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29 EL QUIJOTE EN EUROPA Y AMÉRICA EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX JOAQUÍN ÁLVAREZ BARRIENTOS El primer título que aparece en pantalla en Fahrenheit 451, la película de François Truffaut de 1966, tras llegar los bomberos a la casa denunciada para quemar los libros, es Don Quijote de la Mancha, traducido al inglés, que está oculto en una lámpara. Que sea el primero no es casual: da cuenta de hasta qué punto esa obra ha llegado a ser patrimonio de todos, un hito reconocible en cualquier lugar del mundo. Pero desde luego, dado el asunto que trata la novela de Ray Bradbury, hacer que el ingenioso caballero fuera el primero en comparecer, de los muchos que lo hacen, en ese escrutinio de censura, abunda en el hecho de que don Quijote se habría rebelado contra aquellos que, como su sobrina y el ama, arrojaban bibliotecas por las ventanas y las quemaban. El enamorado de los libros y del mundo justo, mítico y amable que le mostraban estaba obligado a ser quien primero apareciera en ese relato de ciencia-ficción contra la censura, el gregarismo y la ignorancia que cada vez es más una realidad perturbadora. DON QUIXOTE IN EUROPE AND THE AMERICAS IN THE EIGHTEENTH AND NINETEENTH CENTURIES JOAQUÍN ÁLVAREZ BARRIENTOS The first title to appear on the screen in Fahrenheit 451, the film made by François Truffaut in 1966, after the firemen arrive at the reported house to burn the books is an English translation of Don Quixote of La Mancha, which is hidden inside a lamp. That it is the first is no coincidence: it attests to the extent to which this work has become a heritage we all share, a recognizable landmark anywhere in the world. But given the theme of Ray Bradbury’s novel, his making the ingenious knight the first of many characters to be subjected to this censors’ scrutiny is in keeping with the fact that Don Quixote would have rebelled against those who, like his niece and housekeeper, threw book collections out of the window and burned them. The lover of books and of the just, mythical, and kindly world they portrayed was bound to be the first to appear in this science fiction tale that makes a statement against the censor- ship, gregariousness, and ignorance that are increasingly becoming an unsettling reality. 29 30 JOAQUÍN ÁLVAREZ BARRIENTOS EL QUIJOTE EN EUROPA La novela de Miguel de Cervantes alcanzó una rápida difusión en Europa gracias a sus tempranas traducciones. Como se sabe, la primera fue al inglés, en 1612, de la mano de Thomas Shelton; la segunda, en 1614 al francés, es obra de César Oudin. En ambos casos, como es lógico, se trata de versiones de la primera parte. François de Rosset puso en francés la segunda parte, que apareció en 1618, y Lorenzo Franciosini hizo lo propio en italiano en 1622, mien- tras que un resumen del Quijote de 1605 vio la luz en alemán (1648) gracias a Joachim Cäsar, erudito que firmó con el pseudónimo de Pahsch Basteln von der Sohle. Hay también una versión holandesa, obra de Lambert van den Bos, de 1657, y más tarde aparecerán en otras lenguas. Sancho Panza había aludido ya a que se tejerían en tapices las aven- turas del Quijote, del mismo modo que lo habían sido otras de los héroes de la mitología y, en el tercer capítulo de la segunda parte, el bachiller Sansón Carrasco pronosticaba, con ironía y exageración entonces, no después, que no quedaría nación que no tradujera las desventuras del caballero, mientras consideraba que para 1615 se llevarían impre- sos unos doce mil libros de la primera parte. Por otro lado, desde el mismo año 1605, se encontraba en la América española la novela, como se verá después, de lo que Manuel Mújica Laínez nos deja un bello testimonio en su cuento «El libro (1605)», incluido en Misteriosa Buenos Aires (1951). Ante estos datos y otros muchos que se omiten, surge la pregunta. ¿Cuál es la razón de esta fama? ¿Qué llevó a que el Quijote se convirtiera en un libro de tal éxito, y después de éxito mantenido? Hay que distinguir etapas, DON QUIXOTE IN EUROPE Miguel de Cervantes’ novel soon spread through Europe thanks to its early translations. As is known, the first was made into English in 1612 by Thomas Shelton; the second, into French and dated 1614, was by César Oudin. Logi- cally both are versions of the first part. François de Rosset produced a translation of the second part, which was published in 1618, and Lorenzo Franciosini published his Italian version in 1622, whereas a 1605 summary of Don Quixote was brought out in German (1648) by Joachim Cäsar, a scholar who signed with the pseudonym Pahsch Basteln von der Sohle. There is also a Dutch version by Lambert van den Bos, dated 1657, and translations in other languages subsequently appeared. Sancho Panza had commented that Quixote’s