caballo 200 hombres

143 A esta fuerza orgánica se agregaban: 1 compañía aligerada del regimiento Buin 150 hombres 1 batería de montaña, modelo francés 150 hombres 1 batería Krupp campaña 150 hombres 1 escuadrón Cazadores 200 hombres 2 escuadrones Granaderos 400 hombres El efectivo total alcanzaba a cerca de 5,000 hombres, de los que 800 eran de caballería, y se disponía de 18 cañones. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.83).

Batalla de Los Ángeles El general Baquedano, constituyó el día 16 de marzo una vanguardia compuesta por las tres armas, escogiendo las tropas menos fatigadas y se dirigió a Moquegua, el 17, con la intención de reconocer las tropas de Gamarra. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.88). Por los informes recibidos, supo que la división peruana tenía un efectivo muy inferior al que se le atribuía en el cuartel general chileno y que las tropas eran de poca solidez militar, allegadas con precipitación y faltas de artillería y de elementos de lucha. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.89). Además, Baquedano se informó que Gamarra había dado una proclama en la que decía a sus tropas que “el enemigo sería batido en el terreno que el escogiera y no en el que este quisiera imponer”, con lo que a juicio de los informantes, parecía indicar que abandonaría la ciudad para defenderla en una posición cuyo nombre ya corría de boca en boca: Los Ángeles, alturas que dominan la ciudad, reputadas desde tiempo atrás como inexpugnables. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.89). Establecido en el Alto de la Villa, Baquedano se informó de los caminos que conducían hacia el enemigo y ordenó que en la noche del 20 al 21 de marzo se efectuara un reconocimiento de la quebrada de Torata para comprobar si era verdaderamente inaccesible, según los datos que había recibido. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.96). Con los datos que tenía y con el resultado obtenido por el reconocimiento, Baquedano trazó un plan general de ataque que consistía en asaltar la posición de Gamarra por todos lados a la vez. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.96, p.97).

144 La distribución general de las tropas del agrupamiento Baquedano para la batalla de Los Ángeles fue la siguiente: (Dellepiane, 2010, Parte III, p.96, p.97). Con Baquedano Batallón Bulnes Tres compañías del regimiento Santiago 1 batería Krupp de campaña 1 batería Krupp de montaña Con Muñoz Regimiento 2 de línea Batallón Santiago, menos de 3 compañías 1 batería de montaña (modelo francés). 300 jinetes de Granaderos y Cazadores Con el comandante Batallón Atacama J. Martínez La compañía ligera del Buin y la mayor parte de la caballería quedaron en el Alto de la Villa, formando reserva. La batalla de Los Ángeles constituyó un triunfo para las fuerzas chilenas, las mismas que se conformaron con los resultados obtenidos y no emprendieron la persecución. Sólo el 23 llegó Baquedano a Yacango y al día siguiente volvió a su campamento en Alto de la Villa. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.102, p.103). A pesar de esta inactividad de Baquedano después de la batalla, los chilenos quedaron dueños de Moquegua y de sus alrededores y no tuvieron ya ningún temor para emprender operaciones sobre Tacna, dado que el agrupamiento enemigo más próximo se encontraba en Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.103). El atacante se condujo atinadamente: realiza sus desplazamientos en la noche, burlando así las facilidades de observación que tiene el que ocupa las alturas; los reconocimientos minuciosos efectuados la víspera le habían permitido conocer el punto débil de la defensa; buscó la sorpresa, factor esencial del éxito, tomando su dispositivo en la obscuridad, de tal modo que en la madrugada se produjo el asalto con todas las probabilidades favorables; las tropas de asalto fueron agrupadas al pie de la obra, donde el Atacama espera

145 que la luna se oculte para escalar el barranco. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.114, p.115). El plan de ataque era bueno: los ataques conducidos de frente sobre un enemigo en posesión de las alturas están condenados siempre al fracaso; en la guerra de montaña el golpe decisivo debe asestarse en la dirección general de la línea de retirada; a veces, el simple amague de cortarla, basta para obtener la evacuación de la posición. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.115). La potencia que Baquedano dio a la columna Muñoz restaba fuerzas al conjunto, y en cambio, esas tropas no podrían utilizarse completamente en caso de llegar sobre la línea de retirada de los peruanos, en cumplimiento de su misión, pues no tenía espacio suficiente para desplegarse y emplear todos sus medios; por otro lado, su avance, fácilmente detenido, permitía que el defensor, neutralizándolo, concentrara todo su esfuerzo sobre las demás columnas chilenas de ataque. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.116). El ataque que dirigía Baquedano personalmente, solo tenía una acción fijante, dependiente del esfuerzo que se iba a realizar en ambos flancos. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.116). El batallón Atacama es el que decide la acción, gracias a su inopinada aparición sobre el franco del defensor. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.116).

Batalla del Alto de la Alianza El dispositivo general de las tropas chilenas para la batalla de Tacna o también conocida como del Alto de la Alianza fue el siguiente, (Dellepiane, 2010, Parte III, p.170): Primera División Segunda División Tercera División Cuarta División División Reserva El ataque debía realizarse según los siguientes lineamientos generales,

146 (Dellepiane, 2010, Parte III, p.170, p.172): La Primera y Segunda Divisiones, después de que se hubiera realizado un cañoneo preliminar que debía efectuar toda la artillería, romperían el ataque cuando se hallaran a buena distancia, debiendo ir más adelante la Primera. La Tercera debía marchar en columna desplegada, en segundo escalón de las anteriores y sobre el intervalo que existía entre ellas, para reforzarlas y apoyarlas cuando fuera necesario. La Cuarta, dotada de caballería y artillería afectada en propiedad, atacaría cuando se pusiera a la altura del primer escalón, lo que tendría que producirse con posterioridad al ataque de la Primera y Segunda Divisiones, puesto que marchaba alineada con la Tercera. La División Reserva se emplearía, a juicio del comandante en jefe, en apoyo de una u otra ala o para atender cualquier circunstancia imprevista, o, principalmente, para formar una segunda ola de ataque sobre la izquierda del frente defensivo, lógicamente quebrantado y desgastado por el choque de las tres primeras divisiones chilenas. De lo dicho se deduce que el plan de ataque consistía, en suma, en echar todo el ejército atacante sobre un ala o, mejor dicho, sobre la mitad izquierda del frente defensivo, con repetidos esfuerzos sucesivos, crecientes en magnitud. En tanto, sobre la Cuarta División reforzada con caballería y artillería; la primera de estas armas estaba destinada a facilitar la cobertura del ala exterior de la división o a parar una sorpresa o, en fin, a detener momentáneamente al adversario imponiéndole respeto si ocurría un fracaso; la artillería le daría potencia de fuegos para el ataque y le permitiría sostenerse contra las baterías de la derecha aliada, cuyo emplazamiento, como el de todas las demás había sido determinado en el reconocimiento del 22 de mayo. El Regimiento de Granaderos a Caballo, a órdenes del coronel comandante general de la Caballería, Vergara, recibió la misión de cubrir el flanco derecho del ataque y garantizar especialmente a la brigada de artillería de Salvo cuyas posiciones de batería rebasaban al comienzo, en algunos centenares de metros, el extremo derecho del dispositivo de ataque de la infantería.

147 Cabe resaltar, que para la campaña de Tacna, el Ejército chileno decidió emplear un mayor poder combatiente que en la campaña de Tarapacá, para lo cual utilizó el mayor número posible de tropas del Ejército de Reserva para reforzar sus fuerzas. En esta campaña, el comando chileno procedió más juiciosamente que al abrir la campaña de Tarapacá, porque tomó del Ejército de Reserva el mayor número posible de tropas para reforzar la masa total de su ejército de operaciones. La carencia de cierto elemento y la condición de reclutas de los cuerpos del Ejército de Reserva que quedaron en Tarapacá, le impidieron aumentar más aún sus fuerzas. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.196). El Ejército Chileno dejó en tres batallones en el puerto de Ilo, los mismos que sumaban un efectivo total de mil quinientos hombres. Estas tropas hubiesen podido ser empleadas en el esfuerzo general de la acción ofensiva dirigida hacia Tacna, puesto que así el Segundo Ejército del Sur al mando del coronel Leyva se hubiese aproximado al valle de Locumba, estas unidades no se hubiesen percatado de su presencia. En todo caso, más adecuado hubiese sido dejar algunos elementos de observación en el valle de Moguegua, puesto que una cuando se transportó todo el Ejército de Operaciones para la batalla general sobre Tacna, la verdadera base de este era Ite, o en el mismo valle del Sama. Cubrirse con fuertes efectivos contra tropas que pudieran aparecer por el norte, era demostrar que se desconfiaba del éxito de la operación planteada sobre Tacna y, en este caso, más valía echar esos 1,500 hombres en la balanza para asegurar esta operación que, una vez efectuada permitiría, como sucedió, descuidar el valle de Moquegua que solo había servido como base de partida de la ofensiva. Ese fue un atentado contra la economía de las fuerzas, que sirve para obtener la acción en masa o sea la potencia en el esfuerzo. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.196). Durante esta campaña, se aprecia asimismo que el general Baquedano tenía la intención de, una vez tomada Tacna, buscar que los aliados se replieguen hacia el interior y no hacia Arica, cuya plaza estaba dispuesto a tomar a cualquier precio. Incluso, muchos de los elementos logísticos no fueron

148 desembarcados en Ite, permanecieron a bordo de las unidades chilenas, a la espera de ser trasladados hacia Arica. Pero parece que Baquedano quería, precisamente, impedir la retirada hacia Arica, prefiriendo que el enemigo se replegara al interior a fin de separar los dos agrupamientos de las tropas aliadas. Efectivamente, el ministro de Guerra y Baquedano solo habían hecho desembarcar en Ite los elementos de vida más necesarios para un corto periodo, conservando los demás a bordo con la mira de abastecer el ejército por Arica tan pronto como esa plaza fuera tomada, y en esas condiciones el comandante en jefe chileno quería aislar Arica, cuyas defensas eran muy temidas, a fin de apoderarse de la plaza con la mayor premura para recobrar sus líneas de comunicaciones por la vía marítima. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.207, p.208). Resulta evidente que de este modo, el general Baquedano buscó obtener dos victorias sucesivas sobre Tacna y Arica, sin preocuparse de lograr la destrucción completa del Ejército Aliado. En cuanto a la distribución del poder combativo, cabe resaltar el modo de proceder del Comandante en Jefe del Ejército de Chile, general Baquedano. Luego de la batalla de Los Ángeles, la de Tacna se presentaba como su primera gran batalla al mando de las tropas chilenas. Su maniobra durante esta batalla, se limitó simplemente a efectuar un ataque frontal, aunque estuvo escalonado y buscaba bordear el ala izquierda de la defensa aliada; sin embargo, salta a la vista que esta forma de ataque, en masa, fue algo característico en él, lo cual se tornó previsible, en el resto de la guerra. Falto de vuelo en la ideación de planes, acostumbrado a mandar tropas de pequeño efectivo con la que son imposibles las combinaciones de gran aliento, sin experiencia propia o adquirida por el estudio, lento y prudente en la concepción y con absoluta pasividad y sumisión a las decisiones superiores, que no interpretaba para no arriesgar nada de su parte no concebía sino el ataque frontal, en masa, en un solo campo, sin efectuar maniobra alguna por temor de formar destacamentos que, por desconfianza, consideraba aventurados en cualquier circunstancia que se le pidiera hacerlos. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.208, p.209). Asimismo, en cuanto a la concepción estratégica de las operaciones, cabe resaltar que el general Baquedano, no buscaba destruir las fuerzas contrarias en

149 una batalla decisiva, más bien daba un paso a la vez empleando siempre un ataque frontal, conformándose con la conquista del terreno que ocupaban las fuerzas enemigas, para luego emprender otra acción. En cuanto a la orientación de las fuerzas sobre su punto de aplicación, es decir, en lo que se refiere a la concepción estratégica de las operaciones, Baquedano no buscaba la batalla decisiva en cada acción de armas que dirigía, limitándose a golpear frontalmente al adversario para conquistar el terreno que este ocupaba y, conformándose con ello, recomenzar la operación un poco más allá, dentro del mismo molde. Para el, la guerra parecía ser cuestión de tiempo y conquista de posiciones sucesivas cuya ocupación le permitiera marchar paso a paso en busca de una decisión, que esperaba obtener por el aniquilamiento progresivo del adversario. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.209).

Toma de Arica Aprovechando el material rodante abandonado por los aliados y previas ligeras reparaciones efectuadas en la línea, contando además con la zona de seguridad que proporcionaba la caballería, Baquedano ordenó el traslado de una fuerte división a Chacalluta, que se encargaría de la toma de Arica. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.237). Las tropas llegaron a Chacalluta en la siguiente forma, (Dellepiane, 2010, Parte III, p.237): El 2 de junio: Regimiento Buin de línea: 1,200 hombres Regimiento 3 de línea: 1,200 hombres

El día 3 de junio llegaron a Chacalluta por la misma vía: Regimiento 4 de línea: 1,200 hombres Batallón Bulnes: 600 hombres 3 baterías de campaña 500 hombres 1 de montaña Todas las tropas pertenecían a la División de Reserva que fue constituida para la batalla del Alto de la Alianza, que no llegó a actuar, solamente sufrió 7 bajas en la acción. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.237).

150 A estas tropas debían agregarse las siguientes, (Dellepiane, 2010, (Dellepiane, 2010, Parte III, p.237): Tropas de caballería (Carabineros de 600 hombres Yungay y Cazadores a Caballo) Regimiento Lautaro 1,200 hombres Todas las unidades antes citadas habían sido completadas en Tacna, con soldados de otros regimientos, para darles su efectivo máximo, excepto, desde luego, los regimientos que habían formado en la División de Reserva durante la batalla del Alto de la Alianza, que no sufrieron pérdidas. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.238). El efectivo total de las tropas que iban a tomar parte del asalto de Arica ascendía a 6,500 hombres con 22 cañones y 2 ametralladoras. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.238). En lo que se refiere a la preparación estratégica de la operación sobre Arica, Baquedano supo tomar con precisión las medidas necesarias: reconocimiento previo por tropas de caballería, toma y mantenimiento del contacto, establecimiento de una zona de seguridad para garantizar la llegada de las fuerzas frente a sus puntos de aplicación; transporte escalonado de los gruesos economizando la fatiga de las tropas; utilización de soldados especializados para el arreglo antelado de la vía que había de permitirle presentar las tropas combatientes en el mejor pie; funcionamiento ordenado y previsión juiciosa de los abastecimientos para pasar largos días frente al enemigo, explotando los recursos del valle del Lluta y ulteriormente los de Azapa, completados con elementos enviados desde Tacna. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.277, p.278). El general Baquedano efectuó una adecuada distribución del poder combativo de su ejército para la toma de Arica. Tuvo especial cuidado de contrarrestar la potencia de fuego de las defensas peruanas establecidas en los fuertes, emplazando adecuadamente su artillería al límite máximo de su alcance para evitar ser alcanzado por los fuegos de contra batería y estableció enlace con la escuadra chilena con la finalidad de contar con fuego naval de apoyo. Asimismo, efectuó un reconocimiento adecuado antes de decidir el curso de acción para el asalto al morro. Es indudable que el planteamiento general de la operación que se ejecutó el 7 de junio se debió en gran parte a la acción personal del comandante en jefe. El

151 dispositivo de los regimientos de asalto, 3,4 y 1, hace recordar al que tomaron las Divisiones Amengual, Barcelo y Amunátegui en la batalla del Alto de la Alianza. La inacción a que fue obligada la caballería, recuerda asimismo, esa batalla. A mayor abundamiento, el hecho de “tomar al toro por los cuernos”, según la expresión favorita de Baquedano, revela también su influencia directa en la elaboración del plan de asalto. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.280, p.281).

De acuerdo a las consideraciones relacionadas a la Campaña de Tacna, se concluye que Chile, de manera general, efectuó una adecuada distribución de su poder combativo; y alcanzó ampliamente sus objetivos.

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Durante la campaña de Tacna, a diferencia de la de Tarapacá, los mandos militares chilenos tuvieron una mayor libertad de acción en la conducción de las operaciones, debido a que el gobierno de Chile señaló los objetivos y proporcionó los medios que requería la estrategia militar, la cual se ejecutó bajo la supervisión del Ministro de Guerra en campaña, Rafael Sotomayor. (Mercado, 2010, p.62). Sin embargo, Dellepiane (Parte III, 2010), refiere una serie de discrepancias que se suscitaron entre el ministro Sotomayor y el general Escala, antes de decidir si efectuar una campaña sobre Lima o con el objetivo de conquistar Tacna y Arica. Graves desacuerdos se produjeron por ese tiempo entre el ministro de Guerra y el general en jefe, por cuestiones de organización del ejército, discusiones que agriaron los ánimos y originaron la formación de camarillas alrededor de uno y otro jefe, como había sucedido en Atacama con el general Arteaga. El resultado de estas discusiones y cambio de ásperas notas entre las altas autoridades del ejército fue que se retrasaran los preparativos de la campaña y que, contra los deseos del pueblo chileno, se postergara la iniciación de las operaciones activas. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.43).

152 Asimismo, es importante mencionar que las diferencias entre el ministro Sotomayor y el general Escala continuaron hasta antes de la batalla del Alto de la Alianza, tornándose la relación entre ambos cada vez más tirante, hasta el punto de generar camarillas que apoyaban a uno y otro y produciéndose desaires del ministro hacia el general en jefe.

Ante estas circunstancias, el general Escala solicitó licencia para dirigirse a Santiago y presentar sus quejas, la cual le fue concedida inmediatamente por el ministro Sotomayor, nombrando al general Baquedano, como comandante en jefe del ejército chileno en campaña. Al respecto, Dellepiane, (2010, Parte III) indica: “La partida de Escala mejoró la situación de los comandos superiores, pues desapareció la división que existía entre los altos jefes, los que hasta entonces habían formado dos camarillas hostiles.” p.124.

Cabe resaltar, que el nombramiento del general Baquedano como general en jefe, contó con la aprobación del gobierno de Santiago porque no veían en él “a un hombre capaz de hacer plataforma política de los éxitos que pudiera obtener, pues sus condiciones personales no le permitían nunca brillar más de lo que a los políticos, a quienes él desdeñaba a su vez cordialmente, le convinieran”. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.124).

Finalmente, poco antes de la víspera de la batalla del Alto de la Alianza, se produjo el súbito fallecimiento del ministro Sotomayor, según los que lo rodeaban por un ataque de apoplejía y también se corrió el rumor que había sido envenenado.

Este hecho, provocó confusión entre los subordinados del general Baquedano, quienes se reunieron para decidir si continuaban subordinándose a su general en jefe o nombraban a otro oficial al mando de las operaciones, lo que evidenció una total falta de disciplina; y asimismo produjo confusión en el gobierno de Santiago, quien decidió que el mando se ejerza por parte de un triunvirato formado por el general Baquedano, y los coroneles Vergara y Velásquez; sin embargo el primero de éstos, hábilmente no dio a conocer esta

153 decisión del gobierno a los coroneles y continuó ejerciendo el mando. (Dellepiane, 2010, Parte III, p.147).

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas chilenas consistente en “Desembarcar sus fuerzas en el litoral peruano, debiendo permanecer cerca a la escuadra y esperar a las del almirante Montero. La caballería, entre tanto, cortaría los abastecimientos peruanos. La escuadra bloquearía la costa peruana desde Arica a Mollendo”, inicialmente no fue correctamente seleccionado; pero luego de la información recibida sobre las intenciones de las fuerzas aliadas, fue replanteado correctamente, “Iniciar la ofensiva sobre la provincia de Tacna, para lo cual se debía batir primero a la débil división que se sostenía en Moquegua”. A la luz de los resultados de la campaña de Tacna, se concluye que fue alcanzado.  El empleo inicial de Pisagua como base de operaciones avanzada fue acertada, sin embargo la elección de Ilo como punto de desembarco no fue la más adecuada. La maniobra operacional realizada, que consistió en el desembarco en Ilo para continuar con el desplazamiento a pie de una gran distancia que tuvieron que recorrer las divisiones chilenas desde Ilo hasta Tacna, no permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables.  De manera general, el poder combativo de las fuerzas chilenas fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter ofensivo, y alcanzó ampliamente sus objetivos.  Se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración que afectaron de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, habiendo podido comprometerlas operacionalmente. Entre las principales restricciones a la libertad de acción, resaltan las tirantes relaciones entre el ministro Sotomayor y el general Escala; sin embargo, cuando se produjo la muerte de Sotomayor y el general Baquedano asumió el mando

154 militar del Ejército de Chile, contó con una adecuada libertad de acción para la conducción de las operaciones.

Planteamiento estratégico y conducción operacional aliada

Cuando el presidente Prado decidió abandonar el país con la supuesta intención de adquirir armas en Europa, dejó encargada la presidencia de la República al general La Puerta. Sin embargo, los notables de Lima se reunieron y acordaron recomendar al presidente encargado que abandone la presidencia, quien accedió al pedido. Asimismo, Nicolás de Piérola con el apoyo de los comandos de la guarnición de Lima, se proclamó jefe supremo de la nación el 23 de diciembre de 1879. (Mercado, 2010, p.62, p.63).

El contralmirante Lizardo Montero, por disposición del presidente Prado, había sido designado como jefe superior político y militar de los departamentos de Tarapacá, Tacna, Moquegua, Puno y Cusco; sin embargo una vez que Nicolás de Piérola asumió el poder, decidió dividir las fuerzas del sur en el Primer Ejército compuesto principalmente por las fuerzas reunidas en Tacna y Arica al mando del contralmirante Montero y el Segundo Ejército, compuesto por las unidades que se encontraban en Arequipa y Moquegua, al mando del coronel Leyva.

Con esta decisión, se alteraba un principio estratégico elemental que consiste en procurar tener reunidas la mayor cantidad de fuerzas para emplearlas en una acción decisiva con la finalidad de procurar la destrucción del enemigo, ya que ambos ejércitos se mantuvieron separados; y asimismo, atentaba contra la unidad de mando, principio fundamental de la guerra.

La decisión de Nicolás de Piérola, se habría producido porque este “desconfiaba de Montero y temía que lo desconociera como dictador del Perú y se valiese del Ejército del Sur para no reconocerlo y combatirlo. Montero había combatido y derrotado a Piérola en los campos de Tarata en la revolución que este hiciera contra Pardo en 1874”. (Mercado, 2010, p.65).

155 En Tacna y Arica se concentraban el grueso de los ejércitos de línea de la Alianza; igualmente, estas provincias constituían el corazón de la misma, ya que era el punto de conjunción natural de ambos países. Mantener estos territorios iba a permitir mantener con vida a la Alianza, para lo cual se debía procurar la destrucción de las fuerzas enemigas y la conservación de los ejércitos peruano y boliviano.

Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Es posible determinar el objeto de la guerra durante la campaña de Tacna y Arica de la siguiente forma: “Asegurar la posesión del territorio peruano mediante la creación de núcleos de gravedad en Tacna, Arequipa, Lima y el norte del país, materializados con la creación de sendos ejércitos”. (Mercado, 2010, p.64).

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. A la luz del objeto de la guerra mencionado, se determinó claramente la intención de Perú de defender las regiones de Tacna, Arequipa, Lima y el norte del país. . Una vez que Chile ocupó la provincia de Tarapacá, tenía la opción de imponer condiciones de negociación con esta prenda territorial, ocupar las provincias de Tacna y Arica o marchar directamente al centro del poder económico y administrativo del país: Lima. Una vez que decidió ocupar Tacna y Arica, el grueso del ejército profesional aliado se encontraba reunido en Tacna, constituyendo esta provincia junto con Arica, el punto de conjunción natural de ambos países y por ende el corazón de la Alianza, por lo que era necesario defender estas provincias y sobretodo buscar destruir las fuerzas chilenas en su intento de ocupación, por lo que esta campaña era decisiva para determinar el curso de la guerra.

En consecuencia, es posible determinar el objetivo estratégico militar de la siguiente manera: “Defender las provincias peruanas de Tacna y Arica, con la

156 finalidad de evitar la ocupación de las mismas y mantener el punto de conjunción natural de Bolivia y Perú”.

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. Nicolás de Piérola, al asumir la presidencia de la República, no solo asumió las responsabilidades del gobernante, sino también se irrogó las funciones del estratega militar, para lo cual dividió el Ejército del Sur, nombró a un nuevo prefecto de Tacna, con lo cual restó atribuciones al contralmirante Montero e incluso dispuso la maniobra que debía realizar las fuerzas al mando del jefe militar. La puesta en ejercicio del pensamiento del dictador Piérola en la campaña de Tacna es un ejemplo aleccionador de cómo las consideraciones políticas dominaron e interfirieron la estrategia militar, hasta tal punto que ellas delimitaron el teatro de operaciones, la zona de combate y hasta la posición por ocupar, así como la composición y organización de las fuerzas. Impusieron la maniobra defensiva y vulneraron el principio según el cual en la guerra el objetivo más importante es el aniquilamiento de las fuerzas contrarias. (Mercado, 2010, p.63). A la luz del objetivo estratégico militar antes mencionado, es posible definir el objetivo estratégico operacional de la siguiente manera: “Defender la ciudad de Tacna, manteniendo núcleos de resistencia en Moquegua y Arica, con la finalidad de evitar la ocupación enemiga de las provincias de Tacna y Arica”. Al respecto, Dellepiane (2010, Parte III) indica: “Como plan general de operaciones, Piérola ordenó a Montero, en suma, que la defensa de Tacna debía ser el objetivo principal de la campaña” (p.48). Asimismo, Mercado (2010), señala: “Pero Montero no aceptó el plan de Camacho, exponiendo que tenía órdenes precisas de Piérola para mantenerse a la defensiva en la región de Tacna y Arica”. (p.71).

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior.

157 Si se tiene en consideración que el objetivo estratégico operacional aliado consistía en “Defender la ciudad de Tacna, manteniendo núcleos de resistencia en Moquegua y Arica, con la finalidad de evitar la ocupación enemiga de las provincias de Tacna y Arica”, queda claro que el esfuerzo principal de las fuerzas aliadas fue ofrecer una defensa táctica en Tacna.

Si bien es cierto, se contaba con una división peruana en Moquegua, la misma que efectuó una defensa táctica en un terreno fuerte en la batalla de Los Ángeles, el grueso de las fuerzas aliadas que efectuaron una defensa táctica e intentos de acciones ofensivas en la batalla del Alto de la Alianza y dos divisiones peruanas que efectuaron una defensa táctica en Arica, (Mercado, 2010), estos esfuerzos no fueron articulados estratégicamente y se cedió por completo la libertad de acción al enemigo.

“En esta campaña no existió una concepción estratégica definida, pues se cedió la libertad de acción al Ejército chileno, y se centró el esfuerzo en la defensa táctica de Tacna, primando la necesidad de conservar el terreno a la de destruir al adversario” (Mercado, 2010, p.63). Es preciso tener en consideración que el objetivo principal de la guerra debió ser lograr la destrucción de las fuerzas enemigas, pero se aprecia que Nicolás de Piérola, tenía la concepción de conservar el territorio peruano, para lo cual organizó núcleos de resistencia en Tacna, Arequipa, Lima y el norte del país. Por lo tanto, se dedujo el objetivo estratégico militar consistente en defender las provincias de Tacna y Arica con la finalidad de evitar la ocupación por parte de las fuerzas chilenas.

Sin embargo, al centrar los esfuerzos en una defensa táctica, con la finalidad de evitar la caída de Tacna, se olvidó el precepto fundamental establecido por Clausewitz, consistente en que “el objetivo fundamental del combate debe ser el aniquilamiento de las fuerzas enemigas, principio que debe primar sobre cualquier otra consideración”. (Mercado, 2010, p.64).

Al destruir las fuerzas enemigas, o al debilitarlas considerablemente, la conservación del territorio surge como consecuencia de este hecho, sin

158 embargo, en la campaña de Tacna primó la conservación del terreno a la destrucción de las fuerzas enemigas, como objetivo de la campaña.

Adicionalmente, lo que es peor aún, Nicolás de Piérola dispuso que la defensa de Tacna se realizara en la misma ciudad de Tacna, restando de esta forma libertad de acción al contralmirante Montero, en su calidad de comandante operacional, para elegir el lugar más apropiado para conducir la defensa.

Por las consideraciones antes expuestas, se concluye que el objetivo estratégico operacional no era apto para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.

Factibilidad

El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. El Ejército Aliado en Tacna, al inicio de la campaña, contaba con las siguientes tropas disponibles para la campaña de Tacna (Dellepiane, 2010, Parte III, p.24, p.28):

Primer Ejército del Sur General en jefe: Contralmirante Montero Jefe de Estado Mayor: Coronel Velarde Primera División Coronel P. Dávila Batallón Lima, Nro. 11 (350 hombres) Batallón Cazadores del Cusco (450 hombres)

Segunda División Coronel Cáceres Batallón Zepita (428 hombres) Batallón Cazadores del Misti (450 hombres)

Tercera División Coronel Suárez Batallón Pisagua (420 hombres)

159 Batallón Arica (270 hombres)

Cuarta División Coronel Mendoza Batallón Victoria (500 hombres) Batallón Huáscar (350 hombres)

Quinta División Coronel Herrera Batallón Ayacucho (420 hombres) Batallón Arequipa (370 hombres)

Sexta División Coronel Herrera Batallón Lima (400 hombres) Batallón Cazadores del Rímac (320 hombres)

División Solar Guardia Civil de Tacna – Policía (20 hombres) Columna Sama (80 hombres) Columna Para (60 hombres) Columna Artesanos (80 hombres)

Caballería Coronel Méndez Escuadrón Húsares de Junín (150 hombres) Guías (180 hombres) Franqueadores de Tacna (150 hombres) Gendarmes (50 hombres)

Artillería (180 hombres) 2 cañones de 12 2 ametralladoras de 2 cañones 8 cañones de a 4

160 Tropas de guarnición en la plaza fortificada de Arica Comandante en jefe Coronel Bolognesi

Séptima División Coronel Inclán Batallón Granaderos de Tacna (200 hombres) Batallón Artesanos de Tacna (250 hombres) Cazadores de Piérola (340 hombres)

Octava División Coronel A. Ugarte Batallón Tarapacá (264 hombres) Batallón Iquique (266 hombres)

Ejército boliviano Comandante en jefe: Coronel Camacho Jefe de Estado Mayor: Coronel Castro Pinto

Primera División Coronel Zapata Batallón Viedma (260 hombres) Batallón (350 hombres) Batallón Sucre (400 hombres)

Segunda División Coronel Acosta Batallón Loa (350 hombres) Batallón Grau (350 hombres) Batallón Chorolque (350 hombres) Batallón Padilla (350 hombres)

Tercera División Coronel Murguía Batallón Murillo (160 hombres) Batallón Colorados (400 hombres)

161

Cuarta División Coronel González Batallón Aroma (260 hombres) Batallón Zapadores (160 hombres)

Caballería Escuadrón Escolta (60 hombres) Coraceros (60 hombres) Caballería Vanguardia de Cochabamba (161 hombres) Caballería Libres del Sur (150 hombres)

Artillería 2 ametralladoras de 6 cañones

Segundo Ejército del Sur (Dellepiane, 2010, Parte III, p.81) Comandante en Jefe: Coronel Gamarra Jefe de Estado Mayor: Coronel Barrionuevo

Batallón Grau (300 hombres) Batallón Granaderos del Cusco (300 hombres) Batallón Canas (350 hombres) Batallón Canchis (300 hombres) Columna Gendarmes de Moquegua (50 hombres)

Adicionando, pues, las fuerzas aliadas que hicieron frente al Ejército de Chile en esta campaña, con esfuerzos sucesivos e inconexos, se tiene el siguiente total general, (Dellepiane, 2010, Parte III, p.28):

En Los Ángeles: 1,300 peruanos En Tacna: 4,061 bolivianos 5,788 peruanos En Arica: 2,000 peruanos Total: 13,149 hombres

162 Como se puede apreciar, el Ejército Aliado contaba con un significativo número de efectivos disponibles para la Campaña de Tacna, cabe resaltar que el grueso tanto del Ejército Peruano como del boliviano, estaba constituido por tropas de línea, profesionales, que se iban a enfrentar en una campaña decisiva para el curso de la guerra. Sin embargo, de acuerdo a la composición de las fuerzas antes detallada, se aprecia que la mayor parte de los ejércitos peruano y boliviano estaban constituidos por unidades de infantería, observándose la limitada disponibilidad de unidades de artillería y caballería, necesarias para proporcionar una adecuada potencia de fuego y cobertura a sus fuerzas. Otra gran limitación para el Ejército Aliado, constituía la carencia de elementos de transporte, que permitiera la movilización de víveres, munición y forrajes, por lo cual prácticamente estaba anclado al terreno que ocupaba, por carecer de una adecuada movilidad que le permita brindar apoyo administrativo a sus fuerzas en forma efectiva y oportuna. Por lo expuesto, se concluye que pese a las grandes limitaciones que presentaba el Ejército Aliado para la campaña de Tacna, contaba con los medios disponibles para alcanzar el objetivo estratégico operacional planteado.

Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. La campaña de Tacna fue decisiva para definir el curso de la guerra. Chile ya había logrado ocupar las provincias de Atacama y Tarapacá y se había lanzado a la conquista de Tacna y Arica con la finalidad de destruir al Ejército Aliado que se encontraba reunido en Tacna, romper el punto de conjunción natural de Bolivia y Perú así como lograr una prenda territorial que le permita imponer condiciones en una negociación de paz. El Ejército Aliado, en lo estratégico, no tenía más opciones que defenderse, sin embargo en el nivel táctico, pudo haber realizado una ofensiva con las fuerzas disponibles, teniendo en consideración que el Ejército chileno al desembarcar en Ilo, asumió una actitud táctica defensiva.

163 Nicolás de Piérola, dispuso como objetivo principal de la campaña, la defensa de Tacna, por lo que al producirse la derrota peruano boliviana en la batalla del Alto de la Alianza, esta constituyó un golpe decisivo ya que a las fuerzas chilenas solo les quedaba vencer a la débil guarnición de Arica para asegurar la posesión de las provincias de Tacna y Arica. Los costos humanos y materiales de la campaña de Tacna para las fuerzas aliadas fueron absolutamente inaceptables, puesto que no se logró con la defensa planteada, contener a las fuerzas chilenas, mucho menos pasar a la contraofensiva para intentar destruir a las fuerzas enemigas; el Ejército Aliado, conformado por tropas profesionales, quedó prácticamente destruido y en adición, Chile logró romper la alianza peruano boliviana, debido a que después de la batalla de Tacna, los remanentes de las tropas bolivianas se retiraron a su país, y no volvieron a participar más en las acciones bélicas del resto de la guerra. Finalmente, las provincias de Tacna y Arica cayeron en poder de Chile.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

Durante la campaña de Tacna, las tropas aliadas carecieron de una concepción estratégica definida. Nicolás de Piérola, asumió el poder a fines de 1879 y no solo lideró la conducción política del país, sino también la dirección estratégica de la guerra, llegando incluso a dividir el Ejército del Sur, nombrar un prefecto que le restó responsabilidades administrativas al contralmirante Montero y llegó a disponer el objetivo principal de la campaña consistente en la defensa táctica de Tacna.

Cabe resaltar, que antes de la batalla del Alto de la Alianza, se produjeron discusiones entre los jefes peruanos y bolivianos, acerca de la posición por ocupar para efectuar la defensa de Tacna.

El coronel boliviano Camacho, a principios de abril, presentó al contralmirante Montero su plan de operaciones que proponía ocupar la cortadura de la quebrada Sama para efectuar la defensa de Tacna, lo cual permitiría batir sucesivamente a las fuerzas chilenas por escalones, o incluso en caso lleguen a concentrarse.

164 Por su parte, el contralmirante Montero, era de la idea de defender Tacna en el campo conocido como del Alto de la Alianza, debido a que según el coronel Cáceres, (Mercado, 2010, p.72), había recibido órdenes de Nicolás de Piérola, de defender Tacna en la misma ciudad de Tacna.

Estamos frente a una disyuntiva que los historiadores deberían dilucidar: o efectivamente el dictador había impartido esta orden desde Lima, restándole flexibilidad y responsabilidad a Montero, a quien debía dejarse toda decisión para proceder de acuerdo con los fines de la guerra y consecuentemente, concebir la maniobra estratégica que más convenía a la situación, o Montero, en forma rígida, interpretó que las órdenes recibidas eran defender Tacna en la misma ciudad de Tacna. (Mercado, 2010, p.72).

Los jefes peruanos apoyaron el plan del contralmirante Montero, considerando los muy escasos medios de transporte que disponía el Ejército Aliado. Los jefes bolivianos apoyaban totalmente al coronel Camacho y estaban dispuestos a dirigirse independientemente hacia la quebrada Sama, de no haber sido por la llegada del general Narciso Campero.

Asimismo, el contralmirante Montero, demoró demasiado en tomar la decisión final en relación a su plan defensivo, el cual lo adopta cuando las fuerzas chilenas ya se encontraban sobre Locumba. Las tropas chilenas ocuparon Ilo el 25 de febrero de 1880 y la batalla de los Ángeles se llevó a cabo el 22 de marzo, lo que significa que las fuerzas peruanas dispusieron de todo marzo para ocupar la cortadura del Sama, en tanto el agrupamiento Baquedano avanzaba sobre Moquegua.

Montero adopta su plan defensivo definitivo demasiado tarde, cuando las fuerzas chilenas avanzaban sobre Locumba. En realidad, ahí está el error estratégico. Si hubiera decidido su plan oportunamente, la ocupación de la cortadura del Sama podría haberse llevado a cabo. (Mercado, 2010, p.75).

El objetivo estratégico operacional no fue correctamente seleccionado, debido a que se estableció como objetivo principal de la campaña la defensa táctica de Tacna en la misma ciudad de Tacna, según lo dispuesto por el dictador

165 Nicolás de Piérola o lo interpretado por el contralmirante Montero, priorizando la intención de conservar el terreno a la de destruir al enemigo.

¿Se debió variar?

El objetivo estratégico operacional que respondía al plan de defensa definitivo del Ejército Aliado, debió haberse decidido con mayor anticipación y debió variarse la posición elegida para la defensa.

El plan presentado por el coronel boliviano Camacho, quien era reconocido por ser un jefe capaz, proponía la ocupación de la cortadura de la quebrada Sama para establecer la defensa, con la finalidad de destruir a las fuerzas chilenas que se esperaba se presenten a esta zona por escalones o en forma concentrada.

Considerando la posibilidad de ofrecer cubiertas y abrigos a las tropas aliadas, mayor cercanía a las tropas del Segundo Ejército del Sur concentradas en Arequipa, así como la posibilidad de abastecerse con los recursos disponibles en el valle, se deduce que esta posición era más conveniente que el campo del Alto de la Alianza, para librar la batalla decisiva de la guerra.

Asimismo, teniendo en consideración el intento de acción ofensiva efectuado sobre quebrada Honda, en la víspera de la batalla del Alto de la Alianza, que pretendía sorprender a las tropas chilenas, da que pensar que los jefes de la Alianza, no estaban seguros que la posición que habían ocupado para efectuar la defensa de Tacna, era la más apropiada. (Mercado, 2010, p.75).

Por lo expuesto, se concluye que la elección del campo del Alto de la Alianza para efectuar la defensa de Tacna, no fue la más conveniente, debiendo haberse ocupado la cortadura de la quebrada Sama, para efectuar una defensa con mayores posibilidades de éxito, dado el valor militar que este terreno ofrece, por lo cual se debió variar el objetivo estratégico operacional.

166 ¿Se alcanzó?

