“2016 Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional”

(S-3574/16)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación:

DECLARA

De interés la obra humana y solidaria del padre Pedro Pablo Opeka, sacerdote argentino comprometido con la sociedad y con una voluntad inigualable para cambiar la desigualdad en el mundo.

Laura E. Rodríguez Machado.

FUNDAMENTOS

Señora Presidente:

Pedro Pablo Opeka, conocido como el Padre Pedro, es un sacerdote católico que trabaja como misionero en . En ese país africano, uno de los más pobres del mundo, vio a chicos descalzos viviendo en un basurero y decidió ayudarlos a tener una vida digna. Con la ayuda de la fundación Libertes, lo producido y la ayuda de jóvenes del lugar levantó casillas precarias que fueron reemplazadas por casas de ladrillos de dos pisos y les enseñó a vivir con lo que ellos producen. Los grupos de casas fueron así creando una ciudad levantada donde estaba el basurero.

Nació en la ciudad de San Martin, partido General San Martin, Provincia de , , y es hijo de Luis Opeka y María Marolt, inmigrantes eslovenos que llegaron a la Argentina en enero de 1948 escapando del régimen totalitario en Eslovenia de Tito. De niño aprendió el oficio de albañil. A los quince años de edad decidió ser un clérigo de la Iglesia Católica y entró a un seminario de la orden Lazarista.

Estudió en Lanús, vivió en Ramos Mejía e hizo el noviciado en San Miguel. Cuando aún no tenía diecisiete años construyó una casa en Junín de los Andes para una familia de indígenas mapuches.

A los veinte continuó su formación, estudiando Filosofía y Teología, en Liubliana, Eslovenia, y en Francia. Dos años después viajó a Madagascar donde trabajó como albañil en las parroquias lazaristas. Finalizó sus estudios en el Instituto Católico de París. Se reunió con la Comunidad Taize y viajó por toda Europa.

“2016 Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional”

En septiembre de 1975 fue ordenado sacerdote en la Basílica de Nuestra Señora de Lujan, y luego nombrado para hacerse cargo de una iglesia en Vagaindrano, en el sudeste de Madagascar.

En 1989 los superiores le nombraron director de un seminario en la capital, .

Actualmente es sacerdote de la congregación de San Vicente de Paul, y lleva más de treinta años como misionero en Madagascar, uno de los países más pobres del planeta.

La primera vez que estuvo en esa isla vio a cientos de chicos escarbando y viviendo descalzos en un inmenso basurero de veinte hectáreas en las afueras de Antananarivo, capital de Madagascar, África, y se dijo a sí mismo: Acá no hay que hablar porque sería una falta de respeto hacia ellos, sino que debemos ponernos a trabajar.

El ser un hombre blanco constituyó su primer obstáculo para poder ayudarlos. Pero encontró la manera de acercarse jugando al fútbol, una de sus pasiones, ganando así su confianza.

Uno de los primeros proyectos de Opeka fue la remodelación de un hospital, en conjunto con la fundación "France Libertés", una ONG francesa dirigida por Danielle Mitterrand.

El hospital fue renovado por los habitantes de la zona, y el material médico aportado por la fundación.

Creó una pequeña casa para los niños, de cuatro por cuatro metros, junto al vertedero de basura, para darles leche o té. Jugaba con ellos, les cantaba y les enseñaba a escribir. Sobre el basurero vivían unas cinco mil personas. Convocó a algunos jóvenes que conocía del país que estaban desempleados para que lo ayudaran. Afirma que el haber sido obrero de la construcción de joven le permitió tener buenas ideas para saber cómo crear fuentes de trabajo con pocas herramientas y materiales para los indigentes. Los entusiasmó con la idea de convertir una montaña de granito en piedras y adoquines, para luego venderlos para la construcción. De esa manera nació la cantera en la que trabajaron hasta 2500 personas que hasta entonces vivían de la basura. Aprovechó el vertedero para crear una empresa de venta de abono natural.

Con lo producido y la ayuda de los jóvenes logró que se levantaran casillas precarias en los bordes del vertedero, que fueron reemplazando por casas de ladrillo de dos pisos, que él mismo iba levantando, al mismo tiempo que les enseñaba a ellos cómo hacerlo.

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Los grupos de casas fueron creando diecisiete pueblos pequeños que a su vez conformaron toda una ciudad levantada en el sitio donde estaba el basurero. Cada uno de esos pueblos posee su comité y las resoluciones se toman entre los representantes de cada comité. Se crearon escuelas primarias, secundarias, un liceo y un jardín de infantes, dispensarios, un pequeño hospital y dos maternidades. Hay más de cuatrocientos colaboradores del padre, entre técnicos, docentes, médicos y enfermeros. El lugar posee agua potable y un comedor.

Niños que vivían de la basura encontraron como vivir de manera digna junto al sacerdote.

De esta manera, además de evitar que miles de chicos continuaran revolviendo en la basura, les posibilitó una vida digna a más de trescientas mil personas al crear la organización no gubernamental denominada Akamasoa, que significa buenos amigos, en lengua malgache. Esta organización ayuda, desde 1990, a la gente pobre con complejos habitacionales, educativos y laborales donde viven cerca de veinte mil personas, y de ellos nueve mil son niños que van al colegio. Además el Padre Pedro los invita a rezar a la misa del domingo, oficiada con una liturgia que tiene en cuenta la cultura del lugar y a la que asisten miles de personas, entre ellos turistas que luego difunden su obra en el resto del mundo. Akamasoa se convirtió así en una gran ciudad, que hacia 2015 contaba con 17 barrios y 25 mil personas; el 60% menores de 15 años. Hay 5 guarderías, 4 escuelas, un liceo para mayores y 4 bibliotecas. Los niños escolarizados son 10 mil.

Los puestos de trabajo de la organización se crean a partir de la explotación de la cantera de piedra y grava, a la actividad artesanal y talleres de bordado, al centro de compost implementado junto al vertedero, a la separación y clasificación de la basura, a tareas agrícolas y a tareas de la construcción como albañiles, carpinteros, ebanistas, , operadores y obreros que adoquinan las calles.

Para financiarse cuenta además con redes de amigos que juntan donaciones, tres ONGs en Francia y una en Mónaco y la ayuda de Manos Unidas, de la Comunidad Europea.

Por sus servicios a los pobres obtuvo la Legión de Honor, en 2008, Caballero de la orden Nacional de Madagascar, Premio Paloma de Oro de Eslovenia, Premio Mundo Negro a la Fraternidad, premio "Cardenal Van Thuan al Desarrollo y Solidaridad" otorgado por la fundación italiana San Mateo, que recibió en la Ciudad del Vaticano de manos del Papa Benedicto XVI.

El 4 de diciembre de 2009 recibió del presidente esloveno Danilo Tuerk la Orden dorada por Servicios.

“2016 Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional”

En Francia se han escrito un par de libros sobre su vida y además Danielle Mitterrand le dedicó un capítulo titulado Pedro Opeka, el sacerdote futbolista de Madagascar en su libro Memorias de una primera dama.

Su obra quedó registrada en numerosos documentales, entre ellos uno de Jacques Cousteau.

Ha sido propuesto al Premio Nobel de la Paz por Francia, Eslovenia y Mónaco.

El padre Pedro suele insistir que la mejor manera de ayudar al pobre no es con asistencialismo sino cambiándole la conciencia para que sea autor de su propia prosperidad.

Por ser un ejemplo de hombre a seguir, en épocas donde debemos valorizar principios éticos, humanos, solidarios, de entrega desinteresada es que solicito se apruebe este proyecto.

Laura E. Rodríguez Machado.