adventures would be woven in tapestries just as those of mythological heroes had, and in the third chapter of part two the bachelor Sansón Ca- rrasco predicted, what was then with irony and exaggeration—though not subsequently—that there would be no nation that would not translate the knight’s misadventures, and reckoned that by 1615 there would be some twelve thousand volumes of the first part in print. Furthermore, in 1605 the novel reached Spanish America, where Manuel Mújica Laínez left a delightful testi- mony of it many years later in his short story “El libro (1605)”, included in Misteriosa Buenos Aires (1951). A question arises from these facts and many others that are not mentioned. What is the reason for such fame? What made Don Quixote such a success, and a lasting one? We must distinguish between periods, moments and rea- sons. On the one hand, when Cervantes published his novel, the Spanish empire was a point of reference in the civilized 30 JOAQUÍN ÁLVAREZ BARRIENTOS EL QUIJOTE EN EUROPA Y AMÉRICA EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX 31 momentos y razones. Por un lado, cuando Cervantes publica su novela, el Imperio español es un referente en el mundo civilizado y, no sólo es prestigioso hablar castellano en Europa, sino que su cultura se conoce y se sigue con mucho interés. Por ejemplo, los franceses plagian las obras teatrales de la Península, algo que sucederá a lo largo del siglo XVII —baste recordar la polémica sobre el Cid de Corneille—, mientras traducen, adaptándola, mucha de la literatura que aparece en España, desde los exitosos libros de caballerías a las obras de fray Antonio de Guevara y Pedro Mexía, cuya Silva de varia lección fue un best seller europeo, sin olvidar las novelas picarescas de Quevedo, Mateo Alemán y los Lazarillos. «Hasta tal punto los autores y lectores franceses estaban tan familiarizados con las no- velas españolas —escribe Chartier— que, cuando en 1664 Charles Sorel publica su Bibliothèque françoise, las incluye en el repertorio nacional» (2004, p. 138), y ahí van el Quijote y los relatos picarescos, «libros cuyo origen es español, pero que al haberse hecho franceses por la traducción, pueden considerarse como tales», según el sentir de Sorel, que también pensaba que «los españoles han sido los primeros en escribir novelas verosímiles y divertidas». Es decir, la literatura española influía en Europa, ya fuera mediante el conocimiento directo de las obras, ya mediante las traducciones, de modo que cuando aparece el Quijote encuentra el campo de la recepción abonado para que Paul Scarron, por ejemplo, modele su Roman comique (1651) desde él y otros sigan su estela o lo imiten y continúen. Por otro lado, y esta es otra de las razones del éxito, el mundo de la caballería interesaba a todos, no sólo en España, pues era el referente cortesano de valores y conductas, y esas novelas, además de entretener, servían entre otras cosas como modelos referenciales y de autorrepresentación. Es el caso de las traducciones francesas y alemanas. world and not only was speaking Castilian a sign of prestige in Europe but Spanish culture was known and followed with much interest. For example, the French plagiarized the works of Spanish playwrights throughout the seven- teenth century—suffice it to recall the controversy over Corneille’s Cid—and translated and adapted much of the lit- erature published in Spain, from the popular chivalric novels to the works of Fray Antonio de Guevara and Pedro Mexía, whose Silva de varia lección was a best seller in Europe, not to mention the picaresque novels of Quevedo and Mateo Alemán and the Lazarillos. “So familiar were French authors and readers with Spanish novels,” writes Chartier, that when Charles Sorel published his Bibliothèque françoise in 1664, he included them in the national repertory” (2004, p. 138). Among them were Don Quixote and the picaresque novels, “books that are Spanish in origin but having become French through translation may be regarded as such,” in the opinion of Sorel, who also thought that “the Spanish were the first to write true-to-life and entertaining novels.” That is, Spanish literature enjoyed an influence in Europe, either through direct knowledge of the works or through translations, so that by the time Don Quixote appeared the ground had already been prepared, for example, for Paul Scarron to model his Roman comique (1651) on it and for others to follow in his wake or to imitate and write sequels to it. In addition—and this is a further reason for its success—the world of chivalry interested everyone, and not only in Spain, as it was the courtly benchmark for values and conducts, and these novels, as well as providing enter- tainment, also served, among other things, as references and models of self-representation.