El objetivo estratégico operacional, consistente en “Defender la ciudad de Tacna, manteniendo núcleos de resistencia en Moquegua y Arica, con la finalidad de evitar la ocupación enemiga de las provincias de Tacna y Arica”, no fue alcanzado.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Al respecto, Hart (1973), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: El ubicar a las fuerzas en posiciones relativas favorables resulta de la maniobra estratégica que surge del arte operacional del comandante, y tiene como propósito la dislocación de las fuerzas opositoras. A nivel operacional, esto demanda un adecuado conocimiento del teatro de operaciones; un manejo profesional de las dimensiones masa, espacio y tiempo; un apropiado planeamiento y soporte logístico; y un eficiente control e inteligencia. En el nivel táctico se añade la necesidad de que el comandante tenga un adecuado manejo de las capacidades de sus fuerzas y de las reglas de enfrentamiento, siendo además consciente que su accionar tendrá connotaciones jurídicas y políticas. (Hart, 1973: 346-348).

Desde el comienzo de la guerra, tanto Bolivia como Perú empezaron a concentrar fuerzas en la región de Tacna y Arica, la cual constituía el punto de conjunción natural de ambos países. Una vez producida la caída de Atacama y Tarapacá, la campaña de Tacna se tornaba decisiva para definir el curso de la guerra, puesto que en esta región se hallaba concentrado el grueso de los ejércitos profesionales tanto de Bolivia como de Perú. Como se mencionó anteriormente, la campaña de Tacna estuvo marcada por la influencia directa de Nicolás de Piérola no solo en las decisiones políticas, sino también en las funciones del estratega militar; habiendo decidido el teatro de operaciones, la zona de combate, la posición por ocupar y la maniobra

167 estratégica a realizar, la cual consistió simplemente en una defensa táctica de la ciudad de Tacna, priorizando la defensa del terreno a la destrucción de las fuerzas enemigas. Las fuerzas aliadas se hallaban dispuestas en Moquegua, donde se realizó la batalla de Los Ángeles; Tacna, lugar de la batalla del Alto de la Alianza y Arica, donde se realizó la defensa de la plaza. Sin embargo, la prioridad de la campaña fue la defensa táctica de Tacna. Una vez producido el desembarco del ejército chileno en Ilo, a fines del mes de febrero de 1880, los aliados tuvieron el tiempo suficiente para poder ocupar una posición relativa favorable que les permita alcanzar sus objetivos. Sin embargo, el contralmirante Montero, general en jefe del Primer Ejército del Sur, decidió emplazar el Ejército Aliado en el campo de la alianza, con la finalidad de efectuar la defensa de Tacna, en cumplimiento a las órdenes directas de Nicolás de Piérola, quien había dispuesto que se lleve a cabo la defensa en la misma región de Tacna. Si los aliados hubiesen optado por ocupar la cortadura de la quebrada Sama, con la debida anticipación, antes que las tropas chilenas alcancen la zona de Locumba, se habrían logrado varias ventajas como ejecutar la operación defensiva en una zona que proporcionaba mayor cantidad de cubiertas y abrigos, batir a las tropas chilenas sucesivamente al presentarse por escalones en la cortadura del Sama, ganar una ubicación más cercana al Segundo Ejército del Sur que se encontraba reunido en Arequipa, facilitando el refuerzo de tropas y la posibilidad de pasar a la contraofensiva; y finalmente, contar con los recursos necesarios provenientes del valle del Sama para la subsistencia del Ejército Aliado. Si bien es cierto los aliados no contaban con los medios de transporte necesarios para trasladar municiones, víveres y forrajes; dispusieron de todo el mes de marzo para desplazarse de Tacna a la quebrada Sama, lo cual era posible realizar. En consecuencia, la maniobra estratégica operacional aliada, destinada a alcanzar una posición relativa favorable, se vio condenada al fracaso al emplazar las tropas en el campo del Alto de la Alianza, en lugar de disponerlas en la cortadura del Sama.

168 Cabe resaltar, que la elección de Tacna como base de operaciones avanzada, donde se reunió el grueso de los ejércitos profesionales peruano y boliviano fue acertada; sin embargo, la maniobra operacional, desarrollada a través de la defensa táctica en el campo del Alto de la Alianza, no permitió alcanzar posiciones relativas favorables.

Hacer una apropiada distribución del poder combativo

Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. Al, respecto, (Torres, 2009), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: La correcta distribución del poder combativo implica el empleo de la masa y la logística en función al tiempo y al espacio, dando lugar a esfuerzos estratégicos –usualmente principal y secundario–, desarrollados a través de una maniobra estratégica equilibrada entre dichos esfuerzos. Todo esto es requisito para sostener la maniobra estratégica en el tiempo y soportar las perturbaciones propias de la fricción y del enfrentamiento (Torres, 2009).

Como se mencionó anteriormente, Nicolás de Piérola decidió establecer núcleos de resistencia en Tacna, Arequipa, Lima y el norte del país, materializados con la creación de respectivos ejércitos, con la finalidad de asegurar la conservación del territorio. Sin embargo, esta concepción trajo como consecuencia el debilitamiento del potencial militar aliado que se encontraba reunido en Tacna, restándole la posibilidad de ser adecuadamente reforzado con tropas, unidades de artillería y caballería que tanta falta le hacían y medios de transporte que le proporcionen una adecuada movilidad que le permita transportar el apoyo logístico necesario (agua, víveres, munición, piezas de artillería, forrajes, etc). Al parecer, esta fue la base de la concepción de Piérola para la reorganización del ejército, olvidando que al fraccionar a las fuerzas terrestres se las debilitaba en todo el territorio. Al mismo tiempo, esta concepción descuidaba la preservación del potencial militar, constituido en ese momento principalmente por la concentración de los ejércitos profesionales de Bolivia y el Perú y en la

169 región de Tacna y Arica, y se disminuían enormemente las posibilidades de conseguir el objetivo fundamental: destruir a las fuerzas chilenas. (Mercado, 2010, p64-65). Asimismo, con decreto del 31 de enero de 1880, Nicolás de Piérola decidió dividir el Ejército del Sur que se encontraba a órdenes del contralmirante Lizardo Montero. Con este decreto, se constituía el Primer Ejército del Sur, al mando de Montero, con las tropas que se encontraban reunidas en la región de Tacna y Arica; y el Segundo Ejército del Sur, al mando del coronel Leiva, con las tropas que se encontraban en Moquegua, que constituían la Décima División del Ejército del Sur, pasaron a conformar la Primera División del Segundo Ejército del Sur. Igualmente, se sumaban a este ejército, las tropas que se estaban organizando en Arequipa. Con esta inexplicable decisión, se debilitó al Ejército del Sur, al dividirlo en dos escalones con comandos distintos, asimismo, dispersaba las tropas innecesariamente, a pesar que lo que precisamente se requería era que las mayor cantidad de tropas se encontrasen reunidas para librar la batalla decisiva de esta campaña y la que definió el curso de la guerra. La mejor estrategia recomienda ser siempre lo suficientemente fuerte en el lugar decisivo. Por ello, no hay precepto estratégico más eficiente y más sencillo que el de mantener a las fuerzas reunidas. Nada debió separar en enero de 1880 la masa principal, constituida por las fuerzas aliadas de Tacna y Arica, a menos que fuera exigido por un objeto imprescindible. Sin embargo, las fuerzas de Arequipa y Moquegua fueron divididas y separadas sin saberse claramente las razones. (Mercado, 2010, p.69). Para agravar aún más la crítica situación en que se encontraban las tropas a órdenes del contralmirante Lizardo Montero, Piérola decidió nombrar como prefecto de Tacna a su compañero de colegio Pedro A. Del Solar, quien de inmediato empezó a dictar una serie de disposiciones relativas al comercio, finanzas y economía cuya dación le correspondían al comandante del teatro de operaciones, en este caso al contralmirante Montero. A pesar de las disposiciones dadas por Nicolás de Piérola, Lizardo Montero continuó organizando y preparando para la contienda decisiva a las

170 tropas bajo su comando, acatando las órdenes emanadas por el dictador; sin embargo, solicitó la reconsideración del decreto con el que se disponía la división del Ejército del Sur, la cual no fue atendida y reiteró sus pedidos de refuerzos, que tampoco fueron atendidos. La prioridad de refuerzos la tuvo el Segundo Ejército del Sur y Nicolás de Piérola decidió reservar tropas, medios de transportes, artillería y caballería para conformar un tercer ejército con el que pensaba dar la batalla decisiva, dejando a su suerte a las tropas a órdenes del contralmirante Montero. El decreto de Nicolás de Piérola con el cual dividía el Ejército del Sur en dos escalones, ocasionó el debilitamiento innecesario de las fuerzas atentando contra los principios de unidad de comando y economía de fuerzas. Asimismo, el dispositivo que ocuparon las fuerzas peruanas disgregadas en Moquegua, Tacna y Arica, no obedeció a una concepción estratégica definida. Si bien es cierto era necesario guarnecer Arica por constituir la base de operaciones avanzada de las fuerzas aliadas, el mantener una división en Moquegua, y dos divisiones en Arica, le restó fuerzas al Primer Ejército del Sur, atentando contra el principio de concentración de fuerzas, que precisamente busca reunir fuerzas para librar la batalla decisiva de la campaña de Tacna y la que definió el curso de la guerra. La estrategia determina el lugar, el momento y los medios con los que se debe combatir. Consecuentemente, debe reunirse el mayor número posible de efectivos sobre el lugar determinado: punto decisivo del combate. Las disposiciones de Piérola desde el punto de vista estratégico, significaron una apreciación errónea sobre el lugar donde se realizarían las acciones principales. El debilitamiento de la capacidad combativa de las fuerzas aliadas por falta de refuerzos condujo al sacrificio de muchas vidas. (Mercado, 2010, p.69-70). El accionar del Segundo Ejército del Sur fue nulo durante la campaña de Tacna, no llegó a reforzar al Primer Ejército del Sur, pese a haber alcanzado el valle de Locumba y empezar a enlazarse con las tropas de avanzada de Montero, desatendiendo su pedido, consistente en el hostigamiento de las tropas chilenas que ya habían alcanzado el valle de Locumba. Luego de producida la batalla del Alto de la Alianza, el mismo Nicolás de Piérola ordenó al coronel Leiva que refuerce la guarnición de Arica, sin embargo,

171 tampoco llegaron estos refuerzos, a pesar de los reiterados pedidos del jefe de la plaza, coronel Francisco Bolognesi. Piérola, al crear el Segundo Ejército del Sur, cuyos efectivos alcanzaron 2,400 hombres con seis cañones, debilitó a las fuerzas de la alianza y atentó contra los principios de la concentración de las fuerzas y de la unidad de mando. El coronel Leiva, jefe de estas fuerzas organizadas por el dictador, jamás llegó a los campos de batalla de Tacna y Arica, a pesar del urgente pedido de Montero de “avanzar hacia Locumba, a fin de molestar al enemigo” y de haber recibido órdenes telegráficas del propio Piérola para que se dirigiera a “salvar Arica”. (Mercado, 2010, p.70). Otra consideración que demuestra que en la campaña de Tacna, las fuerzas de la Alianza no recibieron una adecuada distribución del poder combativo, radica en la falta de elementos de artillería, que pudo haber mejorado considerablemente la situación en que se encontraba el Primer Ejército del Sur, que disponía tan solo de doce piezas de artillería y había escogido el campo de la Alianza para librar la batalla decisiva de la guerra, sin embargo este terreno disponía de campos de tiro propicios para el empleo de esta arma. Nuevamente, las disposiciones de Nicolás de Piérola, impidieron que las fuerzas del contralmirante Montero reciban refuerzos de artillería, puesto que el dictador los reservó para dar la batalla que él consideraba decisiva con el tercer ejército que ya había empezado a organizar en Lima. El Ejército peruano, perdida la iniciativa de las operaciones, estaba condenado a asumir una actitud defensiva en el campo estratégico, pero podía y debía emplear la ofensiva en el campo táctico. La maniobra defensiva impuesta por la situación requería remediar su inherente debilidad organizativa, reforzando los medios de artillería. No se hizo nada por ello. Por otra parte, el campo de batalla elegido se encontraba en un teatro de operaciones restringido como lo era Tacna y Arica. La artillería era la mejor respuesta para fortalecer la potencia combativa del Primer Ejército, que actuaba en un espacio relativamente reducido. (Mercado, 2010, p.82). Otra importante limitación relacionada al poder combativo del Primer Ejército del Sur, fue la limitada disponibilidad de elementos de caballería. Las fuerzas aliadas de caballería no llegaban a 400 hombres mal montados. De haberse dispuesto de mayores unidades de esta arma, se pudieron haber

172 dispuesto más misiones de reconocimiento, cobertura del grueso del Ejército y refuerzo de la seguridad, por medio de la movilidad que brinda esta arma. Otra seria limitación que afectó las operaciones del Primer Ejército del Sur, fue la carencia de elementos de transporte. (Dellepiane, 2010, Parte III), afirma que según documentos oficiales, las tropas de Montero solo dispusieron de diez mulas para el transporte de las piezas de artillería, lo cual condenaba a este Ejército a estar anclado en el terreno. Sin embargo, desde el desembarco en Ilo producido en febrero de 1880, hasta la batalla del Alto de la Alianza, las tropas peruano bolivianas dispusieron del tiempo suficiente para conseguir más elementos de transporte que les hubiesen facilitado el traslado desde Tacna a la cortadura del Sama, que distaba de dos jornadas de infantería. En conclusión, debido a las disposiciones dadas por Nicolás de Piérola, consistentes en mantener núcleos de defensa en diversas partes del país con sendos ejércitos, dividir el Ejército del Sur en dos escalones independientes, reservar elementos de combate para organizar un tercer ejército con el cual pensaba dar la batalla decisiva, la falta de elementos de artillería, caballería y transportes; el poder combativo de la Alianza Peruano Boliviana no fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter defensivo que no fue sostenible en el tiempo y no permitió alcanzar sus objetivos, por ende trajo como consecuencia la pérdida territorial del área vital Arica - Moquegua.

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Al respecto, Clausewitz, citado por (Ortiz, 2014, p.41), señala lo siguiente: El comandante operacional requiere un adecuado grado de libertad de acción para poder aplicar su conocimiento del arte militar con discrecionalidad, de manera de poder concebir y ejecutar una maniobra que le permita alcanzar sus objetivos (Clausewitz, 1977: I, 204-207).

173 Durante la campaña de Tacna, las principales restricciones a la libertad de acción se produjeron por la injerencia de la labor del dictador de turno Nicolás de Piérola en las funciones del comandante operacional contralmirante Lizardo Montero.

Como se mencionó anteriormente, Nicolás de Piérola desconfiaba del contralmirante Montero, quien había sido designado como jefe superior político y militar de los departamentos de Tarapacá, Tacna, Moquegua, Puno y Cusco con decreto del 25 de noviembre de 1879 emitido por el presidente Mariano Ignacio Prado al dejar Arica.

Los recelos de Piérola hacia Montero se basaban en el temor que este lo desconociera como dictador del Perú y que se valiese del Ejército del Sur para no reconocerlo y combatirlo, ya que Montero había combatido y derrotado a Piérola en los campos en de Tarata en la revolución que este hiciera contra Pardo en 1874. Basado en su desconfianza y recelos personales hacia el contralmirante Montero, Piérola decidió dividir el Ejército del Sur en el Primer Ejército con las tropas reunidas en Tacna y Arica al mando de Montero y el Segundo Ejército con las tropas que se encontraban en Moquegua y las que se estaban organizando en Arequipa al mando del coronel Leiva. Con esta decisión, Piérola debilitó seriamente las fuerzas al mando de Montero.

Asimismo, Piérola designó como prefecto de Tacna a Pedro A. del Solar, quien dictó una serie de decretos sobre economía, finanzas y comercio, cuya emisión y reglamentación correspondían al comandante del teatro de operaciones, lo cual disminuía la influencia de Montero ocasionando el cercenamiento de las responsabilidades territoriales debido a que el empleo de los recursos de la región se canalizaron a través del canal político y no del militar.

Otra importante restricción a la libertad de acción, constituyó la falta de atención al pedido de refuerzos efectuado en reiteradas oportunidades por el contralmirante Montero a Nicolás de Piérola, quien no solo desatendió por completo los requerimientos de elementos de artillería, caballería y transportes,

174 sino que priorizó el envío de refuerzos al Segundo Ejército del Sur y retuvo tropas e importantes medios militares para organizar un tercer ejército con el que el dictador pensaba dar, a su entender, la batalla decisiva de la guerra en Lima, en la que esperaba ser protagonista.

Una clara muestra adicional de la interferencia de Piérola en las funciones y atribuciones del comandante operacional, constituyó en el hecho que el mismo determinó el teatro de operaciones, la zona de combate hasta la posición por ocupar, al disponer que se efectúa una defensa táctica en la misma región de Tacna y Arica, orden cumplida a cabalidad por parte de Montero.

En conclusión, las consideraciones antes expresadas, constituyeron serias restricciones a la libertad de acción del comandante operacional personalizado por el contralmirante Montero, a quien se le redujo las fuerzas a su mando, se le recortaron responsabilidades territoriales y no se atendieron sus solicitudes de reconsideración de la decisión de reorganización del Ejército del Sur y pedido de refuerzos, lo cual afectó significativamente la moral de las tropas bajo su comando.

Las disposiciones de Piérola dieron lugar, entre otras graves consecuencias, a la división y dispersión de las fuerzas peruanas y a la ruptura de sus lazos orgánicos; a la elección de una débil posición defensiva; al debilitamiento de la cobertura; al cercenamiento de las responsabilidades territoriales, ya que el empleo de los recursos de la región se canalizaron por conducto político y no por el militar, que es el que correspondía; a que los pocos auxilios y refuerzos que se enviaran al sur no se destinaran al ejército de Montero que tanto lo necesitaba en vísperas del combate, sino al de Arequipa, el cual se había constituido independientemente y desligado del de Tacna. Al primer Ejército debía reforzársele con unidades de artillería, caballería y medios de transporte. Los resultados del decreto de Piérola y la falta de refuerzos atentaron contra la moral de las tropas y el éxito de las operaciones. (Mercado, 2010, p.68).

Estas restricciones a la libertad de acción del comandante operacional, afectaron gravemente la ejecución de las acciones bélicas, llegando seriamente a comprometerlas operacionalmente y condenándolas finalmente al fracaso.

175 Conclusiones preliminares

 El objetivo estratégico operacional no fue correctamente seleccionado, debido a que se estableció como objetivo principal de la campaña la defensa de Tacna en la misma ciudad de Tacna, según lo dispuesto por el dictador Nicolás de Piérola o lo interpretado por el contralmirante Montero, priorizando la intención de conservar el terreno a la de destruir al enemigo. A la luz de los resultados de la campaña de Tacna, se concluye que no fue alcanzado.  La elección de Tacna como base de operaciones avanzada, donde se reunió el grueso de los ejércitos profesionales peruano y boliviano fue acertada; sin embargo, la maniobra operacional aliada, destinada a alcanzar una posición relativa favorable, se vio condenada al fracaso al emplazar las tropas en el campo del Alto de la Alianza, en lugar de disponerlas en la cortadura de la quebrada Sama.  Debido a las disposiciones dadas por Nicolás de Piérola, consistentes en mantener núcleos de defensa en diversas partes del país con sendos ejércitos, dividir el Ejército del Sur en dos escalones independientes, reservar elementos de combate para organizar un tercer ejército con el cual pensaba dar la batalla decisiva, la falta de elementos de artillería, caballería y transportes; el poder combativo de la Alianza Peruano Boliviana no fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter defensivo que no fue sostenible en el tiempo y no permitió alcanzar sus objetivos, por ende trajo como consecuencia la pérdida territorial del área vital Arica - Moquegua.  Las principales restricciones a la libertad de acción se produjeron por la injerencia de Nicolás de Piérola en las funciones del comandante operacional contralmirante Lizardo Montero. Las disposiciones de Piérola ocasionaron, entre otras graves consecuencias, la división y dispersión de las fuerzas peruanas y la ruptura de sus lazos orgánicos; la elección de una débil posición defensiva; el debilitamiento de la cobertura; el cercenamiento de las responsabilidades territoriales; que los pocos auxilios y refuerzos que se enviaran al sur no se destinaran al ejército de

176 Montero que tanto lo necesitaba en vísperas del combate, sino al de Arequipa, el cual se había constituido independientemente y desligado del de Tacna; la falta de atención de los pedidos de refuerzo al Primer Ejército de unidades de artillería, caballería y medios de transporte. Los resultados del decreto de Piérola y la falta de refuerzos atentaron contra la moral de las tropas y el éxito de las operaciones. Estas restricciones a la libertad de acción del comandante operacional, afectaron gravemente la ejecución de las acciones bélicas, llegando seriamente a comprometerlas operacionalmente y condenándolas finalmente al fracaso.

4.1.5 Campaña de Lima

Planteamiento estratégico y conducción operacional chilena

Una vez concluida la Campaña de Tacna, Chile quedó en posesión de las provincias peruanas de Tacna y Arica. En adición, ya había ocupado la provincia peruana de Tarapacá y la provincia boliviana litoral de Atacama, por lo cual requería de una considerable cantidad de fuerzas para resguardar y mantener el control de los territorios ocupados. Con la victoria obtenida en la Campaña de Tacna, Chile había logrado romper el punto de conjunción natural de la Alianza Peruano Boliviana, derrotó a los ejércitos profesionales peruano bolivianos, ocasionando que los remanentes de las tropas bolivianas se retiren hacia su país para no volver a participar más en la guerra y lo que quedó de las tropas peruanas, se retiraron a Arequipa. Chile había conseguido suficientes prendas territoriales como para imponer condiciones en una eventual negociación de paz, sin embargo el Perú mantenía su voluntad de lucha y desde antes de la batalla del Alto de la Alianza, Nicolás de Piérola ya había empezado a organizar un tercer ejército, con el que pensaba dar, lo que a su entender sería la batalla decisiva de la guerra, sin percatarse que esta ya había sido librada en el campo del Alto de la Alianza. Chile necesitaba quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano, lo cual no podía alcanzar mientras se organice un ejército con el cual se pensaba

177 defender el centro del poder económico y administrativo del país, por lo cual decidió ir a atacarlo y ocupar la capital de la república peruana. Mercado (2010), menciona tres factores que debieron tener en consideración los chilenos para iniciar la campaña de Lima. El primer factor está relacionado al hecho que si las fuerzas chilenas estaban en capacidad de mantener las provincias de Atacama, Tarapacá, Tacna y Arica recientemente conquistadas sin que se cierna sobre ellas una amenaza mediata o inmediata. Definitivamente, la única amenaza posible vendría desde Bolivia o Arequipa, dependiendo esta última de las posibilidades de refuerzo desde Bolivia, lo cual prácticamente estaba descartado (Mercado, 2010, p.91). El segundo factor está relacionado a la apreciación que si la campaña de Lima recompensaría los gastos necesarios. Considerando que Chile ya explotaba las riquezas de Atacama y Tarapacá, todos los gastos de la campaña sobre Lima estaban cubiertos a expensas de los territorios arrebatados a Bolivia y Perú. (Mercado, 2010, p.92). El tercer y último factor se relaciona a la posibilidad que el Perú realice una poderosa contraofensiva que ponga en riesgo las conquistas obtenidas, lo cual también era muy poco probable, debido a que el país necesitaba armamento que no podía llegar desde el extranjero, cruzando el istmo de Panamá para ser desembarcado en un punto de la costa norte del Perú, transportándolo por la sierra para llegar a la costa, con el riesgo de ser interceptado por las fuerzas chilenas. Finalmente, se necesitaba tiempo para instruir, disciplinar y entrenar a nuevas tropas, lo cual no se improvisa. (Mercado, 2010, p.93).

Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Chile se había preparado con bastante anticipación para iniciar la guerra de conquista contra Bolivia y el Perú, para lo cual contaba con una poderosa Armada que le permitió, al cabo de seis meses, tener el control de las líneas de comunicaciones marítimas, y un Ejército dotado de armamento de reciente adquisición, debidamente entrenado y equipado.

178 Sin embargo, Mercado (2010) señala que al finalizar la campaña de Tacna, Chile tenía la oportunidad de destruir al Perú, su odiado enemigo, para dar cumplimiento a la doctrina Portales de lograr la hegemonía en el Pacífico Sur. Pero la oportunidad de aniquilar por muchas décadas, el potencial de su odiado adversario, posibilidad que no estuvo dentro de los cálculos iniciales, se le presenta a Chile al término de la campaña de Tacna, y no debía dejarla pasar. Era el momento de asegurar la hegemonía en el Pacífico sur, de consumar la doctrina portaliana; “Dominar por siempre en el Pacífico. ¿Qué mejor recompensa para el futuro desarrollo de Chile, que medio siglo, un siglo, usufructuando las riquezas obtenidas, libre de supuestas amenazas en el Pacífico sur? (Mercado, 2010. P.94). Por lo expuesto, es posible definir el objeto de la guerra de la siguiente manera: “Aniquilar por muchas décadas el potencial del Perú, con la finalidad de asegurar la hegemonía de Chile en el Pacífico sur”.

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. A la luz del objeto de la guerra mencionado, se determinó claramente la intención de Chile de ocupar militarmente el centro del poder económico y administrativo del Perú: Lima, su ciudad capital. Luego que Chile ocupó las provincias de Tacna y Arica, sumadas a las de Tarapacá y Atacama, contaba con suficientes prendas territoriales como para imponer condiciones en una eventual negociación de paz y continuar explotando económicamente las ricas regiones conquistadas para sufragar los gastos de la guerra. Las conversaciones de paz tuvieron lugar en Arica, a bordo del buque de bandera de los EEUU “Lackawana”, del 22 al 27 de octubre de 1880, sin que se logre ningún acuerdo, debido a que las partes llevaron al límite sus exigencias y no cedieron en absoluto sus condiciones de negociación. En consecuencia, Chile decidió continuar con la guerra, debido a que no se había logrado quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano, para lo

179 cual decidió atacar directamente el centro del poder económico y administrativo del Perú. Por lo expuesto, es posible definir el objetivo estratégico militar de la campaña de Lima de la siguiente manera: “Ocupar militarmente Lima, la capital del Perú con la finalidad de destruir las fuerzas peruanas en presencia y quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano”.

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. Una vez que los gobernantes chilenos decidieron emprender la campaña sobre Lima, tuvieron que tomarse una serie de previsiones relacionadas en primer lugar a la cantidad de efectivos que se iban a necesitar transportar hasta Lima desde el puerto de Arica. Era necesario mantener la guarnición de las ocupadas provincias de Tacna, Arica, Tarapacá y Atacama, además de disponer una cantidad de efectivos en el propio territorio chileno. En segundo lugar, era necesario asegurar un adecuado apoyo administrativo para el Ejército de Operaciones que iba a emprender la campaña sobre Lima, debiendo tomarse previsiones para abastecer a las tropas de agua, víveres, vestuario, armamento, munición, ganado, forrajes, entre otros. En tercer lugar, era necesario contar con la cantidad suficiente de unidades navales que transporten desde Arica hacia Lima al Ejército de Operaciones, con la finalidad de no realizar muchos viajes por la extensión de la línea de comunicaciones. Asimismo, se debía tener en consideración que era necesario dejar un primer escalón en tierra lo suficientemente fuerte para que pueda defenderse a sí mismo, debido a que el segundo escalón tardaría en llegar de 15 a 20 días. Una última consideración a tener en cuenta fue la elección del punto de desembarco de las tropas chilenas, para lo cual se analizaron tres posibles cursos de acción: desembarcar directamente en el Callao a viva fuerza, lo cual fue rechazado por los riesgos inherentes; desembarcar al norte de Lima, sin embargo la aridez de las tierras entre el río Chancay y el Chillón, sumado al alargamiento innecesario de la línea de comunicaciones hizo desistir de esta

180 posibilidad y finalmente se decidió por desembarcar al sur de Lima, a distancia segura para evitar cualquier ataque sorpresivo de las fuerzas peruanas, por lo que decidieron finalmente desembarcar en la bahía de Independencia o Paracas, considerando la experiencia de la expedición libertadora en 1821. Por las consideraciones antes expuestas, es posible determinar el objetivo estratégico operacional de la campaña de Lima de la siguiente manera: “Desembarcar un primer escalón del Ejército de Operaciones al sur de Lima, en bahía de Independencia o Paracas, capaz de defenderse hasta la llegada del segundo escalón del Ejército de Operaciones, con el cual debía reunirse y marchar sobre el centro del poder económico y administrativo del Perú: Lima, su ciudad capital, con la finalidad de ocuparla militarmente”.

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior. El objetivo estratégico operacional chileno, consistía en: “Desembarcar un primer escalón del Ejército de Operaciones al sur de Lima, en bahía de Independencia o Paracas, capaz de defenderse hasta la llegada del segundo escalón del Ejército de Operaciones, con el cual debía reunirse y marchar sobre el centro del poder económico y administrativo del Perú: Lima, su ciudad capital, con la finalidad de ocuparla militarmente”. Teniendo en consideración el primer factor que Chile tuvo que tener en consideración para emprender la campaña sobre Lima, se aprecia que requería una gran cantidad de efectivos para ocupar la capital del Perú, por lo cual necesitaba efectuar por lo menos dos traslados de tropas desde Arica hacia Lima. El segundo factor a tener en cuenta es el adecuado apoyo administrativo que iban a requerir las tropas empeñadas en la campaña, por lo cual cada escalón del Ejército de Operaciones a ser transportado desde Arica, requería unidades de servicios que cumplan esta función, lo cual demandaba al mismo

181 tiempo una mayor cantidad de embarcaciones para transportar estos elementos administrativos. El tercer factor a tener en cuenta está relacionado a la cantidad suficiente de buques que necesitaban las fuerzas chilenas para trasladarse hasta el punto de desembarco elegido en territorio peruano, por lo que requería una gran cantidad de naves de transporte para no realizar muchos viajes, por lo que trasladar el Ejército de Operaciones chileno en dos escalones era razonable, considerando que el primero tenía la capacidad de defenderse a sí mismo ante un eventual ataque sorpresa. En cuanto al último factor relacionado al lugar elegido para desembarcar las fuerzas chilenas, se aprecia que fue conveniente la elección de un punto al sur de Lima, alejado de las tropas peruanas. Sin embargo, es preciso tener en consideración que el éxito de la campaña de Lima radicaba en gran parte en la posibilidad de reunir el primer escalón del Ejército de Operaciones desembarcado en bahía Independencia con el segundo escalón que debió desembarcar en el mismo lugar; sin embargo debido a la falta de elementos necesarios para el transporte de agua, se decidió que el segundo escalón desembarque en Curayacu; por lo cual el comando chileno dispuso que el grueso del primer escalón marche por tierra para reunirse con el segundo, lo cual implicaba un gran riesgo en caso que las fuerzas peruanas se hubiesen animado a efectuar un ataque que busque impedir dicha reunión de fuerzas; lamentablemente este nunca se produjo lo cual permitió a las fuerzas chilenas la consecución de su propósito y marchar con la totalidad de sus tropas sobre Lima. Si consideramos que el objetivo estratégico militar consistía en “Ocupar militarmente Lima, la capital del Perú con la finalidad de destruir las fuerzas peruanas en presencia y quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano”, el objetivo estratégico operacional consistente en “Desembarcar un primer escalón del Ejército de Operaciones al sur de Lima, en bahía de Independencia o Paracas, capaz de defenderse hasta la llegada del segundo escalón del Ejército de Operaciones, con el cual debía reunirse y marchar sobre el centro del poder económico y administrativo del Perú: Lima, su ciudad capital, con la finalidad de ocuparla militarmente”, constituye un objetivo que contribuye a la consecución

182 del objetivo superior, por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional, era apto para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.

Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Chile contaba con los medios necesarios para cumplir su objetivo, la composición de sus tropas para esta campaña fue la siguiente, (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.49, p.54):

Ministro de Guerra y Marina en Campaña José Francisco Vergara Comandante en jefe: General de división Baquedano Jefe de Estado Mayor: General de brigada Maturana Inspector General: General de brigada Saavedra Comandante general de artillería: Coronel Velásquez Comandante general de caballería: Teniente coronel Letelier Intendente general: Sr. Dávila Larraín Jefe de Sanidad: Dr. Allende

Primera División Comandante general: General de división Villagrán Jefe de Estado Mayor: General Urrutia

Primera Brigada, capitán de navío Lynch Regimiento Atacama Regimiento 2 de línea Regimiento Talca

Segunda Brigada, coronel Amunátegui Regimiento Colchagua Batallón Quillota Regimiento 4 de línea Regimiento Chacabuco egimiento Coquimbo

183 Batallón Melipilla

Caballería, Regimiento Granaderos a Caballo Artillería, dos brigadas de campaña y una de montaña, con un total de 36 cañones y 3 ametralladoras.

Segunda División Comandante general: General de brigada Sotomayor Jefe de Estado Mayor: Teniente coronel Silva Vergara

Primera Brigada, coronel Gana Regimiento Buin Regimiento Esmeralda Regimiento Chillán

Segunda Brigada, coronel Barboza Regimiento Lautauro Regimiento Curicó Regimiento 3 de línea Batallón Victoria

Caballería, Regimiento Cazadores a Caballo Artillería, una brigada más dos piezas de campaña y una brigada de montaña sumando 26 cañones y 3 ametralladoras.

Tercera División Comandante general: Coronel Lagos Jefe de Estado Mayor: Teniente coronel Gorostiaga

Primera Brigada, coronel Urriola Regimiento Zapadores Regimiento Aconcagua

Segunda Brigada, teniente coronel Barceló Artillería de Marina

184 Batallón Navales Regimiento Santiago Regimiento Valparaíso Batallón Bulnes Batallón Valdivia Batallón Caupolicán

Caballería, regimiento Carabineros de Yungay Artillería, una brigada de campaña y una batería de montaña, haciendo un total de 18 cañones y 2 ametralladoras

Efectivos totales Primera División: 10,480 soldados 8,900 infantes 500 jinetes 1,080 artilleros

Segunda División: 8,510 soldados 7,200 infantes 500 jinetes 810 artilleros Tercera División: 8,510 soldados 9,000 infantes 500 jinetes 540 artilleros

Total de efectivos: 25,100 soldados de infantería (contando regimientos de 1,100). 1,500 jinetes 2,430 soldados de artillería

Total general: 29,030 soldados 74 cañones Krupp 6 cañones Armstrong 8 ametralladoras Gattling

185 Como se puede apreciar, Chile contaba con las tropas suficientes para emprender la campaña de Lima, las mismas que estaban debidamente equipadas, armadas y adiestradas.

Adicionalmente, al igual que en la campaña de Tacna, contaba con un adecuado sistema de apoyo administrativo que brindaba a su ejército de operaciones la logística necesaria para satisfacer las necesidades de diversa índole.

Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Luego que Chile logró ocupar las provincias de Tacna y Arica, rompió el punto de conjunción natural de la Alianza Peruano Boliviana, destruyó al Ejército Aliado y conquistó importantes prendas territoriales que le permitían imponer condiciones en una negociación que ponga fin a la guerra. Las negociaciones se produjeron a bordo del buque de la Armada de los EE.UU. “Lackawana”, sin embargo, no llegaron a ningún término, debido a que las partes elevaron al tope sus intenciones y no cedieron en ningún aspecto, por lo cual no se logró ningún acuerdo que ponga fin a la guerra. Ante estas circunstancias, considerando que Nicolás de Piérola se encontraba organizando un tercer ejército con el cual pensaba defender Lima de una posible ocupación y no se había doblegado la voluntad de lucha del pueblo peruano, Chile decidió ocupar el centro del poder económico y administrativo del Perú y asestar un durísimo golpe que le permita poner fin a la guerra e imponer condiciones de negociación con las prendas territoriales conquistadas. Asimismo, con la ocupación de la capital peruana, podía lograr la consecución de su objetivo de la guerra a estas alturas de la contienda que consistía en lograr la hegemonía en el Pacífico Sudamericano y aniquilar por muchas décadas el potencial de desarrollo del Perú, como efectivamente lo logró al finalizar la guerra.

186 Por lo expuesto, se considera que los costos de la campaña de Lima fueron aceptables, ya que Chile logró ampliamente su objetivo al ocupar el centro del poder económico y administrativo del Perú.

¿Fue adecuada la selección del Objetivo Estratégico Operacional?

El objetivo estratégico operacional consistió en: “Desembarcar un primer escalón del Ejército de Operaciones al sur de Lima, en bahía de Independencia o Paracas, capaz de defenderse hasta la llegada del segundo escalón del Ejército de Operaciones, con el cual debía reunirse y marchar sobre el centro del poder económico y administrativo del Perú: Lima, su ciudad capital, con la finalidad de ocuparla militarmente”. Como se mencionó anteriormente, un factor a tener en cuenta para elegir el objetivo estratégico operacional fue la cantidad de efectivos necesarios a movilizar en esta campaña, teniendo en consideración que era necesario dejar fuerzas en territorio chileno y en las provincias conquistadas (Atacama, Tarapacá, Tacna y Arica), por lo cual se determinó que era necesario movilizar un Ejército de Operaciones de aproximadamente 30,000 hombres. Asimismo, este Ejército necesitaba contar con un adecuado sistema de apoyo administrativo que le permita contar con los abastecimientos necesarios para la campaña como agua, víveres, armamento, equipo, forrajes, municiones, etc. De igual forma, era imprescindible considerar la cantidad de embarcaciones necesaria para transportar al Ejército de ocupación desde el puerto de Arica hasta Lima, sin tener que efectuar muchos viajes, máximo dos, por lo que resultaba necesario dejar un primer escalón en el punto de desembarco elegido, el mismo que tenga capacidad de defenderse ante un posible ataque sorpresivo por parte de las fuerzas peruanas y también que tenga capacidad de auto sostenerse hasta que llegue el segundo escalón del Ejército chileno. Finalmente, era necesario tener en consideración el punto de desembarco de las fuerzas chilenas. Luego de escoger entre la opción de desembarcar directamente en el Callao, que fue desechada por los riesgos inherentes al hacer

187 frente a las fuerzas peruanas en presencia; desembarcar al norte de Lima, pero fue desestimada esta opción por las malas condiciones de transitabilidad del terreno entre los valles de Chancay y Chillón; se optó por la opción de desembarcar al sur, lejos de las fuerzas peruanas, considerando la experiencia del desembarco del Ejército Libertador producido en bahía Independencia en 1821. Por las consideraciones antes indicadas, resulta evidente que para el Ejército chileno era necesario trasladar un primer escalón al punto de desembarco predeterminado, hacer retornar las naves para el embarque del segundo escalón y desembarcarlo en el mismo punto de desembarco y luego de una reunión de fuerzas, estas debían marchar juntas hacia Lima. Por lo expuesto, se consideraba que de manera general, el objetivo estratégico operacional fue adecuadamente seleccionado; tanto el primer y el segundo escalón debieron desembarcar en el mismo punto de desembarco, conforme estaba planeado; sin embargo, una vez desembarcado el primer escalón en Pisco, se recibió información en Arica que se carecían de elementos de transporte de agua suficientes para marchar desde Pisco hasta Lima, por lo cual se decidió que el segundo escalón desembarque más al norte, dificultando la reunión de fuerzas prevista, por las razones que a continuación se indican.

¿Se debió variar? Chile se vio obligado a dividir su Ejército de Operaciones en dos escalones por la considerable cantidad de tropas que debía transportar y por la cantidad de naves disponibles.

Como se ha visto, la falta de medios de transporte obligó a separar a las tropas chilenas en dos escalones y la potencia que se dio al escalón Villagrán dependía más que todo de la misma circunstancia, es decir, de la capacidad de las naves; su desembarco, lejos de los gruesos adversos, fue hecho con la mira de provocar la lucha hasta no estar en fuerzas, y el punto elegido para tomar tierra no se escogió por razones estratégicas, sino con la idea de impedir que los peruanos atacaran aisladamente a los escalones. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.72, p.73).

188 El punto de desembarco del primer escalón fue Pisco, elegido sobre todo por la lejanía de las tropas peruanas, lo cual brindaba la tranquilidad suficiente a las tropas chilenas desembarcadas para organizarse y reconocer así como asegurar el terreno ocupado.

Al respecto conviene no olvidar que el segundo escalón trataba de desembarcar también en la región de Pisco, con el fin de lograr agrupar todas las fuerzas en un punto desde el que se pudiera proseguir por tierra. No se tomaba pues, un dispositivo estratégico, sino que se procuraba agrupar las tropas lejos del enemigo para luego actuar en masa. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.72, p.73).

Es preciso tener en consideración que la idea primigenia era desembarcar el segundo escalón del Ejército chileno en el mismo punto de desembarco, es decir Pisco, sin embargo, por la información que recibieron las tropas chilenas en Arica, que se carecían de cantimploras, odres y otros elementos para transportar agua de Pisco a Lurín, decidieron desembarcar en otro punto mucho más al norte.

La falta de cantimploras, odres y elementos de transporte para abastecerse de agua entre Pisco y Lurín, inconveniente que solo se conoció en Arica a última hora, obligó al segundo escalón a desembarcar más al norte, sin ordenar que la titulada vanguardia avanzara a cubrir el desembarco, pues, según el plan primitivo de Vergara, ese primer escalón debía reembarcarse en Pisco mientras el segundo, recién llegado, se instalaba en Lurín. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.73).

Por las consideraciones expuestas, resulta inexplicable porqué el general Baquedano ordenó al general Villagrán que marche por tierra desde Pisco hasta Lurín para reunirse con el segundo escalón el mismo día que este estaba desembarcando. Dellepiane (2010), indica que si efectivamente el primer escalón comandado por el general Villagrán era la vanguardia estratégica, debió habérsele concedido una mayor libertad de acción para asegurar el terreno y efectuar los reconocimientos necesarios para asegurar el desembarco del segundo escalón; sin embargo, permaneció en Pisco una vez desembarcado

189 hasta que recibió la orden de reunirse con el segundo escalón marchando por tierra desde Pisco hasta Lurín.

En estas condiciones, no se ve con claridad cuál era el móvil que llevó a Baquedano a proponer que Villagrán marchara por tierra hacia Lurín. Se fundaba esta proposición en la necesidad de que las fuerzas estuvieran agrupadas; pues, si Baquedano hubiera pensado que Villagrán era vanguardia estratégica, no le hubiera ordenado que llegara a Chilca en el mismo día en que debía desembarcar, en ese lugar, el segundo escalón; en efecto no era posible considerar como vanguardia a esas fuerzas que alcanzarían agotadas el punto de la cita, apareciendo en ese lugar al mismo tiempo que el grueso sin conocer ni haberse apoderado del terreno para formar una zona de seguridad. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.73).

Asimismo, es preciso tener en consideración que Chile contaba con el control del mar por la superioridad naval alcanzada, por lo cual pudo haber efectuado un adecuado reconocimiento de los probables puntos de desembarco tanto al norte como al sur de Lima; sin embargo, se tomaron decisiones sobre la marcha para desembarcar el segundo escalón del Ejército, al principio en Chilca, pero al percatarse de la distancia hasta Lurín, decidieron hacerlo en Curayacu y finalmente desembarcar la artillería en Pescadores.

Por las consideraciones expuestas, se concluye que debió efectuarse un adecuado reconocimiento de las probables playas de desembarco antes de fijar el objetivo estratégico operacional y este debió ser reajustado de tal modo que permita desembarcar ambos escalones del Ejército chileno en un solo punto de desembarco.

Asimismo, considerando que ya se había desembarcado el primer escalón en Pisco y se debía desembarcar el segundo escalón más al norte, se concluye que la marcha ordenada por el general Baquedano al general Villagrán para que se desplace por tierra con sus fuerzas desde Pisco hasta Lurín con la finalidad de reunirse con el segundo escalón el mismo día que este desembarcaba, fue innecesaria, porque considerando el control del mar que poseía Chile y las embarcaciones disponibles, pudo haber dispuesto el reembarque de la totalidad

190 del primer escalón y su posterior desembarco en el mismo punto del segundo escalón con la finalidad de ahorrar esfuerzos inútiles y evitar exponer a sus tropas a un ataque de las fuerzas peruanas.

¿Se alcanzó?

El objetivo estratégico operacional fue alcanzado.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Al respecto, Hart (1973), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: El ubicar a las fuerzas en posiciones relativas favorables resulta de la maniobra estratégica que surge del arte operacional del comandante, y tiene como propósito la dislocación de las fuerzas opositoras. A nivel operacional, esto demanda un adecuado conocimiento del teatro de operaciones; un manejo profesional de las dimensiones masa, espacio y tiempo; un apropiado planeamiento y soporte logístico; y un eficiente control e inteligencia. En el nivel táctico se añade la necesidad de que el comandante tenga un adecuado manejo de las capacidades de sus fuerzas y de las reglas de enfrentamiento, siendo además consciente que su accionar tendrá connotaciones jurídicas y políticas. (Hart, 1973: 346-348).

Una vez decidida la campaña de Lima, se decidió embarcar el Ejército chileno en el puerto de Arica en dos escalones como se mencionó anteriormente. El empleo de este puerto para el embarque de las fuerzas chilenas, permitía transportar el Ejército de Operaciones sobre Lima, haciendo uso del control del mar que disponía Chile, sin extender demasiado sus líneas de comunicaciones. Considerando la cantidad de tropas que era necesario trasladar y el número de embarcaciones disponibles, se decidió organizar el primer escalón compuesto por la primera división a la cual se añadía la primera brigada de la segunda división del Ejército de Operaciones. Se dispuso que este primer escalón desembarque en Pisco, a una distancia segura de las fuerzas peruanas, con capacidad de auto sostenimiento y autodefensa.

191 Una vez que las embarcaciones disponibles retornaron de Pisco a Arica, luego de un tiempo mayor al previsto, se embarcaron la segunda brigada de la segunda división más el íntegro de la tercera división, las cuales conformaban el segundo escalón del Ejército chileno. La intención primigenia era desembarcar este segundo escalón en el mismo punto de desembarco, en bahía Independencia; sin embargo, debido a las informaciones que recibieron en Arica, que no se contaban con suficientes elementos para el transporte de agua desde Pisco hasta Lurín, se decidió desembarcar el segundo escalón más al norte, en Chilca. Una vez en Chilca, los chilenos se percataron que esta distaba considerablemente de Lurín, por lo decidieron dirigirse más al norte, hasta Curayacu; sin embargo, la artillería del segundo escalón fue desembarcada en la caleta Pescadores. Asimismo, el ministro Vergara, tenía la intención de una vez desembarcado el segundo escalón, reembarcar el primero y dejarlo en el mismo punto de desembarco del segundo; pero el general Baquedano ordenó al general Villagrán que marchara a pie desde Pisco hasta Lurín para reunirse con el segundo escalón el mismo día que este desembarcase. La orden se cumplió, pero no pudo concretarse la reunión de fuerzas en forma simultánea. Por las consideraciones antes expuestas, se concluye que la elección de Arica como puerto de embarque de las tropas chilenas para la campaña de Lima fue adecuada, sin embargo la elección de bahía Independencia como punto de desembarco del primer escalón, si bien es cierto le permitió permanecer un buen tiempo a distancia segura de la acción de las fuerzas peruanas, no fue pertinente; por la considerable distancia de este punto hasta el valle de Lurín, lugar de reunión de ambos escalones, y por la falta de elementos suficientes para el transporte de agua, lo cual obligó que el segundo escalón desembarque mucho más al norte. De haberse efectuado un adecuado reconocimiento de los posibles lugares de desembarco antes del embarque de las tropas, hubiese permitido elegir con mejor criterio el punto de desembarco de ambos escalones que debió ser el mismo.

192 Finalmente, se considera que la marcha desde Pisco hasta Lurín fue innecesaria, porque en todo caso se pudo reembarcar la totalidad del primer escalón y desembarcarlo en el mismo punto que el segundo escalón, con lo cual se hubiesen ahorrado esfuerzos improductivos y se habría evitado exponer a las tropas chilenas a la acción de los elementos de caballería del Ejército peruano.

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. Al, respecto, (Torres, 2009), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: La correcta distribución del poder combativo implica el empleo de la masa y la logística en función al tiempo y al espacio, dando lugar a esfuerzos estratégicos –usualmente principal y secundario–, desarrollados a través de una maniobra estratégica equilibrada entre dichos esfuerzos. Todo esto es requisito para sostener la maniobra estratégica en el tiempo y soportar las perturbaciones propias de la fricción y del enfrentamiento (Torres, 2009).

Una vez reunidos los dos escalones del Ejército de Chile, se convocó a una junta de guerra para decidir la forma en que se conduciría el ataque sobre las defensas peruanas. El Ministro de Guerra en Campaña José Vergara, proponía efectuar un ataque envolvente por Manchay, con la intención de caer sobre la retaguardia de las fuerzas peruanas que se encontraban ocupando dispositivos de defensa tanto en San Juan como en Miraflores. Con este curso de acción se buscaba sorprender a las fuerzas peruanas, caer en la retaguardia enemiga, destruir al Ejército de Reserva y evitar el repliegue de los remanentes de las fuerzas de resistencia hacia la sierra. Sin embargo, la desventaja consistía en que las dos líneas de defensa peruanas, al percatarse del ataque envolvente, hubiesen podido girar hacia su izquierda, quedando de cierta forma escalonadas en profundidad y con posibilidad de golpear duramente el flanco izquierdo enemigo.

193 En esta situación, la dirección política hizo gala de mayor sentido táctico. El ministro de guerra en campaña José Francisco Vergara, patrocinaba el ataque envolvente hacia el valle de Ate, por el camino de Manchay. Baquedano, en cambio, abogaba por un ataque frontal a las posiciones de San Juan. A cada división peruana opondría una de su ejército. A petición de Vergara, se citó a un consejo de guerra, pero Baquedano, apoyado por todo su alto mando, mantuvo su decisión, contra la idea de Vergara, de atacar por Ate. Un ataque de envolvimiento por Manchay, que requería previamente fijar a las fuerzas peruanas en San Juan, burlaba a la defensa, caía sobre la retaguardia del dispositivo peruano, cortaba la línea de retirada hacia la sierra y el riesgo de ser sorprendido por su flanco estaba minimizado, debido a que las tropas peruanas estaban aferradas al terreno y eran poco maniobreras. Un ataque envolvente hubiera ahorrado miles de vidas y eventualmente anulado la resistencia en la sierra, y solo ofrecía las desventajas de la pérdida del apoyo de la escuadra. (Mercado, 2010, p.95-96). Por el contrario, el general Baquedano quien exigía tener a su cargo tanto la labor del preparador de las fuerzas como del director de las operaciones, y cuyo ego se había incrementado luego de las batallas de Locumba, el Alto de la Alianza y Arica; tenía la intención, como era su costumbre, de conducir un ataque frontal simple, para lo cual dispuso la primera división de su ejército al frente del ala derecha peruana, la segunda división en posición central y la tercera división frente al ala izquierda peruana, manteniendo una división en reserva, cuyo mando confió al coronel Arístides Martínez, la cual estaba a su directa disposición y la había constituido con los regimientos Zapadores y Valparaíso, de las dos brigadas de la tercera división, y el 3 de línea de la segunda división (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.106-107). En cuanto a la artillería de campaña, las cuatro brigadas que estaban distribuidas en las divisiones, según el orden de batalla dado por el Ministro Vergara, fueron también agrupadas a instancias del coronel Velásquez, quedando organizadas en un regimiento de 50 piezas, que se llamó nro. 2 de Artillería y cuyo mando le confió al citado coronel. La artillería de montaña y las ametralladoras, que la integraban, continuaron formando parte de las divisiones, conforme estaban distribuidas en el orden de batalla inicial. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.107).

194 En cuanto a la caballería, compuesta por los regimientos Cazadores, Granaderos y Carabineros, fue separada también de las divisiones y agrupada bajo el mando del comandante general de esa arma, teniente coronel Letelier, quien solo debería obedecer las órdenes del comandante en jefe. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.107). El general Baquedano, gustaba adoptar esta forma simple de maniobra, basado en la superioridad de sus fuerzas, la modernidad de sus armas de infantería y el alcance de su artillería y procuraba evitar complicaciones en la maniobra, basado en su experiencia previa en las batallas del Alto de la Alianza y Arica, que le había dado buenos resultados. Asimismo, antes de la batalla, efectuaba un reconocimiento minucioso de las posiciones enemigas y orientaba el esfuerzo de búsqueda de información que le proporcione detalles del dispositivo, composición y fuerza del enemigo. Finalmente, tal como lo hizo en la batalla de Arica con las fuerzas comandadas por el coronel Lagos, dispuso el avance de sus tropas durante la noche, con la finalidad de iniciar el ataque al amanecer, y de esta forma evitar que las defensas peruanas aprovechen los campos de tiro que tenían a su favor. Baquedano actúo atacando frontalmente siempre. Arengaba: “Soldado chileno, de frente”. Chile hizo la guerra con la mejor artillería del momento, fabricada en el mismo año del conflicto, y la eficacia destructiva de sus fuegos pudo haber sido una de las razones para inclinar al comando chileno por la forma más simple de la maniobra, unida a la debilidad de las posiciones peruanas sobre extendidas y sin profundidad”. (Mercado, 2010, p.96). Para la batalla de Miraflores, el general Baquedano adoptó el mismo dispositivo de ataque empleado en la batalla de San Juan, atacar de frente empleando tres divisiones, manteniendo una cuarta división en reserva. Asimismo, se contaba con el apoyo de la Escuadra chilena que debía concentrar sus fuegos sobre el pueblo de Miraflores y sobre el ala derecha de la defensa peruana, a una distancia conveniente que le permita superar los acantilados y protegerse del fuego de las baterías peruanas. En cuanto a la distribución de las divisiones en el primer escalón de ataque, Baquedano dispuso que la tercera división al mando del coronel Lagos, que no había sufrido muchas bajas en la batalla de San Juan, se orientara sobre

195 la derecha peruana, la primera división al mando del capitán de navío Lynch sobre el centro y la segunda división al mando del general Sotomayor, se orientó sobre la izquierda de las defensas peruanas. La división de reserva, al mando del coronel Martínez, avanzaría tras las divisiones en el escalón de ataque, siguiendo la línea de separación de las divisiones Lagos y Lynch. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.185). A la luz de los resultados obtenidos con la caída de Lima, objetivo final de la campaña, se concluye que el Ejército chileno, de manera general efectuó una adecuada distribución de su poder combativo y alcanzó ampliamente sus objetivos.

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Al respecto, Clausewitz, citado por (Ortiz, 2014, p.41), señala lo siguiente: El comandante operacional requiere un adecuado grado de libertad de acción para poder aplicar su conocimiento del arte militar con discrecionalidad, de manera de poder concebir y ejecutar una maniobra que le permita alcanzar sus objetivos (Clausewitz, 1977: I, 204-207).

En la campaña de Lima, en la ejecución de las operaciones de las fuerzas chilenas sobre Lima, se produjeron sucesivos desacuerdos entre la dirección política y la conducción militar. Al respecto, Bulnes, citado por (Mercado, 2010, p.95), señala lo siguiente: “Las relaciones del gobierno en el cuartel general de Tacna se resistieron de tirantez, llegando casi al entredicho. Lo que existía era la repetición de lo sucedido con Escala: el choque de dos principios. El general en jefe reclamaba las atribuciones que le concedía la legislación militar en la preparación y dirección, y el gobierno consideraba como deber suyo organizar el ejército, reservando a aquel la facultad de dirigirlo en el momento de la acción. Existía una dualidad de responsabilidad y de mando que trascendía, a pesar que se trataba de silenciar los desacuerdos”.

196 Asimismo, como se mencionó anteriormente, en la decisión sobre la elección de la dirección del ataque sobre San Juan, se produjo la colisión entre las atribuciones de la dirección política y las responsabilidades del estratega militar, imponiéndose esta última como correspondía, por tratarse de la conducción de las operaciones. (Mercado, 2010, p.95).

Otra importante restricción a la libertad de acción, constituye las tirantes relaciones entre el general Baquedano y el jefe de la primera división general Villagrán, quien recibió la orden del general en jefe de marchar de Pisco el día 14 de diciembre de 1880 y llegar a Chilca el día 22, fecha en que debía reunirse con el segundo escalón del Ejército chileno.

Sin embargo, la primera brigada al mando de Lynch se retrasó al disponer reconocimientos de la ruta que no conocía y no había sido explorada, asimismo se produjeron retrasos producidos por indecisiones al no tener la certeza que en el camino se disponía de suficientes aguadas.

Posteriormente, Villagrán dispuso la partida de la brigada Amunátegui, pero el general Baquedano, quien veía en aquel un poderoso rival profesional, superior a él desde muchos puntos de vista (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.64); al conocer que las tropas de la primera división estaban retrasadas en relación a los tiempos previstos, dispuso que esta brigada retornase a Pisco para reembarcarse y proceder por vía marítima a su destino, informando al ministro de estos actos con lo cual logró posteriormente que este dispusiera el relevo del general Villagrán del comando de la primera división por el capitán de navío Lynch.

“Después, dio cuenta al ministro de estos hechos y obtuvo que este desautorizara a Villagrán y ordenara su reemplazo en el comando de la división. Ya ha habido ocasión, en capítulos anteriores, de hacer notar cómo la ambición de los políticos de Santiago había hecho postergar injustamente a Villagrán y realzar a Baquedano cuyas posibilidades no le permitirían pretender la presidencia de Chile. La decisión tomada contra Villagrán revistió pues, más que todo, carácter político: Vergara comprendía que procediendo de este modo

197 anulaba para siempre el prestigio de Villagrán, quien por otra parte, consideraba a Baquedano como el único causante de su desgracia. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.64).

Cuando los últimos elementos de la brigada Amunátegui, de la primera división, regimiento Coquimbo, que se había embarcado en Pisco, quedaron instalados en Lurín, el día 27 de diciembre, el general Baquedano comunicó al general Villagrán, la resolución que había recabado del ministro Vergara para sancionar su falta de puntualidad en el cumplimiento de las órdenes. Dispuso, además, que la división quedara a cargo del capitán de navío Lynch, que la comandaría en lo sucesivo, ordenando al general Villagrán que se trasladara a Chile a dar cuenta de sus actos. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.66-p.67).

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas chilenas consistente en “Desembarcar un primer escalón del Ejército de Operaciones al sur de Lima, en bahía de Independencia o Paracas, capaz de defenderse hasta la llegada del segundo escalón del Ejército de Operaciones, con el cual debía reunirse y marchar sobre el centro del poder económico y administrativo del Perú: Lima, su ciudad capital, con la finalidad de ocuparla militarmente”, de manera general fue correctamente seleccionado; sin embargo debió efectuarse un adecuado reconocimiento previo de las probables playas de desembarco, tanto al norte como al sur de Lima para no evidenciar sus intenciones. Asimismo, una vez desembarcado el segundo escalón del Ejército de Operaciones chileno en Curayacu, debió disponerse el reembarque del íntegro del primer escalón con la finalidad de reunirse en el mismo punto, considerando que Chile contaba con el control del mar casi absoluto y de esta manera se hubiese evitado la inútil marcha a la que fue sometido el grueso del primer escalón desembarcado, el mismo que estuvo expuesto a la acción de las fuerzas de caballería peruanas. A la luz de los resultados de la campaña de Lima, se concluye que fue alcanzado.

198  La elección de Arica como puerto de embarque de las tropas chilenas para la campaña de Lima fue adecuada, sin embargo la elección de bahía Independencia como punto de desembarco del primer escalón, si bien es cierto le permitió permanecer un buen tiempo a distancia segura de la acción de las fuerzas peruanas, no fue pertinente; por la considerable distancia de este punto hasta Curayacu, lugar de desembarco del segundo escalón, elegido posteriormente al evidenciarse la falta de elementos de transporte de agua desde Pisco hasta el valle de Lurín. . La maniobra estratégica operacional realizada, que consistió en el desembarco del primer escalón en bahía Independencia, el grueso del cual por las órdenes impartidas debió marchar a pie una considerable distancia hasta Curayacu para reunirse con el segundo escalón del Ejército de Operaciones, fue sostenible en el tiempo no permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables.

 De manera general, el poder combativo de las fuerzas chilenas fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter ofensivo, y alcanzó ampliamente sus objetivos.

 Se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración que afectaron de alguna forma la ejecución de las acciones bélicas, habiendo podido comprometerlas operacionalmente. Entre las principales restricciones a la libertad de acción, resaltan las relaciones entre el ministro Vergara y el general Baquedano, debido a que este, reclamaba como suyas las responsabilidades de preparar el ejército y dirigirlo en las operaciones; sin embargo el ministro consideraba como suya la responsabilidad de organizarlo. Asimismo, se produjeron diferencias entre ambos al planear la dirección general del ataque a las defensas de San Juan; sin embargo, se impuso la dirección estratégica a la dirección política como correspondía en este caso. Finalmente, se produjeron tirantes relaciones entre el general Baquedano y el general Villagrán, que terminaron con la destitución de este del mando de la primera división y se dispuso su retorno a Chile, contando con el aval del ministro Vergara

199 quien al igual que otros políticos chilenos, veía en Villagrán un posible futuro rival, cualidades que no apreciaban en el general Baquedano. Una vez superadas estas diferencias, y destituido el general Villagrán, el general Baquedano continuó con el mando militar del Ejército de Chile, contando con una adecuada libertad de acción para la conducción de las operaciones.

Planteamiento estratégico y conducción operacional peruana Una vez producida la derrota de las fuerzas aliadas en la batalla del Alto de la Alianza, las tropas chilenas lograron ocupar las provincias peruanas de Tacna y posteriormente Arica, con lo cual rompieron el punto de conjunción natural de la Alianza Peruano Boliviana y destruyeron al grueso de los ejércitos profesionales de ambos países, los cuales se replegaron a Arequipa y Bolivia respectivamente.

Sin embargo, el dictador de turno Nicolás de Piérola, mientras se desarrollaba la campaña de Tacna, ya había dispuesto la organización de un tercer Ejército, con el cual pensaba librar lo que a su entender iba a ser la batalla decisiva de la guerra, sin percatarse que esta ya había sido librada y se había perdido en el Alto de la Alianza.

Una característica principal de esta campaña, fue el hecho que tanto la dirección política de la guerra como la labor del estratega militar en la conducción de las operaciones, recayeron en la figura de Nicolás de Piérola, quien se irrogó ambas atribuciones, sin dejarse asesorar por los militares profesionales que entendían el arte de la guerra.

Asimismo, para esta campaña, se movilizaron todas las reservas disponibles compuestas por lo que quedaba del Ejército de Línea y la población en general que fue organizada para integrar diferentes unidades militares de reciente creación, con la finalidad de evitar la caída de la ciudad capital, centro del poder económico y administrativo del Perú.

200 Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Nicolás de Piérola había decidido durante la campaña de Tacna, dividir el Ejército del Sur en el Primer Ejército, que contaba con las tropas reunidas en Tacna y Arica a cargo del contralmirante Montero y el Segundo Ejército, que contaba con las tropas acantonadas en Arequipa e Ilo, a cargo del coronel Leyva. Asimismo, desestimó los pedidos de refuerzo de Montero, debido a que empezó a organizar en Lima un Tercer Ejército con el cual pensaba asestar un golpe definitivo al Ejército de Chile. Este Tercer Ejército se organizó con la finalidad de defender el centro del poder económico y administrativo del Perú: Lima, la ciudad capital, luego de la caída de las provincias de Tacna y Arica en manos del enemigo. Una vez que Chile ocupó la provincia litoral de Bolivia y las provincias peruanas de Tarapacá, Tacna y Arica; se realizaron conversaciones en busca de un posible acuerdo de paz a bordo del buque “Lackawana” de los Estados Unidos de América, que intentó mediar con esta finalidad. Sin embargo, las partes elevaron al límite sus exigencias, Chile exigía quedarse definitivamente con la provincia de Tarapacá y temporalmente con Tacna y Arica hasta el pago de una indemnización, mientras que el Perú exigía que Chile devuelva los territorios ocupados y pague igualmente por los gastos de la guerra. Como no se llegó a ningún acuerdo, Chile decidió mantener el bloqueo del puerto del Callao y enviar la expedición al mando del capitán de navío Patricio Lynch, que tuvo la finalidad de sabotear los centros de producción del Perú materializados por las haciendas algodoneras y azucareras ubicadas al norte del país, para lo cual destruyó la infraestructura de las mismas, exigió cupos de guerra y permitió que sus tropas lleven a cabo actos de vandalismo y saqueo. Por su parte, el Perú mantenía su voluntad de lucha y se abocó a organizar la defensa de Lima bajo el liderazgo de Nicolás de Piérola quien personalmente se encargó de la organización del Ejército y de establecer el dispositivo de defensa de la ciudad capital. En estos momentos de la guerra, era imprescindible evitar la ocupación de Lima y era la última oportunidad de lograr revertir la situación por medio de la

201 destrucción del Ejército de Operaciones de Chile, por lo cual el país jugaba sus últimas cartas en esta campaña. Por lo expuesto, es posible definir el objeto de la guerra de la siguiente manera: “Evitar la pérdida definitiva de los territorios ocupados por el enemigo y la caída del centro del poder económico y administrativo del país: Lima, su ciudad capital”.

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. A la luz del objeto de la guerra mencionado, se determinó claramente la intención y la voluntad de lucha por parte del Perú para defender su centro de poder económico y administrativo. El país se abocó a la organización del Ejército que se haría cargo de la defensa de Lima, para lo cual se movilizaron unidades del centro y del norte del país, y así como sucedió en la guerra de 1866 contra España, en que tanto el pueblo como la fuerza armada se unió para defender el Callao; en 1879 se movilizaron a todos los habitantes de la capital desde los 18 hasta los 60 años, para integrar las unidades militares que se creaban y organizaban para integrar el Ejército que iba a tener a su cargo la defensa de Lima. Por lo expuesto, es posible definir el objetivo estratégico militar de la campaña de Lima de la siguiente manera: “Defender Lima, la capital del Perú con la finalidad de evitar su ocupación y destruir las tropas invasoras del Ejército de Chile”.

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. Como se mencionó anteriormente, Piérola se atribuyó tanto las labores del conductor político como del estratega militar. Para la defensa de Lima decidió establecer dos líneas separadas de defensa, una en San Juan y la otra en Miraflores, las cuales estaban excesivamente sobre extendidas y no estaban escalonadas en profundidad. Estos dos escalones defensivos constituían simplemente dos líneas defensivas

202 que se prepararon con cierta anticipación con algunos parapetos hechos de piedras llamados pircas, los cuales servían como abrigo para proteger a las tropas peruanas del fuego enemigo, aunque al impactar los disparos enemigos, estas se fragmentaban y salían despedidas como proyectiles. Aparentemente, el razonamiento que utilizó Piérola se basaba únicamente en el poder de fuego, con el cual pensaba detener el ataque enemigo y destruir a las tropas chilenas; sin embargo esta suposición era falsa puesto que un adecuado sistema defensivo requiere que no esté sobre extendido para no ser vulnerable a una penetración, la cual si se produce no sirve de nada contar con elementos defensivos dispuestos en forma lineal por más numerosos que estos sean. Asimismo, una defensa requiere de apoyo mutuo de las tropas y debe estar escalonada en profundidad, para poder contar con las reservas suficientes que permitan cubrir los intentos de penetración del enemigo y realizar contraataques en el momento oportuno. Piérola pensó detener el ataque enemigo con la primera línea de defensa ubicada en San Juan, y si esta fracasaba en su intento, supuso que las tropas chilenas llegarían muy disminuidas a Miraflores donde finalmente serían destruidas. Por las consideraciones antes expuestas, es posible determinar el objetivo estratégico operacional de la campaña de Lima de la siguiente manera: “Desplegar dos líneas de defensa establecidas en San Juan y Miraflores, dispuestas casi en forma paralela y cerca de diez kilómetros una de otra formando un doble cerco, con la finalidad de defender la capital del Perú”.

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior. Se aprecia que el objetivo estratégico operacional peruano, consistía en: “Desplegar dos líneas de defensa establecidas en San Juan y Miraflores, dispuestas casi en forma paralela y cerca de diez kilómetros una de otra formando un doble cerco, con la finalidad de defender la capital del Perú”.

203 El dispositivo de defensa adoptado por Nicolás de Piérola tenía muchas deficiencias, que contravenían el arte de la guerra. Una defensa sobre extendida es siempre vulnerable a una penetración, la cual una vez producida desarticula por completo una defensa lineal. Asimismo, un dispositivo defensivo, demanda la necesidad de escalonar las tropas en profundidad, para lo cual se debe reservar un tercio o al menos un cuarto de las fuerzas disponibles para poder cubrir por medio de la maniobra los lugares donde se van produciendo intentos de penetración, para lo cual, de manera general, se organiza una zona de avanzadas de combate para alertar sobre la presencia del enemigo, una zona de resistencia para evitar que el dispositivo defensivo colapse y finalmente una zona de seguridad el cual constituye el tercer escalón defensivo escalonado en profundidad. Aparentemente, Piérola confiaba en que una defensa lineal estática basada en el poder de fuego y en la cantidad de tropas disponibles sería suficientes para contener a las tropas de ocupación chilenas. El dictador Piérola organizó personalmente las líneas defensivas sin una concepción estratégica establecida, haciendo abstracción de las más elementales previsiones tácticas del arte de la guerra, confiado en el poder de fuego de las armas y en un aparente equilibrio de fuerzas que, al ser sobre extendidas en todo el frente, las hizo vulnerables a una penetración por cualquiera de sus puntos”. (Mercado, 2010, p.98). Piérola dividió las fuerzas disponibles en dos grandes escalones que ocupaban una gran extensión en el frente (estaban sobre extendidos) y estaban aislados uno del otro. Con este fin, separó más de un tercio de las fuerzas disponibles para conformar el segundo escalón de defensa, “Fraccionó las fuerzas en dos grandes escalones que debían presentar dos batallas sucesivas. Procediendo de esta manera no solo era débil en todos sus puntos del frente defensivo, sino que también era débil en profundidad”. (Mercado, 2010, p.98). El razonamiento del dictador consideró la posibilidad que el primer escalón defensivo establecido en San Juan, podría detener el avance enemigo y si no lo derrotaba por completo, debía dejarlo bastante disminuido, para hacer frente al segundo escalón establecido en Miraflores, el cual debería destruirlo por completo.

204 Piérola guardó una reserva táctica de más de un tercio del conjunto, que de antemano estaba anclada al terreno y condenada a no participar en la batalla principal, aunque obligada a presenciar cómo se producía la ruptura del frente. Pretendió que esta reserva desmoralizada por el desmoronamiento de las defensas de la primera línea detuviera al enemigo en la batalla subsiguiente. (Mercado, 2010, p. 99). Sin embargo, el dispositivo defensivo adoptado, fue penetrado por las tropas chilenas, logrando desarticular la defensa adoptada, cuyos remanentes se replegaron a la segunda línea defensiva que también cayó por medio de una penetración al estar igualmente sobre extendida, por carecer de un escalonamiento en profundidad de las tropas disponibles, por falta de apoyo mutuo de la posición y por carencia de reservas disponibles. Si consideramos que el objetivo estratégico militar consistía en “Defender Lima, la capital del Perú con la finalidad de evitar su ocupación y destruir las tropas invasoras del Ejército de Chile”, el objetivo estratégico operacional consistente en “Desplegar dos líneas de defensa establecidas en San Juan y Miraflores, dispuestas casi en forma paralela y cerca de diez kilómetros una de otra formando un doble cerco, con la finalidad de defender la capital del Perú”, constituye un objetivo que no contribuye a la consecución del objetivo superior, por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional, no era apto para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.

Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Durante 1880, se reunieron en Lima numerosas unidades militares provenientes del norte y del centro del país, muchos ciudadanos también decidieron tomar las armas y Nicolás de Piérola organizó unidades de infantería compuestas por 600 hombres con los más jóvenes.

Las tropas más jóvenes fueron organizadas desde el comienzo del año en batallones de cerca de 600 hombres, que se agruparon en divisiones de tres batallones. Estas divisiones fueron reunidas a su vez en dos agrupamientos,

205 para constituir los Ejércitos titulados del Norte y del Centro, que a poco se refundirían para formar el Ejército de Línea. (Dellepiane, Parte IV, 2010, p.39).

Cuando el ataque de las tropas chilenas era inminente, Piérola ordenó la movilización de todos los ciudadanos de 18 a 60 años de edad y los organizó en unidades de 400 hombres, las mismas que pasaron a formar parte de otro escalón denominado Ejército de Reserva a los cuales se sumaron una Compañía Volante organizada en cinco columnas de la policía (celadores) de la capital y una Columna de Honor integrada por oficiales del Ejército de Línea que el dictador Nicolás de Piérola, absurdamente no les confirió mando alguno y los empleó como simples soldados. (Dellepiane, Parte IV, 2010, p.39).

Asimismo, cuando los chilenos revelaron sus intenciones de atacar Lima desde el sur, Piérola decidió fusionar el Ejército del Norte y del Centro en uno solo denominado Ejército de Línea y a su vez organizó este en cuatro Cuerpos de Ejército que tenían comando propio pero debían obedecer tanto al Jefe Supremo de la Guerra (Piérola), como a los respectivos jefes del Ejército del Norte como del Centro, lo cual lo único que generaba era confusión y desconocimiento del principio de la guerra de unidad de comando. (Dellepiane, Parte IV, 2010, p.39).

Las tropas del Ejército de Línea quedaron a cargo de la defensa de San Juan y las del Ejército de Reserva a cargo de la defensa de Miraflores.

Cada Cuerpo de Ejército, estaba constituido con dos o tres divisiones, las cuales tenían un comando propio.

La composición general de las tropas peruanas para esta campaña fue la siguiente, (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.40, p.46):

Jefe Supremo de la Guerra: Nicolás de Piérola

Ejército de Línea Ejército del Centro: General Vargas Machuca Ejército del Norte: Coronel J.N. Vargas

206 Primer Cuerpo de Ejército Coronel Batallón Cajamarca 3 Batallón Cajamarca 21 Batallón Guardia Peruana Batallón Tacna Batallón Callao Batallón Trujillo Batallón 9 de diciembre Batallón Junín 1 Batallón Ica Este cuerpo tenía tres divisiones al mando de los coroneles Noriega, Cano y Arguedas y, con los artilleros y algunos jinetes que estuvieron en su sector durante la batalla, alcanzaba un efectivo total de 5,200 hombres.

Segundo Cuerpo de Ejército Coronel Belisario Suárez Batallón Huánuco Batallón Paucarpata Batallón Jauja Batallón Ancash Batallón Concepción Batallón Zepita Este cuerpo tenía dos divisiones al mando de los coroneles Aguirre y Cevallos. Contaba con un efectivo de 2,800 hombres.

Tercer Cuerpo de Ejército Coronel Justo Pastor Dávila Batallón Piura Batallón Libertad Batallón Cazadores de Cajamarca Batallón Unión Batallón Junín 2 Batallón 23 de diciembre Batallón de Reserva Nro. 40

207 5 columnas de Guardia Civil (Llamadas “Columna Volante”). Este Cuerpo de Ejército constaba de dos divisiones al mando de los coroneles Canevaro y Marín; con los elementos de otras armas alcanzó un efectivo total de 4,300 hombres.

Cuarto Cuerpo de Ejército Coronel Andrés Avelino Cáceres Batallón Lima Batallón Canta Batallón 28 de julio Batallón Pichincha Batallón Piérola Batallón La Mar Batallón Manco Cápac Batallón Ayacucho Este Cuerpo de Ejército estaba compuesto por tres divisiones al mando de los coroneles Ayarza, Pereira y Lorenzo Iglesias. Su efectivo, con la caballería de su sector alcanzaba un total de 3,508 hombres.

Caballería Improvisada, compuesta por aficionados y pocos soldados veteranos en caballos de paso requisados apresuradamente. Organizada en brigadas, resultantes de la reunión de dos escuadrones. Alcanzaba un efectivo de 300 jinetes. Debían obedecer órdenes del Estado Mayor General.

Resumen efectivos Ejército de Línea Primer Cuerpo de Ejército: 5,200 hombres Segundo Cuerpo de Ejército: 2,800 hombres Tercer Cuerpo de Ejército: 4,300 hombres Cuarto Cuerpo de Ejército: 3,508 hombres Caballería: 300 hombres Total Ejército de Línea: 16,108 hombres

Ejército de Reserva

208 Comandante en Jefe: Coronel J.M. Echenique Jefe de Estado Mayor: Coronel Julio Tenaud

Primer Cuerpo de Ejército Coronel Correa y Santiago Batallón Nro. 2 Batallón Nro. 4 Batallón Nro. 6 Batallón Nro. 8 Batallón Nro. 10 Batallón Nro. 12 Batallón Nro. 14 Batallón Nro. 16 Este Cuerpo de Ejército estaba compuesto por dos divisiones al mando de los coroneles Derteano y Benavides.

Segundo Cuerpo de Ejército Coronel Orbegoso Batallón Nro. 18 Batallón Nro. 20 Batallón Nro. 22 Batallón Nro. 24 Batallón Nro. 26 Batallón Nro. 28 Batallón Nro. 30 Batallón Nro. 32 Batallón Nro. 34 Batallón Nro. 36 Batallón Nro. 38 Este Cuerpo de Ejército estaba compuesto por tres divisiones.

Efectivo total del Ejército de Reserva: 6,000 hombres

209 La artillería estaba distribuida en los diferentes cuerpos tanto del Ejército de Línea como del Ejército de Reserva, su mando era independiente de los Cuerpos de Ejército. Se sumaron a la artillería 20 ametralladoras de varios sistemas y modelos. Algunas piezas pesadas provenían de recientes adquisiciones del extranjero que se lograron desembarcar en diversos puertos y trasladar a Lima. También se emplearon cañones de la vieja fragata Apurímac, del monitor Atahualpa, la corbeta Unión y de la fragata Independencia. También se emplearon algunos cañones empleados en la defensa del Callao en 1866 que fueron retirados de sus afustes y trasladados a los fuertes y baterías que se organizaron.

Resumen total general de efectivos Ejército de Línea: 16,108 hombres Ejército de Reserva: 6,000 hombres Total general: 22,108 hombres

Como se puede apreciar, el Perú contaba con aproximadamente 22,108 hombres que integraban ambos Ejércitos que se organizaron para hacer frente a los 30,000 soldados chilenos que tenían por misión atacar las defensas peruanas para ocupar la ciudad de Lima. La organización de las tropas peruanas carecía de varias deficiencias. En primer lugar, se organizaron dos Ejércitos independientes uno del otro, con sus respectivos mandos, lo cual afectaba el principio de la guerra de unidad de mando y de esfuerzo. Asimismo, en el caso del Ejército de Línea, se organizaron cuatro Cuerpos de Ejército, cada uno al mando de un coronel, que debían obediencia al Jefe Supremo de la Guerra Nicolás de Piérola así como a los comandantes generales del Ejército del Centro como del Norte, lo cual representaba un absurdo, puesto que se evidenciaba una inadecuada organización que generaba confusión y también atentaba contra el principio de unidad de mando. El aspecto positivo del Ejército de Línea representa el hecho de estar compuesto por unidades militares provenientes del norte y del centro del país a diferencia del Ejército de Reserva que estaba integrado por ciudadanos reclutados a último momento, que hacían

210 las veces de oficiales y soldados que no habían recibido una instrucción adecuada, la cual no se puede improvisar a último momento. La artillería estaba distribuida en los diferentes Cuerpos de Ejército pero su mando era independiente de estos, lo cual también atentó contra el principio de unidad de mando, porque debieron subordinarse al mando de los comandantes generales de los respectivos Cuerpos de Ejército, a los cuales debían brindar apoyo de fuegos. La caballería había sido organizada en forma improvisada, estaba mal montada en caballos de paso y los jinetes en su mayoría eran inexpertos salvo algunos veteranos. Asimismo, ambos Ejércitos no contaban con un adecuado sistema de apoyo administrativo que brinde la logística necesaria para satisfacer las necesidades de abastecimiento de diversa índole. Por lo expuesto, si bien es cierto la suma total del Ejército de Línea como del Ejército de Reserva, alcanzaba un total de 22,108 hombres lo cual representaba una magnitud de fuerza adecuada para organizar y conducir una defensa frente al Ejército de Operaciones de Chile compuesto por 30,000 efectivos, la organización de las tropas peruanas era muy deficiente, carecía de unidad de mando y el Ejército de Reserva estaba integrado por ciudadanos mal instruidos y reclutados a último momento, por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional no era factible de ser alcanzado con los medios empleados, situación que pudo haberse revertido con una organización más eficiente, acorde a los criterios que rigen el arte de la guerra y respetando el elemental principio de la guerra de unidad de mando.

Aceptabilidad

Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Al finalizar la Batalla de San Juan, las tropas peruanas alcanzaron 6,000 bajas, mientras que las chilenas llegaron a 4,000 y quedaron ad portas de ocupar Lima una vez que vencieran la línea de defensa de Miraflores. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.139).

211 Al término de la Batalla de Miraflores, las tropas peruanas alcanzaron una cantidad de bajas equivalente a tres cuartas partes de su efectivo que participó en la lucha, mientras que las chilenas alcanzaron a la décima parte de los soldados empeñados en la batalla. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.207). Una vez quebrantada la defensa de Miraflores, el Ejército chileno estuvo en condiciones de ocupar la ciudad de Lima, con lo cual alcanzaron su objetivo estratégico militar, mientras que las fuerzas peruanas fracasaron en el intento, por lo que se concluye que los costos de la campaña de Lima no fueron aceptables.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

El objetivo estratégico operacional consistió en “Desplegar dos líneas de defensa establecidas en San Juan y Miraflores, dispuestas casi en forma paralela y cerca de diez kilómetros una de otra formando un doble cerco, con la finalidad de defender la capital del Perú”. Piérola personalmente organizó y dirigió la defensa de Lima, sin permitir que intervinieran en la formulación de una concepción estratégica y en la conducción de las operaciones los tres comandantes que habían dirigido al Ejército en las campañas del sur: Buendía, Montero, Leyva ni al propio Cáceres (Mercado, 2010, p.97). Asimismo, el dictador concibió su plan basado en una defensa lineal estática y en la potencia de las armas disponibles. Sin embargo, las dos líneas defensivas que estableció estaban visiblemente sobre extendidas por lo cual eran fácilmente vulnerables a una penetración por cualquiera de sus puntos. La línea que las tropas debían defender era demasiado larga y, por consiguiente, débil en todos sus puntos. Parece que el dictador no suponía cuando se abre una brecha en un punto cualquiera de un sistema de defensa, como el suyo, el resto resulta inútil. No había pensado seguramente en que el enemigo no atacaría en una larga cadena de tiradores, como él en su caso parece que lo hubiera hecho, sino que forzosamente concentraría sus fuerzas aún sin quererlo. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.139, 140).

212 Ambas líneas defensivas estaban dispuestas casi en forma paralela y separadas aproximadamente 10 kilómetros una de la otra, por lo cual la defensa peruana no solo era débil en el frente, sino también en profundidad por no estar debidamente escalonada. A fin de contar con las fuerzas necesarias para oponerse a la voluntad del enemigo, cortando sus iniciativas y torciendo sus intenciones, era necesario tener el mayor número de tropas en el campo de batalla, gran parte de las cuales, en conformidad con las anteriores consideraciones, debían formar una reserva táctica. Lejos de esto, el dictador fraccionó sus fuerzas en dos grandes escalones que debían presentar dos batallas sucesivas. (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.141). Por lo expuesto, se concluye que el objetivo estratégico operacional no fue adecuadamente seleccionado.

¿Se debió variar? El objetivo estratégico operacional dispuesto: “Desplegar dos líneas de defensa establecidas en San Juan y Miraflores, dispuestas casi en forma paralela y cerca de diez kilómetros una de otra formando un doble cerco, con la finalidad de defender la capital del Perú”, contemplaba algunos aspectos positivos y negativos. Lo positivo consistía en el hecho que la defensa de Lima estaba correctamente orientada hacia el sur, a una distancia adecuada del objetivo por defender, que era la ciudad de Lima y adicionalmente, fue conveniente que las posiciones defensivas hayan sido preparadas con anticipación. Asimismo, cuando se produjo el desembarco del Primer Escalón del Ejército de Chile en Pisco, las tropas peruanas no cometieron el error de adelantar las posiciones defensivas al valle de Lurín, porque el Segundo Escalón chileno pudo haber desembarcado más al norte de Curayacu, en Chorrillos o Chilca, y en este caso las tropas peruanas hubiesen quedado aisladas entre los dos agrupamientos enemigos. Los aspectos negativos han sido explicados anteriormente, en lugar de desplegar dos líneas de defensa separadas una de otra a una distancia aproximada de 10 kilómetros, las cuales estaban visiblemente sobre extendidas y no estaban escalonadas en profundidad; debió disponerse un solo dispositivo

213 de defensa, con un frente de menor amplitud, para no ser tan vulnerable a una penetración, con reservas suficientes para bloquear los intentos de desbordar la posición defensiva y maniobrar para reforzar las posiciones donde se produzcan los intentos de penetración. Asimismo el dispositivo defensivo debió considerar el despliegue de avanzadas de combate lo suficientemente adelantadas para alertar el ataque enemigo con la antelación debida y evitar ser sorprendidos al amanecer como sucedió en la batalla de San Juan, lo cual no permitió explotar el valor militar del terreno. Adicionalmente, era necesario establecer lo que hoy se conoce como zona de resistencia y una zona de retaguardia o de seguridad donde era necesario establecer tropas de reserva para maniobrar cuando fuese necesario, con lo cual se hubiesen escalonado adecuadamente las tropas peruanas. En la segunda mitad del siglo XIX, los principios que rigen la organización y conducción de la defensa ya eran conocidos (Dellepiane, 2010, Parte IV) y (Mercado, 2010), a pesar que en la guerra Franco Prusiana, se practicó en algunos casos la defensa estática basada en el fuego, pero se afianzó el principio que una defensa sin posibilidades de maniobra contraofensiva, no tiene ningún sentido, está condenada a la derrota.

¿Se alcanzó?

El objetivo estratégico operacional no fue alcanzado.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Al respecto, Hart (1973), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: El ubicar a las fuerzas en posiciones relativas favorables resulta de la maniobra estratégica que surge del arte operacional del comandante, y tiene como propósito la dislocación de las fuerzas opositoras. A nivel operacional, esto demanda un adecuado conocimiento del teatro de operaciones; un manejo profesional de las dimensiones masa, espacio y tiempo; un apropiado

214 planeamiento y soporte logístico; y un eficiente control e inteligencia. En el nivel táctico se añade la necesidad de que el comandante tenga un adecuado manejo de las capacidades de sus fuerzas y de las reglas de enfrentamiento, siendo además consciente que su accionar tendrá connotaciones jurídicas y políticas. (Hart, 1973: 346-348).

Nicolás de Piérola, quien se había atribuido tanto las responsabilidades del conductor político como las del estratega militar, no se dejó asesorar por los militares de carrera, entendidos en el arte de la guerra y pensaba que los chilenos desembarcarían al norte de Lima, a pesar que el coronel Cáceres, estaba seguro que los chilenos lo harían al sur de la capital.

Tomó a sus comandantes de ejército como simples ayudantes, sin recurrir a sus recomendaciones y desechando los consejos de quienes debía escuchar. Afirma Cáceres en sus memorias que al insinuarle a Piérola la necesidad de preparar la defensa por el lado sur de Lima, en vista que el dictador estaba convencido de que el ataque vendría por Ancón, este le dijo terminantemente: “Por lo demás, coronel, tengo mi plan ya trazado”. (Mercado, 2010, p.97-98).

Cuando se supo del desembarco del primer escalón del Ejército de Chile en Pisco, se tuvo la certeza de que el ataque vendría por el sur, sin embargo los peruanos hicieron bien en no adelantar demasiado sus defensas o en salir al encuentro de las tropas chilenas desembarcadas, debido a que no tenían la capacidad de realizar una acción ofensiva y porque corrían el riesgo de quedar aisladas si el segundo escalón chileno desembarcaba más al norte, quedando el objetivo militar chileno que era la ciudad de Lima, en condiciones de ser fácilmente tomado.

Asimismo, el ocupar una posición defensiva preparada en el tiempo disponible, fue una buena decisión, debido a que la composición y fuerza de las tropas peruanas, no permitían planear una ofensiva.

De igual modo, la línea defensiva que se posicionó en San Juan, contaba con campos de tiro favorables al defensor y a las intenciones de las tropas peruanas, puesto que el ataque chileno debía desarrollarse cuesta arriba.

215 Sin embargo, el error en la conducción de la defensa, en relación a la necesidad de partir de posiciones relativas favorables, consistió en el hecho de establecer dos líneas defensivas demasiado extendidas y separadas totalmente una de la otra a una distancia aproximada de 10 kilómetros, la cual no permitía que las tropas tanto del Ejército de Línea como del Ejército de Reserva se brinden apoyo mutuo.

Se hubiese partido de posiciones relativas favorables si es que las tropas peruanas hubiesen aprovechado el valor militar del terreno de San Juan con un dispositivo defensivo que no ocupe un frente excesivamente amplio, que lo hacía vulnerable a una penetración y también era necesario que se escalonen las tropas en profundidad, para lo cual era imprescindible que tanto el Ejército de Línea como el de Reserva se empleen como uno solo para que pueda contarse con tropas que se brinden apoyo mutuo, que cuenten con la flexibilidad necesaria y reservas disponibles para bloquear los intentos de penetración y desbordamiento de las posiciones defensivas.

Por lo expuesto, se concluye que la maniobra estratégica operacional realizada, consistente en el establecimiento de un dispositivo defensivo materializado en dos línea defensivas, excesivamente extendidas, carentes de profundidad y separadas una de la otra sin la posibilidad que se brinden apoyo mutuo, no fue sostenible en el tiempo y no permitió que las tropas peruanas partan de posiciones relativas favorables.

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. Al, respecto, (Torres, 2009), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: La correcta distribución del poder combativo implica el empleo de la masa y la logística en función al tiempo y al espacio, dando lugar a esfuerzos estratégicos –usualmente principal y secundario–, desarrollados a través de una maniobra

216 estratégica equilibrada entre dichos esfuerzos. Todo esto es requisito para sostener la maniobra estratégica en el tiempo y soportar las perturbaciones propias de la fricción y del enfrentamiento (Torres, 2009).

Antes de la batalla del Alto de la Alianza, Piérola ya había empezado a organizar el Tercer Ejército con el cual pensaba derrotar a las tropas chilenas. Se movilizaron unidades militares disponibles del norte y del centro del país para conformar el Ejército del Norte y del Centro respectivamente, el cual se fusionó en el llamado Ejército de Línea que se organizó en cuatro cuerpos de ejército, los cuales estaban organizados a su vez en dos o tres divisiones y contaban con algunos elementos de artillería. La caballería era independiente de los cuerpos de ejército. Se emplearon tres de estos cuerpos de ejército en la Batalla de San Juan, manteniendo uno de escasa magnitud como reserva táctica. Asimismo, se movilizó a los ciudadanos peruanos de 18 a 60 años para organizar el Ejército de Reserva, el cual contaba con dos cuerpos de ejército compuestos cada uno con tres divisiones. Esta reserva estratégica se empleó en la batalla de Miraflores. En cuanto a la distribución del poder combativo, el hecho de dividir a las tropas disponibles en dos ejércitos independientes uno del otro, con mandos propios, constituyó un absurdo, debido a que se vulneraron los elementales principios de la guerra de masa, economía de esfuerzo y unidad de mando. Al emplear las fuerzas de este modo, Piérola decidió deliberadamente dar dos batallas decisivas, confiando en que las tropas que ocupaban la línea defensiva de San Juan derroten por medio del empleo del fuego a las fuerzas chilenas y si no lo hacían, creyó que llegarían totalmente disminuidas y serían derrotadas en la línea defensiva de Miraflores. El Ejército de Reserva se empleó como una reserva estratégica que estuvo condenada a presenciar la derrota del Ejército de Línea, a sufrir la desmoralización de sus tropas por el resultado de la batalla de San Juan y a esperar el ataque enemigo en las peores condiciones puesto que estaba compuesto en su mayoría por tropas y oficiales que no eran más que civiles que habían empuñado las armas para defender la capital, carentes de una adecuada instrucción y adiestramiento.

217 Por otro lado, el establecimiento de simples líneas defensivas con un frente excesivamente amplio, que cifraba sus esperanzas de derrotar al enemigo por medio del fuego, estando fijadas al terreno, lo cual favorecía la acción ofensiva del enemigo, carentes totalmente de profundidad y apoyo mutuo, sin que se haya previsto tropas de reserva en composición y magnitud adecuada que permitan realizar una contraofensiva, sin la cual una defensa, que es una actitud transitoria, pierde todo sentido. Para lograr una adecuada distribución del poder combativo en la organización y conducción de la defensa de Lima, era necesario en primer lugar organizar todas las tropas disponibles bajo un solo comando, y no en dos ejércitos independientes. Asimismo, se requería distribuir las tropas en un primer elemento constituido por avanzadas de combate que ocupen una posición lo suficientemente adelantada para alertar la presencia del enemigo; un segundo elemento que constituya el centro de la defensa, lo que se conoce como la zona de resistencia que como su nombre lo indica debe hacer frente al enemigo para evitar que penetre su posición previamente ocupada; y un tercer elemento que cuente con un tercio o un cuarto del total de las tropas disponibles, que se ubique en posición central para maniobrar las fuerzas disponibles buscando bloquear los intentos de desbordamiento o penetración de la zona de resistencia y para finalmente conducir una contraofensiva lo suficientemente fuerte como para desarticular el ataque enemigo e incluso lograr su destrucción. Por las consideraciones antes expuestas, se concluye que no se efectuó una adecuada distribución del poder combativo peruano.

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Al respecto, Clausewitz, citado por (Ortiz, 2014, p.41), señala lo siguiente: El comandante operacional requiere un adecuado grado de libertad de acción para poder aplicar su conocimiento del arte militar con discrecionalidad, de

218 manera de poder concebir y ejecutar una maniobra que le permita alcanzar sus objetivos (Clausewitz, 1977: I, 204-207).

La principal restricción a la libertad de acción en la campaña de Lima, consistió en el hecho que Nicolás de Piérola asumió las funciones del conductor político, director de la guerra y también las del estratega militar. Piérola personalmente planeó y organizó la defensa de Lima, sin dejarse asesorar por los comandantes militares de mayor experiencia que habían participado en las campañas militares anteriores: Montero, Buendía, Leyva, Cáceres entre otros. Si bien es cierto Piérola, al igual que todos los defensores de Lima hicieron denodados esfuerzos por evitar la caída de Lima, era necesario nombrar un estratega militar que ejerza las funciones de comandante operacional durante la campaña de Lima y que tenga bajo sus órdenes a todas las fuerzas disponibles respetando el principio de la guerra de unidad de mando. Otra restricción a la libertad de acción constituyó la inadecuada organización de las fuerzas peruanas que dispuso Piérola. El constituir dos ejércitos independientes que fueron dispuestos para librar deliberadamente dos batallas diferentes, contravino los principios de unidad de mando, de esfuerzo y masa. Asimismo, el denominado Ejército de Línea, fue organizado en cuatro cuerpos de Ejército cuyos comandantes estaban subordinados al Jefe Supremo de la Guerra (Piérola), sin dejar por eso de estar bajo el mando de los comandantes de los Ejércitos del Centro y del Norte (General Vargas Machuca y Coronel Vargas); esta peculiar organización dio lugar a numerosas complicaciones en el mando (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.40). El Ejército de Reserva, estaba compuesto por dos cuerpos de Ejército y cada uno de estos contaba con tres divisiones, estaba al mando del coronel Echenique y el coronel Tenaud fue nombrado como Jefe de Estado Mayor, por lo que este Ejército, al menos presentaba unidad de comando. La artillería estaba distribuida en las dos líneas defensivas y en los fuertes establecidos, en las alturas que rodean Lima, pero su mando era independiente

219 de los cuerpos de Ejército (Dellepiane, 2010, Parte IV, p.44-45), por lo que también contravenía el principio de unidad de mando. Por lo expuesto, se concluye que las restricciones a la libertad de acción antes mencionadas, fueron de consideración y afectaron la ejecución de las acciones bélicas, habiéndolas comprometido operacionalmente.

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional consistente en “Desplegar dos líneas de defensa establecidas en San Juan y Miraflores, dispuestas casi en forma paralela y cerca de diez kilómetros una de otra formando un doble cerco, con la finalidad de defender la capital del Perú”, no fue adecuadamente seleccionado. De manera general, debió establecerse un solo dispositivo de defensa en lugar de dos, con todas las tropas disponibles, cubriendo un frente que no esté excesivamente extendido para no ser tan fácilmente vulnerable a una penetración; asimismo debió escalonarse las tropas en profundidad cubriendo lo que se conoce como una zona de avanzadas de combate, una de resistencia y finalmente una de reserva o seguridad.  La defensa peruana estuvo adecuadamente orientada hacia el sur y fue conveniente el establecimiento de posiciones defensivas previamente preparadas para defender la capital, sin apresurarse a buscar al enemigo dejando descubierta su retaguardia; sin embargo, la maniobra estratégica operacional realizada consistente en el establecimiento de un dispositivo de defensa materializado en dos línea defensivas, excesivamente extendidas, carentes de profundidad y separadas una de la otra sin la posibilidad que se brinden apoyo mutuo, no fue sostenible en el tiempo y no permitió que las tropas peruanas partan de posiciones relativas favorables.  El poder combativo de las fuerzas peruanas no fue adecuadamente empleado para desarrollar una maniobra estratégica operacional de carácter defensivo, y no alcanzó sus objetivos.

220  Se produjeron restricciones a la libertad de acción de consideración, las mismas que afectaron la ejecución de las acciones bélicas, habiéndolas comprometido operacionalmente. Las principales restricciones a la libertad de acción consistieron en el hecho que el conductor de la política, director de la guerra, se desempeñó también como estratega militar ejerciendo la función de comandante operacional, en lugar de designar un general responsable de la conducción de las operaciones, sin dejarse asesorar por los militares de carrera, por lo cual condujo a las tropas peruanas a la derrota. Asimismo, la organización de las fuerzas peruanas contravinieron los principios de la guerra de unidad de mando, de esfuerzo, de masa y de economía de fuerzas.

4.1.6 Campaña de la Sierra

Planeamiento estratégico y concepción operacional chilena

Luego que Chile logró ocupar Lima, la capital del Perú y centro del poder político y administrativo del país, se vio en la necesidad de mantener tropas suficientes para retener el control de los territorios ocupados, pasando las preocupaciones militares a segundo plano, por lo cual se dedicó al cobro de cupos y contribuciones económicas. Con la consecución del objetivo estratégico militar de la campaña de Lima, Chile pensó doblegar la voluntad de lucha del pueblo peruano, sin embargo esta se mantuvo, tropas remanentes de las batallas de San Juan y Miraflores se retiraron al interior del país y junto a otras decidieron emprender la resistencia contra el enemigo invasor. Ante esta situación, el gobierno de Chile decidió efectuar el llamamiento de las tropas participantes en campañas anteriores que ya habían sido licenciadas, con la finalidad de mantener un efectivo suficiente que permita tener el control de la capital del Perú e iniciar operaciones contra las fuerzas de resistencia del interior del país.

221 Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Luego de la caída de la ciudad de Lima tras las batallas de San Juan y Miraflores, Chile logró la consecución de su objetivo estratégico militar, ocupando el centro del poder económico y administrativo del Perú, destruyó las fuerzas que se organizaron para defender la capital, sin embargo no había podido quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano. Los remanentes de las tropas peruanas tras las batallas por la defensa de Lima se retiraron al interior del país y junto con otras fuerzas organizadas en la sierra decidieron emprender la resistencia contra la ocupación chilena bajo el liderazgo del coronel Andrés A. Cáceres quien había sido ascendido a general en febrero de 1881, en uno de los últimos actos administrativos de Nicolás de Piérola. Chile contaba con suficientes territorios ocupados lo cual le iba a permitir imponer condiciones a su favor en una futura negociación, sin embargo necesitaba que las tropas de resistencia peruanas depongan su voluntad de lucha, para que de esta forma se firme el acuerdo de paz que ponga fin a la guerra, en las condiciones más favorables para Chile. Por lo expuesto, es posible definir el objeto de la guerra de la siguiente manera: “Quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano, con la finalidad de lograr un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra en las condiciones más favorables a sus intereses”.

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. A la luz del objeto de la guerra mencionado, se determinó claramente la intención de Chile de quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano. Una vez que Chile ocupó las provincias de Tacna y Arica, sumadas a las de Tarapacá y Atacama junto a la capital del Perú, contaba con suficientes prendas territoriales como para imponer condiciones en una eventual negociación de paz, en la cual buscaría quedarse definitivamente con ricos territorios que le permitan explotar económicamente las regiones conquistadas

222 para compensar los gastos producidos por la guerra y asegurar su crecimiento económico. En estas circunstancias, Chile necesitó efectuar el llamamiento de las tropas que habían participado en campañas anteriores y habían sido licenciadas, con la finalidad de contar con efectivos militares suficientes que le permitan mantener los territorios ocupados y contar con las fuerzas necesarias para emprender una nueva campaña en la sierra contra las tropas de resistencia peruanas. Por lo expuesto, es posible definir el objetivo estratégico militar de la campaña de la Sierra de la siguiente manera: “Destruir las fuerzas de resistencia peruanas con la finalidad de quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano”.

Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. Luego de la campaña de Lima, los chilenos no solo ocuparon la capital; asimismo, desde mediados del año 1881 mandaron destacamentos al norte del país que era la región más rica y productiva del Perú, con la finalidad de imponer cupos y cobrar derechos de aduana. Ante estas fuerzas de ocupación se opusieron tropas de resistencia denominadas montoneras, las mismas que inquietaban a los ocupantes, ocasionándoles trastornos en sus disposiciones y obligándoles a salir de sus guarniciones para salir en busca del enemigo al que no podían alcanzar. Entre estas incursiones, fueron las principales, por la duración que tuvieron, la que dirigió el comandante Letellier en la sierra y las efectuadas sobre Cañete, Ica y Tacna. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.12). Ante la acción de las fuerzas de resistencia que, el gobierno de Chile dirigido por el presidente Santa María, quien había reemplazado a Pinto; dispuso el llamamiento de las tropas que habían participado en campañas anteriores, con la finalidad de completar los efectivos de sus batallones, llegando a contar con 20,000 hombres el Ejército de Chile de ocupación, el cual se empleó para enviar una expedición sobre Junín, donde Cáceres se tornaba cada vez más desafiante y sobre el Ejército de Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.12).

223 Chile decidió emprender operaciones simultáneas, tanto sobre las fuerzas de resistencia del centro como las de Arequipa, con la finalidad de evitar que puedan replegarse en caso se efectúe una ofensiva aislada, y reunirse con la otra facción relativamente más fuerte. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.12-13). Las dos expediciones, según el concepto de Santa María, debían realizarse simultáneamente para impedir que, al atacar solo uno de los agrupamientos, este se retirara al interior, esterilizando la ofensiva chilena y buscando apoyo en el otro agrupamiento, con el que, luego que se reunieran, formaría una fuerza relativamente poderosa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.13). Por las consideraciones antes expuestas, es posible determinar el objetivo estratégico operacional de la campaña de Sierra de la siguiente manera: “Enviar dos expediciones simultáneas sobre las fuerzas de resistencia establecidas tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de destruir las fuerzas de resistencia peruanas”.

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior. El objetivo estratégico operacional chileno consistió en: “Enviar dos expediciones simultáneas sobre las fuerzas de resistencia establecidas tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de destruir las fuerzas de resistencia peruanas”. En la campaña de la Sierra, se aprecia claramente tres núcleos que podían ofrecer resistencia a las tropas de ocupación chilenas. (Mercado, 2010, p.121-123), indica lo siguiente: El primer grupo de resistencia, estaba conformado por las tropas a órdenes del general Cáceres, que llevó a cabo la campaña de la Breña en el centro del país y llegó aproximadamente a 3,000 hombres. El segundo grupo, estaba conformado por las tropas que se encontraban en Arequipa, donde se había establecido el gobierno del contralmirante Montero, quien tenía a sus órdenes al general Cáceres en el norte y en Arequipa al general

224 Canevaro, quien estaba al mando del Segundo Ejército del Sur, llamado posteriormente Ejército de Arequipa. El contralmirante Montero buscaba enlazarse con las tropas bolivianas, con la intención de reunirse en Arequipa con la finalidad de contar con fuerzas superiores para distraer las tropas chilenas que ocupaban la capital. Estas fuerzas también llegaban a un efectivo aproximado de 3,000 efectivos. El tercer grupo de fuerzas que hubiesen podido oponer resistencia a las tropas de ocupación chilenas, era el constituido por las tropas bolivianas reunidas en Oruro, que estaban al mando del general Campero y llegaban a 8,000 efectivos. Sin embargo, luego de la batalla del Alto de la Alianza, Bolivia no tuvo ninguna intención de socorrer a su aliado ni de hostilizar a las fuerzas chilenas que ocupaban su propio territorio, por lo cual no atendieron los pedidos de refuerzo del contralmirante Montero. El objetivo estratégico operacional estuvo dirigido contra los dos primeros grupos de resistencia, tanto el del centro del país, a órdenes del general Cáceres, como al sur del Perú, en Arequipa a órdenes del contralmirante Montero, buscando efectuar dos expediciones simultáneas con la finalidad de impedir que uno de los grupos de resistencia se repliegue al interior y se reúna con el otro. Se aprecia que Chile no tomó ninguna acción ofensiva contra las fuerzas bolivianas reunidas en Oruro, en vista que Bolivia, luego de la batalla del Alto del Alianza, había replegado sus fuerzas remanentes al interior del país y no había dado señal alguna de emprender acciones de resistencia contra las fuerzas chilenas que ocupaban su propio territorio, ni tampoco mostró intención de reforzar las tropas del país aliado que se encontraba ocupado por las tropas chilenas. Si consideramos que el objetivo estratégico militar consistía en “Destruir las fuerzas de resistencia peruanas con la finalidad de quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano”; el objetivo estratégico operacional consistente en “Enviar dos expediciones simultáneas sobre las fuerzas de resistencia establecidas tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de destruir las fuerzas de resistencia peruanas”, constituye un objetivo que contribuye a la consecución del

225 objetivo superior, debido a que estaba orientado a neutralizar los dos grupos de resistencia activos establecidos en territorio peruano que mostraban intenciones de perturbar las operaciones de las tropas chilenas y mantenían su voluntad de lucha, por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional, era apto para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.

Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles. Chile contaba con los medios necesarios para cumplir su objetivo estratégico operacional, la composición de sus tropas para esta campaña fue la siguiente:

Expedición Letellier 1,392 hombres de todas las armas 1,210 infantes 160 jinetes 22 artilleros

Tropas chilenas de ocupación En Huacho: 1,200 hombres En Trujillo: 3,500 hombres En Lima: 4,500 hombres En el Callao: 5,600 hombres Total: 15,100 hombres

Campaña de la Breña Destacamento Lynch Comandante en Jefe: Contralmirante Patricio Lynch Batallón 30 de línea Santiago Batallón Esmeralda Batallón Maule Dos compañías del Buin Dos baterías de montaña Regimiento Carabineros de Yungay

226 Efectivo total: 13,500 hombres

Destacamento Gana Comandante en Jefe: General Gana (Era el Jefe de Estado Mayor de las tropas de ocupación). Batallón Lautaro: 750 hombres Batallón Chacabuco: 800 hombres Batallón Tacna, 2 de línea: 820 hombres Regimiento Carabineros de Yungay: 400 hombres Escuadrón de Cazadores a Caballo: 50 hombres Dos baterías de montaña: 400 hombres (12 cañones y 4 ametralladoras). Efectivo total: 3,220 soldados

Campaña del Norte División Urriola: 3,000 hombres División León García: 2,000 hombres División Del Canto: 2,500 hombres Efectivo total: 7,500 hombres

Ocupación de Arequipa Primera División Batallón Santiago Batallón Carampangue Batallón Rengo Batallón Los Ángeles Batallón 4 de línea 5 krupp de montaña

Segunda División Batallón Lautaro Batallón Curicó 6 krupp de montaña Refuerzo: Batallón Aconcagua

227 Batallón Coquimbo

Caballería 2 escuadrones de Cazadores a Caballo 2 escuadrones de Carabineros de Yungay 1 escuadrón General Cruz 1 escuadrón Las Heras

Como se puede apreciar, Chile contaba con las tropas suficientes para emprender la campaña de la Sierra, tanto contra el núcleo de resistencia del centro al mando del general Cáceres, como contra al núcleo de resistencia del sur, al mando del Contralmirante Montero, las mismas que estaban debidamente equipadas, armadas y adiestradas.

Aceptabilidad Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Los costos de la campaña de la Sierra fueron aceptables, puesto que Chile logró su objetivo de quebrantar la voluntad de lucha del pueblo peruano y firmar el acuerdo de paz que se llevó a cabo en Ancón el 20 de octubre de 1,883, el mismo que fue totalmente favorable a sus intereses.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional?

El objetivo estratégico operacional consistió en: “Enviar dos expediciones simultáneas sobre las fuerzas de resistencia establecidas tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de destruir las fuerzas de resistencia peruanas”. Como se mencionó anteriormente, se identificaron tres agrupamientos que podían ofrecer resistencia contra las fuerzas de ocupación chilenas. El primero era el Ejército del Centro, al mando del general Cáceres; el segundo, el Ejército de Arequipa al mando del general Canevaro; y el último, el Ejército Boliviano, reunido en Oruro al mando del general Campero. Tanto el Ejército del

228 Centro como el de Arequipa, estaban subordinados al contralmirante Montero, quien estaba a cargo del gobierno del Perú que se había establecido en esta ciudad. El objetivo estratégico operacional chileno buscó destruir dos de los tres agrupamientos de resistencia antes indicados, el Ejército del Centro y el de Arequipa, debido a que estos eran los que mostraban actividad e intenciones de resistir ante la ocupación del territorio peruano por las fuerzas chilenas, a diferencia del Ejército de Bolivia reunido en Oruro. Asimismo, era importante buscar la destrucción de estos agrupamientos en forma simultánea, enviando una expedición contra el Ejército del Centro y otra contra el de Arequipa, con la finalidad de evitar que estos agrupamientos se reúnan, con lo cual se hubiesen podido constituir en un Ejército más fuerte, capaz de disturbar a las tropas de ocupación chilenas buscando lograr negociar un acuerdo de paz más favorable a los intereses del Perú. Por lo expuesto, se consideraba que de manera general, el objetivo estratégico operacional fue adecuadamente seleccionado.

¿Se debió variar? La estrategia general favorable a los intereses de Chile, sugería que su Ejército evite que los dos agrupamientos de resistencia peruanos, tanto el Ejército del Centro como el de Arequipa, se reúnan, por lo cual era recomendable enviar expediciones simultáneas con la finalidad de destruirlos simultáneamente.

Asimismo, era necesario evitar que Bolivia envíe a sus tropas reunidas en Oruro, que alcanzaban un efectivo significativo ascendente a 8,000 hombres, concurra a reunirse con el Ejército de Arequipa atendiendo los reiterados pedidos de refuerzo del contralmirante Montero, sin embargo, los bolivianos no mostraron intenciones de emplear sus fuerzas para ofrecer resistencia a las tropas chilenas que ocupaban su cautiva provincia litoral, ni mucho menos, acceder a los pedidos de refuerzo de Montero.

Por lo expuesto, se considera que el objetivo estratégico operacional seleccionado, no debió variarse.

229 ¿Se alcanzó?

La Campaña de la Sierra, como se explicará a continuación, se subdivide en la Campaña de la Breña que fue favorable al Perú y la Campaña del Norte, al término de la cual, Chile logró derrotar al Ejército al mando del general Cáceres; posteriormente las tropas chilenas ocuparon la ciudad de Arequipa, burlando la defensa que ofreció el Ejército que resguardaba esta ciudad, tras lo cual este se dispersó; por lo cual se concluye que el objetivo estratégico operacional fue alcanzado, ya que Chile logró que el Perú firme el acuerdo de paz totalmente favorable a sus intereses, que tanto había buscado y que puso fin a la guerra.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Al respecto, Hart (1973), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: El ubicar a las fuerzas en posiciones relativas favorables resulta de la maniobra estratégica que surge del arte operacional del comandante, y tiene como propósito la dislocación de las fuerzas opositoras. A nivel operacional, esto demanda un adecuado conocimiento del teatro de operaciones; un manejo profesional de las dimensiones masa, espacio y tiempo; un apropiado planeamiento y soporte logístico; y un eficiente control e inteligencia. En el nivel táctico se añade la necesidad de que el comandante tenga un adecuado manejo de las capacidades de sus fuerzas y de las reglas de enfrentamiento, siendo además consciente que su accionar tendrá connotaciones jurídicas y políticas. (Hart, 1973: 346-348).

La Campaña de la Sierra se desarrolló entre 1881 y 1883. Para efectos del presente análisis será subdividida en cuatro fases: La Expedición Letellier llevada a cabo de abril a julio de 1881, la Campaña de la Breña realizada en 1882, la Campaña del Norte que se desarrolló en 1883 y la ocupación de Arequipa que se llevó a cabo el mismo año.

230 Expedición Letellier Cuando el coronel Lagos estaba a cargo de las fuerzas de ocupación de la capital del Perú, en el mes de marzo de 1881, fuerzas peruanas de resistencia se aproximaron a Chosica con la finalidad de hostigar a la guarnición chilena, por lo que decidió enviar una expedición al interior del país al mando del comandante Letellier, con un destacamento compuesto por 1,392 hombres de las tres armas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.13-14). La expedición salió de Lima el 15 de abril de 1881, se dirigió en tren desde Lima hasta Chicla, al término de la línea férrea continuó a la Oroya y luego a Cerro de Pasco, haciendo retirar al coronel peruano Aduvire a Huánuco quien guarnecía la región con escasas fuerzas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 14). Letellier, como no encontró resistencia se dedicó a cobrar cupos y realizar abusos y atropellos, habiendo enviado algunos elementos hasta Jauja, localidad que el general Cáceres abandonó por falta de fuerzas, retirándose hacia Huancayo y luego hasta Huánuco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 14-15). En vista de las quejas producidas por los abusos de Letellier, este fue llamado por el contralmirante Patricio Lynch quien había asumido el mando de las fuerzas de ocupación, y en el retorno a la capital, una compañía del batallón Buin que había destacado a Sángrar, fue batida por el coronel peruano Norberto Vento con 100 hombres del batallón Canta, el que también había participado en las batallas de San Juan y Miraflores. (Dellepiane, 2010, Parte V, p. 15-16). Como se puede apreciar, la maniobra realizada por Letellier, fue una simple penetración en el interior del país, buscando localizar fuerzas de resistencia, las mismas que se retiraron hasta Huánuco, al no estar en condiciones de hacer frente a las tropas chilenas. Sin embargo, durante su retirada, fue hostilizado por indígenas de la región, en respuesta a los excesos cometidos, y una de sus compañías fue batida por fuerzas de resistencia peruanas.

Campaña de la Breña Chile mantenía fuerzas en los diversos territorios que había ocupado, incluyendo la ciudad de Lima y la costa norte del Perú. Ante la actividad

231 evidenciada del Ejército del Centro al mando del general Cáceres, se vio en la necesidad de enviar destacamentos de magnitud y composición variable, que tenían la misión de destruir a las tropas de resistencia peruanas. Las características geográficas de la sierra peruana, eran determinantes para el planeamiento y la ejecución de las operaciones destinadas a destruir al Ejército del Centro, a cargo de la resistencia en esta parte del país, puesto que obligaba al empleo de organizaciones militares más pequeñas, tipo destacamento. Asimismo, el enemigo al que iba a hacer frente el Ejército de Chile, empleaba tácticas de guerra no convencional para llevar a cabo la resistencia en la sierra del Perú. A finales de 1881 se empezó a preparar la expedición a cargo del contralmirante Lynch, que el presidente Santa María había ordenado que marche sobre Junín para hacer frente al Ejército del Centro al mando del general Cáceres. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.19). El 01 de enero de 1882, salió de Lima el contralmirante Lynch, para dirigirse por el Chillón, hacia la quebrada del Rímac, que pretendía alcanzar pasando Chicla, marchando por Lachaqui en la cabecera del río Santa Eulalia, para cortar la retirada del general Cáceres. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.19). Asimismo, el general Gana salió de Lima con dirección a Chosica el 05 de enero, su misión era entretener al general Cáceres por el frente, para dar tiempo a que el contralmirante Lynch diera el desarrollo debido a su avance envolvente. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.19). Esta expedición que el contralmirante Lynch condujo al interior estaba lógicamente concebida, sin embargo no tomó en cuenta las dificultades que oponía el terreno para la ejecución del plan y procedió a lanzar los dos ataques convergentes con solo cuatro días de separación, siendo así que uno podía tomar el contacto en dos horas, empleando el ferrocarril, y el otro necesitaba marchar cerca de diez horas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.44-45). El error de Lynch se produjo debido a la actitud agresiva que mostraba el general Cáceres al acercarse a la capital, por lo cual Lynch pensó que este se aferraría al terreno para ofrecer resistencia al destacamento mandado por Gana,

232 mientras que Lynch caería por sorpresa, sobre la línea de comunicaciones de las fuerzas de resistencia peruanas. Sin embargo, para que esto suceda, hubiese sido necesario que la marcha del destacamento Lynch se efectúe en el más absoluto secreto, lo cual era casi imposible operando en territorio enemigo, entre pobladores amantes de su suelo y ante un caudillo como Cáceres, valiente y avisado. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.45). Debido a estas circunstancias, se produjo el fracaso de la expedición Lynch, Cáceres, que contaba con fuerzas más débiles que cualquiera de los destacamentos chilenos, decidió no hacerles frente y replegarse al interior, por lo cual las tropas enemigas terminaron dando un golpe al vacío. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46). El 23 de febrero de 1882 las fuerzas chilenas ocuparon la Oroya, el 25 ocuparon Tarma y el 01 de febrero Del Canto tomó el mando y avanzó hacia la Concepción en busca de establecer contacto con las fuerzas de Cáceres quien se había replegado a Ayacucho. En el combate de Pucará los chilenos lograron la más cabal sorpresa, pero perdieron las ventajas que esta otorgaba por su medrosidad y vacilación ante las enérgicas disposiciones de los peruanos, aunque el terreno fue el factor decisivo de la lucha, el cual favorecía a las tropas de resistencia. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.48). Los chilenos ofrecieron combate al general Cáceres buscando la destrucción de sus fuerzas, sin embargo este decidió romper el contacto ya que su objetivo era replegarse a Ayacucho, logrando imponer su voluntad al adversario. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.48). Posteriormente el general Cáceres pasó a la contraofensiva para lo cual lanzó dos ataques a las tropas chilenas, uno al mando de este y el otro al mando de Gastó, los cuales llegaron a producirse con el más absoluto sincronismo. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.48). Las fuerzas chilenas decidieron replegarse del centro del país lo cual satisfizo al general Cáceres, pero cabe resaltar que la contraofensiva que emprendió no llegó a alcanzar resultados decisivos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.51).

233

Ofensiva chilena contra Cáceres Luego del combate de San Pablo, el general Iglesias inició conversaciones de paz con los chilenos, estando dispuesto a la cesión definitiva de territorio a cambio de la firma de un acuerdo de paz permanente, por lo cual lanzó un manifiesto a la nación en la hacienda Montán el 31 de agosto de 1882. Ante esta situación, las autoridades chilenas se pusieron en contacto con él y empezaron a negociar el acuerdo de paz. Sin embargo, consideraron que para firmar un tratado que ponga fin a la guerra en las condiciones más beneficiosas a sus intereses, era necesario eliminar todo foco de resistencia que se presentara. Como el general Cáceres continuaba activo en el centro del país, los chilenos decidieron lanzar una ofensiva al interior con la finalidad de lograr la destrucción de sus fuerzas. Las tropas chilenas encargadas de esta misión operaron en tres columnas separadas, cuya formación fue la siguiente, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.59): División Urriola, con tres mil hombres, que debía remontar el valle del Rímac para atraer sobre sí al enemigo y fijarlo al terreno. División León García, con dos mil hombres, que debía internarse por Nievería, Quilcamachay, Lachaqui en las nacientes del río Santa Eulalia hacia Chicla, para cortar a Cáceres la retirada; haciendo juego parecido al que Lynch pretendió, sin éxito, en el año anterior. División Del Canto, con mil quinientos hombres, que debía proceder en igual forma que la anterior, penetrando a la quebrada del Rímac por el itinerario Lima, Sisicaya en el valle de Lurín, Matucana, Chicla. Como se puede apreciar, el plan chileno consistía en “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60). La división al mando de León García inició su avance el 6 de abril y posteriormente lo hicieron las fuerzas al mando de Urriola y Del Canto, ante la penetración chilena al interior del país, el general Cáceres viéndose en inferioridad de condiciones, se replegó hacia Tarma, logrando que los chilenos

234 nuevamente den un golpe en el vacío, que los obligaba a emprender largas operaciones en la sierra, tal como lo deseaba Cáceres, que contaba con el terreno para oponer sus escasas y mal dotadas fuerzas a efectivos superiores que disponían de toda clase de elementos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). Las divisiones chilenas de León García y Del Canto se reunieron en Yauli a principios de marzo de 1883 y de allí procedieron a la Oroya. El 20 llegaron frente a esta localidad y al día siguiente llegaron a Tarma. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62). La noticia de la aproximación de los chilenos no sorprendió al Ejército del Centro, que estaba informado de los movimientos de las divisiones chilenas. Desde el día 20 Cáceres reunió a una junta de guerra, en la que se acordó marchar hacia el norte para burlar la persecución, reunirse a Recavarren y batir a Iglesias, como se había hecho anteriormente en Canta con el coronel Vento. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62). Conforme a lo acordado en la junta de guerra, el día 21 las tropas de Cáceres salieron de Tarma y se encaminaron hacia Cerro de Pasco. Los chilenos hallaron la localidad de Tarma desocupada y después emprendieron la marcha en busca del Ejército del Centro. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62). El contralmirante Lynch tomó conocimiento del desacuerdo que existía entre los dos jefes de división, León García y Del Canto, y entre estos y los jefes de unidades, y nombró al coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias al interior. Posteriormente, al enterarse que el general Cáceres se dirigía al norte, ordenó al coronel Gorostiaga, a cargo de la guarnición de Huamachuco, que avanzara a cerrarle el paso para impedir que abriera hostilidades contra Iglesias, a quien desde ese momento comenzaban los chilenos a prestar ayuda y protección. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62-63).

Marcha al Norte del Ejército del Centro Cáceres, seguido de cerca por las Divisiones León García y Del Canto, tomó el siguiente itinerario, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62-63): 25 de mayo: Cerro de Pasco 8 de junio: Aguamiro o la Unión, por Huarica, Ambo, Huánuco, Mito y Chasquín. 15 de junio: Huaraz por Chavín de Huantar y Recuay.

235 19 de junio: Yungay, donde se le unió al día siguiente el coronel Recavarren con sus fuerzas. Este jefe sabía que Gorostiaga se hallaba frente al puente de Yuramarca, sobre el río Santa, cerrando el paso al norte.

Mientras Cáceres efectuaba estas marchas, las dos divisiones chilenas a órdenes de Del Canto habían seguido sus huellas llegando a Aguamiro el 12 de junio. En este lugar fueron alcanzadas por su comandante en jefe, Arriagada, quien había partido de Lima con algunos elementos ligeros el 3 del mismo mes. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.64). El 13, Arriagada dispuso que se continuara la marcha en seguimiento de Cáceres a quien pretendía encerrar entre las divisiones que conducía y la de Gorostiaga, cuya presencia en Yuramarca creía ignorada por los peruanos. Para cerrar los pasos de la cadena oriental de los Andes, fraccionó sus fuerzas en dos divisiones que, con Del Canto y con León García, debían marchar por Chavín y por Huari, respectivamente, para reunirse en Huaraz después de pasar la cordillera. En cumplimiento a este plan, las tropas de Arriagada se agruparon nuevamente en Huaraz, el 19 en la tarde. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.64). Como se mencionó anteriormente, el Ejército del Centro al mando del general Cáceres se había reunido con el Ejército del Norte al mando del coronel Recavarren en la misma fecha, sin embargo, se hallaba ante una disyuntiva. El Ejército reunido al mando de Cáceres no podía dirigirse al sur, debido a que a dos jornadas en esta dirección se hallaban las divisiones de Arriagada, formadas por la reunión de los batallones Buin, Arica, Coquimbo, Aconcagua, Tacna, Miraflores, Curicó, siete piezas Krupp de montaña y dos escuadrones, uno de Granaderos y uno de Carabineros, que se habían adelantado para buscar y conservar el contacto y sumaban 3500 hombres. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.66-67). Por el norte, se encontraba el coronel Gorostiaga, con mil hombres de las tres armas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.67). Por el este, se alzaban las imponentes cumbres de la cadena oriental de los Andes, que se conoce con el nombre de cordillera Blanca, por las nieves perpetuas que luce en sus cimas, cuyos pasos, de cuatro mil a cinco mil metros

236 de altitud, no había sido cruzada por ejército alguno. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.67). Por el oeste, después de vencer los cuellos de la cordillera Negra u Occidental, cuyo franqueamiento es más fácil, se llegaba a las áridas pampas de la costa, donde dominaban por completo los chilenos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.67). Como el objetivo de Cáceres era trasladarse al norte para enseñorearse de esta región y contar con sus recursos, además de los del centro, a fin de continuar la guerra, decidió burlar a los chilenos y cumplir sus propósitos a pesar de ellos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.67). Luego de deliberar en una junta de guerra, decidió despistar a su perseguidor haciendo circular ampliamente la noticia de que trataba de cruzar el paso de Llanganuco para dirigirse nuevamente al centro, a fin de recuperar sus bases de Junín. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.68). El coronel Arriagada cayó fácilmente en la estratagema de Cáceres y se desesperó ante la perspectiva de que las fuerzas peruanas reaparecieran en el centro del país, después de haber burlado su persecución. Ordenó que los enfermos y heridos de marcha de sus divisiones fueran evacuados hacia Casma, de donde deberían embarcarse hacia Lima. Dio partes e informes a Lynch, pidiendo que Urriola lo auxiliara trasladándose hacia Tarma para cerrar los caminos a Cáceres y dispuso que sus tropas se dirigieran en rápidas y aniquiladoras jornadas hacia la Unión o Aguamiro, que juzgaba el punto más estratégico para acortar a Cáceres el paso hacia el departamento de Junín. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.69). Con el exitoso ardid concebido por el general Cáceres, logró que Arriagada se perdiera y que Urriola ganara Tarma inútilmente, con gran fatiga de las tropas y descontento de Lynch, mientras se aprestaba a emprender el paso de la cordillera Blanca para dirigirse al norte. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.69).

Campaña del Norte Esta campaña se inicia con el paso de la cordillera Blanca de las fuerzas peruanas para dirigirse al norte. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.69).

237 Las operaciones durante esta campaña se realizaron en las provincias de Pomabamba, Pallasca y Huamachuco, donde se libró la batalla del mismo nombre con resultados negativos para las fuerzas de resistencia. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.70). Las fuerzas que se opusieron al general Cáceres, que fueron reforzadas por un fuerte destacamento en su socorro, fueron las que estaban al mando del coronel Gorostiaga, quien tenía la misión de interponerse entre Cáceres e Iglesias a quien los chilenos habían empezado a prestar apoyo por estar dispuesto a firmar el acuerdo de paz a cambio de la mutilación del territorio peruano. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.70). El coronel Gorostiaga, al comienzo de la campaña se detuvo en Yuramarca, en la margen Norte del Sama, esperando que Cáceres fuera arrojado en esa dirección por las demás tropas chilenas con las que debía actuar concurrentemente. Cuando tuvo conocimiento que las fuerzas de resistencia peruanas emprendían la marcha hacia la vertiente oriental de los Andes, consideró pertinente trasladarse hacia Sihuas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.70). Sin embargo, en cuanto tuvo noticias que las tropas de Cáceres, debido a la estratagema que había empleado el general peruano, se debían trasladar al centro, pero se encontraban en Pomabamba, decidió replegarse a Corongo y desde allí continuó hacia Huamachuco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.70). Durante la marcha de Gorostiaga hacia este último lugar, recibió en su paso por Angasmarca un refuerzo de 280 hombres enviados desde Pacasmayo a órdenes del mayor Parra. Posteriormente, cuando se encontraba en Huamachuco, recibió nuevos refuerzos que ascendían a 780 hombres y tres piezas de artillería que traía desde Trujillo y Lambayeque el comandante Gonzales. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.71). Mientras Gorostiaga realizaba estas operaciones, el general Cáceres inició una ofensiva contra el comandante Gonzales quien conducía hacia Huamachuco los importantes refuerzos antes mencionados, sin embargo no pudo alcanzarlo, ya que este no se detuvo ni un instante ante la amenaza de la

238 persecución emprendida por los peruanos, llegando a Huamachuco en la mañana del 7 de julio de 1883. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.73). El 10 de julio se produjo la batalla de Huamachuco entre las fuerzas que comandaba Cáceres contra las de Gorostiaga, la misma que pese a que los peruanos la tenían ganada y estaban en persecución de las tropas chilenas, por falta de municiones para los fusiles y cañones, así como bayonetas, se tornó adversa a las tropas de resistencia, ya que los chilenos se percataron a tiempo de la situación iniciando una contraofensiva que produjo la derrota de las fuerzas peruanas.

Ocupación de Arequipa El presidente Santa María consideró necesario ocupar la ciudad de Arequipa, puesto que era sede del gobierno del contralmirante Montero, y no quería correr el riesgo que este desconozca el acuerdo de paz que los chilenos habían arreglado con Iglesias. Por este motivo ordenó al Coronel Velásquez, quien estaba a cargo de las tropas de ocupación de Tacna, que se dirija hacia Moquegua, donde se unió a otras tropas que el Lynch envió desde Lima a órdenes del coronel Del Canto quien asumió el mando de las fuerzas chilenas reunidas. Los chilenos avanzaron de Moquegua por Omate hacia Puquina y, con un previo reconocimiento, escalaron de noche la altura de Huasacachi, rodeando la fuerte posición peruana, cuyos jefes, al darse cuenta de la peligrosa situación en la que quedaban por el rodeo que no supieron prever, se vieron obligados a evacuarla en la madrugada del 23 de octubre, dirigiéndose al paso de Chacahuallo cerca de Puquina y sobre el camino que lleva a Arequipa, con la intención de resistir en esta nueva posición. De este punto, sin detenerse, las fuerzas peruanas siguieron de frente hacia Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90). Las tropas peruanas al llegar a dicha ciudad se desbandaron, incitadas por las unidades de la Guardia Nacional, las autoridades locales decidieron entregar la ciudad a los chilenos sin ofrecer resistencia.

239 Conclusión Por lo anteriormente expuesto, se concluye que tanto la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas chilenas al mando del contralmirante Lynch, que tenía por objetivo encerrar a las fuerzas del general Cáceres mediante un ataque concurrente, que terminó dando un golpe al vacío; y la posterior penetración de las fuerzas chilenas al mando del coronel Del Canto que llegó a establecer contacto con las tropas peruanas en Pucará, Marcavalle y Concepción, pero terminó con el repliegue de sus tropas ante la contraofensiva de las fuerzas de resistencia; no permitieron a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación del enemigo. Asimismo, la maniobra estratégica operacional efectuada en 1883 por las divisiones Urriola, León García y Del Canto, consistente en una ofensiva que pretendía “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba, que terminaron dando nuevamente un golpe al vacío; al igual que la persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, que terminó cayendo en la estratagema del general Cáceres, no permitieron a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación del enemigo. Sin embargo, la maniobra realizada por el coronel Gorostiaga, permitió recibir los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales, así como cerrar el paso a las fuerzas del general Cáceres, llegando a interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, la maniobra iniciada por el coronel Velásquez, quien se reunió con los refuerzos del coronel Del Canto, marchando hacia la altura de Huasacachi, llegando a rodear la defensa peruana exitosamente, permitió a las tropas chilenas partir de posiciones relativas favorables, que posibilitaron la dislocación de las tropas peruanas en Huamachuco y Arequipa respectivamente.

240 Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. Al, respecto, (Torres, 2009), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: La correcta distribución del poder combativo implica el empleo de la masa y la logística en función al tiempo y al espacio, dando lugar a esfuerzos estratégicos –usualmente principal y secundario–, desarrollados a través de una maniobra estratégica equilibrada entre dichos esfuerzos. Todo esto es requisito para sostener la maniobra estratégica en el tiempo y soportar las perturbaciones propias de la fricción y del enfrentamiento (Torres, 2009).

Expedición Letellier

El comandante Letellier, salió de Lima el 15 de abril de 1881 empleando la vía férrea que llegaba hasta Chicla, con 1,210 infantes, 160 jinetes y 22 artilleros; luego se dirigió a la Oroya y posteriormente a Cerro de Pasco, por lo cual el coronel Aduvire quien contaba con escasas fuerzas, se retiró hacia Huánuco. El día 26 de junio, una compañía del batallón Buin que fue destacada a la localidad de Sángrar, fue batida por el coronel Vento con 100 hombres del batallón Canta. Finalmente, las tropas al mando de Letellier llegaron a Lima el 4 de julio, en cumplimiento a las órdenes de repliegue impartidas por el contralmirante Lynch, habiendo sido hostilizadas y perseguidas durante su retorno a la capital por los habitantes de la sierra, en represalia por los abusos y excesos cometidos por los chilenos.

Campaña de la Breña La Expedición Lynch, que recibió la misión de destruir las fuerzas de resistencia del Ejército del Centro, estaba conformada de la siguiente manera: Destacamento Lynch Batallón 30 de línea Batallón Santiago

241 Batallón Esmeralda Batallón Maule Dos compañías del Batallón Buin Dos baterías de montaña Regimiento Carabineros de Yungay Efectivo total: 3,500 hombres

Destacamento Gana Batallón Lautaro Batallón Aconcagua Batallón San Fernando Dos baterías de montaña Un Escuadrón de Cazadores a Caballo Efectivo aproximado: 2,000 hombres

El contralmirante Lynch, concibió un ataque convergente con ambos destacamentos, teniendo previsto que el Destacamento Gana fije a las fuerzas del general Cáceres y el Destacamento a sus órdenes efectúe un ataque envolvente, buscando cortarle la retirada. Sin embargo, Cáceres, sabiendo que sus fuerzas eran inferiores a cualquiera de los dos destacamentos chilenos, decidió replegarse hacia Tarma, con lo cual los chilenos terminaron dando un golpe al vacío. Cabe resaltar que Lynch alcanzó Chicla el 8 de enero solo con la caballería de su destacamento. La artillería debió regresarla a Lima escoltada por tropas de infantería, y el resto de esta última arma llegó en parte por el camino que había seguido la caballería y en parte por otras rutas que le permitieron alcanzar la quebrada aguas abajo al punto de reunión señalado. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.20). Asimismo, Lynch se percató de las enormes dificultades que presentaban las operaciones en la sierra y decidió retornar a Lima, llegando el 10 de enero, dejando el mando de ambos destacamentos al general Gana, su jefe de Estado Mayor.

242 Al asumir el mando el general Gana, hubo una recomposición de las tropas, debido a que Lynch le envió desde Lima, todos los elementos necesarios para emprender la campaña, llegándose a formar una división de 3,220 hombres y 1,250 animales de carga. Cuando Gana llegó a Tarma y no encontró al general Cáceres, decidió dejar el mando al coronel Del Canto, quien continúo la expedición. Del Canto siguió penetrando la sierra peruana y libró los combates de Pucará, Marcavalle y Concepción que fueron victorias tácticas favorables a las tropas peruanas. Luego de los dos primeros enfrentamientos decidió retornar a Lima.

Ofensiva chilena contra Cáceres Como se mencionó anteriormente, los chilenos ante la actividad que mostraba el general Cáceres, decidieron enviar tres columnas en su búsqueda: La División Urriola, con tres mil hombres, que debía remontar el valle del Rímac para atraer sobre sí al enemigo y fijarlo al terreno. La División León García, con dos mil hombres, que debía internarse por Nievería, Quilcamachay, Lachaqui en las nacientes del río Santa Eulalia hacia Chicla, para cortar a Cáceres la retirada; haciendo juego parecido al que Lynch pretendió, sin éxito, en el año anterior. La División Del Canto, con mil quinientos hombres, que debía proceder en igual forma que la anterior, penetrando a la quebrada del Rímac por el itinerario Lima, Sisicaya en el valle de Lurín, Matucana, Chicla. El plan chileno consistía en “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60). Sin embargo, los chilenos terminaron dando nuevamente un golpe al vacío tras el repliegue del general Cáceres a Tarma. Asimismo, el contralmirante Lynch, tras las desavenencias surgidas entre León García y Del Canto, nombró como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias al interior al coronel Arriagada.

243 Marcha al norte del Ejército del Centro Las operaciones que se llevaron a cabo en la Campaña de la Breña estaban marcadas por las características del teatro de operaciones, por lo que requerían tropas especialmente entrenadas y adaptadas al terreno montañoso. El tenaz seguimiento que emprenden los chilenos desde Tarma, tras las huellas del Ejército del Centro, requería jefes de un temperamento parecido al del general peruano y tropas especiales, habituadas a efectuar largas marchas por páramos inclementes, entre precipicios y cumbres, hostiles al hombre. (Dellepiane, 2010, p.96-97). El ardid en el que cayó el coronel Arrigaga, más que error propio se debió al talento del general Cáceres quien hizo gala de un liderazgo y moral a toda prueba, quien conocía perfectamente el teatro de operaciones en el cual actuaba y contaba con soldados adaptados a las inclemencias del tiempo y del terreno montañoso. La diferencia de capacidad y energía en el mando y en la calidad de los soldados tenía que producir el desastroso resultado que sufrió Arriagada. Después de haber aniquilado a sus tropas sin disparar un tiro, este jefe regresó a Junín desalentado, sin haber logrado nada de lo que se había propuesto ni de lo que le habían ordenado ejecutar. (Dellepiane, 2010, p. 97). En cuanto la distribución del poder combativo, se aprecia que el coronel Arriagada cometió un error al dividir sus fuerzas en dos columnas cuando cruzó la cordillera, debido a que las hizo vulnerables a ser batidas aisladamente. La división de sus fuerzas en dos columnas que debían cruzar la cordillera completamente separadas por enorme distancia, acrecentada por macizos montañosos, fue un grave error. Cualquiera de ellas pudo ser batida aisladamente, no debiendo haber dispuesto esta operación sino en caso de estar bien informado de la situación del enemigo. (Dellepiane, 2010, p. 97). Asimismo, la falta de decisión para mantener el contacto con las tropas peruanas, cuando las tropas del coronel Arriagada alcanzaron el Callejón de Huaylas y recibieron información que el general Cáceres se hallaba cerca; así como el inadecuado empleo del arma de caballería, ocasionó que caiga en la estratagema ideada por el general Cáceres. Si bien es cierto que las tropas chilenas no eran capaces de seguir de cerca a los peruanos, Arriagada debió recobrar el contacto tan pronto como tuvo datos

244 en el callejón de Huaylas de que su adversario se hallaba cerca. Hubiera evitado así vacilaciones y, sobre todo, no hubiera sido engañado tan lastimosamente; su caballería, apta para cumplir esta tarea, no fue debidamente empleada. (Dellepiane, 2010, p. 97). Finalmente se aprecia que la decisión del coronel Arriagada de evacuar a sus enfermos y heridos, al igual que su pedido de refuerzo de tropas, fueron adecuados. Luego que da media vuelta para correr al sur sin objeto, dispone con acierto la evacuación de sus enfermos y heridos y pide al comandante en jefe que envíe nuevas fuerzas al interior, las que esperaba que le sirvieran de yunque para golpear sobre Cáceres con su división. (Dellepiane, 2010, p. 97-p.98).

Campaña del Norte El refuerzo que recibió el coronel Gorostiaga durante la marcha que emprendió hacia Huamachuco, consistente en los 280 hombres enviados desde Pacasmayo a órdenes del mayor Parra que recibió a su paso por Angasmarca y posteriormente, los refuerzos que ascendían a 780 hombres y tres piezas de artillería que traía desde Trujillo y Lambayeque el comandante Gonzales, cuando se encontraba en Huamachuco, permitió hacer frente a las tropas del general Cáceres en condiciones favorables. Las fuerzas peruanas llegaban a unos 1,600 soldados, mientras las chilenas contaban con aproximadamente 2,200 hombres, incluidos los refuerzos, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.76-p.77), que le permitieron al coronel Gorostiaga revertir la crítica situación de la batalla de Huamachuco, inicialmente favorable a las fuerzas peruanas, pero que debido a la falta de municiones y bayonetas, no pudieron consolidar la persecución que habían iniciado, por lo cual se desencadenó la contraofensiva general chilena que ocasionó la derrota peruana en la batalla de Huamachuco y por ende de la Campaña del Norte. Asimismo, con la victoria que alcanzaron los chilenos en Huamachuco, impidieron que el general Cáceres se lance contra las fuerzas de Iglesias, quien estaba decidido a firmar la paz a cambio de la mutilación del territorio peruano, lo cual era el objetivo principal de Cáceres al decidir iniciar la marcha hacia el norte.

245

Ocupación de Arequipa El coronel Velásquez, quien se encontraba al mando de las fuerzas de ocupación de Tacna, recibió la orden de marchar hacia Moquegua, donde se reunió con otra división procedente del Callao al mando del coronel Del Canto. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.88). La reunión se produjo la primera semana de octubre de 1883, en Moquegua, donde el coronel Velásquez dispuso que las tropas procedentes de Tacna, reforzadas por el batallón 4 de línea, formaran una división a órdenes del coronel Ruiz, y el resto debía quedar a órdenes del coronel Del Canto. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.88-p.89). Las fuerzas chilenas quedaron organizadas de la siguiente manera, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.88-p.89): Primera División (Coronel Ruiz) Batallón Santiago Batallón Carampangue Batallón Rengo Batallón Los Ángeles Batallón 4 de línea 5 cañones Krupp de montaña

Segunda División (Coronel Del Canto) Batallón Lautaro Batallón Curicó Batallón Aconcagua (refuerzo) Batallón Coquimbo (refuerzo) 6 cañones Krupp de montaña

Caballería (Comandante Vargas) 2 escuadrones de Cazadores a Caballo 2 escuadrones de Carabineros de Yungay

246 1 escuadrón General Cruz 1 escuadrón Las Heras

Con las fuerzas, cuya composición se detalló anteriormente, los chilenos avanzaron desde Moquegua pasando por Omate hacia Puquina y luego de un reconocimiento, lograron rodear la fuerte posición peruana emplazada en las alturas de Huasacachi. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90). Como se mencionó anteriormente, las fuerzas peruanas se replegaron al paso de Chacahuallo cerda de Puquina y sobre el camino que lleva a Arequipa, con la intención de resistir en esta nueva posición, luego siguieron de frente hasta la ciudad de Arequipa, donde las tropas de la Guardia Nacional se dispersaron y posteriormente, el Ejército de Línea, cuya posición defensiva había sido burlada por las fuerzas chilenas, también se dispersó sin dar combate al llegar a Arequipa, ocasionando la entrega de esta ciudad por parte de las autoridades locales a las fuerzas chilenas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90- p.92).

Conclusión Por lo anteriormente expuesto, se concluye que tanto en la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como en la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas chilenas al mando del contralmirante Lynch; que tenía por objetivo encerrar a las fuerzas del general Cáceres mediante un ataque concurrente, que terminó dando un golpe al vacío; y en la posterior penetración de las fuerzas chilenas al mando del coronel Del Canto que llegó a establecer contacto con las tropas peruanas en Pucará, Marcavalle y Concepción, pero terminó con el repliegue de sus tropas ante la contraofensiva de las fuerzas de resistencia; las fuerzas chilenas no efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo. Asimismo, durante la maniobra estratégica operacional efectuada en 1883 por las divisiones Urriola, León García y Del Canto, consistente en una ofensiva que pretendía “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba, que terminaron dando

247 nuevamente un golpe al vacío; al igual que en la persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, que terminó cayendo en la estratagema del general Cáceres, las fuerzas chilenas no efectuaron una adecuado distribución de su poder combativo. Sin embargo, en la maniobra realizada por el coronel Gorostiaga, que permitió recibir los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales, así como cerrar el paso a las fuerzas del general Cáceres, llegando a interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, durante la maniobra iniciada por el coronel Velásquez, quien se reunió con los refuerzos del coronel Del Canto, marchando hacia la altura de Huasacachi, llegando a rodear la defensa peruana exitosamente, que permitió a las tropas chilenas partir de posiciones relativas favorables, que posibilitaron la dislocación de las tropas peruanas en Huamachuco y Arequipa respectivamente, las fuerzas chilenas efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo que les permitió alcanzar sus objetivos.

Mantener una adecuada libertad de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Al respecto, Clausewitz, citado por (Ortiz, 2014, p.41), señala lo siguiente: El comandante operacional requiere un adecuado grado de libertad de acción para poder aplicar su conocimiento del arte militar con discrecionalidad, de manera de poder concebir y ejecutar una maniobra que le permita alcanzar sus objetivos (Clausewitz, 1977: I, 204-207).

Durante la Campaña de la Sierra se produjeron algunas restricciones a la libertad de acción que afectaron las operaciones y que pudieron haberlas comprometido operacionalmente, como las desavenencias producidas entre los coroneles León García y Del Canto y a su vez entre estos y sus jefes de unidades subordinadas, por lo que el contralmirante Lynch decidió nombrar al coronel

248 Arriagada como comandante en jefe de los destacamentos chilenos, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62-63).

Conclusiones preliminares  El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas chilenas consistente en: “Enviar dos expediciones simultáneas sobre las fuerzas de resistencia establecidas tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de destruir las fuerzas de resistencia peruanas”, de manera general fue correctamente seleccionado. La Campaña de la Sierra, se subdivide en la Campaña de la Breña que fue favorable al Perú y en la Campaña del Norte, al término de la cual, Chile logró derrotar al Ejército al mando del general Cáceres; posteriormente las tropas chilenas ocuparon la ciudad de Arequipa, burlando la defensa que ofreció el Ejército que resguardaba esta ciudad, tras lo cual este se dispersó; por lo cual se concluye que el objetivo estratégico operacional fue alcanzado, ya que Chile logró que el Perú firme el acuerdo de paz totalmente favorable a sus intereses, que tanto había buscado y que puso fin a la guerra.  Tanto la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas chilenas al mando del contralmirante Lynch, que tenía por objetivo encerrar a las fuerzas del general Cáceres mediante un ataque concurrente, que terminó dando un golpe al vacío; y la posterior penetración de las fuerzas chilenas al mando del coronel Del Canto que llegó a establecer contacto con las tropas peruanas en Pucará, Marcavalle y Concepción, pero terminó con el repliegue de sus tropas ante la contraofensiva de las fuerzas de resistencia; no permitieron a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación del enemigo. Asimismo, la maniobra estratégica operacional efectuada en 1883 por las divisiones Urriola, León García y Del Canto, consistente en una ofensiva que pretendía “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y

249 copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba, que terminaron dando nuevamente un golpe al vacío; al igual que la persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, que terminó cayendo en la estratagema del general Cáceres, no permitieron a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación del enemigo. Sin embargo, la maniobra realizada por el coronel Gorostiaga, permitió recibir los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales, así como cerrar el paso a las fuerzas del general Cáceres, llegando a interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, la maniobra iniciada por el coronel Velásquez, quien se reunió con los refuerzos del coronel Del Canto, marchando hacia la altura de Huasacachi, llegando a rodear la defensa peruana exitosamente, permitió a las tropas chilenas partir de posiciones relativas favorables, que posibilitaron la dislocación de las tropas peruanas en Huamachuco y Arequipa respectivamente.  Tanto en la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como en la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas chilenas al mando del contralmirante Lynch; que tenía por objetivo encerrar a las fuerzas del general Cáceres mediante un ataque concurrente, que terminó dando un golpe al vacío; y en la posterior penetración de las fuerzas chilenas al mando del coronel Del Canto que llegó a establecer contacto con las tropas peruanas en Pucará, Marcavalle y Concepción, pero terminó con el repliegue de sus tropas ante la contraofensiva de las fuerzas de resistencia; las fuerzas chilenas no efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo. Asimismo, durante la maniobra estratégica operacional efectuada en 1883 por las divisiones Urriola, León García y Del Canto, consistente en una ofensiva que pretendía “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba, que terminaron dando nuevamente un golpe al vacío; al igual que en la

250 persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, que terminó cayendo en la estratagema del general Cáceres, las fuerzas chilenas no efectuaron una adecuado distribución de su poder combativo. Sin embargo, en la maniobra realizada por el coronel Gorostiaga, que permitió recibir los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales, así como cerrar el paso a las fuerzas del general Cáceres, llegando a interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, durante la maniobra iniciada por el coronel Velásquez, quien se reunió con los refuerzos del coronel Del Canto, marchando hacia la altura de Huasacachi, llegando a rodear la defensa peruana exitosamente, que permitió a las tropas chilenas partir de posiciones relativas favorables, que posibilitaron la dislocación de las tropas peruanas en Huamachuco y Arequipa respectivamente, las fuerzas chilenas efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo que les permitió alcanzar sus objetivos.  Se produjeron algunas restricciones a la libertad de acción que afectaron las operaciones y que pudieron haberlas comprometido operacionalmente, como las desavenencias producidas entre los coroneles León García y Del Canto y a su vez entre estos y sus jefes de unidades subordinadas, por lo que el contralmirante Lynch decidió nombrar al coronel Arriagada como comandante en jefe de los destacamentos chilenos.

Planeamiento estratégico y concepción operacional peruana

Luego de la caída de la capital del Perú tras las batallas de San Juan y Miraflores, los remanentes de las tropas peruanas se retiraron al interior del país con la finalidad de iniciar la resistencia ante la ocupación por parte de las fuerzas chilenas. Asimismo, se vivían tiempos de inestabilidad política debido a que Piérola continuó en el poder tras la campaña de Lima, sin embargo un movimiento de

251 opinión llevó al poder a García Calderón cuya autoridad no fue reconocida por Piérola. El 07 de octubre de 1881 la guarnición de Arequipa desconoció la autoridad de Piérola y proclamó como presidente a García Calderón, mientras que el contralmirante Montero fue designado como primer vicepresidente. Sin embargo, el 16 de noviembre, Montero asumió la presidencia del país en vista que García Calderón fue capturado por los chilenos, mientras que Piérola se trasladaba a Europa dejando el mando de las tropas de Ayacucho a cargo del general Cáceres, reconociendo la autoridad de Montero quien estableció su gobierno en la ciudad de Arequipa. En el campo militar se aprecia la existencia de tres ejércitos con capacidad de disturbar la ocupación militar chilena y buscar condiciones más favorables para lograr un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra. El ejército del centro al mando del general Cáceres, el del sur también llamado de Arequipa al mando del general Canevaro y en Bolivia los remanentes de su ejército que se encontraba reunido en Oruro al mando del general Campero. Dirigirse hacia objetivos correctamente seleccionados Objeto de la guerra Luego de producirse la caída de la capital del Perú tras las batallas de San Juan y Miraflores, las tropas chilenas tenían ocupados importantes territorios que le servían como prenda territorial para imponer condiciones en una eventual negociación de un acuerdo de paz que ponga fin a la guerra. Los territorios ocupados comprendían Atacama, provincia litoral de Bolivia y las provincias peruanas de Tarapacá, Arica y Tacna a las que se sumaba la ciudad de Lima y la provincia del Callao. Adicionalmente, a finales de 1881, los chilenos habían ocupado las localidades de Huacho y Trujillo. Al Perú no le quedaba más que dos opciones: Iniciar una campaña de resistencia que tenga por objetivo lograr las condiciones que permitan negociar un acuerdo de paz lo más favorable posible a los intereses del país; o rendirse incondicionalmente aceptando las condiciones a ser impuestas por el gobierno

252 de Chile. El Perú tomó la primera opción, manteniendo su voluntad de lucha pese a los duros reveses sufridos durante la guerra. Por lo expuesto, es posible definir el objeto de la guerra de la siguiente manera: “Mantener la voluntad de lucha del pueblo peruano, con la finalidad de lograr las condiciones que permitan negociar un acuerdo de paz, lo más favorable posible a los intereses del país”.

Objetivo estratégico militar Tiene por finalidad operacionalizar el objeto de la guerra. A la luz del objeto de la guerra mencionado, se determinó claramente la intención del Perú de mantener la voluntad de lucha del pueblo peruano. Luego de la campaña de Lima, parte de las tropas peruanas que fueron batidas en San Juan y Miraflores se habían retirado en orden hacia el interior; en 1881 existían otras fuerzas en el norte quienes inicialmente estuvieron al mando del contralmirante Montero cuando ejercía el cargo de Jefe Político y Militar del Norte quien era secundado por el coronel Miguel Iglesias y posteriormente fue nombrado comandante en jefe de dichas fuerzas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.10). En el sur, era jefe político y militar el ex prefecto de Tacna, Pedro A. del Solar, quien, por intermedio del coronel Torre, comandante en jefe del Ejército de Arequipa en ese tiempo, tenía a sus órdenes esas tropas veteranas incrementadas por numerosos voluntarios. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.10). Adicionalmente, en todo el país habían levantado montoneras que hostigaban a los destacamentos chilenos de ocupación. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.10). Por lo expuesto, es posible definir el objetivo estratégico militar de la campaña de la Sierra de la siguiente manera: “Repeler a las tropas chilenas de ocupación con la finalidad de lograr las condiciones que permitan firmar un acuerdo de paz en las condiciones más favorables posibles a los intereses del Perú”.

253 Objetivo estratégico operacional Tiene por finalidad diseñar la maniobra. Los desastres sufridos por el Perú en los años de 1880 y 1881 no abatieron el espíritu del país. La población se levantó unánime para vindicar el honor nacional y repeler a las tropas chilenas de ocupación. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.42-43). Las fuerzas vivas de la nacionalidad no habían sido afectadas por las victorias de los chilenos en la costa, pues era sabido por todos y lo demostraban las operaciones realizadas en guerras anteriores, que el foco de la energía nacional reside en el interior del territorio, donde la población y los recursos son abundantes, aunque sus núcleos estén dispersos en la amplia y atormentada región andina. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.43). Las características de la sierra permiten y favorecen, por otra parte, la acción de pequeños grupos de tropa que pueden defenderse durante largo tiempo. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.43). Comprendiéndolo así, los jefes del Ejército que se había batido en Tacna, en San Juan y en Miraflores, las grandes batallas campales de orden defensivo, decidieron cerrar al invasor el paso al interior y salir de su propio terreno para, desprendiéndose de la altura, amagar los destacamentos en los que forzosamente tenía que dividirse el ocupante, si quería mantener bajo su autoridad los espaciados centros poblados de la costa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.43). Por las consideraciones antes expuestas, es posible determinar el objetivo estratégico operacional de la campaña de la Sierra de la siguiente manera: “Establecer dos núcleos de resistencia tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de repeler a las fuerzas de ocupación chilenas”.

Principios de aptitud, factibilidad y aceptabilidad Aptitud Un objetivo es apto mientras contribuya a la consecución del objetivo superior.

254 El objetivo estratégico operacional peruano consistió en: “Establecer dos núcleos de resistencia tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de repeler a las fuerzas de ocupación chilenas”. Como se mencionó anteriormente, en la campaña de la Sierra, se aprecia claramente tres núcleos que podían ofrecer resistencia a las tropas de ocupación chilenas. (Mercado, 2010, p.121-123), indica lo siguiente: El primer grupo de resistencia, estaba conformado por las tropas a órdenes del general Cáceres, que llevó a cabo la campaña de la Breña en el centro del país y llegó aproximadamente a 3,000 hombres. El segundo grupo, estaba conformado por las tropas que se encontraban en Arequipa, donde se había establecido el gobierno del contralmirante Montero, quien tenía a sus órdenes al general Cáceres en el norte y en Arequipa al general Canevaro, quien estaba al mando del Segundo Ejército del Sur, llamado posteriormente Ejército de Arequipa. El contralmirante Montero buscaba enlazarse con las tropas bolivianas, con la intención de reunirse en Arequipa con la finalidad de contar con fuerzas superiores para distraer las tropas chilenas que ocupaban la capital. Estas fuerzas también llegaban a un efectivo aproximado de 3,000 efectivos. El tercer grupo de fuerzas que hubiesen podido oponer resistencia a las tropas de ocupación chilenas, era el constituido por las tropas bolivianas reunidas en Oruro, que estaban al mando del general Campero y llegaban a 8,000 efectivos. Sin embargo, luego de la batalla del Alto de la Alianza, Bolivia no tuvo ninguna intención de socorrer a su aliado ni de hostilizar a las fuerzas chilenas que ocupaban su propio territorio, por lo cual no atendieron los pedidos de refuerzo del contralmirante Montero. El objetivo estratégico operacional consistió en el establecimiento de dos grupos de resistencia tanto en el centro del país, a órdenes del general Cáceres, como al sur del Perú, en Arequipa a órdenes del contralmirante Montero; sin embargo, se aprecia que las fuerzas peruanas no intentaron la posibilidad de reunirse con la finalidad de formar un grupo de resistencia más fuerte que se enfrente en mejores condiciones a las tropas de ocupación chilenas.

255 Bolivia, luego de la batalla del Alto del Alianza, había replegado sus fuerzas remanentes al interior del país y no había dado señal alguna de emprender acciones de resistencia contra las fuerzas chilenas que ocupaban su propio territorio, ni tampoco mostró intención de reforzar las tropas del país aliado que se encontraba ocupado por las tropas chilenas. En 1883, existían tres grupos de fuerzas: Cáceres en el centro, tres mil hombres; Montero en Arequipa, tres mil hombres; y Campero en Bolivia, nueve mil hombres. La estrategia dictaba la necesidad de reunir todas estas fuerzas en Arequipa, para hacer menos oprobiosa la imposición del tratado de paz; pero la política las mantuvo divididas. Bolivia nada hizo por socorrer a su aliado, el ejército de Montero en Arequipa se disolvió sin haber disparado un solo tiro, y Cáceres solo no podía llevar adelante la resistencia. Así se impuso el tratado de Ancón el 20 de octubre de 1883. (Mercado, 2010 p.121). Si consideramos que el objetivo estratégico militar consistía en “Repeler a las tropas chilenas de ocupación con la finalidad de lograr las condiciones que permitan firmar un acuerdo de paz en las condiciones más favorables posibles a los intereses del Perú”; el objetivo estratégico operacional consistente en “Establecer dos núcleos de resistencia tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de repeler a las fuerzas de ocupación chilenas”, constituye un objetivo que no contribuye a la consecución del objetivo superior, debido a que no se evidenciaron intenciones de las fuerzas de resistencia peruanas de reunir al ejército que operaba al mando del general Cáceres con el de Arequipa; sin embargo, se aprecia los esfuerzos del contralmirante Montero en convencer a las fuerzas bolivianas en acudir en socorro de su aliado, para lo cual debían reunirse con las tropas peruanas en Arequipa, sin embargo, estos pedidos de refuerzo fueron totalmente desatendidos por parte de Bolivia; por lo que se concluye que el objetivo estratégico operacional, no era apto para la consecución del objetivo estratégico militar planteado.

Factibilidad El criterio de factibilidad implica que se puedan cumplir los objetivos esperados con los medios disponibles.

256 El Perú contaba con los medios que a continuación se indican para cumplir su objetivo estratégico operacional:

Campaña de la Breña

Las tropas de Cáceres estaban constituidas sobre la base de contingentes voluntarios, encuadrados por los numerosos oficiales que habían quedado sin mando y por algunos patriotas distinguidos, con grado de oficiales, que trataban de enmendar los errores cometidos en las campañas anteriores, dando prueba de su abnegación y del ardiente deseo de ver libre de enemigos el territorio nacional. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.17). Grupo Cáceres. Este caudillo contó con un ejército de efectivo variable y llevó adelante la campaña de La Breña, librando los combates de Pucará, Marcavalle, Concepción, San Pablo, etc. Cuando se inicia la ofensiva del centro, disponía de 3,300 hombres. (Mercado, 2010, p.121).

Constitución del ejército: Comandante en jefe: General Cáceres Jefe de Estado Mayor: Coronel Tafur Jefe de las guerrillas: Coronel Ramírez

Primera división Batallón Tarapacá Batallón Zepita Segunda división Batallón Junín Batallón Tarma Tercera división Batallón Ica Batallón Huancayo Batallón América

Caballería Escuadrón Cazadores del Perú Artillería 4 cañones Krupp de montaña

257

Servicios Maestranza Sanidad Pagaduría Estas unidades y servicios formaban el núcleo principal del ejército, a órdenes directas de Cáceres. Además existían:

Cuarta división: Coronel Vento Batallón Canta 1 Batallón Canta 2 Esta división tenía la misión de cubrir los caminos que conducen por la quebrada Canta, desde Lima, hasta el alto valle del Rímac

División Vanguardia: Coronel Bedoya Batallón Alianza Batallón Huacho Escuadrón Dos de Mayo (Estacionaba en Chancay)

División Panizo: Coronel Bedoya Acantonada en Ayacucho.

Campaña del Norte La situación del Ejército del Centro, a órdenes del coronel Secada, y del Ejército del Norte, bajo las órdenes de Recavarren, que se reunían bajo la autoridad de Cáceres, no podía ser más difícil. Sus fuerzas, que sumaban alrededor de 1600 hombres, eran las siguientes: (Dellepiane, 2010, Parte V, p.65-p.66).

Comandante en jefe: General Andrés A. Cáceres Jefe de Estado Mayor: Coronel Manuel Tafur

Ejército del Norte Comandante en jefe: Coronel Recavarren Primera división: Coronel Aragonés

258 Batallón Pucará Batallón Pisagua Segunda división: Coronel Manuel Prado Batallón Tarma Batallón Huallaga Escuadrones: Húsares Escolta

Ejército del Centro Comandante en jefe: Coronel Secada Primera división: Coronel Manuel Cáceres Batallón Tarapacá Batallón Zepita Segunda división: Coronel Gastó Batallón Marcavalle Batallón Concepción Tercera división: Coronel Máximo Tafur Batallón Junín Batallón Jauja Cuarta División: Capitán de navío Germán Batallón Apata Batallón San Jerónimo

Caballería Escuadrón Cazadores del Perú Escuadrón Tarma

Artillería 13 piezas de varios modelos, la mayor parte de ánima lisa

Ocupación de Arequipa Las fuerzas de Canevaro, reforzadas por varios batallones de la Guardian Nacional, alcanzaban un efectivo de cerca de tres mil hombres, dotados de

259 algunas piezas de artillería Krupp y de fusiles nuevos, bien provistos de municiones, que habían sido introducidos al Perú por la vía de Bolivia. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.87).

Segundo Ejército del Sur (Ejército de Arequipa): Comandante en Jefe: General Canevaro Batallones de línea: Batallón Constitución Batallón Ayacucho Batallón Bolognesi Batallón Grau Batallón general Pérez Batallón Unión Batallón Libres de Junín Batallón Canevaro Escuadrón de S.E. Escuadrón Húsares de Junín

Batallones de la Guardia Nacional: Batallones 2,3,4,6,7,9 y 11 Batallón Inmortales de Salaverry

Escuadrón Paucarpata Escuadrón Socabaya Artillería 6 piezas pesadas 12 piezas de batalla (De las cuales 6 eran Krupp de montaña)

Como se puede apreciar, el Perú no contaba con las tropas suficientes para emprender la campaña de la Sierra, tanto el núcleo de resistencia del centro al mando del general Cáceres, como el núcleo de resistencia del sur, al mando del general Canevaro, las mismas que no estaban debidamente equipadas, armadas ni adiestradas. Aceptabilidad

260 Este criterio implica tener la predisposición de aceptar los costos humanos y materiales que implican alcanzar los objetivos trazados. Los costos de la campaña de la Sierra fueron aceptables, a pesar que el Perú no logró su objetivo de repeler a las tropas de ocupación chilenas con la finalidad de lograr las condiciones que permitan firmar el acuerdo de paz en condiciones más favorables a los intereses nacionales; considerando la prolongada resistencia que lideró el general Cáceres en las Campañas de La Breña y del Norte, que posibilitó obtener las victorias de Pucará, Marcavalle, Concepción y San Pablo que coadyuvaron a mantener la voluntad de lucha del pueblo peruano.

¿Fue adecuada la selección del objetivo estratégico operacional? El objetivo estratégico operacional consistió en: “Establecer dos núcleos de resistencia tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de repeler a las fuerzas de ocupación chilenas”. Como se mencionó anteriormente, se identificaron tres agrupamientos que podían ofrecer resistencia contra las fuerzas de ocupación chilenas. El primero era el Ejército del Centro, al mando del general Cáceres; el segundo, el Ejército de Arequipa al mando del general Canevaro; y el último, el Ejército Boliviano, reunido en Oruro al mando del general Campero. Tanto el Ejército del Centro como el de Arequipa, estaban subordinados al contralmirante Montero, quien estaba a cargo del gobierno del Perú que se había establecido en esta ciudad. El objetivo estratégico operacional peruano no contemplaba la posibilidad que los núcleos de resistencia del centro y del sur se reúnan, lo cual hubiese permitido contar con fuerzas de una magnitud mayor que hagan frente a las tropas de ocupación chilenas en mejores condiciones. Cabe resaltar que durante la Campaña de la Sierra, hubieron varios intentos de parte del contralmirante Montero de convencer a las tropas bolivianas reunidas en Oruro, de acudir en auxilio de su aliado, para lo cual pedía que se

261 reúnan estas tropas con las del Ejército de Arequipa, lo cual lamentablemente para los intereses peruanos, nunca sucedió. La estrategia aconsejaba la necesidad que los agrupamientos del centro, del sur y de Bolivia se reúnan en Arequipa, con lo cual se hubiesen podido constituir en un Ejército más fuerte, capaz de disturbar a las tropas de ocupación chilenas buscando lograr negociar un acuerdo de paz más favorable a los intereses del Perú. (Mercado, 2010, p.121). Por lo expuesto, se consideraba que de manera general, el objetivo estratégico operacional no fue adecuadamente seleccionado.

¿Se debió variar? El objetivo estratégico operacional peruano no consideraba la posibilidad que los núcleos de resistencia del centro y del sur se reúnan, lo cual hubiese sido lo más conveniente a los intereses del Perú, más aún si se tiene en consideración que Chile no llegó a enviar expediciones simultáneas contra ambos grupos de resistencia; por el contrario, una vez que logró derrotar a las tropas peruanas del centro y del norte del país en la batalla de Huamachuco, recién se decidió a enviar tropas con la finalidad de ocupar Arequipa que cayó sin ofrecer resistencia. Por lo expuesto, se considera que el objetivo estratégico operacional seleccionado, debió variarse pudiendo haber quedado expresado de la siguiente manera: “Reunir los núcleos de resistencia tanto del centro como del sur del país, con las tropas de Bolivia en la zona de Arequipa, con la finalidad de repeler a las fuerzas de ocupación chilenas”.

¿Se alcanzó? La Campaña de la Sierra, como se explicó anteriormente, se subdivide en la Campaña de la Breña que fue favorable al Perú y la Campaña del Norte, al término de la cual, Chile logró derrotar al Ejército al mando del general Cáceres en la batalla de Huamachuco; posteriormente las tropas chilenas ocuparon la ciudad de Arequipa, burlando la defensa que ofreció el Segundo Ejército del Sur

262 que resguardaba esta ciudad, tras lo cual este se dispersó; por lo cual se concluye que el objetivo estratégico operacional no fue alcanzado, ya que Chile logró que el Perú firme incondicionalmente el acuerdo de paz totalmente favorable a sus intereses, que tanto había buscado y que puso fin a la guerra.

Partir de posiciones relativas favorables Es el resultado de la maniobra estratégica o de la maniobra operacional. Se logra mediante un adecuado conocimiento del teatro, el manejo de las dimensiones de masa, espacio y tiempo; y eficiente planeamiento y soporte logístico. Al respecto, Hart (1973), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: El ubicar a las fuerzas en posiciones relativas favorables resulta de la maniobra estratégica que surge del arte operacional del comandante, y tiene como propósito la dislocación de las fuerzas opositoras. A nivel operacional, esto demanda un adecuado conocimiento del teatro de operaciones; un manejo profesional de las dimensiones masa, espacio y tiempo; un apropiado planeamiento y soporte logístico; y un eficiente control e inteligencia. En el nivel táctico se añade la necesidad de que el comandante tenga un adecuado manejo de las capacidades de sus fuerzas y de las reglas de enfrentamiento, siendo además consciente que su accionar tendrá connotaciones jurídicas y políticas. (Hart, 1973: 346-348). La Campaña de la Sierra se desarrolló entre 1881 y 1883. Para efectos del presente análisis será subdividida en cuatro fases: La Expedición Letellier llevada a cabo de abril a julio de 1881, la Campaña de la Breña realizada en 1882, la Campaña del Norte que se desarrolló en 1883 y la ocupación de Arequipa que se llevó a cabo el mismo año.

Expedición Letellier Durante la expedición Letellier, las tropas peruanas de resistencia al mando del coronel Aduvire que resguardaban la región, se retiraron hacia Húanuco, cuando supieron que el comandante Letellier se acercaba a Cerro de Pasco. Asimismo, el general Cáceres se retiró hasta Huancayo y luego hacia Huánuco, una vez que abandonó Jauja, cuando los chilenos enviaron algunos

263 elementos hacia esta localidad cuando el grueso de las tropas estacionaba en Cerro de Pasco. El comandante Letellier terminó dando un golpe al vacío, por lo que únicamente se dedicó a cobrar cupos a las poblaciones indefensas, sin embargo, durante su retorno hacia Lima, una compañía del batallón Buin, fue batida durante en Sángrar con cien hombres del batallón Canta y cuarenta paisanos armados, lo cual fue una muestra del tipo de resistencia que iban a ofrecer las fuerzas peruanas en la sierra del país. Cabe resaltar, que tanto la retirada del coronel Aduvire como del general Cáceres, se llevaron a cabo por que se encontraban en inferioridad de condiciones, en comparación al Destacamento Letellier.

Campaña de la Breña En la difícil situación que atravesaba Cáceres al tener noticia de la ofensiva chilena, no le quedaba más recurso que replegarse al interior, ya que pretender oponerse a la acción conjunta de destacamentos de efectivo superior era afrontar el peligro de la destrucción completa de sus fuerzas, que no convenía que desaparecieran al primer golpe, pues constituían el núcleo de futuras organizaciones. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46). El repliegue de Cáceres, por ser espontáneo y oportuno, se realizó con el mayor orden, dejando a sus adversarios en el vacío, después de realizar un serio y agotador esfuerzo. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46). El general peruano dio, en cambio, excesiva profundidad a su movimiento retrógrado, marchando sin cesar hasta transponer el Mantaro. La dispersión de una parte de sus improvisadas fuerzas, la sublevación de otras y la actitud del coronel Panizo fueron las causas que motivaron esta amplia retirada, que, en otras circunstancias, hubiera debido terminar en Morococha, Pachachaca o La Oroya, a fin de obstaculizar por lo menos la progresión del invasor, haciéndole sufrir duras pérdidas antes de que pusiera un pie en los valles andinos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46). Las posibilidades del Ejército del Centro eran limitadas en estas circunstancias, no tenía más opciones que hacer frente al enemigo

264 eventualmente para luego retirarse al interior del país para poner a buen recaudo las escasas fuerzas con que contaba. Ulteriormente, ya en el interior, el papel que correspondía al Ejército del Centro era oponerse a toda empresa que intentaran los chilenos, retirándose continuamente ante ellos, hasta hallar ocasión favorable para atacarlos. Mientras estas operaciones tuvieran lugar, se recompletarían las propias fuerzas y se conseguiría que el enemigo desgastara las suyas por las enfermedades o la deserción, que alcanzó elevadas cifras, o por la hostilidad de los habitantes y del medio físico. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46-47). Es factible atribuir un error al Ejército del Centro en esta fase de las operaciones relacionadas a la pérdida del contacto con el enemigo, el cual era valioso para conocer las intenciones de este, así como para estar permanentemente informado de los posibles errores que cometiera. En esta segunda fase de las operaciones, se comprueba también una falla en las disposiciones de Cáceres, pues este pierde voluntariamente el contacto con el invasor. La conservación de este contacto le era indispensable, no tanto para tener información que le proporcionaban voluntariamente todos los habitantes de la región, sino para estar lo suficientemente cerca de su adversario, a fin de explotar los errores en que incurriera. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.47). Posiblemente, la desventaja numérica de efectivos de las fuerzas de Cáceres frente a las tropas chilenas, además de la intención de reunirse con los soldados de Ayacucho, hayan influido en el general Cáceres para perder deliberadamente el contacto con el enemigo. La diferencia de efectivos y el deseo de engrosar sus fuerzas buscando la reunión con las tropas de Ayacucho puede explicar esta conducta del general peruano, quien hubiera obtenido, tal vez, brillantes éxitos atacando separadamente a las dos columnas en que Del Canto dividió a sus fuerzas para marchar por ambas márgenes del Mantaro. Esta operación habría sido favorecida, además, si la rotura del puente hubiera sido preparada por el defensor, y no casual, para aislar aunque fuera momentáneamente a los dos agrupamientos adversos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.47-48). Luego del combate de Pucará, el general Cáceres emprendió una ofensiva cuyo plan estaba basado, principalmente, en la ayuda que proporcionaba al ejército la sublevación de las indiadas de la región que,

265 independientemente u organizadas, actuaban con el nombre de compañías de guerrilla. Gracias a esta circunstancia especial, Cáceres no carecía de los efectivos necesarios y esto le permitió dividir sus tropas en tres agrupamientos, que iban a ser verdaderos núcleos de las guerrillas, a los que orientarían dentro del plan general de la ofensiva. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29). Este plan consistía en atacar de frente a los chilenos establecidos a lo largo del valle para, remontando de sur a norte las márgenes del Mantaro, destruir sucesivamente sus distintos escalones. Al mismo tiempo, otras fuerzas, por medio de amplios desplazamientos de circunvalación, caerían sobre la línea de comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29). Poniendo en práctica su resolución, el general Cáceres adelantó dos destacamentos: uno a órdenes del coronel Gastó, que debía rodear Huancayo por el este para caer por las alturas sobre las tropas chilenas de Concepción, y otro, a órdenes del coronel Máximo Tafur, que circunvalaría Huancayo por el oeste, para trasladarse a La Oroya, cuyo puente debía cortar. Mientras tanto, el grueso de las fuerzas avanzó a Paso, cerca de Marcavalle, a fin de distraer al adversario con repetidos reconocimientos que dieran tiempo a que las fuerzas adelantadas tomaran espacio y aprovecharan de los necesarios beneficios de la sorpresa, en que se fundaba la operación. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29-30). Luego de los combates de Pucará y Marcavalle, Del Canto decidió abandonar el departamento de Junín para regresar a Lima por La Oroya. El general Cáceres, por su parte, permanecía en Tarma por varios meses, a fin de reunir los elementos necesarios para iniciar nuevas operaciones. Por el momento, había logrado ampliamente los fines que se había propuesto, consiguiendo desalojar a los chilenos del centro del país. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.35).

266 Ofensiva chilena contra Cáceres Durante la ofensiva emprendida por las fuerzas chilenas en 1883, el Ejército del Centro contaba con tres mil hombres, distribuidos de la siguiente manera, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60): En Tarma, una división, al mando del coronel Tafur. En la región de Matucana, dos divisiones al mando del coronel Secada. En marcha para reforzar a estas dos últimas unidades, una división al mando del general Cáceres. En la región de Canta, una vanguardia al mando del coronel Santa María, la cual tenía la misión de sostenerse en la quebrada que ocupaba para impedir que el grueso peruano fuera flanqueado o cortado de su línea de retirada. Como se mencionó anteriormente, el plan chileno consistía en “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60). León García partió de Lima el 6 de abril, porque su división era la que tenía que hacer un recorrido más largo y pesado. Pronto, a partir del 10, ocurrieron las primeras guerrillas de Santa María, que presentaron combate y obstaculizaron su marcha. Santa María, por su parte, al conocer la aproximación de la división chilena, avisó a Cáceres y pidió refuerzos, recibiendo en respuesta la orden de conservar el paso de Lachaqui a todo precio, mientras Cáceres acudía por Asunción de Huanza, para tomar de flanco al enemigo. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60-61). Hasta este momento, no se tenía noticia de las demás fuerzas chilenas que avanzaban por otros caminos, y Cáceres se creyó en potencia para abandonar la defensiva. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). Pero, llegado a Huanza, supo que Santa María había evacuado su posición, replegándose a Tarma, por el camino de Marcapomacocha, y al mismo tiempo tuvo noticia de la actividad que demostraba Urriola en la quebrada del Rímac, así como de los movimientos de tropa que se producían en el valle del alto Lurín. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). Ante esta situación que ponía en inminente peligro a sus fuerzas, sin esperanza de obtener ventaja alguna, el comandante en jefe del Ejército del

267 Centro ordenó el repliegue general hacia Tarma. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). Una vez más, los chilenos daban un golpe al vacío que los obligaba a emprender largas operaciones en la sierra, tal como lo deseaba Cáceres, que contaba con el terreno para oponer sus escasas y mal dotadas fuerzas a efectivos superiores que disponían de toda clase de elementos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). Cáceres llegó a Tarma en los primeros días de mayo, dejando a su paso por La Oroya una guarnición a cargo del general Silva, cuyo ferviente patriotismo lo había impulsado a servir bajo las órdenes de su antiguo subordinado de San Juan y Miraflores. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). La guarnición de La Oroya debía cuidar los pasajes del río Mantaro, habiendo cortado previamente el puente que lo cruza. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62). La noticia de la aproximación de los chilenos no sorprendió al Ejército del Centro, que estaba informado convenientemente de todos los movimientos de las divisiones chilenas. Ya desde el 20 de abril Cáceres había reunido una junta de guerra, en la que se acordó burlar la persecución, reunirse a Recavarren y batir a Iglesias, como se había hecho en Canta con el coronel Vento. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62). De conformidad con el acuerdo de dicha junta, el 21 salieron de Tarma las tropas del Ejército del Centro y se encaminaron a Cerro de Pasco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62). Es notable el sistema empleado por Cáceres para cubrirse en las direcciones peligrosas, asegurándose un frente general que le permitiera lanzarse a la ofensiva si se presentaba el caso, o garantizar su retirada mediante la cobertura de sus flancos y las informaciones. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94). En tal situación, su base de operaciones, formada por las provincias del interior, quedaba completamente a cubierto de una ofensiva brusca. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94). Su grueso permanecía en posición central, cubierto con destacamentos que no solo cerraban los accesos para impedir el ingreso del enemigo al centro

268 del dispositivo, sino que, manteniendo el contacto, daban tiempo para orientar el total de las fuerzas sobre el punto amagado. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94). En esta segunda campaña de la quebrada del Rímac se presentan tres oportunidades en las que Cáceres pasa a la ofensiva, con el más completo éxito: Contra Vento, contra las fuerzas chilenas que ocupaban Chancay y contra la división León García. Si esta última operación fracasó, no fue por defecto de su planeamiento general, sino por el precipitado repliegue del coronel Santa María. Por poco que este jefe hubiera resistido, aquella división pudo haber caído, desprevenida, empeñada por el frente en terreno difícil que le impedía desplegarse para emplear todos sus medios, bajo la acción de un ataque vigoroso lanzado sobre su flanco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94-95). El plan de Lynch, fundado más que todo en el dispositivo de su adversario, no dio tiempo a Cáceres para proseguir sus operaciones, actuando contra los destacamentos adversos uno tras otro. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.95). Cáceres debió tener una segunda línea de comunicaciones, prevista, por Canta y Marcapomacocha; caso en el que podía cambiarla súbitamente para echar todo el de sus fuerzas sobre uno de los destacamentos adversos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.95). Por otro lado, careció de información lejana que le noticiara día a día de los movimientos y efectivos de sus adversarios. Un servicio activo de espías y propios pudo permitirle dar al enemigo serios golpes parciales, quedando siempre a salvo gracias al cálculo de las distancias y al conocimiento de los efectivos. Del Canto, en su marcha por Sisicaya, pudo ser víctima de una de estas atrevidas empresas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.95). La guerra especial que hacía el caudillo de la Breña le señalaba la conveniencia de esparcir sus elementos para ocupar el mayor terreno posible, amparando y provocando la sublevación de los pobladores contra las tropas chilenas de ocupación. Por otra parte, no le era ventajoso conservar fuerzas reunidas, porque, a mayores efectivos, los recursos de vida aminoraban, y sus unidades necesitaban ligereza y flexibilidad para desempeñarse bien en el género de guerra que había emprendido. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.96).

269 Estas razones le aconsejaron separar sus fuerzas en dos núcleos, de Secada y Recavarren. Sin embargo, la ocupación de Ancash por este último ejerció atracción sobre él, pues pensó en trasladarse a su encuentro tan luego como las marchas rebajaban sus efectivos. Es verdad que al proceder así Cáceres tenía al mismo tiempo un objetivo de política interna, cual era batir a Iglesias. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.96). Con todo, sus operaciones se hubieran desarrollado más lógicamente, si hubieran tendido a desenvolverse hacia el sur, donde se encontraba la cabeza del gobierno y los elementos de guerra con que contaba Montero en Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.96). Las operaciones de Recavarren en Áncash, cuando se presenta cerca del coronel Gorostiaga, amenazándolo desde el norte, son ejecutadas con claro concepto militar. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.98). Informarse con oportunidad de la presencia del adversario, poner obstáculos en su marcha cuando el efectivo o la misión no permiten batirlo, son operaciones que economizan las propias fuerzas y quebrantan la voluntad del adversario, hasta que llegue el momento de disponer de la iniciativa y de los medios requeridos para actuar con algunas posibilidades a favor. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.98). La reunión de Recavarren con Cáceres se realizó en forma matemática, en el punto y día señalados. Gracias al buen juicio del jefe del Ejército del Norte, Cáceres pudo disponer del mayor número posible de fuerzas, que había de emplear en conjunto, es decir, con las mayores probabilidades de vencer en el momento conveniente. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.98). La destrucción de las tropas de Recavarren por Gorostiaga hubiera tal vez dado fin a la campaña, pues Cáceres se habría visto obligado a dispersar sus fuerzas, encerradas en Ancash por el sur y por el norte. Gorostiaga, en este caso, se hubiera vuelto agresivo y su concurrencia con Arriagada habría quedado asegurada, tal vez en el mismo campo de batalla. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.98).

270 Marcha al Norte del Ejército del Centro La marcha por el antiguo camino de Llanganuco exigía un carácter superior en el jefe que la ordenaba y un deseo improrrogable de cumplir las intenciones que lo habían llevado al norte del país. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99). A pesar de todos los obstáculos y de sus perseguidores, Cáceres deseaba tomar el contacto con Iglesias, venciendo todo inconveniente para ser consecuente con sus propios planes. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99). Cuando decide pasar la cordillera Blanca para proseguir al norte, burlando por el flanco a las fuerzas de Gorostiaga si este quedaba estacionado en Yuramarca, comprende la necesidad de impedir que Arriagada continúe sobre sus huellas para librarse de su presión y actuar más libremente en el teatro de operaciones que había escogido. Decide entonces engañarlo y, de este modo, sin combate, se deshace de su adversario más poderoso con análogos resultados a los que, tal vez, hubiese podido obtener si se empeñaba en correr los azares de una batalla. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99). Para lograr sus fines nada era más simple que hacer creer a Arriagada que volvía al centro de la República, su anterior y ya conocida base de operaciones, donde parecía lógico que debía encaminarse, pues, para los que habían sufrido las fatigas de la marcha de Tarma a Huaraz, era una locura creer que Cáceres se dirigiera por Huamachuco u otro punto cualquiera hacia Cajamarca. Además, parecía que el Ejército del Centro había salido de sus bases presionado por las circunstancias, y que su único fin hubiera sido reunirse con Recavarren para engrosar sus efectivos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99- 100). Por otra parte, el envío de agentes por Chacas a Chavín, donde había rezagados y otros que comunicarían a los chilenos las operaciones que se simulaba emprender, contribuye al engaño que experimentó Arriagada y que le impulsó a precipitarse hacia el sur. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.100).

271 Campaña del Norte Las fuerzas de Cáceres, de conformidad con el plan trazado por su comandante en jefe, salieron de Yungay el 21 de junio y se encaminaron al paso, por donde aquel había decidido tramontar la cordillera Blanca. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.71). El paso de Llanganuco conduce por Seccha y Tingo a Pomabamba, que hace bis a Yungay en la vertiente opuesta a la cordillera Oriental; de ese lugar Cáceres continuó por Andaymayo, Urcón y Tambo del Inca, a Conchucos, adonde llegaron las fuerzas el 2 de julio. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.72). De allí los peruanos siguieron hacia Huamachuco. Cáceres desempeñó, gallardamente, su atrevido plan de agresor. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.72). Al llegar a Tulpo el día 5, Cáceres supo por una comunicación interceptada que el comandante chileno Gonzales, que conducía a Huamachuco los importantes refuerzos de que se ha hecho mención, pasaría por el lugar denominado Tres Ríos el 6, al mediar la tarde. Entonces, con la intención de aprovechar esta oportunidad para batir en detalle a los agrupamientos adversos, Cáceres ordenó apresurar la marcha al norte para cortar el camino a Gonzales. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.72). En su avance ofensivo, los peruanos alcanzaron Angasmarca en la tarde del 5, y el 6 llegaron cerca del lugar llamado Tres Cruces, desde donde Cáceres, que se había adelantado a sus tropas, distinguió desde una altura a las fuerzas de Gonzales que escapaban por el llano precipitadamente, sin poder alcanzarlas por un retraso que la columna peruana había sufrido a la partida. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.73). Perdida esta ocasión, el general dispuso que la marcha continuara durante la noche sobre las huellas de Gonzales, a quien pretendía dar alcance si este concedía el más pequeño descanso a sus tropas. Esta operación pudo dar magníficos resultados, pero falló también porque Gonzales, ante la amenaza que representaba la proximidad de los peruanos, no se detuvo ni un instante, conservando la ventaja que había tomado hasta ingresar a Huamachuco en la mañana del 7. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.73).

272 El acierto de Cáceres en apresurar sus operaciones aun a costa de las mayores fatigas de la tropa, para dar alcance al destacamento chileno de Gonzales, merece el más franco elogio. Un jefe que sabe lo que quiere no debe vacilar en poner en ejecución sus planes con la más dura energía, pensando únicamente en que la finalidad primordial, a la que todo debe subordinarse, es batir al adversario. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.100). El coronel Secada dice, en un Manifiesto a la Nación, que el rodeo realizado por Conchucos, para de allí seguir a Mollepata, hizo perder tiempo al Ejército peruano, impidiendo caer oportunamente sobre Gonzales. Por su parte, el general Cáceres hace constar en documentos emanados de su secretaría que el retraso se debió a la reunión realizada en Angasmarca, para pasar lista en la madrugada y al tiempo perdido en imponer a un soldado sanción pública disciplinaria. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.100). Cáceres no pudo prever, al dirigirse a Conchucos, que Gonzales pasaría por Tres Ríos, pues esta noticia solo la tuvo cuando se hallaba en Tulpo. De todos modos, la oportunidad solo se perdió por pocas horas de diferencia en la marcha. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.101). Luego que Cáceres ve desde Tres Cruces que su maniobra ha fallado, insiste en perseguir al enemigo, procurando darle alcance a todo precio. La tenacidad para vencer todos los obstáculos hasta lograr el objetivo que se busca es una cualidad que exige en el jefe condiciones especiales de carácter, difícilmente reunidas en un hombre. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.101). Cáceres debió prevenir a Puga de la empresa que lo llevaba hacia Huamachuco, para obtener su cooperación, que habría sido muy importante. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.101). Desde que las fuerzas seguidoras de Cáceres estuvieron en Pomabamba, este debió acordar sus operaciones con el jefe de las fuerzas levantadas en Chota. En el peor de los casos, en los días que precedieron a la batalla, hubiera convenido instar a Puga a realizar esta reunión. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.101). Una vez que ambos adversarios quedaron en posesión de las alturas que dominan Huamachuco, la batalla, con fuerzas equilibradas, se podía haber

273 decidido a favor de quien sorprendiera a los defensores del lado contrario. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.101).

Ocupación de Arequipa El contralmirante Montero había establecido su gobierno en la ciudad de Arequipa y contaba con el general Cáceres que operaba en el norte del país y con el general Canevaro que estaba al mando del Segundo Ejército del Sur, llamado también de Arequipa. Cuando las fuerzas peruanas supieron las intenciones de los chilenos de ocupar esta ciudad, establecieron la defensa en las alturas de Huasacachi y Jamata, cuyas cumbres dominantes cerraban el paso al enemigo que viniera del sur. Sin embargo, los chilenos lograron rodear la defensa establecida por los peruanos, cuyos jefes al darse cuenta de la peligrosa situación en la que se encontraban, decidieron evacuar la posición y retirarse hacia la ciudad de Arequipa. Los chilenos avanzaron de Moquegua por Omate hacia Puquina y, con un previo reconocimiento, escalaron en la noche la altura de Huasacachi, rodeando la fuerte posición peruana, cuyos jefes, al darse cuenta de la peligrosa situación en la que quedaban por el rodeo que no supieron prever, se vieron obligados a evacuarla en la madrugada del 23 de octubre, dirigiéndose al paso de Chacahuallo cerca de Puquina y sobre el camino que lleva a Arequipa, con la intención de resistir en esta nueva posición. De este punto, sin detenerse, las fuerzas peruanas siguieron de frente hacia Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90). Luego que soldados de la Guardia Nacional decidieron abandonar sus unidades, lo cual contagió al Ejército de Línea; las autoridades locales, después de haber pedido al contralmirante Montero que evitara un derramamiento de sangre, decidieron entregar la ciudad a las tropas chilenas sin ofrecer resistencia.

Conclusión Por lo anteriormente expuesto, se concluye que tanto el repliegue de las tropas peruanas de resistencia al mando del coronel Aduvire como las del

274 general Cáceres hacia Húanuco durante la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas peruanas al mando del general Cáceres, que tenía por objetivo atacar de frente a los chilenos establecidos en el valle, remontando de sur a norte las márgenes del río Mantaro, destruyendo sucesivamente sus distintos escalones, mientras que simultáneamente otras fuerzas por medio de movimientos de circunvalación, caerían sobre la línea de comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima; permitieron a las fuerzas peruanas partir de posiciones relativas favorables que posibilitaron la dislocación del enemigo. Asimismo, el repliegue general del Ejército del Centro efectuado en 1883 por las fuerzas al mando del general Cáceres, para evitar la maniobra estratégica operacional del Ejército chileno consistente en una ofensiva que pretendía “atenazar a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba”, permitió que las tropas chilenas den nuevamente un golpe al vacío; asimismo, la estratagema del general Cáceres que logró burlar la persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, permitieron a las fuerzas de resistencia peruanas partir de posiciones relativas favorables que posibilitaron la dislocación del enemigo. Sin embargo, la maniobra ofensiva realizada por el general Cáceres en la Campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos realizados, no impidió que el coronel Gorostiaga reciba los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales, logrando cerrarle el paso a las fuerzas de Cáceres e interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, la maniobra defensiva dispuesta por el Segundo Ejército del Sur en las alturas de Huasacachi y Jamata, con la finalidad de impedir la ocupación chilena de Arequipa, fracasó rotundamente ya que las tropas enemigas lograron rodear la defensa peruana exitosamente; por lo cual se concluye que tanto la maniobra ofensiva del general Cáceres en la Campaña del Norte, como la maniobra defensiva para evitar la ocupación de Arequipa, no

275 permitieron a las tropas peruanas partir de posiciones relativas favorables, que posibiliten la dislocación de las tropas chilenas en Huamachuco y Arequipa respectivamente.

Hacer una apropiada distribución del poder combativo Se construye en base a la adecuada distribución de la masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales. Si es adecuado, la maniobra estará equilibrada. Debe estar en condiciones de ser sostenida y soportar las perturbaciones del tiempo y del enfrentamiento. Al, respecto, (Torres, 2009), citado por (Ortiz, 2014, p.38), indica: La correcta distribución del poder combativo implica el empleo de la masa y la logística en función al tiempo y al espacio, dando lugar a esfuerzos estratégicos –usualmente principal y secundario–, desarrollados a través de una maniobra estratégica equilibrada entre dichos esfuerzos. Todo esto es requisito para sostener la maniobra estratégica en el tiempo y soportar las perturbaciones propias de la fricción y del enfrentamiento (Torres, 2009).

Expedición Letellier El comandante Letellier, salió de Lima el 15 de abril de 1881 empleando la vía férrea que llegaba hasta Chicla, con 1,210 infantes, 160 jinetes y 22 artilleros; luego se dirigió a la Oroya y posteriormente a Cerro de Pasco, por lo cual el coronel Aduvire quien contaba con escasas fuerzas, se retiró hacia Huánuco. El día 26 de junio, una compañía del batallón Buin que fue destacada a la localidad de Sángrar, fue batida por el coronel Vento con 100 hombres del batallón Canta. Finalmente, las tropas al mando de Letellier llegaron a Lima el 4 de julio, en cumplimiento a las órdenes de repliegue impartidas por el contralmirante Lynch, habiendo sido hostilizadas y perseguidas durante su retorno a la capital por los habitantes de la sierra, en represalia por los abusos y excesos cometidos por los chilenos.

276 Campaña de la Breña Las tropas al mando del general Cáceres estaban constituidas sobre la base de contingentes voluntarios, oficiales que habían quedado sin mando y patriotas distinguidos con grado de oficiales.

El Ejército del Centro estaba compuesto de la siguiente forma: Comandante en jefe: General Cáceres Jefe de Estado Mayor: Coronel Tafur Comandante de las guerrillas: Coronel Ramírez Primera división Batallón Tarapacá Batallón Zepita

Segunda división Batallón Junín Batallón Tarma Tercera división Batallón Ica Batallón Huancayo Batallón América

Escuadrón Cazadores del Perú 4 cañones Krupp de montaña Maestranza Sanidad Pagaduría

Las unidades y servicios antes indicados estaban al mando directo del general Cáceres y formaban el núcleo principal del Ejército del Centro.

Además se contaba con las siguientes fuerzas: Cuarta división, al mando del coronel Vento

277 Batallón Canta 1 Batallón Canta 2

Estacionaba en la región de Canta, tenía la misión de cubrir los caminos que conducen por esta quebrada, desde Lima al alto valle del Rímac. División Vanguardia, al mando del coronel Bedoya. Batallón Alianza Batallón Huacho Escuadrón Dos de Mayo Estacionaba en Chancay División al mando del coronel Panizo, acantonada en Ayacucho.

En la difícil situación que atravesaba el general Cáceres al tener noticia de la ofensiva chilena, no le quedaba más recurso que replegarse al interior, ya que pretender oponerse a la acción conjunta de destacamentos de efectivo superior era afrontar el peligro de la destrucción completa de sus fuerzas, que no convenía que desaparecieran al primer golpe, pues constituían el núcleo de futuras organizaciones. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46). El repliegue de Cáceres, por ser espontáneo y oportuno, se realizó con el mayor orden, dejando a sus adversarios en el vacío, después de realizar un serio y agotador esfuerzo. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.46). Luego del combate de Pucará, el general Cáceres emprendió una ofensiva cuyo plan estaba basado, principalmente, en la ayuda que proporcionaba al ejército la sublevación de las indiadas de la región que, independientemente u organizadas, actuaban con el nombre de compañías de guerrilla. Gracias a esta circunstancia especial, Cáceres no carecía de los efectivos necesarios y esto le permitió dividir sus tropas en tres agrupamientos, que iban a ser verdaderos núcleos de las guerrillas, a los que orientarían dentro del plan general de la ofensiva. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29). Este plan consistía en atacar de frente a los chilenos establecidos a lo largo del valle para, remontando de sur a norte las márgenes del Mantaro, destruir sucesivamente sus distintos escalones. Al mismo tiempo, otras fuerzas,

278 por medio de amplios desplazamientos de circunvalación, caerían sobre la línea de comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29). Poniendo en práctica lo planeado, el general Cáceres adelantó dos destacamentos: uno a órdenes del coronel Gastó, que debía rodear Huancayo por el este para caer por las alturas sobre las tropas chilenas de Concepción, y otro, a órdenes del coronel Máximo Tafur, que circunvalaría Huancayo por el oeste, para trasladarse a La Oroya, cuyo puente debía cortar. Mientras tanto, el grueso de las fuerzas avanzó a Paso, cerca de Marcavalle, a fin de distraer al adversario con repetidos reconocimientos que dieran tiempo a que las fuerzas adelantadas tomaran espacio y aprovecharan de los necesarios beneficios de la sorpresa, en que se fundaba la operación. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.29-30). Luego de los combates de Pucará y Marcavalle, Del Canto decidió abandonar el departamento de Junín para regresar a Lima por La Oroya.

Ofensiva chilena contra Cáceres Durante la ofensiva emprendida por las fuerzas chilenas en 1883, el Ejército del Centro contaba con tres mil hombres, distribuidos de la siguiente manera, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60): En Tarma, una división, al mando del coronel Tafur. En la región de Matucana, dos divisiones al mando del coronel Secada. En marcha para reforzar a estas dos últimas unidades, una división al mando del general Cáceres. En la región de Canta, una vanguardia al mando del coronel Santa María, la cual tenía la misión de sostenerse en la quebrada que ocupaba para impedir que el grueso peruano fuera flanqueado o cortado de su línea de retirada. Como se mencionó anteriormente, el plan chileno consistía en “atenazar” a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60). León García partió de Lima el 6 de abril, porque su división era la que tenía que hacer un recorrido más largo y pesado. Pronto, a partir del 10,

279 ocurrieron las primeras guerrillas de Santa María, que presentaron combate y obstaculizaron su marcha. Santa María, por su parte, al conocer la aproximación de la división chilena, avisó a Cáceres y pidió refuerzos, recibiendo en respuesta la orden de conservar el paso de Lachaqui a todo precio, mientras Cáceres acudía por Asunción de Huanza, para tomar de flanco al enemigo. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.60-61). Hasta este momento, no se tenía noticia de las demás fuerzas chilenas que avanzaban por otros caminos, y Cáceres se creyó en potencia para abandonar la defensiva. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). Pero, llegado a Huanza, supo que Santa María había evacuado su posición, replegándose a Tarma, por el camino de Marcapomacocha, y al mismo tiempo tuvo noticia de la actividad que demostraba Urriola en la quebrada del Rímac, así como de los movimientos de tropa que se producían en el valle del alto Lurín. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). Ante esta situación que ponía en inminente peligro a sus fuerzas, sin esperanza de obtener ventaja alguna, el comandante en jefe del Ejército del Centro ordenó el repliegue general hacia Tarma. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). Una vez más, los chilenos daban un golpe al vacío que los obligaba a emprender largas operaciones en la sierra, tal como lo deseaba Cáceres, que contaba con el terreno para oponer sus escasas y mal dotadas fuerzas a efectivos superiores que disponían de toda clase de elementos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.61). La noticia de la aproximación de los chilenos no sorprendió al Ejército del Centro, que estaba informado convenientemente de todos los movimientos de las divisiones chilenas. Ya desde el 20 de abril Cáceres había reunido una junta de guerra, en la que se acordó burlar la persecución, reunirse a Recavarren y batir a Iglesias, como se había hecho en Canta con el coronel Vento. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62). De conformidad con el acuerdo de dicha junta, el 21 salieron de Tarma las tropas del Ejército del Centro y se encaminaron a Cerro de Pasco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.62).

280 Es notable el sistema empleado por Cáceres para cubrirse en las direcciones peligrosas, asegurándose un frente general que le permitiera lanzarse a la ofensiva si se presentaba el caso, o garantizar su retirada mediante la cobertura de sus flancos y las informaciones. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94). En tal situación, su base de operaciones, formada por las provincias del interior, quedaba completamente a cubierto de una ofensiva brusca. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94). Su grueso permanecía en posición central, cubierto con destacamentos que no solo cerraban los accesos para impedir el ingreso del enemigo al centro del dispositivo, sino que, manteniendo el contacto, daban tiempo para orientar el total de las fuerzas sobre el punto amagado. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94). En esta segunda campaña de la quebrada del Rímac se presentan tres oportunidades en las que Cáceres pasa a la ofensiva, con el más completo éxito: Contra Vento, contra las fuerzas chilenas que ocupaban Chancay y contra la división León García. Si esta última operación fracasó, no fue por defecto de su planeamiento general, sino por el precipitado repliegue del coronel Santa María. Por poco que este jefe hubiera resistido, aquella división pudo haber caído, desprevenida, empeñada por el frente en terreno difícil que le impedía desplegarse para emplear todos sus medios, bajo la acción de un ataque vigoroso lanzado sobre su flanco. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.94-95).

Marcha al norte del Ejército del Centro Cuando Cáceres decide pasar la cordillera Blanca para proseguir al norte, burlando por el flanco a las fuerzas de Gorostiaga si este quedaba estacionado en Yuramarca, comprende la necesidad de impedir que Arriagada continúe sobre sus huellas para librarse de su presión y actuar más libremente en el teatro de operaciones que había escogido. Decide entonces engañarlo y, de este modo, sin combate, se deshace de su adversario más poderoso con análogos resultados a los que, tal vez, hubiese podido obtener si se empeñaba en correr los azares de una batalla. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99). Para lograr sus fines nada era más simple que hacer creer a Arriagada que volvía al centro de la República, su anterior y ya conocida base de

281 operaciones, donde parecía lógico que debía encaminarse, pues, para los que habían sufrido las fatigas de la marcha de Tarma a Huaraz, era una locura creer que Cáceres se dirigiera por Huamachuco u otro punto cualquiera hacia Cajamarca. Además, parecía que el Ejército del Centro había salido de sus bases presionado por las circunstancias, y que su único fin hubiera sido reunirse con Recavarren para engrosar sus efectivos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.99- 100).

Campaña del Norte Cáceres, llegó frente a Huamachuco con algo más de mil seis cientos hombres, organizados en las siguientes unidades, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.77-78): Batallones de Recavarren Pucará Pisagua Tarma Huallaga Batallones de Secada Junín San Jerónimo Apata Concepción Marcavalle Tarapacá Zepita Escuadrones Tarma Cazadores de Perú Como se comprueba comparando los efectivos totales, si se prescinde de los jinetes y artilleros de ambos ejércitos, el efectivo de las compañías chilenas era equiparable al de los batallones de Cáceres. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.78).

282 Una vez que ambos adversarios quedaron en posesión de las alturas que dominan Huamachuco, la batalla, con fuerzas equilibradas, se podía haber decidido a favor de quien sorprendiera a los defensores del lado contrario. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.101). El día 10, los chilenos enviaron dos compañías, con el único fin de tomar el contacto. El repliegue desordenado y veloz de estas unidades excitó el ardor de los peruanos, que olvidaron su propio plan y se empeñaron en el llano, mezclados con las unidades chilenas, que también descendieron de sus cubiertas. La lucha en estas condiciones tenía que decidirse a favor del más enérgico, sin que los fuegos de la altura tuvieran ya importancia capital. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.102-103). En estas condiciones, la victoria fue francamente de los peruanos, mientras tuvieran armas ofensivas para sostener el combate. Claro es que desde el momento en que los soldados victoriosos quedaron inermes, no era posible que conservaran las ventajas que habían obtenido. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.103). Las fuerzas peruanas llegaban a unos 1,600 soldados, mientras las chilenas contaban con aproximadamente 2,200 hombres, incluidos los refuerzos, (Dellepiane, 2010, Parte V, p.76-p.77), que le permitieron al coronel Gorostiaga revertir la crítica situación de la batalla de Huamachuco, inicialmente favorable a las fuerzas peruanas, pero que debido a la falta de municiones y bayonetas, no pudieron consolidar la persecución que habían iniciado, por lo cual se desencadenó la contraofensiva general chilena que ocasionó la derrota peruana en la batalla de Huamachuco y por ende de la Campaña del Norte. Asimismo, con la victoria que alcanzaron los chilenos en Huamachuco, impidieron que el general Cáceres se lance contra las fuerzas de Iglesias, quien estaba decidido a firmar la paz a cambio de la mutilación del territorio peruano, lo cual era el objetivo principal de Cáceres al decidir iniciar la marcha hacia el norte.

283 Ocupación de Arequipa Las fuerzas del general Canevaro, reforzadas por varios batallones de la Guardia Nacional, alcanzaban un efectivo de cerca de tres mil hombres, dotados de algunas piezas de artillería Krupp y de fusiles nuevos, bien provistos de municiones, que habían sido introducidos al Perú por la vía de Bolivia. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.87). Ejército de Línea Batallón Constitución Batallón Ayacucho Batallón Bolognesi Batallón Grau Batallón General Pérez Batallón Unión Batallón Libres de Junín Batallón Canevaro Escuadrones Escolta de S.E. Húsares de Junín Guardia Nacional Batallones 2,3,4,6,7,9,11, Inmortales de Salaverry Escuadrón Paucarpata Escuadrón Socabaya Artillería Seis piezas pesadas Doce piezas de batalla (6 Krupp de montaña). Los peruanos, notificados de la presencia de fuerzas chilenas en Moquegua, se dispusieron a defender la región que ocupaban. Para ello, Montero ordenó que las tropas de línea tomaran posición en las cuestas de Huasacachi y Jamata, cuyas alturas dominantes cerraban el paso al enemigo que viniera del sur. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90). Con las fuerzas, cuya composición se detalló anteriormente, los chilenos avanzaron desde Moquegua pasando por Omate hacia Puquina y luego de un

284 reconocimiento, lograron rodear la fuerte posición peruana emplazada en las alturas de Huasacachi. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90): Como se mencionó anteriormente, las fuerzas peruanas se replegaron al paso de Chacahuallo cerda de Puquina y sobre el camino que lleva a Arequipa, con la intención de resistir en esta nueva posición, luego siguieron de frente hasta la ciudad de Arequipa, donde las tropas de la Guardia Nacional se dispersaron y posteriormente, el Ejército de Línea, cuya posición defensiva había sido burlada por las fuerzas chilenas, también se dispersó sin dar combate al llegar a Arequipa, ocasionando la entrega de esta ciudad por parte de las autoridades locales a las fuerzas chilenas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.90- p.92).

Conclusión Por lo anteriormente expuesto, se concluye que tanto durante el repliegue de las tropas peruanas de resistencia al mando del coronel Aduvire como las del general Cáceres hacia Húanuco durante la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como durante la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas peruanas al mando del general Cáceres, que tenía por objetivo atacar de frente a los chilenos establecidos en el valle, remontando de sur a norte las márgenes del río Mantaro, destruyendo sucesivamente sus distintos escalones, mientras que simultáneamente otras fuerzas por medio de movimientos de circunvalación, caerían sobre la línea de comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima; las fuerzas peruanas efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo. Asimismo, durante el repliegue general del Ejército del Centro efectuado en 1883 por las fuerzas al mando del general Cáceres, para evitar la maniobra estratégica operacional del Ejército chileno consistente en una ofensiva que pretendía “atenazar a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba”, el cual ocasionó que las tropas chilenas den nuevamente un golpe al vacío; asimismo, durante el desarrollo de la estratagema del general Cáceres que logró burlar la persecución efectuada

285 por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, las fuerzas de resistencia peruanas efectuaron una adecuada distribución del poder combativo. Sin embargo, durante la maniobra ofensiva realizada por el general Cáceres en la Campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos efectuados, la cual no impidió que el coronel Gorostiaga reciba los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales, logrando cerrarle el paso a las fuerzas de Cáceres e interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, durante el desarrollo de la maniobra defensiva dispuesta por el Segundo Ejército del Sur en las alturas de Huasacachi y Jamata, con la finalidad de impedir la ocupación chilena de Arequipa, la cual fracasó rotundamente ya que las tropas enemigas lograron rodear la defensa peruana exitosamente; se concluye que tanto en el curso de la maniobra ofensiva del general Cáceres en la Campaña del Norte, como en la maniobra defensiva para evitar la ocupación de Arequipa, las tropas peruanas no efectuaron una adecuada distribución del poder combativo.

Mantener una adecuada libertar de acción Consiste en la discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos. Dicha discrecionalidad debe ser otorgada a los niveles subordinados. Al respecto, Clausewitz, citado por (Ortiz, 2014, p.41), señala lo siguiente: El comandante operacional requiere un adecuado grado de libertad de acción para poder aplicar su conocimiento del arte militar con discrecionalidad, de manera de poder concebir y ejecutar una maniobra que le permita alcanzar sus objetivos (Clausewitz, 1977: I, 204-207). Durante la Campaña de la Sierra se produjeron algunas restricciones a la libertad de acción que afectaron las operaciones y las comprometieron operacionalmente, como las desavenencias producidas entre el dictador Nicolás de Piérola y García Calderón quien asumió el mando del país el 22 de febrero de 1881 quien fue designado por un congreso reunido en Ayacucho como presidente constitucional del Perú. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.10).

286 Asimismo, el contralmirante Lizardo Montero había sido designado como jefe político y militar del norte quien era secundado por el coronel Miguel Iglesias, nombrado como comandante en jefe de dichas fuerzas. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.10). En el sur, era jefe político y militar el ex prefecto de Tacna Pedro A. del Solar, quien contaba con el coronel Torre como comandante en jefe del Ejército de Arequipa. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.10). Cabe resaltar que el general Andrés A, Cáceres fue nombrado por Nicolás de Piérola como jefe político y militar del centro el 25 de abril de 1881 en reemplazo del coronel Echenique. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.11). Con Piérola y García Calderón como presidentes y tres jefes políticos, del norte, centro y sur, procedía la ocupación chilena, cuando el 07 de octubre de 1881 la guarnición de Arequipa desconoció la autoridad de Piérola y aceptó el gobierno de García Calderón. Días después Montero procedió de la misma forma y aceptó ser vicepresidente de García Calderón el 23 de octubre, arrastrando consigo a Iglesias quien había sido ascendido a general. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.11). Poco tiempo después, el 16 de noviembre de 1881, el contralmirante Montero, como vicepresidente de García Calderón, después de la captura y expatriación de este por los chilenos, asumió el mando de la Nación, mientras que Piérola lo renunciaba para trasladarse a Europa, dejando a órdenes del general Cáceres a las tropas acantonadas en Ayacucho que le eran leales. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.11). Cáceres se proclamó como jefe supremo el 24 de noviembre, sin embargo a inicios de 1882, se subordinó a Montero, de modo que este quedó como presidente del Perú. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.11). Cabe resaltar que los chilenos orientaron su política de ocupación en el sentido de hacer cada vez más inconexos los esfuerzos de las fuerzas de resistencia, oponiendo uno a otro a los caudillos y ofreciendo arreglos de paz a todos y cada uno de ellos. De este modo, las divergencias entre los jefes de la resistencia del interior fueron cada vez más hondas y sus dislocados esfuerzos se hicieron menos peligrosos para Chile. A tal punto llegó la oposición entre los

287 caudillos, y hasta de sus satélites, que se dio el lamentable caso que llegaran a luchar entre ellos. (Dellepiane, 2010, Parte V, p.44). Finalmente, es preciso resaltar que entre las principales luchas entre caudillos que constituyeron serias restricciones a la libertad de acción que afectaron las operaciones y llegaron a comprometerlas, se destacan la del general Cáceres contra el coronel Panizo en el combate de Acuchimay y las rebeliones del coronel Vento y del general Iglesias a quien los chilenos empezaron a prestar protección desde que decidió firmar un acuerdo de paz incondicional a cambio de la mutilación definitiva del territorio peruano.

Conclusiones preliminares

 El objetivo estratégico operacional impuesto a las fuerzas peruanas consistente en: “Establecer dos núcleos de resistencia tanto en el centro del país, en la zona de Junín; y sobre el sur del país, en la zona de Arequipa; con la finalidad de repeler a las fuerzas de ocupación chilenas”, no fue correctamente seleccionado. El objetivo estratégico operacional peruano no contemplaba la posibilidad que los núcleos de resistencia del centro y del sur se reúnan, lo cual hubiese permitido contar con fuerzas de una magnitud mayor que hagan frente a las tropas de ocupación chilenas en mejores condiciones. La estrategia aconsejaba la necesidad que los agrupamientos del centro, del sur y de Bolivia se reúnan en Arequipa, con lo cual se hubiesen podido constituir en un Ejército más fuerte, capaz de disturbar a las tropas de ocupación chilenas buscando lograr negociar un acuerdo de paz más favorable a los intereses del Perú. La Campaña de la Sierra, se subdivide en la Campaña de la Breña que fue favorable al Perú y en la Campaña del Norte, al término de la cual, Chile logró derrotar al Ejército al mando del general Cáceres; posteriormente las tropas chilenas ocuparon la ciudad de Arequipa, burlando la defensa que ofreció el Ejército que resguardaba esta ciudad, tras lo cual este se dispersó; por lo cual se concluye que el objetivo estratégico operacional no fue alcanzado, ya que Chile logró que el Perú

288 firme un acuerdo de paz incondicional totalmente favorable a sus intereses, que tanto había buscado y que puso fin a la guerra.  Tanto en el repliegue de las tropas peruanas de resistencia al mando del coronel Aduvire como las del general Cáceres hacia Húanuco durante la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas peruanas al mando del general Cáceres, que tenía por objetivo atacar de frente a los chilenos establecidos en el valle, remontando de sur a norte las márgenes del río Mantaro, destruyendo sucesivamente sus distintos escalones, mientras que simultáneamente otras fuerzas por medio de movimientos de circunvalación, caerían sobre la línea de comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima; permitieron a las fuerzas peruanas partir de posiciones relativas favorables que posibilitaron la dislocación del enemigo. Asimismo, el repliegue general del Ejército del Centro efectuado en 1883 por las fuerzas al mando del general Cáceres, para evitar la maniobra estratégica operacional del Ejército chileno consistente en una ofensiva que pretendía “atenazar a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba”, permitió que las tropas chilenas den nuevamente un golpe al vacío; asimismo, la estratagema del general Cáceres que logró burlar la persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, permitieron a las fuerzas de resistencia peruanas partir de posiciones relativas favorables que posibilitaron la dislocación del enemigo. Sin embargo, la maniobra ofensiva realizada por el general Cáceres en la Campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos realizados, no impidió que el coronel Gorostiaga reciba los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales, logrando cerrarle el paso a las fuerzas de Cáceres e interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, la maniobra defensiva

289 dispuesta por el Segundo Ejército del Sur en las alturas de Huasacachi y Jamata, con la finalidad de impedir la ocupación chilena de Arequipa, fracasó rotundamente ya que las tropas enemigas lograron rodear la defensa peruana exitosamente; por lo cual se concluye que tanto la maniobra ofensiva del general Cáceres en la Campaña del Norte, como la maniobra defensiva para evitar la ocupación de Arequipa, no permitieron a las tropas peruanas partir de posiciones relativas favorables, que posibiliten la dislocación de las tropas chilenas en Huamachuco y Arequipa respectivamente.

 Durante el repliegue de las tropas peruanas de resistencia al mando del coronel Aduvire como las del general Cáceres hacia Húanuco durante la Expedición Letellier efectuada en 1881; así como en el desarrollo de la maniobra estratégica operacional efectuada en 1882 durante la Campaña de la Breña por las fuerzas peruanas al mando del general Cáceres, que tenía por objetivo atacar de frente a los chilenos establecidos en el valle, remontando de sur a norte las márgenes del río Mantaro, destruyendo sucesivamente sus distintos escalones, mientras que simultáneamente otras fuerzas por medio de movimientos de circunvalación, caerían sobre la línea de comunicaciones del enemigo, destruyendo las pequeñas guarniciones establecidas a lo largo de ella y cortando al grueso la retirada a Lima; las fuerzas peruanas efectuaron una adecuada distribución de su poder combativo. Asimismo, durante el repliegue general del Ejército del Centro efectuado en 1883 por las fuerzas al mando del general Cáceres, para evitar la maniobra estratégica operacional del Ejército chileno consistente en una ofensiva que pretendía “atenazar a las fuerzas de Cáceres, envolviéndolo y copándolo dentro de la estrecha quebrada en que operaba”, el cual ocasionó que las tropas chilenas den nuevamente un golpe al vacío; igualmente, durante el desarrollo de la estratagema del general Cáceres que logró burlar la persecución efectuada por el coronel Arriagada como comandante en jefe de las fuerzas expedicionarias del interior, las fuerzas

290 de resistencia peruanas efectuaron una adecuada distribución del poder combativo. Sin embargo, durante la maniobra ofensiva realizada por el general Cáceres en la Campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos realizados, la cual no impidió que el coronel Gorostiaga reciba los importantes refuerzos del Mayor Parra y del Comandante Gonzales, logrando cerrarle el paso a las fuerzas de Cáceres e interponerse entre este y el general Iglesias, cumpliendo la misión que se le había encomendado; asimismo, durante el desarrollo de la maniobra defensiva dispuesta por el Segundo Ejército del Sur en las alturas de Huasacachi y Jamata, con la finalidad de impedir la ocupación chilena de Arequipa, la cual fracasó rotundamente ya que las tropas enemigas lograron rodear la defensa peruana exitosamente; se concluye que tanto en el curso de la maniobra ofensiva del general Cáceres en la Campaña del Norte, como en la maniobra defensiva para evitar la ocupación de Arequipa, las tropas peruanas las tropas peruanas no efectuaron una adecuada distribución del poder combativo.

 Se produjeron serias restricciones a la libertad de acción que afectaron las operaciones y las comprometieron operacionalmente, como la coexistencia de dos presidentes de la república y tres jefes políticos militares a inicios de 1881. Asimismo, las principales luchas entre caudillos que constituyeron serias restricciones a la libertad de acción que afectaron las operaciones y llegaron a comprometerlas operacionalmente, se destacan la del general Cáceres contra el coronel Panizo en el combate de Acuchimay y las rebeliones del coronel Vento y del general Iglesias a quien los chilenos empezaron a prestar protección desde que decidió firmar el acuerdo de paz incondicional a cambio de la mutilación definitiva del territorio peruano, con el cual se puso fin a la guerra.

291 4.2 Matriz de soporte de las categorías (unidades – temas – patrones)

Tabla 1 Matriz soporte de categorías Temas Categorías Patrones Descripción 1) Campaña de 1) Planeamiento Objetivo Tiene por finalidad Atacama estratégico y estratégico diseñar la 2) Campaña Naval conducción operacional maniobra. Se 3) Campaña de operacional chilena somete a principios Tarapacá de adaptabilidad, 4) Campaña de 2) Planeamiento factibilidad y Tacna estratégico y aceptabilidad para 5) Campaña de conducción determinar si fue Lima operacional aliada adecuadamente 6) Campaña de la (boliviana, peruana seleccionado, si Sierra o peruano- debió variarse o no boliviana). y si fue alcanzado. Posiciones Resultado de la relativas maniobra favorables estratégica que surge del arte operacional del comandante Distribución del Distribución de la poder combativo masa en el tiempo y en el espacio, en función a los esfuerzos operacionales Libertad de acción Discrecionalidad en la conducción de las operaciones para alcanzar sus objetivos

292

CAPÍTULO V

DISCUSIÓN

5.1 Matriz de triangulación de datos específica por cada técnica

Ver anexo (1).

5.2 Matriz de triangulación de datos integral

Ver anexo (2).

5.3 Desarrollo de la discusión

Los resultados obtenidos en el presente trabajo de investigación son fruto de la aplicación del Principio Militar Fundamental, que ha permitido efectuar una aproximación para analizar tanto el planteamiento estratégico como la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en cada campaña librada durante la Guerra del Pacífico.

Asimismo, se ha procurado efectuar el análisis de la forma más imparcial, sin tomar en consideración el aspecto laudatorio de la guerra y tratando de ser lo más objetivo posible.

Las principales limitaciones presentadas para el desarrollo de la investigación, han sido de tiempo y limitada cantidad de fuentes que proporcionen información objetiva de la Guerra del Pacífico, por lo que se ha empleado por el lado peruano a Carvajal (2004), Dellepiane (2010, Parte I, II, III, IV y V), Melo (1980), Mercado (2010) y Ortiz (2014), que a criterio del autor, han sido las fuentes de información más apropiadas para aplicar el método elegido. Por el lado chileno, se ha utilizado a Bulnes (1914) y López C. (1969).

293 Debido a las limitaciones antes mencionadas, no ha sido posible confrontar el objetivo de la investigación “Efectuar un análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico” en un 100%; sin embargo, se considera que a la luz de los resultados obtenidos por el esfuerzo de la investigación y la aplicación del Principio Militar Fundamental como método empleado, permiten ofrecer una aproximación bastante aceptable al objetivo planteado. Se estima el grado de confiabilidad de los resultados en un 80%.

Los resultados obtenidos no se pueden aplicar a otros contextos similares, puesto que son propios del análisis del planteamiento estratégico y la conducción operacional empleados específicamente en cada campaña de la Guerra del Pacífico, sin embargo se ha evidenciado que el Principio Militar Fundamental, que fue concebido en la primera mitad del siglo XX, es totalmente válido y vigente como método para poder analizar objetivamente cualquier otra guerra pasada o presente.

Los resultados se inspiran en cierta forma en la comparación efectuada por Mercado (2010), aunque este autor centra su análisis en la política y la estrategia en la Guerra del Pacífico, mientras que la presente investigación está a un nivel más bajo, puesto que se enfoca en la estrategia y el arte operacional. El estudio de Dellepiane (2010, Parte I, II, III, IV y V), es mucho más amplio y abarca el aspecto estratégico, el arte operacional y la táctica empleada en la guerra, al margen de la descripción histórica muy precisa y objetiva de los hechos; la presente investigación solo se enfoca en un intento de acercamiento al planteamiento estratégico y el arte operacional empleado en la guerra. Los resultados obtenidos, se asemejan más a los de Ortiz (2014), quien emplea el Principio Militar Fundamental para analizar la actuación de la Armada del Perú en la Guerra del Pacífico, en cuanto a la disputa por el control del mar y adicionalmente trata la defensa del litoral, el esfuerzo logístico y la actuación de la Armada en tierra; sin embargo el presente trabajo ha procurado ser más ambicioso al analizar comparativamente la actuación de las fuerzas en conflicto en todas las campañas libradas en la guerra.

294 Tabla 2

Los resultados obtenidos, durante la presente investigación

Campaña Fuerzas chilenas Fuerzas aliadas Atacama Adecuado planteamiento Adecuado planteamiento estratégico y conducción estratégico. No hubo conducción operacional de las fuerzas operacional de las fuerzas chilenas. bolivianas, puesto que se encontraban en proceso de movilización durante la campaña. Naval Adecuado planteamiento Adecuado planteamiento estratégico; luego de los ajustes estratégico; pese a la necesarios en la distribución del disminución de los medios poder combativo, se logró una disponibles que afectaron adecuada conducción seriamente el poder combativo, operacional de las fuerzas se logró una adecuada chilenas. conducción operacional de las fuerzas peruanas. Tarapacá Inadecuado planteamiento Adecuado planteamiento estratégico y aceptable estratégico y deficiente conducción operacional de las conducción operacional de las fuerzas chilenas. fuerzas aliadas. Tacna Planteamiento estratégico Inadecuado planteamiento reformulado correctamente y estratégico y deficiente aceptable conducción conducción operacional de las operacional de las fuerzas fuerzas aliadas. chilenas. Lima Adecuado planteamiento Inadecuado planteamiento estratégico y aceptable estratégico y deficiente conducción operacional de las conducción operacional de las tropas chilenas. fuerzas peruanas. De la Sierra Adecuado planteamiento Inadecuado planteamiento estratégico y deficiente estratégico y adecuada conducción operacional de las conducción operacional de las tropas chilenas durante la tropas peruanas durante la Expedición Letellier y en la Expedición Letellier y en la Campaña de la Breña. Aceptable Campaña de la Breña. Pese a los conducción operacional en la grandes esfuerzos desplegados Campaña del Norte y adecuada durante la ofensiva liderada por conducción operacional durante el general Cáceres en la la ocupación de Arequipa. Campaña del Norte, no se alcanzaron los objetivos esperados. Deficiente conducción operacional durante la defensa de Arequipa.

En relación a las fuerzas chilenas, durante las diversas campañas, el planteamiento estratégico fue adecuado, salvo en la campaña de Tarapacá. En relación a la conducción operacional de sus fuerzas, fue adecuada en la

295 campaña de Atacama, Naval, y durante la ocupación de Arequipa; siendo aceptable en las campañas de Tarapacá, Tacna, Lima y del Norte; sin embargo, durante las operaciones llevadas a cabo durante la Expedición Letellier y en la Campaña de la Breña fue deficiente.

En cuanto a las fuerzas aliadas, el planteamiento estratégico fue adecuado en la campaña de Atacama, Naval y de Tarapacá; siendo inadecuado en las campañas de Tacna, Lima y de la Sierra. En cuanto a la conducción operacional, no hubo conducción operacional durante la Campaña de Atacama, fue adecuada durante la Campaña Naval, durante la Expedición Letellier y la Campaña de la Breña; sin embargo fue deficiente durante las campañas de Tarapacá, Tacna, Lima y la ocupación de Arequipa. Durante la campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos desplegados durante la ofensiva liderada por el general Cáceres, no se alcanzaron los objetivos esperados.

A la luz de los resultados obtenidos, de manera general el planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico, no fueron los más adecuados, quedando de esta forma comprobada la hipótesis de la presente tesis.

Luego de la presente investigación, ha surgido un nuevo problema que podría ser investigado, consistente en corroborar si es que aplicando los Principios de la Guerra en lugar del Principio Militar Fundamental, para analizar el planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en la Guerra del Pacífico, se puede llegar a los mismos resultados.

296

CONCLUSIONES

La realización de este estudio, ha brindado resultados acerca del análisis comparativo del planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico, por lo que a continuación se expresan las conclusiones a las que se han llegado:

1.- En relación a las fuerzas chilenas, durante las diversas campañas, el planteamiento estratégico fue adecuado, salvo en la campaña de Tarapacá. En relación a la conducción operacional de sus fuerzas, fue adecuada en la campaña de Atacama, Naval, y durante la ocupación de Arequipa; siendo aceptable en las campañas de Tarapacá, Tacna, Lima y del Norte; sin embargo, durante las operaciones llevadas a cabo durante la Expedición Letellier y en la Campaña de la Breña fue deficiente.

2.- En cuanto a las fuerzas aliadas, el planteamiento estratégico fue adecuado en la campaña de Atacama, Naval y de Tarapacá; siendo inadecuado en las campañas de Tacna, Lima y de la Sierra. En cuanto a la conducción operacional, no hubo conducción operacional durante la Campaña de Atacama, fue adecuada durante la Campaña Naval, durante la Expedición Letellier y la Campaña de la Breña; sin embargo fue deficiente durante las campañas de Tarapacá, Tacna, Lima y la ocupación de Arequipa. Durante la campaña del Norte, pese a los grandes esfuerzos desplegados durante la ofensiva liderada por el general Cáceres, no se alcanzaron los objetivos esperados.

3.- A la luz de los resultados obtenidos, la hipótesis general de la presente tesis: “El planteamiento estratégico y la conducción operacional de las fuerzas en conflicto en las diferentes campañas de la Guerra del Pacífico, no fueron los más adecuados”, ha quedado comprobada.

297 RECOMENDACIONES

Que la Dirección de la Escuela Superior de Guerra del Ejército – Escuela de Postgrado, evalúe la posibilidad de disponer las siguientes acciones:

1.- Que se encargue a los alumnos de los Programas de Alto Mando y de la Maestría en Ciencias Militares, trabajos de investigación similares, con la finalidad de analizar objetivamente la estrategia y el arte operacional empleados en las diversas guerras que libró el Perú y otras de interés a nivel mundial.

2.- Que se evalúe la posibilidad de incluir en los Programas de Alto Mando y de Comando y Estado Mayor, la enseñanza y aplicación del Principio Militar Fundamental, como método de investigación y análisis.

3.- Que se evalúe la posibilidad de elevar el presente trabajo de investigación al Instituto de Estudios Histórico Militares, para su consideración.

298 REFERENCIAS

Aranda, O. (2004). La Guerra del Pacífico y la Estrategia Marítima. Revista de Marina, Chile. Recuperado de: http://revistamarina.cl/revistas/2004/3/aranda.pdf. Biblioteca Nacional de Chile, (2017). Recuperado el día 24 de abril del 2017 de: http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-694.html#links Bulnes, (1914). Guerra del Pacífico. Valparaíso: Sociedad Imprenta y Litografía Universo. Carvajal, M. (2004). Historia Marítima del Perú. Tomo XI, Volumen 1. Lima: Cobol S.R.L. Clausewitz, C. (1977). De la Guerra. Lima: Ejército Peruano. Dellepiane, (2010). Historia Militar del Perú. Parte I, II, III, IV y V. Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, 2010. Hart, L. (1973). Estrategia de aproximación indirecta. Buenos Aires: Editorial Rioplatense. López, C. (2003). La Guerra del Pacífico (1879-1884). Madrid: Ristre Multimedia. López, C. (1969). Historia de la Marina de Chile. Santiago de Chile: Andrés Bello. Melo, R. (1980). Historia de la Marina del Perú. Tomo I. Lima: Científica S.R.L. Mercado, (2010). Política y Estrategia en la Guerra de 1879. Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas Ortiz, (2014). La Armada Peruana en la Guerra del Pacífico. Tesis presentada por el Dr. Jorge Ortiz Sotelo para obtener el grado académico de Magister en Estrategia Marítima. Escuela Superior de Guerra Naval, 2014. (RAE, 2016): Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Recuperado el 12 de septiembre del 2016 de: http://dle.rae.es/?id=JoNxOnS Sater, W. F. (2007). Andean Tragedy. Fighting the War of the Pacific 1879-1884. Lincoln y Londres: University of Nebraska Press. (Scribd, 2016): Ejército Español. Diccionario de Términos militares. Recuperado el 12 de septiembre de 2016 de:

299 https://es.scribd.com/doc/168168233/Ejercito-Espanol-Diccionario- terminos-militares-pdf Torres, H. (2009). “Potencia relativa de combate: un método para determinarla”. Revista de Marina, Chile, n° 6, pp. 538-538. Tromben, (2004): Presentación de la obra titulada: La Guerra del Pacífico. (1879- 1884). Carlos López Urrutia. Editorial Ristre. Madrid, España, 251 pp. Recuperado el 18 de abril del 2017 de: http://revistamarina.cl/revistas/2004/3/tromben.pdf

300

ANEXO 1

MATRIZ DE CONSISTENCIA

Anexo 8, Matriz de triangulación de datos específica por cada técnica

Campaña de Atacama

Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico La elección de El poder combativo de la No se produjeron restricciones a estratégico y operacional impuesto a Antofagasta como base Armada y el Ejército de la libertad de acción de conducción la Armada y al Ejército de operaciones Chile, fue adecuadamente consideración que afecten de operacional de Chile fue avanzada fue acertada y empleado para desarrollar alguna forma la ejecución de las chilena correctamente la maniobra operacional una maniobra estratégica acciones bélicas, pudiendo seleccionado y a la luz realizada a través de una operacional de carácter comprometerlas de los resultados de la ofensiva permanente, ofensivo que fue sostenible operacionalmente. campaña de Atacama, permitió alcanzar en el tiempo y permitió se concluye que fue posiciones relativas ocupar militarmente la ampliamente favorables provincia de Atacama. alcanzado.

Anexo 1: Matriz de Consistencia TÍTULO: LA GUERRA DEL PACÍFICO: ANÁLISIS COMPARATIVO DEL PLANTEAMIENTO ESTRATÉGICO Y LA CONDUCCIÓN OPERACIONAL DE LAS FUERZAS EN CONFLICTO EN LAS DIFERENTES CAMPAÑAS

PREGUNTAS DE HIPÓTESIS GENERAL Método de investigación OBJETIVOS TEMAS – CATEGORÍAS PATRONES INVESTIGACIÓN DE TRABAJO Para efectuar el análisis del El objetivo general Objetivo estratégico planteamiento estratégico y la El problema en el La hipótesis del presente operacional conducción operacional de las que se centró la general del fuerzas en conflicto, se empleó el trabajo de presente tesis exigió presente trabajo de Principio Militar Fundamental; el investigación fue: cual busca establecer si los responder a la investigación fue la Efectuar un Posiciones objetivos estratégicos 1) Campaña de relativas siguiente siguiente: El Atacama favorables operacionales fueron análisis 1) Planteamiento estratégico y correctamente seleccionados y interrogante: planteamiento 2) Campaña comparativo del conducción Naval operacional alcanzados, si las fuerzas en ¿Cómo fue el estratégico y la planteamiento chilena conflicto partieron de posiciones 3) Campaña de Tarapacá planteamiento conducción 2) Planteamiento Distribución del relativamente favorables y si las estratégico y la estratégico y poder combativo 4) Campaña de conducción maniobras operacionales que estratégico y la operacional de las conducción Tacna operacional emplearon les permitieron aliada conducción fuerzas en conflicto operacional de las 5) Campaña de (boliviana, alcanzarlas, si las fuerzas en peruana o Lima operacional de las en las diferentes peruano – conflicto distribuyeron fuerzas en boliviana). adecuadamente su poder fuerzas en conflicto campañas de la 6) Campaña de conflicto en las la Sierra combativo y si pudieron sostener en las diferentes Guerra del Pacífico, diferentes en el tiempo la maniobra campañas de la no fueron los más estratégica y finalmente si los campañas de la Libertad de Guerra del Pacífico? adecuados. acción mandos militares tuvieron una Guerra del adecuada libertad de acción.

Pacífico. Para analizar los objetivos

estratégicos operacionales, se sometieron a los principios de adaptabilidad, factibilidad y aceptabilidad, para determinar si fueron adecuadamente seleccionados, si debieron variarse o no y si finalmente fueron alcanzados.

ANEXO 2

GUÍA

DE ENTREVISTA (Semiestructurada) (NO CONSIDERADA)

4

Guía de entrevista

Buenos días/tardes, expresamos nuestro agradecimiento por el tiempo y al atención presentada para poder realizar esta entrevista, cuya información y comentarios que nos sea proporcionado serán muy valiosas para profundizar la presente investigación. Marque con un aspa la o las respuestas que considere importantes. Entrevistado : Personal especializado del Ministerio del Ambiente Grado Académico: D.N.I. : Lugar – fecha : Experiencia alcanzada: Título de la investigación: IMPLEMENTACIÓN DE LA ASIGNATURA DE SEGURIDAD AMBIENTAL EN EL PLAN DE ESTUDIOS DE LA MAESTRÍA DE CIENCIAS MILITARES Y EL PERFIL DE EGRESO DEL OFICIAL ALUMNO DE LA ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA DEL EJÉRCITO - ESCUELA DE POSTGRADO N° Items

Considera Ud., que la clasificación de acciones militares para hacer frente a las nuevas amenazas emergentes, deviene en conocer la seguridad ambiental para:

01 ( ) Comprender bien el problema de futuras intervenciones militares ( ) Participar en planeamientos concurrentes con autoridades civiles ( ) Actuar en base a marcos jurídicos – legales sectoriales e institucionales ( ) Todas las anteriores son necesarias Considera Ud., que la asignatura de seguridad ambiental tiene que abarcar lo siguiente: ( ) Preservación del medio ambiente 02 ( ) Control de la minería ilegal Conocimientos de todas las amenazas, desafíos y preocupaciones que afectan al medio ( ) ambiente. Considera Ud., que por ser el aspecto ambiental (medio ambiente) transversal e inherente a toda actividad humana necesita de un planeamiento especial a razón de: ( ) Tener que ser grupal con responsables del sector y autoridades civiles 03 ( ) Poder participar en el ámbito rural donde se llega la presencia del Estado. ( ) Del tipo de intervención de las unidades militares en función al empleo de la fuerza ( ) Todas las anteriores Considera Ud, esencial el desarrollo de competencias sobre seguridad ambiental en el perfil de egreso del oficial estudiante de la Maestría en Ciencias Militares, porque: Las organizaciones militares son misionadas con mayor regularidad para intervenir en ( ) este tipo de acciones militares. 04 ( ) Son complementarias a las funciones profesionales y ocupacionales futuras. 5 ( ) Se deriva del Derecho Legislativo 1157: Ley del Ejército del Perú. ( ) Todas las anteriores

Cómo tendría que estar estructurada la asignatura de seguridad ambiental, a qué contenidos obedece?

……………………………………………………………………………………………………………….

05 ……………………………………………………………………………………………………………….

……………………………………………………………………………………………………………….

¿Cuál o cuáles competencias reflejan (n) las capacidades, destrezas y pasos cognitivos a lograr en la preparación de seguridad ambiental?

………………………………………………………………………………………………………………. 06 ……………………………………………………………………………………………………………….

……………………………………………………………………………………………………………….

¿Cómo tendría que ser la evaluación educativa de esta asignatura y por qué?

………………………………………………………………………………………………………………. 07 ……………………………………………………………………………………………………………….

……………………………………………………………………………………………………………….

6

ANEXO 3

VALIDACIÓN GUÍA DE ENTREVISTA POR LOS EXPERTOS (NO CONSIDERADA)

7

ANEXO 4

COMPROMISO ÉTICO

8

COMPROMISO ÉTICO

DECLARACIÓN DE AUTENTICIDAD Y NO PLAGIO DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

(Nombres y apellidos de los autores)

1. Edward Omar LÓPEZ CAZORLA

Declaro que para optar el grado académico de maestro en ciencias militares, a ser entregado por la ESGE-EPG he elaborado íntegramente el trabajo de investigación titulado: “LA GUERRA DEL PACÍFICO: ANÁLISIS COMPARATIVO DEL PLANTEAMIENTO ESTRATÉGICO Y LA CONDUCCIÓN OPERACIONAL DE LAS FUERZAS EN CONFLICTO EN LAS DIFERENTES CAMPAÑAS”. Confirmo que este trabajo de investigación es auténtico y de mi total autoría, no existiendo plagio o copia de otro trabajo de investigación o material existente cuya autoría corresponda a un tercero. Dejo expresa constancia que la propiedad intelectual de otros autores ha sido debidamente citada o identificada. Así mismo asumo la responsabilidad de todo lo dicho en el trabajo de investigación, así como de cualquier error u omisión en la misma. Finalmente reconozco y acepto que en caso se compruebe lo contrario a lo expresado en este documento, me someto a las medidas establecidas para tal hecho por la ESGE – EPG.

Me afirmo y ratifico en lo expresado anteriormente, en señal de lo cual firmo el presente documento.

Chorrillos, 28 de mayo del 2018

______FIRMA FIRMA FIRMA

9

ANEXO 5

AUTORIZACIÓN PARA INCLUSIÓN DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN EN EL REPOSITORIO DE LA ESGE- EPG

10

AUTORIZACIÓN PARA INCLUSIÓN DEL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN: “LA GUERRA DEL PACÍFICO: ANÁLISIS COMPARATIVO DEL PLANTEAMIENTO ESTRATÉGICO Y LA CONDUCCIÓN OPERACIONAL DE LAS FUERZAS EN CONFLICTO EN LAS DIFERENTES CAMPAÑAS”.

EN EL REPOSITORIO DIGITAL DE LA ESGE-EPG

Edward Omar LÓPEZ Cazorla ………………………………

Título del trabajo de investigación: “LA GUERRA DEL PACÍFICO: ANÁLISIS COMPARATIVO DEL PLANTEAMIENTO ESTRATÉGICO Y LA CONDUCCIÓN OPERACIONAL DE LAS FUERZAS EN CONFLICTO EN LAS DIFERENTES CAMPAÑAS”.

Nombre del Asesor: Año de sustentación

Mg. Fernando CANAVAL RAMÍREZ 2018

Bajo los siguientes términos, autorizo la publicación de mi trabajo de investigación en el Repositorio Digital de la Escuela Superior de Guerra del Ejército – Escuela de Postgrado. Con la autorización de publicación de mi Trabajo de Investigación, otorgo a la Escuela Superior de Guerra del Ejército-EPG una licencia no exclusiva para reproducir, distribuir, comunicar al público, transformar (únicamente mediante su traducción a otros idiomas) y poner a disposición del público la tesis (incluido resumen), en formato físico o digital, en cualquier medio, conocido o por conocerse, a través de los diversos servicios provistos por la ESGE-EPG, creados o por crearse, tales como el Repositorio Digital de Tesis de la ESGE-EPG, Portal de Tesis de la Asamblea Nacional de Rectores, entre otros, en el Perú y en el extranjero, por el tiempo y las veces que considera necesarias, y libre de remuneraciones. En virtud de dicha licencia, la ESGE-EPG podrá reproducir mi Trabajo de Investigación en cualquier tipo de soporte y en más de un ejemplar; sin modificar su contenido, solo con propósitos de seguridad, respaldo y preservación. Declaro que el Trabajo de Investigación es una creación de mi autoría y exclusiva titularidad, y me encuentro facultado a conceder la presente licencia y, asimismo, garantizo que dicha tesis no infringe derechos de autor de terceras personas. La ESGE-EPG consignará el nombre del autor del Trabajo de Investigación, y no le hará ninguna modificación más que la permitida en la presente licencia.

11

ANEXO 6

AUTORIZACIÓN DE USO DE PROPIEDAD INTELECTUAL

12

Autorización de uso de propiedad intelectual

DE TITULAR DE DERECHOS DE AUTOR DE OBRA INTELECTUAL A PERSONA NATURAL

DATOS DE PERSONA NATURAL QUE AUTORIZA Nombre y Apellidos: EDWARD OMAR LÓPEZ CAZORLA

DNI: 43286622 Profesión u Oficio: Oficial MGP Sexo: M Edad: 47 años

Dirección: Calle Claude Monteverdi N° 175 Dpto. 501 San Borja

Departamento: Lima Provincia: Lima Distrito: San Borja

E-mail: [email protected] Teléf. red fija: 225-0510 Tel. celular: 958030069

CONCEDO LA PRESENTE AUTORIZACIÓN DE USO:

------EDWARD OMAR LÓPEZ CAZORLA DNI: 43286622 AUTOR

DATOS DE LA INSTITUCIÓN A LA QUE SE LE CONCEDE AUTORIZACIÓN

Nombre de la institución: ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA DEL EJÉRCITO – ESCUELA DE POSTGRADO RUC: Nombres y Apellidos del representante legal: RUC: Profesión u oficio: Sexo: Edad: DIRECCIÓN INSTITUCIONAL: Comuca: Ciudad: Departamento: Provincia: Distrito: E-mail: Teléf. red fija: Tel. celular:

PARA QUE PUEDA DIFUNDIR LA OBRA QUE A CONTINUACIÓN SE DETALLA (Señale el nombre exacto de la Obra):

“LA GUERRA DEL PACÍFICO: ANÁLISIS COMPARATIVO DEL PLANTEAMIENTO ESTRATÉGICO Y LA CONDUCCIÓN OPERACIONAL DE LAS FUERZAS EN CONFLICTO EN LAS DIFERENTES CAMPAÑAS” 13

ANEXO 7

HOJA DE DATOS PERSONALES

14

HOJA DE DATOS PERSONALES

GRADO : CAPITÁN DE NAVÍO AP

NOMBRE COMPLETO : EDWARD OMAR

APELLIDOS : LÓPEZ CAZORLA

EMAIL : [email protected]

DIRECCIÓN : Calle Claude Monteverdi N° 175 Dpto 501 San Borja

TELEFONO FIJO : 225-0510

CELULAR : 958030069

FIRMA :

15

ANEXO 8

MATRIZ DE TRIANGULACIÓN DE DATOS ESPECÍFICA POR CADA TÉCNICA

16

ANEXO 9

MATRIZ DE TRIANGULACIÓN DE RESULTADOS INTEGRAL

17

ANEXO 10

FUERZAS NAVALES DE LOS BELIGERANTES

18

ANEXO 11

CD CONTENIENDO EL IFI

19

Anexo 8, Matriz de triangulación de datos específica por cada técnica

Campaña de Atacama

Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico La elección de El poder combativo de la No se produjeron restricciones a estratégico y operacional impuesto a Antofagasta como base Armada y el Ejército de la libertad de acción de conducción la Armada y al Ejército de operaciones Chile, fue adecuadamente consideración que afecten de operacional de Chile fue avanzada fue acertada y empleado para desarrollar alguna forma la ejecución de las chilena correctamente la maniobra operacional una maniobra estratégica acciones bélicas, pudiendo seleccionado y a la luz realizada a través de una operacional de carácter comprometerlas de los resultados de la ofensiva permanente, ofensivo que fue sostenible operacionalmente. campaña de Atacama, permitió alcanzar en el tiempo y permitió se concluye que fue posiciones relativas ocupar militarmente la ampliamente favorables provincia de Atacama. alcanzado.

Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico Considerando las El Ejército reunido en el La principal restricción a la estratégico y operacional fue dificultades que interior del país ascendente libertad de acción de conducción correctamente representaba para un a 7,000 hombres, sin contar consideración que afectó de operacional seleccionado, y ejército trasladarse tanto con la división al mando del alguna forma la ejecución de las boliviana asimismo, a la luz de los de La Paz como de Coronel Narciso Campero y acciones bélicas, pudiendo resultados obtenidos Tarapacá a Antofagasta, las cuatro divisiones comprometerlas luego de la campaña, se se concluye que las adicionales, el cual sumado operacionalmente durante la concluye que no fue fuerzas bolivianas a las fuerzas peruanas que campaña que se produjo, alcanzado. partieron de posiciones debían reunirse con las consistió en la falta de relativas totalmente bolivianas en Tacna; fue separación de la función del

desfavorables para adecuadamente empleado gobernante político del alcanzar sus objetivos, para desarrollar una estratega militar, debido a que el por lo cual lo único que maniobra estratégica más alto nivel político a la vez les quedaba era efectuar operacional de carácter ejercía el más alto mando la movilización en el defensivo, que otorgaba a militar, personalizado en la interior del país para los aliados razonables figura del general Hilarión Daza. organizar un ejército que posibilidades de vencer en la

sea trasladado hacia una guerra. Sin embargo, no fue zona de reunión con las sostenible en el tiempo y no fuerzas aliadas peruanas en la región de Tacna, a la espera de lo permitió alcanzar los que suceda en la objetivos esperados. campaña naval. La maniobra estratégica operacional consistente en trasladar las tropas movilizadas en el interior del país hacia una zona de reunión con las fuerzas aliadas peruanas en la región de Tacna, a la espera de lo que suceda en la campaña naval, no permitió a las fuerzas bolivianas alcanzar posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación del enemigo en la campaña de Atacama.

Campaña Naval

Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico La elección de Antofagasta El poder combativo de la Las restricciones a la libertad de estratégico y operacional impuesto a la como base de operaciones Armada de Chile, inicialmente acción impuestas afectaron de Armada de Chile, fue avanzada fue acertada y la no fue adecuadamente alguna forma la ejecución de las conducción correctamente maniobra estratégica empleado para desarrollar acciones bélicas, sin llegar a operacional seleccionado y asimismo, operacional realizada a una maniobra estratégica comprometerlas chilena a la luz de los resultados través de una ofensiva operacional de carácter operacionalmente. Como de la campaña naval, se permanente, permitió ofensivo que permita obtener principales restricciones concluye que fue alcanzar posiciones el control del mar por medio operacionales resaltan la crisis alcanzado. relativas favorables. de la destrucción de la política y rechazo de la opinión escuadra peruana en un pública que llegan a su punto

combate decisivo. Luego de culminante con la caída del los ajustes necesarios, se gabinete y cambios en la armada, redistribuyó el poder de luego de la captura del Rímac; las combate de la escuadra malas relaciones entre Galvarino chilena, lo cual permitió en Riveros y sus comandantes y la última instancia la captura del presencia de unidades neutrales monitor Huáscar y por ende la en el teatro de operaciones. obtención del control del mar. Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico La elección de Arica como El poder combativo de la Las restricciones a la libertad de estratégico y operacional impuesto fue base de operaciones Armada del Perú fue acción impuestas afectaron de correctamente avanzada fue acertada y la adecuadamente empleado alguna forma la ejecución de las conducción seleccionado y asimismo, a maniobra operacional para desarrollar inicialmente acciones bélicas, sin llegar a operacional la luz de los resultados de realizada a través de una maniobra estratégica comprometerlas peruana. la campaña naval que logró ofensivas limitadas e operacional de carácter operacionalmente. Como mantener las líneas de incursiones, permitió ofensivo limitado que permitió principales restricciones comunicaciones aliadas y alcanzar posiciones proteger sus líneas de operacionales resaltan la directiva hostilizar las del enemigo, relativas favorables. comunicaciones y disturbar de evitar enfrentamiento con desde el inicio de la guerra las del enemigo. Esta fuerzas superiores y las fricciones hasta el bloqueo de Arica y maniobra no fue sostenible que se produjeron entre el luego del Callao en 1880, conforme transcurrió el Presidente Mariano Ignacio Prado se concluye que fue tiempo, por lo cual fue y los jefes navales, debido a que alcanzado. cambiada a una concepción este no nombró a un comando de carácter defensivo, debido naval al mando de la campaña y a que los medios disponibles adicionalmente retuvo el mando ya habían sido seriamente político y militar. disminuidos.

Campaña de Tarapacá

Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico La elección inicial de El poder combativo de las Se produjeron restricciones a la estratégico y operacional impuesto a las Antofagasta y fuerzas chilenas, no fue libertad de acción de consideración fuerzas chilenas, posteriormente de Pisagua, adecuadamente empleado que afectaron de alguna forma la conducción reajustado luego de la toma como base de operaciones para desarrollar una ejecución de las acciones bélicas, operacional de Pisagua, no fue avanzada, fue acertada y la maniobra estratégica habiendo podido comprometerlas chilena correctamente maniobra estratégica operacional de carácter operacionalmente. seleccionado; sin embargo, operacional realizada ofensivo, sin embargo fue a la luz de los resultados de permitió a las fuerzas sostenible en el tiempo y la campaña de Tarapacá, chilenas partir de permitió ocupar militarmente se concluye que fue posiciones relativas la provincia de Tarapacá. alcanzado. favorables.

Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico La elección de Arica como El poder combativo de las Las restricciones impuestas a la estratégico y operacional impuesto fue base de operaciones fuerzas aliadas, de manera libertad de acción afectaron la correctamente avanzada fue acertada y la general no fue ejecución de las acciones bélicas, conducción seleccionado, sin embargo maniobra estratégica adecuadamente empleado llegando a comprometerlas operacional requería de parte de los operacional que tenía por para desarrollar una operacionalmente. Como aliada. ejecutantes de una ajustada objeto realizar una maniobra estratégica principales restricciones y precisa combinación; y a ofensiva concéntrica por operacional consistente en operacionales resaltan la presencia la luz de los resultados de la líneas exteriores, de una contraofensiva en el teatro de operaciones de los campaña de Tarapacá, se haberse ejecutado como concurrente para cortar la presidentes tanto del Perú como de concluye que no fue estaba prevista y de no retirada del Ejército chileno Bolivia que ejercían tanto la alcanzado, a pesar del gran haberse producido el al mar, que no fue sostenible responsabilidad política de la costo de vidas humanas y retorno de las tropas en el tiempo y no permitió guerra como la de conducir las medios materiales. bolivianas comandadas alcanzar los objetivos operaciones militares, atentando por el general Daza en esperados. Se considera además contra el principio de quebrada Camarones, que fue innecesario unidad de mando. hubiese permitido mantener una reserva alcanzar posiciones estratégica en Arica así relativas favorables y como la división de reserva arrojar las tropas chilenas al mando del general al mar. Narciso Campero.

Campaña de Tacna

Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico El empleo inicial de Pisagua De manera general, el poder Se produjeron restricciones a la estratégico y operacional impuesto a las como base de operaciones combativo de las fuerzas libertad de acción de fuerzas chilenas avanzada fue acertada, sin chilenas fue adecuadamente consideración que afectaron la conducción inicialmente no fue embargo la elección de Ilo empleado para desarrollar ejecución de las acciones operacional correctamente como punto de desembarco una maniobra estratégica bélicas, habiendo podido chilena seleccionado; pero luego no fue la más adecuada. La operacional de carácter comprometerlas de la información recibida maniobra operacional ofensivo que fue sostenible operacionalmente. Entre las sobre las intenciones de las realizada, que consistió en en el tiempo, y alcanzó principales restricciones a la fuerzas aliadas, fue el desembarco en Ilo para ampliamente sus objetivos. libertad de acción, resaltan las replanteado continuar con el tirantes relaciones entre el correctamente. A la luz de desplazamiento a pie de ministro Sotomayor y el general los resultados de la una gran distancia que Escala; sin embargo, cuando se campaña de Tacna, se tuvieron que recorrer las produjo la muerte de Sotomayor concluye que fue divisiones chilenas desde y el general Baquedano asumió alcanzado. Ilo hasta Tacna, no permitió el mando militar del Ejército de a las fuerzas chilenas partir Chile, contó con una adecuada de posiciones relativas libertad de acción para la favorables. conducción de las operaciones. Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico La elección de Tacna como El poder combativo de la Las principales restricciones a la estratégico y operacional no fue base de operaciones Alianza Peruano Boliviana libertad de acción se produjeron correctamente avanzada, donde se reunió no fue adecuadamente por la injerencia de Nicolás de conducción seleccionado, debido a que el grueso de los ejércitos empleado para desarrollar Piérola en las funciones del operacional se estableció como objetivo profesionales peruano y una maniobra estratégica comandante operacional aliada. principal de la campaña la boliviano fue acertada; sin operacional de carácter contralmirante Lizardo Montero. defensa de Tacna en la embargo, la maniobra defensivo que no fue Los resultados del decreto de misma ciudad de Tacna, estratégica operacional sostenible en el tiempo y no Piérola y la falta de refuerzos según lo dispuesto por el aliada, destinada a permitió alcanzar sus atentaron contra la moral de las dictador Nicolás de Piérola alcanzar una posición objetivos, por ende trajo tropas y el éxito de las o lo interpretado por el relativa favorable, se vio como consecuencia la operaciones. Estas restricciones a contralmirante Montero, condenada al fracaso al pérdida territorial del área la libertad de acción del priorizando la intención de emplazar las tropas en el vital Arica - Moquegua. comandante operacional, conservar el terreno a la de campo del Alto de la afectaron gravemente la ejecución destruir al enemigo. A la luz Alianza, en lugar de de las acciones bélicas, llegando de los resultados de la disponerlas en la cortadura seriamente a comprometerlas campaña de Tacna, se del Sama. operacionalmente y concluye que no fue condenándolas finalmente al alcanzado. fracaso.

Campaña de Lima

Categoría Objetivo Posiciones relativas favorables Distribución del poder Libertad de acción estratégico combativo operacional

Planteamiento El objetivo La elección de Arica como puerto De manera general, el poder Se produjeron restricciones a la estratégico y estratégico de embarque de las tropas combativo de las fuerzas libertad de acción de conducción operacional impuesto chilenas para la campaña de Lima chilenas fue adecuadamente consideración que afectaron de operacional chilena a las fuerzas chilenas fue adecuada, sin embargo la empleado para desarrollar alguna forma la ejecución de las de manera general elección de bahía Independencia una maniobra estratégica acciones bélicas, habiendo fue correctamente como punto de desembarco del operacional de carácter podido comprometerlas seleccionado; sin primer escalón, no fue adecuada, ofensivo que fue sostenible operacionalmente. Entre las embargo debió por la considerable distancia de en el tiempo y alcanzó principales restricciones a la efectuarse un este punto hasta Curayacu, lugar ampliamente sus objetivos. libertad de acción, resaltan las adecuado de desembarco del segundo relaciones entre el ministro reconocimiento escalón. La maniobra operacional Vergara y el general Baquedano, previo de las realizada, que consistió en el Finalmente, se produjeron probables playas de desembarco del primer escalón en tirantes relaciones entre el desembarco, tanto al bahía Independencia, el grueso general Baquedano y el general norte como al sur de del cual por las órdenes impartidas Villagrán, que terminaron con la Lima para no debió marchar a pie una destitución de este del mando de evidenciar sus considerable distancia hasta la primera división y se dispuso su intenciones. A la luz Curayacu para reunirse con el retorno a Chile, contando con el de los resultados de segundo escalón del Ejército de aval del ministro Vergara. Una la campaña de Lima, Operaciones, no permitió a las vez superadas estas diferencias, se concluye que fue fuerzas chilenas partir de y destituido el general Villagrán, alcanzado. posiciones relativas favorables. el general Baquedano continuó con el mando militar del Ejército de Chile, contando con una adecuada libertad de acción para la conducción de las operaciones. Categoría Objetivo Posiciones relativas favorables Distribución del poder Libertad de acción estratégico combativo operacional

Planteamiento El objetivo La defensa peruana estuvo El poder combativo de las Se produjeron restricciones a la estratégico y estratégico adecuadamente orientada hacia el fuerzas peruanas no fue libertad de acción de conducción operacional sur y fue conveniente el adecuadamente empleado consideración, las mismas que operacional consistente en establecimiento de posiciones para desarrollar una afectaron la ejecución de las peruana. “Desplegar dos defensivas previamente maniobra estratégica acciones bélicas, habiéndolas líneas de defensa preparadas para defender la operacional de carácter comprometido operacionalmente. establecidas en San capital, sin apresurarse a buscar al defensivo que no fue Las principales restricciones a la Juan y Miraflores, enemigo dejando descubierta su sostenible en el tiempo y no libertad de acción consistieron en dispuestas casi en retaguardia; sin embargo, la alcanzó sus objetivos. el hecho que el conductor de la forma paralela y maniobra estratégica operacional política, director de la guerra, se cerca de diez realizada consistente en el desempeñó también como kilómetros una de establecimiento de un dispositivo estratega militar ejerciendo la otra formando un de defensa materializado en dos función de comandante doble cerco, con la líneas defensivas, excesivamente operacional, en lugar de designar finalidad de defender extendidas, carentes de un general responsable de la la capital del Perú”, profundidad y separadas una de la conducción de las operaciones, no fue otra sin la posibilidad que se sin dejarse asesorar por los adecuadamente brinden apoyo mutuo, no fue militares de carrera, por lo cual seleccionado. De sostenible en el tiempo y no condujo a las tropas peruanas a la manera general, permitió que las tropas peruanas derrota. Asimismo, la debió establecerse partan de posiciones relativas organización de las fuerzas un solo dispositivo de favorables. peruanas contravinieron los defensa en lugar de principios de la guerra de unidad dos, con todas las de mando, de esfuerzo, de masa tropas disponibles, y de economía de fuerzas. cubriendo un frente que no esté excesivamente extendido para no ser tan fácilmente vulnerable a una penetración; asimismo debió escalonarse las tropas en profundidad cubriendo lo que se conoce como una zona de avanzadas de combate, una de resistencia y finalmente una de reserva o seguridad.

Campaña de la Sierra

Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico Tanto la Expedición Letellier Tanto en la Expedición Se produjeron algunas estratégico y operacional impuesto a las en 1881, como la maniobra Letellier en 1881, como en la restricciones a la libertad de conducción fuerzas chilenas, de manera efectuada en 1882 por maniobra efectuada en 1882 acción que afectaron las operacional chilena general fue correctamente Lynch, así como la por Lynch, así como la operaciones y que pudieron seleccionado. penetración efectuada por penetración efectuada por haberlas comprometido Del Canto durante la Del Canto durante la operacionalmente, como las El objetivo estratégico campaña de La Breña, al campaña de La Breña, al desavenencias producidas entre operacional fue alcanzado, igual que las maniobras igual que las maniobras los coroneles León García y Del ya que Chile logró que el efectuadas por la División efectuadas por la División Canto y a su vez entre estos y Perú firme el acuerdo de Urriola, León y García; Del Urriola, León y García; Del sus jefes de unidades paz totalmente favorable a Canto y Arriagada no Canto y Arriagada las tropas subordinadas, por lo que el sus intereses, que tanto permitieron a las fuerzas chilenas no efectuaron una contralmirante Lynch decidió había buscado y que puso chilenas partir de adecuada distribución de su nombrar al coronel Arriagada fin a la guerra. posiciones relativas poder combativo. como comandante en jefe de los favorables. destacamentos chilenos. Sin embargo, durante la Sin embargo, la maniobra maniobra efectuada por efectuada por Gorostiaga Gorostiaga en la campaña del en la campaña del Norte y Norte y por Velásquez en las por Velásquez en las alturas alturas de Huasacachi, las de Huasacachi, permitieron fuerzas chilenas efectuaron a las fuerzas chilenas partir una adecuada distribución de de posiciones relativas su poder combativo, lo cual favorables que posibilitaron les permitió alcanzar sus la dislocación de las tropas objetivos. peruanas en Huamachuco y Arequipa respectivamente. Categoría Objetivo estratégico Posiciones relativas Distribución del poder Libertad de acción operacional favorables combativo

Planteamiento El objetivo estratégico Tanto en el repliegue de las Durante el repliegue de las Se produjeron serias estratégico y operacional impuesto a las tropas peruanas de tropas peruanas de restricciones a la libertad de conducción fuerzas peruanas no fue resistencia al mando del resistencia al mando del acción que afectaron las operacional correctamente coronel Aduvire como las coronel Aduvire como las del operaciones y las peruana. seleccionado. No del general Cáceres hacia general Cáceres hacia comprometieron contemplaba la posibilidad Húanuco durante la Húanuco durante la operacionalmente, como la que los núcleos de Expedición Letellier Expedición Letellier coexistencia de dos presidentes resistencia del centro y del efectuada en 1881; así efectuada en 1881; así como de la república y tres jefes sur se reúnan, lo cual como la maniobra en la maniobra estratégica políticos militares a inicios de hubiese permitido contar estratégica operacional operacional efectuada en 1881. Asimismo, las principales con fuerzas de una efectuada en 1882 durante 1882 durante la Campaña de luchas entre caudillos que magnitud mayor que hagan la Campaña de la Breña por la Breña por las fuerzas constituyeron serias restricciones frente a las tropas de las fuerzas peruanas al peruanas al mando del a la libertad de acción que ocupación chilenas en mando del general Cáceres, general Cáceres afectaron las operaciones y mejores condiciones. La permitieron a las fuerzas llegaron a comprometerlas estrategia aconsejaba la peruanas partir de las fuerzas peruanas operacionalmente, se destacan la necesidad que los posiciones relativas efectuaron una adecuada del general Cáceres contra el agrupamientos del centro, favorables que posibilitaron distribución de su poder coronel Panizo en el combate de del sur y de Bolivia se la dislocación del enemigo, combativo que les permitió Acuchimay y las rebeliones del reúnan en Arequipa, con lo al igual que en el repliegue alcanzar sus objetivos, al coronel Vento y del general cual se hubiesen podido general del Ejército del igual que durante el Iglesias a quien los chilenos constituir en un Ejército Centro efectuado en 1883 repliegue general del Ejército empezaron a prestar protección más fuerte, capaz de por las fuerzas al mando del del Centro efectuado en 1883 desde que decidió firmar el disturbar a las tropas de general Cáceres, y en la por las fuerzas al mando del acuerdo de paz incondicional a ocupación chilenas estratagema del general general Cáceres, y en la cambio de la mutilación definitiva buscando lograr negociar Cáceres que logró burlar la estratagema del general del territorio peruano, con el cual un acuerdo de paz más persecución efectuada por Cáceres que logró burlar la se puso fin a la guerra. favorable a los intereses del el coronel Arriagada. persecución efectuada por el Perú. coronel Arriagada. Sin embargo, tanto la maniobra ofensiva del El objetivo estratégico general Cáceres en la Sin embargo, durante la operacional no fue Campaña del Norte, como maniobra ofensiva del alcanzado. la maniobra defensiva para general Cáceres en la evitar la ocupación de Campaña del Norte, como en Arequipa, no permitieron a la maniobra defensiva para las tropas peruanas partir evitar la ocupación de de posiciones relativas Arequipa, las tropas favorables, que posibiliten peruanas no efectuaron una la dislocación de las tropas adecuada distribución de su chilenas en Huamachuco y poder combativo que les Arequipa respectivamente. permita alcanzar sus objetivos en Huamachuco y Arequipa respectivamente.

Anexo 9, Matriz de triangulación de resultados integral

Campañas Categorías Síntesis de Síntesis de Síntesis de Síntesis de Resultados Objetivo Partir de Distribución Restricciones a estratégico posiciones del poder la libertad de operacional relativas combativo acción favorables Atacama Planteamiento Fue correctamente Adecuada elección Fue No se registraron Adecuado estratégico y seleccionado. de Antofagasta adecuadamente restricciones a la planteamiento conducción como base de empleado para libertad de acción estratégico y operacional operaciones desarrollar una que afecten a las conducción chilena avanzada. ofensiva operaciones. operacional de las permanente. fuerzas chilenas. Fue ampliamente Maniobra La maniobra Las operaciones no alcanzado. estratégica estratégica fueron operacional operacional fue comprometidas. realizada a través sostenible en el de una ofensiva tiempo y permitió permanente alcanzar el objetivo permitió alcanzar de ocupar posiciones relativas militarmente la favorables que provincia de posibilitaron la Atacama. dislocación de las escasas fuerzas de resistencia bolivianas. Planteamiento Fue correctamente Las fuerzas Fue Se registraron Adecuado estratégico y seleccionado. bolivianas partieron adecuadamente algunas planteamiento conducción de posiciones empleado para restricciones a la estratégico. No operacional relativas totalmente desarrollar una libertad de acción hubo conducción boliviana desfavorables para maniobra que pudieron operacional de las estratégica fuerzas bolivianas, alcanzar sus operacional afectar a las durante la objetivos. defensiva. operaciones. campaña, puesto No fue alcanzado. Maniobra La maniobra Las restricciones a que la ocupación estratégica estratégica la libertad de acción chilena de Atacama operacional operacional no fue pudieron se produjo entre realizada no sostenible en el comprometer las febrero y marzo de permitió alcanzar tiempo y no permitió operaciones. 1879; y las tropas posiciones relativas alcanzar los bolivianas se favorables que objetivos reunieron con las posibiliten la esperados. peruanas recién el dislocación de las 30 de abril en fuerzas chilenas. Tacna, habiendo salido de La Paz el 14 del mismo mes. Naval Planteamiento Fue correctamente Adecuada elección Inicialmente no fue Las restricciones a Adecuado estratégico y seleccionado. de Antofagasta adecuadamente la libertad de acción planteamiento conducción como base de empleado para impuestas estratégico; luego operacional operaciones desarrollar una afectaron de alguna de los ajustes chilena avanzada. maniobra forma la ejecución necesarios en la estratégica de las acciones distribución del operacional de bélicas. poder combativo, se carácter ofensivo logró una adecuada que permita obtener conducción el control del mar operacional de las por medio de la fuerzas chilenas. destrucción de la escuadra peruana en un combate decisivo. Luego de los ajustes necesarios, se redistribuyó el poder de combate de la escuadra chilena. Fue alcanzado. Maniobra La redistribución del Las restricciones a estratégica poder combativo la libertad de acción operacional permitió en última no llegaron a realizada a través instancia la captura de una ofensiva del monitor Huáscar comprometer las permanente, y por ende la operaciones. permitió alcanzar obtención del posiciones relativas control del mar. favorables. Planteamiento Fue correctamente La elección de Arica Fue Las restricciones a Adecuado estratégico y seleccionado. como base de adecuadamente la libertad de planteamiento conducción operaciones empleado para acción impuestas estratégico; pese a operacional avanzada fue desarrollar afectaron de alguna la disminución de peruana acertada inicialmente una forma la ejecución los medios maniobra de las acciones disponibles que estratégica bélicas. afectaron operacional de seriamente el poder carácter ofensivo combativo, se logró limitado que una adecuada permitió proteger conducción sus líneas de operacional de las comunicaciones y fuerzas peruanas. disturbar las del enemigo. Fue alcanzado. La maniobra Esta maniobra no Las restricciones a estratégica fue sostenible la libertad de acción operacional conforme no llegaron a realizada a través transcurrió el comprometer las de ofensivas tiempo, por lo cual operaciones. limitadas e fue cambiada a una incursiones, concepción de permitió alcanzar carácter defensivo, posiciones relativas debido a que los favorables. medios disponibles ya habían sido seriamente disminuidos. Tarapacá Planteamiento El objetivo La elección inicial No fue Se produjeron Inadecuado estratégico y estratégico de Antofagasta y adecuadamente restricciones a la planteamiento conducción operacional posteriormente de empleado para libertad de acción estratégico y operacional impuesto a las Pisagua, como desarrollar una de consideración aceptable chilena fuerzas chilenas, base de maniobra que afectaron de conducción reajustado luego de operaciones estratégica alguna forma la la toma de Pisagua, avanzada, fue operacional de ejecución de las operacional de las no fue acertada. carácter ofensivo. acciones bélicas. fuerzas chilenas. correctamente seleccionado. Fue alcanzado. La maniobra Sin embargo, Las restricciones a estratégica permitió ocupar la libertad de operacional militarmente la acción pudieron realizada permitió a provincia de llegar a las fuerzas chilenas Tarapacá. comprometer las partir de posiciones operaciones. relativas favorables que posibilitaron la dislocación de las tropas peruanas. Planteamiento Fue correctamente La elección de Arica No fue Las restricciones Adecuado estratégico y seleccionado. como base de adecuadamente impuestas a la planteamiento conducción operaciones empleado para libertad de acción estratégico y operacional aliada avanzada fue desarrollar una afectaron la deficiente acertada maniobra ejecución de las conducción estratégica acciones bélicas. operacional de las operacional fuerzas aliadas. consistente en una contraofensiva concurrente para cortar la retirada del Ejército chileno al mar. No fue alcanzado. La maniobra Fue innecesario Las restricciones a estratégica mantener una la libertad de acción operacional que reserva estratégica llegaron a tenía por objeto en Arica así como la comprometer las realizar una división de reserva operaciones. ofensiva al mando del concéntrica por general Narciso líneas exteriores, de Campero. La haberse ejecutado maniobra como estaba estratégica prevista y de no operacional, no fue haberse producido sostenible en el el retorno de las tiempo y no alcanzó tropas bolivianas los resultados comandadas por el esperados. general Daza en quebrada Camarones, hubiese permitido alcanzar posiciones relativas favorables y arrojar a las tropas chilenas al mar.

Tacna Planteamiento Inicialmente no fue El empleo inicial de Fue Se produjeron Planteamiento estratégico y bien seleccionado; Pisagua como base adecuadamente restricciones a la estratégico conducción pero luego de la de operaciones empleado para libertad de acción reformulado operacional información recibida avanzada fue desarrollar una de consideración correctamente y chilena sobre las acertada, sin maniobra que afectaron la aceptable intenciones de las embargo la elección estratégica ejecución de las conducción fuerzas aliadas, fue de Ilo como punto operacional de acciones bélicas. operacional de las replanteado de desembarco no carácter ofensivo. fuerzas chilenas. correctamente. fue la más adecuada. Fue alcanzado. La maniobra La maniobra Las restricciones a estratégica estratégica la libertad de acción operacional operacional fue pudieron haber realizada, que sostenible en el comprometido las consistió en el tiempo y permitió operaciones. desembarco en Ilo alcanzar para continuar con ampliamente sus el desplazamiento a objetivos. pie de una gran distancia que tuvieron que recorrer las divisiones chilenas desde Ilo hasta Tacna, no permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la destrucción de las fuerzas peruanas. Planteamiento No fue La elección de No fue Las restricciones a Inadecuado estratégico y correctamente Tacna como base adecuadamente la libertad de acción planteamiento conducción seleccionado. de operaciones empleado para del comandante estratégico y operacional aliada avanzada, donde se desarrollar una operacional, deficiente reunió el grueso de maniobra afectaron conducción los ejércitos estratégica gravemente la operacional de las profesionales operacional de ejecución de las fuerzas aliadas. peruano y boliviano carácter defensivo. acciones bélicas. fue acertada. No fue alcanzado. La maniobra La maniobra Las restricciones a estratégica estratégica la libertad de operacional aliada, operacional no fue acción, destinada a sostenible en el comprometieron alcanzar posiciones tiempo y no permitió seriamente las relativas favorables alcanzar sus operaciones y las que posibiliten la objetivos, por ende condenaron dislocación de las trajo como finalmente al tropas chilenas, se consecuencia la fracaso. vio condenada al pérdida territorial fracaso al del área vital Arica – emplazarlas en el Moquegua. Alto de la Alianza, en lugar de disponerlas en la cortadura de la quebrada Sama. Lima Planteamiento Fue correctamente La elección de Arica De manera general, Se produjeron Adecuado estratégico y seleccionado. como puerto de el poder combativo restricciones a la planteamiento conducción embarque de las de las fuerzas libertad de acción estratégico y operacional tropas chilenas para chilenas fue de consideración aceptable chilena la campaña de Lima adecuadamente que afectaron de conducción fue adecuada, sin empleado para alguna forma la operacional de las embargo la elección desarrollar una ejecución de las tropas chilenas. de bahía maniobra acciones bélicas. Independencia estratégica como punto de operacional de desembarco del carácter ofensivo. primer escalón, no fue adecuada, por la considerable distancia de este punto hasta Curayacu, lugar de desembarco del segundo escalón. Fue alcanzado. La maniobra La maniobra Las restricciones a operacional estratégica la libertad de acción realizada, que operacional fue pudieron haber consistió en el sostenible en el comprometido las desembarco del tiempo y permitió operaciones. primer escalón en alcanzar bahía ampliamente sus Independencia, el objetivos. grueso del cual por las órdenes impartidas debió marchar a pie una considerable distancia hasta Curayacu para reunirse con el segundo escalón del Ejército de Operaciones, no permitió a las fuerzas chilenas partir de posiciones relativas favorables que posibiliten la dislocación de las tropas peruanas. Planteamiento No fue La defensa peruana No fue Se produjeron Inadecuado estratégico y adecuadamente estuvo adecuadamente restricciones a la planteamiento conducción seleccionado. adecuadamente empleado para libertad de acción estratégico y operacional orientada hacia el desarrollar una de consideración, deficiente peruana sur y fue maniobra las mismas que conducción conveniente el estratégica afectaron la operacional de las establecimiento de operacional de ejecución de las fuerzas peruanas. posiciones carácter defensivo. acciones bélicas. defensivas previamente preparadas para defender la capital, sin apresurarse a buscar al enemigo dejando descubierta su retaguardia. No fue alcanzado. La maniobra La maniobra Las restricciones a estratégica estratégica la libertad de acción operacional no operacional no fue comprometieron permitió a las tropas sostenible en el seriamente la peruanas partir de tiempo y no permitió ejecución de las posiciones relativas alcanzar sus operaciones. favorables que objetivos. posibiliten la dislocación de las fuerzas chilenas. De la Sierra Planteamiento Fue correctamente La maniobra Durante las Se produjeron Adecuado estratégico y seleccionado. estratégica operaciones algunas planteamiento conducción operacional efectuadas durante restricciones a la estratégico y operacional efectuada durante la Expedición libertad de acción aceptable chilena la Expedición Letellier y en la que afectaron las conducción Letellier y en la Campaña de la operaciones operacional de las Campaña de la Breña, las tropas tropas chilenas en Breña, no permitió a chilenas no la Campaña del las fuerzas chilenas efectuaron una Norte. Adecuada partir de posiciones adecuada conducción relativas favorables. distribución de su operacional durante poder combativo. La maniobra la ocupación de estratégica Arequipa. operacional no fue sostenible en el tiempo y no permitió alcanzar sus objetivos. Fue alcanzado. La maniobra Durante las Las restricciones a estratégica operaciones la libertad de acción operacional efectuadas en la pudieron haber empleada en la Campaña del Norte comprometido Campaña del Norte y en Arequipa, las operacionalmente y en Arequipa tropas chilenas las acciones respectivamente, efectuaron una bélicas. permitió a las tropas adecuada chilenas partir de distribución de su posiciones relativas poder combativo. favorables que La maniobra posibilitaron la estratégica dislocación de las operacional fue tropas peruanas en sostenible en el Huamachuco y tiempo y permitió Huasacachi alcanzar sus respectivamente. objetivos. Planteamiento No fue La maniobra Durante las Se produjeron Inadecuado estratégico y correctamente estratégica operaciones serias restricciones planteamiento conducción seleccionado. operacional efectuadas durante a la libertad de estratégico y operacional empleada durante la Expedición acción que adecuada peruana la Expedición Letellier y en la afectaron las conducción Letellier y en la Campaña de la operaciones. operacional de las Campaña de la Breña, las tropas tropas peruanas Breña, permitió a peruanas durante la las fuerzas efectuaron una Expedición Letellier peruanas partir de adecuada y en la Campaña de posiciones relativas distribución de su la Breña, pese a las favorables que poder combativo. serias restricciones posibilitaron la La maniobra a la libertad de dislocación del estratégica acción que enemigo. operacional fue afectaron las sostenible en el acciones bélicas y tiempo y permitió las comprometieron alcanzar sus operacionalmente. objetivos. No fue alcanzado. La maniobra Durante las Las restricciones a estratégica operaciones la libertad de acción operacional efectuadas en la comprometieron efectuada en la Campaña del Norte operacionalmente Campaña del Norte y en Arequipa, las las acciones y en Arequipa tropas peruanas no bélicas. respectivamente, efectuaron una no permitió a las adecuada tropas peruanas distribución de su partir de posiciones poder combativo. relativas favorables La maniobra que posibiliten la estratégica dislocación de las operacional no fue tropas chilenas en sostenible en el Huamachuco y tiempo y no permitió Huasacachi alcanzar sus respectivamente. objetivos.

Anexo 10, Fuerzas navales de los beligerantes

Chile:

Tipo y nombre Artillería Andar (millas)

Blindado Cochrane 6-250 libras 10

Blindado Blanco 6-250 libras 10.5

Cañonera Magallanes 1-115 libras 10.5

1-641 libras

Corbeta Chacabuco 3-115 libras 8

2-70 libras

Corbeta O’Higgins 2-40 libras 6

Corbeta Esmeralda 12-40 libras 5

Corbeta Abtao 3-115 libras 10

Cañonera Covadonga 2-70 libras 7

Perú:

Tipo y nombre Artillería Andar (millas)

Monitor Huáscar 2-300 libras 12

Blindado Independencia 2-150 libras 11

12-70 libras

4-32 libras

Corbeta Unión 12-70 libras 13

Corbeta Pilcomayo 2-70 libras 10.5

4-40 libras

Monitor Manco Cápac 2-500 libras 4

Monitor Atahualpa 2-500 libras 4

Fuente: (López, 1969, p. 234)